Cabaña familia Eire [en bosque de Dean]

Al parecer Lucio había tenido el mismo problema que yo, los demonios habían sacado a la luz miedos, temores e inseguridades que itentabamos esconder y los nuestros tenían muchas similitudes -que tengamos los mismos miedos es bueno, siempre es mejor enfrentarse a ellos juntos- desde el día de la fiesta del renacer las miradas se centraban en nosotros, los dedos nos apuntaban y por eso habíamos dejado de lado nuestra relación, más o menos, pero siempre que estábamos juntos sentía que podía olvidarme del resto del mundo. Nunca había entendido porqué Lucio no se sentía orgulloso de su trabajo como médico, era uno de los mejores sanadores que habían y aún así tenía ese sentimiento de insuficiencia -No eres el que deberías, eres mejor que eso... te he visto salvar vidas incluso sin magia, te has metido de lleno en el campo de batalla por ayudar a los demás, para mi no hay mejor sanador que tu- sentía su mirada clavada en mi y sabía que se culpaba por lo de mis ojos -Lo conseguirás, estoy seguro-

No me esperaba para nada el chiste de las indicaciones, tanto que mi cara fue de sorpresa al escucharlo para después echarme a reír -La próxima vez me aseguraré de  pedir ayuda- eso era una clara señal de que empezaba a encontrarse mucho mejor. el susurro de Lucio hizo que sintiera como se me erizaba la piel mientras aquel beso tan inocente se convertía en algo más que me hizo suspirar de forma pesada mientras el calor se me iba subiendo a la cabeza, no podía verlo pero sabía que tenía la cara roja como un tomate, mis brazos rodearon instintivamente al medimago mientras me dejaba guiar por él totalmente a su merced.

El beso se detuvo poco a poco dejándome respirar de nuevo para volver a la realidad con lo que iba diciendo el otro, debíamos volver a la isla tarde o temprano, pero por el momento aceptaría la petición de Lucio -Está bien, supongo que los descendientes también se merecen unos días libres, aún así habrá que avisar a alguien de que estamos bien, sobretodo si no queremos que nos molesten- no todos conocían la ubicación de la cabaña y a pesar de las barreras aún habían algunos que podían entrar por lo que lo mejor era estar seguros de que no se iban  a preocupar por nosotros.

El silencio del mago me hizo pensar por un segundo que algo iba mal pero lo que no me esperaba era la propuesta que iba a hacerme, de nuevo me había tomado por sorpresa y a pesar de mi ceguera abrí los ojos como platos -espera... ¿qué? ¿Estás hablando en serio?- ahora el que estaba en shock era yo, vivir juntos implicaba llevar nuestra relación un paso más allá y a su vez que el consejo se centrara más en nosotros, intenté sopesarlo todo en un tiempo record pero era imposible y la emoción pudo más que la razón haciendo que me lanzara sobre Lucio con una gran sonrisa -SI! si, si , si , si!! me encantaría vivir contigo!- estaba eufórico y emocionado, no sabía si había sido por culpa de lo que había pasado o no pero si tenía que agradecer a los demonios por eso lo haría mil veces.

Aparecimos abruptamente en los terrenos de una cabaña después de que un mago chalado nos arrastrase hasta allí a Blair, a Andreas y a mí. No se había conformado con desaparecernos, sino que había usado una cuerda, como si fuésemos animales. Todavía no estaba acostumbrado a las desapariciones mágicas, y ya venía tocado del anterior paseo demoníaco, así que a los pocos segundos de aparecer acabé vomitando al pie de uno de los árboles que rodeaban la cabaña. Demasiado para el mismo día. Me separé del tronco del árbol para mirar alrededor, sin reconocer el sitio. Al menos notaba que mi mente despertaba un poco, consiguiendo espabilar y estar algo más cuerdo que Blair. Ella seguía pensando que querían llevársela, aunque en medio de su locura había pedido que nos llevasen a la isla en la que estaban nuestros hijos.


- ¿Dónde nos has traído, mago? - pregunté ´hostilmente entornando los ojos con desconfianza, más aún al ver que allí no estaban ninguno de los otros idiotas de la misión. - Esto no es la isla de Wight. Iremos allí, buscaremos a los niños y los pondremos a salvo. - le aseguré a Blair asintiendo, aunque no supiese cómo lo haríamos. El mundo era una mierda sin jets privados ni coches oficiales, sin escoltas ni una gran casa propia. Ojalá los críos se las hubiesen apañado bien durante estos días sin nosotros, y que no los hubiesen encontrado los androides. Después miré a Andreas con cierta lástima, nos lo habíamos pasado cual muñeco de trapo durante todo el trayecto. - Está conectado con la inteligencia artificial. Cuando despierte... nos verá. Hay que hacer algo, o nos encontrará. - la paranoia volvía a mí, aunque esta vez tenía más sentido.


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éxito: logra espabilar
fallo: sigue muy loco

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'Probabilidad' :

Aparecimos en el residencial Eire, a lo que devolví a mi baston a su estado normal, es decir, baston de abuelo pero con estilo, ya me entiendes. Tambien guardé mi cuaderno de bocetos.

"se me ha ocurrido que deberia incluir estaciones medicas en esas armaduras....porque igual los de dentro se me estan desangrando...y es una contrariedad...."

Miré al humano vomitando en un arbol de Sean.

- Espero que luego recojas eso. - dije señalando con el baston a su vomito, que por no tener, no tenia ni trocitos. Levanté una ceja cuando se refirió a mi como "mago". - Giordano Da Vinci, descendiente del gran Leonardo. Y sí, eres un genio, esto no es Wight. Has usado un GPS para eso? Ah, no! Que están todos hackeados.... Quizá le pida un astrolabio a Saladino....

Me di la vuelta, ignorando a los muggles unos momentos y mirando hacia la cabaña de Sean. Levanté mis brazos al cielo, como rezandole a dios o algo, pero en realdiad estaba invocando mi violin magico. Aparecio entre mis manos y me puse a tocar una bonita melodia alli a los pies de la cabaña, una cancion lenta, triste y relajante. Quizá asi dejase de escuchar los gritos de panico de la mujer.

- Blair ya estuvo aquí. Sean Eire la atendió cuando dio a luz a su hija, al igual que Lucio Galeno. Os he traido aqui porque ellos dos son los unicos que no están dispuestos a daros la patada, a daros la espalda. Creo que necesitais la ayuda.

Seguí con mi melodía, alargando las notas en improvisacion.

- Vuestro compañero está metido en una jaula faraday. No hay conexion que valga. Lo investigaré en un lugar aislado. Internet no llega a Puentetocinos.

Dejé de tocar con un tono chirriante.

-SEAN!! ABRE!

La propuesta de tomarnos unos días libres fue acogida por Sean de buen grado, aunque en el fondo sabía lo mucho que le costaba eso por su sentido de la responsabilidad. Lo estaba haciendo por mí, y por poder estar juntos sin preocuparnos de nada más hasta que nos recuperásemos un poco del mal trago de la misión.  - ¡Por supuesto! avisaremos de que estamos bien, y así podremos estar aquí tranquilos, sin salir. Podré investigar lo de las lágrimas de fénix para tus ojos, eso es lo principal. Ah, y también puedo enseñarte a cocinar. Hace mucho que no lo hago. - sonreí de manera triunfal cuando me dio una respuesta positiva a la segunda propuesta, la de irnos a vivir juntos. Le abracé emocionado por tanta efusividad, casi sin poderme creer que estuviésemos teniendo más de 20 minutos seguidos para nosotros solos. Me equivoqué.

Nuestra tranquilidad se vio rota por unos gritos que provenían del jardín, al parecer gritos de mujer. Además, comenzó a sonar la melodía de un violín y poco después escuchamos los gritos de alguien que sí conocíamos muy bien. Miré hacia la ventana desconcertado, levantándome de la cama para asomarme.

"no puede ser...¿en serio?"

Me pasé la mano por la cara resoplando, viendo allí a Giordano acompañado nada más y nada menos que de los humanos que habían quedado en Stonehenge.  - Si no lo matas tú, lo mato yo. - salí de la habitación a grandes zancadas, bajando las escaleras más despacio de lo que pensaba porque no me había dado ni tiempo a descansar de todo el rollo de la misión. Después abrí la puerta con cara de fastidio, saliendo al jardín para ir hacia Gio.

- ¿Qué pasa? ¿Tienes como misión divina aparecer en los momentos menos oportunos? y... ¿Por qué tienes a ese en una jaula? - pregunté señalando al tipo que tenía encerrado, mirando después malamente al que acababa de mancillar el jardín de Sean. Con la que más contacto había tenido era Blair, y tenía bastante mala cara. Suspiré, suponiendo por qué los había traído.  - Puedo atenderles.

Aquel italiano nos había atado como al ganado y nos había sacado de Stonehenge con una desaparición de esas que nos resultaban tan incómodas, al llegar al nuevo sitio casi hecho lo que tenía en el estómago que no era mucho la verdad porque ya lo había dejado todo al salir del infierno, Éamon no tuvo tanta suerte y Andreas seguía encerrado e inconsciente. La cabeza estaba a punto de estallarme y no solo eso, el dolor muscular y la tensión me trajeron de vuelta a la realidad, al menos lo suficiente para darme cuenta de que no estábamos en la isla -QUIERO VER A MIS HIJOS AHORA!- grité al italiano que iba a la suya.

Tardé un poco más en darme cuenta de dónde estaba, era la casa del mago ciego que nos había ayudado meses atrás, el tal Giordano se había presentado confirmando que aquellos dos se encontraban en la casa empezando a tocar el maldito violín que no ayudaba nada con mi horrible dolor de cabeza -¿Quieres dejar de tocar esa cosa?! suena fatal- y aunque sonara bien tampoco lo habría aguantado. Al final Galeno había aparecido en el jardín reclamándole algo al loco del violín pero ya no tenía fuerzas para nada -No quiero atención, quiero a mis hijos conmigo! tenemos que largarnos... donde no nos encuentren... lejos...- caí de rodillas sobre el césped tosiendo, sentía una gran presión sobre el pecho que me estaba matando, probablemente un buen ataque de ansiedad.

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Exito: se recupera un poquito
fallo: igual de loca

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'Probabilidad' :

Estaba muy emocionado por la propuesta de Lucio, abrazado a él y haciendo planes para los próximos días que pasaríamos a solas y lejos de Ouroboros -Te ayudaré con la investigación, Espero que Rubi vuelva pronto, no llegó a pasar por el portal, espero que se encuentre bien- desde luego había sido más inteligente que nosotros. La propuesta de aprender a cocinar me trajo de nuevo una sonrisa -Eso suena genial! si te digo la verdad soy un desastre cocinando, si pudiera quemaría un vaso de agua- y podía con algún encantamiento pero esperaba que supiera a que me refería.

El grito de la mujer nos había tirado de una patada de la nube de felicidad, haciéndome suspirar mientras dejaba caer mi cabeza pesadamente al pecho de Lucio -se acabó el tiempo...- Lucio salió de la cama pero al escuchar el violín ya sabía de quien se trataba, la única persona que sabía dónde estábamos, que tocaba el violín y que sabía llegar, Giordano.

me eché a reír con la sugerencia de Lucio sobre matarlo -No lo mates, no habría venido si no fuera importante, yo le pedí que ayudara a los de Stonehenge- Me levanté para dirigirme a la ventana y abrirla mientras Lucio bajaba hasta el jardín -está abierto Gio! sabes que puedes entrar cuando quieras!- mi cabello estaba algo revuelto al igual que la capa que la llevaba puesta de cualquier manera pero eso no podía verlo. Las escaleras eran un mal plan ahora que no tenía quien me ayudara así que me aparecí en el patio escuchando las reclamaciones de Blair, no parecía estar muy bien -De momento tenemos que ayudaros, iremos a por Michael, Collins y la niña en cuanto os encontréis un poco mejor- dije a la mujer para después dirigirme a Lucio y a Gio -es mejor que se queden aquí, el hospital debe ser un caos ahora mismo con los heridos y el torneo, tienen que descansar, vamos a llevarlos a la habitación del fondo... ¿solo hay dos? ¿quién es el otro?- pregunté a los otros dos esperando que me ayudaran.

Apenas conocía a ese tipo unos minutos y ya me estaba tocando las narices con sus órdenes y sus sarcasmos. En condiciones normales le habría disparado, pero no podía hacerlo al ser el único mago que se había dignado a no dejarnos allí tirados. Alcé las cejas con escepticismos al escuchar eso de que era descendiente de Da Vinci, no tenía ni idea de que ese genio fuese de sangre mágica. Los muy desgraciados siempre estuvieron influyendo desde las sombras.  - Relaja un poco, Da Vinci...- solté con cierto retintín - que acabamos de salir del puto infierno-   entorné los ojos mirando la casa al comprender que fue ahí donde nació Erin, un lugar en el que le dieron asilo cuando estuvimos separados. Odiaba deberles tantos "favores" a los magos. Lo de la jaula de Faraday de Andreas era el único modo de que no nos encontrasen, al menos hasta que le quitasen el chisme que le hubiesen metido.

El médico apareció en el jardín con cara de pocos amigos, como si le hubiésemos sacado de su momento zen o vete a saber. Me importó una mierda.  - Sí, a ese le han frito el cerebro, haz algo. - dije señalando a Andreas, volviéndome después hacia Blair. La cogí por los hombros, intentando que me mirase  a los ojos. - Tú quédate aquí, descansa y vigila a Wilhelm. Yo traeré a nuestros hijos. Te doy mi palabra. - dicho eso me giré hacia el ciego, que acababa de salir con toda la ropa descolocada. Igual no estaban en momento zen precisamente...

- Por fin alguien que dice algo sensato. - además conocía el nombre de los críos, así que me fui hacia él para utilizarlo, como me gustaba hacer con las personas. Después de haber perdido mi cargo de político no me dejaban hacerlo a menudo. - Llévame a la isla de Wight, llevan solos varios días - esperé a que el cegato se ubicase, haciendo otra vez eso de la maldita desaparición que tanto odiaba. Desaparecimos de allí los dos, dejando al resto arreglando otros asuntos.

- Julieta, Julieta...se te ven las... barbas. - dije al ver a Lucio asomarse a la ventana con cara de asco. Vaya jeto. Ademas traia un humor de perros. Saqué pecho y lo miré con cara de superioridad.

- Para tu información, me han llamado. No habría movido el culo de mi taller de no ser asi. Y eso es algo más que una jaula, es un autómata-jaula-de-faraday, para inhibir las señales de la inteligencia artificial que al parecer, está conectada al humano del interior. El problema es que está herido. - examiné a Lucio de arriba abajo, levantando una ceja, mirandolo con cara suspicaz. - Y por qué dices que soy inoportuno? Os estabais reproduciendo? - pregunté con cara de asquito.

Resoplé de modo exagerado girándome hacia Blair que seguia chillando. - Escucha la música, mujer. Calma a las bestias. - y seguí tocando. Se me ocurrió mientras lo hacia que si le implantaba un sistema para cambiar las ondas de frecuencia, podria modificar el sonido para volverlo, de hecho, calmante, o estresante....en un sentido mas real que el mero poder psicologico.

"otra idea"

Tuve que dejar de tocar para anotarlo en mi cuaderno. Ya llevaba eso y los automatas sanadores. Para cuando terminé de anotar, Sean habia hecho tambien acto de presencia.

- Por cierto, dice Altair algo de que va a convocar una reunion. Para que estemos advertidos. Sinceramente, creo que fuma mucho crack. Y que debemos ir a la isla a asomar la cara.

Eamon se fue con Sean y me quedé a solas con aquel otro percal. Rodé la mirada, desvaneciendo mi violin nuevamente y me balancee sobre mis talones.

- Bueeeno.... - silbé como se le silba a un perro y la armadura que tenia a Andreas dentro empezó a moverse para entrar dentro de la casa, entrando yo detrás - Andiamo.

Sean me convenció un poco en eso de no matar a Giordano todavía, porque la verdad es que no veía nada oportuna su visita. - Así que lo avisaste tú...- ya sabía yo que no se quedaba tranquilo sin seguir ayudando, muy propio de él. Me puse rojo como un tomate cuando dijo lo de reproducirse, como si se hubiese dado cuenta de que habíamos estado modo romántico. - Giordano, por favor...si así fuera no te lo diríamos. - zanjé para que no siguiese por ahí. El mismo Gio me explico toda la historia del humano conectado, la jaula autómata que había hecho, y todo lo de los humanos. Miré de malas a Éamon cuando me ordenó que lo curase. Lo hacía porque quería, no porque él me lo dijese. El tema de los niños y las exigencias de la mujer acabaron con Sean y el humano preparándose para ir a buscarlos. Me daba mala espina el tipo, pero si iba a por los hijos dudaba que hiciese algo malo a Sean, dependían de él. - Ten cuidado. - le pedí en voz baja antes de que se desapareciesen, quedando a solas con Blair y con Gio. Le indiqué que dejase a Andreas en el sofá, acercándome después a él.

- Así que puede tener algún tipo de daño por descarga eléctrica en el cerebro, ¿no? - o eso querría decir el otro con cerebro frito. Me concentré en su cabeza para canalizar magia de sanación hacia él, potenciando mis poderes con el Vilya y la esmeralda de Assur que llevaba al cuello. No sabía hasta qué punto tenía daños, pero por ahora esto serviría para que no fuese a más y para mejorar su estado. - ¿Podemos desconectarlo de la red? eso te lo dejo a ti. Puedo llevarlo a Ouroboros para operar. - miré a Blair de reojo, recordando que su pequeña también estuvo en el hospital. - ¿Qué tal va la niña? debería hacerle otra revisión pronto, más si han estado tirados en una isla abandonada.


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Curación a Andreas:

5 dado + 10 habilidad especial sanación + Anillo Vylia (+40 en sanaciones) + Esmeralda de Assur (+10 en curaciones)= 65 a Andreas

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'Curación' :

El maldito italiano me había llamado ¿Bestia? ojalá estuviera en  forma para poder pillarlo del cuello y apretar hasta dejarlo sin aire pero por desgracia no tenía la cabeza para pensar en eso en aquel momento, el ruido no paraba y al final fue Galeno el que acabó con esa tortura deleitándonos con su presencia.

Éamon se acercó a mi para hablarme de nuestros hijos, estaba muy preocupada por ellos, alcé la mirada por primera vez desde el infierno para mirarlo a los ojos -Traelos a salvo... los necesito conmigo- aquello me salió con la voz rota sintiendo que se venía una cascada de lágrimas después de eso.

Al final el ciego apareció y se llevó a mi marido al lugar en el que estaban los chicos, el resto pasamos al interior de la casa a la que jamás pensé que debería volver, me senté en uno de los sillones cerca de Andreas mientras el medico hacía lo suyo -Yo le di una descarga, tenía que sacarlo de la ciudadela... al parecer comparte sus ideas, recuerdos y pensamientos con la IA- suspiré limpiándome la cara con la blusa antes de continuar -Tiene el dispositivo entre las cervicales c1 y c2, ahí le di la descarga, esperaba poder desactivar por sobrecarga esa cosa- y esa era toda la información que tenía, hasta que Andreas despertara no sabríamos mucho más.

El médico intentó entablar conversación conmigo, lo miré de reojo unos segundos antes de echarme hacia atrás y mirar al techo, sin contestar a lo de Erin... estaban pasando demasiadas cosas por mi cabeza.

Regresé de vuelta a aquella cabaña con el tal Sean, esta vez trayendo conmigo a mis tres hijos. No había tardado demasiado en localizarlos, pero habían sido unos minutos agobiantes en los que pensé que podría haberles pasado cualquier cosa. Collins y la pequeña no se encontraban demasiado bien, parecían haber cogido frío en la maldita isla. Nada más llegar informé al médico para que les echase un vistazo, reteniéndole un poco más a pesar de que que el otro se volvió a desaparecer para irse a sus asuntos. No le dije ni por favor ni gracias como me había indicado él hacer cuando estuvimos en la isla, odiaba que me diesen órdenes y consejos de cortesía.

Dejé a Collins en un sofá junto a su hermano, y llevé a Erin con Blair para que pudiese cogerla. - Aquí los tienes, te dije que los traería. No les ha pasado nada. - era una suerte que no les hubiese pasado nada, no sabíamos el tiempo que tardaría S.A.M en localizar ese tipo de lugares refugio.

Eché un vistazo alrededor con resignación, no sabía qué haríamos a partir de ahora. - ¿Nos vais a dejar en esta cabaña o qué? - no era tan mala idea si fuera de aquí todo era caos, pero tampoco me gustaba la idea de ser medio prisionero de esta gente, por mucho que nos estuviesen ayudando. No tenía ni puñetera idea de qué hacer ahora. Andreas seguía fuera de juego, aunque parecía que le habían atendido, y nosotros... no teníamos ninguna capacidad de maniobra por el momento. Decidí centrarme en los críos, eran lo primero ahora. - ¿Qué tienen? ¿hay medicinas para ellos? - mucho me temía que sólo habría potingues de esos raros que ellos llamaban pociones. Seguro que ni conocían las vacunas, los muy estúpidos.

- Claro que podemos, por quien me has tomado? Con mis habilidades, mis conocimientos, mi habilidad y tu....eeeeeeeeehnmmmm....tuuuuuus.... - hice un gesto con la mano, girandola, como buscando las palabras, mientras mis ojos paseaban por el medimago. - tu...sabiduria en hechizos de brillar y curar..... Si, si, podemos hacer lo que sea.  Lo llevaremos a mi taller. Hay una zona habilitada como jaula faraday. Me ha dado fuerte  ultimamente con eso. Es una tonteria, de lo mas sencillo, pero es condenadamente efectivo. Como los condones. - me pasé una mano por la barbilla y volví a evaluar a Lucio. Estreché los ojos.

- Por qué la gente querría tener hijos? Los niños son, objetivamente, exasperantes. - dije mirando directamente a Blair, sin plantearme si quiera que sus hijos eran lo unico que la podian hacer una buena persona.

Resoplé teatralmente cuando retornaron los otros, para mi desgracia, con mas crios...peor!
- Adolescentes! Santa Madonna! Podemos suicidarnos ya? Ah, no, no, no quiero robaros el rol. Eso es cosa vuestra. - de los adolescentes, y sus dramas de la vida, queria decir.

"que insensible"

"cállate conciencia"

Miré a Eamon puto mal de arriba abajo. No me gustaba que tratasen mal a los mios. Me acerqué a el despues de que entregase los hijos a Blair.
-  Si vas a seguir desprendiendo condescendencia hacia estas personas, que son las unicas que no quieren veros muertos de entre  todo el elenco de seres mágicos, mas te vale largarte de aquí. Tu y toda tu familia. Ya sé que la guerra es muy impersonal y todos nos hemos hecho daño y blabla, pero personalmente, tú.... - le hice un gesto muy italiano de desprecio.

Hice que la armadura donde estaba metido Andreas caminase hacia mi y le sonreí a Eamon. - En pocas palabras, aquí tenemos lo que necesitamos para limpiar la mierda que habéis comenzado. No nos hacéis falta.

Me giré hacia Lucio, siendo determinante. - Quieres mi opinión? Una celda en Ouroboros es su lugar, no el hogar de Eire.  Crímenes de guerra.

"Oh, que coño. Es mejor pedir perdón que pedir permiso."

- Y nosotros no sacamos ojos ni torturamos hasta la locura. Qué bien que seamos algo mas civilizados! - Utilicé la función de desaparicion a distancia para desaparecer de alli a Blair y a Eamon. - Lucio, los niños no tienen culpa. Echales una mano y nos vemos arriba, que nos harás falta. - dicho esto, me desaparecí yo tambien, con un destino similar al del par de humanos.

Lancé una mirada de reproche a Blair cuando contó lo que había hecho con el otro político, el que estaba inconsciente. Después suspiré resignado ante su falta de respuesta sobre lo de la niña, podía decir algo aunque fuese por educación. Gio era todo lo contrario, no paraba de hablar, su verborrea no conocía límites. - Pues entonces me voy contigo para ayudarte a sanar mientras haces lo que tengas que hacer con la maquinaria que lleve dentro. - me hizo gracia lo que dijo sobre los niños, como si él no estuviese supuestamente obligado a tener descendencia por aquello de las obligaciones del Consejo. - Seguro que inventas una máquina para que se críen solos los que tengas, lo veo venir. - tras el regreso de Sean con Éamon y sus hijos me dirigí hacia ellos, ya que parecían necesitar atención. Me despedí de mi compañero antes de que se fuese de nuevo a la isla, procediendo a hacer unas pequeñas sanaciones a los críos.

Ignoré deliberadamente a Éamon porque estaba siendo borde y antipático, aunque a Gio se le hincharon las narices y contestó sin cortarse un pelo. Yo mismo había estado a punto de decirle algo a Éamon, pero me contuve por sus hijos. La verdad es que había muchos motivos para encerrarlos, en vez de dejarlos aquí campando a sus anchas por la casa de Sean, así que no me opuse. - Descuida. Llévatelos. Te sigo enseguida. Llevaré a los críos también arriba. - los miré con cara de disculpa cuando Giordano se fue. Ahora tendríamos que adoctrinarlos para que fuesen buena gente, y el par de dos no podrían ponernos un pin parental para evitarlo. La cárcel era un sitio adecuado. Ya se les juzgaría. - Os llevaré a un sitio seguro, conoceréis a gente diferente, y con un poco de suerte aprenderéis a ser más tolerantes que vuestros padres, que han hecho cosas que no debían. Vamos a desaparecernos otra vez. - cogí a la niña en brazos y esperé a que los otros dos estuviesen listos para marcharnos de allí, usando la desaparición.

Muchos meses habían pasado desde que abandonamos Ouroboros en busca de una utopía que cada vez parecía más lejos sin el apoyo de la isla, me había dado cuenta de algo y es que sin mi título de descendiente no tenía muchos recursos por no decir casi nada que no fuera mi magia y las pocas personas que me habían ofrecido su apoyo en nuestra empresa. El desastre causado por SAM había causado muchas revueltas, guerras, pobreza... no todos los supervivientes estaban en esas condiciones pero si la gran mayoría, pero el problema eran los menos favorecidos.

Viajamos por muchos lugares intentando ayudar en reconstrucción, medicina y lo que hiciera falta pero nada parecía ser suficiente y en poco tiempo muchos intentaron aprovecharse de la buena voluntad y al final solo pudimos escondernos allí dónde íbamos. Echaba de menos la isla a pesar de mi rebeldía anterior, bien se dice que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y ese fue mi caso, no sabía lo que tenía y ahora echaba la vista atrás dándome cuenta de lo privilegiada que era mi posición.

Los días pasaron y cada día era todo más difícil, al final perdimos comunicación con la isla... con Lucio. Zaphira y Aldaron siempre estaban conmigo y entre los tres podiamos huir o buscarnos la vida pero a medida que la barriga de Zaphira iba creciendo todo se hacía cuesta arriba.

-Tenemos que volver- dije al observar como el simple hecho de agacharse era toda una tarea titánica para la dragona. Ya había descubierto sus hazañas para librarse del poder de los Pendragon, aquel demonio que la poseía nos había causado una gran discusión durante los primeros meses en los que casi no podía mirarla a los ojos pero también era culpa del nigromante, ya hablaríamos de eso en algún momento.

Nos encontrábamos en el otro lado del mundo y por desgracia no podíamos usar ningún método mágico que no fuera un portal para volver a casa y esa magia escapaba a mis habilidades y las de Áldaron, por lo que el viaje fue lento y agotador, pero finalmente pudimos regresar. No me pareció sensato volver a la isla ya que no sabía nada de la misma, sin embargo intenté contactar con los pocos que eran de mi confianza o al menos los que no estuvieran liados con un pendragon , lo que excluía a Catherine por mucha confianza que le tuviera. Saqué mi brazalete del bolsillo, estaba en lo más profundo, dentro de una caja que no permitiera que entrara o saliera la magia de él y escribí a tres personas, Khaled, Giordano y Lucio.

-"ha pasado mucho tiempo, siento el mensaje inoportuno y sé que debo explicar muchas cosas pero hemos vuelto a inglaterra, Zaphira está a punto de dar a luz y necesitaremos ayuda"

Con eso dicho, solo quedaba esperar y prepararnos para el parto.

Tras dejar mi taller aparecí directamente cerca de las inmediaciones de la casa Eire. Lo demás, el resto del trayecto, lo hice a pata, mas andando que corriendo.

- Asi que estabas vivo, maldito bribón. - me dije a mi mismo divisando la casa. - Y nosotros que lo mismo habias muerto por ahi vete a saber donde... - Cath habia estado super mosqueada, y yo, en cuando empecé a ser dueño de mi mente, también.

Lo primero era lo primero, comprobar que estuvieran bien y no les faltaran piezas, ¿y si habian caido en alguna trampa como me habia ocurrido a mi? Era más que posible, el mundo estaba muy loco.... Luego algo de dar a luz y necesitar ayuda, esperaba que ya hubiesen conseguido esa ayuda porque yo, de matrona, va a ser que no. Resoplé dándome cuenta de que el exterior me resultaba agobiante y me ponía más nervioso de lo que debería, practicamente por nada. Asi que no perdi el tiempo y en cuanto hube llegado, llamé energicamente a la puerta, golpeandola.

Zaphira estaba... irascible, más de lo normal, con eso del embarazo tenía muchos cambios de humor pero al parecer lo de ser dragona le daba aún más mala leche que de costumbre, según mis libros era por la protección que daban los dragones a sus crías, a mi me parecía que estaba harta de todo, la conocía y el verse limitada estaba muy ofuscada. -Áldaron, creo que en el piso de arriba hay ingredientes para pociones, es la habitación del fondo- el elfo asintió y fue de inmediato. Su ayuda nos había sido indispensable durante todo nuestro viaje y estaba mucho más centrado, ya no parecía el mismo.. o al menos hasta que consiguiera una botella de hidromiel y algo de hierba.

Me senté en el salón al lado de Zaphira que estaba acariciando su barriga, me miró un instante invitándome a tocarla, extendí la mano y entonces escuchó algo fuera, lo supe porque inmediatamente sus pupilas se afilaron y giró la cabeza de forma muy rápida.. tragué saliva, ¿Sería Lucio? me daba mucho miedo que me reclamara por no verlo en tanto tiempo, lo echaba de menos, a él y a todos. Los golpes repetidos en la puerta me sacaron una sonrisa, sentía que era la primera vez en muchos meses -No me hace falta ni abrir la puerta ¿verdad?- le dije a Zaphira que no dejaba su instinto de alerta de lado, no le había hecho mucha gracia, pero eso era normal en ella.

Abrí la puerta para ver a Giordano frente a la misma, era una sensación extraña, verlo después de tanto tiempo, sus ojeras estaban marcadas como de costumbre y su cabello revuelto, había cosas que no cambiaban y eso me hizo sonreír de nuevo -Hola Gio, me alegro de verte- dije antes de acercarme a darle un super abrazo -Ven, tengo muchas cosas que preguntarte- dije tirando de su mano para que pasara al salón dónde Zaphira estaba luchando por mantener la calma.

Esperé a que la puerta se abriera de modo impaciente, llamando durante todo el rato, hasta que se abrió y tuve que detener mi puño en el aire para no darle a Sean en la cara.

"Hostia"

- Ho - iba a saludarlo tambien pero me quedé en el "-la" cuando me dio el abrazo.  Era algo normal, algo que hacian amigos que llevaban mucho tiempo sin verse. Cerré los ojos y aguanté la respiración diciendome a mi mismo que estaba todo controlado, que lo tenía controlado,y eso parecía, aunque no llegué a devolver el abrazo y solté el aire despacio cuando me soltó, al tiempo que lo analizaba de arriba abajo.

"Todo en su sitio"

Sin embargo, pronto el alivio y la alegría que habia sentido al verlo empezó a confundirse y a mezclarse.

- Eres tú de verdad? - le pregunté subitamente desconfiado. Y si todo habia sido una trampa, una artimaña para sacarme de mi taller? - Para, para. - le dije dandome cuenta de pronto, liberándome de su mano. Tenía el pelo mas largo, estaba cambiado. Era por el pelo? Era cosa mia? Paranoia muy fuerte? Me quedé mirando a Zaphira y al elfo rubio , desde la puerta del salon.

- Vale...esto parece más verídico...  - la presencia de esos dos cuadraba y eliminaba en parte mi incertidumbre. Me crucé de brazos recargando el peso de mi cuerpo sobre una pierna. - Sois vosotros. De verdad.

"Y esa va a dar a luz"

"Y ese está sobrio"