Castillo

Desvié la mirada hacia la puerta en cuanto escuché que ella se aproximaba para entrar en el baño. No me apetecía compartir espacio con nadie en ese momento, pero me limité a dejar escapar un sonido sarcástico al verla entrar cubierta con mi capa. Hace unos minutos no tenía ese tipo de pudor. - Ya te he visto desnuda, esposa. - remarqué la última palabra a propósito, como para recordarle que era absurdo que se tapase después de lo que había pasado en la habitación. - Eso no es necesario. - añadí antes de que se sumergiese rápidamente en la otra bañera, esperando unos segundos hasta que volvió a salir a la superficie para seguir frotándose y limpiándose la cara.

De repente me descubrí a mí mismo pensando en qué estaría pasando por su cabeza en este momento, si ella también estaría aún asimilando la forma en la que había discurrido todo, incluido el momento de explosión de magia. Dejé escapar el aire por la nariz como un dragón cabreado al ver que no me dirigía la palabra, aunque yo tampoco quería hablarle. Al final supe lo que estaba pasando por la mente de Catherine Le Fay. Otra vez el maldito Ouroboros. Quería volver a su "casa".

- No. - repliqué de manera tajante mientras sacaba los brazos para apoyarlos a ambos lados de la bañera, echando la cabeza hacia atrás como si estuviese tratando de relajarme. - No puedes marcharte de aquí durante la noche de bodas. - me incorporé para mirarla de reojo, comprobando que con ese bostezo no tardaría en dormirse. Supuse que querría ver a su hijo, pero eso también implicaba que el otro estuviese pululando. Eso se acabó. No iban a ser como uno de esos divorciados modernos que podían tener buena relación.  - Ya sabías que esto sería así.- le recordé porque habíamos hecho un trato. Ella no se iría una vez hecho el ritual. Además, quedaba ver si había funcionado y si realmente llevaba a mi heredero. Había evitado mirar la marca de maldición hasta el momento, prefería esperar a la mañana siguiente para no llevarme una decepción. Tal vez el cambio no fuese inmediato, o tal vez sí. Lo desconocía.

Ignoró cada palabra de Wthyr y mantuvo un poco su cabello hacia delante porque sabía que en el momento en el que le viera la cara notaría el sonrojo que tenía ante la idea de que, en efecto, vaya si la había visto desnuda. Hasta la había saboreado por todos lados. Ay, por Morgana. Volvió a hundirse en el agua a ver si con eso se borraba todo lo que había afuera. Un tipo, al que conocía de haber hablado como máximo una maldita hora, la había visto desnuda. Enteramente…Y habían intimado. Apretó los dedos y sintió el grueso anillo en su dedo, un peso horroroso en su pecho. Volvió a salir a la superficie y desvió la vista hacia él con el ceño fruncido -Deja de decirme qué hacer y cómo hacerlo- Le faltó decirle imbécil, pero esperaba que el Pendragon pudiera leer entre líneas.

La negativa hizo que arqueara ambas cejas y encima tenía las narices de relajarte -¿Por qué? ¿Forma parte de otra ritual? ¿Eso… va a volver a pasar otra vez? - Le preguntó señalando hacia fuera, refiriéndose exactamente a la mezcla de lujuria, pasión y locura que los había llevado a los dos a consumar. En el fondo de su garganta se había generado un gemido de queja porque…No sabía si podía aguantar otra ronda de esas. Tenía una severa molestia en su cuerpo, de la forma en la que le había tratado la primera vez.

¿El qué sería así? El hombre era más enigmático que Morgana pero Catherine estaba demasiado cansada, avergonzada y obstinada para soportar sus idioteces. Se incorporó y tomó inmediatamente una toalla que se enrolló en el cuerpo -Pobre de ti que te crees con el derecho de obligarme a quedarme aquí. No te necesito para salir de Avalon por voluntad propia. Y no soy alguien a quien puedas gobernar- Salió de la tina con un gesto adusto en el rostro. Iba a ir a ver a su hijo porque necesitaba saber si seguía vivo. Ni contactar con Ian mentalmente podía. Y él la había secuestrado antes de obtener de Giordano el espejo que quería probar.

Salió del baño como dignamente pudo, sintiendo un enojo descomunal por la insensibilidad del estúpido del Pendragon. Quería ver a Aedan e iba a ver a Aedan. Fue hacia el vestido de novia pero simplemente verlo le torció el estómago. Evidentemente, no iba a usar la ropa de Wthyr y en ese instante fue consciente de que en Avalon no tenía nada. Por no  tener, no tenía ni bragas. Y no podía desaparecerse, por si acaso. Apretó las muelas con fuerza y, aún chorreando agua y descalza, salió de la habitación hacia el pasillo esperando que estuviese repleto de guardias…Pero no. Había dos y muy lejos. Vio una hilera de antorchas y un pasillo largo sin puertas sólo arcos como ventanas,  de un solo lado, por el que se asomó para darse cuenta de que estaba en uno de los pisos más alto del castillo. Apresuró el paso ignorando el mordisco del viento frío -Perdonad- Dijo llamando su atención y alzando una mano. Quizás si Sofía seguía allí podrían ubicarla y ayudarla.

- Pues entonces deja de decir estupideces. - clavé la mirada en ella y repliqué de modo desdeñoso ante eso de que no le dijese qué hacer y cómo. La tensión en el ambiente podía cortarse con un cuchillo, sobre todo porque había notado en su voz un tono que no me gustaba nada. Hice que el agua salpicase al removerme bruscamente, ladeando un poco la cabeza por su mención a otro ritual. - Eso...no, no va a pasar. Por ahora...- no debía olvidar lo que el matrimonio implicaba. Por eso mismo volví a posar mis ojos en su cuerpo desnudo antes de que se pusiese la toalla al salir, alzando levemente la comisura del labio en el momento en que empezó con su alegato de libertad. Pobre de ella si se pensaba que seguía siendo libre.

- Crees que puedes salir de Ávalon cuando quieras porque alguien te dijo lo del pago de sangre, pero no me estaba refiriendo a cuestiones técnicas. ¿Acaso crees que es de recibo que te marches de aquí sola durante la noche de bodas? Es una ofensa para tu nueva familia. - salí de la bañera también, cogiendo la primera toalla que tenía a mano para ponerla alrededor de mi cintura. - Catherine Le Fay la ingobernable...qué rebelde te crees. - no me apresuré en seguirla al verla salir del baño mojada, con su toalla. Simplemente dejé escapar un suspiro de exasperación antes de secarme rápido y vestirme con los primeros pantalones y camisa que encontré. Después de eso la seguí por el pasillo por el que había ido dejando gotas de agua, cualquiera pensaría que estaba loca al verla salir así. Avancé a paso rápido hasta llegar hasta ella, tomándola por la muñeca de manera brusca para que se girase. - Eres una caprichosa. Tiene que ser todo como tú dices y cuando tú dices. El único modo en el que podrás ver hoy a tu hijo será si voy yo contigo. No permitiré que veas al otro...-

Puso los ojos en blanco ante sus palabras. Era un maldito insoportable.  Sin embargo, la ira se transformó en una punzada de miedo cuando soltó aquello de “por ahora”. Entendía…Lo entendía. Es decir, técnicamente lo entendía pero eso no quería decir que estuviera calmada con la idea. En principio esperaba que la tratara con más… calma. Y su mente divagó a los últimos minutos que le había dedicado exclusivamente a ella y se le volvieron a subir los colores. Maldito Pendragon. No, daba igual. Era un asqueroso y un bruto.

Estuvo a punto de devolverse para decirle que se cagaba en su nueva familia -Están ofendidos con mi existencia...¿Que me amenacen con matarme me lo tengo que tomar a bien? ¿O sólo porque estoy sola pierde sentido?- Le preguntó en su camino hacia la salida , claro, ella no tenía familiares de sangre que se ofendieran; ya que había recordado lo que le había dicho la loca de Shyvanna mientras había estado en el ritual. No iba a soportar tonterías de ninguno de ellos y si se atrevían a tocarle las narices en ese instante, quizás tendría que usar otras técnicas más agresivas. No le importaba. No iba a quedarse encerrada allí.

Volvió a ignorar sus palabras. Se concentró en mirar los detalles del castillo para tratar de ubicarse geográficamente. Lo había visto de lejos en su otra visita, pero no lo conocía desde adentro. Podía perderse perfectamente. O encontrar un pasadizo, como había en el Le Fay -Qu…- Iba a soltarle un insulto a cada uno de los guardias cuando Wthyr la cogió de la muñeca y la giró, una vez más. Brusco. Bruto. Animal. Iba a soltarle cada uno de esos pensamientos cuando le soltó que era caprichosa -Y tú un controlador obsesivo- Le espetó tirando de su mano para liberarse, pero estaba claro que a fuerza no le iba a ganar.

Pero dejó de forcejear cuando le dijo que podría verlo, si iba con él. Su corazón se calmó, levemente y soltó el aire en un suspiro.  No iba a poder hablar con Ian. No como quería al menos. Y la forma en la que se había dirigido a él, le aterro. El otro. ¿No iba a verlo nunca más? Si eso lo protegía…Si eso lo protegía entonces lo haría -Bien- Espetó entre dientes y empezó a caminar de vuelta hacia el calor de la habitación porque estaba helada hasta los huesos-Necesito ropa. Me la has roto toda- Por bruto, le faltó decir.

Solté su mano cuando pegó aquel tirón, aunque al menos aquello había servido para detenerla. Tenía la muñeca helada, y no era para menos teniendo en cuenta que iba empapada y sin ropa en pleno enero. En el fondo era una cría impulsiva que quería llevar la contraria. Lo de obsesivo tal vez fuese cierto, pero lo otro... - ¿Controlador? No...te evito cometer errores. Por ahora soy tu único "aliado" aquí. A ambos nos conviene que esto funcione. - supuse que era Shyvanna la que la había amenazado de muerte, eso me cuadraba con alguno de sus arrebatos. Casi me hizo gracia por su afán protector, pero disimulé perfectamente el gesto de hermano orgulloso al pensar en ello. - Intenta ganarte a mi familia. Seguro que no son tan estúpidamente cerrados como los miembros del Consejo. Esos lloriquean y se ponen dignos porque no quieren que nada los mueva de su asiento en el Consejo. - estaba pensando en unos cuantos de esos bufones quejicas y maleducados. Ni siquiera me caían bien los que había traído ella. Ni Da Vinci, a pesar de que lo veía útil. Había traído problemas a Shyvanna y a Gwen.


El encontronazo pareció llegar a su fin cuando lo mencioné a él. Por su cara y su escueta respuesta supe que aceptaba ir con esas condiciones, y que si no mencionaba nada más era para evitar que yo cambiase de opinión. Bien. Marcaría territorio, ya podía olvidarse de ella. - Esa ropa era para romperse. Hay ropa suficiente en los vestidores de mis aposentos. - me refería a la ropa de mis antiguas esposas, obviamente. Allí encontraría tejidos caros, capas de seda y terciopelo, con colores rojo y negro predominando. Y el escudo Pendragon...bordado en más prendas de las que seguro ella desearía. - Ve y vístete. - aguardé unos minutos hasta que ella regresó de la habitación debidamente vestida, aunque su pelo aún no estaba seco del todo. Después nos dirigimos al exterior, llamando a uno de los dragones para volar hacia el Sanguis. Desde allí desaparecimos en el círculo de espadas, saliendo a las ruinas de Tintagel. Luego alzamos el vuelo, rumbo a Ouroboros.

Cuando se despertó no sabía en qué día estaba, qué mes era, ni que estación había afuera. Estaba desparratada en la cama desnuda con una pierna envuelta en una sábana y el resto tirado al piso. Sin almohadas, todas por cualquier sitio menos su cabeza. Tenía la boca seca y un potente dolor de cabeza, como si hubiese vivido la resaca de su vida. Intentó levantarse un poco sobre sus codos pero al principio le fue imposible, se dio por vencida, el cuerpo no le respondía así que se quedó mirando a la nada durante más tiempo del que creyó mientras su mente divagaba.

Se fijó en las motas de polvo que danzaban en los haces de luz que entraban en su habitación desde la apenas corrida cortina. Era divertido ver cómo viajaban, ajenos a todo, siendo parte de nada; sin preocupaciones. Ella también quería volar. Ese pensamiento hizo que recordara a Artamir y frunció el ceño. ¿Por qué no estaba allí? Intentó nuevamente levantarse, pero no pudo así que optó por la otra técnica que le funcionaba cuando le pasaba aquello, se fue arrastrando por la cama hasta que se le cayeron las piernas y apoyó su peso en las rodillas. Después intentó levantar la cabeza y cogió con fuerza las sábanas a ver si eso le daba impulso. Ok, cabeza arriba. Ahora el torso. Fue incorporándose de a poco y cuando finalmente estuvo de pie empezó a caminar hacia el baño con paso inseguro.

Era gigante, como buen baño de la realeza y aunque miró hacia la bañera no le apeteció. Fue hasta la ducha y la abrió con agua templada, metiéndose en el chorro un largo rato mientras sus músculos parecían despertar. La enfrió un poco más para acelerar el proceso de despertar y se mojó el pelo, se restregó la cara y empezó a estirarse. Estuvo un rato largo, demasiado, pero finalmente salió y se envolvió en una toalla. Estaba secándose el pelo cuando fue hasta el espejo del lavamanos y lo vio…La marca. Se le hizo un nudo en el estómago.¡¿Darren?  ¿Cedric? ¿Gwen y Lake? ¿Wthyr?! ¿En qué día estaba? ¿Qué había pasado? No recordaba haber llegado a su habitación, no recordaba haberse quitado la ropa ¿Se había desmayado?  El corazón empezó a latirle más rápido y fue a vestirse, poniéndose lo primero que encontró que le tapara el horroroso tatuaje negro que se extendía por su hombro hasta la mitad del brazo y luego ascendía hasta la mitad de su cuello. No quería que nadie lo viera…

Salió de su habitación con temor. Había demasiados volantes negros…¿Por Aelle? ¿No? ¡¿Eran por Aelle?! ¡¡¿O por alguno de sus hermanos?!! Salió corriendo por el pasillo, en aquel estaban las damas Pendragon  así que fue primero al de Gwen, abriendo la puerta de golpe -¡¿Gwen?! – Entró con rapidez -¡GWEN!- Gritó de nuevo porque se le apetecía demasiado silencioso el cuarto. ¿Estaba allí? Que estuviera allí por favor, pidió, mientras seguía buscándola.

Había madrugado como cada día y ya estaban hechas las primeras tareas. Cuando estaba en Ávalon me ocupaba junto a las sacerdotisas de cuidar pertinentemente al Sanguis Ligno. Primeras oraciones y ofrendas al amanecer, atender las peticiones que el pueblo pedía al Árbol Sagrado, organizar el templo. Poca gente sabía lo atareado que resultaba.

Por suerte durante varias horas no había mucho que hacer y procuraba tener tiempo para mí, leer o tocar algo de música, despejar la mente. Pero esos días se centraban en ir a visitar a Cedric, que aún estando consciente aún permanecía enfermo y a Shyvanna, que seguía dormida.

En ello estaba, caminando de vuelta a la zona de las damas cuando los gritos de mi hermana se escucharon en todo el pasillo. Miré a los guardias, inmutables apenas me miraron de vuelta pero uno señalo en dirección a mis aposentos y aceleré el paso hasta llegar al lugar.

-¿Shyvanna?-Pregunté al entrar y cerrar la puerta de tal manera que no hiciese un gran ruido. Pasé la sala que usaba como zona de lectura para encontrarla poco más allá. Sonreí al verla despierta por fin pero después negué acercándome para empujarla de los hombros en dirección a una silla.-No deberías estar esforzándote tanto. ¿Has desayunado?-Ya era tarde para eso pero demasiado pronto para comer. -Mandaré que te preparen algo.

La voz de Gwen hizo que el alma le volviera al cuerpo y cuando se giró a verla sintió que veía de nuevo a la pequeñaja de dos años a la que tenía que ayudar a caminar, o prestarle sus juguetes. La rubia hizo un puchero y se acercó a ella, tomó sus manos para mirarlas, estaban calientes. Se dejó llevar a una silla pero no la dejó alejarse -¿Estás bien? ¿Están bien?- Preguntó, ligeramente desorientada. No sabía qué hora era, ni qué ocurría.

-¿Están vivos? ¿Todos? ¿Dónde está Cedric?- Cada pregunta salía después de la otra, atropellada a su manera mientras su mente saltaba de un lado a otro y los recuerdos fluían y fluían en ella. Recordó salir de aquella cúpula de luz pero luego…Luego todo era un borrón hasta ese día -¿Qué ha pasado? ¿Cuánto tiempo llevo dormida?- No era demasiado común pero alguna vez le había pasado, su récord habían sido tres días y los había asustado  a todos pero los sanadores insistían en que estaba bien.

Alargó la mano hacia el pecho de Gwen y la observó a los ojos como preguntándole si la marca seguía ahí -¿Ha funcionado? ¿Ha servido el Sodoma? ¿Han logrado consumar? ¿Concebir?- Quizás empezaba a borrarse por aquellos que la tenían más  débil y a ella le tardaría un poco más en irse. Quizás…quizás… -Darren…- Murmuró con el ceño fruncido -¿Está dormido? Usé su energía…¿Le ha afectado?- No había ni un resquicio de su mente que no lanzara preguntas.

Iba a marchar para pedir que preparasen algo de comida para Shyvanna pero aún mantenía mis manos sujetas. Asentí a su pregunta y suspiré tomando asiento también. Al parecer estaba igual que la otra vez que tardó en despertar debido al sobreesfuerzo.

-Están todos bien.-Comenté con voz calmada alzando ambas cejas mientras la miraba con insistencia por si no se lo creía. Después serví un poco de agua de la jarra que había en la pequeña mesa en un vaso para acercárselo.-Cedric está despierto, cansado y aún algo delicado, pero está bien. Bebe.-Señale el vaso.-Lograste frenar la maldición pero fue demasiado para ti y te desmayaste antes de llegar al castillo, llevas dormida un par de días.

Apreté mis labios al ver su gesto y desvié la mirada antes de apartar con mi mano parte de la tela del escote para mostrar la marca. Aún era tenue aunque se había oscurecido desde que apareció. Ella había cubierto la suya con aquellos ropajes pero en mis visitas había visto su progreso.-No lo sabemos, puede que...-Paré al escuchar lo siguiente.

Volví a mirar a otro lado pensando. -¿Sodoma?-Claro, tenía sentido, por eso aquella urgencia e intensidad.-Así que era eso...-Parecí confusa por unos segundos pero sacudí mi cabeza como regresando al presente sonriendo de medio lado a mi hermana. -Podías haberme avisado, tuve que improvisar un ritual de fertilidad con lo poco que quedaba a mano.-Encogí mis hombros.-Consumar sí, concebir...-Eso ya era otra historia, volví a encoger mis hombros.-De momento debemos ser prudentes.

Tomé ahora sus manos entre las mías, tratando de tranquilizar a la rubia. -Darren está despierto, tranquila Shyvanna, todos estamos bien.-Palmeé su mano con la mía antes de separarlas.-Aunque es verdad que nuestro hermano...algo le ronda la cabeza. Estaba...afligido por algo, tal vez solo es preocupación. Estoy segura de que en cuanto te vea despierta alegrará su carácter.-Concluí que era aquello, le había visto poco o nada durante aquellos días pero estaba claro que seguía con la misma actitud que la noche de la boda.

-No vuelvas a hacerlo, no así.-Le rogué ahora preocupada por su estado.-Tu marca se ha extendido más, como si hubieses tomado para ti el avance que había sufrido Cedric.

Tres palabras que le trajeron paz y le ayudaron a relajarse. La voz de Gwen siempre había tenido ese efecto, no sólo en ella…En todos -Quiero verlo- Mencionó cuando le dijo que Cedric estaba despierto. Es más, quería tocarlo. Quería tocarlos a todos, percibir su sangre fluyendo sin problemas bajo su piel hasta su latente corazón. Cogió el vaso y bebió un par de tragos. Cierto, tenía la garganta reseca y no se había detenido. Empezó a beber con más ánimo y cuando se acabó el vaso se sirvió ella misma otro.

Un par de días. ¿Y qué había pasado en ese par de días? Terminó el segundo vaso y lo posó en la mesa para ver la marca de Gwen, pues adiós sus esperanzas. Seguía ahí -No es tan difícil- Explicó Shyvanna -Sólo tienen que consumar hasta que conciban, con los rituales será rápido. Sólo hay que tener predisposición- Ella lo haría, si pudiera, pero no había ningún Le Fay qu… De pronto detuvo su pensamiento, asintiendo a lo del Sodoma -Gwen… Se supone que nuestra tía es Le Fay…¿Y si soy yo? ¿La que concibo con uno de nuestros primos? ¿Eso funcionaría?- Preguntó y después aquello de avisarle hizo que apartara la mirada.

-Estás enojada conmigo. No quería que te vieras inmiscuida si Wthyr se enteraba y se enojaba- Alzó los hombros restándole importancia, en ese instante había cosas más prioritarias -Entonces…¿Crees que funcionaría?- Insistió pero a aquello de que debían ser prudentes Shyvanna puso los ojos en blanco y luego se llevó las manos a la cara -¡Sólo tienen que follar! ¡Es que justo le tenía que tocar una frígida! ¡De verdad! ¡Maldito destino! Les voy a petar el Sodoma…Lo llevan encima, está en los anillos, sólo hay que activarlos- Y buen efecto habían tenido.  

Cuando le cogió de las manos centró su mirada en ella, escuchando aquello sobre Darren, y aunque seguía diciéndolo ella necesitaba verlos. Se quedó en silencio un momento y el rostro le cambió a algo mucho meno amable, menos preocupado y más bien decepcionado -Es mi culpa- Le respondió a Gwen y se cruzó de brazos, echándose hacia atrás en la silla -En la misión me encapriché y tenía a Thoren en mi cama cuando llegó Darren. Estabamos… ocupados y Darren interrumpió, diciendo que debía venir a Avalon… Thoren se lo tomó a mal, nos desapareció para seguir a lo nuestro pero había aparecido la marca- Le resumió Shyvanna, golpeándose el pecho -Y yo quería volver a casa, así que me fui. Mi cuarto estaba hecho un desastre y cuando me di cuenta de lo que ocurría, Darren modo berseker ya estaba a punto de matar a Thoren. Le cortó el miembro y de no ser por mí quizás le habría arrancado el corazón en ese momento- Volvió la vista hacia Gwen con el gesto tirante -Me lo llevé al hospital de Ouroboros, así que hemos agredido a su gente por mis caprichos sexuales. Es lo que iba a decirle a la abuela… Él nunca se comportó así, creo que la misión, lo pasamos mal, y la marca…- Sinceramente no sabía qué pensar -Él actuó fuera de lugar, yo podría haberme encargado sola. Tomó las cosas demasiado lejos y lo hizo porque creyó que me protegía.

¿Y cómo se suponía que ella le iba a pedir perdón? ¿Cómo?

La advertencia sobre sus poderes hicieron que mirara a Gwen de otra manera, ladeó la cabeza -He vivido más años que vosotros, si la maldición me los ha quitado para que podáis seguir con vuestra vida, por mí bien- Entonces se inclinó un poco al frente, apoyando los codos en las rodillas-Además, no es eso lo que estamos haciendo últimamente? Arriesgarnos de forma estúpida para mantenernos con vida?- Inquirió con un destello de astucia en sus ojos -¿Qué le diste al árbol para que cambiara de opinión, Gwen?- Y finalmente, hablarían del elefante blanco en la habitación...Porque claro, ni en sus más terroríficos sueños Shyvanna pensaría que su hermana, la correcta sacerdotisa, mentiría sobre la voluntad del Saguis Ligno.

Asentí a su petición.-En cuanto comas algo y te encuentres más tranquila.-Me incorporé caminando hacia la puerta con intenciones de ir a pedir algo para ella, ahora que ya se encontraba más centrada. Se me escapó una especie de risa entre los labios al escuchar aquello.-Supongo que no lo es, no.-Comenté como si fuese algo gracioso. Al menos para la rubia aquello sería un paseo por el campo.

Abrí la puerta pidiendo a los guardias que mandasen orden de aparecer algo de alimento y volví junto a ella, tomando asiento de nuevo. Estudié la posibilidad, sobre aquello del linaje de la tía pero fruncí el ceño no muy convencida. Después me extrañó aún más que dijese que estaba enfadada con ella por la ocurrencia del Sodoma. Negué.-Para nada. Es más, me parece una buena idea. Solo...-Apreté mis labios encogiendo los hombros y rodando la mirada.-Hubiese adelantado el ritual de la manzana y me hubiese ahorrado un conflicto con la Descendiente de Dioscórides.-La fiesta se habría desarrollado de otro modo menos crispante.-Y no hubiese puesto a DaVinci en otra situación incómoda.

Insistió en lo de nuestra tía y su posible emparejamiento con alguno de nuestros primos-No sé...La tía Atalia ya ha tenido descendencia con un Pendragón y no parece haber solucionado nada...tal vez tenga que ver con lo dudoso de su apellido.-Comenté respecto a que nuestra tía era Le Fay en efecto pero bastarda al fin y al cabo.

Agaché el rostro mientras esbozaba una sonrisa por la sinceridad de mi hermana.-No creo que sea frígida Shyvanna...simplemente no quiere a nuestro hermano, ni a ninguno de nosotros. No debe ser una situación fácil si su corazón ya está ocupado.-O al menos así lo entendía yo.

Después explicó el conflicto con Darren y Thoren. Escuché con atención pero no podía evitar hacer alguna que otra mueca.-Es... extraño. Darren está acostumbrado a tus variadas compañías en la cama. Tal vez deberías hablar con él, ver que es lo que ha cambiado para que actuase así.-Aspiré por la nariz tomando aire profundamente para soltarlo en un suspiro.-La agresión en Ouroboros ya no es importante, recuerda que hemos retirado nuestra candidatura al Consejo. ¿Qué van a hacer?¿Odiarnos un poco más?-Alcé suavemente los hombros como indicando que aquello no era problema.

La miré ahora apretando mis labios, molesta porque pareciese que no tuviese aprecio por sus años de vida venideros. Pero sabía que Shyvanna era así, ella cuidaba y sanaba, no había manera de convencerla de lo contrario. Apareció la comida por fin, fruta, bebida caliente y algunos productos más así que le acerqué el plato, y comencé a servirme algo de té -Yo no diría de forma estú...-Le lancé una mirada extraña. ¿Cambiado de opinión? Posé la tetera en la mesa. A ella le había dicho que el Sanguis Ligno no se había pronunciado.

-Sanguis Ligno o Árbol Sagrado Shyvanna, procura no olvidarlo.-No era apropiado llamarle árbol sin más. Me serví una cucharilla de azúcar y comencé a remover mientras debatía si mantener al margen a mi hermana. No pretendía preocuparla.-Mentí.-Confesé, decidiendo confiar en ella y tomé la taza entre mis manos.-Le ofrecí todo lo que estuvo en mi mano pero seguía insistiendo en vuestras uniones y eso solamente hubiese traído desgracia a todas las partes implicadas.-Expliqué tranquilamente bebiendo un poco del líquido.-Lake conviviendo con Tesla hubiese sido el menor de los problemas.

Asintió, sabía que si iba así Cedric empatizaría con su ansiedad y se pondría peor. Mejor ir de buena manera, no quería estresarlo. Alzó la mano señalándola como “¿ves?” Sólo había que tocar unos puntos específicos, tener un poco paciencia y ya -¿Crees que deba enseñarle un par de cosas a Wiwi?- Preguntó y al ver su gesto dejó escapar el aire -Estás así desde antes- Desde la pelea después de que le pillara con Ixión y Giordano. Y quizás ella también un poco, pero es que no entendía como funcionaba la mente de Gwen…Quizás si le explicara. No, mejor no. Tendría peor imagen de ella.

-Ya…Tienes razón- Mencionó con respecto a su propuesta y se dejó caer en la silla. Sus primos eran dos adultos Pendragon Le Fay y ellos seguían con la marca. ¿Les habría afectado? ¿O era solo el linaje principal? La respuesta de Gwen con respecto a Le Fay hizo que pusiera los ojos -Si, bueno, no es la primera vez que nosotros ponemos nuestro corazón de lado para hacer lo que hay que hacer. Tiene que aprender- Respondió, un poco hastiada, de esa mujer.

El tema de Darren la traía cada vez más de cabeza y cuando Gwen notó que también había sido algo distinto, dejó escapar el aire. No estaba loca -Lo haré- Sí, se debían una conversación e intentaría que fuera desde el cariño y no la irritación. Sin embargo, el tema de Ouroboros hizo que asintiera -Ya, pero esto fue antes. Nos habíamos cargado el pacto, antes- Insistió, pero entonces llegó la comida y lo cierto es que tenía mucha hambre. No dudó en atacar y se hizo, más que una tostada, un sándwich de varios pisos que intercalaba con pedazos de fruta.

Soportó su mirada y presionó, esperando que hablara y cuando la corrigió asintió reconociendo su error, pero entonces se atragantó. Se llevó la mano al pecho para golpearse varias veces y no morir ahogada por glotona. ¿Mentir? ¡MENTIR! ¡MEEEEEENTIIIIIIIIIIIIIIIIIIIR! Se le fueron los colores, hasta sus ojos se vieron más apagados, y cogió el vaso de agua para beber un trago mientras seguía escuchando todo lo que le decía -¿Y me vienes a decir a mí que no lo haga así? ¿En qué estabas pensando Gwen? Ay…Ay…- Se levantó, empezó a caminar de un lado a otro llevándose las manos a la sien con un gesto de profunda agonía –Te va a matar… Te va a matar… ¡Si no te mata la maldición te va a matar él! ¿Por qué lo hiciste? - Se detuvo y negó, recordando la frase de Lake, lo que había sucedido en la boda -Yo te habría dejado a Giordano…Si ha sido por eso, has arriesgado tu vida para nada. Joder…Joder…¡Podría haber vivido como una paria! ¡No me importaba!  ¡Ahhhh! Por eso viniste con el cuello el otro día…Yo…- La cabeza de Shyvanna volvió a revolucionarse de nuevo, de un pensamiento al otro, saltando constantemente en recuerdos, en reuniones, en diálogos intercambiados. Si Wthyr se enteraba…No, Shyvanna no podía decírselo. Nunca confiaría en Gwen de nuevo. Apretó los puños y se los llevó a la boca, como si estuviera conteniéndose de gritar, pero acabó mordiéndose a sí misma del nerviosismo y ansiedad mientras la miraba. Ella no podía curar a Gwen si el árbol decidía quitársela, no podía absorber eso porque no estaría satisfecho e igualmente iría a por ella. Tenía las manos atadas y la condena estaba pendiendo sobre su hermana.

Su pregunta hizo que boqueara un poco sin saber muy bien que decir y luego chasqué la lengua haciendo un gesto algo incómodo al recordar las sensaciones de Catherine.-¿Tal vez no le vengan mal un par de consejos?-Lancé al aire algo dudosa e hice un gesto con mi mano procediendo a explicar.-Hice...fue un ritual de despertar de sangre y bueno...yo sentía lo que LeFay y...-Hice un gesto extendiendo las palmas de mis manos algo incómoda por andar diciendo cosas así.-Digamos que resultó bastante...insatisfactorio.-Concluí.

No pensaba entrar en detalles pero menos aún cuando reclamó que yo estaba enfadada con ella por aquel encuentro en su habitación. La mire alzando las cejas en un claro gesto de que no era así.-Te recuerdo que la que salió indignada de mi habitación fuiste tu. -Mi voz no sonaba reprochante para nada, al contrario, era calmada y daba a entender que no estaba enfadada con ella.

Tenía razón en que LeFay debía aprender, a mi parecer el simple acto de acceder a ese matrimonio ya era un gran paso.-Nosotros somos Pendragon Shyvanna...llevamos siglos haciendo lo que debemos hacer.-Seguramente los Lefay en la seguridad de aquella isla y con el reconocimiento del Consejo no se habían visto en una situación tan comprometida como la nuestra casi nunca.

Asentí conforme al oír que accedería a hablar con Darren. Él era temperamental, como casi todos mis hermanos, incluso yo misma en ocasiones era así. Pero Darren descontrolado podía causar muchos problemas y Shyvanna era de las pocas personas que parecían saber calmarle. -Antes...después...-Volví a encoger mis hombros. No me importaba demasiado.-Si el Consejo quiere expulsarnos de Ouroboros se enfrentarán a una guerra...y no creo que a LeFay le interese un conflicto ahora mismo. Intercederá. -Lo dije muy segura. De todas formas tarde o temprano sucedería. La guerra.

Volví a beber de la taza mirando de reojo a Shyvanna que parecía haberse tomado a mal mi confesión. Aparté la porcelana de mi boca mientras ella bebía, permaneciendo en una total y absoluta calma por mi parte. Suspiré cuando entró en pánico de nuevo. La seguí con la mirada al levantarse diciendo que el Sanguis me iba a matar.-Eso es lo esperado ¿no?-Encogí un hombro dejando la taza en su plato.-Ya he dicho las razones además...

Fruncí el ceño confusa por aquello de DaVinci y alcé una mano pidiendo que parara negando después.-¿Y para qué quiero a DaVinci?-Pregunté muy extrañada hasta que caí en por qué sacaba el nombre del italiano en todo aquel asunto. Se me escapó una risa mientras seleccionaba una uva entre las piezas del frutero.-Shyvanna por favor...¿Cómo puedes pensar así de tu hermana?

Saboreé la uva y asentí.-El Sanguis me va a matar, sí. O al menos eso es lo que espero. A cambio de que podáis disfrutar de vuestra vida. Es algo que tengo asumido desde los diez, Shy...¿Qué puede hacer?¿Matarme antes de tiempo?-Nuevamente mis hombros se encogieron mientras soltaba todo aquello como si fuese lo más natural del mundo.-No va a hacer nada hasta que alguno de vosotros tenga descendencia, tiene que asegurarse...perdurar.

Di un par de golpecitos en la mesa con la mano señalando la silla vacía.-Ven y come, deja de alterarte.-Tomé otra uva entre mis dedos y seguí hablando.-Solamente estaba molesta porque estaba esforzándome para buscar una solución para vosotros. Y no, mi hermana jamás será una paria.-Aclaré, dando ese opción por zanjada.-Y parecía que los implicados preferíais disfrutar de un momento banal antes de interesaros por preservar vuestra vida. -

Llevé la uva a mi boca masticando tranquilamente pero después entorné los ojos negando.-Dejarme a DaVinci- Volví a negar ante las ocurrencias de mi rubia hermana. Por un momento recordé aquellas sensaciones debajo del Árbol Sagrado pero rápidamente despejé la cabeza frunciendo el ceño después.-¿En serio?¿Crees que soy capaz de montar un drama adolescente?-Aquello si sonó a indignación. Tomé la taza de nuevo.-No tengo la cabeza para enamoramientos, menos por una persona que conozco desde hace...unos meses.-Espeté como si fuese una completa locura pensar aquello.-Ya es suficientemente duro saber que en algún momento voy a tener que dejaros a vosotros.-Expliqué. Pues asumido o no, sería igual de duro tener que hacerlo cuando el Árbol Sagrado me llamase.

Cuando Darren abrió los ojos, solo podía ver una luz blanca neblinosa que lo envolvía todo, una molesta bruma invadía todo su campo visual y no le permitía ver más allá de los próximos metros a él. Una suave brisa mecía su cabello y hacía ondear la capa roja de su familia Pendragon la cual, desde hacía unos días, pesaba como si estuviese arrastrando con ella un regimiento entero. Suspiró de una forma cansada y, sin moverse del sitio, recorrió el espacio con sus ojos verdes esmeralda. Estaba solo, como se sentía siempre o al menos desde unos días hasta ahora. ¿Solo? No, una figura de dorada cabellera color del trigo le daba la espalda. Unos metros le separaban, una distancia que necesitaba sortear de una forma imperiosa.

Echó a andar con paso firme. La bruma se arremolinaba a cada zancada y ascendía en zarcillos blancos. -Shyvanna- Reconoció la figura que le daba la espalda, extendió la mano para tocarle el hombro, con cuidado. Sin embargo, no pudo alcanzarla -… Shyvanna…- Repitió, volviendo a realizar el gesto. Necesitaba tocarla, saber que estaba ahí, que en verdad no estaba solo, que solo eran sus miedos los que nublaban su percepción. Pero ella parecía seguir con su marcha. La mano cayó en vacío, de una forma pesada. -Shyvanna….- Un tono de súplica empezó a aparecer en su voz y se mezclaba con cierta intranquilidad, cierto nerviosismo -Shyvanna por favor… escúchame- Trató de convencerla porque no quería que se apartara de él.

Su melliza dejó de moverse y Darren por fin la alcanzó -Shyvanna… yo… No pretendía… no sabía…- El hermano rubio trató de rodear a su hermana, buscando sus ojos azules. Sin embargo, solo recibía indiferencia y la espalda de ésta -Dime algo, aunque sea lo mucho que estás enfadada conmigo. Por favor… - Porque aunque no lo compartía, sabía que lo estaba. La había defraudado dos veces en menos de una semana. Y siguió buscándola, pero solo recibía su silencio y su espalda. -Lo siento… Yo… no puedo…- Desesperado por un gesto, por una palabra, la tomó con ambas manos por los hombros para girarla. La hermana le devolvió una mirada con los ojos hinchados en rojo y una sonrisa terrorífica. Extendió la mano y atravesó su pecho agarrando el corazón del hermano en su mano ensangrentada, haciendo que la opresión no le dejase respirar. En verdad siempre había sido así, tanto en el mundo onírico como en el real. Ella estaba furiosa, lo sabía -… prefiero morir a estar sin…- Y entonces ella cerró el puño y no le dejó terminar la frase. Le arrancó el hilo de voz, el último hálito.




Darren se levantó sobresaltado. Estaba sudoroso y con el cuerpo revuelto, exhausto, con ganas de vomitar por culpa de aquel sueño. Sentía una fuerte presión en el pecho que le hizo recorrer el perímetro de su esternón como buscando el hueco que, instantes antes, estaba ocupado por la mano de su hermana. Se topó, sin haberlo querido, con la sombra oscura de la maldición la cual se había oscurecido y había crecido desde el día de la boda, ocupando ahora todo el pectoral izquierdo. La sombra oscura le devolvió una cruel y dolorosa sonrisa, denotando su molesta y persistente presencia. Y dolía, pero había aprendido a convivir con ello… había cosas que le dañaban mucho más profundamente que eso.

Se incorporó en la cama y se sentó al borde de la misma, dejando ver el torso desnudo, húmedo por los sudores fríos de la pesadilla. Se apretó los ojos con la mano abierta, tratando de borrar de su memoria aquella imagen de Shyvanna, reflejo de la distancia que notaba que le estaba separando de su hermana desde que volvieran de Londres y que no sabía cómo sanar, solo notaba que se incrementaba, que le creaba un vacío descomunal. Por supuesto su hermana no lo sabría, pero los días que ella había permanecido inconsciente se los pasó vigilándola observando atentamente el entrar y salir. Así hasta que no pudo más y cayó rendido. Aquello era lo último que recordaba hasta que se despertase en su cama. Un escalofrío recorrió su espalda, fruto del sudor causado por el atormentado mundo onírico oriundo de los pensamientos que le perseguían.

A su espalda, entre las sábanas, se movió un cuerpo con la pereza de haber sido despertado bruscamente de un sueño que parecía haber sido terriblemente placentero, en comparación. Una figura, de aspecto humano se levantó con pesadez y con un ronroneo encajó su barbilla entre el cuello y el hombro de Darren. Su piel era mármol, su cabello cortado a media melena rubio como el sol de verano y los ojos azules con la profundidad del mar. Aquel cuerpo emanaba un placentero calor que fue agradecido con un suspiro profundo por parte de Darren, que cerró los ojos y se dejó envolver por aquella sensación que tanta paz le trasmitía.

-¿Un mal sueño?- Le preguntó, buscando la mirada verde del Pendragon. Darren apartó la mirada y no contestó porque no le apetecía hablar de ello. Se dejó caer de nuevo, sobre las sábanas, con el torso todavía descubierto y pegajoso por el sudor. Su respiración se iba relajando. Su compañero posó suavemente la cabeza sobre el tórax y no añadió más, no si su señor no quería hablar de ello. Darren, por su parte, comenzó a acariciar el suave cabello dorado, con la piel del brazo todavía tirante por las curas de las heridas que se había infringido al hacer las runas para salvar a Cedric. Aquel tacto era como la seda, tan cuidado, tan diferente a las escamas del dragón…

Darren suspiró -Pensaba en Cedric… Me alegra que esté bien, pero… - Lo habían conseguido salvar por los pelos. Debía ser consciente de ello, la maldición parecía ser peor por momentos y ya no solo afectaban a los cercanos de los malditos, sino a ellos mismos. -Es solo cuestión de tiempo- La mancha de Shyvanna era tan oscura, tan fea, tan ennegrecida… tan … maldita. Y curar sus sangrados pero … -No sé si quiero morir- Clavó la mirada en el techo mientras notaba las yemas de los dedos de su compañía recorriendo su brazo en silencio. -No quiero morir como Aelle, tan… ¿Sola? Eso no era real, ella misma se lo habían reconocido. Su parentesco, su familia estaba ahora patas arriba. -Tan estricta… con la familia… las normas… Ouroboros… Que haya muerto me hace sentir…- Contuvo el aire y al final lo soltó en un suspiro largo -Libre. ¿Es eso malo?- Negó y gruñó. confundido. Aquello no estaba bien, le gustara o no era su abuela, sangre de su sangre… sangre de dragón.

Se levantó y caminó despacio hasta la ventana de la habitación. Bajo sus pies se extendía parte de la isla de Avalon y una invernal pero suave brisa mecía las hojas del Sanguis, que cejaba caer sus marcescentes hojas. Extendió la mirada por encima de la niebla que protegía la isla, buscando el horizonte. Quizás, ahora, podría ser libre. Ahora que no tenía porqué ser el hijo y el guerrero perfecto, porque todos parecían tener su sitio en la isla y parecían felices… Su imaginación volaba, sobre Alwaid, y dibujaba lugares donde debiese ir, mundos por descubrir. Estaban allí, podrían ser tan alcanzables… Una de las curas del brazo se cayó y dejó libre la cicatriz que todavía no había sanado bien, a pesar del díctamo, de una de las runas que tuvo que dibujarse para ayudar a su hermana y poder salvar a su hermano. Y, al final de su viaje siempre regresaba al castillo, porque no hay nada que pueda hacer. Apoyó las manos en el alféizar de la ventana, apretó las muelas y suspiró, recomponiéndose porque, después de todo, haría como si todo aquello no hubiera ocurrido. Porque, al amanecer lo único que importaba eran sus hermanos, era su familia, era ella. Y tras adecentarse volvería a hacer guardia, incansable, vigilando que todo esté bien para sus hermanos. Porque, como Aelle decía, la familia era lo más importante y aquel mensaje sería el que perdurara. Aquello sería su herencia, escrita a fuego en la memoria de Darren.

Asintió con suavidad a eso de que le diera consejos a Wthyr, a ver si su hermano no se lo tomaba a pecho. Shyvanna comprendió entonces la incómoda posición de DaVinci con lo del ritual de sangre pero lo primero que hizo fue sonreír -¿Se aguantaron?- Inquirió por pura y pecaminosa curiosidad pero entonces dijo que fue bastante insatisfactorio  y aquello lo tomó personal, demasiado. Se llevó una mano al pecho con indignación -Pero si Wthyr ha tenid… Ay, por favor, ¿con qué cara miro yo a Catherine ahora? No puedo llamarla frígida si mi hermano es poco dotado- Se masajeó las sienes -Quizás si se la dejo caliente, satisfecha y preparadita sería mejor para ella. ¿Crees que me deje?-  Tenía que hablar seriamente con su hermano.

Tensó los labios. Sí, ella había salido enojado -Quizás porque deberías haberme preguntado qué era lo que yo quería- La observó a los ojos y no pudo aguantárselo un momento más -Quizás sí quería ser una paria, porque de esa forma no tenía que alejarme de vosotros ni de Darren, ni irme a una nueva familia o adoptar un nuevo apellido- Alzó suavemente el hombro -Sé lo que tengo que hacer, lo que debo hacer y lo respeto pero por un escaso momento… Pude saborear la libertad- Desvió la vista y se concentró en comer un poco más, en mantener la boca ocupada porque ya había dicho mucho.  

Ay, la guerra. Se mordió la mejilla por dentro, tenía que ver a su Brigada, debía volar y entrenar con ellos; retomar un poco la rutina aunque fuera una falsa sensación de normalidad.

Sin embargo, todo el tema de la mentira y cómo Gwen seguía impasible -Sí…Pero…- ¿Y si lo hacía demasiado rápido? ¿Y si se la quitaban antes de que pudiera disfrutar de su vida? -¡Pero Wiwi va a tener descendencia! ¿Qué pasa si…- No parecía que Gwen comprendiera su irritación. Al menos parecía que lo de Giordano no había sido el problema -Es que todo…Parecía muy extraño, además fuiste más cercana a Giordano que a los otros y…- Alzó los hombros decidiendo ir a sentarse en la silla, soltando un suspiro -En el fondo, tal vez tenía la esperanza de que se hubiese podido meter dentro de esa coraza que te pones-  

-Gwen… - Volvió a inclinarse y recordó exactamente unas palabras que le había dicho a los otros magos -¿Si murieras mañana, de qué te arrepentirías?- Ella conocía su propia respuesta, lo que la hizo mirar hacia la puerta unos instantes antes de volver a verla a ella  -No importa si lo conociste hace unos meses o ayer, de vez en cuando, tienes que complacerte a ti misma. Y no estoy hablando de algo sexual…tal vez lo único que quieres es volar o tomar el té con alguien. Hazlo… Si no rascamos esos resquicios de felicidad, lo único que nos queda es el deber y eso no siempre nos hace felices. Ni siquiera a Wthyr o a ti, aunque intentéis mentiros- Le aclaró lo último, porque a veces pensaba que todos malinterpretaban a su hermano mayor. Inspiró profundamente.

-Entiende que si bien es comprensible para nosotros no es tan natural que estés tan tranquila con la idea de morir. Es más…Sigue pareciéndome una locura lo que has hecho…- Dejó escapar el aire -Hemos perdido a muchas personas y no queremos seguir perdiendo a más…Y menos tan pronto- Se incorporó, se acercó a ella  y se inclinó sobre su cabeza para dejarle un beso -Te quiero… Voy a ver a Darren- Murmuró antes de separarse. Una parte de ella estaba ligera, el hecho de saber que al menos estaba bien. La otra… La otra seguía pensando en una forma de salvarla del Sanguis. ¿Si iba allí a hablar… la oirían?

Salió de la habitación y caminó por el pasillo, mordiéndose la uña del pulgar con demasiada intensidad. Si se moría mañana…Iba a lamentar hacerlo tan alejada de él. Era la realidad. No podía seguir viviendo así, como si le faltara la mitad de su corazón, de su alma.

Tell me how to be in this world
Tell me how to breathe in and feel no hurt
Tell me how could I believe in something
I believe in us

Se detuvo un momento… ¿Y si tocaba su piano? El siempre venía cuando escuchaba su piano. Tal como había venido cuando le había llamado en la boda. En la boda en la que le había dicho que debían llevar a Cedric con Lucio. Algo se removió en su estómago. No, no podía decirle al piano las palabras que estaban dirigidas sólo para Darren. Giró en el pasillo de su habitación y se topó con el protagonista de sus pensamientos. Paró los pasos, apenas a un par de metros de él, cuando quizás en otra circunstancia había corrido a sus brazos… Como había hecho las veces que había despertado de ese sueño tan profundo -Necesitamos hablar-

-¡Shyvanna!-Exclamé debido a su pregunta sacudiendo después mi vestido con gesto muy digno.-Obviamente.-Respondí como si no hubiese pasado por mi cabeza en ningún segundo no hacerlo. -Nah...no creo.-Dije ahora con sinceridad a eso de dejar preparada a Catherine.-Creo que bastará con que actives los rubíes de vez en cuando.

-Lo hubiese hecho pero tenías compañía.-Reclamé aunque aún con tono tranquilo. Cogí aire mientras relataba las virtudes de ser una paria según ella, cansada la verdad. Dudaba que mi hermana supiese que se hacía con ese tipo de personas, porque entre otras cosas se les exiliaba. Pero dado su discurso tal vez era lo que quería ella. Otra vez pasó por mi cabeza la duda respecto a la lealtad hacia el apellido por parte de mi hermana, pero no dije nada.

-Cuando llame atenderé. -Porque la otra opción, la salida que por un momento había tenido en mi cabeza que podría brindarnos Ouroboros se había desvanecido.-Wthyr me hizo pegarme a él. Además es amable y puedo mantener una conversación interesante sin que me mire como si le fuese a explotar el corazón.-Expliqué algo más molesta. Solté ahora aire casi en una pedorreta mientras dejaba de lado mi postura más que formal, apoyando la espalda en el respaldo de la silla, hastiada. Lo de la coraza.

Nunca lo iba a entender. Tal vez ella en mi situación hubiese optado por lo mismo. Tal vez no. Yo solamente no podía dejar de pensar en la sensación tan horrible que debían haber tenido nuestros padres al dejarnos. La miré de reojo cuando llamó apretando mis labios. Su pregunta hizo que alzase una ceja pero no dejó lugar a que contestase, continuó con el discurso de que debía encontrar la felicidad.

Continué en silencio. No valía la pena debatir con ella. No lo entendería y al final acabaría enfadada de nuevo. Arrugué los labios cuando dijo que se marchaba y asentí mientras depositaba el beso en mi frente.-Y yo a ti. Intenta descansar.-Respondí algo refunfuñante.

La seguí con la mirada mientras se marchaba y después me quedé un rato ahí. ¿De que me arrepentiría? Tal vez de no haber conseguido convencer al Consejo, de haberla fastidiado tanto como para no encontrar una salida para que el apellido Pendragon dejase de sacrificar sangre a cambio de vida.

Me incorporé saliendo de la habitación para ir en busca de Alud. Ahora mismo no quería permanecer en la isla.

Darren rondaba en su habitación, taciturno, todavía con el amargor en la boca de los últimos pensamientos que le habían llevado a despertarse. La desesperación y el miedo a la soledad, la necesidad de huir y la atenazante obligación de residir allí. Imaginaba a su hermana, despierta, en la habitación, hablando de cómo podrían hacer para dejar Avalon atrás y emprender una nueva vida, lejos de las normas impuestas, de Ouroboros, de las miradas… Pero para ello debía ser capaz de hablar con ella. De reconocer el error, de pedir perdón. Se había preparado para salir, asió el pomo de la puerta y dejó todo rastro de sentimentalismo atrás, tomando una bocanada de aire. No podía permitirse más muestras de flaqueza como la que mostrase la noche de la boda porque a él no le estaba permitido sentir algo que no estuviera relacionado con la batalla. Así se lo había enseñado su padre por activa y por pasiva, y a su muerte, Aelle.

Caminaba rumbo a la habitación de Cedric para comprobar cómo estaba como primera y rápida parada antes de ir a ver a Shyvanna. Dobló la esquina del pasillo de su habitación cuando se encontró cara a cara con su hermana. No estaba seguro de qué hacía allí, o si seguía encerrado en un mundo onírico. Aquel vuelco al corazón le indicaba que en esta ocasión todo aquello era real. Boqueó sin saber qué hacer, decir o reaccionar por si se había despertado furibunda. Dudaba si debía mantener las distancias, ser correcto o llamarle por su nombre de pila, deseaba poder gritar entre risas su nombre. Finalmente ella fue la que rompió el hielo con aquella frase contundente. -Me dirigía a ver a Cedric- Se excusó, tratando de aparentar firmeza. Pero se hizo otro silencio en el que ninguno de los dos se movió de su posición. Suspiró, tragó saliva y apartó la mirada -Hablemos- Indicó con voz queda, apesadumbrada por lo que podría venirse, intuyendo que nada bueno. Le indicó que le siguiera con un breve gesto y retrocedió sus pasos hasta su habitación

-Alwaid, por favor, déjanos solos- El dragón, que seguía todavía en su forma humana de joven rubio, acababa de ducharse y el agua todavía recorría sus músculos relajados tras el profundo sueño. Darren no  comprendía del todo cómo a aquel dragón le gustaba tanto el agua. El hombre asintió a la orden de su jinete, se vistió lo imprescindible y salió, creando un silencio pesado. Darren había avanzado en ese tiempo hasta su escritorio, donde permanecía abierto un pequeño bloc de hojas de pergamino con dibujos de dragones de todas las razas, colores que él mismo había hecho. Al lado un tomo de un libro antiguo, escrito en lengua dragón, con la hoja marcada que indicaba el punto pausado de la lectura. En el suelo, apoyado en los pues de la mesa, un lienzo esperaba que alguien terminara el bodegón con hojas en color rojo fuego. La habitación de Darren, a diferencia de la de su hermana, era mucho más sobria, sin aquel piano, pero eso le hacía mucho más espaciosa. Había varios ventanales, uno de ellos con las cortinas descorridas, desde donde se podía ver todo Avalon. Siguió de espaldas a su hermana, no se atrevía a buscarle la mirada. Ya la había visto furiosa con esos ojos azules hinchados en sangre en sus pesadillas y no estaba del todo seguro que quisiera poder hacer real aquella imagen -Me alegra que estés despierta- No se atrevió a hablarle de las noches en vela, vigilando los sueños de su hermana. Un nudo en la garganta se lo impedía. Porque es más lo que callaba que lo que decía.

Le recorrió el rostro con la mirada pero no dijo nada. Su respuesta tampoco hizo que se moviera. Se quedó, allí, detenida en el tiempo observándolo. Tendría que haber estado a su lado cuando despertó. Tendría que haber estado en su cama, acariciándole el cabello. Tendría que haber sido su rostro lo primero que debería haber visto al abrir los ojos.

No le sostenía la mirada…

Can we make it better?
Because I’m losing hope

Estaba decepcionado. ¿Era eso lo que percibía en su tono de voz? Lo vio alejarse  y tardó en reaccionar y seguir sus  pasos. Iba muy por detrás así que sólo escuchó cómo le pedí a Alwaid que se retirara. Al ingresar intercambió una mirada con el rubio dragón, que chorreaba un poco de agua. Frunció el ceño, quizás es que Artamir era mucho más reservado… y a punto estuvo de rogarle que se quedara y que le ayudara a saber cómo proceder en ese instante. ¿Cuándo todo se había vuelto tan extraño?

Se mantuvo en silencio mientras Darren se quedaba cerca de su escritorio, observó los dibujos mientras él se mantenía de espalda. Tenía un vacío en el estómago que crecía cada vez más. Lo observó, largamente en silencio esperando que quizás en la soledad de aquella habitación finalmente le dijera todo lo que estaba pensando.

We used to be kids living just for kicks
Running through streets
That were painted gold
We never believed we’d grow up like this

-¿En serio?- Preguntó con un tono bajo mientras se llevaba las manos hacia la espalda, ocultándolas de él aunque como no la veía no podría apreciar el gesto tan común en Shyvanna cuando estaba nerviosa. Empezó a clavarse las uñas en la piel y a rascar, rascar, rascar -¿O es lo que el protocolo te dice que me digas?...¿Cuándo empezaste a usar el protocolo conmigo?- Y ese fue el inicio… El inicio de lo que empezó a girar en la mente de Shyvanna sin control alguno -¿Por qué no estabas conmigo cuando me desperté? ¿Por qué no estabas en mi cama? ¿DÓNDE ESTABAS?  - Gritó, sin poder controlarse un ápice más - ¿QUÉ ES LO QUE TE PASA? ¿POR QUÉ TE ESTÁS COMPORTANDO ASÍ? ¡FUE UN MALDITO CAPRICHO! ¡ME HE FOLLADO A LA MITAD DE AVALON Y NUNCA HAS ACTUADO DE ESTA MANERA! ¡ME HAS PILLADO EN PLENO APOGEO Y NUNCA HAS REACCIONADO ASÍ! – Terminó clavándose las uñas antes de reaccionar al dolor, físico, porque al de dentro ya lo había estado haciendo; y caminó hasta donde estaba él, empujándolo con fuerza por la espalda….Con toda su fuerza -¡NO ME DES LA ESPALDA!-Y lo golpeó, como niña caprichosa descargando su ira mientras las lágrimas empezaban a descender por sus mejillas.

Cuando el silencio habla, las palabras pierden el significado. Y el silencio estaba manteniendo una conversación especialmente locuaz, persistente y agridulce en aquella habitación. Era tan ensordecedor que no permitía que se escuchase lo que los hermanos se estaban gritando, porque lo estaban haciendo con cada gesto apresado, con cada palabra enmudecida, con cada mirada no encontrada, con cada sentimiento opacado, con cada bocanada de aire.

The storm is coming but I don't mind
People are dying, I close my blinds
All that I know is I'm breathing now

Darren siguió el filo con la yema de los dedos de uno de los pergaminos que tenía sobre la mesa, con la mirada baja. Era el dibujo, inacabado, de Shyvanna de perfil oliendo el perfume de una flor, de una rosa del mismo color rojo que sangre. Así es como la veía él, en su imaginario, bella, fuerte, poderosa, inalcanzable, etérea. Aquel dibujo era el resultado de las noches en vela de atrás, salvaguardando a su hermana. Ahora estaba distante, lejana. Y aquella separación se notaba como un desgarro que crecía.
Darren era consciente que todo aquello solo se podría arreglar de una forma, trataba de engañarse. Y, por Arturo Pendragon, que estaba tratando de buscar las palabras perfectas, las que cargasen de significado todo. Quería gritarle que necesitaba su cercanía, su tacto… que la necesitaba a ella, por mucho que ella hubiese elegido a otra persona. ¿Todo aquello era por eso? ¿Porque ya no sería lo primero que viesen al levantarse, lo último al acostarse? ¿Ahora era un segundón? Le había apartado, le había apestado. Le había desgarrado el alma y su ser en aquel preciso momento.

Pero ahora estaba ahí, ¿es acaso el orgullo el que no le permitía hablar? No, era miedo. Le paralizaba cada músculo, le anudaba la garganta. Era incapaz de poder decirle lo mucho que le echaba de menos, lo mucho que necesitaba de ella; incapaz de repetir lo que le suplicaba en los sueños de su hermana: que volviese con él. ¿Por qué? ¿Por qué no podía decírselo? ¡Quería gritar a los cuatro vientos! Suspiró cansado, tratando de buscar la lógica de aquel momento, poniendo en orden qué sentía, qué quería decir, qué debía decir, qué se supone que estaba esperado que dijera... Las palabras de Shyvanna herían como los iracundos puñales con los que estaban siendo lanzados, atravesaban y desgarraban a su paso. Cada pregunta le asfixiaba pues no sabía … no sabía qué responder… Trató de analizar en silencio las palabras de su hermana ¿Cuándo empezó a usar el protocolo con ella? ¿Cómo habían llegado a aquello? ¿Cómo podían solucionarlo, si es que podían? Lo deseaba, lo necesitaba, era algo fisiológico como el respirar o el latir del corazón: confuso, revolucionado.

All that I know is I'm breathing
All I can do is keep breathing

Se mordió el labio, manteniendo el silencio, con la cabeza gacha. Recibiendo todas aquellas preguntas, todos aquellos gritos a los que no podía responder. Recordó el sueño y supo que aquello era una premonición: el agujero en el pecho se hizo profundo, oscuro, pesado, le robaba el aire, y Darren tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para poder respirar, ¿qué necesidad tenía de seguir haciéndolo si no podía compartir el aliento con ella? ¿por qué habría de seguir con toda esa farsa? Necesitaba tocarla, necesitaba el contacto que solo Shyvanna podía ofrecer, su confort. Solo quería tocarla. Solo quería… quererla de una forma que no era capaz de entender.

Un último grito que se convirtió en la sentencia final.


El rostro le ardía. Aquel tortazo dejaría una cicatriz eterna. Aquella marca había sacudido todas y cada una de sus células. Darren apretó los puños, tensionó la mandíbula. No había ira, había dolor, humillación… una terrible tristeza lo nublaba todo, como la niebla de su sueño. Y miedo, tanto que paralizaba su cuerpo como una mole de fría roca. -Lo siento- Con todo su alma. Con todo su ser. Bajó la mirada, vidriosa, rehuyendo de los ojos azules de Shyvanna, pues no era capaz de poder hacer contacto con ella. Se sentía hundido, rodeado de oscuridad, que le apretaba el pecho y no le dejaba hablar.

“No puedo perderte, no quiero perderte. No puedo permitirme perderte.
No puedo, porque solo … te quiero…”

All I can do is keep breathing

Y lo siguiente que recuerda es tener a su hermana entre sus brazos, compartiendo su respiración, acompasando su pulso, notando su calor. -…Lo siento…- Dijo en un hilo de voz, roto por dolor, por el peso de los abrazos rotos, por las palabras silenciadas. Rota la coraza, abierto en dos. Bajo el peso de muchas capas y muchas máscaras.

I just can't breathe anymore

Un último suspiro y las rodillas flaquearon, cansadas de soportar la pesada carga silenciosa, resbalándose hasta el frío suelo de la habitación, cayendo a plomo junto a su hermana, apoyando los puños cerrados, con la cabeza gacha, mirada clavada en el suelo, derrotado, exhausto de luchar. No podía llorar, pues los guerreros no lloran. No podía dejarse nublar por sus emociones, porque en la batalla solo hay un sentimiento válido. Así se lo había inculcado su padre, a fuego y sangre
Pero ahora, ¿qué sentido tenía seguir luchando? Era mejor, sencillamente, dejarse acariciar por la oscuridad del final.

Silencio. No importaba cuántas preguntas, cuánto dolor mostrara en sus palabras. Darren le respondió con silencio. Frío, distante y ajeno. Ella siempre había sido la gritona, la caprichosa, la vociferaba lo que quería, cómo, cuándo y dónde y la que portaba un temperamento capaz de hacer a un dragón doblegarse cuando perdía el control. Siempre lo había sentido así. Pero Darren…Darren había aprendido a calmarla, porque la comprendía…Porque incluso cuando sus palabras no eran suficientes él era capaz de interpretarla. Cuando la melodía de su piano inundaba los pasillos del castillo sólo él podía poner letras.

-¡RESPÓNDEME!- Le exigió, de nuevo, deseando que le hiciera comprender qué había sucedido. Nunca hubo mentiras entre ellos, nunca hubo ningún tipo de protocolo, de velo, de dificultad para expresarse. Cada uno encontró siempre la manera de estar para el otro, pero ahora algo había cambiado y Shyvanna no sabía qué era. ¿Qué es lo que había hecho para generar esa distancia? ¿Por qué el ruso peliblanco había hecho que acabaran de esa manera? Era otra cara en su álbum de hombres, era otro suculento antojo que satisfacer…No había ningún sentimiento, no había nada más que lujuria y cruda lascivia.

Ni una respuesta. Ni una mirada. Ni siquiera cuando su mano encontró su rostro para hacerlo verla, para hacerlo reaccionar. Su propia mirada, empañada en lágrimas, intentaba entender el gesto en su rostro. La tensión en su mandíbula hizo que se le resquebrajara el corazón  -¿Qué es lo que no me estás diciendo? ¿Por qué ya no confías en mí? – Las preguntas, en aquella cercanía a él, fueron hechas apenas con un hilo de voz. No entendía porqué un simple hombre, un simple plebeyo en su lecho había hecho que toda su propia relación se pusiera en peligro -Darren- Llamó, subiendo las manos hacia su ropa y agarrándola con fuerza para agitarlo, sacarlo de ese sopor.

¿Lo siento? Frunció el ceño, parpadeó. Se estaba disculpando, con ella… Un absolutamente aterrador escalofrío le bajó por la espina dorsal y se le ancló en el estómago. No encontró palabras para responderle. Nunca, en todos aquellos años había hecho algo para sentirse con la necesidad de pedirle disculpas. ¿Cómo podía empezar a explicarle que, si bien se sentía mal por Thoren, lo que le había roto a sí misma era haberlo visto tan perdido? Había perdido el control…Ni siquiera con Viggo había actuado de la misma manera. En aquel pequeño piso… Podría haberlo matado y…Shyvanna sabía lo que eso haría en el corazón de Darren, cargaría con aquella muerte y arrepentimiento siempre.

Soltó un pequeño sonido de aflicción cuando la rodeó con los brazos. Eso…Eso es lo que habría querido al despertar aquella mañana. Habría querido refugiarse contra el calor de su cuerpo mientras su energía y fuerza volvía en sí misma. Pero ella, que ni siquiera en el vientre materno había estado sola, se había despertado sin compañía. Escondió la cabeza en su pecho, inspirando profundamente su aroma que le aportaba tranquilidad como ninguna otra cosa cuando escuchó de nuevo su disculpa. Habría querido decirle algo pero no podía, no encontraba su voz.

Cuando cayó sobre sus rodillas Shyvanna parpadeó con sorpresa. Nunca lo había visto así de roto… Empezó a temblar. Ella no era la persona que solucionaba las cosas, solo las empeoraba. Era Darren el lógico, era Darren el que encontraba las respuestas…Era ella quien se apoyaba en él. ¿Lo había presionado tanto con su peso  que… No…-No…- Murmuró, con la voz quebrada, y sus manos subieron hasta acariciar su cabello y atraerlo hacia su abdomen, lo acarició lentamente mientras intentaba controlar sus respiraciones -Perdóname...Tú a mí- Eso es lo que había venido a decirle, no a preguntarle, o a atacarlo, no…

Lo alejó un poco y se dejó caer sobre sus rodillas, a su misma altura para cogerle el rostro entre sus manos –Por no estar ahí… Por hacerte sentir solo, por dejar que mis… por…- Se le atropellaban las palabras porque, si bien era algo que siempre había tenido claro, no  podía expresárselo -Por haber encontrado una forma de distraerme de lo que somos, de lo que debemos ser, del protocolo y de todo…Y por no haberte llevado conmigo- Porque, en cierta forma, ese amplio abanico de caprichos sexuales no eran más que un escape mientras Darren…Darren no había encontrado forma alguna de lidiar con las exigencias de ser un Pendragon -Debí…Debí ayudarte…a encontrar la manera. Pero estoy aquí…Saldremos de esta, encontraremos la solución, juntos…- No volvería a perder la cordura, no lo dejaría otra vez entrar en berseker.   No era esa la forma de lidiar con la presión.