Recuerdo del primer mensaje :
Las cuevas encantadas son uno de los lugares más mágicos de Ávalon, casi a la par con el Sanguis Ligno. Cuenta la leyenda que tras la batalla con su hijo Mordred, Arturo, moribundo, fue llevado a Ávalon por Morgana, la hechicera y medio hermana del rey. Era un lugar de reposo. En esta zona de la isla el tiempo y las leyes naturales corren distintos a los acostumbrados por los mortales. No sigue las leyes físicas de la tierra corriente, sino que está regido por la magia y la brujería. El tiempo puede discurrir más lento o más rápido que fuera, dependiendo de la necesidad del momento. Un día fuera podría equivaler a un mes dentro, o viceversa.
Se accede a través de una cueva que pasa desapercibida en una zona de manzanos. Tras caminar un kilómetro por la gruta se accede a una zona más amplia y majestuosa. La puerta de piedra tiene una inscripción grabada que reza Hic iacet sepultus iclitus rex Arthurus in insula Avalonia. ("Aquí yace sepultado el Rey Arturo, en la isla de Ávalon"). Sólo el linaje Pendragon y sus leales pueden acceder al interior mediante pago de sangre.
En las cuevas interiores se encuentra un antiguo templo de las hadas en mal estado, una cueva de cristales mágicos y un lago de aguas curativas, unas dependencias secretas custodiadas por un monolito del linaje innombrable, y un antiguo templo de dragones con osario.
Las cuevas encantadas son uno de los lugares más mágicos de Ávalon, casi a la par con el Sanguis Ligno. Cuenta la leyenda que tras la batalla con su hijo Mordred, Arturo, moribundo, fue llevado a Ávalon por Morgana, la hechicera y medio hermana del rey. Era un lugar de reposo. En esta zona de la isla el tiempo y las leyes naturales corren distintos a los acostumbrados por los mortales. No sigue las leyes físicas de la tierra corriente, sino que está regido por la magia y la brujería. El tiempo puede discurrir más lento o más rápido que fuera, dependiendo de la necesidad del momento. Un día fuera podría equivaler a un mes dentro, o viceversa.
Se accede a través de una cueva que pasa desapercibida en una zona de manzanos. Tras caminar un kilómetro por la gruta se accede a una zona más amplia y majestuosa. La puerta de piedra tiene una inscripción grabada que reza Hic iacet sepultus iclitus rex Arthurus in insula Avalonia. ("Aquí yace sepultado el Rey Arturo, en la isla de Ávalon"). Sólo el linaje Pendragon y sus leales pueden acceder al interior mediante pago de sangre.
En las cuevas interiores se encuentra un antiguo templo de las hadas en mal estado, una cueva de cristales mágicos y un lago de aguas curativas, unas dependencias secretas custodiadas por un monolito del linaje innombrable, y un antiguo templo de dragones con osario.
Freyja le había convencido de que haría la primera guardia porque a diferencia de él, había descansado y se había saltado la reunión táctica. Pero V necesitaba ver el camino para quedarse tranquilo y para tranquilizar un poco su cabeza. Sofía tenía parte de razón. Leroy ya no estaba vivo y no tenía ni idea si podría tener acceso a otro descendiente de Merlín.
Confiaba en que si el universo le había dado la posibilidad de canalizar su energía es porque estaba destinado y preparado para ello. Por eso volvió, de mejor humor. En la parte baja no había nadie así que subió para ir hacia su habitación esperando encontrar a Sofía descansando.
Sin embargo, cuando subió escuchó su voz venir de una habitación que no era la suya. Se acercó allí con curiosidad y al ver la escena evaluó todo. Primero a Giordano en su trabajo, acalorado. Por muy atractivo que fuera, Arleen había estado enamorada de él y para V era como si fuera una piedra. Gwen, la Pendragon peligrosa. Cara de inocente y labios para ser follados. ¿Qué? Frunció el ceño ante aquel pensamiento pero no pudo evitar notar cómo parecía desprender un aura… extraña. Atractiva. ¿Quizás porque parecía más vulnerable y menos una perra? Se preguntó si con una buena follada se le iba aquel gesto de estreñimiento perenne con el que vivía.
Luego estaba su mujer y no pudo evitar arquear las cejas ante lo que él reconocía perfectamente como excitación. Y un cerebro activamente fantasioso. Carraspeó brevemente al oír la pregunta de Gwen -Aquí...Sofía… vamos a "descansar"- Dijo lo último con rintintin. LAS PELOTAS iban a descansar. Entró en la habitación y le cogió de la mano -Freyja hará la primera guardia, después me avisa- Le explicó a la pelirroja para luego mirar a los demás, mirando a la pelinegra a los ojos -Esperemos que las habitaciones estén insonorizadas. No querremos molestar a los vecinos- Tras eso miró a Giordano y le guiñó un ojo.
Escoltó a su mujer fuera de la habitación para ir a la suya, no sin antes cerrar la puerta de la habitación de Gio porque…la verdad es que en efecto esperaba que fueran insonorizadas. Lo dudaba…pero con el nivel de magia de aquel sitio.
Entraron a su habitación y Vishous cerró la puerta tras ello -Desnúdate y tócate para mí- Le ordenó señalando después la cama para que fuera allí y así disfrutar del espectáculo mientras él se quitaba la armadura y las armas sin perder de vista los movimientos de su mujer -Tenías razón... y te mereces una recompensa-
Confiaba en que si el universo le había dado la posibilidad de canalizar su energía es porque estaba destinado y preparado para ello. Por eso volvió, de mejor humor. En la parte baja no había nadie así que subió para ir hacia su habitación esperando encontrar a Sofía descansando.
Sin embargo, cuando subió escuchó su voz venir de una habitación que no era la suya. Se acercó allí con curiosidad y al ver la escena evaluó todo. Primero a Giordano en su trabajo, acalorado. Por muy atractivo que fuera, Arleen había estado enamorada de él y para V era como si fuera una piedra. Gwen, la Pendragon peligrosa. Cara de inocente y labios para ser follados. ¿Qué? Frunció el ceño ante aquel pensamiento pero no pudo evitar notar cómo parecía desprender un aura… extraña. Atractiva. ¿Quizás porque parecía más vulnerable y menos una perra? Se preguntó si con una buena follada se le iba aquel gesto de estreñimiento perenne con el que vivía.
Luego estaba su mujer y no pudo evitar arquear las cejas ante lo que él reconocía perfectamente como excitación. Y un cerebro activamente fantasioso. Carraspeó brevemente al oír la pregunta de Gwen -Aquí...Sofía… vamos a "descansar"- Dijo lo último con rintintin. LAS PELOTAS iban a descansar. Entró en la habitación y le cogió de la mano -Freyja hará la primera guardia, después me avisa- Le explicó a la pelirroja para luego mirar a los demás, mirando a la pelinegra a los ojos -Esperemos que las habitaciones estén insonorizadas. No querremos molestar a los vecinos- Tras eso miró a Giordano y le guiñó un ojo.
Escoltó a su mujer fuera de la habitación para ir a la suya, no sin antes cerrar la puerta de la habitación de Gio porque…la verdad es que en efecto esperaba que fueran insonorizadas. Lo dudaba…pero con el nivel de magia de aquel sitio.
Entraron a su habitación y Vishous cerró la puerta tras ello -Desnúdate y tócate para mí- Le ordenó señalando después la cama para que fuera allí y así disfrutar del espectáculo mientras él se quitaba la armadura y las armas sin perder de vista los movimientos de su mujer -Tenías razón... y te mereces una recompensa-
Concordé mentalmente en lo que ambas mujeres dijeron, sobre haber hablado mas y peleado menos. Esa siempre fue mi intencion pero ninguna parte lo puso facil. Y ninguno iba a dar su brazo a torcer, y ahora estabamos en estas.
- El cello te gustaría entonces. -respondí distraidametne.
"yo podría enseñarte"
La idea de verla a ella en esa posición, con el instrumento entre las piernas, apareció en mi cabeza cuando expresó por qué no le habian enseñado ese instrumento. Para mi era una imagen poderosa, no algo que causara vergüenza. Dominar semejante instrumento.
- Pero la musica no debe ser pudorosa... - respondí confuso por esas ideas. Noté como se erizó su piel, pero no supe por qué era. Creí que debia ser una reacción al dolor, al igual que ese pequeño gruñido que emitió. - Lo siento. Ya queda poco. - el segundo tatuaje iba por la mitad.
Justo cuando Gwen preguntó a Sofía por Vishous, este hizo acto de presencia en la puerta. Levanté la aguja deteniendo la maquina, limpiando una vez mas la sangre y la tinta con el pañuelo. Miré al teniente, alzando una ceja porque creí entender el tono que empleó. Soltó aquello de estar insonorizadas, me guiñó un ojo y se marchó tan campante, dejandome a mi con la boca entreabierta. De pronto sin Sofía todo se complicaba bastante.
"Cazzo"
- No creo que lo haya dicho por los ronquidos. - comenté cuando cerró, volviendo a encender la maquina para proseguir. No sabía que decirle ahora que estabamos solos, y al mismo tiempo sentía que nos faltaba el tiempo, que se nos escurria de entre las manos. - Voy a continuar, lista? - le advertí antes de volver a pincharle. Por acto reflejo, volví a posar mi otra mano en su espalda. Me encantaba su piel. Toda ella, en realidad. Con sus estupidas normas y todo. Y sus estupidas tradiciones. Y sus aun mas estupidos modales.
- Se que no quieres estar aquí ahora mismo... - empecé a hablar sin poder callarme la maldita boca un rato mas. - Igual he sido egoísta al sustituir a Catherine en esta tarea para estar contigo más tiempo. - y ahora qué? Tomé aire, y lo volví a soltar lentamente. Retomé el tatuaje, finalizando las espirales y los simbolos mas complejos con pulso firme, pese a que el corazón parecia querer salírseme por la boca. - No me lo tengas en cuenta.
- El cello te gustaría entonces. -respondí distraidametne.
"yo podría enseñarte"
La idea de verla a ella en esa posición, con el instrumento entre las piernas, apareció en mi cabeza cuando expresó por qué no le habian enseñado ese instrumento. Para mi era una imagen poderosa, no algo que causara vergüenza. Dominar semejante instrumento.
- Pero la musica no debe ser pudorosa... - respondí confuso por esas ideas. Noté como se erizó su piel, pero no supe por qué era. Creí que debia ser una reacción al dolor, al igual que ese pequeño gruñido que emitió. - Lo siento. Ya queda poco. - el segundo tatuaje iba por la mitad.
Justo cuando Gwen preguntó a Sofía por Vishous, este hizo acto de presencia en la puerta. Levanté la aguja deteniendo la maquina, limpiando una vez mas la sangre y la tinta con el pañuelo. Miré al teniente, alzando una ceja porque creí entender el tono que empleó. Soltó aquello de estar insonorizadas, me guiñó un ojo y se marchó tan campante, dejandome a mi con la boca entreabierta. De pronto sin Sofía todo se complicaba bastante.
"Cazzo"
- No creo que lo haya dicho por los ronquidos. - comenté cuando cerró, volviendo a encender la maquina para proseguir. No sabía que decirle ahora que estabamos solos, y al mismo tiempo sentía que nos faltaba el tiempo, que se nos escurria de entre las manos. - Voy a continuar, lista? - le advertí antes de volver a pincharle. Por acto reflejo, volví a posar mi otra mano en su espalda. Me encantaba su piel. Toda ella, en realidad. Con sus estupidas normas y todo. Y sus estupidas tradiciones. Y sus aun mas estupidos modales.
- Se que no quieres estar aquí ahora mismo... - empecé a hablar sin poder callarme la maldita boca un rato mas. - Igual he sido egoísta al sustituir a Catherine en esta tarea para estar contigo más tiempo. - y ahora qué? Tomé aire, y lo volví a soltar lentamente. Retomé el tatuaje, finalizando las espirales y los simbolos mas complejos con pulso firme, pese a que el corazón parecia querer salírseme por la boca. - No me lo tengas en cuenta.
SOFÍA Y V
Sofía y el Nuevo Poder
La habitación de la Dama de la Galaxia, asociada con Samhain y el nuevo ciclo, estaba impregnada de un aura de transformación. Al entrar, Sofía sintió una energía cósmica que la envolvió, marcando el comienzo de su nuevo ciclo. Una conexión profunda con la naturaleza se formó dentro de ella, y una descarga de energía fluyó a través de su ser. Las estrellas en la habitación brillaron intensamente, reflejándose en sus ojos. En ese momento, Sofía comprendió su nuevo poder de "Renovación de la Naturaleza", una habilidad que le permitiría sanar y revitalizar plantas y seres vivos mediante un intercambio de esencia.
Renovación de la Naturaleza: Sofía obtiene la capacidad de sanar y revitalizar tanto a seres vivos como a la naturaleza a través de un intercambio de esencia. Este poder tiene tres fases:
Iniciación: Sofía establece un vínculo con la planta o la persona mediante contacto físico y una breve invocación.
Transmutación: Durante el intercambio, Sofía transfiere energía vital, sanando heridas y restaurando la vitalidad de las plantas. También puede extraer energía para revitalizarse a sí misma.
Finalización: Después de un tiempo, el vínculo se desvanece, dejando tanto a Sofía como al receptor fortalecidos y con un aumento temporal en su propia magia.
V y las Runas
V se adentró en la habitación, su mirada atraída irresistiblemente hacia las runas que cubrían las paredes. Las runas eran familiares, como si las hubiese visto toda su vida, pero de alguna manera, parecían estar invertidas. Se perdió en sus formas, observando cómo se transformaban en patrones estelares, revelando un universo vasto y complejo.
Mientras contemplaba las runas, una voz suave y etérea resonó en su mente. "También temieron mi poder una vez". La voz le resultaba conocida, casi reconfortante. "Que nadie se interponga en tu nuevo ciclo"
V sintió un torrente de energía recorrer su cuerpo mientras las runas se iluminaban, reflejando la galaxia misma. Aquellas runas se plasmaron sobre las suyas propias, formando un nuevo conjunto rúnico.
V obtiene desbloqueo de poder.
Sin embargo, junto con este nuevo poder, comenzó a surgir un recelo creciente. Una inquietud le invadió, una preocupación persistente de que alguien pudiera quitarle su espada, el símbolo de su identidad y su fuerza.
- +18:
- La mujer sabía exactamente como posicionarse y como mirar para ser aun mas endemoniadamente irresistible. En esa posición, podía no solo disfrutar de las vistas, de su figura, si no que mis manos podían sujetar sus caderas, acariciar sus costillas y alzar un poco su torso para sujetarla por los pechos, mientras me mis caderas chocaban contra las suyas a un ritmo delicioso, profundo y fuerte. A cada embestida dentro de ella, más notaba crecer la tensión en la parte baja, el placer se iba acumulando y tensando. A ese ritmo, con esos gemidos y esas miradas, no tardaría en llegar al final.
Dejé sus pechos para sujetar sus caderas con fuerza, los musculos de la mujer bien definidos, delgada pero fuerte. Podia notar el fuego de su magia y aquello solo me alentó a moverme más rapido dentro de ella, con más pasión. Noté lo que hacía con su mano y llevé una mano a su cuello, para sujetarlo y levantarla levemente, inclinandome sobre ella y besarla con fiereza antes de volver a besar y morder el lobulo de su oreja. La otra mano...con la otra mano la asistí en su tarea, rodeandola por la cadera.
Desplazamos un poco la mesa de su lugar porque no iba a dejarla con las ganas y en cuanto lo pidió, dejé salir lo que me habia estado reservando. Me quedaban fuerzas para rato. Aumenté el ritmo, notando como ella se estrechaba entorno a mi...eso y su magia... clavé los dedos en sus gluteos, presa del placer, tratando de retener por mas tiempo lo que estaba por terminar. Cada embestida más profunda que la anterior, mas fuerte, de modo que mi respiracion, a estas alturas, era entrecortada, y más cuando intentaba retener los jadeos de placer que de modo inevitable me producía su cuerpo bajo el mío, recibiendo y respondiendo a cada uno de los envites.
Se puso en pie para sacarle toda su altura cuando se situó frente a él con esa actitud desafiante y sarcástica, mirándola desde arriba a la par que invadía su espacio personal con una media sonrisa de suficiencia, acercándose un momento a su oído para susurrarle en tono algo ronco. - Se me olvidaba que no tienes modales. - lo que no se le olvidaba era el efecto que tenía en él cuando se ponía así. Ahora tenía ganas de volver a la cama pero con ella. Inspiró profundamente cerca de su cuello antes de separarse, poniéndose algo más serio porque sí que tenían que hablar del malentendido de antes. Al menos ahora sabían hablar y no quedarse como estúpidos cada uno por su lado pensando lo que les parecía. Habían avanzado mucho al respecto. Ese pensamiento le puso absurdamente feliz, de un modo exagerado y que no entendía igual que le había pasado con el mal humor de antes.
- Ya te he dicho que no creo que quisieses matar a mi hermana con una maldición, pero no quería ni que Gwen pensase en la posibilidad de una que exigiese su sacrificio, porque hay otras maneras. Además, ya sabes que en esta familia tenemos una historia con las marcas de maldiciones que matan. - aún así entendió que se hubiese sentido dolida, como si no confiase en ella. No era eso. Ya había visto lo que le había hecho el Sanguis a Lake, y ahora temía por Gwen. - No tengo ningún problema con tu humor negro, lo sabes, ni con la parte más oscura de tu linaje ni la tuya propia. la siguió con la mirada mientras se alejaba para ir a cambiarse de ropa por algo más cómodo, observando con atención que había un nuevo tatuaje en su piel. El sello contra Morgana. Y pensar que horas atrás habían insistido en convocarla.
- Dime, ¿encontraste algo de paz en esa conversación con tus hermanos? - no quería entretenerla mucho porque sabía que necesitaba dormir, pero la duda por saber si aquello era más doloroso que otra cosa no le dejaba marcharse sin conocer la respuesta. Pensó que debería ir a ver a los suyos, en especial a Shyvanna, que parecía haberse quedado tocada.
- Ya te he dicho que no creo que quisieses matar a mi hermana con una maldición, pero no quería ni que Gwen pensase en la posibilidad de una que exigiese su sacrificio, porque hay otras maneras. Además, ya sabes que en esta familia tenemos una historia con las marcas de maldiciones que matan. - aún así entendió que se hubiese sentido dolida, como si no confiase en ella. No era eso. Ya había visto lo que le había hecho el Sanguis a Lake, y ahora temía por Gwen. - No tengo ningún problema con tu humor negro, lo sabes, ni con la parte más oscura de tu linaje ni la tuya propia. la siguió con la mirada mientras se alejaba para ir a cambiarse de ropa por algo más cómodo, observando con atención que había un nuevo tatuaje en su piel. El sello contra Morgana. Y pensar que horas atrás habían insistido en convocarla.
- Dime, ¿encontraste algo de paz en esa conversación con tus hermanos? - no quería entretenerla mucho porque sabía que necesitaba dormir, pero la duda por saber si aquello era más doloroso que otra cosa no le dejaba marcharse sin conocer la respuesta. Pensó que debería ir a ver a los suyos, en especial a Shyvanna, que parecía haberse quedado tocada.
Entre todas las propuestas de Gwen, hablar más, celebrar intensamente y quitarle la mitad del vestido eran las que más le habían gustado. Que se quedaran con su conversación sobre música, ella estaba disfrutando de sí misma, recorriendo su cuello y escote con la punta de los dedos. Ojalá no hubiera soltado ningún sonido por el camino. Alcanzó a escuchar la pregunta sobre su marido. Que estaba justo ahí. ¿Cuanto tiempo había estado ahí? A juzgar por sus palabras, suficiente para entender sus necesidades. Tomó la mano de su esposo y lo siguió mientras echaba un último vistazo a Gwen. Por una vez, los comentarios lascivos de su marido frente a otros no la repelieron, por el contrario, la hicieron ir tras él como una polilla atraída a la luz, deseosa de todas las promesas que acababa de hacer.
Te ves más tranquilo...- En cuanto salió de la habitación, su mente nublada se aclaró. Se lo atribuyó a la caminata y al aire un poco más fresco por encima del vitral. Caminó apresurada hasta la habitación, y nada más entrar, sus ojos se clavaron en las estrellas del cielo y sintió una energía distinta en ella.- ¿Yo tenía razón? - Una energía infinita la golpeó como un rayo; se parecía a la que había sentido al conocer a Gaia. Una conexión que iba desde lo más lejano del cosmos y la envolvía hasta conectarse con la tierra en su totalidad. Completa y a la vez con cada pequeña cosa una a una. Una descarga de energía que fluía con ligereza y delicia por todo su cuerpo. Recordaba las indicaciones de Vishous, así que aunque parecía que había durado una vida en ese torrente de energía, solo habían pasado algunos segundos. Y en tan poco tiempo, se había quedado sin aliento por completo. Se giró hacia V y sus ojos se encontraron con estrellas brillando por todo su rostro. No le importó que a él a veces no le gustara, tuvo que acercarse, tuvo que poner las manos sobre su rostro, a ambos lados para ver mejor sus runas. Las conocía bien, y ya no eran las mismas. El tatuaje había cambiado.- Vishous...- ¿Era la misma energía que ella sentía, o había vuelto con eso? - Tus sellos. Tus sellos cambiaron.- Lo tomó de las manos hasta el espejo para que se viera en él y la invadió una extraña felicidad. Unió los labios con los de él y le besó con pasión, uniendo su energía con la de él.
Te ves más tranquilo...- En cuanto salió de la habitación, su mente nublada se aclaró. Se lo atribuyó a la caminata y al aire un poco más fresco por encima del vitral. Caminó apresurada hasta la habitación, y nada más entrar, sus ojos se clavaron en las estrellas del cielo y sintió una energía distinta en ella.- ¿Yo tenía razón? - Una energía infinita la golpeó como un rayo; se parecía a la que había sentido al conocer a Gaia. Una conexión que iba desde lo más lejano del cosmos y la envolvía hasta conectarse con la tierra en su totalidad. Completa y a la vez con cada pequeña cosa una a una. Una descarga de energía que fluía con ligereza y delicia por todo su cuerpo. Recordaba las indicaciones de Vishous, así que aunque parecía que había durado una vida en ese torrente de energía, solo habían pasado algunos segundos. Y en tan poco tiempo, se había quedado sin aliento por completo. Se giró hacia V y sus ojos se encontraron con estrellas brillando por todo su rostro. No le importó que a él a veces no le gustara, tuvo que acercarse, tuvo que poner las manos sobre su rostro, a ambos lados para ver mejor sus runas. Las conocía bien, y ya no eran las mismas. El tatuaje había cambiado.- Vishous...- ¿Era la misma energía que ella sentía, o había vuelto con eso? - Tus sellos. Tus sellos cambiaron.- Lo tomó de las manos hasta el espejo para que se viera en él y la invadió una extraña felicidad. Unió los labios con los de él y le besó con pasión, uniendo su energía con la de él.
Entrecerró los ojos cuando se incorporó porque entonces tuvo que mover la cabeza hacia atrás para poder verlo. Ya no se ponía nerviosa cuando invadía su espacio personal, sentía otras cosas pero no nerviosismo ni miedo. Ladeó suavemente la cabeza, mirando la pared de la habitación cuando le susurró aquello sintiendo un estremecimiento general por el tono de su voz. Sonrió de lado, con cierto orgullo e iba a decirle algo hasta que percibió como inspiraba su aroma -Para de hacer esas cosas- Le dijo empujándolo suavemente mientras se le coloreaban las mejillas porque, por mucho que hubiese progresado en ese aspecto, Wthyr era tan directo que aún le ocasionaba sonrojos violentos.
Sin embargo, el siguiente tema era más serio. Pensó y analizó sus palabras, pero también lo poco que conocía a Gwen. Le miró con un poco de empatía en la mirada -Gwen tiene la idea del sacrificio implantada desde siempre Wthyr. Además, es lo suficientemente madura para no dejarme que le imponga ideas- Después se mordió el labio dubitativa pensando en lo de la maldición y asintió. De acuerdo, lo comprendía. Pensó de nuevo en Gwen y lentamente su mente le llevó a Gio y a la respuesta que le había dado -A Giordano le gusta Gwen. Le gusta…de gustar- Especificó mientras se cambiaba para luego irse a la cama sentándose en forma de indio.
-Sí… Fue…- Se quedó un momento en silencio mientras sentía una fuerte nostalgia, tan fuerte que se le humedecieron los ojos otra vez -Fue como volver en el tiempo…- levantó las manos y se secó suavemente las lágrimas negando con la cabeza -Perdón…Estoy demasiado sensible- Confesó, levantándose la camisa cuando más lágrimas cayeron -Es sólo que los extraño mucho y … Rhaegar me ha dado una puta esperanza de que quizás pueda volver a estar alrededor de ellos y…No quiero confiarme, no quiero creerlo, pero lo ansío tanto que no puedo evitar tener esa llama de esperanza ardiendo- Se acarició el pecho, donde estaba su corazón frunciendo brevemente el ceño.
Dejó escapar el aire lentamente y al recordar lo de la llama miró alrededor -A Gio le han aparecido unas llamas en su cuarto…Ha sido raro, pero Gwen ni Sofía han notado nada. ¿Tú has revisado algo aquí?- Inquirió incorporándose de nuevo y mirando alrededor, empezando a trastear por todos los sitios que podía porque de pronto la duda y la incertidumbre se hicieron muy pesadas en su cuerpo.
-¿Dónde están las hadas Wthyr? Si he renovado el pacto…¿Dónde están? ¿Por qué no vienen a mí?- Preguntó inquieta. Tras un rato encontró un libro, se lo señaló como cuestionándole por él mientras se sentaba en la cama con él en el regazo, empezando a pasar las páginas para leer con facilidad porque …eran runas. No texto normal. Siguió leyendo con curiosidad -¿Has podido descansar? Perdón por despertarte…Quédate conmigo un rato- Le dijo mientras ubicaba mentalmente a las personas despiertas , encontró a Freyja y le preguntó si podía hacer guardia a lo que respondió que ya estaba haciendo eso -Freyja está haciendo la primera guardia y después la hará el teniente Royden-
Dado de exploración habitación
Dado de leer libro de criaturas
Sin embargo, el siguiente tema era más serio. Pensó y analizó sus palabras, pero también lo poco que conocía a Gwen. Le miró con un poco de empatía en la mirada -Gwen tiene la idea del sacrificio implantada desde siempre Wthyr. Además, es lo suficientemente madura para no dejarme que le imponga ideas- Después se mordió el labio dubitativa pensando en lo de la maldición y asintió. De acuerdo, lo comprendía. Pensó de nuevo en Gwen y lentamente su mente le llevó a Gio y a la respuesta que le había dado -A Giordano le gusta Gwen. Le gusta…de gustar- Especificó mientras se cambiaba para luego irse a la cama sentándose en forma de indio.
-Sí… Fue…- Se quedó un momento en silencio mientras sentía una fuerte nostalgia, tan fuerte que se le humedecieron los ojos otra vez -Fue como volver en el tiempo…- levantó las manos y se secó suavemente las lágrimas negando con la cabeza -Perdón…Estoy demasiado sensible- Confesó, levantándose la camisa cuando más lágrimas cayeron -Es sólo que los extraño mucho y … Rhaegar me ha dado una puta esperanza de que quizás pueda volver a estar alrededor de ellos y…No quiero confiarme, no quiero creerlo, pero lo ansío tanto que no puedo evitar tener esa llama de esperanza ardiendo- Se acarició el pecho, donde estaba su corazón frunciendo brevemente el ceño.
Dejó escapar el aire lentamente y al recordar lo de la llama miró alrededor -A Gio le han aparecido unas llamas en su cuarto…Ha sido raro, pero Gwen ni Sofía han notado nada. ¿Tú has revisado algo aquí?- Inquirió incorporándose de nuevo y mirando alrededor, empezando a trastear por todos los sitios que podía porque de pronto la duda y la incertidumbre se hicieron muy pesadas en su cuerpo.
-¿Dónde están las hadas Wthyr? Si he renovado el pacto…¿Dónde están? ¿Por qué no vienen a mí?- Preguntó inquieta. Tras un rato encontró un libro, se lo señaló como cuestionándole por él mientras se sentaba en la cama con él en el regazo, empezando a pasar las páginas para leer con facilidad porque …eran runas. No texto normal. Siguió leyendo con curiosidad -¿Has podido descansar? Perdón por despertarte…Quédate conmigo un rato- Le dijo mientras ubicaba mentalmente a las personas despiertas , encontró a Freyja y le preguntó si podía hacer guardia a lo que respondió que ya estaba haciendo eso -Freyja está haciendo la primera guardia y después la hará el teniente Royden-
Dado de exploración habitación
Dado de leer libro de criaturas
Dados
Raza
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Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El miembro 'Catherine Le Fay' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Dado (20)' :
'Dado (20)' :
Shyvanna Pendragon
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Bando
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Edad
Nacionalidad
- +18:
- Estaba en ese punto delicioso en el que no puedes pensar en otra cosa que el constante estímulo placentero que recibías. Nada cruzaba su cabeza. Absoluta libertad de preocupaciones, de estrés, de muertes y consecuencias. Quería quedarse allí en ese momento, alargarlo en el tiempo cuando pudiera pero la lujuria no quería esperar y su cuerpo ansiaba el clímax.
Acompañó a Matvey en sus movimientos y cuando se inclinó para besarla, percibió el calor de su cuerpo en su espalda y la pasión en sus labios, que le robó otro gemido que se alargó cuando le ayudó a acariciarse. Shyvanna apoyó la frente en la mesa, incapaz de contener mucho más su excitación - Joder… Sí…- Eso era lo que quería, todo. Todo, absolutamente todo.
De su piel, para nada impoluta, entre las heridas recientes y otras antiguas de las que portaba cicatrices aún; se empezaron a desprender pequeñas motas y pizcas de su magia en un tono dorado rojizo. Su cabello dorado, desparramado por su espalda y la mesa empezó a emitir un suave brillo y el corazón empezó a latir aún más desbocado -Sí…- Gimió otra vez cuando Matvey imprimió más fuerza a sus movimientos. Las motas poco a poco se fueron uniendo en un hilo visible que se unió con aquel que emitía Matvey, uniendo ambas auras mágicas para actuar en una sinergía que revitalizara su energía y su magia
-Ah…Joder…Matvey- Shyvanna había follado mucha gente. Mucha gente. Demasiada. Y en Beltane había copulado con los que ella creía que eran los mejores. Siempre optando por los de más alto rango en Ávalon para obtener el mejor chute de energía que pudiera. Pero … ¿Aquello? No podía explicarlo. La potencia de la magia del nigromante rivalizaba y, a veces, hasta le ganaba a la propia. Era una danza de pasos rápidos y fieros, supuso que venía a raíz de la diferencia radical entre ellos. No a nivel de familias o política, sino de una forma más natural. Él era aliado de la muerte y ella debía ser aliada de la vida.
Shyvanna empezó a estremecerse cuando finalmente su magia consiguió el término ideal para comulgar con la del nigromante y vio el resplandor del cambio de color a su alrededor, aunque no fuese capaz de observar el intercambio de sus auras. La mano que tenía libre la llevó a su boca y se mordió con fuerza mientras la otra subió hasta agarrar de la muñeca a Matvey y clavarle las uñas; cuando finalmente uno de sus movimientos la lanzó por el borde del placer y las sensaciones la bañaron con una violencia que la hizo herirse para no gritar con toda su fuerza.
Una y otra vez las ráfagas de placer le recorrían y con cada una de ellas su magia volvía lentamente a su cuerpo potenciando las sensaciones, era más renovada y más sabia, con una comprensión más clara de la muerte y por qué evitarla. El resto de sus sentidos había implosionado. No oía nada más que un severo pitido en los oídos, tuvo que cerrar los ojos porque se le ensombrecía la mirada, parecía que el oxígeno no existía y tenía la boca seca. Se dejó llevar, por lo que su cuerpo necesitaba para reponerse mientras se concentraba en respirar y en recuperar su cerebro y voluntad.
Apartó la mano de sus labios, relamiéndose la sangre y apoyando la cabeza de lado sobre esta, como si fuera una almohada. Tenía los ojos cerrados, una sonrisa pequeña y su cuerpo era…gelatina. Menos mal que tenía una superficie fuerte bajo ella y Matvey continuaba agarrándola porque temía que iba a derretirse hacia el suelo.
Ahora sí, su hambre parecía haberse saciado. Podía sentirlo…así como podía sentir todo. Absolutamente todo.
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Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
El miembro 'Shyvanna Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Embarazo' :
'Embarazo' :
Si bien iba a seguir mirando a Sofía, sus ojos se fijaron en las runas de nuevo. Seguían…llamándole. Sabía que las había visto pero no lograba ubicarlas. De pronto, mutaron y Vishous parpadeó lentamente mientras las runas cambiaban a algo mucho más complejo.
"También temieron mi poder una vez". No era la primera vez que un ser superior le hablaba, pero a diferencia de Gaia; esta voz le era familiar, como si siempre hubiese estado a su lado, susurrándole, alentándole pero bajo un velo denso y oculto que apagaba la potencia de su voz. Se giró un poco como buscando un ser de luz, hecho de estrellas y oscuridad, parecido al que habían visto fuera. Pero no había nada. "Que nadie se interponga en tu nuevo ciclo", frunció el ceño y se volvió hacia las runas de nuevo pero entonces…
Se estremeció con fuerza mientras un torrente de energía se descargaba en su cuerpo. Se miró las manos sin comprender de donde venía todo porque él no lo estaba convocando y entonces…las runas emitieron luz y Vishous observó la galaxia y sus confines, como si pudiera comprender lo vasto que era su poder mientras las runas se adherían a su piel.
“No te vayas”, le pidió a la voz. “Enséñame”, el problema era que no había nadie para enseñarle y por eso los Eire habían preferido cortar sus alas. Pero si ella había estado en aquella posición quizás podía ayudarle. Volvió los ojos, muy claros, como luz de estrellas hacia Sofía cuando le llamó. El aro de color azul marino que antes había delineado sus irises no estaba. Ahora sus ojos grises eran claros y luminosos dándole un aspecto un poco menos normal ya que apenas se distinguía sus iris de su esclerótica.
-Lo sé- Murmuró mientras se acercaba al espejo y contemplaba las runas y luego sus ojos. Se acarició suavemente las runas con cuidado, como si tuviera miedo de borrarlas y perder aquella oportunidad. Estaba aún en shock cuando Sofía lo besó. Joder, porqué su mujer no entendía que ÉL no estaba acostumbrado a esas cosas. Recibió su aura casi inmediatamente y Vishous sintió cierto sofoco porque…-Sofía, para- Murmuró y la cogió del cuello con brusquedad para alejarla -Espera…Retrae tu aura, tengo demasiada energía ahora y…no podemos experimentar así nada más. Puedo querer hacer lo de siempre y acabar calcinándote-
Inspiró profundamente y luego le sonrió, para después reírse -¿La oíste? Hubo alguien como yo antes de mí- Le dijo con cierta ilusión y soltó su cuello para enredar los dedos en su cabello rojo y echar su cabeza hacia atrás mientras le hablaba -No soy el único- Pero tenía que verla… Dirigió su mirada alrededor e instintivamente ubicó la espada, observándola para luego mirar la puerta. Nadie debía entrar a su habitación y poner manos en su espada. Con un gesto de la mano corrió una silla hacia la puerta y la bloqueo. Por si acaso.
"También temieron mi poder una vez". No era la primera vez que un ser superior le hablaba, pero a diferencia de Gaia; esta voz le era familiar, como si siempre hubiese estado a su lado, susurrándole, alentándole pero bajo un velo denso y oculto que apagaba la potencia de su voz. Se giró un poco como buscando un ser de luz, hecho de estrellas y oscuridad, parecido al que habían visto fuera. Pero no había nada. "Que nadie se interponga en tu nuevo ciclo", frunció el ceño y se volvió hacia las runas de nuevo pero entonces…
Se estremeció con fuerza mientras un torrente de energía se descargaba en su cuerpo. Se miró las manos sin comprender de donde venía todo porque él no lo estaba convocando y entonces…las runas emitieron luz y Vishous observó la galaxia y sus confines, como si pudiera comprender lo vasto que era su poder mientras las runas se adherían a su piel.
“No te vayas”, le pidió a la voz. “Enséñame”, el problema era que no había nadie para enseñarle y por eso los Eire habían preferido cortar sus alas. Pero si ella había estado en aquella posición quizás podía ayudarle. Volvió los ojos, muy claros, como luz de estrellas hacia Sofía cuando le llamó. El aro de color azul marino que antes había delineado sus irises no estaba. Ahora sus ojos grises eran claros y luminosos dándole un aspecto un poco menos normal ya que apenas se distinguía sus iris de su esclerótica.
-Lo sé- Murmuró mientras se acercaba al espejo y contemplaba las runas y luego sus ojos. Se acarició suavemente las runas con cuidado, como si tuviera miedo de borrarlas y perder aquella oportunidad. Estaba aún en shock cuando Sofía lo besó. Joder, porqué su mujer no entendía que ÉL no estaba acostumbrado a esas cosas. Recibió su aura casi inmediatamente y Vishous sintió cierto sofoco porque…-Sofía, para- Murmuró y la cogió del cuello con brusquedad para alejarla -Espera…Retrae tu aura, tengo demasiada energía ahora y…no podemos experimentar así nada más. Puedo querer hacer lo de siempre y acabar calcinándote-
Inspiró profundamente y luego le sonrió, para después reírse -¿La oíste? Hubo alguien como yo antes de mí- Le dijo con cierta ilusión y soltó su cuello para enredar los dedos en su cabello rojo y echar su cabeza hacia atrás mientras le hablaba -No soy el único- Pero tenía que verla… Dirigió su mirada alrededor e instintivamente ubicó la espada, observándola para luego mirar la puerta. Nadie debía entrar a su habitación y poner manos en su espada. Con un gesto de la mano corrió una silla hacia la puerta y la bloqueo. Por si acaso.
- +18:
- Tras eso volvió a Sofía. Estaba puto feliz -Te voy a follar tanto- Le soltó sin ningún tipo de rodeo y la cargó directamente hacia la cama, depositándola mientras con manos expertas destrozaba su vestido con la facilidad de la experiencia y le abría las piernas para encontrarla húmeda y dispuesta -Dime qué estabas pensando allá fuera...tu cuerpo no miente- Murmuró mientras le besaba la zona interior de los muslos, saboreando su piel y avanzando hasta encontrar lo que buscaba. Soltó un gruñido ronco al saborearla y después se enfocó en recompensarla por su idea, pero también porque le puto apetecía. Le rodeó las piernas con los brazos para que no se le escapara en ningún momento y la tuviera bien colocada para darse un banquete.
Gwen Pendragón
Raza
mensajes
puntos
Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
Gio me dijo que el violoncello podría gustarme, y mi mente se deslizó rápidamente hacia una escena ardiente donde él estaba posicionado tras de mí, enseñándome a tocar el instrumento. Sentía su cuerpo contra el mío, sus manos corrigiendo la postura de mis piernas. El calor se instauró entre ellas, y volví a la realidad con la respiración un poco acelerada.-La música del arpa no es pudorosa, el instrumento lo es -respondí, tratando de disimular mi agitación.
Observé a Sofía, que estaba sentada en la cama acariciándose. El vino definitivamente le había afectado. A pesar de que mis pensamientos estaban centrados en Gio, la sensación urgente de necesitar el contacto de alguien me hizo preguntarme cómo se sentirían las manos de Sofía. Justo entonces, llegó V y se llevó a Sofía, con una clara intención. Gio lo corroboró, y finalmente nos quedamos a solas.
Asentí cuando Gio me dijo que iba a continuar con el tatuaje. Ya debía estar prácticamente terminado. Podía aguantar un poco más aunque no estuviese presente mi excusa para no lanzarme hacia él. Arqueé un poco la espalda al sentir de nuevo la mano de Gio en mi piel, conteniendo el aliento por un momento. Lo solté sin querer al imaginar cómo esa mano podría recorrer más de mi cuerpo.
Gio mencionó que le había pedido a Catherine ser él quien hiciera los tatuajes para poder pasar más tiempo conmigo. Permanecí en silencio mientras hablaba, hasta que soltó el aire de esa forma que chocó contra mi nuca y ahogué el sonido que se escapó de mis labios lo mejor que pude. Ya habíamos hablado antes de eso, sería una estupidez si nos dejáramos llevar.-Yo no soy Shyvanna. No puedo tomar lo que deseo sin pensar en las consecuencias a largo plazo -respondí, intentando mantener la calma.
Cambié rápidamente de tema.-OS tomasteis la droga que se suponía que ya no teníais -dije con un tono más serio- Me hicisteis tirarla.- Me incorporé cuando Gio terminó el tatuaje y me giré para mirarlo.
—¿Consideráis necesario hacer otro tatuaje más? —pregunté, mientras mi mente se llenaba de más escenas ardientes. Sentía el efecto en mi cuerpo, y la manera en la que lo miraba era como si quisiera devorarlo en ese momento.-Se os paró el corazón.-Solté sin venir a cuento. Seguía con los ojos clavados en él, en su camisa desabotonada, en las mangas remangadas. Mordí mi labio perdiéndome en esos pensamientos.
Algunos sonidos del exterior me distrajeron apartando la mirada. -Será mejor que vaya a la cama.
Observé a Sofía, que estaba sentada en la cama acariciándose. El vino definitivamente le había afectado. A pesar de que mis pensamientos estaban centrados en Gio, la sensación urgente de necesitar el contacto de alguien me hizo preguntarme cómo se sentirían las manos de Sofía. Justo entonces, llegó V y se llevó a Sofía, con una clara intención. Gio lo corroboró, y finalmente nos quedamos a solas.
Asentí cuando Gio me dijo que iba a continuar con el tatuaje. Ya debía estar prácticamente terminado. Podía aguantar un poco más aunque no estuviese presente mi excusa para no lanzarme hacia él. Arqueé un poco la espalda al sentir de nuevo la mano de Gio en mi piel, conteniendo el aliento por un momento. Lo solté sin querer al imaginar cómo esa mano podría recorrer más de mi cuerpo.
Gio mencionó que le había pedido a Catherine ser él quien hiciera los tatuajes para poder pasar más tiempo conmigo. Permanecí en silencio mientras hablaba, hasta que soltó el aire de esa forma que chocó contra mi nuca y ahogué el sonido que se escapó de mis labios lo mejor que pude. Ya habíamos hablado antes de eso, sería una estupidez si nos dejáramos llevar.-Yo no soy Shyvanna. No puedo tomar lo que deseo sin pensar en las consecuencias a largo plazo -respondí, intentando mantener la calma.
Cambié rápidamente de tema.-OS tomasteis la droga que se suponía que ya no teníais -dije con un tono más serio- Me hicisteis tirarla.- Me incorporé cuando Gio terminó el tatuaje y me giré para mirarlo.
—¿Consideráis necesario hacer otro tatuaje más? —pregunté, mientras mi mente se llenaba de más escenas ardientes. Sentía el efecto en mi cuerpo, y la manera en la que lo miraba era como si quisiera devorarlo en ese momento.-Se os paró el corazón.-Solté sin venir a cuento. Seguía con los ojos clavados en él, en su camisa desabotonada, en las mangas remangadas. Mordí mi labio perdiéndome en esos pensamientos.
Algunos sonidos del exterior me distrajeron apartando la mirada. -Será mejor que vaya a la cama.
V
La voz del hada Mazoe resonó en su mente, suave pero llena de poder.
—Eres más poderoso que los demás, V. Te temen, lo sabes. Siempre lo han hecho. ¿Ves cómo te miran? No confían en ti, ni tú deberías confiar en ellos.
V sintió un escalofrío recorrer su columna mientras las palabras de Mazoe penetraban en su mente.
—La que se postra bajo ti —continuó la voz— no es más que un entretenimiento. Mantén tus ojos abiertos, V. Todos tienen sus propios intereses, y no dudarán en traicionarte si les conviene. Los suyos ya te atraparon una vez.
El pensamiento de Sofía le vino a la mente. ¿Podría confiar en ella? La espada estaba en la habitación, y ella también. ¿Podría intentar robarla? La desconfianza empezó a crecer en su interior, alimentada por las palabras del hada.
CATHERINE Y WTHYR
Catherine encuentra un anillo perteneciente a Morgana.
El libro habla de criaturas feericas principalmente acuáticas. Puede ver imágenes de cómo se representan. Algunas de las criaturas son hijos feericos de las hadas combinados con otras personas o criaturas. Las hadas los creaban para darles el favor de una nueva vida a esas otros seres con los que se combinaban a través de un sacrificio del hijo feerico.
Visión sensorial (ambos están en los cuerpos de la visión)
La voz del hada Mazoe resonó en su mente, suave pero llena de poder.
—Eres más poderoso que los demás, V. Te temen, lo sabes. Siempre lo han hecho. ¿Ves cómo te miran? No confían en ti, ni tú deberías confiar en ellos.
V sintió un escalofrío recorrer su columna mientras las palabras de Mazoe penetraban en su mente.
—La que se postra bajo ti —continuó la voz— no es más que un entretenimiento. Mantén tus ojos abiertos, V. Todos tienen sus propios intereses, y no dudarán en traicionarte si les conviene. Los suyos ya te atraparon una vez.
El pensamiento de Sofía le vino a la mente. ¿Podría confiar en ella? La espada estaba en la habitación, y ella también. ¿Podría intentar robarla? La desconfianza empezó a crecer en su interior, alimentada por las palabras del hada.
CATHERINE Y WTHYR
Catherine encuentra un anillo perteneciente a Morgana.
El libro habla de criaturas feericas principalmente acuáticas. Puede ver imágenes de cómo se representan. Algunas de las criaturas son hijos feericos de las hadas combinados con otras personas o criaturas. Las hadas los creaban para darles el favor de una nueva vida a esas otros seres con los que se combinaban a través de un sacrificio del hijo feerico.
Visión sensorial (ambos están en los cuerpos de la visión)
- visión:
- Mientras Wthyr y Catherine se encontraban en la habitación de Morgana, la atmósfera mágica de la habitación comenzó a envolverlos en una niebla densa y etérea. Los colores de las paredes parecían desvanecerse, y los objetos antiguos emitían un brillo suave y misterioso. Sin previo aviso, ambos se sintieron transportados a un tiempo y lugar distintos, compartiendo la misma visión.
Wthyr y Catherine se encontraban en medio de un campo de batalla devastado. El suelo estaba cubierto de hierba marchita, y el aire estaba cargado con el olor a humo y sangre. Gritos de guerreros heridos y el choque de espadas resonaban alrededor de ellos. En el centro del caos, dos figuras destacaban: Arturo y Morgana, enfrentándose con furia y determinación.
Arturo, con su armadura brillante y su espada en alto, luchaba con una mezcla de rabia y desesperación. Morgana, con su manto oscuro ondeando al viento, canalizaba su magia en ataques precisos y poderosos. Sus ojos se encontraron en medio del combate, y en ese momento, el mundo pareció detenerse.
Arturo avanzó hacia Morgana, esquivando sus hechizos y bloqueando sus ataques con su espada. Cada movimiento era una danza mortal, una lucha por la supremacía y el amor que los había unido y separado. Morgana retrocedió, lanzando un hechizo tras otro, pero Arturo era implacable.
Finalmente, Arturo logró desarmar a Morgana, su espada volando lejos de su alcance. La respiración de ambos era entrecortada, sus cuerpos tensos por el esfuerzo y la adrenalina. Arturo la acorraló contra un árbol, su rostro a solo centímetros del de ella.
El viento susurraba entre las hojas, llevando consigo el eco de su batalla. Arturo y Morgana estaban tan cerca que podían sentir el calor del aliento del otro. Sus ojos se clavaron en una mirada intensa y cargada de emociones. La furia, el dolor, el amor, todo se mezclaba en ese instante.
Arturo, con un movimiento decidido, cerró la distancia entre ellos, sus labios encontrando los de Morgana en un beso apasionado. La intensidad de su batalla se transformó en una explosión de deseo. El beso era urgente, desesperado, como si fuera la última oportunidad de estar juntos.
Wthyr y Catherine sentían cada emoción con una intensidad abrumadora. El deseo ardiente de Arturo, la pasión contenida de Morgana, el dolor de la traición y la añoranza de lo que nunca podría ser. Sus corazones latían al unísono con los de Arturo y Morgana, y sus cuerpos respondían a las sensaciones de la visión.
Arturo deslizó sus manos por la cintura de Morgana, tirando de ella hacia él con fuerza. Sus cuerpos se presionaban juntos, el calor y la electricidad entre ellos eran casi palpables. Morgana respondió con igual fervor, sus manos enredándose en el cabello de Arturo mientras el beso se profundizaba.
La urgencia de su deseo los llevó al suelo, donde el césped seco y el suelo duro apenas eran notados. Sus manos exploraban cada rincón del cuerpo del otro, desnudándose mutuamente con una mezcla de suavidad y desesperación. Los gemidos y suspiros llenaban el aire mientras se unían, dejando que la pasión reprimida estallara en un frenesí de movimientos.
El clímax fue intenso, una liberación de todas las tensiones y emociones que habían acumulado. Se aferraron el uno al otro, sintiendo el vínculo profundo y eterno que los unía. La magia del bosque parecía intensificar sus sentimientos, haciéndolos más vívidos y reales.
En medio de su pasión, Arturo sintió un dolor agudo en su costado. Sus ojos se abrieron de golpe, y se encontró mirando los ojos oscuros de Morgana, llenos de lágrimas y determinación. Bajó la vista y vio el cuchillo ensangrentado que ella había clavado en su abdomen.
- +18:
- Podia notar como su cuerpo se tensaba mas y mas como la cuerda de un arco, lista para soltar la flecha, pero...aun no...aun no....
Le susurré ese "aun no" cerca del oido, con voz ronca, y prolongamos un poco más ese placer nuestro. Su magia y su cuerpo entero se sentían como fuego. Eso era lo que se sentía con ella, por ser descendiente de la sangre de dragones? Esencia arcana, pura y dura. En esos instantes, se me antojó como una combinación perfecta a mi propio poder. Sentía el climax llegar pero al tiempo no quería renunciar todavía al calor de su interior...y a sus movimientos...
Su magia empezó a responder. Era un fenómeno nuevo, que...no habia presenciado nunca. Mi propio poder se unió al suyo, entrelazandose. Parecía una pelea, un baile, uno perfecto. El frío parecía debatirse contra su fuego. La muerte y el renacer. En mi cabeza se produjo una explosión de voces, de susurros, inconexos todos ellos, al tiempo que mi cuerpo se desataba dentro de ella al notar a ella hacer lo mismo. Ahogué un gemido de placer, mordiendo mi labio inferior, apretando sus caderas fuertemente y...al final, jadeante, acabé apoyandome sobre su espalda, ambos inclinados sobre la mesa. Retiré su pelo de la cara, la miré un momento y comprobé su sonrisa. Estaba bien. Intenté regular mi respiración. Su cuerpo ya no estaba tenso, la noté suave bajo mi, si la soltaba podría caerse. Yo mismo necesitaba apoyarme en la mesa.
- Entiendo mejor tu magia, ahora. - le dije aun cerca de ella, tomandome otros tantos segundos en esa posición hasta que el ritmo cardiaco se reguló y me pude incorporar, saliendo de ella y ayudandola al tiempo a levantarse tambien, emitiendo un leve gruñido por lo sensible que seguia todo. La tomé de la mano y la llevé conmigo a las aguas de antes, donde limpiamos el sudor de nuestra piel y de paso, los arañazos, marcas de mordiscos, moratones del cuello...Estaba exhausto, pero revitalizado de un modo maravilloso. Ella parecía estar igual y no nos hicieron falta las palabras.
Pasaron al menos diez minutos hasta que nuestros cuerpos salieron lo suficiente del extasis anterior para salir de las aguas y poder vestirnos. Shyvanna fue hacia la puerta, y la mantuve cerrada unos instantes.
- Hasta mañana. Tenemos una batalla que ganar. - la abri por fin y tras ver que se metía en su habitación, observé las demas puertas.
"Mmmm...aqui hay mas gente que no está durmiendo"
Curiosa, la magia de este sitio. Peligrosa incluso, quizá. Era imposible decir que me arrepentía de lo hecho con Shyvanna, solo a nivel de magia ya habia merecido la pena. Cerré tras de mi, y ahora si, fui a la cama donde no tardé más de un minuto en caer profundamente dormido. Aunque sería una noche de visiones, susurros y visitas entre sueños...
- No hay ningun instrumento pudoroso o no, todo depende de cómo lo toques... Puedes tocar algo con recato o...soltar toda tu pasión en ello y dejarte llevar. Lo segundo siempre hace que nazca mejor musica. - sonreí de lado. - Podría darte un concierto de arpa que escandalizaría a mas de una y de uno.
Lo decía con sinceridad pero tambien habia una propuesta velada en mis palabras. Las cosas que haría...si ella estuviera dispuesta. Ah, pero ahi estaban de nuevo. Sus normas.
- Ya se que no eres Shyvanna. - dije con cariño. - Eres terca fuerte de un modo que ella....
"ella no"
Gwen también se habia dado cuenta. Apreté los labios porque sentí que la habia decepcionado con aquello. Sabia que habia sido un error y que probablemente, el efecto secundario no colaboró en mi estado, si no al contrario, lo empeoró.
- Lo sé. - tracé los ultimos simbolos del tatuaje y ella no tardó en levantarse. Apagué la maquina y la dejé de lado en la mesa. Vi su mirada que se contradecia a sus palabras. - Te haría cien mas si eso sirviera para protegerte. - le respondí un tanto encendido. La notaba enfadada pero de un modo insoportable, me atraía mas que nunca. Necesitaba abrazarla, que se quedara conmigo, besar su piel, sus labios...todo. La incomodidad de mi zona sur no hacia mas que aumentar y eso me llevó a maldecir mentalmente mi fisionomia masculina.
Su frase trajo de nuevo a mi cabeza los momentos en los que, efectivamente, estuve mas muerto que vivo. Esos momentos seguian demasiado vividos en mi memoria, para mi gusto.
- Lo sé. - repetí lo mismo de antes. Que iba a decir? Que ella tambien me lo paraba? Y de un modo casi mas doloroso, a decir verdad. Ella se distrajo por unos ruidos pero yo no podia quitarle la mirada de encima. Necesitaba que se quedase conmigo, pero entonces habló de irse a la cama.
-Podéis quedaros en la mia.-vale, eso me habia salido solo y sin pensarlo.
Si no era ahora, cuando? Sí o no, necesitaba una dirección.
- No es justo imponerte mis deseos. Y aun asi no me veo capaz de renunciar a tí... - extendí un poco los brazos a ambos lados de mi cuerpo, en expresion de indefensión. - Si has de irte, vete. Si has de quedarte, quédate-.
Lo decía con sinceridad pero tambien habia una propuesta velada en mis palabras. Las cosas que haría...si ella estuviera dispuesta. Ah, pero ahi estaban de nuevo. Sus normas.
- Ya se que no eres Shyvanna. - dije con cariño. - Eres terca fuerte de un modo que ella....
"ella no"
Gwen también se habia dado cuenta. Apreté los labios porque sentí que la habia decepcionado con aquello. Sabia que habia sido un error y que probablemente, el efecto secundario no colaboró en mi estado, si no al contrario, lo empeoró.
- Lo sé. - tracé los ultimos simbolos del tatuaje y ella no tardó en levantarse. Apagué la maquina y la dejé de lado en la mesa. Vi su mirada que se contradecia a sus palabras. - Te haría cien mas si eso sirviera para protegerte. - le respondí un tanto encendido. La notaba enfadada pero de un modo insoportable, me atraía mas que nunca. Necesitaba abrazarla, que se quedara conmigo, besar su piel, sus labios...todo. La incomodidad de mi zona sur no hacia mas que aumentar y eso me llevó a maldecir mentalmente mi fisionomia masculina.
Su frase trajo de nuevo a mi cabeza los momentos en los que, efectivamente, estuve mas muerto que vivo. Esos momentos seguian demasiado vividos en mi memoria, para mi gusto.
- Lo sé. - repetí lo mismo de antes. Que iba a decir? Que ella tambien me lo paraba? Y de un modo casi mas doloroso, a decir verdad. Ella se distrajo por unos ruidos pero yo no podia quitarle la mirada de encima. Necesitaba que se quedase conmigo, pero entonces habló de irse a la cama.
-Podéis quedaros en la mia.-vale, eso me habia salido solo y sin pensarlo.
Si no era ahora, cuando? Sí o no, necesitaba una dirección.
- No es justo imponerte mis deseos. Y aun asi no me veo capaz de renunciar a tí... - extendí un poco los brazos a ambos lados de mi cuerpo, en expresion de indefensión. - Si has de irte, vete. Si has de quedarte, quédate-.
Su euforia y todo el torrente de energía que sentía por dentro la tenían completamente en una felicidad enorme. Por eso, cuando se elevó a la infinita potencia al unirse a V, no pudo más que aumentar dentro de sí misma esa sensación con ESE poder del que V seguía... ¿huyendo? ¿Temiendo? La conexión que necesitaba simplemente no se completaba. El dolor en el cuello y la clavícula la sacó bruscamente de ese estado y la bajó rápidamente a una realidad distinta de nuevo. Era un dolor cresciente, muy distinto al placer que sus propias manos le habían dado en la habitación de la tierra. ¿Era el vino? Debía ser el maldito vino... Fuerte, celebratorio, como había dicho Gwen... Pensar en Gwen la reconfortaba.
Había pasado por demasiadas emociones fuertes en cuestión de minutos. De la extrema excitación a la euforia. Ahora le añadia un profundo miedo contra quien la atacaba. Su cuerpo se contrajo bajo su fuerte agarre y sus manos tomaron la muñeca del moreno para evitar más daño. Su único acierto fue levantarle la mirada, porque pudo ver de cerca los ojos de su esposo. Detallista hasta el hueso como era, no se le pasó por alto el ligero cambio que había en ellos. Había llegado así de su "guardia". Se había ido molesto y había vuelto feliz, pero volátil. Negó rápidamente a su pregunta, ella no había escuchado nada. Siguió los ojos de él con la mirada, veían la espada. Esa también era nueva. Se quedó contra la pared cuando V se fue a cerrar la puerta y por un inquietante instante, trató de huir de él pensando que la mataría. Que la amenaza era él. Quizás por cómo había visto la espada antes de encerrar la habitación. Lo único que moriría en aquel instante sería su vestido.
Había pasado por demasiadas emociones fuertes en cuestión de minutos. De la extrema excitación a la euforia. Ahora le añadia un profundo miedo contra quien la atacaba. Su cuerpo se contrajo bajo su fuerte agarre y sus manos tomaron la muñeca del moreno para evitar más daño. Su único acierto fue levantarle la mirada, porque pudo ver de cerca los ojos de su esposo. Detallista hasta el hueso como era, no se le pasó por alto el ligero cambio que había en ellos. Había llegado así de su "guardia". Se había ido molesto y había vuelto feliz, pero volátil. Negó rápidamente a su pregunta, ella no había escuchado nada. Siguió los ojos de él con la mirada, veían la espada. Esa también era nueva. Se quedó contra la pared cuando V se fue a cerrar la puerta y por un inquietante instante, trató de huir de él pensando que la mataría. Que la amenaza era él. Quizás por cómo había visto la espada antes de encerrar la habitación. Lo único que moriría en aquel instante sería su vestido.
- +18:
- V volvió a ella... con la misma sonrisa de oreja a oreja que ella tenía un momento atrás. Aquel lugar era inquietante y manejaba sus emociones a antojo. Pero mientras veía las estrellas del cielo desde su lecho, el miedo se desvaneció, porque ahora también brillaban para ella. Verlas era completamente reconfortante porque sabía que esa conexión que deseaba estaba disponible para ella, aunque V no estuviera completamente ahí todavía. Ella sabía llegar, le ayudaría.- Pensaba... en su piel.- Y curiosamente volver a pensar en ella, en sus suaves hombros que hubiera matado por tocar, fue suficiente para exaltar su espíritu de nuevo y recibir a su esposo entre sus piernas. La electricidad la recorrió, pues su imaginación le traía vívidas imágenes mientras sus manos recorrían la propia piel desde sus pechos hasta sus muslos.- Pensaba en besar su piel, en lo suave que debía sentirse.- No necesitaba cerrar los ojos para verla, pero cuando lo hizo, su mente repitió la escena de cómo había entrado a esa habitación, pero ahora con ella a su lado, con ella reflejándose en el espejo, con ella entre sus piernas, y fue lo único que necesitó para liberarse contra los labios de su esposo, tomando su mano con fuerza mientras gemía el nombre. Primero el de Vishous, y después el de Gwen.
Por supuesto que sabía lo madura que era su hermana, a pesar de ser la más joven de los seis, y tampoco le era desconocida lo inculcada que tenía su misión como sacrificio. No era para menos, era así por culpa de sus padres. Lo otro tampoco le sorprendió, Catherine y él habían comentado alguna vez cosas respecto a Gio y Gwen. - La conozco, y por eso también sé que no hará nada para demostrar su interés por Giordano. - al contrario, estaba hasta dispuesta de comprometerse con el viejo de la casa Hipatia para satisfacer su necesidad de alianzas. - Él debería dar el primer paso. - sugirió a Catherine, como encargándole que hablase él con su amigo. Pero claro, ese plan parecía muy banal comparado con todos los planes que tenían que hacer allí dentro.
Descartó la idea de irse ya de la habitación al verla llorar por lo de sus hermanos, regresando a la cama para sentarse a su lado para escuchar todo lo que tenía que decir. No sabía qué le había dicho Rhaegar, pero no veía posible que pudieran volver a estar juntos. Eso no ayudaba en nada a quedarse en paz, la hacía ilusionarse en vano. - A veces la esperanza es un regalo envenenado...porque si no se cumple es como volver a perder. - si lo que decía su hermano fuese cierto sería como tener esperanza en que todos los que estaban en el Sanguis pudiesen volver, y eso no era así. Ojalá pudiesen recuperar a algunas personas, pero era imposible. Se quedó rumiando aquello unos segundos, lo justo hasta que le sacó el tema de las habitaciones.
- Supongo que será porque los cuartos quedaron imbuidos de la magia de quienes los habitaban, aunque aquí no hay nada especialmente relevante. Sólo me traje el libro de los seres de agua que me dejó Shyvanna.- frunció el ceño al verla levantarse tan inquieta para empezar a buscar por la habitación, porque ya le había dicho que no había nada. - Ni idea. Puede que las hadas estén muertas incluso en este plano, y que aquí sólo quede el eco de lo que fueron. - esperó a que regresase a la cama con el libro que había encontrado, asintiendo a lo de quedarse un rato porque las guardias de momento estaban cubiertas. - Pude descansar, hasta que "alguien" me atacó. - remarcó ese alguien de manera acusadora, pero no dijo nada más porque todo a su alrededor comenzó a cambiar al envolverlos en una niebla densa antes de que pudieran reaccionar...
Ya no estaban allí, sino en lo que parecía un campo de batalla. Debía ser una ilusión inmersiva como las que hacía Catherine, pero parecía muy real, incluso podían sentir los olores de la sangre y del humo por todo lo que el fuego había arrasado. Lo primero que reconoció fue la espada de Arturo, porque había estado obsesionado con ese arma durante mucho tiempo. Avanzó dos pasos con expectación, reconociendo enseguida a la otra como Morgana. - Catherine, son ellos...- susurró como si no quisiera que los otros dos lo escuchasen, aunque fuese imposible. De repente ya no era él, sino que lo veía todo como si fuese el propio Arturo, como si estuviese dentro de él pero sin ser dueño de sus actos. Comenzó a sentir en sus propias carnes la agitación, la ira y el frenesí de la batalla entre ambos. Parecía ser él mismo quien estaba allí blandiendo la espada, arrinconándola contra un árbol. En ese momento pudo sentir la tensión previa a lo que estaba por suceder, no podía apartar la mirada de Morgana.
Todo el torrente de emociones invadió cada fibra de su ser de una manera que no esperaba, no era un simple espectador de todo aquello. La atracción, la pasión y el calor entre ambos lo embargó, haciendo que su cuerpo real fuera de allí reaccionase de manera inevitable a todo ese cúmulo de sensaciones que lo tenían atrapado sin poder librarse de ellas. Joder, iban a matarlos si seguían así. Justo tras el momento del clímax sintió un dolor punzante en el abdomen hizo que un gruñido ahogado escapase de sus propios labios mientras llevaba una mano al lugar en el que habían herido a Arturo. La traición había sido consumada, revelando una verdad que hasta ahora desconocía...
La visión se desvaneció nuevamente en brumas, retornando a la habitación y a la cama en la que habían estado hasta un momento antes. - La historia no fue como creía. Ella acabó con él. ¿Por qué? - notó la respiración entrecortada al hablar, todavía con la impresión que aquello le había dejado. Malditos ancestros.
Descartó la idea de irse ya de la habitación al verla llorar por lo de sus hermanos, regresando a la cama para sentarse a su lado para escuchar todo lo que tenía que decir. No sabía qué le había dicho Rhaegar, pero no veía posible que pudieran volver a estar juntos. Eso no ayudaba en nada a quedarse en paz, la hacía ilusionarse en vano. - A veces la esperanza es un regalo envenenado...porque si no se cumple es como volver a perder. - si lo que decía su hermano fuese cierto sería como tener esperanza en que todos los que estaban en el Sanguis pudiesen volver, y eso no era así. Ojalá pudiesen recuperar a algunas personas, pero era imposible. Se quedó rumiando aquello unos segundos, lo justo hasta que le sacó el tema de las habitaciones.
- Supongo que será porque los cuartos quedaron imbuidos de la magia de quienes los habitaban, aunque aquí no hay nada especialmente relevante. Sólo me traje el libro de los seres de agua que me dejó Shyvanna.- frunció el ceño al verla levantarse tan inquieta para empezar a buscar por la habitación, porque ya le había dicho que no había nada. - Ni idea. Puede que las hadas estén muertas incluso en este plano, y que aquí sólo quede el eco de lo que fueron. - esperó a que regresase a la cama con el libro que había encontrado, asintiendo a lo de quedarse un rato porque las guardias de momento estaban cubiertas. - Pude descansar, hasta que "alguien" me atacó. - remarcó ese alguien de manera acusadora, pero no dijo nada más porque todo a su alrededor comenzó a cambiar al envolverlos en una niebla densa antes de que pudieran reaccionar...
Ya no estaban allí, sino en lo que parecía un campo de batalla. Debía ser una ilusión inmersiva como las que hacía Catherine, pero parecía muy real, incluso podían sentir los olores de la sangre y del humo por todo lo que el fuego había arrasado. Lo primero que reconoció fue la espada de Arturo, porque había estado obsesionado con ese arma durante mucho tiempo. Avanzó dos pasos con expectación, reconociendo enseguida a la otra como Morgana. - Catherine, son ellos...- susurró como si no quisiera que los otros dos lo escuchasen, aunque fuese imposible. De repente ya no era él, sino que lo veía todo como si fuese el propio Arturo, como si estuviese dentro de él pero sin ser dueño de sus actos. Comenzó a sentir en sus propias carnes la agitación, la ira y el frenesí de la batalla entre ambos. Parecía ser él mismo quien estaba allí blandiendo la espada, arrinconándola contra un árbol. En ese momento pudo sentir la tensión previa a lo que estaba por suceder, no podía apartar la mirada de Morgana.
Todo el torrente de emociones invadió cada fibra de su ser de una manera que no esperaba, no era un simple espectador de todo aquello. La atracción, la pasión y el calor entre ambos lo embargó, haciendo que su cuerpo real fuera de allí reaccionase de manera inevitable a todo ese cúmulo de sensaciones que lo tenían atrapado sin poder librarse de ellas. Joder, iban a matarlos si seguían así. Justo tras el momento del clímax sintió un dolor punzante en el abdomen hizo que un gruñido ahogado escapase de sus propios labios mientras llevaba una mano al lugar en el que habían herido a Arturo. La traición había sido consumada, revelando una verdad que hasta ahora desconocía...
La visión se desvaneció nuevamente en brumas, retornando a la habitación y a la cama en la que habían estado hasta un momento antes. - La historia no fue como creía. Ella acabó con él. ¿Por qué? - notó la respiración entrecortada al hablar, todavía con la impresión que aquello le había dejado. Malditos ancestros.
Gwen Pendragón
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Las palabras de Gio resonaron en mi mente mientras trataba de mantener la compostura. La insinuación en sus palabras era clara y no hacía más que aumentar la tensión que sentía. Mi cuerpo reaccionaba a su voz, a su proximidad. Sentía cómo mi piel se erizaba y mi respiración se volvía más profunda.
Su comparación con Shyvanna hizo que apretase mis labios.-¿De qué modo?-Sabía que mi tono parecía molesto, pero era mi manera de intentar mantener el control. Él continuaba haciendo el tatuaje mientras confirmó que había consumido aquella sustancia.- Debe tener cuidado. No es prudente que os de más sangre ahora.-Evidentemente ahora mismo era una locura pensar en aquello. Sus labios cálidos en mi cuello y...
Al incorporarme y escuchar su respuesta sobre los tatuajes le mantuve la mirada, sintiendo cómo mi respiración se volvía más pesada, cómo mi pecho se elevaba con cada intento de contenerme.Sentía cada palabra resonar dentro de mí, despertando una necesidad que intentaba desesperadamente controlar. - El señor descendiente debe tener claro que el objetivo de la misión es acabar con Charles, aunque implique muertes -dije finalmente. La tensión entre nosotros era palpable, y sabía que debía mantenerme firme.
Noté cómo me miraba, y era incapaz de no imaginar escenas ardientes entre nosotros: sus manos recorriendo mi piel, su cuerpo pegado al mío mientras me enseñaba a tocar un instrumento o simplemente me sostenía en un abrazo apasionado..-No me mires así.-Pedí por lo bajo apartando la vista un momento.Mis responsabilidades, mis deberes, todo lo que estaba en juego... no podía permitirme ceder al deseo, no ahora. Pero cada mirada, cada palabra de Gio hacía que la lucha interna fuera aún más difícil de ganar.
Cuando mencionó que su corazón se había detenido, apreté los labios con fuerza. Sabía que eso había ocurrido, y me sentía culpable por haberme centrado en él en lugar de atender a Freyja. Al principio no respondí, simplemente le mantuve la mirada, dejando que mi preocupación por él hablara por sí sola.-Que no vuelva a hacerlo.-Ordené práctiamente.
Los ruidos exteriores me distrajeron un momento, y cuando Gio sugirió que me quedara con él en su cama, giré la cabeza rápidamente, clavando la vista en él.-¡Señor DaVinci! -exclamé en voz baja, escandalizada, apartando la vista rápidamente acalorada y con el rubor subiendo a mi rostro.
Era claro lo que mi cuerpo me pedía. Sentía una necesidad dolorosa de tenerle cerca, de sentirle por completo. Pero mi mente no dejaba de recordarme las consecuencias. Si todo salía bien en nuestra misión, nuestros pueblos convivirían en las islas, y lo más probable es que el conflicto se desatara nuevamente. Mi lealtad estaba con Avalon, mi compromiso con el señor de Hipatia, y la promesa de no hacer sufrir a más gente que me importaba. Solté un suspiro frustrado, llevando una mano a mi propio hombro mientras Gio expresaba su deseo de que me quedara, dejando en mis manos la decisión.
Le miré de nuevo, vacilante, incapaz de dar un paso hacia él o alejarme. Deseaba con todas mis ganas pegarme a él, sentirle, que me tocara. ¿Por qué no me había tocado aún? No de la forma en que deseaba al menos. Mis labios se abrieron lentamente mientras mi mente se desataba en una locura frenética de imágenes compartidas con él. Finalmente, me acerqué, sujetando los bordes de su camisa, observando la piel que dejaba al aire.
Tal vez era solo atracción, pensé. Tal vez si simplemente pasara, ya no habría de qué preocuparse y podría continuar con mi vida. Mordiéndome el labio aún controlándome, murmuré.-Enséñame esa melodía que escandalizaría a cualquiera.
Alcé la vista hacia él, dispuesta a auparme hasta sus labios y entonces lo sentí: el aroma a inciensos, la sensación conocida. Mi expresión cambió mientras apartaba mis pasos con sorpresa.-Beltane -dije algo alterada. Era Beltane. Abrí la puerta y observé el círculo de la vidriera, las letras de los ciclos. Beltane daba justo a mi habitación. Miré a Gio, intentando mantener la compostura.
-Mis disculpas, señor DaVinci. Creo que Catherine tenía razón y la magia de las habitaciones debe estar afectándonos.-Respiraba aceleradamente y sentía toda mi piel arder esperando su tacto. A pesar de mis palabras, no pude evitar seguir observándole del mismo modo, preguntándome si todo aquello era solo Beltane o no.
Fuerza de voluntad
Beltane?
Su comparación con Shyvanna hizo que apretase mis labios.-¿De qué modo?-Sabía que mi tono parecía molesto, pero era mi manera de intentar mantener el control. Él continuaba haciendo el tatuaje mientras confirmó que había consumido aquella sustancia.- Debe tener cuidado. No es prudente que os de más sangre ahora.-Evidentemente ahora mismo era una locura pensar en aquello. Sus labios cálidos en mi cuello y...
Al incorporarme y escuchar su respuesta sobre los tatuajes le mantuve la mirada, sintiendo cómo mi respiración se volvía más pesada, cómo mi pecho se elevaba con cada intento de contenerme.Sentía cada palabra resonar dentro de mí, despertando una necesidad que intentaba desesperadamente controlar. - El señor descendiente debe tener claro que el objetivo de la misión es acabar con Charles, aunque implique muertes -dije finalmente. La tensión entre nosotros era palpable, y sabía que debía mantenerme firme.
Noté cómo me miraba, y era incapaz de no imaginar escenas ardientes entre nosotros: sus manos recorriendo mi piel, su cuerpo pegado al mío mientras me enseñaba a tocar un instrumento o simplemente me sostenía en un abrazo apasionado..-No me mires así.-Pedí por lo bajo apartando la vista un momento.Mis responsabilidades, mis deberes, todo lo que estaba en juego... no podía permitirme ceder al deseo, no ahora. Pero cada mirada, cada palabra de Gio hacía que la lucha interna fuera aún más difícil de ganar.
Cuando mencionó que su corazón se había detenido, apreté los labios con fuerza. Sabía que eso había ocurrido, y me sentía culpable por haberme centrado en él en lugar de atender a Freyja. Al principio no respondí, simplemente le mantuve la mirada, dejando que mi preocupación por él hablara por sí sola.-Que no vuelva a hacerlo.-Ordené práctiamente.
Los ruidos exteriores me distrajeron un momento, y cuando Gio sugirió que me quedara con él en su cama, giré la cabeza rápidamente, clavando la vista en él.-¡Señor DaVinci! -exclamé en voz baja, escandalizada, apartando la vista rápidamente acalorada y con el rubor subiendo a mi rostro.
Era claro lo que mi cuerpo me pedía. Sentía una necesidad dolorosa de tenerle cerca, de sentirle por completo. Pero mi mente no dejaba de recordarme las consecuencias. Si todo salía bien en nuestra misión, nuestros pueblos convivirían en las islas, y lo más probable es que el conflicto se desatara nuevamente. Mi lealtad estaba con Avalon, mi compromiso con el señor de Hipatia, y la promesa de no hacer sufrir a más gente que me importaba. Solté un suspiro frustrado, llevando una mano a mi propio hombro mientras Gio expresaba su deseo de que me quedara, dejando en mis manos la decisión.
Le miré de nuevo, vacilante, incapaz de dar un paso hacia él o alejarme. Deseaba con todas mis ganas pegarme a él, sentirle, que me tocara. ¿Por qué no me había tocado aún? No de la forma en que deseaba al menos. Mis labios se abrieron lentamente mientras mi mente se desataba en una locura frenética de imágenes compartidas con él. Finalmente, me acerqué, sujetando los bordes de su camisa, observando la piel que dejaba al aire.
Tal vez era solo atracción, pensé. Tal vez si simplemente pasara, ya no habría de qué preocuparse y podría continuar con mi vida. Mordiéndome el labio aún controlándome, murmuré.-Enséñame esa melodía que escandalizaría a cualquiera.
Alcé la vista hacia él, dispuesta a auparme hasta sus labios y entonces lo sentí: el aroma a inciensos, la sensación conocida. Mi expresión cambió mientras apartaba mis pasos con sorpresa.-Beltane -dije algo alterada. Era Beltane. Abrí la puerta y observé el círculo de la vidriera, las letras de los ciclos. Beltane daba justo a mi habitación. Miré a Gio, intentando mantener la compostura.
-Mis disculpas, señor DaVinci. Creo que Catherine tenía razón y la magia de las habitaciones debe estar afectándonos.-Respiraba aceleradamente y sentía toda mi piel arder esperando su tacto. A pesar de mis palabras, no pude evitar seguir observándole del mismo modo, preguntándome si todo aquello era solo Beltane o no.
Fuerza de voluntad
Beltane?
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#2 'Probabilidad' :
#1 'Dado (20)' :
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#2 'Probabilidad' :
- Terca, y fuerte, de un modo que ella no. - conclui la frase a peticion suya.
Me recordó entonces cual era el objetivo de la misión, acabar con Charles aunque hubiera muertes. Ya lo sabía. Pero eso no iba a evitar que intentara protegerla. La muerte no tenía por qué ser la suya. Pensé entonces…lo cerca que habia estado de dar la mia, mi vida, y lo peor de todo, en un sacrificio en vano. Si era por la gente que queria, desgraciadamente, no me importaba. Pero que fuera en vano…? Eso si.
“Quiza no somos tan diferentes”
-¿Que no os mire, cómo? - con deseo? - Si quereis me arranco los ojos. - dije ironicamente porque aparentemente no podia ocultarlo de otro modo.
Luego de su orden sobre…en fin, no volver a “morirme”, noté su preocupación, ladeé la cabeza acercandome mas a ella.
- Acabas de decir que el objetivo es acabar con Charles, aunque haya muertes. Estas dispuesta a aceptar la tuya pero no la mia? No funciona asi. - negué levemente, con el ceño fruncido y una expresion de leve molestia. Qué feo estaba, ordenar sin garantias a cambio. - Pues que no se pare el tuyo tampoco, entonces te haré caso.
A estas alturas, ya estabamos bastante mas cerca, aunque ella no se habia movido aun ni un apice yo si queme habia acercado. Cuando por fin se acercó, el simple gesto que hizo al agarrar los bordes de mi camisa causó que una extraña sensacion me recorriera desde abajo hasta arriba, anidándose en el pecho y tambien incrementando el deseo que ya se venia notando ahi abajo. Pero fue como un bálsamo delicioso, sobre todo sus palabras, su gesto…su petición…un calor irresistible se extendió como fuego por todo mi cuerpo. Solo su piel, su caricia y su cuerpo podían calmarme ahora.
Una expresión de alivio llegó a mi rostro y me incliné hacia ella despacio para besarla. Entonces noté que se detuvo, abri los ojos y vi su expresion de confusion antes de haber podido rozar sus labios.
“Que ha pasado?”
Pensé desubicado por completo al verla alejarse de mi. Abrió incluso la puerta para comprobar algo. Por un momento, pensé que podia tratarse de un ataque enemigo…Pero no, se trataba de otra cosa.
- Beltane?
“Beltane!”
Ahora, ademas de un ardor incómodo, empecé a sentir enfado y frustracion. Por supuesto que tenia que ser Beltane! Mis labios y mi ceño se fruncieron, e hice un gesto de exasperacion con las manos muy a lo italiano. Algunas cosas ahora tenian sentido, si, pero…
- Es cierto que te encuentro algo mas atractiva de lo normal a nivel fisico y….y…que Sofia también te estaba mirando raro y tocándose raro…pero…
Pero sabia que era dueño de mis actos y de lo que queria hacer. Lo reconoceria ella? Recordé aquella vez, a las raices del sanguis en Beltane, cuando ella y yo compartimos esas sensaciones… embriagadoras. Queria volver a sentir eso con ella. Pero recordé que, cuando alguna vez habia sacado el tema, Gwen habia justificado que aquello solo ocurrio como partes de un ritual ajeno a nosotros.
Pese a tener la puerta abierta como la habia dejado ella, me acerqué y la tomé por las muñecas, con firmeza pero con cuidado.
Era suficientemente inteligente como para saber que con esto, pasaria lo mismo. Sería algo maravilloso, pero al dia siguiente lo justificaria, se iria azorada de mi lado y volveria a llamarme “mi señor descendiente DaVinci”. Diria que fue un error y que no eramos nosotros mismos. Acerqué mi rostro al suyo, haciendo que mis labios rozaran la comisura de los de ella.
“No quiero eso…te quiero en cuerpo…pero más en alma…”
Apreté los dientes, tratando por todos los medios, con todas mis fuerzas, con todo el esfuerzo de mi mente necesario hasta un punto tremendamente agotador, de no seguir…de no besar sus labios…su cuello….de tomarla en brazos y llevarla a la cama…para liberarla de ese vestido…El esfuerzo estaba siendo tal mientras agarraba sus muñecas para retenerla junto a mi, y pasaba acariciando con mis labios su piel, desde los suyos a su oido, que me temblaba el cuerpo e incluso la voz.
“Cazzo…”
- Cuando te lo haga, no te va a caber duda de que ni Beltane, ni ninguna otra magia, han tenido nada que ver. - le prometí al oido, en un susurro tenso cargado de pasión. Antes de separarme del todo de ella, le dejé un solo beso en el lado izquierdo del cuello, lento y cargado de promesas. Aproveché para inspirar su aroma, y al separarme le dije con la mirada lo que ya le habia dicho con las palabras y ese beso. La solté, y agarré la puerta. Di un paso para atrás y cerré de un portazo, dejandola a ella fuera.
“Aagh………”
Ahogué un gruñido lastimero similar al de un perro herido, muy flojito, apoyé la frente contra la puerta y me dejé escurrir hasta quedar de rodillas en el suelo. Estaba sudando, debia tener las pulsaciones a 199 y ademas, me sentia agotado (y mi entrepierna seguia muy incomoda pero con suerte las aguas de la habitacion estaban bien frias).
Me recordó entonces cual era el objetivo de la misión, acabar con Charles aunque hubiera muertes. Ya lo sabía. Pero eso no iba a evitar que intentara protegerla. La muerte no tenía por qué ser la suya. Pensé entonces…lo cerca que habia estado de dar la mia, mi vida, y lo peor de todo, en un sacrificio en vano. Si era por la gente que queria, desgraciadamente, no me importaba. Pero que fuera en vano…? Eso si.
“Quiza no somos tan diferentes”
-¿Que no os mire, cómo? - con deseo? - Si quereis me arranco los ojos. - dije ironicamente porque aparentemente no podia ocultarlo de otro modo.
Luego de su orden sobre…en fin, no volver a “morirme”, noté su preocupación, ladeé la cabeza acercandome mas a ella.
- Acabas de decir que el objetivo es acabar con Charles, aunque haya muertes. Estas dispuesta a aceptar la tuya pero no la mia? No funciona asi. - negué levemente, con el ceño fruncido y una expresion de leve molestia. Qué feo estaba, ordenar sin garantias a cambio. - Pues que no se pare el tuyo tampoco, entonces te haré caso.
A estas alturas, ya estabamos bastante mas cerca, aunque ella no se habia movido aun ni un apice yo si queme habia acercado. Cuando por fin se acercó, el simple gesto que hizo al agarrar los bordes de mi camisa causó que una extraña sensacion me recorriera desde abajo hasta arriba, anidándose en el pecho y tambien incrementando el deseo que ya se venia notando ahi abajo. Pero fue como un bálsamo delicioso, sobre todo sus palabras, su gesto…su petición…un calor irresistible se extendió como fuego por todo mi cuerpo. Solo su piel, su caricia y su cuerpo podían calmarme ahora.
Una expresión de alivio llegó a mi rostro y me incliné hacia ella despacio para besarla. Entonces noté que se detuvo, abri los ojos y vi su expresion de confusion antes de haber podido rozar sus labios.
“Que ha pasado?”
Pensé desubicado por completo al verla alejarse de mi. Abrió incluso la puerta para comprobar algo. Por un momento, pensé que podia tratarse de un ataque enemigo…Pero no, se trataba de otra cosa.
- Beltane?
“Beltane!”
Ahora, ademas de un ardor incómodo, empecé a sentir enfado y frustracion. Por supuesto que tenia que ser Beltane! Mis labios y mi ceño se fruncieron, e hice un gesto de exasperacion con las manos muy a lo italiano. Algunas cosas ahora tenian sentido, si, pero…
- Es cierto que te encuentro algo mas atractiva de lo normal a nivel fisico y….y…que Sofia también te estaba mirando raro y tocándose raro…pero…
Pero sabia que era dueño de mis actos y de lo que queria hacer. Lo reconoceria ella? Recordé aquella vez, a las raices del sanguis en Beltane, cuando ella y yo compartimos esas sensaciones… embriagadoras. Queria volver a sentir eso con ella. Pero recordé que, cuando alguna vez habia sacado el tema, Gwen habia justificado que aquello solo ocurrio como partes de un ritual ajeno a nosotros.
Pese a tener la puerta abierta como la habia dejado ella, me acerqué y la tomé por las muñecas, con firmeza pero con cuidado.
Era suficientemente inteligente como para saber que con esto, pasaria lo mismo. Sería algo maravilloso, pero al dia siguiente lo justificaria, se iria azorada de mi lado y volveria a llamarme “mi señor descendiente DaVinci”. Diria que fue un error y que no eramos nosotros mismos. Acerqué mi rostro al suyo, haciendo que mis labios rozaran la comisura de los de ella.
“No quiero eso…te quiero en cuerpo…pero más en alma…”
Apreté los dientes, tratando por todos los medios, con todas mis fuerzas, con todo el esfuerzo de mi mente necesario hasta un punto tremendamente agotador, de no seguir…de no besar sus labios…su cuello….de tomarla en brazos y llevarla a la cama…para liberarla de ese vestido…El esfuerzo estaba siendo tal mientras agarraba sus muñecas para retenerla junto a mi, y pasaba acariciando con mis labios su piel, desde los suyos a su oido, que me temblaba el cuerpo e incluso la voz.
“Cazzo…”
- Cuando te lo haga, no te va a caber duda de que ni Beltane, ni ninguna otra magia, han tenido nada que ver. - le prometí al oido, en un susurro tenso cargado de pasión. Antes de separarme del todo de ella, le dejé un solo beso en el lado izquierdo del cuello, lento y cargado de promesas. Aproveché para inspirar su aroma, y al separarme le dije con la mirada lo que ya le habia dicho con las palabras y ese beso. La solté, y agarré la puerta. Di un paso para atrás y cerré de un portazo, dejandola a ella fuera.
“Aagh………”
Ahogué un gruñido lastimero similar al de un perro herido, muy flojito, apoyé la frente contra la puerta y me dejé escurrir hasta quedar de rodillas en el suelo. Estaba sudando, debia tener las pulsaciones a 199 y ademas, me sentia agotado (y mi entrepierna seguia muy incomoda pero con suerte las aguas de la habitacion estaban bien frias).
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