Mercado Central

Había pasado un mes, un mes de tareas absurdas del maestro. Que si pon estas hierbas en tal pasillo, que si marca esta runa en tal puerta y cosas así. Excepto por aquellas pequeñas excursiones no bajaba de la montaña donde ahora estábamos acoplados a los Pendragón para casi nada.
Paseaba por el mercado que parecía bastante atareado a pesar de las horas, la gente en aquel lugar no parecía tan preocupada como los que rondaban los edificios principales. Había veces que les miraba como si no tuviesen ni puta idea y mereciesen que cualquier ser acabase con su existencia por ser tan despreocupados, y otras veces , otras veces se podía observar cierta envidia en mis ojos.
Pedí algo de comida en un puestecillo, un plato de cartón que tenía algo como arroz y trozos de algún tipo de carne con una salsa que olía picante y tomé asiento en uno de los pocos escalones libres que había en aquel lugar para comérmelo.

Estaba aburrido de estar en el laboratorio con Blair, Andreas y Sigrid, que eran los que más sabían de asuntos tecnológicos, así que decidí coger a Erin para salir a dar un paseo por la isla en la que teníamos que vivir ahora. Un par de guardias se empeñaron en seguirme y vigilarme, aunque a cierta distancia.

"se creerán que voy a liarla o algo. Como si pudiera..."

De tanto en tanto miraba de reojo hacia atrás, seguían allí. Me encaminé con la niña en brazos al mercado, mirándolo todo como uno de esos turistas cerrados de mente que van a otros sitios criticando todo y diciendo que en su país es mejor. El caso es que había cosas llamativas en aquel mercado, desde piedras que se supone que daban poderes extra a los magos, hasta pociones extrañas. Aquí no me valía la tarjeta de crédito, así que no pude comprar nada, sólo observar.  - Tu madre se gastaría aquí el sueldo de un mes. Es una derrochona. - le iba diciendo a la cría mientras pasábamos de largo de los puestos, aunque ella quería coger todo lo que veía y se movía en mis brazos intentando estirarse hacia las cosas de colores que colgaban de las vigas de los puestos. Al pasar cerca de unos bancos me fijé en que estaba por allí uno de los tipos que tuvimos encerrado, así que evité mirarlo y seguí andando. La isla estaba llena de enemigos pasados y posiblemente presentes. Eso me recordó a la feral. A Leila no la había vuelto a ver desde que me apuntó a la cabeza con la pistola. Terminé el paseo tras un rato, regresando de vuelta al lugar en el que nos custodiaban.

Mientras comía tranquilamente me fijé en la gente que paseaba por la calle, entre ellos lo que parecía ser un humano simplemente, oh uno de esos putos humanos militares. Para mi desgracia iba acompañado no solamente de unos guardias, de los que me hubiese encargado gustosamente, sino de un bebé.
Aquello hizo que descartase ir a meterle una buena hostia y continué con mi comida tranquilo hasta que la terminé y salí del lugar.

Habían pasado varios días desde la incómoda conversación en el hall del hospital en la que Aldaron se medio enteró de que me gustaba Chloe después de que hablara de las majestuosidades que debía de hacer el teniente de la Guardia en sus ratos de ocio. Vaya, que debía tener  a toda la isla revolucionada ese hombre. Qué vergüenza.... Y luego la charla de Doris no ayudó tampoco nada de nada, pero bueno, estaba con el come-come desde entonces. Así que hice lo que mejor sabe hacer un adolescente, escaquearme del “adulto” élfico todo el tiempo que pude: si Aldaron entraba yo salía, si Aldaron se quedaba yo me escondía detrás del ropero… y así. Hasta el día de hoy.

Ya había terminado las pociones que correspondían a ese día, por lo que tenía parte de la mañana y toda la tarde para vaguear todo cuanto quisiera. Seguía pensando en lo que Doris me dijo la otra vez, sus consejos y esas cosas, y me dirigí al Mercado Central. De camino me encontré a uno de esos guardias con su armadura reluciente y no pude volver a pensar en el teniente. Yo seguía pensando que era demasiado mayor para ella, pero con esto de que a ellas les gustan mayores, de esos que llaman señores, de los que te abren la puerta y te mandan flores, pues... yo que sé....

De modo que terminé muy patéticamente en el Mercado Central de la isla. Yo seguía pensando que era una idea malísima, pero a Doris le parecía que había de intentarse, de modo que allí estaba, comprando flores para Chloe. Lo bueno de estar allí: que podía escaquearme de la mirada inquisitiva de Aldaron. Lo cual me tranquilizaba. Pero la parte negativa es que no podía toparme con Jo. No me contestó al patronus, lo cual se me hizo especialmente extraño... De modo que decidí gastarme un poco del dinerillo que iba ganando en hacerle un regalito para ella.

Andaba inspeccionando algunos de los ramos que tenían ahí encima. Compré algunas hierbas aromáticas para pociones y… -¿Me pondría un ramo de margaritas? Y también -…- ¿Qué clase de flor le gustarían a la tía Jo? -Me gustan esos tulipanes, también un ramo de varios colores- Para la tía Jo y para Nyara. Las margaritas serían para Chloe, que por alguna extraña razón me recuerdan a ella. Pagué al buen hombre y lo primero que hizo fue llevarme las flores a la nariz para disfrutar de su aroma, potenciado por los hechizos de Herbología de Sofía. Tras ello seguí caminando por los puestos, comprando alguna chuche e ingredientes varios para pociones y practicar en casa.


Paré a descansar en un banquito que estaba en mitad del mercadillo. Hice memoria de todo lo que había comprado y me sentí especialmente orgulloso. Recoloqué algunas cosas, y cargado como una mula, salí del Mercado rumbo a casa de Josephine.

¿No era la vida maravillosa? Mientras todos se encargaban de preparativos “importantes” para la boda, Shyvanna era feliz de hacer lo que quisiera así que agarró del brazo a Darren y junto a Artamir bajaron hacia el mercado principal de Ouroboros donde iba a comprar absolutamente todo lo que le diera la gana. Pero primero lo importante: Algo nuevo, algo viejo, algo azul, algo robado. Lo del robo era lo que más le preocupaba porque ella tenía dinero, mucho dinero para gastar.

Iba bajando por la calle principal absolutamente ajena a todas las miradas de incomodidad o curiosidad que les dedicaban porque para ella lo más importante era: Ella. Así que se detuvo en uno de los puestos de joyería con mucha curiosidad. Era un arte bastante más tosco del que estaba acostumbrada pero pensó que eso de los cuatro ítems también podía ser para Aric. Ella iba a regalarle un tatuaje de por vida, pero mejor alguna otra cosa -¿Qué piensas? – Preguntó elevando un brazalete de cuero que se llevó a la muñeca y luego hizo un sonido que era como un “Grrrr” que intentaba ser masculino -Aunque esto no le va mucho a Aric, no gruñe- Indicó mordiéndose el labio y lo dejó de lado. Anillos ya tenía muchos.

-Mmmm…- Empezó a mirar varias cosas y señaló otras más, al final le habían tenido que dar una caja repleta de joyería para ella, para sus hermanas y primas. Tenían que estar preciosas para la boda y mejor si era algo “importado”. Le dio la caja  a Darren y siguió caminando decidiendo que tenía que buscarse el vestido de novia, también la lencería y demás. Vio una vidriera interesante con mucha elegancia y un trabajo manual que sorprendía. Madame Eleonore. Bien. Ingresó allí percibiendo en seguida una esencia a rosas que le gustó mucho. Una mujer de cabello cano pero porte elegante se acercó -Buenos días. ¿En qué os puedo ayudar?- Shyvanna se acercó a los vestidos  con bastante curiosidad -Me casaré mañana y quiero un vestido de novia espectacular. Elegante, que robe el aliento. Y debe ser rojo- Le indicó a la mujer que la miró con una ceja arqueada -¿Rojo?- Ese era el mayor problema, no que fuera mañana. S asintió y le sonrió a Darren, la gente no solía entenderlo pero le daba igual -Veré… - Dijo pensativa y se perdió adentro -Envíale un patronus a G y Lake para avisarle donde estamos, please-  Le pidió a Darren haciendole pucheritos antes de que la guiaran adentro para mostrarle lo que habían encontrado para ella.

A Darren le encantó la idea de salir de esas cuatro paredes que conforman el castillo que tenían como fortaleza en Ouroboros. Él adoraba salir y perderse en la soledad de Avalon, pero aquí todo eran miradas y desprecios lo único que recibía, por lo que tuvo que dejar esa afición a volar de tanto en tanto con Alwaid. De modo que aceptó de muy buena gana la propuesta de su hermana para salir a dar un paseo por los alrededores, sin vasallos, sin normas y sin paradigmas tediosos. Con todo el tema de la boda y el parlamento ambos hermanos se habían distanciado más de lo considerado por ellos como normal.
Pero su gozo se vio truncado cuando se enteró de que, los planes de su hermana, en verdad, era ir a pasar la mañana al mercado. Por lo que arqueó el gesto, y cuando iba a añadir una queja, la hermana le arrastró y no hubo tiempo para las reclamaciones. Ya era tarde.

Andamos por el interior de Ouroboros cogidos del brazo, bajo la atenta mirada de aquellos que nos habían reconocido y el desprecio de los que nos tenían enemistad. Salvo alguna mirada de soslayo, Darren prefirió pasar de los que les estaban observando. Pareciese que nunca hubiesen visto un mago comprar… -Pienso que hay artesanos entre nuestros vasallos que tienen mejores objetos que los de este mercadillo de pueblerinos- Rodeó los ojos, poniéndolos en blanco -Pero no está mal. Tiene su encanto, supongo. El brazalete también, si es para una doncella barbuda- Señaló un pequeño puesto donde había petos de cuero, tachonados en plateado. A Darren le pareció que era mucho más exquisito que un brazalete sin más, pero claro, él no se casaría con el vikingo.

Siguieron andando. Ahora con una caja extra. La segunda tienda que decidieron visitar era una tienda de ropa de una señora que salió en cuanto les vio a recibirles. Darren la comparó con la destartalada Madame Malkin. Él tampoco entendió la pregunta de la sastre por el vestido rojo, por lo que se encogió de hombros. -Está bien…- Avisó a sus tres hermanos menores para que vinieran a hacernos compañía un rato, junto a nuestros respectivos dragones. Aunque no estaba seguro de cómo eran los preparativos para una boda según los protocolos de la abuela, de la cual dudaba que dejara sentir o a alguien que tuviera a su alrededor, salvo el miedo de su autoridad. -¿Nerviosa?- Le preguntó a su hermana mientras manoseaba una manga de uno de los trajes que había encontrado en una de las perchas. Le gustaba el tacto del terciopelo. -¿Crees que Alric sobrevivirá a la maldición de la viudedad de Wthyr?- Volvió a preguntar como aquel que preguntara por la hora. De todos era sabida la suerte de las mujeres previas de su hermano mayor, y desde entonces ninguno de los demás hermanos han estado comprometidos o casados. ¿sería algún tipo de maldición?

El comentario de Darren hizo que Shyvanna sonriera  ampliamente pero a modo de disculpa. Se volvió hacia él con una ceja arqueada -Y precisamente por esos comentarios es que nadie de Ouroboros nos aprecia. Si tengo que sonreír por cada vez que decís algo absolutamente fuera de lugar me voy a quedar sin dientes. ¡Cedric y yo no podemos contener vuestras lenguas por siempre!- Espetó S, poniendo los ojos en blanco. Dejó el brazalete y vio hacia donde señalaba Darren, hizo una leve mueca con la boca -Prefiere hacer sus propias cosas de batalla. Yo paso, que si lo hieren luego será mi culpa- Echó el aire hacia afuera bastante más sonoramente de lo que esperaba.

En la tienda, al menos era todo mucho más alegre, había una música de fondo que la invitaba a bailar pero intentó contener las piernas porque sabía que tenía que dar una imagen más o menos recatada. Se puso a ojear los vestidos, mirando uno en color verde esmeralda que le quedaría como un guante a Lake. Seguro la convencía de que se lo pusiera para la boda. Sería una estrella. No más que ella, pero una estrella seguro. Sonrió de lado y luego escuchó al rubio -Mmmm no lo sé. Un poco… Eso de tener que acostarme sólo con él toda la vida, sinceramente, no me hace mucha gracia. Con todo el buffet que hay en la isla, en Avalon… Es como sacrificar una parte de mi- Dijo la rubia, pero Aric no había dado su brazo a torcer y si su abuela se enteraba de aquellas palabras seguro le daba un cachetón que la devolvía al vientre de su madre.

Siguió caminando encontrando unos zapatos estupendos para su vestido rojo. Los cogió y miró la talla con curiosidad, al ver que era la de ella sonrió satisfecha y se sentó para empezar a probárselos cuando Darren soltó semejante burrada. Shyvanna alzó sus ojos celestes hacia él con un gesto hosco -¿En serio?- Inquirió arqueando una ceja bastante molesta porque trajera ese termino a colación -Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaric. Sin L, Darren- Corrigió poniendo morros mientras terminaba de calzarse los zapatos, al incorporarse se sintió diva total y caminó hacia el espejo que había para ver que tal lucían -Mira…- Dijo y dio una vuelta para que viera los zapatos desde todos los ángulos. Una vez que tuvo su atención, habló -Aparte a W se le mueren las mujeres, en parto. Así que en todo caso, la que moriría soy yo- Le explicó, alzando la mirada hacia él con una ceja arqueada a ver si le gustaba ese panorama.

Acababa de terminar de practicar con la espada en el patio de armas y estaba cambiándome a una ropa menos bélica cuando llegó el mensaje de Darren. No me sorprendió que Shyvanna hubiese elegido el mercado de Ouroboros para sus compras de la boda, primero porque era prudente hacer ver que queríamos establecer una cordial relación con aquella gente pero también porque seguro que Shyvanna estaba entusiasmada por ver algo diferente a las confecciones del pueblo de Cleopatra, que sin duda eran fascinantes pero llevábamos toda la vida vistiendo el mismo estilo.
Así pues bajé dispuesta a tomar prestado un dragón ,pues Alud había sido enviada a otro quehacer, cuando mi hermana se presentó en la entrada e insistió en que la acompañase junto a su dragón. Lake era bastante insistente y no convenía llevarle la contraria, aunque su dragón... no era especialmente amigable y ella tampoco.
Pasamos el breve viaje yo en silencio mientras que mi pelirroja hermana se quejaba por tener que bajar y por las ocurrencias de Shyvanna. Daguras volaba siempre de forma temeraria y agresiva así que para cuando llegamos y bajé de su verde lomo mi estómago ya estaba bastante revuelto. Escuché un suspiró y giré el rostro viendo a mi hermana cruzada de brazos, observando el mercado.
-Sigo sin entenderlo.-Comenzamos a andar mientras la gente nos observaba, Lake les miraba de vuelta con gesto hosco y altivo mientras que yo por mi parte trataba de ignorarlos-¿Por qué no estamos quemándoles vivos?¿Me lo puedes recordar Guinevere?
La decisión había sido de Wthyr pero la mayoría habíamos estado de acuerdo en seguir esa estrategia y no la de masacrar y quemar toda la isla. Aunque aquello no estaba descartado. Encogí mis hombros por toda respuesta desviando la mirada antes de entrar a la tienda. Daguras se quedó en la puerta vigilando.
Nos acercamos a Shy y Darren, ella estaba probándose unos zapatos. Iba a comentar algo amable sobre como le sentaban cuando escuché aquello de las mujeres de nuestro hermano y quedé algo confusa.
-¿De que estáis hablando?-Pregunté sonriendo sin entender que tenía que ver aquello con la supuesta muerte de Shyvanna.
-Oh, claro...habláis de la maldición de nuestro hermano y si nos afecta a todos¿no?-Comentó Lake como si tal cosa dejando caer una sonrisa algo maliciosa mientras se acercaba a tocar uno de los vestidos-Tranquilizaos... las mujeres de Wthyr eran... simples.-Comentó con cierto asco en sus palabras dejando caer la manga de tela para mirar a Shyvanna del mismo modo.-Igual que estos vestidos. Hermana...¿No crees que sería mejor vestir con ropas acordes a tu rango?
Apreté mis labios y miré a Shyvanna entornando los ojos. Nuestra hermana, todo sutileza.
-¿Has elegido ya vestido?-Pregunté ahora tratando de cambiar de tema acercándome a Darren-¿Y podemos dejar de hablar de muertes?Es una boda...
Se escuchó la puerta y giré el rostro, Cedric acababa de entrar y alzó una mano antes de dirigirse a Lake y darle un apretón en los brazos, caminar hasta Darren para abrazarle y dar un par de palmadas fuertes en la espalda, depositó un beso en mi mejilla que me hizo reír por lo bajo y finalmente agarró a Shyvanna de la cintura alzándola pegando una pequeña vuelta con ella para después bajarla y darle un beso en la frente.

Darren terminó de mirar el puesto con hastío creciente antes de que se fueran mientras su hermana intentaba disculparse por sus formas delante del tendero. Personaje que a Darren le producía terrible indiferencia: él, su puesto y sus sentimientos rotos. -No nos aguantan ya de antes. Esto solo es una observación perspicaz de una baratija- Indicó Darren a su hermana ante la hipótesis que plantea sobre el trato de los habitantes de Ouroboros hacia la familia Pendragon. Si esos pueblerinos no sabían aceptar la verdad, era su problema. Que le cortasen la lengua si tenía que decir que ese brazalete era bonito. Se encogió de hombros cuando rechazó su idea de la cota, allá ella.

Ya en la tienda de ropa, Darren dejó de manosear el traje de terciopelo para detener la mirada en uno de hombre, a cuadros verdes escoceses, que le pareció terriblemente horrible e incómodo. A pesar de que dudó del buen gusto de los habitantes de la isla, no puedo evitar imaginarse a sus hermanos con eso y no puedo contener una sonrisa con sorna, mientras tanto, su hermana le comentaba lo apenada que estaba sobre no poder ir regalando amor por todas partes. -Siempre y cuando la abuela no se entere, siempre podéis regalar vuestro poliamor como os apetezca. Eso sí, mientras a mí no me invitéis a vuestras orgías, todo irá bien- Respondió Darren a su hermana añadiendo un gesto como si cerrase sus labios con una cremallera. Que haga lo que quiera, es su vagina, no la Darren.


El rubio se aproximó a su hermana mientras jugueteaba con unos zapatos. Se sentó a su lado gruñendo con molestia cuando le corrigió por décimo quinta vez el nombre de su prometido y muy futuro esposo, imitando a su hermana -Aric. Aaaaaaric. ¿Mejor?- Bufó. No le gustaba que le corrigieran, aunque estuviera errado. Se habían entendido, ¿a qué darle tanta importancia a una “L” despistada? En cualquier caso, Darren jamás recordaría el nombre correcto del vikingo. Cargó con la caja sobre sus piernas mientras Shyvanna paseaba con sus zapatos nuevos, sus hermanas se incorporaron a la conversación, justo en el momento en el que respondía a la observación de su hermana melliza -Lo mismo lo dejas seco a base de sexo. Como no tenga aguante, te lo cargarás- Se encogió de hombros. -Opino como Lake. Los Pendragon estamos hechos de otra pasta- Era evidente que S no moriría en el parto, las mujeres de W eran débiles, tal y como Lake añadió.

Suspiró cuando Gwen le pidió hablar de temas más apropiados para lo que a una boda se refería. Se encogió de hombros -Está bien. Hablar de cosas alegres. Bonitos zapatos- En esto llegó su hermano menor, de una forma muy efusiva, abrazándome y saludando a las hermanas con un par de besos. -Cedic, has llegado en el momento más oportuno. Estábamos “alegremente” eligiendo zapatos para la boda- Comentó de una forma mordaz.

-Tampoco es que hagáis algo para remediarlo. Liderar desde el corazón  no es lo  mismo que liderar desde la cabeza. No hay el mismo compromiso, la misma fe, el mismo vínculo- Ni por muchos besos que se dieran en los morros en las ceremonias de votos. Simplemente era distinto, pero estaba segura de que sólo Cedric la entendería asi que se calló la boca y siguió a lo suyo.  El tema fue cambiando al entrar en la tienda y escuchó la sugerencia de Darren, a lo que Shyvanna negó con la cabeza -Lo hablé con Aric, no lo permitiremos. Ni él ni yo queremos bastardos ni nada que pueda causar problemas sobre nuestra descendencia. Es casi una decisión adulta…- Encogió los hombros un poco desilusionada pero no quería centrarse en ello. Asintió cuando corrigió el nombre.

La mirada celeste de S pasó de sus zapatos a G con una sonrisa y luego a Lake, que entraba destilando veneno como siempre -Me vestiré como yo quiera…Y tú también- Sonrió de lado  y siguió paseando con los zapatos sintiendo la comodidad de los mismos mientras cogía un vestido verde que, estaba segura, no le gustaría a Lake y se lo tiró en la cara -Ve a probártelo- El único regocijo que sentía de ser hermana mayor era darle órdenes a la pelirroja -Yo siempre os lo he dicho. Se tiene que desposar con una de nuestras primas o, improvisar, y desposar a una dragona. Ellas de débiles no tienen un ápice- Argumentó alzando los hombros y mirando otro vestido para G, pensando que con su tez y su color de cabello un azul zafiro podría ser una opción interesante.

-¡He conseguido una colección que os encantará!...Oh, bienvenidos a todos- Reapareció Madame Eleonore para ver su tienda atestada de gente. Le sorprendió la variopinta asistencia pero sonrió educadamente a cada uno -Mi Lady- Dijo extendiendo una mano a la rubia para observar los zapatos que llevaba -Preciosos- Halagó y luego tuvo que alejarse cuando otro hombre entró y la alzó por los aires. Supuso que sería el prometido pero al no ver algún beso frunció el ceño -Y vestidos…También vestidos- Indicó Shyvanna guiñándole un ojo a Cedric -Por ejemplo, Lake irá de verde víbora y G de…azul noche, creo- Miró hacia Eleonore y señaló a sus hermanas, mientras caminaba hacia el vestidor principal. La tienda tenía buen gusto, pese a lo que decían el amargado de Darren y Lake. ¡Os pego!  -Mientras me cambio podéis encargaros de mis hermanas- La mujer hizo una leve reverencia, tronó los dedos y aparecieron dos damas más.  Mientras ella  acompañó a Shyvanna para guiarla y explicarle los detalles de los vestidos dentro, las otras dos mujeres asesorarían a las hermanas de la novia. Después de unos 15 minutos, Shyvanna salió luciendo un magnífico traje en degradado de color dorado a rojo que, en cuanto lo había visto, había sentido que era el adecuado. Salió caminando divinamente porque se sentía puto poderosa en ese vestido. Se giró sobre sí misma y miró a su mellizo por encima del hombro -Por supuesto que voy a dejarlo seco. Menosprecias mi lujuria-

Estacionó el grifo en una zona despejada y bajo con cuidado y empezó a caminar hacia el mercado. Lo cierto es que se distrajo en varios puestos. Hubo uno en particular que tenía ropa de bebé que le pareció adorable pero no quería gastar el dinero ahora sin saber el sexo del bebé. ¿O querían que fuera sorpresa? Se lo preguntaría a Kyll. Ella no sabía que quería. ¿Niño, niña? No sabía muy bien. Creyó que le daba igual. Era algo inesperado y que querría de igual manera.

Finalmente llegó al puesto que estaba buscando, tenía muchas cosas y muchos estilos de espejos y pensó que era algo endeble para una batalla -Buenos días señorita- Saludo el tendero y ella le sonrió un poco -¿En qué puedo ayudaros?- Mérida se llevó las manos a las caderas sopesando la idea -Necesito dos espejos comunicadores pero necesito unos bien reforzados porque mi...- ¿Mi que? ¿Pareja? Eos era para la gente que preguntaba. -Lo necesito. Y somos guerreros así que necesito que no se rompan ante cualquier golpe. ¿Tienes algo así? - Preguntó y pronto el hombre empezó a mostrarle distintos modelos.

En este momento llegó uno de sus antiguos ligues y la abrazo por la espalda, dejándole un beso en el cuello -Pelirroja- Mérida se rió un poco y se giró pero, aunque esperaba ver el rostro de Kyllian, vio a James. Parpadeo un poco confundida y sonrió de lado -Holaaa ...- Le apretó un poco las manos para retirarselas de la cadera. Se sentía un poco extraña y aquello se le noto en la cara. -¿Todo bien, Mer?- La pelirroja asintió un poco pero James no la soltó, le cogió del mentón con suavidad y entrecerró los ojos -¿Segura? Porque podemos poner esos morros en una sonrisa muy pronto- Mérida se rió azorada y nerviosa, de pronto, MUY nerviosa.

-¿Señorita?- cuando el tendero llamo su atención Mérida uso fuerza para separarse de James y mirar los espejos -¿Vas a bajar a la misión?- Preguntó Mérida tratando de hacer conversación. James le apartó el pelo del rostro -Solo si tú vas. Es un viaje largo y seguro lo podemos hacer divertido- Ella negó con la cabeza -No bajaré- El rubio la miró alzando una ceja -Eso es raro.. - Mérida apretó las muelas -No puedo bajar por razones mayores- Dijo esperando que la dejara en paz, pero volvió a cogerle de la mano para girarla hacia el -¿Que te pasa?- La pelirroja se soltó del agarre y le miro mal -Porque no puedo...- James finalmente la arrastró hasta una zona más alejada del mercado, uno del callejón y la puso contra la pared para que le hablara claro pero Mérida le empujó para sacárselo de encima.

-De verdad que te estás poniendo pesado James, a ti que te importa? No bajo porque no bajo- Le soltó volviendo a empujar y James entonces notó que estaba cabreandose, frunció el ceño sin comprender a qué venía la nueva actitud de Mérida y se alejó un poco -Tú no te pierdes una pelea y hace semanas que no vas al bar. Estás mega rara... ¿Te he hecho algo?- Preguntó el muchacho y Mérida se llevó una mano al rostro. Lo cierto es que si no estuviera en la situación en la que estaba probablemente había terminado en las habitaciones con James -No. Es sólo que tengo una situación distinta ahora. No qu...- De pronto James empezó a volar y Mérida vio a Cleopatra bebiendo té. Contuvo una sonrisa, una gran sonrisa que finalmente se mostró -Gracias... pero bájalo Cleo...Ya está- Miró a James y negó con la cabeza -Estoy embarazada  y tengo pareja- O eso creía ella, de repente así se lo sacaba de encima. En efecto, James alzó las manos y se movió hacia atrás dando dos pasos -Haberlo dicho desde el principio, pelirroja- Soltó, cabreado de haberse visto por los aires. Se fue sacudiéndose la ropa con enojo y Mérida sintió que se le revolvía el estómago. En efecto, corrió hasta uno de los tachos de basura y acabó devolviendo todas las papas bravas que había comido de Crasu.

Tardó un poco en recomponerse y aunque se sentía mejor físicamente, no así de forma anímica. ¿Por qué se sentía así? Si había quedado con Kyllian en que eso era de cara a la galería. ¿Podrían tener líos? Se llevó la mano a la frente con algo de estrés ¿Y porqué se sentía mal de que James se le hubiese acercado así? Miró hacia Cleo y le pidió con la mano algo del té pero sólo tuvo cuidado de quitarle la tapa, echarse algo del té en la boca, enjuagarse y escupir. Después se sentó en un banco y esperó mirando a Cleo con un gesto algo patético en el rostro -Hola... Dame un abrazo. Lo necesito- Dijo alzando los brazos hacia ella para que le dijera un achuchón.

Al moverme por los alrededores de la isla noté que estaba siendo vigilada por los enlatados y que ni siquiera lo hacían de forma disimulada. Me miraban fijamente, allí donde estuviera había agentes de la ley.

Con lo poco que me gustaba llamar la atención, me sentía muy incómoda pero si no puedes ganarles, uneteles… no literalmente, ni loca me iba a unir a la guardia, mis días de obedecer órdenes habían quedado atrás.

Me refiero a que simplemente lo acepté y me dirigí a encontrarme con Cleo que la había dejado sola cuando me llevaron y me sentía mal por eso. Ahora tocaba hacer lo que ella quisiera, aunque yo iba vestida un poco distinto.

No había obtenido respuesta de dónde o cuándo sería la reunión para la misión para ir a tierra, pero miraba la moneda cada tanto para asegurarme de no tener algún mensaje perdido, supuse que eso me daría tiempo para ayudar a la árabe.

Iba con mí sombrero pirata, la máscara debajo del sombrero dejando mí rostro a la vista, los aretes, el rifle enganchado a la espalda, la cota debajo de la chaqueta, los guantes, la pistola en la funda de mi cinturón, al igual que la daga y los bolsillos ocupados.

Parecía una pirata moderna con mí pelo corto. Estaba buscando a Cleo cuando en la salida de un callejón se armó revuelo por un hombre volando, me acerqué allí para mirar lo que pasaba y encontré a Mérida y a Cleo.

Me alegré por encontrarlas, pero me preocupé al ver a la pelirroja vomitar en un tacho de basura, debía estar borracha. Me acerqué al banco donde se sentó con una botella de agua fresca para espabilarla, aunque me gustaba la idea de ir al bar con ellas. Me quedé en silencio esperando a que notaran mí presencia para ofrecerle la botella de agua mineral.

-Algo… Estoy hecha un caos, Cleo. Joder…¿Dónde te has metido? Queria hablar contigo, con Gen…Os necesito- Le dijo un poco cabizbaja, con el corazón chiquito aunque mucho ayudó el abrazo que le dio porque realmente lo necesitaba. Sentía a las hormonas empezar a hacer lo suyo -Sí, es de Kyllian. Ha sido un …No fue planeado. Estaba yo llena de feromonas de Gen y una cosa llevó a la otra. Es feral y tiene el olfato muy desarrollado. Al final, con toda la reconstrucción de los campos no fui a la segunda cita con Aldaron y ahora pues…Así estoy. Pero lo estoy pasando fatal, el estómago me mata cada dos por tres y Kyllian está destrozado por lo de Lila y estoy tan confundida...- Y eso que hace unos días que tenía mejor pinta pero ella ya no sabía muy bien qué hacer. Nunca había estado en una posición como esa. Y se venía la mudanza y no había tenido éxito en las cocinas. Sentía que la vida de adulto le quedaba grande. -No me lo callé, tu estabas desaparecida…-

De pronto observaron una botella de agua y a Leila, con todas sus armas encima. La mirada azul de Mérida, que ya estaba anegada de lágrimas por lo anterior, se clavó en la cara neutral de Leila. Ni una emoción. Nada. ¿Lo de la Guardia? El juicio. Ella también había sido citada y estaba en una situación horrorosa que le estaba consumiendo por dentro. Miró la botella de agua y la cogió y la evaluó un momento así como sus recuerdos con Leila, no tan importantes como los del resto de la Brigada pero igual lindos. Recordar a Kyllian llorando en el entierro, recordarlo esparciendo las cenizas de Lila, recordarlo encogido de dolor en la cama. Negó con la cabeza  y se incorporó devolviéndole la botella de agua a Leila de forma brusca -Te defendí hasta el último minuto, hasta cuando sucedió lo de Anteia… ¡ANTEIA!- Gritó para que fuera consciente de lo que estaba diciendo -¡Que es una mujer que no podría herir ni a una mosca y que siempre ha cuidado de la Brigada!- Espetó -¡Te defendí cuando todo estaba en tu contra, te creí cuando me dijiste que todo estaba bien. Confié en ti! Y al final, todos tenían razón. ¡Espero que te acusen, espero que pagues tu condena y no te acerques en TU MALDITA VIDA NI A KYLLIAN, NI A NUESTRO HIJO NI A MI PORQUE NO DUDARÉ EN HACERTE LO QUE TE MERECES!- Soltó histérica, llorando a moco tendido antes de irse del callejón hacia el puesto de espejos, compró los dos que le recomendó el tendero e invocó su grifo para irse hacia el hospital.

Al parecer las había sorprendido. -El coso se aplaza hasta después de la misión en tierra, y ya estoy lista para ir.- Les expliqué mientras me reacomodaba el sombrero, ésa era la razón de mi ropa. Estaba lista para lo que venga, centrada más que nunca… bueno, todo lo centrada que yo podía estar, que si me preguntaban por qué iba a pegarle a un robot, no tenía idea.

Pero en eso Mérida entró en ebullición, lo que me descolocó y me sorprendió. Me dolió lo que me dijo y la ví marcharse con los pies sin poder moverlos, como si los hubieran atornillado al suelo. Llevé la mirada hacia abajo, no tenía la valentía de mirar a Cleo a los ojos, no sabía qué hacer.

-La misión contra los robots ¿Van a venir?- Les pregunté. Lo expliqué resumidamente porque yo tampoco sabía tanto, sólo sabía que saldríamos de aquella isla infernal, eso era lo único que me interesaba. En un mundo en guerra, la gente va armada, tampoco era tan raro como yo iba, aunque la verdad es que si, iba armada hasta los dientes porque nunca se sabe, además quería estar lista para cuando dijeran que ya era hora de reunirse para ir, sería la primera.

Tras la partida de Mérida sentí la mirada de la árabe sobre mí, me negaba a mirarla a los ojos y me removía cabizbaja. Ella esperaba una explicación cuando mi fuerte no era hablar, era esconderme. Yo ocultaba todo lo que podía de mí, mi cuerpo, mis rastros, mis opiniones, mis sentimientos, a eso me dedicaba, no a expresarme. Ya había compartido muchas opiniones con Lyka y él pareció escandalizarse, con Cleo misma también había intentado pero había terminado en la árabe angustiada.

Me sentía obligada a hacer lo que ella pedía, fue la única motivación por la que le pedí ir a un sitio más tranquilo para hablar, porque explicarlo todo ahí en el medio del mercado sería de lo más incómodo, pero la mujer rechazó la idea de ir a ningún lado así que me senté derrotada en el banco y suspiré pesadamente. Era mucho lo que ocultaba y todo eso me pesaba como un contenedor de material de construcción sobre mi espalda, no quería que otros carguen con eso.

Miraba a los transeúntes pensativa, imaginándome sus vidas ya que no quería pensar en la mía, prefería fingir a afrontar mi realidad. -Fuí a una consulta con Anteia por eso de dejar de ser fértil y llevé a la…- Su nombre… -Llevé a… Lila. La médica la agarró y se la llevó con ella, entonces me saqué la ropa y se vió amenazada por las armas que llevaba encima y por lo que le dije.- Expliqué de un tirón, como una bandita. -Debí haber agarrado a… a Lila e irme sin decir nada.- Me recriminé, de esa forma todo habría sido más fácil.

¿Qué más había dicho Mérida? Que me había creído cuando le había dicho que todo estaba bien. -Cuando le dije que todo estaba bien… no sé… todo estaba bien…- Dije encogiendome de hombros. No sabía sobre eso, y, a ver… "bien"… todo lo bien que se puede estar en un mundo en guerra. Lo siguiente era… -No sé en qué "todos tenían razón", de eso no estoy al tanto.- En ése momento me cayó la ficha de lo último que había dicho ¿Tenía un hijo?¿Con Kyllian?¿Tan rápido me había reemplazado?¿Ella…?¿Él…?

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¿Eh?

Me recliné en el asiento y mi mirada se perdió en la nada, pensativa y uniendo cabos.