Salón de Cónclave

Escucho la respuesta de Sarah, sin quitarle ojo de encima y sin parpadear mientras me da sus argumentos, pero permaneciendo serio o inexpresivo cual estatua. Admito su respuesta por valida y se lo hago saber con un imperceptible asentimiento de mi cabeza. Luego, me dedico a escuchar a todos los demas. Mi atencion vaga, aparece y desaparece, dandole vueltas a mil cosas. Algo oscuro dentro de mi me dice que no, que los Descendientes nunca vamos a poder ser amigos del resto de magos, ni si quiera de nuestros discipulos. Que nunca confiarán en nosotros, y que siempre nos mirarán con recelo.

Las palabras de Sean rebotan en el interior de mi cráneo, quitarles los motivos por los que luchar. Supervivencia, superioridad, hacer desaparecer un bando. Los humanos y los magos. Y sé que Eire tiene razón tambien, que esa guerra podemos conseguir adormecerla, puede pausarse, pero acabaria resurgiendo tarde o temprano. Ojalá mas tarde que temprano. Pero para que se unieran, que? Igualdad? No. Los Soul Reaper habian intentado aquello hace años. Habian fracasado. Quiza sus metodos no fueron los mejores, o sus ideas tampoco fueran buenas.

Sigo pensando, y en mi opinion tan sólo un enemigo lo suficientemente atroz y mortifero como para amenazar a magos y humanos por igual, una nueva y poderosa amenaza, solo eso podria hacer que magos y humanos olvidasen sus diferencias y se viesen como iguales por fin, para luchar por una supervivencia comun. Pero búscate una amenaza con semejantes caracteristicas...a mi se me ocurrian unas cuantas. Si nosotros, los 20, nos convirtiesemos de verdad en la amenaza que muchos magos imaginaban en nosotros, tanto para humanos como para mágicos... entonces si querian sobrevivirnos tendrian que unirse. Pero eso eran ideas descabelladas que sabia de sobra que ningun miembro del consejo aceptaria.

Para cuando dejo atrás todos esos pensamientos, Jean ha terminado de hablar, poniendo las cosas claras, por fin. Carraspeo levemente y me recoloco en mi asiento, en el cual me habia quedado un poco hundido. Escucho a Catherine que parece tener una idea. Seleccionar gente mediante pruebas ilusorias? Podria funcionar.

-Está  bien, hacedlo.- Oigo a Jack Newton resoplar a mi lado, bastante descontento. A regañadientes, veo que él alza su mano al compás de la mia. -Pero si traeis gente no los quiero cerca de mi laboratorio. No quiero nada que respire por ahí. -esto lo digo en un tono un tanto mas siniestro y amenazador. Pero es una cuestion de seguridad, por ellos. Y supongo que ninguno del resto del consejo querrá ver su espacio de trabajo amenazado. No quiero ni imaginarme a magos curiosos rondando por donde trabaja Tesla.

Está claro que permanezco en la sala desde el principio del cónclave ya que he sido mencionado. Un cónclave. Eso sale en los libros, pero no recuerdo bien si los he llegado a vivir, reuniones sin importancia, sí. Cónclave suena como a palabras mayores. ¿Y qué querrán hablar? No tengo ni idea. A mi lo que me molesta es que la pizza sigue esperándome después de haberla sacado del horno, no se quemará, pero se quedará fría y el queso ya no se hará hilillos. Pero bueno, la pizza fría está buena.
Por otro lado, para ese día había elegido un traje entallado de color negro azabache y camisa blanco perla, decorado con la esquina de un pañuelo en el bolsillo superior de la chaqueta. Y muchos, muchos muchos post-it en el resto de los bolsillos.

Presto atención a grandes rasgos lo que comentan, que es lo de siempre, lo que se habla en las noticias y en el profeta y en el quisquilloso... Por eso lo dejé de leer y me puse a leer Canción de Hielo y Fuego. Al menos allí mueren personajes, en esta cruel vida sólo mueren PNJs. Entretengo mis pensamientos un rato con la escabechina de la boda roja mientras presentan las primeras alegaciones. Y luego llegó lo de la visión de los robots y la resistencia y blablabla. Extiendo el brazo derecho para intentar tocar la cabeza de la persona que tengo delante en la visión, alguien intangible, claro. Y luego todo desaparece, pero se queda en mi mente un rato la imagen del robot. Nuevamente se inicia una discusión, la de siempre, meternos en el conflicto sí o no, proteger a los magos sí o no.... señalo a cada uno de los que hablan asintiendo para darles la razón, a todos y cada uno de ellos, tanto de una opinión como de la otra, a todo susurro 'sí, sí, sí, tiene razón. Claro claro, son malignos. Ay los pobres...'. La frase de Rasputín me da una idea, que ya había estado gestando lentamente en mi dispersa mente, pero que podría tener sentido. Susurro hablando conmigo mismo, empezando a sacar post-its

-Podríamos apagarlos. Los humanos usan energía eléctrica para casi todo en su vida. Apagar y encender. Encender y apagar. Quitarles la energía eléctrica. Se acabó. Fush, se fundió la luz, ya no se enciende la bombilla, ni el motor, ni el robot. No renovables, no carbón, no petróleo, no energía nuclear. La energía nuclear puede hacer Boom. Como los Souls. Ellos pueden, controlan electricidad, yo lo leí. Apagan y encienden. Encienden y apagan. La magia también se puede puede apagar. Canalizar energía mágica. ON y OFF. Y la vida, es energía. Se puede apagar.... sí, sí. Vivo, y ahora muerto. Energía para luchar contra la entropía. Es maligna. Mala, la entropía es mala.

Apunto varias cosas en mis notas mientras los demás siguen con su blablabla. Si participamos en la guerra nos ganaremos enemigos, si no, pues también. No hacer nada es lo mejor. Me señalo a mi mismo cuando me doy cuenta de que el que controla de cosas de energía soy yo, el menda leranda, bizqueando para intentar verme a mí mismo, cosa imposible porque solamente puedo verme la punta de la nariz.

-Guerra es mal. No gusta. Yo no participo. Pero y si sólo los elegidos pudiesen tener energía... Se la puedo dejar yooooooo. Apagarlos a todos, que luchen o convivan en las mismas condiciones... y que todos se den de tortas o que vivan en PAZ.
Digo la palabra PAZ con una vocecilla aguda, similar a la de un duendecillo travieso con una amplia sonrisa que muestra todos y cada uno de mis lustrosos dientes. Sin magia y sin energía con la que alimentar las máquinas nadie podrá tener armas para poder matarse por envidia o por miedo del poder del otro porque.... ¡nadie tendrá poder!

-A Tesla no le gustan las muchedumbres. Huelen mal. Y se comen sus pizzas. No, gente aquí no. Sólo los amigos de Tesla viven con Tesla

Ya me estaba cansando estar tanto tiempo estar discutiendo con ellos. Mientras los demás hablar, toco una y otra vez los surcos presentes en la tapa de cuero de mi libro. Esos surcos indicaban antigüedad, conocimiento que llevaba escrito muchos años esperando que alguien se alimentase de ellos. Solamente había leído el principio y fue suficiente para dejarme con las ganas de leer mar. Una reflexión sobre los hechizos de protección. Explicaba el punto de vista del autor la versatilidad de esta rama de la magia, su uso en situaciones diversas y como podía usarse para contener la propia magia fuera del cuerpo de una persona. Para ello usaba cualquier objeto para usarla como almacén: Anillos, collares, ropa, sus propios dientes... O incluso en el propio aire usando un campo más potente para contenerla. Todo eso ya sabía hacerlo, pero me gustaba leer la perspectiva y la forma de explicar de otro autor, a lo mejor podía aprender distintas formas de hacer lo mismo y está muy bien tener opciones.
Y mientras tanto, estaba sentado en aquella mesa discutiendo sobre qué hacer con los magos y los humanos. Permanezco en un estado de abstracción olvidándome de donde estoy y dejo de prestar atención a lo que dicen los demás. Era más interesante hacer una introspección en mi mente buscando entre mis conocimientos posibles relaciones en hechos que ya conocía para generar ideas nuevas y creativas. Lamentablemente, salgo de mis apacibles pensamientos en cuanto oigo a Helena nombrarme y formularme aquella pregunta.
—Convencerles de que la paz es posible... —Me tomo unos segundos de reflexión pensando en su pregunta e intentando volver al mundo real.— ¿Alguien ha intentado encerrar a los líderes de cada bando en una habitación, quitándoles cualquier posibilidad de matarse entre sí? Privando al humano de cualquier arma y quitándole temporalmente la magia al mago. Dejarlos, por ejemplo, un par de días ahí encerrados para que reflexionen. Si no se matan a mordiscos y puñetazos como meros animales, un poco de hablar les ayudara a cada uno comprender mejor al otro.
La verdad es que la idea que se me había ocurrido era pésima y no me la creía ni yo, pero solo había tenido unos segundos para pensar y el cónclave se estaba alargando tanto con tantas discusiones que ya había perdido todo mi interés. Lo único que quería era volver a mi laboratorio, sentarme en mi cómoda silla de cuero, encender mi buena amiga la lámpara de aceite y leer toda la noche el jugoso libro que tenía apoyado sobre mis piernas.
—Lamento anunciar que esta reunión se está alargando demasiado y tengo otros asuntos que atender— me levanto de mi asiento, recojo mi bastón y coloco el libro bajo mi brazo como si fuera mi más preciado tesoro.— Con vuestro permiso, me marcho.
Finalmente, hago una reverencia a los descendientes de la sala y me marcho por la puerta principal, directo a mi laboratorio para tener una relajante noche de lectura mágica.

Levanto la mano asintiendo hacia Cat y luego de recontar votos con la vista de los presentes aplaudo y me incorporo derecho.
-Bueno, con eso dicho, Cat se encargará de comenzar las preparaciones y nos mantendrá informados con cartas o señales de humo no?-
Me quedo parpadeando cuando Sean se retira y toda sensación de broma se retira de mi rostro al verlo actuar de esa manera. Carraspeo y me acerco más a Cat. De todas las cosas que tenemos que soportar los cónclaves son de las más pesadas, pero vine a cada tonta reunión cada vez que se convocó, y no puedo permitir que el fideo con patas, alias "Peter La Anguila", se retire como se le canta, solo porque tiene otro puto libro que leer.
-Pero que caraj... -

"Si se pudiera hacer eso, ya lo habría hecho yo hace años"
-Pronuncio mi voz. Como descendiente de la familia Molay inicio una votación para expulsar a Sean Eire del cónclave, se le quiten sus privilegios como parte que era, quitandole su biblioteca personal, y a mí parecer, expulsarlo de la isla-

"Aunque no creo que me apoyen en eso... es que nunca me cayo bien... "
-Es mi voto que estas sanciones se hagan efectivas de inmediato, tanto sobre él, como sobre cualquier otro descendiente de Merlín que se encuentre bajo nuestra protección. Mis razones, el cónclave no es un deber ni un derecho, es una obligación para mantenernos con vida y continuar nuestros legados. Se que he hablado demasiado y muy duro, pero todos tenemos cosas importantes que hacer... y me siento profundamente insultado por Sean Eire,  representante de la familia Eire-
Me giro dejando que mi cabello vuele por el aire y todos comprendan mi frustración. Pero al recordar todo lo que dice Tesla comienzo a reírme sin contenerme mucho
-Lo siento lo siento... es que me recuerda al cíclope de esa película... Percy Jackson... Te amo Tesla-
Le digo tirandole un besito en su dirección, y para terminar digo en voz solemne.
-Como Tesla dijo... Solo los amigos de Tesla viven con Tesla-

"Y además vamos a necesitar espacio para la nueva gente, Echenlo! Echenlo!"
Una vez todo termina, las palabras se acaban, me retiro mirando a Tesla recostado sobre la mesa.

Aunque los comentarios de Tesla siempre me resulten algo irritantes he de reconocer que lleva parte de razón, aunque no lo digo en voz alta. Las muchedumbres tampoco me gustan ni soy de socializar en exceso, en eso concuerdo con él. Su idea de quitar la ventaja a los humanos privándolos de tecnología no es del todo mala, algo que medito como una posibilidad.

- En parte Tesla lleva algo de razón. Quitar la monstruosa ventaja tecnológica y armamentística supondría un adelanto. Claro que...en ese caso tampoco podríamos dejar a los magos usar su supremacía con sus poderes. La balanza se desequilibraría, y todo dependerá del equilibrio de las relaciones.-

El comentario de Sean va en una línea similar, quitarles las armas. Pero no es tan sencillo, las mentalidades necesitan cambiar, de no ser así se matarían a la mínima que tuviesen oportunidad. Dice que hay que enseñarles a convivir, pero no propone nada más, en realidad divaga y no completa un claro plan de acción. Además se levanta y se marcha antes de que se sepa la decisión final. Frunzo el ceño disgustada por su actitud, sé que es joven y que puede aburrirle una reunión algo larga, pero de ahí a desatender sus obligaciones como miembro del Consejo no lo veo correcto. Y más cuando se supone que debe sentirse inclinado a ayudar a los demás y no sólo preocuparse de sí mismo.

"esta juventud...son egoístas en ocasiones. Ya madurará y se dará cuenta que no puede vivir de espaldas al mundo, básicamente porque forma parte de él."

Jean también entiende que es una falta de respeto para los que estamos presentes, mostrándose indignado y visceral al respecto. Por mi parte soy más calmada y no soy dada a tomar decisiones en caliente, prefiero meditarlo y ver si sigue con esa actitud en un futuro. Después de todo le doy cierta 'manga ancha' por el tema de su juventud e inexperiencia en este tipo de reuniones.

- Ya nos encargaremos de decirle en privado algo al respecto, pero tal y como ha dicho Catherine...en el cónclave el asunto prioritario a tratar es la acogida de magos amenazados por al guerra y la intervención en la misma. Por tanto damos por concluida la sesión con la aprobación de algunas medidas temporales. -

"enhorabuena, Le Fay, has salido airosa de tu primer cónclave"

Dedico este pensamiento a Catherine antes de que se retire, como si de una felicitación se tratase. También valoro el arrojo que ha tenido al enfrentarse a un grupo tan diverso como el nuestro para tratar de defender algo en lo que cree. Tras esto doy alguna instrucción más a los compañeros que quedan en la sala.

- A partir de ahora tenemos que encargarnos de entrenar a los vencedores del torneo que tenemos ya en la isla y también bajar ahí abajo para buscar a magos de interés, magos que quieran luchar y tengan potencial. Yo misma estaré visitando a gente la semana que viene. Hasta entonces, nos vemos por aquí.- Me despido de mis compañeros, saliendo de la sala de cónclaves para dirigirme a otras zonas de la isla, marchándome posteriormente, rumbo a tierra firme.

Escucho a Tesla, sin mirarlo. El hombre tiene sus momentos de lucidez, dentro de su propia locura. Es consciente de lo que habla. Si, por supuesto, podrían apagarlos, quitarles su energía. También a los magos bloquearles su magia. Entonces, no serían nada. No tendrían nada con lo que ni por lo que enfrentarse. Desprovistos de ello, serían iguales, totalmente, e indefensos ante cualquier otra amenaza... La guerra no es el único, ni en mi opnión el mayor, de nuestros problemas. Me encuentro agotado por las conversaciones, sin razón aparente.
-De momento...empecemos con lo que ha dicho Catherine. Medidas más drásticas habrán de ser vistas luego.
Entonces escucho la idea de Sean, se nota que el muchacho la ha pensado poco. Encerrar a los lideres de cada bando, sin magia ni armas, en una sala, hasta que se hicieran amigos. Se parece en superficie a lo que ha dicho Tesla, pero solo en superficie, porque la base es tan absurda que me entran ganas de reir. Por supuesto, no me río, pero oculto mi gesto tras mi mano, pasándomela por la boca como si fuese a acariciarme la barba.
-Dos cerebros que no quieren entenderse nunca se entenderán. Y no hay más ciego que aquel que no quiere ver.

Entonces, el joven Sean se levanta y se marcha del Cónclave antes de que se hubiese dado por zanjado. Alzo mi ceja, mostrando desaprobacion en este gesto. Entonces Jean se nos adelanta a todos mostrando su descontento. Es cierto, no ha estado bien. Pero no considero que ello merezca la expulsion del Consejo.
-De Molay, durante años, siempre han habido Descendientes en el Consejo que han dado problemas. La falta de Sean no concluye en expulsión....pero habrá que pensar en algo -atentar contra otro miembro del Consejo, usar sus poderes para hacer el mal a alguno de nosotros, aquello si acababa en expulsion, o incluso si habia sido una agresion muy grave.... -No todos los descendientes de Merlín arrojan siempre amor por la humanidad. Ni todos los descendientes de le Fay un desprecio por la misma - miro a Catherine, podía ver las tornas invertidas en ese dúo. -Cuanto más fuerte la luz, más oscura la sombra.

Catherine se desaparece tras decir que se pondra a trabajar en ello y que nos consultara cuando necesite ayuda. Entonces interviene Helena, el cónclave puede darse por más que terminado. Escucho sus palabras reflexionando sobre ellas. -Si...uno de los ganadores del torneo, Astaroth. Está en paradero desconocido. Pero temo que haya poco de persona en él ya. -sé que deberia buscarlo, y eso supondria salir de Ouroboros. Me pongo en pie, despidiendome del resto del Consejo silenciosamente, con un breve asentimiento de mi cabeza. Tras esto, salgo de la sala del Cónclave, y desaparezco tambien de alli, con rumbo similar al de Helena.

No sé muy bien cómo es recibida mi idea, aunque a agunos parece que les ha hecho gracia y otros se van. Bueno, yo la dejo ahí. Al finy al cabo soy en único que parece pensar. Les escucho alzando de forma alternante ambas cejas. No sé pero igual no han entendido que con Tesla sólo vive los amigos de Tesla. Yo también le mando un besito a Jean y le pongo morritos, y como soy muy simpático me despido de Sean con la manita cuando se va

-Los castigos hacen daño. ¡¡¡¡Tesla apoya el daño físico!!!!

Y luego me tiro sobre la mesa. Todos los demás empiezan a irse, me quedo yo sólo, con los post-it sobre la mesa, donde he desarrollado el origen de la vida sin querer. Pero en ese momento me doy cuenta de que se me quema las pizzas que tengo en el horno, al salir el último corriendo de la sala de cónclaves se vuelan los post-it haciendo imposible que nadie pueda volver a reconstruir tal puzzle.

Habían pasado dos dias más 20 horas después de que yo enviase a todos aquellos ghouls mensajeros para convocar a los 20.

Veinte...veinte...

Llegué allí cuatro horas antes de lo acordado, cuatro horas antes del comienzo, empujando las pesadas puertas y caminando a mi asiento. Uno sin nombre, pero si con un apellido labrado en el respaldo: Rasputín. Vestía ya mis habituales ropajes, pesados abrigos de pelo, oscuros, en cuyo interior tintineaba la magia de los componentes magicos que usaba para algunas invocaciones, y pesadas botas. Dejé el bastón apoyado en la mesa y me masajeé la sien, con la cabeza adolorida, en ausencia de ningun otro mago o bruja....

Despues de haberme despedido de Bellatrix en el hospital, había vuelto a mi sótano. Allí, las llamas azules del brasero, volvían a arder negras..... y eso que acababamos de enviar a un demonio de vuelta al inframundo. Aquella coloracion en el fuego magico me indicaba siempre elevada actividad demoníaca en las tierras de alrededor. Debía de ser intensa... pero no tan cercana. Había localizado el foco mediante un ritual, y había resultado que dicho foco venía de Irlanda. Seguramente, de la Torre...de donde si no, con tal magnitud? Quizá pronto volviesemos a tener problemas...no deseaba tener que volver por alli pero probablemente no me quedase mas remedio...

Y además, ningún ghoul mensajero habia vuelto a verme (lo cual era lo normal, terminaban de entregar su mensaje y volvían a su plano) salvo uno. Uno se había presentado ante mi sin más, me habia mirado en silencio por minutos ( y yo a él) y luego había sonreido del modo más sadico, inhumano y siniestro que podría haber hecho. Y tras eso, se habia desvanecido, sin decirme nada mas, sin responder a ninguna pregunta.

Me quedé con la mirada clavada en algun punto fijo del infinito, pensando y casi olvidandome de parpadear. Esperaría alli las horas restantes a que se iniciase el cónclave.

Muchas semanas habían transcurrido desde la última vez que me había reportado, incluso más desde que alguien habló conmigo por última vez. Mi vida se encontraba en medio de una carrera, y aparentemente estaba de último. Odio esa sensación... Estoy acostumbrado a llevarle la delantera a la gente, siempre saber algo que los demás no, siempre tener algo que nos puede salvar.

Desde la llegada de nuevos poderes y personajes, solía encontrarme a mi mismo vagando con mi mente por rincones sin fin. Buscando en las sombras los ojos de la bestia que respiraba sobre.mi nuca. ¿ Qué más podía hacer? Si.no sabes contra que peleas es lo mismo que darle la espalda y esperar que solo fuera tu imaginación. Pero a pesar de tener una prodigiosa imaginación, si se me permite decirlo, jamás podría inventarme las cosas que sucedían.
Llevo semanas, sino meses buscando los ojos de la bestia, y aún sigo encontrándome enfrentando el manto negro de la ignorancia. ¿ Porque estoy aquí...? Debo comenzar a desenredar y la única punta que conozco que aún está lo suficientemente fuera del ovillo es Cat.

Y junto a ella, siempre junto a ella... El húmedo aliento de la bestia, la primera señal del final del cónclave.

-Buenas... Espero que valga la pena, estaba en Tokyo disfrutando de una placentera noche cuando llegó tu bicho.-
Le enseño mi cuello lleno de marcas de amor.
-Y no te das una idea de cuánto se espantan allí con lo sobrenatural... Osea, es la gente que le reza a Godzilla ¿sabes?

Una bella canción entonada por quizás la voz más preciosa que alguien, perfectamente calificado como dichoso, pudiera haber escuchado, era lo que esta vez el Inframundo me tenía deparado. Sí, el Infierno siempre tenía algo nuevo que ofrecer a los nuevos, y viejos visitantes, y no necesariamente desagradable…no al menos en un principio. Era curioso…llegando al punto de ser gracioso el cómo todos relacionan en Inframundo con lo desagradable. En parte así era, era un lugar repleto de horrores y torturas grotescas. Unas así lo eran, pero otras…en la justa medida, podrían llegar a ser preciosas, de nuevo, en la justa medida. El Infierno era capaz de convertir algo hermoso en una de las peores torturas, como por ejemplo, aquella voz que escuché, tan hermosa y atrayente en un principio, la cual resultó ser producida por una especie de mujer, parecida a la descripción de una banshee, con cabellos blancos y piel oscura, completamente desfigurada por la ausencia de carne en su cuerpo. Sólo tenía piel y huesos. Era una trampa evidente, como si de una sirena se tratara, y yo de un barco a la deriva. Aquella voz…era tan perfecta, parecía ser entonada por el más habilidoso de los ángeles…en el Infierno. Quizás, y sólo quizás si hubiera venido varios años antes, este hubiera sido mi último viaje al Inframundo, ya que perfectamente podría haber perecido en aquel cántico, puesto que la mujer…sólo era una extremidad de un ser más grande…inmenso que se ocultaba en aquel lago…congelado. En el Cocito.

Aquel viaje que realicé al Inframundo, casi inmediatamente después de despedirme de Matvey me llevó varias horas, que aquí pasaron como dos días. Al percatarme de aquel desafortunado descuido, regresé al mundo terrenal, sólo para descansar unas horas antes del Cónclave…y ser despertada por los ghouls que me confirmaron la sabida fecha, y desconocida hora – “creo que ya he sido despertada por todos los seres inmundos imaginables”… – pensé mientras me arreglaba adecuadamente para la reunión. No me llevó tanto arreglarme en sí…algo diferente es aparentar no parecer enferma, o en mi caso, cansada por aquel viaje – lo has fingido antes, Bellatrix, no es algo nuevo para ti – me dije a mí misma en el espejo de mi habitación, momentos antes de salir de mi habitación, rumbo al salón de cónclave, a cuya sala entré sin ningún titubeo.

– Hola… – dije en un tono neutral, pero cortés, mirando tanto a Jean como a Matvey. A este último le miré más detenidamente, como si quisiera decirle con los ojos lo que pensaba… – “Helena no está en el Inframundo”… – esperanzas a la par…de desesperanzas. Sólo quedaba esperar a que viniera al cónclave.

Después de haber subido a la isla gracias a Snagov y un dragón, Catherine había finalmente abierto la puerta del departamento que constaba como suyo y había pasado demasiado tiempo sentada en sobre el plástico que recubría el sofá mirando alrededor. Se sentía sola, aunque sabía perfectamente que Ian vendría en algún momento. Aquel lugar no era un hogar pero mientras analizaba sus propios pensamientos se daba cuenta de que quedaba en sus manos convertir aquella casa empaquetada en uno.

Es por eso, por el silencio, que no se dio cuenta de la presencia del ghoul hasta que gruñó. Tampoco se sobresaltó sino que le miró, comprendió su mensaje y asintió. De acuerdo, Matvey cumplió con su palabra y ahora era su momento de apoyarle. Finalmente fue a cambiarse, aunque extrañaba la ropa de Ian, no podía ir a un cónclave vestida de esa manera así que tuvo que hacer un esfuerzo por colocarse algo de la ropa que le había prestado Anteia. Azul marino, al menos, y blanco. Raro. Sí, se sentía rara con esos colores pero al menos estaba cómoda.  Sabía que el rumor de su embarazo había recorrido la isla en cuanto subió  y empezó a merodear un poco pero no había visto a más descendientes que a Matvey, así que esperaba las reacciones de los demás.

Ingresó al salón mirando a todos y asintiendo con la cabeza. No tenía ganas de hablar. Se sentó en uno de los asientos delanteros, demostrando así no sólo su interés en el objetivo del cónclave - que ya lo conocía anteriormente- sino de apoyo con Matvey -Buenas…- Saludó a todos y miró los besuqueos de Jean en su cuello y sonrió de lado sin decir absolutamente nada. Respiró profundamente, tratando de mantenerse concentrada en el tema de la reunión y no en las miradas de todo el mundo.

Con tiempo de sobra me dirijí al salón en el que aquel Ghoul tan incomprendido había llegado a invitarme. No comprendí muy bien la razón por la que se nos citaba, pues no había puesto mucha atención, pero me encontraba nerviosa. Tenía ya un tiempo sin ver a los descendientes desde que decidí dedicarme a la investigación sobre los cambios en las plantas a partir de la guerra. Ciertamente estaban ahora bajo un estrés mucho mayor que antes. Y como no todos compartían mis pasiones, era más fácil hacerlo sola y comunicar a quienes les interesara.

Apenas entrar, solté un suspiro de nostalgia al verles a todos tan guapos y tan sentados.- Hola a todos. Me alegra tanto de verles.- Comencé caminando adentro, donde el resto se concentraban. Quizás del que más me emocionaba de ver era Jean, con esa barbita, se veía mejor que la última vez que le había visto, mucho tiempo atrás.

Mientras pasaba la mirada por todos los presentes, dedicándoles una sonrisa, algo extraño y diferente encontré en Catherine, aunque pasaron varios segundos hasta que caí en cuenta y jadeé emocionada, solo para luego quedarme callada. Aunque aquel no era lugar para discutir cuestiones de bebés, si que me sentía feliz por ella... si ella quería al bebé, claro. Que aunque no se veía tan feliz, lo portaba con solemnidad.

Me senté frente a ella pero un par de sillas más allá.

El primero en aparecer fue Jean, lo cual en cierto modo me resultó algo extraño. Curvé los labios en una sonrisa torva y muy leve, a la que no acompañaron mis ojos, cuando me informó de qu e el ghoul le habia fastidiado una noche "romántica"
-¿Y Godzilla no es bastante sobrenatural? No entiendo por qué se asustan tanto.

Dije luego con aire algo mas distraido, dejando de estar tan hundido en mi silla para colocarme mejor e inclinarme hacia delante, ahora que habia alguien mas alli, no podia parecer tan atribulado. Alcé una ceja por las marcas de su cuello.

-Sutil y elegante.

Poco despues, apareció alli Bellatrix, al parecer habia tenido tiempo para arreglar aquellos asuntos suyos...me dedicó una mirada algo mas intensa y creí que cargada con la respuesta de la mision que le habia encomendado: que no habia dado con Helena allá donde quiera que hubiese ido a buscarla. Asentí lentamente y bajé los ojos a la mesa.

-Bienvenida, Bellatrix.

Tambien entró Catherine, a la que dediqué una buena mirada evaluadora. ¿Estaría Lucio vigilándola como correspondía? Mi ceño se frunció.

"Te encuentras bien?"

Poco después Sofía, a la que llevabamos bastante tiempo sin ver. La saludé con un gesto de mi cabeza. Más miembros del Consejo fueron acudiendo... Sean, Mei, Ling, Rose....tambien los mas mayores....Jack, Giordano, Tesla, Sayid...Tan solo faltaban Lucio, Altair y Helena. Cuando el cónclave llevaba unos minutos esperando, comencé a impacientarme, mas siendo yo el que los habia convocado alli. Me puse en pie plantando las manos sobre la mesa, y miré a Catherine.

- Catherine, puedes contactar mentalmente a Lucio, a Helena y Altair y decirles que se están retrasando?

"o puede que estén teniendo algun inconveniente...."

-Empezaremos en breves.

Había estado haciendo experimentos en mi casa, la cual me dieron luego de casi haber incendiado el edificio donde los Descendientes se alojaban y ademas algo aislado de la zona residencial por si acaso alguna explosión era peor de lo que creía.

Había llegado al fin al salón de cónclave. Me había quedado hasta tarde leyendo y haciendo algunos experimentos por lo que había llegado vestido con mi usual traje, galera y bastón pero con el único detalle de que tenia la mancha de las antiparras que quedan luego de una explosión como normalmente me sucedía.

-¡Ciao per tutti! -Salude a todos con un gesto en mi mano dirigiéndome a mi asiento asignado en lo que saludaba a todos por separado, luego del saludo general- Jean... Loca... Sofia... Cath, ¿estas comiendo de mas?...- Salude formalmente a cada uno con una pequeña reverencia con la cabeza, por cada uno que nombraba llendo en orden y refiriéndome obviamente a Bellatrix como la loca, era común en mi hacerlo.

Matvey, la próxima vez que envíes a uno de esos diavolos tuyos, intenta que se anuncie antes, casi hago volar media casa cuando apareció... Pegado a mi rostro... -Dije en lo que sacaba un pañuelo para limpiarme el rostro cuando ya había tomado asiento.

Dejamos atrás el barco de la gente de la Brigada de las Mil grullas tras habernos encargado de quitarles el chip de la Alianza a dos de ellos, y tras ser llamados por el ghoul de Rasputín. En esta ocasión traigo a Sophia de vuelta a la isla, le guste a Helena o no. Mi compañera Sophia tiene derecho a estar aquí, si le disgusta que se aguante. sin embargo no puede venir a la reunión, así que la dejo paseando por los jardínes tranquilamente, algo que no pudo ver la ocasión anterior. Acudo a la sala de reuniones después de una ducha y de vestirme adecuadamente, dejando atrás la bata de médico. Al llegar me doy cuenta de que soy de los pocos que faltan, así que busco asiento libre un tanto cortado por llegar con esto empezado.

- Disculpad la tardanza, he tenido que atender una urgencia. - Dedico una mirada amable a Catherine, como recordándole que ya le va tocando revisión pronto. Tomo asiento en el primer lugar que pillo, cerca del Da Vinci, acomodándome mientras miro al resto de compañeros, como Bellatrix, Matvey, Jean, Sofía, Giordano o Catherine. Me alegra verlos a todos en buen estado, sobre todo tras el palo que nos llevamos con lo de la pobre Kira. La que me extraña que falte Helena, que siempre suele ser puntual.

- Matvey, me sorprendió que nos convocases a cónclave. ¿Ha pasado algo que debamos saber?

"ojalá sea algo positivo por una vez...los cónclaves estos suelen ser siempre muy tensos"

- Te dejo que expongas los puntos del día, pero también hay algunas cosas que me gustaría añadir, si es posible. Con esto de trabajar en el nuevo hospital me he dado cuenta de que la situación es cada vez más crítica. Y también me gustaría hablar del tema de traer gente a la isla. - desde el asesinato de una de las compañeras del consejo, Kira, se ha mantenido mucho recelo cerrando la isla a cualquier nuevo invitado, hasta el punto de que ni pude traer a mi compañera de trabajo porque desconfiaban de ella. - Espero que todos sepamos exponer nuestros puntos de vista sin exaltarnos...- aviso preocupado, que en otras ocasiones hemos acabado casi riñendo cuando tratábamos de llegar a acuerdos. Guardo silencio por fin, con la esperanza de no haber molestado a Matvey al hablar antes de que él lo haga.

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Miré con aire grave a Giordano cuando nada mas aparecer llamó loca a Allighieri y luego llamó la atención de Cat de aquel modo. Las particularidades de su excentricidad lograban aquel efecto en mi ceño, y lo escuché cuando portestó por lo de aquel ghoul.
- No entra en el repertorio de los ghouls anunciar su llegada...

Con la llegada de Lucio, ya solo faltaban Altair y Helena. El primero estaría probablemente borracho, y la segunda....no me la imaginaba borracha ni siendo negligente con sus responsabilidades. Intercambié una mirada rapida con Bellatrix antes de levantarme para hablar. Esperé a que guardasen silencio, con una paciente y penetrante mirada. Cuando hubo el esperado silencio, finalmente hablé.

-Queda inaugurado desde ahora el cónclave número 81, convocado en esta ocasión por la sangre de Rasputín.

Al final de la sala, un ajado libro se abrió, uno muy grande y voluminoso con hermosas decoraciones. Quedó abierto sobre un atril de madera de ébano y una pluma de color dorado surgió de su tintero para comenzar a escribir la fecha, el numero de cónclave, los miembros presentes (y los no presentes) y cada una de las palabras que alli se fuesen a pronunciar. Ahi estaban registrados todos los que habian habido hasta la fecha de hoy.

-Como ha dicho Lucio, aquellos que hayáis salido de la isla recientemente, habréis podido percataros de que la situacion es más que critica. Galenus lo puede ver en el hospital de emergencia que ha creado. Le Fay ya lo advirtió hace tiempo. Hace cosa de un mes, acudí a la Gruta de las Conchas ante indicios de una actividad demoníaca desmedida. Ultimamente están habiendo muchos mas incidentes de este tipo, y me pregunto si el caos y la guerra no están facilitándole demasiado a los demonios el acceso a nuestro plano.

Hablaba con voz pausada y grave, deteniendome en los momentos oportunos y paseando mi mirada lentamente entre todos y cada uno de los presentes, para no perderme ni un gesto de nadie.

-El demonio fue sometido tras grandes esfuerzos y aun hay una paciente ingresada aquí por ello. Pero al campo de batalla acudió tambien la Alianza, algunos miembros de ella: el nuevo capitán general del ejército, que tras una breve lectura en su abominable prensa he descubierto que subió al cargo recientemente. Él y algunos soldados más. Tras derrotar al demonio temíamos que aprovechasen la debilidad en la que nos habia dejado para atacarnos, pero parlamenté con ellos. Me presenté, como Matvey Rasputín y como miembro del Consejo de los 20. Les insinué entre líneas que somos una organización poderosa. El capitán decidió marcharse, proponiéndome una reunion en la que yo podria elegir el lugar y momento. También me ofreció como muestra de garantía a uno de sus soldados, a modo de rehén, que no era si no un dragón esclavizado por la Alianza. Rechacé al rehén. El dragón huyó con ayuda de un compañero suyo, así que asumo que ahora está libre y que localizarlo nos resultaría conveniente.

Lancé una mirada al miembro del cónclave experto en los asuntos draconianos, Snagov. Tomé unos segundos de tiempo tras haber hablado tanto y explicado la situación en la que nos encontrábamos.
- Cosas como esta ocurren a diario a nuestras espaldas. He convocado este cónclave no solo para contaros lo sucedido si no para solicitar que nuestra intervención en la guerra se vuelva contundente e inmediata, y no solo de apoyo humanitario. Es el momento...si seguimos dandole la espalda al mundo, el mundo terminará por darle la espalda a Ouroboros. No estoy diciendo que nos posicionemos del lado de los magos y dejemos a los humanos de lado. Hablo del tumor que es la Alianza, o mas bien sus procedimientos, en este país.

La pluma habia dejado de rasguear al apagarse mi voz. Había hablado, había dicho todo lo que tenía que decir. No me habia flaqueado la voz en ningun momento, por supuesto, mi discurso era uno directo. Me senté de nuevo en mi silla, ahora les tocaba hablar a ellos. Entrelacé los dedos a la altura de mi barbilla, esperando que se dieran cuenta de lo que intentaba decirles. Si no, haría que un ghoul los secuestrase por la noche y los tirase en mitad de alguna zona dominada por la Alianza para que lo vieran con sus propios ojos....

Poco a poco voy recordando mi lugar. La llegada de los demás descendientes me anuncia el hecho de que a partir de ahora debo dejar de lado quien realmente soy, y comportarme como quien debo ser. Los últimos meses han dejado esa marca en mí. Quise resistirme a ello, librar una batalla con mi yo interior y decirle, “Oye, vete a la mierda”. Pero no… más allá de las políticas y las idioteces que otros descendientes cometían en nombre del bien común, yo tengo mi propio propósito. Uno paralelo y contrario al de mis compañeros.


Sin embargo mi mente sigue yéndose por las ramas, imágenes de viajes se apresura como un tren descarrilado a través del túnel de mi pensamiento. ¿ Cómo decirle que no a tan buenos recuerdos? Ellos me cogen y me llevan volando lejos de todo lo demás.
Así que los dejo, mientras mis ojos reflejan las imágenes de un cónclave a punto de comenzar, dejo que mi mente se distraiga un momento, después de todo se lo merece.


Cuando los rumores comienzan a reducirse y siento miradas vagabundos que se posan sobre mí, sé que el viaje ha terminado, al menos por hoy. Las palabras de Matvey me chocan, y bastante la verdad. Si hay algo que procuraba mi deber en los 20, era el secreto.


-Lo que estás diciendo Matvey, ¿es que nos convocas para anunciarnos que tomaste la decisión sin la opinión del cónclave de contarle sobre nosotros a un humano imprudente que acaba de descubrir el poder que otorga estar al mando? ¿Es eso no?


Fui torpe, yo no soy así, pero si hay algo que me hierve la médula es mantener el secreto. Todos mis antepasados murieron recuperando objetos, ocultando acciones y haciendo lo que sea con tal de mantener el secreto. Está era mi área, y ahora mismo, por primera vez. No me importaba la vida de nadie

Catherine escuchó lo que mencionó Matvey y asintió con suavidad. Contactó primero a Altair, luego a Lucio pero se dio cuenta que estaba llegando así que abandonó el contacto mental y posteriormente se dedicó a Helena. O eso intentó. La complicación de no encontrar el hilo conector con ella le dio una muy mala espina. Abrió los ojos y frunció suavemente el ceño. Respiró. Podrían ser los nervios  o el embarazo, podría ser el estrés o la añoranza. Pero… Pero ella sabía lo que era perder el contacto con alguien. Lo sabía perfectamente. Lo aprendió muy bien hace 12 años.

“No puedo contactarme con Helena, Matvey. Del verbo… Helena no existe”

Aquella verdad hizo que su cuerpo se estremeciera. Era el segundo descendiente que fallecía en menos de seis meses. Evidentemente, casi ni oyó el comentario de Giordano mientras observaba el libro del Cónclave y sentía que se le empezaba  a remover el estómago. La pluma no había comenzado a escribir nada y la muchacha ya tenía necesidad de potar. Miró a Lucio cuando este la miró tan significativamente y no dudo en conectar con él.

“Creo que me está pasando… No, me está pasando algo. ¿Lucio has visto a Helena?”

Le preguntó y sentía que poco a poco le empezaba a dar frío. Un ligero mareo tomó su lugar mientras Matvey hablaba de aquello que ella ya sabía, que su padre había advertido y que ella había logrado concretar. La acción. Aunque mucho más pacífica de lo que ella deseaba, Matvey tenía más poder dentro del Consejo pero el Cónclave empezaba a demostrar lo contrario. Jean habló de una manera cruda y muy directa sobre algo que para ellos siempre sería tabú: Su identidad. La tensión que sintió en su cuerpo en ese momento fue inmediata y se desató con prontitud. Se levantó con rapidez mientras se alejaba hacia el baño directamente a vomitar. Apenas devolvió ya que no había tenido ganas de comer, pasó a limpiarse y asearse antes de salir con un semblante ceniciento y un evidente asco por la vida.

-Sí. ¿Es que no te quedó claro y necesitas resumirlo en un par de palabras a ver si lo has comprendido bien?-

Avanzó hasta volver a sentarse en su lugar, sintiéndose igual de peor que antes pero poco a poco empezaba a pasarsele el mal cuerpo aunque no así la ansiedad y preocupación. No sólo era que tenía mucha mala onda encima si no que él la había acusdo de un lavado de cerebro cuando había acusado a Matvey de algo que "Oh sorpresa" había pasado en realidad, aunque las razones luego salieron a la luz. Los recuerdos se agolparon de mala manera en ella. No dudó demasiado en contactarse con una de las pocas personas que podía darle tranquilidad.

“Me he tenido que ir a potar. Hace calor y aparte...Creo que Helena está muerta. No puedo ubicarla. Y están todos en plan presumido, como siempre. No han pasado 10 minutos y ya quiero matar a alguien”

-Yo comparto la misma opinión de Matvey. Me es indiferente el bando. Nunca hemos elegido uno, pero es momento de detener esta guerra que está acabando con el mundo entero. No podemos hacer ojos ciegos a los problemas que tenemos dentro de nuestra propia raza y que se perpetuaran si no logramos un cambio de base. Y para eso creo que es momento de que cambiemos nosotros mismos. Seamos el ejemplo para una mejor sociedad y eso empieza por evitar los secretos-

Al decir aquello desvió su mirada hacia Lucio con una sonrisa breve, después de todo también lo comprendía a él y quería ayudarlo.

-Así que no, Giordano, no estoy comiendo más. Estoy embarazada de Ian Hacksaw, uno de los semifinalistas del último torneo. Terminé mi compromiso con Maxwell, pero ha desaparecido así que no sé si él ha roto conmigo o viceversa. Es un poco complicado. Por otro lado, no logro contactar a Helena. Es decir...No logro hacer ningún tipo de contacto. Como tampoco pude contactar a Kira-

Tomo uno de los trozos de pergamino que tenemos ante nosotros, situado sobre la mesa delante de todos los presentes. También cojo la pluma que hay para cada uno, mojando en el tintero para comenzar a tomar notas de lo que aquí se diga. Escribo en el encabezado la palabra cónclave y su número con la numeración romana, haciendo después un pequeño esquema para anotar lo más relevante. Asiento a lo que dice Matvey sobre mí cuando me hace mención, los que hemos estado abajo nos hemos percatado completamente de la situación. El hospital ha sido de gran ayuda para todos aquellos que no pueden ir a un hospital de humanos, o para aquellos que no saben llegar hasta aquí o no conocen la isla. Lanzo una mirada de preocupación a Matvey al escuchar eso de que el caos favorece la aparición de demonios en nuestro plano, pues bastante tenemos ya con la guerra. Atiendo al resto de la explicación del nigromante, pues aunque había atendido a heridos del incidente no conocía la historia al completo.

Guardo silencio una vez concluye la explicación, pues no sé exactamente qué decir. Por un lado lleva razón y creo que debemos mostrarnos y hacer algo más, pero por otro me sigue costando pensar en actuar de manera belicosa. Lo mío es curar gente, no matarla. Alzo la vista del papel en el que he anotado "Intervención", negando a la pregunta de Catherine sobre Helena.

"no la he visto desde que me echó la bronca a mi y a mi compañera por venir a Ouroboros sin permiso. Esto es raro...debe haberle pasado algo"

Sigo con la mirada a Catherine cuando ésta se marcha de manera repentina, suponiendo que está sufriendo una de las molestias típicas de los primeros meses. La cara que trae al volver me lo confirma definitivamente. - Catherine...si no te encuentras bien puedes marcharte, después de pondremos al día.- le sugiero en tono calmado, retomando después el hilo de la reunión. La tensión entre ella y Jean crea un momento incómodo, así que intento mediar entre ambos. - Jean, el mantener esto en secreto no nos ha beneficiado en absoluto. Así se ha hecho y mira lo que ha pasado. Creo que necesitamos contar con los demás y que ellos puedan contar con nosotros. Y no sólo en este país como ha dicho Matvey. Esto hay que hacerlo a escala global, porque si no solucionamos el problema de raíz nunca terminará del todo. Aunque parezca que la situación se calma...siempre quedará ese miedo y ese rencor de fondo entre mágicos y no mágicos. Siempre quedará la posibilidad de un rebrote de violencia en cualquier lugar, con acabar con el gobierno y el ejército de la Alianza no será suficiente. Debemos mostrar que no somos una amenaza. - muy fácil de decir, muy difícil de hacer. Puede que se tarde más de una generación en conseguir un cambio de mentalidad, pero eso no es excusa para quedarnos parados. Dejo la pluma en el tintero, mirando a mis compañeros uno a uno.

- Sabéis que no soy partidario de la violencia y que la lucha no es mi especialidad. Hace poco me he tenido que enfrentar a un robot centinela, y si no fuese por los miembros de la Brigada de las Mil Grullas no lo habría contado. No puedo votar un sí a la intervención por la fuerza y tampoco creo que pueda luchar a vuestro lado, pero podéis contar conmigo para curar a todo aquel que lo necesite. ¿ Qué estáis dispuestos a hacer los demás? ¿Qué podéis aportar como soluciones a corto y largo plazo? - les dejo unos segundos para meditar y que decidan su postura, comenzando a anotar después en el pergamino los nombres de los presentes y la opinión que puedan dar, para recapitular. Alzo las cejas con sorpresa cuando Catherine responde con tanta claridad a lo de su embarazo, lo cual puede dar para bastante cotilleo por el tema de que estaba comprometida con Maxwell.