Castillo

-Estás preparando una conquista- Le señaló con cierta evidencia cuando mencionó que creía que lo único que podía brindarle era guerra. Después de todo, con el tiempo había descubierto que Wthyr había sido criado para ser un conquistador y devolver a los Pendragon su “honor” o lo que sea que hubiesen perdido en aquella guerra. Lo siguiente hizo que bajara la mirada un momento, con los labios tensos. Quizás era cierto, quizás le gustaba más mentirse a sí misma que mentirle a los demás y por eso prefería huir de todo que enfrentarlo. Pero también, estaba cansada de pelear contra todo y todos.

Alzó la vista al escuchar que no tenía porqué ser en Avalon, la sorpresa cubriendo sus facciones al mirarlo. Se quedó en silencio, notando que su expresión se había suavizado y que quizás estaba haciendo un esfuerzo en nombre de aquella especie de tregua que habían establecido antes de ingresar al Salón del Trono. Aún así, se sentía extraño. No de forma legal, realmente pero … -¿Te irías a la casa del bosque conmigo?- Preguntó con un hilo de voz, pensando que la respuesta sería negativa porque dudaba que Wthyr pudiera adecuarse a una vida de ese estilo -No sé cocinar- Le advirtió, por si acaso, alzando un hombro y esperando que comprendiera que si venía con ella debería llevarse una cocinera.

Pero la respuesta vino poco después, quería que lo acompañara en esa travesía llena de locura que se le había metido entre ceja y ceja y sintió cierta decepción. Él quería asegurar la paz, ascendiendo al poder  y Catherine quería alejarse, precisamente, de ese poder cuanto pudiera. Sintió la calidez de su mano en su vientre y no comprendió al principio que había hablado del heredero, en género masculino y con un tono tan seguro, hasta que mencionó que encontró el sobre. Parpadeó con sorpresa y luego frunció el ceño, con un sentimiento extraño en el pecho, antes de sonreír ligeramente -Entonces es un niño- Asintió con suavidad, uno de cada sexo, mellizos sin duda. Movió la cabeza de nuevo en respuesta a su pregunta sobre si todo estaba bien -Anteia la han dado de baja maternal y Lucio abandonó la isla y el Consejo, pero Ian y yo le pedimos que siguiera haciéndome los controles él. No confío en nadie más...Además...- Se humedeció los labios -No me apetece que todo el mundo sepa lo complicada que es mi vida-

La advertencia de que sólo sus hermanos le darían paz hizo que Catherine hiciera una mueca pequeña antes de evaluar la situación -Podría ser Cedric… Me dijo que quería que le entrenara en telepatía- Sonrió con más tranquilidad, pensando que quizás Wthyr ya estaba haciéndose a la idea, que se le sumó a lo de los hechizos -Sí… lo que consideres necesario, me es indiferente. Puedo colocar una ilusión y desaparecer la cabaña también…- Se detuvo cuando él lo hizo y volvió a conectar su mirada con él, sintiendo una corriente de cálida energía ascender por su brazo y erizarle la piel. Tuvo que tomarse un momento para inspirar profunda y lentamente, cerrando los ojos, no sólo para disfrutarla sino para controlar la necesidad de responder a ese llamado -No deberías hacer eso...Deberías estar metido en la cama, descansando- Le regañó antes de abrir los ojos para observarle, con sus pequeñas luces brillando a causa de la magia -Wthyr, podemos hacer mucho pero tú también quieres huir de esto. Ahora es Oslo, mañana París, el fin de semana será Roma o Atenas… Siempre habrá más y más y más, no conocerás el descanso y yo tampoco porque no es sólo el largo del viaje que vas a emprender, sino que no puedo acompañarte en todas las ocasiones porque no estoy de acuerdo con lo que estás haciendo…- Dejó escapar un suspiro -Y aún así, cuando no estés, pasaré el tiempo nerviosa porque no sé si vas a volver, no sé dónde vas a estar, no sé lo que vas a estar haciendo, voy a estar rodeada de desconocidos y entonces mi mente empezará a dibujar escenarios cada vez más catastróficos hasta que…- Se llevó la mano libre hacia la sien para presionarla suavemente, sintiendo que sólo la descripción le aceleraba el pulso -Te lo dije una vez- Apartó la mano, dejandola caer con desgana -Soy mi peor enemiga- Ahora no tenía mucho sentido ir a la habitación para mostrarle nada, pero aún así comenzó a caminar tirando de él porque no le gustaba tener ese tipo de conversaciones al aire libre -No te tomes mi decisión con que me estoy alejando de ti, puedes venir conmigo. Te dije en su momento que quería que formaras parte de esto, no he cambiado de opinión- Mencionó refiriéndose al embarazo al llevarse una mano allí -Pero ni Avalon ni Ouroboros son la respuesta. Por un tiempo pensé en el Castillo Le Fay, en reconstruirlo pero hay demasiados recuerdos allí y no todos son positivos...Acabarán destruyéndome-

No tenía sentido alguno negar que sí, que efectivamente preparaba una conquista. Lo que Wthyr no sabía cómo hacerle entender era que aquello no la afectaría, que su paz no se vería perturbada y que lo único que haría sería mencionar su situación. El modo en que dijo lo de acompañarla sonó como si la sorprendiera, aunque no parecía que le desagradase. Por un momento estuvo a punto de decir que sí. Intentó visualizarse allí, en una cabaña perdida en el bosque, y la idea de probar algo diferente le pareció hasta tentadora antes de pensar que aquello no era para él.  

Le resultó bastante inocente que Catherine que no sabía cocinar, algo que él ni se había planteado cuando le propuso irse con ella a aquella cabaña. - Yo tampoco sé. Siempre lo han hecho otros. Aunque hasta ahora nunca habíamos tenido que matar a nadie por intentar envenenar. - el recuerdo de la traidora Katarina le hizo desconfiar de esa idea de mandar un posible cocinero con ella, se había vuelto aún más desconfiado. Quién sabe si alguien más querría acabar con su linaje por interés propio. Protegería a ese niño fuese como fuese, incluso si eso suponía tener que pasar por encima de alguien o hasta secuestrar al palurdo ese de Lucio si no le hacía los controles tal y como le había prometido. En otro situación habría preguntado el motivo para que el Descendiente dejara la isla, o habría mencionado que quedaba un puesto libre en el Consejo, pero no era el momento.

La mención de Cedric fue suficiente para que asintiese con tranquilidad, en él confiaba por completo y se llevaba bien con todo el mundo. Tal vez fuese el único hermano con el que Catherine estaba cómoda por el momento.  - Él también es muy de aislarse del mundo. Tampoco podría convencerle para venir conmigo. - aunque eso era admitir que no iba a lograr convencer a Catherine. Por eso quiso retenerla de algún modo, dándole aquella energía mágica que provocaba esa atracción entre ellos, esa necesidad casi vital.  - No. Ya he estado demasiado tiempo metido en la cama, y ni siquiera fue por un buen motivo.  - susurró antes de que le regañase, dibujando una leve media sonrisa de satisfacción al ver que los ojos de ella volvían a brillar de esa manera tan característica por la magia.

Le contrarió un poco que dijese que él también estaba huyendo, pero no por ello soltó su mano. Sus visiones eran tan opuestas que chocarían constantemente, y ninguno de los dos parecía querer dar su brazo a torcer. En el peor de los escenarios acabarían enfrentándose directamente, algo que prefería no pensar.  - Te demostraré que lo que pretendo hacer no es tan horrible como piensas. Con el paso del tiempo lo verás. Y si no... - dejó la frase a medias al escuchar aquello de que estaría nerviosa, entre otras razones, por no saber si iba a volver. Podía tomarse aquello como que le importaba algo, o que no quería que le pasase nada. Interesante.

- Odio tener que darte la razón, pero sí. Lo eres. Pones complicado a cualquiera el ser tu peor enemigo. Al principio pensaba que era yo. - comentó casi vacilándole, soltando un 'tch' por lo bajo cuando le devolvió eso de "puedes venir conmigo". Estaba usando sus propios argumentos contra él. Se dejó llevar cuando volvió a tirar de su mano para caminar hacia la habitación, rebajando un poco el nivel de intercambio mágico para darse una tregua a sí mismo. Se le ocurrió pensar que tal vez yendo al Sanguis conseguiría recuperar toda su energía.  Después miró de reojo a Catherine con un deje de preocupación al escucharla afirmar con tanta rotundidad que estar en esos lugares acabaría destruyéndola, él no quería ser el causante de eso obligándola a estar en Ávalon.

- Por eso te he dicho que el mundo es muy grande y que hay que descubrirlo. Necesitas crear recuerdos nuevos. Pronto esa cabaña se te quedará pequeña, pero...tendrás que descubrirlo por ti misma. - no tardaron demasiado en llegar hasta la puerta de sus aposentos, lugar en que se detuvo frente a la puerta. Apoyó la mano libre en el marco de ésta un instante, como si necesitase descansar. Después entrelazó con algo más de fuerza su mano con la de Catherine, inspirando profundamente. - Lo que dijiste antes sobre pensar si no vuelvo... - aprovechó para invadir más su espacio personal, encarándose más con ella de modo que su espalda quedase contra la puerta.  - ¿Es solo porque no quieres un hijo huérfano? ¿o es también porque perderías esto? - hizo un esfuerzo e incrementó considerablemente el caudal de energía mágica, que recorrió todo su cuerpo para dirigirse como un torrente hacia el de Catherine, provocando incluso que pequeños rayos rojizos bailasen alrededor de las manos de ambos.

Asintió, confirmando sus sospechas, de que Wthyr no tenía nada de experiencia en la cocina así que en efecto tendría que contratar a alguien; bien fuera de Ouroboros omde Avalon. En ese instante no pensó en Karina sino en Desmonte, de nuevo, con el recuerdo fresco por lo que le había dicho Freyja y sintió una horrorosa nostalgia por sus hermanos. La próxima vez que fuera a Ouroboros subiría al piso de Kyllian para decirle a Rhaegar que se mudaba. Alguna vez había visitado la cabaña del bosque así que quizás podía irse allí con ella. Indiferentemente dela calidad y objetivo de sus comentarios, le encantaría tenerlo con ella.


Le recorrió con la mirada un momento cuando habló de Cedric, sí, ella también tomaba lo suyo como "aislarse"; quizás si veía las semejanzas con Cedric entendería por qué debía irse, porqué lo necesitaba -Necesitamos o valoramos cosas diferentes, no hay nada de malo en eso- Ella había acompañado a Ian en varias misiones porque lo consideraba necesario pero salía de su zona de confort a un límite en el que, gracias a que Ian estaba con ella en cada instante, no salía huyendo. Y otras veces habían hablado y veían que los riesgos de acudir eran muchos más que los beneficios de su presencia, porque ella también sabía que lo distraía y para un guerrero eso podía ser la muerte. Ahora… ahora no tenía motivación moral para ir y, además, tenía algo mucho más importante que cuidar: la vida de sus hijos, la suya propia y la de los dos linajes que ahora dependían de su bienestar -Tu vida es un buen motivo- Le respondió con un tono algo seco por la tontería que había dicho -¿La enfermedad te afectó la percepción de tu vida?-

Se humedeció los labios al escuchar aquello de que le demostraría que no era tan horrible, lo miró de reojo - Tomaré eso como una promesa- Decidió ignorar deliberadamente el "y si no" porque ese era un escenario que no estaba segura de querer explorar. Alzó la mano libre y cogió un par de mechones de la cara para ponérselo detrás de la oreja, luego sonrió de lado ante su tono y lo que le había dicho -Fuiste mi enemigo. Tus tropas atentaron contra mi familia, pero ahora no nos queda otra opción que trabajar juntos...Sin embargo... ¿el peor?…- Le recorrió con la mirada como evaluándolo -Tienes una perspectiva muy alta de ti mismo si te crees peor que Morgan misma - Sonrió un poco más, apenas un momento, antes de pensar que lo mejor era convocarla.

-Sé que… debo hacerlo, salir un poco de la burbuja de Ouroboros, y conocer mundo y todo eso… pero no ahora, quizás cuando nazcan y estemos seguros de que vamos a vivir un poco más- Asintió, convencida de que cuando tuviera a sus bebés consigo todo estaría mejor. Pero decidió suponer, por sus palabras, que finalmente había aceptado la decisión que había tomado -¿Quieres ir conmigo a conocerla?- Inquirió antes de verlo apoyarse del marco, se acercó a él con cierta preocupación -¿Ya has comido? Deberías reponer energía… - Insistió antes de sentir el apretón en su mano, lo que la llenó de más consternación. ¿Sería una recaída? Lo dejó acercarse pensando que quizás necesitaba apoyarse en ella pero cuando le hablo, Catherine se quedó mirándole perpleja antes de sentir el torrente de magia que fue enroscándose por sus dedos y subiendo por su brazo antes de empezar a extenderse por todo su cuerpo, contuvo el suspiro que pugnaba por salir de sus labios. Apretó suavemente las muelas y usó su propia magia para responderle, sintiendo que la tensión entre sus manos empezaba a cargarse con ese núcleo de energía que era la prueba de que si quisieran podrían hacer grandes… o terribles cosas.

Pero más allá de eso, más allá del zumbido, más allá de la necesidad de seguir canalizando y simplemente crear algo juntos sabía que Wthyr estaba buscando otra respuesta porque ella, en algún punto de su vida, también necesitó reafirmación y podía reconocerlo en otros. Una tregua habían hecho y Catherine pretendía hacer lo que estuviese en su mano para que su futuro no fuera un espejo del de Elise. Alzó la cara para mirarlo notando que sus ojos empezaban a mostrar ese brillo particular, platinado, a causa de la magia -Eres mi esposo. Eres mi aliado. Y nos prometimos un futuro, para nuestros hijos, para ti y para mí. No pretendo construirlo sola- Tras eso movió sus manos unidas, lentamente, hasta colocarla entre ellos. Las observó, con todos esos pequeños rayos y chispas de color rojo y violeta. Extendió los dedos, notando de nuevo la diferencia de tamaño entre sus palmas y como el zumbido se volvía mucho más fuerte -Esto… es un beneficio. Pero he vivido sin ello toda mi vida. No sé quién te trató como objeto en el pasado, pero no eres un canalizador mágico. Eres una persona y tus hermanos no son los únicos que tienen el derecho de interesarse en tu bienestar- Alzó la mirada de nuevo hacia él con un gesto amable y sincero. Con la otra mano, la movió hasta el pomo de la puerta y la abrió para permitirse pasar a la habitación y arrastrarlo con ella. Iba a meterlo en la cama y a hacerlo comerse una sopa o un guiso que levantará muertos porque si pretendía irse, lo menos que podía hacer es despedirlo con cara de estar sano.

Las cosas le iban tan bien... Que apenas podía creer su suerte.

Porque Asiaín será muchas cosas, pero no alguien que se sobreestima, sabe que todo esto ha sido cosa de suerte, oportunidades que se le han presentado en su viaje por esta vida, y que piensa aprovechar, claro.

Porque sí hay alguna medalla qué se puede colgar esa es la de aprovechar cuanta oportunidad le cae, a base de eso ha obtenido todo cuanto posee, y hasta ahora el método ha probado ser el mejor, que sea testimonio de ello lo que ahora mismo hace...

Se encuentra en sus aposentos, sosteniendo una copa de elegante vino, y sentado en un agradable sofá al lado de su prometida, se había encargado de darle un tour personalmente para mostrarle las maravillas de Avalon, la tierra de los Pendragon, y habían terminado en este lugar luego de mucho camino.

Además estaba más cómodo con ella qué con otras personas, pues parecía que conocía uno de sus muchos dolores, el de ser una persona con criterio rodeada de brutos, orgullosos, y combinaciones de ambos, eso hizo que quizás se permitiera conectar un poco con ella, hasta él quiere permitirse estar cerca de alguien alguna vez.

Permitame decirle que estos últimos días han sido de lo más encantadores.~

Dijo mientras se llevaba el vino a los labios, teniendo una extraña sensación... ¿Algo agradable? Normalmente todo el tiempo se siente como si estuviera trabajando, pues para él todo es difícil...

Pero ahora... No tanto, tanto así que para sus adentros piensa en Wthyr y su misión para pelear en Ouroboros, era obvio que iban a perder, y que mucha gente iba a morir, pero se preguntaba, ¿Cómo de mal les habría ido? Ja, ni si quiera se empieza a imaginar la respuesta...

Emme


La nórdica había comenzado a acostumbrarse a la vida en Ávalon, mucho más cómoda de lo que resultaba la vida en su Oslo natal. La magia allí fluía a raudales, y las familias más poderosas convivían en aquel sitio que cada vez le gustaba más. La compañía tampoco era nada mala, aunque al principio fuese con ciertas reticencias a eso del matrimonio concertado. Sabía que se hacía por política, porque su padre lo había solicitado, pero con el paso de los días empezaba a darse cuenta de que no le iba a suponer un gran esfuerzo.

En ese momento se encontraba en los aposentos de Asiaín, después de que le enseñase nuevos lugares de la isla. La conversación con él era agradable, mucho mejor que con algunos brutos de los suyos, aunque sospechaba que el joven no se mostraba del todo tal y como era. Un tanto reservado, aunque interesante. Se quitó la capa de piel de sus hombros, quedando únicamente con un vestido de seda azul que resaltaba más sus ojos. Tomó otra copa de vino para unirse a él, bebiendo un par de sorbos antes de caminar hacia donde Asiaín estaba sentado. Le sonrió con una mirada felina, sentándose a horcajadas sobre él antes de volver a beber otro sorbo.

- Coincido. Va a resultar que eres el más interesante de los Pendragon. Es una lástima que la gente como tú y como yo no seamos los que estamos al mando. ¿Por qué siempre tienen que acabar en manos de los más brutos?

Bueno es el momento, Asiaín miraba a Gunnhild atentamente en todo momento, dándose la ocasión de apreciar su belleza, pues iban a casarse y no podría considerarse como algo inadecuado, ah, la idea del matrimonio, cierto es que resulta un mero tramite, pero tener una excusa para pasar más tiempo con ella es algo que puede decir que honestamente aprecia, y eso no es algo que pueda decir de muchas personas...

De buenas a primeras solo divagaba un poco mentalmente, pero se llevó una sorpresa cuando Gunnhild no sólo sentó a su lado como cabría esperar... Sí no directamente sobre él.

¡Oh!

Fue una sorpresa grata sin dudas, aunque le hizo quedarse en pausa un sólido segundo antes de recobrar su sonrisa y emitir una ligera risa algo piraresca, suerte que sabía como mantener la compostura siempre, sin embargo...

No pudo evitar pensar, ¿Cuándo fue la última vez que recibió una muestra de afecto de cualquier tipo?, no puede recordarlo, pero se deshace del pensamiento rápidamente, ya tiene un par de años que se ha dado cuenta de que ese tipo de pensamientos solo traen más dolor a su vida y de eso ya tiene más que suficiente.

Oh, me gustaría saberlo... Pero la forma en que funciona es tan arbitraria...

Y esto es algo dicho honestamente, nunca encontró lógica alguna en la forma en como funcionaba eso de heredar el poder, era la forma perfecta de heredar un encantador estancamiento en todos los sentidos posibles, y lo que no se mueve, muere.

Resulta frustrante... Ahora por ejemplo el rey ha ido a pelear una batalla qué no puede ganar, ¿Y quienes tendrán que lidiar con las consecuencias? Por supuesto, todos aquí.

Dijo en un tono convencido, y hasta elocuente.

Emme

La sorpresa de Asiaín al verle sentarse sobre él le resultó casi adorable, como si le resultase extraño que su prometida se acercase a él de esa manera. Lo cierto es que llevaba días con ganas de un acercamiento, y tampoco iba a andarse con rodeos. Apoyó una mano sobre su hombro, mientras sostenía la copa con la otra.

 - No tan arbitraria...simple derecho de nacimiento. Piensa que mi hermano estaba destinado a suceder a mi padre, aunque sea un idiota. Que por cierto...¿Lo habéis localizado? porque puede hacer mucho daño a vuestra causa. - le advirtió mientras comenzaba a bajar la mano de su hombro hasta su pecho, reacomodándose ligeramente sobre él.

- Los reyes nunca piensan en los demás, excepto en ellos mismos. ¿Cómo serías tú si fueses rey? - lo miró con interés, esperando su respuesta mientras tomaba otro sorbo de vino. No tenía nada que envidiarle al hidromiel de su tierra.  - ¿Se puede saber a qué batalla que no puede ganar ha ido? ¿un nuevo país con el que no ha podido negociar? - dejó la copa a un lado finalmente, sobre una pequeña mesa que había junto al sillón.

Era particular, para él los acercamientos no eran una cosa común, más allá de que la mayoría de su trato con otras personas es profesional en su mayoría, o para obtener algo a cambio, a pesar de lo cálido qué siempre se muestra...

Pero nuevamente, no le era problema... De hecho le agradaba, y sabía que seguro era lo que procedía, al fin y al cabo se iban a casar, y, la idea jamás le quitó el sueño, pero al pasar del tiempo, la balanza se empieza a inclinar de una forma positiva.

Ahora mostró una sonrisa perspicaz.

Debo decir... Que eso no lo hace mucho mejor... Con ese ejemplo se deja ver.~

Luego cambió su rostro a una expresión más seria, a diferencia de lo que pueda parecer, en realidad no se ha olvidado de eso, ha sido como una molesta astilla bajo una de sus uñas.

Lamentablemente no, y a pesar de que quien le da caza es alguien muy capaz, estoy seguro de que cada día que pasa perdemos ventaja por no darle atención al asunto.

Y suspiró, pocas cosas logran causarle algún tipo de irritación, pero una de ellas es ver una buena oportunidad siendo desperdiciada, ¡Tenían cosas que ganar en el norte! Tal vez algún otro país podría haber estado abierto a negociaciones, y con eso hubiera bastado para cercar a un buen puñado del resto para ejercer presión y tal vez forzar la rendición de los que se resistan, y que ahora eso seguramente ya no pueda ser... Es frustrante.

Aunque tranquilizó su frustración con cierta facilidad cuando la mano de Gunnhild llegó a su pecho, se sintió en cierto modo, ¿Reconfortado? No lo sabe, no es que lo haya experimentado mucho antes para entenderlo.

Es cierto, pero incluso pensando en sí mismo, es necesario mirar hacia afuera a veces, al final uno no existe en el vacío, y aquél qué actúe como si lo hiciera, hará su delirio realidad.

Elaboró una rápida metáfora para darle elegancia al comentario, sin embargo, después puso su propia mano, aún enguantada para cubrir sus marcas malditas, sobre la de Gunnhild y la acarició mientras meditaba la pregunta, era buena.

Sí yo fuera rey, me aseguraría de tener un reino qué sea lo más próspero posible, porque sí no lo fuera, ¿Para qué tenerlo en primer lugar?

¿Se permitía ser algo honesto al menos una vez?, lo hacía, porque al final... ¿Por qué tener algo que no le gustaría?, además qué un reino hambriento tarde o temprano se comerá a su rey, al menos de eso se había percatado al darse el tiempo de estudiar historia, que siempre fue su materia favorita.

Luego dió un sorbo más a su copa... El último así que también terminó dejando su copa a un lado para centrarse en su prometida antes de seguir respondiendo a sus preguntas, con un tono neutro, que oculta perfectamente el hecho de que imaginar este escenario le agrada.

No exactamente... Pues el conflicto qué tienen tiene tiempo ya, pero se había quedado en paz tras el reciente apocalipsis, se trata de una batalla contra los descendientes, que gobiernan en Ouroboros, y no están de acuerdo con las acciones tomadas por el rey, y pensaron expulsar a los pendragon asentados en sus tierras en este periodo, de ahí toda la tension finalmente estalló, a pesar de que se ofreció no utilizar violencia para esto, pero considerando el orgullo del rey y la mayoría de pendragon, eso era poco más que una fantasía.

Pausó un momento.

Así que ha ido a la guerra en un territorio qué no controla aunque en su arrogancia crea lo contrario, con su ejército considerablemente divido, en contra de algunos de los magos más poderosos qué hay y que posiblemente cuenten con la mayoría de sus recursos...

Expresó, procurando dar un panorama general de la batalla tan preciso como pueda serlo en pocas palabras, y con la información que posee.

Su desventaja es tal, que existe la posibilidad de que mientras hablamos, ya hayan perdido.

Concretó, seguro de lo que estaba diciendo, solo un milagro los podría salvar... Y en este mundo tal cosa no existe.

Emme

- Sólo aviso, Erik puede ser una gran molestia si se lo propone. - conocía a su hermano, podía ser vengativo y cruel si quería. Incluso había llegado a hacerle daño alguna vez. Se alegraba de que estuviese lejos de ella. Ese pensamiento la ayudó a relajarse, disfrutando de la conversación y la compañía.

- Obviamente, de nada sirve ser Rey de las cenizas...vivimos en comunidad y nos necesitamos, nos guste o no. - asintió a su reflexión sobre el reino próspero, uno que no lo fuera sufría revueltas. Eso les estaba sucediendo en Oslo antes de la llegada de los Pendragon.  - Aunque es más fácil en la teoría que en la práctica. Creo que sólo sabríamos qué tipo de gobernantes seríamos si llegásemos a serlo. -  en cierto modo tenía una ambición oculta con eso, pero aún le costaba confesarlo. Escuchó con atención la explicación del conflicto con los Descendientes, pareciéndole bastante intrincado.  - Eso no acabará bien. Los suponía más hábiles en sus maniobras bélicas. - comentó, alzando un hombro.

- Así que nuestros aliados son unos potenciales perdedores. Deberíamos ir a informarnos sobre el desarrollo de la batalla, o podemos esperar a que nos informen... - susurró acortando la distancia entre su rostro y el de Asiaín, rozando sus labios con los suyos levemente antes de dejar allí un suave beso. Su prometido le había resultado atrayente por ser menos fornido que el resto de los hombres que ella conocía, tanto de los suyos como de los Pendragon. Además, con el paso de los días había ido ganando a sus ojos, y ya tenía ganas de tener algo de contacto físico con él. Si se conocían antes de la boda, mucho mejor. - Tú eliges. - añadió antes de separarse un poco.

Asiaín asintió.

Solo me gustaría que el rey lo entendiera...

Él parecía ser el único además de Gunnhild qué se percataba de todos los problemas que les iba a dar Erik, y eso era otra cosa que lo frustraba, los pendragon y allegados solían tener esa mala costumbre de tomar demasiada importancia a cosas que no apremiaban, y poca a cosas que sí lo hacían... Pero por suerte esta vez no le frustraba en realidad porque era justo lo que él quería, todo iba de maravilla en ese momento, y parecía que solo iba a mejorar con el tiempo.

Antes qué nada volvió a asentir, era todo cierto, y él lo sabía... Al final, sin tener gente en la que influir a su alrededor, no estaría donde está ahora, por lo que le había sido fácil llegar a la conclusión de que requiere de otros.

Sería un camino duro... Pero mientras mantuviera un ojo atento a los errores antes cometidos, por lo menos podré decir que ya habré dado el primer paso importante.

Enunció, dejando él mismo entrever su propia ambición, aunque de forma bastante sutil igualmente, para ir colocando un poco el ambiente.

Yo también.

Admitió con una inevitable ironía bañando la frase, pues de verdad lo creyó... Creyó qué lograr sus objetivos sería mucho más difícil, pero pasa y resulta que el aislamiento es lo único que ha salvado a los pendragon todo este tiempo, o al menos eso demuestran.

Pensó pero su tren de pensamiento fue descarrilado por algo, un beso... Era la primera vez que sentía uno, pero lo recibió como mejor pudo, y cuando terminó de forma inconsciente se acercó una mano a los labios, como tratando de corroborar qué fuera real, está vez no pudo ocultarlo.

Aunque... En unos segundos más logró sacudirse la sorpresa y tomar una decisión... Se aproximó buscando él mismo iniciar otro beso más, habiendo perdido el hilo de lo que pensaba hasta ese momento, pero... Quizás ahora mismo, por una vez, tan solo una vez, eso podía esperar.

Emme

Rodó la mirada como dando a entender que a veces era imposible que los reyes entendieran las cosas más lógicas. Si fuesen lógicos se evitarían muchas guerras absurdas. Probablemente Asiaín fuese un rey más sabio, le daba esa impresión porque le parecía calculador y meticuloso.  - Eso sería siempre y cuando fueses capaz de reconocer tus propios errores...muchos llevan mal la autocrítica. ¿Cuáles dirían que son tus defectos? - interrogó, con una mirada curiosa puesta en los ojos de su nuevo aliado.  

Le agradó saber que estuviese de acuerdo en la valoración que tenían de los dirigentes Pendragon, al parecer poco hábiles en saber elegir sus batallas. - Exactamente. Es como si nosotros hubiésemos decidido enfrentarnos a vosotros, tal y como decía Erik. No habríamos tenido ninguna oportunidad. Ahora yo no estaría aquí... - y lo cierto es que estaba muy a gusto, los planes le habían salido bien hasta el momento.

El primer beso fue breve y de tanteo, por eso le sorprendió la reacción de Asiaín. Parecía que no se lo creía, hasta el punto de tener que llevar una mano a sus labios como para verificar que había sido de verdad. Le resultó curioso, y aquello se demostró en su expresión.  - ¿Todo bien? - Pensó que él no quería seguir o que era demasiado tímido, por eso se sorprendió cuando el Pendragon tomó la iniciativa.

Cerró los ojos mientras ladeaba la cabeza hacia un lado para profundizar más el beso, subiendo una mano por su nuca mientras la otra se colaba por el cuello de su camisa para ir hacia su hombro, bajando un poco la prenda de ropa para dejar al descubierto parte de su piel. Al separarse ligeramente pudo observar lo que parecían unos tatuajes, algo así como una especie de letras rodeadas de espinas. Sonrió con picardía porque le atraían bastante los tatuados.  - ¿Qué significan? ¿tienes más?

Él entendió lo que le quería transmitir, y se permitió emitir una risilla al respecto, puesto que por supuesto pensaba exactamente lo mismo, y también pensaba que él sería un rey mucho mejor, en el fondo puede que haya heredado cierto grado de delirio de grandeza, pero son cosas de ser pendragon.

Dejando eso de lado, la parte de los defectos, le provocó una amarga sonrisa, podía hacer rápidamente en una larga lista, muchas cosas que francamente odia de sí mismo, pero varias de ellas implicarían tocar un tema que prefiere jamás dar a conocer... Al menos no a Gunnhild.

Soy físicamente frágil, y a la vez no dado a la magia de combate, tengo desarrollada la habilidad para provechar las oportunidades... Pero no así la habilidad de crearlas... Entre algunas otras cosas.

No es algo en lo que disfrute profundizar... Como a cualquier persona, a decir verdad.

Asiaín asintió, ese era el mejor ejemplo qué tenían a la mano, si todo hubiera sido como quería Erik, bueno, seguramente Oslo en este punto estaría prácticamente sin magos, la mayoría si no es que todos los que pelearan en esa guerra hubieran muerto, y eso sería perdida para todos... Incluso para él, que no hubiera conocido a Gunnhild.

Pero afortunadamente Erik no gobernaba... Así qué ahora tenemos el mejor resultado.~

Habló con dulzura en su voz, de notando qué le gustaba que estuviera aquí, porque al fin y al cabo es lo cierto, hace sus días más llevaderos, aún con su constante calvario qué nada detiene.

En todo caso... Tampoco contestó a la pregunta de sí estaba bien... En realidad suele evitar esa pregunta, no recuerda un solo momento en que haya estado bien en toda su vida, así que no ve sentido en responder...

En su lugar solo permite qué se profundice el beso, incluso se concentra en el mismo... Al grado de no darse cuenta de que le retiraba la ropa, puesto que de darse cuenta, hubiera intentado evitarlo, al menos con el saco, porque se trala de la prenda qué oculta...

Sí, eso mismo, apenas oyó lo que dijo, se percató de qué estaba mirando, y pensó rápido, para decir.

Significa "paciencia y dolor"... Y sí... Tengo en ambos brazos.

Suerte que logra sonar natural, y que ese era el brazo con la frase más corta... Su otro brazo es el que cuenta con el sistema completo de escritura, al menos según él podía dilucidar... Pero este momento le hizo pensar... En lo duro qué se volvería vivir con la maldición desde ahora, sería muy complicado seguir manteniéndolo todo en la sombra sobre todo ya que Gunnhild es inteligente.

Emme


A la nórdica no le daba la sensación de que él fuese físicamente frágil, simplemente pensaba que no estaba entrenado físicamente. Desconocía si tenía alguna cualidad que lo hacía especialmente frágil, por el momento no sabía tanto de él como para valorarlo. - Ya hay demasiados guerreros en el mundo. Lo que hace falta son más estrategas, gente que piense y que no destruya. Los hay que no verían una oportunidad ni aunque la tuviesen delante. - le gustó el tono de voz con el que le habló, sin percibir ese desprecio y superioridad habituales que había sufrido con los hombres de su tierra. Se sentía cómoda con él, nada que ver con el primer marido con el que le habían obligado a casarse cuando era una adolescente.

Tan cómoda estaba que alargó un poco más el beso, hasta el momento de verle aquellos tatuajes. Quería verlos ambos, los de los dos brazos. Delineó con interés su hombro despacio y con el índice, mientras él le explicaba lo que significaban. Acabó sonriendo mínimamente, con un deje algo triste. - Te entiendo. Sé bien lo que significan ambos. He tenido que ser paciente y...también me han hecho conocer el dolor. Algún día me hablarás de ello. - esperaba que él se lo contase algún día, que le explicase en qué momento decidió hacérselos. Por el momento no quiso presionarlo, prefirió seguir pasándolo bien. Comenzó a desabotonar su camisa despacio, subiendo las manos desde su pecho a sus hombros para descubrirlos por completo. Movió levemente su cadera sobre la suya, apretándola un poco más mientras lo besaba nuevamente, esta vez con más ímpetu y ganas. - Quiero que nos conozcamos del todo antes de la boda...- susurró al separarse apenas unos centímetros de sus labios, dejando claras sus intenciones. Para ella era importante saber cómo era, si sabía tratarla bien en todos los ámbitos.

Es algo curioso... Algo que suele recibir bastante son buenas palabras, dado el trabajo que ejerce, sin embargo, en el momento que las recibe de parte de Gunnhild, algo es diferente, se sienten mucho más honestas algo que es difícil de encontrar cuando se es un espía, por obvias razones.

Gracias.

Quizás es la vez que ha agradecido algo de forma más sincera... Tanto qué no puede evitar preocuparse, puesto que no es su estilo decir la verdad, raras veces no es falso en prácticamente todo sentido, y la idea de tratar de confiar en alguien...

Todo sería mejor si más gente se detuviera a pensar... Sería mejor si tuviera oportunidad de ser rey, pues poseo la sangre... Solo falta que tuviera la oportunidad...

Y él sabe, que esa oportunidad va a llegar más pronto de lo que cabría esperar, se asegurará qué así sea.

Era curioso... Lo había pensado en un segundo literalmente, pero eligió esas dos palabras, paciencia y dolor, palabras que de hecho lo definen perfectamente, pues han sido su vida, al no tener le poder de abrirse camino, siempre debió ser paciente, y siempre ha vivido con dolor, sin embargo, no hubo duda en su rostro al devolver al sonrisa.

Incluso a pesar de que le dijo que lo entendía, él sabía que no, pero honestamente... Eso no le molesta, de hecho le alegra, ha hecho muchas cosas malas, pero jamás sería capaz de desearle a alguien lo que él ha tenido qué vivir, sin importar cuanto mal le hiciera, simplemente es mejor que nadie entienda.

Algún día espero ambos hablemos del significado de esas palabras.

Lo cierto es que también quiere saber más de ella, y lo deja claro con esa frase le gustaría que ella hablara sobre esos conceptos, pero él... ¿Lo hará? Quién sabe, es muy fácil para él soltar palabras en vano qué suenen convincentes, pero esta vez... Podría incluso plantearselo, quizás se sienta mejor como cuando habla con Algos.

Como cabría esperar, su cuerpo reaccionó, primero con un estremecimiento cuando le empezó a retirar la camisa más directamente, dejando descubiertas esas marcas malditas en sus brazos, saber que las miraba llenó su pecho de un profundo desasosiego y tristeza, esas marcas arruinaron su vida.

Suerte que si hay algo que se le da realmente bien, eso es disimular su agonía, así que suspiró complacido al sentirla restregarse contra él dejando que su cuerpo reaccionara como se supone mientras que correspondía el segundo beso, tratando de evitar el dolor que le traen sus propios pensamientos.

Me parece una idea maravillosa.~

Suerte que ya se había hecho a la idea de esto hace tiempo... Al final, ya todos saben cual es la idea de casarse, dejar descendencia, y bueno, él nunca ha hecho esto... Pero eso no implica que no pueda tratar, y estando en el mejor momento posible, tienen todo el tiempo que puedan necesitar...

Emme

- Serías la figura del rey sabio, de esos que escriben libros, tratados...textos que se leen durante años después. Tal vez incluso de los que le hacen estatuas. - divagó, pensando en que a ella también le gustaría tener un reinado así. La palabra clave la dijo él: si le daban la oportunidad. Además, era de sangre real, si faltaban los de la línea principal pues...

- Las oportunidades se pueden crear, como has dicho. - le sonrío sugerentemente, dando a entender que estaban en la misma sintonía. Si Asiaín estaba en lo cierto, los Pendragon de la familia de Wthyr no durarían mucho.

Comprendió que le costaba hablar de los motivos de sus tatuajes, y no presionó más. Sólo susurró que cuando quisiese. Después pasaron a menesteres más apremiantes, ya que él dio vía libre para seguir más allá. No tenían por qué esperar a su noche de bodas, podían empezar cuando quisieran. A partir de ese momento se dejaron llevar por sus instintos, acabando en la cama del Pendragon para dar rienda suelta a su pasión. Tras consumar la noche dio paso al amanecer, quedando la nórdica dormida en su cama tras pasar su primer noche juntos.

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'Embarazo' :

Había sido una noche agridulce, pero francamente, eso le hacía sentir bien, no resulta demasiado común que tenga momentos agradables, y el hecho de que compartiera un momento así con su futura esposa, bueno, ¿Qué decir? Tiene algo de poético, algo especial, incluso para él qué no es demasiado sentimental.

Pero fuera de lo lindo, acabó por tener que salir de la habitación, así que eso mismo fue lo que decidió hacer, poniéndose su ropa de siempre, un largo saco negro, guantes, y ropa que cubre mucho en general, y que lo hace sentir cómodo al evitar que cualquier ápice de sus marcas sea visible.

Y cuando salió, no se demoró mucho en tener la noticia de que Wthyr había perdido, cortesía de la gente de la guardia, y ante esto, Asiaín se demostró profundamente afligido como tocaba, pero a la vez, como siempre ocultaba la realidad tras esa expresión...

Pues estaba absolutamente complacido con la noticia, más cuando supo lo terrible qué había sido la derrota, y que Wthyr había quedado grave, sonaba casi demasiado fácil, ¿Desde cuando las cosas pueden salir tan magníficamente bien? Aquí tenía que haber alguna cosa.

Por lo tanto, decidió cuestionar donde estaba Wthyr, ahí le dijeron lo del templo de la sangre qué además había sido atendido por Shyvanna, pero que había terminado llendo finalmente a sus aposentos, y bueno él decidió ir, para ver el resultado de todo esto con sus propios ojos, y quizás de paso enaltecer un poco su imagen.

Convocado.

Sonaba aquello bien, a mi punto de vista. Aquello de que te necesitasen. Daba poder sobre los que necesitaban, sobre los que venían pidiendo tus servicios. Algunos idiotas pensarán que lo que se encerraba entre las cuatro paredes de aquel castillo de mala muerte era algún tipo de simbiosis, generada después de tantos años. Otros, pensaban que aquello era una extenuación constante, un ahogo sobre los vasallos de sus señores. Las rebeliones estallaban, sí, pero eran fuertemente silenciadas. Otro nombre que tachar de la lista… No, aquello debía ser una oportunidad. Maldiciones de sangre, lectura mental, gente que puede morir en la batalla para ganar un puesto de proximidad, ¿quién decía que ese imbécil lamebotas de Rodrigo no podía sufrir un contrahechizo cuando tratase de deshacer la maldición de aquel supuesto anillo? Un anillo que los ataba a todos, en verdad, recodaba mucho a aquellos cuentos de Tolkien que alguna vez había leído.

"Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo. Siete para los Señores Enanos en palacios de piedra. Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir"

Caminó por los pasillos del castillo en silencio mientras recordaba aquella frase leída, tan manida por los muggles durante tanto tiempo. De la misma manera que recordaba lo que le había comentado Rodrigo, muy por encima de la supuesta misión. La Brigada como organización contra el Papa. La asquerosa Brigada de las 1000 harpías.  Al parecer la reconquista de Egipto no estaba yendo nada bien. Ni falta que le hacía ni importancia que le daba. Odiaba aquel país desde joven.

"Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras."

Cuando llegó al punto de encuentro, el segundo de los Pendragon ya estaba dispuesto a marcharse. Usaría un portal creado por el vasallaje Hammurabi para llegar más rápido hasta Roma. Allí empezaría la supuesta misión de rescate. Su dragón le acompañaba, de la misma manera que el hombre moreno, de cabello oscuro y larga barba rizada. Añadió una reverencia a su llegada -Mis señores. Siempre es un placer poder salir de excursión con todos ustedes- Sonrió mientras se apretaba la cota y se recolocaba el cinturón del zurrón con las pociones. -Espero que alguien haya traído patatas fritas para el viaje- Bromeó esperando que aquellas caras largas se pasaran. Esa gente estaba más amargada que la comida rancia. Pareció no obtener mucha respuesta, de modo que pasó a otra cosa, esperando a que llegaran el resto de los convocados a la misión. Desvió la mirada a otra cosa, las juntas de la pared entre los ladrillos fríos del castillo, mientras seguía con aquel relato de Tolkien.


"Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas."
Ahora quería ese anillo.

Lake tenía una forma particular de interactuar para la que Freyja realmente no tenía paciencia. Cuando uno se hacía mayor empezaba a ser menos tolerante con las cosas que soportaba, más exquisito a la hora de elegir así que Darren había llegado en un buen momento para que la vikinga no dejará a la pelirroja hablando sola.

Sus palabras habían sido tan corteses como siempre pero había comprendido que era una tregua. Por ella, bien. Además que necesitaba volver a una misión e intentar resarcir el daño que había producido su ausencia, aunque en el fondo le había parecido un poco… lamebotas pero se lo concedería. Tenía el protocolo muy incorporado, bien que lo sabía ella.

Así que se preparó junto a sus hermanos para acudir a la misión de Italia casi en un parpadeo. Se dirigieron al castillo que era la zona donde debían reunirse, hasta donde sabía tanto el Rey como sus hermanas a excepción de la pelirroja -Lo que le sorprendió- habían ido. No conocía detalles demasiado íntimos porque Darren era poco hablador y ella no necesitaba mucho para ir a una misión. Además se habían separado porque él también debía prepararse.

Miró hacia Ixion cuando llegó alzando suavemente las cejas. Un erudito. "Erudito". Ladeó la cabeza cuando mencionó lo de las patatas fritas -Y cerveza. Funciono mejor cuando hay cerveza de por medio- se acercó hacia él con intención de hablar en voz baja -¿Como os fue en vuestra expedición?-