Entrada del Castillo Principal de Ouroboros

- Ni se te ocurra. - la corté de manera tajante cuando sugirió la posibilidad de transformarse a ella misma en una cosa gelatinosa. ¿Quería acabar como su padre o qué? - Hay límites que es mejor no traspasar, y no merece la pena que lo intentes- mi rostro se ensombreció a la mención del libro de su padre, no era buena idea que siguiese su camino. - Déjalo estar por ahora con lo que has creado. Ya iremos viendo paso a paso cómo se desarrolla esto. Si te asusta ese monstruo por algo será.- lo de Markus y el material antimagia tampoco me terminaba de convencer. Si aquello cayese en las manos equivocadas podrían volver a repetirse los mismos errores que llevaron a que los satélites antimagia privasen de sus poderes a toda la población mágica del mundo.

- Confiemos en no tener que llegar a esos extremos. - no obtuve más información de Giordano, así que tendría que ponerme en contacto con Matvey por si sabía algo. Tal vez teníamos desavenencias entre miembros del Consejo, pero al menos éramos iguales y no nos llamábamos "vasallos". - Por eso, me parece un modo útil de desestabilizarlos. Atacando por ahí. - quedaba claro que no le caía bien Catherine, pero que fuese más o menos divertida era lo que menos relevante me parecía para el asunto a tratar.

- Digamos que fue ella la que comenzó a remover para que participásemos en el conflicto bélico en tierra, con todo lo que ello implicó. En este caso imagino que intentará mediar entre las dos partes, pero debería estar exclusivamente de la nuestra y renunciar a su título como reina de la isla enemiga. No sé si estuviste el día del parlamento con los Pendragon...nos la jugaron pero bien. - gruñí antes de beber el whisky que quedaba de un trago, dejando el vaso en la mesa. - Claro que el plan puede ser efectivo, pero hay pocos días para ponerlo en marcha. Tiene que ser antes del plazo que se dio. Por eso quiero que vayas con Oscurus para ponerlo en marcha. Debemos defender Ouroboros desde todos los frentes posibles. Practiquemos cómo lo harías. Piensa que soy uno de sus vasallos...dime lo que le dirías. - me puse en modo profesor que va a tomar la lección, esperando que hiciese uso de sus dotes actorales.

Rosse reaccionó con un pequeño bote en su sitio, luego de haberse tranquilizado, le ha caído un poco como un cubeta o de agua helada, puesto que hasta ella ha sido capaz de notar lo denso qué se ha vuelto el ambiente con todo lo que dijo...

Y además... Le hizo tomar unas ciertas consideraciones, algunas realmente amargas, y que estaba intentando evitar en nombre de no pensar lo peor, que había estado justificando, entonces lo dijo, no pudo guardarselo.

Yo... El libro de aberraciones... Lo conseguí de la colección privada de mi padre...

No puede evitar recordarlo, ese momento de desesperación donde no podía pensar ni una sola cosa para hacerles frente a los Pendragon, pero no quería quedarse de brazos cruzados mientras una guerra los azotaba, y fue entonces que lo pensó recurrir a alguna de las cosas que su padre nombraba a veces antes de perder la razón...

Yo no soy él... Yo solo pretendía protegerlos... Yo no soy él...

Murmuró para sí misma, mientras negaba, procuraba aún justificarse, pensar que si caso era diferente porque sus intenciones eran mejores, aunque honestamente, nunca supo las intensiones de su padre en realidad...

Bueno, al menos luego de eso, seguirían con el tema de las intrigas y traiciones, que de repente le parece mucho más apetecible, porque por mucho que le pueda doler la cabeza, más le duele entrar en detalles sobre su padre, normalmente evita pensar en él, jamás pudo superarlo...

Pero eso sí, el tema de que Catherine hubiera tenido qué ver con que se entrometieran en el conflicto en tierra... No le hacía ninguna gracia, pero visto por el lado positivo, la forma en que empezó a hervirle la sangre le hizo recuperar energía.

Así que todo lo que eso implicó...

Tuvo un ligero tic en una de sus manos, solo de recordar... Por esos recuerdos es que la idea de una guerra la pone tan soberanamente nerviosa, la sola idea de que podrían atraparla y hacerle algo similar de nuevo... No puede evitar extrapolarlo a la situación actual.

No estaba...

Reconocerlo le ha dolido, casi físicamente.

Pero lo que haya pasado... No creo que me sorprendiera saberlo, Cath en la reunión estaba demasiado rara, tenía una jodida obsesión con aferrarse a los dos puestos aunque perdiera todas las uñas por el trayecto... Con esas capaz tanta importancia se le ha subido a la cabeza, ¿Qué mierda sabré yo?

Luego ante lo siguiente que ha dicho, a asentido, tenía razón, tienen poco tiempo para llevar todo esto a cabo, así que mejor hacerlo pronto...

Luego de lo dicho, por un momento ha tenido la fuerte sensación de volver a ser una adolescente frente a uno de esos costosos tutores particulares qué tenía, que de por sí es cierto que Jack tiene una vibra de profesor muy notable, ahora es incluso más, así que Rosse se a aclarado la garganta y ha empezado a hablar.

Ehh... Les agradecemos profundamente haber respondido a nuestra solicitud...

Dudó, no es buena actuando ni queriendo.

Consideramos qué es lo justo no sólo hablar sobre las condiciones del tratado con los Pendragon... Sí no directamente con los demás linajes qué los apoyan, ya que en el consejo todos los linajes son igualmente importantes, consideramos lo correcto tratarlos con esta misma filosofía...

Y mientras habla, se pone a mirar las paredes como en un esfuerzo por enfocarse y agarrar el hilo de lo que está diciendo sin desviarse.

Pude comprobar que el tema de su padre seguía siendo muy delicado, y que le producía cierta ansiedad pensar en las comparaciones entre ambos. Era de comprender...él acabó bastante mal con sus experimentos. Le di unas palmaditas en el hombro para que se calmase, diciendo "ya pasó" un par de veces. - No, no eres tu padre, pero siempre podemos aprender algo de las experiencias negativas y de los errores de otros. Estarás de acuerdo conmigo en eso. - dejé que meditara sobre aquello, que le dejase poso suficiente. Volví a mirar al vaso pero no me serví más whisky, un vaso era suficiente y no me quedaría allí mucho más.

- Precisamente. Tú mejor que nadie sabes lo que supuso meternos en la guerra. Ling y tú acabasteis atrapados por la Alianza, hasta que Sayid y los renegados liberaron a los atrapados en los campos. Por eso entiendo que temas que se desate una nueva guerra, aunque sea civil. - solo ella sabría lo que había pasado allí encerrada. Durante un tiempo estuvo bastante mal en todos los sentidos. Volví a pasarme la mano por la barba mientras hablaba de la supuesta ambición de Catherine. - Está empeñada en mediar entre ambos lados, pero a estas alturas ya es muy difícil. No puedes mediar con quien actúa de modo tan hostil. - esperé hasta que Rosse estuvo lista para hacer la interpretación que le había pedido, poniéndome modo evaluador estricto. Los modales estaban bien, parecía cordial.

- Buen comienzo. Conciliador...pero te falta el lenguaje corporal. Pareces nerviosa. Ni siquiera haría falta alguien con poderes mentales para notarlo. Trabaja la seguridad. - me levanté de la silla, consultando mi reloj de bolsillo. - He de marcharme, tengo clase en media hora y hoy voy a trabajar los hechizos de gravedad 0 con mis aprendices. Busca a Oscurus y trabajad en lo que hemos hablado. Tenemos que darnos prisa, se aproxima el fin del plazo para el tratado. - me despedí de ella, saliendo de allí para irme hacia la zona de la academia.

Lo primero que hizo Rosse, fue asentir, puesto que sabía que tenía razón, vale la pensá tratar de no acabar como su padre, aunque aún dolía mucho, pero le ayudaba a calmarse, y a meditar sobre el asunto con menos miedo y dolor del qué normalmente siente cuando piensa en su padre, ella lo quería mucho, incluso sí en sus últimos días apenas podía reconocerlo, eso es algo que la asechará durante el resto de su vida, del mismo modo que lo que le pasó en el campo de concentración lo hará, es como si esos días hubieran sido grabados en su mente, así como en ciertas zonas de su piel de hecho, pero su atuendo se encarga de cubrirlas.

Por eso... Me gustaría que la paz funcionara como a la que más, pero lo cierto es que como dices, ellos han sido hostiles, e incluso sé que ya rechazaron un sitio en el consejo con anterioridad... El plan del tratado no tiene futuro... Por eso, solo queda asegurarnos de que no pase todo otra vez, preferiría qué nadie tuviera que saber lo que llegamos a ver esos días...

Y en lo que refiere a la actuación... La verdad es que era cierto, no sé le acababa de dar bien eso de pretender, le es difícil esconder sus verdaderas intenciones, suele ponerse bastante nerviosa cuando tiene que decir algo que no es cierto, tomó un mechón de sus cabello y jugueteó con el mismo mientras pensaba en eso, hasta que vió a Jack levantarse.

Asintió.

Está bien, trabajaremos en ello, nos vemos... Cuando sea necesario.

Se despidió igualmente, y luego de un minuto o dos procedió a salir también, llendo a la búsqueda de Oscurus el amargo, que no pareciera tan viejo pero actúa como si lo fuera.

El vuelo de un grifo que no un dragon se dejó ver a través de las nubes de Ouroboros, cerca de la zona del castillo. Tal como habia prometido Gwen, me habia facilitado un medio de transporte a la isla. Despedí al grifo en cuanto me dejó bajar de su lomo, en una de las almenaras del castillo.

- Gracie tanto, amigo. Puedes llevarle esto a Gwen Pendragon? Me olvidé de dejarle los bocetos. - le entregué unos pergaminos enrollados, esperando a que se fuera antes de que a la Guardia de Ouroboros se le ocurriese dar la voz de alarma. Suspiré, mirando desde la altura de la almenara la tranquilidad y la belleza de Ouroboros. Me habia sentido tentado de quedarme en Avalon esos tres dias,  y conocer más de ese lugar tan grande a parte de lo que Gwen me habia enseñado durante la noche, al menos  hasta que Cath saliese de aquel lugar donde la habian llevado, pero sinceramente tres dias eran demasiado y tenía trabajo que hacer. Y no podía pasar otra noche manteniendo a Gwen en vela, solo porque mis pesadillas no me dejaban dormir.

Cuando el grifo estuvo lo suficientemente lejos, unos cinco guardias se aparecieron en la almenara donde estaba yo, alertados por la presencia del lagarto habian acudido. Se quedaron algo estupefactos al verme a mi.

- A buenas horas mangas verdes! - solté, pasando de su cara para entrar al interior del castillo. Alcé la barbilla, muy orgullosamente. Si, llevaba las cadenas puestas todavia, y eso consiguió que me mirasen mas raro todavía, preguntándome si es que estaba bien o si me habian hecho algo. Me detuve y.... tiré de fama. - Es que vengo de mi mazmorra, sabes? Me gusta que me aten. Y he perdido la llave... - y lo miré de arriba abajo, modo seductor. Le bastó para dejar de preguntarme. - Decidles que Da Vinci ha vuelto a Ouroboros.

Segui con mi camino bajando de la torre, un par de guardias se decidieron a seguirme, modo escolta.
- Necesito a Mei Xian, decidle que venga a la sala de reuniones. Y a los demás que estén disponibles. Y...tú, vete a mi taller y me traes uno de mis mecapájaros. Están en la entrada. No, no va a explotar nada cuando entres.

"creo"

Arleen había vuelto a Ouroboros y se había desviado un momento sólo para hacer un café potente para Giordano. Lo preparó en una taza especial para llevar y cogió varios pergaminos y lápices para empezar el diseño. Todo con premura. Hizo check mental de lo que necesitaba para empezar a diseñar y cuando estuvo contenta se fue hasta el Castillo de Ouroboros.

Apareció allí y empezó a taconear buscando a Giordano, no tardó demasiado en encontrarlo y sonrió abiertamente antes de ver que estaba encadenado. Parpadeó con sorpresa y apresuró el paso para acercarse a él, estaba rodeado de guardias así que no podía preguntarle realmente qué ocurría -Descendiente- Dijo mientras le recorría el rostro, tenía ojeras más grandes que las de siempre y eso le preocupó. Se inclinó un poco pese a que no solía hacerlo cuando estaban solos, pero era una muestra de respeto ahora que estaban allí.

Le tendió el café y reprimió las ganas de darle un abrazo, pero no así de sonreír. No podía decirle que lo había extrañado porque delante de los guardias, que generalmente rendían cuentas a Sayid, se vería mal -Es un honor teneros de vuelta en Ouroboros. He traído lo necesario para  empezar- Bajó la vista hacia las cadenas con un gesto de duda y luego volvió la mirada hacia él -¿Vamos al taller o nos quedamos aquí?-

Los guardias fueron diligentes y marcharon a mi encargo, es decir, los que no se quedaron escoltándome. Fui bajando escaleras hasta llegar a la entrada, lugar donde uno de ellos apareció con mi mecapájaro. Lo sujeté y lo encendí, sonriendo brevemente al ver su nucleo tecnomágico activarse, aun estando yo "capado", funcionarían. No por nada llevaban baterías, eh? Lo cargué con el mensaje para Arleen y lo envié.

Tardaría un rato en recibir respuesta asi que me senté y mientras tanto, los guardias aun a mi lado mirándose confusos de vez en cuando, me puse a dibujar más replicas de la estructura del obelisco, con información que podría ser util.

Estaba sentado contra una de las columnas de la gran entrada, mas o menos apoyado más que sentado y obcecado en plasmar lo que sabía del obelisco (ya que toda mi investigación se habia quedado en manos del Papa, y en parte me costaba recordarlo con claridad), cuando oi un taconeo...familiar. Alcé la cabeza apartandome de los ojos el pelo, con la mano de la pluma (prestada de los Pendragon).

- Arleen. - hubo un deje ansioso y roto en mi voz al levantarme, dejando de lado los papeles. Recordé sus cartas, recordé la ultima que le habia escrito, la ultima que iba con un mensaje de auxilio mas o menos oculto y que ella entendió. La ultima que quise escribirle porque, desde Saint Angelo, mis momentos de autocontrol eran escasos, cada vez mas, hasta que habian desaparecido. Me dio igual que ella titubease con formalidades di un par de pasos y levanté los brazos por encima de su cabeza (culpa de las esposas), abrazándola y pegándola contra mi con fuerza. Necesitaba comprobar que ella era real y que estaba alli, conmigo. Me quedé asi un rato y cuando me tranquilicé...parpadeé varias veces y le dije en voz baja, subitamente descolocado. - ¿cuanto es el tiempo normal para abrazar y luego soltar a alguien?

No se esperaba en lo absoluto el tono de Gio y empezaba a sentir que el corazón le latía con fuerza porque bastante tiempo había pasado con el Descendiente para saber que algo iba mal y…y esas esposas no le daban buena espina. ¿Qué pasaba? ¿Por qué los guardias no se las quitaban?

Cerró los ojos en cuanto le abrazó  y lo rodeó con los brazos, apretándolo con fuerza y sintiendo un increíble nudo en la garganta. Apoyó su cabeza en la de él, porque sí, es lo que tenía ser alta y llevar tacones. Lo había extrañado. ¿Por qué iba a mentirse de esa manera? Había sido duro tenerlo lejos porque aunque sabía que los temas más delicados quizás no eran el tópico del que hablaban, Giordano hallaba formas de ayudarle que los demás no. O hasta le distraía. Y le daba cierto sentido de organización a su vida…Y de creatividad, de creer que todo era posible incluso cuando todo se estaba cayendo a su alrededor.

Abrió los ojos al escuchar su voz  y tuvo que sonreír -Los estándares normales no son lo tuyo, Gio- Murmuró con serenidad y una pizca de gracia, mientras movía las manos suavemente por su espalda para que no se agobiara -¿Me vas a decir por qué llevas cadenas y nadie te las ha quitado o sigo fingiendo demencia?- Preguntó en voz baja y poco a poco recordó que si se había escudado en los protocolos era porque..Estaba en medio del edificio del Consejo frente a unos guardias tras todo su …problema y complicación con Sayid. No le apetecía mucho separarse porque sentía, simplemente, que algo volvía a su sitio en su vida… y temía que si se alejaba mucho volviera a sentirse perdida.

Aún así, le dio un par de palmaditas antes de alejarse para poder mirarlo a la cara. Dejó entrever su preocupación para luego corregir su gesto porque si él aparentaba normalidad, ella también lo haría. Volvió a tenderle el café porque sabía que iba a necesitarlo. Y ahora que lo pensaba, quizás debería haberle hecho uno a ella misma. Ladeó la cabeza para mirar por encima del hombro de Giordano hacia los papeles que había dejado atrás, volvió la mirada hacia él con expectativa -¿Qué vamos a crear?-

"está bien, está bien..."

Estaba extrañamente cómodo en ese abrazo, me habría quedado más rato asi... Vale, sí, era real. Estaba ahí. En ese pequeño espacio, por esos escasos segundos que me dejé ir a ese contacto personal, había encontrado algo parecido a consuelo.

- sigue haciéndote la demente un poco más. A ellos tampoco se lo he dicho.

Le dije en voz baja.Ella indicó el momento óptimo para finalizar ese abrazo y asentí varias veces. Me pareció verla preocupada pero yo la respondí con mi intachable y perfecta sonrisa. Aunque en esta ocasión era pura fachada.

- qué? Tanto has echado de menos a tu mentor? - vi con ojos de amor ese café y lo tomé con ambas manos, dandole un pausado trago para disfrutarlo.

Lo cierto era que estaba nervioso por volver, y ese lugar era muy bullicioso... Demasiado. Eche la vista atrás, a los papeles que había tirado.

- ah, eso...

Volví atrás a recogerlos, y guardarlos en mis bolsillos. La ropa estaba impecable, limpia y bien puesta, hasta me habían arreglado los rotos. Quién sería yo si no luciera mi mejor aspecto cuando peor me sentía?

- algo de vital importancia. En mi taller.- me volví a los guardias, dandome un par de toques en el labio con mi índice... El cual carecía del sello de ouroboros. - cambio de planes. Pedidle a Mei de mi parte que me visite en mi taller. Es apremiante, urgente, eh....prioritario. La reunión tiene que esperar un poco.
Hice un gesto como despachandolos asi sin mucho tacto. Y luego eche s andar con arleen farfullando algo así como que no mirase atrás muy paranoico yo, dejando atrás la entrada del castillo.