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INVIERNO

Enero 2.043

Trama XI: After the Blackout (trama de transición y exploración)
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AÑO 2.043
Durante siglos sus mundos permanecieron separados, pero eso terminó. El mundo mágico y el humano se encontraron y se desató la guerra, extendiéndose alrededor del mundo sin control. Miedo, odio, ambición...todas ellas armas poderosas. El choque entre la raza humana y la mágica resulta ya imparable. Uno por uno van cayendo, ¿quién será el primero en morder el polvo?
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Biblioteca Pendragon Empty Biblioteca Pendragon {25.06.21 21:04}

Biblioteca Pendragon Trinity-1024x576

La biblioteca del castillo Pendragon está gestionada por los miembros del linaje de Hipatia, que, como ya hacían en Alejandría, cuidan con esmero cada uno de los ejemplares que contiene la sala, conteniendo todo el haber, todo el saber y todo el deber de la humanidad, escrito y por escribir.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {25.06.21 21:22}

Caminé en silencio por entre los estantes cargados de libros en silencio con un único objetivo. Desde que Catherine, ahora llamada Pendragon, había llegado a sus vidas, estaba tratando de complacerla con la sabiduría que Avalon podía darle. O con el entretenimiento que aquella coño-cerrado pudiera  satisfacerla. No la conocía en nada, no sabía nada de ella, pero debía agasajarla de alguna forma, no sexual, dado su nuevo estatus. Freyja ya la había cagado con el tema de la daga, pero él todavía podría ganarse algunos puntos, si es que conseguía llegar a su ennegrecido corazón. Bien, pues por eso probaría con algo más mental.

Tras coger un par de libros, los dejé de una forma muy pesada sobre la mesa de madera donde estaban extendidos los mapas de los Balcanes, objetivo del linaje a recuperar. A su derecha seguía el libro de “Yo, Robot” junto con otros de la colección de Isaac Asimov. “1984”, “Un mundo feliz” y “Rebelión en la Granja” esperaban amontonadas al otro lado de la mesa. Ahora entendía a Shyvanna cuando decía que se aburría cuando todos aquellos querían jugar a los juegos de guerra. Suspiró con animadversión y apoyó la cara en su mano, y el brazo sobre la mesa, con cara de hastío. Quizás debería visitar a aquella mujer del linaje de Pelayo que conoció en la boda. O la vasalla del linaje de Lothbrock. O por qué cerrarse a una solo, podría ir con ambas. Aquel pensamiento le animó un tanto y le dibujó una sonrisa algo perversa. Entonces su pensamiento saltó a su rubia favorita, y se preguntó qué es lo que estaría haciendo en ese momento. Luego el pensamiento se cruzó con la advertencia de Freyja sobre el “coño de oro de los Pendragon”. Suspiró con molestia, maldita vikinga aguafiestas.

Se había hartado de estudiar cartografía. Apartó la silla con un empujón bastante sonoro y comenzó a recorrer los pasillos de entre los estantes hasta que llegó a la zona de Ouroboros. Pasó el dedo por los lomos de los libros, buscando información sobre los dragones de la isla flotante, y por tanto, de sus templos. A la nueva soberana de Avalon quizá no pudiera agasajarla, pero trataría de hacerlo con la dragona más joven si le ayudaba con sus investigaciones. Sí, por qué no. Sería también un gran trofeo para colgar en su pared.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {27.06.21 16:56}

Desde la visita con Goth, tenía solo un objetivo en mente. No se estaba preparando para la batalla externa que iban a librar, sino para la batalla interna que tenía que ganar. Dejó de golpe todas las conductas autodestructivas que había adoptado desde el funeral de la abuela y volvía a su rutina estructurada de entrenamientos y preparación, mental y física. Pero había cosas que todavía no comprendía, y si había un lugar en qué encontrar lo que necesitaba cada que lo consultaba, era la gran biblioteca de Ávalon; solo que con ella siempre tenía que tener una paciencia increíble y dejarse guiar por los antepasados y la intuición.

Al llegar a la biblioteca, respondió las reverencias y los saludos por compromiso, pero no bajó el paso. O al menos no pretendía hacerlo hasta que vio en una de las mesas uno de sus libros preferidos. Alguien estaba estudiando cosas demasiado variadas y seguro eran para la misión, pues había un gran mapa de los lugares importantes en la mesa. Tomó el libro de Orwell y se sintió inclinada a quitárselo a quien fuera. No iba a apreciarlo como ella. Después de controlar el impulso, volvió a dejarlo en la mesa y siguió caminando. Tenia cosas que investigar, no tenía tiempo para adentrarse en lecturas conocidas. Debía encontrar una nueva perspectiva para abordar su complejo problema, y sabía que lo encontraría justo ahí.

Conocía bien las estanterías, pero se fue una por una evaluando si los temas que trataban esos libros serían de utilidad o solo serían una pérdida de tiempo. Más o menos por la O, encontró a alguien en particular. Quiso darse media vuelta porque tenía poca paciencia para las conversaciones en ese punto, pero el protocolo dictaba ciertas normas que no debía saltarse. Más importante aún, ¿qué hacía él ahí?.- Mi señor de Hipatia.- Susurró, adentrándose en el pasillo hasta llegar a la parte que constaba de libros del linaje de Snagov. Estaba segura de que aquel hombre no le era interesante, pero un pensamiento cruzó su mente mientras recorría los títulos con la mirada.

¿Busca algo en particular en la sección de Ouroboros? A veces me pregunto si se hace más útil cada día o si lo que busca es pasar por cordero frente a los dragones, mi señor.- Dijo en un susurro suave y sedoso, según dictaban las reglas más viejas de las bibliotecas. Sacó uno de los libros del estante y tras hojearlo por un minuto se dio cuenta de su error. Aquel no era el indicado para iniciar. Lo devolvió a su lugar y buscó con cuidado hasta que encontró un título mejor. Abrió la primera página y comenzó a leer el prólogo, buscando si contenía realmente aquello que le serviría.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {27.06.21 22:05}

Giré sobre mis tobillos al escuchar cierta voz conocida, pero pocas veces oída, con cierta curiosidad. Estaba pensando en la pequeña de los Pendragon, pero quizás mis artes adivinatorias estaban un poco oxidadas y me confundí de mujer. Le dibujé una de mis mejores sonrisas complacientes y me incliné con una reverencia quizás algo sobreactuada, pero correcta al final de cuentas -Mi señora Pendragon. Siempre es un placer tenerla de visita por la biblioteca- Dejé el libro sin colocar sobre la repisa de la estantería y finalmente, por arte de magia, este flotó y se colocó en la posición y lugar que le correspondía. Desconocía cuál de los descendientes de Hipatia había elegido ese sistema de colocación y de ordenación, pero era algo a lo que ya se había acostumbrado y mamado desde pequeño. Conocía aquella sala como la palma de su mano.

Añadí una risa aguda a aquel comentario, que pretendía ser hiriente. Le devolví el comentario con una sonrisa ladina  -Prefiero que piense en mi como un lobo que se come a las ovejitas- Me apoyé con la espalda sobre la estantería, de repente la biblioteca había ganado muchos puntos de interés. Me crucé de brazos sobre mi pecho siguiendo con la mirada a la pelirroja con el pelo de fuego y sí, me fijé en su trasero, ¿por qué no? -¿Ouroboros, mi señora?- Le incorporé de la estantería en la que estaba apoyada, siguiendo por detrás sin ningún tipo de descaro a Lake. -Sin embargo, y a temor de equivocarme, intuyo… que hay cierta dragona que se ha despistado de su camino… ¿Despistado o apartado?- Porque no era lo mismo, y esperé a su reacción y su mirada para estudiar su lenguaje corporal. Se detuvo, y dejé caer mi peso sobre un hombro, que se volvió a apoyar sobre sobre la librería quedando por detrás. Las uñas se convirtieron en algo muy interesante que estudiar, pasando un poco de la conversación. Nos habíamos detenido en la sección de dragones de Ouroboros, que estaba bastante inconclusa, ya que casi todo al respecto estaba en su propio pasillo -¿Dragones, eh? De modo que le interesa el linaje de Tepes. ¿Acaso teme que un crío de 15 años le quite su trono?- Negó con la cabeza, de una forma muy fingida, a lo que luego añadió un suspiro lánguido, un ligero giro de muñeca y un libro de título "Transformación Dragón: Principios". Tomó el libro con una mano y se lo enseñó a la dragona, con una sonrisa de superioridad.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {28.06.21 5:27}

Hubiera soltado un suspiro por la exagerada reverencia. Nadie estaba tan contento de verla como para poner una sonrisa tan grande. Ni siquiera su familia. Pero al menos habían dejado atrás las formalidades y quizás podría centrarse en su cometido.

No fue así. Tuvo el descaro de seguirla, pero claro, fue su propia culpa. Pudieron haberse saludado y pasado del otro, pero había buscado pelea primero... La risa del moreno le tomó un poco desprevenida, pero luego casi la compartió. Le sonrió, igual de divertida que lo que él parecía. No era una sonrisa sarcástica, sino sincera por el pensamiento que le llegó a la cabeza.- Lobo u oveja, el dragón siempre cena.- Mmmm, no era del todo cierto, pero podían. Y lo harían. ¿Cómo había llegado aquel hombre al punto más alto de su linaje? Incluso siendo el primogénito de un linaje, debías tener algún talento. No dudaba que tuviera ciertas habilidades, pero debía ser algo más que sus dotes aduladores.

Escuchó entonces su pregunta. Y sus disparates intuitivos. ¿Despistada? No, eso no era.- Quizás ha encontrado el camino. A menudo, la genialidad se confunde con locura. Quizás la perdición sea más bien... alguna especie de luz divina.- Hablaba por ella. Sus hermanas eran un desastre más grande cada vez que las veía. Ella, por otro lado, tenía una misión y estaba más enfocada que nunca. Mas no pudo evitar que, al pensar en sus hermanas, le golpeara un poco la palabra "apartada" y el pensamiento le desagradó. Sin embargo, aquello no terminó ahí. Parecía que el moreno tenía ganas de buscarla, y de encontrarla. Soltó una risa sonora. Quien quisiera callarla, que lo intentara. Traía la espada en su funda.- Me va a disculpar, mi señor, ¿trono? ¿Volvemos a pelear por un puesto diluido en un Consejo devaluado? Supongo que me perdí de mucho en la última reunión. Tendrá que ponerme al tanto.- Se lo había perdido, pero sabía bien lo que había ocurrido en esa reunión; él había sido el que abogara por retener a las tropas en Ouroboros, aún cuando aquello significaba perder la oportunidad de una conquista rápida en territorios mucho más vastos que aquella isla flotante. No había manera de negar que su interés seguía en aquel sitio. No tardó mucho en devolver el libro a su lugar y seguir buscando el siguiente. Tampoco era el indicado. Un pequeño gesto captó su atención cuando le miró por el rabillo del ojo. Le miró con una ceja alzada y cierto interés tras leer el título de aquel libro. Aquel libro. Quizás, podía ser interesante. Pero eso solo significaba que él sabía más de lo que aparentaba.

Cordero... Pensó. Justo como lo había sospechado al inicio.

No lo tomó a la primera. Pero lo quería. El resto de los títulos eran vagos. Ese debía ser un buen punto de partida. Sin pensarlo mucho, giró sobre sus talones para mirarlo de frente, antes de acercarse lo suficiente como para tenerlo a la mano. Por incontables segundos se detuvo a inspeccionar lo que podía querer en el fondo. Debajo de toda aquella fachada de insufrible galantería. Nada, nada lo hacía gratis, sobre todo cuando parecía que sí.- ¿Qué va a costarme su ayuda, mi señor? - No confiaba en él, pero no por algo en particular. Ella no confiaba en nadie.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {28.06.21 17:26}

Alzó las cejas con una sonrisa locuaz sobre aquel comentario draconiano, al que por supuesto, no le faltaba ningún tipo de verdad. Le señaló con el dedo y le guiñó un ojo, a fin de demostrarle que tenía razón. Se dispuso a dejar a la Pendragon tranquila, dándose la vuelta para marcharse, pero… -¿Sabe? Ni los cerdos, con sus aliados cánidos, consiguieron evitar la rebelión en la granja- De nuevo le señalaba con las patillas de las gafas, mordiéndola con suavidad, como si buscase los pensamientos en una reflexión interna -Y al final los corderos ganaron- Suspiró por la nariz. Luego actuó como si una reflexión acabase de llegar a su mente, entrecerrando los ojos, ladeando la cabeza -¿O quizás eran lobos vestidos de entrañables corderos?- Se encogió de hombros. Había mucho que analizar en aquella frase: podría hablar de los vasallos, de él mismo, de las espaldas de los Pendragon, de Catherine Le Fay. Porque, ¿aquel comentario era simplemente eso, un comentario, o escondía una trama detrás?

Alzó las cejas con interés cuando le respondió a aquello de que había encontrado el camino. No respondió a aquello de la perdición, allá cada uno con lo que creyera. De modo que estaba allí por sus propios intereses y no porque estuviera trabajando en el tema de la conquista, según podría esperarse después de la reunión que habían mantenido recientemente con todos los linajes. Ouroboros era territorio para la hermana pequeña, para ella y para sus templos. -Mi señora, por favor, que estamos en una biblioteca- Le respondí cizañoso a su risotada, con una sonrisa divertida. No había contestado a qué se le había perdido en aquella sección, había esquivado la pregunta dando un rodeo que pretendía, quizás, ser mordiente -¿Y va a buscar el camino en Ouroboros? A todos nos gusta esa isla, pero pocas respuestas puede que obtenga de ella. Me parece que no le han puesto al corriente después de la última reunión. Y de serle sincero, no era la hermana que esperaba encontrar en estos pasillos, ¿la curiosidad mató al gato?- Sin embargo, la avidez con la que miraba aquel libro hablaba por sí misma. No, no estaba buscando nada sobre los templos. ¿Por qué habría de buscar sobre el tema de las transformaciones dragón? Snagov manejaba dragones, no se transformaba en ellos, al menos hasta donde los registros hablaban de aquel linaje. La pequeña rata de biblioteca andaba buscando algo, sin lugar a dudas. Y recordó, que los pajaritos de Avalon la habían visto rondando con Goth por las entrañas del árbol. Estas sacerdotisas chismosas….

Por supuesto no le dio el libro. No sin jugar un rato, a ver hasta dónde podía llegar, conocer las fronteras. Había conocido el límite de Shyvanna, pero a Lake todo Avalon sabían que estaba atada en corto. Abrió el libro por cualquiera de las páginas leyéndola por encima, pasando el dedo por aquellas grafías que hablaban sobre la trasformación de los dragones en sus homólogos humanos. Estaba escrito en latín derivado a rumano -Depende, ¿qué está dispuesta a ganar, perder u… ofrecer?- Y entonces lo cerró de golpe, todavía conservándolo en su mano.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {29.06.21 5:07}

Si se era sincera, había pensado que el contrario sería un oponente mucho más sencillo. Triste era que la boca no se la callaba a la primera, pero entonces no sabía quien subestimaba a quién. Si él a Shyvanna o viceversa..- Ah, si, Orwell. Ya veo que toqué la mesa equivocada hace un minuto. Debí tomar el libro.- Habría tenido con qué negociar si hubiera sabido lo que le esperaba en el futuro cercano.- Ficción, todo ficción, por supuesto. Y estudiando para la misión, por lo que vi. ¿No confía en sus habilidades, mi señor? - Si había algo qué concluir de sus palabras es que de él no podía fiarse ni para relajarse. Definitivamente los vendería al mejor postor, o peor, quizás por una cara bonita cuando dejara de jugar con Shyvanna.

Ignoró por piedad su reprensión falsa por su suave risa. Era eso o realmente usar la espada como había pensado un segundo antes, y no estaba de humor de limpiarla de nuevo.- Si me lo permite, en lo personal, me parece la cosa más aburrida. ¿Qué hay ahí que les fascina tanto, si se puede saber? - Preguntó, haciendo una pausa reflexiva, cayendo en sus palabras últimas. Shyvanna no era muy adepta de los libros, así que a quien esperaba era... - ¿Por qué esperaba a Gwen? Por mí no se detenga, mi señor, puede ir a buscarla si así lo desea, pero... Creí que Shyvanna era la que lo tenía "deslumbrado".

Comenzó a pensar que ese libro era caso perdido cuando el contrario habló de ofertas. El fondo de su mente empezaba a buscar alternativas para encontrar la información que requería y el frente trataba de evaluar que tan fácil sería hacerse del libro con fuerza física.- Le ofrezco... - Su sonrisa se tornó un tanto oscura mientras evaluaba al contrario, dejando pasar el tiempo entre ellos mientras evaluaba al contrario y dejaba crecer la tensión, aunque luego suavizó el gesto y levantó el mentón alto, a sabiendas del gran honor que le estaba concediendo.- La satisfacción de un trabajo bien hecho. De servir a la casa Pendragon a desarrollar las técnicas que nos darán ventaja en batalla. Seguro que darme ese libro será más útil que aprenderse la cartografía de los Balcanes.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {30.06.21 19:37}

-Por supuesto, ficción- Recalcó las palabras de la pelirroja, que pensase lo que quisiera. ¿Acaso Caperucita Roja tenía miedo del lobo? Perrault, qué sabia alegoría. -Confío plenamente en mis saberes- Recordó, con cierto tono de altanería, a la Pendragon. La verdad que había que reconocer que aquello le había jodido. Sus habilidades no eran especialmente físicas y todo el mundo infravaloraba el poder de la mente, por aquello tenía el cuerpo tan perfectamente y rigurosamente entrenado. De aquella manera podría romperte un brazo o romperte la mente, por igual. -Las que no confío son en las del enemigo- Y para aquello debía prepararse en la batalla y no ir a ciegas. Los Pendragon habían pedido una estrategia de ataque según zonas, no podía dejar que la suya pasase a segundo plano.

Ignoró la pregunta de Ouroboros. Aquella isla les pertenecía a todos por igual, se la habían arrebatado por derecho, y ahora era el momento de volverse a hacer con ella. Esperó el silencio y escuchó la última reflexión de Lake, mujer lista, aunque ignorante. Recordó la advertencia de Freyja sobre cierto coño. -Todas mis señoras me obnubilan por igual- Regaló el cumplido, mintiendo en parte, porque había que reconocer que, de las tres, su favorita era la rubia. Pero no estaba cerrado a conocer el amor de otras mujeres Pendragon… matizando: conocer el sexo de las féminas. -No le han explicado nada, por lo que oigo- Arqueó las cejas, con cierto tono piadoso. Luego suspiró -¿Y qué podría contarle yo que le hayan ocultado sus hermanos, mi señora? No seré yo el que delate los intereses de los Pendragon en la isla de Ouroboros- O al menos no de una forma tan gratuita. Todo tenía un precio, solo había que saber con lo que negociar. Doblé el labio con cierto pesar, fingido por supuesto, pero dispuesto a poder compartir la información. Porque la información es poder.

Alzó las cejas cuando Lake empezó a hablar, con cierto interés por aquella sonrisa pérfida, evaluadora. Dejó la oferta en el aire, como una pluma que bailaba con la brisa, esperando a ser recogida por alguna alma caritativa. Tentadora, sin duda -No me interesa- Sabía, más que de sobra, que estaba jugando con la paciencia de la pelirroja, pero había que reconocer que se estaba divirtiendo, a su manera. Giró sobre sus talones y retrocedió, caminando por aquel pasillo rodeado de libros, mientras jugaba con el libro, haciendo como leía con sumo interés, aunque en realidad estaba más pendiente de la reacción de la mujer. ¿Esperaba una pataleta? ¿Lucharía por el libro? ¿Quizás simplemente se iría? Nah, no era su estilo. Más bien esperaba la furia de ella, porque de lo contrario le defraudaría de sobremanera. ¿Pero qué tenía aquel libro que le interesaba tanto?

Abrió la primera página del tomo en silencio, aquellos libros todavía no tenían índice. Y pudo descubrir por dónde podrían ir los planes de Lake. Entonces se le dibujó una sonrisa pérfida. Parecía que la mercancía había subido de precio en aquel preciso momento.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {02.07.21 5:28}

Entendió pronto el tono orgulloso del contrario. Así que ahí residía su debilidad, aquello de lo que se vanagloriaba. Quería hacerse útil, de eso ya no le quedaba ninguna duda. Solo había algunas cosas con las que el otro no contaba. Los Pendragón tenían ideales muy claros y fijos, y tristemente, él no los cubría.- Claro, la necesidad de falsa seguridad. Entre el ejército corre un dicho que dicta que debes entrar a la guerra con un plan, pero que cuando sale la primera espada todo plan estorba. Quizás le gustaría más quedarse. Puedo proponerlo por usted, si gusta.- Susurró. Tomó claramente en cuenta que no le respondió a lo de Ouroboros, y en realidad poco le importaba. Le daba igual esa isla si ahora podía tener al mundo entero.

Escuchó entonces su razón sobre sus "señoras" y, curiosamente, no se le pasó por la cabeza ir incluida entre ellas. Quizás porque el resto del mundo le era tan poca cosa...- Creí que apreciaba un poco más la claridad de su mente perspicaz como para dejar que la nublen tan fácilmente. Cuando uno cree tener un talento debe tener cierta disciplina.- Decidió que hablar de Ouroboros le aburría, así que no siguió por ahí, se dedicó a sacar otro libro de entre las estanterías. Giros de Dragón. No era el tema principal de su búsqueda, pero podía servir.

Fue entonces cuando dejó su promesa en el aire. El silencio se hizo hasta que el contrario, con aquel intenso deseo de morir ese día, le dio la espalda y se alejó del lugar. Dejó que se alejara lo justo. Tenía bien medidos los límites mínimos y máximos de sus poderes. Era precisa en todo, y ella misma no era su propia excepción.- Dicen que no hay libro más fascinante que la mente humana.- Susurró con su voz cantora, aún tranquila, mientras el contrario se alejaba. Se colocó en el centro del pasillo, pues su mensaje sería fuerte y claro. Su voz dulce y el juego frágil no duró mucho, pues se envolvió en tintes oscuros mientras se escuchaba justo tras del moreno un resoplido alto que olía a azúfre y carbón, y que dejó caer dese el cielo un poco de ollín sobre los hombros del contrario. ¿Habría sentido el calor justo detrás de su cabeza? Lo esperaba.- Puede escoger entre darme un libro... o dármelos todos. Mi señor. Como sea que decida, hoy se hará una ofrenda a su Señora.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {03.07.21 13:21}

-La danza que bailan las espadas es una coreografía milimétricamente medida. Lo único que varía es la pista de baile. Conocerla a la perfección es la diferencia entre la vida y la muerte- Dado que se estaban dedicando a regalar advertencias, prefirió regalar la suya propia. Sí, en parte tenía razón, pero cuanto menos se dejase a la improvisación, cuantos más detalles llevara conocidos desde Avalon, mejor sería la estrategia y mayores las posibilidades de la victoria. Era una realidad del tamaño de un templo. Le devolvió una sonrisa ante su ofrecimiento, irónica. La pequeña Lake era un pellejo duro de roer, le gustaba, había que reconocerlo -Es usted terriblemente amable, y espero que no se sienta dolida si me atrevo a rechazar su oferta- ¿Y perderse toda la acción? No, cariño.

El comentario sobre su juicio le arrancó una sonora carcajada. Le guiñó un ojo y chasqueó la lengua -Touché- Pero no siguió por aquel camino, si se sentía piropeada estupendo, de lo contrario, puede que probara más adelante o de otra forma.

Separarse de la fémina, con su preciado objeto de deseo, pareció rozar el límite que sabía no debía superar. Con un “uhum” alargado asintió, conforme con aquel comentario. ¿Sabría que los resquicios de la mente podrían ser un laberinto si no se sabía bien cómo debían ser explorados? Escuchó el gruñido, pero no se volteó, lo del hollín era harina de otro costal. Se quitó la ceniza del hombro de la sudadera, la examinó en silencio frotándola con las yemas de los dedos y continuó con su camino. Ignorando la amenaza, en especial para/con la biblioteca. Se creía que estaba hablando con un idiota. No por nada aquella biblioteca había sobrevivido a miles de años, varios incendios, sino por su protección para salvaguardar el contenido de la misma y su preservación. Ni el fuego de ningún tipo, ni el agua, ni los elementos, podían con aquella biblioteca que tenía su propio sistema mágico de autoprotección. Y, en caso de que se dañara alguno de los ejemplares, los guardianes de la biblioteca eran capaces de trascribir el libro perdido pues era su deber aprenderse los libros de memoria.

Suspiró, fingiendo pesar, volviendo para mirar a Lake. En verdad le había defraudado totalmente al tener que recurrir a amenazas tan básicas, y le negó en silencio. con cierta altanería. -Mi querida Señora Pendragon. No se irrite- Me senté con bastante parsimonia, dejando el libro sobre la mesa donde tenía mis propios apuntes -No espero nada más de usted que solo unas cuantas respuestas, ¿no es acaso un precio justo?- Arrastré una silla gasta ponerla delante de mí y lanzarla con una patada. El mueble se arrastró de una forma bastante escandalosa hasta los pies de la Pendragon -Siéntese, y hablemos. Quizás podríamos llegar a un acuerdo que nos interese a ambos…- Paseó la yema del dedo por el cuello de la camiseta, hasta topar con la cadena engarzada y se puso a jugar con ella, alzando las cejas y esperando a su compañera.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {04.07.21 2:47}

El suelo siempre se veía igual a lomos de un dragón. El aire siempre era igual para todos en una batalla. La única diferencia, era siempre, la sincronicidad de ese baile del que tanto hablaba el contrario. Porque cuando se peleaba a lomos de otro, se bailaba con el contrincante y con la muerte. Pero si eso no lo había experimentado nunca el contrario, no lo haría a través de sus palabras. No entendería la necesidad del vínculo entre un dragón y su jinete.- ¿Y si dijera que me ofende su rechazo? ¿Se quedaría resguardando Ávalon, mi señor? - Lo dudaba. Y por lo poco que lo conocía tampoco le convenía dejarlo atrás. Las ratas hacían fiesta cuando los gatos salían de la casa.

Ante aquella carcajada, le devolvió el gesto. Se colocó el índice en los labios mientras le indicaba silencio, ganándole aquella ronda. Su primera impresión era que no era tan brillante como lo decía. Y aún así, no era tan estúpido si estaba apuntando alto con Shyvanna. Ella era demasiado para un simple mago más. Se lo advertiría en algún momento, cuando se le pasara el enojo injustificado que cargaba contra ella desde hacía días.

Tal pareció que el contrario no entendió el calibre de su amenaza. Cualquier dragón podía arrancarle la cabeza y hacerlo parecer un accidente. Sobre todo Ares, que con sus miles de años como asesino era el arma mejor oculta que guardaba. Irritada ya estaba, así que sus palabras no hacían más que pintarle una raya nueva al tigre. No lo siguió. Se fue por el pasillo contrario aunque al mismo sitio que el contrario. Por supuesto que no tomó asiento donde se le indicó. Dejó el libro que cargaba en una esquina de la mesa y se sentó sobre ella, justo al lado del moreno. Uno de sus pies descansaba en el borde de la silla que el contrario ocupaba mientras colocaba una rodilla sobre la otra. Con una mano sobre sus piernas y otra tocando el libro de la discordia.- ¿Cuándo fue la última vez que hizo un acuerdo en que ganaran ambas partes? Puede proponer, mi señor, que soy toda oídos... Pero perdone mi imprudencia; siempre he tenido cierta curiosidad y veo ahora el momento perfecto. Creo que nunca he estado a solas con usted antes como para tocar temas tan... íntimos y delicados. Y como sabrá, quizás mi juventud me hace inexperta para ciertas cosas. Seguro que su mente tiene fresco el tema. Verá...  hay partes de la historia del mundo que me causan fascinación...- Dijo susurrando, con una voz que denotaba cierta emoción reprimida que comenzaba a construir, soltando un suspiro, ignorando por un momento lo que fuera que quisiera pedir el contrario por el libro. Incluso se relamió los labios por un instante, pensando en si habría en aquel lugar algún libro al respecto o sería una herejía.- Mi señor, perdonará mi impulso de un momento atrás, pero... ¿No debería estar más acostumbrado a la violencia? Corríjame si me equivoco, por favor, pero ¿no asesinaron a Hipatia en horribles sucesos? Incluso hay quienes afirman que seguía viva cuando encendieron la hoguera y el fuego la consumió.- Extendió la mano que tenía sobre las piernas y tomó con delicadeza la cadena con que el contrario jugaba. Se imaginaba torciéndola y quitándole la respiración poco a poco hasta que dejara de fluir, y aquella pequeña fantasía le pareció lo más interesante que sabía de él. Incluso excitante después de displacerla tanto durante los pocos minutos que tenía a su lado.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {06.07.21 21:39}

-En tal caso le diría que el interés que muestra por mi integridad me resulta halagador- Mentí, pues sabía más que de sobra que la pelirroja no mostraba compasión por nadie salvo, quizás, ella misma. Su falso interés solo podría demostrar alguna intención que tendría que desdeñar. Quizás, sencillamente, es que no se fiara y quería atarle en corto -También podría acompañarnos en nuestra campaña, si tanto le preocupa. Su compañía podría ser gratamente recibida- Me reacomodé, pavoneándome. Sí, ¿por qué no? Atar al perro con el bozal y la correa bien corta. Su gesto de reprimenda devuelto le hizo dibujar una sonrisa, de complicidad quizás, o quizás tratando de irritar un poco más a la Pendragon. Sabía que andaba rozando el límite

Siguió con la mirada a la pelirroja en lo que se acomodaba en la mesa, ignorando la silla que le había lanzado. Se reacomodó para sentarse mejor y poder ver a la compañera con los ojos entrecerrados. Sí, claro que la estaba escrutando, cada gesto, cada mirada, cada nimiedad; y quería que lo supiera. Se estaban midiendo, él era consciente de ello, otra cosa es que jugara de la misma forma que Freyja lo haría, en su caso, prefería pasarlo mejor. Se cruzó de piernas, apoyó una de las manos sobre la rodilla, mientras que con la otra jugaba con la cadena y ladeó la cabeza, alzando la ceja. -¿Está tratando de disfrazar al dragón con la lana de un cordero?- ¿Puritana? Y una polla. Las que van de modositas son las peores, pero había que reconocer que pensar en follarse esos labios podría pasarle factura. Juró que la tomaría por el pelo y la empotraría contra una pared. No, no el momento. -Lo cierto es que mi curiosidad también está orientada a satisfacer ciertas dudas que nuestra historia reciente nos ha regalado. ¿acaso tiene miedo de unas simples preguntas?- Ahora se incorporó y se acercó peligrosamente a la mujer, estaba por encima, pero aquello no evitó que Ixión se acercara más, reduciendo el espacio vital entre ellos. Cerca, muy cerca -Quizá pueda responder a alguna de las suyas… si se permite a sí misma plantearlas-

Un pestañeo. Y el moreno ya no estaba sentado en aquella silla. Se cruzó de brazos y avanzó, por uno de los laterales de la mesa, pero en esta ocasión, en lugar de estar sentado, se apoyó las manos en los brazos de la silla. -Quizá, mi señora, no conozca toda la historia- No la corrigió, pero sí le sonrió de una forma muy ufana. ¿Desde cuándo estaba jugando con la mente de la pelirroja? ¿Quizás nada de aquella conversación había sido real? ¿Quizás ese hombre, que ahora se vanagloriaba, no era real? -A veces, no todo se conquista con … violencia- entrecerré los ojos, fijándolos de nuevo en la pelirroja


-Entonces, ¿podemos hablar?- Otra voz, ahora desde el otro lado de la silla. Otro Ixión, apoyado con bastante desidia sobre la pared, comprobándose las uñas con bastante desinterés



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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {06.07.21 21:39}

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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {08.07.21 4:10}

Iré en la campaña que resulte más prometedora.- Dijo, pues aquello sería verdad independientemente de lo que él dijera o dónde fuera.

Fingir... en general, no era algo que se le diera mal. Solo era algo que le irritaba en situaciones que no le agradaban, o cuando tenía que ser amable. Pero fingir inocuidad cuando en realidad quería arrancarle la lengua al contrario había iniciado como algo divertido que se estaba tornando violentamente peligroso. Sus palabras podían ser delicadas, pero toda ella era desafiante y explosiva. Sonrió cuando escuchó el primer comentario mordaz del contrario. Por supuesto que iba a tomárselo a mal, no era idiota.- No, mi señor, la lana no se pega bien a las escamas. Solo estoy segura de que tiene usted una mejor memoria para la historia que yo. Sea reciente o sea antigua.- No se lo creía ni ella misma, pero le convenía jugarse la carta de estúpida ante un hombre que confiaba tanto en sus habilidades mentales. Sentirlo tan cerca... era difícil de soportar, pero estaba acostumbrada a no estar en su zona de confort, así que pudo mantener su rostro impasible a pesar de todo.

Sin embargo, desapareció. Aprovechó el momento en que el contrario se acercaba de nuevo por un lado de la mesa para coger el libro y colocarlo en su pila, y el de Orwell también, por idiota. Sabía que le había ardido que hablara lo que los chismes decían de su casa, y por eso se había alejado.- Y supongo que está por contarme la historia.- Murmuró, devolviendo la mano sobre su muslo cuando escuchó la segunda voz. Giró el rostro para encontrarse con el mismo hombre, repetido. Una ilusión, no cabía duda. Los de Hipatia gustaban de los juegos mentales. Y ella no estaba para juegos.- ¿Y distraerlo de sus uñas, mi señor? Creo que sería una herejía de mi parte. Creo que me excomulgarían si pudieran.- Murmuró, levantándose de la mesa, aburrida del juego que quería jugar. Ni siquiera había hecho sus preguntas, solo se había dedicado a merodear. Pero algo sabía. Algo conocía si tan rápidamente había encontrado un título certero para lo que buscaba. Y le daba cierta rabia pensar que sabía la más mínima cosa de su vida además del nombre. A pesar de que estaba decidida a irse ahora que tenía lo que quería, algo no se lo permitió. Una... extraña... necesidad de asfixiarlo. Confundida, volvió a levantar el libro de Orwell que estaba en la mesa. Todo lo que hacías era controlado, visto y regulado. ¿Paranoia o advertencia?
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {14.07.21 12:09}

Asintió en silencio con un leve, pero significante, alzamiento de la barbilla. Pensando en aquello que la otra mencionó sobre la campaña más prometedora. Prometedora para quién, claro, para ella o para el vasallaje que ella considerara de valor. ¡JA! ¿Cuál sería el caballo ganador? Si era sincero consigo mismo, sabía que no había ninguna campaña que se adaptase a lo que la pelirroja pidiera, si por ella fuera los vasallos irían solos a la batalla. Quizás las únicas campañas que interesen a Lake Pendragon sea en las que más daño y muertes pudiera conseguir o en aquella que dijo Wthyr de conquistar y unificar todas las islas Británicas. Pero estaba casi seguro de que, si la dejaban sola, Lake sería capaz de reconquistarlas ella sola, matando a todos esos humanos desesperantes. ¿A la pelirroja le iría el sadismo?  Podría ser un juego con el que experimentar, si es que salía con vida de aquella conversación y podía entender que se estaba acercando a terreno fangoso.

No pasó por alto el comentario de la lana, pero le devolvió una sonrisa muda. Ataba cabos, ataba cabos… -Con la sapiencia que usted maneja, debería conocer la historia por usted misma. Me sorprende- Mentí. En realidad no le sorprendía que no tuviera ni idea, al fin de cuentas a la pelirroja casi siempre la dejaban de lado en las decisiones de los hermanos. Pobre alma descarriada. Iba por libre, de chica dura, esa era la imagen que pretendía la pelirroja proyectar sobre los demás, ¿fachada o algo más?. Sin embargo, allí estaba, tratando de robarle no un libro, sino dos de ellos. Extendió la mano y los dedos, comprobando las uñas… o las garras. Sí, había que afilarlas -¿Sabe acaso lo que se le hacía a las herejes?- Empezó a proyectar en la mente de la mujer el calor sofocante y asfixiante que los descendientes de Hipatia habían vivido en muchos momentos de la historia, inmóviles sobre una pira, como ella en aquel momento.  Hasta que la imagen del fuego empezó a aparecer devorando los estantes. Ixión pasó por el lado de Lake, y le arrebató los dos libros.

-¿Le gusta el fuego, mi señora?- Sonrió con una sonrisa ladina al pasar por su lado, hasta que se sentó cómodamente de nuevo en la silla en la que la proyección anterior había desaparecido anteriormente, cruzándose de piernas y echándose hacia delante en el asiento. Sabía que no la terminaría de convencer con simples ilusiones, juegos de palabras, incluso con el propio Sodoma, y que ya empezaba a jugarse de jugar al perro y al gato, sin doblegar a la dragona. Shyvanna ya le hubiera contado algo, por esa razón “el coño de oro” era su preferida, y no solo por sus dotes.

Lo que sí sabía es que estaba jugando con él. Trataba de parecer tonta, pero ambos sabíamos que de tonta no tenía ni un pelo, pero sí mucho veneno en cada una de las palabras que su boca afilada dibujaba.  Pero la muy puta andaba esquivando todo intento de satisfacer la curiosidad que el moreno necesitaba para tratar de entender los acontecimientos que herían Avalon durante las últimas semanas y mes. -No me ha respondido, mi señora, ¿acaso tiene miedo a formular las preguntas que le hayan llevado a la Biblioteca?- Entrecerré los ojos y apoyé la barbilla sobre los nudillos entrelazados, inclinándome hacia delante, nuevamente. Podría violarle la mente, si se empeñaba en ello, pero considerarían que aquello era un sacrilegio para la familia. Tendría que hablar él. Bien, pues hablaría. Volvió a acomodarse en la silla

-Dado que no parece parece importunarle las preguntas, empecemos por el principio y veremos cuánto conoce de la historia, o cuánta de ella le han ocultado: Esa cosa en vuestro pecho que marca idéntica a la de Cedric Pendragon y mi buena señora Shyvanna. Y me aventuro a decir que seguramente también al de resto de varones de su linaje. ¿Qué representa?- Señaló con la cabeza la mancha ennegrecida.

Se cruzó de brazos y se echó hacia atrás -¿Qué hace Catherine Le Fay ocupando el puesto que a cualquiera de los vasallos le pertenece? ¿Pretendéis que de la noche a la mañana besemos el suelo que ella pisa? El señor Pendragon dejando funciones para con Avalon para babear por el enemigo, el cual os habéis atrevido a meter en casa… Y no contentos con ello ¿sustituís los lloros por Aelle por una boda?-

Se echó hacia delante, advirtiendo a la Pendragona, hasta que terminó por levantarse. -Están dando una patada a los perros que siempre les han servido. Se le avecinan problemas a los dragones. Ustedes verán cómo lo gestionan, si es que no quieren ser devorados por una jauría de lobos enfadados-

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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {19.07.21 2:03}

Que el contrario negara la inteligencia de la pelirroja no era tan buena estrategia contra ella, pero sí que lo era contra él. Lo había probado ya con anterioridad, así que se guardaría el arma para otro momento.- ¿Le sorprende de verdad? Creí que era usted alguna clase de deidad omnipresente.- Omnipresente ni que nada. Solo tenía buenos soplones que le daban los detalles a cambio de una follada que, por lo que veía, no podía calificar como buena.- ¿Me lo va a decir o me recomienda algún buen libro? - Preguntó con sarcasmo, pues era evidente que cuando un tema le gustaba la obsesión era malsana. El contrario se decidió por mostrarle, por lo que veía, así que observó con cuidado, ocultando la sonrisa que amenazaba con asomarse. Le gustaba más de lo que quería demostrar.

El fuego me parece fascinante. Es el único elemento que realmente transmuta, cambia, transforma. Deshace lo que debe deshacerse y deja solo cenizas. ¿No es poético? Un gran edificio, una gran persona, todo reducido a lo mismo.- Tenía cierta fascinación, aunque muy oculta. Desde los hornos de Alemania hasta los grandes incendios. El caos era tan distinto, las consecuencias catastróficas tan diferentes, y el resultado final era el mismo. Cenizas. También cenizas quedarían cuando lo quemara por quitarle lo que quería. Ya se lo había advertido antes.

Ah, así que esa era su pregunta.- Susurró, levantando la mirada hacia el techo, pensando un poco en sus palabras. Las preguntas que la habían llevado a la biblioteca ya no eran dudas, eran certezas a las que tenía que encontrarles un camino.- ¿Como cuáles? Verá, cuando uno recién inicia a revisar un tema no tiene preguntas, solo una necesidad malsana de conocer más de todo. Eso es lo que me pasa. ¿Nunca se ha obsesionado con un tema? Seguro que sí. Seguro que leyó con avidez las grandes desgracias del mundo buscando el momento oportuno.- A ver si con eso se sacaba de encima las preguntas idiotas del contrario. ¿Qué quería? ¿Que soltara todo como haría Shyvanna? Le estaba hablando a la hermana equivocada.

Dejó que continuara hablando, sobre la marca de maldición. Oh, la marca de maldición que nadie deseaba tener. Era bastante desafortunado tenerla, si era sincera. Un pensamiento cruzó su mente a mitad del soliloquio del contrario y tuvo deseos de llevarse una de las manos al cuello. En su mente, la imagen se dibujaba con bastante destreza. Sus dedos ágiles jalaban del cordón, deshaciendo el nudo del delicado listón en el cuello de su blusa. Podría haberla abierto, solo un poco, y mostrar la marca, junto a una buena parte de su escote. Dejó que hiciera sus preguntas, que hablara de Catherine Le Fay, de Aelle, de su propia y perruna existencia.

Lo miró levantarse y no dudó sus intenciones.- ¿Por qué crees que me importa lo que me oculten o no? En eso somos distintos. Tu quieres el saber porque "el conocimiento es poder", pero es otra falsa ilusión... Es una maldición, ¿no lo ves?. En algún momento me matará, ya viste lo que ocurrió en la boda con Cedric. Seguro que está ansioso de que ocurra. Seguro va a ser el primero que llore mi partida.- Ironizó, pues lo más probable era que se follara su cadáver de primero, pero no quería ser mórbida, no era propio de una dama.- Sobre Catherine, no veo por qué te molesta. De no ser así, la tradición habría dictado que Wthyr tomara a Freyja por esposa y... bueno, ya vimos lo que ocurrió con el último Lothbrok. Me temo, mi señor, que usted no entra en los gustos de mi hermano como para ser cabeza de la familia, y no sé si usted sea hombre de una sola persona. ¿Me equivoco?

Subió con cuidado y mucha lentitud la mirada por el pecho del contrario. Quizás era la molestia que tenía y que tanto había tardado en hacer salir a la superficie lo que estaba nublando su juicio, pero de repente el contrario había dejado de parecer patético. Se imaginó colocando las manos detrás del cuello del moreno, bajándolas después por su pecho.- Quizás no estaría mal. No suena tan grave el tener un lobo cerca.- Susurró con un toque de necesidad en la voz, fingido, por supuesto, tratando de apagar un poco las necesidades que realmente tenía. Sin embargo, no podía negar lo que nacía en ella en la adversidad, ni tampoco evitar que su voz saliera cargada de deseo.- Mi señor, me tiene con gran pena el verlo molesto. ¿Qué podría hacer para regresar esta conversación a términos más... cordiales?
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {24.07.21 12:58}

Estudió a la pelirroja mientras mantenía la ilusión del fuego a nuestro alrededor, con el sofoco que éste producía, la falta de aire, la necesidad de correr para ponerse a buen recaudo, la última bocanada de aire puro y que no produjera el quemazón en las vías respiaratorias. A pesar de todo aquello la mujer mantenía una fascinación, prácticamente, insana con el fuego. Wthyr y Darren podrían arrancarle el corazón de un puño, Shyvanna le cortaría las pelotas, pero Lake era la que más disfrutaría haciéndolo arder en la hoguera. Como la buena dragona que pretende llegar a ser -Cenizas a las cenizas. Polvo eres, en polvo te convertirás…- Las palabras de las llevará el viento, y al final, la única forma que se tiene de sobrevivir a la muerte es con el legado que quedase sobre la tierra. -Sin embargo, aquí estamos, rodeados de supervivientes de la ardiente y transmutadora historia- Le recordó, mientras seguía fijando su atención en ella, mientras pasaba la mano con delicadeza por el lomo de aquel libro escrito en latín antiguo y que le había arrebatado con anterioridad. La necesidad malsana de conocer más… en parte compartía aquel sentimiento, que me pareció el más real de los que me había enseñado hasta ahora. Apoyé el libro sobre el regazo.

La respuesta sobre si le importaba o no me dejó totalmente fuera de lugar, más allá de si mentía o no, la forma en la que lo dijo. ¿De verdad que no le importa cómo resolver algo que, como ha señalado, podría acabar no solo con ello sino con sus otros 5 hermanos y ha conseguido matar a su abuela? Arqueó la ceja y apartó el gesto hacia un lado, con cierta molestia, entrecerró los ojos para mirar a la pelirroja -Porque solo sabiendo a qué se enfrentan, el vasallaje podrá serle útil. Callarse las penas no vale más que para morir en soledad, sea llorada o no- No, claro que no lloraría la pena de Lake. De igual manera que nadie lloró la de Aelle y se dedicaron a los festejos y los bailes. Ni unas palabras por su partida. Años y años de servicio para la que fuera la matriarca de los Pendragon para morir en aquellas condiciones. No sentía pena por la vieja, ni mucho menos, pero era cuanto menos raro e inusual. Y todo comenzaba con la aparición de Catherine LeFay en aquel castillo -Porque todas las desgracias que han caído sobre Avalon han sido desde que esa mujer apareciera aquí. Que Wthyr se despose con quien él considere oportuno, como si lo hace con Katarina, es asunto suyo. Que haya sido hechizado por esa LeFay sí es algo que nos concierne, a todos. En especial si se dedicase a contarle los chismes de Avalon a Ouroboros- ¿Una fuga de información? El espía sobreprotegido. ¿Es que acaso nadie lo quería ver? Quizás la propia Lake estaba hechizada también por aquella enana morena de ojos morados. Tuve que contenerse el gesto de molestia cuando comentó que Wthyr no creía que fuera lo suficientemente digno como para una de las hembras Pendragon, tensó la mandíbula por ello y se cruzó de brazos. La aparente insinuación le despertó curiosidad, pero bien sabía que podía tratarse de alguna treta por parte de la pelirroja, de modo que no entró al juego, no aún. -Muy sencillo, solo dígame porqué Wthyr prefirió el coño de Catherine LeFay y no el de Freyja Lothbrock- Alzó la ceja son media sonrisa dibujada -Y entonces podríamos hablar de cosas más cordiales-

Sodoma 3/8
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {26.07.21 3:46}

Quizás era solo la confianza de que el fuego no volvería a quemarla nunca más, o que estaba acostumbrada por sus propios poderes a estar entre el calor, el humo, la sensación de respirar algo que contaminaba el ambiente... Ahora que lo pensaba, ahora que caía en cuenta, quizás su parte dragón siempre había estado con ella. No recordaba haberse quemado con su propio fuego. Y el humo no le resultaba molesto como a otros. Aquello la hizo sonreír de lado, feliz de tener un aliciente. Iba a lograrlo. Desde que obtuvo confirmación por parte de Goth, veía cada espacio de su vida de una manera totalmente nueva.- ¿Citando la biblia? - Le concedía un punto por la manera tan mórbida de profanar el libro sagrado.- Dígame, en su opinión, ¿existe un Dios? Aparte de usted, claro.- No esperaba gran cosa de él, pero siempre era bueno tener en cuenta las afiliaciones religiosas de la gente a la que soñabas con matar, para darle un toque poético al caos. Miró como toqueteaba su libro y algo en ella se encendió de mala manera, aunque supo controlarlo.- Puede leer todo lo que quiera, mi señor, estudiar la mecánica, memorizar los datos, pero le aseguro que nunca va a comprender realmente la majestuosa conexión que un Pendragón tiene con sus dragónes. ¿Alguna vez ha volado en uno? - Quizás a Ouroboros, pero una cosa era ser el pasajero y otra muy distinta el jinete... o el dragón.

Oh, no, mi señor, no se ponga melancólico.- Señaló cuando lo vio disgustarse por sus palabras sobre la maldición. Sin embargo, lo dejó hablar. No es que sus conjeturas estuvieran mal, sino que parecía que no estaba viendo todo como un mismo asunto, sino como eventos separados que no tenían relación entre sí. Y, si claramente había dicho que las desgracias habían llegado con Catherine, no entendía si estaba tras la pista correcta o no. Sin embargo, tuvo que reír cuando el moreno habló de Katarina. Por Dios, no podía pensar en nadie menos adecuado que aquella mujer que le daba cringe. Era una de esas personas que prefería no ver respirando. Estaba acostumbrada a los reptiles y aún así aquella mujer le parecía resbalosa. Aún así, sonrió abierta y encantadoramente por el lenguaje corporal del contrario, sabiendo que había dado en el clavo.- No se sulfure, Wthyr jamás ha hecho tal aseveración. Pero ahora veo que le importa más de lo que deja ver. ¿A quién quiere? ¿A Shyvanna? Como su hermana menor, déjeme decirle que es terriblemente aburrida. Incluso en la cama.- Pequeña venganza por no dejarla dormir con sus "sonidos" noche tras noche desde que se dio cuenta para qué servía cada qué de su cuerpo. Seguro que él ya se la había follado. Pero bueno, tocaba responder, suponía. No quería terminar muriendo en la hoguera antes de que algo más pasara. Soltó un suspiro y comenzó a recapitular desde el principio.

El vasallaje es inútil contra una maldición que el Árbol envía. Solo él da la solución y solo él decide qué quiere a cambio. No le haré la tarea completa, pero...- Tenía que ser el humo lo que le estaba nublando la cabeza, pero quería atrapar su curiosidad. Quería darle el empuje que deseaba para que continuara con aquella búsqueda implacable. Quería sus libros y que la dejara en paz. Habló en voz baja, sensual, decadente.- ¿No ha hecho la conexión, mi señor? Tiene todos los elementos y aún así parece que no está ni cerca de la respuesta, ¿o no? La maldición no se detiene en la familia Pendragon. Catherine está aquí por una razón, y no es porque mi hermano sea el gran semental, ni porque Ouroboros quiera cimentar una Alianza para evitar una guerra. Que quieran verlo como una afrenta a los vasallos es simplemente inútil. Si algo, le hicimos un favor a Freyja. El árbol se la habría tragado como a Viggo.- Esa había sido una boda entretenida. Entre la sangre, el espectáculo, los Lothbrock enojados y Shyvanna enloqueciendo, realmente la había disfrutado. No pudo disimular la sonrisa que le traía el buen recuerdo.- ¿Me he ganado ya mis libros? - Preguntó, transformando aquello en una sonrisa que pretendía ser inocente.
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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {31.07.21 9:02}

Chasqueé la lengua, con cierta desidia -No dejan de ser historietas para alimentar almas atormentadas- Me encogí de hombros sin mucho más que poder comentar sobre aquello, aunque se le hacía interesante que la pelirroja conociera las palabras de la sagrada biblia. Interesante cuanto menos. Alcé la mirada hacia ella, que no se amedrentaba nada con los fuegos abrasadores, cualquier otra persona de mente débil ya se hubiera asfixiado en sus propios estertores, pero la dragona no. El comentario sobre su propia deidad le dibujó una sonrisa y le guiñó un ojo con cierta picardía -Uno, varios… ninguno… Qué más da. Al final todos vamos a aterrizar en la misma muerte oscura y transformadora. Y esa, para cualquiera de las religiones que existen, existieron, o existirán en el mundo, es la única verdad absoluta. Y, hasta con ciertas magias, se es capaz de engañar a la única diosa purificadora: la muerte. ¿Cree usted en la muerte?- Se preguntó si en aquel libro habría algún capítulo sobre la muerte de los dragones, aunque era mucho más mundana que la de las aves fénix. Alcé la ceja, no con escepticismo, pero sí esperaba más en aquella pregunta -Es acaso una invitación, ¿mi señora? Porque le aseguro que, como buen archivero del conocimiento, me encantaría poder experimentarla- Ya había montado en dragón y montado a dragonas. Se preguntó si el coño de Lake era tan ardiente e indomable como su poseedora. No le terminó de responder, a ver qué le ofrecía, aunque conociéndola, cerraría las piernas. Tanto calentar al personal para nada… basta de calentar, cesó la ilusión.

¿A Shyvanna? No, Lake no le había entendido. Él quería el mundo. Y si esa renacuaja de Catherine LeFay le jodía los planes, de la misma manera que lo hicieran los grulleros años atrás, tendría que joderse, morderse la lengua y tragarse su propio veneno, por mucho que deseara poder escupirle ácido a aquella extranjera y quemarle la cara. Cualquier chivatazo podría poner en alerta a cualquiera de los descendientes, brigadistas o resistentes. Solo esperaba que Wthyr hubiera sido lo suficientemente cauto para no involucrar a la morena, al menos, hasta saber qué piel es la que cubría los hombros de ella. Bien sabía la respuesta de aquello, o al menos, se la olía. Y no se cambia de acera de la noche a la mañana, a no ser que haya un buen par de genitales de por medio, algo no aplicable en esta situación. No, no solo quería a Shyvanna lamiéndole las pelotas, sino que gran parte del Mediterráneo oriental le bese los pies al pasar. -El Árbol no maldice, mi señora, o no de esa manera. El Sanguis protege Avalon y a cambio EXIGE la devolución, en forma de sangre, de ese servicio: la de Aric Lothbrock, la mía, la suya… No, esa mancha que le asoma por el hombro no es culpa del Sanguis- De eso era algo de lo que estaba seguro. Otra cosa es que el Sanguis pudiera, o no, proteger Avalon de ella. Ella continuó explicando la conexión que terminaba de unir las piezas de aquel rocambolesco puzle: pero ahí estaba la solución, más bien la confirmación, de que Catherine, la boda, la marca estaban relacionados de alguna forma. Lo peor, es que encima le debían agradecer. Agradecer una mierda. Extendió el libro de dragones hacia la mujer -Supongo que su señora querrá que le agradezca esta conversación… - Pero que no esperase que lo hiciera por andarse con tejemanejes a la espalda de Avalon. Bajó el tono, casi en un susurro y se aproximó a ella lo suficientemente como para que sintieran los alientos del uno al otro, casi pegado a su oreja -Y si necesita ayuda con la traducción de las lengua, ya sabe dónde puede encontrarme- Dejó caer el libro en latín rumano sobre las manos de la pelirroja mientras se separaba de ella. Se rehízo la coleta que recogía sus rastas y con las mismas se dirigió a la salida, dedicándole un último guiño antes.

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Biblioteca Pendragon Empty Re: Biblioteca Pendragon {09.04.22 22:27}

Lo de recuperar al niño había salido bien, pero desde que lo había traído a Ávalon no dejaba de lloriquear. Era como si se hubiese desacostumbrado a ella, o como si algo le inquietase en aquella isla. Ni siquiera se había callado con los juegos con su hermano mayor, que estaba muy desilusionado porque su hermano pequeño no se alegraba de volver. Adele se lo llevó a la biblioteca para entretenerlo un rato, llevándolo a ver libros mientras le contaba historias de para nada infantiles.

- Y en este dibujo puedes ver a un mago oscuro convirtiendo en serpientes a toda una población de inmundos aldeanos. - siguió mostrándole dibujos hasta que el niño se hartó, escurriéndose de su regazo para bajar al suelo a empezar a revolcarse en medio de un tremendo berrinche sin dejar de llorar. Lo que faltaba.

- Mírate...te han convertido en un blandengue en esa casa. Ese Aedan es un tontito...tú eres mejor, hijo. - apoyó la cara en la mano, tamborileando sobre la mesa con los dedos mientras esperaba a que se le pasase la llantina. - Cuando dejes de llorar te daré un regalo, pero tienes que callarte primero.
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