Iglesia de la Gran Madre di Dio

Nuestra misión estaba casi completa, teníamos el material gracias a Giordano, mónica y Lucio, yo les había ayudado a atraerlo con hechizos de levitación, los guardianes nos guiaron nuevamente hasta el exterior y por fin conseguimos salir de aquel horrible lugar para regresar al castillo pero ahí nos esperaba Zaph, posiblemente una misión aún más difícil que enfrentar a los guardianes, tal y como pensaba se preocupa por mi, me mira de arriba a abajo y al parecer tengo una pinta más que deplorable pues casi parece ponerse a llorar solo con verme y fulmina con la mirada a Lucio y Gio -Estoy bien Zaph, ellos me han protegido, solo es un pequeño rasguño pero Lucio me ha curado, no es nada- le sonrío y le doy un abrazo, me alegraba de verla y así al menos no se pondría a gritar al resto como una loca, sus siguientes palabras sin embargo me dejan sin poder replicar, supongo que a los tres pues no encuentro las palabras para convencerla de irnos inmediatamente a Londres, no me deja la opción de hacerlo y puede que tenga razón, necesitamos descansar, eso y que es ella la que nos lleva.

Salimos a la plaza y una vez allí vemos que la gente se va recuperando, unos entran y otros salen pero sin muchas bajas, es más, fuera de la cúpula se puede ver como algunos magos se enfrentan a los soldados que se retiran, Zaph nos pone al corriente y por lo que cuenta no tardarán en llegar refuerzos, salimos por uno de los lados menos vigilados, Giordano puentea un coche y nos subimos mientras Zaph conduce hasta la iglesia, de forma bastante lenta, parando con cada semáforo... habríamos llegado antes andando.

Cuando por fin conseguimos llegar lo que más me llama la atención son las estatuas -Vaya... son enormes, dicen que esa sostiene el grial...- Zaph me mira y contesta algo que me deja totalmente perplejo "Eso no es el grial, el auténtico está en tu casa, es lo que tu tatara abuela usaba de jarrón para las plantas, no te parece raro que unas flores no se marchiten después de 300 años?" -...no te creo, me tienes que estar tomando el pelo... eso es un encantamiento.... ¿Verdad?- Zaphira solo sonríe y mira al frente sin contestarme, no podía ser cierto aunque ella había estado en las cruzadas, tal vez...

Un simple alohomora sirve para abrir las puertas de la iglesia, aunque era un edificio reacondicionado para otra cosa, en estos tiempos quedaban pocos feligreses pero parecía que nadie había venido por aquí en mucho tiempo, con un poco de suerte conseguiríamos descansar, Zaph saca nuestras cosas de uno de sus bolsillos, las había convertido en algo un poco más grande que alubias para llevarlas encima sin problemas, con un hechizo de engordio las devolvemos a su estado original y así poder ponernos algo de ropa limpia, sacar los sacos de dormir y por fin cerrar los ojos.

A la señora Zaphira le entran los mil apechusques al ver a Sean en ese estado, así que yo no digo mucho porque sé que me tiene entre ceja y ceja y todo lo que diga podrá ser utilizado en mi contra. Dejo que sea Sean el que se encargue de hablar con ella, tras habernos despedido de Mónica, que se ha llevado a Setelah. Cuanto antes lleguen, mejor. No sé qué harán los Soul, aunque por ahora me doy por satisfecho porque han cumplido lo que dijeron y gracias a ellos se ha extendido el campo de acción de energía mágica a toda la ciudad y sus alrededores, a juzgar por la gente que vemos por la calle ya siendo capaces de utilizar su magia. Además, nos ha servido para comprender que esa es una posible vía de investigación que funciona, una posible manera de solucionar las cosas a nuestra vuelta. Con esa esperanza en mente nos dirigimos hacia la iglesia, previo robo de coche para evitarnos un trecho andando. La verdad es que me hubiese quedado dormido en el coche, pues el cansancio es importante. Casi tengo que reconocer que Zaphira ha estado acertada con eso de que nos quedemos esta noche a descansar. Voy escuchando de fondo la conversación de la dragona con su protegido, sonriendo levemente por la ingenuidad de Sean al creerse lo que le dice. Es cierto que ella estuvo en aquella época, pero también es sabido que los De Molay habían custodiado ese tipo de objetos durante generaciones.

Por fin llegamos a la iglesia en cuestión, una zona tranquila y poco concurrida en estos tiempos que corren. El aspecto que presenta por dentro es un tanto dejado, y no es de las iglesias más bonitas que he visto, comparada con otras que podemos encontrar también en este país. Sea como sea, nos permitirá descansar. Cojo las cosas que nos deja Zaphira, como los sacos o la ropa para cambiarnos, aunque sin un sitio para lavarse será un poco para nada. No llego a cambiarme, pero sí dejo el saco en el suelo, cerca del altar. Dudo que ahora consiga dormirme a pesar de estar cansado, es el momento en el que la cabeza empieza a fastidiarme para no dejarme descansar. No quiero molestar a los otros, que parecen empezar a coger el sueño, pero sí que decido aprovechar para acercarme a Sean, con la excusa de querer revisar si estaba bien. Le hago un gesto para que se siente en el bordillo del altar, sentándome ahí yo también. - Deja que te revise las heridas antes de ir a dormir, antes no hice la mejor de mis curaciones. Mañana nos espera un viaje largo, pero por fin podremos regresar con buenas noticias. Espero que Giordano tenga razón y podamos hacer algo similar a lo que han usado los de la Alianza. - tomo su brazo para comprobar su estado, poniendo su mano entre las mías para comprobar si flexionaba bien los dedos. Todo eso había sido por salvarme. Suspiro de manera pesada, sintiendo que no me merecía todo eso. - Has sido muy valiente. Y un loco. - comienzo mientras voy canalizando magia de sanación hacia su brazo y mano, haciendo que una tenue luz azulada ilumine el espacio en el que nos encontramos. - Y...me has demostrado muchas cosas. - dejo caer de manera un tanto críptica, mirándole a los ojos.

Cuando Zaphira me da la mochila para poder cambiarme, no lo dudo un instante, pero antes era una buena idea tomar una ducha o como mínimo limpiarse un poco, la pila bautismal de la iglesia estaba vacía, con algo de polvo y cosas así, pero por suerte eran cuatro seres mágicos y él un experto en encantamientos, un aguamenti fue suficiente, una pequeña esfera de agua se formó en mi mano debido al encantamiento, primero un poco de agua a presión para limpiar la pila y una vez limpia un pequeño chorro la llena hasta arriba de agua limpia, potable y cristalina. Me quito la camiseta y la dejo en el suelo, probablemente no podría usarla de nuevo así que es desechable, a continuación mojo una toalla que había en mi mochila para empezar a quitarme toda la sangre de encima, ya estaba seca y no pude escaparme de frotar un buen rato, me puse una camiseta limpia y limpié mi pierna izquierda por la cual había caído también algo de sangre, el pantalón ya me daba un poco más de reparo quitármelo frente a todo el mundo.

Me acerqué a Gio y a Zaph la cual había hecho una mini hoguera en el centro de la iglesia con algunos muebles viejos -He dejado agua limpia por si queréis limpiaros un poco, si queréis beber decidmelo y buscad un cubo para poder llenarlo de agua- Lucio no estaba con ellos, se había acomodado cerca del altar y me estaba haciendo señales para que me acercara, no lo dudo ni un instante y me siento a su lado -He hecho un encantamiento para llenar de agua la pila, por si quieres limpiarte un poco, tu también estás cubierto de sangre...- no puedo evitar fijarme en su ojo, me preocupa bastante que no pueda recuperar su visión por mi culpa, por no haber actuado rápidamente y por saber tan poco de magia de curación "tal vez debería entrenar un poco más dadas las circunstancias " pienso mientras ecucho a lucio hablar para echar un vistazo a mi brazo -Tus curaciones son excepcionales, como siempre, no deberías preocuparte tanto por mi, siento no haberte curado del todo, quizás debería tomar unas clases extra para hacerlo mejor... y bueno, nos ha costado lo nuestro conseguir ese material, espero que funcione, lo necesitamos, necesitamos un poco de buena suerte-

Cuando toma mi mano puedo ver perfectamente su pesar, mientras me dice que he sido muy valiente, niego con la cabeza -He sido un cobarde, no he tenido el valor de dejarte morir en ese lugar, aunque un poco loco si que he sido, eso debo reconocerlo- sonrío un poco mientras Lucio termina de curar mis heridas, trago saliva con eso de "demostrar cosas" puede que ahora se ponga en modo Zaph por hacer algo así, le miro a los ojos ya que él hace lo mismo pero mis ojos son más de perro que ha destrozado el sofá y no quiere mirar a su dueño, así que no puedo evitar disculparme -Lucio yo... siento si te he molestado de alguna forma con lo que hice... pero no lo pensé, simplemente lo hice y ya está...  esperé su respuesta aguantando la respiración e intentando sostenerle la mirada, preparado para la reprimenda, porque seguramente no se le habría olvidado que me levanté cuando me dijo que no.

Me quedo rebuscando en la bolsa de las medicinas mientras los demás se cambian y se acomodan, echando mano de una de las pociones que había traído para terminar de completar la curación que me habían hecho antes, además de para recuperar unas pocas fuerzas entre eso y el descanso. El tema del ojo tendría que esperar a otro momento. Guardo el frasco de poción tras beberlo, girando la cabeza hacia Sean al escucharlo decir eso de que voy lleno de sangre. Me echo un vistazo rápido a mí mismo, teniendo que darle la razón al muchacho. No sólo lleva sangre mía, sino de Setelah, y del propio Sean. - Un médico cubierto de sangre no da mucha confianza, ¿verdad? ahora iré a limpiarme un poco. - agradezco su ofrecimiento, esperando después a que se siente para poder comenzar la nueva sanación con él. Ahora podré hacerlo mejor, con más calma y unas pocas energías más.

El intento de Sean por alabar mis curaciones me saca una leve sonrisa, pero hago después un gesto negativo con la cabeza. - No son todo lo buenas que deberían ser, teniendo en cuenta mi linaje. Debería ser capaz de más, de salvar a mucha más gente. - me vienen a la mente las alucinaciones que tuve al entrar a la cueva, donde muchos de los pacientes que perdí me lo recriminaban. También recuerdo lo que sentí al estar cerca del pozo de la fuente de magia, el modo en que anhelaba tener todo ese poder, casi de modo obsesivo. - Imagina si pudiese controlar todo el potencial de energía de la fuente de poder...lo que podría hacer con eso. ¿Tú no lo pensaste cuando estábamos cerca? - pregunto con cautela y mirándolo de reojo, para saber si fui el único que sintió algo así. Lo cierto es que en el fondo sé que ese poder me habría destrozado si hubiese permanecido más tiempo dentro del pozo, aunque tal vez haya una manera de dominarlo. Continúo canalizando más magia de sanación sobre su brazo y su mano, de manera potenciada gracias al anillo Vilya. Poco a poco va recobrando un aspecto más normal, cerrando las heridas que se había hecho. - Al contrario. Dejar morir a alguien no es de ser valiente, hubiese sido derrotista por tu parte, y no te pega nada. - una locura, al fin y al cabo, pero cargada de valentía. Cuando me pone la cara de perrillo abandonado no le puedo ni regañar por lo que hizo. ¿Quién le dice que no con esa cara?

- No pasa nada. A veces soy un médico un poco gruñón cuando los pacientes no le hacen caso. Pero lo que has hecho para salvarme anula con creces cualquier regaño. - termino de curarle del todo, pero no suelto su mano todavía. - Me refiero a que, al hacer eso, has demostrado que te importo de verdad, por mucho que no pensases en lo que hiciste. - bajo la mirada sintiéndome algo culpable por ser menos claro con él de lo que él ha sido conmigo, aunque intento remediarlo. Lo he estado pensando mucho, tal vez demasiado. - Tú también me importas. - bajo el tono de voz a un susurro porque no quiero que nos escuchen si es que todavía siguen despiertos. Luego viene la dichosa palabra. - Pero...no sé si haríamos lo correcto si nos dejásemos llevar sin pensar. Está mal visto que los miembros del Consejo estén juntos, aunque no sea para mezclar linajes. También sé que se opondrían a que no cumpliésemos con nuestras obligaciones de seguir con la línea de descendencia. Ya sabes...las normas son un tanto anticuadas para eso. Y ya fuera de normas...tampoco sé si yo sería bueno para ti. Deberías estar con alguien más joven y atrevido que yo. - dirijo a Sean una mirada de disculpa, porque por un lado quisiera intentarlo, pero por otro sé que tenemos muchas cosas en contra.

Lucio no paraba de autoflagelarse por no cumplir con las expectativas de lo que se supone que debía ser alguien de su familia, cosa que me sonaba bastante -Lucio, teniendo en cuenta mi linaje ninguno de nosotros tendría que haber resultado herido, debería haber creado un escudo, un encantamiento, lo que sea para protegeros a todos, no seas tan duro contigo mismo, no es culpa tuya pero de no ser por ti Setelah habría muerto, yo no podría haber curado semejante herida- Mi cara cambia un poco al escuchar lo del poder, ese mineral o lo que fuera era demasiado peligroso, a pesar de eso le contesto -Si te digo la verdad lo único en lo que pensaba era en no morir ahí abajo pero... siempre debe haber un equilibrio en todo , Lucio, no solo en el mundo, también en nosotros, sé que tus intenciones siempre son buenas pero un exceso de poder sería una gran responsabilidad y un peligro para ti y puede que para los que te rodean- cuando termina la curación no suelta mi mano y desde luego y no la iba a apartar, parecía essar pensando en demasiadas cosas.

Nuestra conversación continua y  tanto Zaph como Giordano parecen estarse preparando para ir a dormir cerca de la hoguera que ha preparado ella. A mi lado el médico de la expedición no para de darme las gracias por salvarle la vida, hasta empiezo a pensar que de verdad ha sido algo excepcional pero siento que cualquiera habría hecho algo así por alguien especial, no puedo evitar sonreír ante sus palabras -Creo que tienes mucha más fe en mi de la que tengo yo en mi mismo-  por suerte me dice que no puede echarme la bronca, lo cierto es que suspiro aliviado, ya había sido suficiente con la reprimenda de Zaph y seguramente me esperaran sermones desde aquí hasta londres, sin embargo cuando dice que le importo no puedo evitar agachar la cabeza y ruborizarme mientras él hace lo mismo pero no para ocultar su vergüenza, echo un vistazo rápido a Zaph y Gio, parecían dormidos pero al estar todo en silencio nuestras voces se escuchaban por más que intentásemos bajarla, susurro un encantamiento para levantar un velo a nuestro alrededor, eso evitaría que nuestras voces molestaran a los otros, seguramente estarían cansados y merecían dormir en paz. Cuando Lucio me dice que también le importo no puedo evitar sentirme eufórico, pero solo durante una fracción de segundo, justo antes de ese "pero" esperaba que me dijera que solo como amigos o compañeros , llevaba preparándome para eso casi un mes desde lo de la biblioteca, todo era posible , pero en vez de eso solo escucho más excusas y muchos "tal vez" "y si" o "el resto" lo cierto es que me molesta un poco.

Suspiro intentando comprender a Lucio, haciendo gala de mi infinita paciencia pero cada vez lo entiendo menos -¿Por qué piensas tanto las cosas? no te culpo por ello pero creo que... te preocupas más por lo que pueda decir el consejo o cualquier otra persona, las normas cambian, los tiempos cambian, de no ser así no estaríamos aquí dispuestos a luchar en esta guerra... eso lo entiendo, pero no te permito que decidas por mi lo que puedo o no puedo sentir por ti o por quien sea, yo decido quién es bueno para mi y quien no..- estaba entre frustrado, enfadado y agobiado por todo lo que me decía, solté su mano y me levanté , necesitaba ponerme la capa e irme a un rincón a cultivar champiñones -No pretendo seguir presionándote con esto Lucio, no quiero que te sientas obligado a corresponderme o algo solo por lo bueno que has sido conmigo siempre o por lo que acaba de suceder en ese pozo, así que creo que lo mejor es olvidarnos de todo y simplemente seguir como buenos amigos.- intento sonreirle pero las lágrimas me traicionan, malditas, tal vez debería ir al médico a que me mire si tengo algún problema en los lagrimales, oh, espera, el médico me está rompiendo el corazón ahora mismo, mal plan, así que simplemente le doy la espalda e intento limpiarme la cara con una excusa casi más estúpida que yo -vaya, cuanto polvo hay aquí, creo que se me ha metido algo en los ojos, voy a lavarme la cara y a dormir un poco, descansa tu también Lucio, debemos recuperar fuerzas para volver a Londres, buenas noches- Dicho esto me dispongo a ejecutar mi más noble tradición frente al peligro emocional inminente, huir.

El nivel de autoexigencia de cada uno puede llegar a ser una carga importante, por mucho que otros nos digan que hacemos suficiente. Sean intenta que piense de ese modo, pero creo que en el fondo sólo podré convencerme por mí mismo. Acabo asintiendo con una leve sonrisa, como queriéndole hacer creer que acepto lo que dice, y que me parece que tiene razón. En el fondo no es así. Me quedo un tanto inquieto por haber sido el único que sintió esa especie de ambición ante la fuente de magia, pensando en que no es bueno lo que deseé en ese momento. - Hablas sabiamente a pesar de tu juventud...sabes lo que significa tener poder, y respetas el equilibrio de las diferentes fuerzas...- casi me hace sentir como un egoísta por lo que estuve pensando en aquel instante. - No querría poner en peligro a nadie, eso ya lo sabes. Pero sí que me he dado cuenta de que no somos tan poderosos como se supone que deberíamos ser. No hemos estado preparados cuando el mundo nos ha necesitado. En cuanto regresemos a casa pienso mejorar mi magia todo lo que pueda, y volver a levantar un hospital en condiciones al que pueda ir todo el mundo, uno que no bombardeen como el anterior. - sólo de recordarlo me cabreo de manera irremediable, nos han ido mermando de modo exagerado.

- Pues claro que tengo fe en ti. Creo que te he dicho muchas veces que a tu edad no era ni la mitad de bueno. Imagina lo que conseguirás en un futuro. Ambos tenemos mucho que mejorar, podemos ayudarnos mutuamente. - la conversación se va torciendo poco a poco, pues de hablar de planes para cuando recuperemos la magia pasamos a hablar de lo 'nuestro', sea lo que sea que tengamos. Ya imaginaba lo que pasaría, pero al ver la reacción de Sean me doy cuenta de que he estropeado la situación con lo que he dicho, por muy sincero que fuese. - Lo sé, lo sé...no debería decidir por ti, y no lo estoy haciendo, sólo quiero aconsejarte porque es lo más sensato, por evitarte sufrimientos innecesarios. El Consejo de los 20 pondrá trabas, de eso estoy seguro. Tal y como las puso mi padre hace muchos años. - murmuro con tono apagado. Lo que ocurrió hizo que intentase vivir según las normas establecidas, cumpliendo con lo que se esperaba de mí. Puede que sea un cobarde por ello.

Me levanto de modo inmediato cuando él lo hace, aunque me contengo un instante para no seguirle. Está molesto, obviamente. Yo también lo estaría si me hiciesen esperar tanto y encima me diesen largas, aunque sea por un buen motivo. - Maldita sea...no me siento obligado. No lo entiendes. Es más complicado que todo eso. Y de sobra sabes que no vamos a saber seguir como simples amigos. Tenemos que...yo qué sé... no podemos fingir sin más. - suspiro frustrado porque creo que me estoy explicando fatal, acercándome después a él cuando me pone la mala excusa de que llora porque hay polvo en el ambiente. Camino para quedar delante de él, poniendo las manos sobre sus hombros y bajando un poco mi cabeza para apoyar mi frente contra la suya mientras cierro los ojos. Puede que no deba pensarlo tanto, justo como ha dicho él hace un momento. Abro los ojos finalmente, más decidido. - Tal vez sea el momento de dejar de seguir las reglas...un acto de valentía como el tuyo antes, uno que pueda corresponderlo como se merece. Intentaré seguir tu ejemplo. - le doy un pequeño beso en los labios para terminar de darle sentido a mi frase, aunque también tengo algo de miedo por lo que pueda pasar. - Ya no hace falta que me des más tiempo. Podemos intentarlo...a ver qué pasa.

Cuando nuevamente dice los del consejo como excusa para no poder darme una respuesta, la verdad es que casi ruedo los ojos, pero no me parece correcto y sería una completa falta de respeto a Lucio, más aún cuando dice lo de su padre que ciertamente es una razón de peso para negarse así que me muerdo la lengua y no digo nada cuando responde de aquella forma a mis palabras respecto a decidir quien me gusta y quien no, lo cierto es que odio esa actitud y tradición arcaica de tener que aislarnos, mostrarnos inalcanzables y demostrar siempre lo "invencibles" que somos cuando ya se ha demostrado que no lo somos, de haber tendido la mano a las personas que vivían los ataques de los humanos día a día desde el principio tal vez podríamos haber prevenido todos los problemas que estábamos teniendo.

En cuanto me levanto después de proponerle a Lucio ser amigos, él hace lo mismo, diciendo que es complicado pero que no podemos seguir como amigos, más contradicciones, está claro que el mago tiene una lucha interna entre lo que le dice la cabeza y lo que le dice el corazón, cuando me saltan las lágrimas y me doy la vuelta para que no me vea, es en vano pues él se pone ante mi, tomándome por los hombros para detenerme y acercar su rostro al mío, me confunde demasiado, y no sé de que forma tomarme aquello, simplemente le dejo hablar pero de nuevo sale a relucir lo ocurrido en el pozo, estaba a punto de contestarle pero una vez más sus labios se juntan con los míos, dejándome sin palabras nuevamente, tal como ocurrió en la enfermería aquella vez pero ahora la sensación era agridulce, a pesar de quererlo no estaba totalmente seguro de que él sintiera lo mismo por mi, quizás necesitaba aclarar mis ideas.

en cuanto nos separamos un poco no puedo mirarlo a los ojos así que agacho la cabeza y apoyo mi frente contra su pecho -Lucio, no te lo tomes a mal pero... eres un poco cruel conmigo, me confundes, yo tengo claro que te quiero por como eres, por ser una persona amable, servicial, conciliadora y sobretodo por apoyarme tanto tiempo a tu manera pero ahora mismo... creo que quien necesita pensar un poco las cosas soy yo y puede que a ti también te venga bien dejar que lo del pozo se te olvide un poco, dame tiempo hasta que lleguemos a Londres- no puedo levantar la cabeza, todo esto lo digo mirando al suelo sin separarme de él pero una vez termino deshago la barrera y echo a andar, yendo al lado de Zaphira quien ya me ha preparado el saco de dormir a su lado, lo cierto es que prefiero moverlo, en cuanto me acerco abre un ojo, sé que me va a decir algo así que simplemente le contesto con un "ahora no" cosa que ella respeta y lo cierto es que se lo agradezco mucho, me voy a dormir sin decir nada más o al menos a intentarlo porque estoy seguro de no poder hacerlo.

A la mañana siguiente me levanto con el ruido que hacen los otros mientras recogen todo, lo cierto es que había dormido como mucho una hora a pequeños intervalos de 10 a 5 minutos, aún era pronto y el sol no había salido, el momento perfecto para salir de la iglesia, que Zaphira se transforme y por fin regresar a Inglaterra, Zaph ya se había encargado de reducir el equipaje para poder volar más rápido, posiblemente en 4 días estaríamos de regreso en el castillo le fay .

Una vez está todo listo, partimos de regreso con la esperanza de poder ayudar a todos los inocentes victimas de la Alianza humana.

El imponente barco de la Brigada había llegado a su destino, finalmente. Y surcábamos los cielos italianos, con buen viento en nuestras velas, y una buena dosis de magia, también. El día era soleado y agradable en esta zona del continente, no me di cuenta de lo que había echado de menos al sol del mediterráneo hasta que habíamos vuelto....

Era agradable. También lo era volver a sostenerme sobre dos pies. Las muletas habían quedado atrás, antes de irme de Ouroboros habíamos arreglado lo de mi cojera con una operación para implantar una prótesis....mas sofisticada que una simple pata de palo, para joderle los chistes a Ben, qué si no.

Nos aproximábamos a Turín, habíamos seguido las cartas de navegación que nos había proporcionado Da Vinci...que por cierto...donde se metía? Aparecía y desaparecía por el barco. Nos había estado ayudando a aprender a manejar las diferentes partes del barco, a saber qué se podía romper y cómo arreglarlo, a recargarlo, a navegarlo y a usar la zona de enfermería con tanque de bacta incluido.... eso cuando sabíamos encontrarlo.

Iba al timón y empecé a hacer descender la altura del barco, de modo que empezásemos a poder divisar el paisaje a nuestros pies.

...Que no era muy halagüeño, a decir verdad. Al bajar el banco de nubes, se pudo ver más claramente. Toda esta zona había sido arrasada, solo quedaban ruinas....

- ...en qué parte se supone que estamos? - dije sacando las cartas de navegacion, que se ampliaron mágicamente modo google maps, para mostrar nuestra ubicacion exacta. Supuestamente, esta había sido la zona del rio Po, que ahora seguia un cauce sin sentido, y la catedral. No quedaba ni rastro de aquello. Pero habría gente abajo? - BRIGADA! VAMOS A ATRACAR! MISIÓN DE RECONOCIMIENTO!

Estaba metido en las tripas del barco, terminando de poner a punto una de las poleas que había estado dando algun problemilla. Con las gafas puestas, claro (gracias Arleen) y los guantes, por si acaso. Y una botella de whisky al lado. Esa gente solo bebía whisky. Me sentaba como un tiro, pero yo me integraba como fuese. O mas bien, formaba parte de mi plan mental de "fuga", mas que de integración social, que me importaba tres pepinos.

Después de la boda de Catherine, y todo aquel asunto, había hecho algunas cosas en el hospital, me habian dicho algo de un proyecto de otro hospital al que dije que si que me parecia muy bien, y firmé algo aunque sin leer del todo, y luego con la excusa de enseñarles a los de la Brigada a navegar el barco me habia embarcado con ellos. El trabajo estaba casi hecho, parecía que ya no hundirían el barco si los dejaba solos, pero quería llegar a Italia, y no quería volver aun a Ouroboros. Con suerte, pensaba, me perdería alguna que otra boda más. No creía que fuese capaz de soportar más bodas de amigos o peor, crushes.

- No sobrio, al menos. - dije pegando otro trago al whisky mientras terminaba de acoplar las ruedas de la polea y ajustarlas. Me quité el pañuelo del cuello, hacía calor ya. Me incorporé, pues estaba medio tumbado para las reparaciones, y me ahostié la frente contra el techo, aquel lugar era estrecho. Solté un par de tacos en italiano y me froté la frente. Lloriqueé un poco en soledad ahora que nadie me veía ni oía, por el porrazo estúpido. Luego revisé mi brazalete, por si tenía algun mensaje...pero no, nada. Los echaba de menos, podía ser eso?

No, que tontería. Me pareció oir un grito, de Lykaios, podía ser? Me desaparecí, mis herramientas, mi botella y yo, direccion a la cubierta. Aparecí tumbado alli, misma postura en la que me habia desaparecido, y parpadeé al recibir la luz directa del sol. Me incorporé guardando los trastos y me puse en pie, ahora sin golpes.

Estaba deseando marcharme de Ouroboros, por eso recibí el día de la partida con alivio, a pesar de que me apenase despedirme de Mérida. Al final su camino se separaba del nuestro, pero tal vez volviese a cruzarse de nuevo en algún momento. Cleo había decidido venir, aunque esperaba que no fuese coaccionada por la conversación que habíamos tenido. En cuanto a Leila...por mi parte evitaba hablarle y cruzármela en la medida de lo posible. Para mí ya no era parte de la Brigada, por mucho que hubiese vuelto al barco.

El viaje hasta Italia fue bastante entretenido, y más con el cargamento de alcohol que nos habíamos llevado de Ouroboros. Además, el aire en la cara al surcar el aire y la expectativa de una nueva aventura me hacían sentir otra vez esa sensación de libertad que siempre había perseguido con la Brigada. Lykaios debía sentirse igual, a pesar de que ahora era un poco cojo. Me acerqué a él cuando comenzamos a aterrizar, apoyándome en la borda del barco para observar la situación. - Pues está todo bastante en la mierda, ¿no? se ve que S.A.M no metió esto en sus planes de "soy guay y voy a reconstruir el mundo". Pero me alegra estar de vuelta a nuestras cosas, a arreglar el mundo mientras viajamos. - le di una palmada en el hombro a Lykaios y luego a Cleo, que estaba al lado. Al menos me contuve de no darles tan fuerte como para que se cayesen.

- Vale, ¿podemos saltar ya? quiero ver qué hay. Estoy impaciente. Espero que queden abajo italianos para de pura cepa para cabrearlos diciendo que le echo nata a la carbonara.

Cuando por fin llegó el día de irse no desperdicié la oportunidad de abollar a algunos hombres de hojalata en mi camino a matar al viejo león. Era un sentimiento primario, la adrenalina corría de forma deliciosa por mi cuerpo y la sed por la sangre del feral era intensa, nunca había sentido algo así. Era como si mi otra forma tomara el control de mi mente aunque no fuera noche de luna llena. Por un momento temí que fuera permanente, que no respondería más que a instintos básicos y que el astro rey de la noche dejara de ser determinante, pero después le dí un golpe en los bajos a un guardia y la satisfacción pasajera me hizo pensar en otras cosas.

Realmente no quería hacer daño, pero ¿los guardias me dejaban ir a matar a Allen? no y, ya que el viejo león aparentemente no se quería quitar la vida, debía ir yo misma a sacársela porque su mera presencia me quemaba las entrañas, así que debía apartar a los enlatados como pudiese. Debajo de todos los impulsos y los sentimientos primarios, todavía quedaba algo de raciocinio en mi cerebro y la lógica era bastante simple: Lykaios había dicho “nada de muertes” (entre otras cosas) pero yo debía darle mi respuesta cuando nos reuniríamos para irnos, así que si mataba antes de aceptar sus condiciones técnicamente no las habría incumplido, además sabía que estaba en desventaja contra los guardias. Por todo esto no me esforcé en resistirme a lo que todo mi cuerpo pedía; matar a Allen.

Como predije, los guardias ganaron pero no por eso dejé de removerme para liberarme de ellos durante el camino al encuentro con la Brigada, sin éxito. Percibir a Nathan entre ellos me animó, saber que iríamos todos juntos me tranquilizaba, pero creí que había perdido completamente el juicio cuando ví un barco flotante. ¿Qué le había hecho esa mujer a mi cerebro? Rogué internamente que no fuera real, que sea alguna neurona que se me había escapado pero quise morirme cuando fue evidente que el modo de transporte de la Brigada sería un barco volador. Pensaba que solo era la forma de hablar del peliazul cuando decía “el pequeño viene con nosotros en el barco” o “seguimos en el mismo barco” o “cuando zarpemos”.

¿Qué tenía de malo caminar? Una vez en el barco le dije a Lykaios que aceptaba sus condiciones, recuperé todas mis cosas (una buena, al fin) y arrastré a Nathan en busca de las hamacas en las que poder dormir. Yo me desmayé (literalmente) en la mía y así pasé la mayor parte del viaje, hubiera querido hablar con él, leerle todo lo que había escrito en el diario que él me había regalado y que llevaba encima pero nunca conseguí estar completamente consciente. Pude percibir vagamente cuando él se alejó así que fuí tras él tambaleante, dando tumbos y golpeándome con muchas cosas por el camino. Quería bajarse del barco allí, pero la Brigada no tenía planes de quedarse.

¡No! Teníamos que estar juntos así que le pedí entre balbuceos que venga con nosotros a Italia, cuando dejó claro que no quería, le pedí a Lykaios que nos quedáramos con él pero tampoco accedió. Yo no quería dejar solo a Nathan ¿quién sabe lo que podría pasarle?, no podía creer que la Brigada acceda a dejar a alguien a su suerte en un terreno posiblemente hostil. Si yo sola iba con él, no habría gran diferencia de si él iba solo, realmente yo no tenía la suficiente habilidad para protegerlo y ambos moriríamos, con la Brigada en la ecuación, la cosa cambiaba pero Nathan estaba determinado a bajarse ¿qué más podía hacer yo? Por eso decidí quedarme en el barco y volví a desmayarme en mi hamaca, sin Nathan.

El resto del viaje es una serie de escasas imágenes borrosas en mi memoria porque rara vez recuperaba la conciencia y lo hacía por poco tiempo. Apestaba porque aún no me había bañado ya que, si perdía la conciencia mientras me aseaba, podría terminar trágicamente, el jersey seguía sucio, todavía no sabía cómo lavarlo, y lo del inodoro... no estoy segura. Ya no tenía tanto frío pero las manos y los pies seguían doliendo y tenía comezón en la planta de los pies. El grito de Lykaios no hizo nada por despertarme de la inconsciencia en mi hamaca así que mis ojos siguieron cerrados.

- ¿Con mis ojos? - le dije a Cleo descruzando mis brazos, mirandola de reojo. No querría decir que hacia juego con la pata postiza? En todo caso, lo que nos sentaba bien era haber desplegado las alas de nuevo. Pasé mi brazo sobre sus dos hombros. - No se te dan bien los cumplidos. - y negué con la cabeza, pero devolviendole la sonrisa.

Da Vinci tambien aparecio en cubierta, al igual que Ben. Luego me reí por la provocacion que dijo sobre la carbonara, recordandole que él era medio italiano.

- A mi tambien me alegra. Si hay algo que salvar entre esas ruinas lo haremos, quiza haya gente que quiera que le ayudemos. Y de paso inspeccionamos, y nos enteramos de como está el percal por aqui. Estais listos? Iremos nosotros cuatro.

Dije refiriendome a Cleo, Ben, Giordano y yo. Nos vendría bien llevar al italiano, supuse. Ademas tambien parecía con ganas.

Asi que echamos el ancla, que descendió hasta fijar el barco a la tierra, y este perdió mucha altura hasta que el descenso fuese seguro aunque no tocó tierra.

Giordano dejó activados no se que sensores de cercanía y unas alarmas, escudos e historias varias, antes de que bajasemos del barco usando el propio ancla a modo de escalera.

A partir de ahi, comenzamos a dedicar el tiempo a buscar y a auxiliar supervivientes, en la medida de lo posible.

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off: podemos darnos por limbeados en Turín, por el momento, haciendo cosicas

Últimamente dormía a pierna suelta. El olor a madera de barco era casa. El jaleo en cubierta era casa. Las palizas tremendas diarias buscando a gente que ayudar era casa. Aquel camarote era casa y el cuello en el que tenía hundida mi cabeza era casa.

Suspiré sonriente aún despertándome, aspirando el olor de aquel cuello como si no lo conociese de memoria y me hundí un poco más en él frotando mi rostro sobre su piel. Sonreí de medio lado tamborileando con mis dedos sobre su abdomen, de forma leve.

-¿Ya ha amanecido?-Pregunté susurrante sin despegar los párpados aún, aunque lo hiciese no vería un pimiento porque la mata de pelo morado cubría mi rostro. -¿Tenemos que seguir salvando el mundo?-Murmuré como cansada. A decir verdad, no tenía ni idea si era de noche o no.-mmmm-Volví a suspirar sin ganas de comprobarlo abriendo mis ojos y simplemente escurrí la mano torso abajo para comprobarlo de otro modo.

Llevabamos ya algunos dias en Turin, y es que en Turin habia MUCHO curro que hacer. Pero era, al mismo tiempo, oxigeno y adrenalina es mis venas. Habían dias que acababa con el cuerpo tan dolorido que se me olvidaba el dolor de la pierna que no tenía.

Empecé a despertar por los leves gruñidos de Gen, y por su forma de acurrucarse contra mi cuello, aquella forma que tenia de amanecer me encantaba. Estaba tendido boca arriba y la sabana que usabamos estaba a medias de caer, tapándonos muy a medias.

Respondí con un bostezo a eso de si había amanecido ya, estirando un poco el cuerpo. Entonces noté como su mano descendia por mi abdomen, para comprobar de otro modo si había amanecido ya. Por lo que se encontraría al seguir descendiendo por ahi, se daría cuenta de que si, que había amanecido.

- Buenos días. - le dije al notar su contacto, con un tono un tanto pícaro asi de buena mañana. Tenía el brazo debajo de su cuello y hombros, se me habia quedado un poco dormido pero lo usé para acariciar su espalda y abrazarla contra mi. - Has descansado bien? He hablado en sueños?

Arqueé una ceja cuando efectivamente comprobé que había amanecido y al escuchar su voz alcé la cabeza separándome de su cuello a la par que usaba la mano libre para sujetarme, dejando hueco así a su brazo.-MUY buenos días-Respondí con el mismo tono que el sonriendo de medio lado pícaramente.

Me apretujé más contra él cuando me abrazó con aquella mano que acariciaba mi espalda, que por cierto ahora tenía unas no muy estéticas cicatrices producto de los tubos que me habían enganchado en la ciudadela. Asentí y me reí negando.-No tengo ni idea he dormido como un oso panda. Estaba taaan cansada...-Exageré en el tono.

De pronto me impulsé y acabé sentándome sobre sus caderas. Ignoraba por completo su falta de pierna, todo este tiempo me había dado bastante igual porque le seguía tratando del mismo modo.-¿Tu has descansado?-Apoyé mis manos sobre su pecho jugueteando con mis dedos sobre él.

Lo que había empezado siendo una simple respuesta fisiologica masculina típica mañanera, acabó siendo algo más gracias al simple movimiento de su cuerpo apretujándose contra el mío. Me reí mientras mi mano divagaba por su espalda delineando a ratos sus cicatrices cuando pasaba sobre ellas.

- Cómo no vas a estar cansada, si por el día no paras y por la noche....tampoco?

"no es que me queje, a mi me encanta"

No me esperaba acabar atrapado bajo sus caderas tan rapido, pero se me escapó una sonrisa de evidente gusto por aquello. Mis manos recorrieron sus piernas, desde las corvas hasta las caderas y la cintura, y bajando de nuevo, acariciando aquella piel con las yemas de los dedos. No me cansaba de su tacto.

Apreté mis dedos sobre sus glúteos, presionándola contra mi cadera a la vez que la elevaba un poco, tentándola. Que si había descansado?

- Tú que crees...?

Habíamos pasado días en Turín, subiendo y bajando del barco con diferentes tareas. Yo de trabajo humanitario poco, porque eso implicaba hablar con gente y ver a mucha gente, y no gracias.

En el mejor de los casos les dedicaba una sonrisa incómoda y los ofendía de algún modo inesperado.

De traductores al italiano iban bien, resulta que la médico y el rojo lo hablaban...asi que tampoco me había ido con ellos en ese paseo.

Yo me había dedicado más a labores de reconstrucción y de investigación. Reconstruir era fácil. Los edificios no hablaban. Bueno, si, pero no como las personas claro está.

El caso era que de italianos iban más o menos bien, que ya sabían usar el barco, y que yo podría haberme retirado ya en realidad y volver a la isla.

Evidentemente no lo había hecho. Seguro que aún quedaba algo por hacer. Además estaba disfrutando del sol italiano, de mi tierra, ahora libre de la máquina.

Así que seguiría siendo un polizón de la brigada. Estaba sentado en el borde del barco, a estribor, con los pies colgando por la borda y sujetando un destornillador con la boca mientras mis manos buscaban desmontar algo que tenía en mi regazo, un pequeño artefacto. Al final sí que había logrado dibujar el paisaje de Turín, una vez pude sacarme la cara de Gwen tras plasmarla en papel. Había amontonado varias postales para enviarlas.

Ahora me dedicaba a tratar de terminar mis nuevas gafas de búho espía. Pensé que sería genial si hubiese podido seguir la ruta del búho, ver lo mismo. Por eso estaba terminando de diseñar las gafas, una vez las vinculara a mis creaciones.... Por intentarlo, podía intentar incluso que funcionara con cualquier artefacto con capacidad visual que hubiese diseñado y que estuviera por ahí. Activación remota, enlaces y cámaras. Si me basaba en las ondas de wifi y la tecnopatía lograría algo mejorado. Lo malo era que por aquí me faltaban materiales... Las lentes de las gafas debían de ser de un material concreto, conductor, resistente....

"Puedo saquear algo. Nunca he saqueado nada"

"Salvo la bodega de Arleen"

"Y la de altair"

"Y el.... Café de Newton"

"Saquear cadáveres no cuenta verdad?"