Página 4 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Recuerdo del primer mensaje :
La calma reina en el bosque que ni los insectos atreven a perturbar. Un laberinto de ramas prominentes y follaje de hojas, En lo profundo del bosque, un sitio sagrado, donde la línea entre dos mundos deja de existir. Una combinación a viejo bosque, mezclado con la revitalizante y juvenil esencia de las flores.
Dotados de una arquitectura y jerarquía única el clan de Fenrir vive casi recluido, entregados a sus costumbres, creencias y tradiciones. El marrón y verde lo cubren todo, mantos de pintura natural, de madera contra madera y de formas que respetan el más cuidado balance primigenio. Así, el corazón de la villa está atravesado por un viejo río que, según leyendas transmitidas de generación en generación, jamás se ha secado o escapado de su cauce. Todo edificio es abierto, de múltiples entradas y ventanas que permiten mantener todo sentido bañado en lo que ocurre fuera. El lobo no es un animal que se permita encierro. No existe una división física entre los grupos que pertenecen a este clan, sin embargo las alturas y zonas más accesibles a la luz son ocupadas por las familias bajo el manto del lobo del sol. Su contracara prefiere los lugares de perpetua sombra o donde la luz de la noche puede filtrarse y crear bellos patrones color plata sobre el lienzo del bosque. Asimismo, hay gran cantidad de cuevas y túneles que conectan distintas partes de este refugio lleno de historia, ancestrales huecos que mucho tiempo atrás dieron cobijo a los primeros integrantes del clan.
Pocos conocen las historias detrás del estilo de construcción, y son contados con los dedos de una mano los aún capaces de reproducirlo. En la actualidad, los esfuerzos están puestos en mantener lo ya creado y expandir el territorio de la manada con estructuras más simples.
Las Fauces de Fenrir:
Frase grabada dentro del recinto y que le da nombre al estrictamente más grande edificio dentro del territorio. De controlado acceso, es un sitio al cual solo los devotos de más alto rango de la creencia pueden acceder. Repleto de mitos y secretos, muchos han llegado ingresar a lo largo de la historia y luego perdido entre sus laberínticas paredes de madera y metal cubiertas de vegetación. Se le considera el único templo dedicado al gran lobo y se le respeta como tal. Mucho se rumorea de este sitio pero poco con algo de certeza. De boca en boca pasa el cuento de que se ha visto una figura transitar, entrar y salir con potestad en aquél misterioso interior.
El roble blanco
Es un descomunal árbol que se esconde más allá del templo cuidando la parte trasera del mismo. Los pocos magos que han llegado a verlo concuerdan que dadas sus características, algo así no puede ser simplemente casualidad de la naturaleza. Las raíces de este árbol se abren en el centro, dando paso a una enorme entrada hacia el núcleo que actualmente se encuentra prácticamente hueco y hace de residencia para el líder Hati, Oren Hitz. Coincidencia o no, todo su alrededor se conforma por un campo de flores de igual tono, en su mayoría lirios. Apartado, no es un lugar muy concurrido más que por su dueño y aquellos que van en su búsqueda.
La calma reina en el bosque que ni los insectos atreven a perturbar. Un laberinto de ramas prominentes y follaje de hojas, En lo profundo del bosque, un sitio sagrado, donde la línea entre dos mundos deja de existir. Una combinación a viejo bosque, mezclado con la revitalizante y juvenil esencia de las flores.
Dotados de una arquitectura y jerarquía única el clan de Fenrir vive casi recluido, entregados a sus costumbres, creencias y tradiciones. El marrón y verde lo cubren todo, mantos de pintura natural, de madera contra madera y de formas que respetan el más cuidado balance primigenio. Así, el corazón de la villa está atravesado por un viejo río que, según leyendas transmitidas de generación en generación, jamás se ha secado o escapado de su cauce. Todo edificio es abierto, de múltiples entradas y ventanas que permiten mantener todo sentido bañado en lo que ocurre fuera. El lobo no es un animal que se permita encierro. No existe una división física entre los grupos que pertenecen a este clan, sin embargo las alturas y zonas más accesibles a la luz son ocupadas por las familias bajo el manto del lobo del sol. Su contracara prefiere los lugares de perpetua sombra o donde la luz de la noche puede filtrarse y crear bellos patrones color plata sobre el lienzo del bosque. Asimismo, hay gran cantidad de cuevas y túneles que conectan distintas partes de este refugio lleno de historia, ancestrales huecos que mucho tiempo atrás dieron cobijo a los primeros integrantes del clan.
Pocos conocen las historias detrás del estilo de construcción, y son contados con los dedos de una mano los aún capaces de reproducirlo. En la actualidad, los esfuerzos están puestos en mantener lo ya creado y expandir el territorio de la manada con estructuras más simples.
Las Fauces de Fenrir:
Frase grabada dentro del recinto y que le da nombre al estrictamente más grande edificio dentro del territorio. De controlado acceso, es un sitio al cual solo los devotos de más alto rango de la creencia pueden acceder. Repleto de mitos y secretos, muchos han llegado ingresar a lo largo de la historia y luego perdido entre sus laberínticas paredes de madera y metal cubiertas de vegetación. Se le considera el único templo dedicado al gran lobo y se le respeta como tal. Mucho se rumorea de este sitio pero poco con algo de certeza. De boca en boca pasa el cuento de que se ha visto una figura transitar, entrar y salir con potestad en aquél misterioso interior.
El roble blanco
Es un descomunal árbol que se esconde más allá del templo cuidando la parte trasera del mismo. Los pocos magos que han llegado a verlo concuerdan que dadas sus características, algo así no puede ser simplemente casualidad de la naturaleza. Las raíces de este árbol se abren en el centro, dando paso a una enorme entrada hacia el núcleo que actualmente se encuentra prácticamente hueco y hace de residencia para el líder Hati, Oren Hitz. Coincidencia o no, todo su alrededor se conforma por un campo de flores de igual tono, en su mayoría lirios. Apartado, no es un lugar muy concurrido más que por su dueño y aquellos que van en su búsqueda.
Me arrastraba de arbol en arbol en un estado deplorable. Con heridas de garras y colmillos a medio de cerrar, que ni si quiera habia podido vendar o curar yo mismo. manchas de sangre por todas partes, apaleado. Me alejaba de Llangoed, o buscaba un lugar donde esconderme. La primera luna llena tras la pérdida de la magia....
Dejé caer mi fatigado cuerpo contra el tronco de un arbol, a las afueras de la ciudad de los lobos. No quería irme....pero tampoco podía quedarme. Si lo hacía, me matarían. Otra luna llena como la anterior y.... No. Ya no sentían piedad por el lobo omega. Y yo me habia convertido precisamente en eso, un lobo omega, al cual le faltaban la zarpa y la pata delanteras, el más debil de la manada. Y en mi forma humana, al faltar el brazo entero y la otra mano, tampoco podia hacer mucho.
Creo que eso debia ser un destierro, o algo por el estilo. Sabia que ellos no se comportarian asi conmigo bajo otras circunstancias pero la pérdida de magia parecio afectar al animo de todos, se volvieron mas irascibles, y perdimos la capacidad de controlarnos en nuestras transformaciones. Ademas, mis extremidades, que estaban compuestas por las sombras contenidas gracias a aquellas vendas de tejido magico, se esfumaron. Curiosamente, fue doloroso. Aquello estaba conectado a mi, a mi energia, a mi sistema nervioso.
Acabé haciendome un ovillo en el suelo, muerto de hambre y de cansancio. Si salia de Llangoed no duraria mucho, pero si me quedaba, volverían a por mi. Tenia que intentarlo, reunir fuerzas.... pero no podía. Rompí a llorar en silencio, me sentía tan abandonado y traicionado que la supervivencia pasó a segundo plano en esos instantes.
Dejé caer mi fatigado cuerpo contra el tronco de un arbol, a las afueras de la ciudad de los lobos. No quería irme....pero tampoco podía quedarme. Si lo hacía, me matarían. Otra luna llena como la anterior y.... No. Ya no sentían piedad por el lobo omega. Y yo me habia convertido precisamente en eso, un lobo omega, al cual le faltaban la zarpa y la pata delanteras, el más debil de la manada. Y en mi forma humana, al faltar el brazo entero y la otra mano, tampoco podia hacer mucho.
Creo que eso debia ser un destierro, o algo por el estilo. Sabia que ellos no se comportarian asi conmigo bajo otras circunstancias pero la pérdida de magia parecio afectar al animo de todos, se volvieron mas irascibles, y perdimos la capacidad de controlarnos en nuestras transformaciones. Ademas, mis extremidades, que estaban compuestas por las sombras contenidas gracias a aquellas vendas de tejido magico, se esfumaron. Curiosamente, fue doloroso. Aquello estaba conectado a mi, a mi energia, a mi sistema nervioso.
Acabé haciendome un ovillo en el suelo, muerto de hambre y de cansancio. Si salia de Llangoed no duraria mucho, pero si me quedaba, volverían a por mi. Tenia que intentarlo, reunir fuerzas.... pero no podía. Rompí a llorar en silencio, me sentía tan abandonado y traicionado que la supervivencia pasó a segundo plano en esos instantes.
El intento de ayudar en el bosque de Sherwood funcionó a medias, no conseguimos evitar que se llevaran a uno de ellos. A estas alturas seguro que ya le habrían hecho pasar por todas las torturas habidas y por haber, me daban escalofríos sólo con pensar en acabar de nuevo encerrado en ese lugar. El resto habíamos conseguido salir de allí gracias al dragón de Altair, pero tras eso nos habíamos separado y marchado cada uno por nuestro lado. Los días siguientes vagué de nuevo por el bosque, estando tentado en volver a casa para ver cómo seguía mi familia. Lo hice, pero no llegué a entrar, simplemente me quedé observando en la distancia lo poco que se veía por la ventana. Aparentemente reinaba la calma. No me acerqué más porque me aterraba la idea de que se me fuese la pinza con esto del descontrol desde que desapareció la magia, así que volví a meterme en la espesura del bosque tan pronto como encontré uno.
No había tenido noticia alguna de Jarkko desde lo sucedido, así que lo siguiente que hice fue tratar de localizarlo en los sitios habituales en los que se movía, y uno de ellos era Llangoed, el hogar del clan. Tardé bastante en llegar hasta el lugar, ahora que había que ir a pie era todo mucho más lento y pesado. Además, tenía que evitar pasar por zonas muy habitadas, para evitar posibles patrullas de captura y centinelas. Por fin llegué a la zona exterior de Llangoed, captando enseguida que ese lugar también había cambiado. Parecía que el caos y el descontrol habían hecho mella en el sitio, pues al entrar a la zona habitada lo encontré todo patas arriba. La mitad de los licántropos se habían marchado, y la otra mitad peleaban entre ellos de una manera que jamás había visto. Sentí una irrefenable necesidad de unirme a la pelea cuando los ví, pero pudo contenerme lo suficiente para no perder el objetivo que tenía en mente, encontrar a Jarkko. Pregunté a unos y otros si lo habían visto, pero no obtuve más que respuestas agresivas de los que hasta ahora habían sido mis compañeros. Acabé pegándome algunas hostias con algunos al intuir lo que podía haber pasado con mi amigo, y después de eso seguí buscando por el amplio territorio que es Llangoed.
Al día siguiente por fin doy con Jarkko. Echo a correr hacia él cuando distingo su figura a varios metros, hecho un ovillo junto a un árbol de las afueras del territorio. - ¡JARKKO! - Cuando llego hasta él quedo impactado por el estado tan deplorable en el que se encuentra, herido y sin las extremidades que le fueron reinplantadas. Me arrodillo a su lado para levantarlo un poco del suelo y sujetarlo entre mis brazos, tratando de calmarle. - Tranquilo, hermano...te voy a llevar lejos de aquí, no te van a encontrar. - no imaginaba lo que habría pasado con todos los lobos del clan acosándole, aprovechándose de su debilidad para hacerle el lobo omega del grupo. Por otro lado también me da miedo llegar a perder el control demasiado y hacerle daño, lo mismo que me pasaba con mi familia. - Siento haber tardado tanto. Vamos, hay que curarte un poco. ¿Puedes levantarte? - espero unos segundos más para ver si es capaz de ponerse en pie con ayuda, sino trataré de cargarle. Fue culpa mía que perdiese los brazos, así que lo menos que puedo hacer ahora que no los tiene es protegerle.
----------------------------------
PS: 140 + 5 (regeneración)= 145
No había tenido noticia alguna de Jarkko desde lo sucedido, así que lo siguiente que hice fue tratar de localizarlo en los sitios habituales en los que se movía, y uno de ellos era Llangoed, el hogar del clan. Tardé bastante en llegar hasta el lugar, ahora que había que ir a pie era todo mucho más lento y pesado. Además, tenía que evitar pasar por zonas muy habitadas, para evitar posibles patrullas de captura y centinelas. Por fin llegué a la zona exterior de Llangoed, captando enseguida que ese lugar también había cambiado. Parecía que el caos y el descontrol habían hecho mella en el sitio, pues al entrar a la zona habitada lo encontré todo patas arriba. La mitad de los licántropos se habían marchado, y la otra mitad peleaban entre ellos de una manera que jamás había visto. Sentí una irrefenable necesidad de unirme a la pelea cuando los ví, pero pudo contenerme lo suficiente para no perder el objetivo que tenía en mente, encontrar a Jarkko. Pregunté a unos y otros si lo habían visto, pero no obtuve más que respuestas agresivas de los que hasta ahora habían sido mis compañeros. Acabé pegándome algunas hostias con algunos al intuir lo que podía haber pasado con mi amigo, y después de eso seguí buscando por el amplio territorio que es Llangoed.
Al día siguiente por fin doy con Jarkko. Echo a correr hacia él cuando distingo su figura a varios metros, hecho un ovillo junto a un árbol de las afueras del territorio. - ¡JARKKO! - Cuando llego hasta él quedo impactado por el estado tan deplorable en el que se encuentra, herido y sin las extremidades que le fueron reinplantadas. Me arrodillo a su lado para levantarlo un poco del suelo y sujetarlo entre mis brazos, tratando de calmarle. - Tranquilo, hermano...te voy a llevar lejos de aquí, no te van a encontrar. - no imaginaba lo que habría pasado con todos los lobos del clan acosándole, aprovechándose de su debilidad para hacerle el lobo omega del grupo. Por otro lado también me da miedo llegar a perder el control demasiado y hacerle daño, lo mismo que me pasaba con mi familia. - Siento haber tardado tanto. Vamos, hay que curarte un poco. ¿Puedes levantarte? - espero unos segundos más para ver si es capaz de ponerse en pie con ayuda, sino trataré de cargarle. Fue culpa mía que perdiese los brazos, así que lo menos que puedo hacer ahora que no los tiene es protegerle.
----------------------------------
PS: 140 + 5 (regeneración)= 145
Oi a alguien gritar mi nombre, era Ian? Si era él de verdad....
"no, pero y si está como los demás?"
Me incorporé como pude, lanzándole una mirada casi de terror, mezclado con alivio...era dificil controlarse y pensar en claro. Demasiadas emociones, la luna, demasiado proxima. Cuando me agarró le pegué con lo que me quedaba de brazo para apartarlo de mi.
-NO! ALÉJATE DE MI! ACABARÁS HACIENDO LO MISMO QUE LOS DEMÁS!
Intenté zafarme pero era inutil. Al final cedí a él. Me seguían cayendo lagrimas de impotencia por las mejillas.
- No sé que ha pasado, Ian.... de pronto se fueron y... . -me referia a mis brazos . - al principio estaban normales conmigo, me ayudaron incluso, pero tras la primera transformacion... estamos perdiendo la cabeza. No lo entiendo. - y yo porque era el omega, estaba seguro de que si estuviese en una posicion de poder como los otros lobos, habria actuado igual. Gruñí un poco y me aparté de Ian, pero sin violencia, mas bien, con hastío vital.
"no, pero y si está como los demás?"
Me incorporé como pude, lanzándole una mirada casi de terror, mezclado con alivio...era dificil controlarse y pensar en claro. Demasiadas emociones, la luna, demasiado proxima. Cuando me agarró le pegué con lo que me quedaba de brazo para apartarlo de mi.
-NO! ALÉJATE DE MI! ACABARÁS HACIENDO LO MISMO QUE LOS DEMÁS!
Intenté zafarme pero era inutil. Al final cedí a él. Me seguían cayendo lagrimas de impotencia por las mejillas.
- No sé que ha pasado, Ian.... de pronto se fueron y... . -me referia a mis brazos . - al principio estaban normales conmigo, me ayudaron incluso, pero tras la primera transformacion... estamos perdiendo la cabeza. No lo entiendo. - y yo porque era el omega, estaba seguro de que si estuviese en una posicion de poder como los otros lobos, habria actuado igual. Gruñí un poco y me aparté de Ian, pero sin violencia, mas bien, con hastío vital.
Me aparto mínimamente de Jarkko con el golpe que me suelta para tratar de apartarme de él, doliéndome en el alma el verlo tan asustado y hecho polvo. Está justo como un perro al que han maltratado y apaleado, temiendo cualquier contacto físico o acercamiento por miedo a que le dañen más todavía. - Jarkko...soy yo, no voy a hacerte daño. Te he estado buscando varios días, he venido a ayudarte. - en el fondo también tengo miedo de acabar haciéndole daño como los demás lobos, por eso mismo me fui de mi casa. Espero que mi cordura sea suficiente como para aguantar hasta sacarle de aquí y ponerle a salvo. No me perdonaría ser otro de esos lobos maltratadores, por mucho que no sea "culpa" nuestra. Recorro con la mirada el brazo al que le falta la mano, y después el hombro al que debería seguir un brazo entero, también desaparecido. Tiene sentido que los brazos se hayan esfumado, al estar compuestos por algo mágico. Intento no mirarle con compasión, aunque me cuesta mucho al verle tan mal y llorando.
- Te conseguiremos algo hasta que resolvamos lo de la magia. Al menos una mano. Hay amigos de Catherine que saben mucho, y pueden ayudarte. Hasta entonces yo me encargo, confía en mí. Yo tampoco entiendo qué está pasando, por eso me he ido de casa...no podía quedarme allí, como comprenderás. - me quedo un poco parado la segunda vez que intenta apartarme, tratando de imaginar todo lo que le habían hecho los del resto del clan. - Que les jodan a los del clan, nos vamos de aquí. - vuelvo a intentar acercarme a Jarkko aunque él no quiera, no va a poder andar solo. Le levanto del suelo, pasando su brazo sobre mis hombros para ver si así puede avanzar. - Iremos a la base de los renegados, no toda se hundió con la explosión. Intentaremos llegar antes de la próxima luna llena, que es en unos días. Allí no nos haremos daño entre nosotros, ni a otros. Hay algo de comida, incluso alguna que otra cosa en la enfermería abandonada. - le voy explicando mi plan conforme hablamos, avanzando despacio para alejarnos del borde del bosque. - Después intentaré avisar a mi familia para que nos ayuden, y para que se lo digan a los de Ouroboros. - en mi mente todo suena bastante bien, otra cosa es que luego nos salga así. Poco a poco nos vamos alejando más y más de los territorios de Llangoed, abandonando definitivamente el lugar tras andar un buen rato. Todavía nos quedaban varias jornadas a pie, y tendríamos que ir parando a menudo. Al menos había encontrado a Jarkko a tiempo, y eso ya podía considerarse una pequeña victoria.
- Te conseguiremos algo hasta que resolvamos lo de la magia. Al menos una mano. Hay amigos de Catherine que saben mucho, y pueden ayudarte. Hasta entonces yo me encargo, confía en mí. Yo tampoco entiendo qué está pasando, por eso me he ido de casa...no podía quedarme allí, como comprenderás. - me quedo un poco parado la segunda vez que intenta apartarme, tratando de imaginar todo lo que le habían hecho los del resto del clan. - Que les jodan a los del clan, nos vamos de aquí. - vuelvo a intentar acercarme a Jarkko aunque él no quiera, no va a poder andar solo. Le levanto del suelo, pasando su brazo sobre mis hombros para ver si así puede avanzar. - Iremos a la base de los renegados, no toda se hundió con la explosión. Intentaremos llegar antes de la próxima luna llena, que es en unos días. Allí no nos haremos daño entre nosotros, ni a otros. Hay algo de comida, incluso alguna que otra cosa en la enfermería abandonada. - le voy explicando mi plan conforme hablamos, avanzando despacio para alejarnos del borde del bosque. - Después intentaré avisar a mi familia para que nos ayuden, y para que se lo digan a los de Ouroboros. - en mi mente todo suena bastante bien, otra cosa es que luego nos salga así. Poco a poco nos vamos alejando más y más de los territorios de Llangoed, abandonando definitivamente el lugar tras andar un buen rato. Todavía nos quedaban varias jornadas a pie, y tendríamos que ir parando a menudo. Al menos había encontrado a Jarkko a tiempo, y eso ya podía considerarse una pequeña victoria.
Savannah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Al bajar, la morena entendió a qué se referían los espíritus. No era la licántropa hecha jirones el verdadero desafío, no se trataba de la profecía ni los gritos de Altair…
Era esto…
El viento cálido y seco quemaba sus fosas nasales y el calor que envolvía todo el bosque estaba dificultándole respirar. Los gritos de evacuación, los gritos de desesperación, los gritos de pérdida le impedían concentrarse porque todo lo que veía a su alrededor era caos, muerte y destrozos. ¿Cómo había pasado algo así? Los ojos empezaron a lagrimearle y Savannah se llevó el antebrazo por encima de la nariz para protegerse. Necesitaba buscar a sus padres.
Empezó a correr hacia su casa cuando se golpeó de lleno con Mary, su vecina. La cogió de los brazos para detenerla, dejando el periódico olvidado -¿Dónde están? ¿Dónde están mis papás?- La mujer, entrada en los cincuenta, le respondió rápido -Pensaron que estabas en el templo ¡Corre! ¡Vete! – Espetó y por un raro momento la morena se la quedó mirando tiesa. Esa voz…La había oído en la terraza. Esa voz…
Alguien se la llevó por el medio y la tiró al piso sin preocuparse por ayudarla a incorporarse. Se quedó allí un momento y observó el cielo, entumecida de miedo. El humo negro ocupaba gran parte del cielo y Savannah se preguntó si a eso se referían ellos cuando hablaban de alas negras. Quiso llorar pero pensar en sus padres le dio la fuerza para levantarse e ir corriendo. Esquivó troncos quemados, gente gritando y cuando llegó a la entrada del templo encontró a sus padres saliendo. Con vida.
Al menos hasta que la puerta se derrumbó frente a ellos. La morena se quedó mirando la madera llameante esperando que de alguna forma la atravesaran, que su padre la rompiera con sus armas…Pero nada. No obstante, cuando estuvo a punto de cometer una locura dos manos la cogieron de los hombros y desapareció del lugar que más tarde se conocería como las Ruinas de Llangoed, el hogar del Clan Fenrir.
Off rol: Llangoed se encuentra cerca del Bosque de Sherwood y tras el incendio iniciado por Reiv Black (poseído) los licántropos se han quedado sin hogar. Al menos los que han sobrevivido.
Era esto…
El viento cálido y seco quemaba sus fosas nasales y el calor que envolvía todo el bosque estaba dificultándole respirar. Los gritos de evacuación, los gritos de desesperación, los gritos de pérdida le impedían concentrarse porque todo lo que veía a su alrededor era caos, muerte y destrozos. ¿Cómo había pasado algo así? Los ojos empezaron a lagrimearle y Savannah se llevó el antebrazo por encima de la nariz para protegerse. Necesitaba buscar a sus padres.
Empezó a correr hacia su casa cuando se golpeó de lleno con Mary, su vecina. La cogió de los brazos para detenerla, dejando el periódico olvidado -¿Dónde están? ¿Dónde están mis papás?- La mujer, entrada en los cincuenta, le respondió rápido -Pensaron que estabas en el templo ¡Corre! ¡Vete! – Espetó y por un raro momento la morena se la quedó mirando tiesa. Esa voz…La había oído en la terraza. Esa voz…
Alguien se la llevó por el medio y la tiró al piso sin preocuparse por ayudarla a incorporarse. Se quedó allí un momento y observó el cielo, entumecida de miedo. El humo negro ocupaba gran parte del cielo y Savannah se preguntó si a eso se referían ellos cuando hablaban de alas negras. Quiso llorar pero pensar en sus padres le dio la fuerza para levantarse e ir corriendo. Esquivó troncos quemados, gente gritando y cuando llegó a la entrada del templo encontró a sus padres saliendo. Con vida.
Al menos hasta que la puerta se derrumbó frente a ellos. La morena se quedó mirando la madera llameante esperando que de alguna forma la atravesaran, que su padre la rompiera con sus armas…Pero nada. No obstante, cuando estuvo a punto de cometer una locura dos manos la cogieron de los hombros y desapareció del lugar que más tarde se conocería como las Ruinas de Llangoed, el hogar del Clan Fenrir.
Off rol: Llangoed se encuentra cerca del Bosque de Sherwood y tras el incendio iniciado por Reiv Black (poseído) los licántropos se han quedado sin hogar. Al menos los que han sobrevivido.
Oren Hitz
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Historias se han dicho sobre las cantidades del silencio, tres veces la nulidad para quienes aún recuerdan los nombres antiguos y que aún son capaces de llamar al viento por el propio. Fatídica noche de condiciones atípicas, de una espera sin puertos y cómo entre tantas otras reinaba el silencio. El aire no respira, en Llangoed sin dudas, regía un silencio absoluto. Un momento estático que era muy distinto a la calma, de la pacífica serenidad de una manada dedicada a la alabanza, al balance, a la vida y la muerte en igual medida. La falta de palabras de aquellos que caminan, que entre cenizas lamentan el primer silencio, los lazos de una manada que en los hilos de un tejido se han roto por fuerza externa. Yacen desperdigados por los rincones, puntos de endeble entereza que al secarse amenazan con hacerse polvo. Lloran mudos intentando encontrar razones pues esa es su manera, llegar al corazón de las causas, la raíz de un bosque llamado destino.
Luego estaba Llangoed, privado del trino de sus habitantes más errantes, de la sabiduría del búho que ha dejado el cobijo de las copas y ramas altas. Decrépitas costras de un negro que ya no bloquea el sol, el verde fundido en alquitrán para así surcar las venas de la madre tierra. Incluso allí, donde el metal buscaba resucitar el esqueleto de lo que fué, jamás sería el mismo. Milenios perdidos en un instante, caía el silencio del tiempo al desvanecer.
La muerte ha sido descrita como un frío capaz de helar la sangre, el golpe furtivo de un ladrón de aliento. Sin el aire, el mutismo absorbe la vida en su regazo, acaricia los últimos momentos para en misericordia hundirlos a una profundidad sin escape. Laguna que se observa como el océano al final del camino, ondea en sus aguas la última reverberación de lo fué, en ella, Incluso los espíritus perpetúan el silencio.
Tiempo atrás le había dicho de las flores y sus verdades. Erguido bajo el blanco de prácticamente el último bastión de Llangoed avanza arrastrando los pies en un colchón rugoso de pétalos de carbón. Mira los lirios, donde no había nada. Demasiado tarde para los suspiros, muy temprano para el llanto, cargado en brazos férreos el fantasma de un peso joven. No era capaz de oír sus labios, dos finas líneas completamente corrugadas por el beso del fuego. Párpados cerrados, adheridos a una cuenca deshidratada, la piel es una cubierta impía que ha dejado el cariño por su dueño y se despega en burbujas de un dolor que ya no siente. Había oído su grito, como el de tantos, y en ese entonces solo los mas cachorros permanecen al resguardo del más imponente roble. Esta vez, el silencio no pertenecía a un hombre esperando la muerte. La profundidad del silencio absoluto era la despedida de un líder.
- Puede que necesite el tiempo para encontrar el motivo, pero darle sentido a la razón de tu muerte - susurra la letanía, promete sobre una tumba que ha preparado bajo las cenizas del jardín más hermoso - Has de ir, y tu espíritu cuidar de nosotros - los restos de lo que una vez fue Connor, su compañero en guiar la manada, golpeó la tierra con la fragilidad de una pluma.
Tornó sus ojos al aire, fundidos en luna de plata en un intento de alcanzar aquello que seguía por eludirlo. Jamás estaba solo, pero nunca podía saber quien era su compañía - Que sus voces lleven consigo mi palabra. Traedla a casa. - Aún si el fuego había caído, el peligro continuaba tan latente como la sensación apesadumbrada en su pecho. El mundo mutaba a una velocidad alarmante, ahora demasiado lejos del designio natural. Ante la dicotomía, para evitar que la vida y el espíritu fueran tragados por el hambre del caos, el lobo tendría que aullar de nuevo. Tendría que visitarlo.
Luego estaba Llangoed, privado del trino de sus habitantes más errantes, de la sabiduría del búho que ha dejado el cobijo de las copas y ramas altas. Decrépitas costras de un negro que ya no bloquea el sol, el verde fundido en alquitrán para así surcar las venas de la madre tierra. Incluso allí, donde el metal buscaba resucitar el esqueleto de lo que fué, jamás sería el mismo. Milenios perdidos en un instante, caía el silencio del tiempo al desvanecer.
La muerte ha sido descrita como un frío capaz de helar la sangre, el golpe furtivo de un ladrón de aliento. Sin el aire, el mutismo absorbe la vida en su regazo, acaricia los últimos momentos para en misericordia hundirlos a una profundidad sin escape. Laguna que se observa como el océano al final del camino, ondea en sus aguas la última reverberación de lo fué, en ella, Incluso los espíritus perpetúan el silencio.
Tiempo atrás le había dicho de las flores y sus verdades. Erguido bajo el blanco de prácticamente el último bastión de Llangoed avanza arrastrando los pies en un colchón rugoso de pétalos de carbón. Mira los lirios, donde no había nada. Demasiado tarde para los suspiros, muy temprano para el llanto, cargado en brazos férreos el fantasma de un peso joven. No era capaz de oír sus labios, dos finas líneas completamente corrugadas por el beso del fuego. Párpados cerrados, adheridos a una cuenca deshidratada, la piel es una cubierta impía que ha dejado el cariño por su dueño y se despega en burbujas de un dolor que ya no siente. Había oído su grito, como el de tantos, y en ese entonces solo los mas cachorros permanecen al resguardo del más imponente roble. Esta vez, el silencio no pertenecía a un hombre esperando la muerte. La profundidad del silencio absoluto era la despedida de un líder.
- Puede que necesite el tiempo para encontrar el motivo, pero darle sentido a la razón de tu muerte - susurra la letanía, promete sobre una tumba que ha preparado bajo las cenizas del jardín más hermoso - Has de ir, y tu espíritu cuidar de nosotros - los restos de lo que una vez fue Connor, su compañero en guiar la manada, golpeó la tierra con la fragilidad de una pluma.
Tornó sus ojos al aire, fundidos en luna de plata en un intento de alcanzar aquello que seguía por eludirlo. Jamás estaba solo, pero nunca podía saber quien era su compañía - Que sus voces lleven consigo mi palabra. Traedla a casa. - Aún si el fuego había caído, el peligro continuaba tan latente como la sensación apesadumbrada en su pecho. El mundo mutaba a una velocidad alarmante, ahora demasiado lejos del designio natural. Ante la dicotomía, para evitar que la vida y el espíritu fueran tragados por el hambre del caos, el lobo tendría que aullar de nuevo. Tendría que visitarlo.
Savannah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Tras salir del hospital había ido a ver a sus padres. La conversación había sido corta, Savannah seguía dispersa pese a la poción que le había dado el elfo. Sin embargo, lo que si consideró es que sus padres no bajaran. Ya que su madre era bruja y tenía el control de la naturaleza le sugirió que pidiese clases con uno de los Descendientes y de esa manera pudiera quedarse en la isla de forma legal. Pidió un par de indicaciones y los dejó haciendo papeleo.
Volvió a los jardines intentando concentrarse un poco pues los espíritus seguían diciéndole lo que ella ya había decidido: Volver. Bajar. Recuperar. Poco le habían importado las palabras de Altair, no tenía ni idea de lo que estaba pasando ella en ese momento. Su familia, su clan, pereciendo bajo las llamas.
“Vuelve”.
“Regresa”
Savannah agitó la cabeza con suavidad y se armó de valor suficiente para responder al llamado. Desapareció directo hacia Llangoed. Hacia sus ruinas.
Al llegar su corazón se encogió y por un largo momento se sintió sola. Los espíritus parecían haber cumplido su cometido y entonces guardaban luto, silencio, por sus muertos. Era la primera vez que se sentía así. Sin la caricia o el susurro de un alma cariñosa y sabia que la arropara. O siquiera la agonía de aquel que aún tenía algo que decir. Nada. Nada. La soledad se le tornó opresiva y se abrazó a sí misma mientras empezaba a andar. Había aparecido al borde de la zona encontrando cosas que se quedarían grabadas en su mente para siempre. Se detuvo, en cada cuerpo, y le dedicó una bendición mientras con su mismo control de naturaleza hacia que las plantas envolvieran el cuerpo de los caídos.
Iba en busca de alguien. Alguien a quien necesitaba por encima de todas las cosas: Su alfa. Mientras más avanzaba encontrando a sus hermanos caídos sin ver el rostro de Oren más nerviosa se ponía. El hollín, la muerte y la sangre engañaban sus sentidos y no podía percibir un aroma que le era absolutamente familiar. Así fue adentrándose en las ruinas de su hogar hasta que divisó lo que necesitaba. Apretó el paso, no estando segura de que en realidad alguien había sobrevivido a ese infierno; pero cuando se percató de la cercanía, cuando sus sentidos despertaron, corrió hacia Oren y los cachorros; encontrando en aquella imagen la esperanza que creía perdida.
Al llegar hasta ellos, Savannah se dejó caer sobre sus rodillas, colocando las manos sobre estas y bajando la cabeza como reverencia hacia su alfa mirando entonces lo que se encontraba delante de Oren con horror -Connor- Gimió y su sollozo rompió el silencio en las ruinas. Se llevó las manos al rostro y se inclinó hacia delante, poniéndose en posición fetal, para llorar todo lo que necesitaba y desahogar toda la tristeza y desolación que engullía a Llangoed.
Volvió a los jardines intentando concentrarse un poco pues los espíritus seguían diciéndole lo que ella ya había decidido: Volver. Bajar. Recuperar. Poco le habían importado las palabras de Altair, no tenía ni idea de lo que estaba pasando ella en ese momento. Su familia, su clan, pereciendo bajo las llamas.
“Vuelve”.
“Regresa”
Savannah agitó la cabeza con suavidad y se armó de valor suficiente para responder al llamado. Desapareció directo hacia Llangoed. Hacia sus ruinas.
Al llegar su corazón se encogió y por un largo momento se sintió sola. Los espíritus parecían haber cumplido su cometido y entonces guardaban luto, silencio, por sus muertos. Era la primera vez que se sentía así. Sin la caricia o el susurro de un alma cariñosa y sabia que la arropara. O siquiera la agonía de aquel que aún tenía algo que decir. Nada. Nada. La soledad se le tornó opresiva y se abrazó a sí misma mientras empezaba a andar. Había aparecido al borde de la zona encontrando cosas que se quedarían grabadas en su mente para siempre. Se detuvo, en cada cuerpo, y le dedicó una bendición mientras con su mismo control de naturaleza hacia que las plantas envolvieran el cuerpo de los caídos.
Iba en busca de alguien. Alguien a quien necesitaba por encima de todas las cosas: Su alfa. Mientras más avanzaba encontrando a sus hermanos caídos sin ver el rostro de Oren más nerviosa se ponía. El hollín, la muerte y la sangre engañaban sus sentidos y no podía percibir un aroma que le era absolutamente familiar. Así fue adentrándose en las ruinas de su hogar hasta que divisó lo que necesitaba. Apretó el paso, no estando segura de que en realidad alguien había sobrevivido a ese infierno; pero cuando se percató de la cercanía, cuando sus sentidos despertaron, corrió hacia Oren y los cachorros; encontrando en aquella imagen la esperanza que creía perdida.
Al llegar hasta ellos, Savannah se dejó caer sobre sus rodillas, colocando las manos sobre estas y bajando la cabeza como reverencia hacia su alfa mirando entonces lo que se encontraba delante de Oren con horror -Connor- Gimió y su sollozo rompió el silencio en las ruinas. Se llevó las manos al rostro y se inclinó hacia delante, poniéndose en posición fetal, para llorar todo lo que necesitaba y desahogar toda la tristeza y desolación que engullía a Llangoed.
Oren Hitz
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El aire se vuelca en giros sin predicción, céfiros desganados y retorcidos que ya no anuncian paz sino un profundo silencio. El vacío del otro lado, clamando con fuerza la poca voluntad de las trémulas almas que aún se aferran a la existencia. Un destino inevitable tan temido como la propia palabra, maldito en las cuatro direcciones desde el inicio de la conciencia. El agua se revolvía inquieta, incapaz de dar sabia respuesta. Su deber sagrado fue quebrado con la fragilidad del vidrio, dejando a la cristalina sustancia sin cauce, carente de forma. El agua que ya no podía ser. Desde dentro, el fuego chisporroteaba débil en un intento desesperado de alzarse sin extinguirse. El manotazo de un ahogado aferrándose a su efímera vida, sumido en autentica desesperación que no permite escape. El humo es quien se eleva, una nube etérea capaz de cortar la inspiración con su extenuante abrazo, el moteado negro de una caída sin final. Por último, estaba la tierra, temblando en su falta de seguridad, quebrada en espíritu por un peso demasiado grande a soportar. El metal que la nutre jamás es suficiente, fundido hasta volverse una débil masa que arde desde el interior. La prueba de que incluso el coloso no es imbatible, vencido por la propia realidad que le hace fuerte. A la vez que los finos hilados se desmoronan, dos espectadores son la única constante, bocas hambrientas esperando la oportunidad de hacer esos colores en unos propios. En el ocaso individual la luz y las sombras son únicos caminos, labrados no menos que por las intrínsecas causas individuales y colectivas, culminando en una impecable consecuencia. Situaciones desesperadas ameritan el gasto de todo recurso. El juego disputaba el centro del conflicto y cada as comenzaba a caer de las siniestras mangas de sus participantes.
― Deja que la tristeza sea parte de tu fuerza, pero no podemos detenernos. Los guardianes restantes cuidarán de los cachorros, sin embargo, no quedan ya muchos chamanes a los que pueda pedirles marchar en una de las noches más oscuras ― desde aquél linde, casi el rincón más apartado del territorio, aquél alfa dirigió la mirada al corazón de las ruinas de su hogar ― Siento tu dolor y lloraré contigo, pero es ahora en que hemos de recordar que la vida no se detiene, y somos de sus más fieles y feroces protectores ― toma su brazo ayudando a incorporarse, una tenue sonrisa que se escapa entre las fisuras del afligido para sembrar la semilla de un resto de esperanza ― Necesito de ojos que develen lo que a los míos han negado. ― inicio de una caminata lenta, pero a paso firme sin esperar, pero seguro de ser seguido.
― ¿Alguna vez has oído mi historia? Supongo es motivo aún de charla entre los suyos, después de todo, los más antiguos siempre disfrutaron de un buen cuento ― respira profundo, se nutre del dolor que quema con cada bocanada de sabor a fuego ― La bruja blanca fue quien me encontró ― y por supuesto todo historia comienza con un mito aún mayor que lo precede, una mujer de tiempos inmemoriales, pocos se jactan de haberla visto, muchos saben de su existencia, todos han recibido su beso alguna vez ― Ella me dejó junto a los chamanes, segura de que aquél cachorro ruidoso era capaz de oír lo que pocos. Sabes muy bien como los espíritus, en su bienaventuranza, pueden volver loco al inexperto. – sonríe más amplio, perdiendo y fundiendo los recuerdos para transformar la muerte a su paso ― Aprendí a escuchar, a pesar de ser demasiado inquieto. Aprendí a curar, por ir herido la mitad del tiempo. Conozco este bosque con mis ojos cerrados, pero nunca pude ver ― una rama se quiebra, deshaciéndose en cenizas que cubre el manto dorado de la cabeza del lobo.
― El día de mi iniciación, aquella que conoces como todo susurrante del pasado, yo… ― hubo un silencio premeditado, extenso, del que carcomería la paciencia de un cachorro si fuera expectante ― Fui un desastre. Grité, pataleé y golpeé la tierra hasta que lo último de mis energías me abandonaron. Quería ser el mejor de todos, y se me fue negado. Cada espíritu se río, los chamanes lo hicieron. Aún si toda mi vida había sido criado para ser uno, no tenía la madera para lograrlo y créeme, presenté un fuerte caso con uñas, dientes y un par de maldiciones verbales. ― un burbujeo desde el pecho que parecido a una risa llenó el recinto abierto― Por otro tiempo fui un pésimo guerrero, con la mente demasiado centrada en el bienestar de otros para tener mi mordida sobre un enemigo. Perdido, hable con Aia, quien me precede en estos pasos. Ella dijo que mi corazón estaba en el lugar correcto, que la manada necesitaría de mí, así como yo de ella. No podía decirme que hacer, pero estaba segura que encontraría mi destino. El resto, es historia para otro momento.
Se detiene a pies de los restos del gran portal, las viejas pinturas se han descascarado por el calor. Poco queda allí para cualquiera. ― Intentará engañarnos, jugar con nuestros cuerpos, espíritu y corazón. Se fuerte, se firme, pero justa. ― prosiguió el avance hasta una pared hecha completamente de la tierra, con raíces de todo tamaño como venas sobre la piel ― Esta puede ser una de las tribulaciones más grandes de nuestras vidas ¿Lista? ― tira de una raíz y el abrazo de aquella infinidad lo aplasta contra la tierra para tragarlo más allá. Cual tumba, no había nada más que oír hasta cruzar el oculto umbral.
― Deja que la tristeza sea parte de tu fuerza, pero no podemos detenernos. Los guardianes restantes cuidarán de los cachorros, sin embargo, no quedan ya muchos chamanes a los que pueda pedirles marchar en una de las noches más oscuras ― desde aquél linde, casi el rincón más apartado del territorio, aquél alfa dirigió la mirada al corazón de las ruinas de su hogar ― Siento tu dolor y lloraré contigo, pero es ahora en que hemos de recordar que la vida no se detiene, y somos de sus más fieles y feroces protectores ― toma su brazo ayudando a incorporarse, una tenue sonrisa que se escapa entre las fisuras del afligido para sembrar la semilla de un resto de esperanza ― Necesito de ojos que develen lo que a los míos han negado. ― inicio de una caminata lenta, pero a paso firme sin esperar, pero seguro de ser seguido.
― ¿Alguna vez has oído mi historia? Supongo es motivo aún de charla entre los suyos, después de todo, los más antiguos siempre disfrutaron de un buen cuento ― respira profundo, se nutre del dolor que quema con cada bocanada de sabor a fuego ― La bruja blanca fue quien me encontró ― y por supuesto todo historia comienza con un mito aún mayor que lo precede, una mujer de tiempos inmemoriales, pocos se jactan de haberla visto, muchos saben de su existencia, todos han recibido su beso alguna vez ― Ella me dejó junto a los chamanes, segura de que aquél cachorro ruidoso era capaz de oír lo que pocos. Sabes muy bien como los espíritus, en su bienaventuranza, pueden volver loco al inexperto. – sonríe más amplio, perdiendo y fundiendo los recuerdos para transformar la muerte a su paso ― Aprendí a escuchar, a pesar de ser demasiado inquieto. Aprendí a curar, por ir herido la mitad del tiempo. Conozco este bosque con mis ojos cerrados, pero nunca pude ver ― una rama se quiebra, deshaciéndose en cenizas que cubre el manto dorado de la cabeza del lobo.
― El día de mi iniciación, aquella que conoces como todo susurrante del pasado, yo… ― hubo un silencio premeditado, extenso, del que carcomería la paciencia de un cachorro si fuera expectante ― Fui un desastre. Grité, pataleé y golpeé la tierra hasta que lo último de mis energías me abandonaron. Quería ser el mejor de todos, y se me fue negado. Cada espíritu se río, los chamanes lo hicieron. Aún si toda mi vida había sido criado para ser uno, no tenía la madera para lograrlo y créeme, presenté un fuerte caso con uñas, dientes y un par de maldiciones verbales. ― un burbujeo desde el pecho que parecido a una risa llenó el recinto abierto― Por otro tiempo fui un pésimo guerrero, con la mente demasiado centrada en el bienestar de otros para tener mi mordida sobre un enemigo. Perdido, hable con Aia, quien me precede en estos pasos. Ella dijo que mi corazón estaba en el lugar correcto, que la manada necesitaría de mí, así como yo de ella. No podía decirme que hacer, pero estaba segura que encontraría mi destino. El resto, es historia para otro momento.
Se detiene a pies de los restos del gran portal, las viejas pinturas se han descascarado por el calor. Poco queda allí para cualquiera. ― Intentará engañarnos, jugar con nuestros cuerpos, espíritu y corazón. Se fuerte, se firme, pero justa. ― prosiguió el avance hasta una pared hecha completamente de la tierra, con raíces de todo tamaño como venas sobre la piel ― Esta puede ser una de las tribulaciones más grandes de nuestras vidas ¿Lista? ― tira de una raíz y el abrazo de aquella infinidad lo aplasta contra la tierra para tragarlo más allá. Cual tumba, no había nada más que oír hasta cruzar el oculto umbral.
Savannah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
La voz de Oren era baja, segura, firme y aportaba calma al corazón destrozado de Savannah. Cuando empezó a hablarle la licántropa intentó prestar atención a lo que decía, absorbiendo cada palabra como un manto que la tranquilizaba. Sin embargo, fue consciente de que Oren le estaba pidiendo algo. Levantó levemente el rostro para mirarlo con el ceño fruncido. ¿Qué pretendía? ¿Qué más quería que hiciera? -No entiendes lo que hay afuera Oren- Dijo, sabiendo que podía estar cruzando una fina línea -La tecnología está destruyendo el mundo…Y luego lo está reconstruyendo. Los Guardianes no tienen con qué proteger a los cachorros- Negó con la cabeza, atemorizada de verlos víctimas de otro ataque cruel de aquella cosa que en la Isla llamaban SAM.
Pero entendió, pronto, su papel en aquel frase tan corta como eficaz.
La necesitaba.
Evidentemente, era un medio. Era el único medio. Era la única chamana sobreviviente del Clan Fenrir.
Ella asintió mientras se incorporaba con su ayuda, no rechistó, pero miró con temor a los cachorros pese a la sonrisa que veía en Oren. Muchos de ellos ahora huérfanos pendían de un hilo frágil para defenderse. Se habían recluido tanto en Llangoed que eran ciegos a lo que estaba fuera. Quiso decírselo a su alfa, pero no podía hacerlo frente a ellos. Caminó junto a él metiéndose las manos en los bolsillos y empezando a sospechar el lugar al que se dirigían. No era la primera vez que se lo sugería. Lo había hecho cuando Lorelai, la esposa del antiguo alfa del Clan Luna Roja, había venido a buscar ayuda y refugio junto a su cachorro.
-No me importaría oírla una vez más- Indicó sacándose una mano para limpiarse un poco la cara con las manga de la ropa. Y entonces guardó silencio mientras aquella historia volvía a traer recuerdos. Los chamanes reunidos en una fogata hablando de aquel que había sido elegido pero no tenía realmente el don específico. En cierta parte se parecía a ella, deseando ser una cosa que no era pero entendiendo de a poco su lugar en el mundo. Observó las cenizas que cayeron sobre el cabello de Oren con tristeza, no era más que una metáfora de lo que estaba ocurriendo con su clan. Volvió la vista sobre su hombro para ver una vez más a los cachorros y a los guardianes que aún permanecían en pie. Necesitaban atención médica y protección pero Savannah no tenía más que sus manos desnudas y el silencio de un mundo espiritual.
-Nunca te imaginé revoltoso- Confesó pensativa mientras volvía la vista al frente. Al menos no en esos términos -Pareces tan… equilibrado- Expresó, pensando un poco la palabra antes de decirla. Cuando dejó aquella otra parte de la historia en blanco, Savannah le miró por el rabillo del ojo con perspicacia -Siempre dejan allí la historia. El que quiso ser y no pudo. Muy dramático el final para luego alzarte como Alfa Hati, Oren- Añadió pero ya habían llegado a la “boca del lobo”. Le dejó hablar y se quedó mirando cómo se abría el portal.
-Hay un gran poder en este mundo. En el pasado, olvidado. En el presente, ignorado. En el futuro, en blanco- Recitó la profecía, se la había aprendido de memoria y tras ello volvió sus ojos de color miel hacia el guardián ante su pregunta -Si espero a estar lista, esperaré toda la vida- Inspiró profundamente y le cogió del antebrazo con firmeza para entrar con paso rápido. Una vez pasaron aquel umbral pareció que la tierra misma se los tragase al cerrarse completamente y quedar exactamente como había estado antes de que el alfa Hati lo tocara.
Pero entendió, pronto, su papel en aquel frase tan corta como eficaz.
La necesitaba.
Evidentemente, era un medio. Era el único medio. Era la única chamana sobreviviente del Clan Fenrir.
Ella asintió mientras se incorporaba con su ayuda, no rechistó, pero miró con temor a los cachorros pese a la sonrisa que veía en Oren. Muchos de ellos ahora huérfanos pendían de un hilo frágil para defenderse. Se habían recluido tanto en Llangoed que eran ciegos a lo que estaba fuera. Quiso decírselo a su alfa, pero no podía hacerlo frente a ellos. Caminó junto a él metiéndose las manos en los bolsillos y empezando a sospechar el lugar al que se dirigían. No era la primera vez que se lo sugería. Lo había hecho cuando Lorelai, la esposa del antiguo alfa del Clan Luna Roja, había venido a buscar ayuda y refugio junto a su cachorro.
-No me importaría oírla una vez más- Indicó sacándose una mano para limpiarse un poco la cara con las manga de la ropa. Y entonces guardó silencio mientras aquella historia volvía a traer recuerdos. Los chamanes reunidos en una fogata hablando de aquel que había sido elegido pero no tenía realmente el don específico. En cierta parte se parecía a ella, deseando ser una cosa que no era pero entendiendo de a poco su lugar en el mundo. Observó las cenizas que cayeron sobre el cabello de Oren con tristeza, no era más que una metáfora de lo que estaba ocurriendo con su clan. Volvió la vista sobre su hombro para ver una vez más a los cachorros y a los guardianes que aún permanecían en pie. Necesitaban atención médica y protección pero Savannah no tenía más que sus manos desnudas y el silencio de un mundo espiritual.
-Nunca te imaginé revoltoso- Confesó pensativa mientras volvía la vista al frente. Al menos no en esos términos -Pareces tan… equilibrado- Expresó, pensando un poco la palabra antes de decirla. Cuando dejó aquella otra parte de la historia en blanco, Savannah le miró por el rabillo del ojo con perspicacia -Siempre dejan allí la historia. El que quiso ser y no pudo. Muy dramático el final para luego alzarte como Alfa Hati, Oren- Añadió pero ya habían llegado a la “boca del lobo”. Le dejó hablar y se quedó mirando cómo se abría el portal.
-Hay un gran poder en este mundo. En el pasado, olvidado. En el presente, ignorado. En el futuro, en blanco- Recitó la profecía, se la había aprendido de memoria y tras ello volvió sus ojos de color miel hacia el guardián ante su pregunta -Si espero a estar lista, esperaré toda la vida- Inspiró profundamente y le cogió del antebrazo con firmeza para entrar con paso rápido. Una vez pasaron aquel umbral pareció que la tierra misma se los tragase al cerrarse completamente y quedar exactamente como había estado antes de que el alfa Hati lo tocara.
Oren Hitz
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
― No siempre he sido el lobo que ves. Tomó tiempo encontrar el cauce, y golpes…más que nada golpes ― sonrisa de misterio que se oculta tras el mar de tierra que los acarrea en su oleaje.
El aire cambiaba su esencia, quizás mucho más insustancial que nunca antes. El recinto se llenaba de una arrolladora música, una melodía que anunciaba la llegada de un evento sin igual, como si fuera capaz de portar sabiduría entre sus notas. No un coro de ángeles, sino el de millones de seres sin voz clamando desde el silencio un encuentro destinado desde un inicio que aún no conocía fin. Una sonata de seductora armonía, atrayendo hacia una perdición divina y devoradora de realidades. Un paso en falso y se es esclavo de las circunstancias. Miradas de cuencas vacías, carentes de brillo, emoción, el alma que les hace ser. Carcasas de la historia, testigos del frío y etéreo andar de un amo sin jerarquía, destinado a un único deber. Un salón que comenzaba a llenarse de miradas recelosas y desconfiadas, apuntando a todos y ninguno, volcándose en el centro, donde la luz radiaba con mayor fuerza. Una espera de la respuesta más propicia; un miedo capaz de colarse hasta la carencia de huesos. El aliento presente de la sombra, siempre a la espalda. El predador más paciente, benévolo y tirano. Luz del ocaso, un coraje que es símbolo de desesperación; un designio que crece en fuerza al igual que el puro brillo. Las trompetas resguardan sin sonar, pero el mínimo cambio estremece a los espectadores infundiendo el terror de su nombre. La sonrisa es una máscara que oculta la verdad de las intenciones, siempre perfecta, inquebrantable. Los secretos que solo permite al laberinto de la propia mente, el peso de una cruz que no ha visto el día. ¿Cuál es la razón para la presencia de aquella nueva estrella que acompaña tu mano? Injusto para el incauto, envidiado por el ignorante, incomprendido por el culpable.
― Siempre encontré esta habitación algo inquietante, creo que puedo llevarnos de manera segura hasta la siguiente ― declara dando los primeros pasos, con la bendición de la ignorancia. Los presentes mantienen el silencio con férrea determinación, escondidos a plena vista de un lobo que los atraviesa hasta alcanzar el centro de aquel cuarto. El recinto parecía nuevo, sin duda lejos del alcance de cualquier fuego. Roca labrada y cuidadosamente posicionada en trabajos de artesanos que contaban una o miles de historias sobre murales de madera y metal. Un reflejo de Llangoed― Me tomó meses comprender ― desciende cruzando las piernas, apoyando las manos sobre la superficie que crean sus rodillas ― Ven ― la orden de un alfa que se desliza por las paredes e ignora a su acompañante, incrustándose en las rendijas para perderse en la profundidad del templo ― Puede demorar un poco. Es una prueba de paciencia, de la naturaleza del lobo ― vuelve a mirar cuanto encuentra en derredor, pictogramas y referencias que había estudiado e intentado comprender con ahínco.
― Intenté llegar aquí desde afuera, pero sin importar cuanto cavase en cualquier dirección, nunca pude dar con este cuarto ni ninguno de los adyacentes. No hay manera de alcanzar este sitio a base de sentidos o fuerza bruta ― explica, parece respirar apacible en tiempos que apremian, aún si tenía unas docenas de miradas gélidas clavadas a su nuca ― Algunas veces, como ahora, extraño a mi maestro. Nunca hablaba, pero siempre sabía qué hacer y cómo dar una lección ― por instinto se llevó la mano a la cabeza, sobando levemente esa melena ― Te habría caído bien, o al menos no hubieses tenido mis mismos problemas. Como dije, yo era un lobo muy ruidoso y lleno de orgullo, y mi maestro la calma sobria de una noche sin luna. ― sonríe con cierto dolor.
― Aún luego de tantos años, temo pronunciar su nombre. Pensar que en mi posición sigo sin sentirme digno. Dime, Savannah ¿Qué significa ser Fenrir? ― pregunta con potestad y los entes abren camino, desde el extremo y el punto más oscuro un par de lobos emerge respondiendo a su llamado.
El aire cambiaba su esencia, quizás mucho más insustancial que nunca antes. El recinto se llenaba de una arrolladora música, una melodía que anunciaba la llegada de un evento sin igual, como si fuera capaz de portar sabiduría entre sus notas. No un coro de ángeles, sino el de millones de seres sin voz clamando desde el silencio un encuentro destinado desde un inicio que aún no conocía fin. Una sonata de seductora armonía, atrayendo hacia una perdición divina y devoradora de realidades. Un paso en falso y se es esclavo de las circunstancias. Miradas de cuencas vacías, carentes de brillo, emoción, el alma que les hace ser. Carcasas de la historia, testigos del frío y etéreo andar de un amo sin jerarquía, destinado a un único deber. Un salón que comenzaba a llenarse de miradas recelosas y desconfiadas, apuntando a todos y ninguno, volcándose en el centro, donde la luz radiaba con mayor fuerza. Una espera de la respuesta más propicia; un miedo capaz de colarse hasta la carencia de huesos. El aliento presente de la sombra, siempre a la espalda. El predador más paciente, benévolo y tirano. Luz del ocaso, un coraje que es símbolo de desesperación; un designio que crece en fuerza al igual que el puro brillo. Las trompetas resguardan sin sonar, pero el mínimo cambio estremece a los espectadores infundiendo el terror de su nombre. La sonrisa es una máscara que oculta la verdad de las intenciones, siempre perfecta, inquebrantable. Los secretos que solo permite al laberinto de la propia mente, el peso de una cruz que no ha visto el día. ¿Cuál es la razón para la presencia de aquella nueva estrella que acompaña tu mano? Injusto para el incauto, envidiado por el ignorante, incomprendido por el culpable.
― Siempre encontré esta habitación algo inquietante, creo que puedo llevarnos de manera segura hasta la siguiente ― declara dando los primeros pasos, con la bendición de la ignorancia. Los presentes mantienen el silencio con férrea determinación, escondidos a plena vista de un lobo que los atraviesa hasta alcanzar el centro de aquel cuarto. El recinto parecía nuevo, sin duda lejos del alcance de cualquier fuego. Roca labrada y cuidadosamente posicionada en trabajos de artesanos que contaban una o miles de historias sobre murales de madera y metal. Un reflejo de Llangoed― Me tomó meses comprender ― desciende cruzando las piernas, apoyando las manos sobre la superficie que crean sus rodillas ― Ven ― la orden de un alfa que se desliza por las paredes e ignora a su acompañante, incrustándose en las rendijas para perderse en la profundidad del templo ― Puede demorar un poco. Es una prueba de paciencia, de la naturaleza del lobo ― vuelve a mirar cuanto encuentra en derredor, pictogramas y referencias que había estudiado e intentado comprender con ahínco.
― Intenté llegar aquí desde afuera, pero sin importar cuanto cavase en cualquier dirección, nunca pude dar con este cuarto ni ninguno de los adyacentes. No hay manera de alcanzar este sitio a base de sentidos o fuerza bruta ― explica, parece respirar apacible en tiempos que apremian, aún si tenía unas docenas de miradas gélidas clavadas a su nuca ― Algunas veces, como ahora, extraño a mi maestro. Nunca hablaba, pero siempre sabía qué hacer y cómo dar una lección ― por instinto se llevó la mano a la cabeza, sobando levemente esa melena ― Te habría caído bien, o al menos no hubieses tenido mis mismos problemas. Como dije, yo era un lobo muy ruidoso y lleno de orgullo, y mi maestro la calma sobria de una noche sin luna. ― sonríe con cierto dolor.
― Aún luego de tantos años, temo pronunciar su nombre. Pensar que en mi posición sigo sin sentirme digno. Dime, Savannah ¿Qué significa ser Fenrir? ― pregunta con potestad y los entes abren camino, desde el extremo y el punto más oscuro un par de lobos emerge respondiendo a su llamado.
Savannah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Savannah lo volvió a mirar de arriba abajo, fue críptica y sus ojos brillaron con interés -¿Entonces es una historia violenta? Porque… Te he visto amenazado, he visto a la manada amenazada por Hades Pyro pero no perdiste el control, no te volviste agresivo- Indicó a sabiendas, igualmente, de que siendo un Fenrir y, más aún, un Hati, no estaban muy dados a la violencia. Estaba tan inmiscuida pensando en cómo Oren llegó a aquel sitio de paz y equilibrio en sí mismo que no se percató realmente del lugar al que habían entrado.
Al girarse y enfrentarse a la sala, Savannah sintió un escalofrío que fue lento. Fue ascendiendo de sus pies y recorriendo todas sus extremidades, revolviendo su estómago, erizando los pelos de su nuca y distorsionando sus pensamientos. Fue una sensación absolutamente horrorosa. Y sin embargo, allí esta su alfa. Tun mar en calma. Savannah se preguntaba qué había debajo, cuáles eran sus pensamientos reales. La chamana se quedó detenida en el sitio, no se atrevió a dar un paso al frente mientras sus ojos absorbían la escena. Oren se adelantó mientras Savannah deshacía su agarre y se quedaba en aquel sitio. No era ajena a los espíritus pero estos tenían algo… distinto. Los observó y tras ellos las paredes que parecían retener la historia de un clan tan viejo como la licantropía misma. Información, mitos, leyendas que pasaban de una generación a la siguiente. Se llevó un puño al corazón como indecisa hasta que escuchó la orden del alfa. Inspiró profundamente y confió en él, avanzó lentamente hasta sentarse a su lado. Al escuchar lo siguiente frunció el ceño ¿No se refería a ella? ¿De quién estaba hablando? No se sentía con seguridad para preguntar ni para cuestionar. Esta vez parecía que le hubiesen comido la lengua los ratones.
Savannah no era la mejor chamana del clan. Nunca lo había sido porque en el fondo siempre había deseado ser una guardiana, alguien que defendiera a su clan. Si sólo Oren y ella hubiesen cambiado de lugar habría sido más fácil. Él tan ansioso por comprender, ella tan deseosa de probar su valía. Pero el destino era curioso, irónico y te daba lo que necesitabas no lo que pedías -Pues yo agradezco que estés tu aquí porque me siento un poco cohibida y no tengo idea de qué es exactamente lo que quieres que vea. Si te refieres a lo que…nos rodea- Por no decir alguna otra cosa fuera de lugar -La veo perfectamente y estoy segura de que tú también- Murmuró esperando que no la oyeran. Al oír la metáfora sobre su maestro, Savannah sonrió de lado -Son mis preferidas, el cielo salpicado de estrellas rebeldes. Determinadas a dar luz pese a que la luna decide abandonarnos- Aquella frase dicha en voz alta la hizo reflexionar sobre la muerte de Connor.
-¿Sin sentirte digno, Oren? ¿Pero qué estás diciendo? ¿Qué más tienes que probar?- Inquirió, estupefacta ante la confesión de su alfa a quien ella mantenía en pedestal de oro. La siguiente pregunta la pilló tan fuera de lugar, tan desprevenida que se le quedó mirando en silencio. Movió la cabeza para ver a los lobos y pese a saber que venían de la misma naturaleza no se sentía segura. Observó a los ojos a ambos lobos e inspiró profundamente mientras sonreía con genuina alegría– Representamos la dualidad y, al mismo tiempo, a la propia naturaleza como un ente. Somos el sol, somos la luna. Tenemos luz y oscuridad en nuestro interior. Somos la naturaleza en sí. La protegemos cuando es necesario y, de serlo, con la violencia pertinente porque somos capaces de ello. Pero no es nuestra esencia, se basa en dar y recibir en su justa medida. Cuidamos de ella como ella cuida de nosotros. Un Fenrir es un licántropo que no ve en su condición una anomalía ni una maldición, ve una oportunidad de colaborar con la naturaleza y el mundo con los dones que nos son dados mientras hacemos la paz- Volvió a mirar a Oren con una ceja alzada -¿Cómo puedes preguntarme que es un Fenrir así, de la nada, como si fuera una cachorra?- Cuestionó con curiosidad.
Al girarse y enfrentarse a la sala, Savannah sintió un escalofrío que fue lento. Fue ascendiendo de sus pies y recorriendo todas sus extremidades, revolviendo su estómago, erizando los pelos de su nuca y distorsionando sus pensamientos. Fue una sensación absolutamente horrorosa. Y sin embargo, allí esta su alfa. Tun mar en calma. Savannah se preguntaba qué había debajo, cuáles eran sus pensamientos reales. La chamana se quedó detenida en el sitio, no se atrevió a dar un paso al frente mientras sus ojos absorbían la escena. Oren se adelantó mientras Savannah deshacía su agarre y se quedaba en aquel sitio. No era ajena a los espíritus pero estos tenían algo… distinto. Los observó y tras ellos las paredes que parecían retener la historia de un clan tan viejo como la licantropía misma. Información, mitos, leyendas que pasaban de una generación a la siguiente. Se llevó un puño al corazón como indecisa hasta que escuchó la orden del alfa. Inspiró profundamente y confió en él, avanzó lentamente hasta sentarse a su lado. Al escuchar lo siguiente frunció el ceño ¿No se refería a ella? ¿De quién estaba hablando? No se sentía con seguridad para preguntar ni para cuestionar. Esta vez parecía que le hubiesen comido la lengua los ratones.
Savannah no era la mejor chamana del clan. Nunca lo había sido porque en el fondo siempre había deseado ser una guardiana, alguien que defendiera a su clan. Si sólo Oren y ella hubiesen cambiado de lugar habría sido más fácil. Él tan ansioso por comprender, ella tan deseosa de probar su valía. Pero el destino era curioso, irónico y te daba lo que necesitabas no lo que pedías -Pues yo agradezco que estés tu aquí porque me siento un poco cohibida y no tengo idea de qué es exactamente lo que quieres que vea. Si te refieres a lo que…nos rodea- Por no decir alguna otra cosa fuera de lugar -La veo perfectamente y estoy segura de que tú también- Murmuró esperando que no la oyeran. Al oír la metáfora sobre su maestro, Savannah sonrió de lado -Son mis preferidas, el cielo salpicado de estrellas rebeldes. Determinadas a dar luz pese a que la luna decide abandonarnos- Aquella frase dicha en voz alta la hizo reflexionar sobre la muerte de Connor.
-¿Sin sentirte digno, Oren? ¿Pero qué estás diciendo? ¿Qué más tienes que probar?- Inquirió, estupefacta ante la confesión de su alfa a quien ella mantenía en pedestal de oro. La siguiente pregunta la pilló tan fuera de lugar, tan desprevenida que se le quedó mirando en silencio. Movió la cabeza para ver a los lobos y pese a saber que venían de la misma naturaleza no se sentía segura. Observó a los ojos a ambos lobos e inspiró profundamente mientras sonreía con genuina alegría– Representamos la dualidad y, al mismo tiempo, a la propia naturaleza como un ente. Somos el sol, somos la luna. Tenemos luz y oscuridad en nuestro interior. Somos la naturaleza en sí. La protegemos cuando es necesario y, de serlo, con la violencia pertinente porque somos capaces de ello. Pero no es nuestra esencia, se basa en dar y recibir en su justa medida. Cuidamos de ella como ella cuida de nosotros. Un Fenrir es un licántropo que no ve en su condición una anomalía ni una maldición, ve una oportunidad de colaborar con la naturaleza y el mundo con los dones que nos son dados mientras hacemos la paz- Volvió a mirar a Oren con una ceja alzada -¿Cómo puedes preguntarme que es un Fenrir así, de la nada, como si fuera una cachorra?- Cuestionó con curiosidad.
Oren Hitz
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El confín entre luz y tiniebla es algo muy sutil. Invisible por ojos que no saben observar y letal por un corazón demasiado débil para enfrentarse con la verdad. En el mundo que aprendió a ver, nada pudo ser subvalorado o ignorado. Todo escondía una verdad latente y cada elección podía cambiar el curso del destino. Bestia que mientes tras la luz de tus propios ojos. Conocedor de la verdad, destructor de ilusiones. El primero con razón y sentido; sabiduría que solo ha sido confinada al resguardo de tu ser. Quizás miras a quien habla, pero tu percepción se escapa y vuelve ajena, siguiendo a la única particularidad que sabes merecedora. Apariencias de absurda mentira, tan sucias como la imagen que representan.
― He sido el objetivo y no el medio. Merecido, pero es algo en lo que no ahondaremos ahora ― El tono paternal que acunaba la melodía como propia, su persona perdida y olvidada entre un puñado de cientos en busca de un favor. En eso nadie conocía diferencia, la razón que les unía era una y la misma. Uno de los pedidos más caros en la fuerza universal, equiparable a ganar el juego en un trato a la muerte. Imposibles, y sin embargo la vida y circunstancias le habían enseñado lo efímero del concepto. ― Con honestidad, yo tampoco sé que esperar, o lo que verás. ―
Los parpados están abiertos, pero nada dice que estén observando y aquel salón estaba lleno de ojos. Ciegos por la mentira y como ciegos se movían por el lugar. Por inercia vivieron y por inercia habrían muerto. No hay justicia en la mentira, pero a menudo creer en ella es el recorrido más simple cuando no se posee un corazón bastante fuerte para enfrentarse con la verdad, que a veces se revela terriblemente dolorosa por cuanto justa. Siempre liberatoria.
Cierra las manos en el pelaje, recibe a uno y el otro lobo, tan duales como las palabras que la chaman dice. No emite comentarios inmediatos, sonríe como quien ha puesto el palito solo para verlo quebrar ― Una respuesta esperable. Tienes razón, y también te equivocas. La dualidad es un aspecto natural, y como sus heraldos, reflejamos las mismas características sobre nuestros seres. Protectores, pero ¿Es eso todo? ― pregunta y se pone de pie, los lobos le siguen de cerca conforme corta la distancia ― Esto podría sorprenderte, pero no siempre ha sido así. La división de la doctrina es parte de una enseñanza, sabiduría que con el tiempo hemos olvidado su razón de ser ― la mano del gran lobo se pasea por el relieve de la imagen, aquella que inmortaliza la añoranza de Skol y Hati por sus astros ― Cuando los hijos de Fenrir caminaron por el mundo, y durante mucho tiempo, siempre fueron uno. Una sola manada. La libertad es un néctar demasiado dulce, y con el tiempo, la costumbre amenazaría con devorarlos. Sabes lo fácil que es dejarse llevar por un lado u otro, así que se dividieron, buscando dar el ejemplo de lo que un licano debe ser. ― acarició a Hati, dibujando el semicírculo superior del mural ― Así, caminamos el día en nuestro lado más humano, y surcamos la noche bajo piel de lobo ― circulo completo, dejando caer la derecha naturalmente a un lado del cuerpo ― Somos Fenrir, todos y cada uno. Debemos a la madre tierra su protección, pero también somos seres pensantes y tenemos una obligación con nuestra parte más humana. ― vuelve al centro, con los lobos echando una carrera hasta desaparecer en el límite oscuro del cual habían salido.
― Esta es la revelación de Hati ― dictó bajo la luz, con las esmeraldas de sus ojos mostrando un fulgor emocional ― Cuando somos uno, caminamos las sombras como lobos ― alza las cejas, avanzando en sonidos que se iban quebrando y aquel alto hombre transfiguraba a la silueta de un gran lobo blanco― Adelante, deberías sentirlo. Solo un lobo puede cruzar este umbral ― una mente. Allí, las reglas tenían otro giro, logrando lo imposible a alto costo. Por un momento llegó a profesar pena por aquellos que hubieran intentado el mismo camino sobre dos piernas. Cegados por la luz, temerosos a dictar la verdad que esas paredes ocultan. Son los testigos mudos, los intentos fallidos, la prueba muerta de que el lobo, como la naturaleza, no teme a tragarlo todo.
― He sido el objetivo y no el medio. Merecido, pero es algo en lo que no ahondaremos ahora ― El tono paternal que acunaba la melodía como propia, su persona perdida y olvidada entre un puñado de cientos en busca de un favor. En eso nadie conocía diferencia, la razón que les unía era una y la misma. Uno de los pedidos más caros en la fuerza universal, equiparable a ganar el juego en un trato a la muerte. Imposibles, y sin embargo la vida y circunstancias le habían enseñado lo efímero del concepto. ― Con honestidad, yo tampoco sé que esperar, o lo que verás. ―
Los parpados están abiertos, pero nada dice que estén observando y aquel salón estaba lleno de ojos. Ciegos por la mentira y como ciegos se movían por el lugar. Por inercia vivieron y por inercia habrían muerto. No hay justicia en la mentira, pero a menudo creer en ella es el recorrido más simple cuando no se posee un corazón bastante fuerte para enfrentarse con la verdad, que a veces se revela terriblemente dolorosa por cuanto justa. Siempre liberatoria.
Cierra las manos en el pelaje, recibe a uno y el otro lobo, tan duales como las palabras que la chaman dice. No emite comentarios inmediatos, sonríe como quien ha puesto el palito solo para verlo quebrar ― Una respuesta esperable. Tienes razón, y también te equivocas. La dualidad es un aspecto natural, y como sus heraldos, reflejamos las mismas características sobre nuestros seres. Protectores, pero ¿Es eso todo? ― pregunta y se pone de pie, los lobos le siguen de cerca conforme corta la distancia ― Esto podría sorprenderte, pero no siempre ha sido así. La división de la doctrina es parte de una enseñanza, sabiduría que con el tiempo hemos olvidado su razón de ser ― la mano del gran lobo se pasea por el relieve de la imagen, aquella que inmortaliza la añoranza de Skol y Hati por sus astros ― Cuando los hijos de Fenrir caminaron por el mundo, y durante mucho tiempo, siempre fueron uno. Una sola manada. La libertad es un néctar demasiado dulce, y con el tiempo, la costumbre amenazaría con devorarlos. Sabes lo fácil que es dejarse llevar por un lado u otro, así que se dividieron, buscando dar el ejemplo de lo que un licano debe ser. ― acarició a Hati, dibujando el semicírculo superior del mural ― Así, caminamos el día en nuestro lado más humano, y surcamos la noche bajo piel de lobo ― circulo completo, dejando caer la derecha naturalmente a un lado del cuerpo ― Somos Fenrir, todos y cada uno. Debemos a la madre tierra su protección, pero también somos seres pensantes y tenemos una obligación con nuestra parte más humana. ― vuelve al centro, con los lobos echando una carrera hasta desaparecer en el límite oscuro del cual habían salido.
― Esta es la revelación de Hati ― dictó bajo la luz, con las esmeraldas de sus ojos mostrando un fulgor emocional ― Cuando somos uno, caminamos las sombras como lobos ― alza las cejas, avanzando en sonidos que se iban quebrando y aquel alto hombre transfiguraba a la silueta de un gran lobo blanco― Adelante, deberías sentirlo. Solo un lobo puede cruzar este umbral ― una mente. Allí, las reglas tenían otro giro, logrando lo imposible a alto costo. Por un momento llegó a profesar pena por aquellos que hubieran intentado el mismo camino sobre dos piernas. Cegados por la luz, temerosos a dictar la verdad que esas paredes ocultan. Son los testigos mudos, los intentos fallidos, la prueba muerta de que el lobo, como la naturaleza, no teme a tragarlo todo.
Savannah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Analizó internamente las palabras de Oren. Él el objetivo y no el medio. Ella el único medio que quedaba pero no el objetivo. Y aunque el tono de voz de Oren le generaba cierta paz sus palabras sólo generaban desazón. No sabía que esperar y él tampoco. Savannah se removió un poco y observó con curiosidad a los lobos. Y tampoco le satisfizo la sonrisa de Oren, entrecerró los ojos.
Sus siguientes palabras le hirió, pero sólo en el orgullo. Después de todo, había soltado una frase sobre su madurez y él la había desacreditado de alguna forma. Permaneció en silencio, oyendo y aprendido tal como le habían enseñado a oír y aprender de los espíritus. Ladeó suavemente la cabeza para ver los dibujos que desde el momento en el que habían entrado le habían llamado la atención. Escuchar la historia la hizo sonreír, nadie se la había presentado con tal poesía y eso que Savannah no se perdía ni una fogata de reunión ni de chamanes, ni de guardianes, ni de nadie…Siempre acompañada, nunca sola porque los espíritus eran muy posesivos.
Supo que debía seguir a los lobos. No se lo había dicho ningún espíritu sólo su propio instinto. Observó a Oren a los ojos, notando cómo brillaban y le sonrió con gracia, comprendiéndolo. Era ese tipo de vínculo porque Savannah era capaz de dar la vida por su manada. Un vínculo que los lobos fuera del clan Fenrir nunca entenderían. Ella asintió ante las palabras del lobo y se acarició suavemente el colgante que tenía en el cuello con el símbolo Hati. Tenía una larga cuerda que le permitía que incluso en su forma de lobo lo mantuviera. Miró a Oren, el gran lobo blanco, con curiosidad. Había practicado con la piedra Fenrir en algunas ocasiones y esperó que aquella luz que iluminaba el centro del recinto guardara el mismo poder. Y era cierto, lo sentía. Inspiró profundamente y en poco tiempo había completado su transformación: Una loba de color canela con ojos de color miel ardientes intercambió la mirada con su alfa antes de avanzar con paso firme, sin esperarlo, como había hecho al principio.
Si esperaba a estar lista, nunca lo haría.
Sus siguientes palabras le hirió, pero sólo en el orgullo. Después de todo, había soltado una frase sobre su madurez y él la había desacreditado de alguna forma. Permaneció en silencio, oyendo y aprendido tal como le habían enseñado a oír y aprender de los espíritus. Ladeó suavemente la cabeza para ver los dibujos que desde el momento en el que habían entrado le habían llamado la atención. Escuchar la historia la hizo sonreír, nadie se la había presentado con tal poesía y eso que Savannah no se perdía ni una fogata de reunión ni de chamanes, ni de guardianes, ni de nadie…Siempre acompañada, nunca sola porque los espíritus eran muy posesivos.
Supo que debía seguir a los lobos. No se lo había dicho ningún espíritu sólo su propio instinto. Observó a Oren a los ojos, notando cómo brillaban y le sonrió con gracia, comprendiéndolo. Era ese tipo de vínculo porque Savannah era capaz de dar la vida por su manada. Un vínculo que los lobos fuera del clan Fenrir nunca entenderían. Ella asintió ante las palabras del lobo y se acarició suavemente el colgante que tenía en el cuello con el símbolo Hati. Tenía una larga cuerda que le permitía que incluso en su forma de lobo lo mantuviera. Miró a Oren, el gran lobo blanco, con curiosidad. Había practicado con la piedra Fenrir en algunas ocasiones y esperó que aquella luz que iluminaba el centro del recinto guardara el mismo poder. Y era cierto, lo sentía. Inspiró profundamente y en poco tiempo había completado su transformación: Una loba de color canela con ojos de color miel ardientes intercambió la mirada con su alfa antes de avanzar con paso firme, sin esperarlo, como había hecho al principio.
Si esperaba a estar lista, nunca lo haría.
Oren Hitz
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Atraviesan la oscuridad. En un breve instante todo puede cambiar. Las fuerzas que mueven al mundo no conocen tiempo, sus consecuencias no menos que semillas a punto de florecer. Con la pureza que el lirio blanco porta, el aroma purificaba los alrededores dando lugar al brillo de la pálida luna, espacio al roble para tomar su designado sitio, y el velo a levantarse, sedosamente romperse para revelar lo que se oculta tras tan mística cortina. Libertad, un remanso de paz tras caída y caída de aguas turbulentas. El abrazo del viento, la caricia de la tierra que acuna al desahuciado para otorgarle un respiro, la chispa de la vida. La claridad, tan nueva como prístina era quien gobernaba el recinto prohibido a ojos mortales y sombras sin nombre. Así es que la esmeralda quedaba confinada a las profundidades, accesible solo a los osados, portadores de auténtico brillo que pudiera alcanzarlas. En la peculiar noche, la plata, tan bella y mortal era única soberana. Dos orbes de metal adornando entre cabellos que en otra forma recordarían al manto de la nieve, bello y frío; puro y cálido en un abrazo que trascendía los límites de los sentidos y la propia piel. Hay batallas que se ganan con la victoria del otro bando, cuando las circunstancias ameritan a un momentáneo y súbito cambio de leyes. La verdad se construye desde múltiples perspectivas, como piezas de un rompecabezas que solo adquiere sentido cuando todas se han unido en un orden único e irrepetible. Ante su mirada el mundo se transformaba con cada parpadeo, dos que son uno. Una mente, dos ojos. La existencia y dos universos solapados. Vida y muerte, pasado y presente en un mismo instante y lugar ¿Ves ahora el alcance de una fuerza primigenia y como esta juega sobre reglas que para el normal parecen absolutas? No es miedo o respeto la clave, sino una percepción abierta, dispuesta a soportar lo que los sentidos limitan y encarcelan. Aquella era la noche del lobo.
El siguiente cuarto tenia proporciones idénticas, con una nueva serie de grabados que han quedado ocultos a lo alto por una densa maraña de raíces en todo sentido. El lobo es hombre, y el hombre camina con la espalda a su acompañante, el color de Hati pintado en su mirada cuando observa el sitio de aquí a allá ― Tan lejos como se ha llegado ― remarca en aires solemnes y la fuerza de una tempestad ― Las personas aquí solían entregar historias al Gran Lobo, pero temo que en mis andanzas me he quedado sin que contar ¿Crees tener algo? Su hambre en cautiverio rara vez descansa. ― prosigue la explicación volviendo a sentarse en el centro, con la argéntea vista puesta en la mujer. No había luz, solo las sombras proyectadas por unas pocas antorchas a los lados de la habitación ― Aia vino aquí una vez, y así también muchos de sus predecesores. Solo la Cazadora logró cruzar este umbral hacia la eterna guarida y por ello fue agraciada con la vida eterna. ― en su tono, es difícil saber si afirma o relata un cuento musitando leyendas escritas en paredes cubiertas.
― Savannah ¿Qué opinas de la Luna Roja? ― la pregunta hace eco, se engrava en la mente del destino para dar cuenta de una realización. Sin ponerlo en palabras, la segunda revelación se ponía en juego. Skol persigue el sol, pues en su luz mora la verdad.
El siguiente cuarto tenia proporciones idénticas, con una nueva serie de grabados que han quedado ocultos a lo alto por una densa maraña de raíces en todo sentido. El lobo es hombre, y el hombre camina con la espalda a su acompañante, el color de Hati pintado en su mirada cuando observa el sitio de aquí a allá ― Tan lejos como se ha llegado ― remarca en aires solemnes y la fuerza de una tempestad ― Las personas aquí solían entregar historias al Gran Lobo, pero temo que en mis andanzas me he quedado sin que contar ¿Crees tener algo? Su hambre en cautiverio rara vez descansa. ― prosigue la explicación volviendo a sentarse en el centro, con la argéntea vista puesta en la mujer. No había luz, solo las sombras proyectadas por unas pocas antorchas a los lados de la habitación ― Aia vino aquí una vez, y así también muchos de sus predecesores. Solo la Cazadora logró cruzar este umbral hacia la eterna guarida y por ello fue agraciada con la vida eterna. ― en su tono, es difícil saber si afirma o relata un cuento musitando leyendas escritas en paredes cubiertas.
― Savannah ¿Qué opinas de la Luna Roja? ― la pregunta hace eco, se engrava en la mente del destino para dar cuenta de una realización. Sin ponerlo en palabras, la segunda revelación se ponía en juego. Skol persigue el sol, pues en su luz mora la verdad.
Savannah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Con cada paso que daba, Savannah no se sentía más segura sino más…curiosa. Percibía olores que había asociado con Oren, nuevas sensaciones en las patas y un escalofrío extraño. Cuando quiso darse cuenta, la chamana volvía a estar en forma humana y vestida. Se miró las manos con cierta extrañeza antes de contemplar el lugar en el que estaba. Ignoró al alfa y empezó a absorber la belleza de aquel lugar, sin embargo, no se sentía del todo identificada. ¿Qué era exactamente lo que veía? Se acercó a las paredes, yendo hacia el otro extremo de Oren y movió la mano con suavidad intentando controlar las raíces que cubrían aquellos murales en los que ella sospechaba que encontraría respuestas pero no respondieron. Le resultó extraño, a fin de cuentas, una de sus habilidades era el control de la naturaleza.
Algo no iba bien.
Volvió sobre sus pasos -Or…- La palabra quedó reducida a nada cuando fue él quien habló. Mantuvo el silencio para oírlo atentamente -Puedo contarle cómo vi morir y renacer el bosque a través de una fuerza externa que no llego a comprender. Puedo contarle cómo sentí el abandono del descendiente de Licaón. Puedo relatarle la historia de una isla que se alza por encima del cielo, siempre en movimiento, siempre predispuesta al caos. Puedo contarle lo que los espíritus me han dicho y, aún así, creo que nada le sorprendería. Carezco de aventuras e historias que contar, al menos propias, pero si desea escuchar lo que ellos quieren decirle puedo ser la voz de los que nunca llegaron aquí pero tenían mucho que relatar- Cuando lo observó dio un paso hacia atrás. Sus ojos, sus cálidas orbes esmeraldas habían mutado, y la veían a través de irises plateados -O tal vez pueda servir de medio para lo que tú quieres relatar- Dijo mirándole con profunda curiosidad ante el cambio que había percibido en él. Se preguntó dónde estaban los lobos que había visto anteriormente.
¿Era la Cazadora la bruja blanca que lo había encontrado? Pero hablaba de una manera extraña. La chamana inspiró profundamente cuando escuchó aquella pregunta y se cruzó de brazos. Le instaba a hacer una búsqueda interior porque en la superficie sólo podía recordar el aroma de Kiana sobre Altair cuando ella más había necesitado de su ayuda. Se sentó y cruzó las piernas. Era evidente que aquel lugar la estaba probando y Oren le había dado una clara lección en la anterior sala. Se dedicó a inspirar y expirar con calma intentando calmar su mente y reorganizar sus sentimientos -Opino que están en este mundo también para presentar una dualidad. Nos demuestran de lo que podemos ser capaces de ser si nos atenemos sólo y únicamente a nuestro lobo interior, olvidando que somos humanos. Y nosotros como Clan existimos para presentar la contraparte. No para presentar batalla, no para competir ni abducir, sino una opción para aquellos que viven fuera de nuestra manada. Como lo hicimos con Ian o Lorelai. Ella en particular venía de ese Clan porque fue convertida y sin embargo no respondía a sus valores y leyes. Le enseñamos que existe otra forma de ser loba- Explicó de manera pensativa -No me gusta su manera de ser ni de vivir, pero no es mi deber ni mi interés juzgarlos pues ningún Fenrir, ni yo misma, somos ajenos a la violencia y no puedo pretender que no la conozco - Indicó, recordando la paliza que le había metido su padre cuando le dejó en claro que no podía ser guardianaEs su forma de vida y debo respetarla porque la madre naturaleza así ha querido que sea- Se sintió contenta con su respuesta, alegre de poder canalizar bien sus sentimientos dejando la ira y el dolor al abandono cuando estaba de luto, por parte de Altair -¿Y tú, qué opinas? ¿A quién me estoy dirigiendo exactamente?- Inquirió pero no mencionó el nombre de su Alfa, no estaba segura de estarse dirigiendo a él.
Dado
Fallo: No puede mover las plantas ni limpiar el recinto.
Acierto: Puede mover las plantas y mirar los grabados.
Algo no iba bien.
Volvió sobre sus pasos -Or…- La palabra quedó reducida a nada cuando fue él quien habló. Mantuvo el silencio para oírlo atentamente -Puedo contarle cómo vi morir y renacer el bosque a través de una fuerza externa que no llego a comprender. Puedo contarle cómo sentí el abandono del descendiente de Licaón. Puedo relatarle la historia de una isla que se alza por encima del cielo, siempre en movimiento, siempre predispuesta al caos. Puedo contarle lo que los espíritus me han dicho y, aún así, creo que nada le sorprendería. Carezco de aventuras e historias que contar, al menos propias, pero si desea escuchar lo que ellos quieren decirle puedo ser la voz de los que nunca llegaron aquí pero tenían mucho que relatar- Cuando lo observó dio un paso hacia atrás. Sus ojos, sus cálidas orbes esmeraldas habían mutado, y la veían a través de irises plateados -O tal vez pueda servir de medio para lo que tú quieres relatar- Dijo mirándole con profunda curiosidad ante el cambio que había percibido en él. Se preguntó dónde estaban los lobos que había visto anteriormente.
¿Era la Cazadora la bruja blanca que lo había encontrado? Pero hablaba de una manera extraña. La chamana inspiró profundamente cuando escuchó aquella pregunta y se cruzó de brazos. Le instaba a hacer una búsqueda interior porque en la superficie sólo podía recordar el aroma de Kiana sobre Altair cuando ella más había necesitado de su ayuda. Se sentó y cruzó las piernas. Era evidente que aquel lugar la estaba probando y Oren le había dado una clara lección en la anterior sala. Se dedicó a inspirar y expirar con calma intentando calmar su mente y reorganizar sus sentimientos -Opino que están en este mundo también para presentar una dualidad. Nos demuestran de lo que podemos ser capaces de ser si nos atenemos sólo y únicamente a nuestro lobo interior, olvidando que somos humanos. Y nosotros como Clan existimos para presentar la contraparte. No para presentar batalla, no para competir ni abducir, sino una opción para aquellos que viven fuera de nuestra manada. Como lo hicimos con Ian o Lorelai. Ella en particular venía de ese Clan porque fue convertida y sin embargo no respondía a sus valores y leyes. Le enseñamos que existe otra forma de ser loba- Explicó de manera pensativa -No me gusta su manera de ser ni de vivir, pero no es mi deber ni mi interés juzgarlos pues ningún Fenrir, ni yo misma, somos ajenos a la violencia y no puedo pretender que no la conozco - Indicó, recordando la paliza que le había metido su padre cuando le dejó en claro que no podía ser guardianaEs su forma de vida y debo respetarla porque la madre naturaleza así ha querido que sea- Se sintió contenta con su respuesta, alegre de poder canalizar bien sus sentimientos dejando la ira y el dolor al abandono cuando estaba de luto, por parte de Altair -¿Y tú, qué opinas? ¿A quién me estoy dirigiendo exactamente?- Inquirió pero no mencionó el nombre de su Alfa, no estaba segura de estarse dirigiendo a él.
Dado
Fallo: No puede mover las plantas ni limpiar el recinto.
Acierto: Puede mover las plantas y mirar los grabados.
Dados
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El miembro 'Savannah' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Probabilidad' :
'Probabilidad' :
Oren Hitz
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
— Savannah, mucho nos conocemos, tu y yo, para que no pronuncies mi nombre. Ven — su voz resonó en todo el recinto y la mirada argéntea del hombre se posa sobre la delicada figura femenina. El resplandor de la luna marcaba el pálido color de la piel de ambos como haría al acariciar el níveo matiz de dos lirios. En un movimiento lento, medido, su izquierda se alzaba, ofreciendo la mano a la joven para que ocupase el sitio que aún quedaba abierto y sin dueño. Una tríada pura y limpia, el único bastión ante una oscuridad que auspiciaba muerte. ¿Sabría ella del hambre? Fuera, el gélido toque de la noche secaba todo cuanto la luna no cubriera, manteniendo la rebosante vida en aquél secreto y confinado rincón. Los presagios no auspiciaban misericordia, y es entonces cuando la bondad y dulces agasajos toman el lugar, alzándose por encima de cualquier mancha; una marca de luz en la avasallante penumbra. El balance nunca cesa, siempre encontrando su forma y lugar. Aguerrida mujer o sabio consejero, todo es parte de lo mismo.
— Una opinión es una historia en sí misma. El reflejo de la construcción de tu propia percepción y eres buena en ello, no muchos han intentado comandar la naturaleza a su designio como tú, con el corazón en el lugar correcto. Si, la llave esta oculta debajo. Deja la practicidad del cuerpo un momento y oye, piensa, siente. — engloba la habitación con un barrido de sus brazos — Nunca escucharía a tu llamado pues no hay vida vegetal que comandar. Dices que no es tu deber, pero ¿No es el pastor quien debe guiar la oveja? Así como el líder lleva la manada ¿No crees que el chamán ha de encarrilar el espíritu del lobo hacia adelante? ¿Realmente piensas dejar los hechos y creer que los supuestos sabios arcanos son justos y necesarios? ¿Quieres depender de las opiniones de los proclamados justos en su éxito? El lobo no es un ser que persiga su cola, ciegos ante la verdad. Aprendemos, crecemos, nos adaptamos, evolucionamos. Nos temen y comparan con bestias sin mente y sentido, pues el miedo guía su mano del hambre de la curiosidad, del saber, del hervor que nos lleva a crecer sin mesura. A la verdad siempre le ha gustado esconderse sobre grandes fachadas. ―
Cuando los ojos se cierran, la imagen muta. Confín sellado por aquellos sin voz, ahora recuperada. La miríada de gritos en súplica por clemencia que jamás conocerían. Una determinación de acero templada en llamas del fuego más profundo. Su nombre es la sombra que persigue los sentidos, lo que ves por el rabillo del ojo y obligas a la memoria a olvidar. El deseo destructivo del cáncer de una raza creada para ser odiada. Los ecos del tiempo permitían la perpetuidad de la palabra, el recordatorio de las posibilidades y un destino pecaminoso poblado de sangrientas espinas. ¡Gloria! Encontrada la verdad solo ves la putrefacción de la manzana, un universo que desgana por la fuerza de su propio hacer. La guerra del orgullo, el hambre de la nada, la peste de la mortalidad y la muerte del espíritu. El amor es demasiado grande para ser merecido, un don que deja en adorno al libre albedrío; la raíz de todas las causas.
― La llave siempre estuvo en tu mano ― sanciona y la más densa oscuridad termina por tragar la habitación, allí nadie queda, solo una joven con la determinación de su corazón en la mano.
Segundos que saben a minutos, minutos que se sienten como horas. Las antorchas encienden y la habitación ha vuelto a mutar. Lienzo vacío, el hombre descansa a su lado y la hierba en sus ojos parece calma, apagada pero aún con matices de vida. De pie, siempre al centro, una figura envuelta en cueros viejos, rostro velado en su posición a baja luz, sonríe de lado. No hay palabras, solo la hoja argéntea del filo al levantarse. Tienes el primer golpe, si es que puedes darlo.
— Una opinión es una historia en sí misma. El reflejo de la construcción de tu propia percepción y eres buena en ello, no muchos han intentado comandar la naturaleza a su designio como tú, con el corazón en el lugar correcto. Si, la llave esta oculta debajo. Deja la practicidad del cuerpo un momento y oye, piensa, siente. — engloba la habitación con un barrido de sus brazos — Nunca escucharía a tu llamado pues no hay vida vegetal que comandar. Dices que no es tu deber, pero ¿No es el pastor quien debe guiar la oveja? Así como el líder lleva la manada ¿No crees que el chamán ha de encarrilar el espíritu del lobo hacia adelante? ¿Realmente piensas dejar los hechos y creer que los supuestos sabios arcanos son justos y necesarios? ¿Quieres depender de las opiniones de los proclamados justos en su éxito? El lobo no es un ser que persiga su cola, ciegos ante la verdad. Aprendemos, crecemos, nos adaptamos, evolucionamos. Nos temen y comparan con bestias sin mente y sentido, pues el miedo guía su mano del hambre de la curiosidad, del saber, del hervor que nos lleva a crecer sin mesura. A la verdad siempre le ha gustado esconderse sobre grandes fachadas. ―
Cuando los ojos se cierran, la imagen muta. Confín sellado por aquellos sin voz, ahora recuperada. La miríada de gritos en súplica por clemencia que jamás conocerían. Una determinación de acero templada en llamas del fuego más profundo. Su nombre es la sombra que persigue los sentidos, lo que ves por el rabillo del ojo y obligas a la memoria a olvidar. El deseo destructivo del cáncer de una raza creada para ser odiada. Los ecos del tiempo permitían la perpetuidad de la palabra, el recordatorio de las posibilidades y un destino pecaminoso poblado de sangrientas espinas. ¡Gloria! Encontrada la verdad solo ves la putrefacción de la manzana, un universo que desgana por la fuerza de su propio hacer. La guerra del orgullo, el hambre de la nada, la peste de la mortalidad y la muerte del espíritu. El amor es demasiado grande para ser merecido, un don que deja en adorno al libre albedrío; la raíz de todas las causas.
― La llave siempre estuvo en tu mano ― sanciona y la más densa oscuridad termina por tragar la habitación, allí nadie queda, solo una joven con la determinación de su corazón en la mano.
Segundos que saben a minutos, minutos que se sienten como horas. Las antorchas encienden y la habitación ha vuelto a mutar. Lienzo vacío, el hombre descansa a su lado y la hierba en sus ojos parece calma, apagada pero aún con matices de vida. De pie, siempre al centro, una figura envuelta en cueros viejos, rostro velado en su posición a baja luz, sonríe de lado. No hay palabras, solo la hoja argéntea del filo al levantarse. Tienes el primer golpe, si es que puedes darlo.
Savannah
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
La licántropa deslizó la mirada por el rostro de Oren ante aquellas palabras. Sí, sentía que lo conocía pero no sabía …No se atrevía siquiera a imaginar que realmente estaba viviendo eso en ese momento. Tomó la mano con cierto recelo y se sentó a su lado enderezando levemente la espalda. Escuchó con atención y miró hacia las ramas escuchando aquello de la llave con el ceño levemente fruncido. Entonces… Si estaba allí debajo, porqué su magia no funcionaba? Se humedeció los labios, pensativa.
-No dependo de la opinión de nadie, construyo la mía en base de lo que vivo, he visto y creo- Indicó pero algo la puso en sobreaviso y se incorporó mirando alrededor. Cuando Oren volvió a hablar, Savannah como una estúpida se miró literalmente la mano pero no encontró nada. Ni una llave, ni un …. NADA. Sólo sombras. La mujer no abrió la boca sino que confió en el resto de sus instintos. Estaba ciega pero no indefensa. Sus oídos percibían movimiento, su nariz podía notar un cambio en los aromas. Se le erizó la piel pero no emitió palabra, sentía que el tiempo se ralentizaba y la soledad empezó a agobiarle porque era uno de sus grandes temores. Estar sola porque los espíritus solían atacarla y en ese instante se sintió más sola que nunca.
Estuvo a punto de gritar el nombre de su alfa pero de pronto todo se iluminó y lo vio -Oren…- La sensación, sin embargo, seguía presente. Alzó la mirada frente a la figura con la espada y temió que atacara a su alfa así que caminó hasta ponerse frente a él, entre los dos. Se quedó mirándolo, notando que éste no se movía. Estaba a la espera. Skoll. Recordó a su padre, sus palabras, su paliza. Miró por encima del hombro a Oren y volvió la vista a la figura -No puedes atacarme y no pienso atacarte. En este lugar las leyes no juegan de la misma manera. Soy chamana del clan Fenrir y tú no eres más que un espíritu. Es mi deber encarrilarte. Entrégame la llave- Ordenó y movió las manos concentrando toda su energía mágica en ellas y sintiendo como finalmente la naturaleza parecía responder a su llamado.
-No dependo de la opinión de nadie, construyo la mía en base de lo que vivo, he visto y creo- Indicó pero algo la puso en sobreaviso y se incorporó mirando alrededor. Cuando Oren volvió a hablar, Savannah como una estúpida se miró literalmente la mano pero no encontró nada. Ni una llave, ni un …. NADA. Sólo sombras. La mujer no abrió la boca sino que confió en el resto de sus instintos. Estaba ciega pero no indefensa. Sus oídos percibían movimiento, su nariz podía notar un cambio en los aromas. Se le erizó la piel pero no emitió palabra, sentía que el tiempo se ralentizaba y la soledad empezó a agobiarle porque era uno de sus grandes temores. Estar sola porque los espíritus solían atacarla y en ese instante se sintió más sola que nunca.
Estuvo a punto de gritar el nombre de su alfa pero de pronto todo se iluminó y lo vio -Oren…- La sensación, sin embargo, seguía presente. Alzó la mirada frente a la figura con la espada y temió que atacara a su alfa así que caminó hasta ponerse frente a él, entre los dos. Se quedó mirándolo, notando que éste no se movía. Estaba a la espera. Skoll. Recordó a su padre, sus palabras, su paliza. Miró por encima del hombro a Oren y volvió la vista a la figura -No puedes atacarme y no pienso atacarte. En este lugar las leyes no juegan de la misma manera. Soy chamana del clan Fenrir y tú no eres más que un espíritu. Es mi deber encarrilarte. Entrégame la llave- Ordenó y movió las manos concentrando toda su energía mágica en ellas y sintiendo como finalmente la naturaleza parecía responder a su llamado.
Dados
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El miembro 'Savannah' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Probabilidad' :
'Probabilidad' :
Oren Hitz
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Misterios y mensajes ocultos, de agonía y su final. La silueta dio una única vuelta obligando a ser acompañado en su andar. Una caricia a la cintura ajena que se convirtió en su ancla y centro de gravedad. Era rápido. La delicadeza de unos grados de inclinación, la cercanía inminente y un beso del metal hacia un delicado cuello. Fina línea que arde un infierno, las raíces interpuestas solo en el momento justo. Un buen ojo notaría que allí había demasiados tiempos juntos en un solo lugar, todos armonizando en suma belleza. No hay palabras, argénteos orbes se asoman y su mensaje es claro en el silencio. Nunca hay un absoluto, pequeña. Su sonrisa deslumbró el lugar, capturando la atención del dúo presente quienes se helaron en su sitio – Cuidado, eso es plata. – dijo el lobo adormecido, intentando incorporar su cuerpo y repasando el nombre en su mente. Ni aliado o enemigo, un ser más allá de toda disputa o restricción y quizás su única opción.
Se arroja y dos mundos colapsan, la figura y el alfa se enmarañan en una seguidilla de golpes que deja en claro que ninguno daría espacio a ceder. La pareja era una de espejos bailando en perfecta sincronía la misma danza. Las almas que conocen solo una parte, una verdad. La mentira. Y mientras sus cuerpos se resentían en pasos exagerados bañando los pulcros azulejos del desliz de cada pie, la vuelta no terminaba. La habitación volvía a llenarse de ignorantes sonrisas se lucían como un cartel de bienvenida a la perdición, favores que nunca tendrían gracia. Pobres vidas en condena sin un don que les salve.
― Ya no soy un cachorro ― gruñe en un hilo de aire, el poco aliento que el encuentro le permite y, sin embargo, aumenta la cadencia de golpes pesados; brazos que se nutren de esferas alargadas de densa musculatura, gigante que a pesar de coloso no logra abatir la guardia de su contrincante. Las espadas a cada mano significaban el peligro más inmediato para ambos. Entonces dejó que la gravedad hiciera su trabajo, inclinándose sobre ella a la par que su mano imita el movimiento por la cintura que el encapuchado había logrado en Savannah. Girando en la pista y sobre sí mismos como los planetas hacen alrededor del sol, perfectas estrellas en una sincronía absoluta. Los labios del hombre probaron la piel que se cubría desde el cuello hasta el pecho, una línea perfecta como el cuidado tenido al trazarla. Cierras las fauces y arranca, llevando consigo nada más que la capucha.
Larga cabellera que se libera, un manto de plata y seda, la envergadura de sus hombros cubiertas por plumas disimiles del mismo níveo tono. Menuda, pero en ella nada dicta frágil. El negro alrededor de sus ojos resalta la claridad de ojos que compartía con el lobo de minutos antes. La imprenta de Hati en su frente, sonríe, mantiene el silencio.
― No era lo que planeaba, pero tendrá que ser. ¿Crees que no reconocería las hojas dobles de Luna? ― pregunta, ella carcajea ― Siempre el alma de la fiesta, Maestro ―
Se arroja y dos mundos colapsan, la figura y el alfa se enmarañan en una seguidilla de golpes que deja en claro que ninguno daría espacio a ceder. La pareja era una de espejos bailando en perfecta sincronía la misma danza. Las almas que conocen solo una parte, una verdad. La mentira. Y mientras sus cuerpos se resentían en pasos exagerados bañando los pulcros azulejos del desliz de cada pie, la vuelta no terminaba. La habitación volvía a llenarse de ignorantes sonrisas se lucían como un cartel de bienvenida a la perdición, favores que nunca tendrían gracia. Pobres vidas en condena sin un don que les salve.
― Ya no soy un cachorro ― gruñe en un hilo de aire, el poco aliento que el encuentro le permite y, sin embargo, aumenta la cadencia de golpes pesados; brazos que se nutren de esferas alargadas de densa musculatura, gigante que a pesar de coloso no logra abatir la guardia de su contrincante. Las espadas a cada mano significaban el peligro más inmediato para ambos. Entonces dejó que la gravedad hiciera su trabajo, inclinándose sobre ella a la par que su mano imita el movimiento por la cintura que el encapuchado había logrado en Savannah. Girando en la pista y sobre sí mismos como los planetas hacen alrededor del sol, perfectas estrellas en una sincronía absoluta. Los labios del hombre probaron la piel que se cubría desde el cuello hasta el pecho, una línea perfecta como el cuidado tenido al trazarla. Cierras las fauces y arranca, llevando consigo nada más que la capucha.
Larga cabellera que se libera, un manto de plata y seda, la envergadura de sus hombros cubiertas por plumas disimiles del mismo níveo tono. Menuda, pero en ella nada dicta frágil. El negro alrededor de sus ojos resalta la claridad de ojos que compartía con el lobo de minutos antes. La imprenta de Hati en su frente, sonríe, mantiene el silencio.
― No era lo que planeaba, pero tendrá que ser. ¿Crees que no reconocería las hojas dobles de Luna? ― pregunta, ella carcajea ― Siempre el alma de la fiesta, Maestro ―
Contenido patrocinado
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Página 4 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.