Aposentos de Wthyr Pendragon

Recuerdo del primer mensaje :


Además de la habitación, como todo castillo, cuenta con salas anexas entre ellas: Un salón privado para comer, aseos y vestidor privado y además un área con una biblioteca y zona con un escritorio. También tiene un espacio con sofás alrededor de una chimenea.

Le dediqué una mirada de incomprensión. El Sanguis no tenía nada que ver con esa niña.-¿Estás segura? El Sanguis Ligno nunca ha juzgado a un niño.-Me pareció sumamente extraño y casi impensable. Dado el estado de Catherine me atreví a suponer que sería una sensación equivocada.-Protegería a esa cría con mi vida, el Sanguis no tiene potestad sobre ella.-Aseguré firmemente. Si era cierto por mucho que el Árbol Sagrado le desease mal no era más que una niña.

-No es difícil cuando...-Estaba respondiendo a aquella apreciación sobre mí pero apresó mi rostro entre sus manos y el vínculo se formó con brusquedad. Enmudecí mientras ella se desahogaba descontroladamente. Mi ojo se encendió, mutó mostrando su realidad e intenté aferrar al bebé en mi brazo apretándole contra mi pecho al sentir cómo mi cuerpo flaqueaba temblando.

Zephyr se retorció levemente al zarandearme y por mi parte traté de mantenerme lo más estoica posible mientras su caos entraba en mi mente y parte de la mía escapaba hacia ella tratando de contrarrestar aquel ataque sin tener mucho éxito aunque compartiendo mis preocupaciones y miedos.

Al terminar cerré los ojos y tomé aire comprobando instantáneamente el estado del bebé que se quejaba en mis brazos.-Shhh-Traté de calmar meciéndole delicadamente en mis brazos mientras me recuperaba.

Miré a Catherine mientras lo hacía. Por suerte el pequeño parecía dispuesto a calmarse con relativa facilidad. Su mente era todo caos, al borde del colapso. Asentí. -Lo entiendo.-Me acerqué hacia las cunas dejando al pequeño en la suya.

-El destino nos exige a todos Catherine.-Miré hacia la cuna de Aelin. Se encontraba durmiendo plácidamente lo que hizo que una sonrisa se me escapase. Sin embargo aprecié un pequeño destello en ella, diminuto y apenas apreciable. ¿Por eso el Sanguis Ligno la había juzgado? Apenas tenía unos días, era imposible que aquella criatura se hubiese formado una opinión sobre nosotros para considerarse nuestra enemiga. Decidí no comentar nada a la morena o perdería más la razón.-El problema no es Ouroboros, ni Avalon, ni tener una casa en un lado u otro, ni tan siquiera la guerra.

Estiré mi vestido acercándome a Catherine.-Hace meses no hubiese dolido y estarías con tus hijos junto a Ian y no te hubiese importado desatar una guerra por ello ¿No es así?-Porque los había visto. A ella y a Wthyr. Y empezaba a comprender el dolor de una elección que dividía a una persona en dos-Pero te aseguro por experiencia que unos hijos agradecen una madre que no esté ausente.-Añadí respecto a lo que se estaba haciendo a sí misma.

Junté mis manos en una posición descansada.-Adelante.-Accedí con tranquilidad a lo que fuera que fuese a hacer conmigo. Porque a diferencia de lo que creían algunos yo sí tenía miedo de aquel destino pero con el paso de los años había aceptado la decisión que habían tomado por mi.

Asintió una sola vez - ¿ Te dijeron lo que ocurrió?- ahora después de varios días, Catherine aún recordaba la sensación de frío y muerte que le había invadido. Era atroz y nunca ae había sentido así antes. Era algo que recordaría para toda la vida. Lo que le sorprendió fue aquello de que daría su vida por ella, la morena le miró sin estar segura de entender de dónde venía semejante convicción cuando se suponía que el árbol sagrado era el que enviaba los dictámenes que seguían los Pendragon.

Decidió no responder.

El vínculo había sido una vía de doble sentido y Catherine había recibido información de Gwen que no había ni pedido ni buscado. Miedos arraigados desde hacía mucho tiempo y otros más recientes. Y no sólo eso, cosas positivas. Sus sospechas sobre Giordano finalmente confirmadas. Al alejarse, la queja de Zephyr y el ojo de Gwen le hicieron volver a tierra un momento, poner un efímero orden en su mente.

Sabía que sus palabras no eran en vano y que a ella también le habían diseñado una vida basada en el sacrificio, lo que le parecía doloroso - Lo he dado todo, Gwen- porque algo que el destino no podía arrebatarle eran sus hijos.  No estaba abierto ni a negociación.

La forma pausada en la que Gwen le habló puso en perspectiva todo lo que le había dicho y hecho sentir. Hace unos meses habría tenido a Zephyr y se habría divorciado sin titubear. Custodia compartida y capítulo cerrado. Pero…¿Ahora?

Había descubierto en el soberbio Pendragon algo más que solo orgullo y venganza. Ambición por poder mágico, si, pero también una parecida a la de ella respecto a la magia en sí. Una persona que comprendía bien las idas y venidas de una entidad política como el Consejo, más aún, comprendía y respetaba que estuviera en él aunque no dudaba mucho en echarle pestes. Alguien con quien charlar de aspectos banales de la magia sin que echara por tierra sus ideas. Wthyr la respetaba incluso en sus diatribas estúpidas sobre las criaturas acuáticas… alguien que sabía que incluso cuando de cara para afuera solo pedía paz, era seducida por el caos de cada problema que aparecía y que… pese a todo, cuidaba a todos sus hijos como si fueran propios.

-Estoy cansada de las guerras- Le dijo con tranquilidad, en un tono más sosegado, como respuesta a su pregunta. Antes de oír aquello sobre su ausencia, que golpeó una fibra interna con fuerza. Elise había sido una madre ausente y eso… Eso la había marcado para toda la vida. Desvió la vista hacia las cunas, pasando por cada una con un gesto atormentado en el rostro. ¿Qué se supone que iba a hacer? La decisión no era de ellos pero les afectaba igualmente -Estoy cansada de perder - Porque daba igual lo que eligiera, alguien salía perdiendo tanto como ella.

Enfocó a Gwen cuando se mostró tan abierta a que le borrará la mente pero… Catherine no estaba segura de querer hacerlo. Necesitaba que alguien la comprendiera y le parecía incluso un abuso borrar su mente pero mantener aquellos recuerdos de ella que habían traspasado su conexión. Se humedeció los labios y decidió hacer otra cosa -No puedes hablar de esto con nadie. De ninguna de nuestras conversaciones- Le dijo en un tono firme, usando su control mental -Cuando te pregunten sobre mí crearás la excusa más factible que tengas a mano para evitar que sepan lo que estoy viviendo. Resguardarás mis secretos como yo guardaré los tuyos-

Inspiró profundamente y volvió a ver las cunas enfocándose en la más grande, donde estaba Aedan - Gwen… - La miró de nuevo, esta vez con conocimiento entero de su aceptación a aquel sacrificio loco - Sé lo mucho que os importa el Sanguis y como os protege, pero…¿Por qué no … por qué plantaste uno en Ouroboros… cuando le tienes tanto miedo?- Frunció suavemente el ceño y después hizo otra pregunta -¿El Sanguis tiene el poder de echar maldiciones?-

Negué. Aún no había pasado por el templo de sangre ni hablado con Wthyr.

Su respuesta resultó...convenientemente evasiva. Las comisuras de mis labios se curvaron por unos segundos. No creía que no se largase con el lobo solo por estar cansada de guerras, había visto su poder y me habían contado lo fiera que se mostraba al defender lo suyo.

Pero lo siguiente...simplemente alcé una ceja sorprendida-¿Perder?-Extendí la mano para mostrarle en dirección a las cunas.-Acabas de ganar ¿No te das cuenta?-Bajé la mano apretando mis labios mirándola seriamente.-Tal vez solo ves las batallas que aún están por decidir pero...tus hijos ya no tienen una marca que les matará irremediablemente.-Tomé aire por la nariz suspirando.-Vivir en el futuro solo trae dolor...una pelea a la vez Catherine.-Y lo decía alguien que vivía con la sombra de un irremediable futuro opacando su presente.

Estaba preparada para sus acciones, seguramente me borraría la memoria. Era prudente si quería seguir ocultando su estado emocional. Sin embargo cerré los ojos al sentir esa invasión mental, escuchando sus órdenes, gruñí por lo bajo llevando una mano a mi sien y suspiré. Habría sido más fácil lo otro.-No puedo decirle a mi hermano que estás en plena espiral de autodestrucción.-Asentí, irónicamente.-Bastaba con pedirlo pero comprendo tus reticencias respecto a mis valores.

Era molesto, no iba a negarlo, no era agradable que alguien más comandase mis acciones.-¿mhh?-Pregunté alzando ambas cejas. Reí en una aspiración nasal.-No tengo miedo al Sanguis Ligno, tengo miedo de no ser suficiente y que tome represalias sobre los que quiero.-Expliqué lo que para mi era obvio y después busqué en mi mente el modo de contestar a su pregunta.-Vivimos así, somos así y nos criaron así porque expulsaron a mi familia de Ouroboros. Sigo siendo una Pendragon y sigo en deuda con los deseos de mis ancestros. Si Ouroboros no nos acepta no será de nadie.-Comenté muy seria, sin importarme que pensase respecto a eso o que no lo comprendiese. Negué a lo de las maldiciones pero sonreí pensando que una maldición no era lo peor que podía hacer.-No, pero es implacablemente vengativo.

Tras eso carraspeé y miré hacia los críos volviendo la mirada a la morena nuevamente.-Deberías hablar con Wthyr, sé que puede llegar a ser bastante cerrado de mente pero te sorprenderías de lo comprensivo que puede llegar a ser con la gente a la que aprecia.

Asintió con suavidad y entonces desvió la vista desde las cunas hacia ella para compartir el recuerdo de lo que había ocurrido con Aelin, desde cómo Oscurus la había sacado de la piscina en silencio y cómo todo el Templo, en su percepción, se había callado. A Wthyr decidiendo salvarle la vida a Aelin de una forma que Catherine no apoyaba pero el Sanguis Ligno había permanecido impasible antes de que a ella le diera una sensación de fatalidad, de frialdad, de muerte inminente. Cortó la memoria antes de volver a mirar la cuna de su hija. El recuerdo había removido demasiadas cosas en ella y se abrazó a sí misma.

Observó a los niños cuando los señaló, indicándole que había ganado y lo único que le daba vueltas en la cabeza era: “¿A qué costo?” Apretó la mandíbula con fuerza, pensando en Ian y sintiendo una punzada de dolor en el centro del pecho muy diferente a esas que le daban cuando tenía un ataque de ansiedad. Era un consejo sabio, no vivir en el futuro. El problema es que tenía una batalla allí y ahora con ella misma no sabía en qué iba a terminar.

No sintió remordimiento ante su gesto de dolor, necesitaba cubrirse las espaldas -No- Aseveró al escucharle mencionar a Wthyr. El que menos debía saberlo era él…Aunque para ello tenía que seguir siendo cuidadosa con lo que hacía porque, cuando quería, era muy perceptivo -En tu caso, yo siempre pondría a mis hermanos primero- No que hubiesen tenido ninguna relación real, apenas si conocía a las chicas que de vez en cuando se dejaban caer por casa preguntando por alguno de ellos.

No entendió su risa -¿Por qué no ibas a ser…suficiente?- Preguntó, frunciendo el ceño. En su opinión era, de lejos, mejor que Shyvanna y Lake. - ¿Haría eso? ¿Aún si te sacrificas… podría ir en contra de tus hermanos?- Se le formó un nudo en el estómago que siguió apretándose cuando siguió hablando.

“¿Si Ouroboros no nos acepta no será de nadie? Entonces…al menos uno de ustedes sí quiere destruirla”

De pronto, Catherine se percató de una cosa que traspasó la nebulosa de su estado pero no hizo ningún gesto al respecto -Sigues en deuda con tus ancestros y sus deseos ¿Y qué pasa con los tuyos? ¿Vas a esperar a que tus hijos o tus hermanos los cumplan por ti?- Frunció el ceño antes de oír a Aedan que se removía un poco en la cuna. Era el que mejor dormía pero también se despertaba antes que los otros dos y exigía otro tipo de atenciones.

La sonrisa de Gwen, cuando la vio al volver su rostro hacia ella, le congeló la sangre. Su padre le había dicho que el Sanguis Ligno había hecho presencia en Tintagel y que había intentado atrapar a Gwen, a quien había confundido con ella. ¿Las raíces le perseguirían si rompía sus votos? Quizás debería haberse dado cuenta de que sí era vengativo si venía arrastrando su irremediable odio desde hacía siglos. Le recorrió el rostro y recordó que no podía hablar de sus conversaciones - ¿Si rompo los votos, consideras que el Sanguis me perseguirá, y a mis hijos? ¿Hasta dónde llegan las raíces del árbol? ¿Lo haría, verdad?- Inquirió recordando lo que había dicho Cedric -Ouroboros era el único sitio en el que podíais olvidaros del Sanguis y lo has plantado allí- Caminó hasta sentarse en la cama, llevándose una mano a la cara -¿Por qué me pidió el Sanguis Ligno, Gwen? ¿Qué es lo que quiere de mí? ¿Era solucionar lo de la maldición? ¿Ya está? ¿Ya he cumplido? ¿Está contento?- La leche de amapola la mantenía a raya, pero estaba a punto de ponerse a temblar.

Es que realmente… ¿Tenía opción alguna?

-Sé que debo hablar con él- Le dijo mirando la cuna de Zephyr -Pero no encuentro las palabras ni la voluntad- Porque no tenía idea de qué era lo que quería decirle. O mejor dicho, sí, pero sabía que era una conversación que no quería tener. Al final sí era la cría cobarde que él creía.

Aquella gran victoria poniéndole fin a la maldición Pendragon-Le Fay se estaba viendo algo empañada en los últimos días. No sólo era la lenta recuperación de Shyvanna o el suegro molesto por la isla, sino la apatía y la desconexión de Catherine desde que había traído de vuelta a Aelin, y también a Aedan, para su sorpresa. No tenía ningún problema con que el crío estuviese allí, de hecho tarde o temprano tendrían que conocerse, pero le llamó la atención que el terco padre le hubiese dejado traerlo.

Al principio achacó el estado de Catherine al cansancio, pero poco después supo que era algo más. Sólo esperaba que no llegase al estado aquel en el que tuvo que rescatarla de sus propias sombras. Esperaba que no se convirtiese de nuevo en ese fantasma. Además, no podía evitar cierta sensación de culpabilidad por sentirse feliz por primera vez en años, sobre todo porque quien había hecho eso posible no lo estaba. Por eso mismo tampoco pudo hablarle de lo que se traía entre manos o lo que había estado haciendo cuando no estaba con ella en los aposentos. Fue allí a buscarla, aunque para su sorpresa no la encontró sola...llegó a captar la última frase de la conversación cn Gwen, justo al abrir la puerta.


- ¿Qué es lo que debes hablar conmigo tan importante como para no encontrar las palabras? - alternó su mirada entre Catherine y su hermana, que parecía estar de confidente a juzgar por la última frase que había escuchado. - Enseguida avanzó preocupado hacia la cuna en la que estaba Zephyr, temiendo que pudiese ser algo relacionado con él. Respiró aliviado al ver que dormía tranquilo. No sabía cuándo lograría quitarse la paranoia de que pudiese pasarle algo malo. Lo arropó con cuidado de no despertarlo, girándose después hacia Catherine. Su sirvienta Eretria le había comentado unas cuantas cosas preocupantes al respecto, aunque no hacía falta. Él también tenía ojos y veía cómo estaba su esposa tras haber regresado con todos sus hijos a la isla. Había cosas que podía intuir, pero no había mantenido una conversación que seguramente sería incómoda.

- Yo también tenía que hablar contigo. También con Gwen, pero por otros asuntos. -

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¿escucha la última frase de Cath? sí

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'Probabilidad' :

Compartió sus vivencias conmigo. Aquel momento en el que mi hermano no dudó en ofrecer una vida a cambio de la de la pequeña Aelin y el Sanguis había ignorado sus peticiones. Puede que no fuese en contra de la criatura y simplemente fuese una de esas veces en la que el Árbol Sagrado no había dado respuesta a sus peticiones.-Tal vez no tiene que ver con ella, tal vez no le estamos dando lo que pide y no atiende a nuestras peticiones como nos gustaría.-Porque el Sanguis era así, rencoroso.

El gesto se tornó serio cuando dijo que siempre antepondría a mis hermanos. Estaba harta de repetirle que era considerada parte de la familia, sin embargo tal vez tuviese razón en aquello. Suspiré asintiendo, dándole la razón en silencio.

Encogí un hombro negando.-¿Por qué iba a serlo? Mi padre no fue suficiente y decidió que debía irse mi madre también.-Expliqué. Aunque era algo no muy común en los sacrificios decidió que una mujer que no tenía el apellido Pendragon debía sacrificarse también, tal vez por ser sacerdotisa, no tenía ni idea. Cuando preguntó sobre el destino de mis hermanos apreté mis labios sintiendo el nudo en mi estómago aparecer y asentí sin mantener contacto visual con la morena.

Aún así traté de permanecer estoica y calmada. Sonreí soplando por la nariz en una especie de risa cuando habló de "mis hijos". Me hizo gracia aquella ocurrencia.-Cada uno elige sus batallas. Yo ya luché, perdí y he asumido mi destino. Estoy en paz con ello.-Lo dije convencida y lo estaba, sacrificarme por el bienestar de mi familia era algo de lo que no dudaba ni huía aunque en el fondo de mi mente existiese una mínima esperanza de que no llegase a cumplirse.

-No lo sé.-Respondí con sinceridad a su pregunta y después negué. Tampoco tenía idea.-Desconozco sus límites.-Después sentenció mis actos. Pero era cierto. Asentí. Tampoco es que pudiésemos pisar su preciada isla para refugiarnos. -No lo sé.-Repetí con suma sinceridad y un deje de molestia. -Que pueda comunicarme con él no significa que comparta todos sus deseos conmigo.-Aclaré.

Iba a decirle a la morena que no hacía falta ir a hablar con Wthyr con una decisión tomada, simplemente bastaba con expresarle sus sentimientos y miedos, pero mi hermano apareció en la habitación. Saludé formalmente con una leve inclinación de cabeza.-Hermano.-

Su pregunta no iba dirigida a mi así que el control mental de Catherine no fue necesario. Simplemente alcé ambas cejas mirando a la morena, yo no sería quién le diese respuesta. -Sí, yo también debo hablar contigo. He escuchado los deseos del Sanguis.-Informé a Wthyr mirando a Catherine después para sonreír.-Pero primero quería pasar a conocer a mis sobrinos.-Miré a ambos y suspiré acercándome a Wthyr para apretarle el brazo en un gesto cariñoso-Después hablaremos hermano.-Dediqué una mirada a la morena.-Espero verte pronto recuperada Catherine.-Y tras aquello abandoné la habitación.

Escuchar la respuesta de Gwen sobre Aelin hizo que mirara las cosas desde otra perspectiva. Eso…podía ser. Pero eso no quitaba la desazón que sentía al recordar ese día y las palabras de Oscurus seguían repitiéndose en su mente, en un bucle imparable. Volvió la vista hacia ella cuando mencionó lo de su padre, suponiendo que eso había sido doloroso -Lo siento- Susurró, sabiendo exactamente lo que era perder a las figuras que debían estar allí para proteger y cuidar. No sólo para educar. Aquello le hizo recordar a su propio padre. ¿Había idealizado su imagen? -No puedo permitir eso…- Le explicó -No hice todo lo que hice preocupada por todos vosotros para que luego el Sanguis Ligno venga a arrebataros la vida- No sabía qué iba a hacer pero TENÍA que hacer algo para detener esos sacrificios porque su hijo…su hijo podía ser lo próximo que ese árbol maldito pidiera.

-Entonces te admiro- Le dijo finalmente, cuando dijo que lo había asumido -¿Cómo se hace?- Preguntó con genuina curiosidad, porque ella lo había intentado y le había sumido en una horrible miseria.

Todas sus preguntas quedaron sin respuesta y Catherine cerró los ojos, llevándose las manos a la cara mientras el miedo de que el Sanguis Ligno decidiera darle caza a Ian, a sus hijos  y a ella, por  romper los votos le estaba calando. ¿Y si los había liberado de una maldición para luego hacer que ese árbol asesino los pusiera en la mira? ¿Un árbol que ni los Pendragon sabían destruir o controlar? -Las mentes son iguales- Murmuró apartando las manos -Ten cuidado cuando hagas contacto y lo dentro que puedes llegar, una mente puede encerrarte a ti si la dejas-

Su cabeza daba vueltas una y otra vez sobre  mil cosas y por un instante deseo que Ian estuviera ahí y le dijera que era una tontería pensar así, que no había profecías, que los sueños no eran reales, que las visiones no existían; que no había nada mágico que dictara sus vidas. Bajó la mirada al piso manteniendo un ritmo de respiración constante con un delicado control, hasta que Wthyr llegó y escuchó su pregunta.

Silencio. De pronto, todo en su cabeza fue silencio. Apretó las manos en el colchón balanceándose suavemente sobre el colchón porque la locura interna estaba pasando a exteriorizarse. Alzó la cara hacia la cuna de Zephyr donde estaba Wthyr arropándolo para luego observar a Gwen, asintiendo un poco cuando se despidió de ella. Tras su ausencia, la habitación quedó en silencio y Catherine se incorporó abrazándose a sí misma mientras miraba a sus hijos. ¿Cómo se supone que iba a decirle nada a Wthyr?

Envió un mensaje mental a Eretria para que viniera a la habitación a cuidar a los niños y se giró hacia Wthyr con la mirada atribulada -Ven conmigo- Musitó en un hilo de voz antes de cogerlo del antebrazo sintiendo entonces la descarga de magia del vínculo directo en la médula espinal, como una cálida corriente que se extendía por todo el cuerpo. Sacudió la cabeza tratando de concentrarse porque entre la leche de amapola y el embote de sentidos de la magia, no enfocaba bien. Abrió un portal y lo atravesó tirando de él, de camino al peor sitio del mundo.

Aquel día de mierda en el que todo acabó no regresó a Ávalon hasta bien entrada la noche. Sabía que Catherine tenía que regresar a recoger a sus hijos y por eso quiso evitar encontrarse de nuevo. Cuando llegó a sus aposentos se encontró a Eretria a cargo de Zephyr, pero le ordenó que se marchase sin dar muchas explicaciones, sólo que le dejara preparados biberones y que los siguientes días se encargaría él del niño. Hubiese cerrado de un portazo y roto algunas cosas de no ser porque no quería despertarlo, así que se limitó a sentarse en el borde de la cama junto a la cuna. Lo arropó y se quedó allí observándolo en silencio, tratando de apaciguarse un poco escuchando su tranquila respiración. Al menos lo tenía a él. Aún así no podía quitarse de encima esa sensación de vacío y dolor que le había quedado en el pecho, ni tampoco podía dejar de repetirse que había sido un idiota por haberse dejado llevar, por volver a querer a alguien, y mucho más idiota por confesarlo. Creyó que la había encontrado, pero la felicidad había durado muy poco. Se inclinó hacia delante para apoyar los codos sobre las piernas, cubriéndose el rostro con ambas manos. Allí, en la soledad de sus aposentos, se permitió por fin unas silenciosas y amargas lágrimas.

A la mañana siguiente despertó sin muchas ganas de hacer nada. Apenas había dormido entre Zephyr y darle vueltas a la cabeza, pero tenía que poner en orden algunos asuntos urgentes, como lo del divorcio. En su lista de tareas se le acumulaban cosas como investigar más a fondo el pergamino de Leroy, preparar el ritual de presentación de su heredero, investigar más sobre el Sanguis y lo que había descubierto en las cuevas, además de hablar con sus hermanas y poner orden en todo lo de la expansión imperial ahora que habían tenido problemas con los nórdicos. Y Dana...necesitaba encontrar a alguien que pudiese liberarla para que descansase de una vez. Todo eso tendría que esperar. Aprovechó para redactar de su puño y letra la comunicación de la separación del matrimonio, para que no hubiese habladurías. En ella ponía que habían decidido separarse de mutuo acuerdo porque el fin de la alianza ya estaba conseguido, y que Ávalon y Ouroboros se desligaban definitivamente. Perdería su título de reina pero conservaría los derechos de ser la madre del príncipe. Rodrigo se encargaría de leerla en público cuando hubiesen hecho efectivo el divorcio. No fue esa la única carta que le llegó aquel día...uno de sus emisarios le trajo una misiva que hubiese preferido no leer nunca. Otra mala noticia.

Carta Asiaín:

Significaba que su primo estaba muerto...para él sí que no habría ya nunca más ninguna opción. La trágica historia de Asiaín le dejó con bastante mal cuerpo, sobre todo porque había un niño muerto o desaparecido, y por el modo en que dijo sentirse al final de la carta. Se veía como un estorbo, como inferior. No era consciente de que le hubiesen hecho sentir así. Ahora entendía mejor todo lo que había sucedido con los Haraldson. Al final esos desgraciados también eran unas víctimas.  - Una muerte Pendragon no puede quedar impune. Serás vengado. - susurró antes de guardar de nuevo la carta, haciendo llamar a sus guardias a la puerta para ordenarlos que iniciasen la búsqueda de las personas descritas por él, además de pedir que las sacerdotisas organizasen un ritual de despedida para su alma. Que buscasen al hijo, si seguía vivo. También mandó que llevasen la carta a sus hermanos, para comunicarlo.

La siguiente noche no fue mejor que la anterior, ni la otra. En uno de esos ratos de no poder dormir se fue con el niño a las mazmorras, a la zona privada en la que tenía bloques de mármol...tenía que darle forma a su obsesión. Así hasta que llegó el día de anular el contrato  mágico que era su matrimonio. Una vez más prefirió intermediarios. Pidió que Rodrigo se encargase de recibir a Catherine para hacer oficial la separación, y cada uno firmaría por su lado. Ya acordarían después cómo actuarían con Zephyr. Al firmar el papel un hilo dorado chisporroteó y se quemó, anulando la unión. Tras aquello regresó a esa cama que ahora se le hacía demasiado grande. Sólo podía permitirse un día más así antes de que empezase a ser sospechoso el no verle demasiado, antes de que no diesen por buena su versión de la separación de mutuo acuerdo.
Finalmente logró salir de allí, al día siguiente.


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¿Se pone a hacer muchas cosas pendientes o está demasiado depre?

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'Probabilidad' :

El banquete del bautizo de Zephyr había transcurrido con normalidad a pesar de todo, a pesar de que no había intercambiado palabra con Shyvanna excepto para decirle que tenía una conversación pendiente con ella, que se reunirían en los próximos días. Después de la ceremonia se mantuvo ocupado entre el cuidado de su hijo y hacer una visita rápida a Irlanda para reforzar con tropas el dominio de la zona, que era prácticamente suya porque no habían encontrado resistencia. Freyja se había ido para controlar las tierras escandinavas, y otros vasallos los había enviado también a afianzar el poder en las zonas que habían conseguido. Sólo quedaba el maldito tema del Sanguis de Ouroboros, de lo que se encargaría más tarde.

También tenía otro asunto que no dejaba de rondarle la mente, y con el que no podría quedarse tranquilo hasta que no hiciera algo. Temía enfrentarse a ese momento, pero la idea del alma de Dana vagando por sus antiguos aposentos no le permitía estar en paz. Por eso buscó una de las piedras de muertos de las reliquias familiares, y pasó horas en la biblioteca investigando libros sobre el velo de las almas, paso al otro lado y cuestiones similares. Finalmente se armó de valor y se dirigió hacia los que habían sido sus aposentos hasta que Catherine decidió sorprenderle con aquel cambio de ubicación. Ahora le parecía que había sido un ingenuo por pensar que compartirían aquellos aposentos por mucho tiempo. No quiso distraerse pensando en ella porque necesitaba estar centrado para lo que iba a hacer.

Al entrar al cuarto se dirigió hacia el borde de la cama, sentándose allí para quedarse mirando en la dirección en la que había mirado el crío de Rasputín aquel día. Maldito linaje, ya fuesen el padre o el hijo acababan jodiéndole. Tomó la piedra de muertos en la palma de la mano, abriendo el libro de las almas por una página concreta. Después canalizó magia hacia la piedra girándola tres veces antes de dejarla caer, murmurando las palabras de invocación que aparecían en aquel antiguo libro. Enseguida le recorrió un escalofrío y el corazón comenzó a latirle con fuerza cuando un viento gélido giró a modo de remolino en un rincón de la habitación. Estaba hecho.

Una figura etérea y gris comenzó a tomar forma delante de él, hasta convertirse en Dana con el aspecto que tenía con 19 años, cuando murió en el parto. Verla de nuevo le produjo una fuerte impresión, aunque su rostro fuese fantasmal. Era ella y a la vez no lo era. - ¿Dana...? - susurró cuando logró que las palabras saliesen de sus labios, levantándose del borde de la cama aún con el libro en la mano y extendiendo la otra en dirección a su rostro. Sus dedos se cerraron en el aire, era intangible.

- Wthyr...- le respondió ella con un amago de sonrisa triste en el rostro y una voz que sonaba leve y muy lejana, como si estuviese en otro plano de la realidad. - No podía irme. No quería dejarte solo...por eso me quedé...- aquellas palabras fueron suficiente para romperle todo por dentro. Se había quedado por él, a pesar de todo. No había podido cruzar porque aún se sentía atada a ese lugar. Negó con la cabeza sin terminar de asimilarlo mientras el nudo de la garganta crecía. Respiró hondo antes de morderse el labio y alzar la cabeza levemente hacia arriba como tratando de impedir que las lágrimas que amenazaban con caer saliesen.

- Lo siento tanto, tanto...si hubiese sabido lo de la maldición, lo que pasaría...nunca te habría pasado nada. Habríamos seguido cada uno nuestro camino y tú seguirías viva. - bajó finalmente la cabeza para mirarla a la cara, era lo mínimo que le debía. Resultaba frustrante tenerla tan cerca y saber que realmente no podía hacer nada más que desahogarse con aquellas palabras. No podía ni siquiera tocarla, y nada de lo que dijese iba a cambiar nada. Aún así...

- Necesitaba saber si me culpabas por todo aquello. - el fantasma de Dana se aproximó hacia él, alzando su mano hacia la mejilla de Wthyr para buscar su mirada. Una sensación de frío intenso le invadió en ese momento, no estaba seguro de querer recordar aquello. La espectral muchacha negó, sin apartar su mano. - No me arrepiento de haber estado contigo, ni de habernos casado. Fui feliz. Y tú...¿eres feliz? - aquello que durante tanto tiempo le había atormentado pareció aligerarse un poco. Pensó que ella le culparía por lo que le sucedió, que su espíritu estaría furioso con él. Era un cierto alivio saber que la hizo feliz mientras duro. No supo muy bien qué responder a la pregunta. Era algo complejo por muchos motivos. - Yo...no lo sé. Hemos roto la maldición, y tengo a Zephyr, pero...- por algún motivo sentía que todo no terminaba de estar en orden. Una especie de suspiro de lamento triste salió de los labios de ella, alejándose ligeramente hasta ponerse de espaldas.

- Por eso no puedo dejarte. No hasta que lo seas. Con ella o con quien sea, me da igual. Además, ahora tienes el hijo que querías...- se giró nuevamente, rodeándolo para darle una vuelta entera. - Haz lo que tengas que hacer para conseguirlo. - susurró en su oído, haciendo que se incrementase más aún la sensación de frío a su alrededor. Dana sabía lo de Catherine...claro que lo sabía. Había estado en aquella habitación todo el tiempo. Prefirió no decir nada al respecto. - Lo seré. Algún día. - El tiempo que daba la piedra aquella para la invocación era limitado, y debía estar acabándose. Tenía que hacerlo ya. - Te quise mucho, y te seguiré queriendo. Pero debes partir, debes descansar por fin. Necesitamos la paz los dos. - bajó la mirada, apretándose un momento los ojos con la mano antes de alzar el libro para comenzar a recitar las palabras de liberación de almas que ponían en el libro, buscando concentración a pesar de estar costándole mucho.

- Liberum anima...- la magia comenzó a fluir a modo de espirales blancas alrededor de Wthyr, el libro y ella. -
invenire pacem... fugere in domum spirituum...liber es- repitió la letanía una y otra vez, incrementando el caudal de magia porque no conseguía más que cansarse e incrementar el remolino helado en la habitación. Siguió intentando sin éxito alguno, hasta que ella le pidió que parase porque así era peor. Wthyr acabó cayendo al suelo de rodillas y exhausto, soltando un gruñido de frustración por lo bajo. - Me iré...llegado el momento. - fueron las últimas palabras del espíritu de Dana antes de desaparecerse definitivamente, cuando el tiempo de invocación de la piedra terminó. El Pendragon se quedó allí abatido en silencio en el suelo durante un buen rato, asimilando todo hasta que fue capaz de ponerse en pie de nuevo para marcharse de ese lugar.

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¿Consigue liberar el alma de Dana?

fallo

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'Probabilidad' :

La noche de Beltane había caido desfallecida en cuanto habían llegado a la cama de ver a Zephyr…y en los días siguientes le había costado la vida mantenerse despierta. Sin duda, el ritual entero había drenado gran parte de su energía aunque su magia realmente no se había visto afectada. La sentía igual o más fuerte que antes y lo percibía en su vínculo con Wthyr.

La nueva situación no le estaba generando demasiado caos mental. Las palabras de Wthyr al finalizar Beltane habían hecho que finalmente se sintiera bienvenida allí aunque no hubiese salido demasiado de la habitación por muchas razones. Sin duda, aquellos días rayaban en lo idílico…En lo que tendría que haber sido pero no se habían dado la oportunidad y ahora ansiaban concentrar todo lo que no habían hecho, antes de que la realidad los absorbiera.

No que realmente se hubiesen desentendido de sus asuntos. Catherine había ido a ver a sus hijos constantemente en el día y también había reunido gran parte de su investigación en el Sanguis en el piso de Ouroboros, incluso se lo había comentado a Wthyr por encima, aunque no se habían centrado en ningún tema político. De las puertas de la habitación hacia dentro, eran sólo su hijo y ellos. Y aquello les había servido…Ya tendrían tiempo de lidiar con toda la mierda de siempre.

Catherine cerró la puerta del cuarto de Zephyr después de dejarlo en la cuna tras amamantarlo con un gesto de “espero que no se despierte” y caminó descalza hacia la cama que compartían, tirándose boca abajo y hundiendo la cabeza entre las almohadas con un gesto de cansancio. Se removió un poco, disfrutando del frescor de las sábanas pues en pleno verano -aunque Ávalon se mantenía a una temperatura decente- hacía calor. Alzó la cabeza un momento después para ver a su esposo, aun sin ser muy consciente de cómo iba a funcionar su futuro tras el divorcio-nodivorcio. Habían muchas cosas de las que hablar, otras tantas para resolver pero…ya tendrían tiempo.

Alargó una mano para llamar su atención acariciando brevemente sus tatuajes -¿Qué haces?- Preguntó incorporándose sobre sus codos, tardando poco en acomodarse la falda de la bata y luego el desordenado cabello oscuro que se le metía en los ojos.

La noche del ritual había supuesto un nuevo principio para ellos, o la culminación de lo que estaba destinado a ser. Wthyr se lo había planteado de los dos modos, y ambos tenían sentido para él. Ya tendría tiempo de agradecerle a Shyvanna que la hubiese invitado esa noche, ya que los días que siguieron a Beltane apenas salieron de los aposentos. Aquellas ganas y deseo largamente contenidos se habían revelado como poderosos motivos para ello. El modo en que todo parecía fluir hacía que todo pareciese sencillo y natural, que se hiciese preguntarse por qué se habían obcecado tanto ambos en negarlo durante todo ese tiempo. Ya no tenía que contenerse.

Por las mañanas le estaba costando despertarla, así que algunas veces no dudaba en recurrir a sus mejores armas para alegrarle el día de buena mañana. Era, en cierto modo, como regresar a las cuevas en las que pasaron aquellos meses juntos, sólo que esta vez se habían derribado las barreras que aún los separaban. Quedaban todavía algunas pendientes, sobre todo las relacionadas con Ávalon, el Sanguis y Ouroboros, pero apenas habían querido entrar en esos temas. Prefería centrarse en ella y en Zephyr, cuyo dragón había salido del huevo la misma noche de Beltane. Todavía no le habían dado un nombre, sería cosa del niño dárselo cuando tuviese la edad de hablar.

Esperó en la cama a que Catherine regresase a la habitación después de dormir al pequeño, que estaba bastante más tranquilo desde que había vuelto su madre. - Seguro que te dura más tiempo dormido que a mí. - respondió a su gesto de esperar que no se despertase, recordando cómo habían sido de complicadas las semanas y las noches en las que estaba él solo con el crío. La siguió con la mirada mientras se echaba a la cama con cansancio, alzando después su mano para acariciar con calma la de ella mientras recorría sus tatuajes. Le recorrió el rosto en silencio durante unos segundos, deteniéndose un momento en sus ojos antes de responder a su pregunta solemnemente a propósito.

- Pensaba en cómo una persona de estatura promedio tirando a baja puede ser la reina de Ávalon más poderosa hasta la fecha. - le soltó aguantando el rostro serio hasta que terminó por esbozar media sonrisa burlona, atrayéndola hacia él con el brazo libre. - En realidad estaba pensando que debería encargarme de las muchas cosas que tengo, o tenemos, pendientes. - ¿cuántos días llevaban ahí dentro? volver a la realidad podía ser poco apetecible, pero debía hacerlo.

- Pero antes quería llevarte con los dragones. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez. - incluso podían plantearse que Catherine tuviese su propio dragón, con algo de entrenamiento y algunos consejos. Antes tenía que verla delante de uno. Al fin y al cabo iban a tener que enseñar a su hijo a cómo tratar con uno. - ¿Hay algo que tengas que decirme o fingimos que no pasa nada?- lo de disimular la realidad con ilusiones era lo suyo, así que podían seguir un poco más.



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nivel de cotilleos en la corte?

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'Dado (10)' :

Le sonrió brevemente cuando habló de Zephyr, eso esperaba, aunque el niño solía dormir bastante bien en su opinión. Sonrió complacida al sentir sus dedos acariciándola, no solo por el contacto físico que le resultaba tierno sino por el mismo murmullo de su magia llamando a la propia. Cerró los ojos y dejó que la sensacion la llenará, regocijandose en ese pequeño momento y tratando de grabarlo en su mente… como todos aquellos días, temiendo que alguien se los arrebatara. Porque lo harían, Wthyr se lo había dicho y ella era consciente de eso. La felicidad les duraba poco menos que una flor arrancada.

La frase que le soltó su esposo con aquella solemnidad hizo que Catherine frunciera el ceño y se indignara un poco -¿Qué tiene que ver mi estatura?- Le preguntó pero al ver su sonrisa lobuna le saco la lengua en un acto vil de venganza infantil, dejándose arrastrar con él y descansar entre sus brazos antes de oír las palabras que prefería no hubiese pronunciado. No respondió, bajó la cabeza hasta apoyarla en su pecho y movió los dedos para empezar a acariciar sus tatuajes con gesto dubitativo.

Aún así la perspectiva de los dragones hizo que levantará un poco la cabeza con curiosidad -¿Para volar?- Preguntó pensando cuándo había sido la última vez que volaron -Fue en Thauren, no? El día de la coronación… la última vez que volamos juntos- Susurró pensando en aquel recuerdo y en el día tan intenso que había sido, suspiró un poco… pensando que había sido tonta, pero en ese momento lo había considerado correcto y se respetaba a sí misma por ello. Por Ian.

La siguiente pregunta hizo que lo mirara con un gesto algo enigmático, estaba claro que sí dieran a elegir … elegiría lo segundo, una y otra vez. Pero no tenían esa libertad. ¿Verdad? -Podriamos irnos, ¿Sabes? Podríamos hacernos con una isla griega o del Caribe, alejada de todos… y ser felices - Murmuró apoyando el mentón sobre su pecho -Pero somos muy conscientes de los votos que tomamos- Agregó -De lo que significan para nuestra gente y para nosotros- Y para Catherine, por dos.

-Aún no he hablado con Ian pero no tardaré en hacerlo. No es idiota, algo debe sospechar… pero será una conversación difícil - Le explicó a Wthyr, bajando la mirada para finalmente cerrar los ojos con pesar y exhalar todo el aire contenido en los pulmones en un largo suspiro. Se quedó en silencio un rato, acariciando su piel como si con ello pudiera relajar el nudo que tenía en el pecho.


-Luego el tema de Ouroboros y el Sanguis Ligno… y sin ir muy lejos, qué se supone que le vas a decir a la gente de Ávalon?- Arqueó una ceja y alzó la mirada hacia él sin tener una real idea de lo que iba a ocurrir a continuación.

La cara de indignación que le puso con lo de la altura hizo que acentuase la sonrisa burlona. No era la primera vez que jugaba con esos pequeños piques entre ellos, pero ahora desde otra perspectiva distinta en la que de verdad apreciaba a la persona con la que estaba. Dejó un breve beso en su cabeza cuando se apoyó sobre su pecho, bajando la otra mano para acariciar distraídamente el lateral de su cadera y su pierna. Era extraño verla sin tantos tatuajes después de que Beltane los hubiese borrado casi todos, aunque de la ausencia del lobo en la espalda no se quejaría. Le hizo una señal afirmativa cuando preguntó si irían a volar, aunque quería proponerle más cosas.  

- Claro, ha pasado demasiado tiempo desde la última vez. Volaremos a Irlanda y volveremos.- la mención de Thauren todavía resultaba dolorosa porque era el dragón con el que más vinculación tenía, y el modo en que había muerto aún le llenaba de rabia, por mucho que hubiesen recuperado sus restos.  - Hemos perdido y ganado mucho desde entonces. - reflexionó con la mirada puesta en el techo, dejando de mover la mano para dejarla en su cintura.  - Quiero que vueles conmigo, pero también puedes tratar de tener afinidad con un dragón que pueda acompañarte. - habría que probarlo, puesto que al no tener sangre Pendragon no estaba seguro de si sería posible, a no ser que hiciese amistad con alguno. Le dedicó una mirada de complicidad al escuchar esos deseos de escaparse juntos, algo parecido a lo que habían hecho en las cuevas. Podía estar bien como algo temporal...pero en el fondo no era su estilo.

- Podemos hacernos con las islas que queramos, pero no huiriamos. No desapareceríamos ni renunciariamos a hacer el mundo a nuestra manera. Unidos podemos conseguir mucho más. - pensó en Zephyr, en el mundo que quería dejarle para que nunca tuviese que temer por su condición mágica como quienes habían vivido la guerra. Suspiró borrascosamente casi a la par que ella por el tema de su ex no ex o lo que fueran ahora, porque eso era otra cosa con la que lidiar.

- No va a comprenderlo. Probablemente hasta siga albergando esperanza. Y odio...hay más oscuridad en él de la que crees.- en el fondo podía entenderlo. Él también había pasado por creer que la había perdido definitivamente, y le costó dejarla ir porque era otro al que quería. O eso parecía... por un momento le entraron las dudas. Si había cambiado de idea con Ian, podía hacerlo con él. Prefirió no decir nada más, se guardó ese incómodo pensamiento en la cabeza mientras trataba de relajarse con el contacto físico de ella. Se había quedado con el gesto serio, y así siguió mientras tocaban el asunto de Ouroboros.

- Ya viste el poder que otorga el Sanguis. Los tuyos  quieren destruirlo, acabar con esa fuente de poder. Nosotros queremos encontrar la manera de comprender sus designios, de lograr el control. En Beltane llegué a escuchar algunas voces... es difícil interpretarlo correctamente.- sacrificio, una de las palabras que menos le gustaron. Tarde o temprano llegarían, y eso es lo que quería evitar a toda costa. Ni Gwen ni nadie más que no fuese enemigo. Lo de la gente de Ávalon fue lo que le hizo destensarse un poco, haciéndole replicar en tono pretendidamente engreído.

- Que te diste cuenta de que no podías vivir sin mi y por eso regresaste? En realidad no tenemos que dar ninguna explicación. O puedes inventarte la historia más rocambolesca que se te ocurra.-

Post de situación para Catherine:

Las acciones de Beltane han tenido sus consecuencias concebir durante el ritual de Beltane y junto al Sanguis tiene sus peculiaridades. Provocará que el embarazo mágico sea más rápido y dure tres meses on rol (1 mes on rol equivaldrá a tres meses) siendo más intenso tanto en síntomas como en aspectos relacionados con la magia...


1-2- A partir de ahora y hasta el nacimiento tus poderes mágicos sumarán un +30 en cinco tiradas seguidas cuando entrenes/combatas, seguidos de 5 posts de desgaste en los que no podrás usar magia.
3-4- Provocarás explosiones mágicas sin querer, tus poderes se descontrolarán y podrán perjudicar a los que estén a tu alrededor.
5-6- Tendrás capacidad de comunicación de doble vía con el Sanguis
7-8- Podrás usar magia de sangre a tu antojo
9-10- Elige una de las opciones anteriores o inventa una relacionada.

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'Dado (10)' :

La selección del destino le pareció curiosa -¿Por qué Irlanda?- Preguntó y luego se quedó un poco pensativa, era curioso que teniendo tanto poder, tanto dinero y magia nunca hubiese conocido el mundo que le rodeaba más allá de los límites de Ouroboros e Inglaterra. Roma y Turín habían sido la excepción pero solo porque la situación lo ameritaba. Se mordió la parte interna de la mejilla preguntándose si Wthyr tenía asuntos que atender en Irlanda, seguro que sí.

Alzó la vista hacia él de nuevo, mostrándose de acuerdo con aquello de que habían perdido y ganado mucho juntos pero su siguiente proposición la sorprendió -¿Yo? ¿Sola?- Sonrió de lado con reticencia evidente -Ya se que dices que tengo sangre Pendragon y todo aquello pero… dudo mucho que los dragones vayan a … hacer conmigo lo que hacen con vosotros- Dijo mientras se acomodaba un poco porque le molestaba el estómago - Lo que si preciso… es hablar con las hadas sobre Aelin- Mencionó algo incómoda. Aquellas hadas le daban mucho repelús y además…miedo.

Captó su mirada y le sonrió con un poco más de tranquilidad mientras volvía a apartarse el pelo de la cara. Guardó silencio mientras le miraba. Sonaba bien "Hacer el mundo a nuestra manera", excepto que de momento los dos tenían una visión distinta del mundo. Se atrevió a decirlo, básicamente, porque no estaba por la labor de seguir siendo pasiva en cuanto a sus deseos y Beltane había sido el punto de inflexión -No tenemos la misma visión del mundo, Wthyr. No toleras a los muggles, yo sí. Y creo que el resto de las razas, a excepción de los dragones, no tienen tu respeto…- Pero… -Aún así… - No iba a negarlo -Podemos trabajar para ser un frente unido… si realmente tu objetivo es compartir lo que es Ávalon, tengo ideas- Añadió.

El tema de Ian la hizo borrar la sonrisa y simplemente pensar. No le gustó sus palabras sobre él y salió en su defensa, porque podría no estar "enamorada" de él pero lo quería con la misma fuerza de siempre -Todos tenemos oscuridad en nuestro interior. Sé quién es, con sus defectos y sus virtudes. La frustración y la rabia le han llevado a tomar decisiones poco inteligentes… que creyó que eran la opción correcta. Todos nos hemos visto ahí, Wthyr. Ni tú ni yo somos perfectos…- Y recordó algo en particular cuando hablo con Ian sobre él -No hay blancos y negros. Todos somos grises- Recordó que había pensado que Wthyr tenía un gris muy especial. Le recorrió el rostro con la mirada, notando su gesto al críptico. Le recorrió las cejas con un dedo tratando de sacar su ceño fruncido.

-No- Indicó -Los míos lo que quieren es que la isla esté protegida. El Sanguis nos da poder a nosotros, no al Consejo y lo hace con un nivel de exigencia demasiado alto. Para ti, para nosotros y tú lo sabes perfectamente- negó suavemente con la cabeza -Lo que vosotros queréis es que deje de pedir sacrificios. Estáis de acuerdo en hacerlos porque os da poder, forma parte de vuestra religión e idiosincrasia Wthyr pero… no está bien, no es correcto. ¿Qué voy a hacer yo si mañana pide tu sacrificio? ¿O el nuestro? ¿O el de Zephyr? - Arqueó la ceja - Lo voy a incendiar de cabo a rabo y le arrancaré las raíces con mis propias manos si es necesario- se incorporó un poco más -Te lo dije una vez. En mi vida las muertes han llegado a su fin… así que solo hay que aunar esfuerzos para saber porque pide sacrificios y anular esa parte - Soltó un leve suspiro -Además, Ouroboros no va a inclinarse ante Ávalon ni el Imperio Pendragon. Pero puede ser un aliado… no político, no militar… pero …- Parpadeó levemente sorprendida y miró hacia un lado con el ceño fruncido, luego a Wthyr -Puede ser un aliado en la búsqueda de conocimiento y una alianza…una institución de la magia. Lo que, en realidad, es el Consejo de los 20… ¿Me explico?- Las ideas estaban dándole vueltas en la cabeza, casi como el desayuno que tenía en el estómago. Seguro era la emoción de ver quizás un futuro.

Estaba aún en eso cuando Wthyr se atrevió a mirarle con semejante soberbia, Catherine alzó las cejas estupefacta… hasta que empezó a reírse de verdad, sin poder contener la carcajada. Sabía que Wthyr tenía ego pero aquello sin duda no se lo había esperado. Le cogió el rostro con ambas manos mientras se sentaba a horcajadas sobre él aún riéndose levemente -No puedes ser tan engreído…- Se inclinó para robarle un beso -Creo que mi retorno le hace mal a tu ego-