Piso 7 | Pareja Evans-Pyro

Me pareció notar que Mérida estaba algo molesta con Kyllian con el tema de los amigos y la Brigada, y eso encajaba con que él parecía no querer saber nada de ellos. Lo mejor era no decir nada al respecto, no era el momento. Completé mentalmente el hueco en la frase de "no somos así en...la Brigada". Se había cortado al decirlo. - Da igual, imagino que estaba esperando para decírmelo. - tampoco me iba a enfadar con Juliet, yo también le había ocultado o tardado en decir algunas cosas relevantes. Sólo esperaba que no se convirtiera en costumbre. Levanté la mano hasta la cabeza de Juliet para darle un par de palmaditas de "no pasa nada" cuando se apoyó en mi hombro haciendo ese puchero. Enseguida se le pasó un poco el disgusto de haber sido descubierta, demostrándolo con un beso en la mejilla y un abrazo que mantuvimos mientras hablábamos de eso de los nombres.

- Eso, con una piñata de nombres tendréis muchas más ideas. Y si no os ponéis de acuerdo siempre le podéis poner un nombre compuesto de varios. - me separé un poco de Juliet para levantarme del suelo, tirando de su mano para que me siguiese. - Como ella. Su segundo nombre es Elizabeth. - me crucé de brazos, mirándola de reojo con media sonrisa. Cuando me lo contó en su día me hizo bastante gracia. Juliet no parecía haber captado que había algo de incomodidad con el tema Brigada, y volvió a sacarlo. Habría que decir los que no deben ser nombrados, a este paso. Le di un pequeño codazo disimulado al descruzar los brazos, esperando que se diese cuenta de lo que quería decirle.

Me sorprendí con eso de que teníamos otro regalo más, siguiendo a Mérida para coger otros dos paquetes, uno para cada uno. Al abrirlos nos encontramos dos cazadoras de cuero que me gustaron mucho y además me venían muy bien, hacía tiempo que la mía se había destrozado en batalla. - ¡Eh, son a juego! muchas gracias, de verdad. Ya podemos montar nuestra banda de moteros chungos. - bromeé mientras me quitaba la capa para ponerme la cazadora, colocándome los cuellos y abrochando la cremallera. Me quedaba perfecta y no había que cambiar de talla. Después me giré a Juliet para desabrochar su capa, echándole una mano para que se probase más rápido la suya. Me acerqué a Kyllian cuando se sentó en la silla con cara de estar un poco mosqueado, pegándole un meneo amistoso en el hombro. - No nos eches tan rápido, que aún tenéis que abrir lo de vuestra alubia. Y creo que Juliet quiere robaros algo de tarta. Después os dejamos zampando, que se os va a enfriar todo. En casa de Jo no sé si habrán empezado ya a cenar. - esperé para ver si abrían juntos el móvil de cuna mágico con todos los planetas del sistema solar en movimiento, aunque no sabía si eso les iba a gustar. - Se puede cambiar por otra cosa, si veis que os hace más falta. No sé muy bien qué necesita un crío. Como mucho sé qué hacer con un dragón...sólo tenía que traerle caza y poco más.

El gesto de Juliet no le pasó desapercibido pero Mérida simplemente apartó la mirada porque no quería que le malinterpretara y observó más allá hacia el árbol de Navidad y después a las afueras recordando que habían estado en esa misma situación Nicho y ella, disfrutando, ajenos a todo cuando los centinelas atacaron. Pero no tuvo tiempo de pensar mucho en eso porque Kyllian estaba respondiendo -Quizás porque no sabemos el sexo pero Anteia dijo que quizás en esta eco o el mes que viene nos enteramos…- Le sonrió a Kyllian con cariño, aun sin decidirse si prefería una niña o un niño.

La respuesta de Juliet sobre la Brigada hizo que le mirara y…No supo cómo sentirse con eso. ¿Tanto se habrían dado cuenta de que los extrañaba? Le sonrió, tristemente, pero después de ver a Kyllian poniéndose de morros se sintió como una desgraciada y borró el gesto. Tragó en seco y deseó que…Que Ben estuviera allí para que rompiera la tensión que ella sentía por dentro con una broma -Sí…También…Si tenemos varios que nos gustan, algo compuesto vendría bien- Respondió Mérida con un tono bastante sereno para lo que estaba sintiendo en ese momento -Ahora que lo pienso, yo no tengo segundo nombre…Deberían ponerme un apodo…- Intentó bromear pero no le salió porque no podía pensar en un apodo lo suficientemente guay para ella.

Al entregar los regalos escuchó la voz de Kyllian y vio cómo se puso de morros mientras ellos se probaban las chupas. Se veían muy bien y era tan bonito tenerlas a juego. Recordó el otro regalo y sonrió asintiendo, acercándose a la caja y yendo hacia Kyllian, poniendole la caja en el regazo mientras empezaba a sacarle el papel. Después, cuando sacó el móvil lo hizo lentamente mirando todos los planetas. Fue el momento de Mérida de ponerse emotiva… La patadita, el regalo…Todo estaba siendo tan real y sin embargo…Ellos no tenían ni una cuna para poner  aquel regalito. Se quedó mirando el móvil, moviéndolo, mientras sentía que se le humedecían los ojos. Era lo primero que tenía su hijo  y ni siquiera venía de ellos. Ella había tejido varios brazaletes pero no unos escarpines, no es que supiera, pero la intención contaba ¿No?...¿Y si estaba loca por seguir con aquello? Quizás no se diferenciaba tanto de Leila, ella había hecho muchas locuras y tenía un instinto de protección tan fuerte que era capaz de arriesgarse por todo el mundo -Gracias- Murmuró en un hilillo de voz cuando sintió la moneda vibrar, colocó el móvil lentamente sobre la caja y sacó la moneda para leerla.

No sonrió, se sintió aún más triste, Ben había despertado y no estaba con él. Ni con él ni con la Brigada -Yo…Ya vuelvo- Les dijo a todos y se excusó, subiendo las escaleras al piso superior para ir hacia una de las habitaciones vacías donde había escondido las bolsitas con los regalitos para la Brigada. Quiso enviarle un patronus a Ben para expresarle su felicidad de que ya estuviera bien y no le importaba los kilos de comida que había afuera, recibiría aquellas albóndigas como fuese; pero no tenía voz. Sintió las cálidas lágrimas descenderle por las mejillas y se dejó caer en la cama, abriendo el cajón de la mesita de noche para ver las bolsitas de color rojo con el brazalete de la amistad que había tejido para cada uno de ellos en su tiempo libre. Finalmente escribió.

“Estoy tan feliz de leerte, Ben…Justo ahora te acabo de mentar. Como si te hubiese invocado… Envíame una de esas raciones al nuevo piso. Te enviaré unas cosas que hemos cocinado…Me he quedado esta noche en casa porque es la primera navidad de la alubia. Pero…¿Merendamos todos juntos mañana en el bosque? Tengo algo que daros, a todos…Bueno, no a todos, tú sabes a quienes. Feliz Navidad Ben, te quiero”

Se limpió las lágrimas y luego escribió un mensaje personalizado para cada uno de los integrantes de la Brigada, aunque sabía que Dixon …O eso creía; no había despertado. Después de eso, guardó la moneda y fue al baño a lavarse la cara con agua fría para que se le pasara un poco la rojez. Bajó las escaleras un poco más tranquila y entonces escuchó el temporizador sonar, ya estaba listo el biscocho -Voy a sacarlo…- Anunció a todos con una sonrisa más abierta y fue a la cocina para apagar el horno y extraer el molde con la torta, poniéndola luego sobre la isla y aireándola con la mano porque sabía que no se podía decorar caliente.

Tanto fue su sonrojo durante la parte de la piñata, y también su vergüenza, que apenas y se dio cuenta de que Kyllian se estaba ahogando, aplaudiendo como foca obesa mientras se asfixiaba. Al menos logró que el malentendido con Reiv quedara para otra noche. Asintió con cuidado, pues así era, había esperado para decírselo para cuando no estuviera en tanto riesgo.- Te hizo bien.- Le respondió, porque genuinamente lo creía. Su corazón estaba mucho más fuerte que cuando lo admitieron a terapia intensiva. La tranquilidad había sido importante, además de todo el trabajo que él había hecho.

Sonrió por lo del nombre compuesto, aunque no sabía que le iba a echar en cara su segundo nombre. Tomó las manos del moreno para levantarse del suelo y le soltó un ¡heeey! cuando pareció burlarse de su segundo nombre.- Al menos no me llamo Reiv.- Soltó, pero luego replicó en voz más baja al sentir el codazo. Sin embargo, lo entendió todo al ver la reacción de los otros; aquel era tema delicado y que mejor hubiera seguido callada como siempre. Cuando sí quiso participar fue en lo de ponerle apodo a Mérida. Tenía desde que había llegado tratando de participar con ella, pero aquel no iba a ser su día. Le hubiera gustado conocerla mejor, porque se le ocurría nada que pudiera decir que describiera a la chica, a parte de ser fuego en alma, vida y corazón.

Aún así, tuvo que abrir la boca para agradecer el otro regalo, el que no se debía de quebrar tan fácil. Miró a Reiv y luego a Merida y Kyllian.- Creo que quedamos como tacaños.- Le murmuró al moreno, esperando a que él abriera su regalo porque quería ver la reacción. Al parecer le había gustado mucho, pero la banda de moteros no.- Oh, no, no otra banda, ya habíamos dejado la de mercenarios atrás.- Dijo con pesadez, dejando caer la cabeza hacia atras, aunque en broma, y abriendo su regalo. Iban a juego. Se sonrojó de nuevo por el momento donde Reiv le ayudó a quitarse la capa y colocarse la nueva prenda, que también le había quedado a buena talla. Dejó que Reiv y Kyllian se arreglaran con eso de correrles antes de la tarta y se dedicó a observar a la chica. El móvil le había removido emociones. Lo supo por su mirada cristalina y por cómo salió de la habitación. No parecía que el mensaje que le llegó fueran buenas noticias. La vio subir por las escaleras y luego miró a Reiv antes de girarse a Kyllian. Terminó, otra vez por no decir nada. Comenzó entonces a recoger su reno del suelo para que no tuvieran tanto que limpiar. Se iba a llevar los pedazos, eso era definitivo. Cuando todos los dulces estuvieron en la panza del reno, Mérida volvió y se dispuso a sacar la tarta. Cuando el aroma inundó la habitación, caminó hacia la tarta como si esta le cantara modo sirena, sentándose justo frente a ella y Mérida, esperando para ver como la decoraban. Sin girarse, estiró la mano hacia atrás para buscar la de Reiv y atraerle hacia ella. Dejó caer un brazo sobre la isla y colocó la cara sobre este para estar a la par de la tarda, entreteniéndose con el humo que soltaba por lo caliente que estaba y el frío que hacía. El calor de la tarta le llenaba el corazón de felicidad.- Quizás el nombre pueda ser algo juntando los dos... Mellian. Kyrida.- En su cabeza era buena idea, pero terminó por reírse sola por la ocurrencia y porque no habían salido como quería.

El tema de los nombres ya no era tan divertido desde que habían hablado de la brigada, les guardaba rencor, eso estaba claro y como iban en pack pues les tocaba a todos por igual. Levanté una ceja cuando dijeron el segundo nombre de Juliet y bufé divertido -¿Elizabeth? ¿en serio?- era bastante divertido, le pegaba poco ese nombre de señorita y ahora tenía algo para divertirme a su costa. No participé en el resto de la conversación sobre los nombres y esperé a que la pareja abriera sus regalos y se los probaran viendo que había acertado con la talla así a ojo, eso era bueno porque con eso pocas veces se daba en el clavo.

Me reí con aquello de la banda de moteros pero claramente se habían dado cuenta de mi mal humor e intentaron desviar el tema con el otro regalo que habían traído, Mérida se acercó con la caja y al abrirla me emocioné de nuevo, no hasta el punto de llorar pero si que me levante para darle un abrazo a mi mejor amigo y después otro a Juliet -una mierda lo voy a cambiar, es perfecto tío, gracias a los dos- a la tarta aún le quedaba pero al menos así estaríamos más tiempo juntos, estaba a punto de proponer algo mientras esperábamos a que el horno se detuviera pero entonces la moneda de Mérida vibró y ella se retiró al echarle un vistazo.

La vi alejarse y cuando la perdí de vista suspiré pesadamente -No confío en la brigada...- le confesé a Reiv y Juliet que se habían quedado conmigo y seguro que querían saber lo que ocurría -no sé si te lo dije pero antes de que pasara todo lo de Lila fui a ver a Lykaios, le advertí, les pedí que cuidaran de ella pero mira cómo acabó todo- me pasé las manos por la cabeza soltando el aire pesadamente mientras miraba al techo -Sé que son los amigos de Mérida y que los quiere pero simplemente no puedo confiar en ellos, lo de los padrinos... la loca de Leila dijo lo mismo, que lila tenía muchos, no quiero que ocurra lo mismo- aún así sabía que no era lo mismo, Mérida era diferente y aunque me costara reconocerlo, la quería y en algún momento tendría que ceder pero simplemente no me sentía preparado para ello.

Me acerqué a la cocina y pillé un par de cervezas para nuestros invitados así yo también podría usar mi nuevo regalo -vosotros sois raritos pero puedo confiar en vosotros- dije intentando desviar el tema hacia algo más ameno chocando mi jarra contra los TERCIOS de ellos, que si no era jarra se bebía en tercio. Le di caña a la cerveza bebiendola casi que en un solo trago viendo como se rellenaba sola cuando acabé -Madre mía menuda cogorza vamos a pillar cuando le compre una a Mérida, ese día os toca hacer de canguros, que lo sepáis- me reí con ello cuando vi a la pelirroja bajar las escaleras, tenía la cara roja al igual que los ojos y eso era que había estado llorando pero no dije nada.

Esperamos a que el bizcocho se enfriara y me froté las manos antes de pillar el cuchillo, había que recortarlo y darle forma, quitar los bordes y eso, cuando estuvo listo metí unas cuantas pepitas de chocolate al microondas teniendo cuidado para que no se quemaran, una vez fundido lo eché por encima del bizcocho, chocolate con más chocolate -Venga jul, échale una mano a Mer, pilla, aquí tenéis- saqué unos cuantos cuencos pequeñitos que llevaban de todo, virutas de colores, nubes, estrellitas, perlas dulces, gominolas, más chocolate... todo para que las dos golosas pudieran echarle lo que les diera la gana a la tarta.

Definitivamente no pude mosquearme con Jul por ocultarme esa información porque ella estaba más que segura de que me había hecho bien no preocuparme antes de tiempo. Eso no quitaba para que quisiese toda la información en cuanto saliésemos. Luego me devolvió la jugada de haber desvelado su nombre, metiéndose con el mío. Le puse caras de indignación fingida, porque realidad me daba un poco igual. La verdad es que no tenía ni idea de si el nombre fue cosa de mi madre o de los abuelos.  - ¿Qué le pasa a mi nombre? te vengas de mí por lo de tu segundo nombre. Y eso que no les he dicho tu nombre verdadero, el de dragón. - ese as bajo la manga me lo reservaría para otro momento. Disfrutamos el momento de recibir los regalos y probarnos las cazadoras, aunque sí que me dio cosa lo que dijo Juliet sobre parecer tacaños. Sus regalos eran mejores.  - Ya...tendremos que pensar en algo más. - murmuré también como respuesta. Éramos un poco novatos en eso de regalos, amigos, y esas historias. - Vaale, nada de bandas, seguiremos siendo unos asociales. - me quejé siguiendo su tono de  no ir en serio, prestando después atención a Kyllian y Mérida mientras abrían el regalo de su futuro hijo. Por la reacción de ella y su agradecimiento me pareció que le había gustado, aunque Kyllian fue más efusivo con aquel par de abrazos para cada uno.  Estaba correspondiendo a ese abrazo justo cuando Mérida se marchó del salón, visiblemente emocionada. Tal vez era cosa de las hormonas.

Intercambié miradas interrogantes con Juliet y luego con Kyllian, que parecía dispuesto a explicarnos qué era lo que pasaba.  - Eso me pareció...que tenéis conflicto por la Brigada. Es un tema complicado, tendréis que hablarlo. Entiendo que tengas miedo por lo que le pasó a aquella niña, pero ahí el problema era la madre, ¿no? era responsabilidad suya. No ocurrirá nada malo, porque aquí la madre es Mérida. Lo haréis bien. - o al menos irían aprendiendo, seguro que nadie sabía muy bien lo que tenía que hacer con esas pequeñas cosas indefensas que requerían atención constante. Nosotros tampoco sabíamos qué había que hacer con un crío, pero Kyllian parecía confiar en que sabríamos manejarnos.  - Vaya, gracias. - respondí con sorna  a lo de raritos, aunque algo de razón llevaba. Cogí con extrema felicidad la botella de cerveza que nos dio, llevaba tanto tiempo sin beber alcohol que ya se me había olvidado lo bien que sabía una de esas. Chocamos los cristales en esa especie de brindis navideño, bebiendo un buen trago tras aquello. La jarra de Kyll volvió a llenarse, justo como debía ser. Que aprovechase ahora que podía, luego lo de beber iba a estar complicado. No pude decirle que no a lo de hacer de canguro, ya que me había nombrado padrino.

Mérida regreso mientras estábamos con las cervezas, aunque su cara daba pistas de lo que había ido a hacer arriba. Obviamente ninguno íbamos a mencionar  nada. La seguimos hacia la cocina para el momento de la tarta, algo que Juliet había estado esperando desde el principio casi sin disimular. Las tartas eran un descubrimiento tardío para ella, así que era curioso verla así de emocionada con la idea de decorar junto a Mérida. - Qué bien se os da esto de cocinar. Dan ganas de venirse aquí a comer todos los días. - sobre todo porque nosotros éramos un poco negados, ni nos habíamos puesto a intentarlo. Puse cara rara con la sugerencia de nombres que hizo Juliet, sonaban muy extraños. Hice la prueba mentalmente con los nuestros, cosas como Juliev, o Reiliet. Sonaba fatal, si alguna vez teníamos hijos debería elegir yo los nombres.
Probé unas cuantas cosas del cuenco de la decoración, colaborando un poco en eso de montarla. Cuando estuvo lista pudimos empezar a cortar trozos para cada uno, repartiendo los cuatro platos para poder empezar a comer por fin. No tardé mucho en acabar con mi plato, levitándolo después hacia el fregador para no ir dejando cosas en medio en casa ajena. - Está muy buena, me va a costar llevarme a Juliet de aquí. - comenté bromeando mientras dejaba el plato de tarta vacío, rodeando después la cintura de Juliet con mis brazos como si la estuviera secuestrando. La solté poco después, hablando ahora más en serio. - El caso es que ya deberíamos marcharnos a casa de Jo, seguramente habrán empezado a cenar.-   además, estaba claro que ellos necesitaban quedarse a solas para hablar, necesitaban intimidad. Saqué mi piedra de los portales para ir preparándome, aunque di tiempo a Juliet por si quería decirles algo más. No le venía mal soltarse en eso de socializar de modo normal.   - Muchas gracias por los regalos, y por la comida. Disfrutad de la cena, nos vemos otro día.

La mirada de Mérida pasó de la tarta a Juliet cundo se acercó, notando que parecía encantada con el postre. Deseo poder tener algún poder de aeromancia o quizás de hielo para poder enfriar la tarta y empezar a decorarla pero era todo lo contrario. Escuchó la proposición de los nombres y arrugó la nariz -Creo que mejor algo único y normal. Yo…No lo sé, de mujer hay variedades. Podemos elegir algo escocés…Quizás- Mencionó mirando a Kyllian con cierta duda en el rostro, después de todo Escocia era el origen de ambos, antes de volver a bajar la mirada hacia la tarta, dejándole espacio luego para que la recortara mirando que parecía muy enterado del tema.

Mientras él la recortaba recibió los mensajes de respuesta en la moneda con una leve sonrisa hasta que llegó al de Cleo, que le supo agridulce. Tanto que palideció, cualquier rastro de sonrojo desapareció  ¿A quién iba a presentarles y…acromántulas? Le escribió de vuelta con el ceño fruncido por la preocupación. Sabía bien que esas criaturas eran crueles pero…¿Cómo es que estaban arriba? -¿Sabéis si hay acromántulas aquí en la isla?- Preguntó con curiosidad pensando que Cleo no …se atrevería a bajar sola ¿no?

La pregunta de Reiv hizo que alzara un hombro con suavidad -Os podéis venir cuando queráis. Suelo pasar algo de tiempo sola así que… Me distraigo cocinando pero estoy acostumbrada a hacer grandes cantidades y siempre nos sobra comida- En cuanto dijo eso escuchó la puerta  y su rostro se iluminó. Ben había cumplido, se movió con rapidez para ir hacia allí sonriendo al recibir la orden de albóndigas -Muchas gracias- La tarta aún no estaba lista  pero… -Espera un momento- Dijo caminando de vuelta hacia la mesa y apoyó las albóndigas ahí antes de coger un bol de ensalada rusa que había preparado y volvió hacia la puerta -Directo a Ben. Pelo rojo, pirómano, sonrisa encantadora y bebedor empedernido- Se rió un poco y le deseó feliz navidad al chico antes de que desapareciera. Después de eso volvió sobre sus pasos echando una mirada a las albóndigas con una sonrisa clara. Se daría un festín de aperitivo.

Tras ello volvió a lo de la tarta. Ella empezó a decorar uno de los lados con mucho chocolate y poniéndole las perlas en forma de llamas para luego rellenar con virutas de colores y nubes.  Después de eso, pilló su plato y empezó a comer devorando cada pedazo con mucho ansía porque estaba buenísima. Lo mejor era que quedaría, pensó para sí misma. Alzó la vista hacia Juliet y Reiv cuando se iban, sintiendo que era algo extraño ahora quedarse a solas con Kyllian por…todo lo que se habían dicho y por cómo se encontraba ella -Deséales una feliz navidad a todos los renegados de mi parte, porfis- Sonrió de lado, ya que no sabía qué relación tenía Kyllian con los renegados prefirió no meterlo.  Se despidió con la mano para irse a lavar los platos.

¡No te burles! - Le dijo a Kyllian, aunque ya casi estaba riéndose un poco ruborizada. Contra todo pronóstico, la pelirroja le gruñó a Reiv en un bufido siseante amenazador cuando habló de decirles su verdadero nombre de dragón.- No puedes ir por ahí pregonando mi nombre verdadero. Se usa para doblegar dragones.- Mencionó con el ceño fruncido, mirándole de mala gana. Había sido instintivo, pero tenía que quedarle claro que a diferencia de los otros, que siempre se le escapaban a los Black, ese era completamente privado. Era su instinto de protección en su más alto nivel.

Se pudo relajar un poco cuando el contrario aceptó el no iniciar la banda de motociclistas y asintió después a lo de pensar en algo más para ellos. Quizás cuando naciera el crío, que al parecer les había gustado mucho el regalo. Era muy mágico y también muy hermoso; Reiv había sido muy bueno escogiéndolo. Abrazó a Kyll casi con cariño y con todo el subidón de azúcar que tenía por lo que comieron en el Mercado.

Cuando Mérida salió de la habitación, tuvo que asentir a lo que Reiv dijo sobre la Brigada y Leila. En realidad, no sabía si debía ella tratar de decir algo, pero Lykaios siempre le había parecido una buena persona a pesar de la fama que tenían. Captó la mirada de Reiv con una de pena por toda la situación, pues la muerte de la niña había sido muy sonada en el hospital y le era un tema muy triste. Cuando Kyllian le pasó a Reiv la cerveza, le miró con la ceja alzada. Aún le estaban pasando medicina así que le quitó la botella de la mano y le pegó un trago para que le quedara menos a él para beber. Lo que habría sido un buen plan si no hubiera tenido que ocultar el asco tan grande que le daba el sabor.

Terminó por asentir a Mérida cuando dijo preferir algo original, que aunque al principio le habían gustado las combinaciones, ahora las escuchaba fatales. Finalmente, cuando la tarta comenzó a enfriarse y le echaron todo aquel chocolate por encima, curioseó en todos los platitos con cosas para decorar que había puesto Kyllian y se decidió por las nubes y cosas así. Mérida había comenzado a decorar muy bonito, por eso delineó el pedacito que le tocaba con nubes y lo llenó con birutas y chocolates y todas las cosas ricas que vio. Su pedazo terminó siendo el más alto y su sonrisa la más grande. Cuando le sirvieron su pedazo, lo comió con todo el gusto del mundo, abrazándose a Reiv con la mano libre porque estaba feliz y se sentía otra vez como hacía un rato en el Mercado. Miró a Mérida extrañada por lo de las acromántulas y tuvo que encoger los hombros.- Creo que hay algo llamado... ¿el Bosque Prohibido? Viven ahí criaturas mágicas. Puede haber.- El contrario se acabó su tarta muy pronto, y ella lo siguió, pero como había echado tantas cosas encima tardó un poco más. Le gustó que la abrazara y le dejó un besillo en la mejilla porque ya andaba empalagosa.- La parte buena es que seguramente llegaremos para el postre.- Soltó una carcajada por su ocurrencia, aunque esperaba llegar a tiempo para el pavo o lo que comieran. Cuando lo vio sacar la piedra, gritó.- ¡ESPERA! - Se soltó de él, levantándose con prisa para agarrar las dos partes de su piñata con los dulces y los papeles dentro y corrió de nuevo a sentarse junto a Reiv. Ahora sí estaba lista.- ¡Les diremos de su parte! ¡Que la pasen bien! Feliz Navidad.- Y sin más preámbulo, le sonrió a Reiv para que finalmente les desapareciera.

Gracias a mis padres por ser gente normal y ponerme un nombre normal que no sonara a culebrón como el de Juliet, el de Reiv era peculiar pero tampoco sonaba tan mal -Ahora tengo curiosidad por el nombre de dragón... a ver.... nombres de dragones...- me quedé pensando, lo primero es que los dragones eran viejos y solían venir del norte y cosas así, si juliet era un dragón plateado (que no es metarol porque ya la he visto transformada y luchando) y tenía aliento de hielo era de arriba, arriba y entonces se me encendió la bombilla -¡IKEA! seguro es algo así, Juliet elizabeth ikea o asdkfgh dgpooognaga, así, que parezca algo proh y signifique armario para los zapatos- en realidad era una broma y esperaba que ella lo supiera por mi forma de reírme, que no quería ofenderla solo pasar un rato con mis amigos, que eran míos porque yo quería y no me obligaba a caerles bien ni cosas de esas, porque si, estaba picado con las palabras de Mérida de hace como media hora atrás por lo que solo me encogí de hombros cuando me dijo lo de los nombres escoceses, ya se vería.

Nos pusimos con los regalos, el de la alubia molaba y claro, les agradecí a ambos que me devolvieron el abrazo -que os calléis, ni tacaños ni nada, os habéis lucido con los regalos, de verdad, el que siente que os debe algo soy yo!- los enganché a ambos y fui a por las cervezas cuando mi pelirroja, porque hay dos, se marchó, les expliqué mis motivos para con la brigada pero aunque Reiv dijera eso no me convencía -no, no lo entiendes, son... muy raros, que si, que son fiesteros y todo lo que quieras pero tienen ese algo... son como una secta de esas que te enganchan y tienes que hacer todo lo que dicen, incluso le advertí a Mérida sobre Leila pero ella la seguía defendiendo a ciegas, ha tenido que ocurrir una tragedia para que dudara de uno de ellos ¿y si vuelve a pasar? ¿ y si hay peligro pero no lo ve?- me llevé las manos a la cabeza revolviendo mi cabello de forma desesperada, sabía que podía confiar en Mérida pero simplemente no confiaba en ellos y debía proteger a mi familia.

de nuevo me reí de forma exagerada cuando los llamé raritos y la respuesta de Reiv dejó claro que lo había picado -Vamos, yo tampoco soy muy normal, así que eso es bueno, somos un grupo de raritos majos- bebimos cerveza y Juliet le robó más de la mitad a Reiv, supuse que por blandito pero ya tendríamos tiempo nosotros de pasar una buena tarde de cerveceo. cuando Mérida volvió con sus ojos rojos por haber llorado no dije nada para ponerme con la tarta hasta que mencionó lo de las acromántulas -Claro que hay, están las del bosque de Darwin pero esas están domesticadas para las clases de criaturas, el problema es la zona inexplorada, hacemos guardias de vez en cuando porque hay algún bicho que consigue llegar hasta esta zona, por eso está prohibido como dice juliet- expliqué sin levantar la vista del bizcocho que estaba casi a punto.

Levanté una ceja cuando Mérida contestó a Reiv, ya no sabía si se hacía la maja o era de verdad -Tranquilos, os llevaré tartas de vez en cuando, no queremos que juliet te mate por una intoxicación de algo- bromeé una vez más antes de dejar que hablaran de nombres raros hasta que sonó la puerta, era algo para Mérida y ella parecía más contenta, le dio la ensaladilla al repartidor y volvió... estaba claro que prefería estar en otro lugar y no pasando la nochebuena conmigo y mis amigos. Dejé que ellos comieran tarta porque a mi ya no me apetecía, la verdad es que me entraba mejor la cerveza de mi super jarra mágica, ahora quería irme con ellos porque estaba seguro que no iba a tener una cena precisamente cómoda y entrañable con Mérida después de todo. Cuando se despidieron me levanté para darles otro abrazo, Reiv abrió un portal y Juliet se apresuró para pillar su piñata algo que me hizo mucha gracia -Juliet otro día te hago otra pero tira el cartón! Reiv, saluda a tu hermano de mi parte, que no me guarde rencor por no unirme a los renegados- justo en esas fechas hacía un año que me lo había pedido.

El portal desapareció y me terminé la cerveza antes de ir hasta la mesa para recoger la comida, no nos haría falta porque mi apetito se había estropeado y olía a algo que yo no había cocinado, cosa del repartidor. -Si te vas ahora llegarás a tiempo de cenar con tus amigos, yo recogeré todo- fueron las palabras que me salieron mientras pasaba cosas de la mesa a la cocina y después el regalo de Reiv que me recordó algo que quería enseñarle a Mérida. dejé lo que estaba haciendo para pillar el móvil de planetas, estaba claro el lugar al que tenía que ir así que subí las escaleras y abrí la puerta de una habitación que había estado cerrada un tiempo, tanto que aún olía a pintura.

-¿Domesticadas?- Se preguntó cómo podían domesticarse unas acromántulas -Um...Zona prohibida- Dijo mirando a Juliet con el ceño fruncido para después murmurar para sí misma con un tono claro de preocupación mientras veía la moneda -¿Y qué coño hacía Cleo allí?- Le dejaba tranquila que pudiera escribirle por la moneda, porque eso implicaba que tenía sus dos manos pero sin duda mañana esperaría que le contara todo. Su siguiente mensaje fue una patada en el estómago. No le respondió y guardó la moneda en el primer cajón de la cocina que encontró.

Escuchó las palabras de Kyllian después de las suyas pero no pensó que simplemente no quisiera que compartieran con ella, las dejó a un lado. Se puso a lavar los platos lentamente mientras algo se le acumulaba en los hombros, una tensión difícil de describir. Miró por encima del hombro un momento cuando escuchó aquello de los renegados. Tenía sentido… Era un buen guerrero e iba más acorde a sus gustos y su forma de ser que un guardia.

Iba a preguntar cuando lo vio ir hacia la mesa, a ella le quedaba un plato nada más de los tres porque Kyllian no había comido. De pronto, el silencio le pareció asfixiante y dejó caer los párpados por los ruidos que estaba haciendo el feral, estaba recogiendo todo. ¿Se le había cerrado el estómago como a ella? Eso era seguro.

Cuando escuchó lo que le dijo sintió que recibía una puñalada por la espalda. Todo tenía un gusto agridulce. Se sintió entre la espada y la pared y lo único...Lo único que podía pensar era en lo mucho que quería partirle la cara a Leila. ¿Cómo había podido ser tan mala madre? ¿Cómo había podido traumatizar a Lykaios y a Kyllian? ¿Cómo había logrado fracturar toda su vida? ¿Por qué? ¿Por qué había ido a ver a Gen y Lykaios? ¿Por qué se había llenado de feromonas? ¿Por qué había caído en los brazos de Kyllian? ¿Por qué había seguido con todo aquello si no se sentía preparada ni para ser responsable de un cuadrante de la Brigada en cualquier país?

Los pasos de Kyllian por la escalera fueron como golpes que recibió y Mérida se deslizó hacia el piso, llevando las piernas hacia sí misma y apoyando la cabeza en las rodillas. Ella no quería nada de eso. No quería sufrir, no quería tener que elegir y sin embargo, sentía que ya lo había hecho y que eso la alejaba cada vez más de la única familia que había conocido en su vida tras la muerte de su madre. Lloró, de nuevo. ¿Por qué había tenido ella la necesidad o sensación de tener que esconder los regalos que tenía para la Brigada? ¿Por qué tenía que callarse cada vez que mencionaba el nombre de sus amigos? ¿Por qué no podía compartir su preocupación por Ben o por Dixon con él? ¿Por qué no podía decirle que ya había padres en la Brigada, como Imram? Se le subió el estómago a la boca y acabó corriendo hacia el baño inferior para devolver todo lo que había comido.

Al terminar se volvió a lavar la cara y a enjuagar la boca, su reflejo en el espejo la sorprendió. Tenía de nuevo los ojos rojos y la nariz roja. Desde que había descubierto que estaba embarazada no hacía más que llorar. Eso…-No es justo…- Se dijo a sí misma y entonces salió del baño dando un portazo para subir las escaleras como una ráfaga de viento. Vio una de las puertas de las habitaciones abiertas y fue allí. Ni siquiera fue consciente de lo que había a su alrededor cuando le gritó a Kyllian -¡NO ES JUSTO!- Se acercó a él para darle un golpe en el pecho -Lo estoy intentando...Ella quiso pegarme cuando la conocí, él en seguida empezó a decirte si estabas loco por estar conmigo...Y aún así, cuando bajaste y estabas mal yo fui y busqué información de ellos porque sabía que eran tus amigos y que ibas a querer saber si estaban bien porque era lo que yo hubiese querido en tu lugar- Le dio otro golpe, en una rabieta difícil de controlar -Y cada vez que abro la boca la cago con ella… Y mis amigos no te hicieron nada cuando vociferaste que Gen y Lykaios estaban juntos aunque era secreto, Lykaios intentó salvar a Lila y sin embargo la vio morir en sus narices, vio su fracaso en una escena horrorosa por culpa de Leila. Maldita Leila...Y Cleo quiere conocerte y Gen se quedó esperándome todo el día en el hospital cuando me internaron… Y yo…Tengo que esconder sus regalos, tengo que callarme sus nombres, tengo que aparentar que no existen, porque sé que los odias y sé el porqué- Le golpeó ya varias veces, no muy suavemente,  mientras lloraba con fuerza -Y aún así yo te elegí, hice el ritual contigo...Y veo a tus amigos…. Y tú…. No haces más que despreciar a mi... familia… - Le dejó un golpe, esta vez suave y desganado. Se llevó las manos al rostro para taparselo aunque con el ataque que tenía le costaba respirar bien por culpa de los mocos, le dio la espalda mientras intentaba calmarse -No me des la opción de que me vaya para hacerme parecer la mala cuando yo misma elegí estar aquí contigo. No me gusta Kyllian...me basta con que la Brigada me pregunte por ti y yo tenga que darles negativas- Se secó las lágrimas con el jersey y sorbió por la nariz sin percibir apenas el aroma a pintura.

Una vez arriba encendí la luz de la habitación, nada quedaba del horrible papel pintado de lo que era la habitación de Desmond, ahora todo era de un color crema claro, liso, las estanterías las había mantenido pero los libros complicados y con cosas de listos habían desaparecido, todos guardados en una caja para preguntarle a Catherine qué haría con ellos aunque probablemente acabaran en la biblioteca. Esas estanterías pronto estarían llenas de juguetes y libros infantiles, las cortinas también habían cambiado, eran blancas y dejaban que la luz se filtrara entre ellas, había rescatado un par de muebles pintándolos acorde a la nueva habitación del bebé en la que había trabajado en secreto para darle una sorpresa a Mérida el día de navidad, hasta le había puesto un lazo un poco perdido al fondo porque no sabía dónde ponerlo.

Me quedé mirando mi obra de arte inapreciada porque tal y como se habían puesto las cosas estaba seguro que ya no habría intercambio de regalos, al menos no se echaría a perder porque sería la habitación del bebé pero me sabía mal, miré el móvil entre mis manos y después la estancia para pensar dónde quedaría mejor, la cuna aún no la había comprado pensando que su madre querría elegirla además de muchas otras cosas, de momento lo dejaría sobre la cómoda. me alejé un poco para verlo todo en perspectiva, quería sentarme pero no tenía sillas en ese lugar, me lo apuntaba porque no podía darle el biberón de pie o hacer que se durmiera y esas cosas.

Estaba en mi mundo cuando escuché el portazo de la puerta del baño de abajo y al poco tiempo Mérida apareció en la habitación hecha un basilisco, no se fijó en la habitación, en los cambios, en mi lazo cutre, no , solo estaba ahí para reclamarme y pegarme, no dije nada y esperé a que soltara todo lo que me tenía que decir con un gesto de disgusto por cada reclamo que me daba -Siento que te hayas llevado una mala impresión de Juliet, a mi al principio ni me miraba pero ya ves, ahora le hago piñatas y me regalan cosas, les hicimos una broma que no les sentó bien, punto. Pero nadie te obliga a estar con mis amigos si no quieres al igual que yo no tengo porqué aguantar a los tuyos, yo no te he pedido que dejes de verlos por mi, puedes hacer lo que te de la gana mientras la alubia esté bien- me sentaba fatal verla llorar de esa forma pero ya tenía el orgullo un poco herido, de no ser por eso la habría abrazado en cuanto entró llorando por la puerta y aún así se me encogió el pecho cuando me dijo que me había elegido y había hecho el ritual conmigo.

Dejé que me golpeara todo lo que quisiera, que se desahogara y llorara hasta que se dio la vuelta, en ese momento suspiré... estaba siendo un idiota, pero tenía mis motivos, aún así no había tenido en cuenta ciertas cosas y aunque yo no se lo hubiera pedido ella se estaba esforzando. Di un paso al frente y la abracé por la espalda -Lo siento- dije mientras acercaba mi mejilla a la suya para frotarla, se notaba húmeda por las lágrimas que yo y las hormonas habíamos provocado -no quería que fueras la mala, solo pensé que no soy lo que necesitas ahora mismo, llevas todo el rato mirando esa moneda, te fuiste y volviste llorando, ahora sé que tienes regalos escondidos y seguro querías dárselos a tus amigos... es navidad, deberías pasar el tiempo con quien tu quieras no obligada a estar aquí- la espachurré contra mi con más fuerza, para que dejara de llorar y para que no me pegara más, que la maldita tenía fuerza y mentiría si dijera que no me hizo daño -no sabía que lo de esos dos era un secreto, me di cuenta después de decirlo, lo siento- me disculpé una vez más, no sabía que había estado mal porque todo fueron risas ese día. me aparté de ella para poder dar la vuelta y quedar de frente, le aparté las manos de la cara para mirarla y para qué mentir, estaba horrible, llena de mocos y lagrimones con toda la cara roja y el pelo revuelto pero así me gustaba, sonreí un poco por la imagen pero enseguida me puse serio una vez más -he sido un poco idiota, lo sé... pero tengo mi propio punto de vista, sé que son tu familia pero yo siento que no puedo confiar en ellos, siento que solo yo puedo protegeros, me voy de aquí todas las mañanas acojonado pensando que mientras estoy de guardia te puede pasar algo, que pueden atacar la isla otra vez, que la loca de leila se va a escapar y te va a tirar por las escaleras.... solo estoy tranquilo cuando vuelvo y pongo la cabeza en tu bultito, escuchando a la alubia o lo que sea que te hayas zampado - Le limpié la cara con las mangas de mi sudadera para después abrazarla una vez más -dame tiempo... yo también voy a intentarlo, no lo voy a conseguir siempre pero no me lo tengas en cuenta-

-Si no quisiera estar con ellos me hubiese ido, Kyllian- Le soltó, Mérida no era de aguantar tonterías de nadie. Por eso se había ido aquel día de la montaña, porque se había sentido fatal con la reacción de los dos. Pero Juliet se había mostrado más accesible después  y Mérida no era demasiado rencorosa así que daba segundas oportunidades -¡Yo no quiero que aguantes a los míos, sólo no los critiques ni me mires así cuando hablo de ellos!- Espetó aún en aquella vorágine de sentimientos que le ardía por dentro. No podía pedirle a Kyllian que perdonara a Lykaios porque ...Sabía que era difícil, ella había estado allí cuando el feral pasó por lo de Lila...Ni siquiera le había dicho lo de la parrillada porque estaba segura de que no iría.

En cuanto sintió los brazos de Kyllian a su alrededor y el susurro de su disculpa, lo que quedaba de ella se rompió y lloró aún más fuerte cogiéndose de las manos de él porque no se sentía bien. Dejó que se retozara con ella y apoyó la cabeza en él, escuchándolo mientras hipaba -Ben…- No pudo completar la frase y tuvo que esperar un poco entre hipido e hipido -Ben se despertó. Ben está bien… - Repitió, como si aquello la calmara un poco porque a fin de cuentas había estado preocupada por su bien desde que lo vio en la biblioteca -Y Cleo...fue atacada por acromántulas… En navidad…Y no pidió ayuda- Ni siquiera podía llegar a explicarle lo difícil que era sentir que se estaba alejando de la Brigada y, al mismo tiempo, que la Brigada se estaba desmembrando.

-Yo elegí... estar aquí. He pasado todo el día contigo…- Musitó intentando explicarse y cuando la giró le miró a los ojos esperando que siguiera hablando pero Mérida negó con la cabeza varias veces -No...No...No te pido que confíes en ellos ya. Sólo...No los prejuzgues Kyll. No los conoces, no a todos…-  Intentó explicarle mientras respiraba para calmarse -Leila no me va a hacer nada...Te lo dije, se lo dije...Si la veo cerca de mi…- Y no respondería, estaba segura de que sería capaz de literalmente partirle la cara. ¿Cómo se podía pasar de apreciar a una persona a simplemente desear hundirle el puño en la cara?

Dejó que le secara las lágrimas y después hundió su cabeza en su pecho y lo abrazó, lo abrazó con fuerza mientras volvía a respirar profundamente sintiendo que el final de su disculpa o la promesa de intentarlo era el mejor regalo de navidad del mundo, pero no se movió, se quedó allí abrazada a él durante un rato hasta que finalmente los hipidos fueron apaciguándose y su respiración se reguló. Entonces… Entonces percibió el olor. Frunció el ceño y abrió los ojos separándose de él para poder ver dónde estaban. Lo que vio...Hizo que su gesto se enterneciera y empezara a llorar de nuevo, llevándose las manos al corazón al darse cuenta que allí donde ella había fallado, él estaba. Dio un par de pasos hacia atrás para poder verlo todo. Pese a las lágrimas pudo observar los detalles, no era mucho pero...Era perfecto. Se echó a reír entre lágrimas al ver el lazo, pensado que en algún momento su sistema respiratorio iba a fallar. Volvió hacia él y le echó los brazos al cuello estrechándolo de nuevo mientras lloraba de alegría, después de que pudiera parar de hacer alguna de las dos cosas fue consciente de algo -Mi regalo es una mierda…- Se separó suavemente y le miró a los ojos negando con la cabeza y volviendo a limpiarse las lágrimas con el jersey.

Bufé cuando me reclamó por las miradas y otras cosas que hacía cuando mencionaba a sus amigos, tampoco es que lo hiciera queriendo. Ella siguió con sus lloros y golpes hasta que al final me hizo sentir mal por ser tan cabezón y la abracé, pensé que se me había roto porque en vez de calmarse empezó a llorar más y más. Escuché cómo hablaba de sus compañeros, el pelirrojo era Ben, me sonaba que estaba en el hospital y de la otra con nombre de monster hight no sabía nada, pero vale, si estaban bien no pasaba nada.

-Lo sé, me has ayudado a montarlo todo, hasta la piñata- ella intentaba excusarse y darme sus argumentos pero yo también tenía los míos y así se lo hice saber, no confiaba en sus amigos pero me pidió que no los prejuzgara, sinceramente ya lo había hecho, borrachos, irresponsables y cabezas locas, tal vez antes me habría unido a ellos y no me molestaba pero con todo lo que había ocurrido y con un niño en camino, mi percepción de la responsabilidad era otra. La giré para ver sus ojos azules rodeados de un mar de lágrimas y el rojo de su cabello y la cara que le hacía compañía -Está bien, ya paro, intentaré no volver a hacerlo, pero deja de llorar, te ves horrible- le dije finalmente con una sonrisa besando su cara repetidas veces a ver si se le pasaba el disgusto.

la sostuve entre mis brazos hasta que los hipidos pararon y su respiración empezó a normalizarse, me sorprendí cuando puso una cara rara y se separó de mi pensando que a lo mejor era yo que olía raro por haber estado todo el día cocinando, me miré la sudadera y después a ella cayendo en que por fin se había fijado en la habitación -Sorpresa... supongo- dije apartándome para que pudiera ver mejor la habitación, el lazo cutre la hizo reír y yo puse los brazos en jarras -¡no te rías! no había otro más grande para cubrir la habitación entera- me echó los brazos encima y la vi contenta a pesar de los lagrimones, le devolví el abrazo pero ella se quejó de su regalo -No digas eso, seguro que mola.... yo no te he podido comprar nada pero esperoq ue te haya gustado, además, he ahorrado dinero haciendolo yo casi todo, así podremos ir a comprar la cuna y todo lo que necesite la alubia, pero esas sillas con respaldo tendrán que esperar-

Asintió con suavidad cuando dijo lo de la piñata, porque sí, sabía que era importante para él y ella quería poder llevar una vida tranquila y normal que era lo que había hecho hasta ahora. O al menos medianamente normal según lo que había pasado, pero cada vez se hacía más difícil y no se trataba de él en sí sino de cómo ella misma se estaba alejando de ellos. Cuando la giró lo miró con el ceño fruncido asintiendo -Gracias- Logró articular antes de escuchar eso de que estaba horrible, bufó por lo bajo, hipando porque … Se dio cuenta de que no le importaba verse horrible porque estaba sacando todo lo que estaba sintiendo.

Pero luego logró calmarse entre sus brazos y la siguiente sorpresa simplemente le robó el corazón -de nuevo- Lo estrechó contra sí misma y cuando se alejó para escuchar lo de que no había comprado nada ella negó con la cabeza -Es perfecto… Yo… Cuando vi el móvil me sentí fatal, me sentí mala...Me entró paranoia …¿Y si soy mala madre? ¿Por qué lo primero que tenía nuestra alubia ni siquiera era un regalito nuestro?- Le preguntó y se sorbió los mocos mientras volvía a secarse las lágrimas porque parecían seguir cayendo -Y no tenía cuna… Nuestra alubia pateó y no tenía cuna- Hizo un puchero y después aflojó el cuerpo con un movimiento de hombros a modo de reproche -No puedo parar de llorar- Se quejó, manteniendo las mangas en los ojos como si con eso fuera suficiente. Cuando creyó que pudo seguir hablando -Pero estuviste haciendo todo esto...Eres mejor papá que yo- Hizo un pucherito.

Lo de las sillas con respaldo la hizo sonreír y negar con la cabeza suavemente -De acuerdo- Soltó el aire lentamente por la boca a ver si eso la ayudaba a calmar sus nervios, que aunque ella ya se había sacado aquello que la remordía por dentro. Volvió a respirar profundo y entonces le pasó los brazos a Kyllian por la cintura y se refugió en él -Vas a ser un gran papá- Le dijo cerrando los ojos y apoyándose en él un rato y refrotandose contra su camiseta como hizo él con su mejilla. Dejó escapar otro suspiro mucho más tranquila -Tu regalo está abajo…- Le dijo y tiró de él un poco echando un vistazo largo a la habitación desde la puerta con una sonrisa grande, ya sin lágrimas. Suspiró y la dejó abierta para que se aireara, tras eso bajó las escaleras y fue al salón cerca del árbol para coger un paquete pequeño y se lo entregó, sonriendo de lado porque esperaba que le gustara -Tiene un gran significado- Expresó, casi de manera solemne -Espera-  Fue al baño a por un par de pañuelos y se sonó la nariz, liberando finalmente sus fosas nasales y respirando con tranquilidad. Cuando se vio al espejo hizo una mueca, era verdad que se veía horrible pero bueno...Volvió con él e hizo un gesto para que empezara a abrirlo.

QUe le dijera en toda la cara que estaba horrible sin duda no le había sentado bien pero a mi me hacía gracia su bufido -hey, hasta con esa cara te echaba un buen polvazo- dije al final para relajarnos un poco mientras la estrechaba entre mis brazos y ella conseguía calmarse.

La visión de la habitación hizo que de nuevo saltara un mar de lágrimas de sus ojos pero al menos esta vez se reía y le había gustado lo que había hecho con la habitación, lo había tenido bastante chungo pues tenía que trabajar mientras ella no estaba o mientras dormía. Las dudas la asaltaron con eso del móvil pensando en cosas sin sentido -¡No digas eso! puede que no seamos padres perfectos pero sé que lo vamos a intentar y estará bien, nuestra alubia tendrá dos padres que la o lo... que aún no sabemos lo que es... el caso es que tendrá dos padres que le darán mucho amor, mientras estemos a su lado todo saldrá bien, ya lo verás- le aparté las manos de la cara porque de tanto secarse las lágrimas se iba a hacer daño -Nuestra alubia tiene una barriguita mucho más cómoda que una cuna! ¿qué te crees? mami Mer está calentita y le da de comer todo lo que quiere ¿qué más se puede pedir?- intenté que no se sintiera culpable por eso pues el siguiente paso era comprar la cuna entre los dos y aún estaba de solo 3 meses, teníamos tiempo para ir comprando ropa, cuna, pañales y todo lo que le hiciera falta. Me dio una cosa muy rara en el pecho cuando hizo ese pucherito, no me podía dar un infarto tan joven, pero el caso es que al ver esa cara le di un beso que la dejara sin aliento, probablemente dejara de llorar.

Cuando hablamos de las sillas nos echamos a reír, Mérida estaba mimosa y muy sensible, culpa mía por capullo y por buen padre pero yo le daría los abrazos que hicieran falta para que se sintiera mejor -Y tu una gran mamá, ya verás ¿Cuántos niños hay con una madre que juegue al beisbol? se morirán todos de envidia- si mencionar su deporte favorito no la animaba, nada lo haría.

Mérida tiró de mi para que saliéramos de la habitación, ahora podría permanecer abierta y mientras íbamos bajando me dijo que mi regalo estaba abajo, hacía mucho tiempo que no recibía tantos regalos y bajé casi de un salto las escaleras esperando por ella que tomó un pequeño paquete del árbol y me lo dio. Lo abrí rápidamente encontrando un par de boxer de color gris oscuro, no me desagradaban, me servirían y seguro eran del agrado de Mérida... parecían sencillos hasta que les di la vuelta, por la parte delantera había una imagen que me hizo estallar en carcajadas, se trataba de una señora random con la cara de Mérida abrazando el lugar en el que probablemente acabaría mi mini yo en esa ropa interior, me tiré de rodillas al suelo sin parar de reír hasta que pude recuperar algo de compostura y levantarme para ir a darle un abrazo -¡me encanta! ¡ahora yo tengo que estar a la altura! pero después de la cena, no sé tu pero pasado el disgusto tengo tanta hambre que acabaría con todo lo que hemos cocinado-

Se rió cuando Kyllian le dijo que incluso así se la llevaría  a la cama. ¿Cómo podía estar enojada con él? Era  imposible. Simplemente se dejó mimar mientras él la abrazaba, calmando así todo su derroche de dramatismo femenino que no le había dado en sí… más de 20 años. Se ahorró los de la adolescencia para desperdigarlos mientras estaba embarazada.

La reafirmación de que si estaban de su lado todo iba a estar bien le tranquilizó un poco, pero en el fondo, una vocecilla molesta susurraba cosas que Mérida no quería oír. Asintió y asintió como muñeco barato de auto mientras el feral seguía asegurandole cosas. Su barriguita era mucho más cómoda, eso era cierto...Y...Y ahora podía darle un buffet de cosas ricas. Le robó otra sonrisa cuando indicó lo del beisbol -¿Entonces… quieres tener nuestro propio equipo? Necesitamos 7 más, porque la entrenadora no juega- Murmuró riéndose por lo bajo sólo de imaginarse su expresión. Aquello, evidentemente, iba de broma. Él sabía lo mal que lo había pasado al tener que cuidar tantos niños con el ataque  a la isla.

La reacción de Kyllian hizo que Mérida se riera con él, era una risa tan contagiosa que...Que de sólo recordar que hubo un tiempo en el que no pudo hablarle quiso echarse a llorar de nuevo pero intentó con todas sus fuerzas no hacerlo. Se rió, dejó que aquella alegría le recorriera el cuerpo, y de sus ojos volvieron a caer lágrimas pero de alegría. Lo recibió en aquel abrazo estrechándolo contra sí misma -Sí...Sí…- Había mucho espacio en su estómago después de que los nervios le hicieran potar la tarta.

Los dos se fueron hacia la mesa donde todo estaba a medio recoger y miró las albondigas mordiéndose el labio. Las apartó un poquito hacia su lado para luego comerse algunas, pero primero se serviría un puñado grande de patatas fritas porque estaba muy antojada de eso y de esa carne que tenía tan buena pinta. Con cada bocado había soltado un suspiro y sus ojos brillaron de emoción cuando lanzó un chorro de ketchup desastroso sobre sus papas. Empezó por eso y cuando iba por la mitad se sirvió un par de albondigas, ensalada y un poco de pollo. Habían cocinado demasiado pero todo estaba tan rico…- Mmmhh… cochaisaisn mmmshs iicghjooag - Intentó decirle algo a Kyllian de que era super buen cocinero pero tenía la boca llena y fue inentendible pero aún así no paró a repetirse, simplemente siguió comiendo y bajandolo todo con zumito :3

Nos quedamos un buen rato abrazados y hablando sobre lo bien que lo íbamos a hacer cuando la alubia estuviera con nosotros, a decir verdad yo también tenía mis dudas, muchas y tal vez más oscuras que las de Mérida pero aún así quería convencerla a ella y a mi mismo de que todo saldría bien. La pelirroja asentía a todo lo que dijo lo del béisbol, la miré entre emocionado y asustado porque 7 era demasiado pero tal vez... -Si a ti no te importa, con un par de alubias más en unos años me conformo, luego podemos completar el equipo con sus amigos-

Cuando pasamos al salón para ver mi regalo estallé en risas y Mérida hizo lo mismo, seguramente de verme arrastrarme por el suelo por su regalo, me lo tenía que poner esa misma noche. me levanté y después de abrazarla empecé a darle besos por toda la cara porque  se había puesto a llorar otra vez, la pobre estaba hecha un mar de hormonas y lágrimas. Después de eso los dos coincidimos en que teníamos que comer algo, por que después de tanto esfuerzo para cocinarlo todo mejor comerlo. Hice levitar los tuppers desde la cocina mientras me sentaba en la mesa, emplatar otra vez era una tontería así que empezamos a comer de lo que había tal y como estaba. No me fijé en qué comía la pelirroja ni como lo hacía porque si sus modales eran malos, los míos peores.

Me llené el plato hasta arriba de cosas, todo lo que tuviera carne mezclado para después echarle un buen montón de salsa por encima. Pillé con la mano un buen puñado de patatas que dejé sobre a mesa porque no me entraban en el plato y mientras me comía un buen trozo de pollo iba alternando con lo que tenía en la mesa además de pasarlo todo con cerveza porque eso no se acababa nunca. Mérida me habló con la boca llena y me giré hacia ella con una pata de pollo en la mano y las mejillas hinchadas de comida -heekk?- pregunté porque no le había entendido nada y al vernos a ambos con esas pintas casi me atraganto por querer reírme.

Comimos como cerdos, casi ni hablamos el uno con el otro por estar comiendo y aún así, sobró comida. Me dejé caer en la silla mirando todo aquello y suspirando -creo... que no puedo respirar- dije mientras me quitaba el botón de los vaqueros para que la panza bajara y dejara espacio a mis pulmones, ahora no sabía cómo demonios le iba a "hacer el regalo a Mérida porque estaba para tirarme al sofá y no moverme, al menos hasta que mi bendito metabolismo de feral hiciera el trabajo sucio -Vamos un ratito al Sofá y después te doy tu otro regalo- dije haciendo un esfuerzo en levantarme, ella tampoco parecía muy por la labor así que la pillé en brazos con las pocas ganas de vivir que me quedaban para tumbarnos en el sofá un rato, nos pasé la manta por encima y descansamos calentitos, mucho más de lo previsto pues estábamos tan llenos y tan a gusto que al final dormimos hasta la mañana siguiente y después de darle el regalo especial a Mérida cada uno salió por su lado.

Después de la conversación con Imram se había calmado. Pero mucho. Había tranquilizado esa vena patética que tenía, ese miedo de ser mala madre sólo por ser de la Brigada. Leila no era el único ejemplo y ella no era Leila. Pero después del juicio, de estudiar las preguntas del canoso…No podía evitar pensar en que ella tenía tanta culpa como Kyllian porque ella había confiado en Leila.

Y que le quería.
Las palabras de Imram cada vez calaban más hondo. Una verdad que no había sido capaz de asumir hasta que se lo había dicho otra persona.

Al llegar a la casa la encontró sola lo que le pareció raro tras leer el mensaje de la moneda de Anteia, le envió un pequeño gracias y luego se puso a buscar más o más a fondo en las habitaciones. Incluso entrando en esa que, si bien no estaba prohibida, era como un agujero negro en el que no solían entrar. Era un despacho, precioso, por cierto, sobrio y muy bien decorado pero sin resultar grotesco. Buen gusto al fin y al cabo. Cerró la puerta al no encontrarlo allí y bajó de nuevo al salón.

Estaba preocupada. Lo había visto roto y llorando y se preguntó si volvería a pasar por aquella horrorosa etapa depresiva tras la muerte de Lila. Avivó la chimenea con sus llamas azules, sintiendo aquella familiar descarga mágica como una buena amiga y esperó un poco pero…Pronto se exasperó y buscó el espejo en su bolsillo para hablar con él -¿Dónde estás?- Le dijo al espejo esperando que Kyllian apareciera del otro lado.  Vivo, al menos, así tuviera mocos colgándole de la nariz.

En cuanto me desaparecí de la plaza el plan era ir hasta casa y llegué a la puerta pero no la abrí, me lo pensé mejor y me fui hasta el mercado pensando que la cerveza por si sola solo me llenaría, necesitaba algo mejor así que pillé una botella de Whisky y me fui hasta el bosque de Darwin a ahogar las penas en el mismo lugar en el que había despedido a Lila. Ya llevaba casi la mitad de aquella botella cuando no pude soportar más el frío y me levanté para volver a casa andando, como no llevaba el espejo encima no pude ver el mensaje de Mérida, no pensaba que las cosas acabarían tan mal ese día por lo que no lo vi necesario cuando salí de casa esa mañana.

Al llegar a la zona residencial no me quedaba más que un cuarto de la botella que había comprado, tenía la cara roja pero no había expresión alguna en ella, todo estaba en mi cabeza de borracho taciturno que pensaba que iba bien pero en realidad iba dando tumbos. A menos las llaves si las llevaba encima, me costó un rato poder meterlas en la cerradura pero al final abrí la puerta, para mi sorpresa todo estaba calentito y la chimenea encendida, me balanceé un poco y cerré la puerta con lo que yo pensaba era cuidado, le di otro trago largo a la botella casi terminándola antes de percatarme que Mérida estaba en casa, ahí, plantada en el salón -bensaba gue estarías con tus suber amigos esos gue todo el mundo dice que son unos santos, si be bas a dar la chapa gon eso ahórratela, ya be la ha dado Anteia-

Dejé la botella a un lado y me fui directo a las escaleras mientras luchaba contra mi sudadera porque ahora empezaba a hacer calor, me di un par de leches contra las paredes pero al final conseguí llegar al piso de arriba, fui hasta la habitación que había pintado para la alubia y abrí el último cajón de la cómoda donde guardaba las últimas cosas que le había comprado a lila, Ropa sobre todo, la hice toda una bola e intenté bajar de nuevo las escaleras.

Mérida seguía intentando comunicarse con Kyllian a través del espejo pero no había nada. Llegado un punto gritó y escuchó algo en la planta de arriba. Pensó que quizás se había olvidado de alguna habitación pero cuando fue iba hacia allí escuchó un portazo. Se quedó parada donde estaba y lo observó dirigirse hacia ella con un sentido del equilibrio perturbado por el alcohol. Miró la botella y luego escuchó sus palabras con el gesto serio.

-Estaba con mi familia- Corrigió -No somos unos santos y tú tampoco- Insistió  -He venido aquí porque quería hablar contigo pero veo que no te interesa- Y le dolió profundamente eso de que le “iba a echar la chapa”. Quería hablar con él…Arreglarlo, entenderse. La tristeza volvió a aflorar en su interior mientras negaba con la cabeza y él subía las escaleras. Se sentó delante de la chimenea, subiendo las piernas para abrazarlas con fuerza. No podía hablar con él en esas condiciones porque no controlaba su lengua…O quizás, quizás si debería y así sabría exactamente lo que pensaba, porque a fin de cuentas él le había prometido una cosa pero la herida seguía ahí y Jack había sacado lo que realmente pensaba.

Escuchó ruidos arriba y no pudo evitar sentir una horrorosa tristeza mientras observaba sus llamas azules. Sabía que tenía que combatir esos sentimientos y estar tranquila, tan tranquila como se podía dada la situación. Ella no iba a ser una mala madre. La Brigada no era mala. Y no eran sólo sus amigos, era su familia. Al oír más ruidos movió la cabeza y vio a Kyllian en las escaleras, iba a terminar cayéndose por estas. Se incorporó rápidamente y subió las escaleras, atravesándose en medio y mirando lo que tenía en la mano con cierto pesar. No le dijo nada, ya había pasado por eso. Sin el alcohol claro, pero ese modo depresivo y autodestructivo le era familiar. Lo cogió del brazo y forcejeó para tratar de llevarlo hasta el baño.

Desde luego no tenía mis cinco sentidos puestos en lo que estaba haciendo y ahora que Anteia no me estaba haciendo su cosa mágica el alcohol me había ayudado a matar la mitad de mis neuronas para no pensar tanto. Me reí cuando Mérida dijo que yo no era un santo -Glaro que no lo soy, ¡al final la gulpa fue mía! ¡felicítame!- dije extendiendo los brazos de modo teatral y la verdad es que no me apetecía mucho hablar con ella ¿para que ? ya me veía venir por donde iba la cosa y no me apetecía nada, mucho menos mirarla a la cara para ver la decepción que sentiría por mi culpa.

Bajé las escaleras como buenamente pude y si las escaleras no eran suficiente desafío Mérida se había puesto en medio, me arrastró hasta abajo, me quería llevar hasta el baño pero en medio del forcejeo me solté, yo ya tenía un destino fijado así que volví hasta la chimenea -¿Sabes guantas veces me be han dicho hoy gue Lila no va a volver?- le pregunté ahora enfadado, no con ella, estaba enfadado conmigo mismo, triste, desilusionado -belo ha dicho Amaya- dije empezando a tirar las cosas a la chimenea -todos me han mirado guando el viejo dijo que tendría que habérsela guitado- las lágrimas empezaron a brotar otra vez pero yo lo tiré todo al fuego, la delicada ropa ardió sin ningún problema mientras yo veía como iba desapareciendo -Ni si guiera fu culpa de Lygaios porque él no tenía responsabilidades, así gue también fue gulpa mia por decirle que le echara un ojo a Lila- hasta sonaba estúpido, tanto que me reí a pesar de estar inundado en lágrimas porque todo era una mezcla de sentimientos diferentes -Las busqué, y no las encontré, pero Leila dijo que gomo do las había buscado solo siguió con la vida de su hija y ya... ¿sabes que le apuntó a la cabeza a Lila? y mientras yo estaba por ahí como un idiota ayudando en las reparaciones de la isla-

Me aparté del fuego y fui hacia la botella dispuesto a acabarla antes de volver a subir hasta aquella habitación -Al final siembre la cabo cagando, así gue si te guieres ahorrar problemas ni te lo pienses, yo no te voy a guitar a la alubia, es doda tuya, puedes hacer lo gue guieras-