Jardines Dioscórides

Asintió suavemente ante la resolución de Sayid. Si iba a casarse, a pesar de todo lo arreglado del matrimonio, era justo que fuera bajo sus términos.Rió ante la posibilidad de perder a la abuela Salada, aunque dejó de reir con lo de las gardenias.- Debe haber unas trescientas especies diferentes de gardenias...- Se lamentó, pensando después un rato.- ¡Tendré que ir a conocer a esta prometida tuya! ¿Te molestaría? ¡No nos podemos equivocar escogiendo esto! Imagínate que la especie incorrecta cambie todo el panorama.- Todavía hacía falta preparar la tierra, escoger la especie de entre las cien millones diferentes que había, tratar de matizar un poco el olor para que entre todas no terminaran intoxicados. Lo mejor era un espacio abierto, sin duda, o la gente saldría vomitando por el olor de un millón de gardenias. No se comía las uñas desde que inició la adolescencia, pero se llevó una a la boca con preocupación.

Le abrazó con más fuerza cuando aceptó hacer la boda en el jardín, porque sabía perfectamente en qué espacio tenían que hacerlo. Por supuesto, en el área donde los grandes árboles de madera satinada daban espacio para todo.- Mesas blancas, detalles dorados, flores que cuelgan, pista de baile, zona de relajación. Lo tengo todo. Me pondré en ello enseguida.- Dijo guiñándole el ojo con lo de las cachimbas y adjudicándose la realización de la boda. Dejó que el moreno se fuera, dejándole dos besos antes de entrar en pánico.

- Elissa, preparen la tierra, preparen muy bien la tierra. Necesitamos... Hmmm... que saquen los invernaderos removibles, estas flores son cálidas. Era broma lo de las orquídeas, eh, no las vayan a quitar. Las usaremos hasta arriba, donde no se vea si son orquídeas o gardenias, para que hagan bulto. Contacta a todos nuestros refuerzos, pídele a Adael a algunos de sus estudiantes de tierra, o a él si se ofrece, pero preferiría no molestarle por ahora que luego le necesitaré más. Y eso, que la tierra esté lista cuando venga. Iré a hacerle una visita a esta chica.- Sonrió de oreja a oreja, yéndose a su oficina para sacar de ella algunos libros. Su biblioteca era detallada, así que por supuesto que tenía un número completo de Gardenias. Se llevó su libreta, una pluma y el libro. Cuando estaba a punto de salir, un guardia apareció en su puesta para anunciarle algo que no esperaba. El corazón le dio un vuelco, pero aceptó la invitación, saliendo de ahí con un dolor en el pecho.

¡Qué fin de semana de estrés! No se sorprendía de la boda de Arleen, pero sí de la premura. Su tía le había contado algo de algunos números respecto a la boda pero Amaya dejó de prestar atención. En aquellos dos días, aparte de acomodar su propio vestido, el de su esposo y sus dos hijos tenía que arreglar a Mizuki, su hija menor, que sería la encargada de entregar los anillos. Pero no sólo había sido eso, sino que el día anterior había tenido que pasarlo enteramente con Arleen y la familia de Sayid por respeto a una tradición de la religión del Descendiente de Saladino. Estaba acostumbrada, su familia era asiática y por ende sus tradiciones también habían cambiado.

Aquella mañana atajó cada detalle con paciencia militar y llegaron con antelación a la hora acordada -Ve con los niños allí, ellos te guiarán a los asientos. Estamos en la segunda fila del lado de la novia. Yo voy a la carpa de Arleen- Le indicó Amaya a su esposo después de dejarle un beso en la mejilla, acomodándose el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] para caminar. Aparte del importante papel de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], ella misma sería testigo de Arleen en la ceremonia musulmana y por ende había compartido mucho con ella que no paró de charlotear sobre no sé qué de una diadema y de un ajedrez de jade y más cosas que Amaya no comprendió.

Cuando entró en la carpa de la novia se quedó impactada al verla. Su primera pregunta fue ¿Puede moverse? Le parecía demasiado ostentoso para su primera pero al ver la mirada de orgullo de Eleonore no dijo nada -¡PARECE UNA PRINCESA!- El intercambio de mirada entre las primas fue suficiente para que sonrieran pícaramente. Después de todo, era a lo más alto que podía aspirar una mujer en la isla. Casarse con un descendiente -¡Tú pareces una princesa!- Le soltó Eleonore a Mizuki que se alejó para terminar de darle indicaciones a la niña. Amaya se acercó a Arleen y le tomó las manos -¿Qué tal lo llevas? ¿Respiras o te está asfixiando el alma y las ganas de vivir?- Se rió al ver la expresión de Arleen, Amaya era mucho más sincera y con un lenguaje poco modosito. Sin embargo, su prima era absolutamente elegante, graciosa y con un gran corazón.

Menos mal que ya había llegado el puto día de la boda porque estaba hasta los cojones de Arleen, Aurora, Eleonore, Sofía y todas las mujeres que le rodeaban con los putos detalles de mierda. Al menos, de todo lo que tuvo que hacer la parte militar se le dio mejor. Con Amaya ocupada con Mizuki y la ceremonia había tenido que encargarse de todo el tema de la guardia.

Había desplegado por todo el perímetro de la boda no sólo su campo, que lo había dejado exhausto ayer, sino también a la guardia. Todos con el uniforme impoluto y órdenes muy claras. Si no tenía invitación exclusiva nadie pasaba, no valían excusas. Deseaba que el día de su hermana estuviera bien porque sino no podría aguantarse la cháchara de su madre por los próximos siglos.

Dio una ronda para verificar que todo estuviera bien y saludó a un par de compañeros, acomodándose la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] que llevaba puesta. Su madre se había empeñado en que la llevara, como si fuera a resfriarse por el viento que había; pero sino la tenía encima iba a venir un regaño que iba a disparar ciertos botones.

Lo bueno de las bodas es que había muchas mujeres y de esas mujeres alguna caería en la noche. Estaba entusiasmado por ver a todas las Descendientes con sus increíbles galas, a ver cuánto llegaban a mostrar. Incluso también a las compañeras del hospital de Arleen. Y ¿Por qué mentir? A la Sofía misma. ¿Se atrevería a usar alguno de los que él le regaló? Lo dudaba.

Finalmente, vio a Sayid llegar y fue acercándose a él. La última vez que habían hablado había sido hace días. Captó la mirada de Fred cuando estaba acercándose y cómo los pasos de su mellizo empezaban a dirigirse a su dirección. Vishous alzó una mano, como si pudiera detenerlo pero Fred lo ignoró -Buenos días. ¿Preparado?-

Después de ver a la que sería mi futura esposa en el hospital y a Sofía poco después, los preparativos para el gran día iban como la seda y más rápido de lo que habría esperado, tanto mi hermana como mi familia colaboraron en todo cuanto pudieron sin poner demasiadas pegas a lo que yo había acordado con Arleen pero dieron su toque aquí y allá para dar ese aire cultural al evento que ellos deseaban.

Los días pasaron demasiado rápido y a pesar de desear pasar el cumpleaños de Arleen con ella me fue totalmente imposible entre preparativos y mis asuntos en el consejo los cuales no podía desatender, entre ellos alguna visita al descendiente de Merlin por cosas referentes al código del consejo.

El gran día por fin había llegado y a pesar de pedir que me dejaran ayudar, Aldaron se negó rotundamente por lo que no lo había visto todo terminado hasta que llegué a los jardines esa misma mañana. Mi familia tomó asiento en el lado que le correspondía, detrás de las sillas dedicadas a los descendientes, todos en primera fila, saludé a mis primos, mis tíos y todo aquel que llegara, en especial a mi querida abuela a quien di un beso en la frente antes de ayudarla a tomar asiento. La familia de la novia también empezaba a hacer acto de presencia, había una tienda solo para preparar a la novia así que ella estaría allí con su madre o sus hermanos, saludé desde lejos con una inclinación de cabeza a la General de la guardia y en cuanto su marido y sus hijos se acercaron los saludé con un apretón de manos.

Aún era pronto pero los invitados empezaron a llegar haciendo más real todo aquello, había mantenido la calma durante toda la semana pero al estar en ese lugar con las flores, las sillas, mi familia... todo era tangible, ya lo tenía encima y era un hecho, estaba a punto de casarme. me miré el traje, era blanco y estaba planchado a la perfección, al final Sean consiguió que mi cabello creciera para poder peinarme de forma decente con uno de sus encantamientos pero eso sería cuando me quitara el turbante en unas horas.

Recibí a cuantos iban llegando con una sonrisa y las manos a la espalda, fue cuando pude ver a lo lejos a mi futuro cuñado, la última vez que nos encontramos no fue en los mejores términos, esperaba que se le hubiera pasado pero por si acaso tomé una postura muy digna y un gesto neutral -Buenos días teniente Royden, le veo más relajado esta mañana, espero que siga así, es un gran día para todos-

traje de sayid:

La respuesta de Sayid le hizo sonreír de lado, dejó escapar el aire -Fue un día complicado. En el mismo día me enteré de que Arleen estaba hospitalizada y que se casaba, pensé que sería en contra de su voluntad- Informó poniendo las manos dentro de los bolsillos cuando Fred llegó a su lado, intercambió una mirada con él como diciéndole que todo estaba bien -Hablé con ella sobre su decisión y pienso respetarla aunque soy más liberal…Como Fred- Dijo haciendo una señal hacia su hermano con una sonrisa, él había escapado de las garras de su madre al encontrar una persona ideal para él -Que consiguió amor y luego se caso. Esperaba lo mismo para Arleen…- Suspiró y Fred entonces miró a Sayid disculpándose por las palabras de su hermano.

-Pero eso no implica que será infeliz. Es lo que quiere decir, V- La mirada diamantina de su Vishous se encontró con los ojos verdes de su hermano y entrecerró los ojos. Volvió la mirada hacia el Descendiente -No, porque no lo permitiré- Indicó el teniente con un gesto algo hosco hacia Fred, que le miró con una advertencia clara pero que Vishous ignoró y volvió a mirar a Sayid -Sé que para ti también es un matrimonio apresurado pero… Queremos a Arleen  y no queremos que sea una mujer triste…- Iba a continuar cuando Fred carraspeó, sabiendo que aquella frase iba a terminar con una amenaza latente. Que por algo era su mellizo. Puso los ojos en blanco, con un gesto que no distaba de ser molesto -Lo que quiere decir V es que…-

-Que si es infeliz tomaré riendas en el asunto- Le espetó a Fred para que se callara y volvió la vista hacia Sayid, esperando que comprendiera sus palabras -En las noches…- Se inclinó un poco hacia él -Suele tener pesadillas con demonios. Tuvo una experiencia traumática en el Torneo y desde entonces es recurrente. Ehem… Necesita luz de noche- Indicó esperando que su hermana no se sintiera desprotegida aquella noche en caso de que tuviera otra de sus horrorosas pesadillas -Y suele mantenerse alejada de los temas de nigromancia y artes oscuras. La ponen nerviosa- Explicó Vishous antes de alejarse para dejar de invadir su espacio.

Fred le miró con una sonrisa más amable y luego observó a Sayid -Y es alérgica a los mariscos. Se pone roja como un tomate  y no puede respirar- Agregó el mellizo, Vishous le sonrió y luego miró al Descendiente de  Saladino -Le gusta el karaoke y canta muy bien, pero no suele decirlo. Le gustan los juegos de mímica y es muy buena, siempre nos vence…- Indicó Fred y luego suspiró -Supongo que tendrás que buscarte pareja, V. Te vas a quedar sin poder participar en las noches de juego- Bromeó el mellizo y Vishous desvió su mirada diamantina hacia Fred con una advertencia silenciosa.

Después de casi un mes en casa recluida investigando cómo podríamos hacer con la famosa IA que tanta guerra estaba dando, cogiendo los pocos datos que me iban llegando, pasando de tanto en tanto por el taller, los avances fueron escasos y mínimos. Estaba bloqueada y un tanto frustrada, debía añadir. De modo que, el día que recibí la invitación estaba tirada en la cama bocarriba pensando en las musarañas. Y llegó la invitación.
Belle tuvo que leerla dos o tres veces para poder creérsela. Ella. En una boda. Con descendientes. Estaba aluciflipando. Y así estuve hasta que llegó el lunes. Mientras tanto la tía Mónica y yo estuvimos haciendo un poco de sastras para poder llegar a tiempo. Y vaya que lo conseguimos, pero la casa estaba mucho más descontrolada que de costumbre. Y hasta pude darle envidia a Nichollas cuando tuve mi vestido porque, claro, yo iba a ir a una boda de Descendientes y él no. Chincha. Y a Helen le dije que cuando fuera un poco mayor podría venir conmigo.

Lunes por la mañana. Estaba extasiada. Me había levantado muy muy pronto para poder prepararse y adecentar todo lo que tenía que llevar puesto. Había visto en algún libro hechizos para el pelo y algo de maquillaje. Las revistas de “Corazón de Bruja”, bendito sea el momento en el que las digitalicé. Me hice un recogido en la parte de la nuca y dos tirabuzones rizados que caían por mi frente. El vestido era granate, aterciopelado y casero pues no podíamos pagar uno nuevo. Pero no pasa nada. Lo que no pude conseguir era un calzado adecuado, de modo que no quedó otro remedio que ir con unas botas negras hasta las espinillas. Una chaqueta vaquera por el frío mañanero y un monedero negro. Antes de desaparecerme de casa me presenté ante mi hermana que me regaló una margarita, la última de la estación, y me la coloqué en la solapa de la chaqueta. Y así me presenté en la boda.

Me aparecí en los jardines de Dioscórides y me sentía como que aquello era una especie de sueño donde no me importaría estar de por vida. Como si todos los años en tierra no hubieran existido. Me dirigí a la entrada buscando la entrada en el monedero para entregarla a la Guardia que estaba vigilando los accesos y estos indicaron mi asiento. No conocía a nadie de los presentes, por supuesto. Por lo que me senté en mi silla y esperé, un tanto tensa e incómoda, sintiéndome un poco como fuera de lugar… Pero Arleen era mi amiga y debía estar allí. Por ella. De modo que cogí aire y me recoloqué en la silla.

”Trapito”:

Despertó tempranísimo, mucho antes que el sol para poder dar un vistazo a todo. Antes de que alguien llegara, terminó de supervisar cada detalle. Sus estudiantes habían pasado días ¡días! haciendo crecer gardenias. Al final no utilizaron las orquídeas, pues con la gran cosecha había suficientes flores para todos los espacios. Cuando se dio cuenta de que habían sobrado muchísimas, las hizo repartir por toda la ciudad. ¡Estarían todos de fiesta! Así que antes de que Ouroboros despertara, este se vio envuelto en gardenias, con su delicioso perfuma, especialmente por todo el espacio desde la casa de Arleen hasta el lugar de la boda, todas las plazas, alrededor de los árboles, colgando entre las calles. Tenía ayudantes maravillosos que hicieron de todo ese día para hacer feliz a una pareja por un millón de días.- ¡Savannah! Por favor, asegúrate de que se repartan las flores y de estar antes de que lleguen los invitados, haz sido de mucha ayuda, cariño.

Tras los preparativos, se fue a casa, que tenía mucho trabajo que hacerse a sí misma. Se había desvelado bastante desde que supo lo de la boda. Tenía que mantener regulada la temperatura de las gardenias a todas horas, sobre todo las que estaban en la intemperie; tuvo que organizar La Mejor Despedida de Soltero del Mundo, donde metió un poquito la mano en las cachimbas y ella y todos los amigos y amigas de Sayid acabaron divirtiéndose de lo lindo en una noche memorable; consiguió un hermoso vestido que le encantaba; visitó a Arleen un par de veces para que diera su visto bueno de las cosas que planeaba, otro par al elfo y algunas más a Sayid; participó en algunos ritos de la boda; cada segundo había estado ocupado desde el día en que aceptó ser la madrina. Así que aquel día, después de todos los últimos arreglos, se fue a casa, se metió a la tina y se relajó con agua caliente por un largo rato... Hasta que Cath llegó con desesperación buscando consejos de moda y estilo. La recibió con los brazos abiertos y una gran sonrisa y la despidió con un maquillaje de infarto... comparado con lo que Cath estaba acostumbrada, que era nada. Nada. Se puso de propósito hacerla más femenina de ese día a navidad, a ver si le podía poner un poco de color en las mejillas para la próxima boda.

Terminó de alistarse pronto, con un maquillaje diurno y hermoso que también serviría para la noche sin problemas. Solo tendría que cambiar el pálido color de sus labios por su rojo habitual. Se arregló el cabello, se colocó el vestido y bajó a tomar el intencional detalle que había preparado de sus propias manos para Arleen antes de meterse a la tina. Quería verla primero que nadie, las bodas la emocionaban y tener buena mano para los arreglos florales le daba un lugar privilegiado en el cortejo nupcial. Tomó el ramo de la novia y dejó su casa con prontitud.

Se apareció unos metros antes de la tienda de la novia, entrando sin detenerse a hablar con los guardias, a quienes les guiñó un ojo mostrándoles el ramo. Tomó aire profundamente antes de entrar, pues sabía que quedaría deslumbrada de alguna manera por la belleza nupcial de Arleen. Y así fue.

Oh por Dios...- Susurró suavemente al verla, humedeciéndose sus ojos mientras caminaba directamente hacia ella antes de detenerse un momento para contemplarla.- Arleen, estás bellísima... No habrá nunca una novia tan hermosa como tú.- Sonrió, absorbiendo todos los detalles por unos momentos, hasta que por fin miró a su alrededor, para encontrar a Amaya, a quien le dejó dos besos al igual que a su niña.- Oh, Amaya, te ves tan elegante. ¡Hola, cariño! Elegiste el mismo color de yo para el vestido, seremos la sensación.- Bromeó, con la niña antes de pasar a saludar con dos besos al resto de la familia de Arleen, más por su impoluta educación que por conocerles. Finalmente, se acercó a ella, dándole el ramo con una sonrisa de alegría infinita y manteniendo sus manos un minuto mientras le miraba con amor.- Querida mía, después de este día, y si tu así lo deseas, ganarás una nueva hermana. Estoy agradecida profundamente de que me hayan permitido ser parte de todo esto. Estoy segura de que Sayid y tu serán felices, mucho más de lo que ahora puedes imaginar. Deseo que todos los días se llenen de luz, pues él dará su vida por verte sonreír.- Antes de ponerse a llorar, le dejó libre y se acercó a los familiares.

Se quedó con algunas gardenias en la mano que había arreglado en forma de boutonnieres para el novio y sus hermanos, uno de las cuales se lo colocó al padre en el saco tras su consentimiento expreso, y le dejó uno pequeño y más delicado a la madre, por si quería ponérselo o guardarlo de recuerdo. Ahora solo faltaba repartir el resto. La flor que había guardado para ella misma, se la regaló a Mizuki, antes de salir, compartiendo unas risas con la familia antes de abandonar la tienda. Cuando estuvo fuera, se secó un poco los ojos y se dirigió a Sayid a quien ya veía nervioso y muy plantado en su lugar. Cuando se acercó, creyó ver mal y doble por un instante, pero luego cayó en los detalles. Aquel debía ser Fred.- ¡Tres pájaros de un tiro! Dios, estoy tan emocionada, siento que estoy temblando. Tu debes ser Fred.- Murmuró, acercándose al hermano de Vishous y saludándole con dos besos, pues ella era así de extrovertida, y era al que tenía más cerca. Pensó un momento en qué boutonniere le quedaría mejor a cada cual y ocupó las manos en el pecho del mellizo mientras hablaba.- ¿Cómo amanecieron? Están viendo los últimos detalles con Arleen. Tengo que decirles que el ramo acaparará todas las miradas, es lo más hermoso.- Murmuró, guiñándolo un ojo a Fred justo antes de terminar de colocar la flor. Aquello era una mentirilla para despistar un poco al novio. Pasó a Vishous y le saludó, también con dos besos para luego colocarle la flor a como debía ir.- No puedo creer que finalmente sea el día, ha sido una semana larguísima.- Le acomodó las solapas del traje para que quedara derecho y guapo, sonriéndole al final. Cuando terminó con ellos, les sonrió a ambos.- Listo, quedaron guapos, ¡que emoción!- Dijo de nuevo y se giró a Sayid. Le vio con amor en la mirada. Su burbujeante personalidad se enterneció mientras le abrazaba con fuerza y cariño.- ¡Sayid! La fortuna está contigo. Y también yo. Estoy feliz, ¡feliz! de que tu vida haya sido bendecida. La felicidad es una decisión, cariño. Y espero que el millón de gardenias sean suficientes para asegurarte una felicidad eterna.- Le abrazó de nuevo y, con mucho cuidado, le colocó el boutonnier, apartándose un poco para no estar en el medio mientras secaba un poco sus ojos con las yemas de los dedos para no llorar y no arruinarse el maquillaje.

Vestido:

En cuanto Vishous se acercó no dudé en mantenerme algo a la defensiva, si quería un enfrentamiento era el lugar y el momento menos indicados, sin embargo parecía venir en son de paz junto a su hermano. Sonreí a Fred para que no se preocupara, me caía mejor, era más sensato y más respetuoso -Entiendo sus razones teniente pero tal vez necesite controlarse un poco más, no soy el enemigo, yo estaba en la misión de londres, pasé un mes entero en tierra y me enteré de la noticia al llegar a casa, quiero que sepa que mi primera acción fue preguntar a su hermana si estaba de acuerdo y darle la opción de rechazar el compromiso, todo el mundo merece encontrar el amor y no estaba dispuesto a arrastrarla conmigo pero ella aceptó-

Los dos hermanos continuaron hablando, estaba claro que querían a su hermana, intentaban protegerla así que pasaría por alto la amenaza de vishous o la advertencia, al final sonreí e hice una inclinación en señal de respeto -lo tendré en cuenta, todo y os puedo asegurar que cuidaré de ella, daré todo de mi para hacerla feliz, os doy mi palabra como descendiente- dije finalmente a ambos hombres cuando Sofía se acercó a nosotros dando ese toque de aire fresco y alegría que la caracterizaba.

Empezó colocando flores a los hermanos de la novia bastante emocionada con todo aquello pero en cuanto me miró sentí que se me venían muchas emociones de golpe -Ha llegado el día querida Sofía- la recibí con los brazos abiertos cuando me dio aquel efusivo abrazo y me daba sus mejores deseos, me separé lo justo para poder mirarla a los ojos sintiendo que se me iban a humedecer en cualquier momento -La mayor fortuna es tenerte como amiga, Sofía, te estaré eternamente agradecido por todo lo que has hecho y cada una de esas gardenias representan tu bondad- besé sus manos y después volví a abrazarla para dejar que me pusiera aquella flor en el traje -Recuerda que eres uno de mis testigos en la siguiente ceremonia, así que tienes que estar tan perfecta como siempre- dije tendiéndole el pañuelo de algodón que llevaba en el bolsillo para que se secara las lágrimas.

aquella semana después de darle el alta a Arleen me tomé varios días libres y no hubo nadie que me lo impidiera, ventajas de acumular días libres. Le dediqué muchas horas a buscar referencias de bodas, lugares, decoración, todo lo que encajara con las flores y los colores elegidos por la novia y por supuesto la despedida de soltera que para mi iba a ser la bomba.

Tal y como me había pedido Sofía, la ayudé en todo lo que mis manitas élficas pudieron, moviendo cosas, chapurreando con las plantas a ver que les iba faltando antes de que las sacrificaran, hasta música les había puesto, debatiendo con la descendiente sobre la decoración y muchas cosas más, al final hasta le pediría ayuda con la boda de Lucio y Sean. Cuando llegó el sábado desaparecí por completo, era mi momento de brillar, compré y reuní todo lo necesario para la fiesta de Arleen en casa de Lucio con la mala suerte de que al final había sido un cocktail movidito, mi gozo en un pozo pero al menos ella se lo había pasado bien que era lo importante... pero malditos rancios.

Lo de la despedida me había dolido pero no iba a dejar que se desperdiciara todo, así que me pegué mi propia fiesta la noche anterior a la boda, cuando sonó el despertador la mañana del Lunes no sabía ni quien era por un momento, estaba muy desubicado y media bandeja de brownie había desaparecido -resaca.. terrible...- me quejé para después arrastrarme a la ducha como buenamente pude y prepararme para ir a la boda.

Llegué a los jardines con mis gafas de sol y arrastrando los pies, muchos de los descendientes ya habían llegado y la familia del novio ya estaba en posición, por no hablar de la familia de la novia entre los cuales pude ver a Vishous, en un día normal me habría acercado a fangirlearle un rato pero estaba demasiado muerto, uno de los acomodadores me indicó mi lugar y sinceramente agradecí no estar de los primeros porque seguramente me dormiría, en cuanto llegué a mi silla me dejé morir en ella cual trapo usado -me muero...-

Después de la salida del hospital y hacer cosas legales que me no sabía si me hacían buena o mala persona, pasamos por el mercado para comprar provisiones y pasar los siguientes días en la habitación con Mérida, pero como era costumbre de tranquilos tuvieron poco. Lo primero que hicimos fue mudarnos a una sola habitación en el área de habitaciones mixtas, pasamos todas las cosas de la pelirroja y casi me muerde cuando se cayó algo del rincón ese que daba mal rollo con cosas de baseball, al parecer ya había perdido el bate que usaba para reventar cabezas así que la mía estaba a salvo.

Los días seguían pasando y mientras yo me hartaba a helado ella me miraba malamente con sus sopitas y cosas de enferma pero tenía que aguantarse porque las mañanas aún eran de nauseas para ella y las mías de sujetarle la melena, por no hablar de los cambios hormonales que iban de la felicidad extrema al enfado y después a los lloros con arrumacos y mimos para que se le pasara, también notaba que dormía mucho más que antes, me lo apuntaría todo para preguntárselo a la doctora Anteia en cuanto la viera.

Entre unas cosas y otras llegó a la habitación una carta, la leí mientras Mérida se quejaba de la comida, ya lo hacía por vicio así que pasaba de ella, nos habían invitado a una boda, al menos a mi pero no la iba  a dejar en casa que la veía capaz de gorronearme el helado. Cuando llegó el gran día tanto ella como yo tuvimos que pedir ropa prestada, le envié un mensaje a Catherine y en poco tiempo apareció en mi puerta un traje para la ocasión, no sabía dónde había conseguido Mérida su vestido pero me quedé un rato empanado mirándola, sobretodo por el escote al que se me iban los ojos de vez en cuando, no llevaba maquillaje ni tacones pero se había recogido ligeramente el pelo, debía admitirlo, estaba bastante guapa pero no lo iba a decir, tampoco es que pudiera.

Aparecimos en el lugar de la ceremonia y ya había bastante gente, caminé con la pelirroja del brazo mientras me reía entre gemidos como el perro ese de los dibujos animados escuchando sus quejas de que se le salían los pechos del vestido, saqué una libretita del bolsillo para escribirle "¿Por qué no has pillado uno más cómodo?" como yo, que a pesar de recibir el traje completo de pingüino decidí darle un toque más casual pasando de la camisa para llevar una camiseta por bajo.

Miré a mi alrededor haciendo caras, el olor de las flores era demasiado fuerte para mi pero parecía que al resto no le molestaba, cuando nos acercamos a las sillas alguien se encargó de decirnos dónde sentarnos mientras Mérida seguía con lo de su vestido, no era la única preocupada de su escote y cuando noté un par de miradas indiscretas me quité la americana para dársela "Tápate con esto si quieres, además, hace un poco de fresco"

modelito:

Había estado todo el fin de semana tecleando sin parar, el código que había recuperado con la tablet que me dio James resultó ser más interesante de lo que recordaba y poco a poco aquello iba tomando forma. Tal vez demasiado lento, pero según los modelos matemáticos era mucho más efectivo que lo que tenía avanzado hasta el momento.
Así que durante todos esos días había estado encerrada en mi cuarto en pijama realizando salidas esporádicas a por comida o café a la cocina y poco más.
Por la mañana me di cuenta de que era el maldito día de la boda del Rey Moro y al ir al armario de su hermana tal como dijo todo aquello era...demasiado para mi. Me planteé no ir pero eso estaba feo, Sayid había sido bastante amable y considerado con mi acople en su casa, así que no sería muy bonito no presentarme a su boda, menos aún cuando me había inviado.
No me quedó más remedio que ir preguntando a peña por si me podían dejar algo para ponerme pero todo era muy...muy vestido mucho vestido, así que tardé un rato en dar con algún buen samaritano que me prestase algo con lo que no estuviese incómoda.
Y aunque ahí estaba plantada con algo que para mi gusto era demasiado arreglado y formal por lo menos me sentía segura en un buen par de pantalones. Además la tela era suavecita y eso molaba.
Llegué al lugar que estaba rodeado de flores por todos lados y alcé una ceja recorriéndolo con la mirada.
"Wow..."
Se lo montaban bien los magos, aunque por alguna razón había esperado un aire más como la casa del Rey Moro. Caminé por el lugar donde la gente estaba charlando y tomando asiento tan tranquilos, por ahí andaba Sayid con otra de las descendientes. Metí ambas manos en mis bolsillos paseando tranquilamente por el lugar hasta llegar a su altura.
-EY!Rey Moro pero buenoo...pero que elegante!
Le señalé con ambas manos alzando mis cejas mientras sonreía.
-A ver...que no digo que no vayas hecho un pincel siempre pero mírate.
"Que majo"
Le señalé y miré a la otra mujer mientras asentía sonriendo todavía.
-¿A que sí?eh?
Después volví a meter mis manos en los bolsillos y le señalé con el mentón.
-¿Qué?¿Nervioso?

Así va la moza:

Hacía ya unos días que sabíamos la cifra de cachorritos que íbamos a tener Kiana y yo gracias a Anteia, la ginecóloga, y desde aquel mismo momento mi mente tardó bastante en reaccionar. Trece… Aquel número se repetía una y otra vez en mi mente, como si mi mente fuese incapaz de asimilar que aquel número pudiese convertirse en críos que serían mis hijos. Algo estaba claro, algo en mí cambió, lo que produjo un aumento de atención en Kiana, además de una obsesión por planear la reredisposición de mi piso para tener la jauría en casa. También me pasaba bastante tiempo con la oreja pegada al vientre de la futura mamá, pero por el momento solo podía escuchar sus movimientos intestinales. La paciencia no era una de mis virtudes, ni de lejos.

Aquel día llegamos a los jardines por la boda de mi compañero Descendiente tras estar un rato decidiendo qué ponernos, ya que había pedido que trajesen a Kiana algunos vestidos cómodos. Hacía tiempo que no me vestía con mi tradicional traje negro y podía sentir con cada paso el roce de cada parte de mi cuerpo con la tela extra, pero la ocasión lo merecía. Iba cigarro en mano, pero sin llegar a encenderlo por si en aquel lugar repartían puros o algo así. Ya desde la distancia se podía apreciar el olor cítrico y frutal de las gardenias, dejando en el ambiente una agradable sensación de humedad y provocando en mí un agradable suspiro, como si muchas de mis preocupaciones se aliviaran por aquel olor.

No tuve que dar muchas explicaciones en la entrada y fui directamente hacia el prometido para darle la mano. -Enhorabuena por la boda, Sayid. Os hemos traído un pequeño regalo a cada uno, ¿tenéis alguna mesa o algo para dejároslo?- Intenté evitar el tema de la repentinidad de la boda, ya que dudaba si lo había comentado o no durante la misión y no quería quedar mal. -Son dos talismanes, uno para cada uno, dentro llevan hueso y madera, deberían otorgaros equilibrio en el amor, con ellos le rezamos a Hécate la última luna nueva. Además, las bolsitas las hemos hecho completamente a mano - Dejé los talismanes donde me dijese y me despedí de él de nuevo. -Por cierto, ¿has visto a Lucio? No sé si ha llegado todavía y me gustaría hablar con él -

Nos alejamos de Sayid y fuimos directamente a sentarnos, pero yo me puse al lado de Kiana hasta que llegara la ceremonia. -Por cierto… Tenemos un tema pendiente- Dije mientras miraba sus ojos y dirigiendo, sin darme cuenta, mi mano hacia su vientre para acariciarlo con delicadeza. -¿Qué ha pasado con el clan de la Luna Roja? Y no escatimes con los detalles, quiero saberlo todo. - Expresé con más dulzura con la que me habría gustado.

Había cometido un error. Lo supo en el momento en el que Sofía le dio dos besos en la mejilla y le achuchó como un nuevo juguete. Y eso se había sentido durante toda la madrugada mientras ella echaba potingues en la cara, atusaba su pelo y la metía dentro de un vestido que, al menos, era negro. Y tenía una bonita espalda descubierta por lo que se podría ver el tatuaje en honor a Ian. Eso le agradó porque aquella celebración le recordaba a su boda. Cuando se vio en el espejó le costó reconocerse. Parecía tener curvas donde antes no había nada y se sintió…Sexy, pero eso no lo reconocería ante nadie.

Bueno, tal vez ante Ian.

Sofía se fue primero que ella con algo del ramo y no sé qué. Ella había dejado todo listo en su casa, la ropa de Ian y Aedan y el regalo lo había traído ella misma,  pero al verificar la hora se dio cuenta que no le daría tiempo a  ir a casa y llegar puntual. Suspiró y se desapareció hacia los Jardines con el regalo en mano. Nada más llegar los tacones se le clavaron en el terreno y maldijo, intentó mantener la compostura mientras caminaba clavándose a cada rato el maldito tacón en la tierra pero cuando llegó a la zona de sillas había algo más estable. Vio mucha gente cerca de Sayid, incluida Sigrid, la amiga de Ian y le dio algo de corte acercarse. Seguramente, se callarian todos cuando ella llegará. No sabría que decir. O se caería con los tacones. No. Mejor no.

“Sayid…” Le sonrió desde la distancia, muy brevemente “Enhorabuena por vuestro enlace. Espero que os guste mi regalo. Algo que echo de menos era la costumbre de Laila de retratar cada recuerdo y cuando necesito verlos, voy a mis álbumes. Espero que ustedes, en el futuro, puedan ver este y disfrutar de los buenos recuerdos que acumularan. Os deseamos lo mejor, Ian, Aedan y yo”. Fue una corta dedicatoria, desvió la mirada de los ojos de Sayid para mirar a Savannah que la había reconocido y halagado. Catherine sintió que se le encendían brevemente las mejillas mientras pedía que la llevara a la mesa de los regalos. Lo dejó allí y luego fue a sentarse en su silla.  

Outfit entero cortesía de Sofía Dioscórides:

Pese a que la semana pasada había resultado agridulce para Anteia, la novedad de una boda había renovado sus ánimos enteramente. Y la cita con Sebastián el viernes, por supuesto. Se había obsesionado con que todos fueran en la misma gama de colores ¡Rosa, por supuesto! Lo de Kyla lo tuvo fácil, lo de Daryl y Lyran también. Un simple pañuelo había sido suficiente con Azahar… Ella tenía su propio estilo y lo respeto, simplemente sugirió que se uniera al equipo y le dejó unos pendientes del color de su propio vestido. Había encontrado, incluso, un chal precioso que había pertenecido a Jane y se pasó el fin de semana nostálgica total elaborando una manta exquisita para Sayid y Arleen.

Porque claro…¿Qué le regalas a la gente millonaria que tiene cosas? Pues algo a mano, con mucho cariño. Y Arleen era muy adorable. Le recordaba a sí misma cuando era más joven.  Ese día se despertó muy temprano para bañar a los mellizos y acomodarlos. También ayudar a Lyran y ella misma vestirse. Cuando todos estuvieron listos se fueron, llegando a los jardines caminando porque ella no podía desaparecerse. Los niños caminaban con tranquilidad mientras Lyran llevaba en los brazos el inmenso regalo: Una manta de hilo grueso que les vendría fenomenal para acurrucarse en invierno. La sola idea hizo que Anteia gritara de emoción.

Al llegar vio todo el despliegue y dio una vuelta sobre sí misma pero con un niño en cada mano -Glorioso…¡Glorioso! ¡Qué bonito día! ¡Esto es lo que yo llamo felicidad!- Le dijo a Lyran, sonriendo de oreja a oreja y brillando como sólo ella misma podía hacerlo. Una chica morena preguntó sus nombres y le dio los detalles para que les guiaran, tanto a la mesa de regalos, como a sus sillas. Saludó a muchos de sus colegas del hospital antes de que otra muchacha les dijera que tenían un área especial para niños, Anteia intercambió una mirada con Lyran y sonrió de lado -Te acompaño, así la veo…- No podía olvidar ni por un momento que había un temita peliagudo con los Pendragon así que fue a ver el área. También al aire libre, como una cúpula transparente donde estaban otros niños que reconoció de la guardería -De acuerdo- Dejó a los niños y sonrió dándole las gracias a la morena antes de volver a su sitio y sentarse al lado de Lyran. Entrelazó sus dedos con los de él  y le miró a los ojos enamorada perdida -¿No te apetece renovar nuestros votos?- Le preguntó ilusionada antes de sentir que se le humedecían los ojos. Se dio aire con la mano -¡Ah! Esto es increíble.....Ya empiezo...¿Tienes los pañuelos?- Preguntó casi llorando de la alegría, mientras se acomodana el chal a ver si el espíritu de Jane le daba compostura.

Vestidico:

La manta hacedora de bebés. Ref: Peli La proposición.:

Desde que había llegado la carta con la invitación para la boda le di vueltas al regalo que debería darles tanto a Arleen como a Sayid, a él lo conocía lo justo y necesario por el trabajo y el consejo y a ella apenas de oídas y de verla en casa el día de la despedida, tenía que ser algo útil y que le gustara a ambos, después de todo era un regalo de boda.

Dejé el tema en tareas pendientes mientras me centraba en mi trabajo con aquel pensadero que me iba a volver loco, tantas caras, tantas reuniones, conversaciones sin sentido... ojalá lo pudiera saltar como con una peli aburrida pero todo detalle era importante y podrían estar escondidos en cualquier pequeño segundo, a la hora del té el carrito que yo mismo había encantado llegó puntual para darme un respiro, la tetera se movió sola a la vez que el azucarero y la cucharilla que pronto volaron hasta mi mesa, sostuve la taza entre mis manos y me deleité con el aroma del té.. y si les regalaba un juego de té como el mío? podían ser bastante útiles  y si que se moviera no les hacía mucha gracia al menos tendrían una buena vajilla para guardar en un armario.

El día de la boda me desperté relativamente pronto para arreglarme, no sabía muy bien que usar ¿algo moderno? ¿muy elegante? ¿qué color? ¿sería correcto llevar mi capa de siempre? esas cosas se me daban fatal pero al final opté por algo elegante y más tradicional entre los magos, con un encantamiento me recogí el cabello para la ocasión aunque si el traje ya me resultaba incómodo eso no se quedaba atrás. Me puse mi anillo para lucirlo, lo limpié un poco y lo miré a contraluz hasta que Lucio estuvo listo para salir, iba guapísimo con aquel traje, tanto que incluso me acerqué a besarlo antes de  desaparecernos a los jardines.

Una vez llegamos dejé mi regalo en la mesa correspondiente junto al de Lucio, parecía una caja pequeña pero tenía un encantamiento de espacio para poder albergar toda la vajilla, caminé hasta la zona delantera dónde nos esperaban nuestras sillas, me iba tocando el pelo de forma constante pasándome mechones rebeldes tras la oreja y mirando a Lucio de vez en cuando -¿crees que me he pasado? debería soltarme el pelo... - apreté los labios y vi a Sayid rodeado de mucha gente por lo que preferí no molestar, después le daría la enhorabuena. Miré alrededor hasta donde alcanzaba mi vista, los descendientes estábamos todos al frente pero aún faltaba Giordano, a Catherine si que la había visto y su silla estaba justo tras la mía pero iba tan maquillada y elegante que por un momento pensé que se trataba de otra persona -Cath! estás... impresionante! hasta te has maquillado, te queda muy bien~ -

Los días transcurridos desde que regresaron los de la misión fueron bastante movidos. No sólo porque tuviésemos mucho trabajo en el hospital, sino porque tuve la despedida de soltera de Arleen y su consecuente resaca al día siguiente. Tampoco es que bebiese tanto, pero no estaba acostumbrado. La mañana de la boda la empecé con una buena ducha para espabilarme, comenzando después a vestirme con el traje de gala para la ocasión. Era raro llevar algo que no fuese el típico uniforme de trabajo. Lo de ir de fiesta merecía la pena por ver a Sean tan arreglado, con aquel traje y ese peinado fuera de lo habitual. Le repetí más de siete veces lo guapo que estaba mientras terminábamos de prepararnos, correspondiendo a su beso antes de desaparecernos los dos para ir a la boda.

Al aparecer allí pudimos contemplar el trabajazo de decoración que habían hecho, en especial con las flores. Sofía se había lucido, se notaba el cariño hacia Sayid. Yo en más de una ocasión pensé que tenían algo, pero...al final se iba a casar con mi compañera sanadora. No pude evitar preguntarme si Sofía y Sayid habrían llegado a algo de no ser por esa regla de no mezclar linajes de Descendientes.

Dejamos los regalos en una mesa, aunque el de Sean era mejor que el mío. En un primer momento me pareció buena idea lo del tensiómetro, pero ahora no lo terminaba de ver. Caminé del brazo de Sean entre la gente que iba llegando, recolocándole un poco el pelo que él no dejaba de tocarse. - Qué va. Vas perfecto, pero deja de tocarte el pelo, te vas a despeinar.- sonreí con cara de hacerme gracia su vergüenza, pasando en ese momento al lado del elfo resacoso tirado en la silla. - Anda que...eres el culpable de las resacas de todos los presentes. Intenta no roncar en la ceremonia. - le di un golpecito en el hombro y seguimos avanzando, llegando hasta donde estaba Catherine. Ella también iba muy guapa, pero no más que Sean, evidentemente. No pude evitar acordarme de su boda, y de lo que hicieron los Soul. - Esperemos que esta sea una boda tranquila, que ya nos toca. Y la nuestra más. - le guiñé un ojo a mi acompañante, tomando asiento a su lado.

-¿Tenéis alguna hermana, Descendiente?- Sonrió de lado, esta vez excusándose un poco -No soy Fred, seh. Soy un poco más impulsivo pero me tocó las narices enterarme que SAM había partido en dos a mi hermana y mi madre la metía en un matrimonio de cabeza- Y encima había tenido tan buen cumpleaños que la noticia en el desayuno le había caído fatal -Sí, fue lo que me dijo. Ella aceptó. Está bien… - Dijo, inspirando profundamente para tratar de lidiar con esa idea. Esperaba que realmente pudiera ser feliz. Cuando dio su palabra, Vishous cogió su mano con firmeza, estrechándola y poniéndole la otra encima mientras lo miraba -Gracias- Dijo, realmente “conmovido” porque el Descendiente se comprometiera a cuidar de ella -Y bienvenido a la familia. Los karaokes son los viernes a las 20, según el turno de cada uno- Soltó, bromista antes de dejar la mano de Sayid cuando llegó Sofía.

Por supuesto, la Descendiente estaba brillante. Literalmente. La mirada diamantina de Vishous se fue por el camino de su escote mientras escuchaba su voz llena de energía y cariño. Pero recordó que Sofía amaba a todo el mundo, o eso era lo que le había dado a entender. Menuda mujer más expresiva. ¿Cómo podía dar, dar, dar sin recibir? Pero al hacerse esa pregunta, se llevó la mano a la nuca incómodo. No sabía cómo una persona podía ser tan altruista. Y no es que estuviera mal es sólo que…Cuando se percató de que estaba teniendo un rollo mental de la hostia, carraspeó. Fred se había presentado y tenía a Aurora al lado que se encontraba preciosa. Sonrió un poco al ver a la feliz parejita que se despidió y fue a sus asientos.

Le envolvió en su aroma de nuevo y V necesitó de todo su autocontrol para no robarle un beso mientras le miraba manipular la flor en su traje, para después acomodárselo. Él le sonrió de vuelta, escuchando el intercambio entre los Descendientes y sintiendo que mucha gente querría hablar con Sayid. Es más, llegó una nueva mujer que no conocía así  -Descendiente, Sofía, podemos hablar?- Le preguntó y le tendió la mano para alejarla un poco de allí.

Cuando terminó con los boutoniers de los Royden, saludó a la preciosa rubia que había llegado como acompañante de Fred antes de mirar alrededor. La gente comenzaba a llegar, no faltaba mucho para la hora y seguro que los lugares se llenarían mucho antes de que la hora llegara. El intercambio de palabras y abrazos con Sayid casi le hizo derramar lágrimas. Quedó sin palabras, desde el principio de la oración. El segundo abrazo fue más profundo y cálido.- Cada vez que hablo con alguno de ustedes me convenzo más de que este matrimonio competirá con el de Lyran y Anteia.- Bromeó, pues si algo hacía era admirar a ese par, con lo que su comentario iba con el mejor de los deseos. Tomó el pañuelo que le tendió, agradeciéndole con una sonrisa mientras reía.- Las bodas me emocionan mucho, el amor es algo bellísimo, eso es todo.- Susurró mientras terminaba de usar el pañuelo y lo guardaba en su mano. Le dio un beso en la mejilla a modo de despedida, mirándole con cuidado. No se veía nervioso, pero seguro lo estaba. Cuando Sigrid llegó, también le dio un par de besos y le sonrió con complicidad.- Oh, él siempre se ve elegante, pero TÚ! Hermosa, preciosa, guapa... definitivamente. No les estorbo más, paso a sentarme, parece que serás el hombre más ocupado del día.- Rió, pues sabía que así sería. Se alejó un paso, nada más para encontrar a Altair. Iba a abrazarle y darle un par de besos, pero alguien le interceptó a la mitad. Una voz muy conocida y muy familiar. Le había visto pocas y lejanas veces durante la última semana, sobre todo en cosas que tenían que ver con la boda.

Recobró la compostura después del emotivo momento con Sayid y le sonrió un poco.- Por supuesto que sí, Teniente. ¿Por qué no nos apartamos un poco? No quiero bloquearla al novio a los invitados.- Rió dulcemente y comenzó a caminar alejándose un poco de las sillas y contrario al lado por el que entraban los invitados, pues estaba bastante más despejado. Cuando creyó estar a una distancia considerable, se giró hacia él con una sonrisa.- Debo decirle, Teniente, que estoy bastante decepcionada. No me informó de su cumpleaños, pero espero que el regalo haya sido suficiente.- Bromeó, riendo felizmente, llevándose las manos a las caderas.- Usted dirá. ¿Qué necesita esta bella mañana, Teniente?

A diferencia de Kyllian que tiraba de hilos mucho más poderosos, Mérida había ido a ver a Anteia que se le daban bien estas cosas. Recordaba que siempre se vestía muy mona y la rubia se había alegrado de verla. Le había encasquetado un vestido dorado porque decía que iba perfecto con su armonía de color y no sé qué que a Mérida pareció convencerle pero se dignó a ponerse unos botines bajo el vestido y no tacones porque, básicamente, no le apetecía.

Ese día en particular odió tener que levantarse temprano porque le daba náuseas. Mientras más temprano peor. Se quedó en la cama comiendo de a bocaditos una galletita salada mientras Kyllian ocupaba el baño. Sonrió al verlo salir en toalla y cuando se levantó para ir al baño acabó robándosela y dejandola en bolas antes de encerrarse ella misma. Se aseó, se perfumó y se acomodó el pelo con una pequeña corona de trenzas que le había enseñado su madre para quitarse el cabello de la cara. No solía hacérselo nunca porque se daba por vencida con su melena salvaje, pero aquella era una ocasión especial.  Aprovechó y se vistió con lo que le dio Anteia teniendo serios problemas para controlar su busto dentro de la tela del vestido y de los tirantes tan finitos, pero lo logró.

Al salir notó que Kyllian se le quedó mirando bastante más tiempo del normal y se rió un poco antes de irse a sus brazos -Venga, que llegamos tarde- Le dio un beso en los labios  para ver si así espabilaba. No iba a mentir, se sentía cómoda con los mimos de Kyllian. No sé quien le dijo a él que podían aparecerse pero se fueron CAMINANDO hacia la zona de la boda mientras Mérida se quejaba de que en la vasta libertad de sus senos, estos se bamboleaban peligrosamente cerca de la zona donde no había tela. Pero con los brazos apretaditos intentaba mantenerlos en su sitio, lo que era contraproducente para el sexo masculino porque su escote se hacía más profundo. Lo comprobó con los ojitos de Kyllian -Yo que sé…- Dijo mirando lo que le había escrito -Me lo dio Anteia así nada más. Por algo de que los colores iban bien con el clima cálido de … algo de una estación que tiene que ver con mi pelo- Indicó haciendo una mueca sin recordar nada de lo que le había dicho la rubia.

Notó demasiada atención cuando llegó y fue verdaderamente consiente de las miradas que atraía. Una sonrisa aquí, otra allá y ella acabó riéndose mientras miraba a Kyllian sacarse la chaqueta -Sí si…porque el clima y mi temperatura corporal es mi mayor problema- Le dijo mordiéndose el labio inferior mientras se ponía la chaqueta sin hacer mucha queja. Apreciaba que todo estuviera tan bonito y había un olor rico a flores en el ambiente. Lo que era una boda cara. Suspiró y luego miró a Kyllian de arriba abajo -¿Te dije que te ves guapo hoy? Así como…Interesante- Dijo alzando las cejas un par de veces antes de reírse cual cerdita y mirar alrededor buscando  a la gente de la Brigada.

Vestidazo PRESTADO: