Pasillos de la Academia Ouroboros

Durante las semanas que llevo en la Isla de los Descendientes me he relacionado poco o nada con la gente de aquí, principalmente porque yo con quien quiero hablar es con gente poderosa, nada del resto de los participantes, a excepción de Rybar que es el más afín a mi en ideas. El resto me parecen estúpidos, niñatos, o insoportables. Recorro los pasillos del edificio en busca de alguno de esos miembros del consejo, esperando comunicarles mi decisión a la hora de elegir mentor. Por mi parte estaba interesada en varios, como Dioscórides y su habilidad con plantas y venenos, por afinidad a lo que yo hago, o tal vez McGonagall y sus transformaciones. Se supone que deben estar demasiado ocupados para atendernos, aunque no sé si alguno de ellos ha comenzado ya a entrenar nuevas habilidades con los ganadores del torneo. Por los pasillos hay varios cuadros en movimiento de anteriores miembros del consejo, todos ellos observando a mi paso, como si me juzgasen.

Al acercarme un poco a la pared puedo leer debajo el nombre en el cuadro, además de la fecha de nacimiento y muerte de cada uno de esos Descendientes. En particular me detengo en el de uno de los descendientes de los Le Fay, cuya fecha de muerte se sitúa en 1900. Me giro con cierto desdén, pensando en quién decide los que pueden entrar o no a formar parte del consejo. Seguro que desde que esto se fundó ha habido luchas de poder, tal vez incluso alguna que otra traición, nuevas incorporaciones, expulsiones, pérdidas de la línea de descendencia de alguien si no ha llegado a tener hijos...seguro que otros magos de familias importantes, de nombre notorio en la historia, se morían de ganas por entrar al consejo, ávidos como buitres cada vez que un sillón quedaba vacío. Y...¿Por qué no? probablemente haya habido hasta algún asesinato por lograr el preciado puesto, sus privilegios, su fama. Tal y como ha sucedido con los reyes y nobles durante tanto tiempo. La nobleza siempre estaba amenazada por otros de su misma estirpe que veían posibilidades en ascender, y que estarían dispuestos a cualquier cosa con tal de mejorar su posición. Quién sabe, tal vez haya maneras de acceder a la élite, siempre me he caracterizado por ser una persona ambiciosa, hasta el punto de llegar a reina de Francia, a pesar de haber caído en desgracia posteriormente. Dejo de prestar atención cuando escucho la lluvia golpear en los cristales de las paredes, una pequeña tormenta de finales de verano acaba de desatarse. Me acerco a la ventana para mirar a través de ésta, murmurando para mi misma con una leve sonrisa en los labios, de esas que suelo poner cuando ando tramando nuevas ideas. - No llueve eternamente...-

"ni hay poder que dure para siempre"

Tras el conclave organizado por Catherine, me habia dispuesto a salir de aquella isla. Hacia tiempo que tenia ganas de salir de alli, y esta podria ser una buena excusa. Habian varios sitios que pretendia visitar. Camino por los pasillos, tras haber recogido algunas cosas de mi sótano... Mis pasos son pesados, y voy mas concentrado en el trozo de pergamino que voy leyendo que en otra cosa.

"Ayudarlos, si, Le Fay. Pero esto traerá consecuencias... ¿estamos listos para enfrentarlas? ¿Todos nosotros? ¿Ellos también"

La sensacion de que algo inevitablemente radical va a terminar ocurriendo, se apodera de cada nervio de mi cuerpo. Es una sensacion incomoda. Tengo que encontrar a Astaroth, de todos los miembros que participaron en el torneo, es el que mas me preocupaba. Estaba...ilocalizable. Nunca tenia que haberle permitido salir. Tenia que haberle encerrado, como tanto nos acusaban otros participantes de hacer. Cuando te otorgaban el papel del malo, me era muy dificil resistirme a llevarlo a cabo, aunque en mi interior hubiese algo muy distinto. Alzo la vista un momento de mi papel y...diviso a uno de esos, a uno de los concursantes. Ganadora, además. Adele Gaultier. Bruja por excelencia, anteriormente, regente de Francia, tras ser auror en Inglaterra. Un historial completo. Sabía quien la había propuesto para el torneo, y quienes tenían intereses en sus habilidades...pero poco más conocía de la susodicha. La encuentro mirando por la ventana, sonriendo...por algun pensamiento que ha de estar cruzandose por su cabeza.No me habia topado con ningun ganador tras haber atendido a los participantes que quedaron heridos por la maldicion dartho de aquellas poderosas reliquias que les prestó Jean. Maldicion que habia implantado yo. Ella no habia llegado a usarlo...derrotó a su rival por sus propios medios.

Paso de largo de ella, como si no fuese a dirigirle la palabra. Además, ella está mirando por la ventana...o eso creo, porque mis ojos habian vuelto al papel. Era un mapa raro, con apuntes mios. Puntos marcados en rojo y en azul, anomalías que habia detectado de un tiempo a esta parte.

Permanezco absorta mirando por la ventana durante algunos segundos más, perdida en mis pensamientos y maquinaciones. A pesar de ello no me pasa desapercibida la presencia de alguien más en ese pasillo, así que cuando ya ha pasado de largo me giro parar mirar directamente a esa persona. Nada más y nada menos que el famoso nigromante de Los Descendientes, Matvey Rasputín. Aunque no he tratado directamente con él sí que lo he visto en otras ocasiones, y se ha hablado de él en el torneo. No sé si alguien lo habrá escogido como mentor, pero debe ser de los más interesantes a escoger, al menos desde mi punto de vista. Lástima que creo no tener habilidades encaminadas a ese tipo de magia, más bien tengo práctica en otras cosas. Ni corta ni perezosa me dirijo hacia él a pesar de que se haya alejado, deteniéndolo para llamarlo mientras me pongo a su altura.

- Buenas, quisiera hablar con usted de algunos asuntos que nos conciernen...- saludo con toda la educación y elegancia que puedo llegar a tener cuando me apetece, esperando que se digne a detenerse conmigo aunque sean unos minutos. - Quisiera saber cuándo van a empezar los entrenamientos, y dónde. Hace semanas que estamos esperando a que comiencen esas sesiones. ¿Acaso ha ocurrido algo que haya hecho que estos se retrase? - lo interrogo en un perfecto tono que indica tanto cierta preocupación como interés por el asunto que tratamos, esperando así averiguar algo más. Desde que acabó el torneo no he hecho mucho, por lo que no tengo ni idea de qué está pasando allí abajo. Con quien me gustaría hablar es con Rybar, ambos compartimos opiniones que debemos poner sobre la mesa para un futuro proyecto.

- No quiero parecer impaciente, es sólo que hay mucho que hacer y creo que los ganadores del torneo podemos ayudar a tratar de parar esto, si somos bien entrenados.

Me detengo al oir la voz de una de las vencedoras, hablandome. No me apetecia hablar con nadie, la verdad. Miro por ultima vez mi papel con marcas y anomalias, con un brillo de ansia en la mirada, y con pena, lo doblo y lo guardo, girandome a ella. Mi expresion es un muro, frio y neutro, pero mis ojos se clavan rapidamente en los suyos.

-Señorita Gaultier....- permanezco en mi sitio, pero frente a ella, que pregunta algo logico teniendo en cuenta el tiempo que llevan ahi ya. -¿Ha elegido mentor ya?- por mi parte, Astaroth habia desaparecido del mapa. Y no habia ningun otro mago en el torneo que pudiese estar interesado en nigromancia. -Tu mentor deberia notificartelo.

Escucho a la mujer hablar, y desvio mi mirada de ella acercandome hasta donde estaba, fijando ahora mi vista en la ventana por la que ella habia estado mirando. Apoyo mis manos en el bisel de la ventana, mirando hacia la oscuridad que hay mas allá, salpicada por las luces de la ciudad flotante. De hecho, si que habia ocurrido algo importante que habia retrasado el comienzo de la instruccion.

-Un cónclave. Veinte personas dando su opinión dan para bastante rato, estoy seguro de que lo entenderá. Se han tomado algunas decisiones importantes recientemente. - decisiones de las cuales seguía sintiendo dudas. Seguía dudando que fuesen a aceptarnos. Es más, lo veia claro. Pero eso tambien me hacia preguntarme si mi propio temor a ser rechazados como organizacion influiria en mi actitud para conseguir lo contrario. Cuánto mas facil era lidiar con los muertos y los demonios....

Queda más que claro que el tipo no tiene ganas de hablar, a juzgar por su expresión fría y su actitud impenetrable. Muy propio de un nigromante, no lo niego. La elección de mentor me había traído de cabeza por lo importante que parecía, después de haber llegado hasta aquí quería elegir bien, aunque me parece algo injusto tener que elegir y no poder elegir una formación más completa, como ganadora por méritos propios que soy.

- Sí. Dioscórides me interesa bastante. Aunque he de reconocer que las transformaciones de McGonagall o la nigromancia que maneja usted también son atrayentes. Lástima que tengamos que elegir. -

Añado al final con un leve suspiro más que calculado, escuchando a continuación el motivo por el cual se ha retrasado todo. Una reunión de gente VIP, de los suyos. Y fijo que tramaban algo importante. Pero no quiere decir más, o de lo contrario no habría sido tan escueto con sus palabras. Me apoyo de espaldas a la pared, con las manos cruzadas por detrás, mirando de perfil a Matvey mientras éste se asoma por la ventana. A decir verdad visto de cerca se aprecia su porte elegante, misterioso y casi regio, algo que me resulta bastante atrayente en alguien del género másculino, ojalá hubiese encontrado alguien así para mi matrimonio de conveniencia, en lugar del malogrado Franz.

- Espero que no haya sido nada grave, o relacionado con nosotros. Y supongo que no nos está permitido saber de qué se habló en ese cónclave o las decisiones que salieron de él, ¿cierto?

"me interesaría saber las disputas y problemas internos que tienen, para aprovecharlos en mi favor"

-Elegir forma parte de la vida. Podrías intentar aprender mucho de varias disciplinas, es cierto. Pero la magia a cierto nivel de profundidad es algo que demanda mucho, y no podrias dividirte entre tanto...

"Siempre ha habido gente capaz, pero son los menos. Estrellas fugaces"

Me pierdo por varios instantes mas en la profundidad del paisaje, sintiendo un extraño picor en las palmas de mis manos. Debo volver al trabajo. Encontrar al demonio aquel que andaba suelto por ahí, porque tenia la certeza de que se trataba de un demonio, y no únicamente de un joven nigromante. Perdo dar con él...ese era otro asunto. Y ademas estaba lo del conclave, la mision encomendada a cada uno de nosotros. Habia dado mi apoyo a Catherine aunque seguia sin verlo del todo claro.

-No es nada relacionado con vosotros, los vencedores del torneo. Vuestros entrenamientos deben comenzar pronto. Dioscórides deberia contactar contigo a no mucho tardar, si ya está enterada de tu decisión. Y acerca de las decisiones que salieron del cónclave.... no es nada que tengamos que ocultaros. Podréis ver las consecuencias por vosotros mismos.

Eso ultimo lo digo con un evidente pesar, cierro los ojos un momento y me aparto de la ventana. Entonces a mi mente, como a las de todos los demás Descendientes, llega esa explosion de pensamientos volcados por Le Fay. Mi rostro palidece algo durante unos segundos que permanezco estático, escuchando algo que Adele no.

"En que diablura de lío se ha metido ya....? Tu padre no estaría contento si se enterase...."

-Hay asuntos que me requieren. Lo lamento. -con esas palabras y mucha entereza, me despido de Adele, reanudando mi marcha a grandes pasos, para desaparecer de alli al llegar al final del pasillo.

Asiento a su razonamiento, aunque me deje algo contrariada sé que lleva razón, si se quiere abarcar mucho no se puede profundizar tanto en todas las áreas. En ese caso creo que me especializaré por ahora en venenos y después ya veremos si decido dedicarme a algo más. Después de todo mi intención es permanecer aquí el suficiente tiempo como para lograr saber más de este misterioso grupo, sus mecanismos internos, sus debilidades...todo lo que pueda ayudarme a conseguir algún día un puesto en el Consejo, por los medios que sea. Ya conseguí ser reina de Francia a cualquier precio, esto no debería ser muy diferente. Yo lo merezco y además lo valgo. Por mi parte no lo considero ego desmedido, realmente lo creo.

Vuelve a dejarme nuevamente con la intriga al no decirme lo que salió del cónclave, está claro que si quiero sacar información tendrá que ser a otro, no al impenetrable nigromante. Probablemente ni tratando de seducirlo hablase, no parece de esos, así que me ahorro el intento. Lástima por ambos, él se lo pierde y por mi parte creo que también podría pasar un rato interesante.

- Está bien, no lo entretengo más. Buscaré a Dioscórides para notificarle mi decisión. Buena suerte con el asunto que le reclama.

Me despido del nigromante, quedando a solas en aquel frío y oscuro pasillo. Por esta noche prefiero dejar de lado los asuntos de los Descendientes para atender los míos propios, sobre todo en lo referente a lo que hablé con Rybar sobre la organización Blood Keeper. Puesto que los Ministeriales como tal habían dejado de existir, alguien debería encargarse del asunto de ser los guardianes de la sangre mágica, de las tradiciones, de recoger esos valores. En resumen, de defender nuestra raza frente a la inferior y deleznable raza humana.

"¿era hoy la reunión...? lo había olvidado"

Atravieso el pasillo para ir hacia mis aposentos, lugar donde tomo una capa negra con capucha, mis armas y objetos personales y todo lo necesario para asistir a aquella reunión en tan mágico lugar: Stonehenge. Puesto que ya he estado ahí varias veces tengo el destino necesario en mente, con lo cual consigo desaparecerme rumbo a aquel lugar.

Había comenzado a caminar por el pasillo que parecía que llevaba al exterior, buscando pistas o indicios de cualquiera que no debiera estar en el lugar, cuando escuchó su nombre claro y fuerte siendo gritado a todo pulmón por el hijo de una familia que no conocía lo que era la vida privada de las personas.- Juro por lo más sagrado que voy a asesinar a todos los Black con arbitrariedad, sadismo y devoción.- Murmuró tras un largo suspiro, cambiándose el clavo de mano para poder meter la espada en la funda a su espalda con la otra.

¿Y es Irina Juliet o Juliet Irina? - Preguntó con ironía, entornando los ojos mientras le permitía acercarse hasta ella con una sonrisa ladina, aún caminando y acercándose cada vez más a los jardines, hasta que pudo verlos a través de una de las puertas. Sin embargo, le parecía que si alguien había asesinado para enviar un mensaje no se habría limitado a cometer el crimen y huir. Debía estar aún por ahí o algo...

Antes de seguir con los ataques a la falta de privacidad de cierta familia, tenía algunas cosas más que decir. Se detuvo un momento para ver a Reiv y comenzó a hablar en tono suave.- Sabes, tenía mis dudas de que vivieras aquí en un inicio. Pero esto es un poco... ¿demasiado, no? Es decir, cenas de asesinato, dictaduras femeninas y crucificciones. No quiero sonar insensible, acaba de fallecer alguien, pero es que todo me suena mal con esto.- Le dedicó una mirada confundida por algunos segundos y volvió a caminar adentrándose esta vez en el pasillo más oscuro que encontró. Las sombras protegían a los que hacían fechorías...

No reconocía el lugar, pero sí el aroma. Era sangre, muerte y verdes pastos de los que estaban en el jardin. El aroma aún era perceptible. Se detuvo un momento más, buscando a Svart con la mirada. También tenía sus dudas sobre él, pero sabía bien que estaría protegido mientras crecía con Reiv a su lado. Si el dragón parecía confiar en él, estaría de acuerdo con la decisión y quizás le ayudaría también a confiar un poco más.

¿Que debemos hacer? ¿Buscar pistas, al asesino? No es que no haya querido ayudar a la chica, pero cuando busqué sus latidos ya no había ninguno. No sé resucitar todavía.- Y en aquel momento de confusión, se dio cuenta fugazmente de que sí estaba siendo demasiado tímida en grupos, le iba mejor cuando la conversación era uno a uno, pero después de vivir un asesinato junto a tantos extraños, ya nada importaba -(?)-

Conseguí alcanzar a Juliet tras echar una pequeña carrera, seguido por Svart al trote. Por suerte no ha salido ningún loco asesino por el pasillo, pero será mejor no descuidarse. Seguimos andando con precaución por uno de ellos, todavía sin rumbo fijo, aunque lo mejor será irse de aquí cuanto antes. - Eso de irse solo cuando hay un asesino por ahí es la mejor forma de que te maten, ¿lo sabías? - la reprendo con el ceño levemente fruncido, indicando por donde girar a continuación. Svart ya camina a paso normal, aunque ha pasado al lado de Juliet, el muy traidor. Al principio no caigo en el motivo para asesinar a los Black, pero después me doy cuenta de que es porque he vuelto a meter la pata con lo del nombre, al salir de la sala la llamé. Me doy con la mano en la frente, cerrando los ojos un momento.

- Bueno, da igual. Seguro que no se dio ni cuenta. Y si se dio...pues tampoco pasa nada. Serás Irina Juliet para él. - en nuestro camino nos cruzamos con alguno de los miembros del Consejo, patrullando los pasillos con expresión recelosa y apesadumbrada. No es para menos, teniendo en cuenta que acaban de matar a una de los suyos en un lugar que creían inexpugnable. Pero ya se sabe que, como en los mejores asedios, las derrotas suelen venir del interior. La pregunta ahora es...¿alumno o uno de ellos?. Al cruzarnos con otro par escuchamos entre cuchicheos que ya han convocado una reunión urgente, para dentro de unas horas. Pongo cara de no haberme enterado de nada y sigo andando, antes de que les de por actuar de manera tan mandona como la Paracelso, que nos mandó a los cuartos.

- No es que viva aquí, lo uso de vez en cuando. Pero la verdad, me viene bastante bien cuando necesito comida, o medicinas, o simplemente un lugar en el que descansar sin tener que dormir con la espada bajo  la almohada. Y si ahora fastidian el sitio pues...me tocará quedarme sin un lugar que a mi me beneficia. - es así de simple, conveniencia pura y dura. Eso y que además puedo aprender de ellos. - Normal que te suene mal. Por lo general no es así. Es la primera vez que pasa, que yo sepa. No podemos quedarnos mucho aquí, hasta que se resuelva. No es asunto nuestro. Podría recuperar mi antiguo piso okupa en Londres, aunque es algo peligroso con los robots por todos lados. También está la opción de la base de los renegados, pero bah...no termina de gustarme la idea. - sabía que Johan la había tentado a ella para ir allí, pero al final parece que Juliet había desechado la idea. La chica parece querer implicarse, aunque no estoy seguro de que debamos hacer eso.

- Por mi no. Que lo resuelvan ellos. Puede que haya sido un invitado a la isla mal escogido. Veo más complicado que haya sido alguien del consejo, aunque seguro que tienen tensiones internas. Ya sabes...unos quieren batallar allí abajo y otros prefieren mantenerse al margen. - la miro con cara de '¿qué estás diciendo?' cuando dice eso de resucitar, seguro de que es una broma. - Nadie puede. A no ser que hagas volver a zombies. O eso dicen.

No te preocupes, normalmente yo soy el asesino.- Sonrió tratando de quitarle un poco de hierro al asunto, pero le alteraba que en el lugar no pudiera rastrear a nadie. Era como si la chica misma se hubiera clavado sola en el muro, pues las pistas no aparecían. Una vez que Reiv la alcanzó, decidió darle paso para que les diera direcciones, y giró cuando él decidió hacerlo. De repente, cuando sintió a Svart pasando a su lado, le acarició la cabeza con suavidad para luego dejarle caminar a su gusto. Era un dragón muy particular. Alcanzó a voltear para deleitarse con la visión del moreno golpeándose la frente con la mano.

Irina Juliet... Suena a que... está al revés.- Sonrió encogiéndose de hombros y tacleándole con él tras una sonrisa. Igual y estaba tratando de ser demasiado cerrada en un mundo con personas.- Lo siento, es que antes no tenía mucho derecho a la privacidad.- Susurró, pero eso no borraba las posibilidades de asesinato premeditado familiar ni tampoco su sonrisa. Comenzó a escuchar en el fondo del pasillo cada vez a más personas. Lo que decían entre ellos hablaba de reunioncillas secretas, seguramente para saber que harían con el asesino.- Deberíamos de ir a espiar.- Susurró como una idea que creía que no le agradaría al contrario. Después de todo, él era el preocupado por las normas de aquel lugar.

Escuchó atentamente la explicación que daba de sus visitas frecuentes a aquel lugar.- Supongo que la vida en la ciudad es más dura. Entonces debemos ir a la base si crees que no hay de otra.- Susurró. Y venía bien algún lugar como ese. Ella misma llevaba durmiendo en el bosque por un par de años, sin tener lo que se dice paz. Y por las medicinas no se preocupaba, aunque sí un poco por el alimento. Aquello de la base de los renegados no le parecía tan mala idea. Después de todo, si dos Black lo consideraban un sitio donde dormir tranquilo, debía serlo.- ¿Por qué le guardas tanto rencor a Johan? Los vi el otro día, no se llevan precisamente bien, aunque sí parece que él lo intenta más.- Susurró aún siguiéndole por los pasillos.

No puedo evitar juzgarte, pero también te entiendo con eso de no implicarte.- Murmuró, tratando de no parecer tan mustia con sus intentos por ayudar. La realidad es que solo tenía curiosidad por saber de que se trataba, no tanto por la chica muerta, y eso le traía remordimientos. Sin embargo, ante la aparente sorpresa del contrario, sonrió negando.-Era una broma. Nunca he intentado revivir a nadie después de muerto.- Le resultaba realmente gracioso que pensara que lo había intentado.

Le dedico una rápida mirada con lo ojos entornados debido a su comentario sobre ser ella el asesino. Si la escuchan por aquí seguro que se le echan todos encima, por nueva. Y a mí por haberla traído. Aunque por otro lado...seguro que tampoco iba tan desencaminada, en el coliseo ha debido de matar a bastante gente. Puede que más gente que yo, aunque también llevo unos cuantos en mi haber. - Ya, no hace falta que lo jures. Nuestras cuentas están en rojo...- los Descendientes deberían empezar a plantearse a qué tipo de gente han metido aquí. Entre los que estamos hay varios asesinos. Rybar lo era, Adele también. Incluso algunos de los que reclutaron de los renegados. Tampoco son unos santos. Los dos licántropos que reclutaron también se las traen. Creo que la única que no ha matado a nadie por ahora ha sido Indira.

Los ruidillos que hace Svart me sacan de mis pensamientos, haciendo que preste atención a los intentos de comunicación que hace con Juliet. - maldito dragón traidor en miniatura.- chisto por lo bajo al ver que le hace más caso a ella que a mí, que soy su compañero desde hace más tiempo. La pelirroja me da un pequeño golpe en el hombro, como protesta por el nombre tan raro que le he puesto. Sí, suena mal, bastante mal. - Pues entonces te lo dejo en señora X, que no suena sospechoso ni nada.- bromeo sobre su exceso de celo por la privacidad, aunque es entendible si los tenían como ganado en el coliseo.

- Bueeno...podemos espiar de paso, mientras nos marchamos. Recogeré unas cuantas cosas de mi cuarto y después bajaremos a Londres. Cuando se haya calmado la cosa ya pensaré en volver. - además, había quedado dentro de algunos días con Jonnai, para entrenar eso de las sombras. Lo de ir a la base sigue sin convencerme, pero si ella quiere ir la llevaré. - Puedo mostrarte el camino hasta allí. Además, Johan te invitó a ir, así que no creo que le importe que yo me adelante. Y si le molesta pues él verá. - sonrío de manera algo incómoda cuando comenta la mala relación que pudo observar el otro día en la posada, parece que no se le escapó el conjunto de detalles.

- Es...complicado. - acierto a decir para ganar algunos segundos, caminando ahora sin pararme a mirarla a la cara. - Johan y yo sólo somos hermanos de padre. Y la historia viene de lejos, cuando descubrí que era mi hermano. Y descubrí quién era mi padre. Yo tendría unos 15 recién cumplidos. Entonces decía que los odiaba porque eran traidores a la sangre, miembros de la Resistencia. Pero la verdad era otra. Tenía puta envida de que nuestro padre hubiese estado con él y hubiese pasado de mí. - me encojo de hombros, recordando lo que me jodió la historia en aquel momento. El tiempo me hizo verlo en perspectiva. - Luego descubrí que ninguno sabía de mi existencia, no fue por voluntad propia. Así que supongo que eso queda zanjado. De todos modos nunca me ha gustado su forma de tratarme. Y hubo otro error que le estuve echando en cara durante un tiempo. - puede que tampoco sea algo que le puedo echar en cara, pero ahora ya se me hace difícil cambiar el tipo de relación que tenemos. Me doy cuenta de que he detenido el paso un momento, con la vista perdida en el suelo. ¿Cuánto ha pasado ya de aquello?. De repente vuelvo a alzar la mirada, escuchando a medias su comentario sobre juzgar e implicarse.

- Creo que acabé muy harto de implicarme en causas que no me beneficiaban, de fanatismos absurdos que seguí como un gilipollas. Así que ahora sólo miro por mí mismo. - y así seguirá siendo si no sucede algo que me haga cambiar de parecer, cosa complicada. Vuelvo a caminar tras asentir a lo de la broma, lo supuse casi enseguida. - Ya, pero estaría bien...¿hay alguien a quien quisieses revivir? - dejo en el aire mi pregunta, que probablemente quede sin respuesta. En ese momento nos detenemos detrás de un despacho, no sé de quién, en el que discuten cosas sobre la reunión que tendrá lugar en una hora. Según se escucha. También dicen algo de evitar problemas y cerrar la isla, criticando a los que han decidido meter más gente nueva. No puedo evitar acercarme un poco más, poniendo la oreja en la puerta.

Ver los ojos entornados del contrario le saca una risita que tuvo que controlar para no terminar siendo descubiertos mientras deambulaban por los pasillos.- Si, las cuentas y las manos.- Recordó, pues aún traía algo de sangre cubriéndole las manos. Seguro que aquello, junto con el clavo que sostenía, la haría parecer bastante sospechosa si la vieran.

A los sonidos de Svart respondió con otros más del mismo tipo con una caricia en la cabeza. Cuando llegaron a un pasillo donde se oía un poco más de movimiento y Reiv hizo aquel comentario, trató de silenciarlos a los dos.- Mu los nahlot nu.- Tratando con suavidad de decir algo como "nosotros guardamos silencio ahora", para que uno dejara los celos y el otro guardara sus ganas de hablar para cuando salieran del castillo.- Señora X suena a que debo recibir a la policia a media noche diciéndome que mi esposo millonario ha muerto por causas desconocidas.- Bromeó con una sonrisa en los labios. Lo de espiar le parecía bastante bien, pero cuando dijo de recoger sus cosas.- ¿Sabes teletransportarte a todos lados? Es que dejé mi mochila oculta en el bosque... No quería cargar con tanto peso por si era peligrosa la ciudad o debía huir.- Murmuró viendo las pintas que traía. Todavía no parecía pordiosera, pero podría cambiarse por limpio al menos.- Solo traigo un cambio de ropa, que no importa mucho, pero aún no he conseguido nada mejor.- Susurró, sacando del bolsillo el papel que le había dado Johan. Se había pasado bastantes días de la fecha, todo por no preguntar antes en qué día estaban. Al menos tendría oportunidad de disculparse por dejarle a la espera.

Al escuchar el inicio de la historia del contrario, se enfocó en guardar el papel de nuevo en su chaqueta y después se detuvo cuando él lo hizo, escuchando con atención. Y aunque le parecía bastante normal la manera en que le trataban, supongo que entre ellos sabrían mejor su cuento. Sobre el otro error, si no lo había contado ya era porque quizás no quería hablar de ello, así que desistió de preguntar.

Fanatismos... - Murmuró entre dientes mientras comenzaba a caminar de nuevo.- Puede ser que sea eso, pero en el fondo tengo que equilibrar mis números rojos. Y quizás esto pueda ayudar un poco.- Se encogió de hombros, relajándose un poco cuando los temas profundos habían pasado. Había matado demasiados seres mágicos en busca de su libertad que ahora sentía la necesidad de luchar por la libertad de los que aún quedaban vivos. La verdad era que le costaba un poco poner sus ideas en palabras, aunque para ella estuvieran algo claras.- Revivir...- Se encogió de hombros de nuevo.- Quizás a una persona, pero... su muerte me cambió bastante. Fue de los pocos a los que conocí en el coliseo.- Antes de aquella persona, la joven pelirroja había sido una persona muy explosiva, cerrada y difícil de tratar, por lo que aquella muerte representaba un antes y un después en su vida. Le extrañaba a veces con locura, más de no haber muerto jamás habría podido poner de nuevo una sonrisa en su rostro.

Mientras revivía recuerdos, observó el intento de espionaje de Reiv y aquello de cerrar la isla. Así que eso era aquel lugar. Una isla. Había pensado que era algún lugar en el bosque, aunque oculto del resto de la ciudad.- Mejor vámonos antes de que nos encierren aquí.- Dijo apresurándose, pues no le hacía la menor gracia quedarse en aquel lugar con aquella mujer que solo parecía saber dictar órdenes a adultos capacitados.- Vamos Svart, dime dónde está la habitación de Reiv.- Le dijo, caminando hasta un cruce de pasillos donde no sabía a donde más avanzar, manteniéndose lo más oculta que podía entre las sombras.

No me entero de una mierda de lo que le dice a Svart, señal de que debo estudiar más. Me llevaré también los libros cuando pase por la habitación, eso seguro. Svart si que la ha entendido, incluso asiente y se queda quieto a su lado, bastante silencioso. Me río un poco cuando dice eso de señora X, a mi me suena más a otra cosa que a lo que dice, pero bueno, dejaremos su inocente mente tranquila. - Claaro, Juliet, claro. Un tipo de incógnito. Y sí, puedo teletransportarme fácilmente a distancias relativamente largas, siempre que conozca el destino. No de país en país, eso no. Pero si dices que es un bosque...tendrás que darme más datos. Si no iré a un sitio que yo conozca y desde ahí iremos andando. O también puedes pasar de la mochila, vamos primero a la base y ahí te consigues algo de ropa. Vive mucha gente, seguro que pueden dejarte algo de tu talla. A no ser que tengas algún objeto personal que quieras recuperar - recuerdos con valor sentimental y cosas de esas. Yo tengo pocas cosas de ese tipo, pero lo que tengo lo conservo, por estúpido que suene.

Agradezco que me escuche con atención cuando le explico un poco el motivo de las relaciones tirantes con mi medio hermano, y eso que no he tenido que explicarme lo de la relación también rara con mi medio hermana. Espero que esté bien, que desde que regresó a su país no sé nada de ella. - Pues sí. Hay demasiados fanáticos. No vale la pena integrarse en la masa y perder tu individualidad. Ellos, el grupo que sea, no van a preocuparse por ti. Sólo te quieren por interés. Yo no quiero que me usen nunca más. Así que...lo único que hay que hacer es sobrevivir como puedas. Pero eso tú sabes hacerlo muy bien. Saliste con vida del Coliseo. - la intención de la dragona es saldar su cuenta en rojo, aunque no sé yo si eso si eso se puede hacer. Más bien es una excusa para sentirnos mejor. Por otro lado puede ser cierto, si ayuda a salvar alguna vida. Siento curiosidad por saber qué persona es la que reviviría, así que tras unos segundos de silencio voy un poco más allá y me atrevo a preguntarle. Alguien del coliseo, pero... - ¿Quién era? ¿Lo mataron en la arena o... ? - la frase continuaría con un 'lo mataste tú', pero prefiero que la termine ella. Yo también querría cambiar algunas cosas del pasado, pero es dañino pensar demasiado en eso.

Tras eso me había puesto a espiar junto a la puerta, sin sacar muchas más frases con sentido. Como mucho algo de traiciones y demás. Me alejo de la puerta siguiendo su consejo, ya nos enteraremos luego. - Ni de coña. Quedarse encerrado aquí con el loco o la loca que clava en puertas. Paso. - seguimos el camino hasta mi habitación, a la que entro para empezar a meter unas cuantas cosas a la mochila, así de manera bastante desordenada. Después echo libros de los que tengo por allí, y unas cuantas cosas de los cajones. En cuanto termino me cuelgo la mochila al hombro, volviéndome hacia ella. - Cuando quieras. ¿Rumbo a la base?

Con una dulce sonrisa, acarició la cabeza del dragonzuelo que parecía haber entendido sin problemas lo que decía la chica. Era un alivio, pues tenía mucho tiempo sin hablar en aquella lengua y no sabía si lo que decía aún era correcto decirse. No entendió naaada sobre lo del chico incógnito, pero con lo de la tele transportación estaba un tanto fascinada, pues era mucho más rápido que volar por ahí, aunque la solución de dejar la mochila ahí y olvidarla era bastante más práctica que buscar la cueva donde la había dejado debajo de rocas.- Todo lo de valor lo traigo conmigo. Quizás podríamos pasar de la mochila...¿Mucha gente, dices? - Ya podía verse teniendo que conversar con todos y hacer amigos en cuanto llegara, con las manos llenas de sangre y un clavo oxidado y húmedo en el bolsillo. Al menos era seguro que su nombre dejaría de ser un secreto. Aspiró fuertemente y exhaló con suavidad, acostumbrándose a lo que sería una larga noche negra.

Mientras le escuchaba, no pudo evitar sonreír un tanto burlona. No quería burlarse de él, pero pff, le parecía exagerado.- ¿Que te usen? ¿Que te usen cómo? - Preguntó, pues si lo decía, lo más probable era que no fuera de aquellos fanfarrones que solo hablan por hablar.- Salir con vida del coliseo no es una hazaña. Muchos lo hicieron. Yo solo... bueno, tuve suerte de tener gente que no me permitiera enloquecer.- Y eso principalmente lo decía por su madre y por algunas cuantas personas más.

Creyó que él dejaría las preguntas sin más profundidad, ya que ella no había preguntado por el otro problema que tenía con su hermano, más parecía ser un poco más curioso que ella. Sin poder evitarlo, rehuyó a su mirada, agachó la cabeza lo más que pudo y le dio la espalda, haciendo como que vigilaba el lugar, con tal de que no la viera en su melancolía.- Él era un amigo... un mago también. Solo duró un mes o dos...- Susurró en voz baja respondiendo la primer pregunta. Pero la segunda... siguió caminando sin responderla, hasta que el ambiente cambió un poco y hubo que alejarse de los pasillos con rumbo a la habitación.

Al entrar, aún se sentía un poco extraña de haber recordado a aquel hombre con quien había compartido tan poco tiempo de su vida, pero al que seguía extrañando. Una vez en la habitación, pasó la mirada por el lugar. Le parecía pintoresco y bonito, quizás hasta un poco acogedor.- Vaya, no era esto lo que esperaba.- Sonrió suavemente, caminando por la habitación hasta que vio de dónde se sacaba el moreno. Le sacó de un cajón una camisa lo más descaradamente que pudo y se la metió a la mochila que llevaba en la espalda una vez había guardado todo.- Es un pequeño préstamo por si acaso.- Sonrió plantándose frente a él y lo cogió del brazo una de las manos, para tomar a Svart con la otra. Le sentaría un poco mal dejarle ahí con el asesino suelto y en medio de una habitación cerrada en quien sabe donde.- Sí, todo listo. Vámonos antes de que otra cosa suceda.- Dijo, cerrando los ojos esta vez para no volver a marearse en el trayecto.

Dudo mucho que Juliet lleve algo de valor encima tal y como dice, sobre todo porque viene de escaparse del coliseo. De todos modos no digo nada, sigo metiendo cosas a la mochila un rato más. Asiento a lo de mucha gente, casi con cara de agobio. - Demasiada, a mi me satura un poco, la verdad. Tanto socializar...tsk. - necesito mi espacio, ir a mi aire, no andar todo el rato hablando con gente que ni me va ni me viene. Pero eso es el menor de mis problemas. Si me quedo allí será sólo de manera temporal, hasta que se resuelva esto de la isla. La otra opción es probar suerte en mi peligroso piso okupa de Londres.

Me quedo pensativo tratando de encontrar las palabras para responder a qué quiero decir con eso de que me usen, que ha sonado casi como a prostituirme. - Que me usen para hacer el trabajo sucio de otros. Para sus propósitos, que no los míos. Para conseguir beneficios que a mi no me aporten nada. Además de hacer cosas que realmente no deseo hacer.- eso sería, en resumen. Tanto los ministeriales como Tobías me habían obligado a actuar así. La miro en silencio durante algunos segundos cuando se da poca importancia por salir con vida de allí, imaginando lo fácil que debe ser enloquecer con tanto tiempo de encierro y barbarie. Yo no estuve demasiado tiempo encarcelado, los renegados me tuvieron unas dos o tres semanas como mucho, y seguro que los métodos de tortura de Yaroslav se quedan en nada comparados con los del coliseo.

- La suerte no existe. Es un cúmulo de variables, deja de quitarte mérito, aunque también lo tengan los que te ayudaron. - la historia del amigo mago que apenas duró me hace recordar a otra persona que me importaba y que sufrió la misma suerte,aunque ella duró bastante más. Y debería haber durado más que yo, de hecho. Así sucede con los elfos. Después continuo con la tarea de hacer el equipaje, dejando un ambiente un tanto pesado tras tanto hablar de cosas tristes del pasado. Dejo que coja algunas cosas de mi cuarto que le puedan hacer falta allí abajo, agarrando también una cazadora negra para que se ponga por encima de la camisa, que con eso sólo tendrá frío. - Toma eso también de préstamo, que abajo lo necesitarás - espero a que se agarre a mi brazo, cogiendo a Svart también. Me concentro adecuadamente en el destino, que en este caso es uno de los pasillos de la base de los renegados. Después desaparecemos de allí los tres.

Sharon y yo caminamos por los pasillos vacíos, todo el mundo está en sus habitaciones, escondidos de quien haya cometido tal crímen como asesinar a una Descendiente. Llegamos hace relativamente poco, investigamos las instalaciones y antes de alcanzar la susodicha fiesta Adele nos encontró, dándonos un voto de confianza al permitirnos ayudarla en esta misión tan importante.

No estoy seguro de si ya tenía elegida a la chica o simplemente fue por tratarse de la primera que encontramos, pero tampoco me importa. Ella se encargó del primer golpe, envenenándola, y luego yo usé mis poderes de levitación para calmar su resistencia mientras su cuerpo perdía fuerzas, evitando que girara el rostro y nos viera. Nunca se sabe qué tipo de poderes pueden tener estos magos y brujas que dicen ser tan poderosos, es mejor no fiarse.

Sharon estaba un poco parada en ese momento, no es que no reaccionara bien a la sangre, simplemente no sentía mucho agrado por la muerte, al igual que yo. Pero a ver, el mundo tiene que limpiarse de humanos y magos desviados del camino, ¿verdad? Pues habrá que hacerse a ello y empezar por algún lado, por ejemplo por los Descendientes.

-¿Estás bien? Llevas mucho en silencio.

De hecho, no había dicho una palabra desde que Adele nos explicó el plan de matar a la chica esa. Yo había accedido a la primera, pero ella estaba más reticiente, rara. Tal vez la mezcla de haber conseguido lo que llevábamos tanto tiempo buscando y el estar aquí en una situación tan importante para el grupo no la dejaba reaccionar tan rápido como debiera. Es mi hermana, la conozco y sé cuándo algo no va bien, aunque no sé qué es.

Así que cuando la rubia y yo nos preparamos para asaltar a la Descendiente, que se dirigía hacia la fiesta, le dije que se quedase atrás y vigilara, no era buena idea meterla en un plan tan cuidadoso y que podía salir mal en cualquier descuido. Quien sabe, quizá estuviera en esos días suyos y por ello andaba distraída, entonces es mejor no presionarla.

Desde que había oído el plan de Adele, me sentí incómoda, ya había conseguido que Jules estuviera en el lugar que quería, pero ahora yo quería encontrar mi camino y dudaba que fuera bueno matar a uno de los descendientes, cuando luego quizás tendría que trabajar con ellos. Mi cabeza daba vueltas maquinando y resolviendo cómo haría cada cosa para conseguir todos mis objetivos, entre ellos, no matar a una futura aliada.

Seguí a Julian en silencio, mirando mis opciones, no es que no hubiera matado nunca, más bien era casi nuestro trabajo habitual, pero yo solía coger los trabajos en los que veía que el tipo se merecía morir, además de que nunca habíamos confiado en nadie para que nos dijera lo que teníamos que hacer y cómo tenía que ser, simplemente nosotros eramos libres de hacerle caso o no.

Julian me preguntó si estaba bien, pues llevaba mucho tiempo callada, siempre sabía cuando mi cabeza estaba pensando en otra cosa, le quería mucho, pero ya le había mentido desde hacía bastante y no iba a parar en este momento en el que e ya era feliz.

-Sí, simplemente estoy todavía asimilando todo lo ocurrido hasta el momento.-

Pasaba el tiempo y no encontraba un método de salir de allí sin morir en el intento, ni de salvar a nuestra futura víctima. Así que hice lo que cualquier persona con dos dedos de frente haría: Priorizar objetivos. El primero era estar viva, y el último salvar a la chica. Sabía que me sentiría mal por bastante tiempo después de matarla, sin embargo yo no sería la que muriera esa noche por no saber acatar órdenes. Pero gracias a mi hermano no tuve que atacar, me pidió que vigilara mientras ellos dos se encargaban, y eso hice. No hubo ni una sola persona que pasara por allí, todos estaban ya en la fiesta o en cualquier otro sitio que no fuera ese.

Ahora caminábamos por los pasillos desiertos a causa del asesinato que se había producido hacía poco rato, dudaba que alguna persona se asomara de su habitación para mirar quién deambulaba por aquí.

- ¿Y ahora qué? no creo que haya mucha fiesta a la que podamos asistir para atraer personas...-  

Le murmuré tan tranquila como siempre sin mostrar ningún tipo de culpabilidad, tristeza o remordimiento, solo un poco de molestia por no poder hacer el plan inicial.

-Te entiendo, es todo tan emocionante.

Realmente me siento así, aunque solo una sonrisa en mis labios demuestra la felicidad interna. Nuestros pasos resuenan por el pasillo vacío, las paredes lisas y los techos altos. No puedo imaginar por lo que los Descendientes deben estar pasando ahora, sospechando unos de otros y peleando por tomar tal medida o tal otra, pero me gusta intentarlo.

La fiesta había sido desalojada y la muerta llevada a algún lugar donde pudieran examinarla, intentar ayudarla de alguna manera inútil o buscar la causa de su muerte. Mientras el Consejo delibera nosotros, los culpables, caminamos libremente por sus pasillos y somos capaces de irnos de la isla en cualquier momento. De todas formas y aunque me gusta ver el panorama en el que he participado como nuevo miembro de los Blood Keppers, no voy a arriesgarme más de la cuenta.

Sharon se me adelanta, preguntando nuestro siguiente movimiento. La verdad es que Adele no nos ha dejado más instrucciones a parte de aquellas en la guarida, de lo que podríamos empezar a ocuparnos…

-Lo mejor será irnos de aquí, nunca se sabe quién está observando. Nos separaremos para salir y nos vemos donde Adele, debemos comenzar el resto de misiones. Si puedes obtener algo de información de camino… nos vendría bien, yo haré igual.

Dejo mi mano sobre su hombro, apretando ligeramente, y desaparezco de allí hacia algún lugar donde pueda encontrar algo útil, antes de volver a la guarida con el resto de Bloods.

Julian no parecía sospechar nada de mí, al contrario me dio más libertades decía de separarnos para obtener información provechosa cada uno por su cuenta. No le sonreí, pero tampoco le puse mala cara, mi cabeza estaba analizando la situación, comprendiendo que este era el mejor momento para desaparecer y no volver a mirar atrás, sin embargo no podía dejarle así sin más, era mi hermano y la persona a la qué más había cuidado desde que nací.

-Sé un sitio que quizás me dé información buena, quizás tarde un poco más-

Puse el tono de voz más tranquilo y agradable, para que supiera que todo iba bien, él colocó su mano en mi hombro, algo que aproveché sin ningún miramiento para con un poco de magia, hacerle una pequeña herida que no sabría que la tenía hasta bastante después, era como las que notabas cuando te cortabas con un papel, después de varios días.

Mientras desaparecía no pude evitar tener una sensación de ahogo de pensar que de aquí a unos días, Jules me odiaría por convertirme en lo que él más despreciaba, y también de pensar qué si algún día nos volvíamos a encontrar ya no sería como hermanos, sino como enemigos que deben matarse mutuamente, sobre todo porque conocía su guarida.

-Buena suerte Jules… te quiero-

Fueron mis palabras justo antes de desvanecerse, aunque no estaba segura de si las había podido escuchar, sentía que me estaba poniendo demasiado emocional y que si no pensaba con claridad, en cualquier momento volvería tras él.

-Y lo siento, desde ahora ya no somos compañeros de equipo-

Sabía que estaba hablando sola, pero tenía que decirlo en voz alta, para creer que la decisión que había tomado, no era tan mala cómo creía en ese instante. Antes de que se secaran las pequeñas gotas de sangre que estaban en mi hombro, las coloqué en la vivre card que había obtenido con la venta de uno de los objetos que había encontrado en navidad. Desde ahora, si algo le pasaba lo sabría y aunque ya no fuéramos compañeros, podría seguir acudiendo en su auxilio como su hermana mayor que era. Guardé el papel que me sería de tanta utilidad, y al igual que Julian, desaparecí de allí.

A un lugar que tan solo había visto una vez y al que tanto había querido pertenecer la enfermería de la base de los renegados.