Casa Knox Malfoy

Anteia permaneció dormida en los brazos de Lyran durante todo el camino a la casa, pero nada más entrar y sentir cómo el peliazul subía las escaleras se despertó. Le costó enfocar donde estaba hasta que observó su rostro -Hey- Saludó, apretando los brazos en su cuello y apoyando la cabeza en su hombros. Se sentía cansada y...Y tendría que decirle cuatro cosas Arleen cuando la viera pues ahora empezaba a recordar lo que había sucedido.

Al entrar en la habitación se dejó colocar en la cama mientras suspiraba. Se llevó una mano a la cara quitándose los rizos rubios, ensangrentados y sucios de la cara. Se miró los dedos mientras analizaba toda la situación. Estaban en un lugar seguro. Estaban bien. Miró a Lyran que se veía tan cansado y agobiado como ella. Se incorporó un poco y se quitó las botas con el pie, luego las medias y  agradeciendo sentir el piso frío bajo las plantas.

Había un silencio algo cansino sobre ellos. Anteia se incorporó y le tomó de las manos tirando de él mientras iban hacia el aseo donde dejó el agua tibia  de la ducha abierta y tras ello encendio unas velas con aroma a lavanda para relajarse -Ven aquí- Murmuró y empezó poco a poco a quitarle las piezas de cuero donde llevaba las piedras y demás pociones, dejándolas en el mueble auxiliar así como el resto de la ropa. Le quitó la coleta de la trenza y deshizo la misma con los dedos con lentitud. Era un momento íntimo sin duda y el silencio ayudaba. Necesitaban quitarse todo el peso de encima de aquella batalla, no podían aparecer así ante sus hijos.

Derrotados.

Después de que estuvieran desnudos se metió en la ducha, haciendo que el primero fuera él y empujándolo bajo el chorro de agua para que el agua tibia le mojara el cabello. Le acarició suavemente el mismo para luego retirarle un par de manchas de sangre del rostro con cariño mientras lo miraba con una leve sonrisa -Estamos enteros- Murmuró como intentando subir el ánimo -Eso es bueno-

- Hey  - le respondí a su saludo contento de verla despertar por fin, y tranquila. No nos dijimos mucho mas, parecia que sobraban las palabras. La dejé en la cama con cuidado y me senté a su lado, mirándola con aire cansado. No podía dejar de pensar en la Ciudadela, en la derrota, en los compañeros y familia herida, en aquel viaje por el infierno, Ian, Adam, Chloe...los que no habian vuelto...lo que vendría despues de esto...las consecuencias de la derrota.

Sentía que mi cuerpo queria dormir, me lo pedia a gritos, pero el cerebro simplemente no se apagaba. Noté sus manos sobre las mias y me deje llevar.

"una ducha. Si, quizá eso despeje la cabeza"

Ella fue quitandome poco a poco todo lo que traia encima para la batalla; los multiples cinturones con los objetos magicos, el peto de plata, la ropa... lentamente, yo hice lo mismo con ella. Le quité los cintos y los frascos que llevaba, su túnica, la ropa de debajo y los pantalones. Con cariño, lentitud y dedicacion.

Cerré los ojos al sentir el agua  caliente de la ducha comenzar a caer por mi cabeza, la agradable sensacion de calor que se extendía desde alli a todo el cansado cuerpo, asi como la reconfortante caricia de las gotas de agua al escurrir por la piel lavando la suciedad y la sangre. Era casi mágico como el agua en la ducha podía, durante los minutos que permaneces dentro, lavar un poco la sensacion de dolor y tristeza.

"enteros solo por fuera"

Pensé ante su afirmación. Ella estaba intentando ser optimista, levantar el animo, pero conocia la verdad tan bien como yo.
- Lo bueno es que estamos juntos. - respondí acercándola a mi, uniendo mi cuerpo al suyo en un abrazo, mientras el agua limpiaba también su claro cabello. La sangre que ésta iba arrastrando se arremolinaba en el sumidero, y aunque aun arrastraba, cada vez salía más clara. Me separé un poco solamente para besarla muy lentamente. Estaba conmigo, había vuelto, y no podía dar las gracias lo suficiente por aquello.

Anteia notó en seguida cómo el rostro de Lyran cambiaba y sonrió lentamente, verlo relajarse después de todo lo que habían vivido era sumamente importante para ella pues, a fin de cuentas, ella había sido sólo una carga. Ya no estaba preparada para ese tipo de escenarios. Mirandolo, él con los ojos cerrados, mientras ella le acariciaba recordó el momento en el que su torpeza la echó al suelo cuando venía uno de los lycanos. Inspiró profundamente y dejo escapar el aire con lentitud, sintiendo que se le formaba un nudo en la garganta mientras sólo ese recuerdo desencadenaba toda su ineptitud en la batalla.

Cuando la acercó a él tras decir aquello, apoyó la frente en la suya y lloró un poco. Habían limites de optimismo en algunos escenarios y ella había usado la última gota. El agua cálida se llevaba sus lágrimas y un poco también su pesimismo, pero era consciente de que debían hablar. Sólo que no ahora -Sí- Murmuró y lo rodeó con los brazos, alimentándose de ese abrazo como se había alimentado toda la vida de su amor, encontrando entre sus brazos un hogar que nunca había tenido realmente hasta que lo había construido con él.

Al alejarse, Anteia rozó con suavidad su nariz con la de él y luego lo besó de vuelta. Aquel beso tenía otro significado. No como cada uno de los que le había dado durante la batalla, saboreándolos como si fueran los últimos. Porque estaba aquí, con ella. No la había dejado sola ni un minuto, ni en sus peores momentos. Y ella, sin embargo, había juzgado tan duramente todo lo que Lyran había hecho por traer la paz a su mundo, cuando conocía perfectamente que esa era la raíz de su ser. Algo que llevaba inscrito en el alma. Se separó de él y volvió a apoyar la frente en la del peliazul, cerrando los ojos para llorar en silencio -Lo siento- Tenía tantas disculpas que pedir, tantas cosas que remendar. Negó con la cabeza -Es sólo que… Ya no puedo seguirte, Lyran… - Se mordió el labio inferior, aún manteniendo sus brazos alrededor de su cuello -Mi estrategia de aparentar que no me pasa nada…Que el problema es tu utopía de traer la paz... He sido una estúpida… Una…- Negó con la cabeza -No estoy bien… Lo que me pasó en Francia…Yo… Chloe…- Dijo cosas inconexas porque a medida que iba soltando la retahíla sentía que tenía más ganas de llorar que de hablar y no podía dejar de hipar -Ya no puedo… Pero estoy perdida sin ti… ¿Qué hago?- Inquirió alzando los ojos hacia él, esperando que le diera una respuesta a aquello aunque sabía que en el fondo no la había.

Seguía pensando en lo ocurrido en la ciudadela, en aquellos angustiosos momentos, y en todo lo relacionado con ello. Las perdidas seguian ahi, pero en estos momentos con Anteia, los dos bajo el agua tibia de la ducha, aquello que seguia presente en mi cabeza al menos parecía algo mas lejano. Presente, pero lejano.

Cuando se separó de mi antes de volver a apoyar su frente sobre mi pecho, aunque no podia verla, sabia que estaba llorando. La dejé hablar, que sacara todo el dolor que tenía dentro. Eso era bueno. Yo tampoco conocía la respuesta a aquella pregunta final, pero estaba seguro de que juntos podríamos resolverlo.

- Mmm... - dije en tono pensativo sin deshacer mi abrazo, hasta que una de mis manos fue a coger el bote de jabon. Suavemente la tomé por los hombros y la hice girarse para quedar de espaldas a mi, me eché una buena cantidad de jabon en las manos y empecé a masajear su cabello, despacio, para ir lavándoselo. - No has sido una estúpida, no digas eso. Has intentado todo lo que ha estado en tu mano...has buscado diferentes caminos... que haya resultado no funcionar no quiere decir que seas estupida o inutil, no te permito pensar eso de ti misma. Francia...ese lugar, representa un momento traumático de tu vida. Te has expuesto a eso de golpe....tu reacción fue normal dentro de lo que cabe. Son heridas que aun no has sanado.

Seguí enjabonando su cabeza y su melena hasta que quedó completamente limpio, asegurandome despues de eliminar toda la espuma con el agua y pasando mis dedos aqui y alla. - ¿Cómo que sin mi? Que yo sepa, no me he ido a ninguna parte...¿Que haces? Luchar tu batalla a tu manera. No todas las guerras se ganan matando al enemigo.

Después de su poca elocuente verborrea, Anteia intentó controlar su respiración ya que sentía cómo la desesperación empezaba a colmarla de nuevo. Cerró los ojos y se quedó entre sus brazos mientras absorbía su seguridad. Se dejó hacer y bajó suavemente la cabeza, mirándose los pies mientras se limpiaba las lágrimas. Dejó los ojos cerrados mientras sentía a Lyran lavarle el cabello, sus dedos eran suaves y masajeaban su cabeza haciendo que se sintiera mucho más relajada.

-¿Y cómo se sanan? ¿Crees… que debería ir con alguien? Me refiero…¿Algún sanador especializado en eso? No quiero bloquearme otra vez- Dijo y se cruzó de brazos, cogiéndose de los codos mientras intentaba hacer una lista mental de quien podía ayudarla -O Catherine… ¿Tú crees que podría ayudarme con las cosas mentales que hace?- Inquirió -Sé…que forma parte de mi pero no puedo…hacer…O dejar de hacer- Explicó algo confundida y soltó un suspiro largo.

-Me refiero…- Se giró de nuevo para mirarlo con una sonrisa, subió sus manos a su rostro acariciandolo -Que tú si puedes seguir bajando amor y no confío en nadie, en nadie, para que te cuide y te sane como yo puedo hacerlo…- Le hizo bajar la cabeza para dejarle un suave beso en la nariz -Yo…entiendo lo que quieres hacer, entiendo tu papel…Pero quiero estar allí, quiero estar segura de que no te pierdo…Y ahora no puedo- Respondió e inspiró visiblemente ya que su caja toráxica se elevó.  Apartando la mirada hacia un lado  pensativa para luego volver a verlo con un poco más de picardía – Aunque soy consciente de que tu me cuidas más a mí que otra cosa… ¿En serio me escudé en tus piernas cuando vino un licántropo?- Sonrió de lado antes de soltar una risa floja y coger el bote de jabón para hacer lo mismo que él. Lo giró y le lavó ella el cabello, su precioso cabello azul. Se quedó más ensimismada lavándolo de lo que parecía  y guardó silencio. Su cabello azul le recordaba muchas cosas… Como Aleera. Pero no iba a traerla a colación ahora. Pensó en lo mucho que debe extrañar a su familia. Si ella misma extrañaba a Jane y sólo eran medias hermanas. No quería imaginarse lo que debía sufrir su marido.

-Ains Lyran…- Soltó haciéndolo girarse de nuevo hacia ella y esparciendo más jabón por su torso y sus brazos, siendo consciente de que su marido debería haber estado haciendo algún tipo de entrenamiento del que ella no sabía nada. Después de todo, ¿De dónde se había sacado esa burbuja de protección? ¿Y la barrera? -Me gusta mucho tu cabello azul y tus secretitos Knox- Le dijo por, tal vez, enésima vez en su historia romántica. Volvió sus ojos celestes hacia los de él -¿A ti te gusta mi cabello descolorido?-

- Pues...con tiempo....hablando de ello...asumiéndolo como parte de tu historia...no culpándote por haber acabado como una víctima de todo aquello...son muchos factores...la verdad. Y aun con todo las cicatrices seguirán ahi... - suspiré. Catherine. Ilusiones? - No soy partidario de usar magia mental en estas cosas. No estás en un punto de no retorno, Anteia. Y no voy a pedir a nadie que te haga olvidar con tal de que puedas seguir viniendo conmigo a alguna misión de campo de batalla que pueda salir.

Creia entender por donde iban los tiros cuando me dijo aquello mientras acariciaba mi cara, en realidad, ella lo hacia pensando en mi y no en su propio bienestar, pero eso no queria decir que fuese ni mucho menos, más aceptable. La abracé por la cintura cuando dijo que entendía lo que quería hacer, mi papel.

"hace unos meses nos peleabamos por esto..."

- Haces bien en no fiarte... nadie lo hace tan bien como tu. La verdad, debes de reconocer que hicimos un buen equipo durante un rato, verdad? - solté una breve risa por aquella pregunta suya. - Sí...lo hiciste. Me sentí mal porque casi me da la risa al verte hacer eso. Lo siento, fue casi comico...

Le dije levantando un poco una ceja. Luego la dejé lavarme el pelo, disfrutando de ese momento. Era demasiado, demasiado relajante. Tenía que dejarme el pelo mas largo aun para que tardase mas tiempo en lavarlo, y alargar el momento. Estaba decidido. Cuando terminó, me dediqué a hacer lo mismo que ella hacía conmigo, esparciendo la espuma por sus brazos, hombros, torso, etc etc.
- Secretitos? Tengo yo de eso contigo? - alguno, seguro, pero de modo inintencionado. Por despiste puro quiza. Le dediqué una mirada bastante menos triste que la que me traia encima antes, y un poco más...intensa. Su pelo? - Me encanta. Te da un toque... - me entretuve con el jabon en su pecho antes de pasar mis manos por su espalda, acercarla a mi y besarla en el cuello con ganas, sin poder evitar darle un pequeño mordisco. Aunque me aparté al poquito riendome. - Cachis. Me he llenado la boca de jabon. Puajj

Escuchar la realidad de Lyran le hacía recordar de que, en efecto, nunca le había hablado de lo que había vivido en ese lugar. Tembló levemente. Quería creer que no hablando de ello sería más fácil pero evidentemente no. Sus demonios seguían allí -De acuerdo… Te…te contaré después- Inspiró profundamente y lo dejó un poco de lado, concentrándose en disfrutar del agua cálida y de la compañía de Lyran como una recompensa por haber salido con vida de aquella misión, por haber tenido la oportunidad de volver a vivir.

-Si…- sonrió meciéndose suavemente entre sus brazos -Somos un buen equipo. Sólo…Nos superaron en número y yo…Bueno, ya sabes- Dijo alzando un hombro mientras le ponía un mechón de pelo hacia atrás. Se rió cuando hablaba sobre cómo se escondió tras sus piernas -Ya…ahora pensando en ello hasta a mi me da la risa-  Se mordió el labio, riéndose un poco -Es sólo que me tropiezo un montón y eso ya …es algo muy mío- Alzó un dedo para hacer una pausa -No fue de miedo. Me caí sin querer- Dijo tratando de recuperar su dignidad pero en cuanto ambos se miraron Anteia volvió a reírse.

-Umjum…- Dijo alzando las cejas con un gesto raro pero gracioso en el rostro -A ver…de donde te has sacado esa barrera? ¿Y el escudo? ¡OH OH!- De pronto dio un aplauso al recordar algo y golpeó su espalda, porque seguía así cuando hubo ese intercambio en la conversación-¿ERIKA HACE MAGIA?- Gritó y luego se llevó la mano a la boca para exculparse -¡Tú no parecías muy sorprendido, eh!- Cuando se giró hacia ella  y miró su pelo se tomó un mechón ella misma y se lo miró haciendo un pucherito -Me da un toque de… qué?- Le retó entrecerrando los ojos cuando le devolvió aquella mirada que… Dios, dios… ¿Hace cuánto tiempo no la miraba así? ¿Hace cuánto que…? A Anteia se le subieron un poco los colores cuando empezó a besarla y se rió con aquel mordisco antes de escuchar lo que decía -Oh…- sonrió de lado y tomo algo de agua entre sus dedos, con suavidad deslizó su índice por sus labios en un gesto que carecía de gracia sino de otro significado. Le miró un momento con la misma intensidad que él a ella y entonces lo atrajo hacia sí para besarlo y esta vez no fue lento ni triste, sino con el deseo de reconciliarse con él como hacía tiempo que no lo hacía.

- Ya lo sé, te habrías caído aunque en lugar de un licántropo cibernético hubiese sido una paloma del parque... - le dije con una sonrisa en la cara, pasando mi mano por detrás de su cabeza en ademan cariñoso. Alcé una ceja satisfecho al darme cuenta de que se habia perctado de aquellas barreras mágicas. - Bueno, digamos que he estado reciclándome. Experimentando con hechizos nuevos....

Rodée los ojos cuando ella sacó el tema de Erika, pasando mis manos por su espalda, tratando de hacerme el sueco.
- Sí...yo lo sabía ya pero...no quería que te enterases por un cotilleo mío. Consiguió magia de fuego mediante las calaveras de los soul- pasé mi mano por su cuello tomándola por la barbilla levemente, esperando que no se enfadase. - Luego habla con ella si quieres.

Ladeé la cabeza, observando su cabello más platino ahora. - Un toque mas Malfoy. Te queda bien... aunque podrías haberlo conseguido con unas mechas...no con un pase al infierno....

Suspiré. Despues de aquello, le habia dado el mordisco en el cuello y habia acabado escupiendo jabon entre risas. Me detuve al ver aquel gesto en ella, como si me hubiese cortado la respiracion con esa mirada y ese gesto en sus labios. La miré, a sus ojos y a sus labios, alternativamente, notando como se encendía algo dentro de mi. Me atrajo para besarme con pasion, y no pude ni quise evitarlo, la rodeé con fuerza por la cintura correspondiendo a aquel beso, apresándola contra una de las paredes de la ducha con mi cuerpo.

-Interesante… Pues han ayudado mucho. Cariño…Sé que los Descendientes tienen todo como muy cubierto aquí pero por qué no les propones ser profesor de nuevo? Sé que te encanta, sé que lo extrañas y nuestros pequeños necesitan esa educación- Le explico sabiendo que era una estrategia un poco… exagerada para pedirle que se quedara arriba. Pero debía respetar la decisión que tomara. Tras ello el tema de Erika hizo que su gesto se tornara algo serio, apartó la mirada hacia un lado mientras intentaba digerir la información -Ella era muy pequeña- Indicó, sabiendo que Erika desconocía el pasado de Lyran y ella con los Souls. Tensó los labios y luego negó con la cabeza con suavidad -Si ella es feliz está bien. La familia es la que uno elige en la vida, no la que nos da el destino- Y aún así ella se sentía afortunada de haber tenido a Jane con ella. ¿Aprobaría Jane lo que había hecho Erika? No lo sabía, pero tampoco quería molestarla en su descanso. Había pasado  por muchas cosas en la vida, se merecía eso...Descansar.

Se miró el pelo cuando empezó a hablar de él percatándose entonces de que lo tenía aún más platinado de lo normal. Aquello le sorprendió  pero entendió el porqué cuando Lyran terminó de hablar. Asintió con suavidad -Igual tus hijos me sacan canas verdes algunos días así que por variar…- Dijo riéndose por lo bajo antes de acariciar sus labios y notar cómo Lyran respondía a ese gesto tal como ella quería…

+18:

Apoyó la cabeza en su pecho mientras recuperaba la respiración y poco a poco soltaba una risa baja -Mmm... Podríamos...- Alzó la cara, apoyando la cabeza en la pared para mirarlo con la satisfacción dibujada en el rostro. No encontró qué otra palabra decir, simplemente le tomó de la barbilla y le dio un beso suave en los labios -Vamos... Acabaremos arrugados...Y no estoy preparada para eso aún- Murmuró sobre los labios de él antes de robarle otro beso. Se termino de asear (IYKWIM) y apagó la ducha para salir y enrollarse el cuerpo en una toalla. Le tiró al de su esposo a la cara de modo juguetón antes de cogerse otra para el pelo mientras se miraba en el espejo con curiosidad.

El miembro 'Anteia Malfoy' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Embarazo' :

Terminamos aquella ducha que se había prolongado más de lo normal, con la respiracion agitada pero una relajante sensacion por todo el cuerpo. La dejé besarme y asentí con la cabeza, sí, quizá era momento de ir saliendo de ahi. Cuando terminamos de asearnos apagué el agua y salí cogiendo la toalla que me tiró a la cara, liandola alrededor de mi cintura y devolviendole aquella sonrisa.

Me puse tras ella que ahora se miraba frente al espejo con gesto de curiosidad, y le puse las manos en los hombros con suavidad, le di un beso en uno de ellos y luego subí mis manos a su cabello. Con un hechizo, se lo dejé completamente seco. Le sonreí un poco de lado y le guiñé un ojo mirandonos el uno al otro a traves del espejo.

- Lista

Hice lo mismo conmigo y cuando estuvimos secos del todo, pudimos ponernos ropas en condiciones. Apilé la ropa sucia con manchas de sangre para luego ir limpiandola con unos encantamientos muy sencillos, no podia quedarse por ahi tirada dandole ese aspecto tan siniestro a la habitacion.

Justo a tiempo, oimos unos chillidos, gritos de guerra por asi decirlo. Anteia y yo nos miramos y asentimos. Habian llegado los pequeñajos. Les abrimos la puerta a los mellizos y tras estar un rato con ellos jugando y dejándonos querer, acabamos tirados los cuatro en la cama, eso si, los mellizos ocupando mas de la mitad del colchon situados en todo el centro, y Anteia y yo cada uno en un borde. Pero nos quedamos dormidos como troncos.

Apareció directamente en el piso superior de la casa de los Knox porque por la hora seguramente Anteia estaría dándole el desayuno a los mellizos y  a Aedan. Es más, le parecía oír el murmullo de los chiquillos y la voz dulce de la rubia. Buscó la mirada de Matvey esperando alguna respuesta mientras sentía que sus manos temblaban bruscamente.

“Anteia, Matvey está herido. Estamos arriba…Ven por favor”

-Te juro… Te juro… que si te mueres me hago nigromante y serás mi revenant- Espetó mirando la daga que tenía incrustada en el pecho sin saber qué hacer. Apretó los puños con mucha impotencia, al menos hasta que vio entrar a la rubia que la observó horrorizada -Ayúdalo, por favor- Suplicó alejándose para dejarles espacio y recordó las últimas palabras del nigromante. Le recorrió un escalofrío y negó con la cabeza. -Ahora mismo vuelvo- Expresó y desapareció de nuevo.

Había recibido ayer a Aedan con todo el amor del mundo porque el muchachito era de lo  más dulce y se llevaba bien con los mellizos. Le ponían la casa patas arriba y eso le encantaba. Era como cuando Azahar recibía a Ian y a Chloe, siempre jugando, gritando, haciendo magia y volviéndola loca pero vivía por esos momentos.  Oyó un poco de estruendo arriba cuando Catherine apareció pero por alguna razón asumió que sería Azahar -No no, deja eso allí. La avena no es para tirar…- Cuando vio a Aedan con avena en la cara por culpa de Kyla se mordió el labio inferior para no reírse -Es el desayuno Kyla, no estamos jugando a las guerras. Eso más tarde con…¡BOMBAS DE AGUA Y PINTURA!- Dijo con profunda alegría para mirar a los peques hacer un algarabío con la noticia.

De pronto el mensaje mental la hizo cambiar el gesto por uno más críptico -Lyran… - Se rascó un poco la cabeza y señaló el piso superior -Catherine me está llamando- Creyó que con eso sería suficiente información para que su esposo le relevara en el tema del desayuno. Dejó el trapo a un lado y fue subiendo las escaleras de dos en dos hasta llegar al pasillo. Al ver la escena abrió los ojos con rapidez -Catherine ¿Qué…- No tuvo mucho que decir porque ella la interrumpió y Anteia se arrodilló al lado del nigromante, mirándole el rostro. Acercó sus manos hacia allí tratando de concentrarse en reconocer las heridas que tenía pero temía… Temía que iba a ser como su último infructuoso esfuerzo con un Le Fay.

El recuerdo le ardió en el corazón y sintió que sus labios se curvaban hacia abajo -¡No! ¡Espera! Nece…- Iba a soltar alguna cosa más sobre necesitar pociones, necesitar llevarlo al hospital por amor al cielo pero ella ya se había ido. Anteia observó el cuchillo atravesándole justo donde debía estar el corazón. Una herida mortal, sin duda. La rubia tragó en seco y decidió que no podía sacarle la daga así nada más porque no sabía si haría la hemorragia peor…¡Si es que tenía algo! NO TENÍA PULSO. Las manos empezaron a temblarle y acercó un poco su rostro al nigromante -¿Matvey?- Preguntó con un hilillo de voz, a ver si con suerte, le respondía alguna palabrería de magia oscura mientras empezaba a perder los nervios. Aún así, ejecutó su deber como sanadora y de sus manos empezó a salir una leve y cálida luz que desvió hacia donde se encontraba su corazón. Necesitaba ayuda, necesitaba mucha ayuda. Ella…era sólo una enfermera. Tenían que dejar de darle casos complicados.

Intentó concentrarse en atraer su set de pociones mientras mantenía la canalización. Tardó en llegar pero lo hizo. Cogió entonces una de sus esencias de díctamo y la puso a un lado -Voy…voy a remover esto. Pero…- No sabía si lo que estaba haciendo estaba bien pero lo hizo igualmente. En cuanto sacó la daga empezó a notar la sangre que salía a borbotes y  secó un poco con un par de gasas ensuciándose entera para luego, aún con el pulso desastroso, echar la esencia sobre la herida que empezó a cerrarse. Dejó el bote a un lado y con el hombro se secó las lágrimas que empezaban a caerle por el rostro. Dios mío…La de infecciones que iba a tener si sobrevivía. Una vez que cerró la herida siguió canalizando su magia tratando de hacerlo responder -Vamos Matvey…No…No me hagas lo de Rhaegar, por favor-Y mientras canalizaba había algo... Que no estaba bien, que no era correcto, pero ella no sabía decir el qué.

La verdad es que era la primera vez que experimentaba hasta este punto con el cofre de mi familia, y era raro, muy raro, eso de que te apuñalaran en el pecho porque parecia que te morías pero no. Eso si, dolía como los mil demonios. Además era bastante consciente de todo. Solo que lo veía todo como en tercera persona, o en segunda, no lo sé. Describiría la sensación como una parálisis del sueño muy burra. Daba igual lo que pensara, por el momento mi cuerpo no me respondía, no era dueño de él.

Sabía que tenía a Anteia encima y que Cat estaba destrozada y se había ido, pero no podía decirles que se tranquilizasen. Veía a la pobre Anteia, quise gritarle "NO!" cuando me iba a sacar el cuchillo, pero claro, no salio palabra alguna. Vale, eso dolió casi más que cuando me lo clavaron. Internamente, grité mucho.

Tenía la mirada perdida al punto que de verdad parecía que había pasado al otro mundo.

"Rhaegar....."

El muchacho. Desmond. Catherine....habia dicho de verdad lo de Revenant? esa idea acaso rondaba por su cabeza? Empecé a temer que quizá, la magia del cofre se hubiese visto deteriorada, que no fuese a funcionar. Quizá me quedaba en este estado para siempre? Ni a un lado ni a otro? Ver todo y no poder hacer nada. Qué bien....

"oh, ya verás las risas de mis antepasados alli en el infierno...se lo van a pasar genial...."

Si hubiera tenido corazón, se habría saltado un par de latidos al ver la cara de Anteia llorando, tan consternada. Apenas me conocía pero...parecía muy preocupada. Parecía....un auténtico angel. O igual es que me estaba yendo de verdad al otro barrio? Los segundos que pasé pensando en eso se me hicieron menos agobiantes...

Intentaba por todos los medios retomar el control de mi cuerpo. Espera. Parece que las extremidades comienzan a responder. Pude mover los dedos de la mano, levemente. Por la posición, pude hacer una pequeña pinza con los dedos en ropa de la mujer. Quizá notase un leve tirón y se diera cuenta.

Todo seguía su curso, o eso creía ella, los segundos se le hacían sumamente largos y creyó que eso de Catherine de volver en seguida era pura mentira. ¿O la habrían matado también? -¿Por qué? ¿Por qué tienen que seguir sucediendo estas cosas? ¿Por qué es tan difícil ser feliz?- Preguntó en voz alta porque, a fin de cuentas, se supone que Matvey estaba pasando por un momento…mortalmente complicado. Sorbió un poco por la nariz y se detuvo un momento, sólo unos segundos, para recobrar fuerza y después rompió la camiseta y alejó la ropa de Matvey para poder apoyar sus manos en él. La herida estaba cerrada pero debía curar su interior. Cerró los ojos y se concentró en ello.

En el silencio que reinó realmente se concentró tanto que no oyó a sus hijos abajo. Se olvidó momentáneamente de todo. Al menos hasta que sintió un tirón en la camiseta larga que llevaba. Abrió los ojos con el ceño fruncido y miró hacia abajo  para ver los dedos de Matvey formando una pinza en su ropa -Ay…espasmos post-moterm- Lloró un poco más, a punto de darse por vencida, cuando volvió a sentir el tirón. Aquello… hizo que se incorporara un poco más y se inclinara hacia el rostro del hombre examinándolo con el ceño fruncido.  Allí había algo raro. Lo había percibido antes pero seguía sin saber qué era.

Mientras observaba los ojos azules de Matvey decidió hacer una locura, la rubia extendió su campo empático hacia él sintiendo en efecto que el nigromante estaba vivo pero no parecía reaccionar -¿Matvey?-Inquirió y entonces sintió todo de golpe cuando el lazo se estableció. Las lágrimas se pararon por un momento al percibir el agobio y la frustración que estaba sintiendo el mago. Pero no era sólo eso. Había dolor. Un dolor profundo que Anteia supo relacionar con las heridas -Estás… Estás vivo ¿verdad? Yo estoy aquí…Te voy a ayudar, Matvey. Te lo juro. No vas a morir- Interrumpió la canalización un momento para moverse rápidamente hasta estar  tras él y le sostuvo la cabeza para colocarla en su regazo -No estoy segura de que lo he hecho bien pero si estás sintiendo eso es que es…-

Entonces notó otra cosa. Una cosa que, evidentemente, no se esperaba. La mirada celeste de Anteia se posó en los ojos de Matvey mientras las mejillas empezaban a colorearse de rosa. Se sentía halagada, por supuesto, porque …Pues porque sí, porque una mujer siempre se siente halagada de esas cosas. No fue necesario que dijera nada. Anteia apartó el cabello de Matvey de su rostro con dulzura, aunque estaba ensuciándolo de sangre. Sonrió tiernamente  y se regodeó en ese sentimiento dulce, avivando el de él para que se sintiera mejor. Ella que sentía de una forma tan viva, tan profunda y tan pasional no solía usar sus poderes con nadie y descubrir aquello en una situación tan peliaguda era una sorpresa -Yo…Me halagas... Ahora... Voy a …curarte- Le dijo desviando sus manos del rostro de Matvey hacia su pecho y volvió a canalizar su magia sanadora. En ese instante no encontró muy bien hacia donde ver, observó la herida y luego volvió a mirar hacia los ojos de Matvey -Puedes comunicarte conmigo con tus sentimientos… Dime…¿Lo estoy haciendo bien?- Inquirió mientras ella compartía algo de su paz y felicidad con él, tratando de equilibrar el nivel de angustia que estaba viviendo.

Espera, que hacía? Lo de la ropa era necesario? Igual así veia las cicatrices y...ah, no, debia de estar todo embadurnado de sangre. Notaba como cada fibra muscular de mi cuerpo se iba recomponiendo bajo los efectos de su magia y la verdad, no resultaba agradable del todo. Además ahora me habia puesto nervioso.

Maldita sea! Seguia intentando reaccionar. Cuanto podia durar esta paralisis? Empezaba a preocuparme seriamente. El dolor se iba atenuando un poco, aunque seguia siendo punzante.

Pero pareció darse cuenta. Cómo lo hizo, ni idea. Tendria pulso? No lo sabía. Si estás sintiendo, habia dicho? Estaba notando lo que sentía? Puentes empaticos? Muy util para una sanadora, claro...pero.... era consciente de la sensacion que me habia provocado antes y por aquel sonrojo, y prolongado silencio...probablemente se habia percatado de la admiración que habia hecho aflorar en mi. Admiración, tranquilidad, entre otras cosas... Ella me siguió hablando, y me retiró el pelo de la cara. Por qué, en los nueve infiernos, tenía que ser tan malditamente adorable?

"No sientas, intenta no...."

Era dificil. Ella debió hacer algo, porque la angustia y el miedo de no superar este estado raro empezó a pasarse. Relajarse. Quizá....eso era lo que tenia que hacer.

Pude cerrar los ojos, despacio. Entonces, mi pecho subió, signo inequívoco de que volvía a respirar. Retuve el aire, mandé señales a mi cuerpo. Ahora sí? Volví a abrir los ojos echando el aire y me incorporé hacia un lado, tosiendo. Escupí mucha sangre de la hemorragia interna, que se había ido acumulando por donde no debía, atragantándome bastante. Resultó un poco agonioso y muy desagradable. Ahora con este nuevo punto de vista podia ver que le habia dejado la habitacion a la mujer hecha un asco.

Aun entre toses la miré, bastante avergonzado, cubriendome la boca porque aun me daba algun arranque ya que parecía que no habia librado mis vias respiratorias totalmente.
- Lo siento mucho Señora Malfoy...Knox.... si me.. - me llevé el puño al pecho dando un par de golpes desviando la mirada con gesto de dolor, farfullando. - Por Lucifer como duele...esto....uf.....

Se sintió malditamente feliz cuando le vio cerrar los ojos. La parálisis empezaba a pasar  y ya podría estar haciendo algo bien para que empezara a moverse. Respiró profundamente varias veces, disfrutando de aquel momento de orgullo por haberlo revivido. No le había dejado como Rhaegar. Apartó las manos con suavidad cuando contuvo el aire y le hizo un poco de espacio al ver que se inclinaba. Anteia le golpeó con suavidad la espalda esperando que aquello le ayudar a expulsar la sangre que tenía acumulada en algún lado.

Le miró, preocupándose de que ahora hiciera lo que todos los pacientes hacían…Irse -No te vayas…- Le dijo tomándole del antebrazo -No estás en condiciones- Le expresó mientras seguía escupiendo un poco más de sangre. Tras ello, cuando le miró y le pidió disculpas, Anteia frunció el ceño sin llegar a comprender. Pero Anteia nunca había sido demasiado avispada. Aparte… No podía ni siquiera imaginarse que Matvey estuviera pidiendo disculpas por sentir algo tan bonito. No había cabida dentro de su razonamiento  -Catherine te ha traído…No es como que tú te podías mover- Mencionó sospechando que se debía a todo el desastre en general de la habitación, absolutamente ignorante de que se trataba de lo otro por lo que sonrió amablemente. A todo esto…tutéandole sin permiso alguno-Y he podido ayudarte…- Mencionó sonriendo y le tomó de los hombros para que se volviera a acostar en el mismo lugar que antes -Aún falta…Recuéstate-

-Ahora… ¿Me puedes explicar qué está ocurriendo?- Inspiró profundamente y cogió un par de gasas para retirarse un poco la sangre de las manos y de su pecho, aseándolo un poco. Vio las cicatrices pero supuso que se debía a alguna que otra batalla. No preguntó pues tampoco le interesaba. Tanto Lyran como ella tenían muchas de esas.  Después de eso, volvió a apoyar sus manos para emitir aquella luz cálida y sanadora. Tras ello se quedó en silencio mirando la herida y manteniendo entonces el puente empático pero dedicándose a darle sólo tranquilidad e ir minimizando lo negativo.

Desvié la mirada hacia ella, lo cierto es que me encontraba mejor de lo que podía intuirse, dado mi aspecto. Si, la sensacion era desagradable, seguia dolorido, pero...ahora que habia vuelto en mi parte de mis fantasmas se desvanecían.

- El cofre ha funcionado correctamente... - dije, bastante aliviado. Miré su mano sobre mi antebrazo y alcé la vista a sus ojos. Me di cuenta de que solo haría falta que me lo pidiera una vez más para hacerle caso.  - No, no lo decía por..... eso....

"Da igual"

- Catherine...puedes contactar con ella? Tienes habilidades? - me refería a habilidades mentales...ya que sabia que era capaz de leer las emociones.

Obviamente podía haberme resistido cuando me sujeto por los hombros y me echó de nuevo al suelo. Estaba puñeteramente avergonzado, de no ser por la pérdida de sangre masiva (a la que por cierto ningun cuerpo normal habria sobrevivido) quiza mi vergüenza habria quedado puesta de manifiesto. Farfulle un "pero..."

- En realidad creo que ya estoy bien... pero gracias por su...amabilidad....

"por qué Catherine no ha podido dejarme en el hospital como a todos?"

Veia dificil llevarle la contraria a la mujer y salir de alli rapidamente, el mal rato que la habia hecho pasar me lo impedia en parte. Ella intentaba hacer algo con las gasas y toda la sangre. No sabía que estaba haciendo exactamente con su magia, pero resultaba muy relajante. Me pregunté si seguía con el puente empático establecido o se estaba dedicando solo a...transmitir.  Levanté la vista hacia ella

- ¿Qué está ocurriendo, exactamente...? - lo decía porque bajo mi punto de vista, estaban ocurriendo muchas cosas, y no sabía muy bien a cual de ellas se refería....

-¿El cofre?- Preguntó Anteia y su mirada celeste se fue hacia su bolsa de pociones. Bueno, podía pasar por un cofre. Ella sonrió complacida -Sí, ha servido muy bien. Me ha costado traerlo porque lo tenía guardado desde Francia. Pero es sólo esencia de díctamo, no hay nada más allá que sea tan efectivo como mi sanación- Respondió orgullosa porque por un momento había temido no poder hacer nada. Pero había insistido y persistido, porque si algo tenía ella es que era terca -a su manera-. Se dio cuenta de su reticencia y entonces cayó, cuando indicó que no se debía a eso, y Anteia lo  miró a los ojos en silencio durante un rato, como decidiendo qué hacer. Llevó una mano a su pecho y la apoyó con suavidad, donde debía estar su corazón -No tienes que disculparte. La verdad es que me siento muy halagada…Y no te mentiré…- Entonces fue ella la que compartió sus sentimientos con él. El primero en el que se sentía tan complacida como curiosa por el sentimiento que él le había demostrado y finalmente el otro... -¿Atraída? Por supuesto, soy mujer. Pero amo a mi esposo y para mi Lyran es lo más importante en mi vida. Hemos pasado malos momentos pero eso no ha mermado mi amor.  Sé que conseguirás a una mujer que pueda corresponder a ello como te lo mereces pero, para eso, tienes que dejarte conocer Matvey. Eres un…cofre- Dijo, con una sonrisa delicada en los labios y le dejó experimentar lo que ella sentía por su esposo, ese inmenso amor que podría conquistar al mundo si algo intangible realmente pudiera hacerlo. Sonrió, con amor, con ternura, con cariño al reconocer aquella sensación tan cálida que Lyran le proporcionaba. Entonces poco a poco fue diluyéndolo para abrir los párpados y mirarlo con tranquilidad para seguir su línea de pensamiento -…Cerrado  y así no hay forma de que nadie se…cuele- Frunció el ceño y parpadeó levemente porque no entendía, lo cierto es que aquella conversación era la más larga que había tenido con él -Creo.. Yo... ¿Hice algo?- Inquirió, ahora confundida. Se mordió el labio inferior con un sentimiento raro en el cuerpo. ¿Ella qué había hecho? No había hecho nada para alimentar eso en el nigromante.

-No, yo no. Pero Lyran tiene un colibrí. Está abajo con Aedan y los mellizos- Respondió sobre lo de las habilidades. Cuando lo oyó farfullar lo miró un poco disgustada -En realidad…yo creo que no eres sanador- Le hizo un juego de palabras de vuelta y se concentró en terminar de poner bien su cuerpo. Creyó que tendría que descansar un poco y seguramente no podría desaparecerse en la próxima media hora. O esa sería su recomendación por lo menos. La pregunta le hizo mirarlo de nuevo -Pues… A ver, Ian me ha traído a Aedan. Los dos tuvieron un ataque en su casa y estuvieron hospitalizados con hipotermia. Tuve que cuidar de Aedan toda la noche para que se le regulara la temperatura y ahora Catherine aparece aquí contigo medio muerto… Sangre, ataques… - Su gesto se había vuelto profundamente triste y preocupado -¿La guerra está llegando a casa, no es así? Ouroboros ya no es seguro. Ya no tenemos sitio en este mundo- Dijo con un tono sosegado y cuando empezó a sentir que se estaba abrumando cortó el puente empático de golpe para no transmitirle esas emociones a Matvey, aunque era posible que algo se hubiese colado. Terminó de sanarlo y apartó las manos empezando a recoger lo que había usado para desecharlo mientras los nervios empezaban otra vez a crisparse.

-Deberías desayunar. ¿Puedes moverte bien? Vamos abajo. Lyran le avisará a Catherine- Y por no decir que ella necesitaba ver a su peliazul y abrazarlo. Aunque era consciente de que no podía llorar delante de los niños. Intentó no empezar a hacerlo en ese momento pero la desesperanza estaba conquistándole de nuevo.