Pisito de Jo Patterson

- Claaro...eres tú el del dibujo, cómo no me había dado cuenta antes. - respondí con tono irónico dando a entender lo contrario. Por suerte la niña pensó que lo decía en serio y que el dibujo le había quedado bien. Tampoco estaba tan mal para una cría de...¿cuatro años? tampoco sabía a ciencia cierta cuántos años tenía. Me fijé en el gesto de Sirius guardándose el dibujo, cayendo en la cuenta de que los dibujos o las pinturas eran el único modo en el que él podía verse. Ni espejos, ni fotos. Debía ser muy rara esa sensación. La chiquilla se puso bastante contenta con eso de que se quedase su dibujo, corriendo después para contarle al ruso que andaba por ahí haciendo no sé qué cosa. Mi padre me apartó a un lado, y antes de que me dijese nada  ya pensé que iba a regañarme.

- ¿Te vas tan pronto? Creí que te quedarías un rato. - repliqué con un leve tono de decepción porque apenas había sido muy poco rato.  - Bueno...igualmente, me alegro de verte. Sobre todo de saber que ya estás recuperado como para irte por ahí de aventura.  - me quedé un poco serio cuando me recordó lo jodido que había estado yo en tan poco tiempo, acabando por asentir como queriendo decir que le haría caso y me lo tomaría en serio. Después de todo acababa de salir del hospital y debía ir poco a poco. - De acuerdo. A las dos cosas. - me referí a lo de descansar y a lo de despedirme de los demás.  - Nos vemos pronto, padre.- me quedé unos segundos mirando al lugar en el que Sirius se desvaneció en sombras, suspirando antes de moverme de allí. Luego fui a buscar a mi sobrina, todavía teníamos que darle los regalos. La pequeña estaba haciendo otro dibujo, esta vez de Yaroslav, que andaba recogiendo el desastre de colores que había por el suelo. Le hice un gesto desde la puerta del cuarto para que se acercase, y ella acudió enseguida.

 - Vamos abajo, Nyara. Te hemos traído un regalo de Navidad. - ella me miró con curiosidad mientras me seguía escaleras abajo, preguntando si quería que luego me hiciese otro dibujo como regalo. Por algún motivo me gustó que me lo preguntase, era como si me tuviese en cuenta. - Uhmm...vale. Que sea como el del abuelo.  - llegamos al comedor, cada vez más vacío aunque igualmente ruidoso por el ruso cantor. Fui hacia el sofá donde habíamos dejado el paquete de Nya, cogiéndolo para ir hacia donde estaba Juliet y así entregárselo los dos. La niña sonrió emocionada mientras abría el paquete, encontrando un montón de dulces en la caja y varios juguetes de figurillas de animales mágicos, como unicornios, pegasos, fénix...  - ¿Te gusta? - me agaché a su altura con una leve sonrisa, advirtiéndole de que no se comiese todos los dulces de una. Ella asintió un par de veces y dijo un gracias con media sonrisilla antes de correr a enseñarle las cosas a su madre. - Josephine, nosotros nos vamos a ir ya a descansar, ha sido un día largo. Sirius se acaba de marchar también, me pidió que me despidiese de vosotros de su parte. Gracias por la invitación, estaba todo muy bueno. - y más que nos habría estado si no viniésemos ya cebados de antes. Dicho esto tomé a Juliet de la mano, usando la piedra de los portales para marcharnos de allí los dos.

Seguí a lo mío un rato más, desgañitándome y dándole caña al cancionero ruso bolchevique judeomasónico comunista. Acompañaba el ritmo pasando un tenedor por el dibujo de la botella de anís que había pillado de la mesa, berreando cada vez más para ver si se unía alguien. Nada, eran unos sosos. Además, unos y otros empezaron a irse de allí.

- Bah, pues nada. Seguirré la fiesta en otro lado. - subí escaleras arriba a buscar a Yaroslav, encontrándolo recogiendo cosas que había tirado Nyara por el suelo. - ¿Perro qué haces? que lo recoja ella y aprrenda, no hay que darles todo hecho. Es como si yo recogiese todo lo que tira mi tortuga Anyanka perra del mal. ¡Hay que educarles mejor!- tiré de su brazo para llevarlo escaleras abajo, contándole que nadie se unía a la fiesta y además se estaban yendo. Le propuse ir a otro lado, a seguir un rato más festejando en hermandad por nuestra cuenta. Ya veríamos dónde acabábamos la noche.

- ¡JOSEPHINE! ¡grracias por la cena! ¡todo muy bien! ¡Nosotrros nos vamos de fiesta a un rato! - me despedí de ella, de Nyara y de Victorya, que eran las pocas personas que quedaban. A Johan ni caso. Después agarré a Yaros por el hombro, desapareciéndome de allí con él.

Justin se rajó y prefirió no hacer prácticas en la casa, marchándose de allí antes de tiempo. No estuve por la labor de explicarle a Reiv lo que había pasado en la isla porque no quería que se apuntase a la siguiente misión, debía terminar de recuperarse y no iba a darle tiempo de aquí a unos días. Sí que eché un vistazo a la foto que mostró Reiv, pensando que quería una allí con Nyara. Con la cena ya terminada empezó la cansina canción rusa de Thoren, que probablemente motivó que la mayoría empezase a huir de allí. Mi padre, Yaros y la niña se fueron para arriba, y Reiv al poco rato también. La cena parecía que no iba a dar ya mucho más de sí, sobre todo cuando al poco rato bajó de nuevo mi hermano para avisar que Sirius se había ido. Qué escurridizo, siempre se escapaba sin decir casi nada. La pareja se marchó tras darle el regalo a Nya, lo cual me pareció un detalle por su parte. Los rusos también se piraron, de fiesta según ellos.

Al final nos quedamos solos Josephine, Victorya, Nyara y yo. Por un momento se hizo un silencio un tanto incómodo por la situación, la cena no había ido mal pero tampoco había fluido demasiado la cosa. Decidí que lo mejor sería levantar la sesión, así que empecé a recoger la mesa para colaborar en eso de dejarlo todo en orden. Tras eso usé la piedra de los portales para que Victorya se pudiese marchar a su habitación en el edificio de refugiados. Yo pedí a Jo quedarme a dormir con Nyara, no quería perderme el momento de la mañana cuando abriese los regalos. Bastantes cosas de ella me había perdido ya. Cuando dejamos todo listo subí a cambiar a Nyara para ponerle el pijama, jugando con ella un rato hasta que se quedó dormida. A la mañana siguiente desperté en el sofá del salón, estando así presente cuando la cría bajó al árbol para desenvolver algunos paquetes de regalos. Me alegré mucho de haber tomado la decisión de quedarme esa noche, aprovechando después la mañana para irnos a jugar al parque mientras su madre se iba al hospital a trabajar.

Después de pasar gran parte de la tarde con el diseño de algunas zonas del hospital que faltaban y la revisión de las máquinas, Arleen había pasado a por pastas para ir a tomar el té con Jo y Nyara. O incluso también Yaroslav y su hermano, los otros dos rusos a quienes había conocido porque se los había encontrado en casa de Jo. Acudía allí porque era una forma de distenderse y era un lugar en el que podía hablar sin ser juzgada…Con ella nunca se sentía así.

Por ende, viajó en su alfombra porque aún no se sentía cómoda apareciendo y la enrolló, maniobrando con ella y la caja de galletas. Al llegar a la puerta tocó con suavidad y movió la cabeza para reacomodar sus rizos caoba y que no le molestaran en la cara. Le apetecía un té inglés, algo normal y también una botella de vino. Lo que sea que le sirviera Jo iba a estar bien.

El caos en tierra por fin parecía haber terminado aunque yo había decidido quedarme en Ouroboros para mayor seguridad de Nya. La verdad que ni había consultado a Johan era una decisión que había tomado por mi misma y me daba bastante igual lo que pensase.

Si bien pasaba la mayor parte de tiempo fuera de la isla, el moreno subía a Ouroboros para ver a la niña de cuando en cuando. No podía quejarme en ese aspecto, parecía que se le daba bien porque Nya no paraba de hablar de lo que habían hecho el día que pasaba con él, aunque es verdad que en ocasiones tenía algo de confusión entre su padre y su tío Yaros.

Por mi parte la rutina diaria era agradable, a decir verdad agradecía aquella especie de serenidad. Aunque cuando Arleen me ofreció colaborar en el proyecto del hospital en tierra no pude negarme. Al fin y al cabo estaba acostumbrada a tratar a pacientes mágicos y no mágicos gracias a mis años en las bases de la resistencia.

Estaba recolocando los armarios de ingredientes, clasificando y tirando lo que ya no servía, etiquetando debidamente los frascos que ahora mismo volaban por mitad de la sala cuando llamaron a la puerta. Seguramente sería Arleen, últimamente pasaba mucho por allí. -¡Adelante!-Alcé la voz mientras terminaba de escribir una etiqueta, tratando de que no me quedase una letra ni absurdamente pequeña ni tampoco muy grande y que al menos centrase la palabra y no quedase torcida. Se me daba bastante mal.

Hice un gesto para poner la tetera al fuego, que se elevó viajando hasta el grifo para rellenarse de agua.

Cuando Jo le dio la voz de entrada, Arleen abrió la puerta con cuidado -Holaa..- Saludó de forma dulce y supuso que la rubia se encontraba en la cocina. Empezó a caminar hacia allí observando alrededor por si Nyara estaba en algún sitio pero en ese momento no la visualizó. Ni a los rusos. Aunque se había enterado de que Thoren había dejado la isla.

-Nyaraa...He traído pastas... -Canturreó mientras la veía en plena faena organizando su armario, aquello la hizo sonreír. ¿Cuántas veces Aldaron le había dejado el trabajo del inventario del hospital porque a ella se le daba mejor? Muchísimas, pero a Arleen no le importaba, le gustaba mantenerse ocupada. Avanzó ente los frascos mirando la pelearse con una etiqueta -Cuánta concentración…Pareces Giordano cuando algo que creía que iba a funcionar no lo hace…- Se rió brevemente, recordando al Descendiente.

Sonrió de lado y se quitó el abrigo, dejándolo colgado en una de las sillas y fue a por dos tazas con sus respectivos platitos. Los dejó esperando y fue a por otro platito para traspasar las pastas que había comprado, llevándose una a la boca y mordisqueándola antes de seguir hablando -¿Tienes turno esta noche?- Le preguntó por casualidad, quizás podría ayudarla a echarle un vistazo  a unos documentos enrollados que tenía en el abrigo, pero sólo si no le molestaba.  Se limpió las manos para luego acomodarse la falda del elegante vestido que llevaba.

-En la cocina-Alcé la voz cuando escuché la de Arleen mientras seguía concentrada en mi tarea. Sonreí de lado al escuchar aquel canturreo dirigido a la pequeñaja pero reí negando.

-La he dejado en la guardería. Tenía mucha energía y quería jugar con otros niños.-Mordí mi labio mientras terminaba de escribir la palabra Butterscotch que en general servía para hacer cerveza de mantequilla pero tenía diversos usos medicinales. Volví a reír alzando la vista a Arleen antes de observar mi horrible obra maestra.

-Bueno...-La sonrisa era tensa porque era una chapuza, la verdad. Apenas dejado sitio para las dos últimas letras y se notaban bastante apretujadas y significativamente más pequeñas que las demás.-No me atrevería a compararme con un genio tecnomágico pero hago lo que puedo.

Puse la etiqueta en el frasquito mientras ella preparaba las tazas. Era como una especie de costumbre, o se estaba convirtiendo en eso, que compartiésemos aquel rato. Me incorporé sacudiendo mi túnica antes de ir hacia la tetera que ya estaba siseando, preparada.-No.-Suspiré.-He salido esta mañana del turno de noche. Aedan está bastante mejor pero la verdad que no controlo mucho las maldiciones, soy más de maleficios.

Serví el té, esta vez manualmente antes de coger una galleta y agitar mi mano mientras seguía hablando.-¿Habéis avanzado en las obras?-Mordisqueé la galleta y como siempre, estaban buenísimas, así que el gesto de que me agradaban no tardó en aparecer.-Y...¿Hablasteis con Thalos para que todo siga bien? Quiero decir...no queremos tener problemas con los humanos por confundirnos unos metros en el emplazamiento ¿verdad? Son bastante tikismikis con esas cosas.-Territorios, todo era cuestión de eso. Esas líneas invisibles que se empeñaban en marcar para diferenciarnos.

Escuchar que Nyara estaba en la guardería hizo que comprendiera porqué la pequeñaja no había salido a su encuentro. Ver a la niña había sido… Extraño. Incluso ahora cuando interactuaba con ella tenía un sentimiento que no sabía ubicar. Por un lado, le resultaba encantadora y la añoranza de tener a un bebé se situaba dentro de ella con fuerza. Recordaba a ese al que no había cuidado por pensar más en sí misma que en él y que su propio cuerpo había rechazado. Por el otro, era consciente de que era lo mejor y que si  alguna vez Sayid y ella se planteaban hablar de ese “tema” entre ellos, tendrían que tomar previsiones… Bueno…si es que alguna vez se planteaban hablar.  Punto.

Sonrió de lado, dejando aquellos pensamientos atrás, cuando mencionó que no se compararía con Giordano. Quizás el hecho de haber compartido con él tanto tiempo lo había bajado levemente a su nivel, aunque era consciente de que era un genio. Tesla, Newton y él pero… Los veía también como personas. Y ella aspiraba estudiar mucho para ser, al menos, la mitad de buena que ellos y no ser ni estúpida ni inútil.

-Yo no controlo ninguna de las dos. Pero mi paciente está haciendo muchas mejoras- Quizás porque ella misma había investigado más a fondo desde que había hecho aquella curación a Gelion, que en paz descansara. La había llevado al límite de su energía mágica pero ella creyó haberlo logrado, creyó haberlo curado por siempre y quería hacer lo mismo con Iroh. Tomó el té y le agregó un par de cubos de azúcar mientras oía su pregunta. Asintió con suavidad -Van muy bien, creo que para primavera podemos empezar a atender pacientes. Aunque quiero acelerarlo, al menos la primera parte para las revisiones. Si los quirófanos no están listos, tenemos el de maletín- Mencionó cogiendo también una pasta para morderla.

-¿Con Thalos?- Negó suavemente con la cabeza -Podrán ser tikismikis pero la tierra no es absolutamente de ellos ni está bajo su control. La sociedad mágica necesita un emplazamiento y si los humanos quieren venir a usar los servicios los atenderemos. Créeme, lo necesitan- Observó bajando la mirada al té al recordar la angustia que había sentido cuando Loretta la había visto en aquel estado. Buscó un asiento y mordió un poco más de la galleta -Usamos el terreno del anterior hospital- Le explicó -Creo que no habrá problemas…Pero…hablaré con él- Thalos, el hermano de Gelion, que había muerto porque ella le había sugerido a V que lo lanzara a los lobos porque temía que su destino estuviera condenado en Ouroboros. ¿Qué había conseguido? Que muriera igualmente. Frunció el ceño, contrariada -Quizás tú puedes hablar con él…o acompañarme. Lo conoces más- Dijo llevándose otra vez la pasta a los labios.

Asentí mientras explicaba los avances del hospital en tierra. Así que en primavera estaría todo listo, y entonces tendría que dividirme entre Ouroboros y tierra firme. -Entonces tendré que preguntar a Yaros si se puede quedar más tiempo con Nya, no quiero que se pase el día en la guardería.

Volví a asentir, era obvio que había que hablar con Thalos. Abrí los ojos como pensando que estaban locos si no lo habían hecho y durante su explicación mi nariz se arrugó no muy convencida.-Emmm... ya...no sé Arleen...-Negué alzando una ceja.-No creo que debamos plantar un edificio sin al menos informar, es más... ni siquiera sabemos si el terreno antiguo sigue siendo territorio mágico.-Removí mi taza de té con la cucharilla sonoramente antes e apartarla a un lado y tomar la taza para beber.-No todos los humanos estarán contentos, al menos deberíamos intentar que los que están de nuestro lado no piensen que hacemos lo que nos viene en gana.

Como había dicho. Para mí eran muy suyos con los territorios y la política en general. -¿hmm?-Pregunté cuando sugirió que yo hablase con él.-Oh, puedo hacerlo, aunque es Johan el que más le conoce. Quiero decir, yo le conozco pero no tengo tantísima confianza.-Parloteé rápido mientras mojaba la galleta en el té.-Igualmente los encargados del proyecto sois vosotros, Gio o tú deberíais estar.

-¿Y Johan?- Preguntó, su tono de voz fue bastante bajo y neutral -Quizás cuando te toque estar en tierra puede estar con él... ¿O crees que es inseguro aún?- Preguntó con cierta curiosidad aunque ella sabía la realidad: No dependía del sitio, cualquier lugar era inseguro cuando aún había resentimiento en las personas. Apartó la mirada y mordisqueó la galleta.

Notó su sorpresa y su incomodidad, lo que la hizo morderse el labio por dentro. ¿Estaba mal lo que estaban haciendo? Es decir… -Pero Jo…¿Ellos nos han informado a nosotros de lo que sea que estén haciendo en tierra? No entiendo… No son dueños de cada ápice de terreno y si Thalos sabe lo que le conviene a ambas sociedades estoy segura de que no tendrá problemas. Más de una vez lo curamos en el hospital, lo necesitan- Insistió y algo dentro de ella se removió. ¿Por qué tenía que estar ella rindiéndole cuentas a un tipo que la llamó “bruja”? ¿Y si ese tiempo abajo le había cambiado el discurso por ese de “sin misericordia”?

Analizó sus últimas palabras mirando hacia su taza de té con un gesto contrariado. Muy contrariado. Jo había vivido la guerra mucho antes que ella y la había incorporado en ese proyecto precisamente por esos conocimientos, porque allí donde ella fallaba Jo era capaz de ver, con experiencia, lo que se debía hacer. Dejó escapar un sonoro suspiro -Sí, tienes razón- Dijo con simpleza, dejando escapar el aire de nuevo -Que no sea por falta de comunicación que inicie otra guerra…-

-Bueno no necesitamos mucha confianza, vamos a informarle lo que vamos a hacer…No voy a ir a pedirle permiso. No le he pedido permiso a los Descendientes, no le he pedido permiso a mi esposo, no le voy a pedir permiso a ningún humano- Primero que nada porque no reconocía su autoridad, ella se regía por lo que el Consejo de los 20 ordenaba en Ouroboros y…¿Sabéis qué? Que Giordano estaba de su lado y con eso le bastaba -Estaré, dudo que quiera ver mi rostro, pero iré. Gio tiene unas cosas pendientes. ¿Cuándo crees que podemos ir? ¿Mañana quizás? Tengo la tarde libre... Podemos tomar el té-

Mis cejas se alzaron. La verdad es que había descartado a Johan casi sin darme cuenta dentro del plan "no dejar a Nya tirada en la guardería".-Mmmm.-Moví la galletita como pensando mientras fruncía mis labios.-No sé...Johan está todo el rato de un lado a otro y sí, desde luego que creo que bajarla a tierra firme no es seguro.-Terminé por decir como si aquello fuese obvio.

La incredulidad se notaba en mi cara cuando ella empezó a decir aquello. No, Arleen no tenía ni idea de tratar con humanos.-Arleen...-Sonreí amablemente, tratando de no hacerle sentir mal por lo que iba a explicar a continuación.-Ellos si eran dueños de cada ápice de terreno ahí abajo...o al menos eso creían. Los magos vivíamos entre ellos, sí, pero nos ocultábamos, nuestros terrenos también...para ellos no existían. No existíamos.-Solté inspirando fuertemente para suspirar.-Y cuando aparecimos ...-Chasqué la lengua.-Digamos que no se llevaron una buena impresión.

Mordí la galleta y seguí hablando.-Estoy segura de que Thalos no va a poner ningún problema pero ahora que tenemos un aliado fuertemente posicionado... no creo debamos actuar sin ser precavidos. -Fruncí un poco el ceño negando.-No creo que necesiten nuestra magia. Curamos más rápido...es verdad, pero también hacemos uso de sus máquinas aquí y tienen mejor manejo de la tecnología que hace unos años. Estoy segura de que sus médicos pueden hacer lo mismo que nosotros.

Cuando entró en razón asentí conforme pero luego escuché aquello de informarle y no pedir permiso y me quedé un poco a cuadros. Sonaba tan autoritario que me sorprendió al venir de ella. Simplemente mastiqué pensando en aquello pero no aporté nada más. Solamente suspiré ante la idea de que jamás nos pondríamos de acuerdo si todos hacíamos lo que nos viniese en gana sin contar con los demás.-Sí, mañana está bien. Claro. -Asentí sonriendo un poco.-Avisaré a Thalos para ver si puede recibirnos.

Sabía que el tema de Johan era un poco peliagudo así que no presionó mucho, sólo asintió con suavidad a su decisión. Ella tampoco pensaba que fuese seguro descender y sabía que sus hermanos tampoco. Se mantuvo la boca ocupada con una galleta para no seguir alargando el tema porque, básicamente, nadie le había pedido opinión así que…

Sit still, look pretty.

La explicación de Jo sobre la división geográfica y la realidad anterior a la guerra golpeó a Arleen como si le hubiesen dado con un sartén, casi así de fuerte. La miró parpadeando con sorpresa y entonces la explicación sobre Thalos y el avance de la tecnología le recordó aquello del tanque que le había comentado Amaya. Se mordió el labio -Creo que he metido la pata- Murmuró frunciendo suavemente el ceño con cierto gesto apenado -¿Crees que haya algún médico humano que le gustaría trabajar con nosotros? Quizás podamos reestructurar el hospital como la primera alianza humano-mágica…De esa forma podrán ver que estamos construyendo algo nuevo…- Sugirió intentando buscar la manera de arreglar su estupidez.

-Perfecto, gracias Jo- Murmuró y durante lo que restó de la merienda Arleen estuvo preguntándole algunas cosas más sobre la situación en tierra previa a la guerra porque, sin duda, la falta de información le había pasado factura. Tras eso se despidieron para quedar al día siguiente e ir a …construir un nuevo mundo.