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INVIERNO

Enero 2.043

Trama XI: After the Blackout (trama de transición y exploración)
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AÑO 2.043
Durante siglos sus mundos permanecieron separados, pero eso terminó. El mundo mágico y el humano se encontraron y se desató la guerra, extendiéndose alrededor del mundo sin control. Miedo, odio, ambición...todas ellas armas poderosas. El choque entre la raza humana y la mágica resulta ya imparable. Uno por uno van cayendo, ¿quién será el primero en morder el polvo?
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Catherine Le Fay
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Si fuéramos felices... Empty Si fuéramos felices... {05.12.20 14:29}

Había pasado aproximadamente un año y medio desde la última vez que la familia Evans se había reunido con los Le Fay. Excusas y argumentos habían varios, entre ellos la carrera política de Stavron, la mudanza a Ouroboros, entre otros. Pero finalmente, habían decidido recuperar el tiempo perdido pasando un mes entero juntos en el gigantesco castillo Le Fay.

La familia anfitriona había llegado hace más de una semana para poner todo en orden porque no había nada en el mundo que Elise odiara más que algo fuera de lugar que manchara su reputación como increíble anfitriona. Stavron había anunciado sus vacaciones con meses de anticipación y sus hijos se encontraban extasiados de bajar de la isla aburrida para jugar en el castillo de su infancia.

El día de arribo de los Evans, Elise había estado nerviosa y lo había pagado todo con los sirvientes que corrían como ratones asustados por los pasillos de servicios intentando huir de la mirada venenosa de la Sra. Le Fay… igual que sus hijos, se habían mantenido apartados de ellas haciendo de las suyas. Altaïr pasó mucho más tiempo con Stavron, ya que era el próximo Descendiente y debía seguir su formación día tras día. Layla perfeccionaba sus modales a la hora del té, aprendía qué tipo de colores iban con su piel y las densidad de las telas a usar según la temporada mientras era visiblemente cortejada por Maxwell, el pupilo de su padre.  En cambio, los mellizos y Catherine iban a su bola. A fin de cuentas, su madre se había dado por vencida con Rhaegar y ella. Aún guardaba cierta esperanza con Desmond, pero él mismo parecía enseñarse solo y no necesitaba esfuerzo alguno de Elise.

La nieve caía incesantemente afuera y el castillo, aún con sus numerosas chimeneas encendidas, era frío y húmedo. Sus pasillos hechos de piedra se sentían helados dependiendo de la orientación y la hora. A veces Catherine sentía que un viento helado la llamaba hacia ciertos sitios pero había aprendido, por su bien, que no debía hacer caso aunque la curiosidad la llenará.

El sirviente que la importuno en la creación de una nueva trampa para los mellizos le anunció que la familia invitada había llegado y debía bajar a recibirlos. Bufó, molesta, por la interrupción y se incorporó sacudiéndose la falda negra que le llegaba un par de centímetros por encima del muslo. No es que mostrará demasiada piel pero hacia lo que fuera por ser absolutamente lo opuesto a Layla. Ponía mucho esfuerzo. Llevaba el pelo suelto y negro hacia un lado. Sus ojos violetas estaban acentuados por una larga raya de delineador negro y sus labios iban maquillados con un color rojo sangre, las orejas las llevaba recargadas con un aro que le recorría todo el perfil de la misma y los numerosos collares de plata que colgaban de su cuello caían sobre un top negro de cuello en V,  manga larga que le llegaba al ombligo. Había agradecido su desarrollo aunque Layla era mucho más curvilínea que ella, Catherine no se sentía mal su cuerpo. Para dolor de cabeza de su madre, y satisfacción propia, la falda estaba en su cadera dejando ver una raya de su piel. El cinturón de plata acentuaba el contraste y sus piernas estaban cubiertas por unas medias negras que se perdían dentro de unas botas militares con plataforma. Grunge, creyó que le decían los humanos y se robaba ideas de ahí cada vez que podía.

Caminó pensando si era posible mantener una ilusión de sí misma para recibir a los Evans mientras terminaba la trampa pero sabía que no podía. No aún, no tenía tanto control. Bueno… por lo menos con Kyllian a su lado podría terminar la trampa mientras él vigilaba si había moros en la costa.

Apareció encima de la escalera y se dio cuenta de que iba la última. Eso, por supuesto, le ganó una mirada de desaprobación de su madre pero Catherine la ignoró mientras bajaba dignamente por las escaleras. Saludo con una sonrisa a los Evans, cuyas caras siempre le habían parecido de sonrisa fácil, familiares y cálidas. Tras ello miro a quien suponía era Kyllian, pero se sorprendió del cambio en él. Un año y medio creía recordar. ¿Cómo podía cambiar tanto en un año y medio? Estaba más alto, más...fornido. ¿Le había dado por el ejercicio? Simplemente, se veía mayor.

Al llegar abajo los observó a todos mientras Stavron y Elise se llevaban a los Edwin y Ailish, junto a sus hijos menores, hacia dentro. Layla, envuelta en un delicioso y elegante vestido de terciopelo rojo, lanzó un siseo de asco hacia Catherine mientras Maxwell, regalándole una mirada que no supo identificar, la escoltaba a otro salón. Rhaegar y Desmond la miraban aguantandose la risa -¿Qué coño os pasa?- Preguntó, inquieta, y se puso frente a ellos dándose cuenta de que Kyllian tenía el mismo gesto y de que… le llevaba la de una cabeza y le doblaba en forma física. Se sintió pequeña. -Llevas la cara llena de hollín- Se rió Desmond mientras le tendía un pañuelo. Todos empezaron a reírse a carcajadas mientras Catherine le arrancaba  el pañuelo y se limpiaba la cara, aunque el sonrojo era imposible de quitar. Se fue dando zancadas hacia el espejo de aquella pequeña recepción y se limpió el rostro con cuidado sin dejar ni rastro. Después de eso fue hasta la chimenea y tiró el pañuelo -Un trío de imbéciles- Gruñó de mala hostia, evitando la mirada de Kyllian antes de desaparecer escaleras arriba escuchando de fondo a Rhaegar gritar -¡Tendré cuidado con las chimeneas, hermanita!- Incluso aunque era un año mayor que él, la trataba como una chiquilla. Soltó el aire en un gruñido más áspero y se fue a su cuarto a pintar, de dónde no salió en todo el día hasta la hora del té.
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Si fuéramos felices... Empty Re: Si fuéramos felices... {07.12.20 20:40}

La carta que le había deslizado el sirviente por debajo de la puerta tenía la letra de su madre… porque eran contadas las ocasiones que Elise gastaba saliva en ella. Saliva, aliento o esfuerzo. Cualquiera de las tres. Eran apenas unas pocas palabras, avisándole en cual salón se tomaría el té y advirtiéndole sobre la vestimenta que usaría para la ocasión.

Una parte de Catherine se retorció, con ganas de llegar con una minifalda, un brassier y descalza pero … había un límite. Un límite que no estaba dispuesta a cruzar cuando se trataba de su madre. Ignorar el té sería considerado una ofensa para los Evans así que excusarse tampoco serviría. Se vio a sí misma en el espejo con los antebrazos llenos de pintura y decidió darse un baño. Tardó lo suyo, era uno de esos placeres culpables que nunca reconocería. Cuando salió y se enfrentó a su armario tuvo que tomar una seria decisión.

Una curiosa imagen cruzó su mente. Había sido un efímero momento pero cuando Catherine había visto a Kyllian había notado la misma sorpresa que ella había sentido al reconocelo. ¿Tanto había cambiado ella misma? Volvió a mirarse al espejo y observó su cuerpo. Es decir, no era tan hermosa como Layla. Según su madre era "común". Pero por supuesto, su madre siempre había tenido predilección por la rubia. Soltó un suspiro de resignación y cogió un vestido negro de cuello tortuga y mangas largas. No mostraría nada arriba, pero la falda estaba por encima del límite aceptable. Muy por encima. Para evitar que su madre pusiera objeciones se puso unas botas largas y negras por encima de la rodilla. Se peinó el cabello de lado y se colocó dos aretes con formas de cuervo en obsidiana. Estaba aceptable. O eso creía. Se pasó las manos por el vestido, la tela se adaptaba a su cuerpo como un guante y le daba calor que era lo que necesitaba para sobrevivir una merienda bajo la fría y atenta mirada de su madre que esperaría solo una broma o parpadeo equivocado para enviarla arriba sin cenar.

No supo cuánto tiempo estuvo mirándose el espejo y comparándose con Layla y su maravilloso vestido rojo. Empezó a mover las manos con elegancia y fingiendo sonrisas para burlarse de su hermana mayor, aunque en el fondo la envidiaba. Seguramente tenía hasta Kyllian en su bolsillo. No había nadie que la conociera que no  cayera profundamente en sus encantos y su amigo, ahora con sus probables mierdas de  adolescente desarrollado, seguro estaría detrás de ella y su perfume a rosas.

Se exasperó y empezó a ponerse sus anillos con molestia, llenando al menos tres de los cinco dedos de cada mano, y se echó su perfume antes de bajar hacia el salón. Por suerte, no fue la última en llegar. Sonrió brevemente a los Evans y luego a su padre, ignorando deliberadamente a su madre. Se sentó en uno de los grandes sofás solitarios cerca de la chimenea para contemplar el fuego siendo muy consciente de cómo la tela se deslizaba por su muslo y suponiendo que su madre estaría observándola. Empezarían a hablar del clima, de la situación de los humanos, del Consejo… y todos esos temas que estaban absolutamente dedicados a gente con más edad. Estaba perdida en sus pensamientos, pensando en qué le faltaba a ese cuadro a punto de terminar cuando un movimiento a su izquierda le llamó la atención -¿Ya se te pasó la mala hostia?- Catherine reconoció la voz de Kyllian y alzó su mirada universal hacia él con una mueca -¿Ya consiguieron la vacuna para la idiotez?- Inquirió arqueando una ceja mientras Kyllian se reía a carcajadas pero el breve momento se diluyó cuando Layla entró al salón, escoltada por Maxwell, por supuesto. Kyllian apartó la vista hacia ella con un gesto divertido, una sonrisa que no sabía si era de malicia o de diversión.

Se había cambiado de vestido, llevaba uno verde esmeralda con un profundo escote que hacía juego con sus ojos y delineaba su figura. Estaba exquisita y Catherine la envidió más si se pudo.Kyllian levantó una ceja al ver como todos la halagaban, era guapa, si, pero demasiado pija y estirada, solo conseguían subirle más los humos, se inclinó hacia su amiga la morena para decirle algo por lo bajo -Primero de rojo y ahora de verde, no tengo claro si quiere ser santa o uno de sus elfos-  Elise no oyó absolutamente nada de lo que dijo el primogénito de los Evans, por eso sonrió complacida al ver a la rubia. Catherine se perdió parte de los halagos cuando escuchó el comentario de Kyllian, una sonrisa afloró en sus labios mientras apartaba la vista. Aún así,  una de sus uñas se arrastró por la tela del sofá con fuerza. Deseó no estar allí. Deseo estar en cualquier sitio menos allí, aunque Kyllian lo hacía más llevadero. La pareja, aún no comprometida, buscó un sofá de dos asientos y se sentaron allí uniéndose a la conversación casi sin esfuerzo -... Creo que iría con Catherine. Al menos ya conoce gente…- La mentada de su nombre hizo que girará la vista, había sido su padre quien le había mencionado y ella le regaló un leve fruncimiento de ceño que fue suficiente para que comprendiera su pregunta muda -Kyllian irá a la academia el año que viene- La noticia hizo que mirara a su amigo que alzó los hombros como restándole importancia. No sabía si tenía que decir algo, pero tanto los Evans como su madre la estaban mirando. Sintió que se le cerraba la garganta. Las situaciones sociales no se le daban bien, menos cuando la gente esperaba algo de ella. Solía comunicarse a base de insultos y bromas pesadas pero no podía hacer eso en aquel momento. Algunas palabras pugnaron por salir pero no encontraron el camino. Se le subieron los colores tan bruscamente por la vergüenza que su única salvación fueron los mellizos entrando al salón llenos de hollín.

La morena volvió su mirada hacia la entrada y al ver sus pintas les sonrió con suficiencia, soberbia incluso -¡Te has pasado!- Gritó Desmond, furioso mientras Rhaegar se limpiaba tan fuerte la ropa que parecía querer arrancarsela -¿Tienes pruebas de que he sido yo?- Inquirió alzando ambas cejas porque para eso sí consiguió hablar -¡Te voy…- Rhaegar se movió rápido como la luz pero Catherine ya no estaba en el sofá. Se había desaparecido hacia la otra entrada del salón -No puedes acusarme sin pruebas…Es la regla- Sonrió brevemente e intercambió una mirada con Kyllian -Con vuestro permiso, pediré que preparen un baño para mis hermanos- Se inclinó en una reverencia que enervó a los mellizos que se lanzaron hacia ella pero, nuevamente, se desapareció. Kyllian se mordió el labio inferior conteniéndose cuando Rhaegar aterrizó a su lado en el sofá, Catherine se había desaparecido y ellos estaban llenos de hollín a pesar de haberla visto a ella con la cara manchada -Si es que sois unos empanaos- le comentó al gemelo por lo bajo con una sonrisa en el rostro, ahora tocaba cazarla a ella.

-Agh… quizás Kyllian sea una buena influencia para ella. Pierde el tiempo en estas tonterías…- Los Evans se miraron entre sí a consciencia de que su hijo… bueno -... Quizás- Indicó Ailish con una sonrisa que escondió detrás de su taza de té. Kyllian miró a su madre sabiendo lo que hacía, ella sabía perfectamente que sería todo lo contrario de lo que esperaban y no pudo evitar reírse disimulando con una tos fingida -Veo que ya tiene el permiso de desaparición- Dijo Edwin, Stavron asintió con suavidad -Desde hace un par de meses. La primera de su clase - Informó con orgullo  mientras Elise mandaba a los mellizos arriba a asearse y cambiarse y daba la orden de que Catherine no podría bajar a la cena. Stavron lanzó una mirada de advertencia a su mujer pero no dijo nada. Layla, Maxwell y Altaïr empezaron a hablar de sus propios asuntos y los adultos también. Kyllian, el único adolescente, se quedó solo con sus pensamientos hasta que el Descendiente Le Fay le dirigió uno.

"Quizás podrías vigilar que Catherine robe algo de comida antes de que el sirviente la confine en su habitación...Y que te enseñe a desaparecerte" Le dijo el pelinegro sin dirigirle la mirada, porque estaba hablando amenamente con su padre. Todos estaban tan metidos en sus asuntos que nadie notó la desaparición de Kyllian excepto Todd.
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Si fuéramos felices... Empty Re: Si fuéramos felices... {11.12.20 16:24}

Le costó encontrarla porque Catherine tenía millones de escondites en el castillo antes de ir a su cuarto pero cuando lo hizo, en uno de los balcones superiores custodiada por dos gárgolas terroríficas,  el mensaje sonó alto y claro y fueron hacia las cocinas. La morena no dudó en coger una bandeja y empezar a poner cosas en ella. Probablemente su madre la castigaría hasta la comida del día siguiente así que más valía que tuviera provisiones aunque extrañaría el chocolate caliente después de la cena. Era una de sus partes favoritas de la navidad.

-¿Esto también?- Preguntó Kyllian cogiendo un paquete de donuts y Catherine asintió a lo que él respondió arqueando las cejas -¿Vas a pasar una noche sin comer o te vas de campamento?- La morena le miró con un gesto de molestia mientras ponía una bolsa de chips en la bandeja -Voy a pasar la noche en mi cuarto pero quién sabe cuando le dé la gana a Elise de levantarme el castigo. Tengo que estar preparada- Aquello lo dejó pensando un momento y después indicó algo que le había sorprendido -Pero ya puedes desaparecerte. Puedes salir de tu cuarto sin que se enteren- La morena hizo una mueca y movió la cabeza con suavidad -¿Y arriesgarme a que me pillen? Sería quedarme castigada hasta Nochebuena, paso- Le respondió a Kyllian antes de escuchar ruidos acercándose. Maldijo y cogió a Kyllian de la mano para arrastrarlo y meterlo en la alacena. Apagó la luz y se metió ella, cerrando la puerta. Apenas había un par de rendijas por donde poder ver pero fue suficiente para que Catherine pusiera una ilusión sobre la bandeja, borrándola de la vista de los sirvientes.

Entraron cuatro llevando las bandejas de té y galletas. Dos de ellos se retiraron y dos se dispusieron a acomodar todo lo que había sido utilizado. Catherine se echó hacia atrás cuando uno de ellos pasó por el frente y sintió entonces que su espalda chocaba contra el pecho de Kyllian. Abrió los ojos como platos pero se calló. No podía pensar mucho en ello porque entonces la ilusión sobre la bandeja se rompería. Pero… no podía evitarlo, en el silencio en el que estaban podía sentir la respiración de Kyllian sobre su cuello y su perfume estaba metiéndosele por la nariz. ¿Desde cuándo olía tan bien?  Nunca había estado tan cerca de un chico de esa manera. Los de la Academia se mantenían inteligentemente alejados de ella y tampoco es que se hubiese interesado mucho por ninguno. Sean era demasiado...Sean. Adael vivía en otro mundo y Ling se dormía parado. Y los demás… no soportaban una mirada suya así que no había manera.  No fue consciente de que se había puesto nerviosa hasta que Kyllian le puso una mano entre la boca y la nariz porque estaba respirando demasiado fuerte y la alejó un poco más de la puerta, atrayéndola contra él hacía el fondo de la alacena, o lo más que podía, ya que esa en particular era pequeña.

Catherine no supo cuánto tiempo estuvo allí, solo que fue un infierno porque el vestido -de por sí caluroso- había aumentado su propia temperatura corporal. El corazón le latía tan fuerte que sospechaba que él era capaz de oírlo. ¿Cómo es que Kyllian podía ser una fuente tan intensa de calor? ¿Era ella la que se estaba poniendo caliente? Estaba muy segura de que su sangre hervía, pero no sabía porqué exactamente. La ilusión parpadeó y ella maldijo mientras alzaba una mano y cogía la muñeca de Kyllian para que se la quitará de encima y así poder respirar un poco mejor. La ilusión volvió a ser sólida y unos segundos después los sirvientes se retiraron. La bruja encendió enseguida la luz y abrió las puertas de la alacena, saliendo con tanta rapidez que casi se tropieza. Agarró la bandeja contra sí, cuál escudo protector y miró al Evans con el gesto apurado -Pues… nos vemos mañana. Adiós-  Se desapareció sin esperar respuesta. Kyllian apenas pudo reaccionar cuando ella desapareció pero no estaba loco y tampoco ciego, se había dado cuenta de su reacción así que la molestaría y le gastaría bromas pero unas muy diferentes a las que solían gastar los niños pequeños.
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Si fuéramos felices... Empty Re: Si fuéramos felices... {15.12.20 20:56}

En su habitación, un par de horas después y metida en su pijama blanco, Catherine contemplaba el cuadro que yacía sobre la alfombra. Había intentado retratar el día nevado y lo había calado completamente y sin embargo, no lograba que aquel frío le entrará en el cuerpo después de lo que había estado analizando aquella tarde.

¿Como de estúpida podía ser para pensar en esas cosas con Kyllian? Era su AMIGO. Uno de sus MEJORES amigos. Sus familias eran AMIGAS. Su padre era su padrino. Era una locura lo que había sentido en aquella alacena. Se removió en la cama mientras masticaba con rabia un donut.

Era cierto que había crecido y ella también. No era idiota y en la academia ella también se había sentido atraída físicamente a algunos de los estudiantes. Generalmente un par de años más que ella. Es más, en algún momento, había tenido sueños con Max aunque sabía que estaba destinado a Layla. Pero… ¡Era Kyllian! El chico que era su compinche en casi todas las bromas, el que hacía de payaso para sus hermanos, el que se ensuciaba la cara para hacerlos reír. No, basta. Aquello había sido una tontería y cosa de una vez. Aparentaria paranoia, total, seguramente él no se había dado cuenta.

O al menos rezaba por ello.

Aquella noche no tuvo sueños.

~

No se había esperado que un sirviente tocará la puerta para decirle que podía bajar a desayunar. Le costó salir de las mantas porque hacía mucho frío. Movió los pies con suavidad y se frotó contra las sábanas, que fuera del hueco de su cuerpo estaban heladas. La chimenea apenas tenía madera y fuego y suspiró mientras el sirviente empezaba a avivarla. Eso no quitaba que debía salir de la cama así que lo hizo perezosamente y fue a lavarse la cara y arreglarse.

Cuando se vio al espejo no estaba del todo contenta con su ropa porque, una vez más, se comparó con Layla. Su hermana podía hacer que una cortina se viera como alta costura. Ella… era un despojo. Llevaba pantalones negros pegados con sus botines de tacón, un jersey de color gris perla de cuello vuelto, a ver si con eso mantenía la temperatura. Se sentía…”del montón” y por alguna razón quería sentirse espectacular. Entonces recordó su conversación consigo misma la noche anterior mientras se maquillaba, después de echarse perfume bajó hacia el comedor donde había ya mucha gente.

Se sentó en la primera silla disponible al lado de Desmond, ignorando la que estaba al lado de Layla porque la ocuparía Maxwell. Se sentó con su hermano tras dar los buenos días en general y sonreírle de vuelta a Kyllian al captar su mirada de “estás bajo  libertad condicional”. Empezó a servirse  unos huevos y le puso queso crema a la tostada mientras empezaba a comer. Desplazó la mirada de su hermano a Lain que estaba al lado de su madre,  Ailish, tenía el cabello castaño y se estaba divirtiendo mucho en la mesa. Pero ella no lo regañaba… Ella...Se divertía con él. Aquella escena le resultó tan extraña a Cath mientras pasaba la mirada por su familia. Todos tenían la espalda erguida y se concentraban en su plato mientras intercambiaban algún comentario sobre el clima o las actividades de ese día. La morena suspiró, pero lo disimuló al hacer como que soplaba el té -Quiero ir a esquiar ¿Te apuntas?- Le preguntó Desmond y Catherine le miró con una sonrisa un poco tensa, era sumamente torpe pero...Eran buenas escenas para hacer bromas. Mientras examinaba su cara, su mente se deslizó en la de él “¿Quienes van?”. Desmond mantuvo el gesto impasible, acostumbrado a que su hermana evaluara el nivel de sociabilidad de un evento antes de asistir. “Hasta ahora sólo Kyllian y Todd. Rhaegar pasa, pidió que le llevaran el desayuno hoy a la habitación. Sigue enfadado por lo de ayer”. La morena escondió su sonrisa mientras mordía la tostada. “Eso implica venganza”. Ambos rieron y luego Catherine asintió. Si eran sólo cuatro sería soportable. Al alzar la vista notó a Kyllian mirándola y arqueó una ceja, preguntándole qué demonios quería con ese gesto. Él le sacó la lengua y le sonrió sardónicamente. Ella entrecerró los ojos con cara de “eres imbécil” y luego bajó la vista hacia su plato para seguir comiendo, pero sus labios delinearon una sonrisa estúpida.

Kyllian estuvo observando a Catherine un rato, al menos había conseguido que sonriera a escondidas, lo pensó un rato y pasó la mirada por su hermana la rubia y después a ella… nunca le había caído demasiado bien y era el blanco perfecto para sus bromas porque cuanto más estiradas más divertido era hacerlas rabiar, pilló su servilleta e hizo un par de bolitas de papel para lanzárselas a Catherine y llamar su atención “mira” le dijo para que leyera sus labios antes de dirigirse a Layla -Oye Layla, vas tu muy navideña ¿tienes vestido de reno? o ¿te vistes de santa y tu sombra se pone los cuernos?- dije refiriéndome a Maxwell que también echaba alguna que otra miradita de vez en cuando que no me gustaba nada. El comentario no pasó desapercibido y me gané un buen pellizco de mi madre, me dolió pero yo estaba más atento de la reacción de Catherine.

Siguió desayunando en silencio hasta que su amigo empezó a tirarle bolitas. Alzó la mirada con una ceja arqueada y escuchó su comentario hacia Layla.  Catherine abrió los ojos como platos  ante la reacción de la rubia, que se había atragantado con su té. La morena no supo muy bien cómo reaccionar y se mordió el labio para no reírse porque Elise estaba observando a Kyllian como si pudiera atravesarlo con la mirada. Pero no pudo evitarlo, una risilla baja se escapó de sus labios tensos en ocultar su sonrisa. Maxwell, sin embargo, salió en defensa de su futura prometida con una pequeña sonrisa malévola -Quizás para el próximo desayuno, mi querida Elise, debamos dividir la mesa de los adultos de los niños- Expresó en un tono demasiado formal pero por la forma en la que su iris se clavaba en Kyllian, Catherine sintió que se le congelaba la sangre -Tienes toda la razón, Max. ¿Le ponemos galletas y leche a Layla o ya se las pones tú?- Preguntó Catherine, de la nada, espontánea lo que hizo que Maxwell girara su cara hacia ella. La morena se mantuvo impertérrita y ladeó la cabeza hacia un lado con una sonrisa en los labios, retándolo a que respondiera mientras Desmond le apretaba el muslo como un llamado de atención pero Catherine no se detuvo. Se notaba la tensión en el aire, todo por un comentario inocente, se notaba que no toleraban nada con la niña mimada, Catherine contestó al comentario de Maxwell pero no quería que ella se metiera en problemas así que me robé la escena -Mamáaaaa que me ha llamado niño! ¡jooo!- hice teatro como si estuviera en mitad de una pataleta infantil lloriqueando y haciendo movimientos extraños mientras mis dos hermanos pequeños se reían por el espectáculo, tan inocentes e ignorantes de la tensión  -Ya no me gusta ese señor y no le daré galletas a santa, ya no les ajunto- me levanté de la mesa y fui hasta Catherine para retirarle la silla, robar una bandeja con frutas y alguna cosa más y marcharnos no sin antes dejar en claro algo -YA NO TE AJUNTO- dije a aquellos dos antes de abandonar la sala y empezar a reírme con todas mis fuerzas, casi hasta el punto de tener que doblarme por la mitad porque me dolía el estómago.

Ver a Kyllian hacer de niños hizo que su autocontrol pereciera, lanzó una mirada de desprecio a Maxwell antes de ver a Layla y lanzar un mensaje a su mente. “Espero que sinceramente no estés abochornada”, había rintintin en ese mensaje y entonces Catherine miró a Stavron que la observaba de forma críptica. Quizás con picardía. Se la mantuvo un momento antes de que Kyllian hiciera un alboroto al quitarle la silla y coger una bandeja llevándosela de allí.

Catherine no controló su risa, tampoco quiso -Te has metido con Doña Perfección...En plena mesa….¿Eres así o te dan apagones mentales?- Sonrió de lado pillando una manzana de la bandeja antes de mirar por encima del hombro, aun con cierta sensación rara -Tienes que tener cuidado con Maxwell- Le informó.  Él hizo caso omiso de su advertencia -Ya sabes que me encanta meterme con tu hermana, casi se atraganta con su té, le pasa por estirar tanto el meñique y él… ¿que va a hacerme? ¿mirarme con esa cara de “tengo un palo metido en el culo” hasta que me arrepienta? venga ya, ha valido la pena- se dibujó una sonrisa pícara en sus labios mientras se acercaba peligrosamente a la morena, le robó la manzana y le dio un bocado sin apartarse. Ella le miró, perpleja a los ojos, intentando no bajar la mirada hacia su boca mientras se mantenía tiesa como un palo -Al menos he conseguido que te rías- con eso se dio la vuelta dispuesto a subir las escaleras, Catherine le siguió con la mirada preguntándose porqué se había parado tan cerca y sintiendo que su palidez daba paso a un sonrojo revelador -Vamos a planear un par de maldades, después iremos a esquiar y seguro que podemos desviar alguna bola de nieve a la ventana de tu hermana- Aquello la hizo sonreír -Y ya que estamos te coges tú tu propia fruta- Le espetó mientras lo seguía.
Catherine Le Fay
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Si fuéramos felices... Empty Re: Si fuéramos felices... {27.12.20 19:43}

Después de un par de horas de charla normal, como en los viejos tiempos se habían ido a preparar para esquiar. Catherine le había contado su excelente broma de ilusión de acromántulas que le había ganado un severo castigo y había traumatizado a su amigo. ¡Pero valió la pena!

Arreglarse para esquiar era lo peor. Mientras se ponía la ropa intentaba recordar porqué había dicho que sí si se sabía torpe y estúpida para cualquier cosa física. Quizás porque sería una actividad en la que no estarían Layla y Maxwell. O quizás en el fondo si sabía que era porque iría Kyllian. Pero… ¿No podría haber dicho que sí a cualquier otra cosa? Suspiró.

Al bajar encontró a Desmond con los esquís en mano vestido de marrón y verde mientras ella iba toda de negro. Se apartó la coleta de la cara con la mano enguantada y sonrió a Todd que estaba absolutamente ensimismado colocándose otras protecciones. Estaba nevando, pero no muy fuerte -Ya puedes llevarlos tú- La voz de Altaïr hizo que diera un respingo y cuando giró la vista vio a Kyllian caminando con su hermano mayor hacia la zona donde le esperaba el castaño  y el pequeñajo. Catherine tragó en seco -¿Estás seguro?- Preguntó -Son cuatro- Altaïr le sonrió enigmáticamente -¿Eso que oigo es cobardía?- La pelinegra sintió que se le incendiaron las mejillas mientras oía risas de fondo -Yo lo llamo sentido común. Te regalaré un diccionario para Navidad, evidentemente te falta léxico- Le soltó con rabia mientras se alejaba a zancadas hacia donde estaba Desmond riéndose. Al llegar le golpeó el hombro con un puñetazo antes de tenderle la mano a Todd, que para ella era el más importante -Si se escinden, me llamas- Dijo Altaïr dándose un golpe en la sien mientras Kyllian y Desmond tocaban los hombros de Catherine porque su otra mano estaba ocupada con sus esquís y gafas -O los dejo morir y te echo la culpa a ti por escaquearte- Los ojos de Catherine brillaron con soberbia antes de desaparecerse a la montaña.

Logró controlar el nerviosismo y la aparición fue casi perfecta, sino fuera porque Todd se fue rodando cuando la nieve cedió debajo de él. Catherine maldijo y se desapareció para luego cogerlo antes de que siguiera bajando, sintiendo que con el peso extra ella también iba a irse rodando pero entonces con un gruñido se desapareció de nuevo hacia la cima apareciendo a la izquierda de Desmond. Tragó en seco, nadie podía notar el temblor en sus manos así que lo disimuló soltando al chico y poniéndose los esquís que le tendió Desmond, luego el casco y las gafas -¿Quieres ir tras de mí?- La morena sintió que le ardían las mejillas, no sabía ya si era por el frío y la vergüenza de reconocer que era un caos,  pero asintió con suavidad a lo que le dijo Desmond. Los tres chicos esquiaban mucho mejor que ella, era muy consciente de eso por eso los había llevado a la montaña menos empinada.

Desmond se puso en marcha y Catherine copió un poco su posición, inspirando profundamente el aire invernal. Kyllian y Todd ya se habían lanzado a la aventura y cuando Desmond partió Catherine sintió que le atenazaba el miedo pero aún así se impulsó. La velocidad era media y no le costó mantenerse recta. Era una montaña poco empinada y todo iba bien hasta que vio a Kyllian, Desmond y Todd parados al pie de la montaña. ¿Cómo se paraba? ¿Cómo…? Intentó hacer el mismo movimiento de Desmond, pero no pudo y acabó revolcándose en la nieve con esquís y todo. El tobillo se le dobló un poco y soltó un siseo cuando finalmente paró. No había gritado mientras daba vueltas pero le había dolido profundamente el orgullo. Se sentó en la nieve, sacudiéndose los copos del cabello con bastante molestia. “¿Estáis vivos?”, la mente de Altair se deslizó en la suya y Catherine cerró los ojos levantando sus escudos mentales “Sí, vete”; espetó y un escudo de obsidiana protegió sus pensamientos de su hermano que sabiondamente decidió no indagar.

Rechazó la mano de Desmond cuando se la ofreció para incorporarse. Lo hizo patosamente pero lo logró y calló el quejido que quiso salir cuando su tobillo irradió un poco de dolor. Repitieron varias veces aquella montaña más o menos con el mismo resultado. Evitó la mirada de Kyllian cuando Todd pidió ir a la otra montaña porque “esta había sido muy fácil”. Simplemente cogió a los tres idiotas por la chaqueta y los desapareció a la siguiente. Cuando llegaron el viento estaba más fuerte y Catherine se refugió un poco más en su ropa cálida. Todd, ya muy bien preparado para lanzarse ni siquiera esperó. Lo que no recordaba el muchacho es que ella era su ticket de salida. Suspiró y vio a Desmond cuando sintió que acariciaba su mente, chocando contra su escudo -Sólo lánzate- Le espetó agarrando los malditos palos para mantener la posición y vio la mancha marrón impulsarse hasta aquella montaña.

Volvió a inspirar y su tobillo se resintió pero lo ignoró, simplemente se lanzó porque si no experimentaba no había manera de mejorar. Pero esta montaña tenía obstáculos y Desmond se deslizaba con facilidad esquivándolos y a veces ni siquiera eso, los saltaba. La morena sabía que eso le era imposible así que intentaba esquivarlos con una S suave, pero muchas veces acababa tirada en el suelo. La velocidad poco a poco fue a más y en la última de sus estrategias acabó cayendo sobre una roca que le golpeó el hombro. Maldijo y decidió que aquello había sido una pésima idea pero tenía que llegar al final para poder visualizar el sitio para su próxima estrategia. Entonces ya no se volvería  a lanzar, simplemente desaparecería y reaparecieria arriba y abajo de la montaña cual transportin. Al llegar abajo supo más o menos como detenerse, no acabó en el piso al menos pero el hombro le gritaba y sintió que la cabeza le pesaba -¿Listos?- Preguntó y Todd empezó a asentir, a lo que ella respondió suspirando y mirando la cima de la montaña. Se movió y cogió de nuevo a los tres para llevarlos arriba. No obstante, cuando Desmond la miró esta vez, Catherine estaba quitándose los esquís y las gafas -Vayan ustedes, los espero abajo- Les dijo y abandonó su material de protección allí mientras veía al hermano de Kyllian lanzarse montaña abajo. Se sacó del bolsillo un protector labial para hidratarlos y protegerse del sol y entonces se dio cuenta que Desmond y Kyllian le estaba mirando -Si se mata no es mi culpa- Soltó y su hermano fue el primero en reaccionar, lanzándose detrás de Todd mientras Catherine se guardaba el cosmético y miraba a Kyllian -Ve- Ordenó con un gesto de la mano -Te voy a empujar, Kyllian-

Los ojos del moreno centellearon con picardía al escuchar las palabras de Catherine, se acercó a ella deslizándose con los esquís y empezó a rodearla -Cuanta violencia Catherine ¿es esa la forma de tratar a tus invitados? Menudos modales- El tono de sarcasmo era claro y seguramente ella lo entendería al instante pues era una experta en ello, sin embargo, soltó un “tsk” -Qué exquisito- Dijo con ironía que fue desvaneciendo cuando el moreno se posicionó tras ella acercándose de lado para que los esquís no le impidieran acortar su distancia y entonces le habló cerca de uno de sus oídos. Catherine se quedó tiesa, congelada como un témpano de hielo por la cercanía de Kyllian. Ni siquiera parpadeó. Ni siquiera respiró -Yo también tengo los labios resecos, mira- A ella no le daría tiempo a reaccionar pues él ya le estaba plantando un beso en la mejilla a modo de distracción pues con la otra mano consiguió quitarle el protector labial del bolsillo y deslizarse colina abajo dejándola paralizada en su sitio con las mejillas encendidas en carmesí -¡Te lo devuelvo cuando llegue!- Gritó mientras iba desapareciendo por aquella cuesta con una sonrisa de oreja a oreja.

Le costó poder pensar, le costó poder hilar qué era lo que tenía que hacer mientras contemplaba la montaña. Finalmente se llevó las dos manos a la cara y se las cubrió para ocultar el grito que soltó. ¿Por qué había hecho eso? ¡¿Cómo se atrevía a susurrarle esas cosas?! ¡¿Qué demonios le pasaba?! Dispuesta a saberlo desapareció hacia la parte final de la montaña y clavó su mirada iracunda sobre Kyllian, acercándose a él para arrebatarle el cosmético mientras él solo se quedaba ahí plantado con una sonrisa -Idiota- Espetó y cuando Todd la cogió de la mano bajó al vista hacia él, soltó un suspiro y los llevó a todos arriba.

Después de un par de horas volvieron al castillo y Catherine estaba agotada, al ingresar al calor del hogar suspiró y se acercó  a uno de los salones más pequeños donde consiguió a Altair leyendo con una sonrisa en el rostro. Se percató de su presencia un par de segundos después y la observó agacharse cerca de la chimenea quitándose los guantes -Te irá mejor un baño- Le indicó y Catherine guardó silencio mientras bajaba la mano hacia su tobillo y lo evaluaba moviéndolo con suavidad, en uno de esos movimientos hizo una mueca con la cara. Su hermano mayor cerró el libro y la miró -¿Te has hecho daño?- La morena se incorporó y negó con la cabeza mientras soltaba un suspiro y luego movía los hombros -Nada que no pase mañana- Expresó con un tono neutral que no le gustó para nada a Altair -Tendrá que pasar mañana, sino en el baile vas a trasbillar- Catherine se atragantó con su propia saliva -No…- Altair se rió al verla y volvió a abrir el libro por donde se había quedado -Te lo he dicho para que no tengas esa reacción en la cena. Ve a bañarte, si te resfrías mamá te hará desfilar como una dama llena de mocos- El gruñido reverberó por toda la habitación y Catherine se fue dando zancadas hacia su habitación donde se mantuvo toda la tarde hasta la hora de la cena, dando demasiadas vueltas a la actitud de su amigo y el maldito baile.
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