Nuevo Vergel

Mi viaje a Irlanda comenzó hace más de una semana, cuando llegué a la ciudad de Galway en mi avión oficial. Esa ciudad es un ejemplo de cómo deberían ser todas, prácticamente libres de seres mágicos que se atrevan a merodear por el lugar. El gobierno tecnócrata que les hemos endosado funciona a la perfección, después de todo están bajo nuestro mando, aunque parezca que tienen cierta independencia. Allí asistí con Wilhelm a un par de reuniones con varios encargados del proyecto SAM, para hacer el seguimiento de los últimos preparativos. El día quedó acordado, además del lugar desde el que se realizaría el lanzamiento del satélite. El sitio escogido es el más apropiado, teniendo en cuenta que es un lugar remoto y bastante abandonado, a excepción de unas cuantas almas descarriadas.

La zona semi desértica del pueblo abandonado acoge la base de lanzamiento, lugar al que acudimos varios mandatarios y directores del proyecto para comprobar cómo se desarrolla. Al bajarme del coche observo con disgusto el desastre que ha quedado en este lugar de mi país, que antaño fue un lugar donde la vegetación abundaba. El progreso y la ciencia a veces tienen sus costes. También examino con calma a los que han venido a la "inauguración", aunque a Andreas se ve que se la han pegado las sábanas y todavía no ha llegado. No sé por qué no me extraña.  La sincronización con el resto de países debe ser perfecta, estando comunicados en todo momento para que todo resulte un éxito.

El equipo de ingenieros de la Alianza continúa con su frenética actividad previa al lanzamiento de uno de los seis satélites que se pondrán en órbita en tan sólo unos minutos. Ha sido mucho tiempo de preparación y todo se ha medido hasta el más mínimo detalle, lo que no asegura que el lanzamiento vaya a ser un éxito. Cualquier fallo puede provocar consecuencias desastrosas, no sólo por la falta de coordinación con el resto, sino por la pérdida de algo muy costoso y difícil de de desarrollar. Los políticos y demás autoridades se encuentran ya en el exterior para observar el proceso a una distancia prudencial, fuera de peligro. También se encuentran allí los dueños de las empresas de tecnología y armamento que han aportado su capital al proyecto, pendientes de que su dinero les reporte beneficios. De no ser así no financiarían a los gobiernos. El plano de los satélites está proyectado en una de las pantallas gigantes con las que cuenta la sala de mando del edificio militar en el que nos encontramos, donde efectuamos las últimas comprobaciones.



En la sala de control se respira tensión máxima, todos se encuentran en sus puestos, a la espera de recibir los mensajes necesarios para iniciar la maniobra. - Los japoneses acaban de efectuar el lanzamiento del suyo. Permanecemos a la espera de la señal de Australia. - comunico al resto de la sala mediante los cascos que llevo puestos, mientras controlamos en una pantalla transparente la trayectoria del satélite recién lanzado desde Tokyo. A continuación recibimos el mensaje de la base de los australianos, cuyo lanzamiento parece funcionar también sin problemas. El siguiente punto de lanzamiento está en la arrasada Francia, cuyos núcleos de población mermaron a más de la mitad tras el ataque sufrido. Es la base de la Alianza en Marsella la que se encarga de cumplir con su parte.

- Somos los siguientes. Preparando la lanzadera... - todo el mundo sabe ya lo que tiene que hacer, no estarían aquí de ser mediocres. El silencio se adueña de la sala mientras los presentes contienen la respiración. - 3, 2, 1...

Llegué al area donde se controlaria el lanzamiento un tanto despues que Eamon. En cuanto mi comitiva me dejó en el lugar indicado los despaché, y fui a reunirme con la elite- aquel dia, veriamos el mundo cambiar.

Me posicioné junto a Eamon e intercambiamos algunas palabras necesarias en lo que a ponernos al dia respecta. El pequeño golpe sufrido hacia unos dias a causa de la perdida de los cabecillas de la revolucion poco nos iba a afectar dentro de poco si esto salia bien...al contrario sus acciones nos habian venido de perlas para poder presionar en el panorama politico externo al pais para acelerar algunos acontecimientos.

Comenzaron los lanzamientos en serie de los satelites. Primero Japón, luego Australia....seguidos por Francia....conteniamos la respiracion cada vez que se iniciaba uno, y respirabamos de nuevo al oir que habia entrado en orbita de modo exitoso. Ahora, le tocaba a nuestra base. Comenzó la cuenta atrás y se produjo el despegue. No es que yo entendiese muy bien todo el lenguaje de ingenieria aeronautico-espacial, pero por los mensajes que se iban desprendiendo, se veia que el lanzamiento iba bien. Cada una de las fases se cumplió como debia, hasta que finalmente el cuarto satélite, el de la base de Irlanda, estuvo en órbita. El anuncio vino acompañado de efusivos aplausos del personal que se habia estado dejando el pellejo en el proyecto en estos ultimos tiempos, y algun que otro abrazo aislado. Yo tenia las manos entrelazadas tras mi espalda mirando el enorme panel que notificaba que se estaba iniciando la siguiente cuenta atrás por parte de los estadounidenses, en su base de lanzamiento en las Montañas Rocosas.

- En el 1492 los europeos descubrieron lo que ellos llamaron el Nuevo Mundo....hoy en el 2040 ya no hay ni un solo rincon mas por descubrir en este pequeño planeta. Pero aun así, hoy estamos creando un mundo nuevo. Uno que ellos no esperaban...

Wilhelm hizo una de sus entradas tardías y casi teatrales, de modo que casi parecen premeditadas. A nadie pareció importarle la tardanza del ministro, todo el mundo estaba ya inmerso en el ambiente tenso que se vivía en la base. La expectativa generada era grande, se contenía la respiración en los momentos previos a los lanzamientos. Las primeras noticias positivas, provenientes de otros países, aportaron algo de calma. El silencio sólo se interrumpía por los aplausos cada vez que algo salía bien, y por las comunicaciones entre unos puntos del planeta y otros. Cualquier otra charla no tenía espacio en este momento.

Todos los presentes teníamos la sensación de estar asistiendo a algo realmente importante, un acontecimiento histórico de los que serán recordados, tal vez comparable con hitos como la llegada del ser humano a la Luna, o el fin de las grandes guerras. No sabíamos a ciencia cierta si lo que estábamos haciendo conseguiría el final de la guerra que vivimos en nuestros días, pero con toda seguridad inclinará la balanza a nuestro favor, dejará de ser una guerra mágica. Los ahogaremos definitivamente.

Los lanzamientos estaban casi finalizados, tras el de Estados Unidos sólo quedaba por lanzar el satélite procedente de Brasil, el cual se puso en órbita sin mayor problema. Un estruendoso aplauso llenó el lugar en cuanto la misión estuvo concluida, la culminación de la obra había llegado a su fin. Los potentes satélites antimagia se interconectaron unos con otros, creando una red capaz de anular la fuente de energía mágica del planeta. Probablemente no habríamos conseguido el detalle final de los satélites de no haber contado con las investigaciones de un mago entre los científicos de nuestras filas. Él será otro de los perjudicados, pero ni siquiera sabe que se usaron ciertos datos de sus investigaciones para estos menesteres. Suele pasar cuando te crees más listo que todos.

Los efectos anuladores de los satélites no tardarían en sentirse, y si todo ha funcionado como debería...

- Claro que es un nuevo mundo. Uno mejor en el que no tendremos que temer el abuso de poder de esos seres. El mundo que debería haber sido si no hubiesen dado la cara esos engendros. Deberían haber permanecido ocultos como hicieron tanto tiempo, pero les dio por ponerse supremacistas y mira lo que han conseguido. Ahora se darán cuenta de que nuestra ciencia es muy superior a su magia. - sonreí de manera jactante antes de brindar con las copas que nos proporcionaron, la proeza merecía celebración. Horas después abandonaríamos ambos Irlanda en nuestro jet privado, de vuelta al trabajo en Londres, donde esperaríamos las primeras reacciones de unos y otros.

INFORMACIÓN:

Viajo de nuevo a la zona de lanzamiento en Irlanda para visitar el centro de control desde el que se lanzó el satélite antimagia perteneciente al Reino Unido, con la intención de investigar el asunto del que estuvo hablando por teléfono con Andreas y Blair. Ya hace dos días de eso, pero no he dejado de darle vueltas al asunto. El deterioro rápido y exagerado del medio ambiente, el inicio de los problemas entre los nuevos nacidos, incluso ese maldito dolor de cabeza que no sé si se debe a las preocupaciones o al asunto de los satélites. Se supone que he venido aquí a investigar el tema, según los informes que me envió Blair y lo que sabemos hasta ahora sobre lo que está sucediendo. Tal y como dijo Andreas, si bajamos la potencia puede que el enemigo recupere algo de su poder, pero también comprobaríamos si lo que está pasando tiene algo que ver con esto.

Al llegar a la base de operaciones me dedico a hablar con los ingenieros para que me hagan un reporte del funcionamiento de nuestro satélite y el del resto de países, con las potencias de amplificación que poseen y el recorrido que hacen constantemente. Me muestran en una pantalla en tiempo real, dando detalles sobre puntos en los que se ha observado algo similar a lo del bosque de Galloway. Hay tres puntos más en el planeta que no se están viendo afectados por el satélite, al menos no del mismo modo. Esos puntos que Lyon, Praga y Turín. En este lugar la potencia es mucho más elevada, y nos ha llegado información de que los de raza mágica han vuelto a tomar la ciudad. Lo que sucede en Escocia es a menor escala, pero en el mapa de incidencias aparece de manera similar a los otros lugares. Después se observan otros tres puntos donde la suma de potencia de los satélites parece reforzada por el propio lugar, como es el caso de Londres, San Francisco y curiosamente también Turín, aunque se está viendo limitada por la otra energía.

- ¿Qué mierdas quiere decir todo esto? - pregunto a los encargados de esta estación, que sólo saben decirme que todavía están investigando. - Pues quiero que lo saquéis cuanto antes. Y quiero que comprobéis si esta potencia está provocando efectos secundarios. En los próximos días, disminuid la potencia del satélite cuando nuestro satélite cruce por aquí. - señalo en la pantalla la zona de Stonehenge,  pidiendo que hagan mediciones y comprobaciones de lo que sucede durante el período en el que el satélite pase por allí con potencia disminuida.  - Informadme. - por el momento decido no informar al resto de líderes del proyecto, pero por lo que sé les están sucediendo cosas muy similares en todos lados. Salgo de la sala de control, alejándome del lugar hasta nuevo aviso.

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Pocos días después me llegan los informes por parte del equipo de investigadores de aquí y del equipo que está en Inglaterra, más concretamente en Stonehenge. Los resultados son bastante significativos, teniendo en cuenta que no ha pasado ni una semana desde que pedí que se disminuyese la potencia de nuestro satélite. - Pues vaya puta mierda...- murmuro cuando cuelgo el teléfono, dándome cuenta de que lo que está pasando sí que tiene que ver con lo que hemos hecho. Me marcho de Irlanda en mi jet privado prácticamente enseguida, hay mucho que decidir.

Para resistir la tentación de ir a Neo Londres me dediqué a tener al día mis rituales de belleza y a escribir. En el pueblo de Nuevo Vergel convivía la tecnología y la magia con armonía pero había poco para hacer.

Así que ahí estaba yo en la barra de la taberna con mi sedoso cabello rubio y mi atractiva figura. Las numerosas cicatrices en mi piel eran parte del encanto.

Solté un suspiro largo y tendido mientras abría y cerraba la mano con la que escribía. Esa me dolía especialmente pero al menos sabía que la razón era lo mucho que había escrito, sin embargo la otra mano y los piés también me molestaban. Se trataba de un dolor sordo, como si los huesos estuvieran empujando.

La jarra de cerveza estaba fría, eso servía para calmar el dolor así que la sostenía entre mis manos mientras le daba un gran trago. Me di vuelta en el taburete y escudriñe lentamente la estancia.

Todo el tiempo que había estado en cama, de no ser porque Shyvanna lo había estado cuidando, le hubiera resultado un auténtico tormento, la idea de no estar haciendo cosas por el bien de su gente era algo digno de tormento, por lo que apenas pudo, no dudó en encargarse de revisar todo lo necesario para la agricultura de la zona donde se estaban quedando, para hacerlo lo más eficiente y sostenible qué fuera posible a todos los niveles.

Esto es lo que estuvo haciendo todo el tiempo que tuvo consigo, pero en esta ocasión, había pasado a otra cosa, iba a empezar a hacer comercio, y por este mismo motivo es que estaba en un punto donde un cliente dijo que se reunirían, una taberna, cosa que no es atípica, sobre todo cuando un negocio recién está empezando, y las reuniones comerciales no son demasiado formales.

Por este motivo es que se encontraría ahí asegurandose de pedir algo sin alcohol, porque no se bebe en horas de trabajo, que para él son básicamente todas las horas de su vigilia.

Sin embargo, el sujeto tardaba, y él empezaba a pensar que no iba a venir, así que su mirada empezó a divagar por el local.

Y ahí vió a alguien concretamente a una mujer rubia de buen ver, a quien, sin apenas percatarse, se le quedó mirando más tiempo del qué correspondía, porque él es así, cuando se distrae sus ojos se van a donde no toca.

Así que cuando ella se volteó, él rápidamente apartó la mirada, avergonzado de sus propias acciones, antes de aclararse la garganta, y decidirse a saludar cortésmente.

Buenos días.

También reverenció brevemente desde su asiento esperando no haberla molestado, pero en caso de que sí, se disculpará como corresponde.

Al encontrarme con la mirada del hombre, la comisura de mi labio se alzó en una tranquila sonrisa a modo de silencioso saludo. Le sostuve la mirada por un momento y luego seguí a mis anchas recorriendo la taberna con los ojos.

-Llegué hace poco al pueblo y no estoy al tanto de las tradiciones, ¿es costumbre saludar de manera tan formal?- Le pregunté volviendo a mirarlo con un gesto de divertida extrañeza en mis cejas y bebí otro gran trago de cerveza apoyando el codo, de forma relajada, en la barra.

Eso explicaría por qué los lugareños generalmente me cortaban el rostro. Obviamente yo utilizaba esa indiferencia a mi favor porque la fiera en mí me instaba a sacar ventaja. Ley de la selva, versatilidad, resiliencia, llámalo como quieras.

Kafele se sintió aliviado luego de un par de segundos, pues la señorita parecía no haberse molestado por que estuviera mirando donde no debería, motivo por el cual incluso relajó su postura y cuando la vió seguir de largo con la mirada, pensó que hasta habría llegado el asunto, por lo cual procedió a volver a sus pensamientos internos.

Pero esto no duró más de unos cuantos segundos pues poco después escuchó qué la mujer volvió a hablarle, por lo que ha vuelto a poner su atención en ella, y la pregunta que hizo, supone que es comprensible, sus formas no son demasiado comunes hasta donde él ha podido comprobar.

No realmente, ha decir verdad no soy originario de la zona, pero llevo ya en este lugar suficiente para poder confirmarlo.

Se aseguró de explicarle para evitar cualquier confusión derivada del encuentro, no quería confundir a la gente si podía evitarlo.

Por poner un ejemplo, yo he venido a este lugar para encontrarme con un cliente, algo no demasiado formal.

Ejemplificó, siempre le ha gustado utilizar ejemplos o metáforas cuando habla, sobre todo cuando tiene uno tan a la mano como el que acaba de usar.

Ladeé suavemente la cabeza alzando las cejas con sorpresa y lo miré pensativa. -Así que eres un hombre de negocios, eso es interesante.- Mencioné en un ronroneo.

Luego de terminarme la refrescante cerveza, me bajé del taburete con gracia felina, alcé una mano para retirarme un mechón de cabello corto de la cara mientras caminaba y deslicé mi culo hasta hacerlo aterrizar en uno de los asientos libres que había junto a él.

-De vez en cuando publico artículos en “El quisquilloso”.- Dije tras pedir otra cerveza. El dulce perfume a sandía me envolvía. -Podría promocionar tu negocio, si quieres.- Le ofrecí alzando un hombro y lo miré con atención mientras recibía la cerveza.

-Leila Alabi.- Me presenté extendiendo la mano para estrechar la de él, esperando que me diga su nombre.

Él asintió con serenidad, aunque los negocios no se tratan de su único oficio ni tampoco del más importante, pero, sería mentira decir que no es una parte vital de su vida así como lo es de sí mismo, por lo que sí puede considerarse un hombre de negocios.

Y por supuesto le siguió con la mirada mientras se iba deslizando, aunque procurando mantenerla en sus ojos, cosa que, aunque con mucho esfuerzo, logró y también un segundo después advirtió qué se había sentado al lado de él, cosa que le sorprendió un poco, pero no tuvo comentario alguno.

Oh, ¿En verdad?...

Pero claro, eso le sorprendió más, le ha caído una oportunidad de repente, la publicidad siempre es algo que permite qué un producto prospere con más facilidad, lo que dice sobre cada servicio, o sobre la fiabilidad de quien lo da, no deja de ser vital.

Se lo agradecería.

Y procedió a estrecharle la mano entonces, mientras que se presentaba.

Mi nombre es Kafele Keops, y soy un productor agropecuario, soy capaz de ofrecer desde ganados hasta diversas hortalizas, para servirle.

Porque no tiene caso intentar incursionar en la arquitectura con toda esa tecnología alrededor, sin embargo, indistintamente de la época, todos necesitan comer, así que siempre podría ofrecer algo para favorecer el comercio por ese lado.

Le dediqué una media sonrisa fugaz cuando dijo que agradecería la promoción que yo pudiera darle a su negocio pero parpadeé con sorpresa al escuchar su nombre. ¿Keops?¿Como Cleo? -Mejor te llamo Kafe.- Con reflejos rápidos y amable simpatía fingí que lo que me había dejado tildada por un instante había sido lo complicado de su nombre. Era preferible hablar primero con Cleo para evitar situaciones incómodas.

-De hecho, ¿cultivas café?- Le pregunté pensativa. -“Café de Kafe”.- Pronuncié con cierta solemnidad característica de las voces en off en los anuncios publicitarios y extendiendo el brazo frente a mí, señalando las imaginarias letras de un posible letrero. -Es fácil de recordar.- Comenté bajando la mano y mirándolo expectante, quería que él visualizara la idea.

Llevé la jarra a mis labios cuando de repente sentí el teléfono vibrar en mi bolsillo y chasqueé la lengua al ver de qué se trataba. -Perdón, tengo que contestar.- Algo apenada me disculpé con el moreno antes de atender la llamada. -Si.- Mi voz se volvió seria y exigente al dirigirme al que estaba del otro lado de la línea telefónica. -Si... si, si, dame un momento.- Aparté el teléfono de mi oreja, toqué la pantalla táctil muteándome y lo dejé a un lado.

-Debo irme pero me gustaría que nos reunamos para seguir con lo de la promoción.- Dije mientras me asomaba detrás de la barra para cazar un bolígrafo que usé para escribir mi número en una servilleta. -Éste es mi número.- Se lo entregué pero después alterné la mirada entre el papel, Kafe, devuelta al papel y otra vez a Kafe. -O mándame una de esas luces azules que llevan mensajes.- Dije refiriéndome al patronus mientras dejaba el dinero para pagar las cervezas sobre la mesa.

Con una mano agarré el teléfono, con la otra la jarra de cerveza y apuré el contenido haciendo fondo blanco rápidamente, no por nada era miembro de la Brigada de las Mil Grullas. -Mucho gusto, Kafe. Espero volver a verte.- Me despedí irguiéndome en mis 140 cm de esplendor y salí de la taberna, marchándome de allí con el teléfono en la oreja.

Aunque tuviera mucho trabajo encargandose sobre todo de mantener bien abastecido el asentamiento qué tienen los pendragon en Irlanda, además de también tener que agradarlo para poder albergar a su linaje, no podría decirse que estaba en todo momento ocupado con aquello, en ocasiones se tomaba un tiempo para esparcirse de cierta forma.

Y es de cierta forma, pues no lo hace de forma normal, ya que su actividad predilecta para el esparcimiento es la caridad, se dedica a dar refugio a los desposeidos y alimentar a los hambrientos, ya que el refugio y el sustento son los dos parte fundamental de su doctrina.

En este momento se está encargando de fabricar un refugio para la gente que ha perdido todo y no tiene a donde ir, y aunque no lo parezca, no desperdicia recursos, pues cabe decir que él siempre se ha negado a recibir más de lo necesario, a menos que se trate de un regalo, por lo cual puede permitirse ahorrar todo lo que la mayoría de los nobles tienden a despilfarrar.

Y mientras construye, hace lo que siempre suele hacer tras realizar una buena obra, y es desear qué logre hacer el bien, de una forma o de otra...

Al menos una pequeña diferencia...

Se repetía, pues mientras pudiera hacer algo, lo que fuera, a pesar de no ser un gran mago, ni el más listo, ni el más fuerte, ni el más carismático... Sí algo podía hacer, lo haría, utilizando lo que sí tiene, sus recursos y su disposición.

El miembro 'Kafele Keops' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :