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INVIERNO

Enero 2.043

Trama XI: After the Blackout (trama de transición y exploración)
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AÑO 2.043
Durante siglos sus mundos permanecieron separados, pero eso terminó. El mundo mágico y el humano se encontraron y se desató la guerra, extendiéndose alrededor del mundo sin control. Miedo, odio, ambición...todas ellas armas poderosas. El choque entre la raza humana y la mágica resulta ya imparable. Uno por uno van cayendo, ¿quién será el primero en morder el polvo?
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Ojo por ojo [Pasado real] Empty Ojo por ojo [Pasado real] {19.08.15 19:15}


"Ojo por ojo y el mundo acabará ciego"


Hundí los dedos con fuerza en el fango, apoyé la cabeza contra la  piedra y aspire el olor a sangre que me rodeaba, sintiendo el frío calarme hasta los huesos. Aquello era un pozo, un pozo sin salida en el que no había resquicio para la luz. Nada. Y no era un pozo cualquiera… era un agujero del alma

- ¡Eh! ¿Te llevamos a alguna parte?

El sonido de aquella voz me hizo regresar por unos instantes a la realidad, sacándome de aquel agujero negro que engullía todo lo que había a su alrededor. Es más sencillo sacar a alguien de un lugar real, pero y de uno que sólo está en su mente? Pues aquellas personas lo consiguieron.

Este no es el principio de mi historia, pero tampoco el final

No sé cuanto tiempo fui aquel ser no más vivo que un fantasma, ni quiero saberlo, todo lo anterior a aquel momento permanece dolorosamente enterrado en mis recuerdos. A menudo me pregunto que hubiese sido de mi si no me hubiese topado aquel dia con esas personas, mi Brigada, probablemente no estaria aquí ahora para contarlo,  pero esto sucedió mucho después del  comienzo de todo

Mi verdadero nombre poca importancia tiene ahora, tan poca que ya no tiene ningún significado para mi, un rastro de mi vida pasada. No puedo decir que mi infancia sea digna de mención, ninguno de esos tediosos traumas infantiles que te convierten de mayor en un gran hijo de puta. Y qué? Hay quien no los necesita para hacer lo que hace, y yo tampoco.

Nada que destacar, excepto, una vez más, un encuentro que marcaría mis siguientes pasos. Un 1 de noviembre de 2019, día de mi décimo cumpleaños, acudí con unos amigos a los puentes de Praga, mi ciudad natal. Pero el paseo fue interrumpido por unos idiotas del mismo colegio unos años mayores. La pelea se saldó con unas cuantas narices partidas y la huida del resto de mis cobardes compañeros, ya que ninguno intentó ayudarme cuando esos brutos me arrojaron al río. Para mi sorpresa, cuando ya comenzaba a hundirme, una fuerza invisible me saco del agua. Parecía cosa de magia

Y así era. Entre toses, cuando por fin levante la cabeza, vi  a un par de chicos más o menos de mi edad. Una muchacha de ojos grises que sostenía en la mano una pequeña vara de madera se agacho a mi lado, preguntándome si estaba bien, mientras lo yo lo único que pensaba era cómo demonios me habían sacado del río, en cuestión de apenas dos segundos.

- No deberías haberlo hecho, sabes que va contra las reglas- cuchicheaba nervioso el otro chico, mirando hacia todas partes como si temiese ser visto, mientras ella suspiraba como aburrida


- Si se te ocurre una manera mejor para sacar a alguien que se está ahogando…- protestó ella, ayudándome a levantarme mientras yo sólo podía poner cara de tonto al no enterarme de nada, murmurando un torpe gracias

Lejos de hacer caso al chico, utilizó de nuevo aquella pequeña vara que llevaba en la mano, secando así mis ropas con un movimiento. Perplejo y antes de que pudiese preguntar nada me quedé allí solo, a causa del enfado del que luego supe era su hermano mayor, que se la llevo cogida de un brazo gritándole cosas como amenazas.

Habría pensado que aquello debía ser fruto de alguna alucinación por golpe en la cabeza de no ser porque semanas después volví a encontrarme con ella en una de las calles de la ciudad. Esta vez no pensaba quedarme con la duda, así que corrí hasta donde estaba y le pregunté lo que no pude hacer aquel día. La respuesta de que era una bruja me hizo pensar que me quería tomar el pelo, teniendo que tragarme mis palabras de incredulidad y mi risa inicial cuando sus demostraciones en uno de los callejones de la ciudad me hicieron no poder negar la evidencia.

A partir de ese día Katrina y yo comenzamos a ser amigos, prácticamente inseparables, aunque intentando que su familia no supiese que tenía un muggle por amigo, a pesar de que su hermano mayor tenía ciertas sospechas.

Aún puedo recordar claramente el día que en mi casa salió por la tele la noticia de la existencia de la magia. La noticia había salido hacia unos meses en las noticias inglesas, pero era ahora cuando comenzaba creerse y a generar miedo y desconfianza por todos los países, alguno de ellos incluso ya se habían levantado en armas contra ellos.. Horas dedicadas a esas noticias y reportajes, días, semanas, mientras la tensión y el terror a los magos iba en aumento. La actitud de mis padres me ponía de mal humor, criticando y hablando de aquello que no sabían tan sólo porque era desconocido

“no tenéis ni idea” – pensaba mientras me escabullía del salón para no tener que escuchar lo que mis padres decían, temiendo que pasase aquí también lo que empezaba a pasar en otros países.  

Cinco años habían pasado desde aquel momento, y para entonces nosotros ya éramos más que amigos, aunque procurábamos que nadie lo supiese . La situación en el país era cada vez más tensa, hasta que finalmente estalló la guerra pura y dura. Persecuciones de magos algunas encubiertas y otras no tanto se alternaban con asesinatos de muggles casi diarios. Una noche de verano de ese mismo año, temiendo que la siguiente pudiera ser ella, me atreví a ir a su casa a pesar de sus advertencias. Tan sólo quería huir, alejarme de allí con ella sin dar explicaciones, sin que nadie nos viese. Pero nuestra escapada fue vista por alguien más.

Su hermano, que había estado sospechando que nos veíamos a escondidas, nos siguió aquella noche. Nuestros rápidos pasos resonaban por las mojadas calles de Praga, ya seguros de poder marcharnos lejos de allí, cuando un hechizo pasó casi rozándonos:

- ¡Katrina! Escúchame bien porque no te lo voy a repetir. Vuelve conmigo a casa ahora y no le diré nada a padre. Deja de hacer estupideces…no puedes irte con un muggle, te perseguirán.- su voz intentaba sonar firme, pero en lugar de eso sólo conseguía sonar temblorosa y preocupada


- Lo siento….pero no puedo quedarme con vosotros. No voy a esperar a estar atrapada de verdad en vuestro juego- ella apretó mi mano a la vez que se ponía delante de mí, manteniéndose serena antes su hermano mayor.

Había hablado, y por su expresión de determinación a él le había quedado claro que no iba a convencerla hablando. El miedo que anteriormente había mostrado pareció tornarse en rabia por el desplante de su hermana, alzando la varita y haciendo que sonase un chasquido entre los dos, empujándonos a cada uno hacia un lado.

No iba a dejar que nos fuésemos así como así, y el enfrentamiento que había evitado a  toda costa hasta ahora dejo de importarme al verla a ella tirada en el suelo, temiendo lo peor. En aquel momento no pensé, simplemente me lancé contra él enfurecido, tirándolo contra el suelo y golpeándole con los puños en la cara una y otra vez, hasta que me llene los nudillos de sangre, pero el siguiente de sus trucos me mando en cuestión de segundos a dar con todos mis huesos contra una de las farolas de la calle, cayendo bajo la fúnebre luz que arrojaba, aturdido y viendo como se acercaba su borrosa figura.

Apenas pude entender las palabras que decía, pero sus intenciones de hacerme desaparecer estaban más que claras. Todavía intentando levantarme del suelo y cuando lo tenía lo suficientemente cerca le propiné una fuerte patada para alejarlo unos cuantos metros…los suficientes para que cayese frente al tranvía que se lo llevo por delante, mientras lo único que podía hacer yo es ver pasar los vagones a toda velocidad con el corazón golpeándome en el pecho con fuerza. Corrí como alma que lleva el diablo hacia donde estaba ella, dándole la vuelta  y respirando aliviado. Respiraba. Sin tiempo para nada más la cargué y huí del lugar.

Contarle lo sucedido con su hermano no fue sencillo, pero lo comprendió y aceptó como pudo. Nos perdimos en un pequeño pueblo lejos de la capital, un lugar en el que nadie preguntaba quién eras ni de dónde venías, un lugar en el que pudimos estar tranquilos durante unos meses hasta que llegaron a la aldea unos caza recompensas enviados por su familia en nuestra búsqueda. A partir de entonces tuvimos que viajar constantemente, sin permanecer mas de unos días en el mismo sitio. Su familia tenia recursos y obsesión suficientes como para continuar con la búsqueda el tiempo que fuese necesario.  Cambiar de nombres se hizo necesario para seguir con el viaje, y así lo hicimos una noche después de haber llegado hasta Alemania, sentados en el puente sobre el Río Rhin:


- ¿Tú crees que eso de los nombres servirá para algo? Creo que deberíamos irnos mas lejos aún, ya llevan casi un año siguiéndonos, no van a parar hasta que den contigo


- Y también contigo…en mi familia son muy vengativos, querrán hacerte pagar por lo de mi hermano…- musitó ella con la mirada perdida  en el negro caudal que discurría bajo nosotros, permaneciendo ambos en silencio bastantes minutos hasta que volvió a hablarme, esta vez dándome un pequeño golpe en el hombro, sonriendo- Y mi idea de usar otros nombres si vale, he pensado en uno ahora mismo. Imram.


- Es un nombre un poco extraño- protesté poniendo cara rara porque no me convencía demasiado, inquiriendo- De dónde lo has sacado?


- Se me acaba de ocurrir, viendo esas barcas navegar por el río- explicó ella, encogiéndose de hombros, continuando al ver que yo seguía con cara de no entender nada- Imram era un navegante, el navegante de un poema de hace siglos. Es una leyenda, pero dicen que era mago y que realmente  existió y fue el primer europeo que atravesó el océano… También dicen que zarpó con el propósito de encontrar el Paraíso. Tú aún lo buscas, ¿verdad?

Sostuve su mirada unos segundos, su  pregunta final había conseguido que me identificase con ese nombre, siempre viajando, siempre buscando algún lugar mejor.

- Lo buscamos- fue lo último que respondí antes de besarla, tomando a partir de ese momento el nombre que llevo.

Así continuamos viajando durante un año más, el que puedo contar como el mejor de mi existencia a pesar de estar huyendo constantemente.  Pero es bien sabido que no lo bueno ni lo malo dura eternamente. Habíamos puesto rumbo a Italia, donde el dominio muggle iba en aumento.

Ella estaba dispuesta a una vida sin magia, cansada después de tres años de buscar un lugar en el que vivir lo más lejos posible de la guerra y de la persecución de su familia. Estábamos a punto de cruzar la frontera, cuando un grupo de aurores nos cayó encima. Alguien en el último pueblo nos había delatado y los había puesto sobre antecedentes.  Tan interesados estaban con la recompensa como lo estaba uno de ellos con vengarse. Se adelantó al resto del grupo, bajándose la capucha de la capa negra que llevaba  y mostrando un rostro deforme y mutilado, al igual que una de sus manos, hechas de metal, que posiblemente fuese del mismo material que su pierna a juzgar por el sonido.

- ¿No te acuerdas de mi?- preguntó de modo lúgubre, mirando con sólo uno de sus ojos, pues el otro parecía no valer – ¡¿No recuerdas a tu hermano, a tu familia?! ¡¡Tu familia a la que repudiaste completamente por irte con uno de esos muggles!!- gritó esta vez, y entonces me estremecí al comprender quién era.

Ella se había quedado completamente pálida, al tiempo que lo que antes había sido su hermano mayor ordenase al resto de aurores que la apresasen, haciendo lo mismo conmigo, forcejeando con impotencia por intentar soltarnos. Todo sucedió muy rápido, la separaron de mí, llevándola al lado de su hermano, obligándola a que viera como me torturaban con una de esas maldiciones que ellos llamaban imperdonables, escuchando los sollozos de ella de modo distante entre punzadas de dolor. Finalmente me agarraron de la cabeza, echándomela hacia atrás con fuerza, empujándola a ella delante, temiendo en ese instante que la asesinaran delante de mí:

- Mírala…si…¡mírala por última vez! ¿Sabes cuál es el castigo por atreverte a poner tus ojos en una bruja? ¡Perderlos!

Fue la visión de su cara angustiada lo último que recuerdo haber visto antes de que mi mundo se volviese negro, antes de que sus hechizos hicieran sangrar mis ojos, antes de escuchar su voz una última vez gritando de modo desgarrador el nombre que me había puesto. Después ya no vi más.

Realmente no sé por qué no morí ese día, ni el motivo por el que sobreviví. Quizá consideraron un mayor castigo dejarme así, o quizá hubo algo que me salvó. No recuerdo ni cuando recuperé el conocimiento, ni dónde estaba, ni qué paso después. Puede que transcurriesen varios meses, tal vez un año, pero como ya he dicho al principio…sólo era un fantasma, un ente vacío, hasta que…

- ¡Eh! ¿Te llevamos a alguna parte?

Siempre es más fácil soportar las cargas del pasado cuando son compartidas, pero más cuando esas personas son gente capaz de sacarte de uno de esos agujeros como en el que estaba.

    Y esto ya no es ni el final, ni el principio de mi historia…




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