Casa Knox Malfoy

- ¿Cómo que no ya no hay problema? - empezaba  a intrigarme el modo en que hablaba, como si ya estuviese solucionado o zanjado de la peor manera posible. Me dejó sin palabras durante varios segundos después de escuchar que lo suyo se había acabado, que quería llevarse a Aedan de la isla.  - ¿Qué? - repetí más para darme tiempo a mí mismo a pensar que otra cosa. No tenía ningún sentido.  - Pero...¿por qué? Es incomprensible...así, de repente. - negué con la cabeza antes de pasarme una mano por la cara, intentando encontrar explicación a esa decisión tan drástica. Eso de proteger a Aedan era obvio, pero de ese modo no le protegería. Irse de la isla, romper, llevarlo con él...eso no solucionaba nada. Era una idea tan estúpida como la mía cuando pensé que uniéndome a los aurores protegería a mi familia y vengaría a Daeron.

- Siento decirlo porque es mi hijo, pero está haciendo el idiota, y está cometiendo un error. Qué más da cómo le caigan los Descendientes...no puede tirar todo por la borda por una paranoia. - si era por los Pendragon tampoco tenía lógica, yéndose no solucionaría nada. Los problemas se atacaban, no se esquivaban.  Miré con preocupación a mi nieto, no se merecía crecer sin su madre, y tampoco sin su padre. - Aedan debe estar contigo. Es muy pequeño para separarse de su madre. Menos mal que yo no separé a mis hijos de Victoria...eso lo habría hecho todo mucho peor. - ella tuvo el valor de no seguirme en mi locura, de elegir lo mejor para ellos. Volví la vista hacia Catherine al escuchar que Ian volvió raro de la misión, como si eso fuese el origen de todo. Difícil saberlo si él no había querido hablar.  

- Él puede ser muy testarudo a veces, pero...he visto cómo es contigo. Te quiere. Y creo que tú a él también. Es una lástima perder eso. - tenían la felicidad al alcance de la mano, y ahora que la situación de la guerra mejoraba lo echaban a perder.  Hice un sonido irónico al escuchar la palabra destino, tenía sentimientos encontrados con esa palabra en particular.  - Claro que puede quedarse conmigo cuando sea necesario, pero habrá que hacer algo. ¿Sabes dónde ha ido? puedo buscarle para ver si entiendo qué mierdas está haciendo.

-No lo sé- Dijo alzando suavemente un hombro. Había pensado sobre ello toda la noche, las razones que lo habían llevado a cambiar su mente desde navidad. Habían sido tan sinceros el uno con el otro. Habían sido, de lejos, las mejores navidades de su vida. Todo los detalles, todos los regalos, y el vínculo que los unía a los tres como una familia. No pudo responder a su pregunta porque simplemente no tenía respuesta.

-Nunca le importó ¿Sabes? Nunca… Siempre tuvo ese miedo pero nunca permitió que lo poseyera. Lo hablamos en navidad, pensé que todo estaba aclarado- Mencionó recordando que le había dicho todo lo que había hecho por saltarse las normas. Inspiró profundo, manteniendo su corazón, su cabeza y su respiración en un ritmo tranquilo -Adam, sabes que…No es paranoia. ¿Te hago el listado de muertes de mi familia? Todo por poder. Es decir, yo entiendo la posición de Ian es sólo que no sé cuando …- No encontró la frase, frunció el ceño buscando el momento en el que todo se había torcido y sólo podía pensar en la misión, en el fin de la guerra -Tampoco debe separarse de su padre, nunca en la vida le haría eso a Ian. Nunca- Ella sabía lo resentido que había quedado él con su padre por haberlos abandonado y ella no sería la culpable de esa brecha, nunca.

Finalmente lo miró, cuando le dijo aquello de que la quería y conectó con sus ojos aún con aquella máscara de nada – Lo sé. Lo amo…Pero quizás esta vez nuestro amor no es suficiente- Lo había sido antes, muchas veces. Contra el Consejo, contra las críticas, incluso para solucionar las diferencias entre ambos. Ahora…Ahora Catherine simplemente aceptaba lo que estaba destinado para ella. Bajó la mirada de nuevo cuando Adam preguntó si sabía donde estaba, negando con la cabeza -Le pedí que fuera anoche a casa para hablar y no fue, intenté contactarlo mentalmente pero me bloqueó…Y luego le envié una carta pidiéndole que no alejaran a Aedan de mí pero tampoco me respondió. No…- Suspiró brevemente -No quiere saber nada de mí, Adam. Por eso te digo que me parece mejor que se quede contigo, así los dos podemos acceder porque está claro que no quiere verme y yo no quiero obligarlo. Odiaría imponerle mi presencia así como así, debo…Debo respetar su decisión- Se mordió el labio con suavidad para luego llevarse una mano al rostro, presionándose la sien como si le doliera.

Pues al parecer no estaba tan aclarado como ella pensaba. Algo había tenido que pasar por la mente de Ian para tomar esa decisión tan drástica. Dudé de si Catherine me estaba contando toda la verdad, aunque mi instinto me decía que estaba siendo sincera. Solté un profundo suspiro antes de asentir lentamente a lo del listado de muertes en su familia. En la de Desmond yo había tenido algo que ver, aunque también el resto de los que le atacaron, a pesar de que no asumiesen la culpa. A fin de cuentas Desmond no habría muerto si no fuese por el control de los Pendragon, puesto que los ataques que le dirigimos para frenarle no habrían sido mortales en otras circunstancias.

- Sí. Eres la última Le Fay. Bueno, tú y Aedan. Es comprensible tener miedo, pero no debe dejar que le domine, y mucho menos pensar que con esa decisión solucionará algo. - me pareció sensato que no quisiera separarle de su padre, algo contrario a lo que supuestamente había planteado Ian. Si se llevaba a Aedan de la isla los separaría. - Por el momento ha tenido el sentido común para no llevarlo con él. Tal vez esté explorando el terreno, preparándose para llevárselo luego. - pude comprenderla perfectamente con aquello de que el amor no era suficiente a veces, sintiéndome dolorosamente identificado porque había sido parte de mi historia con Victoria. Por supuesto que nos queríamos, pero no fue suficiente para sortear todo lo que sucedió después. No pudimos mantener la relación y aquello acabó mal. - Puede ser. No todas las historias tienen final feliz, creo que eso lo sabes ya mejor que nadie con todo lo que has vivido. Pero tal vez no sea el final de la vuestra...quizás todavía se pueda hacer algo. - cada vez me parecía más raro aquello, más cuando me dijo que él no le contestó a nada y que le bloqueaba los mensajes mentales. Catherine podría abrirse paso a la fuerza en su mente si quería, era mucho más poderosa en ese sentido. Si no lo hizo es porque no había querido.

- Su actitud me parece una gilipollez. Así no se hacen las cosas. Si quiere dejarlo al menos que hable claramente y decida qué vais a hacer con Aedan. No hace falta que seas tan respetuosa. Si es necesario ser agresivo en ciertas situaciones, lo haces. - me levanté del sofá tratando de controlar la indignación con mi hijo, aunque en parte también era preocupación. - Iré a buscarlo. Quédate tú con Aedan por ahora. Puedo probar a ver si ha ido a nuestra antigua casa.

En ese momento estaba del lado de Adam, separarlos no haría bien. A fin de cuentas, juntos habían sorteado todos los peligros que habían atacado a Aedan. Ella de la vez con Desmond, luego ambos con el ataque a la isla. La morena hizo un gesto incómodo con el rostro y luego observó a su suegro pensando en que tenía sentido, que estuviera explorando. Se lo había dicho… Explorar para luego mudarse abajo. Juntos…Antes de que sucediera la luna. ¿Habría controlado su fase licántropa?

Cuando Adam seguía empeñado en que había algo que hacer, Catherine finalmente sintió que algo dentro de ella… Que el dolor revivía -Estoy tan cansada…Tan cansada de pelear por lo que creo que me merezco, Adam. Quizás no me merezco una mierda y por eso me pasan estas cosas- Le dijo en un tono de voz bajo, lo suficiente para que fuese un susurro derrotado y que no se le quebrara la voz. No quería decirle lo agotada que estaba de alcanzar la felicidad y que luego se le escapara por los dedos. Simplemente, no la buscaría más. Sólo tenía un objetivo: Proteger a Aedan.

-No voy a imponerle nada a Ian porque él y yo lo odiamos. Ni siquiera soy capaz de leerle la mente sin su permiso…No me gusta hacerlo Adam pero…Sí. Tenemos que hablar sobre él- Era sin duda el único puente que había entre ellos e Ian debía entender que ella lo protegería. Buscaría la manera, cualquiera que fuera -También busca en la nuestra, debe estar destruida pero… Por si acaso- Mencionó suspirando y observó el brazalete, tenía un mensaje de Sean que no había visto en ningún momento así que sólo respondió que mejor viniera  a la cena. Necesitaba dormir. Tras eso se incorporó y se acercó a Adam, extendió una mano pero al final no le tocó -Ayúdalo…Por lo que sea que está pasando, yo no pude pero tú sí… No lo regañes porque se va a cerrar de nuevo- Suspiró -Gracias Adam- Se separó de él para ir a buscar a su hijo que la recibió con brazos abiertos, cogió sus cosas y se desapareció de allí.

Pude empatizar con aquello que decía Catherine sobre no merecerse una mierda, sentía que era una frase que podría haber dicho yo mismo. Siempre pensando que no merecíamos lo bueno que nos pasase, que había algo malo en nosotros y que por eso estropeábamos lo que estuviese a nuestro alrededor y a las personas que tuviésemos cerca. - No sabes cuánto te entiendo...a veces somos nuestro peor enemigo. Incluso autodestructivos. - por suerte tenía a gente alrededor que la apoyaba. Eso era lo que nos salvaba la mayoría de las veces, que hubiese alguien que nos ayudase a no desviarnos demasiado.

Dejé de insistirle en que intentase arreglarlo, había prometido que no me metería y ya lo estaba haciendo más de la cuenta. Simplemente acepté, haciendo un sonido de resignación. Al menos tratarían el tema del crío. Yo en su lugar no habría podido frenarme a la hora de usar los poderes mentales, habría intentado saber a toda costa qué pasaba por su cabeza. - Está bien. Iré a todos los sitios que puedan significar algo para él. - con ese acuerdo comencé a dirigirme hacia la entrada, recogiendo mi abrigo del perchero y preparándome para partir. - Tampoco sé si yo podré ayudarle. Lyran era el que mejor lidiaba con él cuando se ponía terco. - no pude prometer nada en lo de no regañarle. Intentaría que espabilase, pero para eso necesitaba entenderlo. - Cuenta conmigo. - respondí a su gracias antes de acercarme un momento a ella y a Aedan antes de marcharse, despidiéndome del pequeño. Dejé una nota a Lyran diciéndole que Catherine se había llevado a Aedan, para que no se preocupase. También le informé que me iba a buscar a Ian. Segundos después salí por la puerta, desapareciéndome de la isla a continuación para comenzar la búsqueda.

Realmente esperaba que Ian atendiera a su llamado, no por ella, sino por Aedan. Aunque en el fondo necesitaba saber si él se veía afectado por la maldición. Sólo…saberlo. La runa permanecía en su piel y parecía arder, pesar, no lo sabía pero era absolutamente molesta; como haciéndose presente no sólo de forma visual sino como un veneno que corroía. ¿Tic toc? Wthyr le había dicho que tenía que actuar rápido pero…¿Qué tan rápido? Apretó las muelas.

Al aparecer allí lo hizo en el patio trasero donde Aedan en brazos de Lyran y con la nariz roja mientras los mellizos jugaban. Ver a su pequeño así hizo que Catherine finalmente se partiera. No necesitaba que Lyran le dijera nada, el mundo se le vino abajo. No necesitaba otra prueba para saber que su bebé estaba tan maldito como ella -Lo sé…lo sé…Yo también la tengo- Le mencionó mientras iba a por su hijo y le revisaba el pecho, tan horrorosa como la de ella. ¿Sentiría el mismo peso? No pudo evitarlo, empezó a llorar de nuevo porque lo que menos quería en este mundo era verlo lastimado. Lo atrajo hacia sí y lo acunó en sus brazos mientras se alejaba un poco -Todo va a estar bien, mami va a resolverlo todo- Quizás si Sean lo veía podía aligerar la sensación sobre su niño.

-¿Ian llegó?- Preguntó a Lyran con un susurro mientras lo miraba. Notaba su preocupación pero no podía explicarle mucho más -Es… Es una maldición. Lo voy... a arreglar...- Le dijo sintiendo que se le quebraba la voz mientras volvía a envolverlo en sus brazos y aprovechaba para sentarse en una de las sillas que había allí, intentando que su bebé se calmara entre sus brazos pero podía sentir las pausas en su respiración, el hipido…Esas de haber estado llorando durante mucho rato -Mami lo va a resolver, mamá te va a proteger- Porque era lo único que le quedaba. Empezó a tararearle una canción porque no le daba la voz, ni las lágrimas, para poder hablarle más. Le daría tiempo a Ian, unos 15 minutos y luego se iría a hablar con Sean. Cerró los ojos y apoyó su cabeza en la de Aedan mientras lo acunaba tratando de tranquilizarlo.

Había estado ocupado con labores de exploración del terreno, buscando lugares seguros para Aedan y para poder buscar ubicación para una nueva base del clan. Catherine y mi padre me habían enviado mensajes, pero los ignoré deliberadamente porque necesitaba al menos un par de días para intentar encontrar una paz mental que no tenía. A pesar de eso hubo un mensaje que no pude ignorar, uno que hablaba de Aedan como algo urgente.

Tuve un mal presentimiento, lo que alimentó aún más mi paranoia sobre la seguridad de mi hijo. Había que sacarlo de ese lugar cuanto antes. Debíamos protegerle, incluso aunque eso significase apartarlo de ella. Me desaparecí de inmediato de donde estaba para ir directamente a la casa de los Knox, punto de encuentro que ella me había dado.

No llamé a la puerta ni nada, aparecí en el salón y empecé a buscarlos por toda la casa, llamándolos. Al final los encontré en el patio trasero, asustándome bastante al ver a Catherine llorando mientras abrazaba al crío. - ¡Aedan! - corrí hacia ellos, agachándome a la altura de su cara para ponerle una mano en la mejilla. Él también había llorado, y seguía intentando calmarse. Si seguía ahí no podría protegerlo, y no lo iba a permitir. - ¿¿Qué le pasa?? ¿Qué es lo que me tenías que decir? - pregunté nervioso, sin entender nada de lo que sucedía. Volví a erguirme, deseando decirle a Catherine un "te lo dije". Me contuve, mordiéndome el labio e inspirando profundamente. Todo se había vuelto un desastre en los últimos días. No podía ser sólo culpa mía.

Lyran tuvo la delicadeza de llevarse a los mellizos adentro cuando Ian llegó y Catherine respiró profundo. Sabía que por Aedan haría lo que fuera. Se incorporó y miró a Aedan que ya se encontraba mejor, ella misma también se había calmado y le recorrió el rostro a Ian un instante, como si pudiera grabárselo mentalmente, aunque su gesto, estaba claro, no era para nada amable.

-He encontrado la razón por la que simplemente todo en mi vida acaba convirtiéndose en cenizas. Estoy maldita…Y Aedan, al ser mi hijo, también- Se cambió al niño de lado que apoyó la cabeza en su hombro y alargó una mano hacia Ian. Aprovechó el momento para mostrarle la runa que había aparecido sobre su piel -Todo…Todas las muertes, Ian. Todas- Dijo haciendo un movimiento con su mano para poder englobarlo -Vienen del maldito de Uther Le Fay y el asesinato del niño de Guinevre. Los Pendragon también están malditos y he estado buscando información…- Le ardía en el pecho pero…

Se acercó a él y movió un poco  a Aedan para que fuera con él -Por favor… No me odies- Sintió que se le quebraba la voz en ese instante y las lágrimas volvían a ocupar sus ojos -Entiendo que…Respeto tu posición, porque te amo, y lo único que te pido es que no me odies. Que no lo alejes de mí- Una vez que se liberó de Aedan, se movió y le subió un poco la camisa y el jersey para que viera que él también tenía la runa. El labio inferior le temblaba un poco pero tenía que continuar.

-Me vas a ver tomar decisiones que… odiarás. Pero sólo lo hago por él. Voy a solucionarlo, voy a romper esta maldición y él va a ser feliz. Te lo prometo. Lo haré- Se limpió las lágrimas lentamente intentando recomponerse para poder seguir y decirle lo que tenía que hacer, aunque estaba segura que eso sólo lo alejaría de ella -La maldición quiere mermar el linaje. Y puede ser cualquier cosa, puede ser… Puede…- Apretó las muelas, sintiendo que de nuevo perdía los estribos -Puede caerse de una escalera, puede enfermarse, puede ahogarse… - Se llevó la mano a la boca para dejar de dar esos ejemplos que la estaban partiendo en dos, negando con la cabeza -Lo arreglaré…Pero…Sólo no me odies, no puedo vivir sabiendo que me odias...Lo hago por él-

Una maldición. Era la última respuesta que esperaba de todas las que podía haberme dado. Aquello me dejó sin poder reaccionar, haciendo que se me helase la sangre porque  no parecía ser ningún invento.  - No...¿Por qué? ¿Quién ha sido? - no lograba entender nada, ni cómo mi hijo tenía una maldición. Era inocente, no había hecho daño a nadie. Me llevé las manos a la cabeza agobiado mientras decía lo de todas las muertes, como si todo encajase y tuviese sentido. Aquello hacía mucho más real la paranoia que no me dejaba descansar, que me hacía temer a cada momento por la vida de Aedan.

No me había fijado en la mano que ella había extendido hacia mí, pero sí en la runa que acababa de mostrarme en su pecho. No era ninguno de sus tatuajes, era una marca cruel, horrible y retorcida. Era similar a lo que había aprendido a hacer yo, la marca en forma de cuervo, pero sospechaba que lo que ella tenía no era la simple marca de un aficionado y aprendiz, como era mi caso.  - ¿Es eso...la maldición ha aparecido ahora? ¿duele? - Fui a extender la mano para tocar su marca, hasta que explicó que era por los antepasados Le Fay y Pendragon. Siempre, siempre salían en la conversación. Me eché hacia atrás, ese apellido siempre revolvía el odio exacerbado que me ahogaba desde la misión. Era como una palabra de activación de todo aquello.

- ¡Otra vez los putos Pendragon! - esa gente llevaba muerta cientos de años, y seguían jodiéndonos la vida.  - Los mataré...los mataré y se acabará toda esta mierda. - El calor de la rabia me subió hasta la cara, teniendo que hacer un gran esfuerzo para controlarme delante del niño. No quería asustarlo más de lo que ya estaba. Lo cogí en brazos cuando ella me lo acercó, abrazándolo con fuerza. Se me hizo un nudo en la garganta tras ver la runa que tenía Aedan. No quería ni pensar en las consecuencias. Le dirigí una mirada angustiada a Catherine, comprendiendo cada vez menos cuando empezó a decirme que no la odiase. Acababa de decirme que me amaba  y a la vez me pedía no odiarla.  

- Me estás asustando, Catherine... - empezaba a tener más miedo del que había tenido allí abajo, luchando contra la máquina. Al menos allí dependía de mi fuerza, sabía lo que tenía que hacer. Lo que me aterraba era lo desconocido, no saber qué hacer para proteger a nuestro hijo.  - Dime lo que pasa, porque no entiendo nada. ¿Cómo se rompe la maldición? - murmuré con desesperación, sin poder prometerle que no alejaría a Aedan. Al principio no pensaba hacerlo, pero ahora todo estaba cambiando a una velocidad vertiginosa. Pasé una mano por la cabeza del niño en un afán de protección mientras decía todo lo que podía pasarle, retrocediendo un par de pasos de manera instintiva. Lejos de Ouroboros, lejos de todo mal. Incliné la cabeza, apoyando la mejilla en la cabeza del crío a la par que susurraba lo que sentía.   - No te odio. Nunca te he odiado. - en mi mente resonó un "ni podría odiarte", pero quedó difuminado en mi caos mental que me decía que tenía que alejarme de ella.

Las respuestas sobre quién había sido aún le quedaban a Catherine por responder pero sospechaba que debía haber sido la mismísima situación. Le observó expresar físicamente lo que ella había hecho hacia dentro cuando había llegado a la conclusión de que Aedan iba a estar afectado. Su ataque de pánico…Pero Ian era más físico. La cachetada de realidad de Wthyr había dolido tanto… La certeza de que tenía tanta razón -No…Viene jodiendo desde 1200, Ian…Pero si planeo combatirla tengo que verla, tengo que ser consciente de cuando desparezca así que he hecho que se muestre físicamente. Pensé que me afectaría sólo a mi pero… Morgana me… me… Ian…¿Tú la tienes? – Preguntó de pronto, aterrorizada al recordar lo que le había dicho el espíritu,  y alargó una mano hacia él pero la detuvo en el aire. Sin embargo, su actitud le daba a entender que no. Se la miró con un gesto contrariado -No…Ahora es sólo un…Es como un peso, es como si…- No sabía bien explicarlo -Es como si me robara el aliento-  

Lo vio alejarse y tuvo que hacer un esfuerzo cuando las rodillas le temblaron para no caer al piso. Odiaba su rechazo, odiaba que se alejara de ella -¡No! Si lo haces no podré arreglarlo- Le dijo negando con ambas manos porque no podía siquiera empezar a pensar en que se murieran. Las palabras de Wthyr, su respuesta, seguían rondándole la cabeza. Él también rompería la maldición para ella. El aire se le escapaba y todo parecía aún más difícil. Miró hacia el cielo intentando controlarse, pero cuando dijo que le estaba asustando bajó el rostro hacia él. ¿Cómo creía que se sentía ella? A él era el único que podía decírselo y, sin embargo, no podía hacerlo. No quería hacerlo sentir miserable. Supuso que sería capaz de entenderlo, no sólo el miedo sino la horrorosa sensación de que después de todo…Catherine tenía razón, había algo mal con ella. No con él…

-Tengo que devolverle al destino lo que le arrebataron- Murmuró e inspiró profundamente, intentando controlarse, y fracasando estrepitosamente en el intento. No esperó mucho porque sabía que estaba tan angustiado con ella así que lo miró con tristeza y profunda resignación  -Necesito que nos divorciemos. Voy a casarme con Wthyr Pendragon y he negociado para tener sus hijos- Alzó un solo hombro  -Haría lo que fuera por él- Repitió mirando a su niño en los brazos de Ian y dejó escapar el aire lentamente mientras se abrazaba a sí misma. Y si eso implicaba yacer con un desconocido y darle los hijos que necesitara...Lo haría. Lo haría, encontraría la manera de vivir con ello.  Bajó la vista apesumbrada -Lo siento…L-lo siento…Por haberte arrastrado a todo esto, perdón… Perdón Ian. No lo sabía, yo… No sabía nada- Subió las manos a su rostro y se tapó los ojos porque aunque se había prometido no llorar, ver a su hijo sufriendo por algo que no le correspondía la había quebrado hasta el fondo. Pero lo solucionaría, lo haría… Lo haría.

- Mientras la runa siga, la maldición seguirá activa… Tenemos que protegerlo. ¿Podemos… verdad? - Le preguntó con la voz rota mientras se quitaba las manos de la cara -Sé que quieres llevártelo, pero no puedo dejar de verlo Ian…- Negó con la cabeza, tragando con fuerza -Pero no lo quiero cerca de ellos. ¿Podemos pensar en algo, por favor? - Le preguntó, casi en una súplica.

Aquello era la locura más retorcida que había escuchado  hasta la fecha, una maldición que durase cientos de años generación tras generación. Sin saber cómo estábamos metidos de lleno en los puñeteros problemas que dejaron esos idiotas que ahora no eran más que polvo.  Menuda impotencia. Bajé una mano al cuello de mi camiseta para tirar un poco y mirar a ver si tenía esa marca, pero ni había nada ni había sentido nada. - Yo no desciendo de esa gente, ¿por qué habría de afectarme?  - ojalá pudiese afectarme si así se la quitase a Aedan,  pero adivinaba que no sería tan sencillo como desearlo. Si ella sentía un peso, el crío también debía estar sintiendo algo. Había pasado por muchas cosas para ser tan pequeño...era inevitable pensarlo.

- ¡Esos desgraciados sólo han traído problemas desde que aparecieron! ¿Por qué estás tan segura de que matándolos no se acaba todo? Me da igual que haya un pacto de no agresión, me dan igual las reglas del Consejo. No puedo quedarme de brazos cruzados sin hacer nada.

Gruñí con esa mezcla de frustración, rabia y preocupación que no sabía cómo canalizar. Muerto el perro, se acabó la rabia.  Lo de devolver al destino lo que le arrebataron no me gustó nada, sonaba a una especie de sacrificio. Las palabras que vinieron después me dejaron completamente bloqueado durante varios segundos, procesar lo que estaba diciendo era dolorosamente difícil, casi imposible de creer. Había sido culpa mía por querer llevarme a Aedan, por ignorarla, por alejarme y pensar una y otra vez que no debíamos estar juntos. Yo la había lanzado a los brazos de Wthyr por todos aquellos pensamientos que me atormentaban. Se me revolvió el estómago al imaginar las manos de ese ser sobre ella. La estaban engañando y ella había caído.

- No puede ser cierto. Tiene que haber otra manera...te están mintiendo. ¿Tener hijos con él?- logré decir finalmente, a pesar de que lo único que quería fuese salir de allí corriendo a reventar a ese tipo a base de golpes. - Recapacita. Que haya una marca de maldición no significa que se quite haciendo lo que él quiere. Ese engendro lo tenía todo planeado desde que llegó, siempre  ha estado intentando acercarse a ti. ¿Acaso no puedes romperla con tu magia? ¡Eres una Le Fay! ¿Cómo puedes ser víctima de  una maldición? -   estaba furioso con los Pendragon, con los Descendientes, con ella por creerse esa solución ciegamente, pero también conmigo por mi desorden mental de las últimas semanas. Si hubiese estado cerca tal vez no hubiese pasado nada. Verla tan quebrada no me dejaba indiferente, había algo que iba más allá de los razonamientos en bucle que me habían apartado.

- Quedarse en la isla y protegerle de ellos no es compatible. Podrás verle, fuera de aquí. Estoy buscando lugares seguros. - no, no había soluciones intermedias. Al menos hasta que esos dejasen de jodernos.

-Morgana creyó que, quizás, la maldición se extendía a las parejas para evitar más descendencia. Wthyr perdió dos esposas e hijos- Le explicó a Ian sintiendo que se quitaba un peso de encima al ver que no tenía ninguna marca, no había nada, sólo su piel. Sonrió, feliz, de que al menos él no se viera afectado por ello directamente. Aunque sí de forma indirecta.

La respuesta a que no los matara hizo que Catherine suspirara para controlarse porque sabía que cuando le diera la respuesta entonces lo comprendería. Observó el cambio en su rostro e intentó seguir manteniendo el aire en sus pulmones, intentando volver a meter el oxígeno allí dentro, tratando de no olvidar cómo respirar. Estaba claro que comprendía el alcance de aquella unión, de que había entendido todo. -Eso pensé, Ian…Por eso quise saber si la maldición también me afectaba a mí y…- Se señaló la marca y luego a Aedan -Fui al laberinto, he pasado horas mirando todas las tragedias. Ha sido una maldición latente y silenciosa pero con un único objetivo: Acabarnos a todos. Retorcida y oscura como la runa misma-

La palabra recapacita hizo que frunciera el ceño -No hagas eso…No me trates como cuando sucedió lo de Max. No soy la misma persona, no soy una niña…No… No me hagas sentir estúpida- Musitó mientras escuchaba el resto de sus preguntas, sintiendo cada una de ellas como una daga en su cuerpo. Se abrazó con más fuerza -Porque es más grande que Le Fay o Pendragon, no nació en nuestros linajes sino en el hecho. La magia a  veces actúa por sí sola. Guinevre estaba embarazada- Resumió -¿Crees que estoy feliz con hacer esto? ¿Crees que no sé lo que me va a costar? Tú…- ¿Cómo iba a decirle que era el único? ¿Cómo esa confesión iba a hacerlo todo más fácil? Se mordió el labio inferior y bajó la vista  -¿Crees que no busqué una salida? Podría hacer un pacto demoníaco, supongo, no lo sé…Pero eso sería dejar una maldición por otra. No se confía en los demonios, no se hace pacto con los demonios- Decidió ser ella quien se alejara un par de pasos para poder respirar, sacó un pañuelo y se sonó la nariz porque ya le era imposible continuar así -Ven al laberinto conmigo, ven a verlo. Eres de los pocos que sabe que existe, los Pendragon no podrían haberlo influido, Ian. No es una mentira- Susurró con un hilo de voz.

-De acuerdo… Buscaré el anillo de protección para que la casa permanezca oculta. Le pediré a Sean que lance sus encantamientos dentro y fuera de la casa…Quizás el clan pueda estar cerca- Apretó las muelas y volvió a acercarse para ver a Aedan, ya estaba mucho más tranquilo. Le acarició el cabello con suavidad -Mami lo va a arreglar ¿Vale? ¿Confías en mamá? - Le susurró sonriendo de lado, tratando de parecer optimista y cuando Aedan extendió una mano hacia ella, Catherine la cogió y depositó sus labios sobre ésta con suavidad  -Necesito que me digas cómo huele mi sangre y…y yo, en general. A qué huelo…- No había olfato en el que confiara más que en él -Lograron rastrear mis ilusiones por ello. Necesito saber camuflarlas si voy a estar allí y quiero moverme con libertad- Subió la mano donde tenía la herida, ya no estaba sangrando pero seguramente él lo percibiría.

Que Wthyr hubiese perdido esposas e hijos no me importaba en absoluto, era tal el odio que le tenía que pensaba que incluso se lo tenía merecido. Y lo peor es que quería comerle el tarro a Catherine con sus historias.  - Pero nosotros éramos felices hasta que apareció él. No teníamos esa maldición. Lo está provocando. - repliqué por lo bajo, esta vez más triste que furioso. El laberinto le había mostrado tragedias, sí, pero eso no quería decir que estuviese relacionado con lo que el Pendragon decía.

- ¿Casualidad o causalidad? todo es manipulable. - bufé cuando salió otro nombre que detestaba, el retorcido Max. Aquello sí lo habíamos superado.  - Sé que no eres estúpida, no he dicho eso en ningún momento, pero se están aprovechando de nuestro miedo. - y en eso me incluía. Por culpa de ese miedo y esos sentimientos extraños habíamos acabado cada uno por un lado. Los pensamientos repetitivos me estaban volviendo loco, y apenas podía dormir con ello.

- Pensé que podrías incluso con la magia antigua... no lo sé, esto nos supera. - admití derrotado mientras me preguntaba aquello de si pensaba que ella estaba feliz con lo que debía hacer. Parecía un maldito callejón sin salida.  - No. Nada de demonios. - la corté de inmediato, ella sabía bien lo que pasaba cuando se jugaba con eso. Yo mismo había sido poseído por uno, por error, y casi me mata.  

- ¿Y qué veré si voy contigo al laberinto? ¿eso me va a confirmar que no hay otra salida, que si no haces lo que él dice comenzarán a pasar cosas malas?  ya ni siquiera sé qué es real y que no. Ni siquiera puedo fiarme de mi propia cabeza. - estaba cansado, por mucho que pensase en soluciones sólo se me ocurría lo de llevarme a Aedan. Seguro que la vida en tierra era mucho más segura. Dejé al pequeño en el suelo cuando se hubo calmado, después de las carantoñas de su madre. Luego la miré extrañado por la pregunta de su sangre.  - El olor metálico de la sangre es fácil de detectar para los licántropos, así encontramos a las presas. No sé si tendrá que ver con la magia de sangre. - tomé la muñeca de Catherine con cuidado, observando el corte. Preferí no hacer preguntas al respecto, cerré los ojos e intenté decirle lo que percibía. Tenía bien identificado su aroma personal, era aquel que me hacía sentir bien y me tranquilizaba. También era el que me atraía de manera física, el que despertaba mis instintos. Era algo difícil de definir en palabras, así que lo guardé para mí. - Cada uno lo percibe de una manera. Lo que yo  noto no es lo que notan los demás. - tendría que encontrar otro modo de camuflarse si decidía que no quedaba otro camino.  - Llévame al laberinto ese de una vez.

La mención de Ian sobre que eran felices antes de que apareciera él le hizo mirarlo con la misma tristeza que sentía en el fondo de su corazón -¿Y cuánto tiempo pasó mi padre siendo feliz? Murió casi a sus 60 años…¿Altair? Sobre sus 30… Layla, 27… Rhaegar, Desmond…No mayores de 25… Quizás…- En ese momento su mirada se enterneció y lo observó como lo que era, lo que siempre había sido: Su salvador -Eres tú lo que me mantiene viva, Ian. Porque he estado al borde…Muchas veces y…- "Y fuiste lo único que me hizo querer seguir existiendo". En efecto, él había sido la razón. No se atrevió a acercarse, no quería incomodarlo o confundirlo.

Todo es manipulable. Sí…Pero el hechizo. El hechizo había funcionado bien. Demasiado bien. Pensó al ver a Aedan un instante. Y sí, se estaban aprovechando. Eso ya lo sabía Cath pero tenía que jugar con esa pieza si quería romper la maldición. Alzó suavemente los hombros -Mi magia alcanza hasta cierto punto. Hasta Morgana pareció trastocada… Me …sí, nos supera- Murmuró decaída, suspirando porque odiaba verlo de esa manera y asintió en coincidencia con lo de los demonios.

-¿Qué? - Inquirió frunciendo el ceño -¿Cómo que no puedes fiarte de tu cabeza? ¿Estás viendo cosas? - Preguntó un poco atemorizada y ya sin importarle mucho se acercó a él para observarlo -Sí…Verás todo lo que ha pasado mi linaje…Y la conocerás, seguramente- Mencionó refiriéndose a su antepasado. En cuanto mencionó lo de los olores se miró la mano, observando también que Ian lo miraba -El dragón me encontró primero, el de la desquiciada de Lake- Le explicó a Ian e hizo una mueca con los labios -Metal…Vale… -

Notó que había algo…Que se contenía y no pudo evitar poner su otra mano sobre la de él y acariciarla. No podía pretender que, pese a su decisión, pese a lo que se cernía sobre ellos, simplemente apagar a su amor por él, su necesidad de él -Entonces… empezaré a usar perfumes que enmascaren mi aroma. No quiero que sepan siempre donde estoy. Necesito consolidar mis ilusiones- Murmuró suspirado y envió un mensaje mental a Lyran de que quizás no volverían esa noche porque no sabía cuánto tiempo estarían en el laberinto – De acuerdo- Le dijo y los desapareció inmediatamente.

Mi grifo, que hacía ruidos de vaca moribunda porque llevaba sus cinco horas de vuelo ya y su tiempo en este plano se agotaba, gemia y gruñía volando a camara lenta, hasta que se desvaneció en chiribitas y purpurinas mágicas antes de hacerme aterrizar como dios manda, en el suelo del jardin.

-NO, OTRA VEZ NO!!!

Grite al quedarme sin montura por enesimachopocientasmilveces. Me cai y me desaparecí en el aire, reapareciendo a medio metro del suelo del jardin de mi casa, contra el cual me estampé...pero sin romperme nada.

Regruñí y me retorcí en el suelo como una lombriz cansada a la que han partido en dos, sujetandome las costillas. Cuanto tiempo me habia costado llegar? Entre desapariciones, apariciones, el grifo que no me aguantaba vuelos largos porque cada cinco post tenia un maldito cooldown....? Me habia venido desde Luján hasta aqui. Casi dos meses? Había perdido la cuenta. Llevaba ropa rara, estaba mas delgaducha y me había dejado de arreglar el pelo, que estaba mas largo y greñoso. Ah, y me habia hecho un tatuaje muy chungo al atravesar la frontera de Asia, en cuanto encontré algo de civilización porque China era como un enorme cementerio,  modo loca por lo que había visto moverse dentro de Ardu na Dragan. Ese ojo, si, para que no se me olvidase cuando tuviera que contarselo a los demas. Para  al despertar de mis sueños mas bien pesadillosos por culpa de la maldita Karinah aquella, saber que me lo habia imaginado todo. Que habia sido real.

Había estado tan lejos que los patronus no puto llegaban. Y no tenía mi galeon de la resistencia. Asi que me habia tenido que hacer el puto camino de santiago modo bruja hardcore, hasta llegar a casa, antes de que a mi madre le diera un patatús...esperaba que no fuese tarde.

Estaba cansada, muerta de hambre, el viaje no habia sido fácil y seguro que había cogido parasitos intestinales al comerme esa pata de jabali. Me levanté gruñendo porque necesitaba ir a la ducha.

- Estoy...en...casa....

Y de momento no habia gente por alli. Me arrastré hacia la bañera y me metí en ella, con ropa y todo, emitiendo un gruñido de placer cuando el agua calentita comenzó a caerme encima.


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tirada por primer paso por portales demoniacos: con ventaja por brevedad, quedo con el numero mas bajo que salga.

3, poca cosa.

El miembro 'Azahar Knox Malfoy' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

Dejé que la bañera se llenase de agua calentita y le eché medio bote de gel. Cuando hube entrado en calor, ya empecé a sacarme la ropa, que también limpié. Me aseé toda y despues me encontré con fuerzas de enviar dos patronus, uno a mis padres y otro a Ian. Seguro que mis padres estaban fuera, buscándome....

"qué faena..."

También quería hablar con Erika pero mi ceño se frunció al pensar en ella. No quería hacerlo aun. Si ella me hubiese contado algo....yo solía admirarla, a decir verdad. Fue mi ejemplo a seguir mucho tiempo. Pero ahora no lo tenía tan claro.

Cuando terminé sequé mi ropa y me la volví a poner, y luego fui a la cocina. Abri estantes, cogiendo un montón de comida y me salí al jardín a comermela, sentandome en el suelo y mirando al cielo, esperando ver llegar un patronus o a un enorme dragon.

El suelo habia temblado o me lo habia parecido a mi? Habían seismos en Ouroboros?

El miembro 'Azahar Knox Malfoy' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

El mensaje de Azahar me hizo acudir a Ouroboros, apareciendo directamente en casa de los Knox. No iba con mis mejores pintas, tenía ojeras de no dormir, y mi humor seguía siendo de perros. Aún así allí estaba, pues Azahar había dicho que necesitaba hablar y debía ser importante. Aedan seguía en Ouroboros con mi padre, así que no tenía que recogerlo por el momento.

Encontré a mi amiga en el jardín, zampando como una bestia y con pinta de empanada. Tampoco parecía estar en su mejor momento.

Le gruñí a modo de saludo antes de sentarme a su lado, mirándola con más detenimiento a la cara.

- Cuéntame...¿Qué te ha pasado? Me enteré no hace mucho de que llevabas tiempo sin estar por casa.

Seguía zampando galletitas saladas, queso y embutidos, y bebiendo de cuando en cuando del brik de zumo. Por Merlin, estaba hambrienta. Era maravilloso poder comer en casa. Tranquilamente.

Me sobresalté y pegué un brinco tirandome parte del zumo encima cuando alguien apareció, pero solo era Ian. Qué rapido habia sido.

"un buen amigo siempre llega a tiempo"

Lo analicé, estaba ojeroso, morroñoso y gruñon.

- Putos Pendragon. - solté nada mas verlo sentarse. Me limpié las manos pringadas de zumo en la cazadora, me aparté el pelo de la cara y lo agarré por el antebrazo. Queria comenzar a hablar, contarselo todo, pero me bloqueé mazo- No sé ni por donde empezar. Me dejaron en China, en la puta desolada China!!! No hay....nada, todos muertos. Me han quitado el galeon, he tenido que volar, andar, desaparecerme....

Me agarré el pelo de las sienes con ambas manos, pasando después a estrujar mis mejillas, mirando a Ian con una tremenda cara de disculpa. Tenía que soltarlo, cuanto antes mejor.

- Me lié con mi primo sin querer antes de todo. HABÍA UNA DEMONIO Y UN DRAGÓN ASI DE GRANDE! MIRA! - le enseñé el tatuaje que me habia hecho en todo el antebrazo del ojo del dragon que habia visto, pero el tatuador que lo había hecho no era ningun artista y....bueno, tenía rollo de dibujo animado de los 90 más que otra cosa.