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INVIERNO

Enero 2.043

Trama XI: After the Blackout (trama de transición y exploración)
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AÑO 2.042
Durante siglos sus mundos permanecieron separados, pero eso terminó. El mundo mágico y el humano se encontraron y se desató la guerra, extendiéndose alrededor del mundo sin control. Miedo, odio, ambición...todas ellas armas poderosas. El choque entre la raza humana y la mágica resulta ya imparable. Uno por uno van cayendo, ¿quién será el primero en morder el polvo?
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El Cazador [futuro alternativo] Empty El Cazador [futuro alternativo] {Jue 21 Abr 2016, 22:56}

Esta es una minihistoria random que hice sobre un supuesto pj cazador, en principio no iba para Reiv, pero ya que al final se hizo cazador...¿quién sabe si podría ser él en un hipotético futuro?

CRÓNICAS DE UN CAZADOR: I






El cuarto creciente de luna roja se encontraba en mitad de su danza por el cielo nocturno cuando el reloj de la plaza del pueblo marcaba con su monótono y metálico sonido el paso de la media noche.

Era en ese momento cuando los aterrados habitantes se encerraban en sus casas en un toque de queda autoimpuesto, cuando las ventanas quedaban selladas y se respiraba miedo en cada rincón de la villa. Nadie se habría atrevido a salir pasada aquella hora, nadie en su sano juicio.

Pero él no lo estaba, pues muchos consideraban que se comportaba como un loco, hacía lo que nadie quería hacer. Valía para ello, llevaba tanto tiempo a sus espaldas dedicado a esa labor que ni lo recordaba, tantos kilómetros que los caminos que recorrió podrían narrar sus historias.

Tenía la mirada impenetrable de quien alberga muchos secretos bajo la llave de su alma, el brillo irónico de a quien ya no le sorprende nada, y el aura amarga de quien ha visto y perdido demasiado. No era el azar lo que le había llevado hasta allí, eso no había guiado sus pasos. Había sido, más concretamente, una bolsa con un buen puñado de oro, una buena recompensa ofrecida por el conde al que pertenecía aquel pueblo.

No en vano era conocido como El Cazador, y su fama le precedía, tanto que merecía todo ese oro y más que podría conseguir si finalizaba con éxito la misión encomendada, liberar a ese pequeño pueblo del horrible terror en el que estaba sumido.

Cruzó la plaza sin prisa, con los andares de un gato salvaje, como todo un depredador. Sentía en el aire que las presas no andaban lejos, se habían adentrado en la espesura del bosque cercano, tal vez ya saciadas por hoy, o quizás porque habían detectado que el cazador había llegado para poner fin a sus desmanes.

Continuó atravesando el sombrío bosque sin necesidad de encender ninguna antorcha, las señales le resultaban bastante evidentes. Aprovechó aquellos minutos para recordar todo lo que sabía sobre las presas que tenía que cazar, basado en lo que conocía por los relatos del conde y de los pueblerinos, para los que cualquier cosa que escapase a su entendimiento ya era cosa de magia, un misterio.

La figura de las ruinas de un antiguo castillo recortada contra el cielo purpúreo era lo primero que se alcanzaba a ver una vez atravesado el bosque, el lugar al que debía dirigirse para cazar aquellos monstruos que le harían merecedor de la recompensa. Cada vez se había acostumbrado más a ese trabajo, ya no le costaba ni el más mínimo remordimiento acabar con ellos. Después de todo, sólo eran eso, monstruos indeseables con los que se debía acabar y de lo que había hecho su modo de vida, cerca de mil presas marcaban su cuenta en rojo.

Cuando por fin llegó a las ruinas el único sonido que se escuchaba era el del viento silbando entre las grietas de las rocas del derruido castillo, en un ambiente impregnado por la una quietud mortal. Pero aquello no lo inquietó, sabía que estaban allí, que no tardarían en aparecer. Varias sombras comenzaron a emerger del neblinoso suelo, al principio etéreas, para después ir tornándose en espesas e informes masas negras, de las que llegó a contar un total de siete. Avanzaban hacia él de manera sinuosa, sin detenerse, como deseando arrancarle el alma y dejar un cascarón vacío como habían hecho antes con el resto de la gente de la aldea.


Los rumores decían que esos seres que asolaban la aldea y alrededores habían sido humanos, o al menos no siempre habían sido hijos del maligno. Lo que no se sabía con certeza era cómo habían llegado a ese estado, ni quién había contado el secreto sobre su verdadera naturaleza. Pronto lo descubriría, ahora había llegado el momento de enfrentarse a ellos, un enfrentamiento en el que de poco le servirían las armas comunes. Mantuvo la distancia con los seres, a pesar de ello se le helaba el aliento, un frío mortal lo envolvía todo, como si procediesen del reino de los muertos. Una cosa estaba clara, habían sido enviados por un mal mayor. A través de ellos se percibía un aura de rabia, de dolor, de furia, de resentimiento...en definitiva todo lo negativo, que era lo único que había quedado en ellos. Puede que por eso estuviesen ávidos de almas, en un inútil intento de recuperar la suya. Fuesen lo que fuesen aquellos seres, él ya sabía lo que tenía que hacer: extinguirlas, borrar todo rastro de su existencia, puesto que ni siquiera podían ser enviadas al infierno de vuelta como si tuviesen entidad propia. Sólo así dejarían atrás el sufrimiento que las carcomía.

La tarea no resultaba sencilla, el tiempo apremiaba y el conjuro que pretendía hacer requería concentración, hasta el punto de que el más mínimo fallo podía dar al traste con toda la misión. Clavó una rodilla en tierra, realizando en el suelo un símbolo combinación de varias runas nórdicas, bien conocidas para él por la importancia que siempre le dieron durante su entrenamiento al conocimiento de la magia rúnica. Las palabras en lengua arcana acudieron a sus labios, como ecos y voces de un tiempo olvidado, su voz ya no era la suya, sino la de los antepasados, estaba en trance. En ese momento las odiosas e informes criaturas se abalanzaron sobre él, creyéndolo ya presa fácil de su voracidad, iba a ser una víctima más, como otros tantos lo fueron antes en el pueblo. Los gritos desesperados de las sombras rasgaron la noche cuando el círculo mágico se activo, emitiendo una luz blanca cegadora, destructora y a la vez purificadora de la maldad que portaban esos entes. De manera implacable, uno por uno, todos los seres iban siendo quemados, pulverizados por la fuerza del torrente luminoso. Interminables minutos duró este proceso, dejando al invocador exhausto tras volver en sí.

El Cazador prefería no preguntarse si era esa la única manera de solucionarlo. Si realmente eran personas, él estaba acabando con su única posibilidad de volver a serlo, por muy utópico que resultase. Por desgracia en esta ocasión ya no quedaba nada que salvar, su humanidad y sus almas habían sido consumidas. Una pregunta no dejaba de martillear en su cabeza cuando se puso en pie para marcharse de allí, durante el camino no podía dejar de pensar en ello. ¿Habrían acabado así por voluntad propia aquellos seres que había destruido esa noche? Otra frase vino a su mente, la tenía muy en cuenta para evitar perderse algún día:

"Aquel que persigue monstruos corre el riesgo de convertirse en uno"


Probablemente esas desgraciadas sombras fuesen el producto del perverso juego de una fuerza mayor, alguien sin escrúpulos y con poder suficiente. Puede que incluso hubiesen sido cazadores como él, pero con menos fortuna. La idea de pensar que alguien podía haberlos manipulado le repugnaba, no había cosa que valorase más que la capacidad de conservar por encima de todo su libertad, el poder decidir en cada instante su destino, el camino a seguir lo marcaba él. Ahora este camino lo llevaba de vuelta al pueblo que había sufrido los ataques, era hora de cobrar su merecida recompensa, la parte final por cumplir todo el trabajo, ya que el primer pago lo había recibido de parte de un sirviente del conde que gobernaba aquel lugar. Dudaba que al conde le interesasen los pormenores de la batalla, pero también tenía claro que a él no le importaba lo que le contase el conde, los halagos baratos no le gustaban. Cuando por fin llegó ante las puertas de la imponente mansión tuvo la extraña sensación de que la misión no estaba zanjada del todo...para bien o para mal.

Fin parte I
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