Guarida Tepes

Lo de la conversación hizo que mirara a Nicho un momento que, la verdad, se veía bastante embelesado con la chica de pelo verde. Iroh sonrió, él había tenido que tener esas conversaciones con sus hermanos. Les había quitado un poco el hierro y lo hablaron de forma más distendida, pero ellos eran chicos -¿Por qué mejor no le hablas de hermana a hermano? No eres su madre, Belle…- No lo dijo en tono recriminatorio y alzó los hombros para quitarle peso a sus palabras -Fue lo que me sirvió con los míos- Le explicó.

Tras ese intercambió se entregó a la canción, tanto bailando como cantando a todo pulmón, y le gustó ver que Belle también lo hacía. Observó el desorden de cabello que se movía al ritmo de la canción y sonrió, el cabello de Belle era precioso y le había llamado la atención desde el primer momento. Cuando acabó la canción, le puso las manos en la cintura, aún siendo bastante caballero. Le sonrió cuando hizo aquella pregunta y la verdad es que le apetecía poco suavizar sus intenciones, la atrajo un poco más para poder responderle al oído -Sólo si quieres vivir una vida para recordar- Le dejó un beso en la mejilla, pero al echarse hacia atrás para mirarla lo hizo acariciando su piel con la punta de la nariz y amagando a rozar sus labios pero…No lo hizo, no la besó, sólo la observó en la escasa distancia que los separaba.

Alzó la mirada a las luces, regalandole una sonrisa pícara a Belle antes de separarla y hacerla girar sobre sí misma un poco. Aquella canción tenía buen ritmo y lo que tiene todo músico es que se dejaba guiar por él. Bailó observando como Belle hacia un excelente intento de seducirlo, como si ya no estuviera interesado, y le sonrió atrapando su dedo para que -pese a darse la vuelta- no se fuera muy lejos. Porque si él interpretaba bien las líneas que le dedicaba, pues estaba claro que estaban en la misma página. Subió la mano hasta su barbilla y con el pulgar, lentamente, tiró de su mentón para que no se mordiera el labio observándolos con intensidad, antes de subir la vista hacia ella.

La pregunta hizo que le sonriera al recordar una vieja canción que había sido muy famosa y que, la verdad, se la había enseñado su hermano pero le venía perfecta para ese momento. O eso creía él. Cuando la música empezó a sonar cogió una mano de Belle para darle la vuelta pero esta vez, en vez de dejarla a su bola, la atrajo hacia él y rodeó su cintura con  ambas manos y las bajó a su cadera sólo para sentir como se movía al ritmo de la música. Tenía el corazón latiendo con bastante fuerza en el pecho pero no quería que Belle se le escapara como arena entre los dedos por pensar que se propasaba, así que lo mejor era que le diera un poco la espalda para no verle el rostro o, mejor dicho, que no viera el de él que seguro se leía como un puto libro abierto.


OFF: Me salió lo popera gente ¡Pero es que les viene a huevo a esta parejita xD!

Justin Granger escribió:-¿Llegado hasta aquí? Andando- Bromeé, con una sonrisa abierta, en aquella posición con el antebrazo apoyado en la baranda. Miró a Khan cómo lidiaba con los efectos del alcohol, recordando cuando me emborraché sin querer en la casa antigua de los Black. Mañana tendría mucho dolor de cabeza. -La idea de hacer una fiesta es que tú también te lo pases bien. No te preocupes, se te pasará- Traté de consolarlo incorporándome y pasándole la mano por el hombro con suavidad, aprovechando que se ahora estaba de espaldas a la baranda. Antes de irme buscaría algo que pudiera hacer de analgésico. Había leído en el libro de farmacología los efectos del extracto del sauce.  -No hay prisa, cuando te encuentres mejor, volvemos dentro y cantamos esas canciones que quiere Iroh- Mentí porque por mi parte me daba muchísima vergüenza subir a cantar. Prefería estar en un sitio más tranquilo, con menos ruido.


Yo no me arrastré borrachilmente por la barandilla, sino que me senté de una forma mucho más elegante, quedando sentado a su lado, mirando la pared o la puerta de delante. En verdad a nada ni a nadie, hasta que reconocí un pelo morado y le dije con el dedo pulgar que todo estaba bien. Escuché las preguntas sintiendo un leve peso en el pecho, bajé la mirada, levemente para acabar la frase inconclusa -¿Padre?- Terminé la frase con cuidado. Suspiré y sonreí, de una forma cansada y triste. Entonces negué en silencio. En verdad me había hecho daño antes, qué bruto había sido -Supuse que estaba bien tener un hombro en el que llorar. Un amigo que estuviera contigo sin esperar nada a cambio. Pero vamos, que sí hubieras preferido a Newton podrías haberlo dicho- Bromee, para destensar la conversación. Estaba sentado, pero en aquel momento doblé las piernas una sobre otra mirando al interior de la habitación donde todavía se desarrollaba la fiesta, por las canciones que se escuchaban de fondo. Por ahí estaría Nichollas, coqueteando con aquella tipa que… arg, le iba a quitar a su mejor amigo. Aunque algo me decía que “algo” (o alguien) ya le había distanciado del pelirrojo. No estaba seguro de qué, pero era un hecho. Bajé la mirada con pena, tratando de reflexionar sobre aquello -No es “por quien eres”. Es por “quién eres”: Khan. Sin importar el apellido… o si eres mágico o troll o muggle. No es tu apellido, ni el renombre lo que te define, sino esto- Dije señalándome mi propio centrotorácico, a la altura del esternón, refiriéndome al interior de cada uno. -Y cuando yo miro, veo a un chico amable, buena persona, que trata de superar sus circunstancias tratando de olvidarlas en alcohol- Sonreí y alcé las cejas y me encogí de hombros, como diciendo: “lo siento, pero esto es así”. Sin embargo, no me apeteció mucho responder a la pregunta sobre mi padre. Tal vez él ahogara sus penas en alcohol, y yo en trabajos y horas extracurriculares. Qué absurdo, qué mal ejemplo a seguir, vaya un consejero pésimo.

- Si no me pasa nadaa, voy bien. - mintió haciéndose un poco el interesante, aunque con las pintas que llevaba no colaba. Hasta ese momento se estaba divirtiendo, incluso pensaba que en un rato podría volver dentro a seguir con el concierto tal y como decía Justin. Ladeó la cabeza para mirarlo cuando se sentó en el suelo a su lado, pensando en que tenía un bonito perfil. Era diferente del de Lémoni, en el que también se había fijado, pero también le gustaba. Se empanó un momento con ese pensamiento y porque le estaba entrando sueño, escuchando a medias lo que dijo de padre. Había sido una mala idea preguntarle por él, porque nunca quería hablar del tema.

- Lo siento...no quería hacerte pensar en eso. - asintió despacio, era verdad que le había ayudado tener a alguien de su edad con quien poder desahogarse cuando su padre estalló por los aires. Tenía suerte de no haber visto aquello, o la imagen se le habría quedado grabada toda la vida. Sacudió la cabeza levemente para no quedarse ahí mucho tiempo, aunque eso le hizo marearse de nuevo. Le costó enfocar otra vez la cara de su amigo.

- ¿Tú crees todo eso que dices? nadie me había dicho algo así...- murmuró un tanto inseguro, pues él se veía como un lastre en el Consejo porque no estaba al nivel de los demás. La batalla de Roma se lo había demostrado, aunque Matvey creyese en él, dándole la oportunidad de librarse él solo de los gusanos. Y ahora ni siquiera tenía a los dragones. Tenía que hacer algo al respecto, recuperarlos a todos.

- Eres mejor que yo, solo que aún no lo sabes. - dijo convencido, sintiendo la necesidad de expresarle de algún modo lo importante que era. Su mente abotargada y adormilada por tanto alcohol no pensaba con claridad ni sentía vergüenza alguna, así que se dejó llevar por el primer impulso que le vino. alternó la mirada entre su boca y sus ojos durante un breve instante. Finalmente rozó los labios de Justin con lo suyos, cerrando los ojos para besarlo de manera algo precipitada y torpe. Apenas duró unos segundos, y cuando se separó dejó caer la cabeza sobre su hombro, quedando ahí a medio camino entre estar dormido y el coma etílico.

Sonreí con ternura cuando el pobre trataba de aparentar que estaba bien, cuando los dos sabíamos a la perfección que era mentira. No le respondí de una forma verbal, pero mi gesto, con un breve asentimiento, dejaba entender que sí. Por eso habían salido a que le diera un poco el aire. En verdad no me importaba estar ahí, lo prefería a estar dentro viendo el espectáculo que estaban dando entre unos y otros. -En cuanto nos dé un poquito el aire, entramos- Repetí,  pasándole la mano por la espalda, tratando de reconfortarle y que todo estaba bien. Tampoco tenía prisa, la verdad. La compañía era agradable, aunque el olor del alcohol picaba un poco en la nariz a decir verdad. Podría haber sido peor, podría haberse puesto a vomitar. La brisa soplaba y acariciaba nuestras mejillas ruborizadas por el calor del interior de la sala.

Apoyé la cabeza sobre la barandilla y negué cuando me pidió disculpas, mirando al frente. Algún día le contaría toda la historia, supuse, aunque para eso tendría que sanar ciertas cicatrices y perdonar decisiones del pasado que habían dejado huella en el presente. Pensar en aquello sí me hizo sentirme triste, y noté cómo una lágrima trataba de acumularse en el lacrimal. Alcé la mirada, para que se repartiera por la córnea y lo que no, lo quité con el nudillo. Giré despacio hacia Khan cuando me dijo aquello de que creía lo que decía, mirándole con desconcierto marcado. Entonces le analicé de arriba abajo y le sonreí, cogiéndole de la mano para que nuestras palmas contactaran. Estaban pegajosos del alcohol y calientes por la vasodilatación periférica. Entonces me puse a jugar con nuestras manos, haciéndolas chocar entre ellas -Porque no tienen ni idea de con quién están tratando- Le respondí sin ningún tipo de duda fijando la mirada en las palmas -O porque no quieren ver lo que yo veo- Seguí explicándole, antes de decirle qué era lo que veía en él y que no necesitaba alcohol para demostrarlo, alzando la mirada hacia él en aquel momento y sonriendo con timidez.

A su respuesta simplemente negué, sí después de ruborizarme un poquito por el halago -¡Qué va! Yo no soy nadie- Un cero a la izquierda tal vez, una deshonra también. Traté de quitarle peso a mis propios pensamientos con una sonrisa triste hasta que noté la mirada de Khan cercana. Me estaba mirando, al principio pensaba que tenía alguna mancha o algún desperfecto. Pero no, aquel movimiento de ojos era casi hipnótico y por un instante, el mismo que duró aquel acercamiento no pude apartar la mirada de los ojos verdes. Y entonces llegó el momento en el que el corazón dio un vuelco y casi se me sale del pecho, hasta diría que se me paralizaron los músculos de la respiración. Esos que debían de funcionar. Por un instante mi alma pareció abandonar mi cuerpo porque me quedé paralizado, sin poder controlar mi propia musculatura.

No… no sabía qué tenía que hacer. Tenía la mente totalmente colapsada. Así que, directamente, no pensé con el cerebro y solo sentí y me dejé llevar por aquel calor de aquella respiración tan cálida y tan próxima, cerrando los ojos. Hasta que Khan se separó y, todavía con gesto incrédulo le miré durante el breve segundo que mantuvo su cabeza en el eje vertical. ¿Todo aquello había sido real? ¿Lo había sido? Su cabeza ahora reposaba sobre mi hombro y mi brazo le había rodeado para protegerle. La otra mano se acercó con curiosidad para recorrer mis labios como estímulo de que todo aquello no era, ¿qué? ¿un sueño? ¿era un sueño? Lentamente fui aterrizando a la realidad otra vez. El balcón volvió a su sitio, el peso del inconsciente Khan se acomodaba en mi hombro y la respiración volvía a ser lo que era. Me encendí en aquel momento como un lucero, rojo, y no pude evitar sonreír con ternura mientras acariciaba la nuca de Khan. Aquello era real y… todavía sentía aquellas cosas dentro. Suspiré y me recoloqué, pasándome con suavidad la lengua por los  labios. Traté de despertar a Khan al rato, cuando por fin dejé de flotar en aquella nube.

-¿Por qué no sabré desaparecerme?- Mascullé con molestia, tratando de acomodar a Khan. No iba a pasar con él por delante de todos… y… Oh. Llamé a la nube kinton para trasladar a Khan a sus aposentos, y mover al inconsciente iba a ser más fácil y menos doloroso en ella que en grifo conjurado. La nube podía trasladarlo sin movilizarlo, y dejarlo en la cama sin mayores problemas. No mire de vuelta al interior, la canción había vuelto a cambiar y las luces… ahora aquello daba la sensación de burdel con aquel color rojo. Suspiré por la nariz y me subí a mi montura para, por fuera, dirigirnos a los aposentos del Descendiente y dejarlo lentamente sobre la cama. Hubo que desabrocharle algunos de los botones de camisa, del pantalón y el cinturón sobraba, de la misma manera que la americana. Tras comprobar que pulsaba, respiraba y tenía cierto nivel de consciencia que no fuera peligroso, me dediqué a recoger la ropa que le había quitado, perchando la americana,  guardando el cinturón enrollado y los zapatos debajo de la cama (que necesitarían una buena limpieza). Agradecí tanto al grifo como a la nube su ayuda y me senté a vigilar que todo fuera bien, sin apartar la mirada del muchacho confuso que dormía. ¿Cómo sería al día siguiente? ¿Se acordaría de lo que había pasado? Suspiré prefiriendo no pensar en aquello y, son una sonrisa bobalicona, pasé el rato.

Las cosas estaban saliendo tan maravillosamente para ella puesto que Nichollas parecía haber decidido aceptar los dulces coqueteos qué tenía para él, y ahora que estaban en este momento, lo que hizo primero fue disfrutar el baile cada segundo qué duró, fue como un flash de fuego intenso, algo curiosamente referencial ya que ambos estudian fuego con el descendiente de Moisés, y sin dudas, este arde dentro de ambos.

En el último instante, cuando la pasión estaba a un segundo de desboradarse, todo se detuvo, y Lemóni estuvo ahí flotando en su sitio en absoluta confusión durante unos buenos segundos...

Parpadeó, y luego volteó a ver a otro lugar, logrando ver como Nichollas se chocaba con alguien e iba en dirección al aseo, cosa que Lemóni, en su ebriedad, se tomó como una invitación juguetona de ir a un sitio donde poder darse rienda suelta, así que comenzó a levitar en esa dirección despacio.

Espeeeeerame, ese cuarto necesita dos para empezar a arder.~

Y luego se rió de su propio chiste como buena ebria, y la verdad, es que hubiera interceptó a Nichollas en el baño, mientras que la otra parejita del evento ponía una canción para sí mismos...

Si no fuera porque un león marino fantasmagorico se presentó ante ella, y Lemóni lo miró.

Owwww, pero que boneeeeeeto.~

Se quedó mirándolo un momento, hasta que le dió un mensaje, ah, era un patronus, no el espiritu de un león marino qué la fue a visitar... En fin.

¡Chicoooooos!, me voy por un rato, ¡Me necesitan!~

No tiene ni la menor idea de por qué la necesitan, pero esto le da un sentido de autoimportancia bastante grande, así que atrae a sí misma su bolsita usando magia, y procede a desaparecer de la escena.

Sonreí por el comentario. De hermana a hermano. Ni que en algún momento hayamos tenido alguna conversación “hermana-hermano” que valiera la pena y no acabase con insultos de por medio -Tienes razón. Pero nunca has visto una conversación “hermana-hermano” con él- Comenté sonriendo, refiriéndome a Nichollas -Acababas con barro hasta la coronilla. Ahora… ahora es todo un hombrecillo- Suspiré girando para ver a la pareja todavía en el escenario, cambiando la mirada de divertida a un atisbo de tristeza, sin estar muy atenta a lo último. En verdad, crecen tan rápido. Y nos hemos perdido tanto. Enseguida Helen debería desarrollar sus poderes y tenía que ver en qué se especializarían, hablar con el mejor descendiente para que la acepte, hacer ¡la hoja del censo! Solo pensarlo me hizo llevarme la mano a la cabeza y sonreír divertida, mordiéndome los labios.

Pero, obedeciendo a Iroh, desconecté al Pepito Grillo para solo estar pendiente de lo que decía la canción, con los ojos cerrados para quedar hipnotizada y, sencillamente, dejarme llevar con el ritmo y entregarme entera a ella. Aprovechando la cercanía me fijé con mayor lujo de detalle en el suave rubor de las mejillas de Iroh, del color de sus labios, de cada una de las líneas de los iris de diferente color. Le había hecho una pregunta, bastante directa a decir verdad, y sonreí ante su respuesta, asintiendo con dulzura, como diciendo que, efectivamente, quería, disfrutando aquel tacto suave de la nariz recorriendo el rubor de mi mejilla, pidiendo que se completara aquel circuito con un suspiro cálido. Elevé la mirada, que se había perdido en los labios de Iroh para volver a la mirada de Iroh, antes de quedar los dos hechizados por la siguiente canción y el embaucador ambiente que Lemoni había creado para todos.

De nuevo próximos. Humedecí el esmalte de mis dientes con la suave caricia de mi lengua, sonriendo con picardía ante la oferta de la siguiente canción, devolviéndosela. No sé muy bien, cómo acabé en aquella posición, añadiendo un “uh” mudo, porque hacía un segundo estaba justo en sentido contrario. Me divirtió el giro, acompañando el descenso de aquellas manos a mi cadera, mientras serpenteaba haciéndonos rozar nuestros cuerpos. Se sentía como desfogada, casi desatada. Solté el amarre de las cinturas y las alcé para rodear el cuello de Iroh y dirigir su cabeza hacia mi nuca, la que seguía despejada todavía, acariciando su pelo oscuro.
Aproveché para girarme en cuanto tuve una mínima ocasión de escape, para posar ambas manos sobre sus hombros. La canción no era complicada, de modo que aquellos “La La La” se los podía dedicar. Solté uno de las manos para dibujar una suave línea desde su nariz hasta su barbilla, deteniéndome con cuidado en sus labios, acariciándolos. La otra nos acercó, rodeando el cuello del mucacho. Alcé levemente la mirada hacia a suya, para aproximarme más, incluso ponerme de puntillas y pegar nuestras frentes, la una a la otra, haciendo que las puntas de nuestra nariz contactara. Bajé la mirada de los ojos de Iroh hacia sus labios, que se encontraban tan cerca los míos.

Y los busqué con cuidado, para acompañar nuestras respiraciones en una sola. Sentía la cara ardiendo, el corazón acelerado, casi al mismo ritmo de la siguiente canción, sin enterarnos de que Lemonio se iba. Estaba demasiado ocupada en aquel momento para lo que estaba pasando a mi alrededor. Me separé un instante, para ponerle el dedo índice sobre los labios de Iroh, pero sin quitar aquel que nos rodeaba, buscando, de nuevo, la mirada de Iroh y, por tanto, su complicidad.

[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

Por algo las canas—hago una seña con la cabeza para acentuar mi respuesta, dada a mi imposibilidad de guiñar con el ojo, y hacerlo con mi único ojo, no causa gracia…tal vez involuntariamente, pero es algo que nunca haré por mi propia dignidad—aunque la realidad es un poco más surrealista, digamos que los viajes dimensionales a veces no respetan los tiempos—creo que incluso entre los fanáticos de las historias de viajes entre mundos paralelos, estarán confundidos con lo que me ha sucedido, en teoría el punto A y punto B entre los mundos siempre está en el presente de ambos—chale, me disculparás, pero no tengo ni patata idea, pero ya pensaré en algo a la altura—estoy revisando entre mi archivo mental las canciones en inglés que conozco, para elegir algo acorde a la fiesta y el dueto.

Una vez separados, yo me pongo a observar a los presentes mientras disfruto de la bebida y la comida, sin sobrepasarme claro, no traje nada para aportar, tendré que compensarlo en otra ocasión. La canción de Avicii es genial, solo recuerdo tener “waiting for love”, pero alcancé a reconocer al grupo. Y esto me trae a la memoria un grupo cuya galería de canciones, tengo más presente.

De improviso siento un golpe en la espalda, volteo y recibo una disculpa del pelirrojo, se le ve terriblemente empapado de sudor. Pero si la música en este momento no insta a un baile intenso. Supongo que es cosa del alcohol, aunque esta no te calienta realmente, pero la mente es tan influenciable. Si tarda mucho tiempo en el baño, iré a revisar. Y hablando de fugas repentinas, el dúo del balcón había desaparecido y la chica peliverde anuncia que debe retirarse, bueno, un patronus le trae el mensaje y ella lo expresa a todos—¿segura?—inquiero con cierta preocupación—espera al pelirrojo para que te lleve—sugiero. Sé que no debería importarme al ser una desconocida para mí, pero tampoco soy alguien sin alma y consideración. Pero ella no accede a mi sugerencia pues desaparece cual meme haciendo la seña de “ok, adiós”—esto no puede ser bueno—comento en voz alta ante los demás sobrantes…que están distraídos con su coqueto—voy a por el pelirrojo.

Me dirijo al baño y mientras entro aviso al muchacho—¡hey! Pelirrojo, ¿estas bien?, tu novia acaba de irse, le ha llegado un patronus y se fue a lo hopus copus.

No estaba seguro de si era más bochornoso el espectáculo que estaba dando fruto del alcohol en sangre o la calenturienta y hormonada mente que jugaba una partida que quizás todavía era demasiado grande para mi. La pausa se convirtió en fin de la partida al desaparecer Lemoni del tablón de juego, aunque yo todavía no lo sabía, claro. Suficiente tenía con haber salido de allí cachondo como un mico en celo. En verdad esperaba que, con un poco de agua refrescante, se me pasaran los calores y, sí, también la excitación que esperaba poder seguir ocultando la máxima cantidad de tiempo posible. Y es que, sentía tanto calor que, por un momento creía que podría hacer arder aquella habitación en fuego azul hasta consumirla a cenizas.

Dejé correr el agua del lavaba antes de cogerla con las dos manos y bañarme la cara con ella. Cerré los ojos y deje que el cristalino líquido recorriera mi frente y resbalara por las sienes, siguiendo la línea del pelo y de las cejas, que recorriera las mejillas y se perdiera por la barbilla y el cuello, empapando el cuello de la camiseta de tirantes.
Se me escapó un ahogado gemido ante la sensación de frescor recorriéndome la cara. Al escuchar la llamada de atención en la puerta, por un momento, sentí que el corazón se desbocaba de nuevo, pensando que la partida no había acabado aún. Sonreí con picardía y, sí, cierta malicia, observando a mi propio yo en el espejo. Al final aquel baño sí ardería, pero no sería hoy claramente, porque aquella voz no era la de Lemoni ni mucho menos, sino la del tipo de pelo cano de las canciones raras. Negué con la cabeza y sonreí expulsando aire por la nariz, con cierta decepción, había que reconocerlo. Aunque había cierta zona inferior que no se había dado por vencida aún. Por eso, todavía apoyado en el lavabo y con la entrepierna pegada a la curvatura del mueble, para disimular aquello, respondí invitándole a entrar
-Sí, pasa, pasa- Respondí con la voz un poco pastosa por el alcohol y el dulzor de la bebida. Abrí el grifo y bebí directamente de él -¿Qué locura, eh? Cómo son las fiestas...- Le respondí con una mezcla de decepción por no ser Lemoni y escusa, porque yo no era así de normal. Hasta que terminé por caer en la cuenta…

-No, no es mi novia- Traté de justificarme, quizás demasiadas explicaciones para algo que era ... ¿Qué era? Una fuerte atracción, quizás, no estaba del todo seguro, pero no su novia.
Y es que no me había dado cuenta en el poder que yo mismo manejo, aquel que por lo general uso para calmar a los primos pequeños, a Iberio, Sophie... Aquel en el que la música es capaz de influir en el estado anímico de la gente. Es posible que, al final, hubiera “contagiado” su excitación y ganas de festejar a todos los demás, sin querer, y todo se haya salido de madre. Y quizás, y solo quizás, lo que había empezado como un tonto juego de ver quién canta qué y quién lo hace mejor podría haber acabado en... ¿En qué?. Me mordí el labio inferior pensando en aquello y desviando levemente la mirada al baño, sintiendo una breve presión en el pecho, imaginándome en mis calenturientos pensamientos de un adolescente qué es lo que podéis haber pasado. Volví la mirada a Arturo, con una sonrisa avergonzada y el rubor de nuevo en las mejillas y notando el corazón golpeando en los tímpanos. -Qué calor hacer aquí, ¿no?- pregunté mientras me abanicaba con la camiseta, escuchando, a pesar de tener la cabeza en otro sitio, lo comentado sobre el patronus. Mi cara debió de ser un poema y pasar de casi el éxtasis a una gran decepción. -Vaya…- Traté de disimular con una sonrisa ladeada.

Y fin de la partida.

Me aclaré la cara de nuevo con el agua y cerré el grifo, al fin (hay que pensar en el medio ambiente), apoyándome de nuevo en el lavabo observando el agua perderse por el desagüe -Bueno, al menos fue divertido mientras duró. ¿Arturo, verdad? ¿Los demás se han ido ya?- Interrogué con la mirada tratando de averiguar sus intenciones, porque podríamos seguir la fiesta él y yo solos, qué demonios.

La ornamentación de la sala contrasta con los dispositivos modernos donde están asentados el dueto musical y aún más con el hecho de estar en una isla de fantasía. Pero esto también muestra que nunca estuvieron demasiado aislados…al menos en épocas recientes.

Volviendo a la fiesta, parece que ya está acabando, no ha durado tanto como esperaba, pero hubo diversión. Bueno, la mayoría disfrutó del evento, aunque hubieran llegado pocos, pero aún era una fiesta. El anfitrión y su amigo desaparecieron casi de un momento a otro, la peliverde, Lemoni le ha llegado un mensaje con un patronus, la otra pareja todavía está bailando, mirándose como si los demás no existiéramos, ni cuenta se han dado sobre el resto. Aunque admito que me provocan cierta envidia.

Una vez en el baño, estaba anunciando lo de Lemoni y él chico responde, y al entrar de lleno en el baño, lo veo en una pose particular—prefiero las cosas más tranquilas, pero una fiesta así de vez en cuando no hace daño—el pelirrojo lucha por mantenerse “sereno” con su audaz disimulo, a pesar de la influencia del alcohol—¿en serio?, se notaba a leguas que iban a...—comerse...y posiblemente hubiera sido así, de no ser por el patronus. Si no son novios, están en la fase de coqueteo…algo acelerado, pero el alcohol ayudó con toda seguridad—así son las fiestas—respondo sobre el calor, siguiéndole la corriente—solo cuídate de no sobrepasarte, porque si ocurriera algo, creo que nadie de los demás presentes podría ayudarte—bueno, tal vez si, aquí la magia se puede usar a plenitud.

Su rostro dio un cambio brutal del “serenismo” a la decepción, pero con un triste intento de disimulo por medio de una sonrisa, todo al escuchar la noticia del patronus y la ida de la peliverde. Pensé en si debía decir algo, pero de momento no se me ocurrió algo adecuado. Su devastación es tal que vuelve lavarse la cara—sí, me sorprende que puedas pronunciar mi nombre en español, tu eres Nichollas, ¿no?—ya saben, las dificultades de los idiomas, más pronunciado es en el caso de los nombres—solo ha quedado una pareja, que probablemente se sorprenda al percatarse que casi todos se han ido. Es tu amigo, el baterista y Belle si no mal recuerdo—en ese momento, él me empieza a analizar—¿estas mejor?, ¿necesitas ayuda para volver?, no me gustaría tener que llamar a la ambulancia…o a su equivalente aquí—prefiero ser prudente, siguiendo la filosofía de mi facción—además, dudo que se pueda realizar un mini-concierto con 2 personas como público, tampoco el karaoke, a menos que tengamos un reproductor con función bluetooth—al menos estoy dando una opción antes de dar por perdida la fiesta.

No sé si lo estoy convenciendo, y de pronto, se me ocurre un comentario, que tal vez funcione como consuelo—mira, creo que te interesará saber, que, de no ser por el patronus, quien estuviera aquí, seria tu no-novia, Lemoni—y eso significa...ustedes ya lo saben, no son tan inocentes, ¿verdad?.

Apenas había pasado una hora desde que Justin lo llevó a la cama hasta que comenzó a removerse, murmurando cosas en sueños bastante inquieto. Se despertó todavía mareado, confuso y con el estómago revuelto, sin ubicar muy bien dónde estaba ni en qué momento. Tampoco tenía muy claro cómo había llegado hasta allí, ni qué hacía Justin dormido en el sillón de su cuarto. Al mirar al muchacho le vino una fugaz imagen, la del beso, pero ni siquiera sabía si había sido real o se lo había imaginado. Estaba todo demasiado nebuloso...ojalá se acordase mejor de todo lo sucedido en ese balcón. Eran retazos, sensaciones, pero muy real para haberlo imaginado.

Si era verdad...ni siquiera sabía si aquello estaba bien. ¿Por qué había hecho eso? ¿Cómo debía actuar ahora? ¿Hacer como si no recordase nada en absoluto? ¿Qué pensaría de él? tanta confusión y dudas a la vez le acentuaban el dolor de cabeza. Se puso en pie de manera algo inestable, acercándose despacio a su amigo para echarle por encima una manta y que no se enfriase. Debía haberle arrastrado hasta allí después de aquello. Menuda vergüenza...¿se acordaría él o no estaba tan borracho? Se quedó de nuevo mirando sus labios un momento mientras él dormía, recibiendo la imagen mental del momento previo al beso en el balcón.

Se habría puesto rojo de no ser porque en ese momento se puso blanco al sentir que su estómago quería expulsar lo que tenía dentro de una vez por todas. Se tambaleó hacia el baño que había en el dormitorio, arrodillándose frente al retrete antes de empezar a vomitar la ingente cantidad de mezclas de alcohol que había bebido en la fiesta.

--------------

¿Nº de veces que necesita para sacarlo todo?

El miembro 'Khan Tepes' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

---

'Dado (10)' :

No podía… simplemente no podía mal interpretar sus señales, no? Esa sonrisa pícara mientras le miraba buscando su complicidad era un aliciente a sus esperanzas de que aquella noche podía terminar muy bien. A diferencia de algunos, Iroh había tenido que pasar su adolescencia más pendiente de sus hermanos, sus estudios y la búsqueda de sus padres que de ser un adolescente normal. Nunca tuvo la "edad del pavo" así que se había perdido maravillas de la vida como esa.

Pero a veces no sabía bien cómo actuar así que tiraba un poco de instintos y cuando Belle acercó su rostro a su cuello, rozó la piel con la nariz con cuidado, inspirando su perfume y se atrevió a plantar un beso allí mientras apretaba sus caderas contra las de él. Joder es que la necesitaba cerca. Más cerca. Puta necesidad. Tuvo que inspirar profundo cuando la sintió girarse, esperando que no se le notara mucho el calor que estaba sintiendo.

La observó, recorriendo su rostro y apreciando también que tenía las mejillas arreboladas y mirada cristalina. ¿Era eso? Su tía decía que igual debía escuchar un sí, porque las cosas siempre se podían malinterpretar pero joder… se estaba haciendo un lío importante mientras subía las manos a su cintura: terreno neutral. Entreabrió los labios cuando descendió un labio sobre ellos, sonriendo brevemente. ¿Quería que se callara? ¿Que los usará? ¿Qué le cantará?

MALDITA SEAAAAAAAAAAA

Sin embargo, cuando se puso de puntillas y lo miró, Iroh entendió lo que quería y la encontró a mitad de camino. El beso fue corto y el moreno se quedó con ganas de más pero Belle fue bastante clara sobre detenerse así que simplemente subió una mano por el centro de la espalda y la mantuvo cerca de él, dejando sus ojos en los contrarios sin buscar de nuevo sus labios por respetar sus deseos -Quiero besarte más - Le dijo la puta verdad porque no tenía nada que esconder, pero aún así no se atrevió a dar el paso

Sentía a su tía hablándole directo en el cerebelo.

Cuando la canción acabó pusieron otra con menos ritmo así que Iroh levantó la vista un instante hacia la pista dándose cuenta de que estaban solos y arqueó las cejas -Joder…- Se alejó un poco de Belle para luego analizar la situación, un instante después le sonrió -Nosotros también podemos ir a tomar aire- Pero primero -Coge unos vasos y algo de comer, recojo la batería y nos vamos a ver el amanecer- Porque le puto apetecía y tampoco faltaba tanto. Le miró a los labios un instante antes de soltarla e ir a recoger todo. Dejó lo de Nicho también guardado para que ni por equivocación alguien volviera y le echara un trago encima, la apartó y puso unas letras mágicas garabateado avisando que era de Nicholas Simon. Seguro se había ido con la peliverde, eso le hizo sonreír. Finalmente, Belle y él se desaparecieron de ahí.

Quedé en silencio ante la apreciación sobre que parecíamos algo que… bueno en verdad no éramos nada. Pero es que nada de nada, ni nos conocíamos. Eso no está mal… creo. Al final terminé por encogerme de hombros con una sonrisa ladeada, como de culpabilidad -Sí, supongo- Añadí mordiéndome el labio inferior sobre cómo eran o no las fiestas. Ya estaba bastante acalorado, pero el comentario de si éramos o no nada no ayudó, al contrario, aumentó el rubor aunque esta vez era por algo de vergüenza. Tras lo cual, negué con los brazos, quizás de una manera muy eufórica -Todo está bajo control. Más… o menos- Reí, porque la verdad es que no lo era, pero bueno, ¿quién lo sabría? Suspiré bajando los hombros. ¿Estaba mal pensar que podríamos seguir la fiesta sin los demás? Entrecerré la mirada para inquirir por aquello de que los demás tampoco andaban muy frescos como lechugas cuando me preguntó por mi nombre. Alcé las cejas con cierta sorpresa, pues contaba todavía con cuatro personas más, como mínimo. -¿Mi hermana e Iroh?- Intenté hacer cálculos en mi alcoholizada mente ubicando algún comentario el uno del otro para ubicarlos como el nuevo romance. I mean, mi hermana con mi amigo. Esto era raro -¿Y Justin y… Khan?- A estos dos los había perdido la pista hacía rato, a decir verdad, pero tanto como desaparecer. Se supone que el descendiente es el anfitrión. Qué poco cortés eso de desaparecer de su propia fiesta. Mira, ¿sabes qué? Que me daba igual, me autoengañé con aquello.

Asentí cuando dijo mi nombre, sin entender muy bien lo de su nombre. Con aquello de las canciones sabía copiar bastante bien los acentos, pero tampoco era una habilidad adquirida racionalmente, sino sin querer. Me encogí de hombros, sin una respuesta clara que pudiera pensar en aquel momento. -¿Sabes? Sí. Estoy bien- Asentí al cerrar el grifo. Es decir, estaba con el puntito divertido y tenía ganas de pasármelo bien. No había nada malo en ello. Negué a lo de la ambulancia y le pasé al chaval el brazo por encima ya que, a pesar de que él era mayor que yo, yo era lo suficientemente alto como para rodearle sin problemas y empezar a dirigirnos a la salida del baño, una vez que ya se me había pasado todo el calor de todo tipo. Al menos ya  no parecía un tomate con piernecitas y encima había hecho un nuevo amigo, ¿podía ir la noche mejor? Uhm lo del karaoke y el bluetooth se estaba complicando mucho y me estaba dando dolor de cabeza. Idea mejor: -No pasa nada, porque tú y yo nos vamos a ir al bar de Ouroboros a seguir la fiesta hasta que el sol salga por el nuevo horizonte- Junté mucho nuestras caras para mirar hacia la puerta cerrada del baño, extendiendo el brazo en la dirección para señalar el imaginario sol naciente que indicara el fin de la fiesta. Es decir, no había manera de decir que no aquella oferta. Si estuviera Merida le seguiría la corriente. Aquella pelirroja sí que molaba. -No me puedes rechazar una oferta semejante. No aceptaré un no como respuesta- De modo que le fui dirigiendo hacia la salida, todavía sin retirar el brazo de detrás del cuello escuchando el comentario sobre Lemoni.  ¿Qué me quería decir con aquello? ¿Que podría haber una ronda dos? Alcé la ceja, pensando en aquella posibilidad, trastabillando en nuestro recorrido por el pasillo hasta el salón principal donde estaban Iroh y Belle con sus cosas de noviecitos.

-¡Mi nuevo amigo y yo nos vamos con la fiesta a otra parte!- Anuncié a gritos para que me escucharan, pero dudaba que me hicieran mucho caso. En realidad no me iban a hacer caso alguno porque allí no había NI EL TATO. Suspiré, me encogí de hombros y rodeé los ojos, como queriendo decir a Arturo que estos jóvenes desmadrados eran incorregibles. Añadí un “bah” con un grandilocuente gesto de mano y fui a recogí mi guitarra, marcada con letras. Aquí la fiesta estaba ya muerta. -¡Ciao, bacalao!- Nos despedimos raudos y veloces de Khan por si estaba por ahí, sacando a Arturo empujando de sus espalda para salir de la casa Tepes para ir a otro lado que tuviera todavía algo de vida fiestera, fuera cual fuere.

Estaba teniendo un sueño muy raro en el que Shyvanna Pendragon ordenaba a su dragón plateado que me devorara. Yo manejaba la espada con soltura, pero no era la de Godric, era diferente, aquellas inscripciones parecían antiguas, artúricas. Me quejé con molestia en el sillón en el que me había quedado dormido cuando el dragón escupió una bocanada de fuego frío azulado. Entonces Shyvanna se rio con maldad, diciendo que la era de los dragones había llegado y que los Pendragon eran los nuevos herederos de la tierra y que se llevarían a la sucia estirpe de Tepes. Lo último que recuerdo de aquello, era el rugido de aquel dragón antes de la batalla, para lo que tuve que apretar con fuerza la empuñadura de la espada y armarme de valor para lo que estaba por venir. Arrugué la nariz con suma molestia e incomodidad, revolviéndome en el sillón, cada vez más incómodo. Una arcada lejana me sacó de mi duermevela, al que le siguió otra. Al principio pensé que era todavía producto de aquella pesadilla rara.

Me froté los ojos con el dorso de la mano, todavía dormido, tratando de atar cabos. La manta había caído al suelo y todavía estaba en la casa Tepes. Al menos el mundo onírico parecía tener sentido. Miré a mi alrededor con los ojos hinchados del sueño, tratando de atar todos los cabos posibles. ¿Qué día era? Era de noche todavía, pero ya despuntaba Venus en el cielo, y ya no se escuchaba música, ni voces. Supuse que todo el mundo se había ido. Pestañeé varias veces haciéndome a la penumbra y buscando a Khan con la mirada. Escuché de nuevo la arcada y el vómito consecuente. Me levanté despacio de aquel sofá y recogí la manta para dejarla sobre uno de los brazos para ir hasta el baño despacio, todavía teniendo que reiniciar la correcta coordinación de la musculatura de mis piernas. El frío del suelo atravesó mis calcetines haciendo que, paso a paso, me fuera despertando. En el baño, la luz me cegó y entrecerré los ojos, después de tocar la puerta y abrirla del todo -Ey, ¿cómo estás?- Me interesé por él, preguntando con una voz pastosa y dormida, caminando y arrodillándome al lado del resacoso Khan. Claro, resaca, porque ayer bebieron mucho, tiene sentido -¿Has descansado algo?- Porque se había quedado dormido en el balcón después del….

Eh, vale. Me desperté de golpe. ¿Se acordaría Khan de qué pasó? ¿Quizás todo fuera cosa del alcohol y … aquello había sido un error? ¿Debía sacar el tema? No, no lo iba a hacer… Podría, podría…. Traer un analgésico y un antiemético y …. y…. hablar con Oscurus o a Chloe y…. Hidratar. Todo eso podría hacerlo antes de tratar ese tema. -¿Quie…. Quieres que llame a alguien?-

El alcohol le había sentado fatal, tanto que en ese momento se prometió no volver a beber más. Ni siquiera se percató de la presencia de Justin en el baño hasta que escuchó su voz a sus espaldas, interesándose por él y agachándose a su lado. Negó con la cabeza sin levantarla mucho, mirándole brevemente con la respiración agitada y con los ojos llorosos. ¿Podían pasarle más cosas vergonzosas en esa noche? Menuda imagen estaba dando. Un Tepes borracho. ¿Habría estado su padre borracho y se habría enterado alguien?

- Mal...me dormí en el balcón y...- no terminó la frase porque le vino otra arcada y volvió a vomitar otro poco más. Parecía que no podía acabar rápidamente con aquello. Tardó un poco más en recomponerse lo suficiente como para poder responder a Justin, buscando su hombro a tientas como punto de apoyo para sentarse en el suelo y descansar un momento. - ¿A quién...? no tengo nadie a quien llamar. - no, realmente nadie a quien poder recurrir en un caso de necesidad. Aunque si se paraba a pensar...el que estaba ahí con él sin largarse era Justin. - Y si se entera alguien dirán que no es propio de un Descendiente... - no, definitivamente le daba vergüenza incluso la idea de ir al hospital por cosas de borracho. No sería digno miembro del Consejo como sus compañeros.

- Te he fastidiado la fiesta. - suspiró apartándose un poco el pelo de la frente medio sudada, dirigiéndole una mirada de disculpa a Justin. Supuso que los demás ya se habrían marchado, y que se les habría hecho raro que el anfitrión desapareciese, como si los considerase aburridos o algo. Ya hablaría con ellos, al menos con Lémoni. Al tenerlo cerca no podía evitar seguir haciéndose preguntas, pero no se atrevía a decir demasiado. ¿Mejor hacer como si nada? ¿Ser sutil? A lo mejor tantear el terreno. - Tú...eh...¿hice alguna cosa antes que te molest...? - se puso lívido de nuevo y tuvo que dejar la frase ahí, volviendo a arrodillarse para seguir devolviendo. Así durante la siguiente hora una vez, y otra, y otra...hasta que le acabó suplicando a Justin que le diese, hiciese o llevase donde fuese para que pudiera descansar.

Me volví a frotar el hinchado ojo antes de colocarme al lado de Khan, sin estar muy seguro de si debía acariciarle la espalda mientras vomitaba o no. Al final creí que era demasiado meterse en aquello y que era mejor, simplemente estar. Si necesitaba ayuda la pediría. Observé al chicho con penita por estar tan fastidiado con el alcohol y suspiré con lástima. Me daba rabia no poder hacer mucho más… -Vale, no pasa nada- Ahora sí, le acaricié en círculos la espalda entorno a sus omóplatos, con compasión infinita. Ojalá pudiera sanar esas cosas, pero apenas podía colocar una tirita bien.

Clavé la mirada en la nuca del nauseoso Khan mientras vomitaba en el baño mordiéndome el labio pues, casualmente ¿casualmente? Le había venido la arcada justo en el momento de dormirse en el balcón y, por ende, de lo que hablamos e hicimos después. ¿Acaso había sido una ideación? ¿Acaso no había ocurrido y sencillamente había sido un malentendido? Pero entonces, ¿quería que hubiese sido un malentendido, un error inocente o un acto desencadenado por la inhibición del alcohol? Me acaricié suavemente mis propios labios, tratando de recordar qué es lo que pidieron horas antes, retirando la mano justo antes de que se incorporara, quedando de rodillas al lado y preguntando si quería que llamase a alguien. Claro yo me refería a alguien que supiera qué hacer. Suspiré por la nariz pero no le contradije, porque los dos sabíamos que eso era mentira. Al final no lo pude evitar, sonreí de medio lado -Oscurus no es el arquetipo de Descendiente y ahí le tienes- Sinceramente, dudaba mucho que el medimago se metiera en qué debía o no hacer un joven. Quizás les aleccionara sobre el tema de tener cuidado con el alcohol y esas cosas, o sea, escuchaba ahora mismo su grave voz con aquella cantinela, pero no creo que se dedicase a juzgar.

Al final terminé por sentarme de cuclillas, pasándole un poco de papel para que pudiera limpiarse y le retiré un mechón de esos rebeldes que se resistían a la humedad. Arqué las cejas y sonreí con comprensión, bajando la mirada del flequillo al rostro -No me has fastidiado nada. Y no se la has fastidiado a nadie. Y si se molestan, pues que se fastidien- Me encogí de hombros, quitando hierro al asunto, no era plan de que se martirizara por aquello. Total, ya no tenía solución. Bajé la mirada y sonreí con pena -En todo caso habrá sido al revés. El que estaba rancio era yo- Me sinceré, porque francamente, me había comportado como un idiota durante toda la fiesta con las canciones, la comida y eso. No sabía si le había molestado o importado a Khan, pero aquello era verdad. Lo que no estaba seguro era de por qué: ¿celos? No… no estaba seguro. Además, lo que más disfruté de la velada fue el rato del balcón, aunque empezaba a dudar que Khan recordara todos los detalles. Alcé de nuevo la mirada ante la pregunta que quedó medio formulada, y por tanto, no era necesario responderla

“Al contrario. Me encantaría que lo repitieras” Pensé, pero no dije nada. Suspiré con pena porque si pensaba que me había molestado estaba confundido. Seguí acompañándole mientras vomitaba sin alargar más la conversación porque no dejaba de vomitar. Terminé por preocuparme de verdad, de modo que cuando ayudé a Khan a volver a la cama a dormir la resaca pregunté por las mejores indicaciones a Doris, porque con ella tenía mucha confianza para ciertas cosas, y no quería molestar a tía Jo porque estaría con Nyara. Al final, con los analgésicos, la hidratación y el antiemético tocaría sobrevivir a la jornada de resaca consecuente de la noche de fiesta. Eso y dormirla.
Al final me quedé por allí hasta que llegó el servicio y empezaron a recoger. Yo me quedé por allí recogiendo algunas cosas y conversando con Alfred de la vida y de algunas bobadas sin más. Hasta que se hizo tarde, Khan no había despertado aún, y decidí volver a casa, con la cabeza llena de dudas y bastante cansancio acumulado. Así, junio daría paso al caluroso verano del mes de julio.

Atravesé la isla por la cara norte volando en la nube Kinton, y por tanto, totalmente ajeno a todo el rollo del árbol en la plaza. Había aprovechado para pasar por casa, darme una ligera ducha fresca, cambiarme de ropa y comprar algo para poder agradecerle a Khan su regalo y, de paso, hablar un rato sobre las buenísimas noticias. Viajaba a toda velocidad abrazado a mi botella de refresco, esperando que a Khan le gustase aquel engrudo raro. Llevaba vino, se supone que Stacy me había dicho que era de los mejores que había en la isla y, que después de que se perdiera la cosecha, se revaloraría. Pero no pasaba nada, porque Oscurus le había dicho que buen trabajo y tenía un gram nuevecito que estrenar.

Se bajó de la nube de un salto en la puerta de la guarida. Cogió aire, un poco nervioso y me coloqué el pechón de pelo por encima de la frente, perfectamente y estratégicamente colocado. Quizás Khan se diera cuenta de ello y le decía de nuevo que le hacía gracia cómo se movía. Toqué la puerta y Alfred abrió presto. Le saludé muy animado y muy educadamente, pero me comentó que el señorito había salido a atender unos asuntos del Consejo. Dibujé un pequeño gesto de decepción que seguro que Alfred captó enseguida porque me invitó a pasar al interior para hacer la espera más llevadera. Asentí agradecido y le expliqué que había pensado en preparar un plato dulce como merienda para agradecerle a Khan el regalo. E incluso le enseñé la botella de vino, que, por ahora, estaba barata y era de las pocas cosas que me podía permitir con mi sueldo de estudiante. ¿Aunque quizás era demasiado formal y era mejor haber cogido cerveza de mantequilla? Me mordí el labio con preocupación y Alfred con una sonrisa bondadosa comentó que cualquier cosa estaría bien y que podía conseguirle algunas en el último momento. Asentí agradecido mientras me acomodaba en la cocina para charlar con Alfred con un zumo bien fresquito de naranja sanguina.

Como Khan parecía que iba a tardar todavía en llegar y no quería molestarle cuando estaba con las cosas del Consejo, porque sabían que para él eran importantes, no le molestó. Pero sí empecé a cocinar con ayuda de Alfred. Íbamos a preparar crêpes franceses y nutella casera. Mi padre lo servía en el Caldero Chorreante cuando tenía la pastelería en la superficie, después de darle un lavado de cara al tugurio. No duró mucho el sitio, pero recodaba alguna de las recetas. Estaba en mitad de la explicación de cómo añadir la masa del crêpe cuando tocaron la puerta y Alfred fue a abrir. En aquel momento paré de batir las almendras con el chocolate para escuchar y las noticias me dejaron de hielo. Me asomé a la entrada principal y quedé detrás del mayordomo, que muy amablemente se despidió del mensajero. Al cerrar la puerta no pude más y, sencillamente, me derrumbé y pedí al hombre un abrazo. ¿Por qué todo tenía que salir tan mal? ¿Por qué se torcía todo tanto? Cómo podía ser tan estúpido de pensar que se podría ser feliz en un mundo donde solo los más fuertes sobreviven, donde la manada deja morir a los más débiles. Aquello era un mundo horriblemente cruel.

Pedí que me dejara un ratito solo, allí sentado en el sofá, jugando con el gram en mi muñeca, dándole vueltas. Había sido tan estúpido como para pensar tantas … tonterías. Y ni siquiera le pregunté por sus cosas para no molestarle. Vaya mierda de sorpresa, porque, las sorpresas tienen una parte de regalo para el agraciado, pero el que la ofrece siempre, de una forma inconsciente y un poco egoísta, quiere que la sorpresa salga bien. Y allí estaba yo, patéticamente preparando Nutella mientras Khan estaba sufriendo bajo las raíces de ese apestoso árbol. Necesité un rato para calmarme y, después de aquello, pedí a Alfred que me apareciera en el hospital.

Regresaron a Ouroboros después de la entretenida excursión por el Lago Ness, yendo a la residencia Tepes para poder ducharse y cambiarse. Le dejó un enorme baño de invitados a ella, con ropas incluidas para que se pusiese después, y él mientras se fue para su cuarto para hacer lo mismo. Allí pudo comprobar que la mordedura del día anterior, aparte de doler más, tenía peor pinta. Las marcas de dientes se estaban empezando a amoratar alrededor, así que intentó vendarla un poco mejor para ver si se iba curando. Cojearía unos cuantos días, porque al pisar le molestaba. Al salir de la ducha, ya vestido, se apresuró en ir a buscar a Lemoni, proponiéndole unas cuantas cosas a las que le había estado dando vueltas.

- Creo que deberías ir a casa de Rasputín, a ver si te dejó alguna nota o algo avisando. Cuando hablé con Catherine no quiso decirme nada. Incluso discutimos...así que no sabemos dónde está. Yo voy a echar un vistazo rápido para ver cómo están las raíces por la isla. Nos reunimos en un par de horas en la plaza, ¿vale? no podemos quedarnos mucho tiempo aquí.


Había otra cosa que quería comentarle, pero al final decidió descartarlo por si a ella le daba vergüenza. A él también le daba, sobre todo porque era Sofía la que preparaba la poción que deberían pedirle. - Luego tenemos que hablar de una cosa. - le comentó antes de desaparecer de alli con ella, para seguir con el plan acordado.


--------------

veneno 3/10