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Recuerdo del primer mensaje :
Espacio dedicado a los dragones, especialmente durante su cría y entrenamiento. Este lugar se utiliza durante el establecimiento del vínculo entre el dragón y el Pendragon. Generalmente son dragones nacidos de otros que llevan mucho tiempo en la familia, pero en ocasiones se añade algún dragón proveniente del exterior, ya sea por asociación o dominio.
Espacio dedicado a los dragones, especialmente durante su cría y entrenamiento. Este lugar se utiliza durante el establecimiento del vínculo entre el dragón y el Pendragon. Generalmente son dragones nacidos de otros que llevan mucho tiempo en la familia, pero en ocasiones se añade algún dragón proveniente del exterior, ya sea por asociación o dominio.
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- Oh, por supuesto. Eres un dragón más a su colección malévola. - bromeé insistiendo en eso de que querían un ejército de dragones, aunque había pillado a lo que se refería ella con lo de engordar. Su preocupación por Svart me pareció entrañable, muy propio de una madre adoptiva como era ella. Suspiré y acabé sonriendo levemente, tratando de tranquilizarla. - Estará bien. Así no será un asocial como nosotros. - eso era cierto, ni ella ni yo habíamos tenido nunca amigos, y el único que habíamos conseguido se había esfumado o alejado.
Tras el empujón comenzamos un pique por aquello del combate, retándola a que se transformase porque yo también quería probarme. - Je. No me subestimes, he estado entrenando a escondidas. - o al menos intentando no oxidarme de no hacer nada en la isla. Al final no llegamos a iniciar el combate porque un desconocido pareció llamar la atención de Juliet. Lo conocía, y lo más chocante fue escucharla decir el nombre padre. Llevaba años sin saber de él, y yo mismo pensaba que sus padres estaban muertos, aunque ella aún tuviese esperanza. Tal vez se estuviese equivocando y fuese solo producto de su imaginación, de la ilusión que le haría encontrarlos vivos.
- Juliet, no...- susurré antes de que avanzase unos cuantos pasos hacia él, un tipo que me generaba desconfianza. Avancé tras ella con cautela, bufando indignado cuando el otro le respondió de ese modo tan borde. Encima se metió conmigo. - Puedo ir a donde quiera en esta isla. Nos invitaron. - repliqué cortante. - Además, no respondas a una pregunta con otra. Te ha preguntado si eres su padre. ¿Lo eres?
Tras el empujón comenzamos un pique por aquello del combate, retándola a que se transformase porque yo también quería probarme. - Je. No me subestimes, he estado entrenando a escondidas. - o al menos intentando no oxidarme de no hacer nada en la isla. Al final no llegamos a iniciar el combate porque un desconocido pareció llamar la atención de Juliet. Lo conocía, y lo más chocante fue escucharla decir el nombre padre. Llevaba años sin saber de él, y yo mismo pensaba que sus padres estaban muertos, aunque ella aún tuviese esperanza. Tal vez se estuviese equivocando y fuese solo producto de su imaginación, de la ilusión que le haría encontrarlos vivos.
- Juliet, no...- susurré antes de que avanzase unos cuantos pasos hacia él, un tipo que me generaba desconfianza. Avancé tras ella con cautela, bufando indignado cuando el otro le respondió de ese modo tan borde. Encima se metió conmigo. - Puedo ir a donde quiera en esta isla. Nos invitaron. - repliqué cortante. - Además, no respondas a una pregunta con otra. Te ha preguntado si eres su padre. ¿Lo eres?
Sonrió a Reiv feliz, pensando en cómo hacer que las palabras fueran más relajadas, pues él claramente seguía pensando que los Pendragón tenían algún tipo de agenda oculta.- Si soy de colección espero al menos ser edición especial.- Dijo mientras se le acercaba contenta. O todo lo contenta que pudo hasta que él le recordó que eran unos anti-sociales. Tuvo que suspirar, porque eso de hacer amigos siempre se lo dejaba a él, pero quizás ambos debían hacer un esfuerzo conjunto si es que querían pertenecer a algún lugar.- Podemos hacer un esfuerzo. Por Svart. Que vea que no somos los huraños que cree que somos. Podemos ponernos un plazo de... no sé... una semana para encontrar a alguien y hacer buenas migas.- Quizás prefería mil veces ponerse a luchar y entrenar que a conectar con las personas. Entendió en la mirada de Reiv que él también extrañaba a Svart. Después de todo, hubo un tiempo en que fueron todo el uno para el otro.
Soltó una carcajada limpia, mientras le escuchaba.- ¿Cuándo haz entrenado? No haz tenido tiempo y sigues huyéndole a pedírles tutoría.- Murmuró, picando de nuevo el dedo en la llaga de que no se había acercado para nada a los Pendragón. Y le seguiría picando mientras le diera pena molestarlos a pesar de que ellos también habían mostrado interés en sus habilidades.
Por más que quiso comenzar un combate, todo se derrumbó cuando aquel alto hombre se detuvo cerca. Ignoró ampliamente la voz de Reiv que le decía que no se acercara, pero no pudo ignorar la reacción de su propio cuerpo. La primer pregunta la heló de pies a cabeza mientras trataba frenéticamente de buscar la respuesta. ¿Cómo lo sabía? Solo lo sentía en todo el cuerpo, solo lo olía de su esencia, solo lo recordaba todo de su voz. Él debía sentirlo también. En cambio, solo se encogió levemente y respondió en voz baja.- Solo... lo sé.- Suspiró.- Lo siento.- No estaba pidiendo disculpas, pero ciertamente parecía que lo hacía. Mientras se hacía pequeña frente a su padre, Reiv hizo todo lo contrario. Trató de calmarlo y hacer que parara su reclamo, pero todo fue en vano. Ella misma respondió la pregunta de Reiv, no podía dejar que dudara.- Lo es. Él es. Es él.- La mirada que le dedicó fue tan fuerte que simplemente debía creerle. ¿Se molestaría por el carácter de Reiv? Seguro pensaría mal... Que tragedia.- A él lo invitaron los Pendragón. Tiene... habilidades que son afines. Tiene su magia.- Quizás no era "su magia", pero si eso hacía que lo respetara un poco más le mentiría. Quería que fuera más a ojos de su padre; después de todo, estaba conociendo a su primer novio en circunstancias extrañas.
Dio un paso más adelante, insistente pero aparentando calma.- ¿Dónde está mamá? - Tenía, por dentro, un terror que ocultaba. Un buen día había dejado de verla en el Coliseo a pesar de que no había muerto en combate. Solo... se había esfumado. Del lugar y de su vida. Pero tenía que estar bien.- ¿Dónde han estado tanto tiempo? Los he buscado desde... desde...- La voz comenzaba a quebrarsele. No podía continuar por ese camino o terminaría devastada. Debía aguantar un poco más.
Soltó una carcajada limpia, mientras le escuchaba.- ¿Cuándo haz entrenado? No haz tenido tiempo y sigues huyéndole a pedírles tutoría.- Murmuró, picando de nuevo el dedo en la llaga de que no se había acercado para nada a los Pendragón. Y le seguiría picando mientras le diera pena molestarlos a pesar de que ellos también habían mostrado interés en sus habilidades.
Por más que quiso comenzar un combate, todo se derrumbó cuando aquel alto hombre se detuvo cerca. Ignoró ampliamente la voz de Reiv que le decía que no se acercara, pero no pudo ignorar la reacción de su propio cuerpo. La primer pregunta la heló de pies a cabeza mientras trataba frenéticamente de buscar la respuesta. ¿Cómo lo sabía? Solo lo sentía en todo el cuerpo, solo lo olía de su esencia, solo lo recordaba todo de su voz. Él debía sentirlo también. En cambio, solo se encogió levemente y respondió en voz baja.- Solo... lo sé.- Suspiró.- Lo siento.- No estaba pidiendo disculpas, pero ciertamente parecía que lo hacía. Mientras se hacía pequeña frente a su padre, Reiv hizo todo lo contrario. Trató de calmarlo y hacer que parara su reclamo, pero todo fue en vano. Ella misma respondió la pregunta de Reiv, no podía dejar que dudara.- Lo es. Él es. Es él.- La mirada que le dedicó fue tan fuerte que simplemente debía creerle. ¿Se molestaría por el carácter de Reiv? Seguro pensaría mal... Que tragedia.- A él lo invitaron los Pendragón. Tiene... habilidades que son afines. Tiene su magia.- Quizás no era "su magia", pero si eso hacía que lo respetara un poco más le mentiría. Quería que fuera más a ojos de su padre; después de todo, estaba conociendo a su primer novio en circunstancias extrañas.
Dio un paso más adelante, insistente pero aparentando calma.- ¿Dónde está mamá? - Tenía, por dentro, un terror que ocultaba. Un buen día había dejado de verla en el Coliseo a pesar de que no había muerto en combate. Solo... se había esfumado. Del lugar y de su vida. Pero tenía que estar bien.- ¿Dónde han estado tanto tiempo? Los he buscado desde... desde...- La voz comenzaba a quebrarsele. No podía continuar por ese camino o terminaría devastada. Debía aguantar un poco más.
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032042
Dragón misterioso
Desconocido
La esperanza que le pareció ver en los ojos de Juliet no hizo más que corroborar lo que ya había pensado años atrás. Era demasiado sensible y débil para ser un dragón, por ello la despreciaba. Se mantuvo frío y distante durante el acercamiento de su hija, evaluándola con la mirada de arriba a abajo. Con esas ansias por saber de su madre podía ser muy manipulable.
- Tu madre sigue viva, si es lo que preguntas. - de ese modo daba por contestada a la pregunta de si era su padre o no, aunque ignoró deliberadamente a Reiv y ni lo miró a la cara. - No está aquí en este momento. - en realidad ni siquiera seguían siendo una "pareja", si es que los dragones como ellos eran capaces de mantenerse fieles durante tantos años. Finalmente se dignó a avanzar un paso hacia ella, pero no hizo contacto físico en ningún momento.
- Sobreviviendo. Peleando por lo que es nuestro. Buscando alianzas con los más fuertes. - con los Pendragon recuperarían finalmente el ansiado poder. - Tú también sobreviviste al coliseo. Lograste fortalecerte. No parece que nos buscases demasiado. Parece que estabas más entretenida con ese. - el padre se mostraba despectivo con el mago, a pesar de que era un supuesto invitado de los Pendragon. - Ven conmigo, deberíamos hablar a solas.
Desconocido
La esperanza que le pareció ver en los ojos de Juliet no hizo más que corroborar lo que ya había pensado años atrás. Era demasiado sensible y débil para ser un dragón, por ello la despreciaba. Se mantuvo frío y distante durante el acercamiento de su hija, evaluándola con la mirada de arriba a abajo. Con esas ansias por saber de su madre podía ser muy manipulable.
- Tu madre sigue viva, si es lo que preguntas. - de ese modo daba por contestada a la pregunta de si era su padre o no, aunque ignoró deliberadamente a Reiv y ni lo miró a la cara. - No está aquí en este momento. - en realidad ni siquiera seguían siendo una "pareja", si es que los dragones como ellos eran capaces de mantenerse fieles durante tantos años. Finalmente se dignó a avanzar un paso hacia ella, pero no hizo contacto físico en ningún momento.
- Sobreviviendo. Peleando por lo que es nuestro. Buscando alianzas con los más fuertes. - con los Pendragon recuperarían finalmente el ansiado poder. - Tú también sobreviviste al coliseo. Lograste fortalecerte. No parece que nos buscases demasiado. Parece que estabas más entretenida con ese. - el padre se mostraba despectivo con el mago, a pesar de que era un supuesto invitado de los Pendragon. - Ven conmigo, deberíamos hablar a solas.
Inspiré profundamente para contenerme en cuanto Juliet trató de apaciguarme, aunque lo único que me apetecía era ser borde con aquel tipo que supuestamente era su padre. Ella lo creía firmemente, y él pareció confirmarlo, a juzgar por lo que dijo después. No me respondió directamente, quedando como un maldito maleducado.
Quise decirle a Juliet que no contase demasiado sobre mí cuando dijo que me invitaron los Pendragon, pero fue demasiado tarde porque le soltó hasta los poderes que tenía. Aquello me molestó un poco, aunque entendiese que sólo quería hacerme ver "digno" delante de aquel hombre que no merecía llamarse padre.
- Eso. ¿Dónde habéis estado cuando vuestra hija os necesitaba? - que hubiese motivos reales me importaba poco en ese momento, incluso teniendo yo mismo una madre que tampoco había podido criarme. Miré al antipático con cara de pocos amigos cuando le echó en cara que ella no los había buscado porque había estado entretenida conmigo. Menuda mentira.
- No tienes ni idea de lo mucho que ha sufrido Juliet, del tiempo que ha estado buscando. Viajó a Londres para buscaros, después de lograr escapar del coliseo en el que la abandonasteis. Dices que estabais peleando por lo que era vuestro, pero ella también era vuestra hija y ni siquiera intentasteis sacarla de allí. Ni buscarla después. - solté todo sin contemplaciones, quedando al lado de Juliet para que supiese que estaba de su lado. Rodé los ojos al escuchar que el otro quería hablar a solas, pero la decisión quedaba en manos de ella. Le eché una mirada por si era eso lo que quería hacer, en ese caso no me importaba apartarme unos minutos.
Quise decirle a Juliet que no contase demasiado sobre mí cuando dijo que me invitaron los Pendragon, pero fue demasiado tarde porque le soltó hasta los poderes que tenía. Aquello me molestó un poco, aunque entendiese que sólo quería hacerme ver "digno" delante de aquel hombre que no merecía llamarse padre.
- Eso. ¿Dónde habéis estado cuando vuestra hija os necesitaba? - que hubiese motivos reales me importaba poco en ese momento, incluso teniendo yo mismo una madre que tampoco había podido criarme. Miré al antipático con cara de pocos amigos cuando le echó en cara que ella no los había buscado porque había estado entretenida conmigo. Menuda mentira.
- No tienes ni idea de lo mucho que ha sufrido Juliet, del tiempo que ha estado buscando. Viajó a Londres para buscaros, después de lograr escapar del coliseo en el que la abandonasteis. Dices que estabais peleando por lo que era vuestro, pero ella también era vuestra hija y ni siquiera intentasteis sacarla de allí. Ni buscarla después. - solté todo sin contemplaciones, quedando al lado de Juliet para que supiese que estaba de su lado. Rodé los ojos al escuchar que el otro quería hablar a solas, pero la decisión quedaba en manos de ella. Le eché una mirada por si era eso lo que quería hacer, en ese caso no me importaba apartarme unos minutos.
Tenía el corazón en un hilo preguntando por su madre. Cuando escuchó la respuesta de su padre, algo dentro respiró y soltó peso que había estado cargando por más de una década, cuando huyó del Coliseo sin ella, sin saber si estaba bien. Sin saber si había podido salir. Reprimió el sollozo de alivio tras tantísimo tiempo de angustia. Si tan solo supiera que la abandonada había sido ella... Se hubiera podido soltar a llorar de alivio en ese mismo momento. Sin embargo, el corazón tuvo otras prioridades cuando vio como se acercaba a ella. Latió con fuerza de sentirlo tan cerca. Con fuerza y con una inquietud difícil de descifrar.
Fue Reiv quien la volvió a sacar del sopor, de la inacción. Lo miró mortificada. No quería hacerle reclamos a su padre, no quería estar entre la espada y la pared ahora que tenía todo lo que necesitaba en el mundo. Y en cierto modo entendió la reprimenda de su padre cuando habló de no buscarles. Y tenía razón. Había caminado por todo el continente para llegar a Londres y, sin embargo, nunca había vuelto a la casa de su infancia. Nunca había vuelto a donde podía encontrar pistas de ellos. Pero ellos no la habían abandonado... Le miró con pena. Con dolor. Pudo haber tratado de golpearle a él con sus acusaciones, pero la herida era de ella.- Reiv...- Susurró, tratando de evitar que hablara del pasado porque le era muy doloroso. Sobre todo teniendo frente a ella a quien tanto anhelaba. No podía defender más a Reiv; él no lo permitiría y tampoco le importaba. No entendería por qué necesitaba que lo dejara ser, así que cuando su padre le pidió hablar a solas, de inmediato le miró con determinación y luego a Reiv con un poco de pena. Pero lo necesitaba.
De acuerdo.- Susurró, aceptando la charla con su padre. No había nada que pensar. Dejó entonces la oportunidad a Reiv para que les dejara unos momentos, antes de mirar de nuevo a su padre a la cara. Era más duro de lo que recordaba.- Creí que iba a reclamarte más cuando te viera. Thranduil me encontró mucho antes que tú.- Él que se jactaba de ser gran cazador. De repente le venía de nuevo la ira que había tenido por tanto tiempo.- Sobreviví, pero a qué costo.- Hubiera preferido morir mil veces. Tomó la daga de su cinturón, aquella que había guardado por largos años y se la tendió. Era de él. La reconocería por el grabado tan detallado en la empuñadura; finalmente volvería a su dueño.- ¿Por qué no huiste con nosotras ese día? ¿Por qué no huimos juntos? Dijiste que nos encontrarías en Italia...
Fue Reiv quien la volvió a sacar del sopor, de la inacción. Lo miró mortificada. No quería hacerle reclamos a su padre, no quería estar entre la espada y la pared ahora que tenía todo lo que necesitaba en el mundo. Y en cierto modo entendió la reprimenda de su padre cuando habló de no buscarles. Y tenía razón. Había caminado por todo el continente para llegar a Londres y, sin embargo, nunca había vuelto a la casa de su infancia. Nunca había vuelto a donde podía encontrar pistas de ellos. Pero ellos no la habían abandonado... Le miró con pena. Con dolor. Pudo haber tratado de golpearle a él con sus acusaciones, pero la herida era de ella.- Reiv...- Susurró, tratando de evitar que hablara del pasado porque le era muy doloroso. Sobre todo teniendo frente a ella a quien tanto anhelaba. No podía defender más a Reiv; él no lo permitiría y tampoco le importaba. No entendería por qué necesitaba que lo dejara ser, así que cuando su padre le pidió hablar a solas, de inmediato le miró con determinación y luego a Reiv con un poco de pena. Pero lo necesitaba.
De acuerdo.- Susurró, aceptando la charla con su padre. No había nada que pensar. Dejó entonces la oportunidad a Reiv para que les dejara unos momentos, antes de mirar de nuevo a su padre a la cara. Era más duro de lo que recordaba.- Creí que iba a reclamarte más cuando te viera. Thranduil me encontró mucho antes que tú.- Él que se jactaba de ser gran cazador. De repente le venía de nuevo la ira que había tenido por tanto tiempo.- Sobreviví, pero a qué costo.- Hubiera preferido morir mil veces. Tomó la daga de su cinturón, aquella que había guardado por largos años y se la tendió. Era de él. La reconocería por el grabado tan detallado en la empuñadura; finalmente volvería a su dueño.- ¿Por qué no huiste con nosotras ese día? ¿Por qué no huimos juntos? Dijiste que nos encontrarías en Italia...
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Dragón misterioso
Desconocido
El arcaico dragón fulminó a Reiv con la mirada cuando se éste se atrevió a seguir con esos reclamos sobre Juliet, sobre los motivos por los que no habían intentado encontrarla. - No te entrometas en lo que desconoces. - espetó con absoluto desprecio, pues poco le importaba lo que fuese aquel tipo para su hija. Por suerte ella aceptó charlar sin que él estuviese delante, lo que quería decir que la influencia paterna seguía siendo algo de lo que podía aprovecharse.
Por eso mismo no le sorprendió que no le reclamase más por no haberla buscado. En cierto modo ella parecía sentirse culpable. - ¿El elfo sigue con vida? ¿ y tus hermanos? - cuestionó de manera pausada, aunque suponía que Daniel y Aiden lo habrían logrado. Juliet era más débil, y aún así seguía viva.
- El costo ha valido la pena si ha logrado hacerte más fuerte. Los dragones podemos soportarlo todo y salir más fortalecidos. - añadió de manera solemne mientras la joven le tendía aquella daga que un día él mismo empuñó. Pasó los dedos lentamente por el grabado de la empuñadura, verificando que era aquella arma que recordaba. Definitivamente seguía significando algo para ella. La guardó en su cinturón, aceptando aquella ofrenda. Puso la mano con fuerza férrea sobre su hombro, caminando varios metros con Juliet para alejarse de Reiv.
- Me fue imposible regresar a buscaros.- mintió, si no regresó fue porque no quiso. Porque todo fue una estratagema para alejar de él a aquella debilucha que la avergonzaba. Sólo si sobrevivía podría ser útil como prole, y no una carga . - Termeritus Jones no cumplió su parte del trato, y los magos de la Resistencia me hirieron. Estuve a punto de morir. Pero ahora tenemos una oportunidad para recuperar el tiempo perdido, para que me muestres en quién te has convertido.
Desconocido
El arcaico dragón fulminó a Reiv con la mirada cuando se éste se atrevió a seguir con esos reclamos sobre Juliet, sobre los motivos por los que no habían intentado encontrarla. - No te entrometas en lo que desconoces. - espetó con absoluto desprecio, pues poco le importaba lo que fuese aquel tipo para su hija. Por suerte ella aceptó charlar sin que él estuviese delante, lo que quería decir que la influencia paterna seguía siendo algo de lo que podía aprovecharse.
Por eso mismo no le sorprendió que no le reclamase más por no haberla buscado. En cierto modo ella parecía sentirse culpable. - ¿El elfo sigue con vida? ¿ y tus hermanos? - cuestionó de manera pausada, aunque suponía que Daniel y Aiden lo habrían logrado. Juliet era más débil, y aún así seguía viva.
- El costo ha valido la pena si ha logrado hacerte más fuerte. Los dragones podemos soportarlo todo y salir más fortalecidos. - añadió de manera solemne mientras la joven le tendía aquella daga que un día él mismo empuñó. Pasó los dedos lentamente por el grabado de la empuñadura, verificando que era aquella arma que recordaba. Definitivamente seguía significando algo para ella. La guardó en su cinturón, aceptando aquella ofrenda. Puso la mano con fuerza férrea sobre su hombro, caminando varios metros con Juliet para alejarse de Reiv.
- Me fue imposible regresar a buscaros.- mintió, si no regresó fue porque no quiso. Porque todo fue una estratagema para alejar de él a aquella debilucha que la avergonzaba. Sólo si sobrevivía podría ser útil como prole, y no una carga . - Termeritus Jones no cumplió su parte del trato, y los magos de la Resistencia me hirieron. Estuve a punto de morir. Pero ahora tenemos una oportunidad para recuperar el tiempo perdido, para que me muestres en quién te has convertido.
Se sintió entre la espada y la pared mientras entendía que ese par no iba a llevarse bien en un futuro cercano. Solo esperaba tener el tiempo suficiente para que ambos cambiaran de parecer. Estaba muy segura de poder hacerlo, pero mientras tanto había que seguir evitando que el conflicto escalara. Al menos Reiv no dijo más. Entendía su resentimiento porque parte de eso vivía también en ella, solo que en ese momento no le servía de nada.
Asintió suavemente a su padre cuando preguntó por Thranduil. Según sabía, habían dejado de frecuentarse hacía años, pero fueron muy cercanos el siglo pasado.- Está vivo. Me encontró hace algunos años.- Después de lo de S.A.M., todo lo que sabía era que poco a poco se había recuperado. De sus hermanos... hmmm... no podía decir que sabía nada.- Nunca me dijeron que tenía hermanos. Si no se parecieran tanto a mamá...- Murmuró suavemente, mirando las raíces del árbol junto a ellos. No tenían nada de interesante, pero servían para disimular su nerviosismo.
Escuchó con atención las palabras de su padre y supo, muy en el fondo, que él nunca entendería lo que había vivido. Él, el gran dragón negro, jamás entendería lo que era sentirse débil, obligada y movida por el miedo. Había días en que no quería salir de la cama. Reiv había visto muchos de ellos, y ahora tenía que enterrarlo todo para que su padre no se enterara que lo que no la había matado la había marcado para siempre. El momento en que le devolvió la daga fue... mucho menos de lo que había fantaseado tantos años. Esperaba gratitud, efusividad, al menos un abrazo, por eso aquella mano en su hombro fue para ella tan significativa. Caminó con él un par de metros, pero no se contuvo más. Se aprovechó de la cercanía para abrazarle con fuerza, cerrando las manos entorno a la tela de su chaqueta mientras lo apretaba contra su propio cuerpo. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano por no terminar llorando, pero algún sollozo sí se le escapó.- ¿De la resistencia? - Aquello le pareció un poco extraño, pero asumió que la resistencia no sería lo mismo que lo que encontró cuando conoció a Johan.- Estoy feliz de que estén aquí. Hace algún tiempo perdí la esperanza de encontrarles algún día, y ahora... están aquí. No tengo palabras, no sé que decir, no puedo creerlo.
Asintió suavemente a su padre cuando preguntó por Thranduil. Según sabía, habían dejado de frecuentarse hacía años, pero fueron muy cercanos el siglo pasado.- Está vivo. Me encontró hace algunos años.- Después de lo de S.A.M., todo lo que sabía era que poco a poco se había recuperado. De sus hermanos... hmmm... no podía decir que sabía nada.- Nunca me dijeron que tenía hermanos. Si no se parecieran tanto a mamá...- Murmuró suavemente, mirando las raíces del árbol junto a ellos. No tenían nada de interesante, pero servían para disimular su nerviosismo.
Escuchó con atención las palabras de su padre y supo, muy en el fondo, que él nunca entendería lo que había vivido. Él, el gran dragón negro, jamás entendería lo que era sentirse débil, obligada y movida por el miedo. Había días en que no quería salir de la cama. Reiv había visto muchos de ellos, y ahora tenía que enterrarlo todo para que su padre no se enterara que lo que no la había matado la había marcado para siempre. El momento en que le devolvió la daga fue... mucho menos de lo que había fantaseado tantos años. Esperaba gratitud, efusividad, al menos un abrazo, por eso aquella mano en su hombro fue para ella tan significativa. Caminó con él un par de metros, pero no se contuvo más. Se aprovechó de la cercanía para abrazarle con fuerza, cerrando las manos entorno a la tela de su chaqueta mientras lo apretaba contra su propio cuerpo. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano por no terminar llorando, pero algún sollozo sí se le escapó.- ¿De la resistencia? - Aquello le pareció un poco extraño, pero asumió que la resistencia no sería lo mismo que lo que encontró cuando conoció a Johan.- Estoy feliz de que estén aquí. Hace algún tiempo perdí la esperanza de encontrarles algún día, y ahora... están aquí. No tengo palabras, no sé que decir, no puedo creerlo.
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DOVKHAN
Dragón padre de Juliet(?)
La noticia de que el elfo seguía con vida no le alegró demasiado, pero tampoco demostró contrariedad al saberlo. Thranduil siempre le había parecido un entrometido, y desconocía la influencia que podía haber tenido en Juliet. No terminó de aclarar lo de sus hermanos, pero supuso que seguían con vida porque dijo que se parecían a su madre. - Me extraña que seas tú y no ellos los que están en Ávalon. No los creía tan discretos. Habrá que traerlos.- todo dragón que se preciase se había unido al bando Pendragon, atraídos en parte por su influencia mágica, en parte por las promesas de recuperar todo lo que habían perdido los dragones a lo largo de los últimos siglos.
El momento en el que Juliet se le abrazó fue un tanto extraño, pues no sentía hacia ella nada que le hiciese querer devolvérselo. Para él no era más que su prole, el modo de mantener viva su sangre y una manera de conseguir otro miembro fuerte y válido para el grupo. La joven dragona parecía una sentimental, así que podía usar esa baza para ponerla de su lado por completo. Se mantuvo rígido en un primer momento, pero no la apartó ni se inmutó ante los sollozos. Finalmente la tomó por los hombros para separarla, mirándola a los ojos de la manera más fingidamente paternal de la que fue capaz.
- Así es. Nos atacaron e hirieron de gravedad. Truncaron todas las posibilidades. Ellos son los culpables de que no pudiese reunirme ni rescataros. - remarcó la culpabilidad de la Resistencia, y luego la dejó seguir creyendo su propia fantasía. - El destino nos ha vuelto a reunir. Tu madre se alegrará de saber que conseguiste escapar. Se lo contaré cuando la vea, pero antes tienes que traer aquí a tus hermanos para que podamos ser por fin una familia. - usó el tono más persuasivo que pudo, manteniendo el firme agarre por los hombros. - Ahora debo salir a unos asuntos, pero prométeme que los traerás.
Dragón padre de Juliet(?)
La noticia de que el elfo seguía con vida no le alegró demasiado, pero tampoco demostró contrariedad al saberlo. Thranduil siempre le había parecido un entrometido, y desconocía la influencia que podía haber tenido en Juliet. No terminó de aclarar lo de sus hermanos, pero supuso que seguían con vida porque dijo que se parecían a su madre. - Me extraña que seas tú y no ellos los que están en Ávalon. No los creía tan discretos. Habrá que traerlos.- todo dragón que se preciase se había unido al bando Pendragon, atraídos en parte por su influencia mágica, en parte por las promesas de recuperar todo lo que habían perdido los dragones a lo largo de los últimos siglos.
El momento en el que Juliet se le abrazó fue un tanto extraño, pues no sentía hacia ella nada que le hiciese querer devolvérselo. Para él no era más que su prole, el modo de mantener viva su sangre y una manera de conseguir otro miembro fuerte y válido para el grupo. La joven dragona parecía una sentimental, así que podía usar esa baza para ponerla de su lado por completo. Se mantuvo rígido en un primer momento, pero no la apartó ni se inmutó ante los sollozos. Finalmente la tomó por los hombros para separarla, mirándola a los ojos de la manera más fingidamente paternal de la que fue capaz.
- Así es. Nos atacaron e hirieron de gravedad. Truncaron todas las posibilidades. Ellos son los culpables de que no pudiese reunirme ni rescataros. - remarcó la culpabilidad de la Resistencia, y luego la dejó seguir creyendo su propia fantasía. - El destino nos ha vuelto a reunir. Tu madre se alegrará de saber que conseguiste escapar. Se lo contaré cuando la vea, pero antes tienes que traer aquí a tus hermanos para que podamos ser por fin una familia. - usó el tono más persuasivo que pudo, manteniendo el firme agarre por los hombros. - Ahora debo salir a unos asuntos, pero prométeme que los traerás.
Se encogió de hombros suavemente. Hablar de sus hermanos, que ahora confirmaba su parentesco, le sentaba mal. Era como una traición de la cuál no podía alegar nada, a pesar de que deliberadamente nunca le dijeron que tenía más familia.- Vine porque Shyvanna Pendragón me buscó. No tenía idea de que existía un lugar así.- ¿Conocería Ouroboros su padre? De colonias de dragones solo sabía de los de Ouroboros y los de la isla donde habían dejado a Svart para convivir la primera vez.
Mientras abrazaba a su padre, algo se sentía extraño. Era como si se le desprendiera un enorme peso de encima que había cargado por demasiado tiempo y, a la vez, se resistía a dejarlo todo de lado. ¿Quién sería ella sin un fatídico pasado? ¿Podría dejar de mirar atrás con rencor? Sus preguntas se vieron interrumpidas cuando el padre la tomó de los hombros. Se recompuso tan rápido como pudo para poder levantar el rostro. Mientras escuchaba la historia de lo que había hecho la Resistencia contra ellos, tuvo en su corazón compasión por aquel hombre, cuya familia se había visto destruida por la guerra. Seguro lo había pasado incluso peor que ella misma. Soltó un suspiro, sopesando las palabras, anhelando que todo hubiese sido diferente. Algo en ella despertó cuando finalmente encontró la posibilidad de reunirse también con su madre, pero a qué costo. El shock fue bastante, porque sus hermanos nunca le habían ofrecido la reunión familiar y ahora ella tenía que organizarla.- Pero, padre, yo no tengo idea de dónde puedan estar.- Thranduil a veces tampoco los contactaba tan fácilmente. Y la verdad, nunca se había molestado en aprenderse algo de ellos que no fuera el nombre. Los dragones eran criaturas de hábitos, pero a saber qué hábitos tenían esos dos. Mientras el agarre sobre sus hombros se volvía más pesado tras la noticia, cerró los ojos un instante. No quería hacer esa promesa, no quería que en la gran reunión que siempre había soñado hubiera dos completos extraños. Pero la posibilidad de decepcionar a su padre le parecía algo aún más doloroso después de tanto tiempo de no verle. Finalmente, soltó un suspiro y abrió los ojos, insegura, dolida, pero segura.- Veré qué puedo hacer.- Susurró. No quería prometerle nada, pero al menos se aseguraría de hablar con ellos. Era lo menos que podía hacer dadas las circunstancias. Comenzó a soltar las manos de la chaqueta de su padre para permitirle que se fuera, aunque le hubiera gustado que no lo hiciera. Los dragones eran criaturas difíciles de entender, incluso para los de su propia raza.
Mientras abrazaba a su padre, algo se sentía extraño. Era como si se le desprendiera un enorme peso de encima que había cargado por demasiado tiempo y, a la vez, se resistía a dejarlo todo de lado. ¿Quién sería ella sin un fatídico pasado? ¿Podría dejar de mirar atrás con rencor? Sus preguntas se vieron interrumpidas cuando el padre la tomó de los hombros. Se recompuso tan rápido como pudo para poder levantar el rostro. Mientras escuchaba la historia de lo que había hecho la Resistencia contra ellos, tuvo en su corazón compasión por aquel hombre, cuya familia se había visto destruida por la guerra. Seguro lo había pasado incluso peor que ella misma. Soltó un suspiro, sopesando las palabras, anhelando que todo hubiese sido diferente. Algo en ella despertó cuando finalmente encontró la posibilidad de reunirse también con su madre, pero a qué costo. El shock fue bastante, porque sus hermanos nunca le habían ofrecido la reunión familiar y ahora ella tenía que organizarla.- Pero, padre, yo no tengo idea de dónde puedan estar.- Thranduil a veces tampoco los contactaba tan fácilmente. Y la verdad, nunca se había molestado en aprenderse algo de ellos que no fuera el nombre. Los dragones eran criaturas de hábitos, pero a saber qué hábitos tenían esos dos. Mientras el agarre sobre sus hombros se volvía más pesado tras la noticia, cerró los ojos un instante. No quería hacer esa promesa, no quería que en la gran reunión que siempre había soñado hubiera dos completos extraños. Pero la posibilidad de decepcionar a su padre le parecía algo aún más doloroso después de tanto tiempo de no verle. Finalmente, soltó un suspiro y abrió los ojos, insegura, dolida, pero segura.- Veré qué puedo hacer.- Susurró. No quería prometerle nada, pero al menos se aseguraría de hablar con ellos. Era lo menos que podía hacer dadas las circunstancias. Comenzó a soltar las manos de la chaqueta de su padre para permitirle que se fuera, aunque le hubiera gustado que no lo hiciera. Los dragones eran criaturas difíciles de entender, incluso para los de su propia raza.
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DOVKHAN
Dragón padre de Juliet(?)
Dovkhan se sintió levemente orgulloso de que la mismísima Shyvanna Pendragon hubiese ido a buscar a Juliet. Eso quería decir que la consideraba válida para el ejército de los dragones. Para eso valían los hijos, para servirle. Pudo ver la duda en sus ojos cuando se separaron tras aquel "abrazo", más por parte de ella que suya. No sabía si estaba siendo sincera con él, si realmente no sabía dónde estaban sus hermanos. Supuestamente no tenían muchos lazos, pero no podía asegurarlo. Hizo un sonido de decepción, curvando ligeramente los labios en una mueca. - Es una lástima. Parece que la reunión familiar al completo no podrá producirse. - supo que aquello haría mella en la muchacha, pues con cada gesto dejaba más claro que tenía una enfermiza necesidad por complacerle, por ser esa buena hija para el padre que tanto echó de menos. Un padre del que se había hecho una idea equivocada. Los ojos rojizos del dragón la escrutaron casi acusadoramente hasta que por fin dijo aquello de que vería qué podía hacer.
- Tienes una semana, Juliet. Si no los encuentras...tendremos que partir solos a la batalla. Estoy ansioso por comprobar lo bien que te desenvuelves en combate. Entrena duro hasta entonces, y aléjate de aquellos que sean más débiles que tú. Sospecho que ese mago que te acompaña lo es. - tras eso se retiró con gesto solemne, separándose lo suficiente como para poder adoptar su forma de dragón sin arrollarla en el proceso. Alzó el vuelo, marchándose del lugar con cierta parsimonia.
Dragón padre de Juliet(?)
Dovkhan se sintió levemente orgulloso de que la mismísima Shyvanna Pendragon hubiese ido a buscar a Juliet. Eso quería decir que la consideraba válida para el ejército de los dragones. Para eso valían los hijos, para servirle. Pudo ver la duda en sus ojos cuando se separaron tras aquel "abrazo", más por parte de ella que suya. No sabía si estaba siendo sincera con él, si realmente no sabía dónde estaban sus hermanos. Supuestamente no tenían muchos lazos, pero no podía asegurarlo. Hizo un sonido de decepción, curvando ligeramente los labios en una mueca. - Es una lástima. Parece que la reunión familiar al completo no podrá producirse. - supo que aquello haría mella en la muchacha, pues con cada gesto dejaba más claro que tenía una enfermiza necesidad por complacerle, por ser esa buena hija para el padre que tanto echó de menos. Un padre del que se había hecho una idea equivocada. Los ojos rojizos del dragón la escrutaron casi acusadoramente hasta que por fin dijo aquello de que vería qué podía hacer.
- Tienes una semana, Juliet. Si no los encuentras...tendremos que partir solos a la batalla. Estoy ansioso por comprobar lo bien que te desenvuelves en combate. Entrena duro hasta entonces, y aléjate de aquellos que sean más débiles que tú. Sospecho que ese mago que te acompaña lo es. - tras eso se retiró con gesto solemne, separándose lo suficiente como para poder adoptar su forma de dragón sin arrollarla en el proceso. Alzó el vuelo, marchándose del lugar con cierta parsimonia.
Si bien algo iba mal con el reencuentro, ese ligero y extraño brillo que creyó ver en los ojos de su padre le cambiaron por completo la perspectiva. ¿Había sido lo de Shyvanna? ¿Eso era lo que había despertado su interés? Ahora se sentía un poco apenada de corregirse a sí misma y decir que, en realidad, solo la había mandado buscar. Estuvo a punto de decirlo, a pesar de la decepción que podía causar en el ligero orgullo que había logrado en su padre, pero cuando se separaron, no pudo hacerlo. Fue demasiado verlo decepcionado por no conocer más a sus hermanos. Esa reunión familiar estaría completa con su madre, no necesitaba a gente que no conocía. En su mente parecía una familia completamente distinta. Al final, terminó accediendo aunque no tenía idea de dónde empezar... o de si quería hacerlo. Si se olvidaba de sus hermanos, estaba segura de que en batalla sería excelente, a pesar de que había dragones que parecían muy fuertes por ahí. Podría sentirse muy orgullosa. Algo le decía que podía hacerlo a pesar de su incesante síndrome del impostor.
Finalmente, fue el comentario sobre Reiv lo que, por un instante, la dejó helada. En eso no iban a coincidir, no estaba de acuerdo en alejarse. Él vería con sus propios ojos lo valioso que Reiv podía llegar a ser, y lo bien que iban juntos, como los dragones de los Pendragón. Por más que no le gustaba considerarse una montura de batalla, ellos se complementaban bien, y Reiv lo haría igual de bien. No supo qué hacer cuando lo vio alejarse con aquel gesto tan... frío. Se quedó un largo rato mirando al cielo, viéndolo alejarse de ella. ¿Cómo se alejaba de ella tan fácilmente después de no verla por décadas? Su corazón no lo entendía, pero trataba de justificarlo en la longevidad del dragón, que era aún más irreconocible siendo aquella enorme criatura negra. Nunca lo había visto así antes, no que recordara.
Cuando todo aquello terminó, quedó con un vacío en el pecho que le dolía. Se pasó las manos por el rostro un par de veces y trató de borrarse la cara larga para poder dar media vuelta y volver con Reiv. Volvió arrastrando un poco los pies y buscando refugio entre sus brazos. Había algo devastado en ella por no haber cumplido sus expectativas de aquel reencuentro, y algo que finalmente descansaba de una búsqueda implacable después de estar lejos de su familia por tantísimo tiempo. Tenía una sola certeza en aquel momento y necesitaba mantenerse con un objetivo en mente o terminaría por hacer nada.- Tenemos que entrenar. Vamos a una batalla difícil.
Finalmente, fue el comentario sobre Reiv lo que, por un instante, la dejó helada. En eso no iban a coincidir, no estaba de acuerdo en alejarse. Él vería con sus propios ojos lo valioso que Reiv podía llegar a ser, y lo bien que iban juntos, como los dragones de los Pendragón. Por más que no le gustaba considerarse una montura de batalla, ellos se complementaban bien, y Reiv lo haría igual de bien. No supo qué hacer cuando lo vio alejarse con aquel gesto tan... frío. Se quedó un largo rato mirando al cielo, viéndolo alejarse de ella. ¿Cómo se alejaba de ella tan fácilmente después de no verla por décadas? Su corazón no lo entendía, pero trataba de justificarlo en la longevidad del dragón, que era aún más irreconocible siendo aquella enorme criatura negra. Nunca lo había visto así antes, no que recordara.
Cuando todo aquello terminó, quedó con un vacío en el pecho que le dolía. Se pasó las manos por el rostro un par de veces y trató de borrarse la cara larga para poder dar media vuelta y volver con Reiv. Volvió arrastrando un poco los pies y buscando refugio entre sus brazos. Había algo devastado en ella por no haber cumplido sus expectativas de aquel reencuentro, y algo que finalmente descansaba de una búsqueda implacable después de estar lejos de su familia por tantísimo tiempo. Tenía una sola certeza en aquel momento y necesitaba mantenerse con un objetivo en mente o terminaría por hacer nada.- Tenemos que entrenar. Vamos a una batalla difícil.
Gruñí por lo bajo al ver a Juliet alejarse con aquel hombre que decía ser su padre, cruzándome de brazos indignado por cómo me había hablado y cómo estaba siendo con ella. Aún así me quedé apartado y al margen mientras hablaban algo alejados, intentando poner la oreja para enterarme de lo que decían. No escuché demasiado, así que tuve que esperar a que el dragón antipático se marchase.
Descrucé los brazos cuando Juliet se acercó, interrogándola con la mirada como preguntando qué le había dicho. Parecía triste y decepcionada, como si no se hubiesen cumplido sus expectativas con él. Debía ser duro que el encuentro que había esperado durante tanto tiempo no se produjese como quería. - Mejor que se haya ido. Esa no es manera de reencontrarse con una hija después de tanto tiempo. - la abracé esperando poder reconfortarla de algún modo, dejando algunos segundos de silencio por si era ella la que quería contarme lo que le había dicho el otro. Había sido un rancio, eso estaba claro, pero no sabía si había algo más. En lugar de eso dijo lo de entrenar, así que lo interpreté como que prefería no hablar ahora del tema padre.
- Era lo que íbamos a hacer antes de que nos interrumpiese él, así que... - lo malo es que nos había cortado el rollo, costaría encontrar el ánimo de nuevo. Lo de la batalla me hizo mirarla con cara de confusión, todavía no había nada definido, nada que no fuesen los rumores que habíamos escuchado a los guardias de los Pendragon o a los vasallos. A nosotros ni siquiera nos habían avisado.
- Pues más vale que nos ofrezcan algo bueno si quieren que participemos. Las viejas costumbres de mercenario no se pierden así como así. - aunque supuestamente me había pasado al bando renegado que ya ni existía...si Johan quería algo de mí que me lo dijese, no podía estar detrás. - Comamos algo primero, invitan los Pendragon.- le di un beso en la mejilla antes de separarme de ella, comenzando a caminar para marcharnos juntos de allí en dirección a uno de los comedores del castillo.
Descrucé los brazos cuando Juliet se acercó, interrogándola con la mirada como preguntando qué le había dicho. Parecía triste y decepcionada, como si no se hubiesen cumplido sus expectativas con él. Debía ser duro que el encuentro que había esperado durante tanto tiempo no se produjese como quería. - Mejor que se haya ido. Esa no es manera de reencontrarse con una hija después de tanto tiempo. - la abracé esperando poder reconfortarla de algún modo, dejando algunos segundos de silencio por si era ella la que quería contarme lo que le había dicho el otro. Había sido un rancio, eso estaba claro, pero no sabía si había algo más. En lugar de eso dijo lo de entrenar, así que lo interpreté como que prefería no hablar ahora del tema padre.
- Era lo que íbamos a hacer antes de que nos interrumpiese él, así que... - lo malo es que nos había cortado el rollo, costaría encontrar el ánimo de nuevo. Lo de la batalla me hizo mirarla con cara de confusión, todavía no había nada definido, nada que no fuesen los rumores que habíamos escuchado a los guardias de los Pendragon o a los vasallos. A nosotros ni siquiera nos habían avisado.
- Pues más vale que nos ofrezcan algo bueno si quieren que participemos. Las viejas costumbres de mercenario no se pierden así como así. - aunque supuestamente me había pasado al bando renegado que ya ni existía...si Johan quería algo de mí que me lo dijese, no podía estar detrás. - Comamos algo primero, invitan los Pendragon.- le di un beso en la mejilla antes de separarme de ella, comenzando a caminar para marcharnos juntos de allí en dirección a uno de los comedores del castillo.
El asunto con el del clan Haraldson había sido un contratiempo que hacía peligrar la alianza, aunque habría que ver si al final recapacitaba. El grupo de vikingos se había marchado para hacer el funeral de la prometida de Asiaín, después de asegurarle que se encontraría a los culpables. Por el momento poco más se podía hacer, así que Wthyr se dirigió hacia su despacho, encontrando allí el libro que le había dejado Gwen. Le echó un ojo por encima, las ilustraciones antiguas con imágenes de diferentes tipos de dragones. También había algún caracol luchando con caballeros y algún que otro conejo gigante. Estaba escrito en un idioma de dragones un tanto antiguo, así que con el sueño que llevaba encima después de todo el día no tenía ganas de ponerse a descifrar.
Salió del despacho con el libro y una copia del tratado, pidiendo a los guardias que informasen a Gwen y a Darren para reunirse con él en el exterior, en la zona de la cúpula de dragones. Dejó al margen a Cedric, Shyvanna y Lake porque aún estarían recuperándose. No sabía si llegarían a tiempo para la reunión en Tintagel con algunos de los Descendientes, y tampoco sabía si Catherine estaría presente. Tal vez se ahorrase las molestias. Le daban ganas de ignorar por completo el tratado, pero tarde o temprano tendrían que enfrentarse a eso.
La luna estaba prácticamente llena y de un color rojizo cuando alzó la vista al cielo, tras atravesar los amplios terrenos que conducían al lugar. Los dragones volaban libremente, yendo y viniendo al refugio en el que se encontraban la mayoría de familias de dragón de la isla. Aunque faltaban dos por culpa de los Descendientes...
Salió del despacho con el libro y una copia del tratado, pidiendo a los guardias que informasen a Gwen y a Darren para reunirse con él en el exterior, en la zona de la cúpula de dragones. Dejó al margen a Cedric, Shyvanna y Lake porque aún estarían recuperándose. No sabía si llegarían a tiempo para la reunión en Tintagel con algunos de los Descendientes, y tampoco sabía si Catherine estaría presente. Tal vez se ahorrase las molestias. Le daban ganas de ignorar por completo el tratado, pero tarde o temprano tendrían que enfrentarse a eso.
La luna estaba prácticamente llena y de un color rojizo cuando alzó la vista al cielo, tras atravesar los amplios terrenos que conducían al lugar. Los dragones volaban libremente, yendo y viniendo al refugio en el que se encontraban la mayoría de familias de dragón de la isla. Aunque faltaban dos por culpa de los Descendientes...
Gwen Pendragón
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Los mensajes de Catherine llegaron cuando estaba ya lista con los ropajes de batalla, a punto de abandonar la habitación para volver a Roma. Para mi suerte no tendría que volver. A decir verdad estaba tremendamente cansada y dolorida por aquel hechizo y por el anterior , además de la batalla de Ouroboros. Mi cuerpo estaba pidiendo a gritos que frenase el ritmo.
Me conocía y si marchaba al templo para ayudar con los heridos, si entre ellos se encontraban mis hermanos, no haría más que forzar mis límites físicos y tal vez mentales. Opté entonces por recibir noticias por parte de alguna sacerdotisa, que me indicó que todo estaba controlado. Pudiendo así descansar por largo rato en mi dormitorio.
Sin embargo la llamada de Wthyr llegó convocándome a la cúpula de dragones. Extraño sitio para tener una reunión. Dirigí mis pasos hacia allí abandonando el castillo, preguntándome si Wthyr también estaba forzando sus límites.
-Hermano.-Saludé junto a una leve inclinación al llegar junto a él. Pasé la vista por su rostro buscando algún señal de la batalla de la que acababa de regresar, comprobando que se encontrase bien y desvié después la mirada hacia los dragones que poblaban libremente aquel lugar apretando mis labios.-¿Habéis acabado con él?-Tal vez tendríamos que volver después de todo.
Me conocía y si marchaba al templo para ayudar con los heridos, si entre ellos se encontraban mis hermanos, no haría más que forzar mis límites físicos y tal vez mentales. Opté entonces por recibir noticias por parte de alguna sacerdotisa, que me indicó que todo estaba controlado. Pudiendo así descansar por largo rato en mi dormitorio.
Sin embargo la llamada de Wthyr llegó convocándome a la cúpula de dragones. Extraño sitio para tener una reunión. Dirigí mis pasos hacia allí abandonando el castillo, preguntándome si Wthyr también estaba forzando sus límites.
-Hermano.-Saludé junto a una leve inclinación al llegar junto a él. Pasé la vista por su rostro buscando algún señal de la batalla de la que acababa de regresar, comprobando que se encontrase bien y desvié después la mirada hacia los dragones que poblaban libremente aquel lugar apretando mis labios.-¿Habéis acabado con él?-Tal vez tendríamos que volver después de todo.
Darren Pendragon
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No permaneció mucho tiempo en el templo de Sangre después de la misión de Roma, dado que el rubio había conseguido salir de aquella ciudad de una pieza. Para su desgracia no había sido así para muchos de los suyos y, después de enterarse del estado de sus hermanos y de su dragón, de su primo y de los vasallos, permaneció en una esquina el tiempo suficiente como para ver que Alwaid mejoraría en los próximos días. Durante la misión le había incomodado que el dragón no obedeciera las órdenes del jinete y hasta que pareció entrar en razón y lucharon juntos contra el barco. Y aunque quiso ir a ver a Shyvanna los y las sanadores le recomendaron no hacerlo, después del desgaste de los días anteriores.
El asunto del fallecimiento de la prometida del primo también llegó a sus oídos, de la misma manera que al resto de los habitantes de Avalon. No estaba haciendo nada importante, solo rondando cerca del templo, con impaciencia, hasta que Wthyr le hizo llamar. No era que le apeteciera ver a su hermano mayor, pero no podía rehusar a la llamada del rey de modo que, tras dirigirse al lugar convocado, le encontró con la hermana pequeña. -Wthyr- Le llamó por su sobrenombre, para alertarle de su presencia -Gwen…- Como fue el último en entrar se dirigió al frente, hacia los dragones, deseando que el dorado estuviera volando por allí -Pagó con su sangre lo que con sangre quería dañar- Respondió de una forma enigmática para indicar que sí, habían acabado con el Papa que tanto mal había hecho… y quizás siga haciéndolo con aquella supuesta maldición lanzada antes de morir -Todavía quedan ecos de su gobierno… ¿Nos hiciste llamar Wthyr?-
El asunto del fallecimiento de la prometida del primo también llegó a sus oídos, de la misma manera que al resto de los habitantes de Avalon. No estaba haciendo nada importante, solo rondando cerca del templo, con impaciencia, hasta que Wthyr le hizo llamar. No era que le apeteciera ver a su hermano mayor, pero no podía rehusar a la llamada del rey de modo que, tras dirigirse al lugar convocado, le encontró con la hermana pequeña. -Wthyr- Le llamó por su sobrenombre, para alertarle de su presencia -Gwen…- Como fue el último en entrar se dirigió al frente, hacia los dragones, deseando que el dorado estuviera volando por allí -Pagó con su sangre lo que con sangre quería dañar- Respondió de una forma enigmática para indicar que sí, habían acabado con el Papa que tanto mal había hecho… y quizás siga haciéndolo con aquella supuesta maldición lanzada antes de morir -Todavía quedan ecos de su gobierno… ¿Nos hiciste llamar Wthyr?-
Apenas pasaron unos minutos hasta que acudieron los hermanos, bastante puntuales tras haber sido avisados. Wthyr se volvió hacia Gwen al escuchar su voz, mirándola largamente mientras comprobaba si ya era capaz de tenerse en pie por sí misma. La primera pregunta que hizo era la evidente, pues tal vez no se hubiese enterado muy bien de lo que había sucedido esa noche en el templo. - Sí. Ya no podrá jugar con tu sangre nunca más. Lo acorralamos entre todos y acabó quitándose la vida. - asintió con un leve gesto de cabeza a lo que dijo Darren, pero eso no era asunto de ellos en ese momento. Quedaba gente de sobra allí para acabar con los restos, como los Soul o los de la Brigada. Pensó en decirle lo de la maldición proferida por el Papa, pero prefirió no preocuparla, al menos por el momento o hasta que hiciese algunas averiguaciones con Catherine.
- Quería hablaros del puñetero asunto del tratado con Ouroboros. Se supone que debemos reunirnos con ellos en Tintagel en una semana, y para eso momento debemos de tener todo muy claro. Sé que faltan Shyvanna, Cedric y Lake, pero ahora mismo no están en condiciones para decidir nada. - les hizo un gesto con el brazo bueno, en el que sostenía el libro que había dejado Gwen y también la copia del tratado. - He traído también el libro que me dejaste en el despacho, para que nos cuentes si has descubierto algo nuevo. - terminó de explicarles los motivos por los que los había convocado, aunque comenzó con lo de Ouroboros porque quería acabar con ese tema cuanto antes. Esta vez prefirió que fuesen ellos los que hablasen primero, a ver si era cierto lo que le había dicho Catherine sobre Darren, que pensaba que no lo tenía en cuenta. Le entregó la copia a su hermano por si quería echarle un vistazo, para ir viendo los puntos.
- Decidme claramente lo que pensáis, lo que cambiaríais o si de plano preferís rechazarlo por completo. La decisión no la tomaré yo exclusivamente, es asunto de toda la familia Pendragon. Lo que salga de aquí nos afectará a todos. Tenemos que pensar en lo que más nos conviene, pero tampoco podemos aceptar sin más esa burla de tratado.
Gwen Pendragón
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Asentí a las palabras de Wthyr aunque el modo en el que ese tal Papa había abandonado este mundo no me reconfortaba por lo que fruncí el ceño apretando mis labios. -Hermano-Saludé a Darren con una pequeña inclinación de cabeza también, mostrando respeto. Desconocía que nos hubiese mandado llamar a ambos ya que esperaba poder hablar con Wthyr a solas. -¿Ecos?-Pregunté con cierta preocupación. El sacerdote tal vez o algún seguidor fervoroso.
Agarré mis manos entre sí manteniendo calma y aparté la vista de los dragones para atender a Wthyr. Ouroboros había retrasado la fecha de respuesta al tratado. Asentí a su petición respecto a mis pesquisas aunque temía decepcionarle.-Lo encontré en los templos de Ouroboros, no he sido capaz de traducirlo pero por las ilustraciones parecen rituales.-Cuando se lo pasó a Darren le miré añadiendo.-Si lo abrís por la marca que he puesto encontraréis una ilustración concreta. Creo que habla de los dragones ancestrales.
Suspiré ante su petición. Mis opiniones sobre el tratado.-Creo que es un insulto.-Resumí pero tomé aire negando.-Nos ofrecen un castillo en ruinas y piden a cambio vivir en Ávalon si lo desean, nos impiden acceder a los templos a menos que cumplamos leyes que desconocemos.-Solté una especie de bufido molesto y entorné los ojos.-Y me entregan como acto de buena fe cuando nosotros hemos salvado a uno de los suyos por el que no se preocupaban. Impiden la expansión del imperio que tu mismo prometiste a nuestros vasallos y no permiten nuestros ritos y creencias para con el Sanguis Ligno. ¿En serio crees que podemos aceptar algún punto de tal monstruosidad?-Miré a Darren ahora como si fuese obvio que no podíamos. Como diciéndole, díselo tu a nuestro hermano.
Negué bajando la cabeza.-Sin embargo...no podemos enfrentarnos a ellos hasta que no mejoremos nuestras defensas mentales, el dominio sobre los demonios...no podemos acabar como la última vez.
Agarré mis manos entre sí manteniendo calma y aparté la vista de los dragones para atender a Wthyr. Ouroboros había retrasado la fecha de respuesta al tratado. Asentí a su petición respecto a mis pesquisas aunque temía decepcionarle.-Lo encontré en los templos de Ouroboros, no he sido capaz de traducirlo pero por las ilustraciones parecen rituales.-Cuando se lo pasó a Darren le miré añadiendo.-Si lo abrís por la marca que he puesto encontraréis una ilustración concreta. Creo que habla de los dragones ancestrales.
Suspiré ante su petición. Mis opiniones sobre el tratado.-Creo que es un insulto.-Resumí pero tomé aire negando.-Nos ofrecen un castillo en ruinas y piden a cambio vivir en Ávalon si lo desean, nos impiden acceder a los templos a menos que cumplamos leyes que desconocemos.-Solté una especie de bufido molesto y entorné los ojos.-Y me entregan como acto de buena fe cuando nosotros hemos salvado a uno de los suyos por el que no se preocupaban. Impiden la expansión del imperio que tu mismo prometiste a nuestros vasallos y no permiten nuestros ritos y creencias para con el Sanguis Ligno. ¿En serio crees que podemos aceptar algún punto de tal monstruosidad?-Miré a Darren ahora como si fuese obvio que no podíamos. Como diciéndole, díselo tu a nuestro hermano.
Negué bajando la cabeza.-Sin embargo...no podemos enfrentarnos a ellos hasta que no mejoremos nuestras defensas mentales, el dominio sobre los demonios...no podemos acabar como la última vez.
Darren Pendragon
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-Ni el Papa ni sus lacayos deben preocuparte. No más- Trató de tranquilizar a la hermana menor, que parecía no estar del todo cómoda con la respuesta dada por los mayores. Y, rompiendo los protocolos, colocó una de sus manos sobre las apretadas manos de ella. Tras lo cual el moreno comenzó explicando el porqué de la citación en aquel lugar. De modo que ahora parecía querer escuchar, quizás esto lo podría haber hecho semanas antes, en lugar de desaparecer sin rastro o largarse a Italia. Al igual que Gwen, Darren suspiró sutilmente para separarse de la hermana y cruzarse de brazos, mostrándose incómodo. No por el tratado, que era obvio no compartía, sino sobre tratar sobre la isla. -Secundo a Gwen. Se han entregado los rehenes de buena fe. Dudo mucho que vuelvan a la batalla tan pronto, no después de Roma. Me preocupa más que usen sus códigos contra nosotros. Esa gente es burócrata, vive enterrada en normas y normas y estoy seguro de que la batalla terminará por lidiarse entre SUS papeles: tratados, ataduras, acuerdos… Que se maten entre ellos antes de que nos hagán elegir entre Ouroboros o los territorios conseguidos, por supuesto. Parafrasearé a Cedric, de alguna forma… La división es si queremos Ouroboros o no. Si lo queremos....¿guerra o tratado? Si no … No tiene sentido esta conversación- El rubio se removió incómodo, pues ahora vendría la opinión que no iba a agradar. Cogió aire por la nariz y continuó tras una breve pausa -Si por mi fuera, no volvería a Ouroboros jamás- Añadió mientras recorría con la yema del dedo el libro que le había dado su hermana sobre lo que les habían contado tantas veces como cuentos para asustar a los niños. Dragones primigenios. En efecto, tampoco entendió los textos -¿Se lo has enseñado a Cedric? Le gustará, seguro que más que la orfebrería-
El asunto del libro sobre dragones antiguos era interesante, pero menos apremiante que lo que tenían que tratar. Aún así valoraba que su hermana hubiese hecho el esfuerzo de seguir investigando. - Bien. Le echaré un vistazo más a fondo. También encontré algunas cosas interesantes cuando estuve en las cuevas con Catherine. Anoté algunas palabras en lengua de dragones que estaban en una inscripción. - le pasó el libro de nuevo a Gwen, para que se lo mostrase a Darren. Después les dejó su tiempo para que ordenasen sus ideas respecto a lo del tratado, que le diesen su opinión del modo en que tenían que proceder. Estaba un poco harto del tema del tratado, y al mal humor que llevaba de por sí no contribuía el dolor del hueso del brazo mientras seguía curando. Al menos estaba de acuerdo con Gwen en que era un insulto eso del tratado, tirando casi a humillante.
- Si nos enfrentamos ahora...el resultado será probablemente el mismo de la otra vez. - se llevó la mano libre a la barbilla, con gesto pensativo. Estaba claro que aceptarlo no. Negociar o rechazar de plano. - Darren tiene razón. Sé que nuestros ancestros querían Ouroboros, y un puesto en el Consejo. Lo segundo, a día de hoy, ya no lo queremos. Aspiramos a más. En cuanto al territorio...lo que nos interesa de allí son los templos. Si pudiésemos sacarlos de allí piedra por piedra no necesitaríamos ese lugar nunca más. No nos plegaremos a sus exigencias de desistir en la creación de un imperio mágico. Si quieren impedirlo tendrán que ir a luchar contra nosotros. Las reglas que plantean son inaceptables. - pensándolo de manera fría y analítica...el único motivo por el que querría Ouroboros sería muy diferente al inicial. Todo había cambiado, la perspectiva era distinta. Había pasado cerca de un año desde que pusieron el pie allí y habían sucedido demasiadas cosas desde el parlamento inicial.
- Si fuésemos a por él...sólo sería para destruirlo. Para reducirlo a cenizas, acabar con el Consejo y que se tragasen su puñetero orgullo.- añadió con fiereza, encontrando cierto placer en la imagen de esos imbéciles siendo derrotados. No es que fuese a buscarlos específicamente, pero si se daba la ocasión...
- Resumiendo...rechazamos el tratado tal y como está. La única cláusula sería la de sacar de allí los templos, pero no nos comprometeríamos a nada más, únicamente a no agredirlos mientras no se entrometan. Votad sí o no a esto, a no ser que tengáis alguna otra idea. - no tenía intención de pasarse mucho más tiempo debatiendo sobre el tratado, sobre todo porque ya estaba casi amaneciendo y el día anterior de batalla había sido bastante largo.
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