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Las cuevas encantadas son uno de los lugares más mágicos de Ávalon, casi a la par con el Sanguis Ligno. Cuenta la leyenda que tras la batalla con su hijo Mordred, Arturo, moribundo, fue llevado a Ávalon por Morgana, la hechicera y medio hermana del rey. Era un lugar de reposo. En esta zona de la isla el tiempo y las leyes naturales corren distintos a los acostumbrados por los mortales. No sigue las leyes físicas de la tierra corriente, sino que está regido por la magia y la brujería. El tiempo puede discurrir más lento o más rápido que fuera, dependiendo de la necesidad del momento. Un día fuera podría equivaler a un mes dentro, o viceversa.
Se accede a través de una cueva que pasa desapercibida en una zona de manzanos. Tras caminar un kilómetro por la gruta se accede a una zona más amplia y majestuosa. La puerta de piedra tiene una inscripción grabada que reza Hic iacet sepultus iclitus rex Arthurus in insula Avalonia. ("Aquí yace sepultado el Rey Arturo, en la isla de Ávalon"). Sólo el linaje Pendragon y sus leales pueden acceder al interior mediante pago de sangre.
En las cuevas interiores se encuentra un antiguo templo de las hadas en mal estado, una cueva de cristales mágicos y un lago de aguas curativas, unas dependencias secretas custodiadas por un monolito del linaje innombrable, y un antiguo templo de dragones con osario.
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Las cuevas encantadas son uno de los lugares más mágicos de Ávalon, casi a la par con el Sanguis Ligno. Cuenta la leyenda que tras la batalla con su hijo Mordred, Arturo, moribundo, fue llevado a Ávalon por Morgana, la hechicera y medio hermana del rey. Era un lugar de reposo. En esta zona de la isla el tiempo y las leyes naturales corren distintos a los acostumbrados por los mortales. No sigue las leyes físicas de la tierra corriente, sino que está regido por la magia y la brujería. El tiempo puede discurrir más lento o más rápido que fuera, dependiendo de la necesidad del momento. Un día fuera podría equivaler a un mes dentro, o viceversa.
Se accede a través de una cueva que pasa desapercibida en una zona de manzanos. Tras caminar un kilómetro por la gruta se accede a una zona más amplia y majestuosa. La puerta de piedra tiene una inscripción grabada que reza Hic iacet sepultus iclitus rex Arthurus in insula Avalonia. ("Aquí yace sepultado el Rey Arturo, en la isla de Ávalon"). Sólo el linaje Pendragon y sus leales pueden acceder al interior mediante pago de sangre.
En las cuevas interiores se encuentra un antiguo templo de las hadas en mal estado, una cueva de cristales mágicos y un lago de aguas curativas, unas dependencias secretas custodiadas por un monolito del linaje innombrable, y un antiguo templo de dragones con osario.
Me gusta sospechar hasta de mi sombra- Respondió a Gio mirando al frente para luego buscar la figura de la que hablaba -Y eso que la puedo controlar...No olvides que estamos en el reino de Morgana y ella es la mejor manipuladora de ilusiones y magia negra, Gio. Just a kind reminder...- Indicó haciendo un chasquido con la lengua. Estaba claro que la llama no le iba a responder pero bueno, tampoco habría sospechado que un árbol destruiría Ouroboros.
Soltó un leve sonido de incomodidad porque…no dejaba de ser un tatuaje en una zona complicada. Soltó luego un suspiro, queriendo de pronto…moverse -No lo sé, no creo- Confesó con una sonrisa -Es probable que me quitara la botella de la boca si me viera- Comentó finalmente pensando en sus hermanos con una sonrisa. Se había quitado un gran peso de encima.
“Pero no guardo esperanzas. ¿Para qué?”
Catherine también sentía esa presión en el pecho que Gio no había vociferado. Pero no quería parecer cobarde. Lo único que la invitaba a salir adelante es que quizás acababan en la mierda…pero sus hijos tendrían futuro. Tragó en seco pensando en ellos, en lo pequeños que eran y de pronto sintió una culpabilidad terrible de dejarlos solos -No podemos fallar, Gio- Susurró y su voz se quebró en su nombre. La tristeza le invadió con tanta fuerza que empezó a llorar otra vez pero lo hizo en silencio, tratando de no distraerlo.
El pensamiento de Sofía llegó finalmente, su respuesta. “Estate atenta…por si acaso”. Era una rara sensación, no podía poner su dedo en el punto específico que le molestaba pero…ahí estaba, como una picazón que no podía rascarse. Tras eso apareció Sofía en todo su esplendor y Catherine siguió mirando al frente para evitar que Gio la cagara por su culpa. Agradeció que su cabello le daba algo de privacidad y se limpió las lágrimas lentamente mientras Gio limpiaba su cuello.
“De acuerdo, le diré… Oye… ¿A ti te gusta Gwen? Tipo…te gusta, te gusta?”
Preguntó pensando que nunca se lo había preguntado directamente, pero quizás debería haberlo hecho antes de prometerlo. O intentarlo. Se incorporó y movió la cabeza en modo de agradecimiento -Descansar un poco después del tatuaje de Gwen…es necesario si no queremos parecer unos putos imbéciles mañana- Se despidió de ambos y abandonó la habitación mirando la vidriera y luego las habitaciones. Las letras se le mezclaban un poco pero reconoció algunas palabras.
“Hmmm… Wthyr probablemente sabe”, suspiró. Estaban peleados. Quizás si le golpeaba un poco se le pasaba. No quería estar en malos términos para la misión. Bajó las escaleras mientras dirigía un pensamiento para Gwen. “Ya estoy, te toca… Em… Si llegas a sentir algo raro durante el descanso, avísanos. Ya sabes…grita mentalmente, si no llegas a mí fijo que Desmond te percibe y me avisa”.
Tras eso entró en su habitación viendo a Wthyr dormido. Frunció el ceño y luego hizo un puchero con los labios. Cogió una almohada y le golpeó en toda la cara con fuerza…y luego otra vez -¡Eres un tarado!-
Soltó un leve sonido de incomodidad porque…no dejaba de ser un tatuaje en una zona complicada. Soltó luego un suspiro, queriendo de pronto…moverse -No lo sé, no creo- Confesó con una sonrisa -Es probable que me quitara la botella de la boca si me viera- Comentó finalmente pensando en sus hermanos con una sonrisa. Se había quitado un gran peso de encima.
“Pero no guardo esperanzas. ¿Para qué?”
Catherine también sentía esa presión en el pecho que Gio no había vociferado. Pero no quería parecer cobarde. Lo único que la invitaba a salir adelante es que quizás acababan en la mierda…pero sus hijos tendrían futuro. Tragó en seco pensando en ellos, en lo pequeños que eran y de pronto sintió una culpabilidad terrible de dejarlos solos -No podemos fallar, Gio- Susurró y su voz se quebró en su nombre. La tristeza le invadió con tanta fuerza que empezó a llorar otra vez pero lo hizo en silencio, tratando de no distraerlo.
El pensamiento de Sofía llegó finalmente, su respuesta. “Estate atenta…por si acaso”. Era una rara sensación, no podía poner su dedo en el punto específico que le molestaba pero…ahí estaba, como una picazón que no podía rascarse. Tras eso apareció Sofía en todo su esplendor y Catherine siguió mirando al frente para evitar que Gio la cagara por su culpa. Agradeció que su cabello le daba algo de privacidad y se limpió las lágrimas lentamente mientras Gio limpiaba su cuello.
“De acuerdo, le diré… Oye… ¿A ti te gusta Gwen? Tipo…te gusta, te gusta?”
Preguntó pensando que nunca se lo había preguntado directamente, pero quizás debería haberlo hecho antes de prometerlo. O intentarlo. Se incorporó y movió la cabeza en modo de agradecimiento -Descansar un poco después del tatuaje de Gwen…es necesario si no queremos parecer unos putos imbéciles mañana- Se despidió de ambos y abandonó la habitación mirando la vidriera y luego las habitaciones. Las letras se le mezclaban un poco pero reconoció algunas palabras.
“Hmmm… Wthyr probablemente sabe”, suspiró. Estaban peleados. Quizás si le golpeaba un poco se le pasaba. No quería estar en malos términos para la misión. Bajó las escaleras mientras dirigía un pensamiento para Gwen. “Ya estoy, te toca… Em… Si llegas a sentir algo raro durante el descanso, avísanos. Ya sabes…grita mentalmente, si no llegas a mí fijo que Desmond te percibe y me avisa”.
Tras eso entró en su habitación viendo a Wthyr dormido. Frunció el ceño y luego hizo un puchero con los labios. Cogió una almohada y le golpeó en toda la cara con fuerza…y luego otra vez -¡Eres un tarado!-
Shyvanna Pendragon
![Shyvanna Pendragon](https://imgur.com/fQlEmy2.png)
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Alineamiento
Ocupación
Bando
Apodo
Edad
Nacionalidad
-Algo más inmediato, Matvey…- Puso los ojos en blanco. Un poco cansada de proponer, proponer y proponer. Iba a disponer de su propio cuerpo mejor porque era imposible contener el calor que le estaba subiendo por el cuerpo y cómo su piel se encontraba tan sensible. La necesidad empezaba a rozar el dolor y ella nunca…nunca había vivido algo así excepto en…
“¿Beltane?”
Si aquello era Beltane, algún tipo de magia realmente estaba funcionando allí, le vendría como anillo al dedo y además explicaría porque la necesidad no se quedaba sólo en algo físico sino que su magia misma parecía arder en el deseo de tocar, de acariciar el aura de otra persona.
Estaba consumida por una increíble lujuria, concentrada en sus propias sensaciones y casi se olvidó de que Matvey estaba allí. ¿Cómo no? Había pasado tres meses reviviendo cómo había estrechado su cuerpo sólo para gritar su nombre en una maldita casa sola. Abrió los ojos de pronto cuando le cogió de la mandíbula y soltó un gemido bajo mientras le observaba a través de unos ojos cargados de lascivia -Te lo dije al entrar- Metió las manos bajo su abrigo, acariciando su torso y atrayendo un poco hacia ella. No podía contenerlo…necesitaba el contacto. No le importaba que él estuviera vestido y todo su torso desnudo.
Se detuvo un momento cuando habló de obtener poder y luego… luego se rió, fuerte y claro -¿De qué coño hablas? Lo que quiero es que me folles, obtener un par de orgasmos e irme a dormir- Alejó un poco las manos de su torso para luego subirlas hasta los pocos mechones que estaban a su alcance, tiró de ellos con fuerza haciendo que su cabeza se acercara a ella -Deja de romantizar esto y pensar que estoy en busca de tu poder, soy una Pendragon, no necesito conquistarte ni hago nada con tu poder-
“No necesito nada de nadie y menos de un miembro del Consejo”
Ladeó la cabeza y lo soltó -¿No lo sientes?- Murmuró negando con la cabeza -Es como Beltane… Mi cuerpo y mi magia te necesitan y si no vas a dármelo, puedo encargarme yo sola pero vas a verlo… y te vas a arrepentir cada segundo de tu vida por equivocarte hoy, aquí, ahora. Y luego quizás me voy con otro que quiera un maldito chute de energía para matar a Charles- Se mordió el labio inferior brevemente y luego miró hacia sus manos -¿Vas a hacer algo productivo con tus manos o lo hago yo?-
“¿Beltane?”
Si aquello era Beltane, algún tipo de magia realmente estaba funcionando allí, le vendría como anillo al dedo y además explicaría porque la necesidad no se quedaba sólo en algo físico sino que su magia misma parecía arder en el deseo de tocar, de acariciar el aura de otra persona.
Estaba consumida por una increíble lujuria, concentrada en sus propias sensaciones y casi se olvidó de que Matvey estaba allí. ¿Cómo no? Había pasado tres meses reviviendo cómo había estrechado su cuerpo sólo para gritar su nombre en una maldita casa sola. Abrió los ojos de pronto cuando le cogió de la mandíbula y soltó un gemido bajo mientras le observaba a través de unos ojos cargados de lascivia -Te lo dije al entrar- Metió las manos bajo su abrigo, acariciando su torso y atrayendo un poco hacia ella. No podía contenerlo…necesitaba el contacto. No le importaba que él estuviera vestido y todo su torso desnudo.
Se detuvo un momento cuando habló de obtener poder y luego… luego se rió, fuerte y claro -¿De qué coño hablas? Lo que quiero es que me folles, obtener un par de orgasmos e irme a dormir- Alejó un poco las manos de su torso para luego subirlas hasta los pocos mechones que estaban a su alcance, tiró de ellos con fuerza haciendo que su cabeza se acercara a ella -Deja de romantizar esto y pensar que estoy en busca de tu poder, soy una Pendragon, no necesito conquistarte ni hago nada con tu poder-
“No necesito nada de nadie y menos de un miembro del Consejo”
Ladeó la cabeza y lo soltó -¿No lo sientes?- Murmuró negando con la cabeza -Es como Beltane… Mi cuerpo y mi magia te necesitan y si no vas a dármelo, puedo encargarme yo sola pero vas a verlo… y te vas a arrepentir cada segundo de tu vida por equivocarte hoy, aquí, ahora. Y luego quizás me voy con otro que quiera un maldito chute de energía para matar a Charles- Se mordió el labio inferior brevemente y luego miró hacia sus manos -¿Vas a hacer algo productivo con tus manos o lo hago yo?-
Los sueños en aquella habitación fueron extraños y perturbadores, aunque apenas llegó a dormir poco más de media hora porque hubo algo que lo espabiló de manera agresiva. El golpe de la almohada en la cara lo despertó repentinamente, haciéndole reaccionar rápido y a la defensiva. Se incorporó apartando de un manotazo la cosa que le había golpeado, y se habría abalanzado contra el atacante de no ser porque se dio cuenta de que la cara cabreada que tenía delante era la de su esposa diciéndole tarado.
- ¿Pero qué haces? Podría haberte hecho daño. - regruñó con los ojos entornados mientras trataba de ubicarse, sin saber si es que había dormido mucho rato o si de verdad tenía que despertarse porque estaba sucediendo algo. - ¿Nos atacan? - la miró ahora un poco más detenidamente, ella seguía vestida igual que antes, así que ni se había echado a dormir. Fuera no se escuchaba nada que pareciera indicar que había problemas, así que se rebajó un poco el nivel de tensión. - Que sepas que te he oído lo que me has llamado. - Levantó una ceja al decirle aquello, mientras se sentaba en el borde de la cama. No sabía si era por despertarse así de rápido o por qué, pero seguía malhumorado sin tener un motivo claro.
- Duerme tú un poco ahora, yo iré a hacer la segunda guardia. - porque antes tenía claro que se habían quedado varios despiertos, como Catherine y sus hermanos. Parecía que la charla había terminado, lo que no sabía era si la había dejado mejor o peor de lo que estaba, pero podría averiguarlo por sus gestos.
- ¿Pero qué haces? Podría haberte hecho daño. - regruñó con los ojos entornados mientras trataba de ubicarse, sin saber si es que había dormido mucho rato o si de verdad tenía que despertarse porque estaba sucediendo algo. - ¿Nos atacan? - la miró ahora un poco más detenidamente, ella seguía vestida igual que antes, así que ni se había echado a dormir. Fuera no se escuchaba nada que pareciera indicar que había problemas, así que se rebajó un poco el nivel de tensión. - Que sepas que te he oído lo que me has llamado. - Levantó una ceja al decirle aquello, mientras se sentaba en el borde de la cama. No sabía si era por despertarse así de rápido o por qué, pero seguía malhumorado sin tener un motivo claro.
- Duerme tú un poco ahora, yo iré a hacer la segunda guardia. - porque antes tenía claro que se habían quedado varios despiertos, como Catherine y sus hermanos. Parecía que la charla había terminado, lo que no sabía era si la había dejado mejor o peor de lo que estaba, pero podría averiguarlo por sus gestos.
Gwen Pendragón
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Mientras caminaba por la habitación, tratando de calmar mi mente, Cedric entró en la habitación. Asentí. Después apreté los labios recordando que la había escuchado hablar con DaVinci y suspiré negando. ¿Habría sido un error hablar de él frente a Shyvanna? No podía evitar tener dudas. -Creo que no debí mencionar a Aric estando ella presente.-Asentí nuevamente y pasé la mano por su brazo.—Descansa, Cedric—le dije, despidiéndome.
Mientras esperaba mi turno, busqué algo de ropa en el armario, algo que facilitara la exposición de mi espalda para los tatuajes. Encontré una túnica de cuello amplio que podría dejar caer por mis hombros sin problema, así que me la puse en lugar de la camisola. La voz de Catherine apareció en mi mente mientras me cambiaba. "¿Sentir algo raro?" pensé, algo extrañada. "Está bien" respondí mentalmente, sin entender muy bien a qué se refería. No estaba sintiendo nada raro solamente... Resoplé al recordarlo. Salí de la habitación, todavía hablando con ella mentalmente. "Ya voy"
Abrí la puerta, esperando ver a Catherine allí, pero en su lugar, me encontré con Giordano y Sofía. Mi corazón dio un vuelco al verlo, y traté de mantenerme compuesta, aunque no pude evitar que mi mente divagara por un instante hacia los pensamientos que había intentado reprimir. Aparté la mirada hacia Sofía y después busqué a Catherine y...bueno a Shyvanna.- Pensé que Catherine ya estaba aquí—dije, tratando de sonar lo más neutral posible, aunque la sorpresa me hacía vacilar. Al volver a posar la vista en él, la bajé para encontrar la máquina de tatuajes en su mano. Volví a alzar la mirada. Sentí el calor inundar mi cuerpo. Mierda.
Aparté la vista de nuevo hacia Sofía. -¿La descendiente podría quedarse para asegurarse de que las raíces no hagan nada extraño?-Una idea un tanto absurda dada mi mala relación con ella pero fue lo único que se me ocurrió.
Mientras esperaba mi turno, busqué algo de ropa en el armario, algo que facilitara la exposición de mi espalda para los tatuajes. Encontré una túnica de cuello amplio que podría dejar caer por mis hombros sin problema, así que me la puse en lugar de la camisola. La voz de Catherine apareció en mi mente mientras me cambiaba. "¿Sentir algo raro?" pensé, algo extrañada. "Está bien" respondí mentalmente, sin entender muy bien a qué se refería. No estaba sintiendo nada raro solamente... Resoplé al recordarlo. Salí de la habitación, todavía hablando con ella mentalmente. "Ya voy"
Abrí la puerta, esperando ver a Catherine allí, pero en su lugar, me encontré con Giordano y Sofía. Mi corazón dio un vuelco al verlo, y traté de mantenerme compuesta, aunque no pude evitar que mi mente divagara por un instante hacia los pensamientos que había intentado reprimir. Aparté la mirada hacia Sofía y después busqué a Catherine y...bueno a Shyvanna.- Pensé que Catherine ya estaba aquí—dije, tratando de sonar lo más neutral posible, aunque la sorpresa me hacía vacilar. Al volver a posar la vista en él, la bajé para encontrar la máquina de tatuajes en su mano. Volví a alzar la mirada. Sentí el calor inundar mi cuerpo. Mierda.
Aparté la vista de nuevo hacia Sofía. -¿La descendiente podría quedarse para asegurarse de que las raíces no hagan nada extraño?-Una idea un tanto absurda dada mi mala relación con ella pero fue lo único que se me ocurrió.
Paró cuando Wthyr se despertó y la verdad… la descarga le había servido un poco. Se protegió del manotazo con la almohada y después la lanzó a la cama, frunciendo el ceño y tratando de mantener el rostro un poco serio pero la cara de Wthyr de despistado se lo ponía difícil.
“No sería la primera vez”
-No- Respondió mientras lo veía sentarse y ella se cruzaba de brazos, poniendo el peso en una de las piernas. Arqueó una ceja ante su respuesta - Me da igual. ¿Crees que me voy a esconder porque me has oído? ¿Qué voy a temblar? - Puso los ojos en blanco mientras se acercaba a él quedando al frente. Hasta con cara de desubicado era guapo. Maldita sea -Me ha dolido lo que has pensado de mí justo después de tener la conversación sobre mis hermanos- Confesó con incomodidad mirándolo un momento a los ojos para luego apartar la mirada oyendo a Gwen. Asintió para si misma y luego miró a Wthyr.
“Es que a veces…”, pensó en la razón por la que había dicho esas cosas y sintió que se le sonrojaban las mejillas. Quizás era el hecho de ver a sus hermanos que le generó un clic mental - Solía hacer uso de mi humor negro…en situaciones peliaguda del Consejo para recordarles hasta donde podía llegar el linaje de Morgana. Es… un mecanismo de defensa y un recordatorio quizás de lo que soy capaz si no me importaran las consecuencias- Expresó finalmente y dejó escapar el aire con un poco más de fuerza de lo habitual, sintiendo que todo se aligeraba un poco más.
No espero respuesta si no que se alejó un poco hasta una mesa para sacarse alguna de las cosas de encima, luego la ropa y cogió la camiseta de Morgana para dormir más cómoda. Sabía que no era buena idea tomando en cuenta que podían atacarles en cualquier momento pero aún estaba insegura de sus heridas y quería dormir lo suficientemente bien las pocas horas que tendrian.
“No sería la primera vez”
-No- Respondió mientras lo veía sentarse y ella se cruzaba de brazos, poniendo el peso en una de las piernas. Arqueó una ceja ante su respuesta - Me da igual. ¿Crees que me voy a esconder porque me has oído? ¿Qué voy a temblar? - Puso los ojos en blanco mientras se acercaba a él quedando al frente. Hasta con cara de desubicado era guapo. Maldita sea -Me ha dolido lo que has pensado de mí justo después de tener la conversación sobre mis hermanos- Confesó con incomodidad mirándolo un momento a los ojos para luego apartar la mirada oyendo a Gwen. Asintió para si misma y luego miró a Wthyr.
“Es que a veces…”, pensó en la razón por la que había dicho esas cosas y sintió que se le sonrojaban las mejillas. Quizás era el hecho de ver a sus hermanos que le generó un clic mental - Solía hacer uso de mi humor negro…en situaciones peliaguda del Consejo para recordarles hasta donde podía llegar el linaje de Morgana. Es… un mecanismo de defensa y un recordatorio quizás de lo que soy capaz si no me importaran las consecuencias- Expresó finalmente y dejó escapar el aire con un poco más de fuerza de lo habitual, sintiendo que todo se aligeraba un poco más.
No espero respuesta si no que se alejó un poco hasta una mesa para sacarse alguna de las cosas de encima, luego la ropa y cogió la camiseta de Morgana para dormir más cómoda. Sabía que no era buena idea tomando en cuenta que podían atacarles en cualquier momento pero aún estaba insegura de sus heridas y quería dormir lo suficientemente bien las pocas horas que tendrian.
Shyvanna Pendragon escribió:-Algo más inmediato, Matvey…- Puso los ojos en blanco. Un poco cansada de proponer, proponer y proponer. Iba a disponer de su propio cuerpo mejor porque era imposible contener el calor que le estaba subiendo por el cuerpo y cómo su piel se encontraba tan sensible. La necesidad empezaba a rozar el dolor y ella nunca…nunca había vivido algo así excepto en…
“¿Beltane?”
Si aquello era Beltane, algún tipo de magia realmente estaba funcionando allí, le vendría como anillo al dedo y además explicaría porque la necesidad no se quedaba sólo en algo físico sino que su magia misma parecía arder en el deseo de tocar, de acariciar el aura de otra persona.
Estaba consumida por una increíble lujuria, concentrada en sus propias sensaciones y casi se olvidó de que Matvey estaba allí. ¿Cómo no? Había pasado tres meses reviviendo cómo había estrechado su cuerpo sólo para gritar su nombre en una maldita casa sola. Abrió los ojos de pronto cuando le cogió de la mandíbula y soltó un gemido bajo mientras le observaba a través de unos ojos cargados de lascivia -Te lo dije al entrar- Metió las manos bajo su abrigo, acariciando su torso y atrayendo un poco hacia ella. No podía contenerlo…necesitaba el contacto. No le importaba que él estuviera vestido y todo su torso desnudo.
Se detuvo un momento cuando habló de obtener poder y luego… luego se rió, fuerte y claro -¿De qué coño hablas? Lo que quiero es que me folles, obtener un par de orgasmos e irme a dormir- Alejó un poco las manos de su torso para luego subirlas hasta los pocos mechones que estaban a su alcance, tiró de ellos con fuerza haciendo que su cabeza se acercara a ella -Deja de romantizar esto y pensar que estoy en busca de tu poder, soy una Pendragon, no necesito conquistarte ni hago nada con tu poder-
“No necesito nada de nadie y menos de un miembro del Consejo”
Ladeó la cabeza y lo soltó -¿No lo sientes?- Murmuró negando con la cabeza -Es como Beltane… Mi cuerpo y mi magia te necesitan y si no vas a dármelo, puedo encargarme yo sola pero vas a verlo… y te vas a arrepentir cada segundo de tu vida por equivocarte hoy, aquí, ahora. Y luego quizás me voy con otro que quiera un maldito chute de energía para matar a Charles- Se mordió el labio inferior brevemente y luego miró hacia sus manos -¿Vas a hacer algo productivo con tus manos o lo hago yo?-
Lejos de sentirse intimidada o ... persuadida, metió sus manos bajo mi abrigo y me atrajo hacia ella. Observé su mirada, cargada de una lascivia más allá de lo normal. Resultaba irresistiblemente atractiva, de un modo que ni yo mismo podía entender. ¿Por qué? Antes, cuando se desnudó frente a mi cuando estaba en la bañera...sí, habia visto una mujer hermosa, tentadora, pero no me habia resultado irresistible como ahora. Atrayente y magnética.
Entrecerré la mirada observándola y tensé la mandibula, notando como mi cuerpo reaccionaba por y para ella, ante sus palabras bruscas y sus gestos. Gruñí en advertencia cuando me tiró del pelo hacia ella, advirtiendo entonces su embriagador aroma.
No pude evitar pensar....era como con Adele? Era eso? Que quería de mi de verdad? ¿Qué había hecho para que mi percepcion hacia ella cambiase? Sin duda era eso lo que me habia llevado a desconfiar de sus actos, de su ofrecimiento. Pero era verdad, Shyvanna no necesitaba nada de mi, nada que pudiera obtener mediante el sexo, al menos. No, no era como lo de Adele.
"Beltane?"
- +18:
- - la magia de Beltane? - bajé la mirada por su pecho. Solté el amarre sobre su cara y mis manos fueron a mi abrigo, quitándomelo para dejarlo caer. Matar a Charles. Ibamos a hacerlo. O morir en el intento. La miré a los ojos unos instantes mientras acortaba las distancias lo suficiente para que su cuerpo entrase en contacto con el mío, y sin previo aviso ataqué su cuello besándolo y mordiendolo. Y las manos, las manos...por supuesto. No se quedarían ociosas. Rodeé sus caderas y deshice lo que quedaba de su vestido para que cayera al suelo. El tacto con su piel era electrizante, y traía calor al mío. La aupé y la subí a la mesa, quedando entre sus piernas y separándolas bruscamente. Ahora, más despacio, más liviano, recorrí la cara interna de sus muslos con una mano, ascendiendo. Atrasé el momento a drede. Quise torturarla con la anticipación.... hasta que por fin acaricié su zona intima hasta dar con el punto indicado, lugar en el que presioné entonces mientras mis labios seguian entretenidos atacando su cuello y hombro.
A cada segundo la lujuria iba creciendo, los susurros persistían, si, pero...mas distantes. Deseé entrar en ella en ese instante, y la mano que tenía libre sobre su muslo ascendio por su pecho. Liberé su cuello y la miré, subiendo la mano por donde antes la habia besado. Llegué hasta sus labios, los delineé con los dedos y luego los cubrí con los demás tapando su boca, en un gesto de silencio porque justo en ese instante, lo que habian sido juegos superficiales dejaron de serlo, y recorrí cada centimetro posible de su interior con el corazon y el anular, y no fue para quedarse quietos...
Iba un humor un tanto extraño, sí, pero no dejaría que aquello la apesadumbrara. Hizo un gasp en cuanto entró a la habitación, pues estaba llena de una vibra deliciosa y hermosa y terrenal y perfecta. Para ella. Era simplemente hermoso. Había tantas cosas que le llamaban la atención que cuando se dio cuenta ya estaba en la mitad de la habitación absorbiendo todo lo que veía. De alguna manera, el lugar le parecía completamente paradisiaco. Y a la vez no.- Gio, te traje las reabastecedoras. Están frescas por si las quieres usar.- Murmuró suavemente. En realidad, no estaba en el rango de vista de Catherine, a quien notó demasiado callada una vez dejó de maravillarse por el lugar al que había entrado. ¿Se debia disculpar o dejar todo atrás? De alguna manera, creía que cualquier camino daría el mismo resultado. Además, ella ya había dado el primer paso al acercarse mentalmente a ella. Le había dicho que se estuviera atenta, pero no entendía del todo por qué. Temía que fuera a pasar algo malo. Al final, se despidió de ella de buena manera y ya iba siendo hora que ella también lo hiciera. Parecía que no cabía en ningún lado y no podía irse a explorar, quizás irse a dormir fuera la solución. Aún así, se entretuvo un rato con Gio.- Veo que conseguiste lo que necesitabas para la tinta.
Y, por supuesto, se reprendió por no haber salido tras Catherine cuando Gwen llegó. Huir fue su primer pensamiento. Pero luego... no estaba tan segura de irse. La extrañaban un poco sus pensamientos, por eso que la pregunta le caló tan hondo. No, no quería estar ahí, no quería estar con el Sanguis en la habitación de la tierra que tanto le había gustado, pero... con ella. Qué pregunta tan loca. La respuesta era obvia, ¿no?- C-Claro.- Respondió, pero fue extraño para ella no dar media vuelta e irse. Además se estaba metiendo entre la pareja de tórtolos. Quizás eso era lo que estaba previniendo, quizás no quería dañar a Giordano, y eso lo podía respetar.- ¿Las sientes dentro de ti?
Y, por supuesto, se reprendió por no haber salido tras Catherine cuando Gwen llegó. Huir fue su primer pensamiento. Pero luego... no estaba tan segura de irse. La extrañaban un poco sus pensamientos, por eso que la pregunta le caló tan hondo. No, no quería estar ahí, no quería estar con el Sanguis en la habitación de la tierra que tanto le había gustado, pero... con ella. Qué pregunta tan loca. La respuesta era obvia, ¿no?- C-Claro.- Respondió, pero fue extraño para ella no dar media vuelta e irse. Además se estaba metiendo entre la pareja de tórtolos. Quizás eso era lo que estaba previniendo, quizás no quería dañar a Giordano, y eso lo podía respetar.- ¿Las sientes dentro de ti?
- Sí, sí....no me quites el poco positivismo que he conseguido encontrar, aguafiestas. Será su reino pero eres tú quien lo ha devuelto a su esplendor, no? Y yo me fio de ti. - el tatuaje estaba quedando bastante bien. No tardaríamos en darle carpetazo al asunto, ojalá con uno fuera suficiente, porque habia notado su incomodidad bajo la aguja. No respondí a su frase, con esa voz quebrada al final.
Supe entonces que ella estaba como yo. Intentando aparentar estar enteros por fuera, pero nada más lejos de la realidad por dentro. De un modo extraño eso me hizo sentir algo mejor.
Justo a la entrada de Sofia me llegó el pensamiento de Cath, preguntando si me gustaba Gwen. Levanté la aguja de su piel justo a tiempo porque el pulso me tembló un poco. Si hubiera sido verbal, habria emitido un sonido de burla, habria hecho algun comentario gracioso e ingenioso y lo habría dejado correr. Pero cuando preguntaba directamente en mi cabeza era transparente.
"demasiado para mi propio bien"
- Ahh...sí, gracias, gracias Sofia . - le respondí distraidamente, apartandome de Cath contemplando brevemente la obra terminada en su piel, mientras se despedía. Le lancé una ultima mirada a Catherine, quizá una especie de necesidad de confirmar que mi amiga no iba a hacer nada con esa información. Se fue y me quedé con Sofía, mirando las pociones en esos ....frascos?
- Son hojas? Por favor, qué cutre y qué Dioscórides la mismo tiempo. - me levanté apresurado por si se derramaba el liquido, tomé los "dumplings" con cuidado entre las manos y pensé que seria maravilloso si fueran viales cilíndricos irrompibles que encajaran en la unidad de administracion de liquidos de los automatas. Y voila, en eso se convirtieron las hojas, dejando intacto el liquido del interior. Era cosa de la llama, sin duda. O sea que tambien podía transfigurar....materiales?....
Me quedé mirando los frascos, empanadisimo, la cabeza en otro mundo abierto a miles, miles de miles de posibilidades. No respondí al comentario de la tinta de Sofia porque basicamente no la escuché.
Solo volví en mi cuando escuché la voz de Gwen y la observé con aquel vestido puesto. Y probablemente la observé por demasiado tiempo....mas del necesario, de hecho. Evidentemente, la chica consiguió acelerarme el pulso.
"...sí, demasiado para mi propio bien"
Repetí mentalmente ese pensamiento con el que habia respondido a Cath.
- A ella ya le he hecho el sigilo y se ha ido a dormir. Vamos contigo. - preguntó a Sofia si podía quedarse, lo cual me....pilló muy por sorpresa porque tenia entendido que no se llevaban demasiado bien y habia rechazado los poderes de Sofia mil veces. Pero mas me sorprendió que Sofia aceptara. Me rasqué el pelo en un evidente (para mi no tan evidente) gesto de nerviosismo. Dejé los frascos con las pociones sobre la mesa, y de paso, cambié la aguja de la máquina.
"Relájate, maldita sea"
- Siéntate ahi. - le señalé a Gwen la silla donde habia estado Cath. - Y tú Sofía donde quieras. - yo me senté donde antes con la maquina y la tinta en las manos y me acerqué la mesa. Miré sus hombros y fruncí los labios, elevando la boca solo de un lado, pensando. - Que tal si lo hacemos en las dos muñecas? Uno en cada. No me quedaría tranquilo solo con uno más en la espalda.
"Hasta te haría otros dos en los tobillos... en la cintura...en el centro del escote..."
- Ahhh...sí, en las muñecas está bien. - esperé a que se sentara y me ofreciera una de sus manos para poder comenzar.
Supe entonces que ella estaba como yo. Intentando aparentar estar enteros por fuera, pero nada más lejos de la realidad por dentro. De un modo extraño eso me hizo sentir algo mejor.
Justo a la entrada de Sofia me llegó el pensamiento de Cath, preguntando si me gustaba Gwen. Levanté la aguja de su piel justo a tiempo porque el pulso me tembló un poco. Si hubiera sido verbal, habria emitido un sonido de burla, habria hecho algun comentario gracioso e ingenioso y lo habría dejado correr. Pero cuando preguntaba directamente en mi cabeza era transparente.
"demasiado para mi propio bien"
- Ahh...sí, gracias, gracias Sofia . - le respondí distraidamente, apartandome de Cath contemplando brevemente la obra terminada en su piel, mientras se despedía. Le lancé una ultima mirada a Catherine, quizá una especie de necesidad de confirmar que mi amiga no iba a hacer nada con esa información. Se fue y me quedé con Sofía, mirando las pociones en esos ....frascos?
- Son hojas? Por favor, qué cutre y qué Dioscórides la mismo tiempo. - me levanté apresurado por si se derramaba el liquido, tomé los "dumplings" con cuidado entre las manos y pensé que seria maravilloso si fueran viales cilíndricos irrompibles que encajaran en la unidad de administracion de liquidos de los automatas. Y voila, en eso se convirtieron las hojas, dejando intacto el liquido del interior. Era cosa de la llama, sin duda. O sea que tambien podía transfigurar....materiales?....
Me quedé mirando los frascos, empanadisimo, la cabeza en otro mundo abierto a miles, miles de miles de posibilidades. No respondí al comentario de la tinta de Sofia porque basicamente no la escuché.
Solo volví en mi cuando escuché la voz de Gwen y la observé con aquel vestido puesto. Y probablemente la observé por demasiado tiempo....mas del necesario, de hecho. Evidentemente, la chica consiguió acelerarme el pulso.
"...sí, demasiado para mi propio bien"
Repetí mentalmente ese pensamiento con el que habia respondido a Cath.
- A ella ya le he hecho el sigilo y se ha ido a dormir. Vamos contigo. - preguntó a Sofia si podía quedarse, lo cual me....pilló muy por sorpresa porque tenia entendido que no se llevaban demasiado bien y habia rechazado los poderes de Sofia mil veces. Pero mas me sorprendió que Sofia aceptara. Me rasqué el pelo en un evidente (para mi no tan evidente) gesto de nerviosismo. Dejé los frascos con las pociones sobre la mesa, y de paso, cambié la aguja de la máquina.
"Relájate, maldita sea"
- Siéntate ahi. - le señalé a Gwen la silla donde habia estado Cath. - Y tú Sofía donde quieras. - yo me senté donde antes con la maquina y la tinta en las manos y me acerqué la mesa. Miré sus hombros y fruncí los labios, elevando la boca solo de un lado, pensando. - Que tal si lo hacemos en las dos muñecas? Uno en cada. No me quedaría tranquilo solo con uno más en la espalda.
"Hasta te haría otros dos en los tobillos... en la cintura...en el centro del escote..."
- Ahhh...sí, en las muñecas está bien. - esperé a que se sentara y me ofreciera una de sus manos para poder comenzar.
Shyvanna Pendragon
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- -Sí- Gimió cuando preguntó lo de Beltane. Tenía que conocerlo. No sabía si en Ouroboros lo celebraban tan abiertamente como en Ávalon pero…algo debía saber, vamos. ¿No era mi culto?
Le siguió los movimientos cuando soltó su rostro y sus ojos brillaron con anticipación cuando se quitó el abrigo. Incapaz de estarse quieta se acarició la cintura siguiendo su figura hasta apretarse los pechos. Podía oír y sentir claramente el latido de su corazón, el brío de su sangre y el hambre de su magia. Cada uno de ellos se aceleró cuando entró en contacto con Matvey, delineó su torso con las manos para luego buscar su piel subiendo la camisa…hasta clavarle las uñas tras su mordisco. El simple gesto descargó un eléctrico espasmos que se alojó directamente en su zona sur.
Arrastró las uñas por su piel cuando le subió a la mesa. Soltó un pequeño gemido cuando le abrió las piernas de esa forma tan brusca pero…le encantaba. Por fin, cegado por la pasión como para andarse con rodeos y dubitaciones. Shyvanna se echó hacia atrás, apoyando las manos brevemente, movió suavemente la cabeza para dejar caer su cabello tras sus hombros y otorgarle a Matvey luz verde para acariciar su cuerpo. Y tanto que lo deseaba.
Las suaves caricias de sus dedos estaban dejando líneas de fuego en su piel y despertando aún más su dragona interior. Dejó que la magia corriera por sus venas, se concentró como lo hacía en Beltane y dirigió ese fuego mágico a seguir la estela del contacto del nigromante, dejando caer cualquier límite o escudo que mantuviera su magia dentro de ella para salir a experimentar el resto y recargarse.
-Matvey…- Se quejó un poco cuando seguía dando rodeos y acomodó su peso en una mano para, con la otra y con sus piernas apretarse contra él. Ese pequeño movimiento tuvo recompensa y cuando sus caricias llegaron a aquel punto específico Shyvanna no contuvo ni un ápice el gemido de placer que escapó de sus labios y movió suavemente la cadera contra sus dedos. Eso era lo que necesitaba, sí.
Abrió los ojos cuando se alejó de ella para mirarle, sintió, más que ver, el recorrido de su dedo y la rubia entreabrió los labios para succionarlo brevemente pero el nigromante tenía otra cosa en mente. Aquello le pilló con tanta sorpresa que Shyvanna le costó entender lo que estaba haciendo… pero cuando se aventuró a explorar más allá y tuvo la sensación de gritar, supo el porqué de aquel gesto. Puso los ojos en blanco antes de dejar caer la cabeza hacia atrás mientras intentaba contener los sonidos que pugnaban por salir de sus labios.
“Joder, joder, joder. Joder”
Apretó las muelas con fuerza y se movió un poco, subiendo una pierna para apoyar el talón en la mesa y poder tener un eje donde afianzarse para mover las caderas contra él en búsqueda de ese punto cúlmine que se había estado construyendo desde hacía meses… Abrió los ojos para clavarlos en él, mientras subía una mano para coger su muñeca y mover la mano de Matvey para clavarle los dientes antes de sentir cómo todo su cuerpo convulsionaba con la fuerza del placer que le embargaba. Mordió y emitió sonidos ahogados mientras cabalgaba las oleadas de placer y expulsaba toda esa energía mágica hacia su contraparte.
Poco a poco aflojó la mordida y la mano de Matvey para dejarla caer mientras recuperaba la respiración y el control de su cuerpo. Se sentía floja…y temía que si se paraba iba a acabar de rodillas. Aquel pensamiento le hizo sonreír…porque era exactamente lo que quería. Se deslizó un poco para bajarse de la mesa y, tal como sospechaba, sus rodillas flaquearon un poco logró estabilizarse para sacarle la camisa a Matvey por encima de la cabeza y recorrer no sólo su cuello, si no su torso con besos y la idea clave de grabarse cada ápice de aquel cuerpo para recrearse en sus fantasías.
Mientras lo hacía, se deshacía del cinturón y del resto de la ropa, aventurandose ella a acariciar eso que tanto deseaba y que, sin duda, estaba dispuesto para ella. Usó las uñas para acariciar la parte baja antes de ir descendiendo sobre sus rodillas, buscando una cómoda posición para hacer una de las cosas que más le gustaba del sexo: Dar placer. No despegó sus ojos de Matvey mientras lo tomaba enteramente. Emitió un ronroneo de lujuria y volvió a hacerlo lentamente, recorriéndolo para familiarizarse con él antes de imprimirle la misma dedicación. Optó por cogerle una de las manos y enredarla en su cabello, le daba la impresión de que el nigromante tenía las cosas muy claras cuando del placer su trataba y quizás tenía gustos particulares a los que la rubia estaba más que abierta.
Gwen Pendragón
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Gio dijo que Catherine se había ido a dormir, así que él se encargaría de hacerme el tatuaje. Sentí un nudo en el estómago al pensar en quedarme a solas con él, tal y como había supuesto cuando le había preguntado a Sofía que se quedase.
Sofía accedió, y le di las gracias, aliviada por su presencia. Sin embargo, al mirar a Gio, otro pensamiento cruzó mi mente, más intenso que antes. Imaginé sus manos, firmes y seguras, deslizándose por mi piel mientras hacía el tatuaje. La precisión y el cuidado con los que trabajaba me hicieron pensar en cómo se sentirían esas mismas manos recorriendo mi cuerpo en un contexto completamente diferente.Me vi a mí misma en sus brazos, nuestros cuerpos entrelazados, la pasión consumiéndonos. Sentí una oleada de calor al imaginar sus labios sobre los míos, su respiración entrecortada mezclándose con la mía. Sentí un calor que subía por mi cuello.
-Sí...-respondí, medio ida, aunque me refería a Gio más que a las raíces. Me di cuenta de lo que había dicho y me esforcé por regresar a la realidad. -Sí, las siento.- Reiteré más segura.-Sus movimientos son cada vez más lentos, van perdiendo fuerza conforme pasa tiempo pero...suele durar unas semanas.-Aclaré dirigiéndome a la silla.
Gio mencionó que pensaba hacerme dos tatuajes en las muñecas, y me mordí el labio pensativa mirando mis muñecas mientras frotaba una de ellas con mi mano contraria. El contacto en las muñecas era delicado y me hacía sentir aún más vulnerable.
-Uso mucho mis muñecas y brazos para mis rituales y la lucha-expliqué, tratando de sonar razonable mientras me sentaba. -Prefiero que sea en una zona que no use si no os importa. La espalda, los omóplatos serían buena opción.
Mientras hablaba, sentía el peso de la mirada de Gio y la extraña mezcla de ansiedad y deseo que me embargaba. Las raíces eran una preocupación constante, pero en ese momento, mantener mis pensamientos bajo control era lo que más me preocupaba. Inspiré dándole la espalda, sería lo mejor...aunque... A mi cabeza volvió aquel momento en Roma, cuando había decidido por su cuenta darme la vuelta. Bajé la tela dejando al descubierto uno de los hombros. Mi respiración estaba más acelerada de lo que deseaba e intentaba acompasarla. -Catherine me ha pedido que la avise si pasan cosas raras ¿Habéis sentido algo extraño?
Sofía accedió, y le di las gracias, aliviada por su presencia. Sin embargo, al mirar a Gio, otro pensamiento cruzó mi mente, más intenso que antes. Imaginé sus manos, firmes y seguras, deslizándose por mi piel mientras hacía el tatuaje. La precisión y el cuidado con los que trabajaba me hicieron pensar en cómo se sentirían esas mismas manos recorriendo mi cuerpo en un contexto completamente diferente.Me vi a mí misma en sus brazos, nuestros cuerpos entrelazados, la pasión consumiéndonos. Sentí una oleada de calor al imaginar sus labios sobre los míos, su respiración entrecortada mezclándose con la mía. Sentí un calor que subía por mi cuello.
-Sí...-respondí, medio ida, aunque me refería a Gio más que a las raíces. Me di cuenta de lo que había dicho y me esforcé por regresar a la realidad. -Sí, las siento.- Reiteré más segura.-Sus movimientos son cada vez más lentos, van perdiendo fuerza conforme pasa tiempo pero...suele durar unas semanas.-Aclaré dirigiéndome a la silla.
Gio mencionó que pensaba hacerme dos tatuajes en las muñecas, y me mordí el labio pensativa mirando mis muñecas mientras frotaba una de ellas con mi mano contraria. El contacto en las muñecas era delicado y me hacía sentir aún más vulnerable.
-Uso mucho mis muñecas y brazos para mis rituales y la lucha-expliqué, tratando de sonar razonable mientras me sentaba. -Prefiero que sea en una zona que no use si no os importa. La espalda, los omóplatos serían buena opción.
Mientras hablaba, sentía el peso de la mirada de Gio y la extraña mezcla de ansiedad y deseo que me embargaba. Las raíces eran una preocupación constante, pero en ese momento, mantener mis pensamientos bajo control era lo que más me preocupaba. Inspiré dándole la espalda, sería lo mejor...aunque... A mi cabeza volvió aquel momento en Roma, cuando había decidido por su cuenta darme la vuelta. Bajé la tela dejando al descubierto uno de los hombros. Mi respiración estaba más acelerada de lo que deseaba e intentaba acompasarla. -Catherine me ha pedido que la avise si pasan cosas raras ¿Habéis sentido algo extraño?
Le entregó con cuidado las pociones a Giordano, tratando de no reírse en el proceso.- No traje viales de vidrio. Siento que debí traerlos, pero no se me ocurrió que tendría tiempo para preparar pociones.- Y así habían llegado a los dumplings, que en realidad era creatividad pura aplicada. Se imaginaba que podía aventarlos en batalla y sanar a la gente. Vio a Gio hacer algo con ellos en las manos, convertirlos en... justo en lo que debían ser, una presentación distinta. ¿Tanto le había disgustado el empaque? Cazzo...
Y básicamente, después de aquello, no había nada que fuera notable salvo el hermoso cabello de Gwen y su linda piel. Le parecía bastante malo tener que cubrirla con tatuajes solo porque había una amenaza. Se imaginó lo que debía sentir con las raíces dentro de ella pero las imágenes en su cabeza no parecían tan aterradoras. De hecho las desterró al instante porque su imaginación estaba tomando tintes que no eran apropiados en absoluto.- ¿Semanas? Que cosa más... peculiar.- Dejó que se sentaran y ella mientras curioseó por la habitación. Poco había estado entre las cosas de Gio, pero se veían interesantes.
Se retiró el cabello hacia el hombro para tratar de refrescarse un poco. Sí, seguramente era la habitación la que parecía un horno, porque estaba necesitando un poco de aire fresco. Cuando se dio la vuelta, se quedó embelesada con la piel blanca de la morena por demasiado tiempo.- No, yo no he sentido nada raro, salvo... el vino, quizás.- O tal vez sí.
Y básicamente, después de aquello, no había nada que fuera notable salvo el hermoso cabello de Gwen y su linda piel. Le parecía bastante malo tener que cubrirla con tatuajes solo porque había una amenaza. Se imaginó lo que debía sentir con las raíces dentro de ella pero las imágenes en su cabeza no parecían tan aterradoras. De hecho las desterró al instante porque su imaginación estaba tomando tintes que no eran apropiados en absoluto.- ¿Semanas? Que cosa más... peculiar.- Dejó que se sentaran y ella mientras curioseó por la habitación. Poco había estado entre las cosas de Gio, pero se veían interesantes.
Se retiró el cabello hacia el hombro para tratar de refrescarse un poco. Sí, seguramente era la habitación la que parecía un horno, porque estaba necesitando un poco de aire fresco. Cuando se dio la vuelta, se quedó embelesada con la piel blanca de la morena por demasiado tiempo.- No, yo no he sentido nada raro, salvo... el vino, quizás.- O tal vez sí.
"Si Cath lo notó... Sofía tambien?"
No quise mirar a la pelirroja por si mis gestos me delataban. Me remangué la camisa, doblandola a la altura de los codos, escuchando a Gwen. Cierto. Solía cortarse los antebrazos para la sangre y cualquier ritual, el tatuaje ahi seria incomodo.
- Los omóplatos entonces. No descartes otra parte del cuerpo más alejada, separar los sellos entre sí dificultaría la tarea de las raices, o no tiene que ver? - pregunté mientras encendía la maquina de tatuar, agarrando con la otra mano el dibujo del sigilo que habia hecho Cath. Si, era igual al que ya tenía. Lo memoricé pero tuve en cuenta que...un pequeño fallo en el trazo podria ser fatal para la efectividad del sello.
Asi que no podia equivocarme. No podia distraerme. Apreté los ojos con fuerza y me los froté con el antebrazo, sacudiendo un poco la cabeza en un intento de meterme en mi cabeza.
Pero se fue a la mierda cuando reveló uno de sus hombros. Inspiré fuerte y miré de reojo a Sofía. Mierda. Iba a....iba a...espera, la estaba mirando igual que yo? Volví a observar a Gwen. Me acordé de la brusca conversación de las cocinas, pero me daba igual... me daba igual porque solo quería poner mis labios sobre ese cuello.
"las muñecas eran mejor!"
Recordé el momento de Roma y lo cerca que habia estado. Hice un sonidillo de incomodidad porque mi cuerpo era un traidor a mi mente.
- Sí. - respondí inspirando hondamente. Agradecí que sacara tema. El silencio era peor. - Aparecieron tres pequeñas llamas de fuego. Lo que he hecho con los frascos de Sofia? Antes no podía. Cómo piensas que he fabricado tan rapido una maquina para tatuar? Transformando. No estaba en mi equipaje cuando nos vinimos aqui... Pero...salio natural. Al verla supe qué magia tenía y que podría usarla para convertir. - de hecho, sí....Dejé el boceto sobre mi rodilla, observé una silla vacía y...imaginé un violín. Las partes que lo componian, el grosor de las laminas de madera, los angulos de las curvas, las cuerdas y el arco, las clavijas....lo dibujé en mi cabeza con las medidas incluidas. Alargué mi mano hacia la silla y este se convirtió en un violín y su arco. Chasqueé los dedos y empezó a tocar una melodía que, con suerte, me ayudaría a concentrarme. Solo pasados unos segundos, cuando logré abstraerme de lo que estaba haciendo y a quien estaba tatuando, comencé a dibujar a base de aguja sobre la piel de Gwen, despacio, cuidadosamente y con firmeza, con la precisión necesaria y contando las notas de la música mientras las visualizaba en mi cabeza.
No quise mirar a la pelirroja por si mis gestos me delataban. Me remangué la camisa, doblandola a la altura de los codos, escuchando a Gwen. Cierto. Solía cortarse los antebrazos para la sangre y cualquier ritual, el tatuaje ahi seria incomodo.
- Los omóplatos entonces. No descartes otra parte del cuerpo más alejada, separar los sellos entre sí dificultaría la tarea de las raices, o no tiene que ver? - pregunté mientras encendía la maquina de tatuar, agarrando con la otra mano el dibujo del sigilo que habia hecho Cath. Si, era igual al que ya tenía. Lo memoricé pero tuve en cuenta que...un pequeño fallo en el trazo podria ser fatal para la efectividad del sello.
Asi que no podia equivocarme. No podia distraerme. Apreté los ojos con fuerza y me los froté con el antebrazo, sacudiendo un poco la cabeza en un intento de meterme en mi cabeza.
Pero se fue a la mierda cuando reveló uno de sus hombros. Inspiré fuerte y miré de reojo a Sofía. Mierda. Iba a....iba a...espera, la estaba mirando igual que yo? Volví a observar a Gwen. Me acordé de la brusca conversación de las cocinas, pero me daba igual... me daba igual porque solo quería poner mis labios sobre ese cuello.
"las muñecas eran mejor!"
Recordé el momento de Roma y lo cerca que habia estado. Hice un sonidillo de incomodidad porque mi cuerpo era un traidor a mi mente.
- Sí. - respondí inspirando hondamente. Agradecí que sacara tema. El silencio era peor. - Aparecieron tres pequeñas llamas de fuego. Lo que he hecho con los frascos de Sofia? Antes no podía. Cómo piensas que he fabricado tan rapido una maquina para tatuar? Transformando. No estaba en mi equipaje cuando nos vinimos aqui... Pero...salio natural. Al verla supe qué magia tenía y que podría usarla para convertir. - de hecho, sí....Dejé el boceto sobre mi rodilla, observé una silla vacía y...imaginé un violín. Las partes que lo componian, el grosor de las laminas de madera, los angulos de las curvas, las cuerdas y el arco, las clavijas....lo dibujé en mi cabeza con las medidas incluidas. Alargué mi mano hacia la silla y este se convirtió en un violín y su arco. Chasqueé los dedos y empezó a tocar una melodía que, con suerte, me ayudaría a concentrarme. Solo pasados unos segundos, cuando logré abstraerme de lo que estaba haciendo y a quien estaba tatuando, comencé a dibujar a base de aguja sobre la piel de Gwen, despacio, cuidadosamente y con firmeza, con la precisión necesaria y contando las notas de la música mientras las visualizaba en mi cabeza.
- +18:
- Qué bien había hecho en cubrirle la boca. Lo noté cuando su garganta vibró, y recibí su mordisco con orgullo y lujuria. Conforme más me adentraba en ella con los dedos y sus caderas mas se movían, mas notaba su cuerpo apretarse alrededor de ellos, hasta sentir aquella descarga de placer suyo. Que de algun modo, me llegó a mi y me llenó. Entreabrí los labios emitiendo un jadeo de placer al sentir aquello, pues era no solo como si consiguiera sentir el placer de ella si no como...si su magia de verdad estuviese entrando en mi y de algun modo, llenandome de vigor. El cansancio por las invocaciones de los demonios, las resurrecciones de las sacerdotisas, por los rituales de hablar con los muertos, la constante canalizacion de magia para los sellos de Valqar....desapareció todo ese cansancio. Sentí que podría abrir cien brechas mas al infierno, sacar cien demonios y doblegarlos a mi voluntad, y obligarlos a volver despues, sin problema.
Su cuerpo se relajó tras el climax, tanto que pensé que se rendiría aqui ya. Pero bajó besando mi piel y deshaciendose de toda la ropa que aun me quedaba. Clavé mis ojos en los suyos pero en cierto momento los tuve que cerrar echando la cabeza hacia atras, ahogando un gruñido de placer cuando me envolvió con su boca. A invitación suya agarré sus cabellos con la mano, dejandola acostumbrarse primero pero después tomando las riendas en el asunto. El placer estaba alcanzando un punto doloroso, la lujuria no hacia mas que aumentar. En un momento dado, la aparté de mi y asiéndola por el pelo la invité a subir a mi altura de nuevo. Besé sus labios de un modo un tanto salvaje, no había espacio ahi para el romanticismo y ambos lo sabíamos. Rodeé su cintura con fuerza desenredando mi mano de su cabello. Subí las manos a sus brazos, y entonces de modo inesperado en mitad del beso, la giré para dejarla de espaldas a mi. Pegué su espalda a mi pecho y recorrí sus senos con las manos, bajando luego a sus muslos y zona sur. Mordí su oreja, y después empujé su espalda para hacerla inclinarse sobre la mesa en la que la subí antes. La sujeté contra ella con la mano sobre la espalda, y con una de mis piernas, separé las suyas. Me tomé solo unos segundos en contemplar la escena, antes de penetrarla despacio, reprimiendo un jadeo y un gemido de placer ronco, al que sucedió otro más mientras tomaba sus caderas y repetía el movimiento. Y otra vez más, solo que ahora más fuerte y profundo. Y otra, y otra vez....Ella lo aguantaría, la mesa quizá no.
Gwen Pendragón
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Sofía comentó que la magia de las raíces le parecía curiosa. Tratando de mantenerme enfocada, respondí.-Es una magia alimentada por todos mis antepasados. Es poderosa, y las hadas se encargaron de cuidar de las raíces.
La descendiente comentó que no había notado nada extraño.-En Avalon siempre hemos gozado de buenos vinos.- Respondí a aquello. Observé cómo Gio transformaba una silla en un violín.. Con una respiración un poco alterada, intenté comentar neutralmente-Pensaba que el señor descendiente era más de violonchelo.-El señor descendiente, palabras escogidas a propósito para mantener la distancia clara en mi mente.
Mientras decía esto, mi mente se desviaba de nuevo, deseando que Gio me tocara. Me molestaba la distancia que mantenía, y un impulso me llevó a mirar por encima de mi hombro con cierta rudeza, exigiendo con la mirada lo que no podía pedir en voz alta. Me di cuenta de que no debía hacerlo, especialmente mientras me estaba tatuando, así que volví a mirar hacia adelante, apretando mis piernas una contra la otra. Al menos parecía ser rápido haciendo el tatuaje. Tomé la tela del vestido en mi muslo, frunciéndola y arrugándola bajo el simple deseo que me recorría.
-Es un don apropiado para el señor descendiente de DaVinci -añadí, intentando mantener la conversación ligera-. ¿Crees que puede tratarse de una habilidad despertando?-Me moví ligeramente, incapaz de mantener la postura por las sensaciones que recorrían mi cuerpo y la tela del hombro contrario se deslizó.-¿Vais a tardar mucho? No querría robaros tiempo de descanso.- En realidad no sabía si podría aguantar mucho más.
La descendiente comentó que no había notado nada extraño.-En Avalon siempre hemos gozado de buenos vinos.- Respondí a aquello. Observé cómo Gio transformaba una silla en un violín.. Con una respiración un poco alterada, intenté comentar neutralmente-Pensaba que el señor descendiente era más de violonchelo.-El señor descendiente, palabras escogidas a propósito para mantener la distancia clara en mi mente.
Mientras decía esto, mi mente se desviaba de nuevo, deseando que Gio me tocara. Me molestaba la distancia que mantenía, y un impulso me llevó a mirar por encima de mi hombro con cierta rudeza, exigiendo con la mirada lo que no podía pedir en voz alta. Me di cuenta de que no debía hacerlo, especialmente mientras me estaba tatuando, así que volví a mirar hacia adelante, apretando mis piernas una contra la otra. Al menos parecía ser rápido haciendo el tatuaje. Tomé la tela del vestido en mi muslo, frunciéndola y arrugándola bajo el simple deseo que me recorría.
-Es un don apropiado para el señor descendiente de DaVinci -añadí, intentando mantener la conversación ligera-. ¿Crees que puede tratarse de una habilidad despertando?-Me moví ligeramente, incapaz de mantener la postura por las sensaciones que recorrían mi cuerpo y la tela del hombro contrario se deslizó.-¿Vais a tardar mucho? No querría robaros tiempo de descanso.- En realidad no sabía si podría aguantar mucho más.
CEDRIC
En la habitación de Cedric, asociada con la festividad de Yule que venera la vida, el ambiente se transformó de manera sutil pero innegable. A medida que pasaban las horas, un capullo cristalino del color del amanecer comenzó a formarse en el centro de la estancia. Sus tonalidades rosadas y doradas reflejaban la luz de una manera mágica, creando un resplandor cálido y acogedor que envolvía todo a su alrededor.
De aquel capullo emergió una figura, un ser con rasgos que mezclaban la humanidad de Cedric con la etérea belleza de Tyronoe, el hada a la que pertenecía esa habitación. Su piel era de un tono lavanda suave, casi translúcido, que brillaba bajo la luz del capullo. Sus ojos, grandes y llenos de curiosidad, reflejaban un mundo de sabiduría y misterio. De su espalda surgían alas de hada, no de gasa ni de mariposa, sino cubiertas de plumas iridiscentes que cambiaban de color según el ángulo de la luz.
El ser, de tamaño mediano, se acercó a Cedric con pasos silenciosos, sus movimientos gráciles y llenos de una elegancia innata. Observó a Cedric con una curiosidad intensa, como si intentara comprender cada faceta de su ser. Con una ternura inesperada, el ser alzó una mano y acarició la cara de Cedric amorosamente, sus dedos ligeros como una pluma.
Sin decir una palabra, el ser se acurrucó junto a Cedric, buscando el consuelo de su cercanía. Aunque no hablaba con palabras conocidas, la comunicación era clara, hecha de gestos y miradas llenas de significado. De repente, el ser abrió sus labios y emitió un sonido suave, casi musical: "Atae."
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En la habitación de Cedric, asociada con la festividad de Yule que venera la vida, el ambiente se transformó de manera sutil pero innegable. A medida que pasaban las horas, un capullo cristalino del color del amanecer comenzó a formarse en el centro de la estancia. Sus tonalidades rosadas y doradas reflejaban la luz de una manera mágica, creando un resplandor cálido y acogedor que envolvía todo a su alrededor.
De aquel capullo emergió una figura, un ser con rasgos que mezclaban la humanidad de Cedric con la etérea belleza de Tyronoe, el hada a la que pertenecía esa habitación. Su piel era de un tono lavanda suave, casi translúcido, que brillaba bajo la luz del capullo. Sus ojos, grandes y llenos de curiosidad, reflejaban un mundo de sabiduría y misterio. De su espalda surgían alas de hada, no de gasa ni de mariposa, sino cubiertas de plumas iridiscentes que cambiaban de color según el ángulo de la luz.
El ser, de tamaño mediano, se acercó a Cedric con pasos silenciosos, sus movimientos gráciles y llenos de una elegancia innata. Observó a Cedric con una curiosidad intensa, como si intentara comprender cada faceta de su ser. Con una ternura inesperada, el ser alzó una mano y acarició la cara de Cedric amorosamente, sus dedos ligeros como una pluma.
Sin decir una palabra, el ser se acurrucó junto a Cedric, buscando el consuelo de su cercanía. Aunque no hablaba con palabras conocidas, la comunicación era clara, hecha de gestos y miradas llenas de significado. De repente, el ser abrió sus labios y emitió un sonido suave, casi musical: "Atae."
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Me ha costado entender la historia de tu familia tras tanto que se nos ha revelado en tan poco tiempo.- Quizás podrían hablar de eso después... quizás antes, quizás solo debían seguir hablando y ver qué pasaba. Levantó su copa cuando habló de los buenos vinos y asintió.- Fuertes también. Hacen que me gire la cabeza.- Curiosamente, un rato antes le habían servido para aclarársela. Seguro era eso. Seguro era un efecto del vino, tenía que serlo. Eso y que le estaba soltando la lengua.
Quizás en la base de la espalda.- ¿Lo había dicho porque cumplía los requisitos de ser alejada y no usable, o porque quería ver más de la piel de aquella hermosa mujer? No tenía ni idea, pero bebió un poco de su copa antes de que cualquier otra cosa sucediera.
Terminó por sentarse en el borde de la cama, echándose un poco de aire con la mano mientras la otra arrugaba las sábanas con fuerza entre sus dedos. Eso le traía enteramente otra sesión de recuerdos, pensamientos impuros y sensaciones malhabidas la tomó por rehén. Se descubrió recorriendo su clavícula con los dedos mientras observaba a Giordano y a la morena de quien no quería ni pensar en su nombre. Si tan solo ella pudiera poner las manos sobre esos delicados hombros... Menos mal que estaban concentrados en el tatuaje y no en ella, le estaba costando demasiado resistirse a sus pensamientos. Volvió la atención a Gio cuando dijo su nombre. Ah, si, lo de los frascos. ¿Eso era lo que debía pasar? ¿Habilidades nuevas?- Sí, me pareció curioso que pudieras. Quizás puedas hacerme unos, tengo más pociones por empacar... ¿Y tú, Guinevere?- El nombre se le deslizaba de la lengua con deleite.
Quizás en la base de la espalda.- ¿Lo había dicho porque cumplía los requisitos de ser alejada y no usable, o porque quería ver más de la piel de aquella hermosa mujer? No tenía ni idea, pero bebió un poco de su copa antes de que cualquier otra cosa sucediera.
Terminó por sentarse en el borde de la cama, echándose un poco de aire con la mano mientras la otra arrugaba las sábanas con fuerza entre sus dedos. Eso le traía enteramente otra sesión de recuerdos, pensamientos impuros y sensaciones malhabidas la tomó por rehén. Se descubrió recorriendo su clavícula con los dedos mientras observaba a Giordano y a la morena de quien no quería ni pensar en su nombre. Si tan solo ella pudiera poner las manos sobre esos delicados hombros... Menos mal que estaban concentrados en el tatuaje y no en ella, le estaba costando demasiado resistirse a sus pensamientos. Volvió la atención a Gio cuando dijo su nombre. Ah, si, lo de los frascos. ¿Eso era lo que debía pasar? ¿Habilidades nuevas?- Sí, me pareció curioso que pudieras. Quizás puedas hacerme unos, tengo más pociones por empacar... ¿Y tú, Guinevere?- El nombre se le deslizaba de la lengua con deleite.
Es verdad, yo prefería el violonchello.
- Pero tú prefieres el violín, no es asi? - le respondí de modo distraido, habia terminado los primeros circulos y comparé con su dibujo original. Quedaban aun algunos trazos internos.
"Va benne"
Señor descendiente? Por qué seguía castigándome con ese nombre? Era porque Sofía estaba delante? Me miró de reojo y noté que parecía enfadada. Y yo no podía dejar de pensar en....en...
Tuve que levantar la aguja nuevamente. El efecto de la melodía se habia cortado y a mi cabeza habian vuelto esos pensamientos. Me daba igual que estuviese enfadada conmigo.
- Útil cuanto menos. Aun debo comprobar hasta donde llega esta habilidad- volví a su tatuaje, notando calor...mucho calor.... me abrí la camisa hasta media altura y después apoyé la mano libre sobre su espalda, para que se estuviera quieta y no volviera a girarse. Se podia ir el trazo.
Su piel era tan calida y suave como la recordaba. O mas incluso. Tenía que proteger eso a toda costa. Aquel pensamiento me bastó de sobra para, pese al deseo, hacer el mejor trabajo y los mejores trazos que hubiera hecho en mi vida. Fui hacia su otro omóplato, pues como le habia dicho, con uno no me iba a quedar tranquilo. Y comencé el siguiente. Tenía la mirada fija y decidida, con el ceño fruncido y expresión de determinación.
- Lo que necesites, Sofia. -respondí a lo de hacerle algunos frascos. Gwen dijo que no queria robarme tiempo de descanso, y me reí por lo bajo por su ocurrencia, siguiendo con mi trabajo.
"Robarme tiempo, dice. Que no me hubiese robado la razón, para comenzar. Tendrá morro..."
- Pero tú prefieres el violín, no es asi? - le respondí de modo distraido, habia terminado los primeros circulos y comparé con su dibujo original. Quedaban aun algunos trazos internos.
"Va benne"
Señor descendiente? Por qué seguía castigándome con ese nombre? Era porque Sofía estaba delante? Me miró de reojo y noté que parecía enfadada. Y yo no podía dejar de pensar en....en...
Tuve que levantar la aguja nuevamente. El efecto de la melodía se habia cortado y a mi cabeza habian vuelto esos pensamientos. Me daba igual que estuviese enfadada conmigo.
- Útil cuanto menos. Aun debo comprobar hasta donde llega esta habilidad- volví a su tatuaje, notando calor...mucho calor.... me abrí la camisa hasta media altura y después apoyé la mano libre sobre su espalda, para que se estuviera quieta y no volviera a girarse. Se podia ir el trazo.
Su piel era tan calida y suave como la recordaba. O mas incluso. Tenía que proteger eso a toda costa. Aquel pensamiento me bastó de sobra para, pese al deseo, hacer el mejor trabajo y los mejores trazos que hubiera hecho en mi vida. Fui hacia su otro omóplato, pues como le habia dicho, con uno no me iba a quedar tranquilo. Y comencé el siguiente. Tenía la mirada fija y decidida, con el ceño fruncido y expresión de determinación.
- Lo que necesites, Sofia. -respondí a lo de hacerle algunos frascos. Gwen dijo que no queria robarme tiempo de descanso, y me reí por lo bajo por su ocurrencia, siguiendo con mi trabajo.
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Shyvanna Pendragon
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- Tal como había sospechado, Matvey era más de tomar riendas que de dejarse llevar y, por ella, estaría bien esta noche. Se concentró en él, en su placer y en todo lo que había aprendido en muchos años poniendo en práctica cada ápice de ese conocimiento, al menos, hasta que le apartó. Shyvanna se relamió los labios y recorrió su piel con las uñas mientras se incorporaba. Poco le duró la coquetería porque recibió el beso de Matvey, que le robó otro gemido antes de corresponderlo con la misma fiereza.
Se sorprendió del giro inesperado, pero se adaptó. Balanceó las caderas, restregándose contra él en una abierta invitación a continuar, a dejarlo explorar. Todo su cuerpo parecía arder y el nigromante sabía bien dónde acariciar y qué hacer -mordisco, por Arturo- para robarle más sonidos impúdicos. Apoyó las manos en la mesa en cuanto la bajó, suspirando por la sensibilidad de su piel y el roce en la madera pulida. No era la calidez de su cuerpo, pero no dejaba de estimularla a un punto doloroso. Apoyó la cabeza de lado, apartándose el pelo de la cara y levantó las caderas, bien conocedora de cómo obtener el mejor placer de aquella posición y, más aún, de lucir increíblemente resistible.
¿Lo bueno de todo? No la torturó. Shyvanna se estremeció, cerró los puños y dejó escapar otro gemido que acalló rápido apretando las muelas. Silencio… Eso si era tortura, con lo mucho que le gustaba vociferar su placer. Una y otra vez, Rasputín hacia maravillosa gala de sus dones y linaje, regalandole oleadas de lujuria que estaban por hacerle perder la cabeza. O la estabilidad en las piernas.
-Joder… - Musitó incorporándose un poco, sólo un poco, para poder mover su mano bajo su cuerpo y acariciarse a sí misma - Más…- Podía sentir de nuevo el calor y la lascivia haciendo estragos en su cuerpo, el furor de su sangre corriendo por sus venas y su magia desplegándose en todo su esplendor para buscar la del contrario y retroalimentarse. Cada envite era un paso más cerca de aquella unión y recarga. Uno de los movimientos casi la tira al borde del abismo, pero no…aún no, y Shyvanna gimoteó un poco al sentir una tensión dolorosa en todo su cuerpo. Lo necesitaba…Joder, cómo necesitaba liberarse. De haber abierto los ojos y fijarse en un espejo, habría visto sus ojos con rendijas verticales. Tanto su cuerpo físico como su propia magia tenían un hambre insaciable -Más… fuerte, Matvey- Le pidió en voz baja mientras se concentraba en el ritmo, en sus sensaciones y en sus propias caricias buscando el punto cúlmine que la rescatara de aquel cúmulo de sensaciones.
¿Qué tanta estabilidad tiene la mesa? 10, aguanta todo.
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El miembro 'Shyvanna Pendragon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Gwen Pendragón
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Sofía comentó que le había costado entender mi historia debido a la gran cantidad de información revelada en tan poco tiempo.-Tal vez deberíamos haber hablado más entre todos y discutido menos -murmuré, con una ligera sonrisa amarga- pero tras lo pasado escaleras abajo está claro que es difícil hacerlo.
Sonreí de medio lado ante la mención del vino fuerte y añadí, con un brillo nostálgico en los ojos-En Avalon siempre han gustado de las celebraciones intensas.-
Giordano sugirió que a mí me gustaba más el violín. Respondí, sin poder mirarlo directamente, pero sintiendo su proximidad.-No es cuestión de gustos, es desconocimiento tal vez. El sonido del chelo me gusta, pero mi abuela siempre consideró de mal gusto que una dama tuviese que abrir las piernas para tocar ese instrumento. El arpa, sin embargo, es más pudorosa según ella.
Cuando Gio me tocó la espalda, fui incapaz de evitar que mi cuerpo reaccionara. Se me erizó el vello y la piel, sentí la tensión en mi pecho y se me escapó un gemido leve que camuflé por dolor del tatuaje, mientras apretaba la tela de mi vestido. Intenté centrarme en la conversación, mi respiración se entrecortó por un momento. Me mordí el labio, mirando al suelo, tratando de ocultar el rubor en mis mejillas.
-Si consideran que es necesario un tatuaje más, la espalda baja sería una buena opción también -dije con voz neutra, mi mirada fija al frente y mis manos jugueteando nerviosamente con la tela de mi vestido.
Gio se rió cuando mencioné que no quería robarle mucho tiempo. Aquel sonido de risa en sus labios... Aunque no podía girarme a mirarlo, podía sentir su presencia y me imaginé su expresión. Relamí mis labios y cerré los ojos, tratando de concentrarme en cualquier cosa que no fuera la proximidad de Gio y el efecto que tenía en mí.
Sofía me llamó -¿Mhh?-Abrí los ojos desviándolos a ella, por primera vez me percaté de que parecía que tenía la vista nublada por el vino.-No, no he sentido nada raro -respondí, volviendo a la realidad. Pensé en lo que sería estar a solas con Gio, sin Sofía presente. Me imaginé sus manos recorriendo mi cuerpo, sus labios rozando mi cuello... Pero no podía permitirme esos pensamientos. Sofía estaba allí, y no debía, no podía hacer nada. Esperaba que Sofía no acabase dormida por el vino.-¿Dónde está su marido?-Pregunté como si mis sentidos jugasen contra mi.
Sonreí de medio lado ante la mención del vino fuerte y añadí, con un brillo nostálgico en los ojos-En Avalon siempre han gustado de las celebraciones intensas.-
Giordano sugirió que a mí me gustaba más el violín. Respondí, sin poder mirarlo directamente, pero sintiendo su proximidad.-No es cuestión de gustos, es desconocimiento tal vez. El sonido del chelo me gusta, pero mi abuela siempre consideró de mal gusto que una dama tuviese que abrir las piernas para tocar ese instrumento. El arpa, sin embargo, es más pudorosa según ella.
Cuando Gio me tocó la espalda, fui incapaz de evitar que mi cuerpo reaccionara. Se me erizó el vello y la piel, sentí la tensión en mi pecho y se me escapó un gemido leve que camuflé por dolor del tatuaje, mientras apretaba la tela de mi vestido. Intenté centrarme en la conversación, mi respiración se entrecortó por un momento. Me mordí el labio, mirando al suelo, tratando de ocultar el rubor en mis mejillas.
-Si consideran que es necesario un tatuaje más, la espalda baja sería una buena opción también -dije con voz neutra, mi mirada fija al frente y mis manos jugueteando nerviosamente con la tela de mi vestido.
Gio se rió cuando mencioné que no quería robarle mucho tiempo. Aquel sonido de risa en sus labios... Aunque no podía girarme a mirarlo, podía sentir su presencia y me imaginé su expresión. Relamí mis labios y cerré los ojos, tratando de concentrarme en cualquier cosa que no fuera la proximidad de Gio y el efecto que tenía en mí.
Sofía me llamó -¿Mhh?-Abrí los ojos desviándolos a ella, por primera vez me percaté de que parecía que tenía la vista nublada por el vino.-No, no he sentido nada raro -respondí, volviendo a la realidad. Pensé en lo que sería estar a solas con Gio, sin Sofía presente. Me imaginé sus manos recorriendo mi cuerpo, sus labios rozando mi cuello... Pero no podía permitirme esos pensamientos. Sofía estaba allí, y no debía, no podía hacer nada. Esperaba que Sofía no acabase dormida por el vino.-¿Dónde está su marido?-Pregunté como si mis sentidos jugasen contra mi.
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