Bosque Darwin

Voló bajo, entre las ramas de los árboles. Bajó más y más hasta aterrizar suavemente en la raíz de un árbol. El joven observó el gran roble con una sonrisa y acarició su madera para luego avanzar y adentrarse más en el bosque. Caminaba a paso lento, con los pies descalzos, sintiendo el pasto en la suela de sus pies y entre sus dedos.

El día estaba avanzado, era de tarde y esperaba el anochecer ya que ése era el momento en el que decían que los fuegos fatuos se dejaban ver. Los pájaros cantaban en el atardecer y las criaturas diurnas del bosque se preparaban para volver a sus refugios mientras él buscaba ver a las pálidas luces. El fuego azul, Mérida lo asociaba con fuertes emociones y el fuego fatuo, Nichollas lo asociaba con una suerte de guía ¿Estaban relacionados?

Bueno… cuando se tienen emociones fuertes en situaciones traumáticas puede que se vaya en busca de un guía, alguien que indique el camino a seguir a través de la niebla de las emociones, pero no es algo lineal. Las personas que dominan el fuego azul, tal vez adoptaron el rol de guía, por eso sus llamas son azules. En su búsqueda por encontrar el camino, se hicieron uno con el camino y se convirtieron en los elegidos de los fuegos fatuos. En eso reflexionaba mientras caminaba pensativo.

No me había alejado demasiado de la torre en los últimos días, a la espera de poder hablar con Vanessa, pero tampoco podía detener los entrenamientos con la hermandad. Al final me decidí por dejarle una nota en su mesilla de noche, diciendo que quería hablar con ella cuando pudiese. Me ponía nervioso eso de tener temas pendientes, prefería dejarlos solucionados cuanto antes. Necesitaba saber por qué me había estado evitando este tiempo de atrás, además de tratar de averiguar si lo que dijo Lyosha sobre ella era cierto.

Me había llevado a los miembros de mi hermandad hasta el bosque de Darwin, un lugar más o menos vacío en el que poder entrenar sin molestar ni ser molestados. Tras una hora y poco terminamos de practicar diversas formas de control y creación de electricidad, así que me despedí de ellos. Reemprendieron el camino a la torre, y yo me quedé por ahí un poco más para descansar y estar a solas. A veces necesitaba esos momentos. Caminé entre los árboles con calma durante varios minutos, respirando y tratando de hacer eso tan complicado de dejar la mente en blanco. Mi idea de estar solo se vino abajo al localizar por allí a uno de los Descendientes, el que controlaba los elementos. Suspiré resignado, saludando al cruzarme con él.

- Buenas. ¿También estabas de entrenamientos por aquí? - pregunté de manera cordial, extendiendo la mano para conjurar unos cuantos rayos en la palma de mi mano.

Las reflexiones acabaron cuando apareció Adramelech Svensson. El joven maestro lo saludó sonriente, feliz de verlo recuperado ya que la última vez que lo había visto había sido en el hospital desmayado y desangrandose. En una visita posterior al hospital se enteró que estaba estable, pero no había tenido la oportunidad de verlo. Le gustaba pensar que era un buen anfitrión para los invitados de su isla, donde cuidaban bien de ellos para, un día, verlos recuperados y volar lejos.

-¡Hola! Oh! No, estoy en medio de una investigación sobre el fuego azul. Algunos lo relacionan con los fuegos fatuos y me dijeron que éstos aparecen durante el anochecer en bosques y pantanos, así que estoy buscando eso ¿De casualidad, has visto alguna luz pálida?- Le preguntó y esperó su respuesta para continuar. -Si algún Soul Reaper tiene fuego azul, no duden en avisarme, puede que sea contagioso.- Le advirtió, no parecía pero tampoco quería descartar la posibilidad y, si era el caso, hasta ahora tenía solo dos casos confirmados y tampoco parecía que afecte su salud.

-¿Estabas entrenando?¿Cómo te sientes?- Le preguntó con curiosidad por saber de él. La fauna del bosque se preparaba mientras atardecía. Un gnomo pasó a unos cuantos metros de ellos para refugiarse en su guarida y a lo lejos un par de elfos se deslizaron entre las elevadas ramas de los árboles con soltura aunque él no les dió importancia, a lo sumo vió siluetas que se movían con su visión periférica.

Decidí aproximarme un poco más a Adael tras el saludo inicial, encogiéndome de hombros cuando me mencionó eso de los fuegos fatuos. No tenía mucha idea del tema, eso era más cosas de la otra hermandad. - No he visto nada de eso, pero creo que no tiene mucho que ver el color del fuego, ¿no? supongo que eso deberías hablarlo con alguien de la hermandad de la calavera de fuego. Yo sé poco al respecto. - desvié la mirada hacia unos pájaros que alzaron el vuelo desde la copa de los árboles, como si algo los hubiese espantado. Entorné los ojos al tener una sensación extraña, similar a cuando sentí la electricidad bajo el suelo de China Town. Después volví a centrarme en Adael.

- Sí, estaba entrenando con los míos. Hemos acabado algo cansados, así que estaba a punto de regresar a casa. No tardé mucho en recuperarme de lo de China Town. Otros no tuvieron tanta suerte...- pensé en Lyosha, que seguiría en el hospital bastantes días más. Ojalá sirviese de algo lo que habíamos logrado y pudiésemos librarnos de esa amenaza que estaba presente en todos lados fuera de la isla.

- ¿Sabes si ya tienen pensada la próxima misión? ¿Irás también?- pregunté con curiosidad antes de volver a mirar hacia la copa de uno de los árboles más altos, donde me había parecido ver el destello de un rayo. Tenía curiosidad por investigar qué había ahí.

Si surge la oportunidad ¿Me presentarías a los de la calavera de fuego?- Le pidió luego de asentir deacuerdo con que el color no tiene que ver. Asintió comprendiendo lo que decía, él también terminaba cansado luego de sus entrenamientos. Aunque siempre surgían cosas para hacer, lo que no le permitía ir a descansar a casa, tampoco era como si quisiera, prefería estar haciendo cosas a estar a solas con sus pensamientos que, últimamente, eran amargos. Aunque era muy difícil, por no decir imposible, encontrar privacidad en su casa.

-Me gustaría ver alguno de sus entrenamientos.- Comentó mientras miraba el brazalete comunicador del Consejo de los 20 encontrando varios mensajes allí sobre que los Pendragon estaban dispuestos a formar parte en la guerra contra la IA Sam. Tecleó un mensaje rápido.

Si tan dispuestos están, que se encarguen ellos y que no esperen nada a cambio.

Volvió su atención al Soul Reaper cuando le preguntaba por la próxima misión y negó con la cabeza rápidamente. -No estoy enterado sobre eso y, si la hay, no pienso ir.- Sentenció. -Pero los Pendragon parecen dispuestos a formar parte de la guerra.- Agregó. La tradición dictaba que los miembros del Concejo debían quedarse en la isla y pensaba obedecer aquella costumbre para honrarla. En cambio a aquellos que solo se guiaban por sus conciencias o sus sentimientos, a él le gustaba pensar que tenía una férrea disciplina.

Los estudiantes eran los encargados de combatir el mal, según el código, por eso se comprometió a dar su vida por la docencia, para transmitir el conocimiento a las personas que serían las elegidas para hacer del mundo un lugar mejor con las herramientas que el Consejo les brindara. Su honor no le permitía bajar a tierra firme, pero si los jinetes de dragones estaban dispuestos a sacrificarse para recuperar su honor, él no los detendría. De repente abrió los ojos al encontrar súbitamente una relación de su investigación con algo que conocía previamente.

-Un momento… fuegos fatuos… ¡Los drows saben sobre eso!- En un arranque de felicidad por haber recordado esa información, agarró la cabeza del contrario y le dió un fuerte beso en la frente. En cuanto se dió cuenta de lo que había hecho, el rostro se le descompuso de la vergüenza y se separó de inmediato -Ay… perdón por eso.- Se disculpó inclinándose, visiblemente arrepentido. -Decía que los drows saben sobre los fuegos fatuos ¿Conoces alguno que me puedas presentar?- Le pregunto recobrando la emoción de resolver el enigma del fuego azul.

Eso sí era su responsabilidad, la investigación. Miró en la dirección que el otro lo hizo y caminó hacia allí animando a Adramelech a ir también.

Medité unos segundos lo de presentarle a los de la calavera de fuego, teniendo en cuenta lo impulsivos que eran en general. Algunos todavía recelaban de los Descendientes, a pesar de que llevábamos tiempo relacionándonos con ellos. - Lo comentaré. Pásate otro día por la zona de nuestra torre, ya sabes cuál es. - le dejé su espacio mientras enviaba aquel mensaje, un tanto sorprendido por su negativa a ir a la misión. Alguien con tanto poder vendría bien para ayudar a derrotar a la máquina. - ¿Por qué no irás? - pensé que tal vez tenía miedo, era lógico teniendo en cuenta cómo habíamos regresado la mayoría. Casi nadie salió ileso. - Es una masacre, más que una guerra. Tú estuviste abajo, aunque fuese poco tiempo. Piénsalo...- le sugerí por si cambiaba de opinión.

Él siguió un poco a lo suyo con lo de los fuegos fatuos, y de manera repentina se emocionó hasta el punto de darme un beso en la frente. Me quedé bastante parado y sorprendido por aquello, sin saber qué responder. No solía tener ese tipo de gestos ni con la gente más cercana a mí, cuanto ni más con "desconocidos". Enseguida pareció darse cuenta, disculpándose. - No pasa nada. - carraspeé un poco incómodo, intentando cambiar de tema para pasar aquel momento. Drows...no había muchos por la isla. - Hay un par, al menos. A uno lo he visto con la Brigada, y otro en el comedor de Ouroboros. Creo que cocina allí. De todos modos no parecen relacionarse demasiado, no sé si será fácil hablar con ellos. - concluí sin poder aportar más datos, prestando nuevamente atención al árbol.

Los rayos se intensificaron y de repente las ramas se movieron con fuerza, agitándose bajo el peso de lo que parecía ser una gran ave alzando el vuelo. Nunca había visto un ejemplar así, de tal tamaño y que desprendiese electricidad. Era un animal majestuoso. Intercambié una mirada con Adael cuando el ave se quedó batiendo las alas sobre nosotros, quedando perfectamente a la vista al estar en el claro del bosque. Clavó la mirada en Adael antes de dirigir una descarga eléctrica en su dirección. Mi primera reacción fue la de intervenir para reconducir el rayo hacia otro lado, a pesar de que Adael controlase todos los elementos. Después de aquello el pájaro eléctrico reparó en mi persona, descendiendo hasta posarse en tierra. Me quedé quieto cuando entornó los ojos para acercarse a mí. No parecía tener intenciones de querer seguir atacando.

Thunderbird:

-Porque mis responsabilidades están en Ouroboros, el código por el que el Consejo se rige desde hace siglos contempla que los miembros no debemos intervenir en la guerra porque se correría el riesgo de que alguno se deje llevar por la ambición y el poder.- Explicó, aunque ése conflicto había traído exiliados a su querida isla y nada aseguraba que no llegue también allí tarde o temprano.

Lo miró a los ojos pensativo cuando lo llamó masacre, en verdad había visto el resultado en el hospital y tenía la compulsión de sacrificarse por los demás latiendo debajo de su piel haciéndolo dudar. Le preocupaba mucho el bienestar del mundo, quería protegerlos a todos y detener a aquellos que no respetaban la vida para hacerlos entrar en razón. Pero el código no lo permitía.

-Lo siento Adramelech, debo respetar el código.- Se disculpó negando. -Además yo no soy guerrero, me dedico a la docencia, por eso no tengo dudas que los estudiantes de los miembros del consejo serán más que capaces de resolver este conflicto de la mejor manera. Esa es la forma correcta en la que el Consejo debe intervenir, enseñado. Nosotros les entregamos las herramientas necesarias y, con eso, luchan contra el mal y construyen un mundo mejor.- Explicó.

Era más que una opinión, era un deber. Cada quien tenía sus responsabilidades; los miembros del consejo enseñaban y los estudiantes utilizaban esos conocimientos para crear una buena sociedad. Afortunadamente, el soul parecía tener el dato de drows en Ouroboros, lo siguiente sería ir al comedor. -La hora de la cena se acerca, el del comedor debe estar trabajando a todo vapor, creo que iré mañana bien temprano a hacer un intento. Gracias por la información.- Le agradeció.

De pronto, distinguió rayos ¿Se trataba de una tormenta eléctrica? Eso definitivamente no sería bueno para las cosechas. Pero de entre los árboles vió surgir a una criatura que no se esperaba ya que, según lo que sabía, era propio de zonas desérticas. Cruzó su mirada con la del Svensson en el momento de suspenso en el que la imponente criatura parecía examinarlos, pero al volver los ojos vió un destello dirigiéndose directamente a él.

El otro fue más rápido y redirigió el rayo pero no hubo un segundo ataque, parecía más interesado en Adramelech, incluso descendió a tierra y comenzó a acercarse a él. El joven maestro prefirió mantenerse apartado, con el otro de por medio, casi como un escudo ya que no parecía ser receloso con él. -Se trata de un thunderbird, es una criatura capaz de crear tormentas al volar… y parece que le agradas.- Observó.

-Tócalo… acércate despacio, anda.- Lo animó desde la distancia, tenso, preparado para actuar si pasaba algo.

No me metí demasiado en los asuntos de Adael con el Consejo, aunque desde el castillo Le Fay me sonaba que habían decidido intervenir y ayudar también fuera de la isla. Asentí comprendiendo lo que quería decir del código, pues también los Soul Reaper teníamos el nuestro. Lealtad hacia la hermandad, y tener bien claros nuestros objetivos. Aún así había motivos por los que podía flexibilizarse ese código. También sabía que era más maestro que guerrero, pero intuía que también debía sentir algo de temor a enfrentarse a ciertas situaciones. No le culpaba, podías perder mucho en una batalla por muy poderoso que fueses. Habría seguido hablando del tema, pero la irrupción de aquel extraño pájaro no dejó espacio para más charla por el momento.

Logré redirigir el rayo del ave hacia otro lado, de tal modo que Adael salió ileso. Preferí no moverme mucho cuando el pájaro eléctrico se posó en tierra, por si cambiaba de idea con lo de no atacar más. El maestro de los elementos lo llamó Thunderbird, parecía haber identificado a la criatura que teníamos ante nosotros. - ¿Son habituales en la isla? hasta ahora sólo he visto un fénix... - murmuré mirando de reojo a Adael, acercándome lentamente al pájaro ante su invitación. Tal vez fuese cierto eso de que le agradaba, pues a mí no había tratado de atacarme. Si era por el asunto de la electricidad tampoco debería haber atacado a Adael, así que no estaba muy seguro. Extendí la mano lentamente hacia él, con mucha cautela mientras mantenía la mirada en sus ojos. El ave parecía estar tranquila, con las alas replegadas en posición de descanso. Por fin llegué hasta su cuerpo, posando una mano sobre éste. La sensación fue como una especie de chispazo eléctrico entre ambos, algo que no nos molestó a ninguno. - Creo que ya no va a atacar. Tal vez puedas acercarte. No sé si el ave entiende lo que decimos. - murmuré a Adael, acariciando despacio al pájaro. Sabía que el tema de su ayuda en la batalla había quedado algo atrás, pero no me resignaba a tratar de convencerle.

- El thunderbird parece poderoso...justo como los Descendientes. Imagina que en la última misión las vidas de tus compañeros hubiesen dependido de si bajabas o no. Piensa que toda ayuda extra puede suponer una diferencia. ¿Cómo te sentirías al pensar que no hiciste todo lo que pudiste?

-Eemmm… los thunderbirds son primos de los fénix… pero no diría que son habituales… son propios de zonas desérticas.- Explicó nervioso, viendo cómo se aproximaba al ave. Se comenzó a morder las uñas, mirando preocupado la mano acercarse a la criatura. El momento de tensión tuvo un feliz desenlace cuando el ave de trueno se dejó acariciar, momento en el que dejó salir el aire que no sabía que contenía.

Aflojó todos los músculos que tenía preparados para actuar y observó las plumas de la bestia que, en la oscuridad de la noche, reflejaban varios tonos de dorado. Algo hermoso de ver. Cuando dijo que tal vez podía acercarse, se asomó por detrás de su hombro porque con lo que le gustaban las criaturas, en verdad quería acercarse pero no sabía cómo iba a reaccionar el ave. Se aproximó despacio, pendiente de su expresión corporal hasta tocarlo.

Sus plumas eran suaves al tacto. -Oh, seguramente nos entiende, son muy inteligentes. Su historia debe ser parecida a la de muchos de los que vinieron a la isla, obligados a dejar atrás su hogar. Sarah Darwin va a saber explicarte mejor ¡Ah! Sé que el mismísimo Newton Scamander está en la isla, yo mismo lo ví y crucé unas pocas palabras con él.- Recordó mientras alejaba la mano. Lo miró pensativo cuando retomó el tema de bajar.

Él solo quería hacer el bien con el poder que tenía, no caer ante las tentaciones, respetar las costumbres y, al mismo tiempo, proteger al mundo. Su honor y el de su familia dependía de eso. El código había sido creado por el bien de la humanidad ¿A caso, obedecerlo, lo hacía una mala persona? Eso no tenía sentido. Seguía las reglas ¿Los que no las seguían le pedían ayuda? Los ayudaría, desde luego, pero para ello debía romper las reglas, no parecía justo.

¿Qué era más importante?¿Las costumbres o las personas? Se sintió confundido. Llevaba una vida estructurada según un compendio de reglas que podía seguir y sabía que así hacía el bien. Las costumbres estaban hechas por el bien de las personas, sus responsabilidades estaban en Ouroboros, no en tierra firme. Era el deber de los estudiantes resolver los problemas externos, para eso le daban herramientas.

Arrugó suavemente el ceño cuando el otro le preguntó cómo se sentiría. -Yo ya hago todo lo que puedo Adramelech. Enseñar no es tarea sencilla.- Relajó el gesto. -Además, eso nunca va a pasar.- Dijo confiado, el muchacho necesitaba relajarse y dar menos conflictos existenciales. -Mis estudiantes, en cambio, sí dependen de mí.- Ya era bastante tarde, pensaba irse pronto. -Hablando de eso, tengo que dar clases mañana temprano.- Comenzó a despedirse.

Atendí a las explicaciones de Adael sobre el thunderbird, sintiendo algo de lástima por el animal al pensar que era probable que hubiese tenido que abandonar su hábitat natural para escapar de los peligros que pudiese encontrar en tierra firme. El ave se dejó también acariciar por Adael, mostrándose más tranquila que al principio. - Eso es...estás a salvo. No corres peligro. - susurré para que terminase de calmarse, dándome por satisfecho con ese primer acercamiento. - Darwin...¿ella es la que trata con animales, no? Ya hablaré con ella para saber más cosas. - me pareció raro que nombrase a alguien que se supone que llevaba muchos años muerto, como Scamander. Conocía el nombre de ese mago por sus libros sobre criaturas, pero tampoco había profundizado al respecto.

Al final no terminamos de ponernos de acuerdo en las posiciones sobre la situación que teníamos que afrontar, la de la lucha contra S.A.M. Me mordí el labio inferior para no decir nada más, decidiendo respetar su postura porque seguir con el debate no nos llevaría a nada. Esperaba que llegado el momento, si no quedaba nadie más, interviniese.

- Sí, yo también tengo que marcharme a seguir preparando a los míos. Volveré otro día a visitar al thunderbird...tal vez podamos ser amigos. Ya sabes, cosas de electricidad. - sonreí levemente, encogiéndome de hombros. Después me separé del pájaro, haciendo una leve reverencia. Si eran tan listos seguro que comprendía alguna palabra.

- Nos encontraremos pronto. - me despedí tanto del ave como de Adael, al que además deseé buena suerte con la clase. Tras eso me di media vuelta, alejándome sin prisa hasta abandonar el bosque.

Después de desaparecer hacia el bosque envío un mensaje mental a Adam informándole que ya estaba de vuelta en el ruedo y que iría a por Aedan en una hora. Su respuesta le pareció extraña pero no respondió. Tenía otras cosas que hacer. No sabía muy bien donde se encontraba Ian pero esperaba hablar con él pronto, tenía muchas cosas que decirle, otras tantas que contarle.

Camino durante un largo rato, no se dio cuenta siquiera de lo mucho que había cargado pensando y reviviendo cada palabra de lo que le había dicho aquel espíritu. Pensó que también tenía que hablar con Sean sobre lo que había vivido, con ciertoñas cosas vetadas. También recordó aquello de no confiar en nadie. Nadie. Había sido bastante incisiva con eso y le había generado algo de ansiedad, pero estaba segura de que Ian la calmaría. Siempre lo hacía.

Finalmente llegó a la zona donde se habían asentado los pocos Fenrir que quedaban. No tardó mucho en ubicar a Savannah, ahora que era la única chamana del clan. Tras un par de indicaciones la morena le dijo donde se encontraba  su esposo. Le gustó que el clan se hubiese mudado sentía que de esa manera Ian podía interactuar con algo ajeno al Consejo, separarse de aquella parte política a la que ella le había atraído para vivir su vida con más libertad. Debía traer más a Aedan allí, muchos cachorros habían sobrevivido al incendio y le vendría bien jugar con otros pequeños que no fueran magos.

-Hola… tú- Le abrazo por la espalda cuando lo encontró y apoyó su mentón en su hombro, lo hizo suavemente y después ladeó la cabeza para apoyarla en la de él -¿Te sientes mejor con esas horitas de meditación?- Inquirió sonriendo antes de sentarse a su lado, observando entonces que era pleno atardecer. Aquello la hizo fruncir el ceño. Ella  había entrado en la mañana. Carraspeó un poco y entonces cerró los ojos -¿Cuanto tiempo estuve afuera?

La última luna llena había sido un completo desastre. No era únicamente que no hubiese podido controlarme durante la transformación, sino que había abandonado las montañas para bajar a las zonas habitadas de la isla. El maldito olfato me había guiado hasta Wilhelm, al que ataqué sin contemplaciones. Aquello no me provocaba remordimientos, pero sí el haber mordido a uno de los guardias. Por suerte escapé antes de acabar con su vida, pero era culpable de que acabase siendo presa de la maldición de la licantropía. Recordé todo a la mañana siguiente, y para ese momento lo único que podía hacer era regresar a casa para que Catherine lo supiese todo. No fue una conversación larga, lo justo para que ella me contase lo que tenía pendiente y para que yo le dijese que me iba al bosque a apartarme. La citación de interrogatorio de la guardia no se había hecho esperar. Tal vez fuese sólo por sospecha, o porque Andreas fue capaz de identificarme, pero me tocaría ir a declarar.

Al llegar al bosque no había querido hablar con el resto de gente del clan que había decidido montar allí su campamento, ni les pregunté si también se les había ido la pinza la pasada luna llena. Me daba la impresión de que era inútil de estar en ese clan, no me estaba sirviendo para nada en mis objetivos. Estaba enfadado, y decepcionado conmigo mismo. No quería ser un peligro para Aedan y Catherine, y estaba claro que seguía siéndolo. Podía tomarme la poción, pero así nunca lograría el control.

Estaba tan metido en esa espiral de autocrítica que no me di cuenta del acercamiento de Catherine hasta que me abrazó por la espalda. Mi cuerpo se tensó un instante antes de darme cuenta de que era ella, por su voz y por su aroma. Meditación...sonaba demasiado bien.  - En realidad no. Debo ser el más inútil de los que hay aquí. El clan no sirve para nada. Llevo años con ellos y aún no logro controlarme. Los de la guardia me han citado para declarar.  - me sentía estúpido, en definitiva. Tal vez Jarkko llevaba razón y no merecía la pena pertenecer a ningún sitio. Gruñí por lo bajo antes de que ella se sentase a mi lado, en la roca en la que yo estaba. Ladeé la cabeza para mirarla, intentando intuir qué pensaba ella de eso. Seguro que la estaba metiendo en problemas y que decían cosas de nosotros.

- Demasiado tiempo. - no sabía cuántas horas porque estaba bastante despistado, pero sí que había sido más de lo que pensaba. Pasé una mano tras su cintura para acercarla más a mi lado, esperando que me contase qué había estado haciendo.  - Espero que tú no te hayas estado metiendo también en líos...- murmuré entornando ligeramente los ojos.

Sentir la tensión en el cuerpo de Ian le hizo saber que no era buena idea abrazarle por detrás.  Recordó el momento en el que él había hecho algo parecido en el parlamento. Estrés. Demasiado y las palabras que siguieron a continuación sólo le confirmaron lo que estaba imaginando -No eres inútil Ian… No digas esas cosas. Y el clan… está destrozado. No es para nada lo que recuerdo del clan Fenrir- Le miró a los ojos con cierta preocupación, cuando tocaba fondo de esa forma le quedaban muy pocas cosas que decirle pero Morgana le dio la solución, o al menos su conversación con ella – No importa el camino que tomes. Sabes que siempre voy a estar allí para ti ¿Verdad?- Eso de que cada uno tenía que tomar sus decisiones y ser consciente de su propia seguridad.  Le cogió la mano y se la acarició, dejando luego un beso en ella -¿Sabes que Altair tiene su propio clan? ¿Por qué no entrenas con él? ¿O con Kyllian tal vez? No sé si se controla, pero podría ser una opción. Aunque siendo lobos y panteras…O podemos retomar nuestros entrenamientos- Hizo una leve mueca pero luego alzó los hombros -Sé que es un camino que …tienes que recorrer por tu cuenta, pero sea lo que sea voy a estar aquí- Murmuró ignorando lo de la Guardia. No era el primer licántropo que se salía del Bosque y causaba líos. No al menos desde que los dos clanes vivían en la isla.

Aquello de “Demasiado tiempo” la asustó un poco y le miró extrañada -¿Semanas?- Inquirió, preocupada mientras se arrimaba a él apoyándose un poco  mientras disfrutaba del atardecer. Por su mente pasaban una y otra y otra vez los recuerdos de la conversación con Morgana -Pues he hablado con el espíritu de Morgana que habita en el Laberinto Le Fay. Aparte de enseñarme un hechizo me ha hablado de muchas cosas y… Ha sido un poco como el cachetazo de una madre pero de una forma firme y no peyorativa, a lo que estaba acostumbrada- Indicó y ladeó la cabeza hacia él, se mordió el labio con un gesto preocupante -Pero me dijo dos cosas que no me gustaron. La primera que debía tener cuidado contigo y Aedan porque si algo llegara a pasarle a los dos es posible que me viera otra vez con la mente rota y me dejara consumir por una vorágine oscura… Mala…- Inspiró profundamente y subió las manos hasta su cara con algo de desesperación -Y es que…Me dijo que cada uno de nosotros debe velar por su seguridad y los dos por Aedan hasta que tenga edad de defenderse pero que no puedo depender de una manera tan total de vosotros. Y aunque lo entiendo…No sé…- Cerró los ojos y volvió a acurrucarse entre sus brazos.

El siguiente punto le tocaba muy profundo en el corazón porque la esperanza que había tenido había empezado a disminuir. Se quedó en silencio un rato -Cuando convocamos a mi padre… El me dejó la idea de hacerlo revivir a través de un revenant. Es una magia oscura. Lo sé… Pero la sola idea de tenerlo conmigo me ilusionó. Pero luego cuando perdí a Desmond…- Le miró de reojo y luego soltó el aire -No lo enterré como debía. He hecho un hechizo para mantener su cuerpo, quería hacer lo mismo con él y…Morgana me ha advertido que no lo haga. Que …- Se llevó la mano a la cara y se la pasó de arriba abajo como tratando de controlarse -Que si creo que teniéndolos aquí voy a ser feliz estoy muy equivocada porque si no soy feliz, si no me siento bien conmigo misma no lo haré con nadie…Y ahora…- Se le quebró la voz, los ojos se le anegaron de lágrimas y sus labios se curvaron hacia abajo -Ahora sí que no voy a volver a ver a Des… Y yo lo abandoné. No me di cuenta de lo que sucedía. Debí verlo…- Se limpió el rostro rápidamente y respiró profundo, pensando de nuevo en lo que decía Morgana sobre que cada uno era dueño de su propia seguridad. Pero ella había sido su hermana mayor,  y la de Rhaegar y le había fallado a los dos cuando eran lo único que tenía. Apoyó la cabeza en el hombro de Ian y cerró los ojos, llorando en silencio.

Qué iba a decir ella...no podía decirme que yo era un inútil, o incluso si lo pensaba puede que se lo guardase. Fuese como fuese...estaba bastante frustrado con el escaso avance en control. Tal vez  nulo. - No digo que sea culpa del clan, sólo que a mi no me está sirviendo. - inspiré para soltar después el aire con sonido de hastío, pero haciendo un gesto como para pasar del tema. Sabía que ella me apoyaba, pero cuando me cogió la mano me sentí poco digno para ella, como si no la mereciese.  - Ya entrené con Altair. Se aburrió conmigo, eso fue humillante. Y Kyllian...no sé, es tu amigo. No quiero hacerle daño, ni a ti tampoco. Recuerda lo que pasó aquella vez que intentamos entrenar juntos. Tendré que hacerlo por mi cuenta. Irme, no sé a dónde. - en la isla no podía ser, pero al no poder bajar a tierra me sentía encerrado, confinado en aquel lugar. - Gracias de todos modos. Intentaré que no te cause problemas lo de mi asunto pendiente con la guardia. - apreté un poco más su mano, negando rápidamente con la cabeza cuando preguntó si habían pasado semanas. Parecía desubicada, como cuando Jean la secuestró.

- No, tranquila. Un día...dos tal vez. He estado despistado también. - ladeé la cabeza para mirarla y presté atención a lo que comenzó a contar, mostrando algo de preocupación cuando mencionó a Morgana y el laberinto. Sonaba demasiado como lo del espíritu Pendragon guiando a los suyos. - ¿Que tuvieses cuidado con nosotros? - murmuré intentando comprender aquello, aunque rápidamente lo asocié a que podía dejarse arrastrar al lado oscuro por el miedo a la pérdida, o la pérdida misma. En cierto modo era algo similar a la advertencia que le había hecho yo, poniendo como ejemplo lo que le pasó a mi padre.  - Comprendo. - la rodeé ahora con ambos brazos, subiendo su piernas sobre las mías para poder abrazarla mejor.  - Quiere que seas capaz de lidiar con lo que pueda pasar. Porque los lazos ya los tienes y no podrías evitar el sufrimiento que te causaría perdernos. Sólo...no dejar que te consuma. - hice un sonido irónico, porque yo mismo podía decir esas palabras pero no me las creía. No me veía  capaz de mantener la calma si algo así llegaba a pasar. Negué con la cabeza, intentando quitarme ese pensamiento.  Tampoco sabía mucho sobre revenants, pero no me parecía una buena idea.

- ¿Qué? ¿el cuerpo de Desmond sigue...? - exclamé con incredulidad, pensando que tal vez por eso me había pedido que no la acompañase ese día. - Catherine...sé que es duro, pero Morgana tiene razón. Debes dejarlo marchar. Iré contigo para que puedas despedirte de él definitivamente. - culpa...eso era lo que sentía ella. Creía que le había abandonado, y las lágrimas no tardaron en aflorar ante aquel pensamiento. La abracé con más fuerza, dejándola que llorase porque era lo que necesitaba en ese momento. Dejé un beso en su cabeza antes de separarme un poco, aunque no llegué a decir nada porque a partir de ese momento comenzaron a acosarla a mensajes de todo tipo.

Primero un patronus con la voz del tal Wthyr, diciendo cosas que eran todas mentira y que hicieron que me hirviera la sangre. Deshice el abrazo para levantarme de la roca totalmente indignado, con ganas de ir a quemarle la casa pero de verdad.  - ¡Pero qué mierdas dice ese! ¡yo no he quemado nada! ¡y encima te chulea como si fueses cobarde! Voy a ir, pero de verdad. - casi de inmediato llegó un avioncito de papel, aunque de ese mensaje no me enteré, y después el patronus de Anteia, reclamando cosas de una queja, de la guardia y el encierro de alguien. El caso era no dejarla tranquila nunca.  

- Mira... - cerré el puño y lo abrí un par de veces, acabando por soltar un gruñido.  - Que les jodan a todos un rato, en serio. Que se solucionen la vida.  Vamos primero a casa, no hay excusa que valga.

-A Kyllian puedes hacerle daño. Yo le pegaba todo el tiempo- Se mordió el labio inferior ante la sola idea de darle un par de cagazos a su amigo. Sería como volver a la vieja escuela. Pero las palabras de Ian empezaban a ser cada vez más seria y cuando dijo lo de irse casi removió -Odio que me digas eso- Le soltó, porque era la cruda verdad y era un miedo arraigado que tenia desde la primera vez que le dijo que se iba -Es decir, sé que tienes que hacerlo y que es tu decisión es sólo…que me dan ganas de…Es como si… Aunque quisiera no pudiera ayudarte y es frustrante- Lo de la Guardia hizo que ella alzara las cejas y le miró con cierta picardía -¿Qué van a hacer? ¿Echarme la bronca?- Se rió, de buena ganas esta vez y se inclinó para dejarle un beso en la mejilla -Tu mitad lobo es más inteligente que la mitad de esta isla así que shhh…deja la tontería-

Lo de que no se hubiese pasado una eternidad alli le hizo respirar tranquila. Ladeó la cabeza de un lado al otro cuando preguntó, como queriendo decir “más o menos”  luego se dejó acomodar junto a él disfrutando de su calor en aquel otoño tan fresquito -Sí…Eso. Pero no me dijo cómo. Bueno… En realidad me dijo muchas cosas, me resolvió otras y luego me dejó muchos enigmas. Muy le Fay todo- Bromeó apoyando su cabeza en él y se quedó allí, disfrutando de ese momento de ellos dos pero cuando el tema corrió sobre Desmond, Catherine sintió un tirón en el estómago y sólo asintió respecto a la pregunta de Ian -Vale- No iba a agregar nada más, sólo cerró los ojos y dejó que las lágrimas corrieran por sus mejillas pensando en que debía más bien enfocarse en los buenos momentos con sus hermanos mellizos. La única verdadera familia que tuvo. Rara, disfuncional, pero familia.

Cuando se separó Catherine inspiró profundo, tratando de recomponerse un poco más. Ahora… ¿Qué tenían que hacer hoy? No estaba segura ni de la hora cuando de pronto llegó el patronus de Wthyr, Catherine miró el bichejo con una ceja alzada -Maldito mentiroso- La morena tuvo que reaccionar rápido para no acabar tirada en el piso cuando Ian se levantó y le cogió del brazo para evitar que se desapareciera, o si lo hacia ir con él -Vamos a ir- Le corrigió -Y le voy a meter su patronus por d…- De pronto llegó un avioncito de papel que la dejó flipando pero recordó que era la forma infantil de Kyllian de comunicarse con ella. Pero a medida que leía se fue poniendo pálida. ¡Esa zorra! ¡Esa rubia zorra! ¡Esperaba que estuviera tras las rejas! Pero no, cuando llegó el patronus de Anteia; Catherine ya estaba un poco mareada. No sabía muy bien a donde ir o qué hacer, ni la prioridad que debía atacar.

Miró el papel confundida y luego la montaña pero de pronto Ian le habló y Cath relajó los hombros, sin siquiera saber que los tenía tensos. Asintió y lo rodeó con los brazos para desaparecerse hasta su piso. Necesitaba una larga ducha y algo de relajación.

Pasaron unos días desde el incidente con los Pendragon en el taller de Giordano, no había hablado con él y a Lucio solo le conté un par de cosas, lo relevante sin demasiados detalles y como siempre me dio su apoyo y consejo. ese día había decidido pasar por el bosque de Darwin para dar un paseo relajante, en los jardines de Sofía había demasiados problemas y ahora la guardia vigilaba atenta y ya no daba la misma sensación de naturaleza, además, podía acompañar a Rúbi mientras cazaba para variar ya que siempre iba tras de mi.

llevaba una manta para poder extenderla y sentarme en ella al igual que un par de libros, un termo con chocolate que me había preparado Lucio y algo para picar, ya me quedaba poco tiempo de la baja y tenía dos objetivos para recuperar el tiempo perdido, el primero era perfeccionar aquel hechizo que practicaba con Catherine sobre el aumento de magia y el segundo preparar las clases para cuando pudiera volver a la academia priorizando las de defensa que en mi opinión les sería mucho más útiles con la situación actual.

El sonido de las criaturas de aquel bosque de vez en cuando me sobresaltaba, había muchas más cosas que en los jardines de Sofía donde solo cantaban las aves, incluso apareció una vaca con un lazo que empezó a comerse mis pergaminos -¡no! ¡quieta besy! shu shu! ¡¡necesito ese pergamino!!- nada, la vaca ganó llevándose la mitad de mi próxima clase de defensa contra las artes oscuras.

Después de varios días en los que había esperado algo de Giordano, Shyvanna decidió que no tenía que depender de él para satisfacerse. Se hizo una ronda con sus amigas más cercanas porque…No se sentía preparada para meter a un hombre en su cama. Había algo…que le hacía reticente, como si aquel que entrara fuera a ocupar el cuerpo de Aric. Todo el mundo le decía que el Sagnis Ligno había tomado la decisión y que era por su bien…Pero eso no retiraba el trauma. No retiraba los recuerdos. No retiraba las últimas palabras de Aric de su cabeza.

Pero para cerrar capítulo había una cosa que debía hacer en cuanto pudiera y era encontrar al Descendiente de Merlin. Aunque había pasado mucho tiempo en Avalon había vuelto a Ouroboros con esa misión y aunque mucha gente estaba atenta a lo que hacía Artamir la había llevado de paseo y Shyvanna había conjurado un patronus para ir hacia Sean, el cual siguieron al vuelo. Agradeció que estuviera en el bosque porque alli habría claros donde Artamir podría aterrirzar. Sobrevoló al Descendiente, confirmando que era él …contra una vaca e indicó a su dragón que aterrizara.

El dragón plateado finalmente se posó en el suelo ocasionando una oleada de aire fuerte y un pequeño temblor que asustó a muchas pequeñas criaturas. Cuando volvió a su forma élfica le agradeció y se encaminaron hacia Sean. Ella se quitó los guantes de montar de camino e iba desfilando su ropa de luto. Unos pantalones pegados junto con una camiseta manga larga y una especie de jubón delantero con el escudo de los Pendragon en él. -Sean- Saludó alzando las manos en señal de paz antes de ver a la vaca irse definitivamente -¿Molesto? Hubo algo que nos quedó pendiente y… - Inspiró profundamente pero se mantuvo en su sitio esperando a que él le diera paso a encaminarse hacia él -Necesito saberlo...No saben que estoy aquí, no vendrán a por mí- Insistió Shyvanna por si eso llegaba a asustar al Descendiente.

Parecía mentira, había perdido contra una vaca, lo primero que pensé fue ¿qué demonios hace una vaca en el bosque? debería estar en los campos... y después que esperaba nadie me hubiera visto pelearme con el bovino. De repente, el animal se marchó mientras un viento frío se levantaba por culpa de un dragón que descendía, me quedé totalmente en blanco ¿qué debería hacer? huir como la vaca sería buena idea, no le tenía miedo a los dragones, había crecido con uno pero con todo lo que estaba pasando no me podía fiar de otro que no fuera Zaphira.

Me pasé tanto tiempo pensando que hacer que el dragón tomó tierra y cambió su apariencia dejando ver a la rubia de los Pendragon que tan solo unos días atrás había montado un buen jaleo en el taller de Giordano. Estaba a punto de sacar mi báculo para defenderme pero ella parecía venir en son de paz... me vinieron a la cabeza las palabras de Savannah sobre dejar pasar el asunto, el tiempo diría quien tenía razón pero tal vez yo pudiera adelantarme a una mala conclusión si hablaba con aquella chica -Lo sé... te refieres a lo de la maldición ¿verdad?- me incliné y entorné los ojos mirando al dragón -deja que tu dragón de una vuelta, no quiero lios con tus hermanos ni con vuestros dragones- y como alguien más se acercara se llevaría un bombarda.

recogí los libros y pergaminos que tenía dejando la manta libre para los dos, me senté y entonces le hice una señal para que se acercara y se sentara conmigo, tomé mi termo con chocolate y serví una taza para ofrecérsela a la rubia -¿quieres? también tengo algo de picar... te ayudará a relajarte antes del hechizo-

Ella asintió con suavidad. Necesitaba saberlo, por lo menos para sacarse ese terror de tener que volver a casarse. Nadie le había hablado del asunto pero ella estaba segura de que el tema saldría en algún momento. Era la primogénita femenina. Debería ser la primera en casarse. Suspiró y observó a Artamir cuando, estoico, clavó su mirada en Sean. Eran neutral pero no dejaba de ser contundente. Shyvanna le sonrió a su dragón  y se acercó a él para intercambiar unas palabras en voz baja. Aquello duró un momento pero finalmente el peliblanco, lanzando una mirada de advertencia a Sean, se retiró hacia el bosque -¡No te comas a la vaca!- Le advirtió al rubia y finalmente se acercó a la manta.

Se sentó y le sonrió cuando le ofreció la taza, bebió un trago y cerró los ojos disfrutando del sabor del chocolate. Lo paladeó una vez más, con otro trago -No, comer no…Luego cuando vuele se me puede revolver el estómago y es un poco lío. Bueno, tú deberías saberlo… ¿Zaphira no te hace volar con ella? Es lo más hermoso del mundo…- Movió las manos hacia el cielo y se distrajo con sus propios dedos mientras se movía mirando las nubes -Vas por encima de las nubes y no hay nada más que libertad, tú y tu dragón disfrutando del viento en el rostro, del aroma limpio…- Murmuró, con un susurro ensoñador y se quedó mirando sus manos un rato. En un parpadeo las vio rojas y le recorrió un escalofrío. Las cerró en un puño y la bajo.

-¿Dolerá?- Preguntó refiriéndose al hechizo -A ver se supone que si es de sangre deberíamos haberla visto. Estamos acostumbrados a esa magia…Y no te preocupes si me tienes que cortar, puedo curarme solita…Es sólo que ese día… No estaba muy… por la labor- Mencionó  tensando los labios -Y también perdón por la forma en la que Darren os trató. Lo cierto es que lo que sucedió nos dejó mucho… Muy…afectados- Apretó la taza con las manos con bastante fuerza y bebió del chocolate un par de tragos más, sintiendo que le ayudaba -Está mejor que lo que sea que me dio Giordano….El pobre estaba tan agobiado cuando solté lo del sexo. De verdad que no entiendo porque tanta gente se pone histérica...G, Darren todos mis hermanos son iguales, si es natural...Sino, cómo habría sociedad? Tenemos que reproducirnos... En fin.... Creo que no lo volveré a visitar nunca más… - Divagó y apoyó la taza vacía al lado, acostándose para ver las nubes -Aunque prefiero volar en primavera. En invierno tengo que ir mucho más protegida y a veces me gusta volar desde la cola de Artamir y con el frío pues cuesta mucho-