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Es un claro en medio de un bosque con la entrada a una cueva con una salida secreta al río Támesis. Hay siete manadas de lobos normales que fueron encantados para recorrer toda la zona y no permitir que nadie, sin permiso del Alpha, pueda pasar. Están unidos mentalmente con el Alpha lycan todo el tiempo.
Alpha: Hades Pyro
Alpha: Hades Pyro
- Clan de la Luna Roja (Información):
- Grupo separatista que apoya la creación por la fuerza de nuevos licántropos. No les importa que se sepa de ellos, incluso aunque se hable mal del clan, lo importante es darse a conocer. Aborrecen tanto al Ministerio por haberlos usado y marcado con una L, como a los soldados muggles por los fusilamientos de licántropos con balas de plata. Tampoco están a favor de la Resistencia, piensan que la única solución es responder con un buen ataque en contra de los grupos anteriores. Son territoriales, les gusta ser lo que son, defienden el modo de vida de los licántropos a la antigua, sin matalobos. Apuestan por no esconderse ni huir, que sobrevivan los humanos más fuertes si pueden, porque serán merecedores de ser convertidos por ellos. Tienen una jerarquía interna muy marcada, con un líder como lobo Alpha. Los nuevos, tras pasar una prueba para entrar al clan, comenzarán con rango Omega, para ir aumentando en rango conforme se lo ganen. La primera prueba a pasar es la "prueba de sangre".
- Más información:
- En la cercania al "castillo" hay un prado circular en el que se realizan las reuniones y donde todos se juntan de noche, con un asiento especial para el Alpha:
En un lugar secreto, hay una entrada a una cueva que lleva hasta el río Támesis:
Hades Pyro
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Finalmente tras la luna llena, y el encuentro con Lykaios, y un día de caminata llego por fin a mi hogar. En el centro de un bosque espeso, habitado solo por pequeños seres y alguna que otra criatura valiente se encontraba la casa de mi Clan. Había llegado a él buscando refugio para Lore mientras daba a luz. Y nos quedamos un tiempo al ver lo comodos que estabamos. Rodeados de lycans, gente que te entiende, que sabe cuando alejarse y cuando acercarse. Hermanos de sangre. Hermanos de la luna, y lo mejor, tenian los mismos ideales que yo.
Sabía que seguramente Lorelai se iría de allí si no fuera por mí. A pesar de lo bien que se llevará con los demás, ella era una pacifista, convertida por mí, para mi placer y entretenimiento. Y ahora, era mi pareja, de por vida, la madre de mi camada. Esos 5 cachorritos que corrían de una parte para otra y volvían locos a todos.
Tan comodos estuvimos, que lo convertimos en nuestro hogar. Hicimos lo que debíamos hacer y nos convertimos en sus omegas. Puaj, la misma palabra me asquea. No duró mucho claro. Mediante mis habilidades para conseguir lo que quería, y otras veces mediante la fuerza fui ascendiendo en las categorías internas, hasta que un día, me di cuenta que el Alpha ya estaba demasiado viejo, demasiado cauteloso, demasiado débil. No fisicamente claro, cuando lo rete a duelo fue una batalla sin igual, pero soy un Pyro. No hay contrincante que debilite el corazón de un Pyro.
Ahora, como su alfa, regreso tras la primer luna llena que tengo en total libertad desde que nacieron los cachorros. Un poco magullado, con golpes que ya están casi curados y muchos cortes que necesitan atención. La cabeza aún me duele, y mi pierna no termina de soldarse. Pero sonriío. Los otros quedaron peor.
Una vez llego voy directo hacia mi lugar de alfa, y hablo en voz alta.
-Tráiganme a Lorelai... -
"Quiero sus manos sobre mí ahora mismo."
Sabía que seguramente Lorelai se iría de allí si no fuera por mí. A pesar de lo bien que se llevará con los demás, ella era una pacifista, convertida por mí, para mi placer y entretenimiento. Y ahora, era mi pareja, de por vida, la madre de mi camada. Esos 5 cachorritos que corrían de una parte para otra y volvían locos a todos.
Tan comodos estuvimos, que lo convertimos en nuestro hogar. Hicimos lo que debíamos hacer y nos convertimos en sus omegas. Puaj, la misma palabra me asquea. No duró mucho claro. Mediante mis habilidades para conseguir lo que quería, y otras veces mediante la fuerza fui ascendiendo en las categorías internas, hasta que un día, me di cuenta que el Alpha ya estaba demasiado viejo, demasiado cauteloso, demasiado débil. No fisicamente claro, cuando lo rete a duelo fue una batalla sin igual, pero soy un Pyro. No hay contrincante que debilite el corazón de un Pyro.
Ahora, como su alfa, regreso tras la primer luna llena que tengo en total libertad desde que nacieron los cachorros. Un poco magullado, con golpes que ya están casi curados y muchos cortes que necesitan atención. La cabeza aún me duele, y mi pierna no termina de soldarse. Pero sonriío. Los otros quedaron peor.
Una vez llego voy directo hacia mi lugar de alfa, y hablo en voz alta.
-Tráiganme a Lorelai... -
"Quiero sus manos sobre mí ahora mismo."
Lorelai Evans Scalovix
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Desde que había vuelto de mi infructuosa búsqueda estaba ansiosa y nerviosa, era la primera vez que Hades se desataba desde que los cachorros habían nacido. Los bebés me distraían y requerían atención, obvio, pero en el fondo seguía preocupada por él. Ahora mismo los cachorros estaban durmiendo, después de ser alimentados, y yo lograba dormir una siesta como los Dioses mandaban.
No obstante, una de las omegas del clan termina llamando mi atención, sacandome del sueño para avisarme que Hades había vuelto. La dejo con los cachorros y voy directo hasta donde está mi esposo, observándolo imponente en su sitio. Pero también mi vista ve los cortes y las magulladuras, las heridas y ruedo la vista. Sí, había peleado. Pero así era él...-
-¿Te divertiste?-
Le pregunté subiendome a sus piernas con facilidad, sentandome en su regazo mientras le paso una mano acariciandole la barbilla. De cerca se veía peor, pero ya era costumbre. Era normal que después de cada luna llena, la que quedara sin energía vital fuera yo de tantas curas que le hacía. Sí es que aceptaba.
-¿Quieres que te cure?-
No obstante, una de las omegas del clan termina llamando mi atención, sacandome del sueño para avisarme que Hades había vuelto. La dejo con los cachorros y voy directo hasta donde está mi esposo, observándolo imponente en su sitio. Pero también mi vista ve los cortes y las magulladuras, las heridas y ruedo la vista. Sí, había peleado. Pero así era él...-
-¿Te divertiste?-
Le pregunté subiendome a sus piernas con facilidad, sentandome en su regazo mientras le paso una mano acariciandole la barbilla. De cerca se veía peor, pero ya era costumbre. Era normal que después de cada luna llena, la que quedara sin energía vital fuera yo de tantas curas que le hacía. Sí es que aceptaba.
-¿Quieres que te cure?-
Hades Pyro
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Tras unos segundos ella llega a mí, brillando como siempre y con su rostro de no entenderme mucho. Ella es así. No me entiende, pero me ama. Lo sé, lo he comprobado en varias ocasiones. Por eso es la única persona en quien confío. Aunque sea muy celoso, y ande con ojo avizor sobre todo ser masculino en la faz de la tierra, pondría mi vida en su mano en cualquier momento.
-Y mucho. Traeré un visitante dentro de poco. Para que nos conozca. –
Me acomodo en mi lugar, cómodo, con mi mujer en mis piernas y mi clan a mi alrededor.
-Solo la pierna, se está soldando, pero siento que lo está haciendo mal. Échale un vistazo, lo demás está bien, en mayor parte es la sangre de los otros… -
Le digo echando una risa al final de la oración. En parte era verdad, Lykaios y yo habíamos mezclado nuestras sangres como humanos y como licántropos, estaba bañado en ella, pero solo una parte era mía.
-Donde… ¿Dónde están los cachorros?-
-Y mucho. Traeré un visitante dentro de poco. Para que nos conozca. –
Me acomodo en mi lugar, cómodo, con mi mujer en mis piernas y mi clan a mi alrededor.
-Solo la pierna, se está soldando, pero siento que lo está haciendo mal. Échale un vistazo, lo demás está bien, en mayor parte es la sangre de los otros… -
Le digo echando una risa al final de la oración. En parte era verdad, Lykaios y yo habíamos mezclado nuestras sangres como humanos y como licántropos, estaba bañado en ella, pero solo una parte era mía.
-Donde… ¿Dónde están los cachorros?-
Lorelai Evans Scalovix
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-¿Un visitante? ¿Alguien está interesado en el clan?
Esa pregunta le sonó mal hasta a ella. Bajo la vista un poco pensando en que sí, sí que había mucha gente parecida a Hades. Estaba rodeada de ellos en este momento pero aún así le costaba entenderlos, identificarlos y vivir con ellos.
-Avísame con algo de tiempo...-
Murmuro alzando la vista con una sonrisa hasta que me menciona aquello de la pierna. Me bajo de él y me agacho percibiendo cual es la pierna de la que me está hablando, por ello pongo mis manos ahí y cierro los ojos. Pronto una luz blanca empieza a emanar de mis manos, no es fría ni cálida, tiene una temperatura templada que apenas se siente. Eso dura un par de minutos en los que empiezo a sentirme cansada y tiesa.
-Creo...Creo que ya está.
Me incorporo lentamente, sintiendo más cansancio de pronto, y agarrándome de uno de los brazos de la silla, vuelvo a apoyarme en él pero no a subirme en sus piernas.
-Umm... Durmiendo. Acababan de comer. Estuvieron muy... inquietos. Creo que te extrañaban
Esa pregunta le sonó mal hasta a ella. Bajo la vista un poco pensando en que sí, sí que había mucha gente parecida a Hades. Estaba rodeada de ellos en este momento pero aún así le costaba entenderlos, identificarlos y vivir con ellos.
-Avísame con algo de tiempo...-
Murmuro alzando la vista con una sonrisa hasta que me menciona aquello de la pierna. Me bajo de él y me agacho percibiendo cual es la pierna de la que me está hablando, por ello pongo mis manos ahí y cierro los ojos. Pronto una luz blanca empieza a emanar de mis manos, no es fría ni cálida, tiene una temperatura templada que apenas se siente. Eso dura un par de minutos en los que empiezo a sentirme cansada y tiesa.
-Creo...Creo que ya está.
Me incorporo lentamente, sintiendo más cansancio de pronto, y agarrándome de uno de los brazos de la silla, vuelvo a apoyarme en él pero no a subirme en sus piernas.
-Umm... Durmiendo. Acababan de comer. Estuvieron muy... inquietos. Creo que te extrañaban
Hades Pyro
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-Veremos. Tuvimos un encuentro bajo la luna, y otro tras la luna… Luchó bien, pero está demasiado comprometido con unos humanos… nada que no se pueda arreglar-
Dejo que me cure la pierna y cuadno termina la sujeto del hombro. Gasta mucha energía cuando hace eso, por lo que la tomo de la cintura y me la siento en mis piernas desnuda para que no se caiga.
-No te preocupes, lo dejaré curarse bien y descansar antes de traerlo. Es posible que lo hubiera hecho enfurecer un poco… jaja-
Una risa sincera cruza mi garganta hasta el aire libre, y al escucharme un par de omegas lamebotas se ríen conmigo.
-Luego los iré a ver. Están con Alini ¿no?-
“Quiero saber que siempre están con alguien de confianza”
-¿Qué es?-
Le pregunto a Lorelai tomando su rostro y haciéndola verme. Estaba demasiado… alejada. Demasiado seca. Estaba enfadada o preocupada, y siempre hablábamos directamente, por eso le pregunte.
Dejo que me cure la pierna y cuadno termina la sujeto del hombro. Gasta mucha energía cuando hace eso, por lo que la tomo de la cintura y me la siento en mis piernas desnuda para que no se caiga.
-No te preocupes, lo dejaré curarse bien y descansar antes de traerlo. Es posible que lo hubiera hecho enfurecer un poco… jaja-
Una risa sincera cruza mi garganta hasta el aire libre, y al escucharme un par de omegas lamebotas se ríen conmigo.
-Luego los iré a ver. Están con Alini ¿no?-
“Quiero saber que siempre están con alguien de confianza”
-¿Qué es?-
Le pregunto a Lorelai tomando su rostro y haciéndola verme. Estaba demasiado… alejada. Demasiado seca. Estaba enfadada o preocupada, y siempre hablábamos directamente, por eso le pregunte.
Lorelai Evans Scalovix
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Las palabras "comprometido" con humanos hizo que Lorelai alzara las cejas algo sorprendida, era raro que Hades se fijara en gente demasiado unida a su lado humano pero algo habrá tenido aquel lobo para llamar su atención. Cuando me sube a sus piernas apoto mi cabeza en su hombro, refugiandome en sus brazos y cerrando los ojos. Si antes necesitaba la siesta, ahora mucho más.
-Eso no es raro-
Le comento con una sonrisa cuando él se rie al decir que lo hizo enfurecer. Era una cosa normal en él despertar ese tipo de pasiones.
-Sí, fue a despertarme y le pedí que se quedara con ellos.
Alcé la vista hacia él cuando me preguntó que era y después moví los hombros hacia arriba. Le mantuve la mirada antes de tensar los labios en una mueca.
-Estaba preocupada. No sólo es la primera noche que eres libre, yo también...Aparte fui a als colinas a buscarte y me encontré con dos personas algo extrañas. Una rubia y otro peliblanco que recientemente había quedado huérfano. Fue...Fue un encuentro extraño que me dejó revuelto el estómago.
No podía olvidar como se había mareado en el intante en el que me había alejado, como si alguien lo hubiese provocado pero después me había recompuesto. La rubia esa era extraña. Y él también. Solté un suspiro.
-Es eso nada más.
-Eso no es raro-
Le comento con una sonrisa cuando él se rie al decir que lo hizo enfurecer. Era una cosa normal en él despertar ese tipo de pasiones.
-Sí, fue a despertarme y le pedí que se quedara con ellos.
Alcé la vista hacia él cuando me preguntó que era y después moví los hombros hacia arriba. Le mantuve la mirada antes de tensar los labios en una mueca.
-Estaba preocupada. No sólo es la primera noche que eres libre, yo también...Aparte fui a als colinas a buscarte y me encontré con dos personas algo extrañas. Una rubia y otro peliblanco que recientemente había quedado huérfano. Fue...Fue un encuentro extraño que me dejó revuelto el estómago.
No podía olvidar como se había mareado en el intante en el que me había alejado, como si alguien lo hubiese provocado pero después me había recompuesto. La rubia esa era extraña. Y él también. Solté un suspiro.
-Es eso nada más.
Hades Pyro
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-Bien. Esperaré a que despierten entonces.-
Confío en poca gente. Alini es una. Tenga mis propias razones, varias, para confiar en que están a salvo con ella. Por un lado, ella sabe que es preferible morir a ganarse mi odio por algo como que mis hijos sean heridos.
Las palabras de Lorelai me producen un poco de malestar. Creía haber limpiado ya estas tierras. Tras tanto tiempo encargándome, seguían llegando seres sin mi permiso a mi hogar.
-¿En las colinas? Tendré que encargarme de eso. No quiero más seres por estas tierras. Son nuestras, es necesario que todo ser vivo comprenda eso, y nos tema-
Escucho un par de voces de acuerdo a mi afirmación. Los lycan que nos rodeaban escuchaban cada palabra que hablábamos. Por eso las charlas importantes las dejábamos para otro momento.
-No hay nada de que preocuparse, nos crearé un hogar lo suficientemente grande como para vivir en paz por siempre-
“Bueno… “paz”, seguiremos defendiéndolo claro está”
-Lo suficientemente fuerte para que nadie se acerque, y tan poderoso para que los cachorros puedan elegir su forma sin estar atrapado en una en particular.-
Toque el punto sensible de los últimos tiempos. La razón por la cual estábamos aquí y hacíamos todo esto en vez de vivir solos y felices en algún bosque aislado del mundo.
Confío en poca gente. Alini es una. Tenga mis propias razones, varias, para confiar en que están a salvo con ella. Por un lado, ella sabe que es preferible morir a ganarse mi odio por algo como que mis hijos sean heridos.
Las palabras de Lorelai me producen un poco de malestar. Creía haber limpiado ya estas tierras. Tras tanto tiempo encargándome, seguían llegando seres sin mi permiso a mi hogar.
-¿En las colinas? Tendré que encargarme de eso. No quiero más seres por estas tierras. Son nuestras, es necesario que todo ser vivo comprenda eso, y nos tema-
Escucho un par de voces de acuerdo a mi afirmación. Los lycan que nos rodeaban escuchaban cada palabra que hablábamos. Por eso las charlas importantes las dejábamos para otro momento.
-No hay nada de que preocuparse, nos crearé un hogar lo suficientemente grande como para vivir en paz por siempre-
“Bueno… “paz”, seguiremos defendiéndolo claro está”
-Lo suficientemente fuerte para que nadie se acerque, y tan poderoso para que los cachorros puedan elegir su forma sin estar atrapado en una en particular.-
Toque el punto sensible de los últimos tiempos. La razón por la cual estábamos aquí y hacíamos todo esto en vez de vivir solos y felices en algún bosque aislado del mundo.
Lorelai Evans Scalovix
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¿Hace cuanto no dormía tan profundamente? ¿Meses? Quizás años. Desde su infancia no había podido conciliar el sueño con tanta paz. Cuando se incorporó del lecho parpadeó lentamente tratando de ubicarse donde estaba. Una de sus manos pasó por su rostro tratando de desperezarse para después apartarse el cabello de la cara. No logró hacerse... Mientras bostezaba miró alrededor echando de menos el cuerpo de Hades a su lado y se preguntó donde estaba.
Él y los pequeños.
Sonrió de lado al darse cuenta de que estaba sola y en la ausencia de ruido había encontrado la paz que necesitaba para descansar. Apreciaba que su esposo hubiese tenido la delicadeza de llevarse a los cachorros y darle un momento para sí misma. Y lo extendió, se vistió lentamente con un jean y una camisa a cuadros beige y rosa. Casi iba a atarse el pelo pero decidió dejarselo suelto con alguna trenza perdida entre sus ondas, como los llevaban los del Clan. Con cada amanecer Lorelai intentaba unirse más a ellos pero aunque la respetaban por ser esposa del alfa... Era sólo eso. La esposa del alfa. Su poca capacidad de asesinar hacia que todos renegaran de su presencia cuando no estaba Hades y lo sabía, pero no era algo que quisiera explotar ni recordar.
Se sorprendió al darse cuenta que era de noche y frunció el ceño al notar que la manada no se encontraba alrededor. A lo lejos observó el resplandor del fuego y con curiosidad avanzó por los árboles hasta allí y lo que vió...Lo que vió hizo que su garganta se desgarrara en un grito.
-¡NOOOOOO!-
Salió disparada corriendo al centro de esa hoguera.
Él y los pequeños.
Sonrió de lado al darse cuenta de que estaba sola y en la ausencia de ruido había encontrado la paz que necesitaba para descansar. Apreciaba que su esposo hubiese tenido la delicadeza de llevarse a los cachorros y darle un momento para sí misma. Y lo extendió, se vistió lentamente con un jean y una camisa a cuadros beige y rosa. Casi iba a atarse el pelo pero decidió dejarselo suelto con alguna trenza perdida entre sus ondas, como los llevaban los del Clan. Con cada amanecer Lorelai intentaba unirse más a ellos pero aunque la respetaban por ser esposa del alfa... Era sólo eso. La esposa del alfa. Su poca capacidad de asesinar hacia que todos renegaran de su presencia cuando no estaba Hades y lo sabía, pero no era algo que quisiera explotar ni recordar.
Se sorprendió al darse cuenta que era de noche y frunció el ceño al notar que la manada no se encontraba alrededor. A lo lejos observó el resplandor del fuego y con curiosidad avanzó por los árboles hasta allí y lo que vió...Lo que vió hizo que su garganta se desgarrara en un grito.
-¡NOOOOOO!-
Salió disparada corriendo al centro de esa hoguera.
Hades Pyro
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La luna llena se encontraba cerca, y el día prometido había llegado. Hace muchas lunas que Hades había oído una voz en las sombras llamándolo. Aún era nuevo en la zona cuando se perdió en medio de una cacería, lejos de su manada se encontró vagando hasta que el amanecer del siguiente día llegará y lo devolviera a su forma humana.
Ese fue un fatídico día para la gente que lo rodeaba, pues sería el fin de un cuento de hadas que jamás debió suceder. Desde ese día todas sus acciones se encaminaron hacia ese destino, aquel en el que debía cumplir con un terrible destino. Acabar con vidas inocentes, para destruir el origen del terror. Hades vio la noble causa que perseguía, y el horrible precio que debía pagar por ello.
La noche anterior había dejado listos todos los preparativos. Habían cenado como una familia feliz, y rieron como pocas veces. Casi finalizando la noche Hades drogó a Lorelai para que durmiera profundamente, ella jamás podría comprender lo importante de su tarea.
Ahora, con la luna sobre ellos, y la manada alrededor, el alfa hacía lo que debía hacer. Un pequeño cuerno plateado se encontraba junto al fuego provocando la incomodidad de todos los licántropos. Junto a este se encontraba él, llenándolo con la sangre que brotaba del cuello degollado de uno de sus cachorros.
Al acabar lo dejo delicadamente sobre el suelo, junto a los inertes cuerpos de sus hermanos, solo uno aún quedaba con vida cuando se vio interrumpido de la peor forma, su esposa estaba despierta.
-Vuelve Lorelai, te lo explicaré luego, confía en mí-
La voz sombría de Hades era una orden maldita, cargada con veneno y la magia de la muerte.
Ese fue un fatídico día para la gente que lo rodeaba, pues sería el fin de un cuento de hadas que jamás debió suceder. Desde ese día todas sus acciones se encaminaron hacia ese destino, aquel en el que debía cumplir con un terrible destino. Acabar con vidas inocentes, para destruir el origen del terror. Hades vio la noble causa que perseguía, y el horrible precio que debía pagar por ello.
La noche anterior había dejado listos todos los preparativos. Habían cenado como una familia feliz, y rieron como pocas veces. Casi finalizando la noche Hades drogó a Lorelai para que durmiera profundamente, ella jamás podría comprender lo importante de su tarea.
Ahora, con la luna sobre ellos, y la manada alrededor, el alfa hacía lo que debía hacer. Un pequeño cuerno plateado se encontraba junto al fuego provocando la incomodidad de todos los licántropos. Junto a este se encontraba él, llenándolo con la sangre que brotaba del cuello degollado de uno de sus cachorros.
Al acabar lo dejo delicadamente sobre el suelo, junto a los inertes cuerpos de sus hermanos, solo uno aún quedaba con vida cuando se vio interrumpido de la peor forma, su esposa estaba despierta.
-Vuelve Lorelai, te lo explicaré luego, confía en mí-
La voz sombría de Hades era una orden maldita, cargada con veneno y la magia de la muerte.
Lorelai Evans Scalovix
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La torrencial voz de Hades, por primera vez en muchísimo tiempo, no le provocó miedo, ni nada. Había algo primordial en juego que estaba por encima de cualquier efecto que pudiera tener su esposo, su aura, sobre ella misma. Mientras corría sentía a su corazón latir con fuerza contra su pecho y su sien. El tiempo se le hizo mucho más lento y sintió, por un momento, que sus pies no serían suficientemente rápidos para evitar que Hades pasara el cuchillo por el cuello de su pequeño. No le dirigió palabra alguna, extendió los brazos para atrapar a su cachorro con fuerza y sólo desapareció. No iba a permitir que lo tocara una vez más. Sin huellas ni rastros, pues sabía que de salir corriendo la manada entera iría tras ella encabezada por su esposo para terminar aquella locura. Pero así... Así no había manera de que la siguiera pese a que ella misma conociera que no podría llegar demasiado lejos debido al nivel de estrés previo a la desaparición.
Hades Pyro
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El cuchillo estaba listo en la mano de Hades. Su filo brillaba con un reflejo malvado, como si la misma arma estuviera deseosa de bañarse en sangre. El pulso firme del alfa bajo hacia la garganta del último cachorro, lo que culminaría con el ritual que realizaba.
“Un corte. Limpio. Rápido.”
Pero Lorelai se puso en medio, a molestar, Hades se maldijo por no haberla drogado lo suficiente. Alzó su vista hacia ella para enfrentarla y alejarla del lugar, pero apenas vio sus ojos la joven desapareció del lugar sin más.
No le molestó, pero cuando comprendió que se había llevado con ella al cachorro, sus ojos se abrieron de par en par y la locura Pyro, que había heredado de su padre, se apoderó de él.
-¡¡CORRAAAAN, ENCUENTRENLAA!!- Su voz salió de su garganta tan fuerte que desgarraba sus músculos en su desesperación. Era la voz del lobo que gritaba a través de él. Lorelai no podía haber ido muy lejos, una desaparición desesperada como esa la debería haber llevado a algún lugar cercano. Y cuando la encontrara recuperaría a su hijo, terminaría el maldito ritual, y se encargaría de su esposa.
“Un corte. Limpio. Rápido.”
Pero Lorelai se puso en medio, a molestar, Hades se maldijo por no haberla drogado lo suficiente. Alzó su vista hacia ella para enfrentarla y alejarla del lugar, pero apenas vio sus ojos la joven desapareció del lugar sin más.
No le molestó, pero cuando comprendió que se había llevado con ella al cachorro, sus ojos se abrieron de par en par y la locura Pyro, que había heredado de su padre, se apoderó de él.
-¡¡CORRAAAAN, ENCUENTRENLAA!!- Su voz salió de su garganta tan fuerte que desgarraba sus músculos en su desesperación. Era la voz del lobo que gritaba a través de él. Lorelai no podía haber ido muy lejos, una desaparición desesperada como esa la debería haber llevado a algún lugar cercano. Y cuando la encontrara recuperaría a su hijo, terminaría el maldito ritual, y se encargaría de su esposa.
Aprieto la mandíbula cuando menciona que aún tengo secuelas del Torneo pero me relajo y le dirijo la mirada cuando accede a llevarme donde hay armas. Una sonrisa de lado aprece en mi rostro cuando menciona que es más de usar los puños.
-Si, lo recuerdo.- Del Torneo, al fin y al cabo, conseguí buena parte de lo que había ido a buscar, así que estoy satisfecha al respecto. La sonrisa se amplía cuando me pide que no lo vaya diciendo por ahí y yo y los miembros de mi clan lo seguimos a la herrería. Mientras buscábamos buenas armas, lo noto disperso, aunque también puede ser que no le interesen para nada estos objetos. Allí me elijo una daga de plata, tras probar su balance en mi mano, y un puño americano. Luego nos desaparecemos de la isla y aparecemos en mi hogar. El tirón de la desaparición me sigue resultando incómodo, pero se siente bien volver a casa.
Los miembros beta se nos adelantan y van a través de la hierba del bosque hasta llegar con nuestra gente dejándonos solos un momento, oportunidad que aprovecho para mirar de frente al licántropo, observar sus grandes dimensiones, sus musculosas piernas, la tela que lleva atada a la cintura y que tapa sus genitales no me llama demasiado la atención ya que muchos del clan llevan taparrabos, otros llevan pantalones, pero si es cierto que en él parece una invitación a ver lo que oculta. También paso la mirada por sus abdominales, su amplio pecho peludo, sus brazos, su fuerte mandíbula. Sí, definitivamente es un muy buen espécimen y es una suerte, ya que hace casi cuatro años que tuve la última camada y al verlo en un entorno que me es familiar, como lo es el bosque, comienzo a sentirme en celo.
-Necesitarás tener la mente en blanco para seguir con esto.- Le digo a modo de consejo pero con tintes autoritarios.
-¿Quieres decirme qué piensas? Eso puede ayudar a relajarnos.- Supuse. Estoy pensando en voz alta.
-¿Hay problemas con Los Hijos de Fenrir?-
-Si, lo recuerdo.- Del Torneo, al fin y al cabo, conseguí buena parte de lo que había ido a buscar, así que estoy satisfecha al respecto. La sonrisa se amplía cuando me pide que no lo vaya diciendo por ahí y yo y los miembros de mi clan lo seguimos a la herrería. Mientras buscábamos buenas armas, lo noto disperso, aunque también puede ser que no le interesen para nada estos objetos. Allí me elijo una daga de plata, tras probar su balance en mi mano, y un puño americano. Luego nos desaparecemos de la isla y aparecemos en mi hogar. El tirón de la desaparición me sigue resultando incómodo, pero se siente bien volver a casa.
Los miembros beta se nos adelantan y van a través de la hierba del bosque hasta llegar con nuestra gente dejándonos solos un momento, oportunidad que aprovecho para mirar de frente al licántropo, observar sus grandes dimensiones, sus musculosas piernas, la tela que lleva atada a la cintura y que tapa sus genitales no me llama demasiado la atención ya que muchos del clan llevan taparrabos, otros llevan pantalones, pero si es cierto que en él parece una invitación a ver lo que oculta. También paso la mirada por sus abdominales, su amplio pecho peludo, sus brazos, su fuerte mandíbula. Sí, definitivamente es un muy buen espécimen y es una suerte, ya que hace casi cuatro años que tuve la última camada y al verlo en un entorno que me es familiar, como lo es el bosque, comienzo a sentirme en celo.
-Necesitarás tener la mente en blanco para seguir con esto.- Le digo a modo de consejo pero con tintes autoritarios.
-¿Quieres decirme qué piensas? Eso puede ayudar a relajarnos.- Supuse. Estoy pensando en voz alta.
-¿Hay problemas con Los Hijos de Fenrir?-
Altair Kirgyakos
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Eran pocas las veces las que había visto en su rostro una sonrisa y todo gracias a la forma de pelear de la que estaba tan orgulloso yo también. Parecía bastante satisfecha pese a las heridas, aunque cada vez se iban difuminando debido a su alta regeneración por su condición de lycan.
Estuvimos un rato en la herrería. De allí me interesaba más bien poco, así que me dediqué a pensar en todos los asuntos que me venían encima y a no dormirme de pié. Al final, después de un breve testeo de algunas armas, acaba llevándose un par de ellas. Al parecer ha cogido algunas que se alejan de la magia o de cualquier encantamiento, especialmente me fijo en la daga de plata y le muestro una mirada peligrosa, incitando a que intente apuñalarme con ella. Quizá le parezca un masoca pero me gusta que esté cansada y quería llevar al límite sus capacidades.
Nos aparecemos en su hogar y, como siempre, no hay mucha gente. Sus compañeros avanzan, pero ella se queda quieta y me advierte de algo. -Ya me gustaría dejar la mente en blanco… Pero lo intentaré solo para ver lo que me tienes preparado - Suspiro descansando los hombros por un momento, pero rápidamente vuelven a su estado de tensión de siempre. Sabía que había preparado algo, los Luna Roja eran famosos por sus brutales pero muy efectivos rituales, debido a la naturaleza de su dios - Sabes que no me gusta hablar de los Fenrir - Me callé por unos segundos, pero realmente me podía la presión de un secreto tan guardado durante toda mi existencia -Pero has de tener en cuenta que, actualmente, no puedo servir a ninguno de nuestros dioses, sin embargo, estos me observan todo el tiempo, esperando a que mueva ficha. Llevan esperando varias generaciones. - Me ahorré los detalles. No me gustaba hablar de los dioses, dado que solo mi padre y yo sabíamos el por qué de la separación de estos (y, por tanto, de la creación de ambos clanes). - Además, lo que vamos a hacer ahora tú y yo va a reequilibrar la balanza, por lo que tendré que haceros el mismo favor que ahora te ofreceré. - Le informé, no era para nada una pedida de permiso, pero me asustaba que la Luna Roja estuviese molesto por la bendición de Hati y Skoll. También me preocupaba aquella profecía que Savannah me dijo, algo me daba muy mala espina.
Concentré la poca magia que quedaba en mi cuerpo, haciendo que de mí saliese un pequeño velo de humo blanco que iba hacia el frente, juntándose y produciendo un patronus de cuerpo completo con su forma, un Nundu. -Hola, Oren. Soy Altaïr, te envío mi patronus para que sepas que Savannah, una de tus chamanas, me ha informado sobre cierta profecía. Sé que no es propio de vosotros abandonar vuestro territorio, pero quiero ofreceros cobijo en Ouroboros, allí estaréis a salvo. Podemos protegeros y algunos de tu clan sabrán como llegar, incluida la chamana, pero es posibles que tambíen vaya el clan de la Luna Roja. Además, tengo que comentarte un asunto sobre los dioses en poder. Espero que Hati y Skoll os acompañe.
-Esta oferta también va para vosotros, podéis subir a la isla en cuanto podáis. Y lo que me recuerda… - La miré de forma muy seria, casi desafiante. - De solo tener un descendiente, éste no recibirá la bendición de la luna roja, de ser más podrán elegir su camino, pero uno de ellos será el siguiente Descendiente - sentencié y aclaré, esperando su respuesta.
Estuvimos un rato en la herrería. De allí me interesaba más bien poco, así que me dediqué a pensar en todos los asuntos que me venían encima y a no dormirme de pié. Al final, después de un breve testeo de algunas armas, acaba llevándose un par de ellas. Al parecer ha cogido algunas que se alejan de la magia o de cualquier encantamiento, especialmente me fijo en la daga de plata y le muestro una mirada peligrosa, incitando a que intente apuñalarme con ella. Quizá le parezca un masoca pero me gusta que esté cansada y quería llevar al límite sus capacidades.
Nos aparecemos en su hogar y, como siempre, no hay mucha gente. Sus compañeros avanzan, pero ella se queda quieta y me advierte de algo. -Ya me gustaría dejar la mente en blanco… Pero lo intentaré solo para ver lo que me tienes preparado - Suspiro descansando los hombros por un momento, pero rápidamente vuelven a su estado de tensión de siempre. Sabía que había preparado algo, los Luna Roja eran famosos por sus brutales pero muy efectivos rituales, debido a la naturaleza de su dios - Sabes que no me gusta hablar de los Fenrir - Me callé por unos segundos, pero realmente me podía la presión de un secreto tan guardado durante toda mi existencia -Pero has de tener en cuenta que, actualmente, no puedo servir a ninguno de nuestros dioses, sin embargo, estos me observan todo el tiempo, esperando a que mueva ficha. Llevan esperando varias generaciones. - Me ahorré los detalles. No me gustaba hablar de los dioses, dado que solo mi padre y yo sabíamos el por qué de la separación de estos (y, por tanto, de la creación de ambos clanes). - Además, lo que vamos a hacer ahora tú y yo va a reequilibrar la balanza, por lo que tendré que haceros el mismo favor que ahora te ofreceré. - Le informé, no era para nada una pedida de permiso, pero me asustaba que la Luna Roja estuviese molesto por la bendición de Hati y Skoll. También me preocupaba aquella profecía que Savannah me dijo, algo me daba muy mala espina.
Concentré la poca magia que quedaba en mi cuerpo, haciendo que de mí saliese un pequeño velo de humo blanco que iba hacia el frente, juntándose y produciendo un patronus de cuerpo completo con su forma, un Nundu. -Hola, Oren. Soy Altaïr, te envío mi patronus para que sepas que Savannah, una de tus chamanas, me ha informado sobre cierta profecía. Sé que no es propio de vosotros abandonar vuestro territorio, pero quiero ofreceros cobijo en Ouroboros, allí estaréis a salvo. Podemos protegeros y algunos de tu clan sabrán como llegar, incluida la chamana, pero es posibles que tambíen vaya el clan de la Luna Roja. Además, tengo que comentarte un asunto sobre los dioses en poder. Espero que Hati y Skoll os acompañe.
-Esta oferta también va para vosotros, podéis subir a la isla en cuanto podáis. Y lo que me recuerda… - La miré de forma muy seria, casi desafiante. - De solo tener un descendiente, éste no recibirá la bendición de la luna roja, de ser más podrán elegir su camino, pero uno de ellos será el siguiente Descendiente - sentencié y aclaré, esperando su respuesta.
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- Esa mirada peligrosa me hace llevar la daga a su cuello para apoyar la hoja en su mandíbula. No tengo intenciones de matarlo, pero no puedo evitar reaccionar ante un desafío, es mi debilidad. En un lento y cuidadosamente medido movimiento, corto unos pocos pelos de su corta barba que, viendo su vello corporal, bien podrían ser de haberse afeitado hoy mismo a la mañana, para luego apartar la daga.
Le dedico una mirada enigmática cuando se refiere a lo que tengo preparado. Sé que no le gusta hablar de los Fenrir, sobre todo conmigo y cuando ellos no están presentes, recuerdo lo reacio que se mostró a llegar a algún acuerdo que muestre particular ventaja hacia mi clan en la ceremonia de inauguración del primer Torneo Fénix. Paseo la mirada por la naturaleza que nos rodea pensando en lo que me dice sobre los dioses para volver la mirada a él cuando un manto de luz aparece y se convierte en la silueta de un animal claramente feroz.
Escucho el mensaje que le envía al alpha del clan de los Hijos de Fenrir sin confiar del todo en aquel animal hecho de luz mágica y frunzo el ceño cuando deja caer la posibilidad de llevar a todo el clan de la Luna Roja a Ouroboros. Éste es nuestro hogar y la idea de tener al otro clan tan cerca me desagrada. La oferta no tiene sentido para mí, hace ya mucho tiempo que estamos establecidos aquí y nos ha ido bien, aunque pensando en el ritual que vamos a llevar a cabo es posible que podamos instalarnos una temporada en la isla. Al ver el desafío nuevamente en sus ojos me acerco decidida y ofendida hasta quedar a un palmo de distancia.
-¿Te atreves a dudar de la fertilidad de un miembro de la Luna Roja? Desde que tuve edad para fecundar no he tenido un solo parto único.- Él había visto a los cachorros de la manada en algunas reuniones de los clanes, los míos poseían un aroma muy similar al mío aunque es posible que no se haya fijado en aquel detalle. Suspiré para tranquilizarme pero mantuve la cercanía.
-Mi clan y yo estaremos presentes en su crianza, sobre todo yo, ya sea en Ouroboros o aquí y tendremos acceso a ellos siempre que queramos.- Aclaro, a su vez mirando sus ojos pardos para lo cual tengo que tener mi vista en diagonal hacia arriba cosa que me irrita y me gusta por partes iguales. La cercanía hace que su fragancia a sudor, a madera quemada y a naturaleza me envuelva, al tiempo noto más saliva en mi boca así que tengo que tragar para que no desborde.
Vuelvo a recorrer su cuerpo con la mirada recreándome en la V de su abdomen para volver mi vista a sus ojos aunque se desvían a la melena castaña en el último momento. Con una suavidad que no sabía que poseía dirijo mis dos manos a su cabellera para peinarla con no tanta suavidad ya que presiono mis cortas uñas en su cuero cabelludo. Me gusta la sensación de su pelo pasando entre mis dedos pero, cuando está a punto de escapar de mi mano, agarro sus puntas con fuerza y tiro de ellas para que lleve su cabeza hacia atrás, facilitandome así el acceso a su cuello donde apoyo mi nariz y aspiro profundamente para olerlo. A continuación paso mis labios de abajo hacia arriba por su pescuezo pasando por su nuez de adán para terminar en su mandíbula, lugar donde lo muerdo con la intención de dejar mi marca en él.
Dejo su cabello para pasar mis manos por su nuca, sus hombros, sus peludos pectorales, las duras rocas que tiene por abdominales y la V para terminar posando mis manos sobre la tela. Lo miro a los ojos con las pupilas dilatadas, la respiración pesada y deshago el nudo de la toalla. Ésta cae de mis manos descubriendolo del todo cuando veo la dimensión de su miembro viril. Me quedo mirando su falo descaradamente, comparando con anteriores experiencias y calculando las dimensiones y las capacidades de mí cuerpo. Eso va a doler. Afortunadamente, eso es lo que busco. Que el dolor le enseñe a mi cuerpo.
-No seas suave conmigo.- Le digo mirándolo a los ojos. -Iré a preparar al clan para el ritual, te haré una señal cuando tengas que entrar. Quédate aquí un momento.- Me agacho para recojer la tela y corro hasta el centro del claro. A medida que me adentro en mi hogar, un olor extraño llega a mí, el comportamiento de algunos miembros es raro pero no detengo mi camino hacia los chamanes, ellos serán los que conduzcan el ritual. Les entrego la toalla y les explico la situación momento en el que se ponen manos a la obra. Preparan un círculo de tierra ligeramente elevado delimitandolo con faroles mientras otros traen dos corazones de lobos al tiempo que otros reparten los objetos de música.
Todo el clan se reúne alrededor de los faroles dejando el centro para el encuentro carnal, donde me encuentro yo. El ritual dá inicio al compás de los tambores en un ritmo vital, vivaz, vigoroso, dinámico, fuerte. Una melodía que se interna debajo de la piel, viaja por todo el cuerpo hasta acabar en el corazón el cual comienza a latir en sintonía. Cada golpe al cuero estirado del bombo es un latido del corazón. Le hago una señal a Altaïr alzando el brazo e indicándole que se acerque. Todos los presentes dirigen sus miradas al descendiente de Licaón y le abren el paso hasta el círculo en el que yo lo estoy esperando. Aguardo a que ingrese y que se acerque a un palmo de mí, momento en el que me saco el top por la cabeza dejando mis pezones a la vista de todos sin pudor alguno, los cuales se fruncen por un viento fresco que pasa y por la excitación. Luego me quito el pantalón hasta que toda mi negra piel queda al descubierto al igual que mi corto pelo púbico.
El ritmo de mi corazón sigue el ritmo de la música. Lo siento palpitar con fuerza mientras en mi bajo vientre comienzo a sentir el cosquilleo de la anticipación y una abundante humedad entre mis piernas. El tamaño de mis tetas es pequeño al igual que mis pezones, perfecto para explorar, combatir y mantenerme en movimiento, con ropa holgada no se notan y sin ropa se ven dos pequeños montículos que manos grandes, como las de Altaïr, cubrirían por completo, pero mis pezones parecen dos lanzas señalando a Kirgyakos.
Un chamán se acerca a nosotros tendiendonos dos grandes corazones chorreantes de sangre de dos fuertes lobos recién sacrificados, uno para cada uno. Tomo el corazón y comienzo a palpar el pene del licántropo frente a mí con caricias desde los testículos hasta el glande. Tengo una sola mano disponible, pero ésta longitud requiere de cuatro. Finalmente cierro mi mano alrededor de su eje para seguir moviéndola a lo largo de toda su extensión.
-Quiero sentirte dentro mío. Quiero sentirme repleta de tí.- Murmuro con la respiración pesada entre la música. Cuando el líquido preseminal comienza a salir, lo esparzo por todo el miembro viril para lubricar mientras continúo con la masturbación cambiando de ritmo según me parezca conveniente y girando la mano. Sigo con la estimulación pero agrego el corazón de lobo al masaje, frotandolo en el pene y empapandolo del líquido preseminal mientras el otro órgano se mancha de sangre. A su vez alzo una de mis piernas para dejar expuesta la carne rosada, caliente, mojada y el montículo de nervios hinchado por la excitación a la vista de Altaïr y lo animo a que me masturbe y unte el corazón en mis jugos.
Cuando los corazones se encuentran embadurnados de nuestras secreciones, lo siguiente es darles un bocado así que abro mi boca todo lo que puedo y cierro mis dientes en la carne viscosa y llena de nervios para arrancar un gran pedazo de carne con fuerza llenando mi boca de sangre. Le devuelvo al chamán, que continúa estando a nuestro lado, el corazón mientras intento masticar la carne cruda, pero tardo mucho tiempo así que trago el trozo casi entero al cual le cuesta pasar por mi garganta pero lo logra a pesar de todo. El guía espiritual se retira cuando tiene devuelta los dos corazones mordidos para encontrarnos nosotros dos solos dentro del círculo. En mi boca abunda el sabor metálico de la sangre y el sabor salado de Altaïr.
-Conmigo puedes dejar ir todo tu instinto salvaje. Yo puedo con él. Yo lo quiero. Dámelo. Lo quiero todo.- Le digo agitada, casi hipnotizada por el ritmo de la música. Me coloco de espaldas al descendiente de Licaón, abro las piernas y bajo mi cabeza al suelo hasta dejarla entre las piernas exponiendo los pliegues y el orificio de mi vagina que palpita al igual que mi corazón y todo mi cuerpo al ritmo del bombo. Lo miro por entre mis piernas con desafío en mis ojos negros como el carbón.
Altair Kirgyakos
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- Le mantuve la mirada cuando, con asombrosa agilidad y pulso, puso el cuchillo en mi cuello como respuesta ante mi desafío. Y seguí manteniendo la mirada mientras noto el roce del cuchillo, esperando no tener que volver al hospital, pero ella lo desliza con rapidez por la superficie de mi piel. Algunos de los pelos de mi barba cayeron lentamente tras su movimiento y me toqué el cuello para comprobar que, efectivamente, me hizo una afeitado parcial en esa zona para después rascarla.
Al ver la cara de Kiana detecté al instante una negativa ante mi ofrecimiento y posiblemente el otro clan haga lo mismo, pero seguía sin la conciencia tranquila, mi sexto sentido me decía que aquello no podía acabar bien. -Reconsidéralo, o al menos ten en cuenta esa opción si es que algo pasa. Allí tendréis un lugar al que ir temporalmente- La miré para cerciorarme de que me estaba escuchando y esperé a que asintiese aunque fuera.
-No dudo de tu fertilidad, pero quiero asegurar lo que es mío- Me acerqué aún más a ella, quedando nuestras frentes casi juntas y con mi expresión de marcar territorio. Noté como el aire de su suspiro acariciaba mi cara y relajaba sus músculos, al parecer no era yo el único en tensión y eso igualaba bastante las cosas. -Y sobre la crianza… - Medité por un instante lo que iba a decir, pese a estar seguro de saber lo que quería hacer. -Yo tenía pensado que fuese en Lamia, Grecia, con mis padres. Allí aprenderían a cazar vampiros, que es como crecí yo y allí es algo de lo que abunda bastante. Aunque también estoy abierto a ideas - Sentía que me estaba adelantando, todavía no se había producido el embarazo y ya estábamos hablando de esas cosas. Lo dejé pasar.
Ella empezó a estudiar mi cuerpo mientras yo estudio su mirada, ya le había visto desnuda aquél mediodía y me gustaba las expresiones que ponía, sabía que le gustaba mi cuerpo. Me quedé muy quieto cuando subió sus manos hacia mi melena, no tenía miedo pero tenía curiosidad por ver lo que hacía ante aquella situación, aunque yo habría empezado a follar hacía ya rato. Abrí mucho los ojos cuando tiró de mi pelo para olfatear mi cuello, lamerlo y terminar con una fuerte y fugaz mordida que disfruto brevemente con un gruñido. Sus manos recorrieron mi cuerpo, palpando mi musculoso físico y terminando por quitarme la toalla, liberando a la bestia que escondía. Al decirme que no fuese suave con ella negué lentamente con la cabeza mientras apretaba mi mandíbula, todo aquel tiempo que había estado quieto era para darle algo de oportunidad a ella de hacer algo, porque en el momento que empezásemos sería yo el que dominase la situación.
Observé cómo cogió la toalla y se fue hacia el claro. Solté todo el aire que llevaba conteniendo un rato y agarré mi polla, dura como una piedra, para empezar a masturbarla sutilmente como acto reflejo. Miré hacia el claro, observando la preparación del ritual sin saber nada de lo que tendría que hacer después hasta que empiezan a tocar unos tambores. Me acerqué con paso firme como respuesta ante la señal de Kiana, no me dió ni la más mínima vergüenza que todos me vean desnudo, pues la erección apuntaba a Kiana y eso era lo que me pasaba por la cabeza en ese momento. Ella también me señalaba con sus pechos, casi llamándome y haciendo que casi me lance a por ella de un salto, pero uno de los chamanes me ofreció un corazón antes de que pudiese hacerlo.
Volví a dejar que ella me hiciese todo mientras la miraba de forma lasciva e intentando entender de qué tenía que hacer en aquél ritual. Kiana abrió las piernas, invitando a que yo hiciese lo mismo que me había practicado ella, por lo que empecé a masturbarle léntamente, pero subiendo rápido la intensidad debido al estado de excitación en el que me encontraba. Restregué el corazón por su coño, haciendo que la sangre de este se mezclase con el de sus genitales. Ella empezó a comerse el corazón y deduje que yo debía de hacer lo mismo. Le di un bocado mucho mayor del que ha dado ella y lo mastiqué con violencia ignorando las texturas, que variaban entre cartilaginosas y viscosas, y el sabor a sangre y flujo vaginal. Pese a tener mucha más cantidad de corazón en mi boca terminé tragándolo poco antes que ella, ansioso para que llegase el momento de follármela.
No podía responder, solo soltaba gruñidos como si fuese un lobo de lo cachondo que estaba. Se puso de espaldas a mí con su mirada desafiante y, harto de contenerme, la empujé con violencia, tirándola al suelo y separando con fuerza sus piernas, estirando más de lo que su cuerpo podía para meterle la polla de golpe. Noté como su coño se abría, dejando una tensión muy fuerte que presionaba mi polla con cada metida y sacada, que se producían casi con desesperación ayudada por la sangre y nuestro fluidos íntimos. No tuve piedad de si gritaba o cualquiera se acercaba, iba a seguir así hasta que me cansase.
Pero algo raro pasó, el ritmo de la música se aceleró y con él mis embestidas, haciendo que me corriese dentro de ella durante un largo rato, pero todavía podía seguir durante los días que hiciesen falta.
- + 18:
- Asiento a su ofrecimiento para demostrar que lo entiendo y que lo tendría en cuenta. La idea de que su crianza sea tan lejos no gusta, pero no se me ocurren más alternativas de las que ya mencioné así que simplemente le mantengo la mirada para luego perderme por su cuerpo. Con solo ver su mandíbula apretada, el cosquilleo en mi bajo vientre se hace más intenso y siento la necesidad de seguir mordiendo su piel.
El ritual me sabe a otra forma de combate, uno en el que competimos por ver quién tarda más en llegar al clímax. Mi cuerpo se estremece ante el contacto del corazón, lo siento resbalar entre mis humedecidos pliegues y vibro entre leves gemidos que suenan amortiguados porque no abro los labios, en su lugar me esfuerzo en mantenerme de pié y no caer ya que siento las piernas flojas. Me dan ganas de probar sus labios cuando le dá el gran bocado al corazón para averiguar mi sabor.
Su mirada salvaje me tiene ardiendo a pesar de que corre viento frío. Pongo los brazos y las rodillas como acto reflejo al caer al suelo cuando me empuja y grito entre dientes al sentirlo dentro mío. El goce y el dolor se mezclan creando algo que me deja con los ojos dados vuelta. Me percibo repleta cuando entra, desafía los límites de mi cuerpo, el roce me hace gemir un poco más fuerte y llega un punto en el que yo me empujo hacia él buscando mi propio placer, sintiendo mi orgasmo cerca. Cuando éste se desata, me derrumbo mientras las olas de satisfacción me recorren el cuerpo desde el centro hasta las extremidades.
A su vez, él continúa bombeando dentro y fuera de mi, haciendo nuestras pieles chocar sonando húmedas. Escuchar ésto y sentirlo salvaje me reactiva justo a tiempo para recibir embestidas más aceleradas, desesperadas por encontrar la liberación que yo tanto ansiaba y que finalmente halla. Siento su miembro temblar dentro mío mientras se descarga y me llena aún más, pero no estoy satisfecha y el instinto salvaje surge en mí.
Enderezo mi torso, tiro mis brazos hacia atrás para agarrarlo de los brazos o de donde alcance para empujarlo hacia mí y pegar mi espalda a su pecho y giro mi cabeza para morder su mandíbula, los lóbulos de sus orejas, etc mientras gruño rabiosa. Quiero que me domine, pero no voy a ser dócil, espero que demuestre que puede dominarme incluso cuando permito que mi lado bestial se apodere por completo de mí.
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El miembro 'Kiana Wolfrun' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Embarazo' :
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Altair Kirgyakos
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- Las embestidas empezaron a aumentar el ritmo conforme sentía que estaba menos apretado, empezaba entrar y salir con facilidad gracias a la sangre y lo fluidos que ambos producíamos, provocando un sonido contundente al chocar nuestros cuerpos. Disfruto escuchando sus gemidos y los acompaño con los míos envueltos con gruñidos.
Ella me empuja para que nuestros cuerpos estén más juntos y me inclino sin dejar de embestirla para que mi torso toque con su espalda, resbalando nuestros cuerpos por el sudor debido a la intensidad del momento. Ella gruñe en mi oreja, provocando que yo muerda con fuerza su hombro hasta sentir el sabor de su sangre, por lo que paro, no es esa la forma en la que le quiero dominar.
Por un segundo, paro las embestidas y le di la vuelta, dejándola boca arriba sin sacar mi miembro de ella y forzando abrirle las piernas, sin importarme si le hacía daño. Le cogí con una mano las dos suyas con todas mis fuerzas mientras que con la otra le empujaba la pierna, quería que se abriese más, que todo el semén que saliese quedase dentro, inundádola, ahogándola desde dentro. Nadie se acercaba a impedir que le hiciese nada, la percusión seguía pese a todo mientras yo miraba con lujuria a Kiana sin dejar que acercase su rostro al mío. Quería disfrutar de su cara.
Perdí la noción del tiempo durante aquel ritual. No podía parar, aunque tampoco es que quisiese, hasta que algo me distrajo. La voz de Sofía sonó en el claro y paré de golpe, pero al mirar solo estaba su patronus. Su mensaje me hizo volver a la realidad, me separé de Kiana débilmente para ponerme de pie. tenía los músculos agotadísimos de tantas horas de sexo sin un respiro, pero la preocupación por mi hogar era mucho mayor. Dirigí una mirada hacia Kiana para analizarla, seguramente la vería pronto.
Y sin decir nada, desaparecí de allí.
- +18:
- Gimo con fuerza cuando siento los dientes de Altaïr rasgando la piel de mi hombro y me quejo ligeramente al sentirlo detenerse, pero me sorprendo cuando me da la vuelta y siento el frío pasto en la espalda en contraste con el calor de su pecho. Su enorme cuerpo se cierne sobre mí y me aprisiona. Me vuelvo a quejar entre dientes cuando me fuerza a abrir más las piernas ya que la elasticidad no es mi punto fuerte pero el alivio es palpable en mi expresión y gimo de placer al volver a sentirlo moverse dentro y fuera de mí.
La hambrienta mirada del hombre y la vista de su cadera empujando su miembro rítmicamente dentro mío son las gotas que rebalsan el vaso para que un segundo orgasmo se desate mientras un grito ahogado surge de mí al tiempo que mi espalda se arquea de placer. Pero él no se detiene, tampoco quiero que se detenga, no quiero que pare de hacerme suya, de estirarme, de exigirme, quiero que me marque con su esencia, que bombee todo su semen dentro mío hasta quedarse seco.
Carne golpeando contra carne, humedad, nuestros cuerpos esforzándose, moviéndose juntos. Todo es primitivo. Me retuerso debajo de él y hago un sonido bajo siempre que disminuye la velocidad, necesitada de más. Me quejo de lo bien que se sienten sus fuertes y profundos empujes, sus pelotas presionadas contra mi cuerpo mientras se entierra en mí. Lucho contra su sujeción para poder agarrarme de sus peludos bíceps. Me recreo en la vista de su paquete de seis apretando y relajándose con cada empuje que me da entre fluidos movimientos.
Me quejo cuando su pelvis deja de chocar contra la mía de repente, intento retenerlo con la pierna que no sujeta pero no tengo fuerzas por lo que se me escurre de entre las piernas. Se siente raro no tener su miembro hundido en mi hendidura, luego de esas horas ya me había acostumbrado. La transpiración me cubre con gotas gruesas mientras jadeo agotada y tendida en el suelo. No puedo sentir la entrepierna, me invaden los temblores y los muslos están extenuados pero percibo a un chamán revisando el resultado cuando Altaïr ya no esta.
El semen se desborda de mi vagina así que supongo que va a meter el dedo para empujar la semilla devuelta a mí cuerpo, pero me sorprendo cuando me encuentro con que la percusión se detuvo, todo el clan forma un círculo más apretado a mí alrededor y me dan vuelta para quedar boca abajo. Veo venir a una sacerdotisa con un cuchillo mientras me sostienen, comienzo a removerme y me cuentan lo que pasó en mi hogar mientras yo estaba en el Torneo. La furia crece en mí y resulta en explosiones mágicas descontroladas con las cuales puedo zafarme de su agarre. Levito mis cosas hasta mi, visualiso un lugar en el que pueda estar segura y me desaparezco.
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