Recuerdo del primer mensaje :
Zona de consultas rutinarias y atención primaria.
Zona de consultas rutinarias y atención primaria.
Comienzo a sentirme extraña, como la calma luego de una sangrienta pelea, el momento de paz al llegar a la conciencia terrible y definitiva. Miro hacia la entrada cuando percibo un aroma conocido sazonado con olor a pollo acercarse.
-Si, un ligero sangrado que no se volvió a repetir.- Respondo la pregunta del licántropo. Con una mano acaricio su cabello castaño cuando se agacha a la altura de mi vientre y con la otra le robo la última pata de pollo para comerla de un bocado, aunque me arrepiento de inmediato al sentir lo condimentada que está.
Al tragarla hago una mueca de asco. Mi mano se desliza hasta su hombro cuando me olisquea. Me alegra verlo, un mes estuve sin saber de él. Miro a la curandera al mismo tiempo que Altair para saber la razón del cambio de olor.
-Estuve con Mei Xian, también puede ser eso.- Agrego luego de que Anteia Malfoy considere el embarazo como una posible respuesta. Ella no me conoce tanto como lo hacían los chamanes de mi clan, aún así asiento secamente a sus indicaciones. Siento que estoy en el lugar correcto, pero no puedo confiar en cualquiera, sus instrucciones son entendibles (la mayor parte), Altair parece tener fé en ella y físicamente no es un peligro.
Observo el artefacto que enciende sin saber qué debo hacer yo sentada en aquel largo asiento reclinado y acolchado. Giro súbitamente mi cabeza para encontrarla cerrando la entrada.
-No cierres.- Repito para luego mirar a Altair.
"¿Confías en ella?" Envío mi pregunta desde mi mente a la del descendiente esperando que la reciba y que me responda.
-Si, un ligero sangrado que no se volvió a repetir.- Respondo la pregunta del licántropo. Con una mano acaricio su cabello castaño cuando se agacha a la altura de mi vientre y con la otra le robo la última pata de pollo para comerla de un bocado, aunque me arrepiento de inmediato al sentir lo condimentada que está.
Al tragarla hago una mueca de asco. Mi mano se desliza hasta su hombro cuando me olisquea. Me alegra verlo, un mes estuve sin saber de él. Miro a la curandera al mismo tiempo que Altair para saber la razón del cambio de olor.
-Estuve con Mei Xian, también puede ser eso.- Agrego luego de que Anteia Malfoy considere el embarazo como una posible respuesta. Ella no me conoce tanto como lo hacían los chamanes de mi clan, aún así asiento secamente a sus indicaciones. Siento que estoy en el lugar correcto, pero no puedo confiar en cualquiera, sus instrucciones son entendibles (la mayor parte), Altair parece tener fé en ella y físicamente no es un peligro.
Observo el artefacto que enciende sin saber qué debo hacer yo sentada en aquel largo asiento reclinado y acolchado. Giro súbitamente mi cabeza para encontrarla cerrando la entrada.
-No cierres.- Repito para luego mirar a Altair.
"¿Confías en ella?" Envío mi pregunta desde mi mente a la del descendiente esperando que la reciba y que me responda.
Altair Kirgyakos
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No pretendía interrumpir a la curandera en lo que parecía su explicación, pero es que tenía ganas de saber cómo iba el embarazo. Esta también se mostraba claramente incómoda por la actitud que ambos mostrábamos, pero era casi inevitable por estar tan unidos a nuestra parte licana. Kiana aprovechó mi momento del olisqueao para robarme mi última alita picante, haciendo que, sin darme cuenta, mi mano fuese directamente a su cuello apretando débilmente mientras emitía un grave sonido gutural. Esto solo duró un par de segundos, cuando me di cuenta de lo que acababa de pasar.
-Vaya… Esto me pasa por estar un mes a base de supervivencia - Dije mientras soltaba lentamente el cuello de Kiana, sustituyéndolo por una suave caricia que llegó hasta su mejilla. -No hueles a ella, debe ser por el embarazo - Respondí de forma rotunda cuando me dijo que era por estar con la china.
Analicé la sospechosa calma que tenía Kiana al escuchar el diagnóstico de Anteia, me recordaba a cuando Mei me calmó durante nuestra noche con los Pendragon, pero no dije nada para que estuviese calmadita. Acepté la invitación cuando la rubia me ofreció sentarme mientras cogía unos aparatos. Yo estaba expectante, quería saber que mis hijos iban a estar bien, cuando unas palabras se introducen en mi cerebro. Reconozco la voz de Kiana.
”Claro que confío en ella, en esta isla hay muy buena gente de la que te puedes fiar ” Respondí mentalmente mientras la curandera se acercaba con sus aparatos pitando y entornaba la puerta.
-Vaya… Esto me pasa por estar un mes a base de supervivencia - Dije mientras soltaba lentamente el cuello de Kiana, sustituyéndolo por una suave caricia que llegó hasta su mejilla. -No hueles a ella, debe ser por el embarazo - Respondí de forma rotunda cuando me dijo que era por estar con la china.
Analicé la sospechosa calma que tenía Kiana al escuchar el diagnóstico de Anteia, me recordaba a cuando Mei me calmó durante nuestra noche con los Pendragon, pero no dije nada para que estuviese calmadita. Acepté la invitación cuando la rubia me ofreció sentarme mientras cogía unos aparatos. Yo estaba expectante, quería saber que mis hijos iban a estar bien, cuando unas palabras se introducen en mi cerebro. Reconozco la voz de Kiana.
”Claro que confío en ella, en esta isla hay muy buena gente de la que te puedes fiar ” Respondí mentalmente mientras la curandera se acercaba con sus aparatos pitando y entornaba la puerta.
La reacción de Altair cuando la otra le robó el pollo hizo que Anteia alzara las cejas. Menuda parejita violenta. Pero no dijo nada. Movió la puerta hasta dejarla abierta sin poder evitar poner los ojos en blanco. Tras eso finalmente se dedicó a hacer la eco. Empezó a moverse pero no tardó mucho en encontrar...de todo.
-Vaya...- Expresó un poco sorprendida y empezó a marcar con las x blancas todos los pequeñísimos fetos. Esa mujer iba a tener un embarazo jodido. Porque esa era la palabra. Jodido. Cuando terminó de marcarlos empezó a subir el volumen del aparato mientras un sonido grave pero imparable estaba allí. Se giró a mirarlos a ambos -¿Escucháis eso?- Inquirió y pasó su mirada de Altair a Kiana y después otra vez al descendiente -Son vuestros 13 hijos- Soltó así sin más. Tremendo ritual. Tendría que investigarlo.
-Esto va a ser complicado. A partir del tercer mes mi recomendación es reposo absoluto. Es más, iré yo a hacer los controles a vuestra casa para evitar que te muevas- Le indicó a Kiana y pronto se puso a señalar la máquina, todos los puntitos que serían sus hijos. Tras eso lo imprimió y luego se lo entregó a la madre. Empezó a escribir un par de recetas más que le dio a Altaïr y apuntó toda la información y copia de los datos en el informe -Aún es pronto para saber que están bien así que la veré dentro de un mes. Me comunicaré con vosotros- les sonrió -Y muchas felicidades- Expresó y se levantó -Si me disculpais, tengo la agenda llena y debo continuar revisando a las embarazadas en intensivos. Estaremos en contacto- Tras decir eso y mirarlos con calma se retiró de allí.
-Vaya...- Expresó un poco sorprendida y empezó a marcar con las x blancas todos los pequeñísimos fetos. Esa mujer iba a tener un embarazo jodido. Porque esa era la palabra. Jodido. Cuando terminó de marcarlos empezó a subir el volumen del aparato mientras un sonido grave pero imparable estaba allí. Se giró a mirarlos a ambos -¿Escucháis eso?- Inquirió y pasó su mirada de Altair a Kiana y después otra vez al descendiente -Son vuestros 13 hijos- Soltó así sin más. Tremendo ritual. Tendría que investigarlo.
-Esto va a ser complicado. A partir del tercer mes mi recomendación es reposo absoluto. Es más, iré yo a hacer los controles a vuestra casa para evitar que te muevas- Le indicó a Kiana y pronto se puso a señalar la máquina, todos los puntitos que serían sus hijos. Tras eso lo imprimió y luego se lo entregó a la madre. Empezó a escribir un par de recetas más que le dio a Altaïr y apuntó toda la información y copia de los datos en el informe -Aún es pronto para saber que están bien así que la veré dentro de un mes. Me comunicaré con vosotros- les sonrió -Y muchas felicidades- Expresó y se levantó -Si me disculpais, tengo la agenda llena y debo continuar revisando a las embarazadas en intensivos. Estaremos en contacto- Tras decir eso y mirarlos con calma se retiró de allí.
Algo hace que me mantenga en calma cuando la mano del licántropo aprieta mi cuello, una actitud nada normal en mi ya que mi debilidad por la batalla haría que, como mínimo, el gruñido haga que le salte a la yugular. Solo lo miro con una extraña serenidad plasmada en el rostro que se mantiene durante su caricia.
El tema del olor queda zanjado. Me gusta la confianza que tiene en mí y poso la mirada en Anteia Malfoy cuando asegura que es de fiar. De ese modo me dejo hacer y obedezco las indicaciones de la curandera. Miro a la máquina frunciendo el ceño cuando se pone a hacer ése ruido sin entender las imágenes que allí hay.
Abro mis ojos con sorpresa al saber la cantidad, los chamanes no me dijeron que serían tantos. Luego miro confundida al aparato y a la curandera.
-¿Esos son nuestros hijos?¡¿Qué hacen ahí?!¡Devuelvelos!- Sacaría la daga, si no estuviera invadida por una extraña paz. No entiendo cómo es que sacaron a mis hijos de mi cuerpo y los depositaron en esa máquina pero los quiero de vuelta. No me sacarían más hijos.
La curandera me entrega un papel en el que quedaron plasmados con alguna magia extraña, lo miro sin saber qué hacer, pero en eso una idea viene a mí; si trago el papel, volverían a estar dentro de mí, o tal vez me lo debería meter por donde entraron en primer lugar.
Estoy impactada, apenas puedo mirar a la curandera y asentir cuando nos felicita para luego retirarse. Cuando quedamos solos, aquella calma se esfuma y mis ojos se mueven nerviosos por el extraño lugar, mi cuerpo se tensa esperando un ataque desde cualquier lado y mi mandíbula se aprieta con fuerza.
-Vámonos de aquí ¿Cómo me los vuelvo a meter?- Le pregunto a Altaïr mientras caminamos hacia la salida del hospital refiriéndome a nuestros hijos plasmados en aquella hoja.
-¿Por qué estuviste un mes a base de supervivencia?- Le pregunto esperando que me cuente dónde estuvo y qué hizo en el camino.
El tema del olor queda zanjado. Me gusta la confianza que tiene en mí y poso la mirada en Anteia Malfoy cuando asegura que es de fiar. De ese modo me dejo hacer y obedezco las indicaciones de la curandera. Miro a la máquina frunciendo el ceño cuando se pone a hacer ése ruido sin entender las imágenes que allí hay.
Abro mis ojos con sorpresa al saber la cantidad, los chamanes no me dijeron que serían tantos. Luego miro confundida al aparato y a la curandera.
-¿Esos son nuestros hijos?¡¿Qué hacen ahí?!¡Devuelvelos!- Sacaría la daga, si no estuviera invadida por una extraña paz. No entiendo cómo es que sacaron a mis hijos de mi cuerpo y los depositaron en esa máquina pero los quiero de vuelta. No me sacarían más hijos.
La curandera me entrega un papel en el que quedaron plasmados con alguna magia extraña, lo miro sin saber qué hacer, pero en eso una idea viene a mí; si trago el papel, volverían a estar dentro de mí, o tal vez me lo debería meter por donde entraron en primer lugar.
Estoy impactada, apenas puedo mirar a la curandera y asentir cuando nos felicita para luego retirarse. Cuando quedamos solos, aquella calma se esfuma y mis ojos se mueven nerviosos por el extraño lugar, mi cuerpo se tensa esperando un ataque desde cualquier lado y mi mandíbula se aprieta con fuerza.
-Vámonos de aquí ¿Cómo me los vuelvo a meter?- Le pregunto a Altaïr mientras caminamos hacia la salida del hospital refiriéndome a nuestros hijos plasmados en aquella hoja.
-¿Por qué estuviste un mes a base de supervivencia?- Le pregunto esperando que me cuente dónde estuvo y qué hizo en el camino.
De camino al hospital, entre las corridas, los que cuidaban a la niña se contactaron conmigo y me dijeron que no podían seguir teniendola. Les pedí, les rogué que la tuvieran solo dos horas más, que es lo que suponía que yo tardaría en el hospital y les expliqué la situación, también que había escuchado que allí había habido una gripe muy fuerte y muy contagiosa a la que no quería exponer a la niña, pero ellos fueron muy claros argumentando que la habían tenido más tiempo del que habíamos acordado y que, si no la pasaba a buscar, la dejarían en el pasillo para que cualquiera se la lleve.
Me pregunté qué tan malo sería eso pero luego me dirigí a la zona residencial para pasar a buscarla, pagarles por las horas extras y que ellos hicieran eso de borrarse la memoria mágicamente frente mío. Luego de aquél embrollo, ahora si, me dirigí con la niña a cuestas al hospital, entré corriendo y me recepcione a toda velocidad. Lo bueno de llevar a la niña encima era que si le ponía cara de pánico a la gente, ésta me dejaba pasar, quizás porque pensaba que tenía un apuro con la bebé. Pregunté por la puerta del consultorio de la doctora a la que venía a ver y entré sin preguntar ni nada para sentarme pesadamente en una de las sillas frente al escritorio.
Iba vestida con amplios pantalones de jogging, pantuflas que dejaban a la vista gruesas medias térmicas arcoiris, una sudadera polar que me quedaba demasiado grande para mi corta estatura de 1 metro y 60 centímetros, varias capas de ropa debajo de eso, el pelo hecho un asco debajo de la capucha, armas ocultas por aquí y por allí y cara de no haber dormido. La niña, por su parte, también estaba bien abrigada (no pregunten cómo conseguí la ropa), recién levantada de la siesta y era hora de comer, así que estaba particularmente energética tirando de mi pelo y no quedándose quieta. Traté de mantener la calma, pero estaba a punto de colmar mi pasiencia así que la puse encima del escritorio y la agarré del pantalón para que se mueva libremente por un espacio en el que yo la vea y asegurarme que no se caiga. Al final se calmó chupando un calendario que había sobre la mesa.
Me pregunté qué tan malo sería eso pero luego me dirigí a la zona residencial para pasar a buscarla, pagarles por las horas extras y que ellos hicieran eso de borrarse la memoria mágicamente frente mío. Luego de aquél embrollo, ahora si, me dirigí con la niña a cuestas al hospital, entré corriendo y me recepcione a toda velocidad. Lo bueno de llevar a la niña encima era que si le ponía cara de pánico a la gente, ésta me dejaba pasar, quizás porque pensaba que tenía un apuro con la bebé. Pregunté por la puerta del consultorio de la doctora a la que venía a ver y entré sin preguntar ni nada para sentarme pesadamente en una de las sillas frente al escritorio.
Iba vestida con amplios pantalones de jogging, pantuflas que dejaban a la vista gruesas medias térmicas arcoiris, una sudadera polar que me quedaba demasiado grande para mi corta estatura de 1 metro y 60 centímetros, varias capas de ropa debajo de eso, el pelo hecho un asco debajo de la capucha, armas ocultas por aquí y por allí y cara de no haber dormido. La niña, por su parte, también estaba bien abrigada (no pregunten cómo conseguí la ropa), recién levantada de la siesta y era hora de comer, así que estaba particularmente energética tirando de mi pelo y no quedándose quieta. Traté de mantener la calma, pero estaba a punto de colmar mi pasiencia así que la puse encima del escritorio y la agarré del pantalón para que se mueva libremente por un espacio en el que yo la vea y asegurarme que no se caiga. Al final se calmó chupando un calendario que había sobre la mesa.
Después de tomarse una pausa para comer decidió que debía seguir, pero se llevó un zumo de naranja rico en vitamina C para sentarse en la consulta. Cuando entró ya había una rubia sentada en la silla y la miró con las cejas arqueadas, no por sus fachas sino por la niña ahí comiéndose un calendario -No, eso no se hace- Le dijo a la niña acercándose a ella para cogerla en brazos y acomodarle el gorrito de invierno que tenía aunque, claro, en el hospital la calefacción estaba puesta. Le peino los pelitos que se le salían del gorrito y le sonrió con todo el amor del mundo -Tiene unos dos añitos ¿no?- Preguntó hacia la rubia mientras se sentaba y se ponía a la niña en el regazo.
Chequeó la lista y dio con el nombre -Leila- Dijo con una sonrisa y miró a la niña antes de darle un caballito de madera que había dejado alguno de los gemelos allí para que se divirtiera -¿A qué viene tu visita cariño? Tengo sólo nueve meses en esta área. Tal vez es un chequeo anual?- Preguntó, intrigada, porque la veía con un gesto hosco. Tal vez era el calor -¿Por qué no te sacas un par de capas de encima? Hay calefacción aquí.
Chequeó la lista y dio con el nombre -Leila- Dijo con una sonrisa y miró a la niña antes de darle un caballito de madera que había dejado alguno de los gemelos allí para que se divirtiera -¿A qué viene tu visita cariño? Tengo sólo nueve meses en esta área. Tal vez es un chequeo anual?- Preguntó, intrigada, porque la veía con un gesto hosco. Tal vez era el calor -¿Por qué no te sacas un par de capas de encima? Hay calefacción aquí.
Me giré al escuchar la puerta abrirse, le iba a preguntar si se trataba de la doctora a la que estaba esperando pero me paré en seco cuando se dirigió directamente a la niña. ¿Quién era aquella persona para andar manoseándola? Me quedé con la boca abierta cuando la alzó en brazos sin más. Emmm... ¿Hola? La alzó en brazos con maestría (yo tardé mi tiempo en aprender a sostenerla sin que se me resbalara), puede que sea la doctora porque tenía pinta y todo lo que quieras, pero ¿Cuál era su maldito problema?¿Aquella iba agarrando a niños que no conocía así por la vida?
Dejé que la indignación sea bien visible en mi cara y mis cejas se alzaron cuando tuvo el descaro de preguntarme su edad mientras la sentaba en su regazo. Solo atiné a asentir cuando mencionó mi nombre, estaba demasiado sorprendida como para hacer algo más. La expresión se me ensombreció aún más, si era posible, cuando le dio un juguete. Ya había tenido suficiente con Kyllian acosando a la niña como para ahora sumar una doctora demasiado confianzuda.
-¡Magnifica idea!- Dije esbozando una falsa sonrisa de dientes apretados para seguidamente levantarme del asiento, sacarme la sudadera y el sweater para quedar con una camiseta sobre la que llevaba el porta pistola con la pistola puesta. Dejé mis prendas colgadas en el respaldo de la silla haciendo como que no sabía que llevaba el arma completamente a la vista y me volví a sentar aparentemente tranquila apoyando mis codos en el escritorio.
-Como solo llevas unos meses en el área voy a darte el beneficio de la duda y ademas me voy a tomar la libertad de darte un concejo. No toques niños ajenos. Que buena que soy ¿Verdad? Ahora, dime ¿Me la vas a devolver o me vas a recomendar otro doctor? Preferentemente que no toque niños.- Le dí a elegir mientras me acomodaba el cabello tan tranquila. La bebé me miraba atenta desde el regazo de la otra, sabía que estaba enfadada por mis gestos y mi tono, aunque no con ella.
Es verdad que no era un ejemplo a seguir pero que toquetearan a la niña sin mi permiso me ponía los nervios de punta. La vida la había asignado a mí cuidado, así que yo era la que decidía qué era lo mejor para ella, podían darme consejos, pero yo tenía la palabra final y nunca pensé que llegaría tan lejos, así que algo estaba haciendo bien.
Dejé que la indignación sea bien visible en mi cara y mis cejas se alzaron cuando tuvo el descaro de preguntarme su edad mientras la sentaba en su regazo. Solo atiné a asentir cuando mencionó mi nombre, estaba demasiado sorprendida como para hacer algo más. La expresión se me ensombreció aún más, si era posible, cuando le dio un juguete. Ya había tenido suficiente con Kyllian acosando a la niña como para ahora sumar una doctora demasiado confianzuda.
-¡Magnifica idea!- Dije esbozando una falsa sonrisa de dientes apretados para seguidamente levantarme del asiento, sacarme la sudadera y el sweater para quedar con una camiseta sobre la que llevaba el porta pistola con la pistola puesta. Dejé mis prendas colgadas en el respaldo de la silla haciendo como que no sabía que llevaba el arma completamente a la vista y me volví a sentar aparentemente tranquila apoyando mis codos en el escritorio.
-Como solo llevas unos meses en el área voy a darte el beneficio de la duda y ademas me voy a tomar la libertad de darte un concejo. No toques niños ajenos. Que buena que soy ¿Verdad? Ahora, dime ¿Me la vas a devolver o me vas a recomendar otro doctor? Preferentemente que no toque niños.- Le dí a elegir mientras me acomodaba el cabello tan tranquila. La bebé me miraba atenta desde el regazo de la otra, sabía que estaba enfadada por mis gestos y mi tono, aunque no con ella.
Es verdad que no era un ejemplo a seguir pero que toquetearan a la niña sin mi permiso me ponía los nervios de punta. La vida la había asignado a mí cuidado, así que yo era la que decidía qué era lo mejor para ella, podían darme consejos, pero yo tenía la palabra final y nunca pensé que llegaría tan lejos, así que algo estaba haciendo bien.
La mujer en efecto no de había tomado nada bien que cogiera a la pequeña, lo noto en el cambio de sus sentimientos tan drástico. Frunció levemente el ceño al ver su sonrisa sacada de alguna película mala. La vio desnudarse dejando el arma a la vista y aparentando que no sucedía nada. La niña tampoco pareció reaccionar lo que le hacía saber que estaba acostumbrada a ver el arma. Raro, cuanto menos.
La escucho hablar pero no le devolvió a la niña. Ningún niño debería estar expuesto con tanta naturalidad a las armas -Buen consejo- Expresó con total tranquilidad mientras escribía en un post It en rosa que salió volando rqpidamente, por la parte inferior de la puerta, bajo el cual no tardó demasiado llegar uno de los guardias que custodiaban la planta -Por favor, sácale el arma. Estamos delante de un menor de edad- le pidio a Jeffrey y aunque intento extender su campo de calma hacia Leila no lo logró.
Igualmente tomaba notas, su discurso había sido del todo agresivo cuando Anteia se había mostrado tranquila. Sin embargo, entendía a una madre sobreprotectora -Te devolveré a la niña cuando te desarmes- le dijo mirándola a los ojos con seriedad y neutralidad -Y si quieres otro doctor. Se bienvenida y pide cambio de profesional. Si te he ofendido, lo siento. No era mi intención pero supongo que la tuya como madre tampoco es dejar a una niña chupar un calendario.
La escucho hablar pero no le devolvió a la niña. Ningún niño debería estar expuesto con tanta naturalidad a las armas -Buen consejo- Expresó con total tranquilidad mientras escribía en un post It en rosa que salió volando rqpidamente, por la parte inferior de la puerta, bajo el cual no tardó demasiado llegar uno de los guardias que custodiaban la planta -Por favor, sácale el arma. Estamos delante de un menor de edad- le pidio a Jeffrey y aunque intento extender su campo de calma hacia Leila no lo logró.
Igualmente tomaba notas, su discurso había sido del todo agresivo cuando Anteia se había mostrado tranquila. Sin embargo, entendía a una madre sobreprotectora -Te devolveré a la niña cuando te desarmes- le dijo mirándola a los ojos con seriedad y neutralidad -Y si quieres otro doctor. Se bienvenida y pide cambio de profesional. Si te he ofendido, lo siento. No era mi intención pero supongo que la tuya como madre tampoco es dejar a una niña chupar un calendario.
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El miembro 'Anteia Malfoy' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Probabilidad' :
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Rodé los ojos y saqué el arma del porta pistolas para dársela al guardia, éste volvió a extender la mano en mi dirección pidiendo que entregue todas las armas, de debajo del pantalón extraje una daga y lo miré enseñándosela y alzando las cejas.
-Es un arma blanca.- Dije tratando de excusarme y convencerlo de que no hacía falta desarmarme por completo. Todo lo que llevaba era para defenderme y proteger aquello que me importaba. Pero fue imposible convencerlo así que se la entregué de mala gana.
-Ahora desarmala a ella, estamos ante un menor de edad.- Le dije al guardia tomando a la niña en mis brazos y señalando a la mujer. Yo no podía ir armanda pero tenía que estar ante gente que no sabía si sus habilidades me iban a lastimar o no ¿Tenía que vivir con esa incertidumbre?
Tenía que estar indefensa ante lo que quieran hacer conmigo, tenía que soportar sus abusos de poder y hacer lo que ellos ordenen. No veía diferencia alguna con el ejército. Eché en falta a Lyka, él había dicho que podía considerarlo mi hermano mayor, él me protegería. Le devolví el juguete a la mujer y volví a mi asiento con la niña en brazos.
-Yo también lo siento, creo que no debí reaccionar así. No me gusta que la toquen desconocidos, tengan la profesión que tengan.- Expliqué con más calma ahora que la tenía conmigo, aunque seguía creyendo que ver a un bebé ajeno chupar un calendario no era suficiente excusa como para tomarlo en brazos y llevarlo, a lo sumo se le saca el calendario y ya.
Pero ella quizás se vió amenazada por mis armas… ¿Qué rayos? Ella debía ser una bruja, no es como si no pudiera defenderse de unas balas y me encantaría vivir en un mundo en el que no harían falta las armas, pero no era así, además las armas de los magos no se les podía sacar… bueno si, pero era demasiado complicado y difícil para alguien como yo. Respiré profundo, lo estaba pensando demasiado y venía alterada por el encuentro con Eamon.
La niña jugaba con sus dedos ajena a todo. Seguí el consejo que me había dado y le saqué el gorrito y una capa de ropa para que no se enferme por el cambio de temperatura al salir del hospital. Teclee un mensaje en la moneda comunicadora apoyando mí mejilla en su suave cabecita y abrazándola contra mi cuerpo. Su inocencia me relajaba. Luego miré a la mujer esperando que ella diga si me iba a derivar a otro doctor o si aún quería atenderme.
-Es un arma blanca.- Dije tratando de excusarme y convencerlo de que no hacía falta desarmarme por completo. Todo lo que llevaba era para defenderme y proteger aquello que me importaba. Pero fue imposible convencerlo así que se la entregué de mala gana.
-Ahora desarmala a ella, estamos ante un menor de edad.- Le dije al guardia tomando a la niña en mis brazos y señalando a la mujer. Yo no podía ir armanda pero tenía que estar ante gente que no sabía si sus habilidades me iban a lastimar o no ¿Tenía que vivir con esa incertidumbre?
Tenía que estar indefensa ante lo que quieran hacer conmigo, tenía que soportar sus abusos de poder y hacer lo que ellos ordenen. No veía diferencia alguna con el ejército. Eché en falta a Lyka, él había dicho que podía considerarlo mi hermano mayor, él me protegería. Le devolví el juguete a la mujer y volví a mi asiento con la niña en brazos.
-Yo también lo siento, creo que no debí reaccionar así. No me gusta que la toquen desconocidos, tengan la profesión que tengan.- Expliqué con más calma ahora que la tenía conmigo, aunque seguía creyendo que ver a un bebé ajeno chupar un calendario no era suficiente excusa como para tomarlo en brazos y llevarlo, a lo sumo se le saca el calendario y ya.
Pero ella quizás se vió amenazada por mis armas… ¿Qué rayos? Ella debía ser una bruja, no es como si no pudiera defenderse de unas balas y me encantaría vivir en un mundo en el que no harían falta las armas, pero no era así, además las armas de los magos no se les podía sacar… bueno si, pero era demasiado complicado y difícil para alguien como yo. Respiré profundo, lo estaba pensando demasiado y venía alterada por el encuentro con Eamon.
La niña jugaba con sus dedos ajena a todo. Seguí el consejo que me había dado y le saqué el gorrito y una capa de ropa para que no se enferme por el cambio de temperatura al salir del hospital. Teclee un mensaje en la moneda comunicadora apoyando mí mejilla en su suave cabecita y abrazándola contra mi cuerpo. Su inocencia me relajaba. Luego miré a la mujer esperando que ella diga si me iba a derivar a otro doctor o si aún quería atenderme.
Le entregó a la niña y cuando sugirió que la desarmaran a ella, Anteia miró a Jeffrey y alzó las manos para que la revisara pero el hombre no lo hizo sino que se retiró directamente después de intercambiar una mirada con la sanadora. Anteia volvió detrás del escritorio y tomó otro par de notas -No sé a donde crees que has venido Leila, pero aquí sanamos a las familias y cuidamos a las personas que viven en Ouroboros. Si no estás acostumbrada a recibir cariño o prefieres que la niña no lo reciba, lo entiendo. Pero si sientes que estas en una guerra en esta isla, lo mejor que te puedo recomendar es que veas un psicólogo- Expresó y lo anotó como sugerencia en su expediente médico aunque fue muy consciente de que haría lo que le diera la gana. O al menos eso parecía.
Guardo el juguete de su hijo en un cajón del escritorio y alzó la mirada escuchando su disculpa. Asintió brevemente. Definitivamente, después del día de hoy tendría que alargar su cita con Sebastián. Se incorporó y se acomodó la bata, cogiendo el expediente -Le daré tu expediente a Aurora y ella te derivará a otro profesional. Espero que vaya todo bien- Indicó y se incorporó, y aunque su corazón latía con inquietud en su pecho, no se despidió de la niña -Y no entres a su consulta sin ser llamada porque puedes recibir el mismo trato que me has dado a mi. Puedes pedir tus armas al abandonar el hospital- Expresó con un tono neutral y se retiró ella misma de su consulta ya que Leila era la última persona que tenía que ver.
Guardo el juguete de su hijo en un cajón del escritorio y alzó la mirada escuchando su disculpa. Asintió brevemente. Definitivamente, después del día de hoy tendría que alargar su cita con Sebastián. Se incorporó y se acomodó la bata, cogiendo el expediente -Le daré tu expediente a Aurora y ella te derivará a otro profesional. Espero que vaya todo bien- Indicó y se incorporó, y aunque su corazón latía con inquietud en su pecho, no se despidió de la niña -Y no entres a su consulta sin ser llamada porque puedes recibir el mismo trato que me has dado a mi. Puedes pedir tus armas al abandonar el hospital- Expresó con un tono neutral y se retiró ella misma de su consulta ya que Leila era la última persona que tenía que ver.
No me iban a devolver mis armas, genial. Todos los magos iban con magia a donde sea que quieran pero yo tenía que andar desarmada. La magia era un arma más poderosa que las armas de fuego y ellos mostraban sus armas sin más. La mostraban a menores, les enseñaban a usarla ¿Cuál era la diferencia? Era injusto, cuanto menos.
Salí de la consulta y me pegué una corrida al baño porque el té que había tomado en el salón estaba pasando factura y pregunté a un enfermero que me encontré por el pasillo cuál era el consultorio de Lucio. Él me dió las indicaciones y las seguí hasta llegar a la puerta que me indicó. Una vez allí golpeé la puerta un par de veces con los nudillos y aguardé a que respondan el llamado con la niña en brazos.
No la iba a separar de mí, aunque Lucio no era un extraño. Llegado un punto, me cansé de esperar y entré. Si tratas bien a ésta gente, te tratan como un trapo de piso. Me senté en su silla con la niña en el regazo y comencé a teclear en su computadora mágica.
Guardé el documento, se lo dejé de fondo de pantalla, lo mandé desde su mail a su mail con alerta y con etiqueta de importante y lo imprimí varias veces para dejar una copia sobre su escritorio, otra en el buzón de las quejas y otra para mí. Con eso resuelto dejé su consultorio con la niña en brazos, salí del hospital, recuperé mis armas, fui al comedor para darle de comer a la bebé que ya se estaba poniendo caprichosa y dormimos en mi habitación durante la noche.
Salí de la consulta y me pegué una corrida al baño porque el té que había tomado en el salón estaba pasando factura y pregunté a un enfermero que me encontré por el pasillo cuál era el consultorio de Lucio. Él me dió las indicaciones y las seguí hasta llegar a la puerta que me indicó. Una vez allí golpeé la puerta un par de veces con los nudillos y aguardé a que respondan el llamado con la niña en brazos.
No la iba a separar de mí, aunque Lucio no era un extraño. Llegado un punto, me cansé de esperar y entré. Si tratas bien a ésta gente, te tratan como un trapo de piso. Me senté en su silla con la niña en el regazo y comencé a teclear en su computadora mágica.
11/11/2041Lucio, hoy me vine a atender al hospital, tenía turno con Anteia Malfoy. Cuando estaba en la consulta una mujer rubia entró, agarró a la niña que yo estaba supervisando y se la llevó con ella como si fuera suya, no solo eso, sino que además me preguntó su edad como si fuera algo que se hace normalmente. Luego de eso me sugirió que me quite algo de abrigo, yo seguí su consejo aunque cuando vió mis armas hizo que me desarmaran.
Yo entregué mis armas pero cuando pedí que ella haga lo mismo, no lo hizo. Todo el mundo va armado porque estamos en una guerra y porque en ésta isla hay gente peligosa. La magia es un arma tan o más poderosa que las armas de fuego y nadie la esconde en ésta isla. Tu podrías decirme "Si pero la usamos para sanar." Las armas que no son mágicas también pueden sanar.
Aquella mujer trató a mis armas como si fueran terribles, como algo que los niños no tienen que ver pero aquí hay una academia para enseñarles a usar el arma que es la magia, la muestran como si fuera algo natural. Cada uno usamos el arma que podemos en ésta guerra y ¿Las armas que no son mágicas hay que esconderlas?¿Porque no son mágicas?
No sé si esa mujer rubia era Anteia Malfoy, pero pienso que deberías hablar con ella y ver el tema de las armas, quizás desarmarlos a todos con algún dispositivo como el del satélite antimagia pero focalizado en el hospital y no permitir que se ingrese con ningún tipo de arma en potencia o dejar que todo el mundo vaya armado como hasta ahora.Leila Alabi.
Guardé el documento, se lo dejé de fondo de pantalla, lo mandé desde su mail a su mail con alerta y con etiqueta de importante y lo imprimí varias veces para dejar una copia sobre su escritorio, otra en el buzón de las quejas y otra para mí. Con eso resuelto dejé su consultorio con la niña en brazos, salí del hospital, recuperé mis armas, fui al comedor para darle de comer a la bebé que ya se estaba poniendo caprichosa y dormimos en mi habitación durante la noche.
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Escoltados por dos de sus compañeros se dirigieron a la primera consulta vacía, al abrir la puerta, habló dirigiéndose a la madre -Srta Alabi- Indicó pidiéndole que pasara y después observó al peliazul -Sr. Knox, por favor, espere aquí afuera mientras hablo con la Srta. Alabi- Indicó en un tono de voz neutral y le dio la orden a los guardias que estuvieran pendiente de él, no porque fuera agresivo sino porque era capaz de reconocer a un hombre que estaba al borde de los nervios. Por ende, mejor atentos a llamar al servicio médico en caso de ser necesario.
Ingresó después de ella y cerró la puerta, educadamente, le extendió una silla para que se sentara y se fue al lado contrario. Apoyó allí tanto su expediente médico, su queja al hospital, el expediente de la niña y la documentación de Servicios Sociales. No se quitó el casco pero sí se levantó la visera, dejando ver a un hombre de unos 60 años aunque en buena forma. Encantó un vuelapluma para que todo lo que se dijera allí quedara registrado -De acuerdo, Srta. Alabi, sería tan amable de explicarme los sucesos que provocaron el estado de vuestra hija Lila?- Le dijo y cruzó las manos para apoyarlas en el escritorio que los separaba.
Ingresó después de ella y cerró la puerta, educadamente, le extendió una silla para que se sentara y se fue al lado contrario. Apoyó allí tanto su expediente médico, su queja al hospital, el expediente de la niña y la documentación de Servicios Sociales. No se quitó el casco pero sí se levantó la visera, dejando ver a un hombre de unos 60 años aunque en buena forma. Encantó un vuelapluma para que todo lo que se dijera allí quedara registrado -De acuerdo, Srta. Alabi, sería tan amable de explicarme los sucesos que provocaron el estado de vuestra hija Lila?- Le dijo y cruzó las manos para apoyarlas en el escritorio que los separaba.
Seguí al guardia, pasé dentro de la consulta cuando éste así lo indicó y miré a Lykaios antes de que la puerta fuera cerrada. Alterné la mirada entre la silla que estaba extendiendo y el guardia con las cejas alzadas. Wow. Eso era nuevo. Ok, punto para el enlatado.
Me senté y lo ví desplegar papelerio sobre la mesa frente a mí. Crucé las manos, las apoyé sobre el escritorio y respiré profundo. Tenía que repetir la escena desde el principio en mi mente una vez más y era fea.
-Lykaios, la niña y yo estábamos en el aula 8 de la Academia, la que está ambientada para danza a ésta hora. Hablábamos tranquilamente mientras yo y la bebé hacíamos tela acrobática. Él me advirtió que era peligroso, pero no era la primera vez que lo hacía y no era la primera vez que me advertían. Nunca imaginé que podría pasar ésto… lo único de lo que estoy segura es que en un momento la tenía y al siguiente ya no… la solté.- Dije mirando mis manos manchadas de su sangre ya seca, como convenciendome a mí misma ya que aún no lo podía creer, aún no hallaba el porqué.
Me senté y lo ví desplegar papelerio sobre la mesa frente a mí. Crucé las manos, las apoyé sobre el escritorio y respiré profundo. Tenía que repetir la escena desde el principio en mi mente una vez más y era fea.
-Lykaios, la niña y yo estábamos en el aula 8 de la Academia, la que está ambientada para danza a ésta hora. Hablábamos tranquilamente mientras yo y la bebé hacíamos tela acrobática. Él me advirtió que era peligroso, pero no era la primera vez que lo hacía y no era la primera vez que me advertían. Nunca imaginé que podría pasar ésto… lo único de lo que estoy segura es que en un momento la tenía y al siguiente ya no… la solté.- Dije mirando mis manos manchadas de su sangre ya seca, como convenciendome a mí misma ya que aún no lo podía creer, aún no hallaba el porqué.
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Escuchó todo lo que le dijo la mujer, con aquella cara tan calmada, que el propio Lucas se quedó patitieso. Le costó procesar la tranquilidad con la que hablaba pero más aún el verbo utilizado. Fue primero por partes -¿Tiene algún título sobre maestría en tela acrobática? ¿Está permitido para una niña de…- Abrió el expediente y chequeó la edad, sintiendo una punzada de dolor. Tenía la misma edad que su nieto, David -...un año hacer esa actividad?-
-¿La soltaste? ¿Por qué soltaste a Lila?- Le preguntó, a ver si con el nombre de su hija, reaccionaba de alguna manera. El verbo que había utilizado le ponía la piel de gallina, sobretodo por las anotaciones e informes que había leído con anterioridad. Era consciente de que el Sr. Evans había patentado en su declaración la situación y sin embargo, ignoró al padre de la niña, y siguió haciéndolo.
Lucas intentaba conectar con la mirada de Leila que seguía en sus manos manchadas -¿De qué hablaban con el Sr. Knox?- Preguntó mientras se incorporaba y buscaba unas toallas húmedas y se las tendía para que se limpiara las manos.
-¿La soltaste? ¿Por qué soltaste a Lila?- Le preguntó, a ver si con el nombre de su hija, reaccionaba de alguna manera. El verbo que había utilizado le ponía la piel de gallina, sobretodo por las anotaciones e informes que había leído con anterioridad. Era consciente de que el Sr. Evans había patentado en su declaración la situación y sin embargo, ignoró al padre de la niña, y siguió haciéndolo.
Lucas intentaba conectar con la mirada de Leila que seguía en sus manos manchadas -¿De qué hablaban con el Sr. Knox?- Preguntó mientras se incorporaba y buscaba unas toallas húmedas y se las tendía para que se limpiara las manos.
Lo miré sorprendida cuando mencionó la maestría en tela acrobática, no sabía que eso existía, lo ví por ahí y comencé a hacerlo desde antes que la bebé naciera, era un pasatiempo más para mí y la niña se divertía así que me parecía algo lindo que podía hacer para ella.
-El doctor de urgencias dijo que no es una actividad recomendada, no sé si está permitido o no.- Dije tras negar para responder su pregunta de si tenía algún título. Me quedé pensativa unos minutos para recordar lo que pasó, cabizbaja repasaba la escena en mi mente. Solo había eso; en un momento la tenía y al siguiente ya no.
-Eso es lo que yo me pregunto.- Respondí cuando pensé que ya llevaba demasiado tiempo callada. Me sentía frustrada por no entender lo que había pasado, si yo misma había estado ahí. Me sentía frustrada porque los aretes que protegerían a la niña de hacerse daño estaban casi listos. Era triste pensar que al final nunca los llevaría puestos. Le habrían quedado hermosos.
-De la Brigada… de un problema que tuve en el hospital con Anteia Malfoy el martes pasado… y…- Había conectado mi mirada con la del guardia, pero llegado a éste punto la aparté mirando las toallas húmedas que había agarrado dudando en si limpiarme o no. -Del padre biológico…- Era su sangre, no sabía si quería deshacerme de ella. Al final me limpié las manos.
-El doctor de urgencias dijo que no es una actividad recomendada, no sé si está permitido o no.- Dije tras negar para responder su pregunta de si tenía algún título. Me quedé pensativa unos minutos para recordar lo que pasó, cabizbaja repasaba la escena en mi mente. Solo había eso; en un momento la tenía y al siguiente ya no.
-Eso es lo que yo me pregunto.- Respondí cuando pensé que ya llevaba demasiado tiempo callada. Me sentía frustrada por no entender lo que había pasado, si yo misma había estado ahí. Me sentía frustrada porque los aretes que protegerían a la niña de hacerse daño estaban casi listos. Era triste pensar que al final nunca los llevaría puestos. Le habrían quedado hermosos.
-De la Brigada… de un problema que tuve en el hospital con Anteia Malfoy el martes pasado… y…- Había conectado mi mirada con la del guardia, pero llegado a éste punto la aparté mirando las toallas húmedas que había agarrado dudando en si limpiarme o no. -Del padre biológico…- Era su sangre, no sabía si quería deshacerme de ella. Al final me limpié las manos.
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-Entiendo- Dijo en un tono reflexivo mientras veía su negación de cabeza. Era un hobbies simplemente, no estaba formada con una maestra ni nada. Asumió que debía saber alguna técnica de algún lado. Desconocía el sistema pero había visto algo espectáculo en algún momento y le parecía algo que debía ser ejecutado con mucha precisión y sin una carga extra que le atrapará el brazo. Lo considero lógico. Igual que el Sr. Evans.
-Si ustedes no puede darme la respuesta, alguien más lo hará, Srta.Alabi- Expreso en un tono neutral pensando que bien podría usar sus poderes mentales o dejar al experto del área psicológica o psiquiátrica para que la evaluará, ya que no era su área. Pero apuntaria, sin duda, el término… "Soltar", menudo verbo para hablar de que su hija estaba en estado crítico por su culpa.
Escucho de lo que estaban hablando y asintió -Supe algo de lo que ocurrió con la sanadora y leí vuestra queja. ¿Podrías recrear de nuevo el problema? Sinceramente, para haber protegido tanto a la niña de una desconocida me parece, cuanto menos, extraño que haya realizado esa actividad y que la haya soltado desde varios metros de altura- uso su mismo verbo aunque le recorrió un escalofrío. La vio lavarse las manos y escuchó lo del padre biológico. En los registros no había nada - Considero importante que también se informe del estado de Lila. Pero no figura en ningún lado. ¿Quién es su padre biológico?- Pregunto sentándose de nuevo en la silla frente a ella y apoyando las manos entrelazadas sobre la mesa.
-Si ustedes no puede darme la respuesta, alguien más lo hará, Srta.Alabi- Expreso en un tono neutral pensando que bien podría usar sus poderes mentales o dejar al experto del área psicológica o psiquiátrica para que la evaluará, ya que no era su área. Pero apuntaria, sin duda, el término… "Soltar", menudo verbo para hablar de que su hija estaba en estado crítico por su culpa.
Escucho de lo que estaban hablando y asintió -Supe algo de lo que ocurrió con la sanadora y leí vuestra queja. ¿Podrías recrear de nuevo el problema? Sinceramente, para haber protegido tanto a la niña de una desconocida me parece, cuanto menos, extraño que haya realizado esa actividad y que la haya soltado desde varios metros de altura- uso su mismo verbo aunque le recorrió un escalofrío. La vio lavarse las manos y escuchó lo del padre biológico. En los registros no había nada - Considero importante que también se informe del estado de Lila. Pero no figura en ningún lado. ¿Quién es su padre biológico?- Pregunto sentándose de nuevo en la silla frente a ella y apoyando las manos entrelazadas sobre la mesa.
Respiré profundo, cerré los ojos y me concentré en la escena, en ver más, en mí mientras sentía el peso de la niña y en lo que pasó para que dejara de sentirlo.
-Todo pasó tan rápido… Fue… una serie de malos movimientos… sentí que perdía el equilibrio así que me agarré con las dos manos de la tela sin pensar que estaba soltando a la niña y después de un giro brusco que no planee me dí cuenta que tenía menos peso encima.- Ahora la escena estaba completamente reconstrída.
Estaba esperando que el guardia comience a usar su magia, sea cual sea, para reafirmar mi hipótesis de su abuso del poder pero no lo veía usándola… o tal vez la estaba usando y yo no me daba cuenta. Escaneé la consulta con la mirada cuando él me pidió que recree el problema y asentí. Pero lo volví a mirar cuando preguntó por el padre biológico.
-Eso es personal.- Dije tras carraspear, dando el tema por zanjado. Me levanté, fui hasta un armario del que saque una bolsa grande de redondos algondones tras rebuscar y la puse sobre el escritorio. -La bolsa hace de la niña.- Pegué un calendario a la bolsa. -Ella estaba chupando un calendario, tú eres yo y yo hago de la sanadora. Imagina que la puerta está de éste lado.- Le dije desde la punta de la consulta contraria a la puerta.
Hice como que venía caminando, lo miré a él, luego a la bolsa y me dirigí a ella para llevarla en brazos y volví mi mirada a él. -Tiene dos añitos, no?- Imité su voz, aunque obviamente no me salió igual. Me fui a sentar y dejé la bolsa en mi regazo, pesaba mucho menos que la niña, pero era para que se haga una idea. -No me acuerdo de los detalles pero fue más o menos así.- Expliqué.
-Todo pasó tan rápido… Fue… una serie de malos movimientos… sentí que perdía el equilibrio así que me agarré con las dos manos de la tela sin pensar que estaba soltando a la niña y después de un giro brusco que no planee me dí cuenta que tenía menos peso encima.- Ahora la escena estaba completamente reconstrída.
Estaba esperando que el guardia comience a usar su magia, sea cual sea, para reafirmar mi hipótesis de su abuso del poder pero no lo veía usándola… o tal vez la estaba usando y yo no me daba cuenta. Escaneé la consulta con la mirada cuando él me pidió que recree el problema y asentí. Pero lo volví a mirar cuando preguntó por el padre biológico.
-Eso es personal.- Dije tras carraspear, dando el tema por zanjado. Me levanté, fui hasta un armario del que saque una bolsa grande de redondos algondones tras rebuscar y la puse sobre el escritorio. -La bolsa hace de la niña.- Pegué un calendario a la bolsa. -Ella estaba chupando un calendario, tú eres yo y yo hago de la sanadora. Imagina que la puerta está de éste lado.- Le dije desde la punta de la consulta contraria a la puerta.
Hice como que venía caminando, lo miré a él, luego a la bolsa y me dirigí a ella para llevarla en brazos y volví mi mirada a él. -Tiene dos añitos, no?- Imité su voz, aunque obviamente no me salió igual. Me fui a sentar y dejé la bolsa en mi regazo, pesaba mucho menos que la niña, pero era para que se haga una idea. -No me acuerdo de los detalles pero fue más o menos así.- Expliqué.
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La última declaración le hizo asentir. No tenía nada más que preguntar aunque esperaba que el servicio médico ya tuviera a su disposición el resto de los especialistas. Anotó aquello de que el padre biológico fuera un "asunto personal" y esperó poder informarlo a los sanadores. Cuando tocó recrear la escena, el Capitán se quedó bastante tranquilo escuchando lo que decía.
-Pero usted sabía quien era. La había llamado para que entrar a su consulta ¿No?- Inquirió frunciendo suavemente el ceño, no entendía. Esperó a que Leila explicara la situación y observó a los algodones -Entiendo- No quiso agregar nada más, tenía las dos declaraciones. Tendría que hablar con Lucio.
-De acuerdo, Srta. Alabi, se abrirá una investigación. Aunque parezca obvio, os aconsejo no abandonar la isla- Se incorporó y caminó hacia la puerta, abriendola educadamente y señalandole la misma para que pudiera salir. Una vez lo hizo se asomó -Sr. Knox, por favor- Indicó con la mano para que pasara y le hizo un gesto hacia la silla para que se sentara. A través del casco informó a los guardias para que mantuvieran la vigilancia.
Finalmente cerró la puerta y se dedicó a mirar al Sr Knox, ocupó un momento en colocar la bolsa de algodones en su lugar y cogió las toallitas para tirarlas en la papelera. Buscó un par más y se las dio a él para que se limpiara -Lamento la situación y tener que hacer estas preguntas, Sr. Knox. Primero que nada me gustaría saber su relación con Lila y que luego me cuente qué fue lo que ocurrió, que es lo que recuerda-
-Pero usted sabía quien era. La había llamado para que entrar a su consulta ¿No?- Inquirió frunciendo suavemente el ceño, no entendía. Esperó a que Leila explicara la situación y observó a los algodones -Entiendo- No quiso agregar nada más, tenía las dos declaraciones. Tendría que hablar con Lucio.
-De acuerdo, Srta. Alabi, se abrirá una investigación. Aunque parezca obvio, os aconsejo no abandonar la isla- Se incorporó y caminó hacia la puerta, abriendola educadamente y señalandole la misma para que pudiera salir. Una vez lo hizo se asomó -Sr. Knox, por favor- Indicó con la mano para que pasara y le hizo un gesto hacia la silla para que se sentara. A través del casco informó a los guardias para que mantuvieran la vigilancia.
Finalmente cerró la puerta y se dedicó a mirar al Sr Knox, ocupó un momento en colocar la bolsa de algodones en su lugar y cogió las toallitas para tirarlas en la papelera. Buscó un par más y se las dio a él para que se limpiara -Lamento la situación y tener que hacer estas preguntas, Sr. Knox. Primero que nada me gustaría saber su relación con Lila y que luego me cuente qué fue lo que ocurrió, que es lo que recuerda-
Me quedé esperando afuera todo el tiempo que fue necesario, a decir verdad, los minutos pasaban extremadamente despacio...parecia que el reloj se negaba a correr. Durante todo el rato dudé sobre si debía de avisar a alguien, a Kyllian, Mérida, Gen...pero no lo tenía claro. De hecho me costaba procesar los hechos con normalidad.
Por fin la puerta se abrió, y el guardia me dejó paso. Me levanté y miré a Leila, comprobando de un rapido vistazo cómo se encontraba. No sabía si el hecho de no verla llorando o gritando de dolor era bueno, o era malo. Significaba que estaba reprimiendo todas esas emociones? Yo no tenía hijos, no sabía qué se sentía al perder a uno tan pequeño... pero los más jovenes de la Brigada me hacían tener una pequeña idea de semejanza. Y cuando perdimos a Zack nos faltó Francia para verla arder.
Me di cuenta de que me habia quedado ido en mis pensamientos y cuando volví a mirar hacia afuera, ya me habia sentado a la mesa y tenia al guardia delante. Se disculpaba por algo. Gruñí algo quedo por lo bajo y me pasé una mano por la frente, tenía un dolor de cabeza importante.
- No...tranquilo. Esto es una puta pesadilla... Os han comunicado algo sobre Lila?
"mi relación con Lila?"
- Pues...escasa...no somos parientes si es lo que estás preguntando... Leila pertenece a la Brigada de las Mil Grullas, Brigada que yo dirijo, y su hija ha vivido con nosotros el tiempo que estuvimos en el Escocés Borracho, que era nuestro cuartel en tierra. Hasta que fue destruido y nos mudamos todos aquí por cosas que ya conoce todo el mundo. - cogí lo que me dio para limpiarme. Empecé a quitarme sangre de las manos, pero no salía facilmente...y eso empezó a frustrarme más y más. - Está bien, está bien.... Leila y yo quedamos en aquel sitio porque ambos queríamos hablar y teníamos cosas que decirnos.
"mierda, una de ellas era, precisamente, preguntarle por la cría y comprobar cómo estaba.... hablar de lo de Eamon y...."
- Ella me contó sobre el incidente que tuvo con unos compañeros vuestros en la consulta de Anteia. Sobre desarmarse, que no le hizo gracia porque a Anteia nadie le pidió que se desarmara y...estuvimos hablando de la situacion, le di mi punto de vista para que entrase en razón, le conté que Anteia era enfermera cuando...y que no tenía que preocuparse de nada porque es muy buena con los crios....es la mujer de mi primo, sabe? Y luego le pregunté algo. Creo que la sorprendí porque fue justo entonces cuando se le cayó Lila. Intenté agarrarla.... pero no pude. - negué con la cabeza. - No pude. - me arrepentía de demasiadas cosas en ese momento y me habia puesto a arañar de modo compulsivo la mesa con la uña de mi dedo pulgar, hasta que cerré los dedos en un puño y pegué un inesperado golpe contra le mesa, cabreado.
Por fin la puerta se abrió, y el guardia me dejó paso. Me levanté y miré a Leila, comprobando de un rapido vistazo cómo se encontraba. No sabía si el hecho de no verla llorando o gritando de dolor era bueno, o era malo. Significaba que estaba reprimiendo todas esas emociones? Yo no tenía hijos, no sabía qué se sentía al perder a uno tan pequeño... pero los más jovenes de la Brigada me hacían tener una pequeña idea de semejanza. Y cuando perdimos a Zack nos faltó Francia para verla arder.
Me di cuenta de que me habia quedado ido en mis pensamientos y cuando volví a mirar hacia afuera, ya me habia sentado a la mesa y tenia al guardia delante. Se disculpaba por algo. Gruñí algo quedo por lo bajo y me pasé una mano por la frente, tenía un dolor de cabeza importante.
- No...tranquilo. Esto es una puta pesadilla... Os han comunicado algo sobre Lila?
"mi relación con Lila?"
- Pues...escasa...no somos parientes si es lo que estás preguntando... Leila pertenece a la Brigada de las Mil Grullas, Brigada que yo dirijo, y su hija ha vivido con nosotros el tiempo que estuvimos en el Escocés Borracho, que era nuestro cuartel en tierra. Hasta que fue destruido y nos mudamos todos aquí por cosas que ya conoce todo el mundo. - cogí lo que me dio para limpiarme. Empecé a quitarme sangre de las manos, pero no salía facilmente...y eso empezó a frustrarme más y más. - Está bien, está bien.... Leila y yo quedamos en aquel sitio porque ambos queríamos hablar y teníamos cosas que decirnos.
"mierda, una de ellas era, precisamente, preguntarle por la cría y comprobar cómo estaba.... hablar de lo de Eamon y...."
- Ella me contó sobre el incidente que tuvo con unos compañeros vuestros en la consulta de Anteia. Sobre desarmarse, que no le hizo gracia porque a Anteia nadie le pidió que se desarmara y...estuvimos hablando de la situacion, le di mi punto de vista para que entrase en razón, le conté que Anteia era enfermera cuando...y que no tenía que preocuparse de nada porque es muy buena con los crios....es la mujer de mi primo, sabe? Y luego le pregunté algo. Creo que la sorprendí porque fue justo entonces cuando se le cayó Lila. Intenté agarrarla.... pero no pude. - negué con la cabeza. - No pude. - me arrepentía de demasiadas cosas en ese momento y me habia puesto a arañar de modo compulsivo la mesa con la uña de mi dedo pulgar, hasta que cerré los dedos en un puño y pegué un inesperado golpe contra le mesa, cabreado.
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