Sanguis Ligno

Podía tener todas las ganas del mundo de unirse con ella, pero lo que no quería hacer era cometer el error de la primera vez en la noche de bodas, cuando actuó de una manera egoísta e impulsiva. Esta vez quería asegurarse de que ella disfrutase, por eso se dedicó a fondo a su zona sur con cada caricia, buscando darle placer hasta llevarla al límite. Supo cuando sucedió aquello por el modo de arquearse contra él, lo que hizo que su cuerpo se revolucionase aún más. Por eso apenas se había percatado de que el brillo de las hojas del Sanguis era aún más potente, sólo cuando ella lo mencionó alzó levemente la cabeza. Ya habían retirado las manos de las raíces, pero parecía haber tenido su efecto.

 - La unión de nuestra sangre lo potencia. El ritual, los dragones...todo. - resumió mientras contemplaba con ella aquella luz que parecía extenderse poco a poco por todo Ávalon formando una cúpula. La culminación de Beltane estaba próxima, podía sentirlo en el aire, en la tierra y en su propio cuerpo. Se sentía vivo y con un poder desbordante, y ni siquiera las frases inquietantes del Sanguis Ligno podían quitarle eso. Al parecer no era el único que lo estaba escuchando. Catherine parecía confusa al respecto.

- Debemos descifrarlo. - bien sabía él que las interpretaciones de las palabras del Sanguis eran complejas, pero hasta ese momento no había escuchado con tanta claridad los murmullos, las voces. De haber tenido la mente más serena se habría puesto a analizarlo, pero en ese preciso instante no estaba para pensar ni mucho menos para hacer teorías. Todo lo que le interesaba lo tenía delante, o debajo de él para ser más precisos.  - Luego. - susurró con impaciencia porque necesitaba mucho más y estaba dispuesto a no demorarlo. Iba a hacerlo, aunque le sorprendió gratamente que fuese ella la que tomase la iniciativa para cambiar posiciones, girando para quedar tendido sobre la hierba. La imagen que se erigía ante él le pareció tan bella como poderosa. Se deleitó observando cada una de sus curvas hasta llegar a sus labios, perdiéndose finalmente en el brillo de las nebulosas de sus ojos. Se juró que no volvería a perderla, lo hizo mientras ella recorría con sus dedos los tatuajes que le había hecho.

Fue consciente de lo que debía suponer para ella superar las inseguridades lo suficiente como para yacer allí mismo con él, y por eso lo valoró más aún. Un gruñido de placer salió de su garganta cuando por fin le dio la bienvenida. Sus manos ascendieron desde sus piernas hacia la parte baja de sus caderas, sujetándola con firmeza al comenzar a acompañar  los movimientos de su danza sobre él. Las oleadas de placer le recorrían el cuerpo de tal modo que se le nublaba el juicio. En algún momento buscó más aún y   rodeó su cadera con un brazo para presionar su torso contra los pechos de ella, imprimiendo más potencia a cada vaivén de aquel baile entre ambos.

Para ese momento las coronas de sangre ya habían caído sobre ellos, pero aquello no le detuvo. Jadeó brevemente antes de besarla de modo salvaje, subiendo la mano por su espalda hasta su nuca. La intensidad iba en aumento en cada acometida, hasta el punto que la energía mágica que ambos liberaban formaba brillantes y destructivas ondas expansivas a su alrededor. Por momentos tenía la sensación de que iban a arder juntos si seguían así, pero era tan adictivo que quería aguantar tanto como pudiesen. Las raíces del Sanguis se estaban expandiendo por el raudal de magia del ritual que estaba inundando la isla. El suelo estaba comenzando a agrietarse, dejando escapar brumas que se concentraban alrededor de ellos.

En aquel momento, en diferentes lugares de la isla, eclosionaron tres huevos de dragón. Uno de ellos en la cuna del príncipe Zephyr, su primogénito. El resto de nuevos dragones vendrían después, pues esa noche estaba siendo muy prolífica

La respuesta de Wthyr le hizo sonreír y volvió a mirar hacia arriba mordiéndose el labio, mientras apretaba suavemente el hombro de Wthyr como queriendo recordar que aquello que estaba viviendo era real, que lo que contemplan sus ojos era algo que sucedía. Suspiró brevemente y bajo la vista hacia él co agradecimiento porque… él tuvo razón, se habían alejado mucho de la magia arcana y antigua. Ver aquello la hacía renacer, movía fibras dentro de ella que no sabía que tenía.

¿Era Avalon? ¿Era porque Morgana nació de aquella tierra? Su magia parecía vibrar ante una melodía hace tiempo olvidada y Catherine no quería hacer oídos sordos. Se entregó a él, al ritual y al poder que agitaba sus cuerpos. Se dejó hacer, sintiendo también esa necesidad de estar en contacto con él. Lo abrazó, como pudo, y siguió el ritmo que su deseo, pero también su magia, deseaba. Podía sentir como todo se acumulaba en su interior, y también a su alrededor, la magia y el placer eran uno solo así como ellos dos.

Saboreó sus labios en aquel beso asalvajado mientras el clímax finalmente los alcanzaba, envolviéndolos en un torbellino de satisfacción y luz  que se desprendía directamente de sus cuerpos en poderosas ondas de energía pura que hicieron temblar el suelo hasta abrir boquetes desde los que se podía apreciar las raíces del Sanguis Ligno. El árbol, en sí, absorbió parte de aquellas oleadas mágicas y su luz se convirtió en un pilar de luz que ascendió hacia el cielo como si de una hoguera se tratara. El ritual de Beltane llegó a su fin en ese momento, los cánticos acabaron y el silencio se convirtió en protagonista de la isla.

Catherine aún estaba tratando de digerir lo que sentía, los retazos de placer y de magia la hacía temblar entre los brazos de Wthyr. La cabeza la tenía en una nebulosa y sus oídos pintaban con fuerza, la piel le ardía al contacto como si estuviese demasiado sensible… en realidad, como si fuese piel nueva, como si la magia hubiese quemado toda su historia para hacerla renacer.

Y en efecto, así había sido.

Solo los tatuajes canalizadores y la marca de Wthyr se habían mantenido después de aquel punto cúlmine, pero Catherine no estaba para darse cuenta de ello. Aún estaba tratando de digerir las sensaciones, se movió lentamente para apoyar su cabeza sobre el pecho de Wthyr, buscando su refugio y escuchando el silencio en el que ahora se sumía su alrededor. Era un silencio reflexivo, un silencio de descanso… y era justo lo que ella necesitaba después de la intensa experiencia.