AntiSanguis

Giordano había mandado un mensaje, mismo que había sido realmente claro.

Y luego de dos días... Estaría ahí.

Bueno, siendo justos, llevaba ahí más de dos días.

Fue poco después de que el viejo Jack decidiera convertirse en el árbol...

Ella no cuestionó tal decisión, pero... Si qué la lamentó.

Había llegado a tomarle al menos algo de aprecio, había sido al único al que llegó a confesarle qué realmente jamás superó la muerte de su padre, y ahora ya no estaba.

En otro tiempo hubiera sido suficiente para que decidiera desentenderse de todo y dedicarse a cosas frívolas por mucho que se estuviera acabando el mundo, solo para no pensar.

Pero actualmente un comportamiento como ese ya no tenía cabida, así que había tratado de mejorar ese último tiempo... Había tratado de hacer cosas como dejar su adicción a la leche de amapola, aunque eso derivaba en que ocasionalmente le era muy difícil dormir aún...

Lo que se mezclaba con estar acampando junto al árbol...

En fin, podría no encontrarse demasiado bien, pero de todos modos no tenía intención alguna de faltar a la reunión, ya no faltaba a las reuniones.

Y por algún motivo, parecía que esta vez era la primera, pues una vez hubo llegado, no había nadie más. Cosa francamente rara, pues no estaba acostumbrada a llegar temprano, ya qué durante muchos años... La responsabilidad no había sido exactamente su fuerte.

Durante todo este tiempo, se había llegado a sentir más molida qué en toda su vida, mantener siquiera la mitad del ritmo qué su hermano solía tener para su vida y gestión del linaje le resultaba imposible, ahora entendía porque jamás había ido a una celebración donde su presencia no fuera requerida.

Su ausencia no solo pesaba sobre su alma, si no además sobre sus hombros también, y es incluso más pesada de lo que imaginaba, ¿Cómo podía ser alguien tan excepcional?...

Ah... Pero sus lamentos no lo traerían de regreso, de otro modo, hubiera vuelto ya mil veces.

Ahora había otra cosa que debía de atender.

Una reunión entre descendientes y pendragon... Le interesaba ir, al seguir estando aliada con los pendragon, por mucho que su reinado en estos momentos se sostiene sobre... Nada, básicamente, una vez el árbol maldito se fue en su contra, todos podrían haberlos abandonado, pero no es el caso, tal vez todos tengan sus razones así como ella.

El caso es que ahora estaba ahí, frente al árbol... Y además había alguien a quien no conocía.

Oh, ¡Buenos días!~

Saludó con una reverencia de forma un poco pomposa, y con una sonrisa enérgica, había recuperado su carácter habitual luego de haber pasado suficiente tiempo de luto para poder tragarse eficazmente su dolor.

Además ir por ahí con buena cara solía ser una manera de dejar una buena impresión, o una impresión convenientemente mala, todo según las circunstancias.

El temido y esperado momento había llegado, se lo jugaban todo a una carta, no habría otra oportunidad de repararlo sin aquello salía mal. Los días anteriores apenas había dormido pensando en ello, imaginando todos los posibles escenarios que podían plantearse y cómo podían hacerles frente. Se había preparado para ello mental y físicamente, coordinándose también con aquellos que irían a la batalla final. Esa mañana se levantó temprano, acudiendo a las escasas sacerdotisas que habían sobrevivido para que hicieran sus presagios. Por suerte fueron favorables, aunque sabía bien que eso no era garantía de nada. Al regresar se despidió de sus hijos con la promesa de volver. No hizo lo mismo con su esposa, que supuestamente les acompañaría hasta Praga aunque no para quedarse. O eso se suponía.

Acordaron que varios escuadrones del ejército y algunos vasallos llegarían a Praga mediante portales, y que el resto iría sobre dragones. El que él montaba descendió volando en círculos en un claro del bosque, muy cerca del árbol que habían hecho crecer los de Ouroboros. El brillo que desprendía se asemejaba al del Sanguis, pero a la vez daba una sensación distinta, era imponente de otro modo. Bajó del dragón, echándose atrás la capucha de la capa con el emblema Pendragon bordado en rojo. Después se ajustó el cinto de la espada, echando a andar en dirección al árbol. Reconoció rápidamente a Neftis, la hermana del difunto Kafele, y a una de las Descendientes. Hizo un gesto a la primera para que se aproximase, por si necesitaba repasar de nuevo los planes.

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Dado éxito/fallo: ¿presagios sacerdotisas favorables?

El miembro 'Wthyr Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Ella, en ese momento, además de estar, por supuesto había traído a los guerreros qué le restaban, y a cualquiera que hubiera sido capaz de reclutar, por supuesto, debido a que tenían la oportunidad de hacer algo finalmente, luego de tanto desgaste, de tantas perdidas y horror.

Era natural qué todos se encontraran en un terrible estado y ella no era menos.

Pero tambien, había qué admitir algo, y era qué aunque su estado anímico no fuera en verdad bueno, su moral sí era tan alta como aparentaba ser, ya qué tenía deseos de venganza, irónicamente ese sentimiento del qué su hermano luchó toda su vida por protegerla.

Y estando ahí, luego de haber saludado a la descendiente, quien realmente solo respondió a su saludo con una inclinación de cabeza, pudo ver que no tardó en llegar alguien más importante, el rey, al cual ella se acercó atendiendo al gesto qué le hizo.

Saludos, su majestad.

Reverenció en tono compuesto.

El linaje de Cleopatra se encuentra presente y preparado para lo que sea preciso.

Y luego de la introducción formal, también comenta otra cosa.

Y antes de que el resto de involucrados se presenten y todo comience, ¿Podríamos repasar el plan una última vez?

Solo para terminar de estar segura de como se posicionará todo.

No había mentido cuando le había dicho a Wthyr que ella también opinaba que debía quedarse. Sin embargo, con cada hora que pasaba y la fecha se acercaba sus terrores y su ansiedad no dejaba de aumentar. Una noche, en medio de uno de sus despertares mientras daba pecho a Zephyr decidió que… Haría todo lo contrario de lo acordado, pero no se lo diría a Wthyr hasta el último momento porque él hallaría la manera de cambiar su forma de pensar. Momentáneamente.

Catherine, en una de sus visitas a Ian, le explicó que sólo confiaba en él para ser el último bastión de protección para sus hijos en caso de que ella cayera. La idea le llenaba de terror, pero, al mismo tiempo sabía que nadie mejor que Ian para protegerlos y hallar la mejor forma de escaparse de las garras del Sanguis. Lo que le dejaba con la complicación de que… Zephyr y Zarek no contaban con lo mismo porque todos los Pendragon irían contra Charles.

Excepto uno.

Una sola vez había interactuado directamente con él y se había portado bien. Presto a responder al llamado de ayuda. Sabía que su relación con Wthyr era rocosa, pero según le había escuchado… Darren se quedaría atrás con el resto de las tropas de los Pendragon en caso de que Lake decidiera tomar acciones. Era el siguiente en la línea del trono después de sus hijos así que cuando Catherine viajó hacia las tierras nórdicas tuvo especial cuidado en la elección de sus palabras y en la silenciosa maldición que le echó a Darren Pendragon.

Los niños se quedarían con él, con la elfa y también con Eretria. Pero si Darren, a quien conocía más bien poco, se atrevía a tomar acciones en contra de sus hijos bueno… Digamos que le sucedería lo mismo que le sucedió a Lake meses atrás cuando Catherine la maldijo.

Hecho aquello y despedida de sus hijos después de que Wthyr se fuera se preparó para la misión y consiguió todas y cada una de las pociones que pudo. Revisó todas sus armas, algo que había aprendido con Ian, y metió otras cosas necesarias en su bolsa mágica. Alistó su ropa de cuero y sus armaduras livianas, que aún le quedaban pese a los dos embarazos. Se trenzó el pelo para tenerlo fuera de la cara y finalmente abrió un portal hacia la residencia de Sofía, desde donde creó otro hacia Praga.

Se ahorró preguntarle a Sofía dónde dejaría a Aura, sus padres estaban vivos y los del teniente también, eran ellos los que carecían de muchos familiares a quienes recurrir. Cuando atravesaron el portal se aseguró que todos hubiesen cruzado antes de buscar a Wthyr con la mirada, encontrándolo cerca de los dragones. Se despidió con un cabeceo a sus acompañantes y se dirigió hacia su marido con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Quizás Wthyr no la había visto nunca en aquellas ropas pero era lo suficientemente inteligente para saber lo que significaban. No desvió la mirada, la mantuvo en él con determinación mientras abría el puente mental entre ambos.

“Te dije que iba a devolvértela. Juntos somos más poderosos que separados… No voy a desaprovechar mi poder sentada en casa cuando quizás y sólo quizás puedo hacer una pequeña diferencia”

Apartó la mirada cuando llegó a su lado para observar a la vasalla, la miró de arriba abajo sin saber quién era. Para variar. Pero su actitud sumisa la identificaba como…eso, vasalla. Sacudió la cabeza en un gesto de saludo antes de volver a observar a Wthyr con dureza -Necesito un momento con mi esposo- Le dijo a la vasalla esperando que entendiera que quería que se fuera. Y rápidito.

“Tengo todo el derecho de estar aquí. No sólo como miembro del Consejo de los 20 ni como Reina de Ávalon, sino como tu esposa. Me niego a ahogarme en ansiedad y terror sin saber qué está sucediendo. Esta batalla es tan tuya como lo es mía”

Catherine cambió levemente su forma de pararse, adoptando una posición defensiva sin siquiera darse cuenta, esperando la respuesta del Pendragon mientras el pico de adrenalina subía y subía.

“Si intentas desmayarme te voy a meter una patada en la entrepierna”

Después de aquella extraña noche meses atrás cuando tuvo ciertos encontronazos con varios Descendientes, Shyvanna fue azuzada por Björn -y ¿no te jode?- la puta de Freyja para que hiciera su “trabajo”. Podría haberlos mandado al quinto infierno pero después de las palabras del nigromante, la alta culpabilidad que sentía por la pérdida de Ávalon y su amor por los dragones; Shyvanna había decidido actuar.

Lo había hecho con éxito, para variar. Aquello había sentado bien y la hizo pensar que quizás lo suyo era un problema de relaciones sociales con los humanos y su puesto estaba con los dragones. Por ende, decidió explorar la idea. Estableció un rudimentario campamento de dragones en un valle rodeado de montañas que servían de refugio y buena barrera de protección ante posibles ataques. Cuidó de aquellos enfermos y aquellos que se recuperaban de la invasión de la isla. Entrenó con los demás en sus formaciones aéreas y, cuando querían, de forma bípeda para que ellos -y ella misma- no perdieran la forma.

Lo cierto es que no había desaparecido, había hablado con sus hermanos a través de cartas y patronus y sólo Darren y Wthyr sabían dónde estaba ubicada físicamente. Mientras menos gente lo supiera, mejor. Se ocupó de preparar a la Brigada Blödhren tan bien como pudo para lo que sin duda sería la batalla final.

Al recibir las notificaciones, Shyvanna tuvo sentimientos encontrados. Por un lado…Había estado genial allí, sola, con sus dragones. Le había costado mantener un poco el foco y alejar su mente de la adictiva necesidad sexual…con otros. De momento, se había arreglado ella sola como una especie de reto, de probarse a sí misma que podía controlarse. Lo había logrado y temía perder el control al rodearse de aquellos hombres… como Gio, el esposo de Sofía…y esta papi Matvey.

Pero tenía una misión y no podía hacer caso omiso así que preparó a la Brigada para partir. Sabía que Darren no iría, por lo que era más probable que Wthyr liderará los ejércitos de a pie y ella desde el aire. El viaje a Praga fue rápido, una vez que Wthyr hubo aterrizado Shyvanna se quedó un rato sobrevolando el cielo sin querer descender aún. Sólo vigilaba los alrededores y el perímetro por presencias oscuras como la de su hermana o raíces enemigas.

Enero era el mes más frío del año en Europa Central. El viento raudo y helado mordía la poca piel expuesta del joven maestro mientras volaba por arriba de las oscuras nubes con su traje para elementaristas de aire. Aunque era temprano en la mañana, aún podían verse unas pocas estrellas. Cada vez amanecía más tarde y le encantaba ver el cielo nocturno, le recordaba el pacto que su antepasado hizo con la divinidad que, generación tras generación, permanecía tan sólido como aquel día hace tantos siglos. Las estrellas le daban esperanza, su luz eran mensajes del pasado que hacían eco por las galaxias. Ellas estaban muy lejos, sumergidas en la absoluta nada del universo y aún así brillaban en medio de la oscuridad. Le consolaba pensar que los seres queridos que había perdido tan abruptamente se habían convertido en parte del firmamento.

Pensaba en eso mientras volaba de espaldas a la tierra firme porque la gravedad es opcional cuando se sabe levitar. Durante el tiempo que pasó se dedicó a supervisar a los presos y los hizo trabajar con disciplina. En unos pocos y fluidos movimientos giró para mirar hacia abajo y comenzó a descender atravesando las nubes en picada encontrándose de frente con una superficie escamosa. Buscó frenar aunque iba con demasiado empuje, incluso para un mago elementarista del aire. Se recompuso como pudo y voló con la intención de llegar junto a la jinete rubia. -Hola Shyvanna- La saludó. -¿Sabes? Eso me recordó a viejos tiempos.- Tiempos en los que los dragones sobrevolaban Ouroboros. -¿Permiso para abordar?- Preguntó tanto a la jinete como al dragón pidiendo permiso para posarse sobre la gigantesca criatura mientras sobrevolaban los nevados paisajes.

¿Porcentaje de avance en el proceso de reformación de los criminales? (Dado 10) 11% + 6% + 2% + 5% = 24%

El miembro 'Adael Cohen' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

Esperó a que Neftis se aproximase para poder hablar con ella, observando que mantenía las correctas formas de su hermano. Le pareció que estaba tranquila, sobre todo teniendo en cuenta lo que enfrentaban. O quizás no fuese del todo consciente. - El plan dependerá de lo que encontremos cuando entremos ahí, pero lo principal será localizar y acabar con los huesos de Charles, además de destruir las raíces. - dicho así parecía sencillo, pero no lo sería. Iba a proseguir con el resumen para la líder del linaje cuando la iluminación de un portal abriéndose desvió su atención. Se esperaba la visita de la persona que salió por él, pero sólo iba a ser eso, una visita. Hasta ahora.

"Serás..."

En el fondo lo sabía, sabía que no podía estarse quieta. Y también que era un desperdicio de poder no usarlo en una situación así. Maldita sea, tenía razón en todo, pero aún así no podía evitar sentir esa opresión en el pecho y ese temor por lo que podía pasar si caían ambos. Frunció el ceño tras disimular el gesto de sorpresa por las ropas de combate, que a decir verdad le quedaban como un guante. Era extraño cómo su presencia allí le hacía estar tan dividido, pues a pesar de la preocupación una parte de él se sentía más preparado para la batalla si hacían equipo. La encaró retándola con la mirada mientras ella seguía hablándole mentalmente.

"¿Cuándo lo has decidido? ¿o lo tenías pensado desde el principio? ¿Dónde están nuestros hijos?"

Bajó la mirada un momento negando levemente con la cabeza mientras soltaba un breve sonido de exasperación. La decisión era de ella, no podía controlarla por mucho que ambos supiesen que no ir allí era lo más sensato. Arqueó una ceja con indignación cuando dijo que le golpearía en la entrepierna si intentaba desmayarla.

"No, no voy a desmayarte, sería repetirme en los trucos. Tampoco quiero una patada, demasiado básico por tu parte"

- Esto de seguirme hasta el fin del mundo debe ser obsesión. Si querías una cita sólo tenías que pedírmelo. - susurró en tono jocoso cuando se quedaron a solas, girando para quedar lado a lado con su brazo con una mirada de reojo. Tal vez fuese de los pocos momentos distendidos que les quedasen. Volvió la vista al frente, hacia el árbol, manteniendo un tenso silencio durante algunos segundos antes de volver a hablar. - Ahora sí que no podemos permitirnos fallar.

Un portal rasgó el aire antes de abrirse para mi. Crucé dicho portal cerrándolo a mis espaldas, apareciendo muy cerca del arbol, que quedó a mis espaldas. Recorrí con una gélida mirada a los alli presentes para hacerme una imagen rapida de quienes estabamos alli ya, pero, antes de decir nada más, me giré hacia el gran árbol y alcé la mirada por sus troncos hacia sus hojas, y la frondosa copa.

"Ojalá no hubiesemos tenido que llegar a esto. Ojalá no hubieses tenido que tomar esa decisión"

Admiraba la decisión de Jack, a partes iguales que me consumía. Con él en el otro lado...el más veterano del Consejo era yo. Llevé mi mano al pecho, a la altura de mi "corazón", a modo de saludo, y reverencié al arbol con una leve inclinación de mi cabeza. Solo entonces y tras susurrar unas palabras muy cerca de su corteza, me giré para volver a examinar a los presentes.

Wthyr y sus huestes. Catherine, a quien no esperaba ver alli, pero alli estaba vestida para la batalla. Alcé la mirada, ubicando a los dragones de la brigada de Shyvanna. Daban por hecho que el espíritu de Jack los dejaría entrar?

"están por ver muchas cosas"

La mirada de Lyosha aun flotaba en mis recuerdos, habiamos repasado muchos escenarios posibles, incluso los fatales. Incluso aquellos que incluían a mi demonio fuera de control. Aun asi siempre habria algo que se nos podría escapar. Tanto repasar escenarios, me habia llevado a enviar una carta a un viejo medimago ya jubilado, explicandole la importancia del asunto...y el desarrollo de los eventos. Quizá esta era la única batalla que de no librarse, conduciría a una paz eterna. La paz de la muerte. Aunque eso de la paz de la muerte era claro...la de una muerte normal. No la que ofrecía el sanguis.

"hemos estudiado mil maneras y al final la que vamos a probar es esta. La que nos hemos visto empujados a usar"

Lancé una mirada intensa hacia Catherine, indicándole que estaba de acuerdo con que estuviera ahí pero que más le valía estar preparada y atenta. Después, eché a andar hacia Sofía.

- ¿Estás preparada? Cuando estemos todos iniciaremos la apertura del portal y... - una fugaz mirada a las tropas pendragon. No había ningun guarda de ouroboros, no obstante. La decisión mayoritaria habia sido dejar a la guardia protegiendo a los ciudadanos.

Apareció por fin a través de un portal en aquel lugar tan peculiar. No iba sola, iba con su familia. No solo su madre y su padre, sino también algo de la familia extendida que le quedaba. Sus primas y tías estarían cuidando el ritual mientras que los hombres de la familia vigilarían y estabilizarían el entorno del bosque. Su padre, que sabía la premura que tenían, ya estaba en camino de recolectar el agua y la savia que requerirían, y su madre comenzaría con la quema de los inciensos. ¿Se necesitaba realmente tanta parafernalia? No, probablemente no después de lograr plantar y hacer crecer el árbol. Pero después de noches y días enteros de diseñar el paso de tantísima gente al otro plano, al mismo lugar y al mismo tiempo, solo habían acordado que debían mantener la energía fluyendo de la manera más tranquila posible. Y si eso implicaba conjuntar varias técnicas diversas, entonces eso harían.

Iban todos de colores claros, con un montón de jarros con piedras en las manos; sobre todo ágatas y ojo de tigre que no tardarían en repartir entre el terreno antes de comenzar el rito de trascendencia. Ella misma llevaba ya un abrigo de un blanco níveo y un collar de turmalinas negras entorno al cuello, con una gran esmeralda de Berem de pieza central, con la que Aura jugaba alegre entre sus brazos. A su lado, como siempre, se alzaba su marido, que valientemente les acompañaba a pesar de sus desperfectos.

Praga le sentaba muy fría. El clima de Italia le había caído bien pues era más similar al de Grecia. Había tenido arduo trabajo los últimos meses. Entre cuidar de su pequeña niña y de su esposo, los días se le habían ido muy rápido. Y las tardes también porque había contado con la compañía de Cedric. Entre las largas pláticas, los planes, los avances de Aura en su día a día, el inicio de su exploración mágica, los cuidados a V y a sus necesidades, los rituales para crear, crecer, cuidar y preparar el árbol... se le había ido el tiempo rápido. Pero estaba feliz y había logrado equilibrar su vida maravillosamente a pesar de todas las adversidades. Se enorgullecía de haber tenido tiempo y energía para lograr todo lo que había necesitado.

Matvey, querido.- Sonrió ampliamente, cuando se acercó a ella hasta darle un beso, saludándolo como siempre hacía. Al separarse, se apresuró para soltar la manita de Aura de la barba del ruso antes de que se la jalara. Matvey le había agradado a Aura, lo notaba enseguida pues no se había quedado seria y sin travesuras. Se disculpó con él con una gran y apenada sonrisa por su pequeña.- Lo siento. Estamos listos, solo vamos a preparar un par de cosas. Todo saldrá bien este día. Lo sé.- Se giró lentamente para ver hacia donde la mirada del hombre se dirigía, y sonrió de nuevo. Sobresalían los dragones, pero también la presencia de los Pendragón.- ¿Tienes alguna idea de qué encontraremos del otro lado? Alguna vez toqué al Sanguis y... fue muy perturbador para mi. Completamente contrario a la paz tan grande que siento en este momento.

La copa del árbol mágico plantado por Dioscórides comienza a brillar con más intensidad a medida que llegan más almas al lugar. Se estremece con un leve crujido de las ramas, generando un eco extraño en el lugar, seguido de una sensación de silencio antinatural. El suelo tiembla ligeramente bajo los pies de los presentes, como si las raíces comenzaran a removerse. Una de ellas emerge del suelo, rodeando despacio el tobillo de Sofía mientras el espíritu de Newton intenta ponerse en contacto con ella.

"No deberían estar aquí..."

El susurro con la voz de Jack en tono hostil resuena en su cabeza, apretando un poco más el tobillo pero sin llegar a dañarla. El resto de raíces hacen lo mismo con los Descendientes presentes, emitiendo más luz desde una zona central del árbol. Parece como si le estuviera costando controlar que esas raíces no sigan ascendiendo por las piernas de sus antiguos compañeros, como si aún estuviese controlando el poder de su espíritu sobre aquel árbol. El sacrificio fue en honor a ellos y por lealtad a Ouroboros, y la presencia de los Pendragon allí reaviva la necesidad de venganza por lo sucedido.

"Que se marchen...son enemigos..."

Algunas raíces más se levantan del suelo, agitándose para tratar de golpear la zona en la que se encuentran los Pendragon y sus dragones.

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¿Cuánto controla Jack su espíritu en el árbol?

El miembro 'Jack Newton' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Dado (10)' :

“Ayer en la noche”, confesó  porque lo  cierto es que había sido muy reciente y apenas había podido organizar todo rápidamente. Se cruzó de brazos cuando preguntó por sus hijos sabiendo que sería un tema espinoso. “Zephyr y Zarek con Darren y Aedan y Aelin con Ian”, expresó pero o dio más explicaciones. La última vez que había dicho a Wthyr que había echado una maldición a uno de sus hermanos le había obligado a quitarla…

Curioso, les habría venido bien dejarla en su sitio. Se esperaba una reacción peor, pero supuso que había preparado bien el terreno para evitarla. Arqueó la ceja cuando le dijo que era un movimiento muy básico, pero alzó suavemente el mentón. “Lo mismo dijiste de las papas fritas con kétchup y últimamente no te veo quejándote TANTO”

Miró hacia el árbol y al escuchar sus palabras entreabrió los labios con sorpresa, una sorpresa graciosa, divertida por sus palabras pero también ofendida – Oh, Wthyr…- Amplió la sonrisa – No proyectes cosas en mí-  Se mantuvo como estaba y siguió su línea de visión con cierta aprehensión. Alargó los dedos y los entrelazó con los de él -No estaba planeando hacerlo… ¿Acaso tu sí?- Siguió la puya, tratando de mantener ese ambiente más relajado. Su propio cuerpo y su posición había cambiado, ya no se encontraba tan tensa.

“Siempre juntos, siempre el canal mental abierto. Tomamos decisiones juntos y nos cuidamos las espaldas”

Explicó como muchas veces habían repasado con Ian. Observó el despliegue de la familia de Sofía y la llegada de Matvey, asintió con suavidad hacia su padrino interpretando perfectamente lo que decían sus ojos y echando de menos su conexión mental.

“Wthyr…”, su tono esta vez fue un poco menos seguro de lo que venía mostrando ahora. “No sólo estoy aquí por mis responsabilidades y por nosotros. Allí dentro están mis hermanos. Desmond, Rhaegar y Altaïr”. Se removió incómoda y sintió una nostalgia que la envolvió de pies a cabeza e hizo que sus ojos quemaran brevemente. “Si tengo la oportunidad, si hay alguna manera, me gustaría traerlos de vuelta. No creo que los haya consumido. Altaïr y Desmond siempre fueron muy inteligentes y Rhaegar…”, una sonrisa se dibujó en sus labios con una clara picardía familiar, “Rhaegar no va a doblegarse ante nadie…”. Inspiró profundo. “¿Sabes? Era el único de nosotros que controlaba la sangre”, dijo de forma pensativa.

Pero no pudo pensar en mucho más porque de pronto una de las raíces empezó a envolver su tobillo y las hojas del árbol emitían un destello que le recordaba al Sanguis Ligno en su boda -¿Sofía?- Inquirió con un tono algo preocupado cuando vio que las raíces iban hacia los dragones y los Pendragon. Catherine se movió levemente para ponerse frente a Wthyr por si acaso, total, de momento no estaba haciéndole daño la raíz.

Shyvanna iba a su absoluta bola cuando Artamir compartió cierta inquietud a través del vínculo, la Pendragon frunció el ceño y cuando alzó la mirada vio a alguien acercándose demasiado rápido hacia su dragón. Ni siquiera parpadeó y conjuró un escudo sobre Artamir mientras desenvainaba la espada.

No obstante, no hubo impacto alguno. La persona la saludo con cierta confianza y a Shyvanna le costó ubicarlo durante un momento…largo e incómodo. Repasó mentalmente aliados y “enemigos” y sus poderes para luego dar con la persona que le estaba hablando -No- Respondió cuando le pidió permiso para abordar. ¿Qué se creía? -Y si quieres mantener tu cabeza sobre tus hombres te aconsejaría que te mantuvieras lejos de la Brigada Blödhren si no quieres que te confundan con un pájaro- Expresó recorriéndolo de arriba abajo con el ceño fruncido.

“¿Cómo vuela en esa cosa?”

Volvió la mirada hacia el suelo cuando Artamir hizo una maniobra de descenso al notar movimiento. Empezaba. Shyvanna inspiró hondo y envainó la espada mientras terminaban de alcanzar una altura aceptable para un aterrizaje en movimiento. Cayó perfectamente y tras ella aterrizó Artamir que pronto tomó su figura humana y alcanzó sus pasos mientras se ponía al lado de Wthyr -Catherine…Te ves… - Ladeó la cabeza y asintió, en modo de aprobación – Follable-

Volvió la mirada hacia las raíces mientras se abría una herida en la mano con sus garras y luego hacia Sofía cuando Catherine la llamó, mirando entonces al maridito de Dioscórides -Siempre es un placer ir a una misión con semejante teniente…- Luego pasó la mirada a Sofía con una sonrisa ladina -En realidad, con la pareja entera- Le guiñó un ojo juguetón a la pelirroja pero su expresión se puso seria en cuando ubicó a Matvey. Para ser sincera, tampoco pudo soportar mucho su mirada porque las raíces parecía que iban a por ellos. Se diría eso, al menos.  Activó un escudo que cubrió a los Reyes, Artamir y ella misma con un movimiento de su mano.

Habían sido meses duros pero los había sacado adelante gracias a su familia y, curiosamente, al único Pendragon que soportaba. La misión en Londres había sido un desastre y se comprometió a arreglar sus errores apoyando en la misión contra el Sanguis, exclusivamente por eso y por Ouroboros. No porque quisiera ayudar a los Pendragon a arreglar sus problemas activamente.

No entendía ni la mitad de los rituales que Sofía pretendía hacer pero siempre que había preguntado su opinión o su energía había estado allí para ayudarle o, al menos, sugiriéndole quién podía suplir su lugar brevemente.

Al arribar al árbol, observó alrededor a los presentes mientras mantenía su peso en la pierna derecha evitando el dolor y posible cansancio de su pierna izquierda antes de tiempo. Se la había vendado y venía con todo preparado para evitar ser una carga, pero mentiría si dijera que se sentía preparado. Muchas cosas podían salir mal.

Pese a su nerviosismo, V no dejó entrever más que seguridad en su rostro porque sabía que era lo que Sofía y todo el mundo allí necesitarían. No más pensamientos crueles sobre la gran probabilidad de que estaban caminando hacia su muerte. Siguió con la mirada a Sofía y a Aura antes de que las raíces empezaran a avanzar. Una de ellas se enrolló en su pierna con firmeza y Vishous no tardó en observar que se movían hacia los Descendientes, pero no hacia… Miró el tobillo de Cedric y entrecerró los ojos.

-Y así comienza- Negó con la cabeza, suspirando mientras levantaba su aura de héroe hacia Cedric, desviando su daño hacia él. Ladeó la cabeza hacia Shyvanna cuando les dirigió la palabra y mentiría abiertamente si no dijera que, pese al odio, la miró y examinó detenidamente. Era una mujer preciosa pese a ser rubia, y la indecente propuesta a ambos hizo que Vishous sonriera de lado antes de ver a Sofía. Alguna vez habían hablado de la obsesión de la rubia con Sofía. Pero, de momento, sólo había un Pendragon con posibilidades de entrar en su lecho.

Volé con Alud hasta la zona, surcando el cielo entre dragones que suponía respondían ante mi hermana. Traté de localizarla entre ellos y para cuando lo hice apareció uno de los Descendientes del consejo en picado. No tardé más de medio minuto en acercarme y cuando mi dragón blanco y yo nos situamos al lado de mi hermana miré hacia Adael con seriedad.-Mi señor descendiente-Saludé con un gesto de inclinación de cabeza.-Le recomiendo encarecidamente que no altere a mi hermana...ni a su dragón. -Le hice un gesto a la rubia a modo de saludo común entre nosotras. Miré hacia el frente y sonreí de medio lado.-No queremos perder compañeros de batalla antes de tiempo.-Comenté antes de bajar a tierra.


Al posarnos me deslicé por el cuerpo de Alud hasta posar mis pies en tierra. Al contrario que de costumbre había abandonado las telas livianas y ligeras por el cuero negro que cubría hasta mi cuello con otro tipo de tejidos entrelazados. Miré alrededor comprobando quién estaba en el lugar. Había varios miembros del consejo ya presentes. No él. El aire escapó de mis pulmones conscientemente, para centrarme. No era momento de pensar en eso. Acerqué mis pasos a mi hermano mientras miraba a otras personas preparar algo. Sus sacerdotisas, supuse.- Mi rey, mi reina.-Saludé formalmente inclinando la cabeza antes de sentir el crujido.

Conocía esos sonidos. Cómo vibraba la tierra. Alcé la vista al imponente árbol que se alzaba ante nosotros y no pude apartar la mirada mientras sentía el suelo vibrar. No podía describir el sentimiento familiar. La añoranza. Fruncí el ceño al sentir el movimiento de tierra y busqué alrededor. -Está enfadado.-Murmuré.

Las raíces golpearon cerca. Apreté los labios volviendo a mirar a aquel árbol sagrado y luego busqué a Dioscórides. Me aproximé con paso firme fijándome en las raíces que la tocaban.-Está hablando con vos.-Afirmé y miré de nuevo su copa y luego al golpeteo de las raíces en nuestra zona. Di unos pasos al frente con los labios apretados en una línea, crucé una mirada con Rasputín, muy seria. Abrí la boca a punto de pronunciar palabras en idioma antiguo por un momento.-Venerado árbol sagrado de Ouroboros. Que nos oiga todo el mundo- Cambié las palabras rituales pues parecía conveniente.-Has entregado tu vida, tu esencia, para alimentar el espíritu de un árbol sagrado, cuyas raíces se entrelazan con los mismísimos fundamentos del universo. Has tejido un portal que trasciende las fronteras de la realidad, un puente hacia el reino de la lucha y la resistencia contra la oscuridad.-Finalmente me arrodillé hincando una rodilla primero, agachando la cabeza en señal de respeto. - Desde las profundidades de mi ser, como una antigua enemiga, hoy aliada en esta lucha, como alguien que ha enfrentado tus convicciones con la mía, me inclino ante ti con gratitud y respeto. -Después bajé la otra rodilla y planté las manos en el suelo.-Te ruego, que nos otorgues el privilegio de utilizar tu portal, de cruzar hacia el campo de batalla ...y si requieres un sacrificio, o necesitas una venganza toma mi vida si lo deseas pero deja que el pueblo de Avalon se una a la lucha.-Finalicé. Me parecía lo lógico por lo que respectaba al comportamientos de árboles mágicos.

Freyja avanzó lentamente con su ejército a través del portal de Hammurabi. Habían sido llamados, ellos habían respondido. Sin embargo, el maldito Hammurabi los había dejado más lejos de lo esperado y llegaron un poco más tarde de lo previsto pero justo cuando la cosa se ponía interesante.

La Lothbrock se colocó al lado de Wthyr, en el flanco que Shyvanna ni Catherine cubría y que Gwen había dejado recientemente. Sonrió abiertamente -Me alegra saber que eres un feminista, Wthyr- Respondió socarrona antes atrapar una raíz que venía con ellos y apretarla para mantenerla en su sitio, luego tirándola hacia un lado -Derecha, izquierda y frente- Mencionó antes de guardar silencio para escuchar a Gwen, por mucho que quisiera preguntarle dónde tenía los cojones, sabía respetar las palabras de una sacerdotisa.

Ni siquiera parpadeó cuando dijo lo del sacrificio. A diferencia de los lazos emocionales de sus hermanos, Freyja no le unía nada con la pequeña Pendragon y como pocos, entendía bien su misión. Era la última de los Pendragon y la “menos importante”, si debían hacer un sacrificio…

“Aquí debería estar Lake. Y mataríamos dos pájaros de un tiro”, soltó un tsk por la pérdida de semejante oportunidad.