Bar

Misión para arriba, misión para abajo, SAM por aquí, SAM por allá. Estaba un poco saturado del tema, la verdad. Su hermana estaba viendo la retransmisión de la misión con su Palantir, y Justin andaba jugando a hacer pociones para los posibles heridos de la misión. Suspiró cansado, rodando los ojos para dejarlos en blanco, cuando salió de casa, estando saturado del tema. Hacía frío y se había abrigado bien para dar una vuelta por el centro de Ouroboros donde ya había algunos de los tenderos que estaban poniendo la decoración de Navidad. Pensó que, él también se entretendría estos días de misión haciendo cositas para las calles. Cuando estuviera un poco más libre, le pediría ayuda a Justin.

Se recolocó el palestino que tenía a modo de bufanda cuando localizó el bar donde hacía ya unos meses estuvo con Mérida tocando. Se preguntó si volvería a haber alguien que estuviera animando la tarde-noche, y entró en el local, quitándose el gorro de lana sintética con el pompón y el abrigo. La verdad es que el ánimo en el garito estaba por los suelos, la gente estaba terriblemente apesadumbrada por los eventos y se les notaba en su cara y en su forma de cansada de beber. Escuchó algunos retazos de conversación cuando se dirigió a una mesa, habiendo gente que OTRA VEZ hablaba de la misión, pero en este caso, preocupada por la familia que enviaba. Pensó en su tía Mónica, que hasta donde él sabía, había decidido bajar a la misión, dejando a todos los críos a cuidado de Nichollas y de Belle. Setelah le acompañaría. Y esa fue una de las razones por las que se sintió saturado y salió a dar un paseo.

Se sentó en una mesa baja y pidió una cerveza de mantequilla de fresa, ¿por qué? Porque sí. Y con ella pidió un bol de patatas fritas en AOVE.

Después de que Kyllian y la Brigada se fueran a la misión a Mérida no le apetecía en absolutamente nada volver a esa casa tan grande y tan vacía así que paseó un poco por el centro, arrebujada en su ropita de invierno de color rojo también mientras admiraba las decoraciones navideñs que había colocado en todo el mercado. Lo cierto es que ella no veía nieve por ningún lado pero ya preguntaría si necesitaban a alguien para limpiar las calles.

Al ver el bar que  ya conocía vio una figura familiar entrar y sonrió ampliamente, echó a correr para ingresar en el lugar y seguirlo. Ya era hora de que tuviera alguna conversación con aquel muchacho que le había aumentado tanto el ánimo. Lo buscó con la mirada mientras se sacaba el gorro y la bufanda -¡Nicho!- Saludó, sentándose a su lado y sonriendo ampliamente. Le estampó sendo beso en la mejilla con alegría -Hace mucho no te veo....pero es que he tenido mucho lío. ¿Cómo estás?-

Tras eso se aflojó un poco el abrigo porque allí se estaba mucho más calientito que fuera. Pidió un chocolate caliente y unas galletitas de mantequilla para picotear junto a él -¿Qué te cuentas? Tienes una cara de agobio...Que madre mía. Ahora es mi turno de levantarte el ánimo

La camarera del local vino con la cerveza de mantequilla, coloreada en color rosado por el sabor a fresa, mientras que el camarero servía, con bastante desidia el bol de patatas fritas para acompañar el trago. Bebió un buen trago, sintiendo el frío descender por la garganta, a pesar del tiempo que hacía fuera. Dejó todo en un taburete de al lado y un patronus con forma de occamy le trajo noticias que no le gustaron. Su hermana se había ido… a la misión. ¿Pero qué bicho le había picado? Tiró el palestino que todavía tenía en el cuello sobre el resto de las cosas y apoyó la mano en la cabeza, dejándola caer pesadamente, masajeándose el entrecejo, con cara claramente de disgusto. Estaba enfadado por haberle dejado tirado, y a la vez preocupado. Vale que fuera la friki de Belle, pero no dejaba de ser su hermana… no estaba seguro de cómo debía sentirse.

Una voz que reconoció al momento le llamó y le trajo de vuelta al mundo terrenal. La saludó con la mano y le  invitó a sentarse a su lado, intentando dibujar una sonrisa. No había visto a Mérida desde que fuera a cantarle canciones al hospital con Adael, ya que, por aquel entonces estaba ingresada. -Hola Mer. Bien, bien. Estoy bien- Mintió con una sonrisa, intentando que no se preocupara ella por sus tonterías… Era casi una respuesta automática, sin pensarla demasiado -¿Y tú, cómo estás? ¿Ya estás totalmente recuperada de tu visita al hospital?-

La siguió con la vista y se sentí. Le agradó el beso en la mejilla, era calentito y reconfortante. Al menos podría hablar con alguien. Pero enseguida le pilló. Bajó la mirada para intentar ordenar sus pensamientos. Luego, suspiró cansado -Es… el tema de la misión. Me tiene un poco… preocupado. Mis tíos han bajado y me han dejado al cargo de mis sobrinos- Se quejó, era una de las cosas que más le estaban agobiando, y se le notó en el tono creciente con el que hablaba. Conjuró una pequeña llama azul sobre la palma de su mano extedida, que se tornó en un Occamy, imitando el patronus de mi hermana, con su mismo movimiento hipnotizante. Me le quedé mirando, recordando las palabras de Belle en el mismo -Y ahora… mi hermana ha decido unírseles … mi hermana, la friki de los ordenadores… La van a machacar ahí abajo. Joe, es que es tonta! Pero tonta del culo!- Se quejó de nuevo, pero esta vez en el tono de voz había un deje nuevo, esta vez había preocupación.

-Bien bien- Lo remedó pero de mala manera mientras ponía cara de situación complicada, véase, que no le creía ni la mitad de lo que le estaba diciendo -Así que si te digo de cantar Its my life, te unes, no?- Arqueó la ceja con una sonrisa divertida en los labios pensando que le vendría bien algo de música, de baile, de mover el cuerpo ante la evidente carencia de alcohol -Sí, mejor. Me mandaron dieta por el embarazo y Kyllian y yo estamos muy enfocados en eso- porque si se acercaba a algún lácteo en seguida le provocaba náuseas pero no tenía otra cosa de la que quejarse.

-Ahmmm..- Dijo con respecto a la misión y luego soltó un suspiro largo -Kyllian también y toda la Brigada, odio quedarme atrás- Le confesó antes de que la camarera le diera el chocolate y las galletitas, dedicó un momento a saborear la bebida con un par de tragos. Observó la llama de Nicho y sonrió de lado, no había olvidado que compartían la misma magia e hizo otra llama a su lado como esperando que entendiera que lo comprendía perfectamente -¿Friki de los ordenadores?- Preguntó y torció un poco el gesto -La verdad...si sabe de esas cosas podría ser de mucha ayuda... - Le dijo mordisqueando una galletita antes de beber otro trago de chocolate.

-A ver Nicho, tenemos que distraernos. Yo no quiero volver a mi casa porque es gigante y me siento sola. ¿Te ayudo con tus sobrinos? La práctica me vendrá bien- Se rió señalándole un poco la panza, tras eso le pasó un brazo por encima de los hombros y lo estrechó contra ella, pegando su cabeza a la de él -Mira... Desde aquí no podemos hacer nada aún y tampoco nos ayuda estar dándole vueltas al tema. Es una misión y puede salir bien, mal, regular. Todos los que fueron allí abajo conocen los riesgos y nosotros aquí tenemos que estar preparados para recibirlos. Vamos a tu casa y jugamos al Chichón, estoy segura de que te distraerá-

Suspiró a la propuesta de ponerse a cantar porque, a decir verdad, no le apetecía nada cantar, y mucho menos alguna cosa animada -Bueno… la verdad es que no me apetece mucho. No te voy a engañar- Intenté devolverle la sonrisa, pero más bien se convirtió en una especie de mezcla de carilla melancólica, desastre de día. Yo que había ido a desconectar al bar, todo se había torcido de sobremanera. -EH, enhorabuena por lo del embarazo- Le dije con total sinceridad, a pesar de que mi tono no fuera, quizás el más efusivo del esperado para una respuesta en ese momento.

Siguió con la mirada el café que traía la camarera y a Mérida cómo bebía el chocolate. De modo que ella también tenía gente allí abajo… empezó a jugar con el pie, nervioso. Su pequeño occamy de fuego salió de su mano, giró alrededor de la llama de Mérida para fundirse en ella y desaparecer. -Ya. Pero ella solo sabe de ordenadores, ¡ni siquiera sabe luchar! ¿Por qué tenemos que bajar a pelearnos con la máquina esa? Quizás podamos vivir en paz con ella… o podríamos quedarnos en Ouroboros para siempre, no es como la superficie, pero se está bien…- Suspiré porque en verdad pensaba lo que decía. ¿Tan mala era la máquina esa para que todo el mundo tuviera que ir a matarla? Era muy frustrante. Bebió un poco de cerveza de mantequilla sabor fresa y se comió una patata frita. Le hubiese ofrecido a Mérida, pero estaba con dulce…. Arrugué el ceño por lo de que mi hermana pudiera servir de algo, casi me da la risa irónica, pero en el fondo sabía que tenía razón. -Ya, pero…- No le apetecía perder a nadie más en un conflicto estúpido. Esa era la verdad.

Volví a suspirar de una forma larga y pesada cuando decía aquello de que la misión podría salir de todas las formas posibles, que conocían los riesgos. Pero no podía quitarse la idea del destino final en su cabeza -Sí. Está bien. Quizás sea lo mejor. Vamos, te presentaré a mi hermana pequeña y mis primos. Espero que tengas kilos de paciencia, porque son peor que un terremoto- Bromeé con una sonrisa un poco triste. Me terminé la bebida y Mérida la suya. Pagamos y salimos del bar, abrigándonos porque ya en diciembre en la isla hacía un tanto de frío. Fuimos andando a mi casa

Poco o nada recordaba tras haber sido aplastado por el techo del lugar de la misión, sólo que había tratado de proteger a Lykaios porque él no podía defenderse de aquello. Tras eso di con mis machacados cuerpo y huesos en el hospital, despertando a los pocos días después de haber sido atendido con muchas drogas pocionosas, sangre, y magia de sanación para reparar los huesos rotos. Por supuesto, pedí reporte de mis compañeros en cuanto desperté, enterándome de que Lykaios era el que me había traído y que además estaba bien. Emily había acabado peor, pero se recuperaría. También me enteré por los enfermeros de lo del asedio a la isla, y de cómo habían pateado el culo de S.A.M hasta convertirlo en una especie de mayordomo que no era malo. No me había enterado bien del todo de la historia, pero ya preguntaría.

En cuanto pude ponerme en pie decidí abandonar el hospital pidiendo el alta voluntaria porque ya no quería permanecer más allí. No tenía muy claro qué día era, si el de Nochebuena, Navidad, después...lo único que me apetecía era que me diese un rato el aire. Me fui caminando despacio hasta el bar más cercano, aunque cuando llegué allí me sentía como un nonagenario porque todavía estaba algo flojo y me dolía un poco el cuerpo. Me senté en la primera mesa que pillé, soltando un resoplido de abuela cansada. - ¡Ponme una buena jarra de cerveza! - pedí al camarero alzando el brazo, sacando después la moneda para mandar algunos mensajes. Me extrañaba que no hubiesen pasado a verme por el hospital, pero tampoco me iba a mosquear por ello. No sabía por dónde paraban ni qué estaban haciendo, así que comencé a teclear las letras en relieve del canto de la moneda. El primer fue para Lykaios, y luego vinieron algunos más.

Mensaje moneda para Lykaios:

Mensaje de moneda para Gen:

Mensaje para Mérida:

Aparecí en el bar a los pocos minutos, localizando rapidamente a Ben. Lo saludé con la mano, solté el collar de Balto y fuimos hacia donde estaba él. Alguien me llamó la atencion sobre no dejar entrar animales y me señale a mi.

- Pues yo soy licántropo y si me dejais a mi a mi perro tambien! - abracé al perro indignado y me fui con él hacia Ben, momento que lo solté y se puso a lamerle la cara, super feliz, tirando el plato de ganchitos con los movimientos de alegria de su cola. Yo no le lamí la cara, pero si que le di un fuerte abrazo. - Ben! Lo siento tio, me he perdido tu despertar. Como estás? Te pongo al dia?

Pedí otra jarra enorme de cerveza para mi y luego...
- ...oye puedes beber recien salido del hospital? - hundí mi hocico en la jarra, bebiendo mientras juzgaba a Ben con la mirada. - Has leido mi mensaje? Le he pedido ayuda al Da Vinci con un barco nuevo.

Allí seguí durante un rato más, bebiendo cerveza y comiendo las albóndigas gigantes que me habían traído. Enseguida me llegó un mensaje a la moneda, de parte de Lykaios. Estaba bien y andaba preparando no sé qué cosa de un barco. Ya me lo explicaría mejor al venir. Las demás de momento no habían contestado, aunque todavía me faltaba por enviar algún que otro mensaje más. Llevaba ya más de media jarra de birra cuando aparecieron Lykaios y Balto siendo tan escandalosos como siempre. Reí de manera ruidosa ante las muestras de cariño del perro (el de cuatro patas), dejando que me lamiese la cara y que tirase el plato de ganchitos al suelo. Le hice unas carantoñas al animal antes de que dejase de prestarme atención para comerse lo que se había caído. Después hice caso a Lykaios, cruzándome de brazos fingiendo indignación cuando dijo lo de perderse mi despertar.

- No, ya nada. Ya no quiero nada. ¡Te has perdido mi despertar! - el teatro me duró dos segundos, porque enseguida le devolví el abrazo, aunque con alguna queja porque me estaba espachurrando un poco. - Ay...que casi me hacen puré, y eso que soy duro. - a pesar de eso sabía que volvería a hacer lo que hice. - ¿Tú bien? no sé mucho de los demás...acabo de mandar mensaje a Gen y a Mérida. Claro, ponme al día. Aunque ya me han cotilleado algunas cosas en el hospital. Como que hemos ganado a medias. Es un poco mierder, pero bueno. - me encogí de hombros con cara de 'ni idea' cuando me preguntó si podía beber recién salido del hospital. No me lo había planteado, a lo mejor me reaccionaba con algún medicamento y me convertía en un ser monstruoso. - Yo qué sé, tenía sed. - asentí a lo del mensaje, si ese tío hacía el nuevo barco iba a ser brutal. - Y si...¡en vez de barco hacemos una súper nave! como si fuésemos magitecnológicos, con muchos brillos, con pinta de nave de verdad, o algo que mute en cosas raras como robots de combate. ¿Puede hacernos eso?

- Lo siento Red, pero estuve alli mucho rato mientras sopabas...! - ya, el despertar es lo que cuenta, eso lo sabemos todos. Dejé de espachurrarlo cuando se quejó. - Fue una batalla muy dura. Pero tu eres mas duro. - pinché una albondiga, esas tambien estaban duras. Las de Anteia eran mejores. La mastiqué y luego bebí mas cerveza.

- Sí, entre el apoyo de los sanadores a pie de batalla y demás, no terminé nada mal...no tuvieron que ingresarme esta vez. Estuve cuando consiguieron hackear a Sam. Ya te habrás enterado que despues de controlar a la bruja de los portales, mandó aquí a un monton de chatarras....a masacrar a los isleños. No estaban prevenidos...y murió mucha gente. Es por eso que solo hemos ganado a medias. Y aun queda terminar con la parte de la IA de tierra, esta está desconectada por el aislamiento que tiene Ouroboros.

Miré con recelo la jarra de cerveza, igual le pegaba una moña muy gorda. Le arrimé el plato de albóndigas y pedí otra ración de algo, para que al menos se le asentara bien en el estomago.

- Eh...que guapo.... - asentí pensando en lo de la nave. - Con cañones y rayos laser....podriamos ser como los Guardianes de la Galaxia pero con Mazinger Z.

Saqué la moneda al notar que llegaba un mensaje, que era de Mérida. Solté un "aww" por lo bajo al leerlo, aunque me preocupó ese "aun lo necesito".
- Dice Merida que te ha mandado un mensaje, que mañana vamos a merendar en el bosque de Darwin porque tiene algo que darnos. Mierda....no he preparado ningun regalo de navidad!

- Te creo, era por quejarme. -hice un gesto de que no pasaba nada, estaba seguro de que habían ido a verme. Lo que no podían hacer era estar ahí todo el rato. Me enorgullecí de que me llamase tipo duro, cosa que era cierta en todos los sentidos. - Lo sé, lo sé...no quería que acabases espachurrado. - él también era duro, pero no en ese sentido. Pinché otra albóndiga de esas para no quedarme sin ellas, que Lykaios parecía venir con hambre. Luego le di otro trago a la cerveza, que me estaba sabiendo a gloria. Presté atención a todo lo que me explicó el jefe, que me dio la información más completa de lo que me contaron en el hospital. - Así que no hemos terminado del todo. Jum...qué máquina más puñetera y más plasta. Encima jodió la isla. Pobre gente. - no habíamos podido evitar las víctimas, cosa que me entristecía. Ojalá hubiese aguantado un poco más. - Pues habrá que coger fuerzas para la siguiente misión. - y para eso era necesario que acabásemos con todas las raciones del bar.

Me hizo ilusión que le gustase mi idea de la nave-robot chunga esa para nuestro nuevo hogar, y tenía muchas ganas de verlo en acción. La isla estaba bien, pero necesitábamos movernos y tener nuestro propio espacio. - Nuestra nave será la envidia de magos y muggles. Ya verás. Prometo no quemarla, como cuando me dejaste a cargo del barco. - reí recordando aquello, aunque en su día me dio un ataquito. Pedí otra birra al haberme acabado la primera jarra, mirando después a Lykaios por encima del espumoso borde de la jarra nueva. - ¿Sí? qué rápido contesta Mérida. Voy a ver...tengo ganas de verla. Creo que lo último fue la barbacoa aquella. Al principio estábamos algo rarunos, pero luego se nos pasó. - saqué mi moneda para leer el mensaje, sonriendo al ver lo que me ponía. - Que se alegra de que esté mejor, y que esta noche se queda en su casa. Y que quiere albóndigas, por supuesto. ¡Camarero! ¡una ración gigante de albóndigas enviada a la casa de Mérida Pyro! ¡En la antigua casa Le Fay, esa en la que palmaba gente, sí! Dile que de parte de sus amigos de la Brigada. - el que servía en la barra empezó a preparar el pedido, mandando a otro de los empleados a desaparecerse para ir a llevar la comida a la puerta de Mérida. Después pedí al jefe que contestase a la pelirroja también de mi parte, que yo iba a esa merienda. Comí otro poco más antes de hablar, bebiendo otro laaargo trago como para hacer tiempo. Era una pregunta que no quería hacer.

- Oye...¿qué va a pasar con la Brigada ahora? llevo tiempo rumiándolo, desde que pasó lo que pasó.

Nos trajeron una ración de carne con ajos que habia pedido anteriormente, eso olía demasiado delicioso como para esperarse. Balto me puso el hocico en la pierna mirandome con ojitos y el primer pedazo de carne tuvo que ser para él.
- Gracias por eso, me salvaste el pellejo, Red. - respondí, recordando los momentos del derrumbamiento.   - La siguiente misión también será complicada, vamos a contra reloj por lo visto. Espero que estén preparando la estrategia a seguir.

Pasé la comida con mas cerveza, ratos asi sabian a gloria, aunque faltaba gente.
- Habra que ponerle sistema antiincendios para que eso no ocurra- me rei dandole una palmada en la espalda. Asentí y me limpié las manos en mi camiseta, antes de coger la moneda y responder a Mérida. - Allí...estaremos...reserva...estomago...para las albondigas.... Ea, enviado.

Me rasqué la barbilla pensando en Mérida alli en su casa con Kyllian, pero echándonos de menos. Entendía su situacion.  Cuando Ben me preguntó eso, lo miré con cara de alivio. Menos mal que sacaba el tema, porque iba a sacarlo yo de un momento a otro.
- Crees que voy a permitir que la Brigada se disuelva por el incidente con Leila? La Brigada aun tiene trabajo que hacer. Pero yo tambien lo he estado rumiando...mucho, muchisimo. Y es algo que necesito consensuar con vosotros. Creo que Leila debe dejar la Brigada. Aunque ni si quiera sé si de modo definitivo, o.... - negué con la cabeza. Nunca había tenido que hacer algo asi con nadie, y Ben lo sabía.  - Ninguna opcion parece correcta, ni intentar seguir como era antes, ni tampoco apartarla.

Le tiré una albóndiga al perro manipulador de Lykaios porque era terriblemente mono haciendo eso del morro. Lo siguiente fue para mí, un buen trozo de carne de la que acababa de pedir Lykaios. - Y yo que me alegro de haber sido útil salvando pellejo. Eso va así...unas veces te salvo yo, otras tú...es lo que hacemos siempre en la Brigada. - incluso habíamos logrado rescatar a un compañero desaparecido. No había estado nada mal. Lo de la siguiente misión a contrarreloj me agobió un poco, acababa de salir del hospital y no sabía si estaría a punto a tiempo para cuando fuese. - ¿Cuántos días tenemos? ¿Quién está organizando la estrategia? - pegué un buen trago de cerveza para que no se me hiciese bola la realidad. Luego solté una risa bastante sincera cuando dijo lo de la alarma antiincendios para el barco-nave-loquefuese.

Leí mi mensaje de la moneda de parte de Gen mientras que él contestaba a Mérida. Lo de corriendo y desfogando por el bosque me hizo gracia, pues me la imaginé por ahí como una loca salvaje cazando conejos. - Que dice Gen que no te quiere lesionar. - alcé ambas cejas varias veces de manera sugerente sólo por trolearle, aunque esta vez ya no contesté al mensaje porque pasaba de poner 'ok' a lo del beso. Pues ya nos veríamos, que había ganas de juntarse. Solté un resoplido cuando tuvimos que hablar del tema escabroso, ese que no apetecía nada.

- No, ya sé que eso no va a disolver la Brigada. Hemos aguantado muchas más cosas, y por supuesto que la Brigada seguirá dando guerra mientras haga falta. Sólo que esto es diferente, es una situación nueva y rara...eso no vamos a negarlo. Seguir como antes es imposible. Mérida no puede ni verla, y...creo que no conocemos a Leila tan bien como creíamos. O ella nos dio otra cara o simplemente fue cambiando, su cabeza no estaba bien del todo.

- Unos pocos menos de 15 días. - respondí despues de tragar el bocado que estaba masticando, terminandome la cerveza para pedir otra ronda.

Me atraganté azorado con aquel ultimo trago, por el mensaje de Gen que me pasó Red. Traté de volver a la normalidad fingiendo que no me habia ahogado.
- Joder, lo siento. - había regado un poco la mesa de cerveza al ahogarme. - entonces, parece ser que vamos a beber tu y yo solos. Porque Imram está con el crío....siendo un padre responsable. - dije con una sonrisa, pensando en él, aunque tenía algo de triste en esa expresión.

le di la razon a Ben con un gesto de mi cabeza. Totalmente de acuerdo.
- No...definitivamente no está bien. Sé que tengo que hablar con ella, como la ultima vez. La ultima vez acabó mal. Pero esta vez estaremos solo nosotros dos.

Nos trajeron las otras dos jarras que habia pedido, tomé la mia y la levanté hacia la de Ben.
- Mañana. Hoy, bebemos como cerdos.

- ¿Tan poco tiempo? maemía, que estrés. ¿Qué vamos a hacer? - entré un poco en pánico por el poco tiempo que había antes de la nueva misión, pegando un buen tragaco a mi birra para que pasase mejor el disgusto. Ayudó un poco que Lykaios se ahogase y regase la mesa de cerveza, así que me reír de él por esa patética estampa.

- Nah, no bebemos solos, bebemos con la compañía del otro. - puntualicé, poniendo cara rara cuando a él puso la suya medio triste al mencionar a Imram. Hasta a mí me daba penilla el pobre cegato. - Ya, ya...también podría traerse al niño al bar y que se beba un zumito de esos chungos. No pasa nada. Con que él esté sobrio es suficiente. - me llené la boca de más comida mientras comentaba lo de Leila, tragando rápidamente cuando dijo que estarían los dos solos.

- De eso nada. Esta vez iré contigo. Bastante tuviste que pasar la otra vez, esto es asunto de todos, no voy a apartarme. - di un golpe en la mesa para dar más énfasis, yo tenía muy claro hacia donde se inclinaban mis lealtades. Eso ya sería otro día, porque por el momento nos tocaba seguir bebiendo y disfrutando de la comida, de mi recuperación. Brindé con él chocando mi jarra y gritando en voz alta. - ¡Por la Brigada de las Mil Grullas y todas las aventuras que le quedan! - bebí casi todo en varios tragos, y así siguió la cosa durante un rato más. El caso es que tampoco aguanté más de un par de horas, se ve que todavía tenía que recuperar la forma después de salir del hospital. Tras la última ronda nos arrancamos a cantar botella en mano, dejando atrás la mesa en la que habíamos estado.

- Y agarrado a la botella viendo como sale el Sol
Siento como cambia el mundo con cada sorbo de alcohol
Se disuelven los problemas y veo con claridad
Lo importante en este mundo es tu amistaaaaaaaaaaaaaaad ♫♫♫♫

Y así ambos salimos del bareto, borrachos como cubas, felices, y directos a una resaca al día siguiente.

La recuperación en el hospital había sido un coñazo terrible. Lo último que recordaba de la misión era el escudo de hielo fragmentarse en mil pedazos cuando cayó la estructura del techo en el momento de la destrucción de la ciudadela. Ni siquiera sabía cómo había salido de allí, suponiendo que había sido la pelirroja la que le había sacado de aquellos cascotes.
Cuando despertó en el hospital ya habían pasado unos cuantos días desde la misión, y todavía le quedarían unas cuantas semanas más, según le iban informando. Algunos miembros de la Guardia, con los que había entablado alguna amistad (cordial, pero amistad) habían pasado por allí. Oslov y González eran compañeros de escuadrón y, más o menos, compartían edad. Le dijeron que estaban preparando una gran parranda para las navidades y que estaba toda la guardia invitada a ir. Y aunque al principio iba a tratar de rechazarla, lo pensó mejor y accedió. Quizás, con suerte, la muchacha pelirroja también asistiría.

Y así, pasaron un par de días desde que le dieron el alta y pudo reunirse con los compañeros. Cuando entró al bar, ya había unos cuantos reunidos y gritando. Algunos andaban recordando, a carcajadas, algunos entrenamientos, accidentes y torpezas varias que creaban la sensación de un grupo. Su escuadrón era bastante variopinto, además de González y Oslov, estaba un chaval rubio platino, que al parecer era licántropo, y un par más sin señas de gran interés. Benjamin recordó cómo, hacía ya varios años, tuvo que esconder un licántropo en su propia casa por orden de la jefa de los Blood Keeper, Macaret, y cómo todos eran marcados. Ahora, el muchacho trataba de redimirse y estaba bajo las órdenes del descendiente de Lykaion.Se pidió una cerveza bien fría y se dirigió a la mesa, donde los compañeros le recibieron con un gran grito de guerra.

Los placeres de la vida estaban para disfrutarse.  Y precisamente porque su encuentro con Jarkko la había dejado de mala hostia, Lorcan la había cargado encima de su fornido hombro para llevársela al bar. Tras ella venía Mia, una de las lobas que le llevaba un par de años pero al ser contemporáneas era alguien a quien podía llamar amiga en el reducido grupo de licántropos Fenrir. Más atrás de ellos, Adam y Marissa estaban morreándose como si se les fuera la vida en ello.

Cuando entraron al bar Lorcan no la bajó -Los de la guardia también vendrán, no te hará mal un par de copas, Savannah- La licántropa aflojó el cuerpo para luego apartarse el cabello de la cara y mirar a Mia que se reía de su rostro -Podríamos haber invitado a mis compis también- Soltó la loba antes de darle un par de palmaditas en la espalda al rubio pero no la bajó, le dio una palmada en el culo -¿Me prometes que te vas a divertir?- Eso la hizo rodar la vista  para luego soltar un sí poco convencido -Ya me encargo yo- Le sacó la lengua Mia a Lorcan que se fue con Oslov y González, aparentemente Mia ya se había tirado a la mitad de la Guardia porque mucho té le pedía. Y ella ya no sabía cuánto más podía pedirle a Sofía.

Se dejó llevar por Mia hasta la barra porque los griteríos masculinos eran estridentes. Aparte las anécdotas no tenían nada que ver con ellas. Savannah acabó quitándose el abrigo y poniéndoselo en las piernas mientras veía al bartender servir los chupitos de tequila -A mi me gustan más con canela y naranja- Le dijo la peliblanca a Mia y ésta sonrió -Bueno, te jodes, te toca con esto- No tardaron mucho en acabarse la ronda. Tampoco en pedir otra porque su organismo solía procesar más rápido el alcohol así que si querían ponerse alegres tendrían que darle muy duro.

Savannah estaba chupando un limón fuertemente cuando un moreno se puso a su lado y pidió una cerveza. La muchacha lo miró de reojo evaluando los músculos que se marcaban por su camiseta y luego intercambió una mirada con Mía que negó con la cabeza. No era su tipo, no. A ella le gustaban más jóvenes y tiernos. Bueno, Savannah le daba a cualquier cosa que incendiara su lívido, sin distinciones. El tipo se fue y el alfa le observó la espalda con curiosidad. Lo cierto es que… solía estar bien servidita con los licántropos y una vez que probabas uno, bueno, te preguntabas qué podía ser mejor que la fuerza bruta de éstos pero ..Había que variar. ¿No decían que la dieta debía ser equilibrada? Se rió para sí misma y miró a Lorcan cuando le dio la bienvenida al tipo en su grupo, éste le sonrió y ella le sacó la lengua antes de darle la espalda.

Dio dos golpecitos en la barra para que sirvieran otra bandeja de chupitos -Hazla doble- Miró a Mía con una sonrisita -Y llévala a esa mesa- Señaló la peliblanca antes de incorporarse y coger a Mía del brazo. Lo cierto es que no fueron directo a la mesa sino que estuvieron dando una vuelta por el bar, la misma Savannah evaluando la mercadería y era doña sonrisas a medida que avanzaba. Pero finalmente llegaron a la mesa de la Guardia y Savannah se coló como pudo entre Benjamín   y Lorcan con una sonrisita que le regaló al último procurando quedar apretadita entre los dos. Le brillaban los ojos dorados y se inclinó para coger uno de los chupitos que acababan de servir. Bueno, no uno, tres. Cogió el antebrazo de Lorcan, pasó la punta de la lengua por la parte interna y puso un poco de sal. Tras eso dejó a mano el corte de limón y finalmente lamió la sal lentamente y con los ojos cerrados antes de beber los tres chupitos y llevarse el limón a la boca. Cuando conectó la mirada con alguien lo hizo con el tal Oslov y le sonrió ampliamente -Es tan aburrido beber sola. La barra está llena de cuervos- Soltó haciendo una mueca en el rostro y luego movió la mano para abarcar las bandejas de chupitos -Os toca- Se llevó de nuevo el limón a los labios  y, por si acaso, no miró a Benjamín porque… Por favor, no iba a ser tan obvia. ¿Verdad? Lorcan fue a coger el brazo de Mía y Mía le empujó con una risa pícara -No seas tarado, búscate a otra- Savannah se rió un poco y cambió el peso de un pie a otro mirando divertida como Mía jugaba con el cuello de González que parecían habérsele subido los colores y otras cosas. Cuando Lorcan se giró hacia ella, Savannah le batió las pestañas -No, soy tu alfa. Hay miles de mujeres aquí, invita una a la mesa... Sólo tienes que sonreírles- El licántropo le gruñó y ella le gruñó de vuelta antes de verlo partir.

Como estaba de espaldas a la hora de pedir la cerveza no pudo captar la mirada lobuna de la chica que tenía a su lado. Su pelo le había llamado la atención con anterioridad pero no le había dado especial importancia, ya que… bueno, le recordaba a alguien de su pasado. A su regreso se había sentado al lado de su compañero, que se llamaba Lorcan, chocó de una forma muy sonora la jarra de líquido dorado y ambos bebieron antes de que el tendero les trajera una bandeja de chupitos de tequila y con ella, las dos mujeres que estaban en la barra. Y fue la de pelo blanco la que se incorporó entre ellos. La estudió y le sonrió abiertamente, porque su descaro le había hecho bastante gracia.

La llegada de las chicas y el lametón en el lateral de la mano del compañero hizo que el resto quedara anonadado y abrieran la boca de una forma muy básica. Tras la ingesta se los chupitos se escuchó un gran ovación. Aquello se continuó con unas cuantas risotadas y una bandeja que se aproximó peligrosamente al grupo de varones. Fue González el primero que atacó … o bueno lo intentó de una forma terriblemente patética. Solo le faltaba sangrar por la nariz como un personaje de dibujos sobreexcitado. Me acerqué el salero a mi puesto, y si no lo había entendido mal debía echar la sal en la mano, beber y luego limón. Se giró hacia el lado donde estaba Savannah y sonrió de medio lado, con cierta picardía -Necesito una voluntaria- Cogió su mano con cuidado por si la mujer no quería, a la lectura de su lenguaje corporal, que creo que era bastante claro. Me acerqué el dorso de su mano a mis labios, y suavemente lamí la zona donde le pondría posteriormente la sal. Continué el juego lamiendo la sal de una sentada, tomé el chupito y lo bebí de un golpe, como debía de hacerse, y tras ello le pegué un mordisco al limón, notando un escalofrío que recorrió la espalda por la acidez del cítrico. -Me gusta este juego- Le dije a la camaradería que tenía enfrente. Puse un poco de sal sobre la mesa, luego cogí los granos y me los coloqué en los labios, para ver quién se atrevía a subir el nivel de la apuesta.

Savannah se rió ante la ovación y ladeó la cabeza a modo de reverencia. Siguió con la mirada a Lorcan, su rastro era muy palpable aunque el bar en particular estaba bastante lleno así que pronto se perdería y apestaría a algún tipo de perfume femenino. Observó entonces al compañero de Lorcan con una sonrisita mientras Mía se divertía abiertamente  y luego le susurraba algo al oído, el alfa se corrió el cabello hacia un lado para oír lo que le decía y se rió por lo bajo percibiendo ya algún efecto del alcohol y la cabeza un poco ida. Aquello no siempre servía para los espíritus pero intentaría mantenerlos a raya.

Los ojos dorados de la licántropa se posaron en Benjamin cuando cogió su mano y al principio se resistió un poco mientras le examinaba el rostro, pero fue un momento efímero antes de dejarlo lamer la sal, Savannah cerró un poco la mano para que sintiera las uñas acariciarle la mejilla en aquel movimiento -Es mejor con canela y naranja- Aquello le ganó un gruñido de Mía que acababa de chupar la sal del cuello de Oslov y se chupaba el limón para mirarla ceñuda -Deja de quejarte, por Hati- La exclamación hizo que la mirara un poco más seria pero Mía rodó los ojos.

Una canción, de sus favoritas, empezó a sonar  y cuando miró hacia la pista Lorcan estaba haciendo de las suyas con dos chicas lo que la hizo reír un poco. Quienes estaban desaparecidos eran Adam y Marissa, seguramente en el baño o una esquina oscura. La casa Fenrir no tenía demasiada privacidad y se escuchaban cosas…Y aunque eran bastante deshinbidos y no se preocupaban demasiado había cierto respeto hacia sus mayores.

Volvió la vista a la mesa para ver a Benjamin con la sal en los labios y Mía mirándola, la peliblanca sonrió y se incorporó un poco para coger de la barbilla a Benjamín y lamer la sal con la punta de la lengua en una caricia delicada y lenta, sin dejar de mirarlo a los ojos,  percibiendo incluso el limón restante en sus labios. Se saboreó cuando se alejó y se bebió dos chupitos, uno tras otro, antes de llevarse el limón a la boca y chupar cerrando los ojos. En el momento en el que lo hizo sus sentidos se enturbiaron para seguir el ritmo de la  música. Se sacó el limón de la boca y lo tiró en la mesa se incorporó y le tendió la mano a Benjamin -Vamos a bailar- Tenía que bajarse un poquito el alcohol y a ella le encantaba bailar.

Sintió las uñas en la cara al cerrar ella la mano, pero le miró a los ojos y no parecía que corriera peligro ni que ella no quisiera, de modo que siguió con aquel juego que ella misma había iniciado. Aquel contacto le recorrió la espalda de una forma agradable y placentera, que se mezcló con la sensación del tequila y de la acidez del limón. Observó a sus compañeros, cada cual estaba disfrutando a su manera de aquel momento, siendo Oslov el que mejor lo estaba pasando, con diferencia, de todos ellos. Aquello fue el incentivo de subir la apuesta.

No esperaba que fuera la muchacha de pelo blanco la que le respondiera, pues parecía mucho más abierta a ese tipo de juegos la otra muchacha, la que estaba con Oslov. Sin embargo, fue la compañera la que reaccionó tomándole por la barbilla y lamer la sal. Fijó su mirada azul hielo en ella, opuestamente diferentes el un con el otro y se dejó hacer. Sonriendo al final. Fue en aquel momento en que estudió las curvas de la mujer que le estaba roneando y por lo cual no se molestó. Se tomó lo que le quedaba de cerveza de un trago y cogió a la muchacha de la mano y la llevó al centro del bar. Tampoco es que fuera un gran bailarín experto en la materia, de modo que se limitaría a imitar a la muchacha y dejarse medio llevar, algo de lo que tampoco estaba muy acostumbrado. Mia y Oslov también se les unieron, solo que ellos estaban mucho más juntos que Ben y la muchacha de pelo cano. -No conocía esta canción, da gusto verte bailar- Intenté ser educado y amable con ella, acercándome a su oído para poder comunicarme con ella y volver a mi posición inicial -No te había visto por aquí. ¿Quieres tomar algo más?-

Le gustó que le mirara a los ojos, le sonrió y alguno de los espíritus quiso decir algo. ¿El qué? No lo sabía  pero no mencionó nada. Agradeció que no pusiera alguna excusa  para ir a bailar así que fueron hasta la pista, Savannah aprovechó para tocarle el hombro a Lorcan haciendole una seña hacia donde finalmente había visto a Marissa  y Adam. El rubio asintió suavemente captando la llamada de atención. Savannah no solía perder pista de sus lobos, ni siquiera cuando estaba en modo “caza”, pero podía relegarlo a su beta un momento.

Se enfrentó a Ben con una sonrisa mientras se movía suavemente intentando coger el ritmo de la canción. Tampoco le era muy conocida pero cuando cerró los ojos y empezó a reconocer en aquella melodía los sonidos que realmente le eran familiares entonces se dejó llevar por ella. Y con ella sus recuerdos, extrañó Llangoed y sus fiestas; extrañó a su clan,  extraño a Oren, lo extrañó todo y cuando el aroma de sus compañeros empezó a cerrarse alrededor de ella dejó de sentirse sola.

La cercanía de Benjamin le hizo abrir los ojos, los de ella brillando con luz blanca por un efímero segundo, antes de sonreírle -Me gusta mucho, me hace ser más terrenal- Le explicó, dudaba que lo entendiera pero no iba a molestarlo dándole explicaciones sin que las pidiera -Porque no has querido- Respondió a eso de que no la había visto por allí, alzó suavemente el hombro como restándole importancia -Sí…En un momento, termina esta canción conmigo- Murmuró dándose la vuelta y pegando su espalda al pecho de él y cogiendo sus manos para que las colocara en su cadera y pudiera unirse a ella en el ritmo. Volvió a cerrar los ojos dejándose llevar por la  música y cuando llegó al punto álgido del coro empezó a levantar las manos al aire,  Savannah entonces  sintió en escalofrío de tensión, un ápice de frialdad que la hizo encogerse y detenerse -Ahh…-  El aire le faltaba en los pulmones, como si se le clavaran astillas en ellos. Tenía tanto frío…Pero así como vino se fue. Y la chamana soltó un “hmpf” mientras intentaba volver a la normalidad.

Sabía lo que iba a ocurrir, su premonición había visto a Lorcan antes de que se moviera. Mía también lo había notado. Así que actuó rápido y se giró entre los brazos de Benjamín para empujarlo suavemente fuera de pista de baile -Luego volvemos- Parpadeó varias veces para que, si sus pupilas estaban blancas, volvieran a su color dorado y movió una mano haciendo un gesto de circulo en el aire para que sus compañeros siguieran en lo suyo -Algo…Más suave ¿cerveza quizás? - Murmuró temerosa de que ese trance fuera culpa del alcohol.