Aposentos de Wthyr Pendragon

Además de la habitación, como todo castillo, cuenta con salas anexas entre ellas: Un salón privado para comer, aseos y vestidor privado y además un área con una biblioteca y zona con un escritorio. También tiene un espacio con sofás alrededor de una chimenea.

Todo a su alrededor se había tornado en oscuridad. Ya no percibía ni las miradas, ni los gestos ni la maldita gente que se le atravesaba en el medio del camino. Ya no había cabida para la ansiedad. Ahora todo lo que era estrés, todo lo que era dolor, todo lo que era culpa se había convertido en ira. No supo en qué momento había convocado sus elementales pero estaban a su lado, escoltándola. Ingresó al castillo y avanzó por uno de los largos pasillos para luego doblar hacia donde no era, encontrándose de lleno con una sirviente que la miró con sorpresa -¿Mi señora?- Inquirió con duda y, quizás, algo de miedo -Llévame a mis aposentos- Le ordenó sin mirarla a la cara ni reconocerla. De esa forma, cuando la maldita isla cayera en manos de Morgana y los matara a todos no tenía que llorar…Si es que ella quedaba viva en algún rincón de su mente.

Avanzó en silencio, llevándose una mano hacia el brazo. Sabía que Wthyr había hecho magia y había cerrado el sangrado. Como si se fuera a morir por esa herida… Lo que había temido fue entrar en rango de esa espada. De esa rabia. Sacudió la cabeza, tratando de quitarse la imagen de la vikinga de la mente. Ingresó a la habitación y cuando la muchacha preguntó si necesitaba algo más Catherine negó con la cabeza bruscamente y en seguida ésta se marchó. Otra vez en esa maldita habitación. Tan antigua, tan distinta…Si la residencia Pendragon le traía recuerdos, este castillo despertaba memorias antiguas y recientes y ninguna de ellas era positiva.

Se quedó un momento, parada y mirando alrededor mientras el dolor del brazo se irradiaba. Miró por encima del hombro hacia la puerta y puso un hechizo de silencio…Entonces gritó. Gritó todo lo que le dio la garganta. No sólo de dolor, sino también por la frustración que la recorría entera y por el destino de mierda que se veía delante de ella. Quizás todo era más fácil si se rendía, si se acostaba a dormir y le entregaba todo a Morgana. Que hiciera lo que le diera la gana con esa isla de mierda…

Cerró los ojos y negó con la cabeza. No, no podía ser así de egoísta. No podía dejar a Ian, ni Aedan...Ni a los estúpidos Pendragon que la odiaban. Ya tenía la muerte de una a su espalda, no iba a cargar con seis más. Se quitó el jersey por encima de la cabeza y observó entonces la herida. Con razón le dolía tanto. Tensó los labios y miró sus baúles. Unos que no había organizado y que, en el fondo, no quería. Haría realidad el hecho de que debía quedarse ahí. Fue hasta el que reconoció como el de objetos y buscó en su kit de pociones, ese, que le había salvado el culo en la misión fracasada. A Ian y a ella. Suspiró brevemente. No podía pensar en él porque entonces sentiría de nuevo la necesidad de irse. Se sentó en el piso y localizó desinfectante y luego el díctamo, empezando a colocarse un par de gotas a lo bruto, soltando un siseo mientras la poción hacía efecto. Soltó un suspiro breve y se miró de nuevo el hombro, no sabía si había quedado bien o no pero le daba igual. Guardó las pociones y se incorporó para ir al baño a darse una ducha teniendo cuidado de no mover el brazo. Tenía que sacarse la sangre.

Eres sangre de mi sangre y huesos de mis huesos.
Te doy mi cuerpo para que los dos seamos uno.
Te doy mi espíritu hasta que termine nuestra vida.

El pensamiento vino tan raudo que la congeló en su sitio. Los votos. Frunció el ceño y los repitió nuevamente en su cabeza, ladeó levemente la propia y se preguntó a qué se refería Gwen con que había roto las promesas hechas al Sanguis Ligno. Si total, sus acuerdos habían sido en otros sitios y el uno hacia el otro. Estos votos… Se miró la mano donde había estado la herida.

Eres sangre de mi sangre y huesos de mis huesos.

¿Era eso lo que afectaba la canalización? ¿Por qué eran uno? ¿Lo que sentía era una parte de sí misma en Wthyr? ¿Una parte de su magia? ¿Era ese el hilo que los unía? ¿Del que había tirado? ¿Y por qué sólo lo había sentido en la isla? La siguiente frase estaba clara, era la descendencia. Su bonita y mágica yegua de cría. Sí, sí, esa parte la tenía aceptada. Pero lo del espíritu…

…Nuestra vida.

Parpadeó, entrando en pánico un momento. Pensando que su vinculación iba más allá…Pero…No, no podía tener ningún tipo de unión rara porque entonces Wthyr habría muerto con su primera esposa. ¿Y si al entregarle su espíritu también lo hacía al Sanguis? ¿Reconocería el Sanguis su alma? ¿O la de Morgana? Las dudas se acrecentaban cada vez más y mientras se metía en la ducha y el agua caliente removía la sangre que cubría su brazo, Catherine se encontró nuevamente perdida y sola.

“Y la mía en ti se está debilitando…”, la morena soltó un chasqueo de lengua cuando repasó las palabras de Wthyr -Como si hubieses tenido alguna para empezar- Rodó los ojos y salió de la ducha para envolverse en una toalla, secarse e ir a ponerse algún pijama propio, desechó los de invierno porque aparentemente los sirvientes habían mantenido la chimenea viva  y sospechaba algún hechizo para mantener la habitación caliente… ”he intentado acercarme a ti para que esto funcione”, hizo la mímica de Wthyr hablando con su tono de mierda -Pues ¿sabes qué? Que el sexo no es una forma de acercarse a las personas- Las respuestas le venían ahora cuando tenía la mente más clara.

“Saca fuerzas aunque no las tengas” … Miró la habitación un instante. El horrible cuadro que le pintaba -Ya te voy a decir de dónde voy a sacar fuerzas si voy a pasar mi maldita vida en este castillo de mierda- Incluso en pijama abrió la puerta de la habitación. Tenía una hora ¿No?Muy bien. La haría valer. Eliminó el hechizo de silencio y sintió el mordisco del frío pero se abrazó a sí misma -Necesito ayuda. Por favor, una docena de personas. Uno de ellos especializado en transformaciones- Expresó mirando a los guardias del final del pasillo, no sabía si era los que la habían visto la noche de bodas, pero tampoco le importaba. Unos minutos después llegaron las personas que buscaba y empezó a dar órdenes a diestro y siniestro empezando por el armario y terminando por la ropa de cama.  Cuando acabaron, todo donde había predominado el color rojo y tonalidades oscuro había cambiado. Los tonos claros hacían un juego precioso con algún que otro carmesí que habían logrado colar pero Catherine había sido particularmente tikismikis así que cuando el cuarto tuvo mucha más luz se sintió más tranquila. En algún momento, había venido un sanador y Catherine le había hecho dos mil preguntas sobre lo que pretendía hacer porque ya no confiaba en nadie. En ninguno. Apenas si confiaba en Wthyr. Sin embargo, dejo que le revisara el hombro vigilandolo y con sus lobos a su lado. Le molestaba soberanamente asi que le mandó reposo.

Finalmente,  allí donde había reinado una decoración demasiado retorcida para su gusto ahora había más formas suaves y menos recargadas. Todo era mucho más…cálido. Curioso para alguien que estaba acostumbrada a trabajar con la oscuridad. El hueco en el armario era amplio, pero, de momento, no sacó su ropa.  Alguien le preguntó por la cena, porque mientras daba órdenes, había terminado de comerse la bandeja anterior. Pocos segundos después se dio cuenta de que le estaban preguntando por la cena de Wthyr y se les quedó mirando con una ceja arqueada -Eh… Pues… Servirle en su…¿Salón privado?- Dijo -Ese…- Señaló el sitio al que habían entrado a redecorar hace unos minutos. Observó en el gesto que iban a preguntarle más cosas y sonrió de lado -Ya podéis retiraros. Muchas gracias- Movió la mano con suavidad señalando hacia la puerta y cuando estuvo sola, apreció la habitación y respiró profundamente. Se sentía más…liviana.

¿Y ahora qué? Miró hacia los baúles pero no tenía muchas ganas de sacar sus pertenencias. Además, ahora que estaba sola con sus pensamientos volvía a analizar todo lo que había pensado sobre los votos. Fue hasta otro de los baúles y sacó una caja de madera con runas alrededor de ella, tras eso se sentó en el medio de la habitación, en un espacio sin alfombra con sus lobos al lado de ella. Abrió la caja y sacó un carboncillo -Debería hacerme con un mapa de Avalon- Les dijo a los lobos, que aparentemente serían su única compañía y mientras empezaba a dibujar en el piso sonrió de lado -¿Sabes Morgana?... – Los símbolos iban dibujando el mapa mental que ella tenía de la isla y en el centro el Sanguis Ligno. El símbolo de poder de los Pendragon -Mientras más te acercas a la luz, mayor será tu sombra- Marcó varios símbolos más, pero eran símbolos extraños para cualquiera que los viera excepto para Catherine, para Maxwell y para los fallecidos Altaïr y Stavron Le Fay. Eran los símbolos de los mapas de ilusiones -Y me pregunto… ¿Le tienes miedo a la oscuridad? – Inquirió mientras marcaba su figura en forma de rombo -¿Eres consciente de que aquí soy más fuerte?- Volvió hacia su izquierda. Aquello era cierto, podía percibir la magia alrededor. Era una isla con una carga que le cosquilleaba debajo de la piel, llamándola, invitándola a recordar antiguos rituales, lenguas muertas, hechizos y maldiciones. Una melodía deliciosa.  -Pero lo sabes, preveías jugar con eso… - Ronroneó con una leve sonrisa y se acomodó de nuevo. No se detuvo demasiado en el cuadrado que representaba a Wthyr, dibujado en la sala de la mesa redonda -Ávalon te reconocerá… Pero este Ávalon no es el que tú conocías y a diferencia de ti, tras tanto vivido, una de mis habilidades es la resiliencia- Fue contándole con una extraña tranquilidad mientras marcaba el rombo dentro del cuadrado dentro del dibujo del Sanguis Ligno -Y yo, a diferencia de ti, estoy dentro de los Pendragon- Murmuró -Formo parte de esta isla-

Eres sangre de mi sangre y huesos de mis huesos.

-Soy una con Wthyr cuando canalizamos. Y ambos somos partes del Sanguis Ligno… Una unión mágica, sí, pero de sangre…- Era una idea que se le había quedado rondando al ver el deseo de Wthyr brillar en sus ojos. La oscuridad formó un pequeño zarcillo en el que Catherine se pinchó el dedo, la sangre brilló roja en sus dedos -Y si ambos nos potenciamos y podemos alimentarnos del otro…Técnicamente…- Catherine apoyó suavemente el dedo en el centro y cerró los ojos, en cuanto lo hizo susurró un par de palabras en latín y cuando las runas brillaron en un color dorado…Lo sintió.

Ahogó un gemido. No sólo sintió el vínculo con Wthyr, no…Iba más allá. Iba… Oh… Por todo Ávalon. Las raíces del Sanguis Ligno iban por toda la isla. Lo conocían todo, lo percibían todo. Era un guardián. Sí, un protector. Y una fuente de magia en una tierra próspera para ello. Catherine apretó los ojos con fuerza para volver al hilo más fuerte, el que la unía a Wthyr, pero también podía percibir a sus hermanos.  Pero se concentró en él y  lo hizo porque cualquier telépata conocía los peligros de una mente demasiado complicada. No, tenía que concentrarse en él. Ubicó su rostro en su cabeza.  Para variar, enojado.

Se preguntó… Qué tan enojado estaría si lo incomodaba.  ¿Podría comunicarse con él, sin usar telepatía? No…Parecía que no eran precisamente palabras lo que podía dedicarle. Pero… Tiró, del lazo, como una especie de saludo entre ellos. Su magia, enroscándose a través de ese hilo dorado que los unía, y reconociendo esa parte de él. Llamándolo.

Sonrió de lado y abrió los ojos -Supongo que eso no te lo esperabas-  

OFF:
Nivel de conexión: 17/20
Post de dados aquí

Dirigí mis pasos hacia mis aposentos tras las reunión para la operación de conquista. Nada más abrir la puerta me encontré con aquel repentino cambio en el aspecto de la habitación, en el orden, en...demasiadas cosas. Fruncí el ceño de inmediato, haciendo un sonido de disgusto conforme entraba. Apenas tarde dos segundos en localizar a Catherine, que probablemente era la autora de todo. Entorné los ojos conforme avanzaba hacia ella, echando un rápido vistazo a su hombro para comprobar que se hubiese encargado de curarse.

- Por lo visto no sólo has tenido tiempo de recibir una daga en el hombro y curarte, sino también de redecorar toda la habitación. Para que luego digas que te aburres en Ávalon. - comenté con sarcasmo, cruzándome de brazos a un par de metros mientras me fijaba mejor en lo que estaba haciendo. Dibujo y...¿magia? Los símbolos y las representaciones del lienzo me llamaron la atención, así que los observé en silencio durante algunos segundos mientras trataba de interpretarlos.  - ¿Qué es eso? - cuestioné con cierto recelo, recordando la sensación extraña que había tenido durante la reunión.  - ¿Me estabas buscando...? - me aproximé un poco más, esperando que me explicase de qué iba toda esa locura de trazos y magia.

- Espero que no me hayas perdido mis cosas, ni que hayas estado husmeando. - añadí en tono molesto, cambiando de tema.

Morgana no le respondió y eso le pareció bien. Ahora simplemente tenía que investigar más sobre el Sanguis Ligno porque había percibido algo demasiado grande y tenía miedo de perderse. Quizás… Cerró los ojos con pesar, debería hablar con Gwen. Sin embargo, la morena estaba demasiado ofuscada con ella así que no sabía muy bien cómo limar asperezas. Quizás debería dejar pasar algo de tiempo y concentrarse en investigar la conexión mágica de ellos dos. No podía permitir que Wthyr muriera. Bueno, y ella tampoco.

La llegada de Wthyr fue hecha con un sonido que comenzaba vincular únicamente con él. Bueno, daba igual. Estaba claro que le molestaba hasta su forma de respirar.  No respondió a su provocación. El dolor en el hombro se había acrecentado con todo el movimiento que había estado haciendo así que sospechaba que iba a tener que llamar a los sanadores luego o ponerse alguna especie de cabestrillo. Retiró el dedo lentamente cuando preguntó qué era y se lo llevó a la boca, chupando para evitar que siguiera sangrando. Tomó un trapo de la caja y empezó a borrarlo todo concienzudamente, luego lo hechizó dejando que limpiara.

Se incorporó recogiendo la caja con el brazo bueno y se giró hacia él mirándolo apenas un instante antes de pasar por su lado hacia los baúles. No había nada en su rostro de la soberbia, del orgullo, de la felicidad de tener un paso por delante de Morgana. No le apetecía compartir nada con alguien que ni confianza, ni respeto ni una mierda tenía por ella  -Estaba comprobando una teoría- Le dijo finalmente sin añadir ni un ápice más de información. Guardó la caja en el baúl y lo cerró lentamente. Los elementales se quedaron exactamente donde estaban, mirando a Wthyr y a Catherine de forma intermitente. La morena se subió a la cama, ubicando los peluches de su hijo -No- Respondió, un monosílabo. Era imposible empezar una pelea por un monosílabo. O eso creía ella. Aunque le pareció curiosa aquella acotación así que lo miró un instante con los ojos entrecerrados. ¿Qué había en esa habitación que no quería que encontrara?

Abrió las sábanas y se metió dentro. En cuanto lo hizo, los elementales se movieron y uno de los lobos se acostó en el piso a su lado mientras el otro se subía a la cama a los pies de Catherine. Los tres se quedaron viendo al Pendragon un momento -Te han dejado la cena en el salón-

Su silencio e indiferencia no eran lo que esperaba al llegar a la habitación, sino algún otro tipo de reacción más impulsiva. Realmente no la conocía bien, por mucho que hubiese llegado a ver sus miedos cuando me introduje en su mente. Conocía su cuerpo, su magia...pero no a la persona. No me sentó muy bien que no respondiese a qué significaba ese extraño dibujo, y algo me decía que no iba a decirme nada aunque repreguntase. - Qué escueta. - me quejé al verla pasar al lado sin soltar más que soltando aquel 'no'. Parecía lo contrario, estaba seguro de que había sentido aquel tirón por la necesidad de acudir a donde estaba ella.

- Mientes. Hiciste algo...- yo también estaba siendo escueto, tampoco me apetecía empezar una discusión después del día tan intenso que habíamos tenido entre unas cosas y otras. Observé en silencio sus movimientos, fijándome en que no usaba el brazo de la daga. Igual el díctamo no había sido suficiente, así que pediría que viniese alguien. Al meterse en la cama y decirme lo de la cena me quedó claro que no quería saber nada de mí, a lo que dejé escapar un leve sonido de frustración disimulado. - Pues perfecto. Cenaré solo si no quieres acompañarme. Vendrá un sanador ahora a atenderte, no te duermas aún. - tras eso le eché un último vistazo de reojo, saliendo de la habitación para pedirle a uno de los guardias que trajese un sanador a atender a mi esposa. Tras eso me marché al salón de al lado para cenar, bebiéndome mi vino y el que hubiese sido para Catherine. Después podría haberme puesto a repasar la estrategia a seguir para las misiones, pero necesitaba desconectar y preferí salir a volar con los dragones, surcando el cielo nocturno de Ávalon. No regresé a la habitación hasta horas después, bien entrada la madrugada.

Se mordió la lengua para no responderle pero en su mente le hizo una mímica ofensiva por sus estúpidas palabras. Calma, concentración y otra vez aquella serenidad que le correspondía. Mejor tenía que actuar con él como lo hacía con cualquier Descendiente, o al menos esa imagen de control que había logrado cultivar con mucho esfuerzo -No mentí- Eso sí le respondió con énfasis y un tono irritado -Sí hice algo. Comprobé una teoría...Y estaba en lo correcto- Alzó suavemente un hombro y lo dejó allí. Después de haber visto su deseo, su ambición, sus ganas de poder tenía cierta reticencia a contarle la realidad de su teoría. Llegado un punto tendría que darle información...porque estaban juntos en ello, pero de momento mejor no.


-¿Por qué habrías de querer estar conmigo?- Preguntó, genuinamente confundida, mirándolo extrañada. ¿Para qué iba a estar ahí sentada mirándolo comer? ¿Para esperar que le dijera algo que los arrastrara a una nueva discusión? No. Ya había dejado sus palabras en claro y él también. Ni confianza, ni respeto, ni una mierda. Y por esto es que no comprendía, en lo absoluto, esa relación tan rara de Sayid y Arleen. Besos, palabras dulces, y demás…¡Si tenían como un mes conociéndose! En fin…

Se acostó boca arriba y esperó a que viniera el sanador. Tras la larguísima y profunda siesta, lo cierto es que su cuerpo no estaba cansado del todo. Era su mente la que estaba embotada. Se preguntó si Morgana aprovecharía eso para colarse. El sanador llegó y Catherine asintió suavemente al ver que era el que ya la había atendido, se dejó hacer, sintiendose un poco mejor cuando la sanación recorrió su hombro. Le agradeció y asintió a aquello del reposo.

Tras eso se quedó sola. Apagó las luces y se quedó mirando el techo, esperando a que llegara Wthyr...Después de todo…¿Y si se dormía y Morgana se aprovechaba? Se mantuvo tranquila acariciando a los lobos que se habían acomodado más cerca de ella y empezó a sentirse un poco nerviosa cuando el moreno no aparecía por ningún lado. Era….evidente, que ya había acabado de cenar y se había ido. ¿A dónde? No lo sabía pero supuso que Wthyr tenía una ...vida en Ávalon antes que ella. Eso la hizo fruncir el ceño. Una vida. Claro… Se acomodó de lado sobre el brazo que no estaba sentido y se puso a pensar en detalles como… ¿Y si había tenido alguien que le interesara? ¿Y si había tenido algún prospecto de matrimonio antes de la maldición? Quizás estaba tan enfocada en sí misma, en lo que ELLA había tenido que abandonar que se olvidaba de que Wthyr era también una persona.

Cerró los ojos chasqueando la lengua. Daba igual, no iba a preguntarle una mierda de su vida porque a él no le interesaba compartirla. Daría su corazón por sus hijos aunque la relación entre ellos fuera fría. Sería como su padre con ella. Un apoyo, un soporte en un hogar helado como el hielo. Antes de ser consciente se quedó dormida rumiando sobre su futuro y fue allí cuando comenzaron las pesadillas. Eran mucho menos intensas que la última y no tenían nada que ver con espejos, no...Eran más sobre su futuro, sobre el daño que podría hacerle a sus hijos...Sobre incluso la posibilidad de que Ian muriera, soñó con Shyvanna y con Freyja, soñó con Ávalon...Y hasta que Wthyr no llegó, no se durmió en paz. Aunque técnicamente, no se despertó. Fue como si su energía hubiese reconocido la de él, al menos la de alguien que pudiera sacar a Morgana de su cuerpo, que sabía lo que podría ocurrir.

Al día siguiente, cuando se despertó, se dio cuenta de que estaba girada hacia su “esposo” con una de sus manos tocándole los dedos. Podía sentir el zumbido bajo de la magia, la calidez que subía desde el contacto y frunció el ceño. Apartó las manos con cuidado y se fue a asear al baño, aprovechando que estaba dormido (o eso parecía) para cambiarse por uno de sus vestidos nuevos. Sencillo y simple, de manga larga y en color negro con ribetes en dorado en las mangas y el cuello,  porque tampoco pretendía salir de ahí. Tenía cosas que investigar así que después de desayunar en silencio, cada uno se fue por su camino. Él fuera, a hacer lo que sea que fuere que hacía un Rey en Ávalon y ella se quedó en la habitación estudiando los libros que se había traído y continuando con su investigación.

OFF: Nivel de pesadillas 4. Regu xD

El miembro 'Catherine Le Fay' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

Tras pasar la noche analizando todo lo que había sucedido ayer, Freyja aún era consciente de que caminaba sobre hielo muy fino. Se suponía que ella no era tan imbécil como había sido Viggo y ¿qué hacía a la primera de cambio? Le clavaba una daga a la futura Reina de Ávalon. Maravilloso. Por ende, tras discutir con los líderes de cada facción dentro de los vikingos y coordinar la estrategia sobre cuáles serían los primeros países a conquistar…Se dedicó a preparar el banquete que le había dicho a Catherine.

Les había informado a los suyos toda la situación y no tardó mucho en haber un voluntario para el sacrificio y subsanar aquellas heridas. No obstante, Freyja aún no se encontraba muy convencida de que Catherine se mereciera nada pero… ¿Por qué estallar una guerra interna cuando iban a por una mayor? No podían tener rencillas dentro así que como la mujer madura que era al día siguiente fue a … ¿limar asperezas?

Sonaba imbécil.

Aún así se dirigió al castillo y estuvo todo el rato preguntando dónde carajos estaba Catherine Le Fay pero nadie la había visto. Hasta que una de las sirvientas se acercó a Freyja para informarle que estaba en sus aposentos. La vikinga puso los ojos en blanco. Seguro estaba laxa tirada en la cama lloriqueando por la herida del brazo. Le pidió a la sirvienta que le avisara de su presencia y que saliera a atenderla.

El libro que había estado ojeando ya no le aportaba nada que no supiera sobre la potenciación. Conocía la magia de Wthyr y la propia y ahora le gustaría aprender un poco más del Sanguis Ligno pero no quería dar pistas al Pendragon de lo que estaba planeando. Así que se incorporó seguida de los lobos y empezó a rebuscar entre los libros que Wthyr tenía allí. Sabía que en su despacho había más pero tendría que contentarse con eso, no quería salir aún. Empezó por ahí y después fue a los cajones, encontrando en uno de ellos una caja alargada que pensó contendrían un pergamino importante pero cuando lo abrió era una pieza de joyería exquisita, un medallón. Parecía tener el símbolo de los Pendragon engarzado con otro así que lo abrió y cuando vio la imagen de dentro parpadeó lentamente. Era una mujer, pelirroja. No tardó demasiado en hacer las conexiones. Sería alguna esposa de Wthyr pero  no sabía cual, apenas si recordaba los nombres en su espalda. La contempló un momento más. Exótica y preciosa. Nada que ver consigo misma.

Pues que se jodiera
Se había atascado con ella y ella con él.

Cerró el medallón con cuidado y luego la caja, finalmente el cajón con el ceño levemente fruncido al recordar  a qué le había estado dando vueltas ayer. Sí, él había tenido una vida antes que ella y había perdido muchas cosas. Recordó el miedo que le había reconocido cuando se enteró de la noticia y esa estúpida necesidad de decirle a la matrona que ella no iba a morir. Aunque el destino pensara lo contrario, pensó mirándose el hombro. En ese momento, escuchó la puerta y frunció el ceño. Inmediatamente sus lobos aparecieron a su lado -Adelante-

Era una de las sirvientas que solía atenderles y que traía las bandejas de comida. Le pareció raro y, por si acaso, miró su brazalete a ver si se le había pasado la hora de comer pero no era eso -Lady Freyja Lothbrock os solicita audiencia- Catherine se le quedó mirando en silencio mientras la muchacha se incorporaba de la reverencia. Durante un rato se mantuvo así hasta que finalmente habló -¿Te dijo por qué?- Inquirió pero la muchacha negó con la cabeza. Catherine sintió la tensión acumularse en sus hombros. ¿Qué querría exactamente? ¿Por qué quería verla a ella? Dicen que la curiosidad mató al...gato cuervo-Dudo que le guste que le llamen Lady… En fin, de acuerdo. La veré en el salón privado- Murmuró y se dirigió hacia ella llamando a su piel de ébano bajo el vestido. No tomó asiento, simplemente se detuvo en medio de los dos sofás con un lobo a cada lado y esperó con los brazos cruzados a que llegara la vikinga.  

Spoiler:

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'Dado (10)' :

No supo por cuánto tiempo estuvo esperando hasta que la muchacha volvió y le dijo que pasara al salón privado. Lo que le extraño, tomando en cuenta que cuando había audiencia siempre Wthyr les llevaba a su despacho, a la mesa o al salón del trono. Supuso que Catherine aún no tenía derecho a esas dependencias.  Ingresó, esperando encontrarse al Pendragon, pero no. Estaba sola y con dos lobos que le llegaban hasta la cadera, negros y violetas lo que dejaba entrever que no eran “normales”. Elementales quizás.

-Mi señora- Dijo con un tono un poco …regular. Sardónico. Observó su hombro y notó que no llevaba cabestrillo. Es más, pese a que tenía unas ojeras importantes su “resting bitch face” le decía que no estaba allí para hacer amistades. ¿Debería pedir disculpas por lo de ayer? Quizás sí -No nos tomamos a bien que nos oculten cosas- Empezó caminando hacia ella -Pensé que erais una amenaza para mis señores- Alegó, es más, aún lo creía. En realidad no se arrepentía del todo de haberla herido. Quizás incluso de haber sabido que había sido ella lo habría hecho igualmente -Actué como lo haría cualquiera- Dijo con una sonrisa pedante -Pero admiro vuestro poder de control. Aunque agradecería que no lo usarais conmigo de nuevo-

-¿Oísteis todo lo que discutimos en la mesa?- Preguntó, refiriéndose a la ilusión que había armado sobre ella. Desconocía si era consciente de la invitación del banquete. No tardó mucho en hacer uso de su magia para percibir si esa que veía frente a ella era Catherine o si estaba engañándola de nuevo.

Cuando la puerta se abrió, Catherine inspiró profundamente y adoptó esa posición que solía usar cuando tenía que fungir como Descendiente. Supuso que era la misma mierda que usaba Wthyr, solo que para su vida en general. Bueno, últimamente Catherine la usaba con él también. Era más fácil de lidiar con todos desde ese muro que ponía delante. Ignoró la galantería y simplemente le observó a los ojos mientras se acercaba y al escuchar aquello sobre su control, Catherine decidió hablar -No me obligues a usarlo de nuevo y estaremos en paz-

Aún le molestaba el hombro pero no hizo movimiento alguno. Simplemente, la observó. Su sonrisa, sus palabras. Era una estúpida forma de pedirle disculpas ¿No? -A mi tampoco me gustan los protocolos, Freyja así que puedes dejar de dar rodeos y llamarme por mi nombre-  Le sorprendió que le preguntara si era consciente de lo que habían hablado en la mesa y entendió que quizás ella no comprendía cómo funcionaban sus ilusiones, lo que le hacía querer saber cómo la había descubierto -Sí- Respondió en un monosílabo. Le gustaban los monosílabos, no servían para pelear y era una estrategia de lo más especial para utilizar con Wthyr que lo único que hacía era preguntar y acusar.

-¿Vienes a hablarme del banquete, de la isla o vienes simplemente a ver si sigo viva?- La pregunta abandonó sus labios con premura porque no quería perder su tiempo hablando con aquella mujer. No quería relacionarse con ninguno de ellos en realidad, pero los vikingos le despertaban cierta…reticencia. Las actitudes que habían visto de todos ellos le dejaban con mal sabor de boca. El tipo que había intentado atacar a Giordano por la espalda o cómo había agarrado a Shyvanna por el cabello. Tensó los labios brevemente mientras los recuerdos le carcomían por dentro.

El gesto de la vikinga cambió de aquella sonrisa sardónica hasta algo un poco más intenso y poco amable cuando la sutil amenaza de Catherine se coló de sus labios. Freyja se llevó ambas manos a la cadera y recordó la advertencia de Darren. No, no era la oveja que querían pintarles pero eso ella ya lo sospechaba. Lo que no entendía era la obsesión de Wthyr con aquella endeble mujer. Poderosa era pero… ¿Tanta premura? -Entonces debes aprender cómo son las cosas aquí en Ávalon… Catherine, para evitar que cualquier vasallo o yo misma… Cometamos la equivocación de “obligarte”  a usar tus poderes-  

Así que sí había prestado atención, entendió, cuando le dijo que cortara con los protocolos. Mejor. Mucho mejor -¿Tengo que elegir una opción o me valen las tres?- Preguntó finalmente dejando relucir esa personalidad que ponía de los nervios a mucha gente -El banquete será en dos días, estás formalmente invitada, después de todo…Está hecho para darte la bienvenida a Ávalon de parte de los Lothbrock. Nos conocerás un poco más y nosotros te conoceremos a ti- Y, lo que no dijo, es que verían cuánto podía aguantar la muchachita estirada de Ouroboros. Lo que no dijo es que querían ver qué tenía de especial.

-Lo de estar viva…Bueno, te veo de pie. Eso es buena señal. Supongo que tomará más de una daga para matarte- Alzó suavemente el hombro como restándole importancia -Pero esa no es una conversación que tengamos que tener ahora- Dijo y miró hacia donde estaba la puerta de los aposentos, como si conociera el lugar -¿El Señor Pendragon está contigo?

Algo se le retorció en el estómago con aquellas palabras. “Debes aprender”. Casi podía oír aquellas mismas palabras en la voz de Wthyr. Ella “debía” hacer muchas cosas. Se preguntaba cuánto tiempo más iba a soportar hacer lo que “debía”  y no lo que “quería” -Creo que les di un buen escarmiento contigo- Mencionó, a ver si se dejaba de decirle con vueltitas lo que sospechaba sobre ella. Estaba claro que Freyja no era su fan, pero…Tampoco sabía muy bien qué esperar de los vasallos de Wthyr.

Ignoró la pregunta y también el tono. No iba a caer en su juego una vez más y aparentemente le gustaba chinchar a la gente. La comprendía, a ella le pasaba exactamente lo mismo con ciertas personas -De acuerdo. Allí estaré, Freyja- Mencionó y asintió con suavidad, dando por finalizada la reunión y aunque empezó a caminar escuchó el resto de su frase y Catherine le miró a los ojos un momento. Es decir, que no era suficiente con que Morgana quisiera matarla, o que la maldición quisiera desterrar a los Le Fay de la faz de la tierra sino que tenía que lidiar con la sed de sangre y sobre protección de los vasallos Pendragon.

Lo único que pudo pensar en ese momento fue en la misma frase que le había dicho a la matrona- Creo que no me conoces lo suficiente, Freyja Lothbrock. Soy Catherine Le Fay y es la muerte la que se inclina ante mí-  Se sentía poderosa diciendo eso y, quizás, lo único que intentaba era repetírselo tantas veces que terminara creyéndoselo. La pregunta sobre Wthyr le extraño y frunció el ceño, negando con la cabeza -No. Y antes de que cometas la estupidez de preguntarme dónde está, te aviso que ni lo sé ni me importa. Hasta el banquete- Y con ello dio por finalizada su reunión y se fue hacia los aposentos para ir a por sus pinceles y continuar con el árbol familiar.

Sin embargo, después de un par de horas sola decidió retirarse a buscar más información al único sitio que podía imaginar. Paso comprando un orbe por el mercado y se retiró de Avalon

Arqueó una ceja ante la soberbia que soltó en aquellas palabras sobre el “escarmiento”. Era cierto que la había controlado delante de sus congéneres pero supuso que luego no se había enterado de lo que la princesa Gwen había dicho. Mantuvo la sonrisa sardónica de lado pero no dijo nada. Que creyera lo que quisiera y los subestimara. Entonces se sorprendería…

-Te esperaremos- La observó moverse, a sus elementales y ella, despidiéndola a su manera pero quedaban tantas cosas interesantes por decir que fue caminando hacia ella hasta que se detuvo a mirarla con lo de la daga. ¿Qué quería le dijera? Pensaba que iba a estar lloriqueando en una esquina y, sin embargo, estaba parada allí dando la cara a alguien que la había atacado. Era un poco más dura de roer de lo que esperaba.

La frase siguiente hizo que la mirara desde otro punto de vista - ¿Te lo tienes muy creído, no?- Le preguntó pensando que si se hubiese girado un poco más la daga habría acabado en el corazón. Pero no obtuvo más respuestas que un par de palabras heladas respecto a Wthyr lo que le sorprendió, dado que su ilusión había sido de lo más...¿Cariñosa? Con el Pendragon. ¿Cuál era exactamente la relación de esos dos? Porque no parecía él demasiado embobado si tras los insultos en la Mesa no había salido en su defensa. O al menos Freyja esperaba que si había un hechizo de amor...Dijera algo en torno a ella. ¿O que la cuidara de la herida? ¿Que la llevara a conocer Ávalon? Ummmm... Se quedó observando la puerta, tratando de dilucidarlo todo  pero no encontró razones ni argumentos así que se dio por vencida y finalmente se retiró de allí.

Tal como había esperado, en el cuarto habían preparado una de las bañeras con lo que parecía una especie de baño especial. Cuando se metió en el agua siseó un poco ante el calor pero aún así, le sirvió, el invierno siempre era mucho más frío y húmedo en ese castillo de piedra que en su piso de Ouroboros. Sobre el agua flotaban burbujas y hojas de jazmín.  Aparentemente, se habían dado cuenta de que le gustaba y empezaron a usarlas. Cerró los ojos y se recostó, permitiendo que su cuerpo se relajara  y su mente… diera vueltas.

¿Cómo se atrevía a decirle a Wthyr que le pertenecía? ¿Qué tipo de estupidez era esa? No era de su propiedad, era su propia persona y podía tomar sus decisiones y… Se llevó las manos a la cara para estrujársela y lavarsela un poco. Tenía que empezar a ser más fría a la hora de actuar, como había venido haciendo desde que lo había conocido. Tenía que dejar de abrir la boca y de hacer las cosas para luego arrepentirse. Tras la advertencia de su madre tenía que ser menos estúpida y más inteligente. Ir con cuidado.

Tenía que actuar como una reina ¿No? Y había que ser fría. Él no dejaba entrever muchas cosas...Ella haría lo mismo, esforzándose por no usar sus ilusiones. Sin embargo, en su mente se delinearon aquellos ojos azules y fríos pero, al mismo tiempo, encendidos con un deseo que la quemaba por dentro.

Era el sodoma.

Asintió para sí misma. Claro, había seguido activo mientras estaban en el despacho y por eso había sido tan… intoxicante su presencia. Si, sin duda. Salió de la bañera tras asearse porque el agua ya se había puesto fría así que se secó y lavó los dientes. Se secó el cabello con un hechizo y se quedó mirando en el espejo…¿Qué se supone que iba a hacer con su cara y su cabello? Quizás si llamaba a alguien. A esa chica que le sacaba los vestidos. Maeve. Sí, parecía una buena opción. Se puso el albornoz  y la llamó, no tardó mucho en llegar y ayudarla. Le hizo un moño especial pero simple en la parte de atrás pero más suelto delante y con el maquillaje poco que hacer porque Catherine no soportaba mucho pese a la constante presión de Maeve sobre el maquillaje y la referencia hacia los vikingos. Ella lo recordaba. Las dos veces que había visto a Freyja iba entintada hasta la frente. Pero ella no era así. Un delineado negro sencillo, algo de máscara, rubor y labial rosa suave porque en su piel pálida todo resaltaba con rapidez.

La despidió y fue a ponerse el vestido. Era un poco más revelador de lo que esperaba y tuvo que cambiarse la ropa interior dos veces para usar una que no se apreciara con la apertura de la pierna  y tras probar varios brassieres se dio cuenta que con el escote en la espalda no podría usar ninguno así que se resignó y se quedó sin él. Simplemente, no se quitaría el abrigo y aquello sería suficiente. Era invierno.

Se miró una última vez en el espejo y observó los altos tacones que llevaba con un gesto torcido en los labios. Eran bonitos, sí y completaba el look pero… Eran incómodos. Aunque...en el fondo, quizás la altura le haría no tener que inclinar tanto la cabeza hacia Wthyr. Eso le agradó así que con el tiempo extra que le quedaba, tomando en cuenta que había calculado mal cuánto tiempo iba a tardar en arreglarse, decidió continuar con su investigación sobre la canalización así que, emperifollada, se sentó en el escritorio con la torre de libros que estaba estudiando y se entretuvo tomando notas con sus elementales en el piso mirándola con tranquilidad.

Entré en silencio en la habitación, cerrando tras de mí antes de avanzar. La primera visión que tuve fue la de su espalda desnuda con aquel vestido de gala, haciendo que mi mirada recorriera el camino desde su cuello hasta donde me permitiese la vista. Después me fijé en el resto de detalles, había sido rápida y ya se había arreglado por completo para la fiesta. Me acerqué hasta quedar a su altura, sacando los anillos del bolsillo para dejarlos en el escritorio en el que ella estaba leyendo. - Guárdalos en el cajón. A partir de ahora si pasa algo será porque tú quieras que pase. - si no quería, sabría que todo habría sido producto simplemente del Sodoma. Y si sucedía algo…¿sería ella capaz de admitir que podía tener sexo por voluntad propia con otro que no fuese su ex?

- Tienes que ponerte otra alianza. No podemos dar lugar a habladurías yendo al banquete sin los anillos de matrimonio. - hice un gesto con la mano para atraer un cofre que estaba en una de las estanterías, depositandolo también en la mesa del escritorio. - Anillos de botines, sin propiedades mágicas. Coge uno. - sonó a orden, porque lo era. Después inspiré algo molesto, tomando un anillo dorado cualquiera del cofre. Para esa noche serviría, luego ya veríamos qué tipo de anillo queríamos llevar ambos. Me separé del escritorio sin decir nada más, pasándome una mano por la barba de tres días mientras sopesaba si soltarle ahora lo de su ausencia el día de la reunión, cuando me quedé entrenando con Azula. - ¿Dónde estuviste el otro día? no te encontré ni te detecté hasta tarde. - ilocalizable allí mediante magia de sangre. No estaba en la isla.

En cuanto percibió a Wthyr dejó de hablar. Generalmente apuntaba las cosas dictándole al vuelapluma porque al hacerlo a mano cometía errores por culpa de la dislexia y eso le frustraba. Pero tampoco quería que escuchara sus cavilaciones. Cerró sus anotaciones para que no viera sus errores. No es que no le incumbieran, que lo hacía, pero… No estaba realmente acostumbrada a compartir así. Ladeó la cabeza para observarle cuando se acercó, suponiendo que le diría algo para empezar a discutir…Lo que le dijo hizo que se le quedara mirando en silencio, le resultaba imponente la diferencia de estatura estando ella sentada. ¿Por que ella quisiera? En ese instante, no sentía ese impulso que había percibido en su despacho. No es que no fuera atractivo pero…Tenía sentimientos encontrados al respecto. Hacer cualquier cosa sería por...gusto o deseo, y en realidad aquella unión era técnicamente una alianza para destruir una maldición. Excepto que si su madre tenía razón...

Bajó la vista y tomó los anillos para guardarlos en el cajón, dejándolos caer y luego empujando el mismo para cerrarlo -¿Habladurías?- Preguntó frunciendo el ceño -Tengo tu nombre calcado en mi espalda y tú tienes el mío carvado en la tuya. Mi sangre es la tuya. Una alianza no marcará ninguna diferencia- Miró el cofre que había atraído y cuando soltó aquello de que eran anillos de botines, Cath alzó la mirada con una ceja arqueada. ¿Los ricos Pendragon se dedicaban a saquear? ¿Lo que le había dicho no era sarcasmo? Su mirada se desvió hacia el lugar donde había visto el bonito medallón. Podía apostar su mano a que eso no venía de ningún botín. Volvió la mirada hacia el cofre y cogió el primero que vio. Se lo probó y cuando vio que le quedaba bien lo cerró  y apartó el cofre notando el mal humor creciente de Wthyr y… Que ella no quería contagiarse, no ahora que estaba más relajada. Volvió la mirada hacia el libro que estaba leyendo y apoyó la cara sobre la mano.

-No estaba ni con Ian ni con Aedan si es lo que estás pensando- Fue lo primero que le respondió y perdió el hilo de la lectura. Dejó caer los párpados con cansancio. Tenía una tensión acumulada en la nuca que no hacía más que crecer y crecer, se pasó la mano por allí, sobre el tatuaje del cuervo. Cerró el libro con cuidado y acarició la portada como evaluando realmente si quería decirle todo lo que había sucedido. No quería convertirse en Elise...Y si su madre llegaba a tener razón tenía que empezar a poner un poco de su parte. Finalmente, se incorporó en “toda” su altura  y avanzó un par de pasos hacia él -Fui a ver a mi madre en...el Castillo Le Fay- Frunció el ceño -Sus ruinas- Apartó la mirada de él para fijarse en cualquier cosa de la habitación, como debatiéndose consigo misma por donde seguir. Los elementales notaron su ligero nerviosismo y se incorporaron con curiosidad para revisar alrededor.

-No tengo buenas noticias- Resumió y entonces volvió su mirada hacia él con un gesto bastante crítico -Elise no cree que el bebé sea suficiente- No supo qué hacer con las manos así que enlazó los dedos y las dejó caer delante de ella -Me preguntó si Guinevre y Uther estaban enamorados, de serlo me dijo que todo se veía un poco más complicado. Que el destino de un feto no podía cambiar el destino de dos linajes. Sin embargo…- No completó la frase sino que lo observó con intensidad y luego bajó la mirada, si eso implicaba otros asuntos la morena iba a tener que hacer un esfuerzo extra. Y uno grande. Sentía el corazón pequeño, estrechándose con una puntada de dolor. ¿Cómo era posible que la vida siguiera exigiéndole tanto?

-Me confirmó que murió canalizando con Layla- Decidió cambiar el tema, tras recomponerse un poco alzó la mirada -Así que...Si vamos a entrenar debemos tener cuidado con nosotros mismos. Lamento...Lo que hice- Reconoció, porque había sido impulsiva pero la ira le había podido. Se quedó en silencio un momento observándole hasta que fue consciente de algo. El rostro de Catherine cambió levemente, de la advertencia a la curiosidad -Si es que absorbemos magia de nosotros… mismos…- Mencionó y entonces alzó suavemente la barbilla - Necesito más información sobre vuestro árbol sagrado, su forma de obtener magia y cómo exactamente os protege- Quizás con ese poder podía...deshacerse de Morgana. Asunto que, por cierto, ya le contaría luego.

Le lancé una mirada analítica cuando no pareció comprender la importancia de los símbolos, de las alianzas. Parecía mentira que se hubiese criado entre los Descendientes. - La marca de cara al protocolo. Usa una ilusión de anillo si no quieres ponerte uno de mis sucios anillos saqueados. - espeté indignado por el hecho de que no se interesase por esos brillantes objetos obtenidos en botines, tan variados, de tantas épocas, tan llamativos...seguro que ni siquiera disfrutaba de un buen saqueo o de quemar hasta los cimientos el pueblo de una caterva de inferiores ignorantes. No podría llevármela a ese tipo de actividades. Al final me quedé más tranquilo porque decidió ponerse uno de los anillos del cofre, casi satisfecho de que lo llevase puesto aunque no se hubiese detenido a apreciarlo. - Bien. - concluí con ese asunto antes de que comenzase con lo que realmente me interesaba, dónde demonios había estado el otro día.

- Hmm... - ese gruñido por lo bajo podía interpretarse de varias maneras, pero al menos aseguraba que no había estado con el licántropo. No era sólo por la posibilidad de que la maldición se reactivase, sino porque ahora era mi esposa y no consentiría que me traicionase con aquel al que amaba de verdad. - Nunca dije nada de tu hijo. A él debes verlo. Pero no al otro. No sabemos lo que puede pasar. - no reconocería que no era únicamente por eso. Ya me costaba reconocerlo ante mí mismo, por eso jamás lo haría ante ella. Mi mirada se desvió nuevamente hacia su espalda cuando ella se tocó el cuello, pero esta vez en lo único que podía fijarme era en el enorme tatuaje de lobo. Siempre estaba ahí, como un molesto recordatorio junto a mi nombre en su espalda. Por eso apenas me fijé en el libro, demasiado centrado en ese maldito tatuaje. Todavía estaba rumiando aquello cuando se puso frente a mí para explicarme el motivo de sus horas de ausencia, llamándome la atención eso de que no me sostuviese la mirada al mencionar lo de las ruinas del castillo Le Fay.

- Tu madre...muerta. ¿Alguna especie de objeto hechizado o cuadro? - sentí una especie de tirón en el estómago al escuchar aquella noticia, frunciendo el ceño y negando lentamente con la cabeza. - ¿Por qué no va a ser suficiente? ¡Qué sabrá ella! ¿Has pensado que sólo quiera confundirte? Igual que Morgana...intentan sabotearnos. - de la fase de negación comencé a pasar a la de ira, de manera progresiva. No sabía qué responder sobre si estaban enamorados. No podíamos saber los sentimientos de personas que vivieron hace cientos de años.

- Ella sí lo estaba. Tanto que rindió el castillo, traicionó a los suyos permitiendo entran a los Descendientes contra los que luchaban. Él...él la apuñaló. No sé si alguna vez llegó a amarla de verdad, si fue así y la cambió después por su ambición. - complicado...claro que era complicado si lo que teníamos que conseguir era "amor". ¿Alguien se creía eso? ¿era necesario algo así para romper una maldición? - No un feto...una vida a cambio de la que se perdió. Reestablecer el equilibrio. Me encanta cómo simplifica tu madre. - bufé dándome la vuelta, pasándome una mano por la cara hacia atrás para apartarme el pelo. Casarse y lograr que ella concibiese era una cosa, pero si de verdad se exigía lo otro...si esa momia Le Fay estaba en lo cierto...estábamos jodidos. - No me lo creo. - ya estaba bien de creerse todo lo que nos dijesen, debíamos filtrar. Volví a girarme hacia ella ante las nuevas maravillosas noticias que tenía, esta vez con muerte por canalización incluida. Esperaba que no se notase, pero me había quedado algo pálido al darme cuenta de que, de ser cierto, podíamos haber muerto haciendo el imbécil. Por no controlarnos.

- ¿Tan lejos llegaron como para morir? lo nuestro no fue tanto, sólo cansancio. - algo que de repente sentía, así que fui a sentarme a la cama, apoyando los codos en las rodillas con la cabeza algo baja. Demasiadas complicaciones a la vez, muchos frentes abiertos. - El Sanguis Ligno es muy complejo. La que más sabe de él es Gwen. Proviene de una semilla mágica que lleva siglos creciendo con la magia de Ávalon...y todos los espíritus de nuestros antepasados viven en él. Se alimenta de esa energía, y de sangre mágica. Potencia nuestro poder, pero muchas veces requiere sacrificios. - algunos de ellos muy duros, como el que tuvieron que hacer mis padres. Con toda esa conversación cada vez tenía menos ganas de ir al banquete, pero no quedaba otro remedio. Alcé la cabeza nuevamente, casi esperando que me dijese alguna otra mala noticia. - Morgana...no ha vuelto a interferir, pero debe estar ahí, al acecho. ¿Elise te dijo algo sobre cómo solucionar lo del espíritu de Morgana? ¿Por qué confías en lo que te contó?

-No puedes decirme que haga una ilusión después de que os habéis encargado de gritarme y echarme en cara el uso de éstas- Soltó, un poco indignada de que él mismo le sugiriera aquello de la ilusión. Sin embargo, lo dejó allí. Además que no quería ponerse a discutir lo de “anillos saqueados”, el término, la palabra en sí carecía de sentido para ella. Pero no era algo a lo que iba a dedicarse a indagar ahora. ¿Para qué? ¿Para descubrir otra faceta de él que no le gustaba? Mejor no abrir la puerta.

Anotó el gruñido y le miró con los labios tensos -Lo sé. Pero Ian lo cuida- Sin mencionar, que también estaba embarazada de él. Aún estaba intentando organizar su mente para saber cómo podía ver al uno sin el otro y que el dolor le dejara respirar, poder apreciar esos pequeños momentos con su hijo. Su ausencia era cada vez más palpable y la hacía meterse en vorágines de oscuros pensamientos. ¿Qué estaría haciendo? ¿Estaría comiendo bien? ¿Durmiendo? ¿Jugando? ¿Habría avanzado con sus hechizos?...¿Se olvidaría de ella? Guardó silencio un momento para no perder el control de sus pensamientos y caer de lleno en un ataque de ansiedad.

-Sospecho que ambos- Le informó a Wthyr con un tono bastante neutral -No sería la primera vez que mi madre deja una parte de ella detrás- Dejó caer, a ver si el Pendragon se daba por aludido. Total, creía que se las sabía todas. Al escuchar aquello del saboteo, Catherine sintió que el estómago le daba vueltas y se abrazó a sí misma, buscando en ella refugio. -No me extrañaría- Le respondió pensando que su madre era una bruja particularmente retorcida -No creo que le importe una mierda lo que pase conmigo o con mis hijos- La explicación de Wthyr sobre la relación de ambos no le dio ningún tipo de esperanza -Creo que mi madre nos veía como objetos, con lo cual, feto...bebé...No habría diferencia para ello- Recalcó. Sin especificar que...Si no eran objetos perfectos, a su imagen y semejanza, eran una porquería.

Notó que al hablar de la canalización algo le afectó y Catherine tensó los labios, siendo aún más consciente de la estupidez que había cometido al tratar de debilitarlo. Quizás, en efecto, no era tan sabia como se creía. Lo observó irse a la cama a sentarse con un gesto que era...quizás lo más humano que le había visto hacer. Fue tan… natural, tan normal que la morena simplemente lo observó largamente en silencio -Sospecho que la ilusión tomó el control. Layla era...muchas cosas, pero no era como yo. Sus habilidades eran distintas y debe haber perdido control de su ilusión y entonces acabó matándolas- Se acercó un poco a él, como queriendo verle el rostro por si veía algún síntoma que implicara llamar a alguien -Wthyr, ve a darte un baño… - Señaló el aseo porque sabía que habían preparado una bañera para él -Te ayudará a despejarte- Sugirió.

La explicación sobre el Sanguis Ligno hizo que apartara la vista hacia sus anotaciones. Gwen...Una mujer que no estaba dispuesta a compartir con ella hasta que aprendiera a escuchar. Negó con la cabeza -No...No quiero aprender con Gwen, necesito que me enseñes tú porque tú también tienes que aprender cómo funciona, en profundidad- O al menos para su idea -Explícame lo de los sacrificios. ¿Alguna vez habéis intentado...canalizar la magia del árbol? No potenciar… Absorberla- Esperaba que comprendiera por donde estaban yendo los tiros.

En cuanto mencionó lo de Morgana, Catherine dejó escapar un largo suspiro y esta vez fue ella la que se sentó en la cama mirándose los molestos tacones con el ceño fruncido -No aún… No sé si es porque dejé algunas de mis cosas en Ouroboros, no sé si es porque Ávalon es distinto, no sé si la he asustado, no sé… Elise dice que si es un fragmento de alma no es tan fácil separarlo al ser yo una persona consciente- Ladeó la cabeza hacia él -Ella lo hizo con una serpiente- Aclaró, para que le siguiera la pista -¿Tienes el libro el Grimorio de las sombras? Aparentemente hay un hechizo para mantener anclada la consciencia del ser pese a la invasión del otro fragmento. Quizás...si pudiese hacer el hechizo me blindaría hasta que… - Apartó la mirada para observar al frente -Encontremos la manera de sacarla de mí. El detalle…- Dejó escapar el aire lentamente y se llevó una mano a los ojos, apretándolos con suavidad -Quiero decirte que me encantaría creer que mi madre empatizaría con que soy la única de sus hijos vivos y que...debería confiar en ella pero no. No soy tan inocente. No confío en ella. Elise mató a mi hermano Altaïr para hacer ascender a Layla como Descendiente- Era curioso que los padres de Wthyr hubiesen hecho exactamente lo contrario, aunque eso Catherine no lo sabía - ¿Quién mata a sus hijos? ¿Quién mata a su primogénito? Es...- Se incorporó, necesitando caminar un poco para sacarse el agobio de encima. No completó la frase pero inconscientemente se llevó las manos al vientre en un gesto protector.  Era una locura.