Despacho de dirección

Acceso a través de Red Flú y...la puerta. Posee unos inmensos ventanales, de piso a techo desde donde se ve casi todo el hospital.
Está en el último piso del edificio.

Rol:

Vale, que aceptase tan rápido aquella petición se me hizo raro, más aún cuando no dudó en ir rápido hacia su despacho.-Tampoco es que sea urgente solo...emmm ¿Tienes prisa o que, Doc?-Solté una especie de risa algo rara. Pero íbamos directos a un hueco enorme en la pared.-eehhh-Y sin más pasó.

Al aparecer en el despacho en ese otro hueco enorme mis músculos estaban tensos no, lo siguiente. ¿Qué mierda había sido eso? Ella parecía tan tranquila paseando por su impoluto, reluciente y aséptico despacho. Salí del hueco con cierta lentitud mirando brevemente hacia atrás como si aquello fuese obra del demonio o algo así.

-¿Eh?-Volví la vista hacia ella aún algo aturdido. Negué avanzando un poco más.-No, eso está bien. Creo.-Comenté sin darle mucha importancia frunciendo el ceño a pesar de que ahora mismo tenía la espalda completamente tensa y dura como una piedra.

Negué de nuevo con intención de aclarar la mente que me había quedado medio gilipollas.-O´Connell.La niña.-Entorné los ojos porque me estaba explicando fatal. Finalmente lo hice estiré los hombros hacia atrás y crují mi cuello gruñendo mientras apretaba mis labios.

-Necesito saber el paradero de la cría del exministro O´Connel.-Terminé por acercarme a la mesa del escritorio del todo.-Necesito saber qué decir si viene a reclamarla alguien de su familia. -Entrecerré los ojos mirándola y negué.-No tengo a nadie más al que poder preguntar.-Apoyé la mano en el escritorio y bajé la mirada a la mesa blanca. Otra vez una puta mesa. ¿En serio?

-No tiene por costumbre reconocer que necesita la ayuda de alguien más, menos aún la mía, así que asumí que sería un asunto complicado- No entendió su risa en realidad, porque parecía bastante serio antes pero prefirió no indagar demasiado. Además, le gustaba la vista de su despacho y le parecía lo suficientemente privado.

Le observó cuando volvió la mirada hacia ella, tenso estaba así que seguía confundida sobre la seriedad de aquel asunto. Se cruzó de brazos lentamente sin llegar a comprender que su reacción se debía a la Red Flú, demasiado acostumbrada a sus medios de transporte mágicos.

-¿Cree? ¿Cuándo fue vuestra última revisión? Teneis especialistas en la base. No es algo que deba dejar de lado… Sin supervisión- Le llamó la atención pero eso eliminaba el único asunto por el que podía necesitarla y eso la puso nerviosa. Caminó un par de pasos hacia la otra parte del escritorio, poniéndola entre ellos dos porque siempre que estaban cerca todo acababa liándose…

-¿Niña? Es un chico, Collins. Rubio, en plena adolescencia. Bastante inteligente…- Luego alzó una mano como para explicarle más o menos la altura. Dejó de hablar cuando lo notó crujirse el cuello y lo juzgó con la mirada, un poco molesta. Quizás podía diseñar una tecnología que hackeara el chip y dejara órdenes como no crujirse el cuello.

Pero cuando empezó a explicar, el gesto de Arleen cambió a uno un poco más… agobiado. La morena recordó un par de meses atrás cuando se había enterado de la situación tras el juicio, se movió lentamente reacomodando el peso. Subió una mano para apartarse el cabello de la cara -La niña pasó a los servicios sociales de Ouroboros porque no había mayores para hacerse cargo de ella- Explicó en voz baja -Uno de los Descendientes la adoptó, Lucio Galenus. Uno de mis tutores en realidad, es una excelente persona… Aunque sigo sin comprender cómo ha sucedido todo-

Frunció el ceño, soltando un largo suspiro y apartó la vista hacia los ventanales -Lucio ya no está en la isla. Se retiró hace unos meses del Consejo y desde entonces, nadie sabe de él. Puedo intentar contactarlo pero…- Negó con la cabeza, sintiendo que había recuperado a Giordano sólo para perder a Lucio. Ahora volvía a estar preocupada -No sé si las cartas le llegarán- Porque aún no podía enviar patronus, aunque en realidad tampoco lo había intentado demasiado. Se vio las manos un momento y luego alzó la mirada hacia él -Podría hablar con V- Aunque cualquier asunto respecto al ministro seguramente lanzaría una alarma -Veré qué puedo hacer-

Eso era cierto, no tenía por costumbre pedir ayuda y a decir verdad creía que me apañaba bastante bien solucionando mis problemas...pero si no tenía puta idea de como hacerlo no perdía el tiempo intentando solucionarlo yo solo. Eso era absurdo. Sin embargo la actitud veloz de la doctora ya estaba presente antes de mi petición.

Alcé ambas cejas desviando la mirada, intentando así recordar cuándo me habían revisado la pila cervical por última vez. Poco a poco alcé un hombro al caer en la cuenta.-¿Después de la explosión de mi casa tal vez?-Negué con cara de no darle mucha importancia.-En cualquier caso no está dando problemas.-Expliqué como si no viese el drama en revisar aquel trasto que estaba en mi nuca.

Seguí con la mirada a Arleen que interpuso la mesa, volví a mirar al escritorio, entre los dos. Bien, quedaban claras las cosas.-No es como si me estuviese causando alucinaciones o ...-Alcé la vista a mirarla y el sol de la puta ventana iluminó la escena como si fuese ella la que se iluminase, al puro estilo de una deidad. Carraspeé.-O algo así.-Murmuré. Menudo gilipollas.

Fruncí el ceño cuando empezó a hablar de Collins y asentí.-Y bastante impertinente y capullo, sí pero hablo de su hermana pequeña.-Capté esa mirada suya y llevé mi mano al cuello presionando un poco en el músculo que conecta con el hombro mientras mantenía el ceño fruncido. ¿Qué? necesitaba crujirme el puto cuello.

Escuché atentamente aquella información, con el rostro serio y cara de pocos amigos. Desvié la mirada a otro lado y gruñí por lo bajo sin ser consciente de ello.-Genial, adoptada por un mago que no es posible localizar. Perfecto.-Ironicé y después simplemente negué.-Si vienen preguntando por ella al menos sabré que decir, no hace falta que indagues nada.-Comenté molesto pues no podía decir que hubiese venido nadie a reclamarla porque los putos O´Connell estaban en busca y captura y no tenían otro adulto para encargarse de ella.

Rasqué con cierta insistencia mi cuello poniendo cara de que me cagaba en todo y desvié la mirada de nuevo para enfocarme en la doctora.-Gracias.-Di un par de golpecitos en la mesa y di media vuelta, primero mirando el hueco de la pared. "NOPE" y después localizando la impoluta puerta del despacho peeero llevé una mano a mi rostro girando de nuevo. Había caído en la cuenta de algo más.

-Emmm...je...-Sonreí de medio lado cerrando los ojos antes de apartar la mano.-En realidad necesito que me hagas otro favor.-Me acerqué a ella dejando la seguridad del otro lado del escritorio llevando una mano a mi bolsillo.-Algo más ...íntimo.-Comenté con gesto serio.

Se removió incómoda al oír lo de la explosión y desvió la mirada hacia otro lado, la culpabilidad seguía allí pero… Pero ya no tenía tiempo para regodearse en ella. Él la había secuestrado y viceversa. Todo había quedado en el pasado, ya no podía seguir viviendo bajo esa sombra -Que sepáis- Murmuró finalmente cruzándose de brazos mientras alzaba la vista y conectaba con la de él, notando que se había quedado en silencio. Arleen frunció suavemente el ceño -¿Y las pesadillas?- Inquirió, aunque sabía que aquel era un terreno fangoso.

-Te doy mi palabra de que Lucio la protegerá con todo su ser- Murmuró al ver su enojo y contuvo un suspiro -Igualmente le escribiré, me gustaría saber cómo está, dónde…- Había hecho lo mismo con Giordano y había acabado maldita y presenciando la muerte de un dictador. Temía por Lucio. Y también temía que no volvería a verlo. No antes de que se acabaran sus 365 días.

-De nada- Observó cómo seguía, insistentemente, rascándose el cuello y entrecerró los ojos. ¿Debía preguntar? No, mejor. La pregunta era ¿Quería preguntar? Sí, quería preguntarle al infierno lo que la gente pensara de ella -¿Qué le sucede en el cuello? ¿Es el mismo tirón de siempre?- Preguntó viéndolo dirigirse hacia la puerta. Okay, había acabado la reunión -Haced que os revisen- Porque podía ordenarlo, y ella allí ya tenía poca potestad. Técnicamente… Había quemado su expediente y se había desentendido pero…Todo siempre se complicaba alrededor de Gelion.

Arleen descruzó los brazos lentamente y le miró confundida, porque no estaba acostumbrada a que sonriera. No así, no para ella -Si está en mi alcance- Asintió con suavidad porque si se ponía a decirle cosas de Amaya o algo por el estilo…Pues iba a ser que no. No obstante, cuando soltó aquello de que era más íntimo su cerebro colapsó con las imágenes de CUÁN íntimos algunos de sus encuentros habían sido y sintió que se le coloreaban las mejillas. Sus rodillas no se sintieron tan firmes como siempre.  Alzó una mano para retirarse un mechón de cabello de la cara y desvió la mirada hacia la carpeta y los papeles del escritorio, organizándolos pese a que estaban en perfecto orden mientras su cerebro buscaba la forma de hablar sin parecer una cría titubeando -¿A qué te refieres exactamente?- Inquirió sin mirarlo, muy concentrada en que aquellos memorandums quedaran perfectamente alineados. Pero necesitaba toda la información antes de que su mente se fuera por derroteros extraños.

Entorné los ojos y encogí los hombros. Se suponía que se habían cargado la conexión de ese chisme y lo único que hacía era joderme a calambres pero no sé si por el cansancio o tener la mente ocupada en mil cosas aquella molestia ya no la sentía.-Ah...seh...siguen estando pero supongo que todos tenemos nuestros demonios nocturnos y no estoy seguro de que tenga que ver con la puta pila.-Comenté como si tal cosa con algo de molestia en el tono.

Asentí a lo de que el tipo protegería a la cría también entornando los ojos.-Ya, yo también prometí cuidar a los míos.-No era tan fácil. Le hice un gesto con la mano para que se olvidase del tema. No quería discutir la moralidad de una adopción sin preguntar si la cría tenía algún abuelo o algún tío. Nada, como siempre los magos tomaban en sus manos lo que querían, sin importar los simples humanos.

Mientras aún tenía intenciones de marcharme, antes de caer en que tenía que preguntar por el informe forense del hijo de puta de mi padre, preguntó aquello e hice un aspaviento al aire con la mano.-Es solo tensión por el viajecito de magia ese por el hueco de la pared. No necesito que revisen nada.-Alcé la voz, con cierta molestia porque la doctora siempre se ponía en modo doctora y daba órdenes y se supone que ya no me debía ordenar nada.

Pero eso, caí en la cuenta del tema del informe y volví junto a ella.-Oh creo que sí.-Iba a sacar el móvil del bolsillo para buscar el informe y enseñárselo pero... sus gestos, su tono y aquella maniobra evasiva para no mirarme me indicaron que se había puesto un poco nerviosa. Y yo...yo era muy puñetero como para no disfrutar de aquello. Así que mantuve la mano en el bolsillo del pantalón.

Carraspeé, acercándome un poco más a su espalda, tal vez demasiado pegado. -Es algo ...personal.-Terminé por decir cerca del hueco de su cuello. -Pero me has demostrado que se te da bastante bien.-Moví el teléfono de tal forma que se apretase contra su cuerpo.-Y me gustaría que lo hicieras tú.-Y después lo saqué porque en realidad si me estaban dando ganas de pegar algo más contra su cuerpo. Me aparté de ella sentándome en la mesa, tal vez destruyendo un poco de su perfecto orden y busqué el informe, dejando después el móvil frente a ella.

-Es el informe forense de la puta masacre que hizo Thalos cuando se cargó a nuestro padre.-Expliqué como si no me hubiese insinuado en absoluto antes aunque sonriendo de medio lado con cierta suficiencia. Lo señalé con el mentón.-Sorpresa, no hay cadáver...cadáveres, en realidad. Y hay cierta terminología...-Arrastré la pantalla para llegar a algún lado del informe.-Movimiento de tierras, células de no sequé y mierdas varias de médicos que no termino de entender.

Crucé mis brazos alzando ambas cejas.-Thalos está paranoico con que el hijo de puta de mi padre anda caminando entre los vivos, así que...si pudieses aclararme algo te lo agradecería, Doc.-Desvié la mirada a su falda...su culo ¿Por qué? mira yo que sé, hace dos segundos estaba muy pegado ahí y me acababa de acordar del puto liguero de la doctora. Carraspeé y alcé la mirada de nuevo a sus ojos.-Si puede ser, claro. He notado que tienes cierta prisa.

Arleen asintió una sola vez, estando de acuerdo con lo que le decía Gelion. Ella también sufría de pesadillas  y poco podía hacer para ayudarle a él en ese aspecto excepto drogarlo y…No creía que aquello fuera una opción. Pero cuando respondió a aquello sobre protección hacia los niños, Arleen le sostuvo la mirada en silencio con un gesto de profundo pesar para luego apartar la mirada. Supuso que ella también había roto esa promesa.

-Ah…- Miró hacia la Red Flú y de pronto cayó en algo -Ooh… ¿Fue vuestro primer viaje por Red Flú? Perdón, no lo pensé…Era la forma más fácil de llegar a mi despacho y hablar- Mencionó con un gesto de disculpa. Era muy consciente de cuánto…odiaba la magia así que suponía que al ver las obras y luego experimentar el viaje había colmado su paciencia.

¿Creía que sí? Ya lo vería ella. Lo que no se esperó… bajo ningún precepto es que se acercara a ella así, no cuando ambos solían marcar muy bien las distancias. Clavó la mirada en la carpeta para tratar de tener algo fijo y sólido en lo que fijar la atención mientras sentía la caricia de sus palabras en la delicada piel del cuello. Ella… Ella no le había demos… ¡Se acordaba! ¡Se acordaba perfectamente pese al estado en el que se encontraba! Sintió que aquella certeza recorría todo su cuerpo con un escalofrío de… ¿Vergüenza? No…No estaba avergonzada. ¿Expectativa? Quizás. Al sentir exactamente a lo que se estaba refiriendo, gracias a su astuta maniobra, Arleen sintió que algo más que sus mejillas se calentaba y los recuerdos volvieron a  trastornarla un poco más tensando visiblemente su cuerpo. Vaya que los había utilizado a solas…Pero aquella petición… Eso era otro nivel. De pronto sintió que hacía demasiado calor…Demasiado para el blazer y toda la ropa que sobraba.

Pero el capitán Draven se alejó de pronto, sentándose en el escritorio sobre sus cosas, para estamparle un teléfono en la cara. Arleen tardó en enfocar la mirada en el móvil para luego verlo a él, hablando de un informe médico… De una masacre y algo de Thalos. Esta vez el color de las mejillas se le extendió por todo el cuello hasta el escote y le subió hasta la sien. Ya no sólo por el pequeño ramalazo de lujuria que, ante la conclusión de que Gelion le había gastado una clara broma de mal gusto, acabó destrozado; sino por la vergüenza de habérselo creído y, además, la ira por sentirse el objeto de las risas de otra persona.

Sin embargo, para algo Arleen había sido educada con gran contención. Apartó la enfurecida mirada del humano hacia su maldito teléfono y cogió el aparatito, caminando hasta acercarse a los ventanales y poniendo una clara distancia entre ellos. Leyó un párrafo y se dio cuenta de que no entendía nada, gracias a los numerosos pensamientos de su cabeza, y volvió a releerlo. Todo en silencio. Frunció suavemente el ceño y siguió leyendo, sin duda, era algo…curioso -Hay células que coinciden con el ADN de Thalos, lo que confirma que hubo cadáveres allí. Una de las tumbas no tuvo movimiento de tierra exterior mientras las otras dos sí… Como si…- Se acordó de haber leído algo sobre las campanas durante la peste negra -Como si hubiese sido enterrado vivo y hubiese logrado salir. Pudo haber usado filtro de los muertos. Para ello necesito el examen de sangre del forense porque allí es donde se encontraría rastros de la poción- Siguió leyendo un poco más, en silencio, frunciendo el ceño de vez en cuando. Algunas cosas quizás podía preguntarle a Oscurus.

O no. O podría desentenderse perfectamente.

-Es muy probable que lo esté- Indicó finalmente -Como yo lo veo. Existe la opción anterior o alguien del exterior lo ayudó. Quizás el ataúd funcionaba como un armario evanescente. Hay muchas maneras de fingir la muerte y en el aspecto mágico, con un nigromante a mano, todo es posible- Y ella lo había visto…Había peleado en Roma al lado del Descendiente de Rasputín. Se acercó de nuevo a él y le tendió el móvil -Hay gente muy retorcida en este mundo- Le soltó con toda la intención y luego señaló la puerta.

Prisa.
Sí, tenía algo de prisa pero porque sólo le quedaban 365 días.
Unos 365 días que iba a aprovechar.

-La próxima vez que vuelva a acercarse a mí de esa manera, le cruzo la cara de un cachetazo- Ah…Qué bien se sentía sacárselo del pecho. Aún se sentía levemente humillada por su reacción pero podía vivir con ello, había sobrevivido a cosas peores. Mucho peores. Unas provocadas hasta por ella misma -Y bájase de mi escritorio, tengo papeles importantes que atender y firmar- Dio un paso atrás, tronando los dedos para luego señalarle el piso en un intento porque se bajara del mobiliario.

¡Esa cara! Casi podía distinguir como su piel se tornaba roja a diferentes niveles mientras el enfado se apoderaba de unos ojos que anteriormente no parecían para nada en ese humor. Yo continuaba explicando enseñando el teléfono pero de cuando en cuando alzaba la vista a su cara. Simplemente lo estaba disfrutando.

La seguí con la mirada mientras se apartaba. Por supuesto, demasiado educada para mandarme a la mierda sin cumplir con el favor que le había pedido. Agarré el borde del escritorio con ambas manos mientras ella examinaba el informe, y la verdad me costó seguir un poco su explicación porque me estaba dando la espalda y su espalda baja estaba muy bien. Me vi tratando de descubrir si se le marcaba el maldito liguero.

Sin embargo alcé la vista al escuchar que habían enterrado vivo al viejo. Gruñí por lo bajo. -¿Que hace un filtro de los muertos?-De esa mierda no tenía ni idea, aunque si tenía conocimiento de algunas de sus pociones. Entorné los ojos al escuchar que Thalos no estaba tan paranoico como pensaba. "Genial...ahora tengo que matar al hijo de puta de mi padre porque mi hermano no lo hizo bien la primera vez". Ladeé el cuello crujiéndolo antes de que volviese junto a mi.

Extendí la mano agarrando el móvil y su frase... le dediqué una mirada casi socarrona. Solté aire por la nariz a modo de risa seca por no reírme de verdad al darme cuenta de que me estaba invitando a salir de forma algo más brusca de la que me tenía acostumbrado. Después dijo que me iba a cruzar la cara y alcé una ceja, manteniendo la sonrisa. "¿De verdad?" . Pero la sonrisa se borró ante ese gesto, ese chasquido ordenándome que bajase del escritorio. ¿Se creía que era un perro?.

Carraspeé incorporándome poco a poco y me acerqué mientras guardaba mi teléfono. A decir verdad...me acerqué demasiado enfrentándome a ella con la mirada.-¿Así está bien o vas a cruzarme la cara porque no es como tu quieres que me acerque?-Acerqué un poco más el rostro.-Gracias por tu atención Doc, siempre tan amable.-Me alejé caminando hacia la puerta.

-La persona que lo consume entra en un sueño muy profundo. Sin embargo, puede ser mortal. Es clara, como el agua…- Servía para engañar, después de todo, seguro que aquel hombre que no había dudado en herir a sus hijos era la peor clase de retorcido. Tal como el dictador que se había suicidado a sí mismo en Italia. Ante aquel pensamiento, parpadeó. ¿El hombre que la había empujado se había asegurado que estaba muerto? ¿Y si esa palabra “ilusión” era lo que había usado el Papa para la sangre que había escupido? Arleen palideció un poco y decidió que… que aprovecharía su cita con la Descendiente Le Fay para preguntar.

Su mente se había dispersado un poco pero no lo suficiente para no entender el significado de aquella sonrisa de Gelion, lo que la enfureció un poco más. Lo estaba disfrutando. Tanto  el efecto que habían tenido sus palabras como su reacción posterior. Y odió… odió ese reto en su mirada cuando le mencionó que le cruzaría la cara. Pero…Arleen siempre le había dicho que no usaría la magia para atacar, para dañar. Podía usar su mano. O un buen puntapié en la pantorrilla. El gesto de la sanadora se endureció ante la estúpida mueca del moreno.

Alzó la barbilla en plan orgullosa cuando se bajó del escritorio aunque entrecerró los ojos al verlo acercarse… Demasiado. Pero no iba a cederle terreno, alzó una mano para interponerla entre ellos sin llegar a tocarlo, indicándole que parara. No iba a sonrojarse de nuevo. No iba a permitir que el calor que emanara su cuerpo le llamara de ninguna manera. O el perfume. O su estúpida presencia. Clavó la mirada en la de él al oírlo hablar -No tengo ninguna forma especial en la que quiero que os acerquéis. Mantened vuestras distancias. Os recuerdo que soy una bruja- Y jugó esa carta racista y horrorosa, pero sabía que al recordarle aquello se alejaría. Giró la cara para mirar hacia la pared cuando inclinó la cabeza hacia ella, aún con el porte regio.

Cuando lo vio alejarse de ella, finalmente respiró profundo y se dirigió hacia el escritorio para organizar sus papeles y finalmente abrir uno de los memorándums -Amabilidad es lo que le falta a este mundo- Espetó sentándose de lado sobre el escritorio mientras leía el memorándum con el ceño levemente fruncido... Hasta comprender exactamente a qué venía aquella carta de los Ibn Salah. Arleen se incorporó lentamente sintiendo que el color del rostro se le iba y también el aire en los pulmones.

Ese modo de pararme los pies hizo que desviase la mirada entornando los ojos. Su fachada de digna dama intocable. Volví a posar la mirada en ella cuando comenzó a hablar. Iba a contestarla hasta que dijo aquello de que era una bruja.

Entrecerré los ojos por un segundo, tal vez un gesto demasiado sutil, mientras mi cerebro empezaba a atar cabos. Claro, era eso...una bruja a la que le daban asco los humanos. Por supuesto, ¿Cómo iba una bruja a reconocer que se moría de ganas en el fondo?. Un pequeño respingo con una risa corta aspirada se me escapó mientras la observaba como si hubiese pillado de que iba.-Ya veo.

Fue entonces cuando me marché camino a la puerta, escuchando aquello de la amabilidad. Entorné los ojos girando sobre mi mismo mientras continuaba andando marcha atrás-.-Valoro más la sinceridad, Doc. -Solté al aire con cierta molestia. Porque sí, estando borracha o estando yo en condiciones en las que se podía aprovechar de mi, bien que se había acercado.

E iba a darme la vuelta y salir por la puta puerta pero se puso pálida como un fantasma. Paré mis pasos frunciendo el ceño.-No me digas que te vas a desmayar. ¿Os enseñan a ser tan exageradas en las clases de brujería o qué?-Además, que ni siquiera le había puesto en ridículo delante de nadie.-¿Doc?

La mirada que le echó tras aquella risa hizo que le observará con el ceño fruncido -No, ya veo YO de qué vas. Búscate otra de la que aprovecharte- porque estaba claro que lo disfrutaba, pero ella no estaba para caer en los juegos de nadie. Es más, no era el juguete de nadie. Se había acabado eso de dejarse llevar por las decisiones de los demás. No podía permitírselo si quería hacer todo lo que quería hacer.

Apenas le echó un vistazo de reojo cuando le soltó lo de la sinceridad. Como si él fuera el pilar de la sinceridad siempre. Ni cuando había estado enfermo le había dicho que había tomado medicinas. Pero todo aquello pasó a un segundo plano cuando abrió el memorándum y leyó todo lo que la abuela de Sayid decía.

Bajó la carta para apoyarla en sus piernas mientras deslizaba la mirada hacia el ventanal pensando en la gruesa soga que se había puesto al cuello el día que le había dicho a Sayid que sí, que se casaría con él. La sentía ahora cerrándose lenta pero inexorablemente en su garganta, ahogandola.

Se dio cuenta de que Gelion seguía allí porque le estaba preguntando algo. Volvió la vista hacia él con un gesto serio, en el fondo la furia seguía viva en sus ojos pero no dirigida a él, sino a sí misma y las decisiones que había tomado en pro de la felicidad de los demás pero no la de ella -No me dejan divorciarme- Respondió con un tono bastante neutro - Aparentemente, al hacer dos bodas… una bajo su tradición, no puedo divorciarme porque el concepto no existe en su cultura- Dobló la carta lentamente para dejarla en el escritorio empezando a sentir náuseas -Así que no les importa si muero intentando darle hijos a un Descendiente, tengo que continuar casada con él - Un hombre que la consideraba estúpida y muy probablemente la repudiaba.

Arleen creía que usaba las misiones como excusa para no verla hasta que se había dado la información de que estaban desaparecidos en acción. Ella no le deseaba ningún mal. Ni a él ni a nadie. Frunció el ceño y negó con la cabeza, apartando la mirada de Gelion para volver a ver hacia las ventanas.

Sea como fuere, solo sería hasta que la serpiente y el dragón le trajeran la destrucción a todos.

-365 dias- Murmuró por lo bajo, en un susurro apenas audible, antes de volver la vista hacia la mesa y buscar algunas hojas en blanco y un calendario. Podía planificar esos 365 días. De Sayid nadie tenía noticias pero estaba segura de que en poco tiempo su cuñada aparecería en el loft y le pediría que volviera a la casa, que dejara de presentarse con su apellido de soltera y simplemente repitiendo todo lo que decía en la carta pero en persona, siendo la portavoz de su abuela.

¿Aprovecharme? La miré con cara de que había perdido el juicio pero luego con indignación. ¡Para una maldita vez en la que no me aprovechaba! Era ella la que pretendía aprovecharse, claramente. ¡Eso era! Estaba haciendo esa mierda del espejo, viendo en mí lo que ella prendía. Simplemente gruñí mientras me marchaba.

Pero luego pasó aquello, realmente temía que se desplomase en su despacho y luego me acusase la loca de la Guardia de Ouroboros y el grillado del hermano de haber intentando matarla. Di un paso adelante cuando no parecía contestar pero paré en cuanto empezó a hablar. Planté las manos en mis bolsillos mientras escuchaba y luego simplemente encogí mis hombros.-¿Y qué? Es un papel.-¿Qué mas daba?

Pero parecía completamente ida. Arqueé una ceja cuando dijo algo que no tenía nada que ver. ¿Qué pasa en un año?-Dirigí la mirada al escritorio por sus gestos.-¿Te está dando un derrame o algo?-Me acerqué un poco más.

Le respondió la mueca de indignación con un gesto astuto, como diciéndole que se había dado cuenta de que era lo que pretendía con ella y por eso estaba enojado. Pero, como siempre, la malinterpretación quedó allí para molestarlos a ambos por no saber conversar de forma normal.

Después, el tema del matrimonio era una daga que le habían clavado en el costado y que no paraba de sangrar. Volvió a mirarlo y negó con la cabeza cuando mencionó que "era un papel" -Es la decisión de la matriarca de los Ibn Salah. En poco menos de nada verás como me encierran en una bonita casa… para que cumpla mis deberes de esposa- Pero el detalle era que ella no se iba a dejar. Mientras Sayid siguiera desaparecido no podían obligarla a nada -Mientras siga viviendo en la isla, tengo que cumplir con las órdenes del Consejo. Ya se que no es fácil de comprender… pero son sus tradiciones y básicamente han destruido mis papeles con su palabra. Diga lo que diga, mi voz nunca va a estar por encima de la de un Descendiente- Expresó con bastante neutralidad para la rabia que estaba cociendose dentro de ella.

Ojalá tuviera una botella de vino.
O una caja entera de botellas.

Agitó la cabeza para quitarse ese pensamiento y empezó a hacer una cuadrícula para lo que restaba de mes y junio antes de oír aquello del año -Ayer nos echaron una maldición- Expresó luego pasando a otra hoja para marcar el mes de julio con caligrafía bastante bonita pese a estar medio tumbada en el escritorio para poder asentar bien -En un año la serpiente y el dragón nos traerán caos. El símbolo del consejo es la serpiente, el de los Pendragon el dragón. Asumo entonces que habrá una batalla en la que definitivamente pereceré- Resumió -Así que necesito dejar todo el proyecto del hospital atado lo antes posible- Alzó finalmente la mirada hacia él -Por eso las prisas-

Empezó a hablar de ese tema de las jerarquías de la realeza pija de los magos así que crucé mis brazos entornando los ojos. Sobre todo porque a Doña apariencias no se le ocurría que podía pasar del culo de aquella supuesta pleitesía mágica.

Llevé una mano a mi rostro frotando mis ojos y antes de que me diese cuenta me había sentado al otro lado de la mesa. Aparté la mano gesticulando con ella.-Pues si no quieres hacer eso lárgate de la isla.-Me parecía obvio, es más creía que se iba a largar de la puta isla de pijos según lo que hablamos aquella vez.-Eres una mujer independiente, inteligente y...- Miré y señalé alrededor.-No tengo ni puta idea pero parece que tienes pasta mágica.-La señalé a ella por su forma de vestir y encogí mis hombros antes de cruzar de nuevo mis brazos frunciendo el ceño.-¿Para qué quieres vivir siendo una desgraciada?

Porque eso parecía, una desgraciada al hablar de su nefasto futuro. Pero...pero espera. Yo estaba indignadísimo y ahora estaba dando consejos ¿Qué mierda te pasa Gelion? Carraspeé incorporándome.-O lo que mierdas quieras hacer.-Hice un gesto con los ojos como de que me la sudaba bastante pero luego dijo lo de la maldición y simplemente me quedé mirando con los ojos algo más abiertos de lo normal.

-¿Por qué mierdas no paráis de joder a la gente?¿Qué coño tienen las maldiciones esas que no paráis de lanzarlas a unos y otros?-En serio, no lo entendía. Volví a sentarme en la mesa, plantando el culo de golpe en ella y fruncí el ceño al escuchar aquello de que iba a morir.- Así ¿sin más?¿No se supone que hay hechizos de buena gente contra maldiciones o algo así?-Desvié la mirada a cualquier otro lado como pensando y rasqué mi barbilla por un momento antes de volver a mirar a la castaña.-Bien. Entonces...Doc...-Alcé ambas cejas.-¿Por qué en vez de dejar que dirijan tu vida no haces lo que te salga del coño y aprovechas tu puto año?

Ah, largarse de la isla -¿Y a dónde voy a ir?  Lo pensé durante un tiempo pero aparentemente el tema de comprar casas no está muy asentado aquí abajo, sino que debo meterme en alguna. He hablado con Jo del tema después de que Johan me mostrara su casa… no lo sé. Parece una opción bastante precaria como solución a mi situación- Dijo con bastante neutralidad porque la verdad es que sí que lo había estudiado, bastante.

Se sorprendió de que empezara a describirla con algo que no comenzaba por "bruja" sino por mujer. Pero los halagos hicieron que lo mirará con el ceño fruncido hasta que soltó lo de la pasta. Era extraño oírle describirla -Hmm… gané como semifinalista un torneo de Ouroboros, vivía con mis padres antes de casarme… Vishous me enseñó a ahorrar y… he gastado todo mi dinero en el hospital. Así que pasta, así como la llamas, pues la tengo dirigida aquí - Aunque si lo pensaba bien. Se incorporó un poco en el escritorio mirando alrededor con gesto estudioso. Gelion tenía su habitación en su despacho. Quizás ella podía hacer lo mismo. Tenía un aseo privado y… podría arreglarse con la comida de la cafetería. Se levantó un momento como sacando ciertas medidas de forma mental. Podría… meter un sofá, de esos que se convertían en cama y…arreglárselas. Aunque tendría que vender más de la mitad de su armario porque no tendría espacio.

Parpadeó un instante cuando mencionó una palabra que la sacó de su mente calculadora. Desgraciada… -No es que quiera, es que debo. Deber y querer son cosas distintas.  Juré votos y por un instante pensé que podría deshacerme de ellos. No funciona así la vida… - Pero seguía con cierta tranquilidad interna -Sayid está desaparecido, en acción, en una misión en Afganistán… de momento no tengo que volver con él porque no está. Eso me da tiempo para ajustarme- Si, eso era lo que tenía que hacer. Es más, quizás hasta Sayid la repudiaba después de enterarse que estaba maldita y adoptaba alguna otra cultura o esposa. Ese pensamiento, al inicio de su relación, le había generado inseguridades… pero después había caído en que pese a que le gustaba ser ama de casa también tenía una mente despierta que buscaba retos en su propio conocimiento y no podía quedarse solo criando niños y cocinando. No, eso no era para ella.

Lo vio incorporarse soltando aquello de que hiciera lo que quisiera -Ya resolveré- Advirtió moviendo la cabeza como restándole importancia. Se ocuparía de ello cuando Sayid volviera, si lo hacía. No lo deseaba mal, esperaba que volviera... Significará eso lo que significará para ella.

Tras eso vio su gesto respecto a la maldición y tensó los labios, sentándose de nuevo en el escritorio para seguir con la cuadrilla a crear. No tenía respuestas para sus preguntas -Supongo que de este lado tampoco hay misericordia- Analizó mientras cuidaba las letras que formaban la palabra agosto -Sí…- y ella iba a tener una reunión con una experta en maldiciones. Quizás… podría decírselo a ver qué opinaba al respecto. Era la mejor opción si el descendiente Rasputin también estaba afectado.

Lo oyó sentarse y respiró hondo ante su pregunta. No respondió inmediatamente. Simplemente terminó el calendario de agosto mientras analizaba un poco su situación  la molestia había ido bajando lentamente y sumiendose en una determinación que se parecía más a aceptación de lo que tenía que hacer -Estoy haciéndolo- Dijo mostrándole la hoja en blanco con el pulgar - Tengo prioridades. No voy a poner mis deseos de conocer, no lo sé, playas de América o las islas griegas… o las auroras boreales de Islandia por encima de la salud de las personas que van a atenderse aquí. Así que… tengo que aprovechar mientras Sayid no haya vuelto para acabar este proyecto y dejarlo todo asentado. Cuando lo haya hecho, entonces pensaré en otras cosas más banales y personales- Alzo la cara hacia él para observarlo con las cejas levantadas -Tu también eres un obseso del trabajo, no pretendas que no- Agregó y bajó la mirada de nuevo -¿Qué noticias hay sobre los reales y los atacantes de la otra vez? -

Iba a decirle algo sobre dónde podía quedarse pero habló de Black y fruncí el ceño negando. No iba a huir de unos gilipollas para acabar viviendo con otro. Así que simplemente encogí un hombro.-En el cuartel hay espacio.-Lo dije como si fuese algo muy normal, ofrecerle cobijo, pero me percaté de que no lo era en absoluto e hice un gesto con mis manos.-A cambio de ofrecer tus servicios en el ala médica, claro.

Describió lo que podría haberme imaginado perfectamente como su vida y desvié la mirada al impoluto despacho, apretando mis labios mientras seguía comentándole sobre sus opciones para dejar de ser desgraciada. Volví la vista a Arleen cuando utilizó el deber como excusa, poniéndole cara de ¿en serio?¿Otra vez con esa mierda?.-Y poder, poder entra en la ecuación también. Si puedes y no lo haces...entonces es tu propia decisión ser una desgraciada, no de los que te dicen qué hacer.

Crují en ese momento mi espalda desviando la mirada mientras asentía.-Y cuando regrese volverás a ser una dócil y sumisa mujer que hace que le dicen. Ya... ignora los problemas hasta que regresen. Muy sano Doc.-Asentí aún mientras volvía a mirar a la castaña con algo de tensión acumulada en la mandíbula.

Dijo que sí que había algún tipo de hechizo contra maldiciones así que suspiré brevemente. Bien. Estaba bien saberlo. Miré confundido las hojas y a ella varias veces cuando me las mostró.-Otra vez el puto Sayid.-Entorné los ojos porque me estaba poniendo negro con eso de "hasta que Sayid vuelva". Me recriminó ser un obseso del trabajo y entonces simplemente me encogí de hombros pero comencé a hablar como si se le hubiese ido la pinza.-¡¿Y qué tiene que ver eso con tirar mi vida a la basura?!¿Tu le debes algo?¿Es eso? Es que no entiendo qué mierda te pasa para ser tan leal a un cualquiera al que le han dado un título por lo que sea.-En serio no lo entendía.

Negué cuando preguntó por los reales mientras me incorporaba.-Estamos esperando los informes de los drones pero todo pinta a que tienen sensores de magia en el perímetro.-Cerré los ojos negando porque me había cambiado de tema y me había dejado llevar.-No estamos hablando de los reales...-Señalé los papeles en blanco.-Estamos hablando de que estás haciendo garabatos en vez de actuar y mandar a la mierda esa puta isla. ¡Deja de tener miedo y de ser tan correcta!-solté algo alterado. Porque sí, me había alterado de más y me acababa de dar cuenta. Me quedé mirándola siendo consciente de ello.

Sonó un mensaje y busqué el teléfono en el bolsillo, comprobando que era de Thalos. Gruñí.-Tengo que ir a...a hacer de Capitán. -Apreté mis labios antes de volver a mirar a la castaña.-Que pase un buen día doctora.-Solté antes de dar media vuelta y marcharme de allí.

La proposición del cuartel hizo que alzará la vista hacia él con sorpresa. Cierto era que ninguno de los hermanos había dudado demasiado en ofrecer su ayuda cuando el asunto Pendragon. Pero aún así… viniendo de él. La añadidura hizo que todo cobrará sentido. Por supuesto, era de entenderse. Sus conocimientos por un techo. Una especie de trabajo. Lo analizó. Eso le permitiría conocer más sobre la medicina humana y también androide. Y esos conocimientos podía… podía impartirlos o ponerlos en práctica en sus clases.

Pero si se iba… ¿Qué sucedía con sus estudios?

Apretó la pluma que tenía en las manos mientras fruncía el ceño. No quería dejar sus estudios con Giordano, pero él tampoco sabía cuándo volvería a darlas y Arleen nunca lo presionaría, le permitiría tener su espacio para trabajar todo lo que le había sucedido. Se había quedado mirando las hojas mientras lo analizaba. Que ella consiguiera un trabajo, que se mudará a tierra era… era un escándalo para su familia pero también una forma de independizarse.

Sus palabras le dolieron pero no porque fueran hirientes en sí sino por la verdad que encerraban. ¿Estaba poniendo de nuevo los deseos de los demás por encima de ella? Sí…era eso. Desde el instante en el que había leído la carta había buscado la manera de estar "bien" con esa resolución porque era la palabra de un Descendiente. Pero en tierra… ellos no tenían poder. Alzó la mirada con rabia cuando le soltó aquello de "muy sano", porque bien que él no era ejemplo para decirle algo así.

Frunció el ceño un instante y se incorporó al escuchar la forma en la que le hablaba. Estampó la pluma contra el escritorio en un acceso de rabia -Cada uno de los miembros del Consejo de los 20 ha obtenido logros y méritos importantes para estar en el sitio en el que están. ¿Acaso te son desconocidos los apellidos Tesla, Newton, Curie o DaVinci?- Espetó -Sayid se ha ganado su puesto y ha comprobado ser un ejemplar Descendiente desde el minuto uno, acudiendo a numerosas misiones para derrotar a SAM, estuvo bajo encarcelamiento por los humanos y tiene muchísimo conocimiento en estrategia militar y toda su área de desarrollo mágico- rodeó el escritorio para acercarse a él -Yo nací y crecí en esa isla admirando a los Descendientes y su misión en el mundo mágico y humano, Gelion. Que la sociedad humana no tenga algo parecido no es razón para que me eches en cara la lealtad que le tengo al Consejo de los 20- Sentía que el corazón iba a salirsele del pecho -¿Deberle algo a Sayid? Le debo mi vida al Consejo de los 20 por protegernos y cuidarnos durante años. Y a Sayid en particular le debo la vida, porque me ordenó salir de una misión de la que muchos no regresaron… ¿Sabes lo que muchas mujeres darían por estar en MI lugar?-  Le sostuvo la mirada durante un largo momento para luego cerrar los ojos y concentrarse, alzó las manos para ponerse el pelo detrás de las orejas tomando un largo respiró. Esa pregunta no era suya, esas palabras eran de su madre -El problema reside en que no sé cuál lealtad pesa más ¿La que es a mí misma o la que le debo al Consejo y a mi familia?- Preguntó, pero no obtuvo respuesta.

Volvió la mirada a las cuadrículas. Tiempo… había tenido tiempo para reencontrarse, a su manera pero…¿Volvería a esa vida con Sayid? ¿Un hombre que la consideraba impulsiva y estúpida? La respuesta estaba clara en su corazón pero no encontraba las palabras para vociferarlas. Volvió la mirada hacia él cuando dio tan en el blanco que sintió un escalofrío.

Era un miedo absoluto.
A dos cosas: Traicionar a su familia y traicionarse a sí misma.
Pero ya había hecho ambos…

La alteración de Gelion era evidente y… no estaba ayudándola para nada. Le sostuvo la mirada en silencio porque no tenía nada que responderle, ni qué decirle. Tenía la cabeza hecha un desastre. El día anterior se había prometido vivir… disfrutar de esos 365 días independientemente de lo que pasara después. Volvería a cantar y a disfrutar de bailar. Así no fuera con su familia. Disfrutaría de crear y de exponer sus ideas. De ayudar… Pero una carta le había quitado el arrebato. ¿Por qué? ¿Por qué? Desvió la mirada hacia la carta cuando Gelion rompió el contacto visual, escuchando aquello de que debía irse.

Otra vez, aquella barrera protocolar que siempre dejaban caer sin darse cuenta antes de comenzar a gritarse. No lo miró -Igualmente, capitán- Quería decirle que estudiaría su oferta pero no estaba del todo segura.

Estando sola en el despacho inspiró profundamente y se regodeó un momento en el silencio que le rodeaba. Al menos hasta que el canto de un pájaro la sacó de sus cábalas. Ladeó la cabeza para ver una bandada volar recordando sus propias palomas y pájaros…en sus jaulas doradas hasta que ella los liberó en una de sus borracheras porque no quería que vivieran lo mismo que ella.

Libertad.
¿Rebeldía?
¿Tenía realmente lo que necesitaba para irse de Ouroboros para siempre?

La respuesta le llegó alta y clara. Se incorporó y tomó todas sus cosas para ir a buscar al jefe de obra y su informe, guardando la carta de la matriarca Ibn Salah entre ellas. Después de obtener lo que quería se desapareció de allí.

Después de la conversación/discusión con Gelion en el helipuerto, Arleen había hablado con su “jefe” de la zona de sanadores y había  hecho un cambio en sus horas para pasar más tiempo en el hospital ahora que habían nueve heridos de la base recuperándose. Además, estaba claro que estaba poniéndose en marcha y tenía que seguir allí trabajando aunque salía poco de su despacho o de las zonas que consideraba seguras.

Allí estaba revisando unos informes cuando llegó uno de los guardias preguntando por Giordano, Arleen asintió y fue a acompañarlo para darle la bienvenida a Gio y agradecerle por todo pero le avisaron que se había ido pero dos robots estaban dando vueltas. Arleen pidió escolta para buscarlos, identificandose ante ellos al hacerlo y llevándolos hacia el sótano pero manteniendo una prudente distancia de esa zona.

Los dejó hacer  y decidió enviarle una carta a Gio, así como otras más en general, desde su despacho. Finalmente preparó los informes y fue a su cita con el capitán Draven.

Había quedado con Belle en el hospital así que, después de revisar a sus pacientes, se dirigió escoltada hasta su despacho de dirección. Le anunció a la recepcionista que vendría a buscarla una joven dama y que la hiciera pasar en seguida a su despacho.

Mientras tanto, Arleen quiso ponerse al día con todas las cosas que tenía para responder. Aún estaba bloqueada respecto a los patronus así que debía organizar su lista de cartas por orden de prioridad. Quería escribirles a Oscurus y Lykaios, responderle a Chloe, contactar con Giordano…y estaba esa llamada que tenía que hacerle a SAM.

El papelito que la letra de Gelion estaba encima de su carpeta y casi podía sentir la mirada socavadora del capitán instándole a vencer sus miedos. Arleen alargó el brazo, cogió la carpeta y la volteó. Que se mirara en el espejo. Empezó con las cartas cuidando su caligrafía y presentación, como siempre.

Seguí las indicaciones a pies juntillas de Arleen para llegar al hospital, incluso a quién debía presentarme y por dónde debía de girar para no perderme en los pasillos de aquel edificio. La Paz era un nombre… peculiar. Me pregunté, mientras me guiaban por los pasillos, si esta vez Arleen decidiría esconderse en el trabajo para superar … eso de ese díam en lugar de emborracharse como cuando lo de Sayid. No me apetecía siquiera mencionarlo ni en mis pensamientos. Pensaba en Collins y en su vídeo. Pensaba en SAM y en la máquina aquella con la que andábamos trasteando para ya ni me acuerdo qué misión. Pensar en máquinas, muggles, Londres… me generaba una especie de desazón y molestia. De nuevo. Me recordaba a lo vivido en aquellos pasillos subterráneos, en que podría ser todo aquello una simulación. Una de muy mal gusto, a decir verdad. Pero, si me acercaba de nuevo a la IA, ¿podría preguntárselo? ¿Me atendería aquel trajeado robot de buenos modales y respondería sus dudas? ¿Me atrevería a volver a despertar a la “bestia”? No le dije nada a Iroh sobre estos pensamientos, porque seguramente me respondería con lo sutil y autodestructiva que era Skynet, pero Neo sí tiene una conversación con El Arquitecto, quizás eso es lo que necesite.

Desde lo de Arleen ni siquiera quise pensar en todo aquello. No me apetecía. Me centré más en instalar a todos en el campamento, en el tema del censo de Adael para la isla… Y vaya que era necesario aquello, al menos podría saber con cuánta gente podía desplazar y proteger. Tuve que reiniciar el proyecto para quitar todo artefacto digital porque, como había dicho, no me apetecía. Tampoco pude avanzar en tanto como quise del tema del árbol. Demasiados frentes abiertos, necesitaba cerrar algunos. Al menos Iroh me hacía los ratos más llevaderos con música y charla de todo tipo y, aunque le comenté que Arleen me había citado, no le invité a venir al menos en esta ocasión. Tenía que preparar el terreno y así él también podía aprovechar para sus tareas.

Alcé la vista cuando la puerta se abrió y dejó paso a la mesa de la secretaria que me invitó a entrar. La directora le espera, me dijo. Se lo agradecí con una sonrisa y avancé en la dirección que me señaló, tras los avisos previos pertinentes. Qué eficiente esa secretaria.

Cerré la puerta al pasar con sumo cuidado y al volver regalé una sonrisa a Arleen de una manera afable. En verdad era una forma de escrutinio -¿Cómo estás?- El pelo ya le había crecido, o quizás era una peluca, pero no se me escapó de ninguna manera las ojeras, la práctica ausencia de maquillaje, el cansancio. No pregunté por aquello, solo avancé por el despacho hasta acercarme a la mesa, manteniendo la distancia. Cuando estaba con mi crisis lo último que me apetecía era contacto con, lo que consideraba, eran avatares. -Ha pasado tiempo. El hospital ya está funcionando- La última vez todavía no estaba operativo.