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Trama XI: After the Blackout (trama de transición y exploración)
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AÑO 2.042
Durante siglos sus mundos permanecieron separados, pero eso terminó. El mundo mágico y el humano se encontraron y se desató la guerra, extendiéndose alrededor del mundo sin control. Miedo, odio, ambición...todas ellas armas poderosas. El choque entre la raza humana y la mágica resulta ya imparable. Uno por uno van cayendo, ¿quién será el primero en morder el polvo?
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Desatando demonios [¡FIC!] Empty Desatando demonios [¡FIC!] {06.11.15 16:32}

Primero que nada quiero aclarar que esto es un FIC. Ni línea alternativa, ni futuro, ni pasado ni nada. Al principio era de consumo propio pero decidí compartirlo para recibir algo de feedback. Se subirán capítulos +18 así que lean bajo su propio riesgo.

Los personajes que salen en este FIC son inspirados en personajes de este foro pero, en parte, modificados por mí con el permiso de sus users.



  Desatando demonios

Capítulo I

Una luna menguante se dibujaba en el cielo como la sonrisa juguetona de la vida en una noche que carecía de estrellas. Catherine la observaba envidiosa de la expresión mientras sus pies se humedecían por el agua de la playa. Se había jurado volver pese a que la última vez no había sido grato. Para ella aquel lugar marcaba demasiadas cosas en su vida, un antes y un después. La gente no lo entendía, ni siquiera él.

¿Qué podía tener de especial una playa? Arena, mar, piedras, flora y fauna. Es lo que vería todo el mundo, es lo que ella solía ver hasta hace un par de meses atrás cuando una risa sincera le había brotado del cuerpo. Una risa cristalina que desde hacía años no afloraba en su cuerpo, espontánea y sincera. Al recordar aquello sonrió, pero sus labios no emularon la luna, fue sólo una mueca. Así como cosas buenas también había traído las malas: muchas más responsabilidades, problemas familiares, peligros indeseados. En una balanza no sabía exactamente hacia cual lado se inclinaría. Crispó los dedos y la arena le entró en las uñas.

-¿No te habían prohibido bajar?-

La voz baja y grave la sacó de su estado de “paz” y rodó los ojos poniendolos en blanco. Sí, sí que se lo habían prohibido. La última vez que se le ocurrió la idea de descender había acabado en una batalla campal entre ambos bandos con consecuencias graves. Para él precisamente.

-Tengo problemas para acatar normativas.

Un sagaz “lo aprendí de ti” murió en su lengua antes de siquiera abrir los labios. Cuando se sentó a su lado Catherine decidió incorporarse y sentarse aún con las piernas estiradas. El jean lo tenía mojado y su camiseta también pero hacía algo de calor así que no le molestaba. Se quedaron los dos en silencio mirando el mar. El, supuso ella, sabía dónde encontrarla porque le gustaba el lugar cuando tenía que alejarse de todo y su mente no era suficiente escudo. La pregunta era porqué había venido. Y eso quedó rondando un poco en la mente de la descendiente de Morgana pero no se atrevía a preguntar, generalmente cuando hablaban terminaban discutiendo. El silencio era su mejor compañero. Cuando vio que la conversación no se iba a dar para nada se inclinó nuevamente hacia atrás  y se recostó mirando la luna. Se puso las manos sobre el abdomen y las entrelazó durante un rato. Pero al final no pudo más.

-Anteia y Lyran han decidido quedarse...Aún no le pregunté a Chloe si va a preferir irse de la casa. Me gustaría que no, quiero entrenarla-

Y estaba el tema que se sentía un poco avasallada por sus hermanos desde hace unas semanas, quería compañía. No quería estar sola. Él no dijo nada al principio y Catherine vio su perfil silueteado por la luz de la luna. Tenía la mirada algo distraída como si pensase en algo muy lejano y de manera intensa, porque su ceño estaba fruncido. Prefirió volver a ver la luna.

-Supongo que es una pregunta que te tengo que hacer a ti...Si es que te da la gana de quedarte-

Añadió con un rintintin obvio en las últimas palabras. Se sintió odiosa al decir eso pero era una verdad que le dolía. Segundos después de decirlo se incorporó sacudiéndose la arena de los pantalones antes de empezar a quitárselos, hizo lo mismo con la camisa quedando en una musculosa blanca y la parte baja de un traje de baño gris. Esta vez había tomado la previsión de vestirse para la playa ya que acabaría bañándose un rato.

-Mejor no me respondas…-

Murmuró y se apartó el cabello de la cara. A la luz de la luna, sobre su pierna derecha se delineaba el tatuaje tribal que Adael le había hecho cuando su hermano había fallecido. No esperó a que le dijera nada y se metió en el agua nadando hasta que sus brazos empezaron a pedir un poco de descanso. No estaba muy lejos de la orilla y se sorprendió de verlo desvestirse para meterse en la playa. De alguna manera asumió que se iría. No había sido demasiado amable con él. Se volvió a sumergir en el agua disfrutando de la sensación. Podía sentir el vaivén de las olas que sacudían su cuerpo con lentitud. La temperatura era perfecta, templada, sin más. Abrió los ojos dentro del mar para ver si divisaba algo pero sólo notó oscuridad y cuando salió le ardieron. Se pasó la mano por ellos tratando de sacarse el agua sin éxito alguno.

-Haces algo difícil esto de secuestrarte si vuelves tú sola al mismo lugar

-Si me pongo a esperar por ti bien podría llegar el fin del mundo-

Le dijo sonriendo de lado antes de apartarse el pelo húmedo de la cara y verlo sumergirse. Después pensó en Desmond, que le había dicho que era buena idea poner una piscina en Ouroboros y asintió. Le dio la razón. Hacía falta un lugar así en la isla volvió la vista hacia Ian cuando salió lanzándole agua en la cara. Soltó una maldición por lo bajo y le lanzó agua también en una clara venganza.

Basta!-

Tosió escupiendo agua cuando le entró en la boca y en los ojos. Se alejó nadando de él un poco para salir del alcance de sus chapoteos. Ella se sumergió nuevamente pensando que así se sacaría un poco la impresión y al salir fue disparada hacia atrás porque Ian la había lanzado como la última vez. Cayó haciendo un gran sonido de chapoteo y lanzando agua por todos lados. Salió buscando aire riéndose y negando con la cabeza.

-No, no, no. No hagas eso. No lo controlo-

-¿Y….-

Preguntó él porque no le importaba en lo más mínimo que ella “no lo controlara”; se reía cada vez que la lanzaba y pocas veces la escuchaba reírse de esa manera. Bueno, en realidad la había escuchado por segunda vez esta noche. Era una risa sincera y espontánea, la risa de la verdadera Catherine. La Catherine que se divertía como la joven que era. Apenas tenía 20 años y su vida se contaba en drama tras drama tras drama. Así que si, no le importaba un carajo que le prohibiera hacerlo. ¿No lo conocía? La volvió a agarrar de la cintura para lanzarla hacia arriba y hacia atrás; y ella se volvió a reír lo que le arrancó una sonrisa a él. Salió del agua echándose el cabello hacia atrás con una sonrisa espléndida que se cortó cuando empezó a toser, seguramente había tragado algo.

-Joder… Que espe-esperes…Ya verás...-

Le espetó entrecortada por la tos echándole agua en la cara y se acercó a él intentando hundirlo con la escasa fuerza que tenía. Ian se había dado cuenta de que tenía muy poco peso, la levantaba con facilidad así que se río en su cara cuando intentó hundirlo. Era un vano intento de venganza que nunca se llegó a concretar. Tenía las manos en sus hombros  y hacía fuerza hacia abajo, se notaba porque se le tensaban los músculos de los brazos y de la clavícula. Las manos de él se hicieron con su estrecha cintura y los sumergió a los dos después de que Cate gritara de sorpresa. Los mantuvo bajo el agua pese a los pataleos de la morena hasta que lo consideró lo suficiente dejándola libre y saliendo a buscar aire por igual. Catherine se apartó el pelo del rostro y rió un poco cortada por la falta de respiración. Se pasó las manos por la cara tratando de sacarse el agua del rostro y mirando a Ian con rencor.

-Esto es una batalla perdida…-

-Aparentemente no tienes un ápice de fuerza para hacer nada. Deberías entrenar un poquito si quieres llegar a vencerme-

-Puedo vencerte si me da la gana-

-Eso es cierto-

Le dijo de manera algo seca y Catherine lo miró en silencio un par de segundos. Estaba intentando descifrar qué había dicho con eso. ¿De verdad creía que ella usaría sus poderes para banalidades? La hizo sentir incómoda pero intentó no parecer tan endeble, más bien hacerse la chula. Movió los brazos un poco para mantenerse ya que apenas tocaba con la punta de los pies la arena.

-No me lo pongas tan fácil-

Murmuró con gesto hosco al percatarse de que él le seguía mirando los ojos. Pero claro, era la primera vez en qué?…¿10 meses? que le veía detenidamente. Aún bajo la luz de la luna se podían notar los vivos colores que la Le Fay tenía en sus irises. Ian había pensado que eran azules pero ahora que se fijaba se dio cuenta de que también tenía verde y ámbar, incluso alguna motita gris. Catherine apartó la mirada porque el contacto visual prolongado y silencioso empezaba a ponerla histérica. Aparentó que chequeaba su ropa y después volvió a mirar a Ian echándole agua en la cara al ver su gesto.

-¿Qué te pasa?-

-Me voy a quedar un tiempo-

Desconocía exactamente porqué había dicho esas palabras, le habían dado un tirón en el estómago mientras las mentaba. Más aún cuando Catherine lo miró con inseguridad, como si no le creyera. Se acercó un poco a ella  asintiendo como para darle peso a sus palabras.c

-Definitivamente necesitan mi ayuda. En especial tú que te crees la mandamás. Hay que bajarte un poco los humos-

-Lo soy y no tienes que bajarme nada-

-No, no lo eres-

-Sí, sí que lo soy-

Le refutó ella echándole agua a la cara y molestándose brevemente, de alguna manera supuso que su enojo temporal le daría fuerza para meterlo en el agua ahora que él estaba distraído y volvió a poner sus manos en sus hombros para tirarlo hacia abajo. Él tenía otra cosa en mente puso las manos en su cintura deteniendo sus movimientos para que le prestara atención  y la miró directamente, con intensidad y  severa seguridad. La morena dejó de hacer esfuerzos y se quedó observándolo.

-Te dije que me voy a quedar-

Los ojos de Catherine brillaron levemente, le creía. Una sonrisa  muy pequeña se dibujó en sus labios al tiempo que daba un asentimiento seco de cabeza. Desvió la mirada hacia abajo y deslizó las manos hasta las de Ian que aún la tenían sujeta de la cintura y, por un momento, parecía que no iba a soltarla.

-¿Es todo lo que vas a decir?-

-Ian…-

Se había puesto repentinamente nerviosa. De alguna manera, sentía que había demasiada proximidad entre ellos. Demasiada intimidad, una sensación que no estaba dispuesta a enfrentar. Apretó las manos de Ian tratando de apartarla de su cintura pero estas parecían tenazas. A la morena se le había erizado la piel.

-Cate, mírame-

La muchacha no quiso alzar la mirada y él se vio forzado a soltar una de sus manos para alzar su rostro por la barbilla volviendo a mirar aquellos ojos multicolores. No podía definir bien su gesto. Parecía turbada y nerviosa, le desviaba cada segundo el rostro y él volvía a movérselo. ¿No podía sostenerle la mirada? ¿Por qué huía ahora que él decidía quedarse? ¿No era eso lo que quería?  No, parecía ser otra cosa. Podía sentir la presión en la muñeca de la mano que aún la tenía agarrada, pero siguió sujetándola con fuerza atrayéndola hacia él gracias al movimiento del agua hasta que sus narices prácticamente se tocaron. Se fijó en su rostro en forma de corazón,  en sus mejillas sonrosadas por todo el trabajo físico y en sus labios de color rosa, voluptuosos e invitados a ser besados. Él aceptó la invitación sin pensarlo demasiado. Él, el Ian impulsivo.

Y ella le respondió con timidez e inexperiencia.

Fue un beso largo y en lo absoluto perfecto. Catherine nunca había besado a nadie e Ian tenía demasiado ímpetu y experiencia. Sus labios eran suaves pero demandantes y su lengua era curiosa mientras la de ella apenas tanteaba. Pero pronto encontraron un ritmo adecuado, uno lento e intenso que permitía que sus lenguas se encontraran con calidez mientras se saboreaban la una a la otra. Sabían a océano, a sal. Fue un beso demandante y profundo, un beso de aquellos que se esperan, se sueñan, se imaginan,  por demasiado tiempo hasta que finalmente llegan. Un beso que despertó cada terminación nerviosa de Catherine sumergiéndola en una vorágine de sensaciones que le espantaron el escaso frío que sentía su piel.

La morena dejó de forcejear contra la mano de Ian, la apoyó en su antebrazo con cuidado mientras se relajaba. La mano de él se había movido hasta su nuca, dirigiendo el movimiento de la cabeza de ella a su antojo. Su otra mano se deslizó hasta su cadera acercando el cuerpo de ella hacia él, tornándose un poco más íntimo. Sin embargo, Cate se tensó al sentirse cómoda mientras su cuerpo se pegaba al de él, dejándose llevar. En su mente pronto las palabras de Desmond empezaron a cobrar sentido.

***

-Es que necesito explicártelo-

La tomó del brazo obligándola a sentarse en el sofá mientras Rhaegar lo miraba con un gesto hosco.

-Creo que todo esto está muy fuera de lugar-

Dijo con aquella voz filosa y Desmond espantó las palabras con una mano, en un gesto que parecía que alejaba a un chucho que mordía zapatos.

-Cate...Es que… Cuando vayas a ...Bueno, ya sabes. A tener tu primera relación…-

Catherine se levantó del sillón haciendo un gesto de “tiempo fuera” con las manos.

-¿En serio estás tratando de tener “la conversación” conmigo? Mamá la tuvo hace años, Desmond. Yo debería tenerla contigo-

Le dijo riendo antes de dejarse caer en el sofá con una sonrisa que murió al ver el gesto de Desmond. Su madre había sido muy específica en cuidar su virginidad para su futuro marido, aquel tipo príncipe azul que su madre le encontraría para tener pequeños escuincles corriendo aquí y allá. Mamá y sus protocolos de la era antigua.

-Madre no era telépata-

Aclaró Rhaegar con una seriedad que acompañó Desmond y que hizo sentir incómoda a la mayor de los Le Fay.

-Decía que cuando estás teniendo relaciones generalmente pierdes el control de tu cuerpo y mente, si te dejas llevar. Y si no lo haces no disfrutas… Es que…-

El castaño busco a su hermano con la mirada para que le ayudara con las palabras pero lo único que obtuvo fue  que el moreno se cruzara de brazos.

-Argh. No vas a poder controlar tus poderes la primera vez que lo hagas. Será muy especial y muy avasallante. Tienes que estar preparada. Pero no puedo decirte cómo…-

Ellos lo habían pasado. Cada uno por su lado evidentemente pero habían hablado del tema muchas veces y con la práctica habían aprendido a medirlo. Pero supusieron que al tratarse de una mujer seria diferente.

-Sólo ten cuidado, sis. No… Eh...No le regales ese momento al primero que se te pase por el frente. Lo vas a recordar toda tu vida-

-Estoy de acuerdo-



***

Las manos de Catherine se crisparon sobre los brazos de Ian y se alejó bruscamente  sin darse cuenta de que le estaba mordiendo el labio del nerviosismo que le agarró. Parpadeó agobiada y se separó de él dejando su labio inferior libre y esperando no haberle hecho daño.

-L-lo siento. Yo…

Se le subieron los colores con una evidencia rotunda pese a que la luz de la luna era escasa. Se llevó las manos a la cabeza con un gesto de profundo agobio antes de desaparecer sin dejar rastro.


Última edición por Catherine Le Fay el 13.11.15 16:22, editado 1 vez
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Desatando demonios [¡FIC!] Empty Re: Desatando demonios [¡FIC!] {08.11.15 1:41}

II

Es como si hubiese desaparecido de la faz de la tierra.  Excusas había por montón: Entrenar a Rybar, encargarse de Ouroboros, cónclaves y consejos, reuniones, pruebas, etcétera; para librarse de las comidas en “familia” que Desmond y Anteia habían planteado. Pero claro Catherine no le rendía cuentas a nadie sobre lo que hacía o dejaba de hacer, la hora en la que salía y la hora en la cual volvía; lo hacía directamente en su habitación así que pocos sabían exactamente dónde estaba. Se había convertido en un puto fantasma. Sólo Chloe y sus hermanos podían ubicarla y sólo cuando ella quería.

Sin embargo, era noche de películas, una tradición de la familia Le Fay que ni en los peores momentos se dejó atrás y Catherine podía hacer la vista gorda a varias cosas pero no a eso. Nunca. Desmond tocó su puerta dos veces a sabiendas de que estaba ahí.

-¿Cate?-

Preguntó antes de abrir la puerta viendola sentada en forma de indio leyendo un libro, aquello le pareció muy extraño. Sólo la había visto hacerlo contadas veces en la vida y todas ellas involucraban algo peligroso, raro o importante. Se acercó con cautela pero la pelinegra cerró el libro y lo deslizó bajo su almohada en un movimiento no necesariamente sigiloso más bien en uno de “no metas tus narices donde no debes”. Su hermano se detuvo y la miro a los ojos.

-¿Está todo bien? Llevas una semana algo… ausente-

-Sí ¿Por? tengo muchas cosas que hacer Desmond, lo sabes-

-Claro sí, no lo refuto. Pero antes solías hacer tiempo para nosotros ¿Pasó algo?-

Cuestionó y su hermana lo miró a los ojos con intensidad, pensando si podía contarle o no. Decidió mantener la boca sellada, Ian no era el ángel que ellos esperaban y su relación era borrascosa. Cate se obligó a dibujar una sonrisa negando con la cabeza.

-Se me fue el santo al cielo. Estaré más seguido. Lo siento. Ahora bajo… ¿Qué vamos a ver?-

-Un clásico. Armaggedon-

Le dijo su hermano antes de irse cerrando la puerta. Catherine puso los ojos en blanco y fue a cambiarse de ropa. Antes iba cómoda, un short de algodón negro con una camisa sin mangas del mismo color con las palabras “Keep calm and kiss somebody” en dorado. Decidió que era buena idea calzarse un jean pero se dejó la camisa. Bajó descalza las escaleras cuando Chloe y Azahar traían las palomitas. Vio a Anteia y Lyran abrazadas en uno de lo sofás y sonrió al verlos, el vientre de Anteia seguía creciendo y parecían más enamorados que nunca. Algo que...Curiosamente, nunca vio en sus padres. Paneó la sala con la vista y observó a Rhaegar sentado en el sofá más alejado de la derecha justamente en contraposición a Ian que estaba del lado izquierdo. El muchacho le devolvió la mirada con un gesto entre ofuscado e inquisitivo  y ella bajó la mirada. Desmond, Chloe y Azahar se sentarían en el sofá grande y la Le Fay tensó los labios, quedaban pocas opciones de asiento pero prefirió dejar las aguas en calma y sentarse apretujada con Rhaegar que terminó pasandole el brazo por los hombros en un gesto casi posesivo. Yeap, no le gustaba nada Ian.

-Preparen los pañuelos y los ojos para las lágrimas que están por venir. Señora Anteia, si quiere podemos ver otra…-

-No pasa nada-

Le dijo la rubia y Desmond sonrió alegremente antes de darle play al clásico. Catherine intentó no mirar a Ian durante toda la película y le fue bastante bien. Le encantaba. Había pretendido que nada había pasado. Tal vez si pretendía muy fuertemente se hacía verdad. Pero no. Sabía incluso que le habían preguntado porqué tenía el labio hinchado. Subió las piernas al sofá y las abrazó con fuerza mientras todos lanzaban una risa cuando Bruce Willis empezaba a perseguir a Ben Affleck por encontrarlo liado con su hija, interpretada por Liv Tyler. Los únicos que no se rieron fueron Rhaegar, Catherine e Ian pero los demás no se dieron cuenta.

Por muy extraño que pareciese a medida que la película avanzaba, Catherine se había ido recostando sobre Rhaegar hasta dejar su cabeza sobre su pecho y así se quedó hasta que Bruce decide sacrificarse por Liv y hablan por última vez. La nariz de Catherine le dolió cuando sus ganas de llorar aumentaron. Conocía la desesperación de la muchacha, la había vivido pero a diferencia de ella no había quedado nadie a quien agarrarse. Los mellizos eran demasiado pequeños, Altair había quedado infectado por la venganza y su madre tenía a Layla. Rhaegar la rodeó con un brazo. Él no era un hombre de palabras.  Escuchó a Anteia llorar con desconsuelo y a Chloe hacer lo mismo. Azahar parecía un poco más compuesta y Desmond comía palomitas igual que Lyran.

Por fin llegó el final donde todos vuelve risueños porque el mundo se ha salvado y antes de que empezaran los créditos ya Desmond había encendido las luces aplaudiendo.

-Me encanta esa canción-

Dijo y todos sonrieron mientras se levantaban. Catherine se quedó un ratito más en los brazos de Rhaegar antes de que ambos se levantasen.

-La próxima vez elijo yo-

Dijo Cate apartándose el pelo de la cara y tratando de que no se le notara que había estado a punto de llorar. Observó a Desmond alzando las cejas inquiriendo si se iba a comer ahora o después.

-La cena estará en media hora-

-Vale-

Respondió la chica y enfiló  hacia las escaleras para pegarse un baño e Ian hizo lo mismo. Se consiguieron al inicio de ésta y Catherine se tensó al mirarlo directamente a los ojos. Empezó a subir con premura tratando de alejarse pero él la siguió. La situación no pasó desapercibida a ojos de Rhaegar.

-Tenemos que hablar-

-No creo que sea buena idea-

-No seas inmadura-

Aquello le sentó como patada en el estómago. Le había faltado el sustantivo “niña” para ligarse un golpe en la cara. Siguió subiendo hasta llegar al pasillo de arriba y camino derecho a su habitación en silencio, ofuscada por la falta de tacto de él. Pero vamos, que eran básicamente una de sus “cualidades”. No quiso responderle pero sabía que Ian la perseguiría hasta tocarle la puerta insistentemente. Al final se volteó a mirarlo para enfrentarlo con el ceño fruncido.

-¿Por qué te fuiste así?-

-¿No es obvio?-

Preguntó tratando de esquivar la respuesta pero el gesto hosco de Ian hizo que bajara la mirada negando con la cabeza. Le costaba reconocer cosas, no le gustaba. Más cuando eran ESE tipo de cosas.

-Me aterré-

Confesó subiendo la mirada de pronto notando que la vista de Ian se enturbiaba, estaba confundido. Al ver que no le hizo otra pregunta aprovechó el momento para colarse en su habitación cerrando la puerta con seguro. Apoyó la espalda ahí y miró de soslayo el libro que estaba en su cama. Se apretujó las manos con nerviosismo y fue hasta el baño a darse una ducha fría, necesitaba disipar sus pensamientos.

Él se quedó en la puerta, aún confundido por las palabras de la pelinegra. Apoyó la frente en ésta mientras sus manos estaban en el portal. ¿Qué mierda había hecho para que se asustara? ¡Ni siquiera la tocó! Sólo la besó y a  ella pareció gustarle porque le respondió. No se lo había imaginado, Catherine le había besado de vuelta. Se había quedado congelado de la sorpresa cuando pidió disculpas y se fue. Dejándolo ahí sin más que un labio hinchado. Dio un par de pasos hacia atrás. ¿Sería que…? ¿Ni siquiera eso? O sea, sabía que nunca había tenido relaciones porque Desmond había hecho un escándalo cuando pensó que ellos habían tenido sexo pero de ahí a nunca ser besada… ¿Qué tan asfixiante era la burbuja en la que ellos habían vivido todos estos años?  Finalmente se fue hacia su habitación.

La cena pasó sin prisa pero sin pausa. Estaba exquisita, como todo lo que cocinaba Desmond. Todos habían estado muy callados a diferencia de Desmond y Anteia que siempre llevaban el ritmo de la conversación en la mesa. La pelinegra parecía distraída mientras se tomaba el tiempo de pinchar cada grano de maíz con su tenedor. No fue hasta que la llamó por tercera vez Azahar que alzó la cabeza.

-¿Sí?-

-¿Sabes si Adael va a entrenar mañana con Yaros?-

-Eh… un momento-

Saludó a Adael mentalmente y dirigió la pregunta hacia él. Sus ojos brillaban mientras se clavaban en algún lugar detrás de Azahar.  Le respondió que no, no tenía nada en la agenda. Al negar con la cabeza Azahar hizo otra pregunta.

-¿Puedo entrenar con él?

-Dice que sí. Que estés a las 10 de la mañana en el área de la piscina. ¡Oh, cierto! Ya está lista. Falta llenarla.

-¿Me toca a mí?

-Aparentemente-

Catherine le sonrió abiertamente al ver su gesto de emoción y tras un momento la cena finalizó, todos se despidieron y se fueron a dormir a sus habitaciones.  Otro día que finalizaba. Para la mayoría de ellos.

Lo cierto es que Catherine no podía conciliar el sueño. Su cerebro bullía con pensamientos e incluso algunos sentimientos y en para la  medianoche se dio por vencida, decidió ir por un té o poción para dormir. Bajó con su pijama, un short de algodón blanco y una camisa manga larga con una ank dibujada en el centro en color negro. Intentó ser cuidadosa y no hacer ruido, puso la tetera a calentar mientras elegía de los 10 mil sacos de té que tenía Desmond. No recordaba pero había uno preciso para dormir, optó por la manzanilla, así al menos sabía que estaba tomando. Agarró una taza blanca y colocó el saquito mientras esperaba que el agua se calentara. Se abrazó a sí misma mirándose los pies para luego alzar la vista hacia la entrada. Ahí, ubicado estratégicamente para que al abrir la puerta quedara tapado, estaba el cuadro de su madre con una manta blanca tapándola. ¿Qué diría de quitárselo? Pensó que era triste no tener a nadie con quien hablar de estas cosas, con Anteia aún no tenía la confianza y con Azahar y Chloe no podía hablar. Le da verguenza y un poco de corte.

Cuando la tetera empezó a echar vapor, tiró el agua en el recipiente y luego un par de cubos de azúcar. Se llevó la taza a la terraza y se apoyó en la baranda, soplando para que estuviese en una temperatura adecuada para sus labios. Dejó las luces apagadas, le gustaba el abrigo de la oscuridad. Sus ojos, mientras tanto, observaban las escasas luces que decoraban Ouroboros. Antes había permanecido oscuro pero después de que muchos se mudaron, eran como pequeñas luciérnagas que iluminaban el ambiente. Le gustaba aquello, era, en parte, su creación. Estaban ahí protegidos gracias a ella...Sí, y a Ian también.

-Pensando en el Rey de Roma…-

-Y mira quien se asoma-

Dijo ella, y respondió él, cuando se apoyó en la baranda a su lado. Ella lo reconoció por su perfume, olía como a especias oscuras y...a peligro.  Era un aroma que le ponía los sentidos en alerta. Bebió de su té lentamente y ambos se quedaron en silencio contemplando la vista. Desde el séptimo piso se podían ver muchas cosas. Incluso parte de los jardines. Era una vista preciosa.

-¿Por qué estabas pensando en mí?-

-Por eso-

Dijo señalando hacia la parte de la zona residencial, en la que se notaba que aún había vida. Ya habían casi 500 personas que habían pasado la prueba y habían ascendido a Ouroboros. Se estaba concretando los cimientos de una sociedad pacífica y bastante alegre. Definitivamente, salir un poco de la sombra de la guerra había tranquilizado a muchos pero existían ciertas esquirlas que vigilaban constantemente. Como Adam, por ejemplo.

-Ah..-

Murmuró el pelinegro y entrelazó las manos inclinándose más hacia la baranda. Se quedaron en silencio. Parecía que se hacían mejor compañía cuando se callaban. El vaho del té ascendía y captaba pequeños rayos de luna. Los sonidos de la noche, algunos grillos, hacían eco en la terraza. Ian tampoco podía dormir, se había quedado pensando en las palabras de Catherine antes de la cena. La entendía un poco más y recordó con exactitud los trazos de su vida que le había mostrado ella hace unos meses atrás percatándose de que no, no había encontrado ningún vínculo con nadie.  Ella bebió de su té y él pensó que también necesitaría alguno.

Catherine se incorporó lentamente para apoyarse de lado hacia Ian, él hizo lo mismo. Si quería dormir iba a tener que enfrentar aquello que la traía de cabeza ¿No? Se dio cuenta de que él estaba con un pantalón pijama pero sin camisa, pero claro, el clima estaba perfecto para dormir así. Él podía permitírselo.

-¿Te hice daño?-

-No. Aunque tuve que dar muchas excusas-

-Lo siento-

-Tienes que dejar de disculparte por todo-

Ian se llevó un dedo a los labios antes de cruzarse de brazos. Era un tema espinoso y no sabía exactamente qué quería hacer ella. Bah, tampoco se había respondido él mismo qué significaba eso. Ni las palabras que había dicho ni aquel beso en sí. Por eso había querido hablarlo. Por su parte, Catherine tenía algunas cosas claras y otras no tanto. No tenía experiencia en este tipo de situaciones. ¿Un beso significaba un relación? ¿Era tan estricto? ¿O era sólo un juego? Se le aceleró un poco el corazón. No quería ser el juego de nadie. Bebió té tratando de calmar sus pensamientos. Y aunque no había luz percibió a Ian mirándola. Quiso leer su mente, saber qué pensaba, pero la privacidad era algo que ella apreciaba mucho. Entonces, se atrevió a preguntar...Como las personas normales.

-¿Por qué me besaste?

-Porque quise.

-Mmmm...-

Respondió él con bastante rapidez y la pelinegra no supo que responder. ¡Eso era evidente! Catherine volvió a ponerse de frente hacia la terraza sin saber cómo seguir la conversación. Dio dos sorbos a su taza sintiendo que la manzanilla la calmaba y relajaba. Ian también volvió a ponerse hacia el frente en silencio. Así estuvieron cinco largos y eternos minutos hasta que él habló. Había pensado largo en aquello, le había gustado besarla. Había sentido placer al hacerlo. Y una parte de él estuvo algo complacida de hacer aquello que sus hermanos no aprobaban. No tenían porqué ponerle nombre a eso. Lo hacían porque querían ¿No? Podían seguir haciéndolo sin ponerle etiquetas.

-Y lo volvería a hacer-

Cate apretó las manos sobre la taza ante sus palabras y se quedó en silencio, analizando la oración. Se sorprendió al darse cuenta de que era exactamente lo que quería. Repetirlo. Había estado leyendo el desarrollo de la telepatía y se creía lo suficientemente poderosa para controlarla. Aún así no se encontraba preparada para proceder pero su lengua fue un poco más rápida que su mente esta vez.

-Seguramente no te mordería-

Bromeó soltándo una risa baja y ronca. Ian no esperó mucho y Cate se giró hacia él al notar su movimiento dejando la taza en la baranda. Las manos de él se hicieron con su rostro, atrayéndolo, y sus labios con los de ella. La muchacha cerró los ojos mientras se tomaba de las muñecas de él  tratando de tener algún tipo de control sobre esto, aunque el beso la desvalijaban. Él saboreó de nuevo sus labios y su lengua, que tenían un regusto a manzanilla por el té que bebía. Fue un beso rápido y ansioso, como para quitarse las ganas. Apoyó su frente en la de ella mirándola aunque había poca luz para poder definir su gesto.

-No tienes que asustarte, no te voy a hacer nada...Que no quieras-

Murmuró contra sus labios antes de volver a besarla. Por su mente corrió un rápido pensamiento, transparente como el agua: “Aunque aún no tienes idea de qué es lo que quieres”. Pero prefirió no decirlo, no quería apabullarla y para ser sincerosél tampoco lo sabía. Una vez que el beso se tornó lento y profundo, notándola tranquila, bajó una de sus manos hacia su cintura moviéndola con suavidad hasta apoyar la cadera de ella sobre la baranda, encerrándola con su cuerpo.

-Shh…-

Murmuró un poco al notar que se tensaba. No tenía previsto absolutamente nada pero ella parecía ponerse muy nerviosa cuando notaba proximidad. Pero era obvio, pocas veces en la vida la había visto haciendo contacto físico. Mordisqueo suavemente su labio inferior antes de volver a besarla. Su mano libre acariciaba su costado izquierdo y la otra se había deslizado otra vez a su nuca, enredando la punta de los dedos en algunos mechones de cabello. Se sorprendió cuando las manos de ella se apoyaron en su cadera pareciendo más serena.

La inexperiencia parecía ir diluyéndose pero el efecto de Ian sobre ella no, cada vez que movía sus labios o saboreaba su lengua, Catherine sentía que se le encendía el cuerpo y cada centímetro de su piel se convertía en una zona erógena. Subió una de sus manos por el torso de Ian hasta apoyarla en su pecho mientras el se acercaba, reduciendo contundentemente el espacio entre ambos hasta que sus piernas se entrelazaron, ganándose confianza con cada segundo que pasaba.

Los dedos de él se aventuraron bajo la camisa blanca acariciando la piel de ella con cuidado y sin explorar mucho más allá de un par de centímetros por su cintura. Catherine detuvo el beso lentamente para mirarlo con intensidad sintiendo que se le subían los colores al rostro, sonrió brevemente y esta vez fue ella la que se acercó a él para besarlo con la misma profundidad, atrayéndolo. Él lo vio como una invitación y bajo la mano hasta su trasero moviendo su cadera hasta la de él, notando en cosa de segundos que aquel gesto de Catherine había surtido efecto en su masculinidad.

Una luz se encendió en el pasillo y Cate dio un respingo tan fuerte que la taza cayó de la baranda volando siete pisos hasta el suelo. Crispó los dedos clavándole las uñas a Ian, aquello provocó un gruñido y fue Cate la que le dijo que se callara la boca en un susurro poco audible.

Habían sido pillados y ninguno de los dos se había movido de su posición.

Pero... ¿Por quién?
Catherine Le Fay
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Desatando demonios [¡FIC!] Empty Re: Desatando demonios [¡FIC!] {16.11.15 3:43}

III

La respiración de Cate y de Ian se concentraba en un vaho mientras respiraban lentamente, tensos, por los pasos que empezaban a oírse acercándose a la escalera. Catherine maldijo unas 500 veces encima de su cabeza mientras alejaba a Ian, ésta sacó sus manos de su cuerpo con cierto recelo y miró por encima de su hombro una melena dorada descendiendo.

-Voy a salir...Escóndete-

-Pero Cate…-

-¡SHH!-

Dijo y lo empujó sin miramientos hacia una de las esquinas de la terraza mientras entraba a la casa como si nada, cerró la puerta y se acomodó un poco el short que se le había bajado por culpa de él. ¿Qué excusa iba a dar? ¡El té! ¡Claro!...La taza...la taza… ¡La puta taza se había caído!

-¿Catherine?-

La voz de Anteia la espabiló y miró a Ian  a través del vidrio que la seguía con sus ávidos ojos verdes. Se deslizaban por su cuerpo como examinándola con un brillo que antes no había visto. El pelinegro observaba sus piernas largas y tersas hasta subir por su cadera y finalizar en sus ojos. Nunca se había fijado en ella de aquella manera  y Cate no ayudaba mucho por la forma en la que se vestía, siempre iba de jeans y camisas un poco anchas, nada demasiado ajustado y cuando salía llevaba su chaqueta de cuero. No es que tuviese unas curvas de escándalo pero las que tenía tampoco le hacía ningún énfasis. Había descubierto lo estrecha de su cintura cuando la había acariciado.   Entonces le dijo algo y dejó de pensar en ella unos segundos.

“Que te escondas”

Le dijo Cate mentalmente antes de establecer la ilusión de que llevaba una taza blanca vacía en las manos y se giraba para enfrentarse a Anteia en un camisón azul cielo y con cara de dormida.

-¿Sí?-

-¿Todo bien?-

-Amm.. Sí, estaba tomando un té. No podía dormir. ¿Usted está bien?-

-Sí, sólo tengo … un atacón de hambre-

Dijo con un gesto dramático llevándose la mano al vientre y una sonrisa de disculpa después se coló en sus labios. Ambas caminaron hacia la cocina y Cate miró por encima del hombro pero la terraza ya estaba vacía. Se sintió un poco más tranquila y apoyó la taza en el lavaplatos antes de ver a Anteia yendo hacia el refrigerador para sacar aceitunas y pan.

-¿No le gustó la cena?-

-Sí, por supuesto. Pero tenía un terrible antojo...Y si no comía no iba a poder dormir. ¿Tú qué has tomado?-

-Manzanilla-

Le explicó y la rubia asintió mientras se preparaba un bocadillo al que agregó también pepinillos y mayonesa. Cate se cruzó de brazos pensando que después de lo de la terraza más le valía a la manzanilla hacer efecto porque necesitaba dormir. Mañana tenía un día largo. Tal vez debió hacerse el té más fuerte o ir por una poción.

-¿Ya te dio sueño?-

Preguntó Anteia mientras empezaba a comer mirándola con ojos casi despiertos. Cate la observó sonriendo de lado negando con la cabeza.

-Para nada-

-¿Qué es lo que te mantiene despierta?-

Cuestionó tratando de tener conversación y Cate se dio cuenta de que había sido mala idea estar ahí para darle charla. Aunque su rostro era joven, los ojos de Anteia habían visto demasiadas cosas, tenía muchas experiencias y una hija mayor que ella. Seguramente, tenía una idea de qué era lo que la mantenía despierta y lo peor es que se sentía un lastre al tener que mentirle pero no podía hablar con ella. ¿No?... No.

-Esto de las pruebas y el entrenamiento de Rybar. No sé muy bien por dónde seguir-

-Haz lo que tu corazón te dicte-

Le dijo de una manera tan natural, como si ella viviese haciendo eso y se dio cuenta más tarde de que sí. La mamá de Azahar vivía según los dictados de su corazón. ¿Y qué le decía su corazón ahora? Catherine le sostuvo la mirada un rato y Anteia hizo lo mismo hasta que dio un respingo.

- Está pateando-

Se rió antes de dejar el bocadillo sobre la barra desayunadora y acercarse a Catherine con ambas manos en su barriga, le tomó la mano y se la llevó al vientre. La pelinegra abrió los ojos con sorpresa cuando sintió la primera patada. Era fuerte y muy extraño viniendo del cuerpo humano.

-¿No es hermoso?-

Catherine la miró con el rostro congestionado en un gesto de confusión. Nunca había sentido eso y no recordaba a su madre embarazada. Era la primera vez que estaba en una situación parecida y se le antojaba extraña.

-Es muy fuerte-

Dijo lo evidente porque no sabía qué más decir.  Sonrió con suavidad hacia Anteia antes de retirar las manos.

-Espero que el bocadillo lo calme. Me voy a dormir ya. Que descanse, señora Anteia.

-No tienes que decirme señora, dime Anteia… Y Cate...sólo, intenta descansar. A veces uno se arma muchas marañas en la cabeza que no tienen sentido. Sólo velo enfrentando de a poco-

Catherine asintió y subió las escaleras con algo de premura escuchando de fondo el sonido de una ducha. Se metió en su habitación sospechando porqué estaba una ducha encendida. Ella ya no necesitaba una. Se acostó en la cama con el cerebro embotado pensando en las palabras de Anteia y tratando de guiarse por ellas respecto a Ian. No consiguió muchas soluciones y al final se quedó dormida abrazada a sus almohadas. Él tardó algo más.

La ducha fría, helada, había surtido efecto en su cuerpo. Sólo ahí. Porque su mente seguía divagando sobre Catherine y sus reacciones. Ahora parecía un poco más tranquila, pero no había manera de poder hablar normalmente. Aparte había un montón de obstáculos alrededor, no sólo ella misma, sino que en el piso vivía demasiada gente y no todos estaban “de acuerdo” con cualquier tipo de relación que tuvieran. Incluso cuando eran sólo amigos actuaban de manera...Eran imbéciles. Porque ahora eran más que amigos ¿No? Mierda. Al final el cansancio le pudo y se quedó dormido en una posición extrema, al borde de la cama.

***

Al día siguiente, ambos se levantaron tarde. Todos ya habían desayunado y habían partido a hacer sus tareas. Desmond y Rhaegar salieron a correr, Azahar había quedado con Adael para llenar la piscina, Lyran tenía compromisos de profesor, Anteia en el hospital y Chloe la acompañó. Cuando Catherine, vestida con un calza sport negra y una camiseta del mismo color con vivos en azul en las mangas y el cuello, su uniforme de entrenamiento;  bajó y se encontró todo medio desolado hizo una mueca, sobre todo al ver la hora. Eran las 10.30 de la mañana y ella tenía que ir a entrenar con Rybar en una hora pero ni por equivocación iba a ir con el estómago vacío. Abrió la heladera esperando conseguir algo de jugo de naranja y waffles, tenía ganas de comer algo delicioso-

-Saca para dos-

Dio un respingo que provocó que se golpeara la cabeza con la parte de arriba del refrigerador, soltó un “mierda” por lo bajo y se incorporó mirándolo con mala cara. El iba con jeans y camisa negra. Bastante más vestido que anoche pero igual de malditamente atractivo, sobretodo con esa sonrisita de superioridad por ver su torpeza.

-Pues anda y haz café

-Yo no tomo café-

Se abstuvo de decir “yo tampoco” pero sí rodó los ojos  y tensó los labios antes de girarse hacia el refrigerador empezando a sacar cosas que le gustaría comer, peras, fresas, waffles, queso crema, entre otras cosas; que él se preocupó por ir ordenando en la mesa a medida que las pasaba. Una vez estuvo todo se corrió para buscar unos vasos y servir jugo de naranja para ambos. Bebió un poco y sin decir mucho más empezó a servirse waffles con fresa y crema.

-¿Qué te dijo Anteia anoche?-

-Nada-

Si hubiese querido saber qué se traía Anteia anoche podría haber salido él en vez de ella ¿No?. Aparte lo que le había dicho Anteia se lo había quedado ella muy hondo. Se llevó el waffle a la boca para darle un mordisco cuando vio que Ian la miraba fijamente. Detuvo el movimiento.

-El bebé pateo y me hizo sentirlo. Tenía un atacón de hambre y no, no te vio si es eso lo que quieres saber. Por ahora nadie nos va a acusar-

Le sonrió con algo de suficiencia mientras finalmente se llevaba el waffle a la boca y comía un buen bocado. Ian rodeó la barra desayunadora y se acercó a ella, pero después se desvió para empezar a prepararse algo.

-¿Nos van a acusar con quien? Eres un poco mayorcita para que te delaten-

Las palabras de Ian le hicieron fruncir el ceño a Cate, mientras masticaba se dio cuenta de que tenía razón. Sus padres no existían y sus hermanos eran menores que ella, aunque aparentaran lo que aparentaran. Ella era la matriarca y también la dueña de su vida. Trago y bebió un poco más de jugo de naranja.

-Sabes a lo que me refiero-

Ian la miró mientras se comía un bocadillo de jamón, su rostro aparentaba inocencia mientras negaba con la cabeza y Cate frunció el ceño. La estaba obligando a decir cosas y a Catherine Le Fay no le gustaba decir cosas.

-Ian…-

-¿Hummm?-

Preguntó el pelinegro con un gesto inquisitivo  y Catherine se ofuscó con él. Sabía que se estaba haciendo el tonto. Y por supuesto que lo hacía, la pelinegra aún se ponía obstáculos ella misma. ¿Por qué estaba mal que se besaran? ¿Acaso era pecado? No. Tampoco eran nada oficial pero daba igual. Ella tenía que aprender que besarse con alguien, fuese quien fuese, -y ese pensamiento le pico un poco- no tenía nada de malo. Digamos que era una respuesta biológica.  

-Déjalo así. Nos vemos después-

Murmuró la pelinegra desapareciendo de ipso facto e Ian rodó la vista. Tenía que empezar a madurar. Terminó de comer, guardó todo y se fue a ver si Lyran necesitaba ayuda.


***
Lo cierto es que no se vieron en todo el día, Catherine se quedó a almorzar en el comedor porque tenía que hablar con Adael sobre la fiesta que Mei y él tenían planeada para la noche debido a la inauguración de la piscina. Los había oido hablando hace unos días pero no les había prestado atención. Al llegar a casa para la hora de la cena Azahar también había pasado la noticia, todos menos Rhaegar, Anteia y Lyran habían dicho que iban. Incluso un rezagado Ian. La cena pasó rápido y el trío fantastico de la emoción -Desmond, Chloe  y Azahar- subieron de inmediato mientras Anteia y Catherine recogían la mesa y se ponían a lavar. Antes de que terminaran ya los tres se habían ido.

-Yo termino, ve a cambiarte-

-¿Está segura?-

-Sí, por supuesto. Ve a disfrutar-

La miró con una sonrisa escandalosamente brillante y pura y Catherine se vio levemente contagiada, le respondió con otra y comenzó a subir las escaleras ignorando a Lyran e Ian en el salón hablando. Al llegar a su habitación fue a pegarse una ducha rápida, después salió y cogió el único traje de baño que tenía. Un trikini negro, bastante menos cubierto de lo que le gustaría, pero era lo único que no tenía tantas decoraciones. Era más apropiado para su gusto. Después pensó en qué ropa ponerse encima. Había visto a Chloe y Azahar con cosas coloridas como pareos que le parecieron playero, pero ella no tenía nada así. Abrio su closet y camino entre las hileras de ropas preguntándose si tal vez sería buena idea ir a ver la ropa de Layla, pero la eliminó de su mente inmediatamente. Al final de este vio un regalo de Mei que, en su momento, le había parecido bastante fuera de lugar ya que no concordaba con su estilo de ropa pero sabía que la fiesta tenía tema asiático.  Tomó el kimono negro con algunos detalles en dorado, era semitransparente, pero pese a todo se fue a la piscina con aquello.

Al llegar notó que todos ya se estaban divirtiendo, tirados en la piscina, gritando, bailando, jugando. Había un buffet hacia la izquierda con comida asiática a montones y del lado derecho una con bebidas, asumió que algunas tendrían licor. Paneó el lugar buscando a sus amigos -y como no, a Ian, pero no estaba-. Al encontrarlos, caminó hacia Mei y Adael que estaban cerca del área de la comida.

-Oh! Te has puesto mi regalo. Te queda muy bonito, Cate-

-Gracias Mei-

Le digo con una sonrisa y Adael aplaudió con alegría pero no le dedicó palabras porque tenía la boca llena de sushi.

-Les ha quedado muy bien. La gente parece divertirse-

-Igual podría agregarte algo más…-

Le digo Mei estudiándola con la mirada y Catherine arqueó una ceja sin comprender a qué se refería hasta que la chica tomó dos palillos y le hizo un moño improvisado a Cate con su largo y oscuro cabello. A la morocha le sorprendió lo bien que se ajustaba en lo alto de su cabeza, soltó una pequeña risa.

-Gracias. Supongo que algún día me llevarás a Asia. ¿No?-

-Claro… Uh, Adael, el dragón… Tú metete en la piscina-

-Sí sí, el dragón.

-¿Qué dragón?-

-Nada nada.

Los dos se retiraron con aspecto sospechoso y Catherine los siguió con la vista mientras se quitaba el kimono y lo dejaba sobre una de las tumbonas que estaban al lado del buffet. Miró la piscina buscando a su hermano que se encontraba a unos metros con Chloe encima, que peleaba guerra con Azahar encima de Lykaios. Aquello le robó una sonrisa. Los juegos de agua siempre eran muy divertidos, aunque no se atrevería a liarse en alguna batalla. No se quería meter directamente en la piscina así que se sentó en el borde y sumergió los pies encontrando el agua en una temperatura perfecta.

-A mi me sienta mejor la transformación que a ese-

La voz de Ian hizo que girara su cabeza hacia atrás observándolo sentarse a su lado mientras hacía señas hacia su espalda, entonces Catherine recordó que nunca le había dicho ni él había visto su tatuaje.

-Lamento informarte que no-

-¿Ah no?

-Eres tú, Ian…-

-Lo sé-

El silencio que siguió a continuación se llenó por el chapoteo de los pies de Catherine en el agua. Así parecía ser tan inocente como muchas veces se comportaba, después veías cosas como aquella en su espalda y recordabas que era una persona tan valiente para algunas cosas y para otras no tanto. Chloe le había contado lo que había visto, a Cate con la espalda sangrando pero no captó nada más así que fue la única información que obtuvo. Desde entonces se había quedado curioso por saber qué demonios le hacía Adael a Catherine, ahora lo sabía. Le llevaba en la piel. Y no sabía cómo sentirse al respecto.

-Pensé que habías muerto y tuve que drenarlo de alguna manera.

Qué poco soportaba el silencio. Ian asintió cuando le habló, ya una vez habían conversado sobre los tatuajes y había entendido que cada uno contaba una historia o algo que había marcado su vida. Y ahora él estaba ahí. ¿Qué mierda le iba a decir?

-Pero no. Yerba mala nunca muere-

-No eres malo. Tienes una dudosa forma de actuar-

Le dijo ella y ambos se rieron lo que destensó un poco más el ambiente. Catherine se incorporó y señaló la barra de tragos. Después de la cena no tenía muchas ganas de comer, pero sí podía beber lago y después del fracaso de la cerveza negra que Azahar le había brindado bien podría intentar con otro alcohol.  Ambos caminaron hacia allá e Ian pudo notar cada ápice de su piel que dejaba descubierto su traje de baño, pensó que iba a ir con algo más mínimo como acostumbran las mujeres pero claro, era Catherine. Notó la cantidad de tatuajes que tenía y se anotó mentalmente descubrirlos todos algún día.

-Tú tienes más experiencia en esto-

Ian observó la mesa de botellas e hizo una mueca. El bebía a lo burro pero supuso que Catherine no era ese tipo de mujer, vamos, que en la taberna no le había gustado la cerveza. Cogió la vodka y empezó a ponerla en un vaso, le agregó jugo de naranja y granadina. Después le tendió el trago pensando que tal vez le gustaría, el jugo lo bebía todas las mañanas al menos. Para el cogió cerveza, básico.

Al menos tenía bonito color, al probarlo no le disgusto aunque al final tenía un sabor amargo que le molestaba. Le sonrió y reconoció el color de la cerveza.

-No podemos emborracharnos, tenemos que ser el ejemplo de estos chiquillos-

Le dijo moviendo la cabeza hacia la piscina donde el trío y Adael que se les había sumado disfrutaban lo suyo.

-Ellos te están dando el ejemplo a ti. Se están divirtiendo-

-¿Quién te dijo que yo no lo hago? Mi diversión es diferente a la de ellos-

-Claro, a oscuras y donde nadie te vea-

-No necesariamente-

-¿En serio?

La mirada de Ian se tornó sardónica y Catherine lo miró directamente con un gesto confuso mientras tomaba su trago con lentitud. Bajo el vaso y chasqueó la lengua sonoramente girándose para mirar a sus amigos.

-Ian, sabes perfectam…-

-Que no tienes huevos para hacer lo que te da la gana-

Aquello hizo que Catherine volteara su cara hacia él con brusquedad. ¿Cómo se atrevía a decirle aquellas cosas... de manera tan directa? El tacto no era lo suyo. En lo absoluto. Por supuesto que podía hacer lo que le diera la gana. Por eso había iniciado toda la revolución de Los Descendientes, por eso el estaba donde estaba. ¿Acaso eso no le bastaba? No, estaba parado ahí con su mirada retadora llevándola a sus propios límites, provocándola. Aquello hacía que le hirviera la sangre y no de buena manera. Dejó el trago en la mesa y en un sólo movimiento apoyó su mano en la nuca de él atrayéndolo hacia sí para besarlo. Al principio no fue un beso apasionado, en parte porque Ian estaba sorprendido, nunca esperó que su broma fuese a colar tan rápido. Y, por su parte, Catherine estaba enojada. Fue cuestión de segundos antes de que ambos consiguieran el ritmo. Ian dejó el vaso en la mesa  y apoyó las manos en la cintura de Catherine. Poco a poco todo a su alrededor empezó a desvanecerse,  dejándolos solos en su momento y el disfrute de sus labios en los cuales se colaban el sabor al licor que habían consumido. Los dedos de Cate se perdieron en su cabello   y las manos de él la atrajeron hacia sí.

Aquello duró aproximadamente un minuto hasta que un chorro de agua los mojara de arriba a abajo. Catherine se separó bruscamente de Ian mientras las risas de Adael y Azahar se colaban en el aire. El agua había estado helada. HELADA. La morocha giró su vista hacia ellos con las mejillas arreboladas de la vergüenza mientras sentía muchos ojos sobre los de ella, en especial los de Desmond, perforándola. Miró a Ian con la quijada marcada por la fuerza con la que apretaba los dientes, tras ello se dio media vuelta para irse directo a los jardines, avergonzada, mojada y enojada.

Ian, también empapado, miro a Azahar con una ceja arqueada y evitó -inteligentemente- mirar a Desmond o su hermana. Se pasó las manos por el rostro para sacarse el líquido de la cara y después se echó el cabello para atrás. ¿Por qué no se metían en sus asuntos? Sus ojos se posaron en Catherine, cuyos sentimientos se veían claramente en  su mirada, cual libro abierto. Aquello le hizo sentir mal. Cuando salió de la piscina, él la siguió.

-¿Cate?-

Los separaba sólo un par de metros de distancia y él sabía que ella lo había escuchado porque negó con la cabeza.

-Espera-

Ya habían entrado a los jardines cuando Ian echó a correr para finalmente detenerla tomándola del brazo, la giró para que lo enfrentara y Cate lo observó con los ojos húmedos aunque no pudo saber si era porque quería llorar o por el agua con la que la habían mojado. Su quijada seguía tiesa en un gesto hosco y movió el brazo con brusquedad soltándose.

-¿Qué?-

-No les prestes atención-

-Es complicado cuando te mojan de pies a cabeza-

Le habían frustrado su momento de valentía y la habían humillado delante de toda la fiesta. Aquello seguramente les había parecido gracioso. Se alejó un poco de Ian porque su presencia la inquietaba. Desde su altura hasta su maldito aroma. Se llevó las manos al pelo sacándose los palitos chinos y dejándolo caer mientras, a medida que avanzaba, el camino se iluminaba por arte de magia. Ian se acercó y ella alzó una mano.

-No. Quédate ahí. No puedo pensar cuando te pones tan… -

Movió las manos simulando que acortaba distancias y después las abrió de golpe como si algo explotara, no podía decirlo con palabras porque no sabía qué podía ser.

-Tienes que dejar de darle tanta importancia. ¿Cuando vas a empezar a hacer lo que tú quieres  sin pensar en qué dirán los demás?-

Catherine dejó de caminar cuando le dijo aquello. ¿Por qué nunca conseguía respuestas a esa pregunta? Se acordó de Anteia y de su conversación. De sus palabras que le habían quedado clavadas en el cerebro. Ella solía hacer eso y ahora era feliz. Miró los jardines sintiendo la brisa que empezaba a refrescar. ¿Y si simplemente lo hacía? O lo intentaba. Se giró hacia él con el rostro más sereno e Ian la miró con curiosidad. Ella se acercó con algo de recelo pero finalmente se puso delante de él.

-Tienes razón-

Tomó sus manos y las puso en su cintura antes de acercarse a besarlo. Tuvo que ponerse de puntillas al principio. A diferencia de otras veces, Catherine estaba mucho más relajada y sus labios lo sabían. Lo besaba con tranquilidad, disfrutando del tacto de sus labios cálidos y de su lengua traviesa. La yema de los dedos de Ian se deslizaban por la piel de su espalda expuesta sintiendo los trazos de algunos tatuajes. Él la dejó llevar la batuta un rato para saber qué hacía pero sus instintos no daban abasto y poco a poco fue apoderándose él del beso, siendo mucho más profundo y demandante. Las caricias se volvían cada vez más aventureras mientras atraía el cuerpo femenino hacia él. Sintió el calor que emanaba su cuerpo pese a estar frío hasta la médula por culpa de aquel maldito chorro de agua. Aprovechó el espacio en el que estaban y se movió hasta que Catherine apoyó la espalda en la pared, fría. Curiosamente, no le importó ni se quejó.

Ian se separó de los labios de Catherine y acarició su nariz con la de él antes de deslizar su boca por su cuello, dejándole besos húmedos aquí y allí; mordiéndole el hombro. La morocha cerró los ojos mientras, en su pecho, le latía el corazón con fuerza. Sus dedos volvieron a perderse en los mechones de cabello de Ian mientras sentía un cosquilleo familiar subiéndole por las piernas hasta anclarse en el aquel lugar inexplorado. Él deslizó sus manos hasta la cadera de ella acercándola hasta la suya donde se podía notar que había una necesidad desatendida, pero él no esperaba que ella hiciera nada al respecto aún… Sólo quería sentirla y aprovecharla ahora que parecía tan entregada.

Alzó nuevamente la cabeza para besarla mientras su mano derecha esquivaba el obstáculo sintético de su traje de baño para dirigirse hacia su zona sur. Sus dedos se deslizaron con facilidad al encontrarla caliente y húmeda, para él. Un leve gemido murió en los labios de ella ante el contacto y él gruñó de satisfacción al escucharla. Se dedicó, cuidadosamente, a acariciarla. Le mordió el labio con más suavidad de lo que ella alguna vez había hecho y volvió a besarla. Catherine con cada nueva oleada de placer lo atraía más hacia sí, queriendo más de él. Su cuerpo vibraba con las nuevas impresiones que descubría mientras las hormonas se revolucionaban, haciéndola subir  y bajar en una montaña rusa de sensaciones. Él parecía saber dónde, cuándo y con cuánta presión tocarla para robarle suspiros e ir llevándola hasta la cumbre. Cuando aceleró el ritmo, sus gemidos se hicieron más sonoros y al acariciar el orgasmo sintió las uñas de ella clavársele en la piel mientras susurraba su nombre. Así la quería él, para sí, llamándolo mientras se desintegraba de placer a causa de él.

Ella sentía que su cuerpo era literalmente abrasado, lenguas de fuego que la atacaban por todos lados mientras vibraba de satisfacción. Él tuvo el descaro de alargarlo, de deleitarla con más espasmos de placer hasta que sus piernas se descompusieron  y no pudieron soportar su peso. Apoyó su cabeza en el hombro de él  agotada mientras éste se retiraba con la misma delicadeza con la que siempre la había tratado. Con su mano izquierda le quitó el pelo del rostro para alzarselo y poder verla. Tenía los ojos brillantes y de sus labios, húmedos, colgaba una semi sonrisa que combinaba a la perfección con aquellas mejillas arreboladas. Era hermosa.

-¿Estás bien?-

Le preguntó y ella asintió - ¿Bien? Estaba extasiada, estaba fantástica- aunque en el fondo necesitaba sentarse o dormir. Dormir...Esa palabra le gustó mucho. Dejó de clavarle las uñas en la espalda y apoyó toda su palma. Tardó un par de segundos en recomponerse y organizar sus ideas, lo suficiente para poder desaparecerlos a un lugar que el desconocía, pero ella conocía muy bien.
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