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Recuerdo del primer mensaje :
Casa de la familia O'Connell, situada a las afueras de londres, está dotada de todo tipo de lujos como piscina cubierta, sala de cine, sala de juegos, gran cocina, jardines, etc.
Su ubicación es guardada con mucho recelo y tiene guardias y algunos centinelas que la protegen, el personal trabaja de forma interna y no pueden salir sin autorización y una escolta.
Entre las personas que conocen su ubicación se encuentras Andreas, Éamon, Blair y sus hijos que viven allí con ella.
Su ubicación es guardada con mucho recelo y tiene guardias y algunos centinelas que la protegen, el personal trabaja de forma interna y no pueden salir sin autorización y una escolta.
Entre las personas que conocen su ubicación se encuentras Andreas, Éamon, Blair y sus hijos que viven allí con ella.
Blair O'Connell
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-me tienta pero no quiero la porquería de los mágicos, prefiero cosas más naturales, más físicas.... como liberar endorfinas- Éamon parece bastante receptivo a mis provocaciones, ya me podía dar con un canto en los dientes cuando aceptó quedarse pero la noche pintaba bastante movidita -Acepto la tregua pero nada de trabajo por ésta noche o te arranco la cabeza mientras lo hacemos- Éamon responde a mi beso haciéndolo un poco más largo, cierro los ojos mientras paso mis brazos alrededor de su cuello y le dejo hacer, notando como una de sus manos se pasa por mi nuca y la otra me toma con firmeza por la cintura, era un sentimiento extraño, lleno de nostalgia y muy diferente a cualquier sensación que haya tenido con cualquier otro hombre, incluido Andreas.
No bajo mis brazos de su cuello cuando el beso se rompe,volviendo a clavar mi mirada en los ojos del rubio - ¿De verdad te preguntas eso? te pasa por pasarte las noches en la oficina y no venir a casa por las noches con tu mujer- sonrío pues no puedo evitar meter el dedo en la herida y por supuesto porque me encanta fastidiar a mi marido -Espero no tener que recibir otro para firmar otra tregua, porque tienes muchos deberes atrasados y nos tendrían que disparar muchas veces para ponernos al día- vuelvo a juntar mis labios con los suyos pero esta vez yendo poco a poco hacia atrás, atrayendolo hasta toparme con la cama y dejarme caer sobre ella para que Éamon haga lo mismo pero sobre mi, esperando que pueda apoyarse para que no deje caer todo su peso sobre mi.
A pesar de que siempre que lo veo le arreglo la camisa, esta vez tocaba hacer lo contrario. Voy abriendo su camisa para ir revelando poco a poco la piel que esta cubre, tenía bastantes cicatrices las cuales me detengo a observar, paso mi mano sobre ellas repasándolas en una suave caricia, muchas eran antiguas pero había unas cuantas que parecían bastante recientes - Éstas son de esa noche, ¿Verdad? deberías dejar a los soldados, un día de estos me dejas viuda-
No bajo mis brazos de su cuello cuando el beso se rompe,volviendo a clavar mi mirada en los ojos del rubio - ¿De verdad te preguntas eso? te pasa por pasarte las noches en la oficina y no venir a casa por las noches con tu mujer- sonrío pues no puedo evitar meter el dedo en la herida y por supuesto porque me encanta fastidiar a mi marido -Espero no tener que recibir otro para firmar otra tregua, porque tienes muchos deberes atrasados y nos tendrían que disparar muchas veces para ponernos al día- vuelvo a juntar mis labios con los suyos pero esta vez yendo poco a poco hacia atrás, atrayendolo hasta toparme con la cama y dejarme caer sobre ella para que Éamon haga lo mismo pero sobre mi, esperando que pueda apoyarse para que no deje caer todo su peso sobre mi.
A pesar de que siempre que lo veo le arreglo la camisa, esta vez tocaba hacer lo contrario. Voy abriendo su camisa para ir revelando poco a poco la piel que esta cubre, tenía bastantes cicatrices las cuales me detengo a observar, paso mi mano sobre ellas repasándolas en una suave caricia, muchas eran antiguas pero había unas cuantas que parecían bastante recientes - Éstas son de esa noche, ¿Verdad? deberías dejar a los soldados, un día de estos me dejas viuda-
Éamon O'Connell
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- Una cosa no quita la otra...puedes sumar endorfinas y mierdas mágicas. Ya conseguiré algo, sabes que consigo aquello que me propongo. - la perspectiva de la noche me hace prometer tal vez por encima de mis posibilidades, pero también es cierto que soy muy perseverante, y que si quiero uno de esos potingues mágicos, lo consigo. Evito traumarme ante la imagen de arrancarme la cabeza a continuación, pues es algo que corta un poco el rollo. No quiero pensar en mantis religiosas. El trabajo, la culpa siempre parece ser del trabajo, desde la posibilidad de fastidiar este momento hasta el motivo por el que nos hemos distanciado. - No...no puede ser sólo eso. Tiene que haber algo más. Algo que se nos escapa. - tiene que haber un momento exacto en el que empezó todo, me niego a creer que sea simplemente por el puesto que tengo ahora. Me distraigo unos segundos pensando en eso, hasta que ella vuelve a reclamar mi atención con un nuevo beso que nos lleva definitivamente hasta la cama.
- Exacto. No más disparos para ninguno. Aquí los que disparamos somos nosotros. Los que se joden son otros. Gobernando juntos no habrá quien nos haga frente. - me vengo un poco arriba con eso de vernos a ambos como los supremos gobernantes de Europa, sin Andreas, sin gobiernos de otros países, invadiendo y unificando países bajo lo que sería la única y verdadera Alianza Humana. Esa motivación me lleva a besarla con bastante ímpetu, comenzando a meter mi mano bajo su blusa para acariciar su piel, bajando después hasta el botón de su pantalón. Me detengo un momento cuando ella lo hace para fijarse en algunas de mis cicatrices, las cuales es normal que no haya visto porque no estamos así desde hace mucho. - De esa noche, y de algunas otras veces, como cuando sabotearon mi coche. O de otros enfrentamientos. - lo que no menciono es de dónde venía ese día, no es cuestión de joder el momento y no soy idiota. El traidor de Draven también estaba en el burdel, así que fue el culpable casi seguro. - Entonces serías la viuda más elegante y más rica que se haya visto en mucho tiempo, no estaría tan mal. - comento con lo más parecido al humor que sé usar, algo así como humor negro. No sé si ella lo lamentaría realmente, prefiero no preguntarlo. Después llevo mis labios hacia su cuello, dejando algún que otro mordisco por allí porque recuerdo que le gustaban.
- Exacto. No más disparos para ninguno. Aquí los que disparamos somos nosotros. Los que se joden son otros. Gobernando juntos no habrá quien nos haga frente. - me vengo un poco arriba con eso de vernos a ambos como los supremos gobernantes de Europa, sin Andreas, sin gobiernos de otros países, invadiendo y unificando países bajo lo que sería la única y verdadera Alianza Humana. Esa motivación me lleva a besarla con bastante ímpetu, comenzando a meter mi mano bajo su blusa para acariciar su piel, bajando después hasta el botón de su pantalón. Me detengo un momento cuando ella lo hace para fijarse en algunas de mis cicatrices, las cuales es normal que no haya visto porque no estamos así desde hace mucho. - De esa noche, y de algunas otras veces, como cuando sabotearon mi coche. O de otros enfrentamientos. - lo que no menciono es de dónde venía ese día, no es cuestión de joder el momento y no soy idiota. El traidor de Draven también estaba en el burdel, así que fue el culpable casi seguro. - Entonces serías la viuda más elegante y más rica que se haya visto en mucho tiempo, no estaría tan mal. - comento con lo más parecido al humor que sé usar, algo así como humor negro. No sé si ella lo lamentaría realmente, prefiero no preguntarlo. Después llevo mis labios hacia su cuello, dejando algún que otro mordisco por allí porque recuerdo que le gustaban.
Blair O'Connell
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-Como quieras, sabes que no rechazo regalos caros, porque ese te va a costar sudor y lágrimas- digo para concluir el asunto del potingue mágico. Éamon se niega a creer que nuestra relación se desmorone por culpa de su falta de atención hacia su familia, yo discrepo aunque debo admitir que parte de la culpa también puede ser mía por no poner más empeño y limitarme a esperar, pero no es algo que vaya a decirle en la cara ni en broma -Sea lo que sea a lo mejor podemos arreglarlo..- le digo antes de arrastrarlo conmigo finalmente hasta la cama.
Su entusiasmo ante la idea de gobernar juntos me arranca una sonrisa de los labios, estaba claro que desde el día en que lo conocí hasta ahora su ambición no había hecho más que crecer y en parte fue una de las cosas que me atrajeron de él, sus ganar por ser alguien mejor que el resto y la promesa de tenerme a su lado cuando eso sucediera, en parte había cumplido pero no es exactamente lo que imaginaba cuando nos casamos, aún así le sigo el juego -Entonces necesitaremos más sirvientes, una casa más grande~ más niños que sigan nuestro legado... ser los dueños de todo merece todo eso, ¿No crees?- el beso que viene a continuación me deja casi sin aliento, le sigo el ritmo y no puedo evitar estremecerme ante el tacto de sus manos bajo mi blusa y acto seguido mi pantalón. Cuando se detiene para explicarme lo de sus cicatrices no puedo evitar sentirme culpable por lo del atentado, lo cierto es que estábamos bastante distanciados y a penas fui a verlo ara llevar a los niños y poco más.
-Querido, ya soy elegante y rica, pero si me quedo viuda no tendré el placer de fastidiar a mi marido, eso me pondría muy triste- hago una especie de puchero bastante falso y de niña buena, deslizo mis manos hasta su pantalón para deshacerme del cinturón y el botón a la vez que deslizaba la cremallera hacia abajo, lo que me permite meter la mano para buscar el premio de ésta noche mientras miro a mi marido mordiéndome el labio inferior -vamos, demuéstrame por que me casé contigo-
Su entusiasmo ante la idea de gobernar juntos me arranca una sonrisa de los labios, estaba claro que desde el día en que lo conocí hasta ahora su ambición no había hecho más que crecer y en parte fue una de las cosas que me atrajeron de él, sus ganar por ser alguien mejor que el resto y la promesa de tenerme a su lado cuando eso sucediera, en parte había cumplido pero no es exactamente lo que imaginaba cuando nos casamos, aún así le sigo el juego -Entonces necesitaremos más sirvientes, una casa más grande~ más niños que sigan nuestro legado... ser los dueños de todo merece todo eso, ¿No crees?- el beso que viene a continuación me deja casi sin aliento, le sigo el ritmo y no puedo evitar estremecerme ante el tacto de sus manos bajo mi blusa y acto seguido mi pantalón. Cuando se detiene para explicarme lo de sus cicatrices no puedo evitar sentirme culpable por lo del atentado, lo cierto es que estábamos bastante distanciados y a penas fui a verlo ara llevar a los niños y poco más.
-Querido, ya soy elegante y rica, pero si me quedo viuda no tendré el placer de fastidiar a mi marido, eso me pondría muy triste- hago una especie de puchero bastante falso y de niña buena, deslizo mis manos hasta su pantalón para deshacerme del cinturón y el botón a la vez que deslizaba la cremallera hacia abajo, lo que me permite meter la mano para buscar el premio de ésta noche mientras miro a mi marido mordiéndome el labio inferior -vamos, demuéstrame por que me casé contigo-
Éamon O'Connell
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No puedo negar que me gusta cómo piensa Blair en lo de querer siempre más. Conformarnos sería estancarnos, así que estoy más que de acuerdo en casi todo lo que dice, quitando lo de más niños que sigan nuestro legado. Cuantos más hijos, más disputas sucesorias. - Te invado el país que quieras como regalo para el próximo cumpleaños. Diremos que vamos a intervenir para lograr la paz del pueblo, siempre se lo tragan. ¿Cuál prefieres? o también podemos hacer que medio mundo nos deba favores, humillándolos y amenazándolos si no cumple lo que prometen. - sonrío con la suficiencia de saberme poderoso como para poder hacer algo así, más ahora que habíamos solucionado el problema de la raza mágica. Parcialmente, al menos.
Conforme pasan los minutos vamos entrando en materia, así que no tardo en desabotonar su camisa para despojarla de ella después, dejando al descubierto la lencería cara. También me deshago de ella tras deleitarme la vista unos instantes, acariciándola en toda su extensión ya sin nada de por medio. Los pantalones no tardan en seguir el mismo camino, acabando tirados por algún lado. A estas alturas ya empezaba a olvidarme de cualquier cosa que no estuviese sucediendo en este momento, comenzando incluso a sentir que el tiempo no había pasado. Recordaba fácilmente cómo le gustaba empezar y darme cuenta del momento para cada cosa. Ya son bastantes años casados, aunque la mitad de ellos hayamos estado distanciados. Ella no había dejado de atraerme, aunque acabase buscando más fuera de casa.
Las excusas de Blair para no querer enviudar me resultan de lo más graciosas, así que respondo con tono mordaz. - Encantador. Ahora tienes el complejo del rival que no quiere que maten al otro porque "quiere hacerlo con sus propias manos". En tu caso fastidiarme. - aunque precisamente no me fastidia lo que hace a continuación, cuando me reta a que le demuestre por qué se casó conmigo. Por dinero seguro que no, ella estaba más forrada que yo. - ¿No es obvio? - respondo con una pregunta, pues para ese momento ya estoy lo suficientemente listo para ella. Inicio un intenso beso mientras la dejo hacer para que termine de deshacerse de mi ropa
Conforme pasan los minutos vamos entrando en materia, así que no tardo en desabotonar su camisa para despojarla de ella después, dejando al descubierto la lencería cara. También me deshago de ella tras deleitarme la vista unos instantes, acariciándola en toda su extensión ya sin nada de por medio. Los pantalones no tardan en seguir el mismo camino, acabando tirados por algún lado. A estas alturas ya empezaba a olvidarme de cualquier cosa que no estuviese sucediendo en este momento, comenzando incluso a sentir que el tiempo no había pasado. Recordaba fácilmente cómo le gustaba empezar y darme cuenta del momento para cada cosa. Ya son bastantes años casados, aunque la mitad de ellos hayamos estado distanciados. Ella no había dejado de atraerme, aunque acabase buscando más fuera de casa.
Las excusas de Blair para no querer enviudar me resultan de lo más graciosas, así que respondo con tono mordaz. - Encantador. Ahora tienes el complejo del rival que no quiere que maten al otro porque "quiere hacerlo con sus propias manos". En tu caso fastidiarme. - aunque precisamente no me fastidia lo que hace a continuación, cuando me reta a que le demuestre por qué se casó conmigo. Por dinero seguro que no, ella estaba más forrada que yo. - ¿No es obvio? - respondo con una pregunta, pues para ese momento ya estoy lo suficientemente listo para ella. Inicio un intenso beso mientras la dejo hacer para que termine de deshacerse de mi ropa
Blair O'Connell
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Las ocurrencias de Éamon y su confianza desproporcionada me estaban dando la noche, primero potingues mágicos para la vejez y ahora un país por mi cumpleaños, cada vez apuntaba más alto y no podía parar de sonreír, me iban a salir arrugas de expresión en una sola noche -Me gusta Suiza, tienen bastante dinero, buen queso, buen chocolate... y son demasiado creídos, tan perfectos en todo lo que hacen, no hay nada mejor que ver como se arrastran al caer de su nube, no crees?- las caricias y muestras de fogosidad por parte de ambos no cesan en ningún momento, nadie diría que hace unos meses lo había electrocutado por sus perrerías con una mágica pero en ese momento poco importaban nuestras riñas del pasado, la tregua iba bastante bien.
-Bueno, me gusta hacer que me odies, ya sabes, los que se pelean se desean o algo parecido- mi ropa ya había ido a parar a saber dónde en algún lugar de la habitación, un nuevo beso me impide contestar a su pregunta pero le empujo para cambiar posiciones y ahora ser yo quien quede sobre el rubio, le quito lo que queda de ropa rompiendo el beso un instante, contemplándolo como dios lo trajo al mundo. me llevo un dedo a los labios y pongo cara de estar pensando -Pues no lo sé, de repente tengo muy mala memoria... ¿por qué me casaría yo con éste irlandés pobretón que era un asalariado más?- me voy quitando la parte inferior de mi ropa inferior lentamente hasta dejarla caer por si misma, me inclino sobre Éamon para ir besando lentamente su piel desde el vientre hasta llegar a su cuello en una dulce tortura, cuando llego a su oreja la muerdo de forma juguetona antes de susurrarle -Tienes toda la noche para ayudarme a recordarlo- A partir de ese momento no hicieron falta muchas más palabras, tampoco es que ninguno de los dos tuviera tiempo de decir nada.
La mañana siguiente es bastante extraña, al abrir los ojos me encuentro en los brazos de Éamon lo que me sorprende al principio pero no demasiado, me quedo un rato contemplando su rostro dormido, hacía muchísimo tiempo que no lo hacía, sus pestañas eran largas, tenía un ligero olor a tabaco también... odiaba admitirlo pero el muy imbécil era guapo "debe estar exhausto" pienso al ver que no se despierta, tampoco quería hacerlo así que simplemente espero a que abra los ojos por si mismo para darle un beso -Buenos días "cariño" ¿Has dormido bien?- demasiado amor le había dado ya, así que prefería darle un poco de grima mañanera -Los chicos ya deben estarse despertando, ¿Quieres bajar a desayunar con ellos?-
-Bueno, me gusta hacer que me odies, ya sabes, los que se pelean se desean o algo parecido- mi ropa ya había ido a parar a saber dónde en algún lugar de la habitación, un nuevo beso me impide contestar a su pregunta pero le empujo para cambiar posiciones y ahora ser yo quien quede sobre el rubio, le quito lo que queda de ropa rompiendo el beso un instante, contemplándolo como dios lo trajo al mundo. me llevo un dedo a los labios y pongo cara de estar pensando -Pues no lo sé, de repente tengo muy mala memoria... ¿por qué me casaría yo con éste irlandés pobretón que era un asalariado más?- me voy quitando la parte inferior de mi ropa inferior lentamente hasta dejarla caer por si misma, me inclino sobre Éamon para ir besando lentamente su piel desde el vientre hasta llegar a su cuello en una dulce tortura, cuando llego a su oreja la muerdo de forma juguetona antes de susurrarle -Tienes toda la noche para ayudarme a recordarlo- A partir de ese momento no hicieron falta muchas más palabras, tampoco es que ninguno de los dos tuviera tiempo de decir nada.
La mañana siguiente es bastante extraña, al abrir los ojos me encuentro en los brazos de Éamon lo que me sorprende al principio pero no demasiado, me quedo un rato contemplando su rostro dormido, hacía muchísimo tiempo que no lo hacía, sus pestañas eran largas, tenía un ligero olor a tabaco también... odiaba admitirlo pero el muy imbécil era guapo "debe estar exhausto" pienso al ver que no se despierta, tampoco quería hacerlo así que simplemente espero a que abra los ojos por si mismo para darle un beso -Buenos días "cariño" ¿Has dormido bien?- demasiado amor le había dado ya, así que prefería darle un poco de grima mañanera -Los chicos ya deben estarse despertando, ¿Quieres bajar a desayunar con ellos?-
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El miembro 'Blair O'Connell' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Embarazo' :
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Éamon O'Connell
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Las conversaciones previas a la parte interesante de la noche me hicieron pensar que quizá seguíamos estando tan compenetrados como habíamos estado hace años, pues seguíamos compartiendo intereses y modos de ver el mundo. Ambos teníamos la ambición suficiente como para tratar de hacer el mundo a nuestra manera, lo que puede que fuese una de las cosas que nos uniesen. A pesar de ello, seguía sin saber responderme a qué es lo que nos había pasado. Si fue culpa mía, suya, de otros, de la vida o la monotonía. Había hecho falta un buen susto como detonante del acercamiento entre ambos, y parece que gracias a eso hemos vuelto a compartir una animada noche juntos. No nos odiábamos, como parecía que queríamos hacernos creer a veces.
Las primeras luces del día comienzan a filtrarse por las cortinas de la habitación, momento en que comienzo a despertar poco a poco. No suelo ser de mucho dormir, así que tengo esa especie de reloj biológico para levantarme siempre temprano. El beso de Blair termina de despertarme del todo, encontrándola abrazada a mí como en nuestros mejores tiempos. Me remuevo un poco para tumbarme de lado, apoyando mi cara sobre una mano y la otra sobre su cadera mientras le doy también los buenos días mientras me tomo unos segundos para observarla mejor, pensando que está guapa hasta recién levantada. - ¿Cariño? igual se nos está yendo un poco la mano con eso de parecer un matrimonio normal. - comento con cierto tono de broma, poco acostumbrado a que usemos esas palabras entre nosotros, o con cualquiera. - Pues sí, he dormido más que en bastante tiempo. Voy a tener que venir por aquí más a menudo... - añado con toda la intención del mundo, acompañándolo con un tono y unos gestos que completan las pistas.
- Todavía es temprano...dejemos que duerman un rato más y después desayunamos todos juntos. Y queda mucho más rato hasta que os tengáis que marchar a coger el avión. Podemos aprovechar el tiempo...dijiste que tenía muchos deberes atrasados. - recorro su silueta con mi mano, acercándome más a ella para dejar un beso en su hombro, y después otros cuantos más hasta llegar a sus labios. Así empieza todo de nuevo, y como ambos queremos, acaba dando paso a uno de buenos días durante un rato que aprovechamos bastante bien. Al terminar, y tras el tiempo de descanso que necesito, resulta que ambos le hemos empezado a coger el gusto y nos hemos quedado con ganas de más, así que, puesto que los críos no se han despertado todavía, vamos a por una tercera ronda. Al final acabarán llegando tarde al aeropuerto, entre unas cosas y otras. Poco me importa todo eso cuando acabamos, esta vez de verdad, que ya no soy un jovenzuelo. - Ahora sí que acepto ese desayuno. - me levanto por fin de la cama, cogiendo ropa y entrando al baño a darme una ducha.
Las primeras luces del día comienzan a filtrarse por las cortinas de la habitación, momento en que comienzo a despertar poco a poco. No suelo ser de mucho dormir, así que tengo esa especie de reloj biológico para levantarme siempre temprano. El beso de Blair termina de despertarme del todo, encontrándola abrazada a mí como en nuestros mejores tiempos. Me remuevo un poco para tumbarme de lado, apoyando mi cara sobre una mano y la otra sobre su cadera mientras le doy también los buenos días mientras me tomo unos segundos para observarla mejor, pensando que está guapa hasta recién levantada. - ¿Cariño? igual se nos está yendo un poco la mano con eso de parecer un matrimonio normal. - comento con cierto tono de broma, poco acostumbrado a que usemos esas palabras entre nosotros, o con cualquiera. - Pues sí, he dormido más que en bastante tiempo. Voy a tener que venir por aquí más a menudo... - añado con toda la intención del mundo, acompañándolo con un tono y unos gestos que completan las pistas.
- Todavía es temprano...dejemos que duerman un rato más y después desayunamos todos juntos. Y queda mucho más rato hasta que os tengáis que marchar a coger el avión. Podemos aprovechar el tiempo...dijiste que tenía muchos deberes atrasados. - recorro su silueta con mi mano, acercándome más a ella para dejar un beso en su hombro, y después otros cuantos más hasta llegar a sus labios. Así empieza todo de nuevo, y como ambos queremos, acaba dando paso a uno de buenos días durante un rato que aprovechamos bastante bien. Al terminar, y tras el tiempo de descanso que necesito, resulta que ambos le hemos empezado a coger el gusto y nos hemos quedado con ganas de más, así que, puesto que los críos no se han despertado todavía, vamos a por una tercera ronda. Al final acabarán llegando tarde al aeropuerto, entre unas cosas y otras. Poco me importa todo eso cuando acabamos, esta vez de verdad, que ya no soy un jovenzuelo. - Ahora sí que acepto ese desayuno. - me levanto por fin de la cama, cogiendo ropa y entrando al baño a darme una ducha.
Blair O'Connell
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Cuando Éamon abre los ojos lo hace de muy buen humor, tanto que parece querer continuar con la segunda ronda después de pasarnos gran parte de la noche despiertos -Vaya, cuanta energía por la mañana, si te despiertas así todos los días me sacrificaré y compartiré esta cama taaaaan pequeña contigo- digo de forma sarcástica correspondiendo a sus atenciones, si volvía de vez en cuando a casa no habría ningún problema aunque seguramente acabemos tirándonos cosas a la cabeza más de una vez. Al parecer recordaba aquello de los deberes atrasados y me lo dice como excusa para volver a las labores conyugales y no era yo la que le iba a decir que no -vaya, que aplicado estás hoy, pero no tengo muy claro si aprobaras a final de curso- sus manos y sus labios se pasean por mi cuerpo desnudo con suavidad, me muerdo el labio inferior anticipándome a lo que va a ocurrir -pensaba que ibas a entrenar con los niños o estás intentando que perdamos el avión? porque no me importaría tomar el vuelo de mañana- digo antes de dejarme llevar por él de nuevo.
Después de la segunda ronda no es descabellado el hecho de atraer a Éamon hasta el baño para meternos juntos en la bañera, sin embargo deberíamos haber tomado una ducha fría porque no hay dos sin tres y la tercera ronda de besos y otras salvajadas no se hizo esperar, estábamos exhaustos pero de tan buen humor que todos los problemas que teníamos parecían diminutos -Pediré que te hagan el café como te gusta- digo cuando por fin parece acceder a bajar para desayunar antes de darle un último beso.
Bajamos hasta el comedor entre risas y bastante juntos, era tan inusual que los sirvientes estaban alucinando pero las caras de nuestros hijos sin duda alguna estaban estupefactas, se miraban el uno al otro como intentando preguntarse que estaba pasando, los conocía muy bien y se estaban haciendo gestos el uno al otro para comunicarse, me acerco a ambos y le doy un beso a cada uno a la vez que un pellizco de regalo - Os he visto, eso es de mala educación, dadle los buenos días a vuestro padre y vamos a desayunar, recordad que nos vamos en un par de horas- pido al mayordomo que prepare el café para Éamon, y ya de paso les advierto que cierren la bocaza y controlen un poquito la expresión facial, ni que hubieran visto un fantasma.
No recordaba la última vez que nos sentamos todos juntos en la mesa, puede que Michael y Collins solo tuvieran 5 años cuando eso ocurrió sin estar todos en silencio, con caras largas y por simple compromiso en fechas especiales, hoy podían hablar con su padre, ni siquiera me importó que descuidaran sus modales por querer contar tantas cosas a la vez que comían, solo les dejé ser niños y disfrutar de un desayuno en familia.
Después de la segunda ronda no es descabellado el hecho de atraer a Éamon hasta el baño para meternos juntos en la bañera, sin embargo deberíamos haber tomado una ducha fría porque no hay dos sin tres y la tercera ronda de besos y otras salvajadas no se hizo esperar, estábamos exhaustos pero de tan buen humor que todos los problemas que teníamos parecían diminutos -Pediré que te hagan el café como te gusta- digo cuando por fin parece acceder a bajar para desayunar antes de darle un último beso.
Bajamos hasta el comedor entre risas y bastante juntos, era tan inusual que los sirvientes estaban alucinando pero las caras de nuestros hijos sin duda alguna estaban estupefactas, se miraban el uno al otro como intentando preguntarse que estaba pasando, los conocía muy bien y se estaban haciendo gestos el uno al otro para comunicarse, me acerco a ambos y le doy un beso a cada uno a la vez que un pellizco de regalo - Os he visto, eso es de mala educación, dadle los buenos días a vuestro padre y vamos a desayunar, recordad que nos vamos en un par de horas- pido al mayordomo que prepare el café para Éamon, y ya de paso les advierto que cierren la bocaza y controlen un poquito la expresión facial, ni que hubieran visto un fantasma.
No recordaba la última vez que nos sentamos todos juntos en la mesa, puede que Michael y Collins solo tuvieran 5 años cuando eso ocurrió sin estar todos en silencio, con caras largas y por simple compromiso en fechas especiales, hoy podían hablar con su padre, ni siquiera me importó que descuidaran sus modales por querer contar tantas cosas a la vez que comían, solo les dejé ser niños y disfrutar de un desayuno en familia.
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El miembro 'Blair O'Connell' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Embarazo' :
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#2 'Embarazo' :
#1 'Embarazo' :
--------------------------------
#2 'Embarazo' :
Éamon O'Connell
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Cuando por fin salimos del cuarto lo hacemos de una manera muy diferente a como habíamos entrado, yo al menos. Vine buscando pleito y discusión porque no quería que se llevase a los niños, incluso pensé que la noche terminaría con un nuevo enfado. Nada más lejos. No sé si simplemente surgió o si acabé convencido y dejándome llevar muy fácilmente, aunque tampoco me importa mucho en este momento. Es cierto que ella puede ser muy persuasiva, pero no le costó casi nada persuadirme. Al bajar a la cocina me fastidian un poco las caras de los sirvientes, y en estos momentos casi que preferiría no tener a ninguno en la casa. Cojo el café que me prepara el mayordomo y les mando retirarse hasta nuevo aviso, de modo que nos quedamos solos con los niños. Ellos también están extrañados de vernos así, y seguro que cuando nos retiremos cotillean entre ellos todo lo que quieran y más. - Me he quedado aquí esta noche para poder despedirme de vosotros y acompañaros al aeropuerto. Y también voy a aprovechar el rato que queda para empezar con los entrenamientos que os dije, empezando por defensa personal. Para las armas he contratado un instructor, os acompañará allí en unos días. Así no perdéis el tiempo que estéis de viaje. - bebo un poco de café, intercambiando una mirada con Blair con cara de 'sí, no se van a quedar jugando a la consola hasta que se vayan'.
Después les dejo que hablen, escuchando las cosas que cuentan, muchas de ellas triviales. Tienen suerte de poder ser ese tipo de adolescentes a los que no les afecta un mundo en guerra. Pocos pueden decir lo mismo, sólo los privilegiados. Continuamos desayunando con calma y en ambiente distendido, tanto que casi parecemos un anuncio de margarina de esos de la tele, en la que todos desayunan bien vestidos, bien peinados, sonrientes y habladores. Mis desayunos a solas suelen ser más parecidos a un tipo con cara de necesitar café en vena, que se queda ausente y mirando a un azulejo de la pared de al cocina como si estuviese planeando un asesinato. Y la verdad es que es así, planeo asesinatos y muchas veces los cumplo. Terminamos el desayuno poco después, así que pongo una mano en el hombro de cada uno de los chicos para llevármelos al jardín, pidiendo a Blair que venga con nosotros para verlo e incluso participar, que tampoco le viene mal aprender. Así pasamos el rato que queda hasta que llega la hora de marcharse. Los criados se encargan de sacar todas las maletas al jardín para ir cargándolas en los coches. Después de eso montamos los cuatro en el coche oficial, saliendo de allí rumbo al aeropuerto.
Después les dejo que hablen, escuchando las cosas que cuentan, muchas de ellas triviales. Tienen suerte de poder ser ese tipo de adolescentes a los que no les afecta un mundo en guerra. Pocos pueden decir lo mismo, sólo los privilegiados. Continuamos desayunando con calma y en ambiente distendido, tanto que casi parecemos un anuncio de margarina de esos de la tele, en la que todos desayunan bien vestidos, bien peinados, sonrientes y habladores. Mis desayunos a solas suelen ser más parecidos a un tipo con cara de necesitar café en vena, que se queda ausente y mirando a un azulejo de la pared de al cocina como si estuviese planeando un asesinato. Y la verdad es que es así, planeo asesinatos y muchas veces los cumplo. Terminamos el desayuno poco después, así que pongo una mano en el hombro de cada uno de los chicos para llevármelos al jardín, pidiendo a Blair que venga con nosotros para verlo e incluso participar, que tampoco le viene mal aprender. Así pasamos el rato que queda hasta que llega la hora de marcharse. Los criados se encargan de sacar todas las maletas al jardín para ir cargándolas en los coches. Después de eso montamos los cuatro en el coche oficial, saliendo de allí rumbo al aeropuerto.
Blair O'Connell
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Hacía apenas una hora que había aterrizado mi avión, estaba agotada pero por fin había llegado a mi casa después de pasar el último mes con negociaciones en Estados unidos con los altos cargos del pentágono y algunos en la casa blanca, demasiadas fiestas sociales con conversaciones banales para lamerles el culo a un montón de viejos aburridos, por suerte mi tío estaba allí para ayudarme y mi padre se encargaba de malcriar a sus nietos que por poco les compra una casa llena tonterías y regalos, al final tuve que disuadirlo de ello y se conformó con darles un par de millones de dólares para su "futuro" como si no tuvieran ya suficiente.
Al final tanta parafernalia había dado sus frutos y los americanos habían aceptado bajar la potencia de su satélite, pero apenas lo hicieron durante 24 horas pues después el acceso fue revocado por algo al igual que le había sucedido a Éamon en londres, sin embargo los resultados del experimento habían sido satisfactorios, pues al contrario que en inglaterra que el experimento se hizo en una zona deshabitada, en América se hizo en un nucleo urbano controlado con un hospital en el que muchos de los pacientes sufrían de aquellos extraños dolores de cabeza, su estado mejoró en aquellas 24 horas y ya no había duda lguna, los satélites nos estaban afectando a todos.
Antes de marcharme el proyecto de hacer los satélites a menor escala y para zonas localizadas ya estaba en marcha, solo quedaba coordinarse con el resto de países y darles los datos obtenidos con los dos experimentos. Durante ese tiempo había mantenido informados tanto a Andreas como a Éamon, al cual me moría por ver para darle una buena noticia, una que probablemente podría salvar nuestro matrimonio.
No había querido encender mi teléfono pues tenía la intención de descansar antes de empezar con el trabajo pero el mayordomo trae consigo el teléfono de casa, parecía apurado "es una llamada urgente, señora" tuerzo los ojos pues seguramente sería alguna chorrada -Espero que sea de vida o muerte porque estoy agotada - al otro lado del teléfono la voz parecía seria, incluso asustada de decirme lo que pasaba pero cuando por fin lo suelta mi cara se pone pálida, parpadeo un par de veces sin terminar de creerlo pero cuando reacciono no puedo evitar empezar a gritar -¡PERO COMO SE PUEDE SER TAN INÚTIL! ¡¿QUIÉN ESTABA CON ÉL?! SI LE LLEGA A PASAR ALGO OS HARÉ RESPONSABLES A TODOS, ME DA IGUAL QUE TENGA QUE COLGAR YO MISMA A MEDIA BASE MILITAR PERO YA ESTÁIS MOVIENDO EL CULO PARA HACER ALGO PANDA DE RETRASADOS!- ni siquiera me molesto en colgar, simplemente reviento el teléfono contra el suelo antes de llevarme las manos a la cabeza sintiendo que se me van a saltar las lágrimas de la rabia, la impotencia y la preocupación.
Los niños se encontraban asustados, no sabían que pasaba así que intento sonreír para que no se preocupen -Chicos, mamá tiene trabajo que hacer , voy a londres un momento, no salgáis de casa y descansad, ha sido un viaje muy largo, después os llamo, os quiero- le doy un beso a cada uno y espero a que entren en casa antes de encender mi móvil y llamar a Andreas, tenía muchísimas llamadas perdidas y mensajes -Andreas! dónde estás!? necesito que refuerces la seguridad de mi casa, envía treinta centinelas si hace falta!....- en este punto ya no puedo contener las lágrimas y empiezo a llorar -Le dije que le dejara el trabajo a los soldados... le dije que no me dejara... ¿por qué los hombres sois tan idiotas, Andreas?- cuando me dice dónde se encuentra me subo al coche y salgo de la mansión rumbo a la base militar.
Al final tanta parafernalia había dado sus frutos y los americanos habían aceptado bajar la potencia de su satélite, pero apenas lo hicieron durante 24 horas pues después el acceso fue revocado por algo al igual que le había sucedido a Éamon en londres, sin embargo los resultados del experimento habían sido satisfactorios, pues al contrario que en inglaterra que el experimento se hizo en una zona deshabitada, en América se hizo en un nucleo urbano controlado con un hospital en el que muchos de los pacientes sufrían de aquellos extraños dolores de cabeza, su estado mejoró en aquellas 24 horas y ya no había duda lguna, los satélites nos estaban afectando a todos.
Antes de marcharme el proyecto de hacer los satélites a menor escala y para zonas localizadas ya estaba en marcha, solo quedaba coordinarse con el resto de países y darles los datos obtenidos con los dos experimentos. Durante ese tiempo había mantenido informados tanto a Andreas como a Éamon, al cual me moría por ver para darle una buena noticia, una que probablemente podría salvar nuestro matrimonio.
No había querido encender mi teléfono pues tenía la intención de descansar antes de empezar con el trabajo pero el mayordomo trae consigo el teléfono de casa, parecía apurado "es una llamada urgente, señora" tuerzo los ojos pues seguramente sería alguna chorrada -Espero que sea de vida o muerte porque estoy agotada - al otro lado del teléfono la voz parecía seria, incluso asustada de decirme lo que pasaba pero cuando por fin lo suelta mi cara se pone pálida, parpadeo un par de veces sin terminar de creerlo pero cuando reacciono no puedo evitar empezar a gritar -¡PERO COMO SE PUEDE SER TAN INÚTIL! ¡¿QUIÉN ESTABA CON ÉL?! SI LE LLEGA A PASAR ALGO OS HARÉ RESPONSABLES A TODOS, ME DA IGUAL QUE TENGA QUE COLGAR YO MISMA A MEDIA BASE MILITAR PERO YA ESTÁIS MOVIENDO EL CULO PARA HACER ALGO PANDA DE RETRASADOS!- ni siquiera me molesto en colgar, simplemente reviento el teléfono contra el suelo antes de llevarme las manos a la cabeza sintiendo que se me van a saltar las lágrimas de la rabia, la impotencia y la preocupación.
Los niños se encontraban asustados, no sabían que pasaba así que intento sonreír para que no se preocupen -Chicos, mamá tiene trabajo que hacer , voy a londres un momento, no salgáis de casa y descansad, ha sido un viaje muy largo, después os llamo, os quiero- le doy un beso a cada uno y espero a que entren en casa antes de encender mi móvil y llamar a Andreas, tenía muchísimas llamadas perdidas y mensajes -Andreas! dónde estás!? necesito que refuerces la seguridad de mi casa, envía treinta centinelas si hace falta!....- en este punto ya no puedo contener las lágrimas y empiezo a llorar -Le dije que le dejara el trabajo a los soldados... le dije que no me dejara... ¿por qué los hombres sois tan idiotas, Andreas?- cuando me dice dónde se encuentra me subo al coche y salgo de la mansión rumbo a la base militar.
Éamon O'Connell
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Ya había transcurrido alrededor de un mes desde mi puesta en libertad, gracias a la hábil intervención de Blair en el intercambio de prisioneros. Desde entonces había permanecido bastante tiempo en casa, mucho más del que solía acostumbrar. En esa decisión había influido bastante el hecho de que Blair estuviese embarazada, y también que hubiésemos tenido que extremar las precauciones desde que la magia ya no estaba bloqueada por los satélites. Ahora volvían a tener todo su poder intacto, cosa que me enervaba doblemente. No sólo por la amenaza que esto suponía, sino porque al final se habían salido con la suya. Nuestra solución final no había funcionado, habíamos tenido que comernos el orgullo al darnos cuenta de que tanto la naturaleza como los humanos necesitábamos que no hubiese nada bloqueando esa energía mágica o lo que mierdas fuese.
Desde entonces había tenido videoconferencias con todos los países participantes en el proyecto Satélite Antimagia, que habían acabado llegando a esa misma conclusión, que nos habíamos precipitado pensando que esto era la victoria y que ya estaba todo solucionado. Además necesitábamos saber por qué se habían destruido con misiles lo satélites restantes, aquellos que no fueron destruidos por el artefacto de los magos. Blair me había contado lo de Gelion, que vino diciendo no sé que historia de rusos atacando nuestro satélite. No terminaba de creerme nada de eso, y por ahora seguíamos con Gelion encerrado en un módulo especial, con ciertas ventajas respecto a otros presos. Lo que sí parecía claro es que teníamos al enemigo en nuestras propias filas, y que no podíamos acceder a los datos exactos para saber de dónde venían los misiles. Tampoco conseguíamos acceder a nada de la ciudad experimental en la que se encontraba el centro de mando del satélite, que se instaló allí por seguridad, ya que muy pocas personas conocen la ubicación. Ya se había determinado el ir en persona al lugar, pues no podíamos acceder desde fuera por medios informáticos. Todo tenía cada vez peor pinta, y para colmo ahora llegaba una llamada de uno de los capitanes del ejército, informando de una urgencia y pidiendo que pusiera la televisión.
Allí estaba el "desaparecido" Johan Black, lanzando un mensaje desde vete a saber dónde, diciendo sandeces de las que no tenía constancia y llamando a nuestros mandos a la rebelión. - Todo eso es una sarta de mentiras. Se lo está inventando todo. ¡Que nadie se mueva de sus puestos! - ordené de manera tajante, esperando que no sucediese de nuevo otro acto de insurrección como el del Ministerio de la Paz. No podía permitir que le creyesen y viniesen a por nosotros, tenía que asegurar la seguridad de mi esposa e hijos, sacándolos de este lugar por si alguna horda perturbada venía a por nosotros. No querrían irse, pero no quedaba otro remedio. Así abandonamos el lugar, ellos en un coche, y yo en otro.
Desde entonces había tenido videoconferencias con todos los países participantes en el proyecto Satélite Antimagia, que habían acabado llegando a esa misma conclusión, que nos habíamos precipitado pensando que esto era la victoria y que ya estaba todo solucionado. Además necesitábamos saber por qué se habían destruido con misiles lo satélites restantes, aquellos que no fueron destruidos por el artefacto de los magos. Blair me había contado lo de Gelion, que vino diciendo no sé que historia de rusos atacando nuestro satélite. No terminaba de creerme nada de eso, y por ahora seguíamos con Gelion encerrado en un módulo especial, con ciertas ventajas respecto a otros presos. Lo que sí parecía claro es que teníamos al enemigo en nuestras propias filas, y que no podíamos acceder a los datos exactos para saber de dónde venían los misiles. Tampoco conseguíamos acceder a nada de la ciudad experimental en la que se encontraba el centro de mando del satélite, que se instaló allí por seguridad, ya que muy pocas personas conocen la ubicación. Ya se había determinado el ir en persona al lugar, pues no podíamos acceder desde fuera por medios informáticos. Todo tenía cada vez peor pinta, y para colmo ahora llegaba una llamada de uno de los capitanes del ejército, informando de una urgencia y pidiendo que pusiera la televisión.
Allí estaba el "desaparecido" Johan Black, lanzando un mensaje desde vete a saber dónde, diciendo sandeces de las que no tenía constancia y llamando a nuestros mandos a la rebelión. - Todo eso es una sarta de mentiras. Se lo está inventando todo. ¡Que nadie se mueva de sus puestos! - ordené de manera tajante, esperando que no sucediese de nuevo otro acto de insurrección como el del Ministerio de la Paz. No podía permitir que le creyesen y viniesen a por nosotros, tenía que asegurar la seguridad de mi esposa e hijos, sacándolos de este lugar por si alguna horda perturbada venía a por nosotros. No querrían irse, pero no quedaba otro remedio. Así abandonamos el lugar, ellos en un coche, y yo en otro.
S.A.M-9917
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Finales de Septiembre 2041- 3 días para la cuenta atrás.
Dados los acontecimientos en a base número 457-B42 del planeta(Nombre no codificado conocido como China, República Popular) la inteligencia consideró la probabilidad estadística de numerosas nuevas disputas.
Entre las variables procesadas en la base de datos se encontraban las posibles acciones de los humanos no mejorados para sobrevivir tras la cuenta atrás.
Los resultados de la simulación estadística indicaron puntos actuales de sanación, guarida y abastecimiento. La tasa de supervivencia de los humanos no mejorados tras la cuenta atrás se situaba en un 0,9%, una cifra por encima de la calculada con anterioridad.
En tiempo se tradujo en una supervivencia de +80 años 2 meses 14 días 5horas 3 min post cuenta atrás hasta acabar con el último humano no colaborativo para con la trascendencia.
Ante tales nuevos datos S.A.M-9917 procedió con la eliminación preventiva de puntos estratégicos, calculando como nueva tasa de supervivencia de 0,00000000000000000001%, reduciendo en temporalidad hasta los +7 días post cuenta atrás.
Repentinamente varios haces de luz impactan sobre el lugar ejerciendo una implosión que posteriormente se expande hasta eliminar el objetivo por completo.
Dados los acontecimientos en a base número 457-B42 del planeta(Nombre no codificado conocido como China, República Popular) la inteligencia consideró la probabilidad estadística de numerosas nuevas disputas.
Entre las variables procesadas en la base de datos se encontraban las posibles acciones de los humanos no mejorados para sobrevivir tras la cuenta atrás.
Los resultados de la simulación estadística indicaron puntos actuales de sanación, guarida y abastecimiento. La tasa de supervivencia de los humanos no mejorados tras la cuenta atrás se situaba en un 0,9%, una cifra por encima de la calculada con anterioridad.
En tiempo se tradujo en una supervivencia de +80 años 2 meses 14 días 5horas 3 min post cuenta atrás hasta acabar con el último humano no colaborativo para con la trascendencia.
Ante tales nuevos datos S.A.M-9917 procedió con la eliminación preventiva de puntos estratégicos, calculando como nueva tasa de supervivencia de 0,00000000000000000001%, reduciendo en temporalidad hasta los +7 días post cuenta atrás.
Repentinamente varios haces de luz impactan sobre el lugar ejerciendo una implosión que posteriormente se expande hasta eliminar el objetivo por completo.
Guardia de Ouroboros
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Dos guardias de Ouroboros aparecieron en tierra firme para comenzar con las deportaciones pertinentes. Previamente se había realizado una rápido inspección del terreno, determinando que era posible llevar a la gente sin riesgo de que fuesen asesinados por amenazas. Al menos en las primeras horas. El lugar escogido fue una zona en ruinas en la periferia de Londres, donde estuvo en su momento la residencia de los O'Connell. Ahora habían caído en desgracia. La madre había muerto en la misión y el padre estaba en el calabozo a la espera de juicio por sus crímenes de guerra. La menor, Erin, permanecía en la isla bajo custodia de los servicios sociales.
- Collins y Michael O'Connel, quedáis deportados por ser mayores de edad. Vuestra permanencia en la isla ya no está justificada ahora que todo es seguro en tierra. Vuestro padre permanecerá allí hasta ser juzgado. La custodia de la menor os ha sido retirada y permanecerá en la isla. - el guardia encargado les dejó la información tras soltarlos, abandonándolos allí para desaparecer después con su compañero, de vuelta a la isla.
- Collins y Michael O'Connel, quedáis deportados por ser mayores de edad. Vuestra permanencia en la isla ya no está justificada ahora que todo es seguro en tierra. Vuestro padre permanecerá allí hasta ser juzgado. La custodia de la menor os ha sido retirada y permanecerá en la isla. - el guardia encargado les dejó la información tras soltarlos, abandonándolos allí para desaparecer después con su compañero, de vuelta a la isla.
Luché, grité y pataleé con todas mis fuerzas. No reconocí el lugar de inmediato, pero con mirar alrededor me bastó para ubicarme. No había rastro de la casa. El sonido eléctrico de la ignición de la espada láser rasgó el aire un momento antes de que los guardias desaparecieran. Estaba de espaldas a donde ellos habían estado y la luz azul del sable iluminaba mi rostro aturdido. Contemplé la nada en una postura firme y tensa en un silencio interrumpido solamente por el viento y por la energía del arma que blandía. Las lágrimas picaron detrás de mis párpados y mi labio inferior tembló cuando apreté los dientes.
De lo más profundo de mí, surgió un grito desconsolado que arañó mi garganta y se proyectó hacia los cuatro vientos al tiempo que clavaba la espada láser en el suelo, atravesando la nieve que se evaporó mientras me arrodillaba ante el sable. Nos habían llevado a su repugnante isla para que nos pudiéramos, me usaron para limpiar su asqueroso taller y para que les diera información sobre tecnología humana mientras aquellos despreciables seres mágicos intentaban matarnos. Había querido colaborar, los había ayudado y me pagaban dejando morir a mi madre y separándome de mi padre y mi hermana.
-Recuperaremos a nuestra familia, lo juro.- Pronuncié con voz rasposa y los ojos cerrados. Ahora, todo lo que tenía era a mi hermano y una promesa. -Cuando ponga mis manos sobre ellos, desearán estar muertos.- Dije refiriendome a los culpables y apretando la empuñadura del arma tan fuerte que mis nudillos se volvieron blancos. -Les enseñaré.- Declaré abriendo los ojos con gesto sombrío mientras una solitaria lágrima caía por mi mejilla. -Todos los seres mágicos saben la ubicación de la isla, la inteligencia artificial la encontró. Podemos pedirle a un mágico que nos lleve o averiguar las coordenadas que Sam consiguió y tomar una nave para llegar.- Comencé a planear en voz alta mientras me ponía de pié y extraía la espada láser del suelo apagándola.
-Vamos a la base del ejército de la Alianza, allí tal vez consigamos lo que necesitamos.- Le dije decidido a cumplir mi juramento cuanto antes, cegado por el dolor, mientras caminaba arrastrando a Michael lejos de las ruinas de lo que una vez había sido nuestro hogar dejando huellas en la nieve a cada paso.
De lo más profundo de mí, surgió un grito desconsolado que arañó mi garganta y se proyectó hacia los cuatro vientos al tiempo que clavaba la espada láser en el suelo, atravesando la nieve que se evaporó mientras me arrodillaba ante el sable. Nos habían llevado a su repugnante isla para que nos pudiéramos, me usaron para limpiar su asqueroso taller y para que les diera información sobre tecnología humana mientras aquellos despreciables seres mágicos intentaban matarnos. Había querido colaborar, los había ayudado y me pagaban dejando morir a mi madre y separándome de mi padre y mi hermana.
-Recuperaremos a nuestra familia, lo juro.- Pronuncié con voz rasposa y los ojos cerrados. Ahora, todo lo que tenía era a mi hermano y una promesa. -Cuando ponga mis manos sobre ellos, desearán estar muertos.- Dije refiriendome a los culpables y apretando la empuñadura del arma tan fuerte que mis nudillos se volvieron blancos. -Les enseñaré.- Declaré abriendo los ojos con gesto sombrío mientras una solitaria lágrima caía por mi mejilla. -Todos los seres mágicos saben la ubicación de la isla, la inteligencia artificial la encontró. Podemos pedirle a un mágico que nos lleve o averiguar las coordenadas que Sam consiguió y tomar una nave para llegar.- Comencé a planear en voz alta mientras me ponía de pié y extraía la espada láser del suelo apagándola.
-Vamos a la base del ejército de la Alianza, allí tal vez consigamos lo que necesitamos.- Le dije decidido a cumplir mi juramento cuanto antes, cegado por el dolor, mientras caminaba arrastrando a Michael lejos de las ruinas de lo que una vez había sido nuestro hogar dejando huellas en la nieve a cada paso.
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