Fue construido hace casi 600 años al lado del Río Erne, en el Condado de Fermanagh. Su ubicación estratégica le permitía vigilar uno de los pocos pasos hacia el Ulster, por eso su importancia a lo largo de toda su historia.
Durante las guerras mágicas perteneció a uno de los clanes más agresivos de la resistencia del Ulster, que defendía sus ideas a cualquier precio. Eso los enfrentaba con la mayoría de clanes al considerar que hacen lo mismo que los aurores solo que al servicio de otras ideas. Los consideran en cierto modo como un grupo que no les hace buena publicidad. Aceptan entre sus filas tanto squibs como bestias, pero no muggles. Tienen la costumbre de pintarse la cara antes de las batallas, en honor a los pictos. El castillo fue abandonado tras el mayor dominio de la Alianza en tierras irlandesas.
Durante las guerras mágicas perteneció a uno de los clanes más agresivos de la resistencia del Ulster, que defendía sus ideas a cualquier precio. Eso los enfrentaba con la mayoría de clanes al considerar que hacen lo mismo que los aurores solo que al servicio de otras ideas. Los consideran en cierto modo como un grupo que no les hace buena publicidad. Aceptan entre sus filas tanto squibs como bestias, pero no muggles. Tienen la costumbre de pintarse la cara antes de las batallas, en honor a los pictos. El castillo fue abandonado tras el mayor dominio de la Alianza en tierras irlandesas.
Habíamos conseguido librarnos de una vez por todas del maldito nigromante de la Torre de la Alta Hechicería, el mismo que nos había dado quebraderos de cabeza y muchos problemas en más de una ocasión. Además, no sólo le hemos arrebatado la vida, sino que hemos aprovechado para absorber sus poderes mediante una de las nuevas calaveras. No ha resultado tan fácil como el primer robo que realizamos, pues en ese caso el tipo vino demasiado confiado y no sabía luchar. En el caso del nigromante hemos acabado bastante mal parados, envenenados por la neblina tóxica y heridos. Tanto que necesitamos hacer un alto en el camino, pues no somos capaces de seguir avanzando hacia el destino que teníamos en mente: la taberna de Jack el Destripador.
El castillo de Enniskillen nos pilla de camino, así que decidimos detenernos aquí para recobrar el aliento y buscar algún tipo de ayuda. Tampoco sé a quién podemos recurrir, pero me temo que no podemos esperar mucho más. La magia negra que el nigromante usó sobre mi brazo avanza ya hasta un poco más arriba del codo, pero por mi mismo no soy capaz de tomar una decisión drástica. Y tampoco sé cómo pedírselo a Vanessa. Guardo silencio mientras nos colamos en el ahora abandonado castillo, accediendo al patio interior para acomodarnos y sentarnos contra uno de los gruesos muros de piedra.
- Ahora sólo nos queda buscar a alguien más que sea interesante para robarle y así ganar un nuevo poder para la calavera que hemos cogido de la torre. Si lo logramos será la tercera. - comento con voz débil, simplemente por hablar de algo que me preocupe menos que lo que sucede ahora mismo y sólo para alargar el momento de decirle lo que se supone que hay que hacer. Después me arranco de un tirón la manga del brazo maltrecho, para que vea cómo ha quedado y tenga que decirle menos palabras. - Escucha. Tengo que pedirte algo que ninguno de los dos desearía hacer, pero que es necesario si quiero que la maldición no avance. Necesito que...que cojas mi espada y...- me cuesta terminar la frase, pero señalo con el dedo dela mano metálica la altura a la que debería hacerlo. - No se puede hacer nada para revertir este tipo de magia, y no podemos hacerlo de una manera más segura porque no hay nada ni nadie cerca. Estamos solos. -
El castillo de Enniskillen nos pilla de camino, así que decidimos detenernos aquí para recobrar el aliento y buscar algún tipo de ayuda. Tampoco sé a quién podemos recurrir, pero me temo que no podemos esperar mucho más. La magia negra que el nigromante usó sobre mi brazo avanza ya hasta un poco más arriba del codo, pero por mi mismo no soy capaz de tomar una decisión drástica. Y tampoco sé cómo pedírselo a Vanessa. Guardo silencio mientras nos colamos en el ahora abandonado castillo, accediendo al patio interior para acomodarnos y sentarnos contra uno de los gruesos muros de piedra.
- Ahora sólo nos queda buscar a alguien más que sea interesante para robarle y así ganar un nuevo poder para la calavera que hemos cogido de la torre. Si lo logramos será la tercera. - comento con voz débil, simplemente por hablar de algo que me preocupe menos que lo que sucede ahora mismo y sólo para alargar el momento de decirle lo que se supone que hay que hacer. Después me arranco de un tirón la manga del brazo maltrecho, para que vea cómo ha quedado y tenga que decirle menos palabras. - Escucha. Tengo que pedirte algo que ninguno de los dos desearía hacer, pero que es necesario si quiero que la maldición no avance. Necesito que...que cojas mi espada y...- me cuesta terminar la frase, pero señalo con el dedo dela mano metálica la altura a la que debería hacerlo. - No se puede hacer nada para revertir este tipo de magia, y no podemos hacerlo de una manera más segura porque no hay nada ni nadie cerca. Estamos solos. -
A pesar de parecer bipolar, en lugar de sentirme lúgubre y pesadumbrosa por la muerte del viejo joputa como me encontraba antes de que nos atacara por la muerte de Lucio, me sentía viva y extasiada. Por desgracia era un sentimiento interno porque es verdad que la pelea, el veneno, el drenaje vital y la herida del apuñalamiento estaban haciendo bastante mella en nuestros cuerpos, tanto en el de Adra como en el el mío. Entramos en el castillo, separándome un poco de Adra para quitarme la parte de arriba de la ropa, dejando al descubierto el apaño que me había podido hacer para intentar frenar el sangrado. La herida tenía mala pinta de que, debido a su profundidad, se infectase de forma irremediable. -No creo que estemos en condiciones para dar una paliza a nadie. Lo mismo la paliza nos la dan a nosotros ahora, ¿no crees? Me cago en la puta, vaya escabechina me ha hecho el maldito viejo… Y tú no estás mucho mejor. - Curarse una herida de esa calaña, en la zona en la que está es muy complicado, solamente puedo cambiarme la cura hasta la siguiente vez que pueda parar y reponerla de nuevo. Me visto de nuevo y vuelvo con Adra, escuchando lo que tiene que decir, alterándome -Adra, ¡no pienso cortarte el jodido brazo! ¡No me pidas que te ampute! Habrá… no sé, alguna solución. Podríamos hacer un torniquete para detener eso o… o… hablar con algún maldito curandero o usar la calavera de la sanación. Si hace falta secuestramos a alguien y le obligamos a que use la calavera, aunque sea a base de ostias como panes- Me detengo un segundo, recapacitando. -Esa mierda se la he hecho a mis compañeros de pelotón en alguna batalla y es muy arriesgado, podrías perder demasiada sangre. Tenemos que ir a un hospital … ¡¿Podríamos avisar a tu abuelo de alguna forma y que nos abra uno de esos portales!?- Intento buscar cualquier solución mejor a la de la amputación. Ya había hecho esas escabechinas en el ejército y a duras penas salían bien, muchos compañeros morían al desangrarse o por el dolor. No joder no, que además no soy una maldita doctora. No voy a hacer eso. Bueno, sí, pero como última solución y cuando se hayan agotado todas las anteriores.
Está claro que no hay comparación con la manera tan fácil en la que obtuvimos el poder de la primera calavera con lo jodido que ha sido la de ahora, que hemos acabado tan hechos polvo que ni podemos llegar a donde queríamos. Intento echarle una mano a Vanessa con lo de su herida de la espalda, pero estoy algo lento de reflejos y ella se hace un apaño antes. - Deja que te ayude con eso...podemos buscar en las habitaciones del castillo a ver si queda alguna poción o vendas que dejasen los que vivían aquí. ¿Puedo ver mejor tu herida? - esto antes era territorio de la Resistencia de Irlanda, por lo que no sería de extrañar que todavía quedase algún útil, en caso de que abandonasen el lugar de manera precipitada.
En algo lleva razón, estamos para que nos peguen una paliza si nos encuentra alguien hostil, no creo que pudiésemos ofrecer mucha resistencia. Es humillante reconocer que un único vejestorio nos haya dejado tan mal, a pesar de ser un reputado nigromante. - Ya no podrá seguir haciendo más daño ni orquestando esos planes de lunático. Le hemos vencido...aunque parezcamos los derrotados. - Y desesperados. Solos, en medio de la nada y sin poder contactar con nadie. El dolor del brazo se va extendiendo poco a poco, como en oleadas cada vez más intensas que van subiendo hacia el hombro. Aprieto los dientes intentando no quejarme y no temblar por los escalofríos que me están dando, disculpándome con Vanessa al escucharla tan alterada. Es verdad que es egoísta pedirle que haga algo así, pero es que no me veo capaz de hacerlo solo. Finalmente respiro hondo, echando la cabeza hacia atrás, contra el muro.
- Lo siento, te he pedido una burrada, pero...no hay otra manera. Es lo que hicieron la otra vez, y tuve la suerte de perder sólo la mano.- dejo escapar un sonido de escepticismo ante las soluciones que propone, aunque agradezco que le de vueltas al asunto para intentar arreglarlo. - ¡Es magia negra, una maldición, no se puede revertir!- alzo la voz un poco más que antes, aunque no suena demasiado alto, teniendo en cuenta que todavía no puedo gritar. - No vale un simple curandero... ni tenemos tiempo ni fuerzas para hacer probaturas secuestrando a un novato para que se ponga a usar esa calavera. - lo del torniquete me crea mis dudas, me parece que eso vale nada más que en casos de desangramiento. - No sé dónde se mete mi abuelo, ni hay forma de comunicarse con él - rebusco entre los bolsillos de mi cinturón para sacar un pequeño teléfono móvil que tenía desde hace tiempo, algo que muchos magos tradicionalistas rehusarían utilizar. - Tengo esto...sólo se me ocurre intentar llamar a alguna de las chicas de la taberna, en la que estuvimos la otra vez. Ellas nos ayudarán. Podemos intentar andar hacia allá y que nos recojan a mitad de camino si no podemos más. - lo malo es que eso significa emplear tiempo, un tiempo que corre cada vez más rápido.
En algo lleva razón, estamos para que nos peguen una paliza si nos encuentra alguien hostil, no creo que pudiésemos ofrecer mucha resistencia. Es humillante reconocer que un único vejestorio nos haya dejado tan mal, a pesar de ser un reputado nigromante. - Ya no podrá seguir haciendo más daño ni orquestando esos planes de lunático. Le hemos vencido...aunque parezcamos los derrotados. - Y desesperados. Solos, en medio de la nada y sin poder contactar con nadie. El dolor del brazo se va extendiendo poco a poco, como en oleadas cada vez más intensas que van subiendo hacia el hombro. Aprieto los dientes intentando no quejarme y no temblar por los escalofríos que me están dando, disculpándome con Vanessa al escucharla tan alterada. Es verdad que es egoísta pedirle que haga algo así, pero es que no me veo capaz de hacerlo solo. Finalmente respiro hondo, echando la cabeza hacia atrás, contra el muro.
- Lo siento, te he pedido una burrada, pero...no hay otra manera. Es lo que hicieron la otra vez, y tuve la suerte de perder sólo la mano.- dejo escapar un sonido de escepticismo ante las soluciones que propone, aunque agradezco que le de vueltas al asunto para intentar arreglarlo. - ¡Es magia negra, una maldición, no se puede revertir!- alzo la voz un poco más que antes, aunque no suena demasiado alto, teniendo en cuenta que todavía no puedo gritar. - No vale un simple curandero... ni tenemos tiempo ni fuerzas para hacer probaturas secuestrando a un novato para que se ponga a usar esa calavera. - lo del torniquete me crea mis dudas, me parece que eso vale nada más que en casos de desangramiento. - No sé dónde se mete mi abuelo, ni hay forma de comunicarse con él - rebusco entre los bolsillos de mi cinturón para sacar un pequeño teléfono móvil que tenía desde hace tiempo, algo que muchos magos tradicionalistas rehusarían utilizar. - Tengo esto...sólo se me ocurre intentar llamar a alguna de las chicas de la taberna, en la que estuvimos la otra vez. Ellas nos ayudarán. Podemos intentar andar hacia allá y que nos recojan a mitad de camino si no podemos más. - lo malo es que eso significa emplear tiempo, un tiempo que corre cada vez más rápido.
- No hace falta, gracias. Saldré de esta, las he pasado peores - Contesto cuando me ofrece su ayuda, ya habiendo acabado de curarme. Él no puedo hacer nada, salvo que sepa de cirugía o de medicina reconstitutiva. Sigue insistiendo con el asunto del bracito, hasta que termino por pegarle un berrido -Adra, ¡no - pienso - cortarte - el - jodido - brazo! Joder, que no entiendo de cosas de magia y estas mierdas, pero sé lo que es tener que mutilarse o mutilar a alguien. Y que no soy doctora, ni cirujana- Me doy cuenta de que estoy perdiendo los nervios ya que todo lo que escucho por su parte son negaciones y problemas y su brazo lo que realmente necesita son soluciones. - Podríamos ir a Galway. Allí hay doctores de humanos. Seguro que han tenido que tratar con estas mierdas más veces-
“Joder pero esa mierda corre mucho. Necesitamos tiempo y velocidad” Me doy cuenta de que precisamente necesitamos velocidad, y que en lo que llevamos en el castillo la mierda esa ha subido una pulgada por su brazo en dirección al hombro. -Andando no, pero tal vez sí podamos llegar. Dame media hora. No tardo nada- Me recoloco todo para salir, y es más, salgo de allí escopetada, por el mismo sitio por el que entramos
“Joder pero esa mierda corre mucho. Necesitamos tiempo y velocidad” Me doy cuenta de que precisamente necesitamos velocidad, y que en lo que llevamos en el castillo la mierda esa ha subido una pulgada por su brazo en dirección al hombro. -Andando no, pero tal vez sí podamos llegar. Dame media hora. No tardo nada- Me recoloco todo para salir, y es más, salgo de allí escopetada, por el mismo sitio por el que entramos
El dios todopoderoso de los dados ha hablado y ha decidido que mi primera acción sea dirigirme a los alrededores del castillo buscando un coche que poder robar. Sí, ese era mi plan maligno desde el principio. Vale no es maligno, pero es un plan que no implica cortar miembros, ¿vale? Pues eso.
Pululo por ahí, lo más rápido que puedo, para no dejar mucho tiempo solo a Adra, que en cuanto te despistas pierde un miembro. Debe estar hecho de piezas de Lego o ser mitad lagarto, porque de lo contrario no tiene sentido nada en su vida.
Termino por localizar un aparcamiento no muy lejos de una taberna donde debe de haber una fiesta (según me comentaron, la taberna de Jack el destripador debe estar cerca) pero no es fiesta lo que busco. Es posible que luego pase a beber o a buscar un médico, como en las pelis. No. Me centro. Coches. Localizo el aparcamiento.
Rompo el cristal del primer coche, le abro por dentro para puentearlo. No tiene gasolina ni batería. Maldición, ya me parecía raro que no saltara la alarma. Me acerco a otro y repito la operación. El cristal salta dentro en mil añicos. Imposible de usar sin cortarnos. Otro no tiene gasolina. Empiezo a impacientarme.
Me acerco a un cuarto coche que parecía más cuidado que los demás. Sospecho que pueda cumplir lo que necesito. Cojo una piedra para romper el cristal cuando recuerdo que puedo hacerlo sin usar violencia que tengo poderes. Me concentro en el mecanismo de la puerta para hacerlo saltar. La puerta se abre y accedo cómodamente al interior, me siento genial conmigo misma porque soy poderosa. Cojo cualquier cacho de metal para modificar su forma y que se adecúe al bombín de la llave. Arranco sin mayor dificultad.
Y antes de que el dueño se entere del robo, piso a fondo el acelerador y me largo de allí, casi en cuarta.
Al llegar al castillo salgo del coche, berreando a Adramelech para que salga por la ventana y lance su hermosa cabellera, cual princesa Rapunzel.
Pululo por ahí, lo más rápido que puedo, para no dejar mucho tiempo solo a Adra, que en cuanto te despistas pierde un miembro. Debe estar hecho de piezas de Lego o ser mitad lagarto, porque de lo contrario no tiene sentido nada en su vida.
Termino por localizar un aparcamiento no muy lejos de una taberna donde debe de haber una fiesta (según me comentaron, la taberna de Jack el destripador debe estar cerca) pero no es fiesta lo que busco. Es posible que luego pase a beber o a buscar un médico, como en las pelis. No. Me centro. Coches. Localizo el aparcamiento.
Rompo el cristal del primer coche, le abro por dentro para puentearlo. No tiene gasolina ni batería. Maldición, ya me parecía raro que no saltara la alarma. Me acerco a otro y repito la operación. El cristal salta dentro en mil añicos. Imposible de usar sin cortarnos. Otro no tiene gasolina. Empiezo a impacientarme.
Me acerco a un cuarto coche que parecía más cuidado que los demás. Sospecho que pueda cumplir lo que necesito. Cojo una piedra para romper el cristal cuando recuerdo que puedo hacerlo sin usar violencia que tengo poderes. Me concentro en el mecanismo de la puerta para hacerlo saltar. La puerta se abre y accedo cómodamente al interior, me siento genial conmigo misma porque soy poderosa. Cojo cualquier cacho de metal para modificar su forma y que se adecúe al bombín de la llave. Arranco sin mayor dificultad.
Y antes de que el dueño se entere del robo, piso a fondo el acelerador y me largo de allí, casi en cuarta.
Al llegar al castillo salgo del coche, berreando a Adramelech para que salga por la ventana y lance su hermosa cabellera, cual princesa Rapunzel.
Vanessa se marcha antes de que pueda decir nada más, sin explicarme a dónde va o qué plan tiene en mente. Trato de retenerla tirando de su mano, pero no me da tiempo a pararla. Espero que no cometa ninguna locura o se vaya a buscar "aliados" que puedan convertirse en un problema. Suelto un suspiro de resignación, quedándome allí sentado contra el frío muro del castillo. Espero que no tarde mucho en volver, sobre todo porque no quiero tener que recurrir a la última opción...y aunque lo hiciese puede que muriese igualmente, desangrado.
Intento aguantar como puedo mientras la espero, poniéndome en pie lentamente para comenzar a caminar por el patio interior para buscar alguna entrada que lleve a las habitaciones del castillo. Tal vez allí pueda encontrar alguna poción, si es que quedan. El maldito brazo (literalmente) no deja de joder en todo el rato, comenzando a ser ya insoportable. Me detengo un momento para apoyarme de espaldas contra el muro, alternando la mirada entre la espada que llevo en el cinturón y mi brazo. Sólo de pensarlo me mareo, pero no me quedará otra si ella no regresa pronto. Por suerte no pasan muchos minutos desde que se marcha hasta que escucho su pedazo de grito desde el exterior del castillo. Ha sido más rápida de lo que pensaba, y ha vuelto sin problemas. Me doy toda la prisa que puedo, saliendo de donde estaba para ir a su encuentro. No sé de dónde lo ha sacado, pero ha conseguido vehículo robado con la facilidad de cualquiera que se haya criado en uno de los barrios más chungos de la ciudad. Prefiero no preguntar a quién se lo ha robado, simplemente me apresuro en llegar hasta el coche, montando en el asiento del copiloto. Ella no pierde ni un segundo y arranca el coche al instante, marchándonos de ese castillo para poner rumbo a donde le dije antes.
Intento aguantar como puedo mientras la espero, poniéndome en pie lentamente para comenzar a caminar por el patio interior para buscar alguna entrada que lleve a las habitaciones del castillo. Tal vez allí pueda encontrar alguna poción, si es que quedan. El maldito brazo (literalmente) no deja de joder en todo el rato, comenzando a ser ya insoportable. Me detengo un momento para apoyarme de espaldas contra el muro, alternando la mirada entre la espada que llevo en el cinturón y mi brazo. Sólo de pensarlo me mareo, pero no me quedará otra si ella no regresa pronto. Por suerte no pasan muchos minutos desde que se marcha hasta que escucho su pedazo de grito desde el exterior del castillo. Ha sido más rápida de lo que pensaba, y ha vuelto sin problemas. Me doy toda la prisa que puedo, saliendo de donde estaba para ir a su encuentro. No sé de dónde lo ha sacado, pero ha conseguido vehículo robado con la facilidad de cualquiera que se haya criado en uno de los barrios más chungos de la ciudad. Prefiero no preguntar a quién se lo ha robado, simplemente me apresuro en llegar hasta el coche, montando en el asiento del copiloto. Ella no pierde ni un segundo y arranca el coche al instante, marchándonos de ese castillo para poner rumbo a donde le dije antes.
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