Salón Vikingo - Clan Lothbrock

No habían dado con el maldito vikingo y Wthyr los había convocado con urgencia así que Darren y ella habían tenido que pegar la vuelta y volver a Ávalon desde los confines fríos de ciertos países que ahora mismo no son tan importantes. Pero sabiendo que lo importante eran ellos, Darren y ella habían viajado en Alwaid aunque no como lo hacían los reyes. Lo cierto es que cada uno iba en su sitio, la vikinga tenía experiencia montando dragones.

Al llegar a Ávalon, Cedric les informó que ENCIMA QUE LLEGABAN, llegaban TARDE, se habían perdido la batalla en OUROBOROS y también la REBELIÓN y además la EJECUCIÓN. Y WTHYR NI SIQUIERA ESTABA ALLÍ. NI NINGUNA DE LAS HERMANAS. Freyja estaba molesta y violenta.

Darren aparentemente como General de Dragones serían quien, ahora con su presencia, llevara el título de Rey y ella PUES PASABA DE NARICES de hacer de su reina porque tenía que leer el tratado. Cedric les había dado copias del tratado y Freyja lo llevaba en su mano, apretado con fuerza mientras entraba al salón vikingo. Las llamas estaban encendidas y había movimiento, recibieron a Freyja con el cariño de siempre pero al ver su ceño fruncido supieron que lo mejor era dejarla sola así que…. se retiraron y la morena se sentó en su trono presidiendo el solitario salón para abrir el tratado con un gesto ofuscado.

Desde hacía un tiempo, debajo de aquella gran capa negra, vestía sus ropas de batalla, preparada para cualquier nueva perturbación. Iba armada hasta los dientes, como solía hacerlo en medio de la guerra. Como había aprendido. Siempre tener un as bajo la manga y una daga bajo la ropa. Aún así, parecía bastante inofensiva para quienes no la conocían (nadie en ese lugar). Entró a sus anchas por aquel recinto que era tan sagrado como profano para sus aliados mientras veía cómo la servidumbre salía corriendo del lugar. Había llegado justo a tiempo, a juzgar por el semblante preocupado de todas las doncellas.

Y allí estaba ella, a sus anchas. Recordaba bien aquel día en el Salón del Trono cuando vio a Darren, por primera vez, enredado con aquella vibora que ahora usurpaba ciertas funciones que jamás le corresponderían. Su único placer era que no parecía muy feliz con ellas.- Mi señora de Lothbrock.- Dijo en voz alta mientras caminaba por el largo pasillo, a sabiendas de que nadie la había presentado y que, en realidad, no necesitaba presentación. Reconoció al instante el papel que la morena traía entre manos, teniendo que apartar la vista para evitar poner los ojos en blanco como había sido su primera intención. Aquel papel solo la hacía recordar como la habían descartado en la última sesión con sus hermanos para votar por Cedric como Descendiente y lo mucho que habían cambiado las cosas a situaciones que le agradaban más. La guerra había tenido un único estallido en la batalla de Ouroboros, pero sabía que no quedaría solo en un pequeño levantamiento. Habían sucedido bastantes cosas de por medio y, a fin de cuentas, ahí tenían el tratado entre manos, que ya nadie quería.

Querida hermana, espero hayas tenido un retorno placentero.- Murmuró con una suave sonrisa llegando frente a ella. A la vikinga no le gustaba jugar a la cordialidad, pero a ella la entretenía verla perdiendo los estribos.- Veo que estás concentrada estudiando el Tratado de Ouroboros, quizás pueda ayudarle a aclararle los términos complicados.- Susurró sonriendo de lado suavemente.

La verdad es que el tratado en algunos puntos parecía hasta lógico, en otros era una puta tontería. Freyja se tomó el tiempo de leer cada apartado una y otra vez porque debía empezar a maquinar las contrapropuestas. Entendía que el tratado formaba parte de una estrategia política y, también, que la mano de la Reina había sido agitada a diestra y siniestra para proteger su isla pero los rumores habían llegado sobre la derrota de los Pendragon, lo que le parecía bien, por no permitirle participar.

Se estaba acariciando la mejilla con la suave pluma que usaba para escribir, pensando en como anular una cláusula entera cuando la cría pelirroja de los Pendragon entró en el salón. La vikinga alzó sus dispares ojos hacia ella -Lady Pendragon- Soltó porque, lamentablemente, ya no había título de “princesita” para ella. Su hermano había sido coronado y sólo los hijos de su matrimonio ostentarían tal rango…Ahora era una mera “dama”. Si es que se le podía llamar así. Pese a ello no cambió su cómoda forma de estar sentada, con una pierna encima del reposabrazos.

-Si tu hermano follara más habría sido muy placentero, pero no- Le respondió sin discreción alguna mirando de nuevo el tratado. Le gustaba más cuando Darren era un simple príncipe y descargaban lo que sobraba de la energía de un entrenamiento entre las duchas. Pero eso parecía haber sucedido hacía…¿años? Prf, en fin. Ahora parecía que ni siquiera tenía sangre en las venas. Quizás la Reina se estaba juntando mucho con él.

El siguiente comentario, aún así, le robó una carcajada entera cuando la cría intentó humillarla con aquellas palabras. Volvió la vista hacia ella frunciendo el ceño con gracia -Niña…¿de qué vas?- Apartó un poco el tratado hacia un lado para poder fijarse en ella -¿Echas de menos la atención de tus hermanos y has venido aquí a agitar el avispero?- Negó con la cabeza - Cuando tú estabas dejando los pañales detrás, muchacha, yo ya había partido a misiones propias del clan y de la corona con la formación política y militar que se esperaba de mí- Soltó un gracioso suspiro, acomodándose de nuevo en el trono -¿Qué quieres Lake? ¿Te apetece un enfrentamiento dialéctico, militar o es que quieres meterte en mi cama a ver qué se está perdiendo tu hermano?-

Lady Pendragon. Entendió el desaire al instante, pues cualquier vasallo habría considerado el título anterior por cortesía, pero si esa era la única arma que la vikinga tenía estaría perdida si asumía el trono. Le tuvo lástima por un momento mientras la observaba tratando de parecer concentrada en el Tratado. Quizás veía los dibujitos de los sellos y eso era lo que la entretenía con tanta pasión. Por un momento pensó que aquella mujer no llegaría jamás a ser una reina correcta para Avalon, incluso Catherine le parecía menos patética, pero tampoco muy suficiente.

Tuvo que soltar una suave risilla con aquella indiscreción sobre su hermano.- Oh, la vida sexual de mi hermano siempre ha sido bastante variopinta y algo placentera, por lo que he podido escuchar entre pasillos en el Castillo.- Pero no contigo. No apoyaba que su hermano estuviera atrapado en un matrimonio sin amor, pero sí que la reinita se quedara sin follar y sin diversiones. Al menos aquello le daba cierta sensación de felicidad.

Y respecto a su último comentario, pues pasó lo que tenía que pasar. Ambas rieron en conjunto y le soltó una gran sonrisa cuando le preguntó de qué iba. Nunca habían sido amiguitas, pero Lake no era amiga de nadie. Si había un punto medio entre ellas era que la vikinga estaba tan lista para derramar sangre como ella. Con Shyvanna era el sexo, con ella la sangre. Por su juventud, la gente vieja y deprimida siempre usaba la analogía de los pañales para tratar de hacerla sentir menos, pero era algo que nunca funcionaba, porque ella sabía muy bien cuando valía y para qué valía. Podía arrancarle la cabeza en un mano a mano si se lo proponía. Fue esa visión de verla retorciéndose en el suelo en un charco de sangre lo que mantuvo su sonrisa en su lugar.- Oh, mi hermano es un algo cuadrado, pero confío en sus gustos. Lo que se esté perdiendo no debe ser mucho así que deberé declinar.- Susurró suavemente, acercándose con tranquilidad.- Lo buscaba a él, a decir verdad, pero en vistas de que parece haber leído ya ese insípido papel, le daré el beneficio de la duda y preguntaré... ¿Qué opina al respecto, mi señora?

La conversación Catherine había sido terriblemente fructífera… aunque fuese para cambiarle los planes. Al menos ya podía hacerse una idea de todo lo que pudiera necesitar. Rodrigo estaba preparándose para partir en breve, de la misma manera que el representante de la casa Hipatia y había solicitado la presencia de Sîn-Muballit del vasallaje de Hammurabi para que abrieran un portal destino Roma. Tenía cubierto todos los frentes… salvo uno, quizás. Los demonios. Sinceramente, esperaba que la fuerza de Freyja ayudara con todo aquello, pero, para lo cual, primero tenía que lidiar con el temperamento endemoniado de la mujer. Ahora contaba con, al menos, dos demonios en su familia: su hermano y su prometida. ¿No era todo una maldita fantasía?

Alwaïd se acercó desde uno de los laterales del pasillo. Había adquirido su forma humana para que le terminaran de sanar en el castillo después de las batallas del norte. Ya sabía de la misión, de modo que ya estaba preparado para lo que estaba por venir. -Las opiniones sobre el tratado de Ouroboros deberán esperar- El rubio no había tardado mucho en localizar a su prometida, que andaba cuchicheando con Lake. Terrorífica pareja, a decir verdad, aunque seguramente se matasen la una a la otra más antes que después. Tocó a la puerta, justo después de haber interrumpido la conversación, y accedió al salón seguido del dragón en su forma humana.

-Mis señoras, siento haber irrumpido así en sus pláticas. Pero hay un objetivo que es acuciante para todos nosotros- Avanzó con paso lento hasta el centro de la sala, pasando entre las dos mesas, hasta quedar delante de la sillas que coronaban la habitación -Hay indicios de problemas en Roma. Gwen, Shyvanna, Wthyr, Smaug están allí en lo que iba a ser una misión de rescate del Descendiente DaVinci. Pero las cosas se han torcido y Gwen también está retenida, por el Papa, ni más ni menos- Darren no era muy religioso, pero tenía su gracia que los anglosajones se enfrentaran, otra vez, a las órdenes del Papa -De modo que cuento con la astucia y valor de mi prometida para llevar a cabo con éxito la campaña. No hay en Ávalon, y sabe bien que esto es así, en la que no confíe más la protección de mi retaguardia en el combate- El rubio clavó la mirada zafiro en la discordante de Freyja hablando con sinceridad, y los años de batallas juntos a la espalda lo demostraban. El resto de la confianza la reservaba para las conversaciones poco transcendentales con Shyvanna. Esperó que la vikinga captara la premura de aquella orden para empezar a ponerse en marcha -Partiremos en menos de una hora. Hay dos demonios de por medio- Estiró la barbilla y alzó ligeramente la ceja -Solo esperaba que esto pudiera ser lo suficientemente entretenido como para llamar la atención de la líder de los vikingos- Aunque el tono era bastante neutro, el lenguaje buscaba picar a la vikinga para que no rechazara la misión.

Tras aquello se volvió a Lake y caminó a su lado, buscando arrastrarla a la salida -Hermana mía. Quedas al cargo de la seguridad de Avalon y de la reina LeFay que descansa en sus aposentos. Confío en tu juicio…- El rubio apoyó una mano sobre el hombro de la pelirroja y asintió levemente -…Y en que si quemas a alguien, tirarás las cenizas por la ventana- Bromeó, aunque por el tono de Darren nunca se estaba seguro de cuándo bromeaba o no, aunque esta vez lo acompañó con una leve sonrisa divertida, debajo de aquel ceño fruncido -Ahora debo prepararme. Partiremos pronto- Añadió una reverencia sentida a modo de despedida, una vez que las indicaciones habían sido dadas. A su espalda, Freyja había aceptado el reto de combatir contra dos demonios. El rubio sonrió y salió a sus aposentos, llamando a Alwaïd con la cabeza para que le siguiera en aquella dirección..