Aposentos de Wthyr Pendragon

Recuerdo del primer mensaje :


Además de la habitación, como todo castillo, cuenta con salas anexas entre ellas: Un salón privado para comer, aseos y vestidor privado y además un área con una biblioteca y zona con un escritorio. También tiene un espacio con sofás alrededor de una chimenea.

Era evidente que su ex cuidaba del crío, pero eso no significaba que no tuviese más remedio que verle. Había maneras de evitarlo, o de que fuesen encuentros breves y vigilados. - También lo sé. En ese caso yo te llevaré a verle, para que no haya intromisiones. - sería la mejor solución. Que él desapareciese en cuanto hiciesen el intercambio de niño. Bastante era que me estaba conteniendo de hacerle nada (por ahora) a pesar de que se hubiese plantificado en Ávalon, colándose sin permiso para verla. Esperaba que la advertencia de Gwen le hubiese servido de escarmiento al otro. Ella estaba cumpliendo mucho mejor, tal vez porque no era una ingenua descerebrada como su antiguo marido.

El modo en que dijo lo de su madre, lo de dejar una parte de ella detrás, me hizo sentir de lo más incómodo. Era siniestro, como quien deja un pedazo de su cuerpo o de su alma. Probablemente fuese lo segundo, similar a lo que hacían los espíritus al aferrarse a un cuerpo o al ligarse a un objeto.

- Muy probable. Magia oscura y maldiciones son la especialidad de tu linaje. - asumí que la línea le venía por parte de padre, pero que la madre podría tener alguna capacidad similar. Después de todo no era imposible que pudiesen ser parientes Le Fay lejanos.

- Esa señora, porque el nombre madre le viene grande, parece bastante culpable de haber exterminado casi por completo el linaje Le Fay, por lo que me cuentas. Dudo mucho que pretenda ayudarte con cualquier cosa que te diga. - tampoco es que mi madre hubiese sido la más cariñosa del mundo, pero al menos se preocupaba por su familia, se encargaba de que tuviésemos lo que necesitásemos y de darnos una educación acorde con nuestra posición. Y llegado el momento se acabó sacrificando...era mucho más de lo que había hecho Elise.

Estaba intentando recomponerme de tanta mala noticia e incertidumbre, tan absorto en esa vorágine de pensamientos que ni siquiera me di cuenta de que ella se había acercado. - Entonces no la mató la ilusión exactamente...la mató su mente. - era demasiado pensar que podía afectar a la realidad hasta el punto de que ésta cambiase a una en la que morían. Me costaba entender cómo funcionaba todo el asunto de la magia mental y las ilusiones, todavía me faltaba demasiado por saber. - Vas a tener que explicarme muchas cosas. - por primera vez no le pedía algo con prepotencia, sino porque de verdad necesitaba comprenderlo. Tardé unos segundos en moverme cuando me mandó a darme un baño, aunque no me lo tomé a mal porque de verdad parecía decirlo para que me despejase. Era un poco como el "céntrate" que me dijo cuando canalizábamos magia. La miré detenidamente unos segundos, pensando que esa noche de verdad tenía la apariencia de una reina. Podría ser la envidia de cualquiera en la fiesta. Hice el recorrido desde abajo hacia arriba, deteniéndome finalmente en sus peculiares ojos. Por culpa de lo que me había dicho Shyvanna ahora me fijaría mucho más en si brillaban o no. Maldita Shyvanna con sus estúpidas y sensuales ideas sobre brillos, pasteles y cerezas.

- Creo que todavía no te das cuenta de que no se puede comprender cómo funciona exactamente el Sanguis. No es una máquina ni nada con reglas predeterminadas. Es intrincado hasta para nosotros. Sí, puedo intentar enseñarte lo que sé, pero aún así no será suficiente. - cerré los ojos un momento, dejando caer un poco los hombros a la par que soltaba un áspero suspiro. - Los sacrificios los exige el árbol sagrado, comunicando su voluntad mediante las voces de los ancestros. A veces valen sacrificios animales...como cuando Gwen apareció para cortar el Holmgang sin que hubiese castigo mayor. Pero otras veces se requiere sangre de otros, principalmente sangre Pendragon. Yo al menos no he intentado canalizar la magia del árbol directamente, sólo he hecho intentos de comunicarme. - daba bastante respeto, no era algo para tomar a la ligera y para experimentar sin estar muy seguro de lo que se hacía. Aún así me tentaba descubrirlo, a pesar de los posibles riesgos.

- Tal vez el árbol nos favorezca. - podría ser, "Catherine Pendragon" fue orquestado por el Sanguis. - Pidió que formases parte de la familia... - dejé caer de manera enigmática mientras ella se sentaba al lado, al parecer también agobiada por el tema de Morgana. Si Ávalon la mantenía a raya era mejor que Catherine saliese lo menos posible. - ¿Te refieres a que Elise hizo un horrocrux? - y ahora Catherine era algo así para Morgana, contando con que su alma realmente se hubiese quedado prendida a su cuerpo. Menudo panorama, era más que obvio que la maldición iba a hacer todo lo posible por torcernos el camino. - Claro que tengo ese libro. Sólo tienes que abandonar la habitación e ir a la biblioteca del castillo. Te sorprenderá todo lo que hay. - respondí con suficiencia, orgulloso de la colección personal de los Pendragon. Muchas generaciones acumulando libros de acá y de allá. Me puse en pie con una nueva resolución, organizando ya en la cabeza lo que teníamos que hacer.

- Mañana probaremos con el Sanguis. También investigaremos el libro, pero debes esperar porque no podemos fiarnos de lo que te haya dicho alguien que mató a su hijo. No puedes ponerte en riesgo tan a la ligera. Precisamente porque a ti sí que te importa el futuro de los tuyos. - Avancé un par de pasos para quedar a su espalda, alzando mi mano de manera instintiva para apoyarla sobre la suya en el momento en que hizo ese gesto de llevarlas a su vientre. Aquello apenas duró dos o tres segundos, justo hasta que me di cuenta del acercamiento no planeado. Enseguida aparté la mano para girarme, regañándome mentalmente. No era un movimiento premeditado, ni oportuno, ni práctico, ni ella quería que jugásemos a hacer gestos de parejas normales. Era simplemente una ridiculez. Me fui hacia el baño sin mediar más palabra, dejando la puerta entornada antes de empezar a desvestirme para meterme en el agua caliente y espumosa de la bañera. Acabé metiendo la cabeza bajo el agua, soltando unas cuantas burbujas de aire por la nariz antes de volver a salir a la superficie, echándome el pelo hacia atrás. Si por mi hubiese sido me habría quedado ahí toda la noche, sin tener que ver a nadie ni hablar con nadie.

Se sorprendió un poco cuando le dijo que le llevaría a verle -Preferiría que no os vierais. Acabareis partiéndoos la cara de nuevo- Alzó suavemente el hombro -Pero… Quizás…- Le recorrió el rostro con cierta duda, no sabiendo muy bien cómo se lo iba a tomar -Podrías evaluar que viviéramos un o dos semanas al mes en Ouroboros. Anteia me haría las revisiones, podría estar con Aedan y encargarme de cosas del Consejo- Sugirió mientras alzaba la mano para acomodarse el cabello en la parte superior -No tienes que responderme ahora, sólo piénsalo-

En cuanto el tema cambió a Elise, Catherine tomó las palabras de Wthyr como lo que eran: Una verdad grande como una catedral. Inspiró lentamente y lo dejó escapar. ¿Cómo podía explicarle que quería mantener la esperanza de que, en el fondo, su madre pudiera guardar algún tipo de sentimiento hacia ella? ¿Cómo podía explicarle que su silencio tras evaluar su imagen había sido la mayor muestra de cariño que había recibido de ella  y que le había emocionado? Lo mejor era no hacerlo. Había poca gente en el mundo que comprendiera que ella seguía arrastrándose por la aprobación de su madre, un trauma que le venía desde pequeña. Tan intrínseco que no lograba quitárselo de encima.

-En realidad, sí. Es decir…- Se humedeció los labios de forma pensativa, buscando exactamente la forma más sencilla de decirlo -Hay muchos tipos de ilusiones. Las que son inmersivas cambian absolutamente tu perspectiva. Cambian la forma en la que tu mente percibe las cosas y si tu mente percibe que mueres, lo hace realidad…Literalmente-  Dejó un espacio de tiempo mientras lo miraba a ver si se había explicado correctamente y no pudo evitar sonreír de lado cuando le dijo que tenía que explicarle muchas cosas -Para variar- Debido a que era ella la que solía buscar respuestas en él. Pero de pronto notó que la estaba mirando en silencio y pensó que quizás estaba buscando algún doble significado a sus palabras y la sonrisa se le fue borrando hasta que… Se dio cuenta de que estaba observándola de abajo hacia arriba. Cuando llegó a sus ojos Catherine ya tenía las mejillas encendidas y se cruzó de brazos como queriendo ocultarse. Lamentó no tener el cabello suelto porque también solía usarlo para esconderse. Apartó los ojos avergonzada y se fijó en uno de sus elementales como si fuera la cosa más maravillosa del mundo, alargó una mano hacia él y le acarició la cabeza.

La explicación sobre el Sanguis hizo que lo mirara de reojo -El Sanguis Ligno no difiere mucho de una mente complicada- Esas tampoco sabían cómo funcionaban exactamente, por eso eran peligrosas, con lo cual debías aprender a retirarte. Observó la forma en la que dejó caer los hombros. Era tan extraño verlo…tan “pequeño”. Se anotó aquello de los sacrificios Pendragon, así que exigía sangre de ellos. Interesante. Porque ella iba a dar a luz a un Pendragon y sobre su cadáver iba a sangrar su hijo para aquel árbol -Yo lo hice- Se incorporó de nuevo, soltando aquello como si no fuera tan difícil -¿Recuerdas la teoría que te dije que comprobé? Nos conecté al Sanguis Ligno y absorbí magia de él. Lo sentiste- Hizo referencia, moviendo una mano hacia él como señalándole entero. Aunque, debía confesar, lo de que el árbol pidiera que fuera Pendragon la dejó patitiesa. ¿Sabría el árbol sagrado todo sobre la maldición? ¿Había estado dándole pistas? Lo explicaría, brevemente, tomando en cuenta que ahí estaban los espíritus de sus antepasados. Quizás el árbol la había “dejado” canalizarlo. De acuerdo… Lo tomaría todo con pinzas.

Asintió con suavidad a lo del horrocrux, aún sin conseguir palabras para expresarse -La maté… Mi padre me lo dijo la última vez que lo vi- Especificó con respecto a la serpiente y en cuanto dijo que tenía al libro sonrió fugazmente hasta que habló sobre Ávalon. Catherine apartó la mirada hacia la ventana con el ceño fruncido -Hay… hay… demasiada gente- Tensó los labios y volvió la vista hacia él -Y no me siento bienvenida- Eso le recordó un detalle -¿Te encontró tu vikinga?- Supuso que sí, que había ido en su búsqueda después de hablar con ella.

Agradeció que la habitación fuera espaciosa, de lo contrario, habría sentido las paredes cerrándose sobre ella cuando pensó en lo mucho que habría sufrido Altaïr al darse cuenta de que su propia madre lo había envenenado. ¿Cómo era posible? ¿Cómo una figura materna podía convertirse en la peor pesadilla de su hijo?  Ladeó la cabeza hacia Wthyr cuando su voz sonó un poco más firme y se dio cuenta que estaba detrás de ella. Iba a girarse para hablar cara a cara cuando sintió su mano sobre las suyas. La sorpresa le recorrió como un escalofrío, o quizás fuese un ramalazo de magia, pero se quedó quieta, intentando discernir qué es lo que tenía que hacer porque…No podía negarle el contacto. No con su hijo y… Antes de que pudiera pensar en qué hacer, se había apartado como si hubiese sido consciente de lo que estaba haciendo o quizás de lo que ella no estaba haciendo. Se mordió  el labio con duda mientras lo miraba retirarse hacia el aseo.

Una vez más los sentimientos encontrados se acumulaban en ella. Por un lado, estaba claro que no tenían ninguna confianza para aquel tipo de acercamiento. Por el otro, las palabras de su madre no hacían más que colarse en su mente y…Su propia voluntad. Ella no quería…Alejarlo de su hijo, era tanto de ella como de él. Suspiró y se percató de que estaba observándolo cuando reconoció su nombre en su espalda desnuda. Abrió los ojos como platos y apartó la mirada azorada, yéndose a sentarse en la cama para tranquilizarse. Apoyó las manos sobre las rodillas, apretándolas levemente. El cómo reaccionara iba a influir en su relación de ahora en adelante y en algo tenía razón Wthyr, ella no quería ser como su madre.  Se rascó la frente, agobiada, pero aún así decidió hablarle.

“Primero que nada… No suelo investigar en la mente de las personas sin autorización. Es una invasión a la privacidad”, fue el primer pensamiento que le dedicó mientras se recostaba en la cama. Uno de los elementales se subió y se acostó a su lado, apoyando la cabeza en su abdomen. Catherine puso una mano sobre su cabeza y le acarició. “Y… no tienes porqué alejarte de mí si quieres tocar…o hablar con  nuestro bebé… Estoy… Yo…No me molesta”, era irritante hasta no conseguir fluidez de pensamiento cuando hablaban de un tema físico. “No tengo idea de por lo que pasaste, pero sé que es importante para ti y…”, sonrió brevemente de lado al recordar algo que le había dicho en la residencia Pendragon cuando le dijo que estaba embarazada.  “No soy una esposa cruel…Y tampoco he pedido solamente un semental”.

Evité mencionar nada más del tema de las visitas al crío, había tiempo para pensarlo, como ella misma había dicho. Eso parecía un tema relativamente nimio comparado con todo el oscuro embrollo en el que estábamos metidos. Aguardé en silencio mientras explicaba los tipos de ilusiones y sus diferencias, con los matices correspondientes. Estaba claro que yo había menospreciado el tema de las ilusiones, no sabía que fuesen tan poderosas como para llegar al punto de matar a alguien. No me gustaba eso de no saber lo suficiente sobre algunos aspectos de la magia, pero a ella le sucedía lo mismo con otros asuntos, como reconoció cuando dijo eso de "para variar", refiriéndose a todo lo que me preguntaba a mí. Fue bastante evidente que mi mirada de arriba a abajo le resultó un tanto invasiva, actuando de aquella forma en la que parecía querer desaparecer de vista. Lo cierto es que yo no había disimulado a la hora de recrearme en ella, aunque estaba claro que no podía interpretarse como simple atención por lo que estaba contándome.

No tuve otro remedio que interrumpirla en el momento en que simplificó tanto con el tema del Sanguis, nuestro árbol sagrado era mucho más que eso. - Es mil veces más poderoso que una mente complicada. Son cientos de espíritus con su propio pasado, con sus propios recuerdos. - abrí los ojos sorprendido al escuchar que ella había canalizado magia del árbol, recordando la conversación breve y fría que tuvimos el día en que le lanzaron la daga. Eso es lo que no me había querido decir. - ¿Fue eso lo que hiciste cuando sentí aquella especie de tirón cuando estaba en la reunión? - en el fondo tenía cierto sentido, todo estaba conectado. Nosotros, el Sanguis...

Tampoco di mucha importancia a su rechazo al ofrecimiento de ir a la biblioteca, últimamente apenas salía de la habitación para nada. Mucho menos desde que Freyja la atacó al pensar que era una enemiga. Aquello no podía alargarse en el tiempo. No se sentía bienvenida, igual que nosotros en Ouroboros. Ahora lo estaba probando en sus carnes, pero no dije nada. Seríamos mejores que esos pusilánimes del Consejo. - No, me llegó el mensaje por otro de los suyos. Precisamente la fiesta es para que te sientas bienvenida. - o eso era lo que había dicho Freyja. Más le valía no tener intenciones ocultas a pesar de estar tan irritable últimamente.

Aquel acercamiento y roce improvisado había acabado tal y como era de esperar. Una situación incómoda en la que ella probablemente se hubiese quedado quieta por no hacer tan evidente el rechazo. Ante eso sólo podía apartarme y largarme al baño para romper el extraño momento. Una vez sumergido en el agua decidí que al salir haría como si no hubiese pasado nada. Tal vez ella no le había dado la misma importancia que yo, y ni se había dado cuenta de que mi reacción había sido huir. Al parecer me equivocaba, a juzgar por su intromisión mental. Al principio me sobresalté, sacando medio cuerpo del agua mientras me pasaba una mano por la cara chistando por lo bajo.

"Pues acabas de entrometerte, Le Fay..."

Aún no dominaba mucho cómo era eso de comunicarme mentalmente, si debía pensar específicamente para ella o si le llegaba cualquier cosa que me pasase por la cabeza. Era confuso y me hacía sentir más desnudo de lo que ya estaba.

"No hace falta que digas nada. No sé por qué lo he hecho, ha sido sin pensar."

Inspiré profundamente cuando me recordó eso de por lo que había pasado, intentando controlar mis recuerdos para que, si había alguna posibilidad, no los viera. No eran imágenes que nadie quisiera recordar, pero estaban ahí grabadas de algún modo. Las vidas que se había cobrado la maldición. Claro que era imposible intentar no pensar en algo, porque tratar de evitarlo ya era traerlo a la mente. Me llevé los dedos a la sien, cerrando los ojos mientras me esforzaba en dejar la mente en blanco. ¿Ella escuchaba sólo las palabras en su mente con mi voz o también accedía a imágenes que llevaban lenguaje asociado?

"Al menos tú has demostrado que sabes ser madre. Yo tampoco pedí sólo una reina de Ávalon."

Lo de marido y padre me parecían nombres que todavía no iban conmigo, apenas los había ostentado durante un escasísimo período de tiempo. Pero ella...la había visto proteger y defender a su hijo, y quería eso para nuestra futura descendencia. Preferí no pensar más en el tema, terminando de lavarme con rapidez para salir después de la bañera. Me sequé la cabeza y el cuerpo, saliendo después del baño con la toalla a la cintura. La encontré tumbada en la cama, acompañada por aquellos elementales de sombra que parecían darle calma o compañía. La observé en silencio unos segundos, como si con eso dejase claro que no quería seguir hablando sobre el tema. Le di la espalda, yendo hacia el armario para buscar algo que ponerme. Dejé la toalla a un lado, comenzando a vestirme desde abajo con la ropa interior y unos pantalones negros. De arriba comencé con la camisa y un jubón negro con ribetes en rojo, además del escudo Pendragón bordado en el pecho. Sólo faltaría la capa. Mi arreglo era mucho más rápido que el suyo.

- Es la hora. Tenemos que irnos. -

-Wthyr… No eres telépata. Mi intención no es insultar a vuestro árbol. Es encontrar cierto margen de razonamiento para experimentar- Le soltó con un tono bastante firme, no prepotente pero lo suficiente para que entendiera que no estaba yendo en contra de lo que decía. Notó la sorpresa en sus ojos y alzó suavemente la barbilla con cierto orgullo antes de asentir con suavidad -Me dio la idea Gwen. Todo el rato diciéndome que había roto los votos y no podía recordarlos hasta que finalmente lo hice. Las palabras eran muy específicas aunque metafóricas, entonces… Sí soy sangre de tu sangre y el árbol se alimenta de sangre…Quiere decir que él es nuestro también ¿No? Así que…- Señaló el piso donde había estado la marca -Así que usé mis…mis conocimientos para representarnos, usé sangre porque es lo que representaba nuestra unión y …- Iba a decir “tadá” pero sonaba tan infantil que sólo movió las manos suavemente señalándolo a él y a ella. Sonrió levemente -Es muy poderoso y, en efecto, tiene ramificaciones pero también una mente fuerte puede ser un laberinto. Tienes que saber cuándo retroceder, cómo reconocer el camino principal y cuando detenerte – Estaba dándole bastante información al respecto pero le parecía prudente -Te lo dije cuan…- Carraspeó un poco moviéndose con incomodidad y odiando el calor en el rostro -En nuestra noche de bodas. Puede atraparte. Y el Sanguis, como un ser consciente, tiene voluntades propias así que de hacerlo debemos ir con cuidado y tú, sobre todo, tienes que entrenar. No puedo perderte ahí dentro. No te conozco lo suficiente-

-Lo sé. Me lo dijo cuando vino a verme con la intención de ¿disculparse?- Hizo un leve gesto con la boca, una mueca de disconformidad -O de dejarme en claro que tengo que camelarme a tus vasallos- Cosa que, la verdad, no iba a suceder porque ella no era ese tipo de persona. Si no les gustaba, se podían ir bien a la mierda.

Tras aquel raro momento, Catherine decidió dejar un par de cosas claras. “No, no realmente. Nuestro canal mental también tiene sus matices”, le informó para que se quedara tranquilo, pero aún así podía percibir cómo tenía un gran cúmulo de pensamientos y Catherine frunció el ceño lentamente. Notó, pronto, como un sentimiento de tensión y desasosiego se apoderó de él y tensó los labios. Era como si una imagen se formara y luego se desvaneciera, estaba irritándola “Sé que soy… que me incomodo con facilidad pero no voy a prohibirte que te acerques a él… No soy así, no tienes porqué controlarte a mi alrededor”, añadió y cuando escuchó lo demás frunció el ceño, abriendo los ojos para mirar hacia el techo. ¿Y qué tenía que demostrar él? Cortó el canal de telepatía porque no sabía cómo reaccionar a eso y prefería el silencio. Ella…sólo quería que tuviese la oportunidad de ser padre y que se dejara llevar por sus instintos. De… Sólo no quería ser Elise y Stavron. Suspiró un poco. La cabeza le daba un par de vueltas, rumiando con las palabras de la primera con cada vez más preocupación.

Desvió la vista hacia él cuando salió, percibiendo el mensaje oculto tras su mirada. No iba a presionarlo demasiado… Lo de hace unos momentos había sido espontáneo y sólo no quería que se prohibiera serlo. Cuando se acercó al armario observó de nuevo su nombre en su espalda y luego el de las demás, tachado, preocupándose un poco y recordando de nuevo aquello de “tres”. A la tercera la vencida…Cayendo en cuenta que su bebé, el de ellos, también sería el tercero de ella. Parpadeó con sorpresa mientras le recorría un escalofrío. Apartó la mirada en cuanto lo vio desnudarse y sintió las mejillas enrojecidas de nuevo. Sabía que…debía acostumbrarse pero… Le costaba.

Se  incorporó en cuanto escuchó que Wthyr le dijo que era hora. Fue hacia su capa para ponérsela encima, procurando ocultar bien su espalda y lo abrochó con un cuervo de plata -¿Cuánto tiempo tendré que estar allí para que no se vea como una ofensa que me he ido? No me gustan las fiestas. Hay demasiada gente- Preguntó mientras se acercaba a él para salir, no sabía muy bien si tenía que cogerle la mano o el brazo. Tensó los labios un momento pensando que…Algo tenía que hacer así que pese a que dubitó un poco acabó enlazando su brazo con el de él, sintiendo algo de satisfacción al ver que ya no había tanta diferencia de altura -Espero que tengas algún caballo, alfombra o lo que sea porque la caminata de aquí a la salida en esto tacones es suficiente castigo para un mes- Se quejó, porque era gratis, antes de que salieran de allí.

El trayecto en carruaje hasta el castillo no era excesivamente largo, pero a Catherine debió hacérsele eterno por lo mal que parecía encontrarse. Nunca la había visto tan pálida, ni siquiera cuando aquella pesadilla en que la poseyó Morgana. Tampoco despegó los labios en todo el camino, tal vez por temor a que si abría la boca se le saliese todo lo que había comido. Probablemente eso fuese lo mejor, así se libraría de la sensación que le había provocado beber sangre. Bastante había aguantado durante el trayecto. Al bajar del carruaje la llevé con cierta rapidez a la habitación, guiando todavía sus pasos como quien ayuda a caminar a un borracho inestable. Era más o menos lo mismo, ella se dejaba llevar sin oponer resistencia. Al menos esta vez no la cargué como un saco de patatas. - ¿Es la primera vez que te pasa esto? ¿con tu otro hijo también fue así? - me decidí a preguntar mientras entrábamos por fin en la habitación, más que nada para evaluar si era capaz de responderme y para saber si era habitual en ella.

- Tenías que habérmelo dicho antes en vez de estar aguantando. Estoy seguro de que no te hubiese gustado desmayarte delante de ellos. Somos demasiado orgullosos para eso.

Al menos la conocía lo suficiente como para tener esa certeza, para saber que no le gustaba mostrar debilidad delante de los demás. A mí tampoco me gustaba que me viesen en mal estado o débil, pero era más una manía mía. Ella se había mostrado delante de mí con algunas vulnerabilidades, y eso me había hecho conocerla y entenderla algo mejor. Le quité la capa para que estuviese más cómoda y que pudiese refrescarse, dejando caer  la prenda al suelo. Acto seguido la dirigí hacia el baño contiguo, acercándola al lavabo para ofrecerle la tan ansiada agua. Cogí un vaso de cristal, llenándolo con el agua del grifo antes de ponérselo en la mano. - Bebe despacio. - Puede que le calmase el estómago, o que le hiciese sacarlo todo. En cualquier caso estaba preparado por lo que pudiera pasar y el retrete quedaba justo al lado. - Después podrás dormir.

Si cerraba los ojos era peor, así que a medida que se dejaba llevar por Wthyr simplemente buscaba un punto fijo. El jubón de Darren, la marca de Shyvanna, el asa de la puerta del carruaje e incluso alguna piedra pero había llegado a tal punto que hasta esos puntos fijos se emborronaban. Los brazos le fallaban, como si no tuviera la fuerza para levantarlos. Asintió a la pregunta de Wthyr y luego negó. No, con Aedan había tenido náuseas pero…había sido sólo eso. No esa debilidad o esos escalofríos que no paraban de recorrerle.

¿Estaría bien tener miedo? ¿Era correcto?

-¿No le pasó lo mismo a tus otras esposas?- Preguntó parpadeando para enfocarlo un poco y sintiendo, en efecto, el orgullo herido. ¿Tanto le había afectado beber sangre? ¿Y qué pasaba cuando tenías una hemorragia interna? Cogió la capa con los dedos antes de que cayera para evitar que el frío de nuevo la hiciera estremecerse, pero no tenía la fuerza suficiente y acabó allí. Se abrazó a sí misma cuando otro escalofrío le recorrió. Lo curioso es que…ella sabía que la habitación tenía una temperatura perfecta.

Caminó con él hasta el baño deseando quitarse los zapatos cuando antes pero el agua parecía lo más idóneo. Era lo que había pedido y aún rumiaba sobre la respuesta de Wthyr. ¿Las embarazadas vikingas también bebían alcohol? Tomó el vaso pero se le quedó mirando un momento. Como si su cuerpo hubiese sabido que habían llegado al sitio correcto, su estómago decidió devolverlo todo así que fue hasta el retrete para hacerlo. No supo cuando tiempo estuvo ahí pero cuando terminó se sentó en el piso sin fuerzas para levantarse. Arrastró un poco los pies para sacarse los tacones aunque le temblaba el pulso, pero al final logró hacerlo.

Inspiró profundamente, al menos las náuseas habían pasado -¿Es normal?- Preguntó ladeando la cabeza hacia él. Estaba claro que tenía un aspecto demacrado, estaba más pálida de lo habitual lo que hacía que la sangre en los labios se tornara más estridente. Tendió una mano hacia él para que la ayudara a levantarse pero más bien tuvo que alzarla, simplemente no podía hacerlo. Se inclinó al lavabo y se enjuagó la boca, escupió y volvió a hacerlo varias veces antes de lavarse la cara pero el malestar no se iba.

Se incorporó un poco y mientras lo hacía empezó a rascarse de nuevo pero esta vez con algo más de ahínco, lo que la hizo mirarse en el espejo. Tenía un aspecto horrible. Parecía un espec… Parpadeó y miró a Wthyr a los ojos con preocupación, con el miedo ese que no había aceptado sentir. Se llevó las manos a la parte trasera del vestido y quitó el velcro que ataba la parte superior del vestido para dejarlo caer un poco, sosteniendo la parte de los pechos con el otro brazo,  hasta revelar la marca de la maldición, había pequeñas rayas negras saliendo de ella, moviéndose -Wthyr…- Aquello le salió como un gemido llorica

¿Quería decir eso que no lo habían logrado? ¿Entonces por qué habían remitido las demás? No hizo ningún esfuerzo por detener las lágrimas que vinieron después -¿Por qué tú no estás como yo? Tus hermanos... se veían bien…- Y si … ¿Se trataba del linaje Le Fay? ¿La maldición estaba juzgándola por todo lo que no sentía hacia el Pendragon? ¿O algo por el estilo? ¿Qué más quería que le diera?  Se llevó una mano a la cara para taparse los ojos ¿Hasta cuando? Ahora no tenía fuerzas para luchar, no se sentía bien y si se atrevía a hacer algo quizás podría costarle la vida igualmente.

PS: 120-10: 110
5/8

Tardé un poco en responder a lo de mis antiguas esposas, rememorando que lo peor vino después. El día del banquete no les sucedió nada, si es a lo que se refería. Daba la impresión de que se sentía en inferioridad por lo mal que le había sentado lo de beber sangre. - No, pero ellas sí que pudieron beber alcohol ese día. Tal vez eso ayudase. - en aquellas ocasiones no habíamos tenido esa prisa por engendrar tan rápidamente después de la boda, no había sido necesario.

Al final no pudo beberse el agua, tal y como suponía. Suspiré al ver que empezaba a vomitar en el retrete, arrodillándome tras ella para sujetarla los mechones sueltos del peinado que se había hecho. Llevé la otra mano a su frente para sostenerla y que no se hundiese demasiado mientras seguía devolviendo lo que había ingerido, notando en ese momento que su piel ardía. Aquello ya no era normal, ni tenía que ver con el embarazo, ni con que le hubiese sentado mal la sangre. Era una combinación preocupante. Esperé hasta que pareció haber terminado, retirándome para dejarle espacio para sentarse. La imagen de la sangre en sus labios en contraste con su palidez provocó que me diese un pequeño salto el corazón. Era como un mal presagio, como si ella estuviese...muerta. Intenté recomponerme para que no se notase en mi cara el pensamiento que se me había pasado, ayudándola enseguida a levantarse del suelo para que pudiese enjuagarse la boca.

- No...no es normal. Tienes mucha fiebre. Hay que intentar bajarla. Vamos a la cama. - respondí con semblante serio, que fue tornándose más sombrío en cuanto se descubrió parte del pecho frente al espejo. La marca. Esa horrible marca estaba allí, retorciéndose y haciéndose más grande de manera incomprensible. Esta vez ni siquiera pude disimular la desagradable sorpresa que me producía aquello, la confusión por todo lo que se estaba juntando a la vez. - ¿¿Por qué?? no entiendo nada...no tiene ningún sentido...maldita sea. - gruñí frustrado mientras tiraba mi capa al suelo y desabrochaba con rapidez los botones de mi jubón, encontrando así en mi pecho la marca de maldición moviéndose y extendiendo sus tentáculos. Eso era lo que me estaba picando antes, igual que a ella. El reflejo de ambos en el espejo con las marcas me dejó paralizado durante algunos segundos, haciendo que un escalofrío me recorriese la espalda. Su pregunta me hizo reaccionar casi como si me golpease. Era cierto...a mi no me pasaba nada. Nunca me pasaba nada. Pero a ellas sí. ¿Me había equivocado? ¿Acababa de sentenciarla a ella también?

- No lo sé. - murmuré con la voz algo ronca y con total sinceridad mientras apartaba la mirada del espejo, volviéndome hacia ella. Mis hermanos parecían estar bien, pero ya me hizo dudar. Tendría que enviarles un mensaje. Tenía que reaccionar rápido para entender lo que estaba sucediendo. - Necesito pensar...tienes que ayudarme a entender qué está pasando, a encontrarle algún sentido a esto. - la cargué en brazos para llevarla a la cama rápidamente, casi en volandas. La senté en el borde para comenzar a quitarle el vestido, sólo que esta vez ni siquiera se me pasó por la cabeza ninguna actividad divertida.

Logré sacarle la ropa por abajo con cierta facilidad, tirándola por ahí. Mejor que se quedase sin ropa, necesitaba perder temperatura. Después hice que se acostase de lado, probablemente no opusiese resistencia alguna porque parecía estar muy débil. Regresé de nuevo al baño para coger un paño, mojándolo con agua fresca. Cogí también una jofaina metálica, por si acaso volvía a necesitarla. La dejé en la mesilla de noche al regresar, sentándome en el borde de la cama para comenzar a ponerle el paño mojado por la frente y las mejillas. - ¿Notabas algo antes del banquete o ha sido justo después del ritual? - ya me estaba montando teorías extrañas en mi cabeza, como que el sacrificio de aquella mujer hubiese tenido algo que ver en reactivar la maldición, o incluso que hubiese algún problema con el feto. Todo era posible, y no descartaba el llevarla con su sanadora en Ouroboros. Imelda nunca había logrado hacer nada por salvar a mis esposas, no cometería el mismo error otra vez. Me pasé una mano por la cara antes de inspirar profundamente, conjurando un patronus para que localizase a mis hermanos. Para todos ellos iba el mismo mensaje, uno que preguntaba un sencillo y escueto "¿Os encontráis bien? marca." Ellos lo entenderían.

¿Alcohol?¿Eso habría ayudado en algo? No quiso pensar mucho en ello porque el mundo se le iba. Agradeció que Wthyr le sostuviera la cabeza y el cabello y de haberse encontrado en condiciones le sonreiría con cierto grado de victoria por lo que le había dicho cuando le informó que estaba embarazada y lo que esperaba de él. Pero no tenía cabeza para ello. -¿Fiebre?- Preguntó, notando que él estaba un poco extraño pero no estaba lo suficientemente lúcida para darse cuenta de su agobio -Tengo frío- le repitió como para que le quedase claro.

Sin embargo, cualquier pensamiento se fue a la mierda cuando se dio cuenta de que era la maldición. O eso pensaba ella. ¿Así se había sentido su bebé? Tensó los labios con preocupación mientras se le humedecían los ojos.  Lo vio a través del espejo también quitándose capas de ropa para descubrir lo mismo que ella tenía. Frunció el ceño con preocupación al ver su rostro, porque en ese momento si lo enfocó. Estaba… ¿Enojado? ¿Confundido? Se volvió hacia él cuando confesó que no lo sabía y sintió que le temblaba el labio inferior.

¿Pensar? Sentía el cerebro como si lo tuviera licuado. No quería pensar…quería…vivir. Empezó a temblar contra él cuando la cargó y no tenía ni fuerzas, ni ganas ni voz para reclamarle que la estuviera desnudando…¡Con el frío que hacía! Se estremeció de nuevo cuando estuvo desnuda sobre la cama y se abrazó a sí misma. Tenía que concentrarse en mantenerse lúcida. Tenía que…pensar ¿verdad? Cuando volvió y le puso ese paño frío en la frente soltó un siseo irritado, pero mantuvo los ojos abiertos, aunque le costaba.

Le miró a los ojos, aunque los suyos ardían, con el ceño fruncido -No…estaba bien…- Si lo analizaba, tenía hasta hambre de lo apetitoso que se veía todo. Pero el ritual…- Después del ritual…Casi… de inmediato ¿Alergia...a la sangre? - Le susurró, lanzando cualquier estúpida teoría que le viniera a la mente,  y sintió que le pesaban los ojos, subió una mano hasta la de él y presionó un poco más el paño para humedecerse los dedos y pasárselos por ahí sabiendo que tenía las mejillas llenas de lágrimas y ser consciente de eso sólo la hizo llorar más pensando en que todo lo que había hecho había caído en saco roto y ya no sólo por Aedan sino por sus bebés, por su linaje y por el de él. No había cumplido su palabra. Se llevó las manos al vientre y presionó tratando de mantenerlos consigo.

“Saca fuerzas de donde no las tengas”, el recuerdo fue tan patente que Catherine intentó controlar sus llantos pero el terror la poseía -No quiero morir…- Gimió entre un llanto y otro, sintiendo que los escalofríos eran más fuertes y su cabeza no paraba de dar vueltas y doler -No me dejes dormir…- Susurró presintiendo lo que pasaría -No me voy a despertar- Le dijo en un hilo de voz -Prométemelo-  


PS: 110-10: 100
6/8

Apareció en la habitación de Wthyr sin mucho retraso, su marca estaba arrastrándose hacia el cuello y se sacó la seda lentamente mientras miraba alrededor notando que toda la habitación había sido cambiada. Vamos… Menuda remodelación pero entonces fue consciente de que alguien estaba llorando, una mujer…

Catherine.

Fijó su vista en la cama para ver a Wthyr poniéndole paños de agua fría mientras la morena lloraba desconsoladamente y aquello no le dio buena espina. Es más, estaba tan descolocada por lo que aquello podía significar que ni siquiera fue consciente de que iba desnuda -¿Qué está pasando?- Preguntó acercándose hacia ellos por el ladro contrario de Wthyr

Paños de agua fría sólo podía ser una cosa y sin duda Catherine se veía cada vez peor, lo que hizo que se le revolviera el estómago. Se alzó las faldas del vestido y se sacó la daga que llevaba atada al muslo, sin pensarlo dos veces se cortó la mano y dibujó un par de runas en sus antebrazos antes de sentarse en la cama. Eran las mismas runas que había usado en Cedric, si con él habían funcionado con ella también…

Pero… se tornaron negras. Aquello le congeló el alma -Wthyr- Le había pasado lo mismo con su abuela y sólo podía significar una cosa: No podía absorberlo. Se reacomodó un poco e intentó el método tradicional con otras runas, haciendo un escaneo lento sobre el cuerpo de Catherine notando las manos en su vientre. Se subió un poco más a la cama y posicionó ambas manos sobre el abdomen de la morena y cerró los ojos dejando que las runas y su magia fluyeran -No es…enfermedad. Y…- Ya tenía algo de experiencia con Aelle y Cedric -Y no estoy segura de que sea la maldición, se siente diferente, es otra cosa Wthyr pero necesita sanadores de los normales…Quizás… una reabastecedora? Podemos renovar su sangre…- Dio la idea, mirándolo con algo de preocupación porque no sabía si duraría mucho más.

Dado éxito fallo:  ¿Se da cuenta de que es algo más ?
Yes, se da.

El miembro 'Shyvanna Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

El frío que decía tener y los temblores eran indicativo de que la fiebre no había terminado subir, así que mantuve el paño frío sobre su frente a pesar de que pareciese molestarle. Se notaba que estaba haciendo un esfuerzo por responderme, por permanecer lúcida. Cuando me miró pude apreciar que sus ojos estaban vidriosos y habían perdido su brillo, como si su energía se estuviese disipando por momentos. Todo se estaba acelerando. Apenas habían pasado un par de horas desde que habíamos salido de la habitación, arreglados para ir al banquete. Anoté mentalmente eso de que se encontraba bien antes del banquete, y que todo había empezado después de beber sangre. Por ahí podían ir los tiros, porque era lo único que había tomado distinto al resto de los presentes. Todos habíamos comido y bebido, y no nos había sucedido nada.

- La sangre no da alergia. Puede que esa muchacha estuviese enferma, y te lo haya pasado a ti. - era lo único que podía tener sentido, pero...¿tan rápido? - Ni siquiera habías llegado a digerirla, se supone que has echado todo fuera. - y si no lo había hecho, debería. Por si era perjudicial seguir teniendo eso dentro. Sostuve el paño un poco más sobre sus ojos cuando ella dirigió allí su mano, comprendiendo que le aliviaba el fresco en ese lugar. No era sólo agua lo que caía por sus mejillas, sino lágrimas. Debía estar aterrada, y su gesto de llevarse las manos al vientre no hizo más que confirmármelo. No quería reconocerlo, pero yo también tenía miedo. Temía haberla condenado de algún modo, de que muriese ella y el hijo tan esperado. Temía también por mis hermanos, por si les sucedía lo mismo que a la abuela. Era como si la maldición no quisiera darnos tregua alguna.

Aparté el paño un momento de sus ojos para que pudiese verme, pasando una mano por su frente para apartarle el pelo mojado. Me incliné sobre ella, bajando la mano hasta su mejilla para captar su atención. Calma, tenía que encontrar la manera de transmitir eso aunque no lo sintiese. - Mírame, Catherine. No vas a morir. Tú misma dijiste que no morirías, que serías mi "rompemaldiciones". - todavía recordaba aquella promesa, pues se me quedó grabado. - No puedes traicionarme y traicionar tu palabra muriendo, ni puedes dejar solo a tu hijo.- se me hizo una especie de nudo en el estómago y en la garganta al escuchar su llanto y sus súplicas, viniéndome algunos recuerdos que creía tener ya controlados. Otra vez no...

- Te lo prometo. Voy a solucionarlo. Te voy a molestar todo el rato para que no te duermas. En eso tengo práctica. - volví a ponerle el paño sobre su frente mientras mi mente se movía de manera frenética buscando el modo de arreglarlo. Tenía que llevarla cuanto antes al hospital. Giré la cabeza sobresaltado por la aparición de Shyvanna, fijándome enseguida en que la marca de ella también parecía haberse descontrolado. Lo único positivo es que ella no parecía enferma. - ¿Tú estás bien? ¿Los demás? - no supe explicarle qué era lo que estaba pasando porque ni yo mismo lo sabía, sólo dejé que intentase hacer lo de las runas. No funcionó, haciendo que interpretase de inmediato que era exactamente lo mismo que pasó con la abuela cuando no pudimos salvarla. - Se muere...- murmuré de manera casi inaudible, sintiendo esa certeza tan insoportable. Lo había sentido al tocarla antes, pero no había querido darme cuenta de que apenas percibía en ella esa energía mágica y esa fuerza que solía conectarnos.

Aguardé impaciente al diagnóstico de Shyvanna, que tampoco sabía exactamente lo que era. - ¿Crees que hay algo en su sangre? - Llevé la mano al pecho de Catherine, cerrando los ojos para concentrarme en sus latidos, en la circulación de su sangre. El pulso era débil e irregular, eso podría haberlo notado sin usar la magia de sangre. Fui más allá, intentando ver si realmente había algo en su sangre. Fruncí levemente el ceño al notar que había algo allí que no era sangre precisamente, sino que estaba mezclado con ella, recorriendo todo su cuerpo como algo tóxico que lo hacía arder. Al abrir los ojos volví a mirar a mi hermana, negando con la cabeza. - No lo identifico, pero hay algo en su sangre. Y ha empezado todo después de beber lo de la copa. La maldición se ha reactivado en ese momento, porque su vida está amenazada. - y si ella moría no nacería el heredero, si es que todavía seguía resistiendo. Tomé la determinación de no perder ni un minuto más, cargando a la morena en brazos para sacarla de allí de manera urgente. Pedí a Shyvanna que me alcanzase la capa que había dejado antes por ahí para poder envolver a Catherine con ella, encaminándome hacia la puerta de la habitación.

- Me la llevo a su hospital, aún estoy a tiempo de impedir que se repita la historia. Os mantendré informados.- al abrir me encontré con los guardias al final del pasillo, mirándome perplejos por el modo en que llevaba a Catherine en brazos. No les dije nada, sólo me dirigí con rapidez a la salida para convocar a mi dragón negro. Me subí cargando con ella, colocándola delante de mí para sujetarla bien en cuanto alzamos el vuelo. Desde Ávalon llegaríamos a Tintagel a partir del portal del Sanguis, y después nos quedaba un rato de vuelo hasta Ouroboros. Sólo esperaba llegar a tiempo.


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dado de 10 para ver si detecta veneno: 4, sólo detecta que hay algo en la sangre, pero no sabe qué

El miembro 'Wthyr Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

-No lo sé. Darren se veía bien- Pero su hermano era estoico y estaba segura de que pondría el honor de la familia primero antes de su propio ser. Por ende, probablemente no le dijera nada -Tenía el jubón puesto- Murmuró alzando los hombros como dándole a entender que no fue capaz de ver nada.  Miró con cierta desesperación a Wthyr cuando mencionó que se moría. Otra vez se repetía la historia y se suponía que esa era la definitiva, si las teorías eran ciertas entonces…si Catherine se moría, lo haría también su hijo y finalmente estarían todos condenados…

Bajó la vista hacia ella que no paraba de llorar y sintió que ella también tenía ganas de hacerlo porque sin importar lo que hiciera no iba a poder ayudarla y tampoco a sus hermanos. Cerró las manos con frustración, sintiéndose inútil en el único aspecto que se suponía que podía ayudar. Más allá de su Brigada -Odio esto- Susurró y cuando Wthyr indicó lo de la copa, Shyvanna frunció el ceño -¿La sangre? ¿Crees que podría haber tenido algo que ver?- Si lo pensaba, era lo único distinto aunque Shyvnna no había probado el cerdo.

Se incorporó de la cama para coger la capa y entregársela, mirándolo salir de la habitación con un sentimiento de angustia alojado en el pecho. Envió un patronus a Lake y Cedric para que le aseguraran como estaban. Si Catherine moría y eran sus últimas horas… Quería estar con sus hermanos y si tocaba viajar a Ouroboros para estar con Wthyr, lo haría. Pero primero tenía que informar a Darren y a Gwen de su fracaso. Y quizás…revisar esa copa y esa sangre.

Desapareció de vuelta a la fiesta olvidándose la seda que tapaba su pecho, hombro y cuello y siendo consciente de que la marca estaba expandiéndose con mucha más rápidez mientras su respiración se ralentizaba.

No quería hablar de los días anteriores ni pensar demasiado en todo lo que había ocurrido. Tenía una coronación por delante y cuando se despertó ese día le dieron la maravillosa noticia de que Wthyr no se encontraba disponible, es más, se había ido de Ávalon lo que implicaba que le quedaba hablar con la aguafiestas de Catherine. Como si ella entendiera lo que era ser el alma de la fiesta o, simplemente, reina. En el fondo quizás hasta le tocaba las narices que le quitara su puesto de señora Pendragon aunque sólo fuese técnicamente.

Pero debía intentar acabar todo hoy porque le informaron que partirían el día después de la coronación, por ende, debía terminar el entrenamiento de los dragones y pulir un par de cosas más sobre su armadura y la de Artamir. Así que una torre de pergaminos enrollados levitaba a su lado mientras iba a los aposentos de Wthyr de donde Catherine no se había movido, según le avisaron los guardias.

Al llegar tocó la puerta dos veces e ingresó sin mucha ceremonia -Catherine- Saludó, esta vez manteniendo su distancia mientras le mostraba todos los pergaminos a ella sin importarle lo que estuviera haciendo. Tras ella ingresaron dos damas más -Tenemos que hablar de tu coronación-

Al volver a los aposentos y preguntar por Incanta le dijeron que no había llegado así que simplemente asintió y se fue a dar un largo baño aprovechando que no estaba y, por el cabreo que tenía, probablemente volvería tarde a la habitación. Excepto que… No lo hizo. Catherine optó por invocar a sus elementales y acostarse con ellos en la cama pero no fue fácil realmente dormir. Ávalon era…una isla que la inquietaba. En el nivel físico, por su magia. Simplemente se removía, esperando hacer cosas. A nivel psicológico, por la inseguridad del territorio. Pero aún así confiaba en sus lobos y aunque le costó acabó durmiéndose cerca del amanecer.

Al despertar no había pista de él por ningún lado. Ni en el desayuno. Ni en el resto de la mañana así que Catherine se dedicó a hacer lo que hacía en Ávalon: Estudiar. Así que se puso ropa cómoda, unos pantalones sueltos y un jersey negro. Tenía que enfocarse. Quería saber si era capaz de volver a convocar esa aura mágica a su alrededor así que con un par de levitaciones se abrió un espacio en medio de la habitación ayudada por sus elementales y dibujó la runa en el piso, se puso sobre ella descalza y en el instante en el que convocó su báculo, Shyvanna tocó la puerta e ingresó. Catherine parpadeó sorprendida y frunció el ceño mientras los elementales se pusieron en seguida de pie acercándose a la Pendragon. La morena mantuvo la mirada en ellos e hizo un leve movimiento hacia Shyvanna para que se quedara quieta. Los elementales la olieron un momento antes de ir a por las otras dos personas que le acompañaban sin emitir gruñido, solo... ¿curiosidad? Aún apreciaba que la rubia hubiese intentado salvarle la vida, aunque fuese por un motivo egoísta.

Catherine sonrió de lado cuando los lobos volvieron hacia ella trotando como si no pasara nada. Se inclinó para acariciarlos y luego cerró el báculo. Finalmente tomó un respiro y se incorporó observando la pila de pergaminos con un gesto algo incómodo -Quizás Wthyr debería encargarse de eso...o tú- Puso las manos en puños sin darse cuenta -No se me dan bien esas cosas, no es mi papel en el Consejo…Sofía es quien se encarga de los eventos-

-Cerrad la puerta- Ordenó Shyvanna en el instante en el que vio a Catherine con ropa de mercadillo. Por favor, que nadie viera  a la futura reina de Ávalon con semejantes trastos y… descalza a punto de practicar magia rodeada por unas bestias indómitas. Tras eso, se giró hacia la morena cuando los bichos se acercaron a ella y por un momento Shyvanna temió que le mancharan el vestido con esa cosa negra que tanto identificaba a Catherine. Pero fue inteligente y se quedó quietita cuando vio el gesto de Catherine. ¿Acaso no sabía cómo se iban a comportar? ¿Y estaba…? ¿Era su conejillo de indias? Abrió la boca indignada -Pensé que éramos amigas- Murmuró con rintintin, refiriéndose a la última vez que se habían visto. Aunque... la verdad prefirió cerrarse a esos recuerdos.

-No, no, veo que lo del estilo no es muy tuyo- Repasó de nuevo la ropa que llevaba y sonrió de lado como si la disculpara por ir con esas pintas. No entendía quién le escogía los vestidos porque en el banquete de los Lothbrock iba bastante bien…pero supuso que en la “cueva” donde se escondía iba “cómoda” sacrificando una imagen regia como correspondía. Dudaba muchísimo que Wiwi se mostrara a ella en pijama… Ridículo, no, su hermano tenía mucho mejor gusto - No tienes que encargarte, ya lo haré yo que soy mejor organizadora que Sofía-  A ver si con esta coronación se lo dejaba en claro a la Descendiente -Además, Wthyr no está en Ávalon, tienes que tomar tu las decisiones…- No es que eso le hiciera ilusión, su hermano solía dejar que ese tipo de cosas descansaran en ella pero había detalles que aún así debían hablar con él. Y ahora…con ella.

Finalmente hizo un par de gestos para que las damas atrajera una mesa y así ir exponiendo los primeros pergaminos -Acostúmbrate- Le dijo la rubia mientras la miraba con severidad -Cuando nos vayamos serás Reina de Ávalon-

Escuchar a Shyvanna decir que eran “amigas” hizo que la mirara en silencio. ¿Podía abrirse a ellos ahora que la sombra de Morgana ya no estaba amenazando con matarlos a todos? -¿Tus hermanos están bien? ¿Todos? - Preguntó porque había sido una pregunta que su esposo no le había respondido y que había quedado pendiente. Durante esos días con Ian temió que el silencio por parte de Wthyr fuera por estar de luto y, tampoco habían estado presente en el juicio.

Puso los ojos en blanco cuando dijo lo del estilo. ¿Por qué las mujeres como ella siempre estaban preparadas para criticar su forma de vestir? -No esperaba visitas no programadas- Le respondió a ello mientras soltaba el aire lentamente y borraba la runa del piso. Sonrió de lado al escuchar aquello sobre Sofía, lo dudaba mucho, Sofía tenía una forma dulce de dirigirse hacia ella y de respetar su forma de ser y gustos…Dudaba que Shyvanna fuera de esa forma y para Catherine era lo más importante.

La miró a los ojos con un gesto serio cuando dijo que Wthyr no estaba en Ávalon, desvió la mirada a la cama, luego al aseo y la sala donde tomaban el desayuno. Catherine se alejó un poco de ella y cerró los ojos concentrándose de nuevo en ese hilo que la unía al Sanguis Ligno y a él, tiró… tiró de él pero no había nada que respondiera del otro lado. Estaba sola, en Ávalon. La había dejado sola, rodeada de gente que no conocía…Rodeada de gente que no la toleraba. El miedo empezó a anudarse en su estómago y las palabras de Shyvanna no ayudaban. Los dos elementales la siguieron y cada uno golpeó con el morro las manos de Catherine buscando conectar con ella, atraerla hacia el momento que estaba viviendo y que no dejara que la ansiedad la ocupara.

-¿Os... vais todos?- Preguntó con un hilo de voz mientras volvía a inclinarse, con las rodillas en el piso porque las sentía muy flojas, y bajó la cabeza para apoyarla en uno de los lobos deseando que fuera Ian, metió las manos en el pelaje y lo acarició tratando de tranquilizarse y respirar. No estaba sola. No, estaba con ellos. Nunca le abandonarían porque en el mundo siempre había oscuridad.

La pregunta sobre sus hermanos hizo que arqueara una ceja ¿Ahora se preocupaba? ¿Cuándo los había ignorado por meses? No se creía la fachada pero lo de ser hipócrita sí -Sí- Fue un solo monosílabo porque no quería dar demasiada información a las mujeres que estaban allí con ella.  Soltó una risita cuando mencionó lo de las visitas no programadas -Ay Catherine, ya aprenderás que en Ávalon siempre tienes que estar lista para la acción- Alzó un hombro como restándole importancia.

Notó entonces su mirada directa cuando dijo que Wthyr no estaba en Ávalon y siguió el recorrido de sus ojos con curiosidad. Uy, la cama primero. ¿Quería alguna especie de noche de bodas sin Sodoma? Aquello la hizo sonreír con picardía hasta que notó que cerraba los ojos y se alejaba. ¿De qué iba? ¿Qué iba a hacer? ¿Estaba tratando de hablar con él telepáticamente? -No está en Ávalon- Repitió a ver si es que creía que era mentirosa… ¡Encima ella, que había reconocido lo del Sodoma! De verdad, menuda muchacha.

Pero algo pareció no estar bien cuando los elementales le buscaron. Shyvanna… Shyvanna conocía lo que podía ser la conexión entre una criatura y una persona. Vamos, no por nada era la líder de la Brigada Blödhren. Hizo un gesto a las damas para que se retiraran y se salieron un instante después. Se acercó un par de pasos hacia ella para escuchar su pregunta -No…- Entrecerró los ojos y se concentró en el fluir de su sangre, su corazón estaba latiendo agitado y por la forma en la que se escudaba en los lobos. Estaba…¿Estaba buscando protección? ¿De ella? Bueno quizás había sido una cuñada un poco… Distinta a las antiguas esposas de Wthyr pero sabía que no podía matarla. -Cedric y Gwen se quedan, aunque Gwen seguramente estará en Ouroboros- No quiso acercarse más porque los chuchos estaban demasiado vigilantes así que esperó quietita -No vine a hacerte daño…Sólo necesito saber cosas sobre tu trono, tu corona…el vestido que vas a usar, lo que aparecerá en tus banderas…Etc…

-Ya sé- Le espetó Catherine con el ceño fruncido con un tono lejos de ser agradable. Pero el dolor que sentía en el centro del pecho no le permitía ser amable, ni cordial, ni empática ni una mierda. Arrugó la nariz con molestia por ser tan malditamente débil, por tener tanto miedo a todo, por haber mantenido su palabra.

Cedric, el “majo”, que permanecía tan escondido como ella y la chica de pelo negro que la detestaba. Perfecto. No quería ser reina, no quería tomar decisiones que afectaran la vida de la gente cuando ni siquiera era capaz de tomar decisiones para mantenerse con vida. Apretó un poco la mano sobre el lobo que empezó a lamerle la cara como queriendo ocultar, en caso de que tuviera, sus lágrimas. Por un instante, por apenas un segundo, quiso volver a elevar un ilusión y decirle a Shyvanna todo lo que le estaba pidiendo. No ser ella la que estuviera allí, no tener que lidiar con ello pero una realidad que debía enfrentar.

Más allá del dolor, más allá del estómago cerrado que acabaría en náuseas, Catherine se incorporó sin mirarla. Le había quedado claro, los Pendragon no iban a dañarla porque no querían morirse por el camino. Se preguntó si se desharían de ella una vez tuviera el bebé. Pasó por su lado ignorándola y cogió el primer pergamino que pilló que tenía el diseño de una corona que no le gustaba, la siguiente…tampoco. La tercera era tan parecida a la de Morgana que directamente la tiró a la chimenea. La última era la más sencilla, apenas una corona pequeña de oro sin más detalle -Esta- Susurró y le tendió el pergamino luego pasó  a lo siguiente sin mirarla. ¿Vestidos? ¿Qué sabía ella de vestidos? Ummm…Había algo que sí sabía, algo que molestaba a Wthyr, sus tatuajes. Todos… Extendió los pergaminos buscando el más revelador de todos y estuvo a punto de elegirlo de no ser porque… porque sabía que se sentiría fuera de lugar. Tensó los labios y eligió otro -En negro- Corrigió porque estaba en color sangre y ella de Pendragon no quería vestirse.

-El diseño del trono lo tendrás esta tarde, te lo enviaré yo…- Vio que aún quedaban varios pergaminos y suspiró empezó uno por uno a revisarlo y marcó con una X algunas casillas pero cuando empezaron las preguntas sobre las servilletas se las paso a Shyvanna -Eres libre de elegir lo que te dé la regalada gana…En mis banderas no quiero rojo. Mis colores son el negro y el púrpura y mi blasón es…dame un momento- Se incorporó y fue a buscar en su mesa de trabajo uno de los escudos que había dibujado para el árbol familiar y se acercó a Shyvanna para entregárselo -Agradecería que me dejaras sola. Te doy plena libertad de elegir lo que consideres mejor para la coronación…Muéstrame que de verdad eres quien dices ser- Cuando abrió la boca, Catherine negó -De verdad, Shyvanna, necesito estar sola-

Arqueó una ceja indignada con ese “ya sé” con su tonito de mierda -Pues parecía que lo estabas buscando- Se excusó Shyvanna llevándose las manos a las caderas. Lo que sí no esperó es que su aclaración de que no estaba ahí para dañarla la hiciera actuar de forma automática, tanto que es que abrió los ojos como platos cuando tiró un pergamino a la chimenea -Pe..- Se movió un poco incómoda para ver la corona pequeña que había elegido. ¡Qué poco glamour! Mujer aburrida…

La vio dubitar entre vestidos y mirar con ojos golosos uno, tal vez, demasiado revelador para lo que la había visto usar hasta ahora y cuando decidió el otro sonrió de lado -Pero Catherine…el rojo te resaltará tu piel, el color de tu cabello y los ojos…No puedes estar siempre de negro, en un luto constante…¿A quién le rindes tanto?- Inquirió arqueando las cejas sin comprender de qué iba tanta negrura, tanta oscuridad tanta falta de color en su vida…Cuando lo tenía TODO. TODO lo que una mujer podía querer. ¡Iba a ser Reina! ¡Tenía dos hombres que la deseaban y la protegían! Agh ¿Cómo podía sentir envidia de esa muchacha?

Cogió el escudo mirándolo con la ceja levemente arqueada porque estaba muy bonito dibujado. Alzó la vista hacia ella -Lo haré…Pero no acepto quejas después…¿De acuerdo?- Su insistencia en estar sola hizo que frunciera el ceño un instante -Eso no es sano… ¿Por qué no vienes a ver la Brigada un día?- Soltó un sonido exasperado y recogió los pergaminos de un manotazo -Sois tal para cual. Lo social no es lo vuestro- Espetó y se desapareció en ese instante.