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El castillo de los Pendragon se encuentra en el centro de un territorio oculto que ocupó el linaje siglos atrás. Los primeros habitantes llamaron a este territorio Ávalon, un lugar imbuido de magia antigua, protegido de cualquier intrusión exterior no deseada. El gran castillo alberga a la familia Pendragon, a su corte y a sus vasallos. El ejército vive en los alrededores.
A este territorio se accede a través de una de las rutas inexploradas que se encuentra en la cueva de Merlín , situada en Tintagel, el antiguo hogar de los Pendragon. El acceso requiere un pago de sangre a la roca en la que se encuentra la ruta, y sólo la sangre Pendragon es válida para activarla. Cualquiera que llegue hasta aquí (como en el caso de los vasallos) debe ser acompañado por un Pendragon. Tras recorrer unos 20 kilómetros se alcanza la salida, formada por un arco de piedra con antiguas inscripciones. La bruma lo envuelve todo antes de atravesar el arco. El velo gris de este mundo se levanta y todo se convierte en plateado cristal. Después se ve la inmensa campiña verde, tendida ante un fugaz amanecer.
Nota: otro modo de acceso es a través del Sanguis Ligno, y una tercera vía a través de la cueva de Gough, cruzando en barca las brumas de Ávalon previo pago de sangre.
Darren Pendragon
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El hermano rubio de la familia Pendragon no volvió a Ouroboros al finalizar la reunión con sus hermanos. Su melliza había salido antes que él de aquella sala y aunque trató de averiguar dónde podría hallarse, no fue capaz, seguramente porque magias interfirieran con la suya propia. Darren suponía que si estaba en Avalon podría tratar de encontrarla con ayuda del vasallaje. Pero no hubo éxito. Sus últimas palabras le resonaban en la cabeza, aquello de hablar con la abuela y ceder el puesto de la brigada, ¿en qué tontería estaba pensando su hermana? ¿Qué habría hecho para que tuviera que tomar aquella decisión? Caminó a grandes zancadas por los pasillos del castillo con las manos entrelazadas a la espalda, con claro gesto dubitativo, mordiéndose el interior de la mejilla. Estaba claro que aquella torpe decisión estaba relacionado con lo de Thoren, ¿pero por qué? ¿por qué Shyvanna renunciaría a su puesto por un plebeyo insignificante como él, por un simple entretenimiento sexual como podría ser aquel hombre? El hecho de saber que había algo rondando por la cabeza de la rubia y que no lo compartiera con su mellizo carcomía de sobremanera a Darren, y le molestaba, lo demostró con un bramido hastiado. ¿Ese era el juego que se iba a traer Shyvanna ahora entre manos? ¿Andar con secretismos? ¿Tendría que acercarse a Lake? Recordó el gesto de Shyvanna ante la muestra de afecto por parte de la pelirroja, y Darren tuvo que reconocer que hasta le agradó que pareciese molestarse, así al menos sabría cómo se siente con cada una de sus aventuras prohibidas.
Iba al encuentro de la abuela, suponiendo que era el lugar donde Shyvanna se suponía que iría cuando el patronus del hospital reclamando su presencia se personó ante él. Reconoció el nombre de la doctora como la esposada por el descendiente usurpador. Darren ya había hablado con su hermana sobre el embarazo de riesgo de la mujer pero no habían avanzado nada. Ahora volvían a reclamarles. Con un brusco aspaviento hizo desaparecer el patronus y lo atravesó. Ya no tenía sentido seguir ayudando a los ciudadanos de Ouroboros, y mucho menos después de lo que habían acordado los seis en la reunión. Avanzó un par de pasos mientras las últimas sílabas del mensaje seguían rebotando en las paredes del pasillo con un eco cansino que se apagaba con cada repetición. Cuando el silencio era abrumador el rubio se detuvo en seco, dudando si debía ir al llamado y tratar de conseguir aliados a pesar de la idea de rechazar el puesto del Consejo, tal y como había indicado Gwen. Negó con la cabeza para espantar aquella idea y volver a centrarse en su objetivo que era conquistar Ouroboros, y si fuese necesario sería con sangre y fuego. Un fugaz pensamiento atravesó su pensamiento, como un latigazo: ¿qué haría Shyvanna?
Maldita fuese, ella se desviviría por cualquiera. Seguro que por eso estaba tan enojada por aquel imbécil de pelo blanco. A saber qué habrá hecho por sanarle, por esa razón era por la que tendría que hablar con la abuela, ¿qué es lo que habrá sacrificado? ¿hasta qué punto había llegado la pifia del ataque por parte del rubio? Con un suspiro, que más bien era un bufido, el rubio de desapareció de los pasillos de Avalon.
Iba al encuentro de la abuela, suponiendo que era el lugar donde Shyvanna se suponía que iría cuando el patronus del hospital reclamando su presencia se personó ante él. Reconoció el nombre de la doctora como la esposada por el descendiente usurpador. Darren ya había hablado con su hermana sobre el embarazo de riesgo de la mujer pero no habían avanzado nada. Ahora volvían a reclamarles. Con un brusco aspaviento hizo desaparecer el patronus y lo atravesó. Ya no tenía sentido seguir ayudando a los ciudadanos de Ouroboros, y mucho menos después de lo que habían acordado los seis en la reunión. Avanzó un par de pasos mientras las últimas sílabas del mensaje seguían rebotando en las paredes del pasillo con un eco cansino que se apagaba con cada repetición. Cuando el silencio era abrumador el rubio se detuvo en seco, dudando si debía ir al llamado y tratar de conseguir aliados a pesar de la idea de rechazar el puesto del Consejo, tal y como había indicado Gwen. Negó con la cabeza para espantar aquella idea y volver a centrarse en su objetivo que era conquistar Ouroboros, y si fuese necesario sería con sangre y fuego. Un fugaz pensamiento atravesó su pensamiento, como un latigazo: ¿qué haría Shyvanna?
Maldita fuese, ella se desviviría por cualquiera. Seguro que por eso estaba tan enojada por aquel imbécil de pelo blanco. A saber qué habrá hecho por sanarle, por esa razón era por la que tendría que hablar con la abuela, ¿qué es lo que habrá sacrificado? ¿hasta qué punto había llegado la pifia del ataque por parte del rubio? Con un suspiro, que más bien era un bufido, el rubio de desapareció de los pasillos de Avalon.
Wthyr Pendragon
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El trayecto hasta Tintagel había llevado menos de una hora con la velocidad que llevaban los dragones. A pesar de eso no se había caído nadie por el camino, habíamos cumplido la misión de llevarlos sanos y salvos hasta las ruinas. La tensión de Catherine durante el vuelo había sido más que evidente, pero con mi férreo agarre no hubo manera de que se pudiese mover lo suficiente como para caer. El aterrizaje en las ruinas del castillo de Tintagel fue el último paso para llegar hasta nuestro territorio. Las piedras del suelo brillaron en cuanto recibieron unas gotas de sangre que me había hecho con un corte en la palma de mi mano, y otras gotas de sangre de uno de los dragones. Eso activó el portal hasta Ávalon, entrando directamente todo el grupo con dragones incluidos.
Aparecimos en el Sanguis Ligno, donde las espadas clavadas en el suelo brillaron intensamente al recibirnos de nuevo. Una vez allí bajamos de los dragones, y comencé a dar instrucciones sin cesar a los guardias. - Llevad a Catherine al templo de sangre. Mis hermanas la recibirán allí para explicarle lo necesario sobre los rituales. Puede acompañarla su dama. - dije refiriéndome a Sofía, permitiendo que le quitasen por fin la venda de los ojos. Después miré a Da Vinci y al nigromante, pidiendo a los guardias que los escoltasen hasta las habitaciones de invitados del castillo hasta que fuese la ceremonia. - Avisad a los vasallos. Todo tiene que estar listo para hacer el ritual de matrimonio dentro de unas horas, por la noche. - en un principio había pedido un par de días, pero teniendo en cuenta lo de Aelle...había que hacer todo lo posible. Tras eso abandoné con presteza la zona del Sanguis, dirigiéndome al castillo para ir hacia donde se encontrase la abuela.
Aparecimos en el Sanguis Ligno, donde las espadas clavadas en el suelo brillaron intensamente al recibirnos de nuevo. Una vez allí bajamos de los dragones, y comencé a dar instrucciones sin cesar a los guardias. - Llevad a Catherine al templo de sangre. Mis hermanas la recibirán allí para explicarle lo necesario sobre los rituales. Puede acompañarla su dama. - dije refiriéndome a Sofía, permitiendo que le quitasen por fin la venda de los ojos. Después miré a Da Vinci y al nigromante, pidiendo a los guardias que los escoltasen hasta las habitaciones de invitados del castillo hasta que fuese la ceremonia. - Avisad a los vasallos. Todo tiene que estar listo para hacer el ritual de matrimonio dentro de unas horas, por la noche. - en un principio había pedido un par de días, pero teniendo en cuenta lo de Aelle...había que hacer todo lo posible. Tras eso abandoné con presteza la zona del Sanguis, dirigiéndome al castillo para ir hacia donde se encontrase la abuela.
Catherine Le Fay
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¿Más? ¿Quería más? ¿Qué pretendía hacer con tanta magia? Lo observó cuando su mirada pareció cambiar y algo dentro de ella jadeó en respuesta. Sí. Su cercanía empezaba a ser intoxicante, la forma en la que la acercaba a él incitaba a todo su cuerpo a pecaminosos caminos. Nunca se había sentido así realmente. Era algo crudo, carente de todo sentido y sentimiento alguno. No tenía nada que ver con la forma en la que se sentía con respecto a Ian. Esto era…Animal. Primitivo.
Catherine subió las manos hasta la nuca de Wthyr atrayéndolo hacia ella y saboreando sus labios con la misma pasión y necesidad, olvidándose de que Avalon entero y varios Descendientes estaban siendo testigos de aquel gesto…Proviniendo de ella. De ella. De ella que marcaba las distancias hasta con sus amigos, que ni siquiera con Ian había tenido semejantes muestras de descaro delante de todo el mundo. Pero no podía resistirse. Al sentirlo separarse le clavó las uñas en la piel y mantuvo su mirada en la contraria. ¿Qué estaba pensando? A punto estuvo de penetrar su mente cuando las palabras abandonaron su boca.
Sí, ella estaba de acuerdo -Pero Sof…- No alcanzó a decir nada porque los desapareció. De pronto ya no la rodeaba su preciosa cúpula de luz, que se mantuvo allí pese a su ausencia, sino que estaban en una habitación. Catherine se separó un palmo de él y envió un mensaje mental a Sofía para que se anduviera con cuidado. Tras eso miró alrededor , era más grande de lo que esperaba y la cama ocupaba gran parte de la habitación, de haber estado en sus cabales Catherine se habría quejado de que uno de sus términos había sido habitaciones separadas…Pero
Se preguntaba cómo se sentían los labios de Wthyr en su piel, sus dientes…Y sus manos. Él, todo él. Volvió la vista hacia el Pendragon mientras se alejaba de sus garras. Podía ver el deseo en sus ojos pero … Catherine siempre había tenido, en el fondo de su ser, un espíritu juguetón. Empezó a caminar reconociendo la habitación mientras se iba retirando pequeños detalles como los brazaletes que tenía como bisutería gracias a Sofía, dejándolos en la primera superficie que encontró. Pateó los zapatos hacia otro lado suspirando al sentir que sus pies eran libres de aquella presión y disfrutando de la suavidad de la alfombra. Luego se detuvo y cogió la corona para sacársela de la cabeza con algo de reverencia, para luego desecharla contra un sofá -Voy a necesitar ayuda con el vestido- Dejó caer, para girarse y mirarlo a los ojos. Le interesaba ver su reacción a los numerosos tatuajes que marcaban su cuerpo.
Catherine subió las manos hasta la nuca de Wthyr atrayéndolo hacia ella y saboreando sus labios con la misma pasión y necesidad, olvidándose de que Avalon entero y varios Descendientes estaban siendo testigos de aquel gesto…Proviniendo de ella. De ella. De ella que marcaba las distancias hasta con sus amigos, que ni siquiera con Ian había tenido semejantes muestras de descaro delante de todo el mundo. Pero no podía resistirse. Al sentirlo separarse le clavó las uñas en la piel y mantuvo su mirada en la contraria. ¿Qué estaba pensando? A punto estuvo de penetrar su mente cuando las palabras abandonaron su boca.
Sí, ella estaba de acuerdo -Pero Sof…- No alcanzó a decir nada porque los desapareció. De pronto ya no la rodeaba su preciosa cúpula de luz, que se mantuvo allí pese a su ausencia, sino que estaban en una habitación. Catherine se separó un palmo de él y envió un mensaje mental a Sofía para que se anduviera con cuidado. Tras eso miró alrededor , era más grande de lo que esperaba y la cama ocupaba gran parte de la habitación, de haber estado en sus cabales Catherine se habría quejado de que uno de sus términos había sido habitaciones separadas…Pero
Se preguntaba cómo se sentían los labios de Wthyr en su piel, sus dientes…Y sus manos. Él, todo él. Volvió la vista hacia el Pendragon mientras se alejaba de sus garras. Podía ver el deseo en sus ojos pero … Catherine siempre había tenido, en el fondo de su ser, un espíritu juguetón. Empezó a caminar reconociendo la habitación mientras se iba retirando pequeños detalles como los brazaletes que tenía como bisutería gracias a Sofía, dejándolos en la primera superficie que encontró. Pateó los zapatos hacia otro lado suspirando al sentir que sus pies eran libres de aquella presión y disfrutando de la suavidad de la alfombra. Luego se detuvo y cogió la corona para sacársela de la cabeza con algo de reverencia, para luego desecharla contra un sofá -Voy a necesitar ayuda con el vestido- Dejó caer, para girarse y mirarlo a los ojos. Le interesaba ver su reacción a los numerosos tatuajes que marcaban su cuerpo.
Wthyr Pendragon
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La llegada al cuarto tras la desaparición no pareció sorprenderla, y me pregunté por un instante si ella también lo estaba esperando ya. Seguí cada uno de sus movimientos con la mirada, como si estuviese acechando a una presa para acorralarla. Ese pensamiento me hizo darme cuenta de que en el fondo temía que ella recobrase la cordura y huyese, que al final no cumpliésemos la misión. Pero esas ideas fueron fugaces. Mi mente estaba como en una especie de nube en la que se dejaba llevar por los instintos.
Avancé hacia ella cuando dejó la corona, subiendo mis dedos por sus antebrazos en una lenta caricia. No tenía ni idea de lo que podía estar pasando por su mente, pero tampoco quería que ella entrase en la mía. Me venían a la cabeza mis dos noches de bodas anteriores. Tal vez a ella le pasase lo mismo con la suya. La miré a los ojos con una intensidad invasiva, dirigiendo una de mis manos hacia su espalda cuando dijo lo del vestido. Parecía que prefería que fuera el otro el que diese el primer paso y tomasen la iniciativa, por lo que había visto hasta el momento.
- Nos hemos saltado la tradición del encamamiento, pero...nos urge. - llevé mis labios a su cuello para recorrer su piel hasta llegar a la mandíbula. Después pegué un tirón un tanto brusco a la tela de la espalda, esperando que así se rasgase y no tuviese que estar abriéndolo con una paciencia o una delicadeza que no tenía en ese momento. La prenda se rasgó y cayó al suelo revelando partes de su cuerpo que hasta ahora habían permanecido cubiertas. Allí estaba la marca de maldición, presente en su pecho, pero también una ingente cantidad de tatuajes. Ya había visto antes el lobo de la espalda, pero el resto eran desconocidos. Me separé un par de pasos de ella para poder apreciar mejor los detalles, entornando levemente los ojos al ver el de la extraña muñeca y el de la pierna.
- Ya estabas marcada mucho antes de llegar aquí. No te queda mucho más espacio por marcar. - me despojé de la capa, tirándola al suelo. Todavía me ardía la espalda, pero la sangre de todo el cuerpo me bullía demasiado como para prestarle atención. Volví a acercarme a ella, cargándola de manera impetuosa sobre mi cadera para llevarla hacia la cama. La dejé caer sobre la superficie, inclinándome sobre ella acto seguido con una mano apoyada a un lado de su cuerpo mientras que con la otra comencé a ascender por la cara interior de su muslo.
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post sodoma 4
Avancé hacia ella cuando dejó la corona, subiendo mis dedos por sus antebrazos en una lenta caricia. No tenía ni idea de lo que podía estar pasando por su mente, pero tampoco quería que ella entrase en la mía. Me venían a la cabeza mis dos noches de bodas anteriores. Tal vez a ella le pasase lo mismo con la suya. La miré a los ojos con una intensidad invasiva, dirigiendo una de mis manos hacia su espalda cuando dijo lo del vestido. Parecía que prefería que fuera el otro el que diese el primer paso y tomasen la iniciativa, por lo que había visto hasta el momento.
- Nos hemos saltado la tradición del encamamiento, pero...nos urge. - llevé mis labios a su cuello para recorrer su piel hasta llegar a la mandíbula. Después pegué un tirón un tanto brusco a la tela de la espalda, esperando que así se rasgase y no tuviese que estar abriéndolo con una paciencia o una delicadeza que no tenía en ese momento. La prenda se rasgó y cayó al suelo revelando partes de su cuerpo que hasta ahora habían permanecido cubiertas. Allí estaba la marca de maldición, presente en su pecho, pero también una ingente cantidad de tatuajes. Ya había visto antes el lobo de la espalda, pero el resto eran desconocidos. Me separé un par de pasos de ella para poder apreciar mejor los detalles, entornando levemente los ojos al ver el de la extraña muñeca y el de la pierna.
- Ya estabas marcada mucho antes de llegar aquí. No te queda mucho más espacio por marcar. - me despojé de la capa, tirándola al suelo. Todavía me ardía la espalda, pero la sangre de todo el cuerpo me bullía demasiado como para prestarle atención. Volví a acercarme a ella, cargándola de manera impetuosa sobre mi cadera para llevarla hacia la cama. La dejé caer sobre la superficie, inclinándome sobre ella acto seguido con una mano apoyada a un lado de su cuerpo mientras que con la otra comencé a ascender por la cara interior de su muslo.
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Catherine Le Fay
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Le recorrió un escalofrío cuando sus dedos acariciaron sus antebrazos, como la antesala a lo que iba a ocurrir. Le sostuvo la mirada aún sin comprender esa necesidad tan inherente por tenerlo sobre ella que empezaba a dolerle -Demasiadas tradiciones- Susurró en respuesta subiendo las manos por el pecho de Wthyr para quitar los botones con rapidez y eficacia. En efecto, le urgía y cuando los pensamientos viajaron a su cabeza inundándola de preocupación apretó lentamente el jubón del Pendragon.
Miró hacia arriba cuando los labios acariciaron la piel sensible de su cuello, una caricia que descendió hasta lo más profundo de su cuerpo calentándola entera. Bajó las manos hacia el cinturón, quitándolo hacia un lado casi con la misma brusquedad con la que el Pendragon destrozaba su vestido, Catherine movió suavemente los brazos para quitárselo necesitando algo de aire para refrescar su piel…Pero entonces Wthyr dio un paso atrás para admirarla y aquello la hizo sonrojar incómoda y cogió mechones de su cabello para pasarlo hacia delante cubriéndose los pechos con cierta timidez por esa evaluación tan abierta de su cuerpo.
Las palabras, sin duda, habían dado en el clavo porque cada tatuaje tenía un significado distinto -No tengo mucho más que perder- Le respondió con absoluta sinceridad porque para aquellas personas que le quedaban en este mundo… Tendría espacio. Pero…No, no tenía más. Frunció suavemente el ceño ante el sentimiento extraño en su pecho. Aedan. Hacía esto por él. Volvió la atención hacia Wthyr cuando se quitó la capa y en un parpadeo estaba encima de él, de esa forma finalmente podía verle a la cara, a los ojos…Estar a su altura. Se dejó caer y con las manos le quitó el jubón por encima de la cabeza para dejarlo en otro sitio. La marca estaba allí también, como un horrible recordatorio de lo que les esperaba pero se olvidó de ello al sentir la mano de él acariciar su piel a través de su muslo, tensó los labios un poco para no dejar escapar un jadeo y suponiendo a donde se dirigía, aquello sólo hizo que su mente y su cuerpo se revolucionaran necesitando de pronto aquella ansiada liberación… Alargó una mano hasta su cuello y lo atrajo hacia ella para llevarlo a sus labios, besándolo como deseaba. Sinceramente, ella tampoco estaba por la labor de dar ningún rodeo y bajó la otra mano hacia sus pantalones para desabrocharlos y empezar a bajarlos aunque estuviera luchando con él.
post 5 sodoma
Miró hacia arriba cuando los labios acariciaron la piel sensible de su cuello, una caricia que descendió hasta lo más profundo de su cuerpo calentándola entera. Bajó las manos hacia el cinturón, quitándolo hacia un lado casi con la misma brusquedad con la que el Pendragon destrozaba su vestido, Catherine movió suavemente los brazos para quitárselo necesitando algo de aire para refrescar su piel…Pero entonces Wthyr dio un paso atrás para admirarla y aquello la hizo sonrojar incómoda y cogió mechones de su cabello para pasarlo hacia delante cubriéndose los pechos con cierta timidez por esa evaluación tan abierta de su cuerpo.
Las palabras, sin duda, habían dado en el clavo porque cada tatuaje tenía un significado distinto -No tengo mucho más que perder- Le respondió con absoluta sinceridad porque para aquellas personas que le quedaban en este mundo… Tendría espacio. Pero…No, no tenía más. Frunció suavemente el ceño ante el sentimiento extraño en su pecho. Aedan. Hacía esto por él. Volvió la atención hacia Wthyr cuando se quitó la capa y en un parpadeo estaba encima de él, de esa forma finalmente podía verle a la cara, a los ojos…Estar a su altura. Se dejó caer y con las manos le quitó el jubón por encima de la cabeza para dejarlo en otro sitio. La marca estaba allí también, como un horrible recordatorio de lo que les esperaba pero se olvidó de ello al sentir la mano de él acariciar su piel a través de su muslo, tensó los labios un poco para no dejar escapar un jadeo y suponiendo a donde se dirigía, aquello sólo hizo que su mente y su cuerpo se revolucionaran necesitando de pronto aquella ansiada liberación… Alargó una mano hasta su cuello y lo atrajo hacia ella para llevarlo a sus labios, besándolo como deseaba. Sinceramente, ella tampoco estaba por la labor de dar ningún rodeo y bajó la otra mano hacia sus pantalones para desabrocharlos y empezar a bajarlos aunque estuviera luchando con él.
post 5 sodoma
Wthyr Pendragon
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- Ambos tenemos mucho que perder todavía. - susurré con la única parte lúcida de mente que me quedaba bajo aquellos impulsos de atracción desmesurados, pensando momentáneamente en que yo todavía tenía hermanos a los que quería mantener con vida, igual que ella a su hijo. Por eso ninguno de los dos teníamos tiempo para entretenernos demasiado en conocernos, en juegos, o en todo lo que haría cualquier pareja normal en su noche de bodas. Evidentemente no había amor, ni siquiera cariño o afecto. No hubiese tenido la menor lógica. Únicamente había una lujuria incomprensible y la fuerza del torrente mágico exacerbado por la unión mágica. Y una obligación. Al estar por fin cara a cara me pareció ver destellos de esa magia en sus ojos, como si todavía estuviese tratando de darle escape.
Colaboré para ayudarla a despojarme de la ropa de la parte de arriba, sintiendo enseguida el calor de su cuerpo contra el mío. La puñetera marca de maldición hizo que cerrase los ojos para no verla, comenzando a besarla con ímpetu mientras la mano que recorría el muslo terminaba por fin su recorrido para quedarse lo necesario entre sus piernas. Descendí con mi boca hasta sus pechos, tratando de refrenarme en intensidad sin mucho éxito por la necesidad imperiosa del momento. Incluso podía escuchar mi propio corazón retumbando en mis oídos, además de una especie de zumbido que se intensificaba.
No tardé mucho en liberarme del resto de ropa, arrancándole la poca que le quedaba. Aquello era más instintivo y draconiano que humano, de modo que no hubo muchos más rodeos antes de entrar en ella de manera algo brusca, abriéndome paso mientras mis manos se aferraban con firmeza a ambos lados de sus nalgas. Mis caderas comenzaron a empujar sin tregua y con fuerza, haciendo que la cama se estremeciese con cada movimiento. Ni siquiera fui consciente de que mi magia de sangre había entrado en acción sin proponérmelo, tratando de absorber la esencia mágica de Catherine a la par que revolucionaba su propia sangre en el proceso.
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post sodoma 5
Ataque: --> Mejora 1: Absorber la esencia mágica, robando temporalmente la magia de alguien y usarla por un tiempo limitado ( Nota tiempo: 2 posts de uso poder robado si supera defensa).
A.M: dado 15 + 56 stat + 10 habilidad= 81
Colaboré para ayudarla a despojarme de la ropa de la parte de arriba, sintiendo enseguida el calor de su cuerpo contra el mío. La puñetera marca de maldición hizo que cerrase los ojos para no verla, comenzando a besarla con ímpetu mientras la mano que recorría el muslo terminaba por fin su recorrido para quedarse lo necesario entre sus piernas. Descendí con mi boca hasta sus pechos, tratando de refrenarme en intensidad sin mucho éxito por la necesidad imperiosa del momento. Incluso podía escuchar mi propio corazón retumbando en mis oídos, además de una especie de zumbido que se intensificaba.
No tardé mucho en liberarme del resto de ropa, arrancándole la poca que le quedaba. Aquello era más instintivo y draconiano que humano, de modo que no hubo muchos más rodeos antes de entrar en ella de manera algo brusca, abriéndome paso mientras mis manos se aferraban con firmeza a ambos lados de sus nalgas. Mis caderas comenzaron a empujar sin tregua y con fuerza, haciendo que la cama se estremeciese con cada movimiento. Ni siquiera fui consciente de que mi magia de sangre había entrado en acción sin proponérmelo, tratando de absorber la esencia mágica de Catherine a la par que revolucionaba su propia sangre en el proceso.
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Ataque: --> Mejora 1: Absorber la esencia mágica, robando temporalmente la magia de alguien y usarla por un tiempo limitado ( Nota tiempo: 2 posts de uso poder robado si supera defensa).
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El miembro 'Wthyr Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Ataque' :
'Ataque' :
Catherine Le Fay
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Difería mucho de Wthyr pero no iba a mencionarlo. ¿Para qué? Había que elegir batallas, eso lo había leído en algún sitio en algún momento, pero ahora mismo no podía recordar ni cuándo ni dónde, sólo concentrarse en esa horrible necesidad latente que amenazaba con desquiciarla. Le dolía, físicamente le dolía no ser acariciada por él. Pero al menos el Pendragon no tardó mucho en besarla de vuelta y cuando su mano encontró destino Catherine soltó un gemido de relajación y satisfacción, como si la tensión que había estado acumulando su cuerpo finalmente encontrara sosiego. Arqueó levemente la espalda cuando se separó de sus labios para bajar por su piel. La tenía enfebrecida y cada roce de él la hacía soltar un suspiro, subió ambas manos hacia su cabello pidiéndole silenciosamente que no dejara de besar sus pechos. Nunca había sido tan… Exigente, pero es que necesitaba aquello como nunca había necesitado nada en la vida. Cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones, disfrutándolas y quizás quitándose de encima mucho de esos tabúes que tenía.
La pasión irrefrenable que los había cogido a los dos los había dirigido a ser poco menos que amables a la hora de quitarse la ropa. Wthyr, sin duda, un bruto. Ya lo había dicho Catherine pero ella también sentía que todo sobraba. Soltó un jadeo, o una queja, cuando en un solo movimiento consumó el matrimonio. La morena aguantó la respiración y le clavó las uñas en la espalda, con fuerza -Wthyr…- Susurró en un quejido mientras sentía cómo se movía la cama. Aquello estaba lejos de ser placentero -Wthyr…- Le llamó de nuevo clavándole las uñas con más fuerza, pero con cada movimiento, el dolor daba paso a descubrir otro tipo de placer porque su cuerpo se acostumbraba a él. Dio gracias a Morgana por ello, aunque sospechaba que sentiría las consecuencias después. En ese momento, no le importaban, sólo calmar esa necesidad.
Pero entonces… De pronto, sintió debilidad. Y no era la primera vez que lo sentía. Aquello le era malditamente familiar. Tan familiar como el final de SAM estando tan cerca de la barrera anti-magia. La aterrorizó. Y buscó con la mirada a Wthyr -No…- Gimió con miedo subiendo las manos hasta el cabello del Pendragon, hundiendo los dedos allí y tiró con la misma brutalidad con la que le estaba tratando para que la mirara al rostro. Dos podían jugar a aquel juego. Un zarcillo de oscuridad se formó alrededor de su cuello y apretó, lo suficiente para llamarle la atención pero no para ahorcarlo...aún-No- Repitió e intentó usar su cuerpo para girarlo y ponerlo a él debajo de ella, pero carecía de la fuerza para hacerlo así que sólo apretó más el lazo de oscuridad en su cuello. Podía sentir su corazón latiendo con más fuerza y su sangre fluir con demasiada adrenalina, haciéndola temblar y zozobrar mientras su cuerpo le regalaba placer. Era un cúmulo de emociones y sensaciones que estaba por volverla loca -Por favor…No me la quites- Musitó.
Sodoma 6/10
La pasión irrefrenable que los había cogido a los dos los había dirigido a ser poco menos que amables a la hora de quitarse la ropa. Wthyr, sin duda, un bruto. Ya lo había dicho Catherine pero ella también sentía que todo sobraba. Soltó un jadeo, o una queja, cuando en un solo movimiento consumó el matrimonio. La morena aguantó la respiración y le clavó las uñas en la espalda, con fuerza -Wthyr…- Susurró en un quejido mientras sentía cómo se movía la cama. Aquello estaba lejos de ser placentero -Wthyr…- Le llamó de nuevo clavándole las uñas con más fuerza, pero con cada movimiento, el dolor daba paso a descubrir otro tipo de placer porque su cuerpo se acostumbraba a él. Dio gracias a Morgana por ello, aunque sospechaba que sentiría las consecuencias después. En ese momento, no le importaban, sólo calmar esa necesidad.
Pero entonces… De pronto, sintió debilidad. Y no era la primera vez que lo sentía. Aquello le era malditamente familiar. Tan familiar como el final de SAM estando tan cerca de la barrera anti-magia. La aterrorizó. Y buscó con la mirada a Wthyr -No…- Gimió con miedo subiendo las manos hasta el cabello del Pendragon, hundiendo los dedos allí y tiró con la misma brutalidad con la que le estaba tratando para que la mirara al rostro. Dos podían jugar a aquel juego. Un zarcillo de oscuridad se formó alrededor de su cuello y apretó, lo suficiente para llamarle la atención pero no para ahorcarlo...aún-No- Repitió e intentó usar su cuerpo para girarlo y ponerlo a él debajo de ella, pero carecía de la fuerza para hacerlo así que sólo apretó más el lazo de oscuridad en su cuello. Podía sentir su corazón latiendo con más fuerza y su sangre fluir con demasiada adrenalina, haciéndola temblar y zozobrar mientras su cuerpo le regalaba placer. Era un cúmulo de emociones y sensaciones que estaba por volverla loca -Por favor…No me la quites- Musitó.
Sodoma 6/10
Wthyr Pendragon
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En condiciones normales habría atendido a las señales que me estaba lanzando mi compañera de cama, desde sus uñas en mi espalda, sus jadeos o sus quejas. Incluso dijo mi nombre de un modo que no expresaba placer, sino súplica. También había encontrado algo de resistencia al unirme a ella, pero eso no había sido suficiente para frenarme ni dejar de moverme una y otra vez contra ella. Era como si estuviese dispuesto a hacer arder mi vida y la suya propia, consumirnos en llamas si era necesario.
Estaba a punto de llegar al límite cuando aquella extraña oleada de magia sacudió mi cuerpo, una magia que no era mía y que no lograba controlar. - ¿Qué...qué haces? - gruñí desconcertado, con demasaida mezcla de sensaciones en el cuerpo. Catherine debía estar sintiendo algo similar, a juzgar por su mirada de terror y sus intentos de captar mi atención con un tirón de cabello. Jadeé en busca de aire cuando aquel zarcillo de oscuridad se cerró en torno a mi cuello cada vez más, sintiendo su cuerpo temblar bajo el mío y con el corazón a mil por hora. - Suél...tame...- Era ella la que estaba haciendo eso, no yo. Llevé una mano a mi cuello para intentar librarme de aquella cosa, redirigiéndola a sus muñecas de manera poco controlada y bastante precaria por mi falta de dominio de esa magia. ¿Qué quería decir con eso de que no se la quitase? ¿se refería a su magia, eso lo estaba haciendo yo?
No fue lo único que sucedió en ese momento, una especie de sacudida eléctrica me recorrió toda la espalda con la llegada del clímax, pero a la vez una punzada de dolor en la cabeza al penetrar también en la mente de Catherine. Sentí y compartí su miedo a quedarse sin magia, llegando a ver incluso flashes de imágenes de sus memorias. Ella, perdida y sola en un rincón de un oscuro castillo perdiendo la cordura. Abrazando a su hijo, lamentándose por ser débil. Temiendo perderlo. Aterrorizada frente a los monstruos de metal sin poder huir. Yo, robándole su esencia mágica. Finalmente me quedé inmóvil sobre Catherine respirando agitadamente y con el pulso acelerado mientras intentaba procesar lo que había sucedido. Salí de ella y me eché a un lado, tumbándome de espaldas boca arriba intentando recuperarme y comprender qué demonios había sido eso. - No voy a robarte tu magia...no sé qué ha pasado...
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Estaba a punto de llegar al límite cuando aquella extraña oleada de magia sacudió mi cuerpo, una magia que no era mía y que no lograba controlar. - ¿Qué...qué haces? - gruñí desconcertado, con demasaida mezcla de sensaciones en el cuerpo. Catherine debía estar sintiendo algo similar, a juzgar por su mirada de terror y sus intentos de captar mi atención con un tirón de cabello. Jadeé en busca de aire cuando aquel zarcillo de oscuridad se cerró en torno a mi cuello cada vez más, sintiendo su cuerpo temblar bajo el mío y con el corazón a mil por hora. - Suél...tame...- Era ella la que estaba haciendo eso, no yo. Llevé una mano a mi cuello para intentar librarme de aquella cosa, redirigiéndola a sus muñecas de manera poco controlada y bastante precaria por mi falta de dominio de esa magia. ¿Qué quería decir con eso de que no se la quitase? ¿se refería a su magia, eso lo estaba haciendo yo?
No fue lo único que sucedió en ese momento, una especie de sacudida eléctrica me recorrió toda la espalda con la llegada del clímax, pero a la vez una punzada de dolor en la cabeza al penetrar también en la mente de Catherine. Sentí y compartí su miedo a quedarse sin magia, llegando a ver incluso flashes de imágenes de sus memorias. Ella, perdida y sola en un rincón de un oscuro castillo perdiendo la cordura. Abrazando a su hijo, lamentándose por ser débil. Temiendo perderlo. Aterrorizada frente a los monstruos de metal sin poder huir. Yo, robándole su esencia mágica. Finalmente me quedé inmóvil sobre Catherine respirando agitadamente y con el pulso acelerado mientras intentaba procesar lo que había sucedido. Salí de ella y me eché a un lado, tumbándome de espaldas boca arriba intentando recuperarme y comprender qué demonios había sido eso. - No voy a robarte tu magia...no sé qué ha pasado...
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Catherine Le Fay
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-Tú..- Le espetó como tratando de hacerle consciente de que era él el que estaba haciendo algo. Definitivamente, había muchas cosas de aquella unión que se le estaban escapando. Liberó un poco el zarcillo cuando le pidió que le soltara porque parecía algo más prudente, más… centrado. Pero entonces…El lazo se movió hacia sus propias muñecas y Catherine perdió todo color del rostro ¿Cómo? ¿Era la unión? ¿Era el matrimonio?
Pero no pudo pensar mucho más en ello porque entonces aquel vínculo telepático se abrió, dolorosamente, y todos sus temores ahora avivados por lo que estaba sintiendo salieron a la palestra. Catherine ahogó un grito y quiso escapar de ese momento, en ese instante…No quería que conociera por lo que había pasado. No quería que lo viera. No quería que la conociera. Supo, por la forma en la que se quedó quieto, que lo había visto todo y sólo pudo guardar silencio.
Lo dejó separarse de ella, aunque seguía sintiendo deseo…Deseo y frustración. Tenía todo el cuerpo caliente, sensible…El corazón le latía en las orejas y una especie de zumbido permanecía. Le dolía la cabeza y le dolía el resto de cuerpo en esos puntos erógenos que gritaban pidiendo ser acariciados. Pero los ignoró. Necesitaba…recomponerse. Le dio la espalda, acurrucándose hacia un lado, intentando controlar su respiración y cerró los ojos. Aedan… Su niño. Ella no era la misma muchacha de aquel castillo Le Fay, no era la niña que se había encontrado con los centinelas, no era débil. No, había crecido y había aprendido. Se miró las muñecas, donde el lazo de oscuridad se mantenía allí.
Le costó un poco encontrar su voz, realmente no supo cuánto tiempo estuvo así, pero finalmente habló -Prométemelo- Se giró hacia él, frunciendo el ceño para conectar con sus ojos y aquel arrebato de lujuria volvió a recorrerle, enroscó los dedos de los pies y subió las rodillas hacia el pecho para controlar esos impulsos - ¿Cómo que no sabes qué ha pasado? ¿No sucedió esto en tus antiguos matrimonios?- Inquirió frunciendo el ceño -¿No es este uno de tus 10 mil rituales?- Se incorporó un poco, apoyando el peso en uno de sus codos y mirando hacia su cuello. Curiosamente, no se arrepentía de haberlo ahorcado porque había logrado que volviera a sí mismo…Pero un pensamiento llevó a otro y en cuanto pensó en el placer, aunque corto, que le había otorgado volvió a sentir ese impulso, esa necesidad latente… Se mordió el labio y se acostó en la cama mirando hacia el techo, tras eso cerró los ojos y llevó sus manos hacia su cuerpo, deteniéndolas en sus pechos para apretarlos… Necesitaba liberarse, aunque fuese un poco…pero lo necesitaba a él. Algo dentro de ella le decía que si no era con él…Era en vano. Tenía hambre de Wthyr Pendragon.
Se giró hacia él -Los rituales…son demasiado intensos...No vas a tomarme como un bruto nunca más porque voy a ahorcarte hasta que quedes inconsciente. Me hiciste daño- Aclaró mirándolo con el ceño fruncido, entre confundida y lujuriosa. Acortó la distancia que los separaba y se dejó fluir, respondiendo a sus instintos, atrapando sus labios de nuevo y disfrutando de su sabor -Espero que te hayan hecho algo así a ti- Mencionó mientras se montaba a horcajadas sobre él. Aún estaba… Aún estaba sensible por su última invasión pero quizás si era ella quien llevaba las riendas, así que los unió de nuevo y esta vez fue su cuerpo el que buscó aquella placentera liberación.
Sodoma 7/10
Dado de embarazo +2 por rituales.
Bollo en el horno.
Pero no pudo pensar mucho más en ello porque entonces aquel vínculo telepático se abrió, dolorosamente, y todos sus temores ahora avivados por lo que estaba sintiendo salieron a la palestra. Catherine ahogó un grito y quiso escapar de ese momento, en ese instante…No quería que conociera por lo que había pasado. No quería que lo viera. No quería que la conociera. Supo, por la forma en la que se quedó quieto, que lo había visto todo y sólo pudo guardar silencio.
Lo dejó separarse de ella, aunque seguía sintiendo deseo…Deseo y frustración. Tenía todo el cuerpo caliente, sensible…El corazón le latía en las orejas y una especie de zumbido permanecía. Le dolía la cabeza y le dolía el resto de cuerpo en esos puntos erógenos que gritaban pidiendo ser acariciados. Pero los ignoró. Necesitaba…recomponerse. Le dio la espalda, acurrucándose hacia un lado, intentando controlar su respiración y cerró los ojos. Aedan… Su niño. Ella no era la misma muchacha de aquel castillo Le Fay, no era la niña que se había encontrado con los centinelas, no era débil. No, había crecido y había aprendido. Se miró las muñecas, donde el lazo de oscuridad se mantenía allí.
Le costó un poco encontrar su voz, realmente no supo cuánto tiempo estuvo así, pero finalmente habló -Prométemelo- Se giró hacia él, frunciendo el ceño para conectar con sus ojos y aquel arrebato de lujuria volvió a recorrerle, enroscó los dedos de los pies y subió las rodillas hacia el pecho para controlar esos impulsos - ¿Cómo que no sabes qué ha pasado? ¿No sucedió esto en tus antiguos matrimonios?- Inquirió frunciendo el ceño -¿No es este uno de tus 10 mil rituales?- Se incorporó un poco, apoyando el peso en uno de sus codos y mirando hacia su cuello. Curiosamente, no se arrepentía de haberlo ahorcado porque había logrado que volviera a sí mismo…Pero un pensamiento llevó a otro y en cuanto pensó en el placer, aunque corto, que le había otorgado volvió a sentir ese impulso, esa necesidad latente… Se mordió el labio y se acostó en la cama mirando hacia el techo, tras eso cerró los ojos y llevó sus manos hacia su cuerpo, deteniéndolas en sus pechos para apretarlos… Necesitaba liberarse, aunque fuese un poco…pero lo necesitaba a él. Algo dentro de ella le decía que si no era con él…Era en vano. Tenía hambre de Wthyr Pendragon.
Se giró hacia él -Los rituales…son demasiado intensos...No vas a tomarme como un bruto nunca más porque voy a ahorcarte hasta que quedes inconsciente. Me hiciste daño- Aclaró mirándolo con el ceño fruncido, entre confundida y lujuriosa. Acortó la distancia que los separaba y se dejó fluir, respondiendo a sus instintos, atrapando sus labios de nuevo y disfrutando de su sabor -Espero que te hayan hecho algo así a ti- Mencionó mientras se montaba a horcajadas sobre él. Aún estaba… Aún estaba sensible por su última invasión pero quizás si era ella quien llevaba las riendas, así que los unió de nuevo y esta vez fue su cuerpo el que buscó aquella placentera liberación.
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Mi respiración fue calmándose de manera progresiva, despejándome un poco del frenesí que había aplacado mi mente. Supe que no había sido como debería ser porque Catherine giró hacia un lado dándome la espalda, haciendo que me invadiese un molesto sentimiento de frustración seguido de silencio. Demasiado brusco y rápido. No la había escuchado para nada, sólo había ido a lo mío sin atender a sus quejas o ritmos. Lo había comprendido tarde, al sentir su miedo cuando absorbí su poder mágico. Todavía lo sentía en mi propio cuerpo, que desprendía un calor exagerado mientras varios zarcillos oscuros se elevaban desde mi pecho hacia el techo deshaciéndose en volutas de humo. Odiaba lo que se escapa de mi control, como eso. Tendría que encontrar la manera de dominarlo, de descubrir esa habilidad que había despertado con ella.
Ladeé la cabeza en su dirección cuando se giró, conectando de nuevo con su mirada de un modo distinto, menos agresivo tras haber entrado en su cabeza. Esos miedos podrían ser los míos, y los habíamos experimentado cuando la energía mágica abandonó Ávalon. - Tu poder es tuyo. No puedo robarlo. Solo...- moví la mano hacia el techo, dejando escapar un último zarcillo de oscuridad que se deshizo. - Lo he tomado prestado un momento. - solté también el aire lentamente, sintiéndome algo más calmado ahora que recobraba el control. Aún así no era completamente dueño de mí mismo, necesitaba volver a tocarla de nuevo.
- No te estoy mintiendo. Nunca me había pasado algo así, y tampoco creo que tenga que ver con el ritual. - me quedé pensativo intentando repasar qué había de diferente en esta ocasión, obviando el tema de la unión de linajes poderosos. Las ocasiones anteriores sí había mantenido el control sobre mí mismo, no había ido tan arrebatado ni había utilizado los poderes de la otra persona de manera descontrolada. - Tal vez sea porque eres tú. Una Le Fay. - parecía como si las magias del linaje necesitasen estar en guerra constante, en una lucha de voluntades. Mis ojos se dirigieron hacia sus pechos cuando ella los tomó con sus manos, provocando que sintiese de nuevo las ganas de ir a por más. Gruñí con cierta exasperación por ese sentimiento y por su comentario de los rituales intensos. Otra vez volvía a decirme que era un bruto. A saber si es que el otro la acariciaba con plumas de pavo.
- No sé a que estás acostumbrada, pero hemos hecho lo que teníamos que hacer. Intenta dejarme inconsciente si es lo que quieres. Vamos. - la reté a la par que intentaba de nuevo entrar en su mente, pero en esta ocasión de un modo más consciente e intencionado. No sabía cuánto tiempo lograría mantenerlo, y quería probar una vez más. Lujuria...podía verlo en sus ojos, casi ni era necesario leer su mente para saber que quería seguir. - Devuélveme el daño, si puedes... - susurré contra sus labios antes de abrir los míos para besarla de forma intensa pero más pausada. Realmente no me habían hecho daño del modo que ella decía, pero sí de otras formas. Mi sangre comenzó a revolucionarse nuevamente a voluntad cuando ella montó a horcajadas sobre mí, dándome a entender que ahora sería ella quien tomaría la iniciativa. Podía probar, para variar, llevaba toda la noche siendo yo el que diese el primer paso. Moví mi cuerpo un poco bajo el suyo, invitándola a que empezase ella. Después logré enviarle un mensaje mental, haciendo uso de su propio poder.
"La reina abre el juego..."
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Ladeé la cabeza en su dirección cuando se giró, conectando de nuevo con su mirada de un modo distinto, menos agresivo tras haber entrado en su cabeza. Esos miedos podrían ser los míos, y los habíamos experimentado cuando la energía mágica abandonó Ávalon. - Tu poder es tuyo. No puedo robarlo. Solo...- moví la mano hacia el techo, dejando escapar un último zarcillo de oscuridad que se deshizo. - Lo he tomado prestado un momento. - solté también el aire lentamente, sintiéndome algo más calmado ahora que recobraba el control. Aún así no era completamente dueño de mí mismo, necesitaba volver a tocarla de nuevo.
- No te estoy mintiendo. Nunca me había pasado algo así, y tampoco creo que tenga que ver con el ritual. - me quedé pensativo intentando repasar qué había de diferente en esta ocasión, obviando el tema de la unión de linajes poderosos. Las ocasiones anteriores sí había mantenido el control sobre mí mismo, no había ido tan arrebatado ni había utilizado los poderes de la otra persona de manera descontrolada. - Tal vez sea porque eres tú. Una Le Fay. - parecía como si las magias del linaje necesitasen estar en guerra constante, en una lucha de voluntades. Mis ojos se dirigieron hacia sus pechos cuando ella los tomó con sus manos, provocando que sintiese de nuevo las ganas de ir a por más. Gruñí con cierta exasperación por ese sentimiento y por su comentario de los rituales intensos. Otra vez volvía a decirme que era un bruto. A saber si es que el otro la acariciaba con plumas de pavo.
- No sé a que estás acostumbrada, pero hemos hecho lo que teníamos que hacer. Intenta dejarme inconsciente si es lo que quieres. Vamos. - la reté a la par que intentaba de nuevo entrar en su mente, pero en esta ocasión de un modo más consciente e intencionado. No sabía cuánto tiempo lograría mantenerlo, y quería probar una vez más. Lujuria...podía verlo en sus ojos, casi ni era necesario leer su mente para saber que quería seguir. - Devuélveme el daño, si puedes... - susurré contra sus labios antes de abrir los míos para besarla de forma intensa pero más pausada. Realmente no me habían hecho daño del modo que ella decía, pero sí de otras formas. Mi sangre comenzó a revolucionarse nuevamente a voluntad cuando ella montó a horcajadas sobre mí, dándome a entender que ahora sería ella quien tomaría la iniciativa. Podía probar, para variar, llevaba toda la noche siendo yo el que diese el primer paso. Moví mi cuerpo un poco bajo el suyo, invitándola a que empezase ella. Después logré enviarle un mensaje mental, haciendo uso de su propio poder.
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Catherine Le Fay
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Observarlo crear aquellos zarcillos la hicieron sentir extraña. Observó los trazos sin forma y cómo iban alejándose de él, parecidos a los primeros que había tenido ella cuando había descubierto su poder. “Tomar prestado” … Eso sonaba cómo lo que había sido, porque pese a aquel tirón ella había podido crear el suyo -Prométemelo- Insistió y cuando lo miró, estaba claro que aquella palabra o petición envolvía más que sólo la idea de que su poder no estaría en peligro en sus manos. Era una mano extendida para crear un puente en lo que sea que aquel matrimonio fuera a terminar.
Así que en sus otros matrimonios no había ocurrido. El análisis sobre su linaje tensó suavemente los labios y luego alzó suavemente un hombro. Ya lo investigarían después, ahora mismo…Deseaba otra cosa y, de nuevo, la mente se le nublaba enteramente. El reto hizo que alzara las cejas ante las palabras que le había dedicado -Ian se encargaba de mí antes que de él… Varias veces...Para empezar- Espetó para luego fruncir el ceño cuando notó el intento de invasión, lo observó a los ojos con soberbia, pero en el fondo…En el fondo le gustaba que intentara explorar aquellos límites mágicos. Esa curiosidad.
8/10 Sodoma
Así que en sus otros matrimonios no había ocurrido. El análisis sobre su linaje tensó suavemente los labios y luego alzó suavemente un hombro. Ya lo investigarían después, ahora mismo…Deseaba otra cosa y, de nuevo, la mente se le nublaba enteramente. El reto hizo que alzara las cejas ante las palabras que le había dedicado -Ian se encargaba de mí antes que de él… Varias veces...Para empezar- Espetó para luego fruncir el ceño cuando notó el intento de invasión, lo observó a los ojos con soberbia, pero en el fondo…En el fondo le gustaba que intentara explorar aquellos límites mágicos. Esa curiosidad.
- +18:
- -No- Fue un monosílabo, antes de perderse en aquel beso. Notó la diferencia en aquel beso y ella también abrió los labios y exploró su boca con su lengua, sintiendo un torrente de calor bajar por su columna. Al sentirlo moverse bajo ella soltó un gemido y se incorporó un poco para unirlos de nuevo, con cuidado y lentitud, y esperó hasta que se hubo acostumbrado, pero entonces escuchó la voz de Wthyr en su cabeza y Catherine abrió los ojos para mirarlo. ¿Por qué esa palabra le había dado un escalofrío? -Sé cuidadoso- Indicó -No sabes lo que puedes encontrarte- Musitó mientras se movía con suavidad, pero profundidad sobre él, apoyando las manos en su pecho y ocultando estratégicamente la runa horrorosa con su mano -O si alguien logra…Ah…encerrarte-
Tomó las manos de Wthyr y las llevó hasta sus pechos, pero …De pronto también necesitó más. Mucho más. Se inclinó y volvió a atrapar sus labios en un beso momentáneo antes de descenderlos por su cuello. ¿Por qué olía tan bien? El cambio de ángulo generó una nueva oleada de placer y Catherine usó cada movimiento para frotar su pecho contra el contrario, absorbiendo y deleitándose en su calor. Mordió brevemente su hombro para luego lamer su piel, disfrutando de su sabor…Subió nuevamente hasta sus labios, pero no lo besó…Lo miró a los ojos un momento antes de incorporarse y atraerlo por la nuca hacia ella. Estando sentados, lo rodeó con las piernas y apretándolo, quizás no siendo consciente de las heridas que tenía él. Dejó sus manos en su nuca y movió su cadera sintiendo cómo se formaba ese maravilloso pico de liberación -Te dije… Que no quería ser reina…De nada- Murmuró pero no lo dejó responder, simplemente lo besó de nuevo dejándose llevar por sus instintos antes de, finalmente, toda la tensión se liberara. Se separó de él, arqueándose y fijando los ojos brillantes en él. No le importó que la energía de aquel momento se desplegara junto a su magia y entonces conectó con la mente de Wthyr, manteniendo sus pensamientos para sí…Pero compartiendo las sensaciones. Si no había tenido relaciones con una telépata aquello… Iba a ser una sensación sorprendente así que deseó leer en su rostro cada sensación.
8/10 Sodoma
Wthyr Pendragon
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- +18:
- - Prometido. - acabé diciendo sólo para que no insistiese más, bastante claro tenía que yo no era uno de esos ladrones de poderes como lo eran los Soul Reapers. Su alzamiento de cejas seguido de esa frase me hizo fruncir el ceño. No quería ni oír hablar del tal Ian en mi noche de bodas, y mucho menos que me restregase que con él era mejor. Aquello me cabreó, pero traté de disimular porque no quería darle el gusto. Estuve por decir "Ian no tiene ni puta idea", pero simplemente lo ignoré con una media sonrisa desdeñosa de que no merecía mi atención. Si en su mirada había soberbia, en la mía había más.
En esta segunda vez fue ella la que decidió cómo empezar y cuándo, a diferencia de lo que había sucedido al llegar a la habitación. Dejé que se acomodase hasta que me lanzó aquella advertencia por mi pensamiento de la reina, sin comprender qué tenía de malo aquello. - ¿Por qué?... ¿tan atormentada está tu mente como para que deba temerla? - inquirí con curiosidad malsana, agarrando su trasero con mis manos para acompañar el inicio del movimiento lento pero constante. Tuve que pensar dos veces en lo que había dicho sobre encerrar para asegurarme de que había escuchado bien, tomando aquello como una advertencia.
- Suena a que me estás...amenazando. ¿Es eso? - la conversación no era banal, pero una vez más el placer y el deseo comenzaban a impedirme pensar de manera clara. La sangre estaba en otro sitio, y mis manos ahora regresaban a sus pechos para tomarlos. Los estreché antes de acariciarlos y dedicar la atención necesaria para erizarle la piel con cada movimiento, sintiendo después el calor de su cuerpo sobre el mío cuando se inclinó para volver a besarnos. Ladeé la cabeza para profundizar más, echando la cabeza hacia atrás cuando descendió por mi cuello. Mis manos se deslizaron por su espalda para que no se separase todavía, quería aprovechar más aquello que estaba haciendo al estar más libre que antes. Me incliné hacia delante hasta sentarme con sus piernas enroscadas a mi cadera, mordiendo su cuello mientras comenzaba a imprimir más ritmo y potencia de manera progresiva mientras el placer se incrementaba. No era exactamente que estuviese conteniéndome, pero sí que trataba de coordinarme más con ella para que no fuese tan unilateral y brusco. Esta vez iba tenía que aguantar hasta que ella llegase, el tiempo que fuese necesario. Apoyé mi frente contra la suya un momento, dejando escapar algún jadeo conforme las sensaciones se incrementaban.
Me calló con un beso la respuesta que tenía preparada para lo de no querer ser reina, y ya no pude dirigirla a su mente porque el control mental momentáneo se había desvanecido. Le habría dicho que demasiado tarde para eso, que ya era lo más parecido a una reina. Nunca lograría serlo en Ouroboros. En el fondo quería, solo que no lo había reconocido aún. Me mordí el labio levemente al separarme de ella, moviéndome con más fuerza hasta que vi aquel brillo hipnótico en sus ojos. Esta vez sí. Una vez más sentí esa especie de corrientazo por todo el cuerpo, mezcla de magia y mis propias sensaciones. Empujé una vez más en último y potente movimiento antes de que ella se separase de mí, sintiendo algo muy extraño...no todo eran mis sensaciones. Resultaba desbordante y a la vez adictivo. Había algo más que no reconocía. Le sostuve la mirada como preguntando si eso era cosa suya, volviendo a atraerla hacia mí como pidiéndole más.
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Catherine Le Fay
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Asintió con suavidad a aquello de que lo prometía, esperaba que comprendiera que el peso de sus palabras le quitaba el suyo a Catherine. Mantuvo los ojos en él ante la duda y ella simplemente hizo un asentimiento seco. A ella misma le daba temor su propia mente, había lugares oscuros y recónditos en los que no sabía qué aguardaba. Lo había visto en sueños, pero no estaba segura de si era realidad. Luego, pese a mantenerse concentrada en sus sensaciones, pudo seguir hablando -Sí- Le dijo con total sinceridad -Si eres inexperto, puedes perderte. No es como leer un libro…Y no es para jugar- Le explicó brevemente y quiso ponerle algún ejemplo respecto a su magia de sangre, pero la distrajo.
Sus manos ahora parecían prestar la atención necesaria y Catherine se estremecía con cada movimiento, con cada petición y respuesta silenciosa. La respiración nuevamente se le aceleró cuando Wthyr se acompasó con ella, con más fuerza y más intensidad. Mantuvo su frente en la de él, compartiendo el aliento de aquellos jadeos que la lujuria les robaba. Y cuando se separó de sus labios, gimió ante su movimiento y después…Se dejó llevar, aunque disfrutaba más de aquella experiencia compartida. Sabía perfectamente la pregunta que se delineaba en sus ojos y la morena tuvo que morderse el labio para no soltar otro gemido, pero las comisuras se levantaron brevemente como haciéndole entender que sí. Era ella. Los resquicios del clímax seguían acompañándola y subió las manos hasta el cabello de Wthyr, enredando los dedos allí para atraerlo hacia ella y besarlo. Su cuerpo se había relajado, cualquier tipo de tensión que hubiese acumulado parecía irse diluyendo con cada ola de satisfacción. Y sin embargo…No podía parar, el sabor de sus labios…Sus manos sobre su cuerpo. Era la primera vez que se sentía de esa manera, con aquella necesidad tan arrebatadora de seguir…De estar satisfecha y aún así necesitar más y más.
Esperó un poco más pero justo tras el clímax parecía que el cansancio empezaba a hacer mella, aunque su sangre seguía revolucionada y el corazón latía con fiereza. Se separó de los labios de Wthyr respirando profundamente antes de separarse y dejarse caer en la cama. Subió un brazo hasta los ojos para taparse. Quizás si no lo veía…-Debería…bañarme- Murmuró -¿Dónde está el baño?- Inquirió, pensando que si ponía algo de distancia también serviría.
9/10 Sodoma.
Sus manos ahora parecían prestar la atención necesaria y Catherine se estremecía con cada movimiento, con cada petición y respuesta silenciosa. La respiración nuevamente se le aceleró cuando Wthyr se acompasó con ella, con más fuerza y más intensidad. Mantuvo su frente en la de él, compartiendo el aliento de aquellos jadeos que la lujuria les robaba. Y cuando se separó de sus labios, gimió ante su movimiento y después…Se dejó llevar, aunque disfrutaba más de aquella experiencia compartida. Sabía perfectamente la pregunta que se delineaba en sus ojos y la morena tuvo que morderse el labio para no soltar otro gemido, pero las comisuras se levantaron brevemente como haciéndole entender que sí. Era ella. Los resquicios del clímax seguían acompañándola y subió las manos hasta el cabello de Wthyr, enredando los dedos allí para atraerlo hacia ella y besarlo. Su cuerpo se había relajado, cualquier tipo de tensión que hubiese acumulado parecía irse diluyendo con cada ola de satisfacción. Y sin embargo…No podía parar, el sabor de sus labios…Sus manos sobre su cuerpo. Era la primera vez que se sentía de esa manera, con aquella necesidad tan arrebatadora de seguir…De estar satisfecha y aún así necesitar más y más.
Esperó un poco más pero justo tras el clímax parecía que el cansancio empezaba a hacer mella, aunque su sangre seguía revolucionada y el corazón latía con fiereza. Se separó de los labios de Wthyr respirando profundamente antes de separarse y dejarse caer en la cama. Subió un brazo hasta los ojos para taparse. Quizás si no lo veía…-Debería…bañarme- Murmuró -¿Dónde está el baño?- Inquirió, pensando que si ponía algo de distancia también serviría.
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Wthyr Pendragon
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- Luego, más tarde tendría tiempo para recordar lo que me había dicho sobre entrar en mentes ajenas. Todo eso quedó olvidado cuando culminamos una segunda ronda, más consciente y satisfactoria que la primera. Su gesto me confirmó que sí, que había sido ella quien había metido en mi cuerpo aquellas sensaciones que ella tenía. No sabía que su poder pudiese llegar tan lejos. No se limitaba a ilusiones, compartir mensajes o ver escenas. Era más poderosa de lo que pensaba. Besé sus labios todavía con hambre de más, a pesar de que llevábamos ya un buen rato entregados y la energía no era la misma que al principio.
Al dejarme caer sobre la cama comencé a recuperar una vez más el ritmo más pausado de respiración, tratando de dominar mi propia sangre para que el corazón dejase de bombear tan rápido. Me puse de lado en la cama, apoyando un codo para alzarme a mirarle la cara cuando se la cubrió con el brazo mientras preguntaba por el baño. Miré por inercia hacia la puerta de madera que daba al baño de mármol de mi cuarto, dándole así sin querer la información de dónde tenía que ir.
- Eso puede esperar un poco más...no puedes irte todavía. - acaricié su costado, acercando después mis labios para rozar sus pechos. Fui descendiendo hasta su vientre, pasando por su ombligo para dejar besos en ese recorrido por su piel. Al llegar allí mi boca quiso seguir más al sur de su cuerpo, bajando hasta situarme donde se juntaban sus piernas. Ni siquiera me había planteado hacerlo cuando llegamos a la habitación, pero ahora quería tenerla de todas las maneras posibles. Ya no podría decir que el otro era el único que se interesaba en darle placer. Todo aquello le complicaría un poco más eso de querer ir a bañarse.
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post 9/10 sodoma
Catherine Le Fay
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- La idea de un buen baño cada vez parecía más atractiva. Catherine siempre había sido fanática de ellos y los utilizaba para relajarse, para olvidarse un momento de todo lo que estaba a su alrededor y … disfrutar. Además, necesitaba quitarse toda esa sangre de encima. Se quitó el brazo de encima para ver hacia donde estaba observando Wthyr, marcando la puerta, cuando le soltó aquello de que podía esperar -¿Por qué?- Le preguntó frunciendo el ceño… Pero entonces acarició su piel y Catherine soltó un gemidito bajo.
Cerró los ojos y cuando los labios del Pendragon bajaron por sus pechos y torso, sus dedos atraparon las sábanas con fuerza. ¿Más? Sí. Quería más… En cualquier otro momento, quizás Catherine lo habría detenido, se habría sonrojado, habría buscado alguna excusa para hacer otra cosa, pero en aquella habitación, bajo aquella magia, sólo quería que siguiera. Se arqueó sobre la cama cuando llegó hasta su zona más sensible, inmediatamente una de sus manos se fue hasta el cabello oscuro de Wthyr y enredó sus dedos allí instándolo a que siguiera haciendo aquello que la hacía sentir tan bien -Más...- Ronroneó.
No supo cuánto tiempo estuvo así, pero ya no podía contener ningún gemido y su cuerpo acumuló esa tensión justa antes de soltarse de nuevo, pero esta vez las oleadas de placer fueron tan fuertes que todos sus sentidos se embotaron y cuando todo acabó quedó laxa y relajada sobre la cama. No compartió nada. Le pitaban los oídos y, si llegaba a abrir los ojos, quizás hasta veía doble. Se llevó una mano al pecho, como intentando tranquilizar su respiración con muy poco éxito. Intentaba volver en sí misma porque el placer la había partido en varios pedacitos y estaba tan dispersa, gracias al cansancio, la magia, el estrés; que le costaba volver a ser una.
Un pensamiento estúpido le cruzó por la cabeza y soltó el cabello de Wthyr con cuidado, las manos se abrieron en un arco acariciando las sábanas, regodeándose en las sensaciones de su cuerpo y las que la tela le regalaba -Mmmm…- Si pudiera, iba a decir algo inteligente. Algo sagaz, algo astuto pero simplemente abrió los ojos y parpadeó un poco para enfocar y observarlo. Quizás eran las sensaciones las que hablaban…Pero podría vivir en aquella cama, con aquellos ojos grises recorriéndole el cuerpo con lujuria y sus manos y labios sobre su piel. Sí…Podría. Apartó la mirada, para observar al techo, confundida. Muy confundida.
Definitivamente, aquellos rituales eran demasiado intensos.
10/10 de Sodoma. Próximo post Wiwi ya no está atraído como un puto loco xD
Wthyr Pendragon
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Cada sonido que escapaba de los labios de Catherine me hacía querer seguir provocándola más para llevarla a su límite, dedicándome a fondo mientras ella hundía su mano en mi cabello. Sólo me detuve cuando supe que estaba satisfecha, y para ese momento ya ni recordaba lo que hacíamos antes de entrar a la habitación. Inspiré profundamente tras separarme, dedicándole una lasciva sonrisa antes echarme a un lado para yacer junto a ella. Después cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás, mucho más relajado que antes. Mi cuerpo y mi mente no estaban tan acelerados y fuera de control, pero sentía la cabeza como embotada y el pensamiento lento. Si me quedaba quieto me dormiría. Abrí los ojos de nuevo antes de ladear la cabeza para mirarla, pero en esta ocasión no sentí que no pudiese detener ese deseo de querer tomarla sin control una y otra vez. Le recorrí el cuerpo desnudo con la mirada, asimilando y siendo consciente por primera vez de que por fin había consumado el matrimonio Pendragon Le Fay.
De repente sentí el peso de la responsabilidad por lo que debíamos conseguir, mirando la marca de su pecho y después la mía. Necesitaba verla mejor, a la luz del día. Quería saber si había funcionado. Mi semblante se volvió más serio al incorporarme, guardando silencio durante algunos segundos sin dar ni una pista de lo que me pasaba por la cabeza. Me levanté de la cama para ir al baño, dejando la puerta entornada al entrar. Fui directamente a una de las dos bañeras de mármol que había en aquel cuarto, con el agua y la espuma ya preparada por los sirvientes. Acabé sumergiéndome por completo, soltando varias burbujas de aire a la superficie antes de salir de nuevo. Llevé las manos a la cara para echarme el pelo hacia atrás, echando después un vistazo de reojo a la puerta entreabierta. Ahora tenía una extraña sensación por lo sucedido, a pesar de que había sido placentero. No dejaba de ser una completa desconocida, y aún así nos había invadido una lujuria inesperada.
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post Sodoma 10/10 y fin
De repente sentí el peso de la responsabilidad por lo que debíamos conseguir, mirando la marca de su pecho y después la mía. Necesitaba verla mejor, a la luz del día. Quería saber si había funcionado. Mi semblante se volvió más serio al incorporarme, guardando silencio durante algunos segundos sin dar ni una pista de lo que me pasaba por la cabeza. Me levanté de la cama para ir al baño, dejando la puerta entornada al entrar. Fui directamente a una de las dos bañeras de mármol que había en aquel cuarto, con el agua y la espuma ya preparada por los sirvientes. Acabé sumergiéndome por completo, soltando varias burbujas de aire a la superficie antes de salir de nuevo. Llevé las manos a la cara para echarme el pelo hacia atrás, echando después un vistazo de reojo a la puerta entreabierta. Ahora tenía una extraña sensación por lo sucedido, a pesar de que había sido placentero. No dejaba de ser una completa desconocida, y aún así nos había invadido una lujuria inesperada.
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post Sodoma 10/10 y fin
Catherine Le Fay
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Calma. Pese a que su corazón latía aún desenfrenado estaba calmada y mientras sus pensamientos y sentimientos se asentaban, Catherine miraba el techo de la cama. Oh… Por Morgana, la cama de Wthyr Pendragon. Se llevó una mano a los ojos, con un gesto cansado. No podía sentir vergüenza ahora… habían hecho lo que tenían que hacer pero nunca pensó que aquello… que su… que toda ella…
Algo le decía que la estaba mirando y de pronto deseó tener una capa pesada encima. Gruesa, muy gruesa, que la tapara de pies a cabeza. Subió un poco las piernas, cerrándolas y se cruzó de brazos sintiéndose malditamente expuesta ante un hombre que no conocía. Tensó los labios cuando lo vio sentarse y observó su espalda, su nombre aún estaba allí… y estaría. Por todo lo que quedaba de sus vidas. ¿O tras romper la maldición ella sería otra tachada en su espalda? El silencio se volvió denso pero ella no tenía nada que decir excepto que quería irse. Irse lejos. Y no volver a verle la cara a menos que fuera necesario.
Lo observó alejarse y no sintió ese tirón horrible de hace horas ni esa necesidad. ¿Se había acabado el ritual? Esperaba que sí. Quería ir a bañarse pero estando él ahí… No quería que la viera. ¿Y si volvía a tomarla como un bruto? Ya sentía las consecuencias de aquella exacerbada fuerza que había usado y estando sola en la cama se giró hacia un lado. Sucia. Ese era el verdadero sentimiento que tenía. Desde el momento en el que la habían obligado a bañarse en esa pequeña piscina de sangre. Miró hacia la puerta que había marcado antes y que él había dejado entreabierta. Aquel lugar parecía particularmente rico. Muy rico. Y si sospechaba bien podría tener una ducha y una bañera. Aunque no escuchaba agua se atrevió a incorporarse pero antes de caminar desnuda por ahí fue a coger la capa de Wthyr y se la echo encima, al ver por el resquicio vio otra bañera y se mordió el labio aguantando el suspiro.
Tenía que hacerlo.
Entró en el baño sin mirarlo, concentrada en acercarse a la bañera y meterse allí. Dejó la capa caer y se hundió en la bañera tan rápido que salpicó un poco por los lados, pero no le importó. En cuanto el agua caliente abrazó su cuerpo soltó un suspiro de satisfacción. Dejó caer la cabeza hacia atrás en el agua y bajo ésta se restregó la cara, bastante, tratando de quitarse el maquillaje. Luego se restregó el cuello y los hombros y solo cuando los pulmones le pidieron aire salió. Al menos Sofía había usado maquillaje waterproof, porque sino ahora sería un panda… ya lo era, pero por las ojeras, no por una máscara corrida. Ignoró absolutamente a Wthyr y se dedicó a restregarse cada parte del cuerpo, todo donde le habían escrito runas, todo donde la sangre había llegado, todo resquicio para quitarse el peso, la vergüenza de sus acciones, de encima aunque sabía que aquello no sería tan fácil. Tras varios minutos de trabajo arduo, le dedicó unas palabras -Quiero volver a Ouroboros- Le dijo en un tono neutral mientras paraba de restregarse un poco y echaba la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y tratando de relajar su cuerpo. Batalló con el bostezo que parecía formarse desde lo más profundo de su ser, así que se llevó la mano húmeda a la cara y se la restregó un poco.
Algo le decía que la estaba mirando y de pronto deseó tener una capa pesada encima. Gruesa, muy gruesa, que la tapara de pies a cabeza. Subió un poco las piernas, cerrándolas y se cruzó de brazos sintiéndose malditamente expuesta ante un hombre que no conocía. Tensó los labios cuando lo vio sentarse y observó su espalda, su nombre aún estaba allí… y estaría. Por todo lo que quedaba de sus vidas. ¿O tras romper la maldición ella sería otra tachada en su espalda? El silencio se volvió denso pero ella no tenía nada que decir excepto que quería irse. Irse lejos. Y no volver a verle la cara a menos que fuera necesario.
Lo observó alejarse y no sintió ese tirón horrible de hace horas ni esa necesidad. ¿Se había acabado el ritual? Esperaba que sí. Quería ir a bañarse pero estando él ahí… No quería que la viera. ¿Y si volvía a tomarla como un bruto? Ya sentía las consecuencias de aquella exacerbada fuerza que había usado y estando sola en la cama se giró hacia un lado. Sucia. Ese era el verdadero sentimiento que tenía. Desde el momento en el que la habían obligado a bañarse en esa pequeña piscina de sangre. Miró hacia la puerta que había marcado antes y que él había dejado entreabierta. Aquel lugar parecía particularmente rico. Muy rico. Y si sospechaba bien podría tener una ducha y una bañera. Aunque no escuchaba agua se atrevió a incorporarse pero antes de caminar desnuda por ahí fue a coger la capa de Wthyr y se la echo encima, al ver por el resquicio vio otra bañera y se mordió el labio aguantando el suspiro.
Tenía que hacerlo.
Entró en el baño sin mirarlo, concentrada en acercarse a la bañera y meterse allí. Dejó la capa caer y se hundió en la bañera tan rápido que salpicó un poco por los lados, pero no le importó. En cuanto el agua caliente abrazó su cuerpo soltó un suspiro de satisfacción. Dejó caer la cabeza hacia atrás en el agua y bajo ésta se restregó la cara, bastante, tratando de quitarse el maquillaje. Luego se restregó el cuello y los hombros y solo cuando los pulmones le pidieron aire salió. Al menos Sofía había usado maquillaje waterproof, porque sino ahora sería un panda… ya lo era, pero por las ojeras, no por una máscara corrida. Ignoró absolutamente a Wthyr y se dedicó a restregarse cada parte del cuerpo, todo donde le habían escrito runas, todo donde la sangre había llegado, todo resquicio para quitarse el peso, la vergüenza de sus acciones, de encima aunque sabía que aquello no sería tan fácil. Tras varios minutos de trabajo arduo, le dedicó unas palabras -Quiero volver a Ouroboros- Le dijo en un tono neutral mientras paraba de restregarse un poco y echaba la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y tratando de relajar su cuerpo. Batalló con el bostezo que parecía formarse desde lo más profundo de su ser, así que se llevó la mano húmeda a la cara y se la restregó un poco.
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