Somebody say nightmare? - Ian - Línea Paralela Futuro

Cuando cerró el grifo del agua la casa seguía en completo silencio. Era increíble cómo había aprendido una nueva forma de apreciar el silencio. Siempre le había gustado, pero cuando tienes chiquillos en casa suele ser mágico. Ahora, que ya estaban relativamente grandes y acudían a Ouroboros a estudiar Catherine tenía una hora entera para sí sola algunos días después del entrenamiento de los pupilos. Alysanne ya era lo suficiente mayor para viajar por la red flu vigilada del Consejo para ir a casa.

“¿Vienes en camino?”

Le preguntó a Ian mientras se secaba el cabello con una toalla, dejando esta extendida para pasar al ropero y coger unos pantalones blancos y una camisa negra con alguna frase que no llegó a distinguir en ese momento. Con el tiempo Catherine había tenido algunos problemas visuales y llevaba gafas de descanso, sin demasiado aumento, aunque cada vez se volvía más adicta a ellas pues no tenerlas hacía que le doliera la cabeza. Bajó las escaleras descalza para entrar al salón mirando la chimenea por instinto esperando ver el fogonazo de sus hijos pero sabiendo que aún quedaba más de media hora para que llegaran.

Sus pasos la llevaron hacia su cuarto de pintura, uno que le generaba cierta nostalgia pues con la llegada de Alysanne y Adam se parecía cada vez más a su cuart infantil. Mucha presencia de colores, pero más que nada sentimientos, aunque nadie los comprendiera. Cerró la puerta pues para ello no tenía tiempo en ese momento y pasó directo hacia su peor enemigo: La cocina.

“Te juro, Des, que algún día te haré mi esclavo”

Percibió la risa de su hermano antes de que bloqueara su conexión, suponiendo entonces que andaba en la suya con Azahar...Generalmente. Suspiró quedamente y abrió la heladera esperando que algún banquete apareciera mágicamente pero sin encontrar nada. Hizo una mueca con los labios… -Dime que has traído algo para comer...Por favor- Suplicó, a lo que parecía la nada, segundos antes de que la imagen de Ian apareciera frente a ella.

Los años que siguieron al fin de la guerra habían sido un poco duros para todos, no había resultado nada fácil tratar de volver a la normalidad después de tanto tiempo. Había mucho que reparar, muchas heridas por sanar. Con el tiempo la situación fue mejorando, aunque ciertas tiranteces entre ambos mundos seguían presentes, no se había terminado de producir una total fusión de uno con el otro. El mundo mágico seguía teniendo sus propias instituciones, un poco a imagen y semejanza de como eran antes de la guerra. Incluso se había reestablecido el servicio de seguridad del que formaba parte el cuerpo de aurores. Ian entró a formar parte de él al poco tiempo de haberse creado, poco después del nacimiento de su primogénita. No lo hizo sólo porque necesitasen más ingresos, sino también como una especie de cuenta personal pendiente. En parte porque quería ser el auror que su padre, en su locura, nunca pudo llegar a ser, y en parte también porque después de tantos años luchando y defendiendo a otros era lo que mejor se le daba hacer, casi no conocía otra cosa.

La vida por fin parecía sonreírle a la mayoría, incluso a la familia que había formado con Catherine. Se habían librado de los problemas del Consejo de los 20 gracias a la intervención de Desmond, el hermano menor de la Le Fay. Él decidió asumir la responsabilidad de formar parte de dicho consejo para liberar a su hermana y sus descendientes de esa carga. Desde entonces habían transcurrido ya 8 años, justo los que tenía Alysanne. Ella podría crecer libre de la presión del consejo, tendría una infancia muy diferente a la de su madre, algo que tranquilizaba a Ian.

El auror recibió el mensaje telepático de ella poco antes de desaparecerse de vuelta a casa, pero decidió no responder para darle una sorpresa. O todo lo sorpresa que podía ser sabiendo que ella suponía que venía de camino. Reapareció frente a ella en la cocina, justo mientras se lamentaba por la falta de comida preparada. No pudo evitar reírse por lo graciosa que le resultaba en ese tipo de situaciones, el talento culinario se lo había llevado Desmond. - Me temo que no. - Antes de decir nada más se acercó más a Catherine, atrayéndola hacia sí para saludarla con un beso en los labios mientras sus manos bajaban a su cintura. Tras unos segundos se separó un poco, bromeando con lo de la comida. - A no ser que quieras que comamos goblins de los que hemos detenido hoy en el trabajo. Dicen que fritos no saben tan mal. - venía de bastante buen humor, así que casi le daba igual tener que acabar comiendo goblins. - Y si no siempre podemos salir todos a comer fuera, a los niños les gustará. Por cierto...queda un rato para que lleguen los niños, ¿no? - preguntó con una pícara sonrisa sin apartar la mirada de los ojos de ella, bajando las manos ahora hasta su caderas mientras avanzaba un poco hacia delante. No tenían muchos momentos a solas, pero solían aprovecharlos.

Ladeó la cabeza un poco para encontrar los labios de él y devolverle el beso con cierto sentimiento de paz extenderse por su cuerpo. Podrían no tener qué comer pero al menos estaban juntos y después de todo lo que ocurrió lo único que llegaba a calmarla era eso. Ian llevaba una vida de peligros, no tan complicada como antes, pero aún así verlo volver a casa le generaba una paz indescriptible. Una de sus manos acabó por quitarle un par de mechones rebeldes de la frente sonriéndole.

-Tal vez si le ponemos alguna salsa encima….Tipo… mayonesa- En su mente había pensado en algo más trabajado como una salsa cuatro quesos o bechamel pero mientras más pensaba en cómo hacerlas menos interés tenía -Creo que será otro de esos días- Se mordió el labio levemente después de separarse, con eso informaba que estaba absolutamente de acuerdo con la idea. Las viandas de Desmond, que bastante ocupado estaba con las cosas del consejo, se habían acabado ayer en la noche y Catherine ni siquiera intentaba encender una hornalla por miedo  a quemar la casa...Como ya había ocurrido una vez. A veces le daba algo de remordimiento no poder hacer la comida o encargarse de ello pero al final Ian ni siquiera se molestaba por eso así que le quitaba importancia con una sonrisa.

Bajó la mirada a los labios de Ian mientras le preguntaba aquello y sus labios se curvaron en una sonrisa y, cual muchachita, sus mejillas se colorearon levemente. Desafortunadamente, aún con los años a Catherine aún le costaban algunas cosas respecto al tema sexual y su palidez no ayudaba en lo absoluto a ocultar los vestigios de verguenza que, de vez en cuando, la atacaban -Faltan…- Miró hacia el reloj por encima de su hombro -20 minutos... Es un pequeño reto- Le dijo moviéndose hacia atrás hasta apoyar la cadera en la mesada de la cocina con un gesto malicioso. Eso, a nivel padres, es mucho más tiempo del que se cree. Pero hay que aprovecharlo y ser multitask. Le sacó la chaqueta de un movimiento mientras se acercaba nuevamente a sus labios, besandolo con menos paz y mayor intensidad. Después de que la chaqueta cae al piso empezó con el cinturón del pantalón dejando que él se encargara de su propia ropa (la de ella), que sentía caer el piso bastante rápido.

Ninguno de los dos era demasiado diestro en el tema de la cocina, pero esa característica común originaba un montón de anécdotas que luego podían contar a Desmond y los demás. Una vez casi le prenden fuego a la casa por una pizza olvidada, una que salió tan quemada que resultaba incomestible. Otra vez hornearon unos pasteles con aspecto zombie, aunque eso al menos les pareció gracioso a los pequeños, que los repartieron entre sus compañeros de colegio. - Perfecto, iré reservando donde siempre, ya deberían hacernos descuento por todas las veces que vamos. - comentó respecto a sus desastres culinarios, sonriendo de manera cómplice. El leve rubor de las mejillas de Catherine indicaba el cambio de tercio en la conversación y en lo que podría venir a continuación. 20 minutos podría ser suficiente para el poco tiempo que solían tener para ellos mismos, habría que conformarse con eso. Ian detuvo el avance cuando Catherine dio de espaldas contra la encimera, aproximando más su cadera a la suya.

-  No está mal, mientras no sigamos intentando bajar la marca- bromeó con media sonrisa por lo de conseguir el reto, lanzándose nuevamente a besarla, esta vez de manera más pasional y apremiante, bajando hacia el cuello. La sujetó por las caderas para alzarla hasta la encimera, comenzando a despojarse mutuamente de sus ropas. En cuestión de segundos las camisas ya estaban por los suelos, mientras ella se encargaba del cinturón Ian pasaba a quitar el sujetador. En medio de tal arrebato ni siquiera escucharon el sonido proveniente de la chimenea, el que indicaba que alguien acababa de llegar por la red flu.

- Alyssane, ¿qué hacen?- preguntó el pequeño Adam tirando de la manga de su hermana al encontrarse con la escena nada más entrar a la cocina. Por suerte ambos seguían vestidos de cintura para abajo, pero estaban más enredados que un pulpo en el peor momento. La niña, de unos ocho años de edad, pasó de la sorpresa a pasarse una mano por la cara de arriba a abajo mientras contestaba a su hermano pequeño. - ¿Cosas de mayores? no sé,  cuando se besan mucho hacen bebés. - murmuró antes de alzar la voz para que los padres escuchasen por fin. - pero...pero...¿qué hacéis? ¡si es la hora de comer!-

Ian dejó de inmediato lo que estaba haciendo, sobresaltado por la repentina incursión en la cocina. No podían haberse esfumado así de repente sus 20 minutos, debían haber calculado mal. Se dio la vuelta con una sonrisa nerviosa, quedando delante de Catherine e intentando componer alguna historia rápida para aquel momento, sin mucho éxito. - ¡Qué pronto habéis llegado! ¿qué tal el colegio? ¿todo bien? Estábamos...vuestra madre y yo... - miró de reojo a su esposa, pasándole la pelota para explicarse, que seguro que se le ocurriría algo mejor que a él.