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Recuerdo del primer mensaje :
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Escucho atentamente las palabras de la elfa, miro el cooperinte pero hay cosas que no entiendo y no hay nada que pueda hacer. Si un monstruo de metal entra y ataca, yo no tengo forma de defenderme. Me siento desamparada y a merced de las circunstancias. No hay ningún otro sitio al que pueda acudir ni nadie más que sea de mi confianza... de pronto, cuando se me ocurre una idea, extiendo la mano para intentar agarrar y apretar el brazo de la sanadora. -Busca seres que estén interesados en ser más fuertes.- Del resto me encargaré yo. Con esa orden alejo mi mano de ella y miro las vistas de la tarde mientras en mi cabeza planeo mis próximos movimientos.
Sé que existe la posibilidad de morir en el parto, por esa razón necesito quienes me protejan y cuiden y eduquen a los cachorros como yo lo haría. Si sigo viva después del parto, los voy a necesitar igual porque no daríamos a basto Altaïr y yo solos. No hay tiempo para que los futuros miembros del clan se unan al equipo de sanadores del hospital y ellos mismos realicen la operación, pero tengo un plan B. El caso de Phann es bastante especial, ella ya era miembro del personal médico antes de convertirse en miembro omega del clan. Confío en ella pero no sé qué hay en el quirófano, qué pociones meterán en mi cuerpo y, aún peor, estaré más incapacitada de lo que ya estoy cuando tenga adormecidas las piernas. “No más matalobos.” Sentencio mandando el mensaje a la mente de la elfa.
Sé que existe la posibilidad de morir en el parto, por esa razón necesito quienes me protejan y cuiden y eduquen a los cachorros como yo lo haría. Si sigo viva después del parto, los voy a necesitar igual porque no daríamos a basto Altaïr y yo solos. No hay tiempo para que los futuros miembros del clan se unan al equipo de sanadores del hospital y ellos mismos realicen la operación, pero tengo un plan B. El caso de Phann es bastante especial, ella ya era miembro del personal médico antes de convertirse en miembro omega del clan. Confío en ella pero no sé qué hay en el quirófano, qué pociones meterán en mi cuerpo y, aún peor, estaré más incapacitada de lo que ya estoy cuando tenga adormecidas las piernas. “No más matalobos.” Sentencio mandando el mensaje a la mente de la elfa.
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La joven mujer de cabello azul miró expectante a la alfa del clan de la Luna Roja al finalizar su explicación. Le extrañó un poco la reacción de Kiana, para ser un grupo que apoya el descontrol, la elfa percibió la intención de querer dominar la situación pero poco le importaban a Phann las contradicciones, ella buscaba la experiencia para declararse adulta cuando el momento llegue y así poder reclamar un nuevo nombre para sí. Se limitó a parpadear mientras tenía el brazo atrapado pero luego la situación se relajó un poco, comenzó a caminar para ir a cumplir lo que le había sido encomendado pero el mensaje en su mente detuvo sus pasos y se giró para mirar a la licántropa.
-No más.- Aseveró con determinación y se marchó. Resuelta a desentrañar los misterios de la vibrante energía del caos, se ausentó durante un tiempo en el que enfrentó varias adversidades para conseguir aliados, exóticos objetos y realizar ceremonias en misteriosos lugares que ayudarían a lograr un desenlace exitoso para la desafiante intervención. Una mañana volvió a la habitación privada de Kiana con alimentos hechos con ingredientes mágicos para potenciar la salud tanto de la madre como de los bebés que estaban por nacer y acompañada por un par de criaturas interesadas en ser más poderosas. Hizo las debidas presentaciones mientras el equipo médico que había mandado a hacer era elaborado con los raros materiales que había conseguido. A pesar de su juventud, la inmensa sabiduría y la legendaria belleza de la sanadora podían obrar auténticos milagros.
-No más.- Aseveró con determinación y se marchó. Resuelta a desentrañar los misterios de la vibrante energía del caos, se ausentó durante un tiempo en el que enfrentó varias adversidades para conseguir aliados, exóticos objetos y realizar ceremonias en misteriosos lugares que ayudarían a lograr un desenlace exitoso para la desafiante intervención. Una mañana volvió a la habitación privada de Kiana con alimentos hechos con ingredientes mágicos para potenciar la salud tanto de la madre como de los bebés que estaban por nacer y acompañada por un par de criaturas interesadas en ser más poderosas. Hizo las debidas presentaciones mientras el equipo médico que había mandado a hacer era elaborado con los raros materiales que había conseguido. A pesar de su juventud, la inmensa sabiduría y la legendaria belleza de la sanadora podían obrar auténticos milagros.
Tras la partida de la elfa, todo lo que puedo hacer es esperar. En mis sueños, escucho los susurros de la Luna de Sangre alentándome a desatar la furia que hierve en mi interior. Al despertar, afilo mis cuchillos con una piedra de color rojo mientras me imagino destruyendo, apuñalando, despellejando, decapitando... en fin, todas cosas mucho más entretenidas que estar encerrada en la jaula de cristal en la que me encuentro. Acomodo mis armas soltando improperios del idioma orco con rabia por tener que controlarme todo el rato para no llamar la atención de los exagerados que habitan la isla que se escandalizan ante la mínima estupidez.
Anhelo la ferocidad de las tierras salvajes, la ira de la naturaleza y la sangre en la que poder bañarme, llena de regocijo. Levanto la mirada ante el regreso de la sanadora, me fijo en el par de individuos que consiguió y hablo con ellos evaluando su lenguaje corporal. Busco descubrir sus temores y deseos más profundos para poder influenciarlos de forma limpia y certera. Luego de un rato de plática, están convencidos de unirse al clan y los entusiasma convertirse en licántropos para abrazar una naturaleza animal que crecerá en ellos, esa conexión con lo salvaje expandirá sus capacidades de formas increíbles. Puedo ser convincente cuando me conviene, es parte de ser líder entre los depredadores.
Anhelo la ferocidad de las tierras salvajes, la ira de la naturaleza y la sangre en la que poder bañarme, llena de regocijo. Levanto la mirada ante el regreso de la sanadora, me fijo en el par de individuos que consiguió y hablo con ellos evaluando su lenguaje corporal. Busco descubrir sus temores y deseos más profundos para poder influenciarlos de forma limpia y certera. Luego de un rato de plática, están convencidos de unirse al clan y los entusiasma convertirse en licántropos para abrazar una naturaleza animal que crecerá en ellos, esa conexión con lo salvaje expandirá sus capacidades de formas increíbles. Puedo ser convincente cuando me conviene, es parte de ser líder entre los depredadores.
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Phann ahogó un grito al ver que una piedra filosofal era usada para afilar cuchillos, se apresuró a dejar la bandeja con los alimentos especiales en una mesita auxiliar y avanzó para tomar la roca. -Ésto es una piedra mágica que puede salvarte de morir pero no funcionará si la rompes usándola de ése modo. ¿Cómo la conseguiste?- Le preguntó a la licántropa mirando absorta la roca para luego devolvérsela a la embarazada. Durante la conversación que Kiana mantuvo con aquel par, la joven elfa se dedicó a la comodidad de su paciente aliviándola, refrescándola, arreglando la cama, pasándole cremas y ayudándola a tratar con las personas que había encontrado. Procedió a hacer los controles y revisar a la morena, faltaba nada para el parto y había mucho para hacer. Lo primero que hizo fue darle de comer los alimentos especialmente preparados que estaban sazonados con el sonido de las pisadas de un gato, barba de mujer, raíces de montaña, tendones de oso, el aliento de pez y saliva de pájaro.
Luego le enseñó un rezo junto con su forma de cantar para que hiciera efecto y lo entonaron juntas mientras la sanadora frotaba plantas cuidadosamente seleccionadas por el cuerpo de la licántropa al tiempo que alzaban cada vez más la voz hasta gritar, sumidas en el misterioso encanto de aquella armonía. Por último, Phann tomó un telescopio, observó el cielo a través del vidrio de los grandes ventanales e hizo cálculos a partir de la disposición de los objetos celestes. La morena no lo sabía pero era un verdadero privilegio presenciar las maravillas de la medicina élfica. Cuando todo estuvo dicho y hecho, la peliazul se dispuso a marcharse pero antes le demostró a Kiana cómo usar un gran espejo mágico que había en la habitación para que pueda ver películas y series llenas de violencia, sangre y asesinos ya que eso parecía poner de buen humor a la licántropa. Debía entretenerse con algo hasta que llegara el momento del parto y arreglar sus armas no era una buena idea pero, cuando eso estuvo resuelto, la joven elfa se fue de la habitación privada y salió del hospital para un merecido descanso.
Luego le enseñó un rezo junto con su forma de cantar para que hiciera efecto y lo entonaron juntas mientras la sanadora frotaba plantas cuidadosamente seleccionadas por el cuerpo de la licántropa al tiempo que alzaban cada vez más la voz hasta gritar, sumidas en el misterioso encanto de aquella armonía. Por último, Phann tomó un telescopio, observó el cielo a través del vidrio de los grandes ventanales e hizo cálculos a partir de la disposición de los objetos celestes. La morena no lo sabía pero era un verdadero privilegio presenciar las maravillas de la medicina élfica. Cuando todo estuvo dicho y hecho, la peliazul se dispuso a marcharse pero antes le demostró a Kiana cómo usar un gran espejo mágico que había en la habitación para que pueda ver películas y series llenas de violencia, sangre y asesinos ya que eso parecía poner de buen humor a la licántropa. Debía entretenerse con algo hasta que llegara el momento del parto y arreglar sus armas no era una buena idea pero, cuando eso estuvo resuelto, la joven elfa se fue de la habitación privada y salió del hospital para un merecido descanso.
Zaphira Eire
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Por alguna razón no habían dejado pasar a Sean conmigo, antes podía moverse libremente por el hospital pero claro, ya no era uno del consejo y Lucio tampoco era director del hospital, todos los privilegios se habían acabado para él y seguro que no me hacía ni caso si le dijera que reclamara su puesto en el consejo. Ya empezaba a enfadarme nuevamente pero al menos el elfo venía detrás o eso creía yo porque el muy traidor se fue a la sala de personal a saber a qué.
Me llevaron a una habitación y tuve que cambiarme de ropa para ponerme esa estúpida bata de hospital indigna, alguien vino a verme para ver como iban las contracciones y tomarme datos como si no me conocieran de nada, protocolo, o eso esperaba. los minutos fueron pasando y nada parecía ir mal salvo el demonio que estaba demasiado callado. Las contracciones empezaron a ser más constantes a la hora, en intervalos de 20 minutos más o menos pero cuanto más tiempo pasaba se hacían más frecuentes. No fui consciente de cuanto pasó hasta que ya no podía tenerme en pie y me estaban hablando muchas personas, uno me metió la mano fría para ver no se qué, casi se lleva una patada, las enfermeras, goteros, gente que entraba y salía, después me dejaban sola y después no... me estaba agobiando mucho.
Llegado el momento me preguntaron por el padre -No está aquí, pero ha venido alguien a acompañarme, estará en la sala de espera- dije esperando que dejaran pasar a Sean pero no funcionó. me llevaron a la sala del parto cuando ya había dilatado suficiente y entonces empezó mi tortura, el dolor no se pasaba, solo me decían que empujara, estaba con el pelo pegado a la frente por el sudor y estaba agotada, menuda mierda eso de parir así, con lo fácil que era nacer de un huevo. La matrona dijo que ya casi estaba, que solo tenía que dar un último esfuerzo, pujé con todas mis fuerzas hasta que escuché un llanto, me dejé caer en la camilla mientras hacían lo que tuvieran que hacer y finalmente me lo enseñaron... una criaturita pequeña, de cabello oscuro y piel rosadita con una pequeña protuberancia en la espalda que intuía serían sus alas. -Felicidades es una niña- dijo aquella mujer mientras lo dejaba en mis brazos y yo no podía dejar de llorar.
par: niño
impar: niña
Me llevaron a una habitación y tuve que cambiarme de ropa para ponerme esa estúpida bata de hospital indigna, alguien vino a verme para ver como iban las contracciones y tomarme datos como si no me conocieran de nada, protocolo, o eso esperaba. los minutos fueron pasando y nada parecía ir mal salvo el demonio que estaba demasiado callado. Las contracciones empezaron a ser más constantes a la hora, en intervalos de 20 minutos más o menos pero cuanto más tiempo pasaba se hacían más frecuentes. No fui consciente de cuanto pasó hasta que ya no podía tenerme en pie y me estaban hablando muchas personas, uno me metió la mano fría para ver no se qué, casi se lleva una patada, las enfermeras, goteros, gente que entraba y salía, después me dejaban sola y después no... me estaba agobiando mucho.
Llegado el momento me preguntaron por el padre -No está aquí, pero ha venido alguien a acompañarme, estará en la sala de espera- dije esperando que dejaran pasar a Sean pero no funcionó. me llevaron a la sala del parto cuando ya había dilatado suficiente y entonces empezó mi tortura, el dolor no se pasaba, solo me decían que empujara, estaba con el pelo pegado a la frente por el sudor y estaba agotada, menuda mierda eso de parir así, con lo fácil que era nacer de un huevo. La matrona dijo que ya casi estaba, que solo tenía que dar un último esfuerzo, pujé con todas mis fuerzas hasta que escuché un llanto, me dejé caer en la camilla mientras hacían lo que tuvieran que hacer y finalmente me lo enseñaron... una criaturita pequeña, de cabello oscuro y piel rosadita con una pequeña protuberancia en la espalda que intuía serían sus alas. -Felicidades es una niña- dijo aquella mujer mientras lo dejaba en mis brazos y yo no podía dejar de llorar.
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El miembro 'Zaphira Eire' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Dado (10)' :
'Dado (10)' :
Después de haber dejado a Lyosha y a Matvey en la Torre, en Roma, volví al hospital mediante uno de aquellos portales. No quería dejar demasiado tiempo sola a Zaphira en aquel hospital, y menos en las circunstancias que tenían en Ouroboros. Habia pasado poco tiempo desde que diera a luz, y yo ya había llegado ...tarde, para el momento del nacimiento. Cuando habia llegado a la isla, Zaphira ya tenia a la pequeña en brazos.
A parte de las presentaciones, de poder sostenerla en brazos, y de ponernos al dia tanto Zaphira como yo, no habia dado tiempo a mucho mas. Ambas necesitaban descansar. Y hablar con Lyo me habia recordado algo importante: la pequeña aun no tenía nombre.
Entré a la habitación de Zaphira y la bebé, aquella quietud se hacia extraña y estaba seguro de que a ella tambien. Pero se recuperaría rapido, fisicamente hablando, y todo...se sentiría más normal.
- Zaphira...cómo te encuentras? Y ella? - me acerqué a su lado, mirando alrededor, como evaluando que aquello fuera seguro. Habia...no un aura, no era exactamente un aura, era mas difuso...pero...mi visión captaba algo raro en aquel hospital. - Tenemos que hablar sobre algo. Este sitio no es seguro para vosotras, supongo que ya lo habrás notado.
Mantuve una conversación con Zaphira sobre el estado de Ouroboros, la presencia de aquel arbol alli, lo peligroso que era para el bebé y ella...al final, acordamos que tras descansar alli un dia o dos, volvería a la Torre conmigo.
Cosa que cumplimos pocos días más tarde, dejando el hospital y Ouroboros con nuestra hija.
A parte de las presentaciones, de poder sostenerla en brazos, y de ponernos al dia tanto Zaphira como yo, no habia dado tiempo a mucho mas. Ambas necesitaban descansar. Y hablar con Lyo me habia recordado algo importante: la pequeña aun no tenía nombre.
Entré a la habitación de Zaphira y la bebé, aquella quietud se hacia extraña y estaba seguro de que a ella tambien. Pero se recuperaría rapido, fisicamente hablando, y todo...se sentiría más normal.
- Zaphira...cómo te encuentras? Y ella? - me acerqué a su lado, mirando alrededor, como evaluando que aquello fuera seguro. Habia...no un aura, no era exactamente un aura, era mas difuso...pero...mi visión captaba algo raro en aquel hospital. - Tenemos que hablar sobre algo. Este sitio no es seguro para vosotras, supongo que ya lo habrás notado.
Mantuve una conversación con Zaphira sobre el estado de Ouroboros, la presencia de aquel arbol alli, lo peligroso que era para el bebé y ella...al final, acordamos que tras descansar alli un dia o dos, volvería a la Torre conmigo.
Cosa que cumplimos pocos días más tarde, dejando el hospital y Ouroboros con nuestra hija.
Servicio médico escribió:Phann ahogó un grito al ver que una piedra filosofal era usada para afilar cuchillos, se apresuró a dejar la bandeja con los alimentos especiales en una mesita auxiliar y avanzó para tomar la roca. -Ésto es una piedra mágica que puede salvarte de morir pero no funcionará si la rompes usándola de ése modo. ¿Cómo la conseguiste?- Le preguntó a la licántropa mirando absorta la roca para luego devolvérsela a la embarazada. Durante la conversación que Kiana mantuvo con aquel par, la joven elfa se dedicó a la comodidad de su paciente aliviándola, refrescándola, arreglando la cama, pasándole cremas y ayudándola a tratar con las personas que había encontrado. Procedió a hacer los controles y revisar a la morena, faltaba nada para el parto y había mucho para hacer. Lo primero que hizo fue darle de comer los alimentos especialmente preparados que estaban sazonados con el sonido de las pisadas de un gato, barba de mujer, raíces de montaña, tendones de oso, el aliento de pez y saliva de pájaro.
Luego le enseñó un rezo junto con su forma de cantar para que hiciera efecto y lo entonaron juntas mientras la sanadora frotaba plantas cuidadosamente seleccionadas por el cuerpo de la licántropa al tiempo que alzaban cada vez más la voz hasta gritar, sumidas en el misterioso encanto de aquella armonía. Por último, Phann tomó un telescopio, observó el cielo a través del vidrio de los grandes ventanales e hizo cálculos a partir de la disposición de los objetos celestes. La morena no lo sabía pero era un verdadero privilegio presenciar las maravillas de la medicina élfica. Cuando todo estuvo dicho y hecho, la peliazul se dispuso a marcharse pero antes le demostró a Kiana cómo usar un gran espejo mágico que había en la habitación para que pueda ver películas y series llenas de violencia, sangre y asesinos ya que eso parecía poner de buen humor a la licántropa. Debía entretenerse con algo hasta que llegara el momento del parto y arreglar sus armas no era una buena idea pero, cuando eso estuvo resuelto, la joven elfa se fue de la habitación privada y salió del hospital para un merecido descanso.
Cuando me veo despojada de la piedra roja, la promesa de infligir inmenso dolor ilumina mis ojos con un brillo peligroso y clavo la mirada del color de la obsidiana en la elfa. Ladeo la cabeza en un gesto pensativo manteniendo la feroz expresión mientras me regaña y frunzo la nariz molesta al saber de la mágica naturaleza de la roca aunque parece ser útil. Me limito a alzar los hombros como toda respuesta a la pregunta sobre la forma en que la obtuve mientras permanezco con los ojos fijos en la peliazul estudiándola, midiéndola con la mirada, pero eventualmente me relajo porque todo queda ahí y recupero la piedra. -Dime qué es lo que tengo arriba de la lengua.- El conocimiento de la sanadora parece ser infinito así que exijo respuestas abriendo la boca y dejando a la vista una brillante piedra verde incrustada en mi paladar. Una vez convencidos los futuros miembros de la manada, les ordeno que vayan a conocer al resto del clan, me despido de ellos antes de verlos salir y me resigno a los cuidados de la elfa.
Rechazo saber cualquier información que quiera darme como el sexo, fotos inútiles o cosas por el estilo, eso es un ridículo circo, como un parto antes del parto, desayuno aquellos extraños alimentos, pasamos el resto del día aullando el místico cántico al tiempo que me unta el cuerpo en hiervas especiales y la contemplo mientras ella observa el cielo. Luego de estar un rato con el estupidizador mágico, me duermo en la soledad de mi habitación y sueño con cinco grandes figuras que apenas se distinguen en medio de la oscuridad de una tormenta de nieve. Tiempo después vuelvo del mundo de los sueños para convocar a todo el clan con el objetivo de organizarnos para el gran momento, cuando todos están reunidos en mi habitación empiezo recordándoles los valores de la manada basados en el descontrol de la licantropía y aprender a través del dolor que instruye para superar la debilidad de los nacimientos ciegos y desamparados, alcanzando la comprensión terrorífica y definitiva. Dejo en evidencia que el proceso puede llevar a la muerte, pero explico que matar es lo que distingue y hace poderosa a la Luna Roja así que los animo a ser despiadados, a romper los límites de la crueldad para traer poder al mundo mientras me siento una diosa licántropa expandiendo mi poder hasta convertir a cada ser en lo que yo deseo.
En cuanto tengo la absoluta certeza que en sus mentes está marcado a fuego que esa es la forma en la que hay que criar a los cachorros que nacerán, por si no sobrevivo al alumbramiento, le asigno a cada uno las tareas que deben cumplir durante el parto y mi estancia en terapia intensiva, en el caso que yo siga viva. -Todos participarán del parto, necesito su fuerza para dar a luz así que también serán sus hijos. Actuaremos como un equipo ¿está claro?- Soy consciente de lo difícil que puede ser trabajar en grupo, yo misma descuarticé a algunos miembros de mi propia manada y fui castigada por eso, son cosas que pueden pasar pero esperaba que los allí presentes sean lo suficientemente habilidosos e inteligentes como para no matarse entre ellos. La logística y los simulacros requieren tiempo y más reuniones pero la manada demuestra ser competente.
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Apretó los labios con gesto incómodo ante la cruel mirada de la alfa y procedió a revisar la boca de la licántropa temiendo estar metiéndose literalmente en la boca del lobo pero contuvo el aliento al encontrar una piedra preciosa fundida en el paladar de Kiana y no era cualquier gema, era la esmeralda que, según la leyenda le confería inmortalidad a aquel que se unía con ella; la Esmeralda de Berem The Everman. Necesitó un momento para poder procesar la información porque no era solo eso, también tenía una Piedra Filosofal en su poder. -Tengo una teoría pero buscaré más información para mayor seguridad.- En ese momento le habría servido mucho tener a un Descendiente De Molay que responda sus preguntas. Tras descansar se dedicó a estudiar todos los datos que pudo encontrar sobre las piedras mágicas, las implicancias de mezclar sus energías y las opciones que les brindaban.
Acudió cuando el clan fue convocado, renovó el compromiso que había hecho para con la manada, fijó en su memoria el modo de vida del clan de la Luna Roja y ayudó a armar los planes para el parto al igual que sus compañeros. Expuso las alternativas que habían; la posibilidad de la muerte de la madre y los bebés era muy real, la prioridad ante todo era salvar a la adulta pero la Piedra Filosofal les daba la opción de mantener con vida a uno de los niños, de esa forma al menos no morirían todos. Tal vez podrían sobrevivir de forma natural, pero estaba bien tener un plan de respaldo. -Es el momento de prepararte para el quirófano.- Le dijo a Kiana luego de los simulacros, mientras miraba el cielo con el telescopio, los astros eran los que dictaban los tiempos. -Está todo listo.- Pronunció girándose para mirarla con la complicidad de un secreto bien guardado. Masajearon metódicamente y a conciencia el cuerpo de la licántropa, después la bañaron con agua calentada con fuego de la llama eterna, la vistieron con una bata mágica y la trasladaron al quirófano en una camilla marcada con códigos arcanos y hecha con los raros materiales que la elfa había conseguido.
La sala estaba ocupada por bisturíes y más equipo médico lleno de misteriosos dibujos, elaborados especialmente para la ocasión al igual que la camilla, además de varias plantas cuyas hechizantes esencias ayudarían con el parto. Con ese mismo objetivo se realizó un ritual en el que se aplicó humo de incienso a la estancia, se bañó a la paciente con luz encantada y que finalizó al colocar un talismán en la mano de Kiana, la Piedra Filosofal en el pecho y un grillo de la suerte en la frente. Las pociones estaban listas para ser administradas, el libro de conjuros estaba abierto en la página adecuada, el pergamino con los hechizos estaba en el lugar perfecto como para que la peliazul lo tenga a la vista sin estorbar durante el procedimiento y los cooperintes estaban preparados para recibir a los recién nacidos. La operación quirúrgica inició en el preciso instante en el que Phann dio la señal con la que indicaba que los astros se habían alineado, el armonioso sonido de los cinco cristales mágicos que se habían dispuesto alrededor de la camilla fue el pistoletazo de salida y se actuó lo mejor que se pudo.
Asiento con un movimiento seco de la cabeza cuando la elfa indica que necesita buscar más información y lo mismo hago cuando proclama que es la hora del parto mientras internamente pido que mis cachorros lo logren de forma natural, que peleen por su vida como los guerreros que están destinados a ser. Tengo que volver a resignarme a las atenciones de los sanadores, una de las pocas cosas que los mantiene con vida es que sé que todo esto va a terminar pronto y voy a poder correr libre en la naturaleza de nuevo. Imaginarme la sensación de estar en las tierras salvajes es lo que me da fuerzas para seguir adelante, para aguantar un poco más.
Parece como si tuviera un pie en el mundo de los sueños y el otro en la vida real porque no me doy mucha cuenta si es producto de mis fantasías la vista de los bebés saliendo de mí, pero es de verdad, lo que ocurre es que las pociones me tienen somnolienta. Todo ocurre en una mezcla de colores y de sonidos difusos, sin embargo hay algo que percibo claramente; el melodioso aullido que mi manada lanza al unísono para que haga eco por el mundo entero. Yo intento unirme pero lo que consigo hacer es un sonido ronco en lo profundo de mi garganta. Finalizado el alumbramiento, se saca del lugar la mayoría de lo que habían llevado, se higieniza profundamente todo, el equipo médico marcado con extraños códigos se deja a disposición del hospital y, salvo por eso, la sala queda como si nada hubiera pasado.
Cuando despierto me informo de lo ocurrido, me alivia saber que varios de los cachorros consiguieron sobrevivir y me dejan verlos. Les doy un rápido vistazo a los que se encuentran en buen estado pero los que están delicados capturan mi atención porque uno tiene un solo ojo, otro tiene cuatro piernas, otro tiene dos bocas, una en el lugar habitual y la otra en la nuca, otro tiene dos caras, una en el lugar habitual y la otra en el torso, y por último, mi favorito, el de tres cabezas. Paso un tiempo recuperando la elasticidad y la fuerza de mi cuerpo, Phann me enseña una gran variedad de cosas durante ese período en el que todos mis bebés consiguieron estabilizarse también y finalmente nos marchamos del hospital con mis niños envueltos en las pieles de las criaturas catalogadas como las más letales cazadoras que los imbuían de poder salvaje, una energía fundamental e indómita. Fuimos directo al festejo con la manada por el exitoso nacimiento.
Estabilidad del bebé por cada bebé nacido:
0/3 muerto (6)
4/7 delicado (5)
8/10 en buen estado (2)
Salud de Kiana: 20/50 (40%)
Parece como si tuviera un pie en el mundo de los sueños y el otro en la vida real porque no me doy mucha cuenta si es producto de mis fantasías la vista de los bebés saliendo de mí, pero es de verdad, lo que ocurre es que las pociones me tienen somnolienta. Todo ocurre en una mezcla de colores y de sonidos difusos, sin embargo hay algo que percibo claramente; el melodioso aullido que mi manada lanza al unísono para que haga eco por el mundo entero. Yo intento unirme pero lo que consigo hacer es un sonido ronco en lo profundo de mi garganta. Finalizado el alumbramiento, se saca del lugar la mayoría de lo que habían llevado, se higieniza profundamente todo, el equipo médico marcado con extraños códigos se deja a disposición del hospital y, salvo por eso, la sala queda como si nada hubiera pasado.
Cuando despierto me informo de lo ocurrido, me alivia saber que varios de los cachorros consiguieron sobrevivir y me dejan verlos. Les doy un rápido vistazo a los que se encuentran en buen estado pero los que están delicados capturan mi atención porque uno tiene un solo ojo, otro tiene cuatro piernas, otro tiene dos bocas, una en el lugar habitual y la otra en la nuca, otro tiene dos caras, una en el lugar habitual y la otra en el torso, y por último, mi favorito, el de tres cabezas. Paso un tiempo recuperando la elasticidad y la fuerza de mi cuerpo, Phann me enseña una gran variedad de cosas durante ese período en el que todos mis bebés consiguieron estabilizarse también y finalmente nos marchamos del hospital con mis niños envueltos en las pieles de las criaturas catalogadas como las más letales cazadoras que los imbuían de poder salvaje, una energía fundamental e indómita. Fuimos directo al festejo con la manada por el exitoso nacimiento.
Estabilidad del bebé por cada bebé nacido:
0/3 muerto (6)
4/7 delicado (5)
8/10 en buen estado (2)
Salud de Kiana: 20/50 (40%)
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El miembro 'Kiana Wolfrun' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Dado (10)' :
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#2 'Dado (50)' : 20
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#2 'Dado (50)' : 20
Zaphira Eire
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- El señor padre:
- Khaled Svensson escribió:Después de haber dejado a Lyosha y a Matvey en la Torre, en Roma, volví al hospital mediante uno de aquellos portales. No quería dejar demasiado tiempo sola a Zaphira en aquel hospital, y menos en las circunstancias que tenían en Ouroboros. Habia pasado poco tiempo desde que diera a luz, y yo ya había llegado ...tarde, para el momento del nacimiento. Cuando habia llegado a la isla, Zaphira ya tenia a la pequeña en brazos.
A parte de las presentaciones, de poder sostenerla en brazos, y de ponernos al dia tanto Zaphira como yo, no habia dado tiempo a mucho mas. Ambas necesitaban descansar. Y hablar con Lyo me habia recordado algo importante: la pequeña aun no tenía nombre.
Entré a la habitación de Zaphira y la bebé, aquella quietud se hacia extraña y estaba seguro de que a ella tambien. Pero se recuperaría rapido, fisicamente hablando, y todo...se sentiría más normal.
- Zaphira...cómo te encuentras? Y ella? - me acerqué a su lado, mirando alrededor, como evaluando que aquello fuera seguro. Habia...no un aura, no era exactamente un aura, era mas difuso...pero...mi visión captaba algo raro en aquel hospital. - Tenemos que hablar sobre algo. Este sitio no es seguro para vosotras, supongo que ya lo habrás notado.
Mantuve una conversación con Zaphira sobre el estado de Ouroboros, la presencia de aquel arbol alli, lo peligroso que era para el bebé y ella...al final, acordamos que tras descansar alli un dia o dos, volvería a la Torre conmigo.
Cosa que cumplimos pocos días más tarde, dejando el hospital y Ouroboros con nuestra hija.
Después del parto Sean había estado conmigo, el personal iba y venía para saber como se encontraba el bebé, a mi también me echaban un vistazo de vez en cuando pero estaba bien, aún así no estaba tranquila en aquel lugar, no como antes, no me sentía en casa y cada vez que levantaba la vista hacia las paredes enraizadas solo podía arrugar la cara en una clara muestra de enfado e inconformidad -Sean, levanta una barrera para la habitación, por favor... solo por si acaso- el chico lo hizo de buena gana pero no parecía saber porqué.
Pregunté cada vez que venía alguien si nos podíamos marchar, la respuesta siempre era negativa, no me habría importado marcharme pero ahora no dependía solo de mi sino de la pequeña.. aunque yo la veía bastante bien. Era muy pequeña, pero se le notaba el poco pelo de color blanco, como el mío, pero esperaba que sus ojos fueran verdes como los de su padre, quien por fin apareció a través de uno de sus portales.
No me sorprendió el verlo aparecer, de hecho lo saludé como si nada mientras amamantaba a la pequeña. hablamos un poco y le dejé que la sostuviera en brazos -Aún no tiene nombre, te estaba esperando para eso- dije mientras salía de la cama y me estiraba un poco, estaba harta del hospital y muy mosqueada por lo que fuera que me decía mi instinto -Estoy bien, solo quiero salir de aquí, este sitio me pone los pelos de punta, le pedí a Sean que levantara una barrera pero no me siento cómoda- dije contestando a sus dos preguntas, asentía a todo lo que me dijo y tras avisar a Sean, nos fuimos a la torre.
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