Salón Vikingo - Clan Lothbrock

Aquel mensaje mental de Catherine me había dejado en shock, no podía creer que estuviese embarazada de mellizos y que uno de ellos fuese mío. Era una posibilidad tan ínfima lo que le había pasado que era difícil de digerir por lo extraño de la situación. En condiciones normales me habría alegrado y lo habría celebrado con ella, pero tal como estaba todo sólo me generaba un tremendo agobio. Traté de ponerme en contacto con ella usando el espejo, pero no funcionaba. Ya me había advertido que estaría incomunicada, y a pesar de ello no logré quedarme tranquilo. Aquello era como un secuestro. Sin poder contactarla en cualquier momento, sabiendo que estaba embarazada de nuestro hijo y que encima tenía que estar con el puto Pendragon.

Pasé buena parte del día en la casa Hacksaw, encerrado en mi cuarto con dolor de cabeza horroroso por la resaca y por el disgusto. No quise decirle nada a mi padre, que se quedó cuidando a Aedan mientras tanto. Si estaba aguantando era únicamente por él, pero ahora que Catherine había logrado concebir no había ningún sentido para que se quedase en Ávalon. Cada vez cobraba más fuerza la idea de ir a rescatarla de allí, de acceder al lugar tal y como me había enseñado mediante imágenes mentales. Para eso necesitaba la sangre de Aedan, al igual que Catherine había usado la suya para entrar. Cogí al niño con la excusa de que había que hacerle analíticas para mantenerlo vigilado, cosa que por otro lado no era mentira, se las habían pedido para dentro de unos días. En el hospital de Ouroboros le sacaron sangre, y en un momento dado aproveché para coger uno de los tubos para quedármela. Regresé de nuevo a casa para dejarlo con Adam, poniendo otra excusa antes de marcharme de nuevo. Al darle un abrazo al pequeño le prometí que iba a traer a su mamá.

Durante el camino usé las referencias de Catherine para acceder a la cueva de Gough. Allí derramé unas gotas de la sangre de Aedan en el agua, haciendo que ésta comenzase a burbujear a la par que aparecía una barca oscura y con un cuervo en la proa. Monté con cierto recelo, dejándome llevar por aquella embarcación que se movía sola a través de las brumas. El viaje se me hizo eterno, hasta que el velo gris comenzó a levantarse, dejando a la vista un pequeño puerto. El barco se hundió en cuanto salté de él, comenzando mi incursión en Ávalon. Tampoco era para tanto. Caminé con el rostro oculto bajo una capa con capucha, avanzando con rapidez para que no me descubriesen a la primera. Mientras tanto traté de contactar nuevamente con Catherine, usando el espejo comunicador. Lo activé, y...

Cath, he venido a buscarte. Acabo de llegar al puerto y estoy avanzando hacia la zona habitada. Sal a mi encuentro, nos vamos de aquí.


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éxito: No le pillan de momento
fallo: le pillan

El miembro 'Ian Hacksaw' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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'Probabilidad' :

Al final algunos guardias y sirvientes la guiaron para salir del castillo y en cuanto estuvo afuera se subió la capucha del abrigo y empezó a caminar tratando de controlar el nerviosismo que la hacía temblar bajo las capas de ropa. Levantó una ilusión, cambiando pequeños detalles, como su cabello a un castaño cobrizo como el de Chloe, sus ojos a un tono verde como el de Ian y su nariz como la de Mérida, que fue de la primera que se acordó por alguna razón.

“…si le das un ápice de infelicidad…Mataré a Ian, lentamente, arrancándole la piel a tiras mientras ralentizo su latido para extender su tortura durante mucho tiempo y luego pondré su cabeza en una pica en nuestro castillo. Será mi precioso trofeo…Oh…Y te haré mirar, Catherine Le Fay, te haré mirar cada instante. Y luego se lo daré a mi Brigada y no te quedará nada…Nada a lo que rendir luto, nada… Será sólo un recuerdo vacío e inservible en tu futura vida de mierda”

Las palabras de Shyvanna fueron las primeras que le vinieron a la mente porque había sido particularmente gráfica.  Sin embargo, Wthyr tenía también su punto, aunque según el trato que habían hecho…Ella se había mudado, por ende, no podía tocar a Ian. Pero si se iba… ¿Eso levantaba el acuerdo?  Tenía el estómago revuelto y cada paso que daba la lanzaba más a un bucle de ansiedad. Quería llorar. ¿Por qué había venido? ¿Por qué?

Inspiró profundamente y cuando lo reconoció lanzó otra ilusión sobre él. Rubio, ojos azules, tez pálida. No podía permitir que lo reconocieran. Gracias a Morgana que había hecho aquello de la energía mágica con Wthyr…De lo contrario. “Soy yo”. Aparentó cierta normalidad al acercarse hacia él y vigiló alrededor por si había alguien más. Ese era la zona de los vikingos y no conocía a nadie pero se le antojaban revoltosos así que lo cogió del brazo para salir de ahí y volver hacia el pasadizo, una vez allí lanzó un hechizo para cubrir sus voces y levantó una ilusión para cerrar la entrada. Empezó a toquetearlo, esperando no encontrar ninguna herida -Ian… ¿Qué haces aquí? ¿Le pasó algo a Aedan? - Inquirió pero en el momento en el que soltó aquella pregunta se le quebró la voz y empezó a llorar -Te van a matar…No deberías estar aquí… Te van a colgar de una pica- Susurró y se llevó las manos a los ojos, verdes, para limpiarse las lágrimas.

El mensaje de Catherine por medio del espejo no tardó en llegar, pero no hice caso. Seguí avanzando porque lo único que quería era encontrarla. Acabé llegando a una zona que ya parecía habitada, con un aspecto que me recordaba al estilo vikingo. Mi cuerpo entró en tensión al ver que alguien se acercaba, hasta que dirigió ese pensamiento a mi mente para avisar de que era ella. Supuse que estaría usando algún tipo de ilusión para que no la viesen, y caminé con rapidez hasta alcanzarla. Me cogió por el brazo para moverme de allí antes de que pudiese decirle nada, metiéndonos en un pasadizo como si fuésemos un par de fugitivos.

Llevé ambas manos a sus mejillas para cogerle la cara en cuanto estuvimos a "salvo", buscando su mirada para saber cómo estaba. - ¿Te encuentras bien? - debía estar de los nervios, como mínimo. Negué rápidamente, por suerte Aedan seguía bien aunque no tanto como lo estaba antes. - No le pasa nada nuevo a Aedan, tranquila. Está con mi padre. Es que no podía contactar contigo, y después del mensaje que me mandaste estaba muy preocupado. Tenía que verte. ¿Qué es eso de Morgana que dijiste? ¿Y cómo puede ser que estés embarazada de los dos a la vez? - bajé las manos de su cara para abrazarla con fuerza en cuanto empezó a llorar, deseando sacarla del maldito Ávalon de una vez para que todo volviese a ser como antes. - No, porque nos vamos a ir. Ya no tiene sentido que te quedes aquí. Con que tengas a su hijo es suficiente para anular la maldición, ¿no? técnicamente podemos irnos, y me da igual lo que diga el desgraciado ese. Tú quieres irte...de no ser así no me habrías mostrado el modo de entrar en Ávalon. Si nos vamos ya todavía podemos llegar a la barca antes de levantar sospechas. - aflojé lentamente el abrazo, tomándola de la mano para tirar de ella, esperando que empezase a moverse conmigo. Era ahora o nunca.

-Sí…No…Es decir, físicamente ya estoy bien- Murmuró mirándole a los ojos con preocupación pero al mismo tiempo no podía contener la tranquilidad de estar entre sus brazos, al alcance de su mano. Que Aedan estuviese bien le tranquilizaba un poco y escuchó sus preguntas -Lo siento…Es que no quiero ocultarte nada y no quería preocuparte pero necesitaba que lo supieras todo- Le explicó y se quedó entre sus brazos, apoyando la cabeza en él.

-Wthyr y yo estábamos haciendo un entrenamiento mágico y quedé muy cansada. Se quedó en la habitación para vigilarme porque ya sabíamos del embarazo. Es que…Hace unas semanas tengo pesadillas horribles pero la de anoche fue la peor. Era como si me viera a mi misma en un espejo pero no era yo, era ella…Resulta que él intentó despertarme pero mi sombras casi lo atacan, cuando desperté me dijo que no era yo…Que tenía los ojos negros y que hablaba distinto. Mis sombras me atacaron solas y fue el dolor lo que me trajo de vuelta- Soltó todo aquello de un solo golpe para poder sacárselo del pecho y se alejó de él para mirarlo -Creo que lo hizo cuando fuimos juntos, cuando me puso la corona. Es un laberinto de ilusiones Ian…quizás estaba enmascarando otra cosa. Me quité todo y he descansado y no ha vuelto a suceder pero tengo que investigarlo.

Se limpió las lágrimas más “tranquila” de haberse quitado eso del pecho. Pero lo que le dijo la dejó estupefacta. Y se dio cuenta de que había cosas que no le había dicho  y lo miró con tristeza y los ojos, de nuevo, húmedos…Unos ojos que no tardaron en volver a llorar. Alargó una mano hacia él y acarició su mejilla antes de cerrar los ojos y conectar con su mente. Empezó muy atrás, muy atrás… Cuando había ido a hablar con Wthyr sobre la premura para casarse. Y no compartió sólo la escena, permitió que todos sus sentimientos se filtraran en aquella conexión.

“ Las condiciones son que vengas conmigo, ahora. Puedes tener testigos de Ouroboros, pero no quiero allí a todo el séquito. Tendrán que ir sin saber el camino. Puede que tú hayas burlado la seguridad de la isla con el pago de magia de sangre, pero el resto irá con los ojos vendados. El matrimonio lo inscribiremos en nuestros registros y en los vuestros, para que quede doble constancia. Y que no te separarás en cuanto la maldición esté aparentemente rota.  - pensé en todos los posibles detalles que necesitaba controlar, no quería que se me escapase nada al tener que acelerar el proceso.

-No…No 48 horas. Anteia me dio como máximo hasta mañana, tiene que ser hoy- Insistió nuevamente llevándose las manos al cabello para ponerlo detrás de sus orejas, tanta fue la presión que pasó absoluta y diestramente por alto lo de concebir en la noche de bodas.  Entonces empezó a enumerar las cosas, ella asintió, ya sospechaba que iban a tener que casarse en Avalon y al menos no tuvo que pelearle sobre lo del Consejo pero se le escapó una risa pequeña -¿Séquito? No soy de la realeza- Negó suavemente, como diciéndole que no le prestara atención -Haz un traslador ¿O tampoco funcionan?- Inquirió y luego asintió con respecto a lo del matrimonio y la última condición… Era algo…Que si bien no había pensado en ese momento había sido un camino que seguramente habría recorrido. Parpadeó un instante, era evidente que la había cogido por sorpresa porque es que…Ni siquiera lo había pensado. Pero no iba a jugar la vida de su hijo así nada más -De acuerdo- Le pidió perdón a Ian, silenciosamente, en su cabeza.

Tu poder. Tu magia. Nuestro linaje. Un futuro... - bajé la mano lentamente, rozando levemente su cuello antes de separarme de ella y apartarme de la chimenea dándole la espalda

Las palabras que salieron de su boca le dijeron mucho de lo que podía esperar de Wthyr. Era un objeto de poder, una pieza para posicionarse. Ian se había enamorado de ella. No de la magia que chisporroteaba bajo su piel. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando sintió sus dedos rozarle la piel del cuello…Y no del buen tipo. Tragó en seco -Te lo daré…Si nos casamos hoy-”

La escena mutó poco después y le mostró exactamente en qué se basaba el ritual cuando dibujó la escena en aquella asquerosa piscina llena de sangre y entonces…Shyvanna.

“…si le das un ápice de infelicidad…Mataré a Ian, lentamente, arrancándole la piel a tiras mientras ralentizo su latido para extender su tortura durante mucho tiempo y luego pondré su cabeza en una pica en nuestro castillo. Será mi precioso trofeo…Oh…Y te haré mirar, Catherine Le Fay, te haré mirar cada instante. Y luego se lo daré a mi Brigada y no te quedará nada…Nada a lo que rendir luto, nada… Será sólo un recuerdo vacío e inservible en tu futura vida de mierda”

La escena volvió a cambiar hacia algo mucho más reciente, mucho ….incómodo.

El ritual de fertilidad... - murmuré por lo bajo, recordando el encargo que le había hecho a Gwen. Había funcionado, pero había algo extraño. Después mi mente se quedó procesando aquello de que se quedó embarazada estando ya embarazada, tratando de calcular los tiempos. Era imposible que en tan poco tiempo hubiese dos fetos. Tres semanas de diferencia había dicho. Cuadraba a la perfección. El más pequeño tenía un mes, y el más avanzado casi dos. Eso significaba que...

- Uno de ellos no es mío. ¿Es eso lo que quieres decir? es del otro. - solté finalmente con frialdad, detestando cada vez más al maldito licántropo. Incluso ahora tenía que estar presente. Hice lo posible por dominar el cabreo que eso me producía, ya me desquitaría más tarde de algún modo. - Todo habría sido en vano de no haber sido por el ritual en el templo de Ávalon. No lo habríamos logrado. - y Cedric y su hijo probablemente habrían muerto. ¿Sería consciente de eso? - ¿Qué va a pasar ahora? ¿Corre peligro de ser absorbido el menor? ¿Qué hay que hacer? es de vital importancia que nazca.


-¿DESCANSAR? ¿DESCANSAR? ¿NECESITO DESCANSAR? ¡TENGO UNA MALDICIÓN ENCIMA! ¡Y LA VIDA DE MUCHA GENTE ESTÁ EN JUEGO Y YO NI SIQUIERA ME DIO CUENTA DE ESTE TIPO DE COSAS! - Se sentó en la camilla llevándose las manos a la cara y cuando le soltó aquello de que respirara soltó un gruñido -ES LO QUE ESTOY HACIENDO. ES LO ÚNICO QUE SÉ HACER SIN CAGARLA- Gritó sacándose las manos de la cara mientras el estómago se le revolvía. Iba a vomitar. Pero sólo se quedó en eso, náuseas. Total, no tenia nada en el estómago. Que, por cierto, no...Ni siquiera estaba respirando bien. La estaba cagando hasta en eso.

El Pendragon parecía un poco más centrado pero Catherine no, Catherine había empezado a temblar y cuando siguió preguntando cosas la morena sólo negaba con la cabeza. ¿Cómo podía haber sido tan idiota? ¡Se había estado jugando la vida de Aedan! ¿Y ahora qué iba a hacer? Pensó en Ian… ¿Cómo iba a decírselo? ¿Cómo? ¿CÓMO?  HOLA IAN, ESTOY EMBARAZADA DE NUESTRO BEBÉ PERO NO PODRÁS ACOMPAÑARME EN LOS 9 MESES QUE SIGUEN PORQUE NO ESTAMOS JUNTOS PORQUE UNA MALDICI…Alzó la mirada hacia Wthyr cuando empezó a sentir su corazón calmarse -Estás…haciendo algo- Frunció el ceño y miró hacia Anteia que la observaba, de manera reservada y preocupada -Y tú…- Inspiró profundamente, un par de veces y con la ultima expiración empezó a llorar -¿Por qué nada puede ser fácil?- Preguntó negando con la cabeza y alzó la vista hacia Anteia mientras se secaba con las mangas del jersey -Perdón-“

Alejó suavemente la mano y abrió los ojos para mirarlo mientras controlaba los hipidos del llanto -No puedo- Levantó la mano y con el jersey se limpió la nariz, encogiendo los hombros con lentitud -¿Qué pasa si la maldición no se rompe? ¿Qué pasa cuando te vayan a buscar? Porque lo harán…¿Cómo nos defendemos de ellos? ¿Y si al hacerlo desato otra maldición? ¿Qué pasa si eso lastima a Aedan? Ni siquiera sabía que por hacerla visible iba a…Iba a cobrar la vida de las personas y poner a mi bebé en peligro…Y lo hice, lo hice. Gente murió, Aedan apenas está vivo…No puedo seguir jugando con algo que no conozco - Negó suavemente, sintiendo de nuevo que algo dentro de ella se rompía. Y si había pensado que se había secado por dentro, que ya no le quedaban lágrimas estaba equivocada -Yo no puedo vivir en un mundo en el que no estés, Ian… Aunque no esté contigo, necesito saber que estás ahí. No puedo arriesgarme…- Luego se acercó y le pasó una mano por el cabello -Hoy…He podido manejar la habilidad de Wthyr, la magia de sangre. Si aprendo…Quizás entonces pueda entender cómo defendernos de ello, como asegurarme de que siempre podré protegernos…Sin importar lo que pase-

Había regresado a Ávalon ante la insistencia de mi prima. No solo estaba preocupada por mi falta de atención al Sanguis Ligno sino también porque al parecer las costureras del linaje de Cleopatra habían comenzado los patronajes para los trajes de coronación y querían conocer los protocolos para no tener que empezar de nuevo si algo no era correcto.

Algunos linajes de Ávalon se ponían nerviosos ante la carencia de autoridad formal a pesar de que mi hermano llevaba muchos años siendo el Descendiente de Pendragon, nuestra abuela seguía siendo durante ese tiempo la regente de la isla y ahora que no estaba debían proceder con la coronación. Otros, sin embargo, simplemente disfrutaban de una buena celebración.

Tras presentar mis debidos respetos al Árbol Sagrado marché en busca de mi prima hacia la zona que pertenecía a los Lothbrok.  A pesar de ser Pendragon ella sin duda era más cercana a ellos y disfrutaba de su compañía más que de la nuestra en el castillo principal.

El salón vikingo no distaba mucho de nuestros salones, excepto por el exceso de...bueno...barbarie. No me agradaba ese lugar, sobre todo cuando el ex prometido de mi hermana lo rondaba, una suerte que ya no se encontrase entre los vivos. Avancé por las calles dispuesta a tardar lo menos posible en encontrar a mi prima y salir de ahí hacia otro lugar, sin embargo no se encontraba dentro del salón principal en aquel momento.

Al salir, molesta por haber tenido que cruzar palabra con un bruto bastante borracho al que casi no había entendido ni media palabra, quedé en mitad de la calle pensando dónde debería dirigirme. Tal vez mandaría un mensaje, sí...sería lo mejor. Un patronus siempre era efectivo así que un cóndor luminoso alzó su vuelo. Lo seguí con la mirada tratando de averiguar la zona a la que se dirigía para no perder más tiempo.

Curioso fue el quiebro cuando pareció querer tomar un camino y tardar unos segundos en virar su rumbo algo confuso. Me extrañó, pues no había impedimento visible para ese brusco cambio a menos que mi prima se hubiese desaparecido en ese momento hacia otro lugar. Mi cabeza se ladeó al percibir la presencia de la magia en aquella bocacalle.

Aproximé mis pasos tranquila, curiosa. Seguramente alguno de los vikingos estuviese haciendo algo que no debía o no quería ser visto y eso era extraño también, pues los Lothbrok no solían ser pudorosos u ocultar sus intenciones, más bien eran directos.

Había dos figuras, también envueltas en magia. Atravesé "el muro" que apenas veía y encontré allí a aquellos dos. Sabía quienes eran, aunque su piel, su rostro y facciones se entremezclaban levemente con quienes pretendían ser. Mi rostro no cambió mucho, seguía seria y serena. -hmmm.-Solté pensativa y ciertamente sorprendida, no esperaba aquel atrevimiento por su parte.

-Mi señora Pendragon.-Saludé inclinando mi cabeza con respeto antes de mirar a su acompañante unos instantes para volver a mirar a Catherine alzando una ceja.-Una cosa es que ignore vuestras ilusiones cuando compartimos mesa y otra es tener el atrevimiento de... -Extendí mi mano con la palma alzada mostrando a su exesposo mientras tensaba mi mandíbula.

-¿Sabéis que pasaría si llamase a los guardias?-Expresé molesta, a pesar de sonar rematadamente tranquila. Casi como una madre reprendiendo a uno de sus hijos.-¿Entendéis que esto es una falta de respeto hacia mi familia y hacia Ávalon?-Comenté ahora algo más molesta pudiéndose ver por mi ceño fruncido.-Os dije que esas marcas significaban una promesa y las promesas que se hacen frente al Sanguis Ligno y se rompen tienen consecuencias.-Expresé aún con esa molestia en mi tono y preocupación mientras mis manos se buscaban entre sí.

Miré al hombre y  suspiré pensando que sí, que debería llamar a los guardias. Wthyr se pondría furioso. Apreté mis labios negando mientras cerraba los ojos, decepción.-Entiendo que debe ser...horrible.-Terminé por decir antes de mirar a ambos de nuevo.-Pero estamos confiando en ti, Catherine...¿Por qué haces esto?-Volví a suspirar alzando la vista al cielo y negando. Sí, debería avisar a la guardia.

- ¿Cómo que ya estás bien? ¿quieres decir que no lo estabas? - le eché un vistazo de arriba a abajo, aunque con el incordio de la ilusión que había hecho no podía verla tal y como era. La explicación sobre las pesadillas y la posesión de Morgana me dejaron sin palabras, angustiado. Aquello era serio y yo ni siquiera había podido estar cerca para ayudarla. Estaba seguro de que eso no habría pasado conmigo. - Qué hija de puta...por eso dijo que tú nunca estabas sola. Cuando salimos del laberinto, me dirigió ese pensamiento para que lo escuchase. - recordé el momento en que le puso la corona, pero seguía sin entender cómo había podido poseerla con eso. - ¿Será algo similar al poder de fragmentación del alma que tenemos en mi familia? tal vez depositase algo dentro de ti. Hay que comprobarlo, hay que sacarla como si fuese el veneno de una serpiente. Ojalá nunca hubiésemos entrado ahí. - suspiré con pesar, pasándole después el pulgar por la cara para limpiarle las lágrimas que volvían a salir. Últimamente sólo la había visto llorar, desde lo de Aedan. Parecía que había pasado una eternidad desde aquel momento en que nos dimos los regalos junto a la chimenea.

Quería que nos fuésemos ya, pero acepté que se metiese en mi mente para hacerme ver las imágenes que quería mostrarme, cerrando los ojos y confiando en ella. Fruncí el ceño con desagrado al ver el momento en que ella tuvo que ir a Ávalon a pedirle a Wthyr que la boda fuese cuanto antes. En ese momento habíamos estado a punto de perder a Aedan, y él se mantenía como la abominación que era, pensando únicamente en sí mismo. Un absorbente, un ser tóxico. La amenaza posterior de la hermana rubia me hizo darme cuenta de que estaba loca realmente, que bajo ese rostro angelical se escondía una psicópata. Pensé un 'jódete' al ver la cara del Pendragon al darse cuenta de que uno de los hijos era mío, pero también fui consciente que de no ser por ese ritual Catherine no habría concebido, y Aedan no se habría salvado. En el fondo debía estar incluso "agradecido". La sensación de ansiedad y tristeza de Catherine me envolvió cuando presencié el ataque que le dio al enterarse de todo, lamentando una vez más no haber estado allí para ella.

Mi mente estaba hecha un caos cuando ella apartó la mano, cortando la conexión mental mientras lloraba. No era consciente, pero otro par de lágrimas caían lentamente por mis mejillas y sentía un nudo en la garganta. No iba a venir... - Aedan te echa de menos. Yo te echo de menos. Aquí no eres feliz... ¡Si te buscan les plantaremos cara! no podemos pasarnos la vida huyendo, eso no conduce a nada. - era algo que había aprendido estando en la Resistencia. Había que plantar cara. Fue lo de la maldición lo que me hizo dudar. No sabíamos cómo funcionaba, desconocíamos demasiado y me daba miedo que algo malo pudiese pasarle de nuevo a Aedan. Para aquel argumento sí que no sabía qué decirle. Bajé la cabeza con gesto derrotado, pero aún negándome a rendirme porque mi terquedad me lo impedía. Marcharme de allí sin ella no era lo que había planeado. No era justo.

- No...no uses la magia de sangre. Ya sabes lo que le pasó a tu hermano. Por favor, no lo hagas. - tenía bien clara la imagen de Rhaegar cuando colapsó por usar aquella magia, cuando trataba de encontrar a su hermana. Fue horrible. Por eso era un riesgo que siguiera en Ávalon, rodeada de enemigos que sólo la querían como una yegua de cría. Tenía que tomar una decisión sobre qué hacer, aunque una visita inesperada estropeó todo. La menor de los Pendragon acababa de pillarnos. Me separé de Catherine, poniéndome delante de ella para encarar a Gwen. Por lo menos era algo más educada que su hermano, pero la falsa amabilidad de sus palabras me ponía de los nervios.

- No veo diferencia alguna con lo que hicisteis vosotros. Aparecer en un sitio sin ser invitados. Al menos yo no he venido quemando, arrasando y secuestrando. La falta de respeto es la de tu hermano, obligándola a permanecer aquí. Ya tiene en camino el hijo que necesitaba. ¿Qué más quiere? ¿quiere que finja ser la esposa perfecta, que finja que le ama? Catherine no ha hecho nada malo. Soy el padre de su hijo, y tiene que hablar conmigo. No es prisionera de este sitio, puede salir cuando quiera. Si no la dejáis marchar será una declaración de guerra para Ouroboros y los Descendientes, por secuestrar a una de los suyos.

-He descansado- Le explicó en resumidas cuentas y luego cuando mencionó que Morgana le había dedicado ese pensamiento tensó los labios. A ella no se lo había dicho, no lo había insinuado si quiera. Lo de la fragmentación de alma hizo que parpadeara -Lo reconoció en ti- Murmuró como si alguna especie de pieza encajara. ¿Y cómo podía sacársela? -¿Tu sabes hacer eso? ¿O Adam?- Preguntó pero luego… Tuvo que mostrarle el porqué no podía ir.

Verlo con aquel gesto tan dolido, esas lágrimas que pocas veces en la vida le había visto…Porque él era su fortaleza, siempre lo había sido; la rompió más por dentro. ¿Cómo podían sobrevivir a esto? ¿Por qué estaba maldita? ¿Por qué debía pagar errores de otros? -Y yo…Yo os extraño con toda mi fuerza, Ian… ¡A mi no me harán nada! ¿No lo entiendes? Soy demasiado valiosa para ellos pero…¿Tú? Tu eres una pieza crucial en mi vida y saben que si te amenazan, pierdo los papeles- ¿Por qué no lo veía? Inspiró, alzando la cara al cielo, como buscando alguna especie de fuerza celestial que le ayudara a mantenerse en pie mientras él estaba cayendo en cuenta de que el futuro que les esperaba no era para nada feliz -Iré a veros. En unos días… Sólo debo conseguir una montura- Que no fue un dragón vigilante. No tenía porqué depender de ellos.

El ronroneo de Gwen hizo que a Catherine se le helara la sangre y giró muy lentamente la cabeza mientras sentía el miedo recorrerle frío por las venas. ¿Cómo podía ver a través de sus ilusiones? No pudo controlar ni las lágrimas que empezaban a secarse ni la sorpresa que se dibujó en sus facciones. Escuchó cada pregunta con un tono que no le gustaba pero se anotó algo mental… El cómo la había llamado. Ella. Una Pendragon nacida  y criada en Ávalon. Anotó también aquello de las consecuencias del maldito árbol. Uno que comía gente. Estaba tan absorta escuchando a Gwen y digiriendo lo que decía que su gesto de decepción hizo que arqueara una ceja. Iba a responder cuando Ian soltó aquel discurso que, de nuevo, la dejó anonadada.

Alzó suavemente la mano para ponerla en el hombro de Ian, apretándolo en una advertencia silenciosa.  Estaba jugándose su vida. Esa era la hermana acusada de matar una docena de hombres -¿Cómo crees que se tomaría Shyvanna que Ian estuviera aquí, Gwen? ¿Qué tipo de ofensa, exactamente, crees que estoy haciendo a tu familia por proteger la identidad del padre de mi hijo?¿Por protegerlo de la amenaza de la que tú misma llamaste la atención de tu hermana? ¿Acaso me has encontrado siendole infiel a Wthyr?   - Frunció suavemente el ceño  y cayó en cuenta de que Ian le había soltado lo del embarazo demasiado precozmente y no sabía si Wthyr la había visto. Lo dudaba -El ritual funcionó. Pero yo estaba embarazada- Le explicó a la morena -Ian venía a asegurarse de que su segundo hijo y yo estuviésemos bien. ¿Crees que ella entendería eso? ¿Crees que cualquiera en Ávalon lo haría?-

Everything bends until it breaks

Soltó un suspiro y negó suavemente con la cabeza y optó…Optó por ese tipo de faceta… Esa que no solía usar a excepción de algunas contadas ocasiones como Descendiente. Enderezó la columna y mantuvo el gesto sereno -No pueden impedirme salir de Ávalon, Ian, porque la reina se mueve por todo el tablero- ¿Eso es lo que querían? Se los daría. Apartó la mirada de Gwen hacia Ian. “Desaparécete, no permitas que te sigan porque nadie conoce de esa salida. No está vigilada. Pero Wthyr me aseguró que podía irme cuando quisiera, además le dije a Anteia que iría todas las semanas a revisión. Lo usé un poco de excusa para salir de aquí. Si una semana falto, puedes venir a verme, pero quédate en el pasadizo. Sigo sin confiar en Shyvanna y el mellizo tiene una orden en Ouroboros, aparentemente, los dos están locos”

Se cruzó de brazos tras limpiarse las lágrimas y respiró con profundidad, recorriéndole el rostro como si quisiera grabárselo en la retina. “Te amo, a ti y a Aedan… Y hago todo esto por ustedes y porque no sé lo que el futuro nos depara. No puedo seguir actuando impulsiva y sin conocimiento…porque si os pierdo, me muero”. Dio un par de pasos hacia atrás, pero no en dirección a Gwen y mantuvo ambas ilusiones porque le salía de los cojones.

Mis labios se apretaron en un gesto de disconformidad ante el gesto del hombre, protegiendo a Catherine...como si fuese a causarle algún mal a aquella mujer o cómo si ella necesitase alguna protección por su parte. Solté aire por la nariz molesta cuando comenzó a parlotear a la defensiva. Algunas personas no sabían comportarse cuando debían.

Estaba a punto de responderle cuando Catherine comenzó a hablar también, así que volví a fruncir mis labios. Eran un par de charlatanes prepotentes, sin embargo esperé paciente a que dijesen todo lo que pretendían. Hice un gesto con mis manos extendiendo mis dedos a la par que alzaba mis cejas de modo interrogativo.

-¿Habéis terminado vuestra cháchara a la defensiva?¿Sí?-Pregunté aún con calma mirando a uno y a otro antes de proseguir.-Catherine puede salir y entrar de Ávalon, nadie la retiene, nadie pretende que sea la esposa perfecta. -Aclaré con firmeza.-Mi hermana...es impulsiva, sobre todo en los momentos de dolor pero sinceramente dudo que pasase más allá de avisar a la guardia.-Tal vez no, tal vez Shyvanna matase a aquel hombre, tal vez yo misma lo hubiese hecho de encontrarle a solas.-Y tendría cuidado con inmiscuir tan a la ligera a Ouroboros amenazando con una guerra.-Advertí seriamente.

Suspiré negando.-Entiendo que es una situación muy complicada para vosotros, también lo es para mi hermano. ¿O creéis que es de su gusto haber desposado a una mujer que piensa que es un monstruo? Que todos lo somos. Era la única salida para todos.-Volví a coger aire soltándolo esta vez por la boca pesadamente cuando mencionó el tema de la infidelidad.-Es exactamente eso...aquí somos bastante...liberales respecto a los temas carnales pero no...no ante las mentiras, los engaños, la deslealtad y las intrigas entre nosotros. Esto...-Les señalé.-Esto pondría a Wthyr furioso.-Todo esto lo dije con calma, en tono conciliador tratando de que lo comprendiesen.

-Y sé...sé que no entendéis nuestro mundo, lo sé. Y no sabéis lo que supone que entre cualquier persona aquí y...además ocultarlo. Pero no es... -Chasqué la lengua sin saber como explicárselo así que negué.-La gente que vive aquí no gusta de las visitas.-Desvié la mirada volviendo a negar.-Si se hubiese enterado cualquier otro Atila, Lothbrok...si se hubiesen enterado las hadas!-Sí, las nombré a propósito, sabiendo que tenían relación con Morgana por si aquello picaba la curiosidad de Cahterine.-Ian estaría muerto ahora mismo.

Las palabras de Catherine hicieron que volviese a suspirar una vez más.-Al contrario de lo que crees mi hermana es muy empática y sí, lo hubiese entendido si lo hubieses preguntado. -Solté molesta porque tuviesen ese concepto de Shyvanna.-Cedric lo hubiese entendido, Yo lo entiendo y Wthyr lo entendería, solo que él no puede arriesgarse, es el Señor de Ávalon y no necesita más escándalos ni más habladurías sobre su cabeza. ¿O no te llevó junto a tu hijo la noche de vuestra boda? -Expliqué algo más molesta en el tono.

Apreté mis labios al escuchar esa frase tan soberbia de la morena entornando los ojos. -La reina se mueve por todo el tablero sí...pero los peones son el alma, los que defienden a la reina y atacan a sus enemigos. Y aquí necesitarás peones...-Advertí antes de mirarles seriamente.-Me alegro sinceramente de vuestro embarazo tenga las circunstancias que tenga.-Y sin embargo la marca seguía ahí. Yo no trataba de ocultarla y la tenía muy presente.

No era imbécil, sabía que ese silencio entre los dos significaba que estaban hablando de algún modo. Aquella forma de mirarse... -La próxima vez no seré tan amable.-Advertí al hombre.-Así que por favor...abandona Ávalon antes de que sea tarde. Mi prima está a punto de aparecer.-Miré a la morena que se había alejado.-No puedo no informar a mi hermano de esto.-Informé a la mujer con cierto gesto de que lo lamentaba.

El tema de la fragmentación del alma era espinoso, y yo ya le había dicho que no sabía dominarlo bien. Asentí a lo de mi padre, él había entrenado más, pero no estaba seguro de hasta dónde podría llegar. Después vino todo aquel torrente de imágenes y recuerdos que puso en mi mente para explicarme por qué no podía venir, dejándome devastado. No era capaz de aceptarlo. - No estoy tan seguro de que no te hagan nada...no todo el daño es físico. Lo sabes. - podían destruirla de otras maneras, mientras conservasen el estúpido vástago que necesitaba el Pendragon. Que viniera a vernos en unos días tampoco solucionaba el problema. Conformarse con eso era aceptar que tenía que obedecer a lo que dictasen desde Ávalon. La llegada de Gwen era una prueba de ello, controladores que se creían con derecho a todo.

Me sorprendió el modo en que Catherine enfrentó a Gwen, con una serenidad que contrastaba con sus lágrimas anteriores. Quería parecer fuerte ante ella, mostrar esa cara que solía usar en asuntos del Consejo. Lo dejó claro al decir la frase de la reina. Así que eso era ahora...la reina de Wthyr. Bajé la cabeza con gesto serio, escuchando a la menor de los Pendragon con ganas de hacerla callar, de dejarla ahí inconsciente y largarnos. Encima se atrevía a dejar a su hermano de pobrecito que no le querían. Anda y que le jodieran. - Pues ve y díselo. - solté cuando dijo que eso le pondría furioso, me daba igual que se enfadase. También me daba rabia que me subestimase y pensase que podían matarme con tanta facilidad. Ellos, que se habían incorporado a la guerra a última hora.

Solté el aire con hastío mientras recibía el mensaje mental de Catherine, parecía que no me quedaba otra después de que nos hubiesen pillado. Incluso si la otra no hubiese aparecido...ella tampoco habría querido venir. Al final tenía que conformarme con esos encuentros furtivos y ocasionales. Una mierda. Di un paso hacia ella cuando retrocedió, pasando una mano tras su nuca para darle un breve pero intenso beso de despedida. Que lo viese la otra, que se lo dijese si quería. - Yo también te quiero. No lo olvides. - tras eso retrocedí unos cuantos pasos, dedicándole una última mirada a Catherine antes de desaparecerme de allí, hasta llegar al barco que me sacaría de Ávalon tras el pago de sangre.

Catherine observó a la morena sin creerse una sola palabra sobre Shyvanna. Y estuvo a punto de preguntarle por Darren pero decidió no echarle más leña al fuego. Sin embargo, aquello de utilizar ese tono sobre Ouroboros hizo que alzara una ceja. Ian conocía mucho más Ouroboros que cualquier Pendragon y quizás…Quizás por una Descendiente irían a la guerra. Al menos una Descendiente querida y que no le rompiera las pelotas al Consejo. Pero ¿Por ella? Lo dudaba. Asintió a aquello de que no todo el daño era físico. Vaya si lo sabía. Su peor enemiga era ella misma.

-¿Me estás diciendo que hubieses preferido encontrarme teniendo relaciones con Ian que hablando con él?- Parpadeó sorprendida ante aquella aclaración sobre esa supuesta actitud “liberal” excepto para mentiras e ilusiones. Pues que se fueran acostumbrando, Catherine vivía de ilusiones así que no dijo nada más pero cuando empezó a soltar que información sobre Ávalon, Catherine tuvo que negar con la cabeza - ¿Estás hablando de Ávalon o de Ouroboros? Porque nuestra isla estaba abierta para refugiados no para conquistadores a lomos de dragón. Al menos Ian no ha matado a nadie, Ian no ha puesto en peligro la vida de ninguno de vosotros como vuestros dragones lo hicieron con Aedan y él. Si lo que esperas es que pida disculpas por protegerlo, no lo ha…- Parpadeó al escuchar eso de las hadas y luego aquello de que Ian estaría muerto. Apretó las muelas. Empezaba a cansarse de las amenazas. Quizás forraría la puta isla. Quizás emitiría un edicto en el que Aedan y él eran bienvenidos.

-No me apetece dirigirle ninguna palabra a Shyvanna- De Cedric no podía decirle absolutamente nada porque no lo conocía y lo de Wthyr, bueno, eso casi le dio risa. Esa muchacha no conocía ni la mitad de la historia que se traían entre ellos.  Lo cierto es que con su siguiente frase… Bajó un poco las revoluciones. Era cierto que el tema con Ian era escabroso, pero al menos Wthyr se había mostrado… ¿preocupado? ¿Sería esa la palabra? Colaborador quizás. Catherine asintió brevemente, concediéndole eso.  

Se anotó aquella información sobre los peones. Así que necesitaba aliados en aquella maldita isla. Pues empezaría por las hadas. Tópico nuevo a discutir con la morena. No emitió ni sonido, ni gesto cuando les felicitó por el embarazo. Se quedó mirando a Ian mientras hablaban y cuando soltó aquello de que no sería amable, Catherine volvió la mirada hacia ella con advertencia. Un pelo…Un maldito pelo le tocaban a Ian e incendiaría Ávalon hasta las cenizas, lo envolvería en fuego valyrio. Y luego…Bueno, luego quizás se suicidaría y así no repartiría ningún legado a sus descendientes.

La respuesta de Ian a Gwen fue directa -Oh, no te preocupes Gwen, no necesito que seas mi portavoz pero puedes ser mi testigo cuando se lo diga si te quedas más tranquila- Le espetó y volvió la mirada hacia Ian cuando la pilló para besarla, poniéndose tensa un instante por lo que aquello implicaba, pero cuando se relajó y antes de que pudiera siquiera disfrutarlo ya había acabado. Asintió a sus palabras y lo observó desaparecer. ¿Por qué cada vez dolía más? ¿Por qué cada vez era más breve? ¿o más peligroso?

Esperó un par de segundos, recomponiéndose, antes de girarse hacia Gwen. Movió el brazo y desplegó su báculo en un haz de oscuridad y de luz violeta. Con un pequeño golpe en el piso la ilusión fue despareciendo para dar paso a otra. Esta vez, Catherine con la ropa con la que había entrado a Ávalon. El elegante vestido negro y sus numerosas cadenas doradas -Podría amenazarte con que yo tampoco me sentiría amable si uno de tus hermanos pisa a Ouroboros, pero no queremos otra maldición ¿No es así? ... Me estoy cansando de que le pongáis a Ian una soga en el cuello. Si un día lo encuentro herido o muerto, os culparé... - Dejó escapar el aire en un sonoro y cansado suspiro. -No tienes ni idea del problema que tenemos Wthyr y yo entre manos. No tienes ni idea de la posible solución que acaba de traerme Ian. Así que…- Rió, esta vez de forma triste -No me vengas con que sois muy transparentes entre vosotros. Quizás si entro en tu mente consiga una que otra mentirita piadosa…Una mentira para proteger a quienes amas. Todos pecamos de ello y el que no lo haga, que lance la primera piedra - Desplegó sus poderes mentales para ubicar a Wthyr y empezó a caminar hacia esa zona -Puedes hablarme de las hadas mientras me acompañas-

Y si Catherine se llegaba a enterar del tipo de anillo que portaba en su mano. El gemelo de Wthyr, bueno… ¿Aquello sería divertido, no?

Cuando el hombre dijo que fuese a decírselo a mi hermano le miré cansada. Estaba claro que no querían escuchar, nunca querían escuchar. Hubiese sido más fácil llamar a los vikingos que estaban en la puerta de al lado y dejarles a su suerte.

-No.-Contesté a Catherine.-Estoy diciendo que consideramos importante la confianza más allá de los deseos carnales. Es muy diferente.-Llevé una mano a mi rostro frunciendo levemente mi ceño porque a cada palabra que soltaba aquella mujer me quedaba más claro que cualquier cosa que dijese siempre iba a tomarse por el lado macabro y las iban a retorcer de un modo inimaginable.-Estoy intentando que comprendas como funcionan las cosas aquí.-Solté algo más alterada en el tono.

Suspire cuando volvió al tema de poner en peligro a la gente y no pude evitar que se me escapase una risa breve, irónica, cuando dijo que su ex marido no ponía en peligro nada.-¿No?¿No has escuchado lo que he dicho? Las promesas ante el Sanguis Ligno son sagradas, si se rompen tienen consecuencias ¿Qué crees que pasará?-Mi voz seguramente podría escucharse desde la calle principal, no me importaba ya si les descubrían o no. Como decía Aelle tenía que recordar quién era mi familia y ellos no lo eran, por muy conmovida que me sintiese por aquella situación en la que se encontraban.-No quiero unas disculpas, quiero que por una vez ...-gruñí frustrada cortando la frase. No iba a pedirle que escuchase, ya había pasado aquel tiempo.

Observé incrédula la mirada que me lanzó la mujer. ¿Para qué me molestaba?¿Cuántas veces tenía que darme cuenta de que no entenderían nada por mucho que lo intentase? Entonces el otro la besó y entorné los ojos. Perfecto. -¿Amenazarme?-Volví a mirar a la morena sin entender nada ¿de dónde había sacado que había amenazado al estúpido lenguafloja de su ex marido? Señalé a la calle principal.-¡Podría haber llamado a la guardia en cuanto os he visto!-Exclamé como diciendo que mi intención claramente no era la de amenazar a nadie, solamente la de advertir del riesgo y peligro que aquello suponía. Aquello era...era...alucinante.

Asentí.-No somos transparentes por completo, obviamente. ¡Somos hermanos!-Era malditamente obvio que todos teníamos nuestros secretos. -Pero esto...esto...hubiese bastado con hablar de tus necesi...argg...-Estaba perdiendo los nervios. Subí las manos a mi rostro y me lo apreté por un segundo mientras lo fruncía completamente.-¡Sois insoportablemente orgullosos para escuchar a nadie!-Estiré mi espalda casi en un respingo cuando dijo que podía hablarle de las hadas y solté una risa aspirada.-Cuando aprenda a escuchar más allá de su soberbia mi Señora Pendragon...le hablaré de las hadas de Ávalon.-Solté visiblemente molesta y desaparecí sin más.

¿Cómo podía decirle a Gwen que no quería comprender nada? ¿Qué quería volver a SU isla donde si sabía cómo funcionaba todo? ¿Cómo le decía que tenía miedo de que Morgana reconociera esa tierra y tuviera la fuerza de poseerla incluso sin dormir? ¿Cómo le decía que tenía mucho miedo de conocer y que el espíritu realmente se diera cuenta de que estaba en esa isla que ansiaba? No podía. No podía porque ella no sabía nada.

-Pero…¿Qué promesa he roto? No lo entiendo…- Esta vez si que lo soltó bastante frustrada ella misma. Intentó recordar los votos que le había dicho a Wthyr pero no podía. No podía porque en ese momento había estado tan preocupada porque su oscuridad no saliera de ella como un tornado y arrasara la boda, haciéndola ver como la pintaban: Una extranjera atacando Ávalon -¡No sé qué es lo que quieres, Gwen!- Le espetó, porque seguía sin decirle exactamente qué es lo que estaba haciendo mal.

Cuando señaló lo de los guardias la miró un instante, evaluándola, pero en silencio. ¿Por qué, exactamente, no los había llamado?  Se guardó la pregunta -Yo fui sincera con mis hermanos, incluso con la perra de Layla-  Alzó los hombros como restándole importancia. Desmond le había gritado por su relación con Ian y Rhaegar, bueno, él era él.  -¿De qué necesidades hablas? ¡YO NO LE PEDÍ QUE VINIERA! ¡¿POR QUÉ HABRÍA DE PEDIRLE QUE VINIERA AQUÍ CUANDO TODO EL MUNDO QUIERE MATARLO?!- Le gritó, esta vez ya bastante agobiada y hastiada de su maldita actitud. Apretó el puño alrededor del báculo para intentar controlarse.

-Es mi parte Pendragon- Le espetó a Gwen en un siseo cuando soltó aquello de que era orgullosa. ¿Qué la odiaba? ¿Qué pensaba mal de ella? ¡Bienvenida, haz fila! ¡ERA POCA LA GENTE QUE LA SOPORTABA, IGUALMENTE! ¡UNA RAYA MÁS AL TIGRE!  Empezó a caminar, notando que tenía muchas miradas encima pero siguió viendo al frente. No iba a llorar, no iba a llorar… Mantuvo la ilusión en su sitio y ocultó el movimiento de limpiarse las lágrimas en ella.

Centrada, debía centrarse. Debía ir con Wthyr a que le gritara, de nuevo, a que probablemente se pusiera a cazar a Ian y a destruir cualquier tipo de avance que tuviera. Un maravilloso primer día en Ávalon, exactamente lo que pensaba que sería. Un desastre y, precisamente, la silueta de todo su futuro.  Abandonó la zona Lothbrock de camino hacia donde había percibido a Wthyr.

Los días habían pasado y finalmente la noche del banquete de los Lothbrock tenía lugar. Freyja se había arreglado con los ropajes ceremoniales, en un color claro, y un maquillaje que distaba del azul que solía llevar. Los ojos dispares los llevaba delineados en negro cubriendo todo el párpado, como un antifaz, tenía un círculo dorado en en el centro de la frente y dos líneas blancas bajando por los labios y el cuello. En su complicada melena llevaba una especie de corona que la identificaba como máxima autoridad de los vikingos.

En el centro de la zona que pertenecía a los Lothbrock había una inmensa hoguera. Más alta que dos hombres, apagada, y alrededor de ella había un par más pequeñas. Frente a la hoguera había una pequeña tarima y frente a ella, pero a un par de metros, una gran mesa donde habían varios asientos siendo los tres centrales aquellos destinados a los Reyes Pendragon y Freyja misma.

El lugar, pese a que faltaban las “autoridades”, bullía de energía. Ante la expectativa del banquete todo el clan se había reunido y la cerveza había corrido libre. Alguien tocaba música y los críos corrian sin ton ni son de un lado para otro. En otra zona, dos estaban peleando sin armas y sin razón aparente mientras un grupo los alentaba a continuar.

El anuncio de que los Pendragon se acercaban llegó hasta Freyja con premura y ordenó que se encendieran la fila de hogueras exteriores mientras Helga se erguía para ponerse la bata blanca que la identificaba como la voluntaria al sacrificio a los dioses. Estaban rodeadas de varias mujeres mientras Freyja le colocaba una corona de flores en el cabello dorado. Se inclinó y dejó un beso en la frente de la muchacha. La observó un momento más antes de alejarse del grupo que se cerró de nuevo en torno a Helga y fue a recibir a los Pendragon.

La hipótesis de Catherine sobre los votos al árbol y la conexión con él me tuvo pensando más de lo esperado. Podían sacarse varios significados, pero aquello de sangre de tu sangre tenía unas implicaciones que nos unían a un nivel más profundo del que podíamos imaginar. Ya no era sólo esa conexión por medio del matrimonio mágico ante el Sanguis, sino el modo en el que nuestros linajes y nuestra magia se complementaban y se retroalimentaban. Aquello hacía que se reafirmase mi pensamiento sobre lo mucho que podíamos lograr juntos, lo que le había prometido a Catherine cuando comencé a "cortejarla" para que se uniese a mí. Algo menos me gustó la idea de que podía ser peligroso comunicarse con el árbol sagrado si tu mente se perdía en él. Ya tendríamos tiempo de hacer nuestras comprobaciones al día siguiente de la fiesta. Por el momento teníamos que terminar de prepararnos para acudir al banquete de los Lothbrok. Rematé el atuendo con una capa de paño que sujeté al cuello con un broche dorado de cabeza de dragón, con los ojos hechos de rubíes. Traes eso regresé junto a mi esposa, que ya parecía tener ganas de irse de la fiesta incluso antes de que empezase.

- No es necesario que estés demasiado tiempo. Un par de horas bastará para atender el banquete en tu honor. A esa hora ya estarán bastante borrachos y casi ni se darán cuenta. - desconocía si dos horas entraba en su concepto de poco tiempo o no, pero teniendo en cuenta que las fiestas de los vikingos duraban hasta el amanecer. Cuando la tomé por el brazo me fijé más en que nuestra diferencia de altura era menor gracias a sus tacones, por lo que sonreí levemente de lado. - Ávalon te hace crecer y todo. - comenzamos a caminar por el pasillo que conducía hacia la salida del castillo, donde nos esperaba un carruaje tirado por un par de caballos. Todo muy protocolario. Además, no merecía la pena molestar a un dragón para un trayecto tan corto y poco satisfactorio para ellos.

- Debo advertirte de algunas cosas antes de llegar. - avisé cuando el carruaje arrancó, después de que hubiésemos montado. - No es un banquete como los que estás acostumbrada a ver en Ouroboros. Los Lothbrok descienden de vikingos, son salvajes por naturaleza. Habrá sacrificios, habrá que beber sangre. - mejor que se fuese preparando, así no verían su cara de sorpresa al enterarse. - Pelean entre ellos en esas fiestas y son bastante caóticas. Pueden ser divertidas.- aunque yo no me emborrachaba en aquellas fiestas, en realidad no lo hacía en ninguna que tuviese que dar la cara y permanecer con los sentidos alerta. Tras algunos minutos llegamos al lugar de la fiesta, al aire libre y con hogueras. El jaleo se escuchaba incluso antes de bajar del carruaje. Salí en primer lugar, tendiendo la mano hacia ella para que bajase junto a mí, tomándola del brazo poco después. - Puedes comunicarte mentalmente conmigo si necesitas saber algo. - así podría decirle cómo tenía que actuar. Algunos guardias Pendragon estaban por allí, encargándose de avisar de manera oficial nuestra llegada. Caminamos con porte regio y de manera elegante hasta donde estaba Freyja, que era la encargada de darnos la bienvenida. Desconocía si mis hermanos habrían decidido venir, principalmente por aquello de que no les caía bien Catherine.

- Freyja. - hice una leve inclinación de cabeza, saludando a la vikinga. - Gracias por el banquete. Veo que los tuyos ya llevan un rato disfrutándolo. Comencemos. - en otras circunstancias habría sido más distendido con ella, pero no era el momento. Esperé a que nos guiase, y a que Catherine dijese algo.

Borrachos. Una cosa que Catherine no estaba segura que le gustara. Apenas si se había emborrachado una sola vez con Ian y la sensación de descontrol de su cuerpo había sido… Buena. Los recuerdos la invadieron y tuvo que cortarlos de lleno porque sabía que se le iban a subir los colores asi que se enfocó más en el aire fresco de la noche, observando hacia el cielo con curiosidad a través de los balcones. Era una preciosa noche de invierno. Su estación preferida. Cuando Wthyr le soltó aquel comentario lo miró parpadeando sorprendida… ¿Le acababa de hacer una broma? La pilló tan desprevenida que soltó una pequeña risa. Extendió la pierna tatuada a través de la abertura del vestido para mostrarle los tacones -A decir verdad, ya eran de mi propiedad. Aunque no me extraña que sea la primera vez que me veas con ellos- Porque los había usado para la boda de Arleen, donde él no había estado. Aunque en su boda también había usado pero habían estado enfocados en...otras cosas.

Se acomodó en el asiento frente a Wthyr ocupándose de que la capa le cubriera todo el cuerpo mientras lo observaba. Escuchó cada palabra sintiendo un nudo en el estómago y cuando le dijo que debía beber sangre, arqueó una ceja -No bebí sangre por ti, no voy a…- Se llevó una mano a los ojos, apretándoselos con suavidad como tomándose un poco de tiempo para pensar y organizar sus pensamientos. ¿Por qué seguían con esas tradiciones arcaicas? -¿Divertidas?- Parpadeó levantando la cabeza hacia él -Creo que tenemos un concepto diferente de diversión- Por no mencionar que su propia visión de diversión incluía pintura, lienzos en blanco y silencio, calma, paz…

No fue necesario que le dijeran que se estaba acercando porque oyó perfectamente todo lo que estaba sucediendo y el retumbar de los tambores se le metió bajo la piel recordándole el Holmgang. Su nerviosismo se hizo presente y escondió las manos debajo de la capa para ponerlas en sus rodillas, apretándolas con suavidad. Se quedó un momento más en el carruaje cuando Wthyr bajó, tratando de concentrarse en no ponerse nerviosa pero no estaba ayudando. Tomó un par de respiraciones profundas, muy profundas para rebuscar a esa Catherine que fingía tener todo controlado. Apretó un poco las muelas y finalmente bajó, tomándose de la mano de Wthyr -con un poco más de fuerza de la habitual- y, al ver todo lo que se desplegaba frente a ella… la lengua se le desapareció. No lo miró, es que no podía...Estaban sucediendo demasiadas cosas, las hogueras, la tarima, la gente peleando y el ruido...El ruido era intoxicante y no de la buena manera. Las palabras sobre su conexión hicieron que girara la cabeza hacia él para observarlo, asintió levemente y empezó a caminar apoyando la mano libre también su brazo por si el agobio hacía que terminara tropezandose con los malditos tacones.

Cuando fijó su vista en Freyja se sorprendió del maquillaje que llevaba y dejó que Wthyr hablara e imitó su reverencia. Entonces se dio cuenta de que le estaba dando espacio para hablar y que los ojos dispares de la vikinga estaban sobre ella. La morena forzó una leve sonrisa y tomó una respiración profunda. Trató de recordar aunque sea un ápice de lo que Freyja le había dicho cuando se vieron, la primera o segunda vez, pero nada le venía a la mente. El agobio creció por momentos -Freyja- Eso si recordaba -Gracias… Wthyr …- Dijo ladeando la cabeza hacia él con un gesto neutral -Me comentó de varias de vuestras tradiciones…- Percibió que la música había dejado de sonar y que mucha gente había empezado a acercarse hacia ellos y por un instante, Catherine sintió que las rodillas iban a fallarle -Veámoslas- La palabra salió de sus labios con un tono bastante neutral, movió levemente la barbilla como dándole la orden de que empezara y se agarró con un poco más de fuerza a Wthyr.  Hasta que un chiquillo se coló entre las faldas de los presentes. Podía percibir la curiosidad en sus ojos y por la forma en la que la miraba sospechaba que ya habían hablado de ella en algún momento. Tendría cuatro ¿cinco años quizás?. No se parecía en nada a Aedan, cabello rubio largo hasta los hombros pero rapado en la parte inferior y ojos oscuros.  Le recorrió con la mirada y sonrió un poco, quitando una mano del antebrazo de Wthyr para mover los dedos en un saludo silencioso. No le importaba que los demás la miraran. Con suerte, aquel niño no tenía una daga que clavarle.

Se deslizó en la mente de Wthyr aunque miraba a Freyja “¿Nos podemos sentar? ¿O tenemos que estar de pie? Si tenemos que estar de pie...Habría apreciado la información para no ponerme estos zapatos…”

Bueno, se veían regios. Ella en particular un poco mejor...Bastante mejor que la última vez que le había visto. No tenía ojeras pero eso también podía ser del maquillaje y...curiosamente, se extraño de verle agarrada del brazo de Wthyr después de la respuesta que le había dado cuando le había preguntado por él. No terminaba de … descifrar qué es lo que había unido a esos dos. Aunque algunos hablaban de una maldición.

Respondió la reverencia de ambos con una propia mientras observaba los ojos ávidos del clan empezar la caza de aquella nueva y preciosa presa. Porque sí, era bonita. Tan bonita como una flor en primavera pero Freyja sabía bien que esa flor tenía espinas -Os he reservado la mejor parte- Le guiñó un ojo al Pendragon cuando mencionó que su clan ya tenía tiempo celebrando. No era mentira y tampoco iban a contenerse si los Reyes llegaban tarde.

Volvió su mirada astuta hacia Catherine notando algo raro pero, nuevamente, no sabía el qué -Qué comunicativo- Murmuró la vikinga mirando de reojo al Pendragon con una sonrisita que lejos estaba de ser inocente. Freyja nunca había presidido la ceremonia pero había estado presente en las antiguas, las de sus primeras esposas -Has arruinado la sorpresa, Wthyr. Pero supongo que para ti estas tradiciones ya son costumbres- Dejó caer con malicia. ¿Por qué no? En su opinión, y gracias a la influencia de Katarina, el Rey de Ávalon estaba hechizado. Freyja buscó en Catherine alguna especie de rubí y observó el cuervo que llevaba en la capa pero no había ninguna piedra roja. Sin embargo, Wthyr sí -Os podéis quitar la capa. Pronto entraremos en calor- Anunció, a ver si con la eliminación de ese dije, el moreno espabilaba.

No obstante, notó un movimiento raro en los dedos de Catherine y siguió con la mirada hacia donde estaba observando percatándose de que había saludado con un gesto ¿natural? a uno de los pequeñajos. Volvió la vista hacia ella con el ceño levemente fruncido pero no dijo nada. Abrió paso, señalando los asientos que les esperaban mientras ella se retiraba hacia donde estaban sus compañeras.

Para mí entraba dentro de lo esperable que el concepto de diversión de Catherine difiriese bastante del que tenían los vikingos. Sabía la impresión que se llevaría cuando hiciesen el sacrificio humano, algo que no le había especificado al decir sólo la palabra sacrificios. A decir verdad yo tampoco los encontraba necesarios. No eran como los que exigía el Sanguis Ligno, completamente ineludibles. Tenían más que ver con otro tipo de creencias mágicas, pero respetábamos las tradiciones de nuestros vasallos. - Lo único que puedo decirte es que no has estado en otra fiesta igual. - fue lo último que dije de manera enigmática antes de bajar del carruaje. Supe que estaba nerviosa por el modo en que me apretaba el brazo, pues para el protocolo no era necesario que lo hiciese con tanta fuerza. Al menos acertó a decirle cuatro palabras a la vikinga.

- Tampoco le he comentado los detalles. Eso ya lo verá. - respondí a Freyja cuando dijo que había arruinado la sorpresa, pues lo que había revelado distaba mucho de ser toda la verdad. Entorné levemente los ojos ante eso de que sus tradiciones ya eran costumbres para mí, sin saber cómo tomarme lo que quería decir. Era evidente que ya había pasado por su fiesta de bienvenida dos veces, y esperaba que esta fuera la última.

- Hay cosas que se olvidan con tanta cerveza e hidromiel. Tendrás que refrescarme la memoria. - concluí para ver si se atrevía a decir algo más, distrayéndome un momento con el crío que se coló entre nosotros. Me dio la impresión de que Catherine se relajó un poco al hacerle ese saludo al pequeño, como si pensase que era de los pocos que se podía fiar en ese lugar. Enseguida asentí tanto al mensaje mental de Catherine como a la indicación de Freyja de ir hacia nuestras sillas, de modo que no podía saberse a quién le había dicho que sí.

Caminamos hasta el lugar que nos correspondía, saludando al resto de los presentes con una inclinación de cabeza. Aún faltaban algunos por llegar, pero supuse que llegarían tarde porque era bien sabido que las fiestas de los vikingos podían durar toda la noche. Desabroché mi capa al llegar al sitio, dejándola en la silla antes de sentarme a la mesa junto a Catherine. Toda la comida ya estaba en la mesa, con grandes bandejas de carne de venado y de cerdo hechas a la brasa, además de multitud de jarras de cerveza y cuernos con hidromiel. También había una leche espesa llamada “skyr”, y una mezcla de cereales, cebada y centeno, el dagveror. Habían incluido el típico nattveror, pescado seco o fresco, acompañado de algas y de verduras, como los guisantes y la rutabaga (una especie de nabo).

- Espero que tengas hambre, a los vikingos hay que seguirles el ritmo. Te insistirán en que bebas, pero puedes excusarte con lo del ritual. - murmuré acercándome un momento a su oído para decirle eso de modo confidencial mientras terminábamos de acomodarnos en el sitio. - Ante todo, no parezcas ofendida por lo que harán ahora. - terminé de darle las instrucciones, poniéndome después en pie para hablar con voz alta y clara mientras recorría el lugar con la mirada. - Los Pendragon agradecemos el banquete del clan Lothbrok en honor a mi esposa. Puede dar comienzo el ritual. - los tambores de guerra comenzaron a sonar de modo rítmico y lento al principio, aumentando la velocidad de la percusión según se aproximaba el momento.

Le pareció curioso que Freyja le guiñara un ojo a Wthyr cuando a su alrededor había sido tan… intensa. No le gustaba para nada su forma de sonreír y con ese maquillaje se veía aún más macabra. Cada vez más sentía esa necesidad de tirarle un tacón y salir corriendo de ahí para esconderse de nuevo en esa habitación donde no tenía tantas miradas encima. ¿Detalles? ¿Qué detalles? Un escalofrío le recorrió la columna al pensar que había más cosas detrás de aquello… ¿Tendría algo que ver…

Le miró con una ceja arqueada cuando mencionó aquello de que era costumbre y aunque Wthyr le respondió muy bien, Catherine sospechó que no tenía nada que ver con su memoria y más con romper las pelotas -Una costumbre que se le acaba hoy- Desconocía si Wthyr en algún momento se había casado por amor o no, pero comentarle de forma tan impertinente que era asiduo a este tipo de banquete le parecía un insulto porque sus esposas estaban muertas. ¿Acaso se estaba burlando de ellas? ¿Y de sus hijos? ¡Era una desubicada! -Este será el último- Frunció el ceño cuando empezó a recorrerla con la mirada. ¿Estaba buscando algo o…  Casi se atraganta con saliva cuando le dijo que podía quitarse la capa … en ¿Calor? ¿En qué tipo de calor? Los nervios le subieron por el cuello arrebolándose en las mejillas. No, imposible…No quería otro ritual de esos. ¿Y si beber sangre la volvía loca?

La aparición del pequeño la ayudó a tranquilizarse, en efecto y más aún cuando fueron a sentarse. Miró cómo Wthyr se quitó la capa y tensó los labios con preocupación. “¿Tengo que quitármela? ¿Va a pasar algo? ¿Por qué me la tengo que quitar? ¿Qué es lo que va a pasar?”, las preguntas fueron un poco aturulladas hacia el Pendragon mientras se sentaba en la silla con la capa puesta. ¡Sobre su cadáver se iban a dar cuenta que iba sin ropa interior en la parte superior! ¿Y si interpretaban que eso era una especie de invitación?

-Algo- Musitó en un hilo de voz cuando le dijo lo del hambre, pero si pretendían que comiera todo lo que ellos, lo dudaba. Encima comía lento y Wthyr simplemente pensaba que no le gustaba nada, cosa que no era así. Pero le dio curiosidad algo, cuando se inclinó aunque se sintió un poco incómoda aprovechó y le preguntó, tapándose los labios en un gesto bastante natural -¿Por qué no les dices la verdad?- Cuando le soltó aquello de parecer ofendida abrió los ojos un poco y negó con la cabeza -Wthyr…- Espetó con molestia y tiró de sus dedos con rabia en el momento en el que se incorporó pero ya había empezado a hablar así que maldijo interiormente. Intentó mantener una cara digna mientras escuchaba los tambores que cada vez se le metían más en el cuerpo, como preparándola para lo que sea que fuese a ocurrir. ¡Si a alguien se le ocurría meter su lengua en su boca, iba a arrancarles la garganta con las uñas! Apretó las manos contra las rodillas y se escudó en la capa procurando mantenerse oculta mientras sentía que su corazón latía con fuerza.