Sanguis Ligno

Tras regresar a nuestro hogar junto a Alud con la intención de escuchar al Árbol Sagrado primero me dirigí a mis aposentos para cambiarme como debidamente era apropiado para tal tarea.  Las prendas para hablar con el Sanguis Ligno debían ser adecuadas, livianas y sin rastro de la guerra en ellas, nada meramente normal como solía vestir en el día a día, aquello era un momento especial y delicado.
Alud por su parte se quedó en su cuarto, disfrutando de su tiempo libre.
Cuando por fin estuve preparada para ello me dirigí al lugar.
El Árbol Sagrado se levantaba frente a mi como cada vez que había venido a escucharle o a ofrendarle algo especial y recibir a cambio su protección.
En mis manos sostenía una caja decorada con grabados que porté hasta llegar a las raíces del árbol.
-Ebrithil....Atra nosu waíse vardo fra eld hórnya...[Maestro, que no pueda oírnos nadie]
Susurré escuetamente antes de alzar la vista a sus frondosas ramas mecidas por el viento y golpeadas por la lluvia. Aquel líquido no conseguía tocar mi cuerpo gracias a la protección de la copa del árbol. En ese momento descalcé mis pies y subí a las recias raíces, caminando sobre ellas hasta alcanzar un pequeño claro de tierra entre ellas más próximo al tronco.
Cogí aire antes de agacharme para quedar de rodillas en el suelo. Siempre sentía un muy interiorizado nerviosismo cuando tenía que hablar con él, con ellos...con los ancestros. Presa del miedo por si sus deseos eran aquellos que más temía.
Deposité la caja con suavidad a mi lado y tras ello excavé la tierra con mis manos desnudas.
-Sanguis Ligno Vakna... [Despierta]
Abrí la caja sosteniendo en mi mano la daga que escondía en ella mientras mi mano libre escogía un mechón de mi cabello que corté sin mayor dificultad y deposité en la tierra. Volví a mirar a la copa del árbol antes de cortar la palma de mi mano y dejar caer gotas de sangre en el agujero de tierra para enterrar aquello justo después presionando mi mano en la tierra.
-Vakna waísu[Despierta, te escucho]
Solté la daga a un lado y deposité con cuidado la mano que no estaba en la tierra sobre la corteza del árbol. El viento se revolvió en el lugar y las nieblas de Ávalon inundaron el terreno hasta que escuché los susurors, de varios de ellos, pero sobre todo de uno.
Entrecerré mis ojos al escuchar el nombre sin comprender sus intenciones pero no podía juzgar los deseos del Sanguis Ligno.
-Nen ono weohnata... [Como desees]
Incliné mi cabeza en señal de respeto antes de , sin apenas despegar mis labios, susurrar un profundo agradecimiento. Volví a guardar la daga y retomé el camino de vuelta entre las raíces observando como la palma de mi mano cicatrizaba de nuevo. Calcé mis pies y abandoné el lugar Sagrado para informar a mi hermano debidamente.

opciones:

El miembro 'G. Pendragón' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado opciones' : 5

Después de semanas de preparación, unas que Shyvanna había considerado una maldita tortura había llegado el día de la boda. Todo era celebración, dentro del protocolo tranquilo y medieval, de los Pendragon. Sus hermanas, ataviadas a cada cual más hermosa, ayudaban a Shyvanna a vestirse. Por ese día, la abuela había hecho prometer a Lake que se callaría la boca. La rubia estaba, sinceramente, emocionada porque era un día que se centraba absolutamente en ella.

Y disfrutaría mucho escribiendo su nombre en la espalda de Aric. Demasiado. Las dagas ceremoniales esperaban en el Sanguis Lino y G se fue de la sala mucho antes que Lake y ella para terminar de prepararlo. Shyvanna miró a la pelirroja al espejo y tensó los labios -¿Y tú qué? ¿Crees que te casen con un Descendiente? Pídete a Giordano, debe dar unos meneos que te dejan coja hasta el día siguiente- Le guiñó el ojo dos veces mientras se bajaba el escote  del vestido para que se le viera mejor. Lake hizo un gesto de profunda irreverencia y Shyvanna se rió -Oh, venga ya. Contigo puedo hablar de eso, al menos no te pones colorada como G- Soltó pero entonces Darren interrumpió la amena conversación.

-¿Ya están todos listos?- Inquirió S y se acomodó un poco el cabello mientras Lake salía y se unía a Cedrid para precederlos, aunque por supuesto primero ingresaría Wthyr. Llevaba la melena dorada trabajada en largos tirabuzones, con una tiara de oro y rubíes que se había adjudicado de  la bóveda de toda la familia para señalar su rango aristocrático. Que Aric viera exactamente con quien se estaba casando. ¡Qué los vasallos vieran que una Pendragon estaba siendo entregada en matrimonio! ¡Qué afortunado el Lothbrock!  Llevaba también unos grandes aretes de oro pero además de eso no tenía nada más porque el vestido en sí, era suficiente: De tela roja como la sangre tenía un corte princesa y una falda grande  y voluminosa. Arriba, donde se encontraba el escote, tenía trabajado el torso en hilos y pedrería de oro así que todos los ojos estarían encima de la novia sólo para ser cegados por su belleza y brillo.

El día de la boda había llegado y yo me personé alli, junto con otros dragones, que descendimos en el vuelo y nos posamos en tierra.

Adopté mi forma élfica tras unos pasos, me sentía mucho más liviano así. Paseé mis reptilianos ojos por toda la congregación que había allí e hice una mueca de asquete.

Entraron primero Wthyr, despues Cedric y Lake. Al poco apareció Shyvanna, llevaba tanta joya preciosa encima que me daban ganas de robarle el vestido y llevármelo a una cueva. Es más! Seguro que algunos de esos rubíes eran de los de mi colección! Era un coleccionista empedernido, y ay como se les ocurriera no dejarlo todo en su sitio otra vez.

-SHYVANNA PENDRAGON!! - anuncié y a mi voz, que resonó poderosa y fuerte con su nombre, como el rugido del dragón que era, se unieron los rugidos de los dragones que habían venido conmigo, en un alarde de presentacion y bienvenida.

"Lleva... el bajo del vestido....totalmente asimétrico....."

Por fin llegó el día de la boda de Shyvanna, después de unos preparativos en los que casi todos los hermanos habían estado implicados. Por mi parte le hice un regalo bastante personal, pero no sabía si había decidido ponérselo encima o no. Quería que le diese suerte en la boda, porque no estaba demasiado convencido de aquella unión. Hicimos nuestra entrada de manera solemne y elegante, ataviados con nuestra mejores galas. Pieles, joyas, armas...todo un alarde de ostentación.
Nuestro puesto estaba en la fila delantera, muy cerca del altar donde se unirían los novios. Yo odiaba las bodas, me recordaban a mis intentos fallidos para mantener un matrimonio. Por eso permanecí serio y con la vista fija en el altar, mirando al novio con cara de pocos amigos. Más le valía hacerla feliz.

Goth Morgon anunció la llegada de Shyvanna con todo el poder que la situación requería, uniendo además el rugido de más dragones. Mi mirada se posó en ella mientras hacia su entrada triunfal, regia y hermosa. La seguí en su avance por el pasillo nupcial, sintiendo cierto orgullo de hermano mayor. Puede que a veces me irritase su forma de ser, tan excesiva, pero la sangre era la sangre. Yo podía decirle lo que fuese, pero no consentiría que alguien más lo hiciese. Ella estaba más unida a su mellizo, por eso sería él quien la entregase en el altar.

Finalmente, el día de la boda, que mi hermana llevaba anunciando por doquier, llegó. Gran parte de la familia se reuniría en Avalon para conmemorar el enlace, al que por supuesto estaban invitados los líderes de los vasallajes y los dragones. En lo que refería al hermano mellizo de Shyvanna estaba encantado de poder estar en su isla, disfrutar de su ambiente, pasear por sus estrechas callejuelas y perderse por ella, junto con Alwaid, que fue el que recordó que debía personarse en el evento.

Se perdió la recepción de los invitados porque, en ese momento, estaba camino de la alcoba donde sus hermanas se estaban retocando antes de salir. Para la desgracia del rubio, tuvo que ponerse el traje que compraron en Ourboros, con el que se sentía terriblemente incómodo. Los pantalones y la camisa blanca se le pegaban a la piel, la americana de tiraba de la sisa, el fajín le apretaba y los zapatos le estaban destrozando los pies. Decidió que aguantaría ese tormento el mínimo tiempo posible, y en cuanto pudiera se desvestiría y mandaría hacer arder esa ropa inhumana. Al llegar tocó la puerta con los nudillos y abrió, sin asomarse, para indicar que ya era la hora.

Tomó a su hermana por el brazo y salieron, precedidos por sus hermanos menores. Wthyr abría la marcha. Gwen dirigía la ceremonia, con los conocimientos que las sacerdotisas le habían infundado. La cerraban nuestros dragones, que se colocaron a ambos lados del pasillo al llegar a la zona donde Darren entregaría la mano de su hermana al vikingo que la tomaría por esposa. No pudo evitar lanzarle una mirada indiscreta, para estudiarle de arriba abajo. Ya podría hacerla feliz, o se las tendría que ver con él. Aric no le caía en gracia, y hasta hacía dos días no había conseguido decir su nombre correctamente. Para Darren era como que un ser externo, un plebeyo de poca monta, le arrebatase parte de él.

Estaba segura de que las sacerdotisas habían preparado los últimos detalles de la ceremonia tal y como les había indicado. Sin embargo, durante la espera previa a nuestra entrada pude sentir aquel nudo en el estómago en el que se traducían mis nervios. Miré hacia atrás por si veía asomarse a Shyvanna o a Darren antes de que el resto comenzásemos a caminar. No es que estuviese nerviosa por la ceremonia en sí, era sencilla y el peso de realizarla conforme a lo establecido caía sobre los contrayentes, tal vez estaba nerviosa por ella, por Shyvanna.
Tomamos el puesto que nos correspondía a cada uno y dediqué una mirada de reojo al pequeño altar que tenía a mi lado, comprobando que la caja de la daga ceremonial estuviese correctamente colocada. El resto de sacerdotisas en ese momento estaban presentando sus respetos al Sanguis Ligno, posando la mano sobre su corteza. Yo ya lo había hecho antes, ataviada como era debido y no con el vestido que la rubia había escogido para mi. No negaba que era bello, más no estaba acostumbrada al corte moderno de la tela y por los gestos de Lake a ella le parecía aún más incómodo que a mi.
Pero aquella era una de esas ocasiones en las que no podía negarle un capricho a mi hermana mayor. Si, tal vez por eso estaba nerviosa. Ahora se uniría al tal Lothbrok. Apenas le conocía pero ningún miembro de esa familia era de mi agrado, incluso las sacerdotisas tenían extrañas formas de realizar los rituales, bruscas y para nada elegantes. Temía que cambiase la forma tan especial de la rubia.
Dediqué una mirada a Wthyr que permanecía serio y con la vista clavada en el altar. Apreté mis labios con brevemente recordando nuestra conversación sobre sus matrimonios. Esperaba que mi hermana tuviese más suerte.
Goth se encargó de avisar de la entrada de la novia, así que mi mirada viajó hasta ella. Se me escapó una pequeña sonrisa al verla junto a Darren, se notaba que estaba disfrutando de aquel día. Sin embargo estiré mi cuero para corregir mi postura y volví a mostrarme seria y concentrada mientras caminaban hacia el Árbol Sagrado, que por cierto hoy...estaba muy silencioso.

La tradición dictaba que tenía que ayudar a preparar a Shyvanna para la ceremonia. "La tradición" era en realidad la abuela, que había metido mucho su cuchara para que aquel día se llevara a cabo. Había tenido que hacer muchos compromisos con ella, que le pidió encarecidamente que cerrara el pico y no diera su opinión en nada concerniente a la boda si no era para elegir colores o esas cosas que las chicas debían hacer femeninamente. Había tenido que aceptar para ahorrarse el sermón y porque no estaba dispuesta a gastarse la vida negándole cosas a la abuela. Tuvo que terminar de preparar a S sola, pues G aún tenía que acomodarse para la ceremonia. Arqueó una ceja mientras escuchaba la pregunta de la rubia, mordiéndose la lengua al tiempo que le acomodaba los rizos del cabello. Si el vestido fuera de corset la habría dejado bastante apretada después de esa pregunta.- Las calladas son las peores...- Murmuró. Al menos estaban de acuerdo en aquello, pero tampoco era que le importara.

Se quitó la capa antes de iniciar con la procesión. Iba detrás de sus hermanos mayores, excepto Darren, porque aunque habían pretendido que todo fuera muy tradicional, no estaba resultando así la boda. Casi sentía pena por su pobre hermana. Hasta ahora el único casado había sido Wthyr, con dos "tragedias" de por medio, pero Shyvanna casándose con los vasallos para afianzar la alianza le sentaba mal. Era casi como casarla con los perros. Y aquellos eran justo los comentarios que tenía que guardarse para evitarse los sermones... Si le hubieran preguntado a ella, quizás la habría casado con un dragón negro. A ver si así conseguía sus buenos "meneos". Al menos le gustaban las bodas. La ceremonia era bastante peculiar, había sangre y le gustaba ver sufrir al novio en la miseria mientras contemplaba un atizbo de lo que sería su vida. Se colocó en su espacio al frente en las filas cercanas al altar. Le hubiera gustado criticar cosas con Goth, pero tenía que quedarse callada. Al menos habría sangre...

Tal como había soñado, todo iba perfecto. Caminaba hacia el altar ante la atenta mirada no sólo de su familia, de sus vasallos sino de sus dragones. El rugido de Goth le llevó al alma y Shyvanna alzó el mentón mientras se cogía del brazo de Darren y caminaba al ritmo de la música. Sentía la admiración, sentía el asombro y por supuesto también la envidia porque era muy consciente de que nadie nunca alcanzaría su nivel de belleza. Excepto sus hermanas, por supuesto.

Llegó hasta Aric con una sonrisa de clara superioridad, estaba atenta a su rostro que se mantenía sereno. Sintió el apretó en su mano y sonrió de lado, apretándosela de vuelta. Menudo meneo iba a tener aquella noche. Iba a vengarse por esos quince días de cuarentena y baños de sangre y purificación. Cuando la música cesó una de sus primas le alcanzó la caja y Shyvanna cogió la daga ceremonial. Sentía cierto placer al hacer aquello, un placer retorcido por supuesto y al mismo tiempo una unión profunda. Las otras primas, del lado Lothbrock, sacaron la parte superior del traje de Aric y Shyvanna caminó con elegancia hasta ponerse detrás de él.

Se inclinó hacia él y le susurró al oído -Dolerá. Si lloras, te mato- Él le respondió alguna sandez y Shyvanna se rió, pero pronto clavó la daga en la fornida espalda de Aric y trazó una S profunda. Siguió con la H y la Y, la sangre empezaba a correr por su espalda bastante profusa porque Shyvanna no se había cortado un pelo y había clavado profundamente la daga. Siguió con la V y tan concentrada estaba en su trabajo que no se dio cuenta de que la sangre que caía al piso era absorbida. Había iniciado la letra A cuando el suelo vibró. Aquello le extrañó porque nunca había sucedido. Terminó el trazo de la letra pero entonces el suelo vibró mucho y alrededor de Aric empezaron a abrirse grietas que hicieron que su futuro esposo se levantara.

-Cuidado- Avisó Shyvanna, cogiéndole del antebrazo y se giró a mirar a G como pidiéndole explicaciones, pero cuando volvió la vista hacia Aric sucedió lo más espantoso que había visto en su vida. El Sanguis Ligno se cobraba la vida de su prometido, atrapándolo entre sus raíces hasta retorcerlo con fuerza y partirlo en pedazos. La sangre la bañó de pies a cabeza y mientras el árbol volvía hacia su forma natural y tragaba el cuerpo de Aric con él, Shyvanna soltó el antebrazo de su difunto prometido y la daga ceremonial mientras se giraba hacia Wthyr y luego hacia Darren. Boqueó, estupefacta, tratando de buscar una explicación pero no la halló en ninguno de sus hermanos y tampoco en su abuela. Artamir fue el primero en moverse para acercarse a ella, pero antes de que la tocara, la rubia desapareció.

Conocía a la perfección todo el protocolo de la ceremonia, cada paso, cada palabra. Incluso la música que acompañaba a la entrada de los novios después de que el cortejo nupcial hubiese hecho su entrada. Era casi como poder verme a mí mismo recorriendo ese camino con las que fueron mis esposas por tan poco tiempo. Aquellos recuerdos eran amargos, y no hacían más que reafirmar mi obsesión sobre la maldición que pesaba sobre mí. Dos esposas, dos hijos. Demasiada casualidad. Tal vez había hecho algo que había disgustado al árbol de nuestros ancestros.

Pasé algunos segundos más perdido en mis propios pensamientos, y para cuando salí de ellos ya estaba iniciando la ceremonia con la daga. El largo nombre de Shyvanna haría padecer un poco al Lothbrok, y eso me pareció perfecto. El líder de ese linaje vasallo carecía de la garra y el empuje de sus predecesores, tal vez con Shyvanna ganase un poco en capacidad de comunicación y liderazgo. Eché un vistazo al resto de hermanos mientras Shyvanna seguía haciendo letras, tratando de evaluar qué opinaban de aquella unión. De Darren creía saberlo, y del resto no tenía ni idea. Sentí un leve temblor proveniente del árbol, lo cual me llamó la atención. En mis bodas no había sucedido aquello. Lo que sucedió después fue completamente inesperado. El árbol reaccionó contra el prometido de Shyvanna de una manera brutal, destrozándolo con tal violencia que la sangre le salpicó y manchó su vestido de novia. Se escucharon varios gritos ahogados y algunos otros desgarradores ante tal escena, y todo el mundo comenzó a moverse de su sitio. Yo mismo fui rápidamente hacia Shyvanna para intentar ponerla a salvo, pero ella se desapareció antes. Debía estar en shock.

El árbol pareció quedarse en paz tras aquello, pero no pude evitar sentir una especie de escalofrío al pensar qué pasaría si decidía reclamarnos a nosotros, como sucedió con nuestros padres. O qué pasaría si no conseguíamos cumplir con el designio de "Catherine Pendragon". - No era digno. - espeté con dureza al girarme a mis hermanos, a la abuela y a Goth, ordenando después a la guardia que la buscasen. - Tenemos que encontrarla. No puede ir por Ouroboros en ese estado. - de eso nos encargaríamos también nosotros, sobrevolando la isla con los dragones. Tras eso me dirigí a los Lothbrok, que habían quedado impactados ante tal suceso. Tampoco iban a llorar, en su sociedad se sustituía rápidamente a un líder cuando éste moría.

- Los designios del árbol se rigen por magia mucho más poderosa que la que ninguno de los presentes poseemos. Todo sucede por algo. Es el momento de buscar un nuevo líder en vuestro linaje.

La ceremonia estaba trascurriendo según lo esperado, a pesar de las reticencias individuales de que se celebrara tal enlace. Darren acompañó a su hermana al altar y se retiró a un lado, como testigo del enlace. Al otro lado, estaba el vikingo y su testigo, que le quería sonar de alguna reunión táctica con todas las facciones. Shyvanna parecía estar disfrutando con cada momento de la celebración, seguramente por sentirse el centro de atención de la misma, captando todas las miradas de los presentes. Era evidente, sangre de Pendragon siempre llama la atención.

El ritual no le llamó la atención más del debido puesto que ya lo conocía. Pero eso no pudo evitar sentir esa sensación de incomodidad por el espectáculo. Los designios del libro eran prácticamente incuestionables y, sencillamente, se realizaban sin mayor cuestionamiento. Lo que estaba por acontecer era algo que no lo esperaba nadie, o no de esa forma tan gráfica. Darren tuvo que perder la posición de rictus para poder ganar más espacio y no perder el equilibrio. Desde su punto de vista pudo ver, a la perfección cómo el árbol decidía desmembrar al vikingo, salpicando a todos los que estuvieran alrededor. La camisa dejó de ser blanca para pasar al rojo debido a la proximidad. El árbol pedía un sacrificio y se lo acababa de cobrar. Una pena, era un buen soldado. Ayudó a sus hermanas a no caer, mirando a Lake con cierta complicidad pues ellos lo habían vaticinado durante las compras, y hasta tuvo que suprimir una sonrisa, pues no era protocolaria. Mantuvo el gesto sereno, impasible. Shyvanna se había convertido en la esposada más breve de toda la familia Pendragon... -¿Seguimos hablando de cosas “alegres”?- Preguntó a su hermana pequeña, la que pedía que se hablaran de cosas no tan lúgubres en el mercado de Ouroboros.

Darren se incorporó para ir hacia su hermana, pero esta se desapareció antes, siquiera, que pudiera llegar su dragón. Alwaid salió en su apoyo, lo tomó por la cintura y los dragones salieron de allí. Darren miró a su hermano mayor, asintió y se desapareció, siguiendo el rastro de la sangre del vikingo que su hermana, y él, estaba llevando en sus ropajes.

Todo muy normal hasta el momento del arbol despedazando a Aric. No me impresiona el gore, ni la sangre, ni mucho menos la muerte o la crueldad, son cosas que he practicado a menudo y con diversos resultados. Tampoco me importaba Lothbrok ni su clan. Lo de Shyvanna era otra cosa.

Miré al arbol entrecerrando mis dorados ojos de pupila alargada. El Sanguis Ligno. El "dios" de la casa. Bueno. Mejor que reclamase al prometido a la propia Pendragon.

Mantuvimos la calma. Shyvanna no, ella se dio el piro. Wthyr puso orden, como se esperaba de él. Me destaqué de mi puesto entre los dragones y fui hacia el, puse una mano en su hombro y al quedar a su lado, le susurré en voz baja.
- Si el clan da problemas, avísame. Llevo días haciendo una dieta de ayuno y...ya sabes.

"podria comerme algunos"

Tras esto fui hacia donde estaba su abuela, lanzandole una significativa mirada a la anciana mujer. Yo me quedaría ahi a controlar los animos de ser necesario, junto con los dragones, hasta que se dispersaran los clanes.

Observaba el trabajo de las sacerdotisas comprobando que lo hicieran tal y como debía ser. La verdad, resultaba bastante frustrante no poder hacerlo yo misma, pero ese no era mi papel hoy. Volví a posar la vista en Shyvanna que ahora tomaba la daga en sus manos. El vikingo aguantaba bien el dolor a pesar de que mi hermana parecía estar ensañándose más de la cuenta. En mi expresión se notó que aquel primer temblor no era algo normal, mi vista se clavó en la copa del árbol instantáneamente.
Parecía tener un color más vibrante del que solía mostrar cuando simplemente escuchaba. Entrecerré los ojos preguntándome que trataba de decirnos segundos antes de que el suelo volviese a temblar, esta vez mucho más fuerte. Di algún paso para estabilizarme y no caer al suelo mientras trataba de buscar a mi hermana con la mirada.Para cuando lo logré el novio ya estaba destrozado.
Observé con estupefacción como se lo tragaba, capté la mirada de mi hermana y negué sin poder darle una explicación. Avancé un paso a su encuentro para consolarla pero ella se marchó buscando a nuestros hermanos. Saltándome el protocolo me acerqué hasta la raíz más cercana posando mi mano.
--E.... ebrithil....Atra nosu waíse vardo fra eld hórnya[Maestro, que no pueda oírnos nadie]-Thorta du ilumëo[dí la verdad]-Solté atropelladamente esperando alguna respuesta pero no se produjo. Miré a las sacerdotisas que parecían tan confundidas como yo. Aquello no era normal, por lo general el Sanguis Ligno nos comunicaba su deseo de sangre a nosotras, no actuaba por su cuenta en salvadas ocasiones. Apreté los labios abandonando la raíz para buscar a mis hermanos que ya estaban hablando sobre buscar a Shyvanna. Busqué alrededor sin encontrarla, debía haberse marchado. Era lógico.
Lancé una mirada reprobatoria a Darren, no era momento para burlarse. Cogí aire cuando se desapareció y tras aquello yo misma lo hice también, tampoco era buen momento para dejar a Shyvanna sola.

En su mirada se notaba apenas una probada del profundo desprecio que sentía por aquella celebración y, sin embargo, se mantenía airosa pues respetaba el lugar, respetaba al árbol y sobre todo respetaba a los dragones, que a su parecer deberían ser los únicos en el lugar. Los clanes no le suponían ningún beneficio con su presencia.

Para cuando la Y estaba siendo tallada en la espalda del moreno, ya tenía una sonrisa ladina que no intentaba ocultar. De alguna manera le gustaba la energía que tenía su hermana en aquel momento, porque parecía estarlo disfrutando, estar abrazando aquel lado sádico que sabía que tenía. Por un momento casi sintió aprecio por ella mientras liberaba su sed de sangre. Entonces, aquella primera vibración ocurrió. Su sonrisa se deshizo mientras levandaba el rostro hacia Gwen. No recordaba nada similar de las bodas de Wthyr, sobre todo cuando unos instantes después, el suelo comenzó a agrietarse y abrirse. Por su parte, se alejó un par de pasos hacia atrás. No tenía planes aquel día para ser tragada por un hoyo inmenso en el suelo. Por primera vez en el día, tuvo interés en la celebración. Inclusó alzó las cejas al ver como partían en dos al guerrero, ante los ojos de su hermana. Parecía que el árbol había tenido el mismo pensamiento que ella cuando desaprobó al muchacho. El árbol tampoco lo creía digno. Justo como Wthyr lo puso en palabras. Cuando Shyvanna se desapareció y el revuelo se armó, volvió a mirar a Gwen, aunque ya no con la curiosidad con que lo había hecho antes. En última instancia, se acercó hasta donde la ceremonia había tomado lugar. La sangre se había charco alrededor de las raíces del árbol y la pisó con cuidado, como quien se asegura de la profundidad de un charco antes de desvanecerse en él del todo. Una nueva sonrisa apareció en su rostro, y cuando tuvo suficiente de todo, desapareció del lugar, sin dejar rastro de su presencia en aquel sitio.

El comentario susurrado de Goth fue claro. Habría que dar un escarmiento a los Lothbrok si olvidaban su lugar, si incumplían el juramento de vasallaje montando una revuelta por lo que acababa de suceder. El Sanguis Ligno y sus poderes estaban por encima de ellos, y tenían que asumir su maldito lugar en nuestra historia.  - Por supuesto, se enviará una advertencia clara si no se mantienen en su sitio. - respondí al dragón rojo por lo bajo antes de que se marchase. Después seguí con la mirada al resto de mis hermanos, que se fueron en busca de Shyvanna. Estaría traumada, por supuesto. Había que localizarla por si cometía alguna locura.

Poco a poco fueron calmándose los ánimos y todos fueron dispersándose. El Sanguis Ligno quedó de nuevo a solas, silencioso como si no hubiese reventado a un ser minutos atrás. El árbol sagrado potenciaba nuestra magia, sus antepasados eran parte de nosotros. Sus designios podían parecer crueles e incomprensibles muchas veces, y eso provocaba dudas que no debían ser manifestadas. No entendía para qué quería al maldito linaje bastardo Le Fay. Ella sólo era una cría engreída que había escogido a un mago plebeyo. ¿Qué interés podía tener el árbol en hacerla "Pendragon"? ¿cómo lo hacíamos?

Medité frente al árbol algunos segundos más, pero a mí no me habló. Tal vez fuese otra maldición, o parte de lo mismo. Generalmente se comunicaba con Gwen. Nuestra hermana menor era la más conectada, por eso a veces pensaba que la quería a ella como heredera del linaje. Me di media vuelta un tanto molesto con el Sanguis, pero no por lo que le había hecho al Lothbrok. Eso me daba bastante igual porque tampoco era una gran pérdida.

Tras el incidente permanecí en Ávalon para controlar la situación, pero al final no pasó nada. Simplemente nombraron al siguiente del linaje, había miembros para aburrir. En cuanto pude me marché de Ávalon para regresar a Ouroboros, donde por fin tuvimos noticias de Shyvanna.

No tardé demasiado en llegar a Ávalon a pesar de que Alud no me acompañó en esta ocasión. Una desaparición rápida hasta las puertas de la isla que gracias a la sangre me transportarían hasta ella. Aquello no duró mas de un par de minutos, creía que sería suficiente para no atraer la presencia de las máquinas y aunque lo hiciese no tendrían manera de llegar a la isla.
Caminé con premura a mi cuarto dispuesta a cambiar mi atuendo por las propias para hablar con el sagrado Árbol, las telas de color blanco en esta ocasión eran suaves y delicadas. totalmente adecuadas para aquel momento de conexión.
Al salir de mis aposentos y tomar camino hacia el Sanguis Ligno, dispuesta a acortar el camino pasando por el templo, me crucé con varias personas. Ávalon aún gozaba de vida, en aquel momento por mi mente cruzó la idea de que los Descendientes tal vez no imaginaban que las personas que habíamos cruzado el portal hasta la isla no éramos la totalidad de la población. Pero lo sabrían, en cuanto votasen. Porque estaba claro que votarían no.
A las puertas del templo paré mis pasos al encontrar a mi abuela que pacientemente parecía haber estado esperando mi llegada. Apreté mis labios ligeramente disconforme con aquello, no quería demorar mi visita. Corregí mi postura antes de saludarle con una leve inclinación y busqué sus ojos.
-Hablemos.- Sentenció con seriedad antes de tomar camino hacia otras salas del lugar. Cogí aire disimuladamente mientras observaba su caminar. Debería ser Wthyr quien informase de sus decisiones tan poco acertadas. Seguí sus pasos ante la mirada de los allí presentes y acabamos en uno de los despachos de la planta baja, el que pertenecía a Goth, ella solía utilizarlo a menudo.
Informé tal y como ella ordenó, con todo lujo de detalles así como expliqué la razón de mi presencia en Ávalon, hablar con el Sanguis Ligno , estaba segura de que el árbol no permitiría aquellas uniones. La abuela apenas habló. Conmigo no cruzaba demasiadas palabras, prefería comunicarse a través de juzgosas miradas y gestos.
-El Descendiente de Pendragon ha hablado pero parece que ninguno de sus hermanos quiere seguir sus órdenes- Me observaba, desde la silla del escritorio mientras yo permanecía en pie con mis manos prudentemente entrelazadas sobre mi regazo. Bajé la mirada, no bastaban más palabras para saber que estaba terriblemente molesta por no apoyar la decisión de Wthyr.-No tienes que buscar la manera de librar a nadie de dichos compromisos. Lake es fuerte y un matrimonio no implica que deje de ser ella misma y hacer lo que desee. Además un matrimonio puede ser breve. -Alzó la copa que se había servido y desvió la mirada-Y tu hermana mayor sabe bien tratar a los hombres. Que Lothbrok tenga su Holmgang y satisfaga su estúpido ego masculino. Me encargaré de que el siguiente Descendiente sea una mujer, dan muchos menos problemas.
Al parecer, hoy si estaba bastante habladora. Alcé la vista asintiendo con seriedad aunque la preocupación se reflejaba en mis ojos. Aún, por loco que pudiese sonar, tenía la esperanza de conseguir aquellos votos afirmativos por parte del consejo y eso no lo conseguiríamos si nuestros vasallos o mi misma hermana terminaba con alguno de sus miembros.
-Eres diabólicamente inteligente y no tienes miedo de ensuciarte las manos. Sabes que necesitas luchar por lo que tu y los tuyos merecen y estás dispuesta a ir al infierno y volver por tus seres queridos.-Mi entrecejo se frunció sin comprender aquello.-No te olvides de quienes son los tuyos.-Terminó mientras agitaba su mano, despachándome sin dejar que pronunciase palabra. Una nueva inclinación y abandoné la sala dirigiéndome por fin a aquella charla pospuesta.
Mi abuela era esa clase de personas, las que saben lo que piensas, tus intenciones y aquello siempre me había preocupado. Por fin alcancé los pies del árbol tras recoger la caja grabada que siempre debía portar en aquellas ocasiones.
--Ebrithil....Atra nosu waíse vardo fra eld hórnya...[Maestro, que no pueda oírnos nadie]
Susurré con premura saludando al Árbol sagrado. Descalcé mis pies y me dispuse a caminar entre sus raices antes de arrodillarme en el suelo. La caja a mi lado y mis manos escarbaron la tierra frente a mi.--Sanguis Ligno Vakna... [Despierta]-Recogí la daga de la caja cortando un pedazo de mi cabello que deposité en el agujero, cortando después la palma de mi mano para regar aquello con la sangre y después comenzar a enterrarlo.--Vakna waísu[Despierta, te escucho]
Y tras ello posé ambas manos sobre el árbol, sintiendo su rasposa corteza. El viento sopló con fuerza y escuché las voces de Ávalon. Yo también hablé en susurros casi inperceptibles intentando comunicar mis dudas. Las voces, todas ellas seguían hablando, ninguna sobresalía sobre las demás y la conversación duró más de lo previsto. Nunca solía demorar más de unos minutos pero esta vez no me separé del árbol en más de media hora.
--Nen ono weohnata... [Como desees]-Terminé por decir inclinando mi cabeza con respeto y susurrando tras ello el agradecimiento pertinente a las palabras escuchadas. Recogí todo aquello abandonando el jardín del Sagrado Árbol con un claro gesto de disgusto. Al parecer estaban de acuerdo con Wthyr.
Dejé la caja ritual con la daga en eltemplo y sin cambiarme volví a poner camino a casa.

Había ignorado el castillo porque eso seguro implicaba ver a los Pendragon directamente y no le apetecía. No aún. El paseo que se había dado por la isla le había ayudado mucho a saber cómo se encontraban y qué habían construido en el exilio. Había fidelidad, respeto y sospechaba que miedo al linaje.

El maldito árbol del que ellos hablaban y que traía con nervios a medio Consejo se levantaba ante ella. Era siniestro, pero sólo porque Catherine sabía lo que hacía. Podía sentir la magia que brotaba de él, o de las sacerdotisas que estaban atendiéndolo de forma tan vehemente. No sabía bien de quien era. Era gigante. Apretó un poco los labios porque quería examinarlo de cerca pero había demasiada gente alrededor.

Apoyó con suavidad el báculo en el piso y lo giró lentamente, su magia actuó como lo que era…Una ilusión. De pronto, el árbol empezó a cobrar vida y sus ramas y raíces empezaron a moverse perezosamente como un coloso que despierta de un largo sueño. El temblor en el piso fue parte de la ilusión, e incluso alguna grieta aquí y allá, porque para tan vasto tamaño sospechaba que las raíces podían llegar a cualquier lado de la isla. Los gritos fueron música para sus oídos hasta que se callaron finalmente.

Mantuvo la ilusión activa mientras se encaminaba hacia el árbol con curiosidad. Wthyr le había dicho que no sabrían si podía comunicarse con sus antepasados pero Catherine no estaba segura de querer experimentarlo y, de querer, no saber hacerlo. Así que simplemente se dedicó a caminar alrededor ocultando su presencia en la mismísima ilusión para que nadie la molestara. Aunque no era consciente de que, teniendo una herida abierta, podría ser que percibieran la pérdida de sangre.

De un momento a otro, la tranquilidad habitual de Ávalon se vio perturbada por el propio Sanguis Ligno. Según los relatos, el árbol había cobrado vida de nuevo y buscaba la misma sangre que antes ya había tomado. Sus raíces habían salido a la superficie y el suelo se había resquebrajado frente de los ojos de quienes ahí se encontraban. Normalmente, el asunto no le correspondería de no ser porque su querida hermana, la aburrida, la pura, la buenita, no se encontraba en ese momento en Ávalon. Dejó entonces de escuchar los relatos, porque cada uno era más fantasioso que el siguiente, pero respetaba al árbol lo suficiente como para irse con precaución. Al final, decidió acercarse sola a aquel lugar, solo para encontrarse el lugar vacío, como casi nunca estaba.

Mientras caminaba con pasos firmes y lentos por entre las espadas, tocó un par que eran sus favoritas desde pequeña y las dejó atrás sin perder de vista el objetivo. De un momento a otro, un quejido de su dragón la alertó de lo evidente y una sonrisa ladina casi imperceptible se instaló en su rostro. Relajó las facciones para parecer más indefensa de lo que realmente iba, casi inocente, llegando hasta el árbol tras una larga caminata. No lo tocaría, no era el tipo de conexión que tenía con él. Solo acercó la mano al tronco para sentir un poco de su energía y llenarse con ella. Miró entonces atrás, confirmando con su dragón la presencia de alguien, aunque no pudo saber quien. La vista desde aquel espacio siempre le había gustado. En parte, envidiaba a Gwen porque aquel sería el sitio perfecto para una conquistadora, con las espadas de sus enemigos clavadas alrededor de su trono. Pero aquello era mucho más.- Te ocultas de la energía que puede encontrarte en cualquier rincón del universo.

En efecto, el aura mágica venia del árbol. Podía percibirla a su alrededor y mientras más cerca estaba, más fuerte se sentía. ¿Los espíritus hablarían sólo si se acercaba a tocarlo? No estaba segura de hacerlo, además le daba cierto repelus la presencia de aquellas espadas. Si aquel árbol se alimentaba de sangre…¿Todas esas espadas habían dado su vida para construirlo? ¿Era un árbol …real? ¿Hacía fotosíntesis? ...Si la arrancaba una muestra podría llevársela a Sofía para que lo analizara, o eso creía… Pero algo le decía que…

Que no quería conocer el árbol despierto.

Apretó con fuerza el pañuelo en su mano ensangrentada, dándose cuenta de que estaba quizás demasiado mojado. Comenzó a caminar entre las raíces cuando captó la vista de una cabellera pelirroja. La ignoró y siguió avanzando haciendo caso omiso a la ilusión de movimiento del árbol lo que la hizo fruncir el ceño. Quizás si la golpeaba… No. Eso estaría mal visto. Ingresar en su territorio y atacar, eso provocaría la guerra antes de que acabara siquiera de parpadear.

Poco a poco, después de que tocara el árbol, éste se tranquilizó como si sólo hubiese estado esperando la presencia de un Pendragon. ¿Esa era Lake? ¿La psicópata que había mencionado Markus? No recordaba haberla visto en el palco el día del combate. Entonces…Estaba contenida o escondida en Avalon ¿Cuál de las dos opciones? Escuchó sus palabras y supo que había reconocido su presencia  lo que la hizo sonreír de lado pero no por ello deshizo la ilusión. Caminó lentamente, alejándose del árbol, para verla. Tenía rasgos distintos a sus hermanos. ¿El ultimo hombre también era pelirrojo? ¿Cómo se llamaba?

Se cruzó de brazos, evaluando si interactuar directamente o no. Para ser sincera no le apetecía en lo absoluto. Observó al dragón y luego de nuevo a Lake. Catherine movió suavemente el bastón y un viento ilusiorio acarició el cabello de la pelirroja. Un susurro, cual cántico en la ráfaga, llegó a sus oídos -Encuéntrame- Le retó en una voz gruesa y masculina, baja. Muy baja. ¿Hasta dónde llegaba la magia de los Pendragon? ¿Podría realmente encontrarla?