Despacho del Capitán Tuerto Draven

Las remodelaciones estaban surtiendo efecto y nuestra base era cada vez más capaz por momentos. El golpe que les asestamos en Stirling fue suficiente para dispersar su fuerza principal, sin mencionar el torneo de Ouroboros que fue el centro de atención durante bastante tiempo. Era cierto que nos habían atacado, pero parecía que lo único que les interesaba era recuperar a los presos, dado que una vez que los recuperaron cesaron el ataque.
"Hemos tenido tiempo para hacernos fuertes, pero me temo que ellos seguramente también. Y además, esto..."
Frente a mí tengo los tres periódicos publicados por Ab Aeterno, el periódico de Ouroboros. Los había leído y analizado una y otra vez, y no me gustaba nada lo que ponía en ellos. No podía parar de pensar de que podría ser una nueva amenaza la cual desconocíamos totalmente hasta ahora.
"Esto se pone cada vez más complicado".
Entretanto, observo como me llega al portátil un mensaje de Morgana enviado desde la sala de estrategias. Lo abro y no puedo leerlo con cierta sorpresa al enterarme de esa noticia.
"Una mujer que manifiesta ser capaz de crear mejores robots que nuestros centinelas. Seguramente aún estén las grabaciones de los centinelas".
No tardo mucho en buscar en la base de datos de los centinelas de las puertas las grabaciones de ese día. Observo la grabación completa desde que aparece la que se hace llamar Sasha, hasta que la terminan por echar.
"Morgana... esa no es una chalada cualquiera. Si lo que dice es verdad, es una amenaza para todos nosotros si la dejamos trabajar para el enemigo. No nos conviene tener de enemiga a una persona que dice que nuestros centinelas son chatarras, en caso de que lo que diga sea verdad. Como mínimo, tendríamos que confinarla."
Guardo los tres periódicos en el primer cajón de mi escritorio, tenía algo ahora mismo que requería más mi atención. Le envío las grabaciones a uno de nuestros científicos para que analizaran lo que pudieran de la máquina llamada "Sayo", podría ser una máquina peligrosa y a lo mejor descubrían algo.
"Pero esa mujer no tiene por qué haber dicho toda la verdad. A lo mejor solamente es una espía y ese robot lo ha hecho alguien más a parte de ella. Necesitamos corroborar no solo si ella tiene las capacidades que dice tener, si no también si hay alguien más detrás de todo esto. Además, de si viene por lo que dice venir o si es una espía, ¿cómo podríamos averiguar todo eso?"
Luego de estar varios minutos meditando el plan a seguir, llego a la conclusión de que no podríamos contestar todas esas preguntas, al menos de una sola vez. Habría que ir contestándolas por partes. Vuelvo a mi portátil para ahora enviarle un mensaje al correo que nos había proporcionado Sasha.

Mensaje para Sasha:

"No tiene sentido mandarle a traer algo que consideremos útil, se lo podría hacer cualquier otra persona y lo que nos interesa es si realmente ella tiene la capacidad".
Luego de enviarle el mensaje, empiezo a escribir las ordenes de Morgana, que también se lo envío a los soldados que vigilan la entrada por si ella no podía hacerse cargo.

Mensaje para Morgana:

Caminó lentamente a través de un gran corredor, observando cada uno de los detalles de su alrededor, cada esquina, cada sombra que pudiera esconderse ante su vista hasta toparse con la puerta que buscaba.
La abrió silenciosamente sin tan siquiera llamar, penetrando cuan respiración en un aura calmada. Una vez allí permaneció largos minutos sin decir nada, simplemente examinando al joven que tenía delante de sí.
Nunca le agradaron los despachos y menos la quebrantosa paz que estos le otorgaba. Su despacho siempre fueron las calles.
Impasible, finalmente habló:
-Me ha llamado, Capitán Harby.

El tiempo pasaba y ninguna de las patrullas descubría dónde se escondían los magos restantes o la resistencia. Estaban todos bien escondidos y no parecía que tuvieran intención de salir.
"Necesitamos averiguar dónde se esconden cuanto antes. Cuanto más tiempo pase más fuertes se harán y más se organizaran para algún posible contra ataque."
Poseía informes de todas las patrullas de centinelas de Londres y alrededores, pero aún no habíamos conseguido ningún indicio de ninguno de sus escondites. Si ya se escondían antes, ahora incluso más después de haberlos asustado en el castillo de Stirling.
Dirijo mi mirada hacia la puerta al notar que alguien la estaba abriendo si hacer ningún sonido. Llevo instintivamente mi mano hacia la katana que tenía a un lado por si se trataba de un ataque furtivo, pero en seguida reconozco a la persona que estaba entrando.
—En efecto, te he hecho llamar. Resulta que estamos en una situación algo... estancada. Y por lo que he visto en tu expediente tienes preferencia por el trabajo de campo, así que es posible que hay algo que puedas hacer. ¿Podrías hablarme de tus virtudes y debilidades?
"Así podré ver si es adecuado para este trabajo".

Frunció débilmente el ceño, permaneciendo en el mismo lugar sin apartar la vista de la katana. El recelo y el instinto hacia un arma lo hizo apartarse y apoyar el hombro en una de las paredes cercanas a la entrada.
Tras unos segundos, suspiró y sin ser consciente de lo que hacía como si fuera un hecho común, sacó una de sus pistolas para pasar sobre ella cuidadosamente un pañuelo bordado.
-¿Nació aquí, Capitán Harby?

Me desconcierta un poco que Frederic saque sus pistolas de repente y se ponga a limpiarlas ahí mismo. Y por si fuera poco, ignora completamente lo que le he dicho y se pone a preguntarme mi lugar de nacimiento.
"El lugar de nacimiento de ninguno de nosotros es totalmente irrelevante".
—Está bien...
Suspiro y me relajo un poco en mi asiento, suponiendo que esto iba a dar para largo por su comportamiento. A mi no me gustaba nada perder el tiempo con cosas innecesarias, pero veía que eso iba a ser inevitable con él.
—Mi lugar de nacimiento es irrelevante, pero si tanta curiosidad tienes la respuesta es afirmativa, he nacido en Londres. ¿Podríamos proceder a lo que nos atañe o prefieres que te cuente mi vida?

Terminando de limpiar su pistola, saca la segunda para realizar lo mismo mientras percibe cierta impaciencia. Aun así prosigue sin prestar atención al último comentario.
-Entonces conocerá de los barrios pobres de Londres, nido de pícaros ¿los ha visto alguna vez? El nacer y criarse pobre hace al pilluelo, de la misma forma que la vocación lleva al deber. Esos malditos chiquillos son rápidos, observadores, desconfiados, se mueven entre las sombras y son los hijos de la guerra.
Guardó la pistola, alzó la fría mirada y caminó hacia Sideron Harby.
-Si yo fuera un espía o un asesino y le hubiera contestado que por favor me contará su historia ¿lo habría hecho? Me habría dado hilos hacia su debilidad, la bala que proyectara su fin, haga de ella armadura o cuide sus pasos. Ahora le preguntó ¿Quién soy?

Me llama bastante la atención las palabras que me dedica Frederic, no haciendo más que aumentando mi respeto hacia él cada vez más.
"Al parecer ya ha empezado a informarme de sus virtudes. Él es un superviviente. Si puede sobrevivir alguien de un grupo bajo ataque, ese será él. Lamentablemente, ese tipo de mentalidad tiene un inconveniente, no suele ser compatible con trabajo en equipo ni dirigir. Más bien sería asequible para trabajo individual o grupos muy reducidos. Pero esa capacidad de supervivencia y anticipación es especialmente valiosa contra entes tan impredecibles como los seres mágicos."
—Tu pensamiento individual funciona a la perfección si solamente puedes depender de tí mismo en un ambiente hostil, pero no es el caso. Tu y yo formamos de un colectivo que ha de actuar como un único ente, el ejército militar. La ley de conocerte a ti mismo, agudizar tus puntos fuertes y defender los débiles, también de aplica a este colectivo. Para tomar las mejores decisiones he de conocer como mínimo nuestras fuerzas y debilidades para actuar de acuerdo a ellas. Por ello, he de conocer tus características para inferir en qué tipo de misión puede sacarse mayor partido a tus habilidades. Después de todo, mi trabajo es usar las piezas disponibles de la forma adecuada para vencer al enemigo.
Abro un cajón de mi mesa y saco el expediente de Frederic en el que se detalla su historial de servicio al ejército. Acto seguido, lo pongo sobre la mesa enseñándoselo a él.
—El acceso a la información está muy limitado. Solamente yo tengo acceso legal a todos los datos de la base. ¿Sabes por qué? No hay nada más peligroso que la información propia en manos enemigas. Y contra los magos es todavía más peligroso, dado que no tenemos muy claro todas las capacidades que pueden tener, así que podrían simplemente coger al soldado mas cercano que tengan y leerle la mente, o controlarlo para acceder a los datos o quién sabe qué. Y dado que yo soy el que tiene menos contacto posible con los seres mágicos y soy el que tiene que planificar para hacer buen uso de nuestras fuerzas, tiene sentido que sea el único con acceso legal a los datos. Entonces te pregunto, ¿de verdad crees que es tan insensato revelarme tus facultades? Si lo magos consiguen acceder a los datos, estará en peligro cosas más importantes que solamente tú o yo que somos meros peones en este colectivo.

No pudo por menos que bajar la vista, se separó del Capitán lentamente mientras una extraña sonrisa se dibujaba entre sus mejillas, hecho insólito en él.
-Pero, Capitán, lo he dicho todo, le he dado la respuesta ¿acaso no me ha escuchado?
Suspiró volviendo sobre sus propios pasos, apoyando una mano sobre el pomo de la puerta.
-¿Quién soy? ¿Quién es el Capitan Frederic Javert? -volvió a sonreir, dándose la vuelta para mirar a su interlocutor- Un paria igual que esos sinvergüenzas nacidos en los surburvios de Londres, fui uno de los que llamaron pícaros, una sombra en las tinieblas.
Calló de nuevo durante largos minutos.
-Quiere encontrarlos, a esas monstruosidades a las que llamáis magos ¿no es cierto? Aún no se ha dado cuenta...

"¿Este sujeto ha pasado con éxito los tests psicológicos? Pasa de contradecirse a sí mismo en una misma frase o hablar de si mísmo como si de una tercera persona de tratase. A lo mejor ya es demasiado viejo para estas cosa y se ha acostumbrado demasiado a estar simplemente vigilando las calles. No puede hablarle así a las tropas en medio de una batalla, no hará más que generar confusión y traer el desastre. Parece que al final me he equivocado y no es adecuado para este trabajo, tendré que asignárselo a Morgana que al menos no generará desorden en las tropas."
Al parecer el sujeto tampoco estaba interesado en el trabajo, dado que se había dado la vuelta con intención de marcharse. También cree que soy un poco imbécil al pensar que no sabía que se refería a él con su historia de los barrios bajos, a pesar de que se refería a sí mismo en tercera persona. Estaba en su expediente su lugar de nacimiento y eso no me proporcionaba ninguna información. Es más, me parecía curioso que él creyera que con decirme solamente eso era suficiente como para asignarle un trabajo adecuado.
"De todas formas, no es la persona ideal para dirigir ningún pelotón sea grande o pequeño, mejor dejarlo que siga con su trabajo de siempre."
Escucho como antes de irse me habla como si tuviera la respuesta a todas las incógnitas y supiera dónde se encuentran todos y cada uno de los magos. Había actuado de esa forma arrogante desde que había entrado a mi despacho pero no me había demostrado nada. A mi parecer lo único adecuado para él era misiones solitarias como mucho.
—Gracias por su colaboración, pero por lo que he podido observar no posee las cualidades que buscaba. Puede volver a su puesto.

Inclina la cabeza sin reproche alguno, no obstante antes de marcharse, se asegura de terminar lo que deseaba decir.
-Tenía razón, Capitán Harby, es el único al que ningún mago tocará pues no sale de esta sala, por eso mismo nunca los encontrará.
Abrió la puerta silenciosamente, de la misma forma que lo había realizado minutos antes.
-Permítadme dos consejos; el primero: es cierto que seamos sólo dos peones en un inmenso juego pero la falta de uno deja un espacio libre para que su reina ataque a nuestro rey.
Se toma tranquilamente unos segundos, antes de salir para asegurarse que su chaleco se encuentra en la posición adecuada, incluso pasa la mano por este con el mayor de los sigilos.
-“El veneno es la reina" estaba escrito en un galeón griego...mi segundo consejo es el siguiente, puede permanecer sentado pero si quiere hacer algo de provecho, siga a las ratas (bueno mejor dicho) haga que sigan a las ratas son igual que los magos, lo que debería preguntarse, aunque seguramente no lo haga será ¿A dónde van las ratas?
Cerró la puerta tras esto entre susurros mientras pensaba “Estúpidos jóvenes, creen comerse el mundo pero tienen que traérselo servido en bandeja, los mismos capitanes, los mismos errores...No, no pienses en ello, Javert...al fin y al cabo, tu eres la ley y la ley es implacable"
-Antes morir que ver el mundo en manos de esos magos -susurró.

No me había gustado demasiado las palabras que me había dirigido Frederic antes de irse. No estaba allí sentado por gusto, había muchas cosas y papeleo de los que alguien debía de encargarse. Además, a mi me gustaba más encargarme de las cosas personalmente, pero había casos en los que no era posible.
"A lo mejor no es necesario que le encargue este trabajo a Morgana, podría encargarme yo mismo aprovechando que tenemos gran control de Londres. No pienso dejar que me tome la delantera."
Luego de rematar algunos papeleos, cojo mis armas y salgo de mi despacho.

Entró de una forma similar a la realizada la última vez hacia unos días antes y por muy corto que fuese el espacio de tiempo, el ambiente era muy distinto al caer en la manos del más profundo vacío.
Todo estaba exactamente igual, los mismos papeles, la misma luz amarillenta que apenas alumbraba mientras que poco a poco un rayo de luna moribunda se filtraba por las persianas que seguían intactas desde esa mañana.
Lo único que faltaba era él.
Recordaba los nombres de cada uno de los soldados que habían trabajado a su lado desde que era un simple recluta, la mayoría de ellos se perdieron en la incontable lista formada por asesinados, muertos en combate o por herida grave y los desaparecidos.
Daba igual el caso, siempre dejaba la misma sensación de vacío, de inexistencia. Repentinamente alguien conocido, aunque fuese alguno que habías saludado por primera vez o que ni siquiera te lo habías cruzado, se esfumaba como la arena mecida por el viento y al igual que cuando las olas desgarra la arena dejando un simple rastro de su paso, la gente otorga una última sombra que se cierne sobre los demás.
“¿Tan poca cosas somos que en tan sólo unas hora dejamos de existir sin que nadie se percate de ello?”
Se mantuvo impávido frente al asiento, incapaz de dar un paso más o retirarse, como si realmente se tratase de una tumba.
Llevaba la carpeta con los papeles, que le habían dado la noticia, entre las manos...pesaban tanto como un ataúd y no quería pensar que se tratase de culpa o remordimiento; simplemente porque no debía de hacerlo, nunca mirar atrás, nunca arrepentirse de nada pero ¿cómo no hacerlo y menos de aquello?
No sabía si le dolía más estar en ese estado o la misma pérdida, al menos trataba de que nadie de su alrededor lo percibiese.
Incapaz de no preguntarse que hubiera ocurrido si hubiese sentido algo de mayor empatia y lo hubiese acompañado.
No obstante, aquella noche había preferido mantenerse al margen por temor a herir más un orgullo que no conocía o, quizás, lo hubiese cegado una arrogancia o una locura propia de la juventud, no correspondiente a su edad.
Puede que las palabras con las que lo califican parte de los reclutas más jóvenes fuesen ciertas, que era un “loco", un “bipolar, un “poeta demente"; nunca las había escuchado pero ese día venían a el con mayor fuerza pues si fuese otra persona lo más probable es que al abrir la puerta de ese despacho no se hubiese encontrado las luces apagadas o las persianas levantadas a pesar de ser aún de noche.
Sin embargo ¿qué podía hacer? Era Javert y Javert había alejado a tantas personas de él que no le extrañaba que otra hiciese lo mismo.
-Déjame darte un último consejo...-dijo la palabra final entrecortada, incluso con cierto respeto-, lo habrías hecho bien
Dicho esto dejo caer encima de la mesa el informe titulado: Sideron Harby, desaparecido.

Había llegado al despacho para solucionar unos asuntos, ver cómo estaban sus efectivos y regresar a los Campos para ver a los nuevos inquilinos...las finas hojas pasaban por sus manos "No me gustan repasar informes y menos permanecer en estas cuatro paredes...prefiero las calles"
Una fina lámina deslizándose por la yema de sus dedos, un imperceptible sonido que se adormecía con la caída sobre el montón de pergaminos, unos muertos pasos de botas en la lejanía...el mismo silencio...el mismo lugar.

Bruder:

Un soldado interrumpió su lectura con una estrepitosa entrada "Vaya modales"
- ¿Qué ocurre? Después de tal falta espero que valga la pena lo que venga a decirme .
La palabra fue rápida, breve, punzante...tanto que elevo levemente el enfado de Javert "Qué rápido acuden a por su amiguito" lo que no se esperaba es que pudieran haber accedido al Palacio con tal facilidad.
"Vaya mierda de seguridad que tenemos y eso que ya he pedido que se mejore, encima palacio...como lo toquen un pelo, la  obra simbólica de la humanidad...lo que no me explico es cómo es posible que pretendan llegar a los Campos si ni siquiera yo conozco el camino...o alguien se ha pasado de la lengua o hay algo que se me escapa"
Cerro el libro con parsimonia, recogiendo a Silenciadora del lugar en el que estaba situada y colocándoselas en el hombro después de las dos pistolas...era evidente...esto acabaría en batalla.  
- Ailanthus está en los Campos, él los dirigirá desde allí pero necesitará ayudada por lo que manden un centinela a su posición, otro a palacio junto a una tropa...si es necesario también mandé aviones, estoy harto de esa escoria, menos mal que había cenado antes .
"Veamos...piensa, Frederic, es evidente que irán a los Campos y a Palacio para terminar con un monumento...pero ¿a qué zonas podrán llegar más? En serio me están tocando la moral ¿De dónde coño salen? Parecen cucarachas y eso que se supone que la ciudad está vigilidad...¿de difícil acceso? Mis coj..."
- Me quedaré de momento aquí y si no hay más ataques marcharé hacia los Campos y la cabo hacia Palacio...sino hay más ataques...de momento que se pongan estas ordenes en marcha ¡AHORA! .
Tras decir esto salió del despacho, perdiendo al soldado que llevaba su mandato...esto no le gustaba, esos asquerosos magos acabarían por mosquearle de verdad, no obstante...había algo que le provocaba cierta seguridad, sabía que tarde o temprano terminarían por caer en lo que había planeado y entonces se arrepentirían de todo el daño que habían provocado tantos años.
- Arrojaros a las tinieblas de dónde no deberías haber salido, estúpidos...en ocasiones es mejor pensar, esperar cuan lince sobre su presa y atacar en el momento justo...pero ya han demostrado que es algo que no saben hacer, demasiado impulsivos diría yo...y pronto sabréis del nombre de Javert, vosotros mismo firmareis vuestro destino con él .

Habia acabado acudiendo a aquella llamada del ministro. No demasiado convencido. Pero aquella vez, cuando volvi a aparecer por los alrededores, no salieron los centinelas a encañonarme, y no sonaron mil alarmas. Unos pocos soldados vinieron, no pareciendo hostiles. Un chequeo rapido, alguna mala mirada, otras de curiosidad.... y una llamada rapida con una confirmacion. Me pasaron los controles sin problema, flanqueado en todo momento por soldados armados.

Miré con curiosidad las instalaciones por las que me hacian pasar. Lo tenian todo muy bien montado... eso no quitaba que me sintiese tenso e incomodo. Era un ambiente un tanto extraño. No por la falta de magia, a eso estaba mas que acostumbrado. De hecho, mas acostumbrado a eso que a la magia en si. Si no por todo aquel royo militar que se gastaban. En ese tipo de esferas se habia movido mi padre. Parecian todos unos amargados.

No podia quitarme de las retinas lo que habia visto ahi abajo. Al elfo paseando tan campante por la base. Por nuestra base. Podia seguir llamándola nuestra? A nadie parecia importarle un carajo. Aunque podia comprenderlo, que iba a importarles? Un militar menos. Habria sido facil intentar achicharrarlo entonces.... no entendía por que no lo habia hecho. Miedo? Las palabras de la chica extraña aquella? Parecia que de algun modo habia sido capaz de ver a traves de mi. O eran imaginaciones mias.

El caso es que ahi estaba, totalmente a la deriva, cual testigo y ya está. No dejaba de visualizar al drow ardiendo, no queria perder esa imagen de mi mente. Los soldados me cortaron el paso, habiamos llegado al final de un pasillo y habia una puerta cerrada a cal y canto. Los escuché hablar por sus comunicadores, pero no los oi realmente, debian de estar llamando a alguien. Supuse que habiamos llegado al final del trayecto. Inconscientemente, busqué salidas. Ventanas, puertas abiertas, aberturas entre los soldados....Entorné la mirada fijandome en la puerta frente a nosotros, leyendo el pequeño letrero que identificaba aquel espacio. Me sorprendió estar alli.

Había esperado al joven Mike durante bastante rato mientras los soldados tomaban las medidas de seguridad pertinentes. Además dió tiempo a contactar con el científico que me recomendó Andreas para me trajese los gases tóxicos y dárselos a Mike, una vez comprobase la disposición del él a hacerlo.

Me avisaron rápidamente de que el individuo había llegado, había pasado los chequeos bajo la órdenes de los soldados y había sido llevado al despacho de su ''difunto'' padre. Tranquilamente recogí las llaves de ese despacho y me dirigí hacia allí a paso lento, abriéndome paso entre los soldados, vi al chico frente al que era del despacho de Javert.

- ¿Imaginas de quién era ese despacho? - dije en tono cordial, siempre fingido. Ahora tocaba comenzar una actuación de misericordia magistral para ganarme al chico. No me detuve en él, los soldados se apartaron como por acto reflejo de aquella puerta, y me dispuse a abrirla. Entré yo primero, y mantuve entonces el manillar cogido con la mano invitando a Mike a pasar, a él solo, sin ningún soldado más.

La voz conocida de aquel tipo suena a mis espaldas y me hace girar la cabeza con algo de brusquedad, pues estaba demasiado concentrado leyendo aquel letrero. Respondí a Mori bajando ligeramente mi barbilla.

-No hace falta ser un genio.

Abrio la puerta y entró al despacho, dejandola abierto para mi. Avancé distanciandome de los silenciosos soldados e ingresé a la sala. Habria querido disimular y no mirar una mierda, hacer como que pasaba de aquello, pero instintivamente mi vista recorrio el despacho. Un cuarto personal dice algo del alguien que lo ocupa. Pero en caso de Frederic, si de verdad estaba tal como lo habia dejado...no transmitia nada. Era sobrio, pulcro. Papeles aqui y alla, nada personal. No al menos que yo divisase a primera vista. Pero era algo de esperar, en realidad.

Los soldados no entraron, de hecho, ninguno de ellos. Todos se quedaron atrás. Yo me mantuve de pie, cerca de la puerta primero. Finalmente miré al tipo a la cara.
-Lo he visto, lo tenían con ellos. Y no metido en un calabozo...si no paseandose por los pasillos y entrando a la enfermeria a ver a su hermano, con total libertad. - me daba rabia, y mas rabia me daba no haberlo atacado en ese momento. -No fui capaz de hacerle nada. Demasiada gente...

Era obvio, por supuesto que el chico sabía donde estaba. Y me gustó aquel carácter, era evidente que no se había ablandado y que haría lo que fuese por vengar a su padre.

Una vez dentro le di unos momentos para que observase el sobrio despacho de su padre, hasta que me miró y él sólito fue soltando información. Me reservé una amplia sonrisa en mi cabeza, manteniéndome de pie frente a Mike.

- Bien, has hecho bien. Si le hubieras hecho algo no estarías aquí, tenlo por seguro. - creando odio hacia los renegados. - Michael, queremos a Ailanthus a toda costa - mentira, a medias, también queríamos a todo el Bastión Hollow. - La Alianza está dispuesta a ir a las puertas de los Renegados para ello, pero los necesitamos fuera de su Bastión. Como comprenderás nos puedes dar cierta ventaja en eso, si todo sale como esperamos... tendrás a tu disposición a ese asesino. Tienes mi palabra.

Robert se queda de pie al igual que yo, frente a mi. Resoplo y doy un paso atras ampliando la distancia entre nosotros. Espacio personal, joder, espacio personal. Me dice que he hecho bien lo cual me hace soltar una risa medio ironica y desesperada por lo bajo.

-No he hecho nada bien, no me jodas. Esto es un desastre de principio a fin.

Pero era cierto. Si hubiera intentado chuscarrar a Ailanthus en el momento en el que lo vi... el que estaria encerrado en un calabozo o en una sala sin ventanas sería yo. Poca gente me conocía en la base. Me llamó Michael y dijo que querian a Ailanthus a toda costa. Yo me moví de mi sitio y sin pedir permiso, me senté en la silla del otro lado de la mesa, la que supuse ocuparian los individuos que venian a hablar con Frederic. Miré al otro lado de dicha mesa, al sillon de estudio vacío. Empezó a hablar y entonces hice girar la silla (que era de estas giratorias chachis porque me ha apetecido asi) para mirar al ministro con unos ojos algo entornados y una mueca de cierta desconfianza.

-¿Si todo sale como esperáis? Que es lo que esperáis? Si solo queréis a Ailanthus....solo hay que lograr que se quede solo un instante. Me bastará eso.