Campo de entrenamiento

Azula siseo durante un segundo, como haría un reptil como un cocodrilo o una serpiente, en respuesta a las palabras de Wthyr.
-Y mujer, no te olvides de eso.
No obstante con el brazo atrapado en la fuerte mano del Pendragon, Azula no tuvo mas remedio que aceptar, Que aquel hombre la podría sacudir como si fuera una muñeca de trapo, aunque por alguna razón, escogió barrer con ella el tatami cuando barrio con sus piernas y con su equilibrio tarándola, aprovechando que las emociones la habían traicionado y se había quedado en una postura muy abierta.  Wthyr había descubierto su ángulo ciego, en el lado izquierdo, por eso su segundo puñetazo no fue tan fuerte, el parche limitaba su capacidad de percepción, lo que hacia su puño izquierdo un poco mas débil que el derecho por mucho que lo entrenara.

Azula miro con cierta rabia Wthyr, pero no por que lo odiara, sino por que sus preguntas eran dolorosas, claro que quería que la respetasen, pero era difícil ponerse en una situación de respeto hoy en día, con un aspecto odioso, entre humano y dragón, siendo soldado en un ejercito de hombres, hija de desertores de Avalon. No, no era facil.

Pero no estaba en su mano cambiarlo.

-¡Claro que quiero!...-Estallo finalmente- Pero no puedo cambiar lo que piensen los demás. ¡¿Que hago?! ¡¿ponerme a romper caras hasta que dejen de mirarme mal?!

Termino explotando, incluso mostrando un poco de sus afilados dientes, estaba claro que le ponía un poco furiosa todo aquello. Y entonces como un cubo de agua fría, llegaron unas palabras reprobadoras.

-El respeto no se infunde. Se gana- Azula giro su rostro para enfocar al ultimo pendragon que esperaba ver hablando directamente con ella.-¿Y qué hará, Azula Morgan, para ganarse el respeto de la familia Pendragon?

Azula aprovecho que estaba tirada en el campo de practicas para agachar la cabeza, aunque probablemente no tenia mucho aspecto de ser un gesto de servidumbre, sino de vergüenza, dejarse ver humillada tan fácilmente, no era algo que le gustase a su mancillado orgullo.
-Mil perdones, Señor - sin saber si perdía perdón por perder, por ser vista intentando pegar a un pendragon, incluso con su permiso, o si pedía perdón por no saber responder bien a las preguntas o a su pregunta, o si su misma existencia requería un perdón en la presencia del Pendragon Dorado-Ha... hare lo que pueda.

El pendragon rubio de ojos verdes era la comidilla de todas las criadas de Avalon, algunas hasta se peleaban por servirle en la mesa, era guapo atractivo, y uno de los mas cercanos a Shyvanna según creía recordar, aunque lo cierto es que no sabia demasiado sobre el, exceptuando que era el jinete de Alwaid, el dragón dorado. Y por alguna razón, le daba tirria a Azula, tal vez era esa belleza y prepotencia, o por que pese a ser un mago, le podría romper el brazo si quisiera. O tal vez era por que era el centro de atención de las mujeres.  No terminaba de decidirse.

O tal vez era esa forma en que la miraban los Pendragon, normalmente la gente suele mirarla entre confusa y asustada, la miraban como si intentaran decidir si era peligrosa o no, pero cuando la miraban los Pendragon, era como si quisieran tocarle las escamas, es en serio a veces se sentía violada por las miradas, no era raro que usara armadura en Avalon por esa misma razón, con Wthyr era diferente por que era comandante, y la mayoria de las veces era simplemente un soldado mas.

Y incluso así a veces preferiría no haber llamado la atención de los Pendragon, era como si un vagabundo que era detestado y odiado por todos por ser pobre, feo, con dientes podridos y alcohólico, llegara a  una ciudad que viera todos esos rasgos como algo sexy, se sentía extraño, y incomodo, incluso antinatural, no es que le gustara que le despertaran con patadas y lo insultaran, pero no estaba acostumbrado al trato cariñoso, se sentía como si tuviera que buscar una cámara oculta o le fueran a tender una trampa y cuando bajara la guardia le asestaran la apuñalada.

No obstante. Cuando los Pendragons salieron, uno de los que estaba observando dijo en voz alta.

--Chica Lista, casi lo tenias, un par de combates mas, y lo tendrás a tu merced. te lo digo yo.
--¿En el campo de entrenamiento o en la cama?
-- Mira como sabe que ellos les van las lagartas.
Obviamente las expresiones generaron una serie de reacciones machistas muy típicas de los soldados de Avalon, lo que provoco que Azula los mirara con Rabia y saliera de la sala de entrenamiento.

-¡Que os den por culo! ¡Gillipollas!
--Eso es lo que a ti te gustaría
-- Bueno, ya que se va ¿Quién apostáis que se la mete primero?
-- No jodas tio, tiene cara de Pez, prefiero las sirenas con cola de pez.
--¿serás maricon? si tiene cola de pez no puedes metérsela.
--¡Pero le has visto la cara!
--Me las he tirado mas feas, como tu madre
--Wooooooo!!!
--¡Que te den tio!
-Marica
-Maricon total.

(INVISIBLE)

No tenía ni puta idea de dónde estaba. Había salido del templo todo lo rápido que había podido para darme cuenta que, a los pocos metros todavía había gente que me seguía. No me había dado cuenta de que iba pringando el suelo de huellas. Me insulté en silencio, escondiéndome detrás de cualquier sitio para desnudarme al completo y ocultar la ropa a ojos de los demás. La herida dolía, era como que ardía y más después de haber salido del templo de sangre. No fue fácil escaquearse de los guardias Pendragon, con todo el ir y venir debido al revuelo ocasionado con el parto, la maldición y demás mierdas. Había tres hermanos en Tintagiel, por tanto, faltaban otros tres. ¿Dónde estaban? Pues no tenía ni puta idea, pero ahora que eran libres de la maldición no le apetecía ni lo más mínimo encontrarse con ninguno de ellos. Traté de hacer memoria, quedaban: el mudo, la pelirroja y el rubio. Y de ellos, no sabía si por desgracia o no, solo conocía a Darren y no estaba seguro de poder apelar a su sentido común para salir de aquí de una pieza.

Localicé el único espacio amplio que rodeaba al castillo y que no estaba delimitado por ningún tipo de estandarte, sino por todos. Una zona común, por tanto. Vacía, por ahora, pues todos debían estar pendientes de lo que estaba pasando en Tintagiel, el parto y la maldición. Armas, por doquier, quizás algún tipo de sala de entrenamiento. Y si hay armas habría una armería, por lo que se le hizo la zona más razonable para esconderse durante un rato… lo que no sabía era cuánto tipo permanecería allí. Con un terrible pinchazo abdominal, cada vez mayor y más doloroso, me acerqué a cualquiera de la puertas que se me antojaban como la armería, pegado en todo momento a la pared del campo de entrenamiento. Pero, maldita fuera mi suerte, allí había dos guardias aposentados e inmóviles en la puerta. Suspiré con cansancio y pegué la espalda desnuda contra la pared. La sangre ya se había secado y ahora era costra cuarteada y desagradable al tacto, no podía verla, pero la sentía pegada a mí piel. Me sentí sucio, mucho. Y agotado física y emocionalmente. Traté de quitarme la visión de la niña que, de haber nacido se llamaría Chloe, para pensar en cualquier otra cosa. Recordé entonces el mensaje de Newton a partir de Rosse, aquello de buscar aliados en aquel castillo horrible, ¿en serio en qué coño estaba pensando Adael para reclamar este sitio? Pensé, con sorna, que aquel era el problema y es que, en general, no pensaba mucho. De la misma manera que yo tampoco había pensado mucho cuando salí corriendo de aquella piscina sangrienta. Si me iba a dar caza, al menos, no lo pondría fácil.

Joder la herida molestaba, ¿los poderes de sangre se limitaban a la distancia? ¿o era cosa de la merma de magia del árbol? Dibujé una invisible mueca de dolor palpando la herida de la flecha del ataque, dado que no podía verla. ¿Es que aquellos tarados no iban a moverse de su sitio? Dejé escurrir la espalda por la pared y quedé sentado sobre el frío suelo, en la pared enfrente de la puerta. ¿Cuánto podría aguantar allí? ¿Podría oírle Catherine desde allí? ¿Podría oírle alguien en Ouroboros? ¿Arleen, Anteia, Aldaron… Chloe? ¿Justin? Apoyé la cabeza en la pared, notando cómo el subidón de adrenalina se desvanecía, sintiéndome de pronto con un gran peso que le estaba dando tanto… tanto sueño….



Éxito: no hay nadie en la armería
Fallo: hay guardias a los que esquivar

El miembro 'Oscurus Galenus' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Tres guardias llegaron corriendo al lugar tras seguir las huellas ensangrentadas que salían del templo. La orden era localizar al sanador fugado, tal y como había ordenado el rey. No tardaron mucho en dar con él, pues el rastro era evidente y habían salido siguiéndole con presteza, sin perder el tiempo.  - Shh... ahí está ese cobarde. - susurró uno al resto de compañeros, haciéndoles una indicación para que atacaran a la vez en el lugar en el que los rastros indicaban que se había detenido. Claro que no había podido llegar muy lejos. Los tres lanzaron sus hechizos contra él al unísono, acertando en el objetivo.

Los otros dos guardias que custodiaban la armería se pusieron enseguida en marcha al percatarse de aquello, corriendo hacia la pared en la que se había apoyado Oscurus. Uno le recriminó al otro que cómo no había visto el rastro de sangre manchando la pared, que si estaba atontado o qué.

- ¡Por orden del rey, quedas detenido por darte a la fuga! - grito otro de los que le habían perseguido, cercándole junto al resto.


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¿Cuántos guardias aciertan a darle a Oscurus?

El miembro 'Guardia Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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#1 'Probabilidad' :


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#2 'Probabilidad' :


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#3 'Probabilidad' :

Cuando escuché revuelo a mi alrededor volví a abrir uno de los ojos, con cara de pocos amigos, había que reconocer (nadie podía verla). Demasiado movimiento como para andar buscando a un triste doctor que trataba de traer al mundo a dos retoños. Cerré los ojos de nuevo confiando en que la invisibilidad había funcionado, que el rastro de sangre se había quedado atrás al haberse secado era prácticamente imposible que hubieran seguido las huellas. La ropa estaba en otro lado, por lo que me permití la licencia de creer que no me encontrarían. Me miré las invisibles manos como si realmente pudiera verlas, como si en aquellas palmas, ahora sucias, pudiera descansar una nueva niña a la que arrebataron la vida hacía mucho tiempo. ¿Por qué el Sanguis no quería ni su propio sacrificio para salvar a Aelin? ¿No era digno? De haberlo hecho, con la combinación de las magias podrían haberla salvado, pero no, no era lo suficientemente merecedor de poder entregarse, de entregar su alma para salvar a otra inocente criatura. ¿Permitiría el destino que volviera a perder a una segunda niña a sus brazos? ¿Qué clase de broma de mal gusto era aquella?

Confiarse demasiado había sido un grandísimo error y una enorme CAGADA, con todas las letras. Pero me sentía tan cansado que necesitaba solo unos minutos de descanso, los cuales no llegaron nunca, por supuesto. Terreno enemigo, ¿qué me había enseñado la vida? Ni siquiera puede defenderme cuando los guardias me localizaron y me asaltaron de aquella manera tan burda. El golpe en la cabeza contra el frío mármol lo recordaré durante mucho tiempo, porque me creará una terrible cefalea. Y yo sin whisky. Finalmente me hice visible, ya no tenía sentido permanecer de otra manera, mostrando la desnudez y alzando las manos a modo de rendición -Muy bien me habéis encontrado. Enhorabuena. No se puede jugar al escondite con trampas - Comenté con sorna, como si realmente creyera que tenía la potestad y el poder se seguir de coña.

“¿Oscurus? ¿Dónde estás? Wthyr ha enviado guardias a por ti… Si te detienen, diles que debes verme a mí… Eh… ¿Estás bien?”

“¿Cómo que dónde estoy? Tratando de que los perros de la serpiente que tienes por esposo no me cacen. Pues explícaselo tú, porque me acaban de alcanzar”
-Vuestra reina quiere verme. Otra vez. Si es por sus hijos, llevadme con ella- Alcé la ceja, mientras comentaba aquello. Que lo mismo colaba, si yo fuera soldado, no me lo tragaba ni de coña, pero vaya, que la cosa pareció funcionar. De una forma un poco brusca, pero funcional a fin de cuentas. Les insulté en  italiano cuando trataron de dislocarme el brazo para engrilletarlo por si se me ocurría hacer alguna tontería, mientras que otro de ellos me apuntaba con el pincho de la alabarda. -Esto es una puta fantasía- Mascullé con molestia, pero todavía seguía con la respuesta para Catherine, pues no había acabado.

“Hasta la punta de la polla de este sitio. La niña estará bien, siempre que la saques de aquí...”
“...Como a todos”

Con un empujón empezaron a hacerme andar por aquellos pasillos fríos -Al menos dejadme ir a buscar mis mejores galas, ¡no es de buen gusto ir en pelotas a ver a sus majestades!- Volví a añadir con sorna a los guardias. No usaría la ropa que tenía antes, pues quería mantener la sangre de la que estaba manchada para dársela a Matvey, seguramente él pudiera hacer algo más interesante con ella que yo. Y a base de empujones me sacaron de allí… otra vez


A la mierda, a dados
1-4-7: se entrega
2-5-8: se resiste
3-6-9: se desaparece
10: pregunto en el discord

El miembro 'Oscurus Galenus' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :