Bosque de Sherwood

-Creo...que no
Estallo en carcajadas mientras me seco algunas lágrimas con los puños y corro hacia el caballo metálico, intentando levantarlo.
“¡Cómo pesa el condenado!"
-Puede que sea de algún amigo tuyo -le menciono cuando ya estoy montada de nuevo, esta vez quitándole las llaves para que no pueda suceder una desgracia.

-Pero si son magos se han podido teletransportar... ¡Aaaah! - doy unas palmaditas al suponer una respuesta-, Tus amigos se teletransportaron aquí, se encontraron con el otro y volvieron a desaparecerse.
“O quizás se les de tan mal como a mí" sólo de pensar eso me caen algo mejor a pesar de no conocerlos.
-Tu no puedes teletransportarte así que sólo queda una alternativa ¡Yo te llevo! -digo levantando las llaves al cielo.

Mi expresión debe de ser algo burlona, a penas no puedo aguantar la risa ¿Cómo se nota que me acaba de conocer? No tardo en volver a estallar a carcajadas.
-Se me da mejor conducir que teletransportarme, así que puedes imaginarte como acabaríamos si hago lo segundo...¿tan temeraria soy encima de un vehículo? Bueno tu decides, yo no puedo volar y tu no puedes desaparecer en ese estado; tenemos dos opciones: o a pata o en moto
Me cruzo de brazos esperando su respuesta, en el instante en que se me ocurre otra táctica para convencerla. De esa forma, adopto una voz grave, toda la que puedo, y dramatizo cuan antigua actriz muggle de esas las que se les daban premios dorados y cabezas enormes que ya no recuerdo.
-Además ¿cómo crees que reaccionará el dueño cuando sepas que has dejado su bebe abandonado en lo más profundo de este diabólico bosque?

Asiento mientras deslizo las llaves por el lugar conveniente y tomo el manillar con fuerza hasta que...¿cuál...era..el que tenía que girar?
Quedo unos minutos en suspense observándolo hasta que al fin lo recuerdo.
La moto comienza andar verticalmente como debería aunque tras un rato comienzo a girar de tal forma que conduzco en zic zac, esquivando algunos árboles cuyos troncos nos acarician maliciosamente, avisando de una caída o de arañar el caballo metálico.
Trato por todos mis medios de conservarlo, a pesar de que se lleva uno o dos rasguños.
“Seguramente no serán nada, eso con un rotulador se apaña”
- ¿Qué es esto?
A una lado hay un botoncito que llama que alguien lo pulse, entonces ¿qué puedo hacer yo? Pero no me esperaba que la moto comenzase a elevarse del suelo, no muy bien la verdad porque acabamos subiendo inclinadas hacia abajo, una vez por encima de los árboles cuando ya he cesado mis gritos de entusiasmo, me acuerdo de algo.
-Dira...¿a dónde vamos?

Sigo el camino invisible realizado por sus indicaciones con la máxima rapidez que otorga la moto, aunque seguimos “ligeramente" hacia abajo, llegando incluso a ver los árboles que afilan sus ramas como si adivinasen nuestra caída.
Creo que nos estamos acercando al lugar aunque yo no veo nada, en la inmensa lejanía se puede apreciar una superficie pero no estoy segura.
- ¿Paro?
“¿Y ahora como bajo esta cosa?"

Me encantaba esa sensación, el aire acariciándome el rostro y el cielo tan cercano que casi podría rozarlo con los dedos, parecía uno de mis sueños.
A penas escuché a Dirá pero ¿qué podía hacer? Esa sensación era tan nueva para mí y tan corrienge para ella que me quedé pasmada mirando hacia abajo.
-¿Qué? ¿Bajarlo? ¡Ah, sí! Por supuesto...tu no te preocupes -retomé mi posición, cogiendo el manillar con ambas manos y concentrándome en mí propósito, permanecí allí parada unos segundos sin hacer nada- oye, Dira...¿tu sabes cómo bajar?

No me convence la idea de pulsar directamente el botón ¿y si caemos repentinamente? Es arriesgado pero no cabe otra opción, con suerte nosotras podríamos toparnos con una rama que detuviese la caída pero...¿y la moto?
- Bien...¿segura? Puede que haya otros botones, las que yo recuerdo se volvían invisibles pulsando uno y no era este... debe de haber más.
Echo una vista rápida antes de impacientarme y terminar por pulsar el mismo botón que me había mencionado Dira.

Doy unas palmaditas al tocar el suelo, dejándo la moto en sus manos.
-Supongo que tendrás que llevártela -acaricio el manillar con cierto cariño-, ha sido corto el tiempo que hemos pasado juntas, espero volver a verte -levanto la vista, sorprendida hacia Dira y con una sonrisa -, no me refería a ti sino al caballo metálico, nosotras ya nos encontraremos.
Me despido de ella con la mano, separándome poco a poco de la moto.
-Hasta pronto, Dira... -le digo con la misma expresión alegre- y recuerda para la próxima vez que es Lisy no Lysa.

Me giro hasta verla perderse, hasta que únicamente es un simple punto en el horizonte. Entonces me doy cuenta...estoy completamente sola de nuevo y sin saber todavía a dónde me dirigía ni cómo acabé en ese bosque.
Me limito a cantar una canción enseñada por mi padre hace demasiados años, envuelta en mi eterna soledad.

*Han pasado tres meses desde la última vez que pise Inglaterra, donde buscaba a Fizban, para localizar a los Descendientes para, a su vez, localizar a Indira. Pero finalmente la encontré, aunque este fue breve. Tuvimos que separarnos debido a que, a la isla, empezaron a llegar barcos y aviones*

"Debería encontrarla, la piedra sigue en mis manos. Hay que tomar una resolución al respecto"

*Durante este tiempo he estado observando en la distancia, notando como las fuerzas se desequilibraban de nuevo, esta vez en favor de la Alianza Humana. Nuevas amenazas, odios que vuelven a florecer en los interiores de los seres en guerra, sed de sangre que nunca es saciada, intentos de llegar a un fin, fútiles en todos los casos. Los Descendientes, guardianes del mundo y de la magia, se han visto obligados a entrar en acción, teniendo así que decantarse por un bando*

"Su neutralidad esta difuminándose, y poco a poco, ira desapareciendo. ¿A quién harán aliado?, ¿A quién enemigo?"

*Todos están concentrados en un mismo punto, olvidando la periferia. Descuidando el desastre que eso puede acarrear. Mientras tanto, en la Torre todo sucede tranquilamente, sin que nadie le estorbe y, esperando al ganador de esta guerra que deberá empezar otra de mayor magnitud con una casi nula garantía de éxito*

"Sólo una unión entre todos podría ser factible"

*Diviso entonces un bosque, como andaba pensando en mis cosas no me había dado cuenta de que era uno de conocido, uno done estuve con Emma hace algún tiempo y pensando que quizá estará también esta vez, por lo que, decido bajar*

"Le quito la piedra al nigromante, debería saber que hacer con ella"

*Ando, ando, ando y ando, pero no hay rastro de Emma, así que decido sentarme y recostarme sobre un árbol para descansar un rato del largo viaje, quedándome finalmente dormido, habiendo antes ocultado mis alas.*

La noticia del viaje le había caído bien, hacia mucho tiempo quería saber de la vida de Sirius, de Godric y de Alpha. Sus cartas se habían detenido cuando la comunidad se clausuró al exterior, pero aquello no quería decir que estaban muertos. Por ende, empacó su ligero equipaje y comenzó el viaje a lomos de su corcel. Brisingr, un hermoso caballo de color arena con crines pelirrojas. Para cuando llegaron al Bosque de Sherwood después de tres días de viaje estaban agotados. Aideail pensó en armar finalmente su campamento y poder descansar antes de seguir hacia lo más profundo de Londres desde donde se había tenido las últimas noticias de la Resistencia.

-Ya verá lo amable que son todos. Aparte, hace mucho que no ven un caballo. De eso estoy segura-

Le digo dándole palmadas al corcel mientras caminaban de lado a lado pues él pastaba. Vio un llano pequeño entre tantos árboles y decidió que ahí sería su lugar. Dejó solo a Brisingr ya que nunca la abandonaba  y siempre volvía con ella. Confiaba en él. Avanzó hasta el llano con cuidado, sus ojos violetas observaban con precaución cada lugar pero en su corazón no notó ninguna presencia maligna. Sin embargo, pudo observar un pie un poco más allá.

-Brisingr-

Llamó y el caballo se acercó a ella lentamente, sin hacer ruido. Ambos caminaron con cuidado rodeando el árbol, uno de un lado y otro del otro, para observar a un joven de pelo blanco profundamente dormido. Elfa y caballo se vieron alzando las cejas. Había una guerra por ahí y el plácidamente dormido. Aiedail podía ser un ente maligno. Se agachó a su lado y lo observó detenidamente.

-Tiene un pelo muy bonito, no crees?-

Le preguntó al caballo con una pequeña risa cantarina antes de tocar un poco el antebrazo del joven para avisarle de lo que, en su opinión, era una locura. Si quería dormir, que armara un campamento seguro.