Mole Antonelliana

Emme

- Soy semielfa, me encantan los bocatas de mortadella. Con aceitunas...eso es un vegetal, verdad? Pues ya está. - dijo hoscamente. Se cruzó de brazos, seguía sin poder evitar ponerse a la defensiva.

- Exacto, su hermano. - hizo un gesto de curiosidad, aun con su ceño fruncido, cuando Benjamin mencionó a un hermano problemático, le resultó curioso que lo dijera tan a la ligera. Sin embargo, se dio cuenta de que le preocupaba. - Si pelea como tú...seguirá vivo...aunque con lo que dices, no sé si eso te resulta un consuelo o no.

Apretó los labios, negando, pues no tenía ninguna idea que prometiera sacar a todos con vida de aquel rescate de locos, aun con los la de Brigada y la Calabria juntas. - No....Pero quizá Marco tenga alguna idea. A él se le dan bien esas cosas.

Llegó la egipcia, y la semielfa se dio cuenta de que no tenía muy buena cara. La miró de arriba abajo, pero no iba a meterse donde no la llamaban.

- Sí, tardan un poco de más. Quizá han tenido problemas. - temía que con los Guardiani.  Con esos, nunca podías fiarte.






En ese momento, unos pasos comenzaron a escucharse. Poco después, se hicieron visibles las siluetas de tres personas.

Se aproximaron, dejandose ver, todos ellos portando serios semblantes: Lucía, Francesco y Leonardo. Miraron con desconfianza a los brigadistas, y finalmente a Daeketh, que habló la primera para romper el hielo. Pero sus ojos...pasaron rapido por todos ellos, a la vez que entreabría la boca. Algo no iba bien.


***

- Y Marco?

Un denso silencio se apoderó del recién llegado trío. La cara de Leo era un lienzo de angustia. Aunque al final se deshizo como pudo del nudo de su estómago para hablar.


- Marco...no está. Cuando Marchetti vino a por su mercancía y nos vimos con las manos vacías... insinuó que se cargarían a mi hermano esa misma noche en el espectaculo del Coliseo, a no ser que le ofrecieramos algo bueno a cambio.

- Y adivina quien se ofreció? - gruñó Lucía con su habitual cara de mala hostia, aun mas marcada por la ira. - Marco se ha entregado. El muy capullo! nos ha abandonado asi y nos ha dejado el marrón a nosotros! - contenía la tristeza tras ese cabreo. Temía que lo hubieran matado ya. Era una especie de padre para esa banda, para ellos.

Daeketh maldijo y bajó la mirada....el plan se complicaba sin Marco.
- Pues ahora tenemos un motivo más para ir al Coliseo y reventarles el culo! - dijo intentando levantar los animos. Que estaban por los suelos, asi que no tuvo mucho éxito...

- .... al menos ellos han cumplido su parte del trato. - añadió el práctico Francesco, señalando a los de la Brigada con la barbilla. - Nos la habéis devuelto toda remendada, gracias.

- ¡Eso no es vegetal, para nada! - repliqué medio riendo medio indignado a eso del bocata de mortadela. La elfa había sido graciosa por primera vez, y eso era mucho después de su entrada drama "No, ya nada. Ya no quiero nada y me tomo una pastilla chunga de morición". Cuando dijo lo de mi hermano suspiré negando con la cabeza, pues me daba algo de pena aunque supiese que no tenía remedio. Tal vez había sido un poco culpa de todos. De sus hermanos en especial. En ese momento llegó Cleo, que no sabía cómo demonios nos había seguido con la mala pinta que tenía. - Cleo...te dije que te quedaras en el barco. Podía arreglarme solo. Además, mira qué cara tienes. - chisté por lo bajo modo reproche, empujándola por el hombro para obligarla a sentarse. Ahora me tocaría llevarla de vuelta al barco, por terca.

No tardaron en aparecer los compañeros de Daeketh, habían cumplido su palabra al igual que yo la mía. - Ya pensaba que no veníais...je. - me di con la palma de la mano en la frente cuando explicó el motivo de tener esos gestos tan apagados. Ese Marco era un cretino liante.

- Vaya hombre. Ya tenía que hacerse el héroe. ¿Por qué no espera a los profesionales? - me señalé a mí mismo con el pulgar, aunque podía entender por qué lo había hecho el otro. - Pues no esperemos más, tenemos mucha gente que rescatar, culos que patear y problemas que solucionar .- le di una palmada al hombro de la elfa cuando dijo que la habíamos remendado, soltando un sonido jactante. - Pues claro, os decíamos la verdad. Empezamos con mal pie, pero ya ves. Ahora al lío, nos organizamos para unirnos con la Brigada y asaltamos el Coliseo de manera caótica. No podrán con nosotros.

PS: 190 -5PS (Maldición) = 185
-Que no me da la gana- Le gruñí, arrugando el gesto a Ben cuando volvió a regañarme a su manera de haber bajado a la superficie a acompañarles y no haber ido en el barco. En el barco no había nada que hacer y los ánimos estaban caldeados, en realidad, prefería estar en cualquier otro sitio -Además, yo te metí en este embrollo, no te voy a dejar solo. No seas cabezón tú- Respondí mientras me empujaba por los hombros para quedar sentada, con gesto hosco y huraño y brazos cruzados. Además, que el grupo de camorristas tampoco es que fueran especialmente de fiar, por mucho que nosotros hubiésemos cumplido ellos… bueno, ellos tenían un historial de puñalada trapera a sus espaldas. -Y dejad de mirarme como si me fuera a morir mañana. Estoy bien, aún me queda tiempo para visitar el Hades- Mentí un poco, tratando de hacerme la dura con la extraña sensación de que sobraba en aquel momento, ¿sujetavelas? Un gruñido mientras me cambiaba de posición, pensando en aquello mirando a la elfa y al pelirrojo.

En cuanto se escucharon las pisadas me puse en pie, acercando la mano a la zona del bo. Por si se trataba de los Guardiani o si había intenciones oscuras en aquellos rostros largos que acababan de aparecer. -¿Mercancía?- Verbalicé mi pensamiento en voz baja, como si estuviera hablando con una grabadora sobre aquello que necesitaba entender y que no me encaja con el resto del discurso. Quizás, la elfa con sus súper oídos pudiera haberme escuchado, o Ben al estar a mi lado, dudo que ninguno más. -No hay nada que agradecer, ni tampoco tiempo que perder. Es mi trabajo y lo haré encantada- Aclaré a Francesco, en un aire mucho más conciliador. -Lo ha hecho porque son su familia. Igual que el capi se entregó por nosotros en la isla. Lo sacaremos de allí- Me hubiese gustado ponerle la mano sobre el hombro de la mujer, pero… temía que me la quitara de un manotazo. De modo que preferí mantener el contacto y las muestras de cercanía contenidas.

-Muy bien, el tiempo apremia, como dice Ben. Tenemos culos que patear. ¿Cómo entramos en ese Coliseo? ¿Hacemos un boquete? Podíamos usar las catacumbas… o los escondites de los Souls, solo que, nadie conoce donde están. ¿Con cuántas fuerzas podemos contar? ¿Malatesta? ¿DaFirenze? Lideraban la resistencia hace años-

La semielfa se acercó al grupo, concretamente a Lucía, a paso lento. Finalmente, estampó lentamente su frente contra el pecho de la rubia, y se quedó ahi, era una especie de abrazo al que la otra respondió rodeandola con un solo brazo.

Lucía miró a Ben, con cara de ir a dispararle ahi mismo por soltar sandeces.

- Hacerse el héroe? Esperar a los profesionales? Vuelve a insultar a Marco y te arranco la lengua. - la rubia cumpliría su promesa. El de las gafas empezó a reirse del plan del pelirrojo, pues era absurdo. - No sabes como es ese sitio! Solo sales muerto o si te sueltan! - se señalo la cara con el cuchillo, aquellas marcas no eran por nada.

- Os van a hacer papilla. Déjame hablar con la morena, parece tener más seso que tú.

Y miró a Cleopatra.
- Exacto, familia. Tu entiendes. Y al menos piensas antes de hablar. Los escondites de los Soul, dices? En Roma están actuando, oh si. El Vaticano los busca, son como los indeseables nº1 de Roma. Pero se saben esconder muy, muy bien.... Quizá se alíen con nosotros en un posible asalto al Coliseo, estoy seguro de que les interesa tanto como a nosotros.

- Da Firenze....se le da por muerto. Se cree que lo asesinaron. Y Malatesta... está con los magos extremistas desde entonces. - afirmó Lucía, sorprendida de que Cleopatra los conociera. - Vosotros ya habéis estado en Roma, verdad?

Intercambiaron miradas, la utilidad de esos aliados era ahora más palpable.

- Quizá podemos sobornar a Marchetti y que nos cuele, si ve que nuestro acuerdo es mas provechoso que el que tiene con el Papa...cambiará de piel. El un mercenario, ya trafica a espaldas de los Guardiani. Es eso o entrar a la fuerza como habéis dicho.

- Podemos pensarlo por el camino. Deberíamos poner rumbo a Roma. - Francesco tiró su cigarrillo, haciéndoles un gesto para volver a sus vehículos.

Era hora de marcharse de alli.


Emme


Emme

Emme


off:
podéis salir de Turín ya. Debéis trazar vuestra estrategia de cara al ataque al Coliseo, siendo las opciones:
- por la fuerza, sin disimular
- intentar usar conductos subterráneos secretos
- negociando/sobornando al tal Marcheti.
- las mezcláis todas?

Cuando la tengáis dilucidada me lo decís para abrir una vía u otra.

- ¡Pues vale! ¡Si la palmas no será culpa mía, yo te lo advertí! - discutí con Cleo porque la testaruda era ella y no tenía que haber venido. Eso o tenía celos de la elfa, a saber. Cuando aparecieron los otros fue Cleo la que puso algo de paz, haciéndome entender que lo había hecho para proteger a los demás, tal y como habría hecho Lykaios. - Está bien, ya lo entiendo. - suspiré, contando después a todos los que habían venido.

- Aquí hay mucha gente, a ver...hablad de uno en uno, que me lío, coño.- me pareció que eran un poco dramas, pero es que siendo ellos tan mierdas como eran pues normal que todo les supusiese un problema. - Ey, los Soul son colegas de batallas. Un poco rancios, pero ayudan a hacer cosas. Lo que me molesta es que ellos sean más enemigos que nosotros. Nos quitan protagonismo y no me gusta. - me aparté el pelo de la cara con gesto de agobio, tanto nombre italiano iba a necesitar un croquis.

- Ay, putos Torricelli...ese era el de la presión atmosférica, ¿no? bueno, da igual, escuchadme. No necesitamos a nadie para entrar, pero creo que será mejor ir de modo sigiloso porque la pelea llegará tarde o temprano. El mercenario ese...pues no me fío. Podemos usarlo hasta que nos sirva, y después adiós. Hemos estado en Roma, así que conocemos algunos caminos útiles, a no ser que haya cambiado mucho la cosa. - dicho eso nos marchamos de allí todos, terminando de definir el plan por el camino y dejándole a Cleo los detalles por pulir, porque era la parte que peor se me daba.