We all have our demons ~ Matvey Rasputin (presente alternativo)

Cuando llegó al piso el silencio se le hizo ensordecedor. No era nada del otro mundo y aunque Desmond le sugirió mudarse de nuevo al piso Le Fay, Anteia no quiso. Tenía un trabajo estable en el hospital, especializándose en ginecobstetricia, y podía permitirse un piso pequeño. Una habitación para ella, otra para Azahar si algún día quería venir y otra para los mellizos. Un pequeño espacio de salón – comedor, la cocina y una pequeña terraza que le gustaba. Al estar en un tercer piso tenía una pequeña vista a los jardines de la Descendiente de Dioscórides y cuando estaba sola le gustaba degustar algo de vino y ver hacia allí.

Hoy era uno de esos días en los que estaba sola, le había dejado a Lyran los niños y se le había partido el corazón al irse pero no había llorado. Ya no le quedaban lágrimas. Fue a por un par de cosas al mercado para el fin de semana, no tenía ningún turno, ningún plan, nada excepto seguir organizando cajas y cajas de cosas que ni siquiera sabía que tenía. Caminó esquivándolas hasta llegar a la cocina donde dejó la comida y se sirvió un gran vaso de agua. Recogió los vasitos de los mellizos y sus platos y los puso a lavar, siguió andando por casa para ir organizando cosas y entonces vio uno de sus recados…

-Pero…- Hizo una mueca y mirando por las ventanas el sol caer. Era un bonito atardecer. Se acercó a su terraza y se apoyó en el balcón para mirar hacia los jardines con una leve sonrisa. Era cierto que su situación actual no se podía calificar como feliz pero seguir pretendiendo que su matrimonio estaba bien tampoco. Querían cosas distintas y aunque en otras ocasiones habrían podido solucionarlo; esta vez estaban demasiado hundidas. Anteia se culpaba. Por supuesto, Lyran necesitaba a alguien que le hiciera feliz como él le había hecho sentir a ella toda su vida. ¿Por qué amargarle la existencia estando allí sin llegar a estar? Lo mejor era hacer eso. No hubo discusiones, no hubo gritos, sólo un dolor tan punzante que aún después de seis meses le causaba resquemor.

Disfrutó del atardecer y luego fue a bañarse observando el “recado”, estaba bastante fresco aunque pronto sería primavera su estación favorita. Se cambió por un vestido ligero rosa palo y decidió que debería ser consecuente con el gesto y devolver el abrigo asi que se calzó unos botines bajos marrones y una chaqueta de jean. Se dejó el pelo suelto porque lo llevaba mojado y recorrió parte de la isla disfrutando del lugar mientras iba camino hacia la zona donde vivían los Descendientes. En cuanto llegó preguntó por el piso de Matvey pero le indicaron que él tenía un sótano, ella asintió y siguió las direcciones. Se perdió dos veces. Pero al final llegó, apretó la bolsa contra si misma para luego tocar la puerta dos veces y esperar.

Me encontraba en mi sótano registrando el último ataque demoníaco que habiamos sufrido, con todo lujo de detalles, nombres, datos y demás, para dejarlo anotado en el volumen de la familia Rasputín que crecía en informacion y datos sobre encuentros demoniacos con cada generacion de nigromantes que pasaba.

Una llamada inesperada me sacó de mis escrituras, el capítulo estaba casi concluso pero eso no quiere decir que la interrupcion no me sacara un gemido cansado de contrariedad.

- les tengo dicho que me dejen tranquilo....

Sin embargo, en cuanto el ghoul guardián se presentó a mi lado y me informó del visitante, cerré el libro y me levanté, dispuesto a abrir.

Conforme me dirigía escaleras arriba hacia la entrada, hice un gesto de mi mano y dije unas palabras para desbloquear la puerta y que se abriera. De pronto parecía que se habian encendido las luces del pasillo, aunque las antorchas seguian ardiendo lo mismo.

- Señorita Malfoy. - el ghoul ya me habia dicho que era ella (de otro modo ni me habria molestado en abrir), pero traté de hacerme el sorprendido. - ¿En que puedo ayudarla?

Esperó pacientemente mirando la puerta como si fuera la cosa más divertida del mundo. Y en realidad, sí que estaba entretenida contando las vetas que tenía la madera y los diseños que le rodeaban porque así era ella: capaz de ver la belleza en las cosas más nimias y pequeñas. Cuando la puerta se abrió esperó ver a Matvey directamente pero venía caminando hacia ella, Anteia sonrió abiertamente -¡Hola Matvey!-

Al escuchar lo de señorita su rostro cambió ligeramente. En los últimos meses mucha gente había dejado de llamarla señora. O Señora Knox. La noticia había corrido como pólvora después de que se hubiese comprado su propio piso. Tuvo sentimientos encontrados pero decidió que no era el momento propicio para hacerlo. Miró hacia adentro con curiosidad, esperando por cortesía a que la invitara a entrar.

-No te preocupes, no vengo a pedir ayuda. Estoy… bien- Indicó alzando suavemente los hombros, creyendo que se refería a lo de su divorcio pero entonces miró hacia abajo donde estaba abrazando el abrigo -¿Recuerdas cuando hubo el ataque a la isla después de la boda de Cath? Me llevaste al Castillo le Fay y me diste tu abrigo. Lo cierto es que…Después todo fue un caos- Expresó sin alzar la mirada, pensando aún en la muerte de Rhaegar que le pesaba en el corazón como ninguna otra cosa. Dejó escapar el aire y negó para evadir esos pensamientos y entonces alzó la mirada hacia él -Cuando me mudé estuve sacando cosas y me di cuenta que aún lo tenía, así que lo he lavado y te lo he traído para que lo…tengas de vuelta. Es tuyo – Dijo y se lo tendió para que lo cogiera con una sonrisa -Y gracias, por todo lo que hiciste ese día- Ese día en el que su esposo había defendido a los Souls y, más aún, se había quedado con ellos. Volvió a negar con la cabeza para olvidarse de eso. Su ex esposo.

Llegué hasta la puerta y le devolví la sonrisa, pero mucho mas tenue que ella. Aunque volví a mi gesto serio en cuanto me di cuenta de que lo habia hecho.

- Por favor, pasa. - me hice a un lado invitándola a entrar. Su "bien" no había sonado nada convincente. - Claro, lo recuerdo perfectamente.

Asentí despacio, recordaba lo del abrigo, el caos que vino después....yo si me acordaba de que ella tenía la prenda pero no me habia atrevido a pedirsela de vuelta, porque en realidad, esperaba que este momento llegase.

Lo cogí cuando me lo dio. - Gracias...por el gesto. - se habia tomado bastantes molestias en limpiarlo y todo. Percibí como negó con la cabeza, casi para si misma. En ese momento sentí la necesidad de hacer algo para que no se marchara todavia, ahora que ya habia terminado de hacer lo que la había traido aquí.
- Puedo ofrecerte algo de beber? Justo estaba preparandome yo algo..... - mentira, pero bueno.

Entró a la residencia mirando todo con cierta curiosidad, también notó un cambió en la temperatura. Estuvo a punto de no darle el abrigo para poder ponérselo encima pero no hizo nada después de dárselo -A ti...Lo cierto es que ese día, sin ti, no sé que hubiese hecho. Tenía la mente en otro sitio y fui incapaz de comprender lo que estaba pasando hasta que me sacaste- Suspiró, levemente, y se cruzó de brazos pensando en todo lo que había hecho. Lo cierto, es que la calma con la que había gestionado toda la situación ahora que lo analizaba le había sorprendido. Anteia le miró a los ojos con curiosidad-Estabas tan calmado... ¿Cómo lo logras?...- Preguntó con profunda sinceridad.

El ofrecimiento la pilló desprevenida pero lo cierto es que no tenía ningún plan más allá de ir a pasear un poco por los jardines de Dioscórides, pero no podía rechazarlo -Estaré encantada- Le dijo con una sonrisa y le recorrió el rostro -¿Vodka? ¿O tienes alguna otra especialidad desconocida? ¿Tal vez hacer un par de daikiris de fresa?- Se rió un poco ante la idea de Matvey haciendo varios coctéles -Lo cierto es que no tengo un gusto muy refinado...Pero me da curiosidad saber qué bebes cuando estás... Bueno... ¿Estás solo no?- Preguntó miró alrededor moviendo las manos un poco alrededor y, sólo por si acaso, se acercó un poco a él -¿No hay...demonios y cosas por aquí? ¿Verdad?-

Aquello que me comentó me hizo observarla con ojo analítico, era verdad que la mujer en aquel momento pareció perder contacto con la realidad, vagando por sus recuerdos.

- Todos tenemos nuestros demonios. No debes preocuparte más por aquella reacción. - le dije ofreciéndole mi brazo para bajar las escaleras en dirección al sótano. - Cuando la calma puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, es algo que empiezas a tomarte muy en serio. Al final es tan facil como respirar.

Habia aceptado mi invitacion y ahora esperaba que aceptara mi brazo para ir abajo, esperaba no haberme pasado de más con aquel gesto.
- Daikiris? No sé como se hacen....lo más que he mezclado ha sido vodka con chocolate caliente. - hice un amago de sonrisa y la miré como esperando a que especificase cuando se refirio a lo de estar "solo", se referia a compañia real o la del inframundo? En realidad pocas veces estaba solo, si no quería, claro.

- Nada de demonios. Solo el ghoul. - los ojos brillantes de la criatura se intuian al final de la escalera. Se oyó un crepitar extraño, era un ruido de su garganta que a cualquiera que no lo conociese, le pondria los pelos de punta. - Te saluda.

Escuchar aquello sobre los demonios hizo que le sonriera -¿Lo dices en sentido figurado o literal? Porque si me está persiguiendo un demonio agradecería que me lo quitaras de encima- Dijo con un tono bastante jocoso la rubia mientras se tomaba de su brazo. Su análisis siguiente hizo que se mantuviera en silencio un rato  -Debería poder ser capaz de hacerlo…Es decir, soy empática… ¿Sabes? De esos que pueden…percibir y controlar las emociones de las personas. A veces lo he usado en batalla, cuando quiero darles un chute de valor a mis chicos…Pero calma calma, sólo cuando curo en el hospital. Es más fácil.. sin… tantas …ya sabes… Balas, explosiones y cuchillos- Murmuró, dejando escapar el aire muy lentamente.

La mezcla que le soltó hizo que Anteia le mirara absolutamente estupefacta -¿Vodka y chocolate caliente? ¿A qué sabe eso? Aunque…- Ladeó la cabeza, percibiendo que mientras más bajaban la temperatura seguía descendiendo -Entiendo que quieras entrar en calor…Tal vez te pida de nuevo el abrigo- Se rió un poco porque lo cierto es que la chaqueta que llevaba encima era algo fina. De jean, si, pero cuando el jean se enfriaba…. -¿El qué?- Inquirió y miró hacia el final de las escaleras oyendo aquel ruido tan rato que hizo que Anteia pegara un bote y se pegara a Matvey, cogiéndole del abrigo con la mano libre -¿Me saluda? ¿así me saluda? No le enseñas modales o…lengua común?- Inquirió.

Se detuvo un momento y tiró de él, como necesitando una pausa -Ok…La calma. La calma esa de la vida que dices- Se dio un poco de aire con la mano como si necesitara concentrarse y trató de no mirar hacia los ojos raros y rojos que le observaban desde abajo, después alzó la vista hacia sus ojos porque …Bueno, era más alto que ella. -No me hará nada ¿Verdad? En todo caso, si pasa algo…Tú lo controlas, tú me vas a proteger. ¿No es así?-

Le eché un vistazo a Anteia, incluso miré por encima de su cabeza, como si estuviera buscando algo.
- En sentido figurado, en tu caso.

Mientras me explicaba aquello de controlar el estrés bajo situaciones de riesgo, pequé de entretenerme más en estudiar sus gestos y sus facciones que en analizar cada palabra que salia de su boca. Me regañé a mi mismo por aquella falta de modales, por muy disimulada que hubiese sido.
- Puedes percibir las emociones? Vaya....eso es incluso más interesante que percibir pensamientos....y hasta más peligroso...es casi imposible mentirte. - de pronto me puse algo nervioso. Y si lo habia usado conmigo?

- Creo que te entiendo....yo intento serenarme cuando tengo que realizar invocaciones. No puedes distraerte con cosas que no son

Casi habiamos llegado al sotano cuando nos detuvimos por el ghoul, la sala principal era un salon amplio con una mesa de estudio, arcones, el brasero del centro, y muchas estanterias asi como antorchas, alfombras y tapices, pero si, el lugar era frio sobre todo si no estabas acostumbrado.
- Sabe a.... - a vodka con chocolate caliente. - Tendrás que probarlo. - hablé en una lengua extraña y el ghoul desapareció en cuestion de instantes, poniendo mi mano sobre la de ella cuando se enganchó a mi abrigo por el sobresalto que le causo la criatura. Su visión de enseñarle modales o ruso o ingles me pareció entrañable. - Pero...si tiene unos modales exquisitos....

"para ser un ghoul, claro"

Terminamos con las escaleras cuando ella, aun agarrada a mi, me dijo aquellas frases , lo que provocó que me quedase mirándola unos instantes sin saber que decir, dándome cuenta de que estaría dispuesto a enviar a una horda de ghouls al infierno si alguno de ellos suponía un riesgo para ella, pero no podia decirle eso.
- No tienes de que preocuparte....de verdad. - me quité el abrigo, antes comentó que hacía frio. Se lo puse por encima de los hombros y le hice un gesto hacia la mesa, para que se sentara a ella en alguna de las sillas que habia cerca. - puedes sentarte, voy a por un par de tazas de bebida mágica.

La dejé a solas unos minutos, lo que tardaba en preparar eso que había dicho que ya estaba hecho, pero no. Además quería hacerlo bien, era un experto en esa bebida, no iba a estropearlo ahora.

Se llevó una mano al corazón, suspirando cuando le aseguró que no tenía nada por allí.  Pero le pareció curioso la  pregunta cuando le había asegurado de que era empática , ella asintió con mucha suavidad -Sí… Lo cierto es que no suelo utilizarlo mucho, creo que cada persona tiene su propia independencia y … Los sentimientos son importantes, aunque de vez en cuando es necesario ayudarlos a entenderlos. Sobre todo a los adolescentes o jóvenes, los tienen muy mezclados y no saben diferenciarlos- Le explicó Anteia con tranquilidad y le sonrió.

-Oh sí, tu sí. Siempre ten mucho cuidado ¿vale? Aún recuerdo cuando nos enfrentamos a ese mega demonio con la Brigada. Daba mucho yuyu…Pero estabas ahí cual roble. Pero bueno, no por nada, eres un Descendiente- Indicó Anteia riéndose un poco antes de observarlo con una ceja arqueada  a eso de “probarlo” -Mira…Una vez probé un licor rarísimo, y asqueroso por cierto, que preparaban en la resistencia. Tendría que saber horrible para superar eso… Así que…sorpréndeme- Le indicó a Matvey para luego oírle hablar en esa lengua rara y ver al ojitos raros irse.

-Si…Bueno… asdihuinaudyaubdy ausd iausdhaud asdhsuydgaodj….No me parece mucho a buenas tardes, señorita Anteia- Soltó la rubia intentando imitar lo que le había dicho el ghoul sin llegar a ser ni la mitad de escalofriante. Asintió y sonrió a aquello de que no debía preocuparse y  luego  recibió el abrigo, soltando un pequeño suspiro y apachurrándose con él. -Vale…- Le dijo a eso de sentarse pero no le hizo caso y metida en su abrigo empezó a mirar los libros que había por allí, mucho de ellos no tenían un titulo que ella entendiera y sacó uno para abrirlo pero empezó a vibrar de forma extraña y Anteia lo metió de nuevo y se echó hacia atrás pensando que oye…el sofá se veía cómodo. Se sentó allí mirando otra vez el libro y decidiendo que mejor le iba a preguntar así que se levantó y se puso al lado del libro, cuando volvió lo señaló -¿Esto de qué va? Se ha portado súper raro cuando lo he sacado-

Estaba intentando preparar un chocolate decente, por lo general me quedaba muy bien y no debia poder en duda mis capacidades ahora, pero estaba pensando en nuestra conversacion previa, con cierto orgullo, acerca de como me percibía ella cuando se trataba de mantener la calma frente a un peligro o, en el caso comentado, aquel demonio durante la batalla.  Cuando el chocolate estuvo en el punto justo lo puse en dos hermosas tazas de barro, bastante grandes, y añadí unos chorros de mi mejor vodka.  Las levité a mi lado de vuelta a la estancia central, dejándolas sobre la mesa.

- Sírvete, pero debo advertirte que quema un poco.
Había estado pensando en que le preguntaría al volver, como por ejemplo sus tiempos en la Resistencia, aquel licor o sobre sus poderes,  pero ella me sacó tema antes, levantandose y plantandose cerca de la estanteria de libros.

Me asaltó la duda en ese momento, no habría tocado alguno de mis libros? Mas de la mitad estaban malditos.... Me puse  pálido y me acerqué rapidamente a ella, preocupado le agarré las palmas de las manos, se las giré y las analicé, no viendo ninguna marca necrótica...menos mal.
- Lo siento. Debí haberte avisado que no es buena idea tocar los libros de la biblioteca de un nigromante. ¿Cual ha sido? Que ha hecho? Te encuentras bien? - solté una de sus manos, para apartarle el pelo de un lado del cuello, sin dejar de mirarla en busca de alguna señal.

Anteia observó a Matvey levitar las tazas y se quedó mirándolas con curiosidad, eran muy bonitas -Lo tendré en cuenta…- Le dijo con una sonrisa suave, pensando que sería una interesante mezcla. En algún momento había probado bombones con rellenos de licor y le habían encantado, pero aquello había sido…¿brandy? No vodka. De acuerdo, sólo habría que experimentarlo.

La cara de Martvey cuando le preguntó sobre el libro no le dio buena espina. Frunció suavemente el ceño, se miró las palmas mientras él se las veía como buscando lo mismo que él pero sin saber qué era -Eh…Pues…- Estaba poniendola nerviosa, tenía la mirada inquieta buscando algo en ella -Ese- Señaló el libro de portada negra y fue a acercarse a él, pero se quedó en un amago. Cerró los dedos en un puño -Vibró…Extraño. Lo cerré en seguida y lo guardé- Le dijo como esperando que aquello fuera suficiente para no verse afectada.

-Si estoy bien- Ella se sentía bien. Es decir…Tenía un pequeño… Era un… ¿Estremecimiento? Pero de pronto algo empezó a arder y Anteia sintió el terror apoderarse de su cuerpo mientras empezaba  a quitarse de encima el abrigo de Matvey con desesperación, seguido de eso vino la chaqueta de jean  y se quedó con el vestido de tirantes mientras una runa de raro aspecto empezaba a tallarse a fuego sobre su piel, allí donde debía estar el corazón. La tortura era semejante a aquella que había vivido en los campos de Francia y pronto sus rodillas cedieron mientras se llevaba las manos al pecho, gritando, tratando de parar el avance de aquel cincel del infierno empuñado por nada más  y nada  menos que la mismísima Lilith.