Piso 7 | Pareja Evans-Pyro

-Kyllian, no te eches la culpa- Insistió pero él decidió irse y cuando volvió, pese a que ella intentó detenerlo, no sirvió de nada.  Escuchó su pregunta y sintió que se le revolvía el estómago. Ver su cara tan compugnida estaba empezando a sentarle fatal y bajó las escaleras lentamente para seguir escuchando. En cuanto mencionó al viejo y frunció el ceño -Y se la íbamos a quitar, estábamos haciendo los documentos- Indicó porque ella misma había tomado la decisión, Kyllian le había preguntado y ella había dicho que sí.

El hecho de que exonerara a Lykaios le pareció muy extraño y se sentía ligeramente mareada con todo lo que le estaba diciendo. Se reía y lloraba al mismo tiempo y Mérida estaba empezando a preocuparse seriamente -¿Qué?- Preguntó anonadada cuando dijo que Leila había apuntado a Lila en la cabeza y cuando soltó que era un idiota porque estaba ayudando con las reparaciones…Recordó que había estado con ella también. Y si Mérida no hubiese asegurado tanto que confiaba en Leila quizás podría haberlas encontrado y salvado a Lila. La certeza de aquello hizo que mirara hacia el suelo con pesar.

Lo vio moverse hacia al botella y cuando escuchó aquello de que el bebé era todo de ella y podía hacer lo que quiera sintió que algo muy dentro suyo se rompía. Sin duda, su corazón. Empezó a faltarle el aire y sintió que tenía que devolver todo lo que tenía adentro. Alzó la mirada hacia él furiosa y triste al mismo tiempo y una bola de fuego azul pasó rozando su mano para alcanzar la botella y hacerla explotar -Eres un imbécil y un cobarde. ¡Buscas culpables en todos sitios para justificar un accidente! ¡Y ÓYEME BIEN KYLLIAN EVANS TODOS SOMOS IGUAL DE CULPABLES EN LA MUERTE DE LILA Y LA LOCURA DE LEILA!- Se acercó a él para quedar bien al frente y le soltó un cachetazo brutal -VINE AQUÍ DISPUESTA A SOLUCIONARLO INCLUSO AUNQUE HAS VOCIFERADO QUE NI SIQUIERA LO INTENTARÁS. ¡Y NO, NO ME VAS A QUITAR A MI HIJO BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA! ¡PORQUE TE JURO QUE VOY A PELEAR HASTA EL FINAL!  - Lo empujó con fuerza hacia atrás, sintiendo que las lágrimas bajaban por sus mejillas mojándole hasta el cuello -¡TE PREGUNTÉ SI QUERÍAS HACERLO! ¡HASTA REIV MOSTRÓ RESERVAS Y DECIDIMOS SEGUIR ADELANTE! ¡Y AHORA TE ESCAQUEAS! ERES… ERES…- No supo que palabra decir pero lo cierto es que no podía seguir allí porque acabaría destrozada. Lo miró apenas un segundo más y se dio la vuelta, cogiendo el bate que estaba en la entrada y su propio abrigo, no su chaqueta. Cogió el espejo comunicador, lo tiró al suelo y lo pisó hasta partirlo con todo el dolor de su alma. Después de eso se fue de allí, escribiendo un mensaje en la moneda, antes de irse del edificio.

¿Que no me echara la culpa? claro que tenía que hacerlo, era así, puede que lo intentáramos todo pero en eso se había quedado, en un intento que no sirvió de nada -Lo gue has oído, le han sagado los recuerdos y ahí estaba, apuntando a Lila a la cabeza- le dije confirmando la información y si ella no me creía que le preguntara a cualquiera de los presentes en el juicio. Le dije todo aquello desde que solo era un reflejo de mis inseguridades, de pensarme ese monstruo que tanto había insistido la alianza en hacerme creer que era, el fuego de Mérida se interpuso en el camino haciendo que la botella reventara, los cristales saltaron y uno alcanzó a rozarme en una mejilla dejando un pequeño corte que no sentí.

Me giré para reclamarle pero ella tenía mucho más que decir, no le contesté a lo primero, tampoco reaccioné a su bofetada -No te lo pienso quitar- dije antes de que me empujara y con lo borracho que iba no pude mantener el equilibrio por lo que caí y me di un golpe contra el sofá, no dije nada, solo me quedé mirándola... rompió el espejo, tomó sus cosas y se fue.

Me quedé mirando al fuego un buen rato, eso había sido lo mejor pero me había dolido, mucho, pero con tantas cosas solo tenía un agujero enorme en el pecho, ya no me quedaba nada solo vacío y las llamas que se iban apagando poco a poco dejándome a oscuras, mientras la casa se iba enfriando.

Al final me cansé de caminar de camino a casa de Kyllian y decidí usar la piedra de los portales para llegar allí directamente. El "te necesita" del mensaje de Mérida me había dejado preocupado, así que decidí ir cuanto antes. Tal vez era poco educado hacer aparecer a través de un portal en la entrada de su casa, pero no me apetecía estar llamado a la puerta y esperando. Además, ya habíamos estado antes, sabía el lugar en el que tenía que llegar. Nada tenía que ver ese lugar con el que visité el día de Navidad. En aquel momento había luces de decoración por toda la casa, y se notaba calor de hogar. Ahora estaba todo a oscuras, y hacía casi tanto frío como fuera. Aquello no me dio buena espina, pero no quise adelantar acontecimientos.

- ¿Kyllian? ¿Mérida...? - llamé alzando levemente la voz, avanzando desde la entrada hacia el salón en el que habíamos intercambiado regalos. Aquello parecía la boca del lobo. Era extraño, se supone que él iba a ir a casa, y ella en teoría también. Al final localicé a Kyllian solo, sentad en el suelo y con aspecto ido.

"mierda...no ha ido bien o no la ha encontrado"

Caminé despacio hacia él, echándole un vistazo general al llegar a su lado. Tenía la mirada perdida y me daba la impresión de que había bebido por el reconocible olor a alcohol. Me daba miedo preguntar, pero al final acabé por agacharme enfrente de él, apoyando una rodilla en el suelo. Observé que tenía un pequeño corte en la mejilla, aunque se le iría pronto por sus cualidades de feral.  - ...¿Qué ha pasado? ¿habéis llegado a hablar? Mérida me envió un mensaje que...bueno, me preocupé. - miré de reojo al lugar al que se había quedado mirando él, a la chimenea ahora apagada. Había cristales por el suelo, lo que me dio pistas de que podían haber discutido o bien había sido él rompiendo cosas por su cuenta.

- no está... se ha ido- Dije en aquella penumbra con la voz rota, aún mirando a la chimenea ahora apagada cuando escuché la voz de Reiv, no quería moverme, el frío empezaba a afectarme pero tampoco me sentía con las ganas suficientes como para encender la calefacción y no morirme de una hipotermia, solo quería quedarme ahí, con mi dolor porque en ese momento solo podía sentir eso y estaba cansado, me sentía vacío, no quería nada de nadie.

Reiv empezó a hacerme preguntas pero solo hubo una cosa que llamó mi atención, si él estaba ahí era porque ella lo había llamado, se había ido enfadada, me había pegado, había roto el espejo pero había llamado a Reiv -...yo solo quería que se fuera con quien quisiera.... no le quiero quitar a la alubia... la quiero a ella, los quiero a los dos pero solo...- no podía ni organizar mis palabras, no quería seguir llorando, no quería seguir sintiéndome mal, solo quería que todo ese dolor desapareciera de golpe y ya, miré de nuevo a la chimenea, aún quedaba un pequeño trozo de ropa blanca... muy poco y aunque había querido que todo desapareciera no se iba nunca del todo.

El sonido de unas patas corretearon por ahí acercándose a nosotros, era el chucho feo de Mérida, se lo había dejado y ahora me estaba chupando la cara, tenía esa mala manía y yo siempre lo apartaba, pero esta vez sentí que solo me quedaba eso de ella así que lo abracé -estoy cansado.... no qui ero sentir nada más...-

No me quedó muy claro si habían llegado a hablar o no, lo único que estaba claro es que ella se había marchado. El mensaje de Mérida podía ser por las dos cosas: o bien lo había visto y habían acabado mal, o bien no había llegado a pasar por casa y quería que yo fuese a echarle un ojo. Kyllian tampoco parecía ser capaz de explicarse muy bien en ese momento, así que no le presioné.   - Pues claro que los quieres. Y nadie se lo va a quitar a nadie, es de los dos.  - acabé por sentarme frente a él, aunque no tenía muy claro cómo ayudarle en este momento. No sabía si con escucharle y estar sería suficiente. Intenté pensar en experiencias propias de "mal de amores" para encontrar algo que pudiese servirle, pero mis cosas habían sido un tanto peculiares y dudaba que pudiesen tener alguna utilidad. Volví a fijarme de nuevo en el lugar al que tanto miraba él, la chimenea, viendo el trozo de tela de ropa que no había terminado de quemarse. Intento fallido para deshacerse de recuerdos. Encendí una pequeña llama en mi mano, enviándola a la chimenea para que aquello terminase de arder y para calentar un poco el lugar.

Giré la cabeza poniéndome a la defensiva al escuchar el sonido de unas patas acercándose a nosotros, aunque al final sólo era un perro feo, el más feo que había visto nunca. Al menos no era peligroso y vino a consolar a Kyllian como buen perro fiel. Me levanté del suelo un momento para coger una manta que había en el sofá, echándosela por los hombros al feral porque seguro que se había quedado helado de estar ahí inmóvil tanto rato. Tras eso me senté a su lado, con las rodillas dobladas y los codos sobre éstas. Lo dejé estar en silencio un poco más, dándole tiempo para desahogarse. Así que estaba cansado de sentir... - Todo es más sencillo cuando no te complicas la vida y no quieres a nadie, ¿verdad? no sufres, no te preocupas, no tienes problemas...- él antes vivía solo, al igual que yo. Dos solitarios por el mundo, como si todo nos diese igual.  - El que nada tiene, nada pierde. ¿Es eso lo que quieres? ¿te merece la pena no tener nada por miedo a sufrir?  - posiblemente me mandase a la mierda por seguir hablándole, pero no quería verle tan hundido en la miseria. Podía darle un día de tregua, dos incluso, pero después tendría que salir de ahí.  - Tienes que luchar por ella y vuestro hijo. Merece la pena pagar ese precio por obtener algo mejor.

No le pude decir nada más a Reiv, solo me quedé sentado mientras el chucho me chupaba la cara hasta que se cansó y se echó en mis miernas. Reiv encendió la chimenea y me pasó la manta por encima quedándose en silencio a mi lado, no me merecía un amigo como él, el único que había tenido después de muchos años y antes de reencontrarme con Catherine.

Doblé las rosillas igual que Reiv apartando un poco a jamalgoso que se había quedado mirándonos un rato entes de ir a por alguno de sus juguetes y volver para tirarlo frente a mi, lo pillé y se lo lancé lejos para que lo recogiera una y otra vez hasta que Reiv volvió a romper el silencio, por suerte ya había dejado de llorar -Lo es, cuando solo estaba yo no tenía que preocuparme de nada, solo de comer y tener un techo... ¿cómo podían ser las cosas mucho más fáciles en los suburbios de londres que aquí en la isla? no o entiendo- porque él tenía razón.. si no tenías nada no podías perder nada, eso era loq ue yo pensaba antes, esa había sido mi filosofía y por eso me costaba tanto enfrentarme a mis sentimientos, por eso no le pude contestar a Leila en el baile y por eso no era capaz de decirle las cosas claramente a Mérida.

Me encogí tapándome con la manta, lo estaba escuchando pero aún tenía tantas dudas -Pero ella no quiere dejar a sus amigos... no la quiero obligar pero no puedo cambiar de opinión de un día a otro... no quería decir eso en el juicio, aunque lo piense de verdad no tendría que haber dicho eso sobre la brigada, le he hecho daño.... y cuando hemos hablado le dije que podía irse con ellos, que no le iba a quitar a la alubia, pero también se ha enfadado, no sé que decirle- también sentía que la había cagado un poco con Anteia pero tenía la cabeza como un bombo. Suspiré pesadamente -No me encuentro bien... Amaya me ha mirado raro en el juicio... si me echan de la guardia tendré que buscar otro curro- Me pasé una mano por la cara llena de babas del perro y lágrimas para limpiarme, ya se me estaba pasando la borrachera de antes y volvía a ser yo, consciente de todo pero no tenía ni idea de si eso era bueno o malo -¿tu has tenido broncas así con Juliet?- dije señalándome la otra mejilla para que él la viera, Mérida me había dado un buen bofetón y tenía la mejilla roja.

Consideré un pequeño avance eso de que lograse empezar a hablar después de haber llorado un rato y de entretenerse un poco con el chucho horroroso. Además, ahora sus frases parecían tener más sentido y era capaz de responder a lo que le estaba diciendo. - Mm...no es que las cosas fuesen más fáciles. Es que tu escala de prioridades era otra. Sobrevivir. Ahora tienes eso cubierto y lo que te preocupan son otras cosas. - me encogí de hombros como si fuese obvio. A grandes rasgos era así, pero había algo más profundo en todo aquello. Ahora sabía lo que era querer a alguien y ser querido. Había encontardo su hogar. - Pasa que ahora tienes algo, y temes perderlo porque sabes que merece la pena. Tranquilo, te acostumbrarás. Más o menos. - yo aún no lo había hecho del todo, ahora iba a las batallas más preocupado de lo que lo hacía antes. Desvié la mirada un momento al fuego de la chimenea, fijándome en que Kyllian se encogió un poco más tapándose con la manta. Debía haberse quedado helado, y además tenía un tremendo lío de cabeza que hasta a mí me parecía difícil de solucionar.

- Menudo jaleo. Aunque no quieras obligarla a elegir seguro que se siente dividida. A ver...pensemos...- me quedé mirándolo con cara de "¿por qué ere así?" cuando me enteré de que le había dicho que podía irse con la Brigada y que no le iba a quitar a la alubia. Así que por eso era la discusión que había dejado así a Kyllian, cristales por el suelo incluidos. Suspiré con resignación, intentando explicarle desde fuera lo que yo creía que podía haber pasado. - Claro que se ha enfadado, y creo que tú en su lugar también lo habías hecho. Creo que lo ha interpretado como un..."ya no quiero saber nada de ti ni del niño, vete con tus amigos". ¿Por qué se iba a enfadar si no? Ha sido un malentendido porque estabais jodidos los dos, pero se puede aclarar todo. Eso sí, vas a tener que dar el primer paso. - puse una mano sobre su hombro para darle ánimos, era evidente que no se encontraba nada bien. - Entenderá que necesites tomarte unos días. Cualquier guardia tendrá derecho a que le den una baja, no creo que te echen por eso. - y si lo hacían es que no se diferenciaban mucho de los Blood Keepers, que les importaba una mierda el individuo. Si dejabas de ser funcional o desaparecías por lo que fuese ya te tachaban de traidor.

Solté un "ouch" por lo bajo cuando me enseñó la otra mejilla, en la que se veía claramente la marca de una buena torta. - Tiene fuerza tu chica. - eso era la prueba de un cabreo monumental. Me pasé una mano por la nuca con gesto pensativo cuando me pregunto sobre si yo había tenido peleas así con Juliet. De esas no recordaba ninguna, pero habíamos tenido nuestras cosas. - Tal vez no tanto, pero sí que hemos discutido. A veces por no decirnos la verdad. Ella no es mucho de mostrar sus sentimientos, le cuesta hablar y expresarse. - me venía a la cabeza el distanciamiento que tuvimos cuando nos sacaron del encierro de la Alianza, o también el enfado cuando se enteró de que yo había robado a Svart.

Apareció en su piso antiguo después de aparecer en el suyo y pensar que no tenía sentido estar ahí, tenía que hacer mil cosas.  Antes de avanzar, escribió en el brazalete a Sayid y a Mei, con quien debería tener una reunión. Tras eso avanzó por el pasillo sintiendo bastante frío y acomodándose un poco mejor en el abrigo. Escuchó las voces y se dirigió hacia allí aunque se extrañó al ver a Kyllian y Reiv nada más.

-Eh...¿Dónde está Mérida? El exilio aún no es efectivo, voy a pelear por ello- Le dijo a Kyllian acercándose a él para observarlo a la cara con el ceño fruncido. Le preocupaba que su amigo decidiera irse con la Brigada si es que finalmente no se levantaba aquella decisión de Jack. Suspiró quedamente, masajeándose la sien. Tenía que ir a ver a mucha gente. Alzó la mirada y se fijó en la marca en su mejilla sin comprenderlo pero prefirió no preguntar -Quedaros en la isla, buscaré la manera de que pueda hacerlo- Insistió  y se dejó caer en la alfombra, perdiendo un poco la compostura de Descendiente mientras esperaba la respuesta de Sayid, Sean y Mei.

Se dejó caer en la alfombra y tensó los labios. No quería llamar a un cónclave, no otra vez... Pero si era necesario, lo haría. Como había hecho antes. Tendría que hablar con Matvey también. En seguida alzó la mano para escribir de nuevo en el brazalete para él preguntándole dónde estaba. Después de eso miró al chico -Por cierto, menuda puta mierda que me has dicho con eso de que me iba a ir... -

Reiv estaba pensando por mi, eran conclusiones bastante simples a las que yo mismo habría podido llegar de no ser por el cacao mental que tenía en ese momento. Si, sobrevivir yo mismo robando o trabajando para algún que otro idiota de los suburbios ya era cosa del pasado, ahora tenía mucho más, una casa, amigos, un hogar y desde luego mi futuro hijo -Pues menuda mierda tener que acostumbrarse a eso... hazme un favor y sufre conmigo, cómprate una casa y dame un sobrino-ahijado por favor- y si hacia falta ale ayudaba a cambiar pañales pero para eso estaban los amigos, para sufrir contigo.

En mi mente lo que le había dicho a Mérida no sonaba tan mal, simplemente le daba vía libre para que hiciera lo que yo pensaba que ella quería que era irse con sus amigos bajo el atardecer y melena al viento pero tal y como lo pintaba Reiv la había cagado y mucho -Joder pero eso no es lo que yo quería decirle- Jamalgoso se acercó de nuevo con su juguete y lo lancé lo más lejos que pude para seguir hablando con Reiv -yo lo que quería era que no se quedara por mi... claro que quiero a mi alubia, ¡no me he puesto la correa de la guardia al cuello por nada!- porque había pasado de alma libre a asalariado por dinero para poder darles una buena vida, un hogar calentito y comida, quería que Mérida pasara el embarazo lo mejor posible y que mi hijo pudiera disfrutar de las comodidades de un buen hogar. me llevé ambas manos al rostro exasperado por todo aquello, ahora tendría que ir a buscar a la pelirroja y seguramente toparme con alguno de sus amigos que a esas alturas ya tendrían que tenerme un odio infinito.

Al menos no perdería mi trabajo según Reiv pero eso ya lo hablaría con Amaya después. Le enseñé el bofetón en la mejilla y su cara además del comentario me hicieron asentir -ya te digo, me ha dado una buena-. Respecto a sus broncas con Juliet el cabrón había tenido suerte porque de una forma u otra yo me las apañaba para acabar con tías que me cruzaban la cara o me partían el cuelo, me pateaban... -Reza para no cabrearla hasta este punto porque como te de os morís los dos, tu del golpe y ella de la onda expansiva... que la vi en el torneo, somos compis de equipo, Juliet te puede mandar a pekín de un coletazo- lo miré bastante seguro de lo que decía hasta que el perro apareció de nuevo para chuparme la cara otra vez.

Mientras ambos intentábamos dar con una solución y yo me iba sintiendo mucho más tranquilo Catherine apareció en el piso, la noté en cuanto se apareció así que sus pasos no me sobresaltaron, lo que si lo hizo fue lo que dijo al llegar -¿qué? ¿Exilio? ¿de qué demonios estás hablando Catherine?- miré a Reiv pidiendo explicaciones y después a ella que se sentó muy tranquila diciendo que nos quedáramos en la isla -¡Claro que me quedo, yo no me pienso ir con todo el percal que hay en tierra y Mérida tampoco puede irse!- ignoré por completo lo que decía sobre cosas que yo le había dicho, ese día había dicho demasiado y ya no me acordaba ni de la mitad, lo importante era que me explicara lo ocurrido.

Su frase de "sufre conmigo" ya era un poco más propia de él, su tipo de humor. No estaba mal para empezar. Negué con media sonrisa a su propuesta, no sonaba muy divertida como para comprarla. - Estoy bien así, gracias. - respondí medio en broma medio en serio, por ahora no me veía llevando ese tipo de vida. Pudo haber una oportunidad así, pero pasó de largo. Levanté los brazos de las rodillas un momento con gesto de "pues claaaro" cuando se dio cuenta de que lo que él había dicho y lo que ella había entendido era otra cosa. - Precisamente por eso tienes que aclararlo. Para ella ha sonado fatal, y tú no querías decir eso. - le pegué un meneo en el hombro cuando volvió a decir otra cosa que no era, corrigiéndole. - Si se queda es por ti, gato empanao, y porque quiere que seas su padre. Es lo que acordaste con ella, ¿no? pues ya está. - por conveniencia no era, si quería ayuda con su crío siempre podía encontrar manos suficientes en la Brigada. De la correa de la guardia no dije nada, sólo el tiempo diría si realmente se encontraba a gusto en ese trabajo o si él necesitaba otra cosa. Por el momento le serviría.

Me hizo gracia lo que dijo sobre Juliet si se cabreaba, era evidente que en modo dragón era un rival duro. Y también en modo normal, pero menos. - Lo sé, mi pelirroja también sabe pelear y defenderse muy bien. - dije con orgullo, aunque alcé el dedo para matizar. - Pero hemos hecho varios combates con ella sin transformar y estamos bastante igualados. - ahora me quedaba terminar de recuperarme del todo para volver a entrenar de nuevo, que llevaba un tiempo sintiéndome estancado y sin avanzar nada.

La aparición de Catherine me pilló un poco por sorpresa, aunque enseguida recordé que ese había sido su piso y era normal que llegase así. Alcé una ceja al escuchar eso de exilio, ni Kyllian ni yo estábamos en la sala cuando se emitió la sentencia. - No entiendo una mierda...en todo caso exiliarían a Leila, que es a quien estaban juzgando. ¿Por qué asumes que quieren exiliar a Mérida o a ti justo ahora? no tiene sentido ninguno. No echan a tierra a los idiotas de los ministros, cuanto ni más a vosotros dos. - pregunté a Kyllian cuando se alteró de nuevo, con lo que me había costado calmarlo un poco. Seguí a la morena con la mirada hasta que se sentó también en la alfombra, evaluando la última frase que había dicho a Kyllian sobre irse. Justo lo que estaba diciendo él antes sobre todo el mundo que le abandonaba. - Ah, no le hagas caso. Estaba en modo autodestrucción, pero ya empezaba a remontar un poco.

Se dio cuenta de su error casi en seguida. El hecho de que ella supiera todo lo que había ocurrido no implicaba que ellos sí. Es más, no recordaba haber visto a Mérida en el juicio. ¿Ya lo sabría? Suspiró un poco agobiada porque tenía la cabeza a mil revoluciones. Se quedó mirando a Reiv con cara de "Es exactamente lo que estás diciendo" y entonces acomodó su postura para mirarlos a ambos -Después de sentenciar a Leila al exilio, modificación de recuerdos y una maldición Jack ha decidido que la Brigada es una organización ilegal en la isla y cuando todo se solucione abajo tendrán que irse, mientras tanto, se mantendrán en la isla por razones humanitarias- Lo dejó estar y se masajeó después la sien. Estaba profundamente estresada.

-Pensé que Mérida lo sabría y por eso no estaba aquí. Han encarcelado a Lykaios, Cleo y Ben por quejarse...- Inspiró nuevamente y después dejó escapar el aire -Alega que son problemáticos y no respetan las reglas de convivencia de la isla. Y oye, no voy a mentirte, todos los de la Brigada tienen un espíritu rebelde pero eso no implica que sean malos... Están acostumbrados a ir a su puta bola. Si a mi no logran meterme en cintura y he vivido toda mi vida en la isla...¿Qué piensa que va a hacer con la Brigada? ¿O los renegados?- Puso los ojos en blanco y luego se acomodó el cabello detrás de las orejas intentando pensar cuál era el siguiente paso -Pueden firmar un documento para quedarse en la isla y que acaten las normas, supongo que algo como convertirse en ciudadanos de Ouroboros. Pero yo no quiero eso, yo quiero que la Brigada sea libre de venir si lo desea...Es decir... ¿Está bien cuando los necesitamos de aliados pero cuando no, los echamos?- Alzó los hombros negando con la cabeza, como si no le viera el sentido. Además habían colaborado con la reconstrucción de la isla. No eran perfectos, eran ellos. Aunque en el fondo sabía que les daba igual, la respuesta de Lykaios se lo había confirmado.  

Después de eso miró a Reiv porque algo le había hecho ruido -Los humanos no han sido echados porque serán juzgados por sus crímenes...Pero ese no es el punto. El punto es que...voy a hacer algo al respecto. Si él puede decidir sólo que puede exiliarlos, yo puedo decidir sola romper ese decreto- Dijo incorporándose y limpiandose un poco la túnica. Entonces levantada vio los cristales y escuchó aquello de la autodestrucción. Un sentimiento familiar se apoderó de ella y con algo de terror se inclinó para cogerle las manos y ver las muñecas. Estaban bien...Estaban bien... El pecho se le había cerrado y respiraba agitadamente, pero cuando vio que todo estaba bien lo soltó con cuidado -¿Qué ha sucedido? ¿Mérida se ha ido a los calabozos?- Inquirió pensando que quizás sí que se había enterado y se había ido hacia allí.

chisté cuando Reiv se negó a sufrir conmigo... al menos se reía y me ayudaba a salir del pozo, tenerlo conmigo me ayudaba un poco más porque me comprendía y a su manera me hacía ver mis errores sin conseguir que me enfadara o me hundiera más, tal vez porque nuestras circunstancias habían sido parecidas, él había sido más chungo que yo pero bueno, no pasaba nada, ahora estábamos en el mismo barco. Cuando me dijo lo que Mérida pudo entender de mis palabras me llevé las manos a la cabeza y me eché el pelo hacia atrás -Menuda liada... tengo que ir a buscarla, pero casi que mejor me espero a mañana porque ahora estará más enfadada que un yonki con abstinencia- y no quería otra bofetada aunque lo que más miedo me daba era que me rechazara o que me mirara con desprecio, decepción... todo menos su sonrisa de siempre.

me reí de lado cuando dijo lo de su pelirroja, desde luego nos habían tocado de las que sabían repartir, estaba seguro que Mer bien podría darme una paliza con ese temperamento y la idea de poner extintores en casa ya no me parecía tan descabellada -si claro, igualados, claro- dije con sarcasmo, no dudaba de él pero me gustaba molestarlo, pero seguía pensando que estaba blandito, no por su entrenamiento sino porque el muy cabrito se salía del hospital cada vez que podía y nunca terminaba de recuperarse.

Ya empezaba a relajarme, incluso me estaba entrando el sueño ahora que estaba calentito y el chucho que tenía en las piernas daba más calor pero la llegada de Catherine con las malas noticias hizo que me alterara de nuevo, Reiv intentó buscar sentido a lo que la morena decía pero yo ya estaba en lo peor ¿era por lo que había dicho? ¿era por decir que no quería que la brigada se acercara a mi hijo?... solo pude pensar en Mérida y en que si se iba estaría en peligro y yo... ¿podría volver a ver a mi hijo? . Catherine se sentó y explicó un poco mejor todo, la sentencia de leila me parecía perfecta, pero que echaran a la brigada implicaba que a Mérida también -no sé si Mer lo sabe... pero.. tiene que haber algo que pueda hacer... el crío también es hijo mío...¿ no tiene algún tipo de comodín? que se quede hasta que de a luz y yo que sé, ver si podemos hacer algo en ese tiempo- ella siguió explicando cosas que la verdad no me importaban demasiado, sus amigos podían pasar una noche en el calabozo pero ella no, ella tenía que estar en casa, dormir en su cama, comer bien... empecé a agobiarme de nuevo pensando en ella y ya no pude quedarme sentado dándole vueltas al asunto.

Cuando mencionó el documento vi la luz al final del túnel, Mérida tenía que firmar ese documento, al menos como medida preventiva -Eso no importa Catherine, igualmente la brigada se iría de la maldita isla, tu no estabas cuando vimos el recuerdo de Lykaios, leila se cagaba en los magos y si sus amigos piensan lo mismo de la isla se irán... pero Mérida...- ¿qué haría Mérida? Reiv contestó a las preguntas de Catherine y ella me miró las muñecas, no sabía que estaba haciendo pero yo solo tenía una cosa en mente -Tengo que ir a buscarla, Catherine, por favor, localizala, tengo que verla ya- dije suplicante a la morena esperando que lo hiciera, que me llevara con ella y si ella no lo hacía iría yo mismo, olfatearía toda la isla si era necesario.

Estuve a punto de soltar una risa poco oportuna cuando dijo eso de que el Newton había declarado ilegal a la Brigada. El tipo llegaba como siglos tarde, eso ya lo hizo antes el gobierno ministerial de Jones. También llevaba razón en que iban a su bola, y me encogí de hombros al escuchar lo de los renegados. Yo ahora era uno de ellos, y los de la isla no podían quejarse de nosotros porque lo único que habíamos hecho era ayudar. - Si los echa antes de que todo esto acabe es que es un tirano y el que se merece ser echado es él. Si es después...creo que cuando ya no haya amenaza la población de la isla se quedará a la mitad. - y desaparecerían sus problemas. Todavía no lo había hablado con Juliet, pero lo más probable es que nos marchásemos a buscarnos la vida como siempre. Por un lado quería aprender con los Pendragon y una de ellos me había ayudado, pero tenía muchas reticencias por lo que pasaba entre ellos y Juliet.

Me quedé mirando a Catherine un poco más serio cuando dijo que los humanos serían juzgados en Ouroboros, no merecían eso. Era tentador encontrarle antes para tomarme la justicia por mi mano, se lo merecían. Que esperase Ouroboros y su justicia. No dije nada, me quedé rumiando aquello uno segundos antes de fijarme en Catherine mirando las muñecas de Kyllian. Él no era emo, no iba a estar rajándose por muy jodido que estuviese. - Seguro que Mérida está bien, ve a buscarla, y habláis cuando estéis calmados. - resolví poniéndome en pie porque supuse que la visita tocaba a su fin y que se irían a localizar a la pelirroja. - Recuerda lo que te he dicho, ya me contarás qué tal. Luego me debes unas cervezas y...un entrenamiento. - que falta me hacía y seguro que con él podía practicar. Me despedí de Catherine y después de Kyllian, deseándole suerte antes de dirigirme hacia la puerta de la casa y marcharme de allí sin ningún rumbo concreto.

Aún no entendía porqué Kyllian no estaba con Mérida, o ni siquiera sabía cómo estaba -Es lo primero que he pensado, por eso vine aquí- Con el estómago hecho un nudo y una rabia que haría hervir cualquier caldero. Negó suavemente con lo de tirarlos ahora -Cuando todo esté solucionado en tierra firme- Indicó aunque lo de ser un tirano no lo iba a defender. Aunque el término en sí le era demasiado fuerte para ser Jack, ya verían en qué terminaba todo. Si algo los iba a quebrar desde dentro era él, no ella… ¿No?

Puso los ojos en blanco cuando mencionó de nuevo a Leila, estaba harta de esa mujer, la podría tirar por el borde de la isla y se solucionaban muchos problemas. Y aún tenía que ver los detalles de la maldición y hablar con Mei sobre los recuerdos, aunque ella tenía su idea. Tenían razón, no podían parchear y si no retocaban a toda la Brigada el nombre de Ouroboros seguiría rondando en sus bocas.

Tras aquello los dos estaban decididos en buscarla. En ese momento le llegó la respuesta de Sean y Catherine sonrió. Muy bien. Aliados no le iban a faltar para poner a Jack en su lugar, en todo caso, huevos. Se rió de su propio chiste y entonces Kyllian volvió a interpelarla -Agh…¿No tienes una forma de comunicarte con ella? ¿la moneda?-  ¿Qué tipo de parejan eran esos dos? Bueno, ninguno de los dos era telépata -De acuerdo… Adios Reiv- Se despidió vagamente y tras eso cerró los ojos y conectó con la mente de la pelirroja  -Está en los calabozos- Y estaría bien ir allí, tendió la mano a Kyll y se desaparecieron.

Cuando se removió en la cama se dio cuenta de que tenía uno de los pies fuera y estaba helado, lo metió de nuevo en la bajo las mantas, renegando de la temperatura. Tras eso volvió a dormirse pero, de pronto, se despertó sobresaltada. ¡La Brigada! ¡En el calabozo! Se incorporó demasiado rápido y adormilada y se mareó mucho, se llevó una mano a la cabeza y se quitó los mechones rojos de encima. ¿Cuánto tiempo habían dormido? Sólo había recordado caer sobre la cama rendida y… y nada más. No había querido saber nada más.

Se removió, quitándose el brazo de Kyllian de encima y dejandolo a un lado para ir hacia la mesa de noche y poder coger algo que diera la hora. Eran…Era el día siguiente…Era mediodía del día siguiente. Tenía que vestirse, tenía que ir a ver a Lykaios y a… Joder, Gen. Gen, el plan de sacarlos del calabozo. Empezó a temblar de los nervios mientras buscaba unos pantalones que le quedaran con su nueva panza de embarazada, tras eso se puso un par de medias y buscó sus botines en algún lado. Tras eso pilló una camiseta y un jersey gruesito, al menos ese estiraba y podía adaptarse a su nuevo cuerpo.

Pilló la moneda y entonces empezó a leer los mensajes. Todos. Se llevó la mano a la frente con fuerza y se golpeó varias veces, sin mucha fuerza. Gen…Gen se iba  a molestar. Se apretó los ojos con los dedos y decidió escribirle, porque a diferencia de mucha gente, Mérida enfrentaba las consecuencias de sus actos.

“Kyllian vino a hablar conmigo después de que salí del calabozo… Malinterpreté sus palabras. Hablamos un largo rato y… Estaba tan cansada de todo que decidí volver al piso. Acabé dormida hasta ahora mismo. Perdón Gen, no debí dejarte con todo el marrón de la Brigada es sólo que… Me siento entre la espada y la pared, y ya no se trata de Kyllian sino de los malditos snobs elitistas. Iré al calabozo en un rato…Trata de…no odiarme ¿vale? Porque yo te quiero mucho”

Era un testamento, pero… pero tenía que decírselo. Soltó un suspiro desganada y se dejó caer en la cama de nuevo, con los ojos cerrados. Otra vez esa sensación de no tener control en su vida sino dejarla a factores exteriores. Tenía que buscarse un trabajo o algo. De pronto el ruido de su panza fue tan grande que abrió los ojos sorprendidas y temió haber despertado a Kyllian así que miró de reojo.

Había dormido lo suficiente después de todo lo ocurrido en aquel juicio, durante la noche me desperté varias veces para comprobar que Mérida seguía conmigo e incluso para sacar al perro porque pasaba de tener que limpiar sus cacas al día siguiente pero ella seguía durmiendo y yo hice lo mismo.

Me quedé en la cama y la vi dormir, me fijé en su rostro, tenía los parpados y el contorno de los ojos rojo y algo hinchado de tanto llorar el día anterior y la abracé... culpa mía por no decir las cosas de forma directa como ella, tenía mucho que enseñarme y tal vez muchos más bofetones que darme. Sentí como se revolvía en la cama y cerré los ojos para hacerme el dormido hasta que ella apartó mi brazo para levantarse, me sorprendió pero me hice el loco dándome la vuelta para poder abrir los ojos mientras ella empezaba a moverse por la habitación.

hubo un gran momento de silencio pero sabía que ella seguía ahí... hasta que su barriga hizo un gran ruido y no pude evitar reírme, me di la vuelta para mirarla y sonreírle -¿qué te apetece?- me estiré un poco y salí de la cama para ir a por ella y darle un beso de buenos días, tenía la moneda en la mano pero no pregunté -Anoche saqué a jamalgoso pero deberías llevarlo a dar una vuelta, ¿te apetece fruta y unas tortitas con chocolate?-

Sonrió de lado cuando él se rió, sin embargo, al verlo a los ojos aún se le retorcía un poco el estómago después de todo lo que había pasado ayer. Había tenido una sensación tan horrorosa y tan profunda. Inspiró un poco llenándose el pecho de aire cuando fue a por ella y le devolvió el beso, cerrando los ojos ante su contacto. Le quería, a ella, no sólo a su bebé.

Se incorporó mientras oía lo del perro y arrugó un poco la nariz. Se había olvidado enteramente, pero es que había dormido como un lirón. Negó con la cabeza a lo que le ofrecía -No quiero nada dulce…Algo rápido, no lo sé… ¿Tostadas con queso y...fruta?- Porque sabía que debía comer fruta. Miró la moneda un momento, esperando que Gen le respondiera pero no lo hizo. Se la metió en el bolsillo y después empezó a bajar por las escaleras con la cabeza un poco ida.

¿Cómo se lo iba a decir a Gen? ¿A Ben? Después de todo lo que le habían dicho a Kyllian. Se masajeó el entrecejo. Y los estúpidos snobs. ¿Y si no quería vivir en su puta isla? Ella había vivido en lugares horribles, lugares bastantes normales…Tenía mucha resilencia -Ah coño- Murmuró y se detuvo, girándose sobre sus pies para mirar a Kyllian -No me he cepillado los dientes- Dijo con una semi sonrisa y se devolvió al baño para hacerlo, lo hizo muy a consciencia mientras se miraba en el espejo. No tenía nada que ver con la Mérida de ayer.

No me recreé mucho en mimos y arrumacos porque la verdad, Mérida parecía aún un poco tensa así que después de un besito de buenos días nos separamos, le pregunté por el desayuno y me pareció extraño que no quisiera chocolate pero ella mandaba. Salimos de la habitación rumbo a las escaleras para ir a la cocina, no estaba seguro si nos quedaba fruta o no... la verdad es que iba siendo hora de hacer la compra pero me daba pereza ir después del trabajo.

-Oye Mer..- La miré para preguntarle si quería acompañarme pero parecía tener algo en la cabeza, sospechaba lo que era pues aún tenía la moneda en la mano así que mejor no la molestaba -¿Zumo de naranja?- dije cambiando la pregunta. La pelirroja de repente se dio la vuelta diciendo que no se había lavado los dientes y se fue al baño... eso había sido raro y sentí que me evitaba, pero tenían que ser cosas mías.

Al llegar a la cocina me puse manos a la obra a tostar el pan, no quedaba mucho tampoco pero suficiente para ambos y yo no tenía mucha hambre, saqué las naranjas y el resto de la fruta, una par de manzanas, algunas fresas y un kiwi, el que no estaba pocho. me subí las mangas de la sudadera listo para cortarlo todo cuando una lechuza entró con una carta, era una carta de la guardia, pensé que sería simple burocracia debido al juicio pero para mi serte o desgracia me suspendían hasta la misión en tierra, todo pagado por supuesto pero me pedían una evaluación y apoyo psicológico, debía presentarme en el hospital una vez al día... había más datos, solo alcancé a leer algo del día de la misión y no sé que de no magia pero tuve que dejarlo porque se me quemaban las tostadas.

Le había respondido que si al zumo, aunque ahora le apetecía café. Mientras se cepillaba los dientes se miró al espejo en varias ocasiones pero en distintos lugares hasta acabar en su panza. Tenía que ver a Anteia  a inicios de enero y con suerte sabrían el sexo de la alubia. Suspiró y se lavó un poco la cara antes de bajar. Estaba… de bajón. De bajón y con la cabeza en cualquier otro sitio.

Se detuvo en la cocina mirándolo darse la vuelta para ir a por las tostadas tras dejar una carta. Se acercó con pulso tembloroso pensando que sería una notificación para que se fuera de la isla, algo que no le diera opción a elegir pero cuando empezó a leer se dio cuenta que no era con ella sino con él. Asistencia psicológica… ummm, quizás deberían haber buscado eso antes. Quizás se habrían ahorrado cosas. ¿Ella necesitaba ayuda psicológica? Pensó en ello mientras seguía leyendo y entonces leyó lo de la mision y sintió un escalofrío

-¿Kyll?- Musitó mostrando la carta y moviéndola suavemente -Sin magia…- Lo cierto es que nunca lo había visto peleando, no sabía cuales eran sus habilidades y encima Amaya le había advertido de su condición feral para que tomara la poción -No vas a tener magia- Insistió y frunció el ceño empezando a preocuparse, sintió que le subía claro a la cara. Apoyó la carta en la barra y empezó a pensar en todo sus compañeros. Lyka sin agua, Ben sin fuego ni refuerzo, sin golems, sin elementales, Em sin magia de sanación, Cleo sin vendas … se fue moviendo lentamente hacia una silla para sentarse porque se había mareado. Pero todos… todos tenían resistencia, estaban acostumbrados porque siempre acababan a palos y por eso ella tenía un bate. Bueno. Dos -Llévate mi bate… mi bate… da buenas hostias, sabes. Le voy a poner alambre de espino, como el de Gen- mencionó sonriendo de lado y rebusco la moneda en su bolsillo. No, aún no le había respondido -¿Tienes toda tu armadura reparada? ¿Lo tienes todo listo? Tienes que llevarte pociones, habla con Anteia. Ella tendrá de todo.

Tan pronto como me desperté, tras pasarme el día buscando a Mérida y luego preguntándome donde coño andaba el General y argggg, vi el mensaje de Mérida. Entorné los ojos, muchas veces y después de vestirme tiré para su casa con Balto. Tuve que preguntar, porque ni puta idea y me fijé que el edificio era...bastante diferente de en el que yo dormía. En el que todos dormíamos.

Paré en su puerta y señalé a Balto dando la orden de que se sentase. Pero no, pasaba de mi, solo me miraba moviendo la cola to feliz. Solo le hacía caso a Lykaios, joder. Di unos cuantos golpes en la puerta.

-MEEER!-Grité para que se diese cuenta de que era yo, modo verdulera y di un par de golpecitos más.