Mansión O'Connell

Estaba tan cansada que no puede evitar echar una cabezadita en el coche de regreso a casa, una hora de camino desde la torre del EIE hasta su no muy humilde morada, al llegar el sonido de los guardias pidiendo identificación antes de entrar en los terrenos la despierta, el chófer le avisa y baja la ventanilla de atrás para que puedan identificarla con un lector de huellas dactilares, recorren el largo camino hasta la puerta principal de la mansión, el conductor se baja y le abre la puerta, saliendo del coche con parsimonia, le entrega la botella de Bourbon para que haga lo que quiera con ella -Aquí tienes, por las horas extra, luego se las cobras a imbécil de mi marido por haber llegado tarde-

Sebe las escaleras y las puertas se abren de par en par para dejarla pasar sin mover un solo dedo, las criadas ya sabían que hacer y lo que pasaba si no lo hacían correctamente, se quita los guantes y todo lo demás que lleva encima que van tomando  los del servicio mientras ella se dirige a la habitación de sus hijos, ya eran las siete de la mañana y debían  prepararse para ir a clase -¿Han desayunado ya los niños? espero que estén listos para ir a clase el mayordomo asiente con la cabeza mientras ella entra a la habitación de sus hijos, donde sus propias doncellas personales los están terminando de vestir para irse a clase -Buenos días niños, disculpad que no haya venido a cenar con vosotros, la culpa es de vuestro padre, oh! se había olvidado de vuestro recital y se lo he dicho así que seguramente os envíe algo porque no creo que se digne en venir a veros- cuando ambos niños están listos, les da un beso a cada uno, despidiéndose de ellos antes de que se suban al coche.

Sube hasta su habitación y se quita la ropa dejándola tirada en el suelo, ya la recogerían, la bañera estaba llena de agua caliente, a la temperatura exacta que a ella le gustaba, todo era perfecto, aunque esperaba que la criada nueva aprendiera a ponerle el desayuno o la mandaba a la hoguera, no estaba de humor.  Al salir del baño sale de la bañera y se pone su albornoz, se tira en la cama y mira la hora, se supone que debía ir a los campos para saber la respuesta de los tortolitos pero daba igual, ya se pasaría a medio día, puede que más tarde, hasta entonces que siguieran torturándolos, cierra los ojos y duerme plácidamente.

La luz del sol la despierta, se colaba entre los grandes ventanales y por la hora que era la posición de el mismo no acompaña, se levanta medio desnuda pues el albornoz se le había movido mientras dormía, va hasta el baño y se lava los dientes para acto seguido avisar que le lleven algo de comer a su habitación, tenía muchísima hambre y ni siquiera se fijo en que la persona que le llevaba algo de comer era la criada nueva. Comió y después se dispuso a vestirse, una blusa preciosa acompañada de una falda de tubo, perfecto para que la bata hiciera juego con su atuendo, se maquilla y perfuma como cada mañana, sale de casa y el la puerta ya la esperaba el coche, se sube y mira el reloj cuando este se pone en marcha rumbo a los campos de concentración, eran casi las dos de la tarde -Uy, que pena, creo que llego un poco tarde- sinceramente, le importaba un comino.

El regalo encargado a mi asistente está listo apenas unas horas después de que lo pidiese, así que al día siguiente de la reunión con Blair y Andreas ya tengo el encargo listo. Llamo a las sirvientas de la casa para asegurarme de que Blair no ha vuelto todavía de los campos, asegurándome también de que mis hijos hayan regresado ya de sus clases. Sólo entonces tomo un coche oficial en dirección a las afueras de Londres, seguido de una furgoneta en la que van las motos de regalo. Durante el trayecto echo una pequeña cabezada, ya que apenas había dormido un par de horas la noche anterior, entre trabajo, reuniones y demás. El coche entra en el recinto tras pasar por la seguridad de la puerta, aparcando en algún lugar de los amplios jardines. La furgoneta aparca justo detrás, para que los empleados puedan empezar a sacar los regalos.

El mayordomo acude a mi llegada, así que le pido que avise a mis hijos para que bajen. Saco un cigarro mientras espero a que salgan al jardín, empezando a impacientarme al ver que no llegan de inmediato. Acuden con cara de estar un poco enfurruñados, seguramente Blair me habrá puesto a caldo por lo de perderme su recital de piano. Intento no enfadarme con ellos porque en el fondo no tienen la culpa, y trato de dejar mis malas pulgas habituales a un lado. - Michael, Collins...os he traído un regalo. Como compensación por no haber podido asistir a la función del otro día. - en ese momento los empleados sacan el par de motos de detrás de la furgoneta, colocándolas delante de ellos. Son de las caras, un par de Harleys de la gama más alta. - Creo que ya tenéis edad para aprender a manejarlas, yo os puedo enseñar. Tuve una así a los 15. - claro que si las cogen les pondré escoltas, que seguro que los hijos del ministro son un blanco fácil y muy apetecible para los rabiosos mágicos.

- Podéis probarlas en el jardín, ya están listas para funcionar.

Después de dejar a la parejita en la enfermería se se dirigió hasta el despacho de su marido, para su sorpresa no se encontraba ahí, preguntó a la secretaria y al parecer el muy infeliz acababa de salir, hace un gesto de enfado y chasquea la lengua, ya no tenía nada que hacer ahí así que la mejor opción era volver a su casa. el trayecto no es tan largo como lo era desde londres, apenas le da tiempo a leer algún que otro artículo sobre cómo la sangre de elfo era buena para la piel “tenemos algún elfo en las celdas?” pensó mientras se iban acercando a la puerta exterior para hacer el control de seguridad.

El guardia de la puerta le había informado como siempre de la llegada de sus hijos a casa, con la hora exacta a la que habían vuelto, ni un minuto tarde, como siempre pero había un invitado especial, resulta que su marido también había llegado junto a un camión, tal y como pensaba les había llevado un regalo a modo de compensación por lo del día anterior, era tan predecible… El coche siguió hasta llegar a la casa principal dónde siempre la recibía el mayordomo pero esta vez lo hacía una de las criadas, la mira con algo de incredulidad, si el mayordomo no la recibía algo estaba pasando, mira a la criada y la interroga -A ver, desembucha, que ha traído mi marido esta vez a los niños, si venía en un camión debe ser grande, espero que no sea otro estúpido pony, ya ni le prestan atención al pobre animal y están muy grandes para subirse en él-

Cuando la criada le informa de la situación sale totalmente enfurecida hasta los jardines, escuchando el sonido de las motos que la hacían rabiar aún más, cuando ve el pelo rubio de su marido se lanza contra él de inmediato -¡PERO A TI QUE DEMONIOS TE PASA POR LA MALDITA CABEZA! Quien te crees para venir y traer a los niños esas máquinas infernales! tanta tortura y mieda mágica te ha fundido el cerebro!? Eh!? solo tienen trece años maldito irlandés de pacotilla! y no fumes delante de ellos!- le quita el cigarrillo que se estaba fumando y lo tira al suelo, estaba a punto de decirle a los dos pequeños que se bajaran de las motos pero ya era demasiado tarde, Michael le había dado al acelerar demasiado fuerte lo que provocó que la moto saliera despedida con él encima para después dirigirse hasta la pequeña cuesta en la que tenía sus magnolias, la diferencia de inclinación y la velocidad que llevaba hacen que la moto se levante y de una vuelta para acabar cayendo sobre el pobre chico que la llevaba.

La cara de terror de Blair solo puede ser superada por el grito de preocupación al ver tal escena -¡MICHAEL!- Sale corriendo con tacones y todo, le molestaban así que se los quita mientras corre a socorrer a su pequeño, empieza a llorar desesperada mientras aparta la moto como puede hasta que alguien se digna a ayudarla, examina el cuerpo del pequeño, estaba llorando por el dolor y el susto de la experiencia, lo examina como puede a pesar de tener el corazón que se le salía por la boca, se había roto el brazo, su pequeño no hacía más que sollozar y gritar por el dolor y eso la estaba poniendo aún más nerviosa, lo toma en brazos y acaricia su cabeza intentando tranquilizarlo cosa totalmente inútil -¡LLAMAD A LA AMBULANCIA! COMO TARDEN MÁS DE CINCO MINUTOS OS MANDO A TODOS A LA PUTA ARENA A QUE OS COMAN LOS LEONES!-

A los críos les cambia la cara rápidamente, se ve que les hace ilusión que les traigan un regalo de "mayores". Pienso que esta vez he acertado, y más cuando me prestan atención para que les explique cómo funciona la moto y qué tienen que hacer. Les voy diciendo cómo deben acelerar, cómo deben frenar, y lo que deben hacer antes de parar.  - Y no olvidéis poner el pie  de cabra nunca, porque si no...la moto se os caerá encima y os hará daño. Venga, ya podéis probarlas. Llegáis hasta el final de la finca y volvéis. - los animo para que empiecen a probarlas, cruzándome de brazos y asintiendo con satisfacción  sin quitarme el cigarro de la boca. Todo va bien, hasta que viene Blair gritando y alterándose como una loca, fastidiando el momento.  Descruzo los brazos para girarme hacia ella con cara de cabreo, empezando a replicarle a los gritos.

- ¿Quién me creo que soy? ¡Su padre! ¡puedo regalar a mis hijos lo que quiera, no tienes que meterte en todo! - maldigo cuando me tira el cigarro al suelo, mientras que los del servicio se van retirando poco a poco, asustados porque ya conocen nuestras peleas y que solemos cargar contra ellos después.  - Deja de quejarte Blair, siempre te parece mal cualquier cosa que haga. Con 13 años ya pueden empezar de sobra a manejar la moto, y además pronto empezaré a darles adiestramiento en defensa personal y en manejo de armas. ¡Parece que no te enteras de que estamos en guerra y que no podemos mantenerlos en una burbuja todo el tiempo! - con la discusión casi no me doy cuenta de lo que hacen los críos, mucho menos de que a Michael se le descontrola la moto en una pendiente. Intento echar a correr alarmado en cuanto veo lo que sucede, aunque la pierna mala me impide ir rápido para alcanzar a Blair. Acabo llegando hasta el lugar un poco después, cuando ella ya está agachada y gritando. Collins ha sabido frenar correctamente, y se queda asustado a varios metros, con la moto parada (y el pie de cabra puesto). En cuanto llego junto a Michael me agacho a su lado, comprobando rápidamente que se ha hecho bastante daño y por eso llora de esa manera. El hueso partido asoma por el antebrazo, y parece incluso astillado. A Blair no recuerdo verla tan asustada en mucho tiempo, la última vez fue cuando nuestros hijos tenían un año y tuvieron que ingresarlos en el hospital por una neumonía. De eso hace ya mucho tiempo, y por aquella época todavía nos "queríamos", o lo que quiera que fuese aquello.  

- Michael, hijo...tranquilo, esto no es  nada, te curarán enseguida.  - le tapo rápidamente el brazo con un pañuelo de tela para que no se lo mire por si se marea o algo, sacando de mi bolsillo un par de las pastillas que suelo llevar yo para tomarme de vez en cuando. Se las embuto en la boca para que se las tome, que al menos le calmarán el dolor. Lo de la dosis ya tal... - Con eso te dolerá menos hasta que llegue la ambulancia, traga. - no me atrevo a mover al crío del suelo por si le hago más daño en el brazo, y tampoco miro a Blair porque odio tener que darle la razón. Me lo echará en cara para siempre.  Nos quedamos con Michael intentando calmarle hasta que llega la ambulancia, que se demora por lo menos 20 minutos en llegar hasta donde estamos. Cuando por fin llegan le suben a una camilla, empezando a atenderle en la ambulancia misma, mientras nos piden que nos quedemos un poco apartados.  - Que esto no salga de aquí. - advierto en tono hostil al sanitario, que luego son muy de ir con chismes a la prensa.  - Le atenderemos en casa, ir al hospital es peligroso.

Ya no sabe qué más hacer para calmar a su pequeño, solo llora y no para de llamar a su madre diciendo que le duele mucho, lo abraza haciéndole saber que está con él, le tiemblan las manos y a pesar de tener conocimientos médicos su instinto de madre le impide hacer cualquier otra cosa, ni siquiera podía sentir enfado de la preocupación que tenía en ese momento, sólo puede mirar a Éamon con cara de “que vamos a hacer?” cuando se acerca y pone el pañuelo en el brazo del niño, el cual enseguida se mancha de sangre.

El hombre no parecía estar mucho más tranquilo que ella, en el momento que se acerca le mete algo en la boca al niño, ella reacciona inmediatamente y le aparta la mano, metiendo los dedos en esta para sacar lo que Éamon le acababa de dar -¿¡Pero que haces!? no le puedes dar nada si está así! se puede ahogar Éamon! y… qué demonios…¿¡DOS PASTILLAS!? Lo vas a matar!- tira las pastillas al suelo por suerte no se las había tragado, lo que le faltaba ya a su pobre hijo, que su padre lo drogara.

En cuanto llega la ambulancia quiere pegarle a los sanitarios por tardar tanto pero primero estaba su pequeño al cual levantan y atienden ahí mismo, se limpia las lágrimas con el dorso de la mano, de su perfecto maquillaje ya quedaba poco, tenía la blusa empapada de lágrimas, mocos y saliva, poco importaba ahora pero empezaba a calmarse, le ponen una mascarilla a michael con un poco de morfina mientras van sacando las astillas que puedan haber alrededor de la herida, Collins se acerca a ella,quiere ver lo que le hacen a su hermano, está muy asustado pues siempre han estado muy unidos, se agacha un poco y toma su carita entre sus manos -No pasa nada cariño, michael se pondrá bien, ve a tu habitación, tu padre y yo tenemos que hablar, ¿de acuerdo?- Le da un beso en la frente y el niño obedece, marchándose con una de las criadas, cuando por fin lo pierde de vista, dedica una mirada de auténtico odio hacia su marido.

Le da lo que parece ser un empujón que apenas lo mueve del sitio -¿Por qué siempre piensas que cuando te digo las cosas es por fastidiarte? ¡los problemas que tengamos entre tu y yo son una cosa pero los niños son algo distinto! ¡me da igual lo que hagas con tus monstruos de circo, pero en mi casa y con mis hijos sigues mis normas! ¡me importa una mierda que seas su padre o la puta reina de inglaterra!- entre la rabia y la angustia empieza a llorar de nuevo, dando golpes en el pecho de Éamon mientras le echa la bronca y como se atreviera a replicarle le clavaba una aguja en el ojo, sigue dándole hasta que se cansa, apoyando la cabeza en el pecho de su marido, sollozando mientras esconde su rostro para que no la vean llorar más, agarrándose a la camisa del rubio -Te odio… Te odio mucho…- el tono en el que lo dijo no reflejaba en absoluto lo que sentía, sin embargo fueron las mejores palabras que encontró en ese momento.

Mi idea de darle las pastillas al crío no es nada aceptada por Blair, que se escandaliza por eso de que le meta dos en la boca. Vale, tal vez es demasiado para un menor, pero a Michael le habría pegado tal pelotazo que dejaría de dolerle tanto la fractura. Hago una mueca de contrariedad mientras le quita las pastillas de la boca, haciendo un sonido de reproche. - A mi me funcionaron cuando lo el accidente, y con él también serviría. No tiene por qué pasarle nada. - me excuso para no quedar tan de mal padre, quedándome callado el resto del tiempo hasta que llega la ambulancia, al menos con ella. Sólo me dedico a tranquilizar al chico, aunque no se me da demasiado bien. Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con Blair y la apoyo en su idea de que Collins se vaya a su cuarto. Mejor que se distraiga a que esté aquí preocupado por su hermano. - Sí, hazle caso a tu madre. Ya te diremos más tarde cómo está Michael. - le sigo con la mirada para asegurarme de que entre en la casa, quedando a solas con Blair mientras que atienden a nuestro hijo en la ambulancia.

Desvío la mirada ante su empujón, que casi no me mueve del sitio. Ahora me siento culpable por lo que le ha pasado al muchacho, reconozco que ella tiene parte de razón por lo de no querer dejar una moto de esas en manos de un chaval de 13 años. Aunque Collins sí que la ha manejado bien, así que no sé si será buena idea quitárselas.... Lo que pretendía ser una manera de reconciliación con los críos ha teminado siendo un desastre. - Yo tampoco hice esto por fastidiarte. No tiene que ver contigo, lo hice porque pensé que les gustaría. - respondo de manera sincera, con el semblantes bastante serio. - También son mis hijos, no lo olvides- le recuerdo con tono de advertencia, sin levantar más la voz a pesar de que ella sigue gritando, hasta que rompe a llorar. No suele pasarle, pero lo que tiene que ver con los críos es su punto débil. Todos tenemos uno, o varios, y ese lo tenemos en común. Me mantengo inmóvil ante sus golpes, notando que cada vez llevan menos fuerza, hasta el punto de que acaba con la cabeza apoyada sobre mi pecho, llorando mientras se agarra a mi camisa.

No puedo seguir discutiendo con ella en este momento, por mucho que me diga esos 'te odio'. Frunzo el ceño, cerrando los ojos un instante antes de ladear la cabeza para mirarla de una vez por todas, como decidiendo una tregua. Finalmente alzo los brazos, rodeándola y estrechándola fuerte contra mí, como si eso pudiese hacer que se rindiera, o tal vez el que se ha rendido soy yo. No debería quedarme demasiado tiempo para comprobarlo, hace ya bastante tiempo desde la última vez que nos acercamos. Dejo que pasen algunos segundos más, que se hacen entre extraños por la falta de costumbre, y reconfortantes, por la proximidad a alguien con quien en su día hubo algo. - Tranquila. Michael estará bien. Llamaré para que venga a verle el mejor médico de Londres. - Finalmente deshago el abrazo me separo de ella, prefiriendo hacerlo así porque no quiero bajar más las defensas ni olvidar que esto es sólo cosa de un momento. - Ahora tengo que irme a trabajar, vendré a verle cuando despierte. Avísame si pasa cualquier cosa. - dicho esto me alejo de Blair, acercándome un momento a los de la ambulancia para ver a mi hijo, que sigue dormido. Les dejo claro que no se vayan de la casa hasta que despierte y vean todo en orden,y que lo lleven a su cuarto en cuanto lo tengan curado del todo. A continuación bajo de la ambulancia, volviendo a dirigirme a mi coche oficial sin volver a mirar atrás. En cuanto monto salimos de allí a toda velocidad, rumbo de nuevo al trabajo.

Que la apoyara con la decisión de mandar a Collins a su habitación no haría que se sintiera menos frustrada por la mala idea que había tenido sobre las motos, ni mucho menos, se empeñaba en decir que él también era su padre pero pasaba poco tiempo con ellos, los primeros años de los niños ella misma se molestaba en darles excusas y explicaciones pero a medida que iban creciendo e iban tomando conciencia sobre las cosas ya resultaba inútil. la angustia y la frustración no la dejaban pensar con claridad haciendo que sus sentimientos se apoderen de ella, dejando a la mujer fuerte e independiente de lado, dejando solo a la madre que amaba a sus hijos, el abrazo por parte de su marido la toma por sorpresa pero no lo rechaza, aunque fuera solo por el momento ese pequeño gesto dejaba claro que alguna vez se habían querido.

Cuando dice lo de llamar al mejor médico de londres se limpia de nuevo las lágrimas y lo mira con el ceño fruncido y los ojos rojos -Más te vale que venga pronto ese médico, si le queda una cicatriz a Michael te pienso echar la culpa toda la vida en las cenas de navidad y acción de gracias- cuando se separan le arregla la camisa a su marido, era ya una mala costumbre, no soportaba ver un hombre con la camisa o la corbata mal puestas, era casi como un tic nervioso o algo por el estilo, por un momento llegó a pensar que se quedaría pero tal cual había venido, se iba, otra vez, a trabajar como el adicto al trabajo que era cosa que la enfurece aún más, pero prefiere guardarlo para luego, no le dice nada más, ni le ve marchar, solo se queda ahí esperando de pie durante varias horas hasta que los de la ambulancia deciden que pueden subirlo a la habitación.

Ya era de noche cuando Michael por fin abre los ojos, ella se había quedado velando por él todo el tiempo para que lo primero que viera al despertar fuera a su madre y a su hermano que se había quedado dormido al otro lado de la cama, los de la ambulancia por fin pudieron marcharse no sin antes firmar un contrato de confidencialidad que les impidiera hablar sobre cualquier cosa que hubieran visto u oído durante las largas horas que pasaron en la casa. Durante las próximas semanas ella estaría en casa, cuidando de sus hijos hasta que pudieran volver a sus rutinas normales.

Ya habían pasado algunas semanas desde el incidente con las motos, había ordenado que las metieran en el garaje y las dejaran ahí, las habría mandado a algún desguace para que las hicieran latas de fanta pero Collins insistió en que le gustaban esas máquinas infernales a pesar de que Michael no quería volver a subirse en su vida.

Michael llevaba el brazo con escayola pero a pesar de eso volvió al colegio, decía que se aburría en casa todo el día encerrado en su habitación con la consola, este les había salido rarito y todo. Ya eran algo más de las dos de la tarde cuando los guardias de la puerta la llaman, resulta que su nuevo caniche había llegado, lo traían bien envuelto y listo para ser entrenado.

Después de autorizar al coche a entrar, baja hasta la puerta para recibir el paquete junto al mayordomo, al cual le entrega una especie de dispositivo con un botoncito. cuando bajan a Reiv del vehículo, llevaba las manos atadas y un saco negro en la cabeza, se lo quita de golpe para que la luz del sol le pique en los ojos, después de haber pasado tanto tiempo en la oscuridad seguro que le molestaba y todo -Bienvenido querido, veo que ya llevas puesto el nuevo collar, te explicaré como funciona y lo que vas a tener que hacer a partir de ahora-

Obviamente no dormiría en la casa, lo haría en la zona que había sido habilitada para los que trabajaban en la casa, con su propia habitación, nada del otro mundo, una cama, un escritorio y un pequeño baño con lo imprescindible. el mayordomo lo lleva hasta allí y le da un par de toallas además de un traje negro y camisa blanca, zapatos y corbata también de color negro -Dúchate y ponte eso, la señora te espera en el jardín- se marcha y cierra la puerta ras de si.

La salida de los campos no significó para nada libertad, pues iba a otro lugar en el que también estaría encerrado, por mucho que fuese una casa de ricos. Cuando me sacaron de allí ni siquiera pude ver el camino por el que íbamos, se habían encargado a conciencia de que no supiese la ubicación de mi nuevo destino, y para ello me habían puesto una especie de saco en la cabeza. El camino se me hizo bastante largo, por lo incierto de la situación y porque no había manera de escapar, así que cuando por fin me bajan del coche y me quitan el saco es el momento de aceptar que ya no hay marcha atrás. La luz se hace bastante molesta después de tanto rato a oscuras, así que al principio sólo puedo mirar a Blair con los ojos entornados. Procuro no mostrar ningún tipo de gesto ante sus palabras, manteniendo la vista fija en ella de la manera más neutra que puedo. Ya habrá tiempo aquí para saber a que atenerse.

Después sigo al mayordomo para que me guíe hasta el que será mi nuevo habitáculo, apartado de al casa principal, donde el resto del servicio. Sobra decir que es bastante mejor que las celdas, y casi mejor que mi piso okupa en la zona de Whitechapel. Seguro que Juliet lo tiene peor en ese sentido, aunque su labor como entrenadora vaya a ser un poco mejor que mi posición de esclavo, o de lo que quiera que tenga pensado Blair. Suspiro con resignación cuando por fin me quedo solo en el cuarto, mirando con desaprobación el traje de mayordomo que me muestra el mayordomo. No me pongo traje desde que dejé los Blood Keepers, así que no me trae muy buenos recuerdos. Después me ducho con agua caliente por primera vez en meses, pues las duchas de la prisión sólo tenían agua helada y dejaban mucho que desear. La tentación de quedarme allí más rato y pasando de todo es grande, pero finalmente salgo del cuarto, ya vestido y aseado como se supone que han pedido. Hago una mueca de disgusto al ver las pintas que llevo, acudiendo de nuevo al encuentro de Blair, que se encontraba en el jardín. El lujo de esa casa es exagerado, y hace que me de más rabia todavía pensar en cómo consiguen todo esto. Me planto frente a ella, aunque a algunos metros de distancia, esperando que comience a soltar lo que sea.

- Aquí empieza nuestro trato. Tú dirás para qué me quieres aquí.

"que simplemente es por joder y por sentirte superior...no necesitas más empleados a los que gritar, mandar o humillar, aquí tienes de sobra"

Se había sentado en el la mesita del jardín, tomaba algo de limonada fresquita muy a gusto mientras esperaba a Reiv, a su lado una de las criadas aguardaba también la llegada de aquel hombre, cuando por fin llega, Blair sonríe satisfecha, el traje era de la medida correcta, por supuesto no era de mayordomo y parecía que sabía ponerse una corbata, eso estaba bien, aunque un poco torcida. -Toma asiento por favor- sobre la mesa, un sobre marrón el cual le acerca para que lo abra, en su interior, algunas fotos de Juliet en su nuevo uniforme sacadas de las cámaras de seguridad -Exacto, aquí empieza el trato y como puedes ver cumplo mi palabra, Juliet ya está en su nuevo trabajo y no le faltará de nada, tendrá una habitación propia y comida siempre y cuando los dos cumpláis con vuestra parte-

Le hace una señal a la criada que en seguida le pone un vaso de limonada a Reiv, que se lo bebiera o no ya era cosa suya, ella toma un sorbo y continúa -Hace un par de días que te tienen que haber cambiado el collar, como puedes ver es un poco más fino pero totalmente metálico, si intentas quitártelo emitirá una señal y explotará, no supone un peligro para otros pero me temo que tu caerías muerto al instante-  Se queda un momento mirando al castaño, tenía el pelo muy largo y desaliñado, tocaba llevar al caniche a la peluquería, eso por descontado, no lo llevaría por ahí con esas pintas,  da unas instrucciones a la criada la cual se marcha para hacer lo que le ha pedido.

Continúa con su explicación sobre el collar -el collar también explota en otras circunstancias, si doy la orden, si te alejas mucho y durante demasiado tiempo de mi y por supuesto si a mi llegara a pasarme algo, no te voy a dar demasiados detalles aburridos sobre su funcionamiento- bebe otro sorbo de limonada cuando el mayordomo se acerca a ellos, posicionándose al lado de Blair, a la cual le entrega el dispositivo con el botoncito de antes -Éste es Williams, se encargará de enseñarte las cosas de etiqueta básicas, tiene autorización para reprenderte si te portas mal- dicho esto, le da al botón y de forma automática el collar suelta una descarga, durante tanto tiempo como tenga pulsado el botón, era por diversión y por supuesto para vengarse del dolor que sintió cuando le pusieron el estúpido chip subcutáneo que iba ligado a ese collar, pero no lo diría, prefirió disfrutar de las chispitas.

-ya que no puedes despegarte de mi, he pensado que más que un mayordomo vas a ser una especie de guardaespaldas, vamos a pasar mucho tiempo juntos así que ve acostumbrándote- se termina la limonada y se levanta, en ese momento llega el estilista que había pedido, el cual va directamente a Reiv, le da el dispositivo al mayordomo y antes de irse se despide -Por cierto, tenemos un gran evento dentro de poco, tu y juliet saldréis en la tele y todo! espero que para entonces sepas como comportarte, buena suerte, Williams es bastante estricto- se ríe y acto seguido, se retira para dejarlos hacer su trabajo

Tomo asiento con cierta desconfianza cuando Blair lo pide, como si la aparente amabilidad sólo fuese a traer cosas peores. No consigo fiarme de nada ni de nadie, así que me mantengo tenso aunque mantenga la expresión serena. El sobre que me tiende despierta mi curiosidad, así que no tardo en cogerlo para abrirlo y ver su contenido. Las fotos no son de la mejor calidad, pero se aprecia en ellas se aprecia a  Juliet de pie y con un nuevo traje, como si ya se encontrase mejor con respecto a la última vez que nos vimos. No parece estar herido o debilitada, y eso me tranquiliza en cierto modo. Asiento mientras sigo mirando la foto, preguntándome por qué nunca le habré hecho yo una foto antes, para tenerla. No tenemos recuerdos de ese tipo.

 - Así será. Cumpliré mientras las condiciones se mantengan y tenga certeza de que así sigue siendo.- muy en el fondo todavía tengo la esperanza de que los renegados vengan a ayudarnos, al menos a los de los campos, ya que ahora mismo nadie sabe dónde estoy. Decido tomar un sorbo de la limonada esa, más que nada porque sería absurdo que decidiese envenenarme nada más llegar a la casa, no se habría tomado las molestias de ponerme el collar y todo eso. Lo que me extraña es eso de que la explosión sólo sea lo suficientemente fuerte para matarme a mí, pero que no pueda hacer daño a los de alrededor. Digo yo que si están junto a mí tampoco saldrán bien parados, sería raro.

- Entendido. No tengo intención de hacer que me estalle la cabeza. - acepto sin pedir explicaciones que no me va a dar, la primera conversación con ella va a ser más bien una de oír y aceptar, al menos por el momento. Miro con cara de pocos amigos al estúpido Williams. Después vigilo de reojo el aparato que sujeta Blair para darle al botón de las descargas, soltando un grito de dolor cuando recibo el castigo. Parece que a la muy zorra se le ha quedado pegado el dedo al botón. Cuando para me quedo doblado hacia delante durante algunos segundos, jadeando con los músculos un tanto paralizados mientras me recupero. Vuelvo a mirar a Blair en cuanto puedo, sin poder ocultar mi sorpresa cuando dice que seré algo así como su guardaespaldas. Arma de doble filo.  - ¿Pretendes que te proteja? si tú ni siquiera sales de aquí más que para ir a los campos a hacer lo que ambos sabemos. Además...¿cómo quieres que te proteja si no me das ni un arma, aunque sea una espada? ¿a puñetazo limpio o qué? - la idea de tener que protegerla no me hace ni pizca de gracia, pero no me queda otra por ahora. La noticia del evento público me da muy mala espina, suena a encerrona, a trampa, a cualquier cosa menos a un acto tranquilo. Además, no entiendo para que nos quiere allí a Juliet o a mí, con las ideas retorcidas de esta mujer seguro que si me pongo en lo peor acertaré. Me quedo con la duda de saber de qué va el asunto, porque justo en ese momento se marcha, dejándome con el mayordomo maníaco y el estilista ese, que empieza a cortarme el pelo por el simple capricho de Blair. Al final me acaba dejando demasiado repeinado y con pinta de mafioso engominado, aunque no voy a quejarme por el pelo cuando ya nos han jodido de maneras mil veces peores. Tras eso me toca ir con el mayordomo odioso, con el cual abandono el jardín, perdiéndonos por algún lugar de la mansión para que me enseñe mis nuevas tareas.

había dejado a Reiv con williams, ahora que lo estaban acicalando, llama a los campos de concentración, debían preparar a juliet para el gran evento, los quería a los dos allí, ya había mandado un coche con ropa y zapatos negros y de gala para la chica,además de un collar a juego con el de su novio por si se les ocurría hacer cualquier tontería, los iba a presentar en público como monos de circo pero eran sus monos y sus monos debían lucir impolutos, incluso le podría pajarita a las pulgas, aunque esperaba que juliet pudiera andar con un par de tacones, aunque sería divertido verla caerse.

Al día siguiente se despierta muy pronto para su sesión de spa para hacerse todo tipo de cosas, esa iba a ser su noche y debía estar radiante para las cámaras, por supuesto arrastró a Reiv de un lado para otro de londres, haciendole cargar con sus bolsas y cajas de todo lo que estaba comprando, lo normal en ella. la elección del vestido había sido realmente difícil, se trataba de un acto oficial pero por supuesto que debía estar despampanante como siempre, al final se decidió por uno vintage, rojo a juego con sus zapatos, rojos y altos para que le realzaran la fugura, labios rojos y el pelo estilo vintage y negro como el azabache para que no desentonara con el vestido.

una vez estuvo lista, baja por las escaleras después de despedirse de sus hijos y se dirige hasta el coche en el que ya la esperaba Reiv y el conductor, llegaban un poco tarde pero ella iba a su ritmo, después de todo, lo bueno se hacía esperar y ella era lo mejor que podía ofrecer la Alianza, en cuanto se sube al coche parten rumbo a londres.

Regresé de mi viaje a Irlanda con alguna que otra respuesta sobre los extraños sucesos que estaban aconteciendo desde el lanzamiento de los satélites, hace ya cerca de seis meses. Para ello tuve que pedir a los ingenieros de la estación de control de allí que bajasen la potencia durante un período de tiempo en  Stonehenge y alrededores, accediendo a los controles de modo manual. Los resultados comenzaron a llegar varios días después, con una correlación clara. Se había producido una leve recuperación de la flora y la fauna de los alrededores. Tal vez haga falta probarlo en más sitios para saber si realmente es así, incluso para saber si puede detener ese alarmante número de nacidos muertos o con malformaciones. El resto de mandatarios con los que hablé tuvieron respuestas dispares. Algunos se negaban a aceptar que el problema podía tener que ver con lo que habíamos hecho, y no iban a modificar la potencia ni un ápice. Sin embargo, no todos estaban tan ciegos. Los japoneses acordaron bajar levemente la intensidad del efecto de los satélites, para ver si así reducían los problemas que también estaban sufriendo.

También había coordinado las siguientes maniobras con el ejército, que incluían vigilar estrechamente la zona en la que se había detectado un pico de magia, a pesar de no verse nada. Los centinelas se encontraban ocultos por el bosque, y lo de bombardear masivamente la zona no era ya una simple idea vaga. Todavía debía esperar la reunión con mi espía, aunque no tengo mucha confianza en él debido a lo poco hábil que me pareció a la hora de manejarse en el mundo. Le daré un margen de una semana más, como mucho.

En medio de tanto jaleo había tenido poco tiempo para pensar en lo que dijo Blair de irse con los críos a Estados Unidos, así que pasé por la casa para poder hablar de una vez por todas. Hacía unos días que ella había abandonado el hospital, después de estar allí bastante tiempo. Al llegar a la casa me recibió el mayordomo, informándome de que la "señora" estaba haciendo las maletas en su cuarto. Subo las escaleras hacia allí, abriendo la puerta sin tocar la puerta ni nada. Después cierro, prefiero que no nos escuchen los críos ni los empleados. Justo lo que me habían dicho, ya lo tiene casi todo listo, con sus mil ropajes e historias. - Vaya... veo que estás bastante mejor, lo suficiente como para hacer una de tus típicas maletas enormes. Me alegro de verte bien de nuevo. - hago una entrada pacífica, aunque no puedo aguantar mucho rato sin dar el verdadero motivo de mi visita.

- ¿Qué es eso de que te vas? ¿a qué viene lo de marcharse ahora? estás cometiendo un error. No puedes llevarte a nuestros hijos sólo porque a ti te de la gana.

Llevaba más o menos una semana en casa, los médicos se habían acercado hasta mi mansión para darme rehabilitación mientras fuera necesario, una semana después ya podía caminar aunque con algo de dificultad, ni siquiera podía ponerme unos zapatos decentes con un buen tacón, pero ya faltaría poco para lucirlos nuevamente. A pesar de mi problema físico mi mente trabajaba a destajo para compensar, me había centrado en el trabajo y en las cosas que tendría que hacer cuando tuviera la reunión con los militares en washington.

Los preparativos para el viaje estaban casi terminados, los chicos estaban emocionados pues no habían salido fuera de Europa nunca, por no hablar de mi padre que estaba loco por conocerlos, hasta les había llenado una habitación entera de regalos. Me encontraba descansando en la cama y haciendo papeleo mientras las sirvientas terminaban de hacer mis maletas, es entonces cuando mi flamante esposo atraviesa las puertas sin ningún tipo de delicadeza, le echo un vistazo sin tragarme ese saludo de buenas y después hago una señal a la servidumbre para que se largue y nos deje solos -Si Éamon, me encuentro mejor, muchas gracias por preocuparte tanto por mi, puedes dejar las flores y los bombones en esa mesa de ahí, gracias- digo de forma sarcástica antes de contestar a sus reclamaciones sobre el viaje -No es un viaje de placer, necesitamos apoyo y desarrollar nuevas estrategias, he hablado con Andreas sobre crear dispositivos más pequeños y localizados con la misma función que los satélites, además creo que tienes problemas con eso de que ayuden a bajar la intensidad ¿verdad? he concretado una cita en Washington para hablar con el alto mando, mi tío pertenece a ese círculo de vejestorios cabezotas así que no hay problema-

Aparto todos los documentos que tengo sobre la cama e intento levantarme para poder acercarme a Éamon, me cuesta un poco pero finalmente o consigo -Me llevo a los niños para que conozcan a su abuelo, no te lo tomes como algo personal, esta vez no es por fastidiarte... le tiendo un billete de avión, su rostro reflejaba algo de agotamiento, no era el de siempre y si yo que lo veía poco lo notaba, seguramente se trate de algo grave -Te he reservado un vuelo por si quieres acompañarnos, deberías descansar, estás horrible- le dejo el trozo de papel en las manos y las mías se van hasta su camisa, la arreglo un poco antes de subir la mirada para encontrarme con sus ojos de color violeta -Los chicos me han dicho que pasabas mucho tiempo en el hospital... gracias- no era algo que saliera de mis labios muy a menudo, así que más le vale disfrutar el momento porque dudo que se vuelva a repetir.

Mis intentos por empezar con amabilidad no sirven de nada, ya de buenas a primeras me responde de forma irónica, como si supiese que vamos a acabar discutiendo. Me molesto un poco por eso de que haya estado tomando decisiones con Andreas a mis espaldas, no me siento incluido en las decisiones y hasta me siento un poco traicionado. - No me habías contado nada de eso. ¿Tu tío te ha estado diciendo lo que hablé con el presidente? ese viejo está metido en todo. - replico fastidiado, no quiero que su familia se meta en mis asuntos. - Además, sólo estaba haciendo unos experimentos, tal vez no sean resultados concluyentes. - le resto importancia con tal de que no tengamos que pedir ningún favor, odio hacer eso. Prefiero negociar y conseguir las cosas por mí mismo, sin que parezca que nos doblegamos.

Debería ser razonable con eso de que van de visita a ver al abuelo, pero sigue sin hacerme gracia que mis hijos salgan del país, no lo veo seguro. - Es peligroso. No te los lleves. Que venga él aquí. Además, tienen sus clases, no pueden irse de vacaciones cuando les venga en gana. Deben aprender disciplina, y tengo que entrenarles tal y como dijimos. Pronto serán mayores de edad, y si no les enseñamos ahora a ser disciplinados, después no podremos. No pueden seguir siendo niños mimados o el mundo se los comerá. - concluyo de manera tajante, sorprendiéndome por eso de que me ha reservado un billete para irme también. Cojo el billete sin muchas ganas, aunque me lo pienso durante unos segundos. Descansar no me vendría mal, tal vez dejaría de dolerme la cabeza todo el rato. O tal vez sea porque nuestra "solución final" no era tan definitiva como pensábamos y nos está empezando a afectar. Ya no tengo ni idea. Su acercamiento me confunde un poco, aunque no me alejo. Le sostengo la mirada mientras me dice ese 'gracias' tan inesperado. Ella no suele agradecer. - Pues claro, estaba preocupado y tenía que comprobar que los médicos trabajaban como es debido. No iba a alejarme en un momento así. Eres mi esposa y la madre de mis hijos, era mi obligación. - iba a decir que supongo que ella habría hecho lo mismo por mí, pero no estoy tan seguro. Seguro que todavía se acuerda de lo que pasó en la fiesta. - ¿Cuándo volverás?

-Pues ese viejo me ha metido directamente en una reunión con los altos cargos así que no te quejes- le contesto en cuanto se queja por mis fuentes de información, estaba claro que le gustaba hacer las cosas él solito pero el asunto requería que más gente colaborara para encontrar una solución rápida a todo esto.

Le dejo dar su opinión respecto al viaje, parece que no le desagrada del todo la idea de venir conmigo así que le doy unas cuantas razones más para intentar convencerlo -Hace mucho que no pasamos tiempo juntos, los cuatro, si vienes podrás entrenar a los niños personalmente, dedicarles más tiempo... y por las clases no te preocupes, ya he hablado con sus tutores, para qué tanta tecnología si no es para usarla? les enviarán trabajo para que den sus clases con total normalidad y si hace falta les consigo un tutor a cada uno- no le faltaba razón en eso de ser niños mimados, eran mis hijos y yo era la culpable de malcriarlos, aunque también era culpa de su padre por darles regalos y cosas materiales en lugar de estar en casa como debería. Me niego a discutir sobre eso así que simplemente lo dejo pasar, puede que tantas semanas en el hospital me hayan ablandado.

Su respuesta ante lo del hospital hasta me hace pensar que lo quiero, estaba preocupado o eso dice, aunque la caga un poco al final con eso de "era mi obligación" entorno un poco los ojos porque parece que haba de un caniche al que debe dar de comer, suspiro y le hago un mini cacheo antes de meter la mano en uno de sus bolsillos para sacar el bote de las pastillas que siempre llevaba encima -Hace cuanto que no descansas de verdad? estoy segura de que no has dormido más de tres horas durante ésta semana... al final te pasará factura al igual que esta porquería que tomas- le digo sacudiendo el frasco frente a sus narices antes de devolvérselo, me quedo unos segundos mirándolo antes de hacerle una propuesta... una que me sorprendía incluso a mi y estaba segura que iba a rechazar -Deberías quedarte por hoy, pasar la noche aquí, nos iremos mañana a eso del medio día y a los chicos les gustará verte antes de marcharnos, intentaré que solo sea una semana o dos-

- Tú verás lo que haces, si acceden no lo harán de gratis, pedirán algo a cambio. No tomes ninguna decisión sin hablarlo antes con Andreas y conmigo. - por muy ministra que sea ahora, nuestro gobierno es lo más parecido a un triunvirato y no me fío ni un pelo de los americanos. Sus intentos por convencerme con lo del viaje hacen que por lo menos me lo piense, pero sé que son unas vacaciones que no puedo permitirme. Finalmente me decido tras vacilar unos segundos, dando mi respuesta definitiva. - Imposible. ¿Dos de tres ministros fuera de aquí? cualquiera podría intentar aprovechar la situación. Además, hay mucho de lo que encargarse aquí, ya que tú vas a hacer allí tus cosas. No me hace ni pizca de gracia que se vayan nuestros hijos, así que enviaré con ellos unos cuantos guardaespaldas más. También quiero que vuelvan como máximo en un mes, su sitio está aquí. Pasaríamos más tiempo juntos que si os vais de viaje. - dejo caer con tono de reproche, molesto porque se van precisamente ahora que podíamos empezar con los entrenamientos. Me extraña que no me lleve la contraria con lo de que están mimados, puede que ella también lo piense y quiera pasar por alto ese tema.

Noto que he metido la pata en algo al ver el modo en que entorna los ojos y su suspiro posterior, intentando apartarme un poco cuando empieza con ese cacheo policial para sacarme el bote de pastillas de uno de los bolsillos. - No son para tanto, controlo de sobra lo que se puede tomar. - replico muy seguro de mí mismo, haciendo un sonido un tanto irónico por lo del tiempo sin descansar en condiciones. - Las personas que están en nuestra posición no descansan. Cuando estás en lo más alto de la jerarquía siempre debes estar alerta, porque todos intentarán derribarte. Los supuesto amigos y los enemigos. No puedes confiar en nadie ni estar seguro de los que se supone que son leales. - Vuelvo a guardar el bote en el bolsillo del pantalón cuando me lo devuelve, pensando que realmente estoy cansado como para seguir discutiendo sobre si se van o no se van. Se los va a llevar igualmente. Incluso si estuviésemos divorciados lo haría, y tal vez ni me informaría. Muchas veces me había rondado la cabeza la idea del divorcio, pensando que no tenía mucho sentido seguir casados para apenas vernos y para discutir cada vez que nos veíamos. Tampoco tiene sentido seguir casados de cara a la opinión pública, puesto que esto no es una maldita democracia y hacemos lo que queremos, manipulamos y mentimos. La gente tiene otras cosas más importantes de las que quejarse y preocuparse.

Salgo de mis pensamientos cuando la escucho decir que si me quedo a dormir, mirándola a los ojos sin saber muy bien qué responder a eso. - Como si fuésemos un matrimonio normal. O casi. - resumo en una frase, volviendo a dudar como cuando me dijo lo del viaje. Supongo que en esto si podría ceder, como una tregua, a pesar de que se me haga extraño. - Por esta noche me quedo. Los despertaré temprano para entrenar. - Echo un vistazo a la cama de matrimonio, esa en la que no he pasado una noche desde hace tanto tiempo. Si fuésemos pobres me tocaría irme al sofá, pero como estamos forrados hay un montón de habitaciones más para elegir. - Será mejor que te acuestes ya, os espera un viaje largo mañana.

-Ven ya Éamon, ¿Te  crees que no sé como sois los hombres? claro que van a pedir algo a cambio, pero puedo ser muy persuasiva, ya me conoces, igualmente os mantendré informados a los dos de lo que pase- Estaba claro que Éamon estaba más paranoico de lo normal, pero no lo culpo, el cargo de ministro del mal es algo que requiere sospechar de todo y de todos y sobretodo un cargo que te empuja hasta la más desoladora soledad porque no había sido capaz de atender a su familia como era debido a cambio del poder para gobernarlos a todos, era su tesoro.

Respecto al viaje, casi lo consigo, podía ver la duda en su cara pero nada, no hay manera de despegar al idiota adicto al trabajo de su despacho, le quito el billete de avión y lo mando a volar por ahí algo frustrada por no haber conseguido que nos acompañara, tenía razón en eso de no abandonar los tres pero me daba igual, como si se cae Londres a pedacitos, yo siempre tenía que conseguir lo que quería aunque eso era más un capricho que otra cosa -Envía los guarda espaldas que quieras pero sabes como es tu suegro, en cuanto lleguemos tendrá a toda la marina en el aeropuerto para recibirnos si es necesario... volveremos pronto, la vida de los chicos está aquí, pero recuerda que yo abandoné la mía para seguirte hasta aquí, me merezco volver a casa de vez en cuando- intento removerle el agujero negro que tiene por corazón y que se sienta un poco culpable para que deje de darme la lata con el asunto de llevarme a los críos, porque lo iba a hacer si o si.

-No controlas nada, no te hacen falta y tomarlas por adicción no es controlar, encima fumas, deberías cuidarte un poco más, si te arrugas antes que yo te meto en un asilo- le digo bromeando y sonriendo para burlarme de él, porque tampoco descansaba lo suficiente así que se iba a poner como un viejo chocho en unos cuantos años, al menos hacía ejercicio cazando a las ratas mágicas y más o menos se mantiene en forma. su charla sobre estar alerta y no confiar en nadie incluso me hace sentirme un poquito culpable, pero muy poco, mis sentimientos de persona normal estaban muy enterrados en lo más profundo de mi, me acerco y meto las manos por debajo de la americana que llevaba para quitársela sin perder el contacto visual -Como un matrimonio normal... así que tendrás que quedarte a dormir con tu mujer, hace mucho que no cumples con tus deberes conyugales- sonrío de tal forma que pueda provocarlo y tiro ligeramente del cuello de su camisa para acercarlo a mi y darle un suave beso en los labios -Ya he descansado por dos meses, tómate esto como un agradecimiento por ser un buen marido y cuidar de tu mujer-

Claro que puede ser persuasiva, de sobra lo sé, pero sigo sin estar convencido. El modo rancio gruñón en el que he entrado ya no me lo quita nadie. Encima me habla de todo lo que tiene su riquísima familia para proteger a mis hijos, no sin antes quitarme en billete que he rechazado. Le ha sentando mal que no vaya, eso lo he notado. Ruedo los ojos cuando dice eso de que se merece ir de vez en cuando, como si ella fuese la persona más familiar del mundo. - No te costó tanto marcharte de allí, nunca fuiste muy hogareña. Perfecto, pues dale saludos al suegro de mi parte. - mejor que se los diese ella, yo prefería no tener que hacerlo en persona. Por suerte no está por aquí para meterse en nuestros asuntos. Siempre me acusaría de llevarme lejos a su "niña".

También preferiría que Blair no me tratase como si fuese un yonki que no sabe lo que hace, echándome en cara lo de las pastillas esas. Hay otras cosas peores a probar, sobre todo con lo que se mueve en las altas esferas. - Eh, no estoy viejo para nada. Tenías que ver a otros de los que fueron conmigo a clase. - replico levemente ofendido, sabiendo lo mucho que le molestaría a ella que le dijese algo parecido. - Y si te preocupan esas cosas, yo te consigo alguna de esas mierdas que usan los mágicos para mantenerse jóvenes por mucho tiempo. Te sorprendería de lo que son capaces...- en eso los envidiaba, y no me importaría hacer uso de sus brujerías para ese tipo de cosas. Nuestra tecnología y medicinas están avanzadas, pero no llegan a los niveles de lo que tienen ellos en lo que a longevidad se refiere.

El cambio de tercio en la actitud de Blair es tan grato como sorprendente. Ya tenía asumido que cada uno dormiría en una habitación, pero después de su acercamiento no estoy tan seguro de ello. Hace taaanto tiempo que no hacemos eso de los deberes conyugales... - ¿Es la despedida lo que te pone romántica? podemos firmar una tregua interesante por esta noche...- comento con una sonrisa ladeada mientras me quita la americana, encontrándome con sus labios cuando inicia ese beso. La falta de costumbre no ha hecho que olvide cómo era besarla a ella, a pesar de que lo más probable es que ambos hayamos estado practicando por separado. Simplemente me sale solo, pues físicamente no ha dejado de atraerme. Llevo una mano tras su nuca para acercarla más todavía, subiendo la otra hasta su cintura mientras me demoro en el beso inicial, en el preludio de lo que podría suceder. Me separo de ella unos instantes, mirándola a los ojos como si redescubriese algo. - ¿Por qué no hacemos esto más a menudo? ¿tienen que disparar a alguien para que suceda?