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INVIERNO

Enero 2.043

Trama XI: After the Blackout (trama de transición y exploración)
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AÑO 2.042
Durante siglos sus mundos permanecieron separados, pero eso terminó. El mundo mágico y el humano se encontraron y se desató la guerra, extendiéndose alrededor del mundo sin control. Miedo, odio, ambición...todas ellas armas poderosas. El choque entre la raza humana y la mágica resulta ya imparable. Uno por uno van cayendo, ¿quién será el primero en morder el polvo?
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Leila Alabi
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Niiiños, niiiiños, futuuuuro, futuuuuroooo (futuro alternativo) Empty Niiiños, niiiiños, futuuuuro, futuuuuroooo (futuro alternativo) {15.10.19 3:00}

Consigna: danos lectura de posibles futuros de tus personajes y cómo acabaron en todo este asunto.

Futuro Utópico

Aquella tarde, empezaban las vacaciones del Instituto Secundario. Nathan la recogería y la traería a la finca que conseguimos con Kyllian. Cuando la encontramos estaba abandonada, así que les propuse a algunos amigos de trabajarla. Criabamos a las vacas y a las ovejas, cosechabamos lo que sembrabamos. Nos alcanzaba para llevar la vida de clase media y lo mejor fue que al final la compré, con una identidad falsa, claro. Nathan, por otro lado, había sido ascendido a Inspector, así que teníamos que tomar más recaudos aún. Lila quedaba en su casa durante las clases, ella lo consideraba un tío y yo lo consideraba como un hermano. Ellos vivían juntos en la residencia humana pero venían a pasar las vacaciones en la finca. Ella sabía que él no era su familia biológica pero, vamos, vive en su casa, la alimenta, la lleva a la escuela, tenían una relación cercana. Eso me daba celos. Yo no podía formar parte de la vida de mi hija, no como Nathan podía. Él era humano, ella era humana e iba a lugares donde los seres mágicos como yo serían capturados. Ella no sabía que yo era una feral, al igual que Kyllian, para ella el mundo mágico era de otro universo, un universo con el cual ella nunca tendría contacto. Tampoco sabía que mi nombre real era Leila Alabi, ella y todos los que me rodeaban me llamaban Amanda Price. Pero al menos podíamos tener este tiempo juntos.

Yo estaba ansiosa esperando su llegada, observando que todo estuviera bien arreglado. La casa tenía toda decoración rústica, apenas entrabas te encontrabas con las escaleras que dirigían al primer piso en el que habían cuatro habitaciones y dos baños, al lado de las escaleras en la planta baja estaba la sala de estar con dos sillones de una plaza y otro de tres plazas alrededor de una mesita de café, además de una chimenea y más atrás estaba el baño, la cocina y atrás de la plantación había un gran galpón debajo del cual guardaba en secreto mis computadoras y otras cosas tecnologicas. Durante las vacaciones, los que trabajaban conmigo y Kyllian se iban a sus respectivas casas así que, teníamos la finca para nosotros. “Esta bien Leila, calma. Todo sale mejor si te relajas y te adaptas, no puedes controlarlo todo.” Pensé y respire hondo. Yo llevaba mi pelo rubio recogido en una coleta alta, una musculosa blanca, unos vaqueros azul claro y botas para andar por el barro. Oye, llevaba bien mis 33, aunque sabía que los de mi raza tardaban más en envejecer, podía decir que parecía una joven de 20 años. Me faltaba el sombrero y ya sería toda una vaquera del viejo oeste. Mis armas, de una época bastante más actual que la de los vaqueros, estaban bien escondidas en el galpón de atrás, de modo tal que Lila no las encuentre. Yo le había contado a Nathan de eso, por si acaso. De pronto sentí unas manos que me tomaron de la cintura con suavidad pero con la ansiedad que traía por volver a ver a mi hija, me sorprendí de todos modos, incluso cuando sabía que era Kyllian tratando de calmarme. Él también estaba impaciente por verla. En eso pegue un salto cuando escuché la verja baja de adelante abrirse y voces. Feliz de que ya hayan llegado abrí la puerta sonriendo de oreja a oreja.

-¡Lila!¡Nath!¡Hola!¡Cómo los extrañé!- Lila era una niña de aspecto angelical, todos decían que era una bellísima niña, quedaban maravillados con su sedoso pelo rubio, pero sobre todo con sus ojos color violeta. Físicamente se parecía a su progenitor, me superaba en altura, pero su actitud era tan parecida a la mía, más de lo que me hubiera gustado. Cada vez que esos ojos me miraban me hacían recordar a su padre y a lo que me hizo… Al principio fue difícil, no los voy a engañar, pero con el tiempo entendí que Eamon hizo una sola cosa bien, me dió la oportunidad de conocer a alguien puro, alguien a quien amar incondicionalmente. Con el tiempo dejé de tenerle miedo a la mirada de mi hija, tan parecida a la de su progenitor que tanto dolor había causado. Esos ojos de ese color tan especial comenzaron a darme esperanza porque era pura, era curiosa… Muchas veces me reía de mí misma cuando me daba cuenta que la retaba por treparse a todo árbol, pared o superficie vertical que encontraba. De todos modos Lila tenía solo 14 años, quién sabría cómo sería luego de atravesar la adolescencia. La gente cambia constantemente.


Última edición por Leila Alabi el 15.10.19 14:06, editado 1 vez
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Niiiños, niiiiños, futuuuuro, futuuuuroooo (futuro alternativo) Empty Re: Niiiños, niiiiños, futuuuuro, futuuuuroooo (futuro alternativo) {15.10.19 4:05}

Futuro Distopico

Las luces de los flashes me cegaban. Podía escuchar las exclamaciones y gritos de “¡La Bestia!¡Vino La Bestia!¡Aquí Bestia!¡Mira hacia aquí!”. Había sido embotada en un vestido que va sin sujetador y vaya que la estaba pasando mal, tenía la espalda descubierta, el pelo suelto y tacones sobre los que me mantenía de puro milagro. Preferí mostrar una pequeña mueca que se parecía a una sonrisa, porque, por lo que estuve intentando, mi sonrisa parecía la de agradecimiento por unos calcetines en navidad. Estaba en la fiesta de cumpleaños de algún político… ¿o era un actor? No me acordaba, ni me interesaba. Había sido llevada ahí para hacer el ridículo. Estaban esperando que hiciera algo como transformarme, o sacar un arma y matarlos a todos. Ganas no me faltaban. Pero sentía que tenía que demostrar que los seres mágicos podemos estar en calma y hablar hasta llegar a un acuerdo. De alguna forma me sentía la representante de los seres mágicos, aunque claro que Blair, Andreas y, sobre todo, Eamon me trataban como un premio. Me presumían delante de todos pero no me dejaban decir una palabra y Blair y Éamon se mostraban como un matrimonio feliz ante las cámaras.

Dentro de la fiesta los ministros le dedicaron su tiempo a distintos invitados, cada uno tenía sus razones. Yo me mantenía cerca de ellos callada y sumisa. A medida que el tiempo fue transcurriendo los tres se repartieron cada uno por su lado, mientras yo deseaba encontrar algo que hiciera que el tiempo pase más rápido. Cuando me di cuenta que se habían esparcido decidí mantenerme a la vista de Éamon que, al fin y al cabo, era el que me daba más miedo y al que le había jurado lealtad. En un momento de descuido nuestras miradas se cruzaron.

"¡Mira al piso, maldita sea!"

Pero ya era tarde, conocía esa mirada y si no hacía lo que me ordenaba, luego sería mucho peor. Subí las amplias escaleras solícita pero con parsimonia, como deseando que cambie de opinión, pero eso no sucedió. A éstas alturas yo ya sabía que le gustaba ver el miedo en mi rostro, me dediqué a hacer todo lo que le gustaba en la habitación privada para que recobrara energías para seguir tratando con el resto de los invitados y dejarlo de buen humor para que me deje quedarme un rato más en la habitación, para bañarme y llorar un rato a solas.

Perspectiva de Lila
¿Quién se preocuparía por la ascendencia de un bebé abandonado por sus padres? Éstos no la criarian, eso lo haría alguien que le enseñara de responsabilidad. Una nota tenía escrito el nombre de la bebé; Lila Mairead Price. Ella llevaba puesto un collar bellísimo (El collar constaba de una cadena y un marco de plata que contenía una joya de color púrpura, un pedazo sobrante de la legendaria piedra que lleva incrustrada Smaug en el pecho).
Collar:

“Al menos le dejaron algo de valor a la pobre criatura” pensó la hermana que la encontró. En los archivos no figuraba ningún Price, además el escáner demostraba que era humana, y el director, encantado con su color de ojos, la tomó bajo su tutela por lo tanto fue automáticamente admitida en el Instituto Cristiano Católico-anglicano Pupilo San Drogón de Tetta. Dicho instituto funciona bajo la administración del arzobispo de Canterbury y, a su vez, reconoce como autoridad al Papa.

Un día, vistiendo sus calzas moradas, su falda a juego, su camisa ámbar de 2 botones y su chaqueta violeta con el escudo del Instituto prolijamente abotonada con su respectivo calzado, ella junto con sus compañeros de clase y la Hermana Jane, la maestra de la clase, llegaron al Ministerio de la Paz para su vista guiada. Lo más emocionante fueron los registros de seguridad, en sus 7 años nunca había visto tantos soldados en un solo lugar, la guía les explicó que es la zona más restringida y vigilada de toda la isla tanto por sistemas tecnológicos como por soldados. El enorme edificio de estilo clasicista, de por sí era aburrido; decenas de despachos, la mayoría restringidos, centenas de soldados y muchos cuadros de Ministros de la Paz, que no representaban nada para Leila. Ella seguía al grupo, hasta que se encontró con el cuadro de un hombre que tenía un color de ojos muy parecidos a los de ella, “Eamon O’Connell” decía la inscripción. Leila se encogió de hombros, “Debe ser la luz” pensó, pero cuando se dio cuenta el grupo con el que ella iba, había desaparecido. Avanzó indecisa por el pasillo buscando con la mirada a la hermana Jane, tratando de oír la voz chillona de la guía pero, al pasar frente a la puerta abierta de un despacho, vió dentro un grupo de gatos y no pudo resistirse a entrar. Los gatitos eran su debilidad, le encantaba su independencia y, a su vez, lo cariñosos que podían ser, además este grupo de gatos estaban extrañamente dispuestos en un círculo y un gato en específico parecía estar a la cabeza. En un momento dado la madera del suelo sonó bajo el peso de la niña y todos los felinos voltearon hacia ella. Lila contuvo la respiración mientras los gatos la observaban, luego la rodearon mientras el que parecía el jefe se acercaba a ella.

“Piensa Leila, vamos…” Al meter su mano en el bolsillo recordó que allí guardaba un yogur bebible que había comprado en el receso y la lógica decía que a los gatos les gusta los lácteos. Puso en el suelo el yogur y esperó. Luego de un momento uno de los gatos se acercó olfateando el aire, con precaución probó un primer sorbo y viendo que estaba rico bebió otro poco, luego fue el turno del que parecía el gato mandamás. Éste pareció aprobar la improvisada “ofrenda” de Lila y de un momento a otro todo el grupo de gatos estaban tomando el yogur, salvo el cabecilla. Éste observaba a la niña con sus profundos ojos felinos. Lila vió que un collar se asomaba entre el abundante pelaje del cuello del gato así que despacio se acercó a leer lo que tenía inscripto;

-¿Leviatán? Curioso nombre para un gato… Bueno, tu tampoco eres un gatito normal ¿Verdad?- Dijo sonriéndole.

Tiempo después…
Una noche de otoño, el viento soplaba raudo haciendo que la ventana de la habitación de Lila no dejara de sonar. Harta de no poder dormir por el ruido y molesta porque su compañera de habitación, dotada con el don del sueño pesado, dormía a pata suelta, se levantó furibunda de la cama para ver si podía hacer algo con aquella dichosa ventana. Estaba bien cerrada con pasador, pero aún así sonaba, así que decidió poner algunos libros para evitar que choque con el marco. Luego de poner tres libros bastante gruesos observó su creación y comprobó que funcionaba, al menos temporalmente. Desvió su mirada hacia el exterior y vió la luna, estaba en cuarto menguante, faltaba para que alcanzara el cenit en el cielo y eso que era como la una de la madrugada. Cuando se dispuso a volver a la cama una silueta en el exterior llamó su atención. Estaba entre los árboles del bosque del otro lado del muro de la escuela. No podía verla en detalle pero parecía una persona adulta. El espíritu curioso y periodístico de la niña fue más fuerte que la voz de la razón que le decía que ir sola, en pijama, en medio de la noche, a ver qué quería un extraño que fácilmente podía secuestrarla y venderla a una red de trata de blancas, era una mala idea. Se lo replanteo recién cuando estuvo del otro lado del muro de la escuela, había pasado a través de un lugar secreto que le habían mostrado hace tiempo. El extraño le daba la espalda, estaba cubierto de pies a cabeza por una capa negra, no se le veía ni un pelo.

-¿Hola?- No obtuvo respuesta. -Hmmm… ¿Te encuentras bien?- Silencio, solo se escuchaba los ruidos habituales de los animales nocturnos. -¿Te perdiste?-

-Vaya que sí.- Respondió al fin. Tenía una voz femenina. -Pero tu no tienes que preocuparte por eso.-

-Y ¿Por qué me debería preocupar?--Podrías empezar por estar a solas… con una extraña… de noche.- Respondió rápidamente la extraña, a su vez Lila replicó: -¿En pijama? Si, ya tuve tiempo para preocuparme por eso.- La extraña fue dándose vuelta de a poco y un escalofrío recorrió el cuerpo de la niña. Quizás fue por el viento otoñal o quizás fue porque la extraña tenía toda la cara tapada por una máscara de neón de una calavera con la boca cosida.

-Hola Lila.- La niña quedó todavía más desconcertada cuando ella pronunció su nombre. -¿Nos conocemos?-
-No en realidad…-
-Entonces ¿cómo…?-
-Ya no importa, vine a traerte algo…- La extraña sacó un libro y una pluma de entre sus ropas. -Para que escribas cuando te sientas sola.- La extraña se lo entregó y la niña lo miró extrañada, parecía un libro viejo y usado, pero sus hojas estaban en blanco. La mujer tomó suavemente la mano libre de la niña y puso en ella algo frío, pesado y rectangular; un móvil muy raro. -Solo para emergencias. Es satelital, tienes que extender la antena así.- La extraña le demostró cómo había que hacer y luego se apartó un poco, Lila miró la máscara, confundida.

-¿Qué…?¿Quién…?¿Cóm…?¿Cuándo…?- Las preguntas se amontonaban en la cabeza de la niña mientras ella buscaba alguna que valiera la pena. -¿Por qué me das estas cosas?--Ya te lo dije.- La voz de la mujer delataba que estaba sonriendo detrás de la máscara, eso junto con la respuesta más insatisfactoria de la historia crisparon los nervios de Lila que abrió la boca para decirle unas tres o cuatro cositas, pero la extraña habló antes:

-Si no las quieres, me las puedes devolver…- La enmascarada extendió la mano reclamando sus regalos de vuelta, pero la niña presionó los extraños objetos contra sí encaprichada con cosas que ni sabía que quería, en eso la mujer la tomó por sorpresa en un abrazo fuerte y cálido y le permitió sentir su aroma; olía a frutas frescas, parecía una mezcla de sandía y durazno.

-Sé que debes tener muchas preguntas Lila y te prometo que serán respondidas pero a su debido tiempo. No dejes que nadie vea lo que te dí. Nunca, jamás te saques el collar y… debes saber que… pienso mucho en ti… Los padres lo único que queremos para nuestros hijos es que esten bien y que sean felices. Jamás haría algo para lastimarte ¿Lo entiendes?- La mente de Lila se tildó con la palabra “padres” y, cuando la mujer se apartó un poco, la miró confundida y sin palabras. -Ahora vuelve.- Le dijo la mujer mientras la empujaba suavemente a la entrada secreta. Lila se movió como una autómata, sus pies se movían por cuenta propia mientras su mente digería las palabras de la extraña. Sólo volvió en sí cuando se encontró frente a la puerta de su habitación miró alrededor para ver si alguien la había visto, abrió la puerta despacio para ver a su compañera en la misma posición en la que la había dejado y corrió sigilosamente hasta la ventana para ver si la extraña seguía ahí. Ahí estaba, está alzó una mano lentamente y la saludó, automáticamente, Lila respondió saludando a su vez y recordó las advertencias de la mujer; debía esconder los regalos. Zapateo un poco sobre el piso de madera para probar cuál de las tablas estaba hueca del otro lado hasta que la encontró. Allí puso el móvil. El libro lo puso dentro de su almohada, entre el algodón. Volvió a mirar por la ventana para ver que la mujer ya se había ido, así que se acostó. Tapada por las sábanas se atrevió a mirar el collar con detalle; ¿Cómo supo de su collar? Nunca se lo sacó, ni le habló de él… ¿Será que ella se lo había dado antes de ser abandonada en la puerta del Instituto?


Última edición por Leila Alabi el 15.10.19 13:45, editado 1 vez
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Niiiños, niiiiños, futuuuuro, futuuuuroooo (futuro alternativo) Empty Re: Niiiños, niiiiños, futuuuuro, futuuuuroooo (futuro alternativo) {15.10.19 4:11}

Desenlace feliz
Muchos años después…

Niiiños, niiiiños, futuuuuro, futuuuuroooo (futuro alternativo) Xzeufh11


Lila Mairead Price, es adepta al cristianismo anglicano, suele ir a la Catedral de Canterbury para confesar, habla inglés, español y portugués, Periodista, adicta al juego en recuperación y Ministro de Sabiduría.

Encarcelan a Leila, a Kyllian y a Nathan. Le informan a Lila de la verdadera identidad de todos y le inyectan a los ferales sustancias que los convierte frente a ella, obligandolos a adoptar su otra forma apresados en el laboratorio de los campos de concentración. Ellos se ponen agresivos, sobre todo cuando ven a Eamon que no se despega de Lila, la cual se aterra en principio, pero luego ve que más allá de su cambio de forma sigue habiendo algo de las personas que conoció en ellos. Así que se pone a buscar una solución legal y se desespera.

Sale a buscar información y encuentra el informe de Kyllian, de Nathan y de Leila. Se entera de la incursión a la torre de comunicaciones y ve la grabación. Investiga a las personas que la acompañaban, Johan, Viktoria y Thalos y lee los periódicos de aquél día. Va a la finca y descubre todas las armas que Leila guardaba. Al final, entre sus cosas descubre la moneda comunicadora y manda un mensaje. Aparecen los de la brigada y la llevan ante el consejo de los 20 para que la aconsejen. Ella vuelve al Ministerio decidida a hacer un mundo en el que seres mágicos y humanos convivan pacíficamente.

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